Lección 5 MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
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RESEÑA
Si no conociéramos ni una palabra proveniente de la boca de Jesús, aun así
podríamos pasar toda una vida aprendiendo de él. El hecho de que haya dejado
el cielo para venir a este mundo, además de sus actos mientras estuvo aquí,
dicen mucho. Quizá sea por eso que todas las epístolas del Nuevo Testamento
son escuetas al citar las palabras de Jesús, y en cambio se ocupan de presentar
quién es él y la vida que tuvo.
Jesús es un dos por uno. Llegar a conocerlo a él implica aprender de Otro.
“Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (Juan 14:8). Podemos
percibir el dolor y el asombro en la voz de Jesús ante la sorpresa, cuando responde:
“¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros [...]? (Juan 14:9). Él esperaba
que sus discípulos supieran lo que sabe el autor de Hebreos: que Jesús mismo
es “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Heb. 1:3).
Un tema cristológico importante en el Nuevo Testamento es que Jesús revela
cómo es Dios. Su rostro revela el rostro de Dios (2 Cor. 4:6). Al enseñar la Biblia,
debemos transmitir las doctrinas a la luz del carácter de Dios. Este carácter se
refleja mejor en el Único que puede decir exclusivamente: “El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Por ende, independientemente de la experiencia
personal de cada uno, de la cantidad de versículos bíblicos citados o el nivel
de reverencia que mostremos por nuestras doctrinas confesionales, la vida de
Cristo siempre debe servir como parámetro de nuestras descripciones de Dios.
COMENTARIO
Ilustración
Entonces, ¿quién es Jesús de Nazaret? La respuesta a menudo depende de
quién pregunte. En una reunión, un pastor de otra confesión me preguntó quién
creía yo que era Jesús. Debido al contexto y a quién preguntaba, yo sabía lo que él
buscaba. No quería saber si Jesús era el Mesías, la revelación del Padre o nuestro
mejor Amigo. Quería saber si yo creía que Jesús era el eterno, preexistente, omnipotente,
omnisciente, omni todo lo demás que afirma que Jesús verdaderamente
es Dios. Los discípulos, por otro lado, dieron una respuesta diferente de la que
yo di. El relato de Mateo responde con: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”
(Mat. 16:16). El texto se reduce a lo que dice Lucas: “El Cristo de Dios” (Luc. 9:20),
y Marcos simplemente dice: “Tú eres el Cristo” (Mar. 8:29). Obviamente, Jesús
como Mesías era el tema acuciante durante su ministerio. Con el paso del tiempo,
a veces cambian las cuestiones y los interrogantes sobre Jesús. Aunque Jesús no
cambia, puede ser ventajoso, según el contexto y nuestra audiencia, modificar
nuestro énfasis en la manera de presentarlo.
Quién es Jesús se puede comunicar de varias maneras. Ten en cuenta que
la audiencia ayuda a reducir las opciones. Este es un ejemplo extremo: un niño
en su lecho de muerte no necesita escuchar acerca de la unión hipostática de la
naturaleza divina y la humana de Jesús como lo articula el Concilio de Calcedonia;
él necesita un amigo que lo reconforte. Otros espacios brindan la oportunidad
de un análisis académico sobre los detalles de la persona de Cristo. Como educadores,
es imperativo que reconozcamos diferentes contextos ministeriales y
que conozcamos a Cristo lo suficientemente bien como para compartir el ángulo
correcto de su personalidad que mejor se adapte al momento.
Texto bíblico
“Pasar la antorcha” es una expresión idiomática que nos recuerda a los corredores griegos que pasaban una antorcha en una carrera de relevos en la que el último corredor cruzaba la línea de meta con la antorcha en la mano. Las Escrituras revelan un “traspaso de la antorcha” que es emocionante y aleccionador al mismo tiempo. Según se desprende de la lección, Jesús vino a revelar cómo es el Padre. En cierto sentido, el Padre le pasó una antorcha al Hijo, para que el rostro del Hijo iluminara el carácter del Padre ante nuestra mirada. Estos son algunos fragmentos bíblicos con este fin:
Sin duda, los autores del Nuevo Testamento quieren que lleguemos a la
conclusión de que cuando vemos a Jesús estamos contemplando una imagen
precisa de cómo es el Padre.
Por lo tanto, Jesús cumple su etapa en la carrera. ¿Pasa la antorcha? Sí, así
es. Por supuesto, él es y continuará siendo siempre la imagen más perfecta de
su Padre, pero pasa la antorcha a sus seguidores en una expresión de responsabilidad
y privilegio compartidos.
Observa la “comisión” que les da a sus discípulos; una comisión que puede
ser incluso mayor que la que normalmente se identifica como la Gran Comisión
(Mat. 28:18-20). Después de pronunciar dos veces la paz sobre sus discípulos,
proclama:
“Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:19, 21). La palabrita
“así” nunca tuvo tan alto honor al asumir este significado. Así como el
Padre envió a Jesús para mostrar al mundo quién es él (el Padre), Jesús ahora
nos envía a nosotros para mostrar al mundo quién es él (Jesús). Él nos ha pasado
la antorcha.
