El Primer Libro de SAMUEL
INTRODUCIÓN
[Lo que sigue es la introducción a los libros 1 y 2 de Samuel, que son parte de un todo].
1.
Título.
Los dos libros conocidos hoy como 1 y 2 de Samuel aparecen como un solo volúmen en todos los manuscritos hebreos preparados antes de 1517. No fue hasta la traducción del AT al griego, alrededor del siglo III AC, cuando el libro fue dividido por primera vez en dos partes. En esa traducción, la LXX, esas dos partes aparecían como "Primero de los Reinos" y "Segundo de los Reinos"; los libros que ahora conocemos como 1 y 2 Reyes aparecían como "Tercero de los Reinos" y "Cuarto de los Reinos". La Vulgata latina de Jerónimo, del siglo IV DC, es la primera que presenta los títulos de "Reyes" en lugar de "Reinos". Fue varios siglos después de Cristo cuando los masoretas notaron que la declaración de 1 Sam. 28: 24 estaba en el centro del libro en el texto hebreo. En realidad, las Biblias hebreas conservaron la forma original hasta la edición impresa hecha por Daniel Bomberg en Venecia, en 1517.
Debido a que la vida y el ministerio de Samuel domina la primera mitad del libro, a éste originalmente se le dio su nombre. Este título fue apropiado en vista del importante papel que Samuel desempeñó como el último de los jueces, por ser uno de los mayores profetas, el fundador de las escuelas de los profetas (ver 1 Sam. 10: 25). Por lo tanto, en esencia, el nombres Samuel designa contenido más bien que partenidad literaria.
2.
Autor.
En contraste con el Pentatéuco, en el cual se declara específicamente, respecto de ciertas porciones, que fueron escritas por Moisés, los libros de Samuel no contienen información alguna en cuanto a quien pudo haber sido el autor, o los autores. De acuerdo con la traducción judía, los primeros 24 capítulos de 1 Samuel fueron escritos por Samuel, y el resto de 1 Samuel, junto con 2 Samuel, por Natán y Gad (ver 1 Crón. 29: 29). Cuando el libro fue dividido -en el texto hebreo y en la mayoría de las traducciones- el nombre original, Samuel, se aplicó a ambas partes, aunque su nombre no se menciona ni una sola vez en la segunda parte. La muerte de Samuel se registra en 1 Sam. 25: 1, y su nombre, en estos dos libros, aparece por última vez en 1 Sam. 28: 20.
En vista de que David se destaca en la segunda parte, su nombre podría ser un título más apropiado para 2 Samuel. Es obvio que es errónea la declaración del 448 Talmud de que Samuel escribió todo lo que ahora lleva su nombre, porque todo 2 Samuel -como también la última parte de 1 Samuel- registran la historia de Israel después de su muerte. Algunos eruditos bíblicos han señalado 1 Sam. 27: 6 como una prueba de que los libros de Samuel datan del tiempo de la división del reino. Pero si las dos partes de Samuel fueron escritas en tiempos diferentes por distintos autores, ¿por qué se publicaron originalmente como una sola entidad? Sin embargo, si representan la obra continua de un autor, éste debe haber escrito después de la muerte de Saúl (2 Sam. 21: 1-14) y de David (ver 2 Sam. 23: 1). Parece muy razonable concluir que 1 y 2 Samuel son obras de varios autores, y que son una colección de narraciones, cada una completa en sí misma. Cada autor escribió por inspiración, y todas las partes fueron finalmente reunidas como un todo bajo la dirección del Espíritu Santo.
3.
Marco histórico.
El libro de 1 Samuel abarca el período de transición desde los jueces hasta el reino unido de Israel, e incluye al último juez, Samuel, y al primer rey, Saúl. El segundo libro de Samuel trata exclusivamente del reinado de David. Por lo tanto, 1 Samuel abarca casi un siglo, desde alrededor de 1100 hasta 1011 AC; y 2 Samuel, 40 años, o sea desde 1011 hasta 971 AC.
El período de 1200 a 900 AC fue de desasosiego nacional y controversia política. Se puso poco empeño en el mundo antiguo por registrar y conservar relatos escritos de los sucesos de ese tiempo. Los historiadores antiguos tales como Herodoto, Beroto, Josefo y más tarde Eusebio, se vieron en la necesidad de basarse mayormente en relatos folklóricos de los sucesos ocurridos en el mundo durante esa época. Por esta razón es preciso cotejar sus declaraciones con los descubrimientos arqueológicos modernos, que proporcionan mucha información no disponible anteriormente. Hay material nuevo que constantemente va apareciendo y que aumentan nuestro conocimiento del período durante el cual ocurrieron los acontecimientos de 1 y 2 Samuel.
Este período de desasosiego, agitación y transición se inició con las migraciones de los pueblos del mar que, directa o indirectamente, afectaron a todo el antiguo Oriente. Durante el período abarcado por 1 y 2 Samuel gobernaron a Egipto los reyes sacerdotes de la XX dinastía (ver pág. 28) y los gobernantes seculares de la XXI dinastía, cuyos reinados se caracterizaron por debilidad, decadencia y desunión nacionales. Durante la mayor parte de este período Asiria fue también sumamente débil. En Babilonia las condiciones eran muy similares a las de Egipto y Asiria: la debilidad interna y las invasiones del exterior estaban a la orden del día. La influencia política de Egipto y de Siria desapareció en tales circunstancias de Palestina. Las migraciones de los pueblos de mar y de los arameos se añadieron a las dificultades internas, y mantuvieron la situación política internacional en todo el antiguo Oriente en un estado de agitación durante casi dos siglos.
Como resultado, los primeros reyes de Israel estuvieron comparativamente libres para consolidar su dominio sobre la tierra prometida y las regiones circundantes, sin la interferencia de sus anteriormente fuertes vecinos del norte y del sur. Sus únicos enemigos eran las naciones de la región de Palestina, tales como los filisteos, amalecitas, edomitas, madianitas y amonitas. La resistencia de estas tribus vecinas fue vencida gradualmente, y la mayoría de ellas se sometió al dominio israelita. David y Salomón rigieron finalmente extensas regiones que habían pertenecido anteriormente al imperio egipcio y a las naciones de Mesopotamia.
Cuando Israel entró en Canaán, el Señor le ordenó que asignase ciudades a los levitas en todas las diferentes tribus. Así podría instruirse a todo el pueblo en los caminos de la justicia. Pero los israelitas parecen haber prestado poca o ninguna 449 atención a la orden. En realidad, ni siquiera echaron a los cananeos, sino que vivieron entre ellos (Juec. 1: 21, 27, 29-33). Después de pocos años, los levitas -que no habían recibido una heredad específica- se hallaron sin empleo. Hasta Jonatán, el nieto de Moisés (ver com. Juec. 18: 30), visitó la casa de Micaía el efrainita "donde moraba" y pudo "encontrar lugar" (Juec. 17: 5), y llegó a ser sacerdote para la "casa de dioses" de Micaía (Juec. 17: 5). Finalmente robó las imágenes de la casa de Micaía y se fue con los migratorios descendientes de Dan para ser su sacerdote (ver Juec. 18). De esa manera, en un tiempo cuando "cada uno hacía lo que bien le parecía", Israel violó el plan de Dios de que los levitas instruyesen al pueblo en sus caminos, y pronto cayó en los hábitos de ignorancia y superstición de los paganos que lo rodeaban. Seis veces durante el período de los jueces Dios procuró despertar a su pueblo respecto del error de su camino, al permitir que fuese subyugado por las naciones circunvecinas. Pero poco después de cada liberación de la servidumbre, volvía a caer en la indiferencia y la idolatría.
Aunque creció en ese ambiente, Samuel prefirió repudiar los males de ese tiempo y dedicarse a la corrección de esas tendencias. Su plan para realizar esto giró en torno del establecimiento de las así llamadas "escuelas de los profetas". Una de éstas estaba en Ramá, su hogar ancestral (1 Sam. 19: 19-24), y otras fueron establecidas más tarde en Gilgal (2 Rey. 4: 38), Bet-el (2 Rey. 2: 3) y Jericó (2 Rey. 2: 15-22). Allí los jóvenes estudiaban los principios de la lectura, la escritura, la música, la ley y la historia sagrada. Se ocupaban en diversos oficios, a fin de que, tanto como fuese posible, aprendiesen a sostenerse a sí mismos. La expresión "escuelas de los profetas" no aparece en el AT, pero los jóvenes que allí estudiaban eran llamados "hijos de los profetas". Se dedicaban al servicio de Dios y algunos de ellos eran empleados como consejeros del rey.
Hacia el fin de su vida Samuel -con desagrado de su parte- fue llamado a ser el instrumento para establecer la monarquía. Después de tratar el asunto con el pueblo, escribió un libro sobre "las leyes del reino" y lo guardó delante del Señor (1 Sam. 10: 25). Esto no fue probablemente de valor alguno para Saúl, de quien se cree que no sabía leer. Samuel animó a Saúl asegurándole la presencia permanente de Dios, pero éste rechazó pronto el consejo inspirado de Samuel, se rodeó de una fuerte guardia y se convirtió rápidamente en un monarca absoluto.
Después del rechazo de Saúl, Samuel fue llamado a escoger y preparar un hombre conforme al corazón de Dios (1 Sam. 13: 14), uno que no se pusiese por encima de la ley, sino que obedeciese a Dios. La preparación de David, como la de Cristo, fue llevada a cabo frente a los celos y el odio. Aunque David cayó a veces en la transgresión de la ley que veneraba y defendía, siempre se humilló ante esa ley que consideraba suprema. Como resultado de la cooperación de David con los principios establecidos por Dios mediante Moisés y Samuel, Israel gradualmente sometió a todos sus enemigos, y los límites de la nación se extendieron hacia el norte, prácticamente hasta el Eufrates, y hacia el sur hasta la frontera de Egipto. Dios pudo bendecir a Israel que, como resultado, disfrutó de una época de prosperidad y gloria nacionales que continuó a través del reinado de Salomón, y que desde entonces nunca ha sido igualada.
4.
Tema.
El primer libro de Samuel registra y relata la transición, algo repentina, de siglos de teocracia pura -que se ejercía mediante profetas y jueces- a la condición de reino. El relato del reinado de Saúl revela algunos de los problemas que acompañaron el establecimiento del reino y explica por qué la casa de David reemplazó a la de Saúl. El segundo libro de Samuel trata del glorioso reinado de David,450 primeramente en Hebrón y luego en Jerusalén, y concluye con su compra de la era de Arauna, en la cual más tarde fue levantado el templo por Salomón. El relato de los últimos años de David y su muerte aparece en los primeros capítulos de 1 Reyes.
5.
Bosquejo.