No es de extrañar que la imposición de esta responsabilidad sagrada sobre
los hombros de los discípulos esté inserta entre dos actos de empoderamiento
por parte de Cristo. En primer lugar, pronuncia “paz” sobre ellos al tiempo que
les permite observar sus cicatrices. Lentamente se desabrocha la túnica para
que puedan ver y tocar su costado perforado con la lanza y sostener sus manos
con cicatrices. “Tóquenme y vean” (Luc. 24:39, NVI). Y, mientras se amontonan
alrededor de su Salvador resucitado, les vuelve a decir: “Paz a vosotros”, como
para establecer una conexión entre sus heridas y la paz con la que los está bendiciendo
(Juan 20:19–21). Ahora tienen paz, un shalom, que verdaderamente
sobrepasa todo entendimiento y los conduce a la reconciliación con Dios (Fil.
4:7; Rom. 5:1). Luego les dice que los envía a ellos así como el Padre lo envió a
él. Pero, no antes de hacer un acto final: sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el
Espíritu Santo” (Juan 20:22). Este será el secreto de su éxito. La influencia renovadora
y fortalecedora del Espíritu de Dios les permitirá reflejar a su Salvador.
Al meditar sobre el hecho de que Jesús le pasó la antorcha de la Revelación
a su pueblo, vienen a nuestra mente varios versículos que refuerzan la idea de
que fuimos creados y redimidos con ese propósito.
1.ð Jesús es la imagen expresa de Dios (Heb. 1:3), y la humanidad fue hecha
a imagen de Dios, según leemos: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”
(Gén. 1:26).
2.ð Jesús es la imagen de Dios, pero nosotros seremos restaurados a la imagen
de Jesús: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó
para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Rom. 8:29).
“Nosotros todos, mirando [...] la gloria del Señor, somos transformados
[...] en la misma imagen” (2 Cor. 3:18).
3. Jesús es la Luz del mundo (Juan 8:12), pero también lo somos nosotros:
“Vosotros sois la luz del mundo” (Mat. 5:14).
4. Jesús es el Verbo hecho carne (Juan 1:14), en quien “habita corporalmente
toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9); por extensión, al pueblo de Dios se lo
llama “el cuerpo de Cristo” (1 Cor. 12:27).
La lista de paralelismos continúa entre la misión de Jesús de revelar la verdad
acerca de Dios a este mundo y su forma de capacitar a su pueblo para continuar
con esa misma misión. Dios quiera que llevemos hasta el final la antorcha que
nos entregó Cristo, para iluminar al mundo con el conocimiento de su carácter.
Ilustración
Cierta vez un evangelista ofreció algunos pensamientos acerca de ser portadores
de la imagen de Dios. Como se menciona en la lección, Hebreos 1:3 habla
de Cristo como el carácter del Padre. El carácter griego primeramente denotaba
la herramienta de grabado utilizada por un grabador. Finalmente, denotaba la
marca o la impresión realizada por la herramienta, una impresión similar a la que
vemos en una moneda. El propósito era hacer una reproducción exacta de la
imagen del rey en esas monedas. En una ocasión le preguntaron a Jesús si era
lícito pagar impuestos al César. Él pidió ver una moneda y preguntó a su audiencia
qué imagen había en ella. Ellos respondieron: “De César”, después de lo cual Jesús
pronunció su famosa frase: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que
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Material auxiliar para el maestro // Lección 5
es de Dios” (Mat. 22:21). De la misma manera, algún día Jesús regresará a esta
Tierra para buscar a sus propias “monedas”. Para ello, solo necesitará plantear
la misma pregunta que hace dos mil años: ¿De quién es la imagen que se ve en
estas monedas? Si llevamos la imagen de Cristo y tenemos el nombre del Padre
impreso en nuestras frentes (Apoc. 22:4), entonces será bueno escuchar: “Dad
[...] a Dios lo que es de Dios” (Mat. 22:21). Dios juntará sus monedas y finalmente
podremos irnos a casa.
APLICACIÓN A LA VIDA
Hablar como un cristiano, asistir a la iglesia como un cristiano, explicar doctrinas
como un cristiano y llamarse cristiano nunca reemplaza el hecho de ser
cristiano. No hay expectadores que comprendan esta diferencia mejor que
nuestros hijos, que observan cada movimiento que hacen sus padres, sus maestros
y sus dirigentes religiosos. Es posible que no puedan articularlo, pero están
evaluando consciente o inconscientemente la educación adventista en función
de cómo viven los adventistas. Esta es la clave. Por eso, llevar la imagen de Dios
en nuestra vida diaria es innegociable, si queremos que la educación adventista
tenga éxito.
Preguntas para analizar:
1.ð ¿Cómo saber si una persona es un cristiano auténtico?
2. ¿Qué rol debe desempeñar la obligación de rendir cuentas para los empleados
confesionales, donde un maestro o un líder puede influir en cientos o
quizá miles de niños?
3. ¿Cuánto deberíamos confiar de los comentarios de los alumnos para determinar
si un maestro es piadoso y debería seguir trabajando para la iglesia?
4. El título de esta lección es “Jesús como el gran Maestro”. ¿Crees que esta
idea resuena claramente en nuestras familias y escuelas? Si no, ¿cómo podríamos
enseñar a nuestros hijos de modo que puedan decir: “Jesús me enseñó hoy”?