1 SAMUEL
I. Historia de Samuel, restaurador de Israel, 1 Sam. 1: 1 a 7: 17.
A. Nacimiento y preparación inicial, 1: 1 a 2: 11.
1. Elcana y Ana, 1: 1-8.
2. Oración de Ana, l: 9-18.
3. Nacimiento de Samuel y sus primeros años, 1: 19-23.
4. Presentación de Samuel a Dios, 1: 24-28.
5. Canto de alabanza de Ana, 2: 1-11.
B. Condiciones en el sacerdocio, 2: 12-36.
1. Ministerio de los hijos de Elí, 2: 12-17.
2. Ministerio del niño Samuel, 2: 18, 19.
3. Bendición de Dios sobre Elcana y Ana, 2: 20, 21.
4. El fracaso de Elí en la disciplina, 2: 22-36.
C. Iniciación de Samuel en el oficio profético, 3: 1 a 4: l.
1. Mensaje de Dios para Elí, 3: 1-18.
2. Samuel se desarrolla como profeta, 3: 19 a 4: 1.
D. Captura del arca y su devolución, 4: 2 a 7: 1.
1. Batalla de Israel con los filisteos, 4: 2-9.
2. Los filisteos capturan el arca; muerte de Ios hijos de Elí, 4: 10, 11.
3. Muerte de Elí, el profeta y juez, 4: 12-22.
4. El arca en Filistea, 5: 1 a 6: 1.
5. El arca vuelve a Israel, 6: 2 a 7: l.
E. Ministerio de 20 años de Samuel, 7: 2-6.
F. La sujeción de los filisteos, 7: 7-14.
G. Samuel establecido como juez, 7: 15-17.
II. La creación de una monarquía, 1 Sam. 8: 1 a 15: 35.
A. Se pide un rey, 8: 1-22.
B. Sucesos que llevan al ungimiento de Saúl, 9: 1-27.
C. Saúl llamado a ser rey, 10: 1-27.
1. El ungimiento, 10: 1.
2. Evidencias sobrenaturales del favor de Dios, 10: 2-13.
3. Silencio de Saúl al regresar a su casa, 10: 14-16.
4. Elección de Saúl por suerte, 10: 17-25.
5. El partido opositor, 10: 26, 27.
D. Sucesos que llevan a la confirmación final de Saúl como rey, 11: 1 a 12: 25.
1. Batalla con los amonitas, 11: 1-11.
2. Saúl aclamado rey, 11: 12-15.
3. Samuel traspasa el poder administrativo a Saúl, 12: 1-5.
4. El testimonio de Dios de la elección del pueblo, 12: 16-18.
5. Continuo interés v oración de Samuel, 12: 19-25. 451
E. Guerra con los filisteos, 13: 1 a 14: 46.
1. Presunción de Saúl en Gilgal, 13: 1-23.
2. Hazaña de Jonatán en Micmas, 14: 1-23.
3. La errónea decisión de Saúl, 14: 24-46.
F. Genealogía de la casa de Saúl, 14: 47-52.
G. Segunda prueba de Saúl, 15: 1-35.
1. Perdona la vida de Agag, 15: 1-9.
2. El Señor rechaza a Saúl, 15: 10-35.
III. La preparación de David para el reino, 1 Sam. 16: 1 a 31: 13.
A. El ungimiento de David, 16: 1-13.
1. Samuel vacila antes de visitar Belén, 16: 1-4.
2. Los hijos de Isaí y el ungimiento de David, 16: 5-13.
B. Enajenamiento mental de Saúl al ser rechazado, 16: 14-23.
C. La guerra con los filisteos y sus consecuencias, 17: 1 a 18: 8.
1. El desafio de Goliat, 17: 1-1 l.
2. La fortaleza y victoria de David, 17: 12-58.
3. El pacto de Jonatán, 18: 1-4.
4. Popularidad de David, 18: 5-8.
D. Celos de Saúl y sus resultados, 18: 9 a 19: 24.
1. David en peligro, 18: 9-12.
2. Duplicidad de Saúl al ofrecer a su hija, 18: 13-27.
3. Enemistad manifiesta de Saúl contra David, 18: 28 a 19: 1 l.
4. David escapa de su casa y va a Samuel, 19: 12-18.
5. Visita de Saúl a Ramá y sus resultados, 19: 19-24.
E. Pacto de Jonatán con David, 20: 1-42.
1. Acuerdo para probar las intenciones de Saúl, 20: 1-8.
2. Jonatán confirma su pacto anterior, 20: 9-23.
3. La prueba de los sentimientos de Saúl, 20: 24-34.
4. David recibe aviso de que corre peligro, 20: 35-40.
5. Jonatán se despide de David, 20: 40-42.
F. David huye de Saúl, 21: 1 a 22: 23.
1. David huye a Nob y a Ahimelec, 21: 1-9.
2. Escape a Aquis en Gat, 21: 10-15.
3. Ida a la cueva de Adulam, 22: 1, 2.
4. Huida a Moab, 22: 3, 4.
5. Regreso a Judá, 22: 5.
6. Saúl se venga de la gente de Nob, 22: 6-23.
G. David socorre a Keila; la ingratitud de sus habitantes, 23: 1-12.
H. David huye por segunda vez de Saúl, 23: 13 a 24: 22.
1. Huida al desierto de Zif, 23: 13-15.
2. Visita de Jonatán, 23: 16-18.
3. Ineficaz marcha de Saúl contra David, 23: 19-28.
4. David va a Engadi, 23: 29 a 24: 2.
5. Magnanimidad de David para con Saúl en Engadi, 24: 3-22.
I. Muerte de Samuel, 25: 1.
J. Lo que le pasó a David con Nabal y Abigail, 25: 2-44.
K. Ultimo intento de Saúl de matar a David: sus resultados, 26: 1-25.
L. Segunda huida de David a Gat, 27: 1 a 28: 2. 452
1. Su residencia en Siclag, 27: 1-12.
2. Aquis ordena a David que vaya con él a la batalla, 28: 1, 2.
M. Saúl recurre a la necromancia, 28: 3-25.
N. Aquis despide a David, 29: 1-1 l.
0. Incursión de los amalecitas y sus resultados, 30: 1-31.
P. Muerte de Saúl, 31: 1-13.
2 SAMUEL
I. David reina sobre Judá, 2 Sam. l: 1 a 5: 5.
A. David después de la muerte de Saúl, l: 1-27.
1. Las noticias de la muerte de Saúl, l: 1-16.
2. Lamento de David por Saúl, l: 17-27.
B. La casa de Saúl se opone a David, 2: 1 a 3: 39.
1. David ungido rey de Judá y su gobierno en Hebrón, 2: 1-7.
2. Abner pone a Is-boset como rey de Israel, 2: 8-11.
3. Derrota de Abner y muerte de Asael, 2: 12-32.
4. Se fortalece la casa de David; el nombre de sus hijos, 3: 1-5.
5. Abner se somete a David, 3: 6-21.
6. Joab asesina a Abner, 3: 22-39.
C. David como única autoridad sobre todo Israel, 4: 1 a 5: 5.
1. Asesinato de Is-boset, 4: 1-8.
2. Castigo de Recab y Baana, 4: 9-12.
3. David ungido rey sobre todo Israel, 5: 1-5.
II. David reina sobre todo Israel, 2 Sam. 5: 6 a 24: 25.
A. Reinado inicial de David con poder y esplendor, 5: 6 a 10: 19.
1. Captura de Jerusalén, 5: 6-16.
2. Victoria sobre los filisteos, 5: 17-25.
3. Traslado del arca a Jerusalén, 6: 1-23.
4. David desea edificar un templo, 7: 1-29.
5. Victoria sobre enemigos extranjeros, 8: 1-14.
6. Organización del reino, 8: 15-18.
7. David acoge a Mefi-boset, 9: 1-13.
8. Derrota de los amonitas y sirios, 10: l- 19.
B. Pecado de David y sus dificultades, 1 l: 1 a 21: 22.
1. Adulterio de David con Betsabé y muerte de Urías, ll: 1-27.
2. Reprensión de Natán y arrepentimiento de David, 12: 1-25.
3. Captura de Rabá, 12: 26-31.
4. Dificultades familiares, 13: 1 a 14: 33.
a. Amnón y Tamar, 13: 1-21.
b. Absalón asesina a Amnón, 13: 22-33.
c. La huída de Absalón, 13: 34-39.
d. El regreso de Absalón, 14: 1-24.
e. Belleza de Absalón y su reconciliación con David, 14: 25-33.
5. Absalón se subleva, 15: 1 a 19: 43.
a. Absalón gana la voluntad de la gente, 15: 1-6.
b. La conspiración, 15: 7-12.
c. La huida de David, 15: 13-37. 453
d. David se encuentra con Siba, 16: 1-4.
e. Simei ultraja a David, 16: 5-14.
f. El consejo de Ahitofel y Husai, 16: 15 1 : 23.
(1) Husai enviado a Absalón, 16: 15-19.
(2) Consejo de Ahitofel, 16: 20-23.
(3) El consejo de Ahitofel superado por el de Husai, 17: 1-23.
g. David en Mahanaim, 17: 24-29.
h. La rebelión dominada, y muerte de Absalón, 18: 1-33.
i. David llora por Absalón, 19: 1-8.
j. David vuelve a Jerusalén, 19: 9-43.
6. La rebelión de Seba, 20: 1-22.
7. Diccionarios de David, 20: 23-26.
8. Tres años de hambre y el ahorcamiento de los hijos de Saúl, 21:1-14.
9. Guerra contra los filisteos, 21: 15-22.
C. Apéndice, 22: 1 a 24: 25.
1. Salmo de alabanza de David, 22: 1-51.
2. Ultimas palabras de instrucción de David, 23: 1-7.
3. Los valientes de David y sus hazañas, 23: 8-39.
4. Pecado de David por censar al pueblo y la plaga resultante, 24: 1-25.
a. David censa al pueblo, 24: 1-10.
b. Peste enviada por el Señor, 24: 11-15.
c. Cesa la peste, 24: 16, 17.
d. Compra de la era de Arauna, 24: 18-25.


1 SAMUEL CAPÍTULO 1 - AUDIO
1 Elcana, un levita con dos mujeres, adora cada año en Silo. 4 Ama a Ana, aunque ésta es estéril y es vilipendiada por Penina. 9 Ana, afligida, ora pidiendo un hijo. 12 Elí al principio la reprocha, pero luego la bendice. 19 Ana tiene un hijo al que llama Samuel, y se queda en casa hasta que éste es destetado. 24 Lo dedica a Jehová en cumplimiento de su voto.
1 Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.
2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.
3 Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.
4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.
5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.
6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,
10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. 454
11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.
14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.
15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová
16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.
19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.
20 Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.
21 Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová eI sacrificio acostumbrado y su voto.
22 Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.
23 Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó.
24 Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.
25 Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.
26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová.
27 Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.


1.
Ramataim de Zofim.
Literalmente, "dos lugares altos de los guardianes", o "alturas gemelas de los zofitas". Esto indica ciudades gemelas o quizá dos secciones de la misma ciudad, pues en los caps. 1: 19 y 2: 11 se alude a Ramataim de Zofim simplemente como Ramá. No se conoce la ubicación de Ramá, ciudad de donde procedía Samuel. Al fin del capítulo, véase la nota adicional en que se trata el tema de las diversas ubicaciones posibles.
Elcana.
Literalmente, "a quien Dios ha comprado". Un levita (1 Crón. 6: 33-38; cf. vers. 22-28; PP 614) de la familia de Coat que vivía en la tribu de Efraín. Es interesante descubrir que Samuel era descendiente de Coré (1 Crón. 6: 33-38), que tan violentamente se opuso a la decisión del Señor de convertir en sacerdotes a los hijos de Aarón (ver Núm. 16). Esto es una evidencia de que los hijos no reciben castigos por los pecados de sus padres, sino que "cada uno morirá por su pecado" (Deut. 24: 16).
2.
Dos mujeres.
El nombre Ana significa , "afabilidad". Penina significa "la de pelo abundante". En este período de la historia del mundo se consideraba legítima la poligamia, y Dios la permitía (ver com. Deut. 14: 26). Sin embargo, debido a restricciones financieras, tan solo las clases acomodadas y los reyes parecen haber practicado la pluralidad de casamientos. Los gobernantes procuraban asegurar la paz enviando una princesa al harén de otro monarca. Pero en vez de proporcionar paz, la práctica de la poligamia con frecuencia suscitaba complicaciones, celos y fracasos tanto para el harén real como para el hogar privado. En los tiempos del NT la poligamia descalificaba a un hombre para cualquier cargo religioso (1 Tim. 3: 2, 12). 455
3.
Subía.
Puesto que vivía tan sólo a 19 km del tabernáculo de Silo, era natural que Elcana, siendo levita, asistiera regularmente a las tres fiestas anuales (ver com. Exo. 23: 14-17; Lev. 23: 2), y especialmente a la primera y más importante la pascua a principios de la primavera del hemisferio norte. Esa fiesta que simbolizaba la liberación de los israelitas de Egipto, también les hacía pensar anticipadamente en el gran Cordero pascual simbolizado Jesús, quien por medio de su sacrificio proporcionó el medio para redimir al hombre de la esclavitud espiritual (1 Cor. 5: 7). Aunque no se exigían sus servicios en el santuario, como muchos otros levitas durante el período de los jueces (Juec. 17: 8, 9), Elcana subía como un israelita común con sus sacrificios propios para animar a sus vecinos y para darles un buen ejemplo. Aunque vivía rodeado de un mal ambiente, es claro que mantenía en alto su espiritualidad. Aunque Ofni y Finees eran corruptos, Elcana era fiel en su culto y en ofrecer sus sacrificios. Así sucedió también en el caso de Ana y Simeón en los días de Cristo (Luc. 2: 25-38). Lo mismo debiera suceder en los tiempos modernos. Nuestra lealtad a Cristo no debe depender de las obras de otros.
Hijos de Elí.
El nepotismo- favoritismo con los parientes, concediéndoles cargos ya se encontraba, en este tiempo, firmemente arraigado en Israel. Mientras los levitas esparcidos en las diferentes tribus hacían frente a la amenaza de la falta de empleo, tres miembros de la familia de Elí -el padre y dos hijos- consiguieron su manera de vivir, sin tomar en cuenta que dos de ellos no estaban moralmente calificados para el cargo. Tal aberración injusta es un factor que siempre contribuye al descontento y a la revolución.
5.
Una parte escogida.
Literalmente, "una porción de dos caras". Elcana hacía todo lo que podía en aras de la unidad, dando una "parte" a cada miembro de su familia. Para mostrar públicamente que no deseaba que Ana fuera estéril, le daba una parte doble como si hubiera tenido un hijo (ver PP 615).
6.
La irritaba.
El proceder de Penina se debía, en parte, a la bien intencionada generosidad de Elcana. Así como sucedió con Satanás en el cielo, los celos debidos a las atenciones brindadas a otro -ya sea en el hogar o en otra parte- crean una malignidad burlona y exasperante que se manifiesta a cada paso en expresiones de ridículo. Tales mofas no sólo le quitaban el apetito a Ana, sino que también hacían que se abstuviera de participar de la fiesta. ¿Era porque se sentía indigna, como Aarón después de la muerte de sus hijos Nadab y Abiú? (Lev. 10: 19). ¿No necesitaba acaso todavía más las bendiciones espirituales de la fiesta en tales circunstancias? También podría hacerse la pregunta: ¿Cuánto de la bendición de la fiesta había recibido Penina puesto que se tomaba la libertad de mofarse de su compañera? Una situación tal era comparable a la que mencionó Cristo en el relato del fariseo y el publicano (Luc. 18: 10-14). Sin embargo, al igual que el publicano, Ana no pagaba con la misma moneda, sino que ocultaba su amargura y lloraba en silencio.
9.
Se levantó Ana.
Ana no se había obstinado en su dolor y autocompasión, ni se malhumoraba cuando su esposo le dirigía la palabra, sino que manifestaba un encomiable espíritu de dominio propio. Buscaba refugio en el santuario.
11.
Lo dedicaré a Jehová.
Al aceptar Ana la dádiva espiritual que Dios le daba por medio de la fiesta, se sintió impulsada a suplicar que se le concediera un don más tangible: un hijo, prometiendo al mismo tiempo devolverlo inmediatamente al Señor para ser consagrado a su santo servicio. Quizá Dios había esperado mucho tiempo que hubiera tal entrega. Podría haberle dado un hijo antes, pero ¿habría estado lista entonces ella para asumir esa responsabilidad?
La sabiduría mundana enseña que no es esencial la oración, y que para ella no puede haber una verdadera respuesta, porque ello violaría la ley natural, y que no puede haber milagros. Es parte del plan de Dios conceder, en respuesta a la oración de fe, lo que no prodigaría de otra manera (CS 579, 580). ¿Por qué? Porque es parte del plan del cielo que el hombre se entregue en forma voluntaria tan plenamente al henchimiento interior y a la obra externa del Espíritu Santo, como lo hizo Cristo cuando estuvo en la tierra. En lo que atañía a Dios, no era necesario que Abrahán esperara 25 años el cumplimiento del pacto divino. Cuando el patriarca llegó al punto en que pudo entrar plenamente en el plan que el cielo tenía para él, Dios convirtió todos los fracasos pasados en peldaños de bendiciones. Así sucedió en el caso de Ana.
Pero Dios no le habló mediante un ángel. 456 Usó el medio establecido del sacerdocio, aunque era imperfecto y necesitaba una reforma. Dios reconoció que el deseo natural de Ana de tener un hijo finalmente se había convertido en una pasión por consagrar el más precioso de los dones a Dios, y él respondió a su petición mediante Elí.
14.
Ebria.
Elí, el guardián del santuario y la autoridad principal en ley y religión, juzgaba por indicios circunstanciales y no por los verdaderos sentimientos de los adoradores. Juzgó a Ana por el criterio de su propia experiencia con sus hijos. Sin embargo, no había llegado al punto desde donde no pudiera comprender la revelación de Dios que se iba manifestando. Mediante la experiencia de Ana, el Espíritu Santo le reveló que Dios tiene en cuenta los motivos del corazón.
16.
No tengas.
Con tranquilo dominio propio y acicateada por un reproche tal, con toda suavidad y con respetuosa deferencia por el que estaba en un puesto de autoridad, Ana se refirió a sus dolores íntimos que habían provocado la falsa interpretación de Elí, y sin temor afirmó su inocencia. Era el mismo espíritu con el cual Cristo respondería a sus acusadores.
17.
Ve en paz.
La paz sólo sobreviene cuando cesan las hostilidades, cuando hay una victoria o una entrega plenas. Cuando Ana hizo esa entrega al Señor, descubrió que la enemistad de Penina y sus burlas dejaban de herirla. Podía decir con su Salvador: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23: 34).
Elí prestamente reconoció la mano de Dios, y fue inspirado por el Espíritu Santo para indicar la aprobación divina. Cristo ejemplificó el verdadero espíritu de amor y discernimiento, e impartirá ese mismo espíritu a los pastores que dependen de él. Pero ya sea que lo reciban o no, lo comuniquen o no a otros, nada puede impedir que la más humilde oveja del prado divino escuche la voz de Dios y lo siga. Ana no dependía de las circunstancias. Dejó su caso en manos de Dios, y la respuesta vino inmediatamente.
20.
Samuel.
El nombre significa "oído por Dios", y como otros nombres personales de la Biblia estaba lleno de significado. "Samuel" fue un recordativo del pedido de Ana al Señor, un motivo de recuerdo de la promesa que hizo y un reconocimiento de la aprobación de Dios. El tiempo debía demostrar la verdad de todo esto. Desde su más tierna infancia, Samuel reconoció que era siervo del Señor.
22.
Ana no subió.
Para su madre, Samuel no era tan sólo un niño sino una ofrenda dedicada a Dios. Por tanto, procuró educarlo para él desde sus primeros años. Con mucha solicitud y oración atendió las necesidades físicas de su hijo, y dirigió los pensamientos de él al Señor de los ejércitos apenas tuvo uso de razón. Para poder cumplir más acabadamente su misión, no visitó a Silo hasta después de haber destetado al niño. ¡Cuán abarcante es la influencia de una madre en Israel! Son sumamente preciosos sus momentos ya se trate de una exiliada y esclava, como Jocabed la madre de Moisés, ya de un miembro perseguido en el hogar de un levita de Canaán. Teniendo esto en cuenta, Ana comenzó a trabajar no sólo para un fin temporal, sino para la eternidad. Tenía la responsabilidad de imprimir en un alma humana la imagen divina. Tal fue también el caso de María, la madre de Jesús.
Más de una vez se ha confiado a una sierva del Señor la tarea de reavivar la decaída fe de un pueblo desanimado e inclinado al pecado, que había dejado de comprender que Dios usa lo necio del mundo para confundir a los sabios. Invitan a meditar la consagración de Jocabed a su tarea, la clara visión de Ana cuando trajo a Samuel al mundo, o el sentido de solemne responsabilidad de María cuando respondió al ángel: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Luc. 1: 38).
Pero aunque la madre tenga los propósitos más serios, también al hijo le toca hacer su propia elección en la vida. Tal fue, por ejemplo, el caso de Sansón. Aun después de un largo período en el que buscó su propia complacencia, Sansón percibió una visión de Dios que lo indujo a dar su vida sin esperar recompensa, una consagración que lo colocó en la gran galaxia de los que triunfaron por la fe, como se registra en el capítulo 11 de Hebreos. A veces precisamente a aquellos a quienes Dios se propone usar como sus instrumentos para una obra especial, Satanás trata de emplear para descarriar a otros.
Para siempre.
Ver com. Exo. 12: 14; 21: 6. Con las palabras "para siempre" Ana quiso decir que Samuel sería nazareo durante toda su vida (1 Sam. 1: 11; ver también com. Gén. 49: 26; Núm.6: 2 ). 457 Un fragmento del libro de 1 Sam. encontrado en la cuarta caverna de Khirbet Qumrán, y publicado en 1954, declara específicainente que Samuel era nazareo.
23.
Su marido le respondió.
Elcana consintió en el voto de su esposa (Núm. 30: 6, 7), y de acuerdo con 1 Sam. l: 21 lo hizo suyo (ver com. Núm. 30: 6).
Cumpla Jehová su palabra.
Es decir "¡realícese el plan del Señor para Samuel!" Dios ya había reconocido su parte en el cumplimiento de la oración y del voto de Ana. Elcana creía (1) que Dios ciertamente había hablado por medio de Elí (vers. 17); (2) que el nacimiento de Samuel confirmaba el origen divino de la promesa de Elí (vers. 20); y (3) que la promesa se cumpliría completamente en el ministerio de la vida de Samuel.
Mucho depende de la cooperación de los cónyuges en el hogar cristiano. Elcana estaba profundamente emocionado por la consagración de su esposa, y cordialmente se unió con ella en su deseo. Es un excelente ejemplo de la admonición de Pablo: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efe. 5: 25). Elcana se responsabilizó por el voto de ella y lo tomó a pecho. Sin embargo, reconocía la libertad de elección de su esposa y deseaba que tuviera éxito la decisión que ella había hecho de consagrar su hijo a Dios. Su actitud ilustra el deseo cordial de Cristo de trabajar con cada persona de tal manera que pueda expresar su propia personalidad, y revele así al universo la belleza multiforme del carácter divino.
24.
Tres becerros.
La LXX traduce: "Un becerro en su tercer año". De acuerdo con el vers. 25, mataron "el becerro". Abrahán, en su sacrificio de consagración utilizó una becerra de tres años (Gén. 15: 9). El sacrificio de Elcana ofrecido en cumplimiento del voto (vers. 11, 21) consistió en un novillo con su respectiva harina y libación (Núm. 15: 9,10). Puesto que Elcana y Ana trajeron una efa entero de harina, y la cantidad requerida para un novillo era tres décimas de un efa (Núm. 15: 8-10), es probable que el becerro mencionado en el vers. 25 fuera el holocausto con el cual el niño Samuel fue consagrado al Señor, y que los otros dos becerros fueran sacrificados como la ofrenda expiatoria acompañante y el sacrificio de paz, cada uno de los cuales requería tres décimas de un efa de harina. El hecho de que Elcana trajera un efa completo de harina, suficiente para tres becerros, implica que la LXX y las otras traducciones donde se lee "un becerro en su tercer año" están equivocadas.
27.
Este niño.
No se conoce la edad de Samuel cuando fue destetado. Es común en el Oriente que un niño siga siendo amamantado hasta que tenga tres años y, por ejemplo, es muy posible que Isaac pudiera haber tenido cinco años cuando Abrahán celebró la fiesta en la cual lo convirtió en su heredero (ver Gén. 21: 8). Puesto que Ana no había asistido a la fiesta desde el nacimiento de Samuel, probablemente Elí había olvidado el incidente.
De acuerdo con este versículo, Ana no había dicho a Elí la naturaleza de su pedido, pero entonces lo hizo con gran gozo. Al expresar su alegría se valió de la palabra hebrea sha'al, "pedir", usando diferentes formas del verbo. Traducido literalmente, este versículo reza: "Acerca de este niño, yo me interpuse, y el Señor me ha dado mi pedido que pedí de él, y también estoy constreñida a pedirlo para el Señor. Mientras él viva, es pedido para el Señor". Ana reconocía con gozo que su dádiva para Dios fue primero la dádiva de Dios para ella. Podía decir con David: "De lo recibido de tu mano te damos" (1 Crón. 29: 14). Fue un amor como éste el que indujo a Rut a exclamar: "Así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos" (Rut 1: 17), y movió a Pablo para que afirmara: "Para mí el vivir es Cristo" (Fil. 1: 21).
NOTA ADICIONAL AL CAPÍTULO 1
No se conoce la ubicación exacta de Ramataim de Zofim, el pueblo de donde procedía Samuel. Se han sugerido varias posibilidades: (1) Beit Rima, en Efraín, a 18 km. al oeste de Silo, donde las montañas de la Palestina central se achican y se convierten en las ondulantes colinas de la Sefela, o posiblemente en Rentis, 8 km. más hacia el oeste; (2) Er-Rám, en Benjamín, a 8,8 km. al norte de Jerusalén, en el camino a Siquem; (3) Ramallah en Efraín, a 14,4 km. al norte de Jerusalén, 19,2 km. al sur de Silo y a 2,8 km. al suroeste de Bet-el. 458
Beit Rima, a 18 km. al oeste de Silo, y Rentis, más lejos hacia el oeste, estaban a demasiada distancia de Gabaa de Saúl (en Benjamín) para que hubiera podido estar allí el hogar de Samuel (1 Sam. 9: 1 a 10: 9). Saúl no habría estado buscando las asnas de su padre a 40 ó 50 km de su casa dentro de los dos días siguientes a su pérdida, ni hubiera sido posible que él y su siervo buscaran en todas las colinas, valles y barrancas de ese terreno montañoso durante el tercer día. Otras ciudades, denominadas Ramá, en Aser (Jos. 19: 29), Neftalí (Jos. 19: 36), Simeón (Jos. 19: 8) y Manasés (Ramot en Galaad, Deut. 4: 43, cf. 2 Rey. 8: 29; 2 Crón. 22: 6), están aún más lejos y, por lo tanto, no se las puede tomar en cuenta.
El cúmulo de comprobaciones favorece a Ramallah, en las montañas de Efraín meridional, cerca de la frontera de Benjamín. Un pueblo ubicado en las proximidades reúne todas las especificaciones conocidas para ser considerado como la localidad de donde procedía Samuel. Ramá de Juec. 4: 5, en cuyas proximidades estaba la palmera de Débora, no estaba lejos de Bet-el. Como se hizo notar, Ramallah, a 2,8 km. al suroeste de Bet-el, no podría ser la Ramá de Benjamín, pues el que escribía entonces habría nombrado a cualquiera de las varias localidades más próximas a Ramá de Benjamín que Bet-el, en las montañas de Efraín.
Samuel nació en Ramá (1 Sam. 1: 1, 19, 20; PP 617). Fue aquí donde sirvió a Israel como sacerdote, profeta y juez, y donde estableció una de las dos primeras escuelas de los profetas (1 Sam. 7: 17; 8: 4; 15: 34; 19: 18-20; PP 654). Evidentemente éste es el pueblo cuyo nombre se omite, donde Saúl se encontró con Samuel por primera vez y fue ungido como rey (1 Sam. 9: 5, 6, 11, 14, 18; PP 658, 660). Aquí murió y fue sepultado Samuel (1 Sam. 25: 1; 28: 3).
La Ramá de Samuel también era conocida como Ramataim de Zofim (1 Sam. 1: 1, 19), en "la tierra de Zuf" (1 Sam. 9: 5; cf. PP 658, 660). Zuf era descendiente de Leví, del linaje de Coat y antepasado de Samuel en la quinta generación (1 Crón. 6: 33-38). Cuando se hizo la división de Canaán, se asignaron diversas ciudades a los levitas coatitas en varias tribus, que incluían Judá, Benjamín y Efraín (ver Jos. 21: 4, 5; 1 Crón. 6: 54-70). El distrito donde vivían los descendientes de Zuf -los zofitas- pudo ser conocido adecuadamente como "la tierra de Zuf" (1 Sam. l: l; 9: 5), y Ramá, su ciudad, como Ramataim de Zofim, literalmente "Ramataim de los zofitas".
Elcana, padre de Samuel, era del "monte de Efraín", y quizá era efrateo como Zuf, su antepasado (1 Sam. 1: 1). Un efrateo residía en Belén (Rut 1: 2; 1 Sam. 17: 12) o en Efraín (1 Rey. 11: 26). Indudablemente, Elcana era efrateo en este último sentido. El monte de Efraín era tan sólo la región montañosa comprendida dentro de los límites del territorio asignado a Efraín y, en realidad, no incluía ninguna parte de las montañas de Benjamín (ver Juec. 18: 12, 13; 19: 13-16; 1 Sam. 9: 4). De ningún lugar de Benjamín se habla en la Biblia como que hubiera estado en el "monte de Efraín". Samuel recibió del Señor la descripción de Saúl como "un varón de la tierra de Benjamín" (1 Sam. 9: 16). Además, cuando Saúl salió de Ramá -el hogar de Samuel en el monte de Efraín-, cruzó la frontera de Benjamín a fin de llegar a su propio hogar en Gabaa de Benjamín (2 Sam. 10: 2-9; PP 658, 660).
Algunos han identificado con Belén a la ciudad cuyo nombre no se da en 1 Sam. 9: 1 a 10: 9. Esta identificación se basa en la afirmación de Gén. 35: 16-19, de que Raquel fue sepultada "en el camino de Efrata, la cual es Belén", y en la referencia de 1 Sam. 10: 2 que dice que la tumba de Raquel estaba "en el territorio de Benjamín, en Selsa". Pero, como en el caso de Ramá, no se conoce la ubicación exacta de la tumba de Raquel, la cual estaba en el camino entre Bet-el y Belén (Gén. 35: 16-19), a una distancia de unos 24 km. Pero en el original hebreo de Gén. 35: 16, la frase "en el camino de Efrata" dice literalmente, "a alguna distancia de Efrata", lo que implica a una distancia considerable (ver com. Gén. 35: 16).
La ubicación tradicional de la tumba de Raquel, a casi 2 km. al norte de Belén, estaría a 6,4 km. del límite de Benjamín. Pero según el original hebreo, la tumba de Raquel (1 Sam. 10: 2) estaba mucho más cerca del límite, quizá dentro del "territorio de Benjamín". Sin embargo, si se entiende el límite septentrional y no el límite meridional de Benjamín, se armoniza el original hebreo correspondiente a Gén. 35: 16 y la ubicación de Selsa al norte de Jerusalén.
La mención que hace Jeremías de que la 459 voz de "Raquel que lamenta por sus hijos" (Jer. 31: 15; cf. Gén. 35: 16-19) fue oída "en Ramá", implica que la tumba de Raquel no estaba lejos de Ramá, y esto concuerda con las instrucciones de Samuel a Saúl, que hallamos en 1 Sam. 10: 2. Pero el lugar que tradicionalmente se ubica cerca de Belén estaría a 14,4 km. de Ramá de Benjamín y a 20,8 km. de Ramallah de Efraín. La referencia de Jeremías a "Raquel que lamenta por sus hijos" se basa en el incidente histórico de la reunión de los cautivos judíos en Ramá al prepararse para ir a Babilonia (ver Jer. 31: 1-17; 40: l). La aplicación profético de la declaración de Jeremías está en Mat. 2: 18 (ver com. Deut. 18: 15). A menos que esta Ramá estuviera cerca de la tumba de Raquel, la referencia de Jeremías a"Raquel que lamenta por sus hijos" sería bastante rara. Su referencia posterior a Samaria y al monte de Efraín (Jer. 31: 5, 6) parece exigir una Ramá cerca del límite de Benjamín y de Efraín, y esto corrobora la información dada en 1 Sam. 10: 2.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-28 PP 614-616
3 SR 184
8, 10, 14-17, 20 PP 615
22 PP 642
27, 28 PP 616
28 5T 304


1 SAMUEL CAPÍTULO 2 - AUDIO
1 Himno de agradecimiento de Ana. 12 El pecado de los hijos de Elí. 18 El ministerio de Samuel. 20 Gracias a la bendición de Elí, Ana tiene más hijos. 22 Elí reprocha a sus hijos. 27 Una profecía contra la casa de Elí.

1 Y ANA oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.
2 No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.
3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.
4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder.
5 Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.
6 Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir.
7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece.
8 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo.
9 El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra,Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.
11 Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí.
12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.
13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes,
14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo.
15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda.
16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza.
17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.
18 Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino.
19 Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.
20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa.
21 Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová.
22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.
24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.
25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.
26 Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.
27 Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón?
28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.
29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?
30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.
31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.
32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa.
33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril.
34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día.
35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.
36 Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.


1.
Se regocija en Jehová.
Esta segunda visita a Silo fue del todo diferente de la registrada en el cap. 1. En la primera visita Ana 461 suplicó angustiada en favor de sí misma. La segunda fue un gran canto de alabanza. Como resultado de su plena entrega al Señor, estaba feliz por el privilegio de devolver a su Creador lo que él le había dado. Al hacer esto, experimentó el gozo supremo, pues ¿acaso no había aprendido a apreciar la amante bondad divina en una forma nueva? Ella ensalzó a Dios como el autor de la misericordia revelada en su compasión por los desvalidos. Obtuvo una nueva visión del poder de Dios, cuyo dominio sobre las fuerzas ocultas de la naturaleza era ahora evidente en su silenciosa acción para contrarrestar las fuerzas del mal que la desanimaban y podrían derrotarla, y que además había hecho que un ambiente negativo contribuyera inmensurablemente a la profundidad y plenitud de su gozo. Entendió de un modo nuevo el pacto hecho con sus antepasados: que los hijos de Dios llegarían a ser una bendición para todas las naciones. El himno de gozo de Ana fue una profecía referente a David y al Mesías (PP 617).
La experiencia de Ana puede haber resultado en la bendición máxima manifestada en la vida de Penina. Dios anhelaba salvar tanto a Penina como a Ana. ¿Cómo podía realizar esto en una forma más eficaz que mostrando el ensalzamiento de un alma que confiaba en él y que no pagaba mal por mal? Tal fue el método de Cristo al tratar de salvar a Simón el leproso: hacer notar la bendición que podía recibir María Magdalena (Mar. 14: 3-9; Luc. 7: 37-50). Simón aprendió su lección, y se convirtió en un ferviente discípulo (DTG 520, 521). ¿Aprendió su lección Penina?
3.
Cesen las palabras arrogantes.
Ana podría haber sentido que personalmente superaba a Penina en vista de la maravillosa experiencia que le había sobrevenido. Sin embargo, ¿acaso las palabras de estos versículos no indican más bien que el anhelo de Ana era que su rival pudiera ver la belleza de una entrega plena a Dios y comprendiera la inutilidad de la arrogancia? Ciertamente, nadie podría acusar a Ana de una actitud farisaica para con Penina después de la forma en que Dios había vindicado su humilde consagración. Si Cristo tuvo lágrimas en la voz mientras pronunciaba sus ayes sobre los fariseos (CC 12; DTG 571, 572), el espíritu de abnegación de Ana al entregar a Samuel al Señor, ¿no habrá tocado el corazón de Penina de tal manera que pudiese comprender de una forma nueva el modo en que Dios justiprecia las acciones? El permite que los que -como Penina- se sienten autosuficientes cosechen el fruto de su propio egoísmo, que es muerte espiritual. Pero él puede dar vida aun a los que están espiritualmente muertos. Cristo brindó a Judas las mismísimas oportunidades que ofreció a Pedro. Sin embargo, uno se entregó y el otro no. He ahí la diferencia decisiva.
7.
Empobrece, y él enriquece.
Ana reconoció que había sido salvada del oprobio por Dios, quien la había ensalzado muy por encima de las mofas de Penina. El pesar de los días pretéritos se había convertido en un encumbramiento en el Señor. La oración de súplica había dado lugar a la alabanza por la fortaleza divina. Abría ahora los labios, una vez cerrados en silencioso sufrimiento, para ensalzar el omnímodo poder de Dios. Pensó en su caso como en un símbolo del triunfo logrado por Dios para su pueblo, tanto individual como colectivamente. Halló inspiración para cantar muy por encima de los alcances de su propia experiencia y, bajo la dirección del Espíritu Santo, anticipó el gozo de los redimidos cuando estén sobre el mar de vidrio con un "cántico nuevo" en los labios (Apoc. 14: 3). El gozo que experimentó Ana no fue un deleite egoísta, sino una comprensión magnificada del carácter de Dios. Se asemejaba al gozo que hizo que los "hijos de Dios" lo alabaran por la creación del mundo (Job 38: 7), o al que experimentaron los israelitas cuando aclamaron al Señor después de ser liberados de las huestes egipcias en el mar Rojo, o al que expresó la hueste angelical cuando nació Cristo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"(Luc. 2: 14). Las mofas y aflicciones sufridas en el hogar fueron precisamente el ambiente en el cual una visión tal de la salvación de Dios pudiera desarrollarse de tal modo que produjese un cielo en la tierra. Ana llevaba el cielo en el corazón pues había aprendido a amar al mundo como Cristo lo ama (ver DTG 298,
596).
8.
El levanta.
El alma cristiana, consciente siempre de su impotencia, mediante el poder de Dios se eleva por encima de las fuerzas del egoísmo. Ceñida con la fortaleza de lo alto, un alma tal vence las dudas pasadas, los temores y las tentaciones. La victoria ocupa el lugar de 462 la derrota, y en la plenitud de gozo el alma se forma a la imagen de Cristo.
10.
Poder a su rey.
Durante años Ana había estado viendo como en un espejo, oscuramente (1 Cor. 13: 12), pero ahora con mirada profética habla de su fe en el triunfo final y completo de Cristo. Así como Dios ha ensalzado el "poderío" de ella, también ensalzará el "poderío" de su Ungido (ver Fil. 2: 9- 11). ¿Por qué muchos de los que viven en esta última generación no permiten que el Señor los eleve en medio de su ambiente desfavorable para que, como Ana, le canten un himno de alabanza y agradecimiento en el mar de vidrio? (Apoc. 14: 3).
11.
El niño ministraba.
La palabra traducida "niño" es ná´ar, que significa un muchacho de cualquier edad hasta la madurez. A los 17 años José es llamado ná'ar. El mismo término se aplica a los hijos de Elí en el vers. 17. No se sabe cuántos años le llevaban a Samuel. De acuerdo con el contexto, Elí los hizo sacerdotes antes de que llegaran a la madurez. Se calcula la edad de Samuel entre los 3 y los 15 años (véase el material suplementario de EGW acerca de 1 Sam. 1: 20-28).
Cuando un hijo asume alguna responsabilidad desacostumbrada, muchas veces sus padres procuran de esa manera obtener alguna ventaja para ellos. Es digno de mucho encomio Elcana porque -aunque era levita- continuó con su forma habitual de vida en Ramá. Conociendo, como seguramente conocían, la naturaleza del ambiente que rodearía a Samuel, Elcana y Ana deben haber sentido alguna preocupación cuando colocaron su ofrenda para el Señor en las manos de Elí y de sus dos hijos, Ofni y Finces. Cuánto mayor debe haber sido la preocupación del Padre celestial cuando colocó a su Hijo dentro de la influencia y de las acechanzas de los indignos sacerdotes de sus días. Cristo tenía 12 años cuando llamó la atención de los sacerdotes. Sin embargo, su conducta en esa ocasión testifica de la realidad de la protección divina que se extiende aun sobre los niños que buscan la dirección celestial (ver com. Luc. 2: 52). Las vicisitudes de Samuel testifican de la misma dirección divina.
Las Escrituras aclaran que en medio de ese mal ambiente Samuel servía al Señor. La palabra "ministrar" puede referirse a un servicio, ya fuera secular o sagrado. Se la usa para las responsabilidades de José en la casa de Potifar y para la ayuda de Josué a Moisés en el monte de Dios (Exo. 24: 13). La capacidad de Samuel para resistir las malas influencias que lo rodeaban, como fue también el caso de José y Josué, se puede atribuir a su firme decisión de ocuparse de las cosas de Dios.
12.
Hombres impíos.
Literalmente, "hijos sin valor". Así describe Moisés a los que instaban a sus prójimos a servir a otros dioses (Deut. 13: 13). En los primeros días de los jueces, el levita que salió de viaje de Belén se detuvo para pasar la noche en Gabaa y fue acometido por unos "hijos de Belial" (Juec. 19: 22 RVA). En el NT "Belial" se usa como un equivalente de Satanás (2 Cor. 6: 15). Así como José fue colocado en el seno de la degeneración cortesana, también Samuel creció rodeado por un sacerdocio degenerado, "en medio de una generación maligna y perversa" (Fil. 2: 15).
Habiéndose rendido a las malas pasiones, Ofni y Finees no tenían el debido concepto del Dios a quien debían servir. No disfrutaban de comunión con él, no simpatizaban con sus propósitos y no sentían su obligación para con él. Meramente usufructuaban los cargos que tenían por derecho hereditario para su propio egoísmo y sus fines corruptos. Robaban al pueblo para complacer sus apetitos personales. Robaban a Dios no sólo de la parte que les correspondía en los sacrificios, sino también menoscababan la reverencia y el amor de los adoradores. Mediante sus viles concupiscencias rebajaban el servicio del Señor ante los ojos del pueblo al nivel de las orgías sensuales de los bosquecillos de ídolos vecinos. Pero Dios permite que un alma sea colocada en medio de circunstancias tales para probar al universo que un mal ambiente no determina necesariamente el destino de un alma. Conociendo el espíritu codicioso de Judas, nadie pensaría hoy en colocarlo como tesorero. Sin embargo Jesús así lo hizo (DTG 260, 261). Tenía el propósito de que Judas quedara tan impresionado con cosas mucho más valiosas, que se entregara de todo corazón a su Salvador. Jesús amaba a Judas y hubiera querido convertirlo en uno de los principales apóstoles (ver DTG 261).
18.
Ministraba.
No en el sentido de tareas domésticas, sino de deberes sagrados referentes a la obra de los levitas en el santuario. La palabra hebrea así traducida incluye ambas clases de "servicio". 463
Un efod de lino.
En este caso, una vestimenta usada por los sacerdotes de categoría inferior y los levitas, y a veces aun por personas importantes del pueblo. Por ejemplo, David danzó delante del Señor vestido con un efod de lino (2 Sam. 6: 14). Esto no se debe confundir con el efod del sumo sacerdote "de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido" sobre el cual estaban sujetos el pectoral con 12 piedras, y el Urim* y el Tumim que servían para hacer preguntas a Dios (ver com. Exo. 28: 6; cf. Juec. 8: 27). Si el efod más sencillo de lino era del mismo modelo que el del sumo sacerdote -como parece probable- era una vestimenta corta, sin mangas, que consistía en un paño delantero y otro trasero unidos en los hombros y ceñidos en la cintura con un cinturón (ver com. Juec. 8: 27).
19.
Su madre.
Ana no solo ofreció su hijo al Señor sino que le demostró amor año tras año. En la misma forma Dios vela continuamente sobre su pueblo. No sólo dio a su Hijo una vez por todos sino que continuamente se interesa para que ese sacrificio progresivamente sea más eficaz para suplir las necesidades aun del más débil de sus hijos (Mat. 6: 30-34).
20.
Pidió a Jehová.
Mejor, "préstamo que ella ha cedido a Yahveh" (BJ). Lo que es cedido en préstamo al Señor, con seguridad es devuelto con interés compuesto. Ana dedicó un hijo al Señor y fue recompensada con otros cinco. Abrahán hizo así con Isaac, y Dios le prometió una descendencia "como las estrellas del cielo"(Gén. 22: 17). Cristo prometió devolver cien veces tanto aun en esta vida (Mat. 19: 29; Luc. 18: 30).
22.
Elí era muy viejo.
Un fragmento del libro de 1 Sam. encontrado en la cuarta cueva de Khirbet Qumrân y publicado en 1954 dice: "Elí tenía noventa años". Albright piensa que se trata de una transposición del pasaje del cap. 4: 15 donde en la LXX se lee "noventa" como la edad de Elí cuando murió. Sin embargo, el nuevo fragmento no indica que tenía 90 años cuando murió, sino cuando Samuel ya había estado a su servicio durante algún tiempo.
25.
No oyeron.
El ministerio de los hijos de Elí contrasta aquí con el de Samuel. Este ganaba el favor tanto de los hombres como de Dios; Ofni y Finees no respetaban las instrucciones del Señor y hacían oídos sordos a los consejos de su padre. Todos los hombres son seres morales libres. Si eligen reposar bajo la mano poderosa de Dios (1 Ped. 5: 6), son ensalzados a su debido tiempo; pero si eligen seguir sus propios deseos, inevitablemente cosecharán el fruto de un proceder tal.
Jehová había resuelto hacerlos morir.
Habían rechazado el control protector de Dios, elegido sus propios senderos de egoísmo y desechado deliberadamente el consejo del cielo. Al apartarse del ángel de Jehová (Sal. 34: 7), sellaron su propia condenación. Fueron los filisteos los que los mataron (1 Sam. 4: 10, 11); sin embargo Dios permitió su muerte porque habían rehusado seguirle. "Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron" (CS 40). ¡Tal fue el caso de Judas! ¡Tal será el caso de todos los que rechazan las súplicas del Espíritu Santo!
27.
Un varón.
Elí murió de 98 años (cap. 4: 15; ver com. cap. 2: 22), cuando Samuel tenía suficiente edad para ser reconocido como profeta y como probable sucesor de Elí como juez (cap. 3: 19-21). Puesto que naturalmente debe haber transcurrido algún tiempo entre las dos solemnes amonestaciones de los caps. 2 y 3, parece probable que esta visita del profeta anónimo se efectuó poco después de la dedicación de Samuel. De lo contrario, no hay razón aparente para que Samuel no hubiera sido el portador de ambos mensajes del Señor.
¡Cuán tolerante es Dios! Por ejemplo, Saúl recibió amonestación tras amonestación, y se le dieron muchos años para que reflexionara antes de que finalmente eligiera proceder de acuerdo con su propia voluntad.
Pero Elí se rindió ante las exigencias familiares en vez de cumplir con su deber ante Dios en bien del pueblo. La virtud no se hereda; se adquiere. Los hijos de Elí heredaron una responsabilidad sagrada y un nombre honorable. Sin embargo, debido al egoísmo, de tal manera se habían convertido en siervos de Satanás, que merecían la reprobación unánime del pueblo. Cuando su padre dejó de ejercer su autoridad, se le advirtió que así 464 como la reverencia y la honra producen una cosecha de buen carácter y utilidad, también cuando se siembran irreverencia y deshonra, los resultados son pesares y chascos (vers. 32). "La ley del servicio propio es la ley de la destrucción propia" (DTG 577).
34.
En un día.
Puesto que Ofni y Finees habían abusado de las cosas del Señor, iban a sufrir una muerte violenta. Con la esperanza de desviarlos de su mal proceder, Dios descorrió brevemente la cortina del futuro. Habría sido natural esperar que los jóvenes corrigieran su conducta cuando oyeran esta profecía, a fin de no cosechar su cumplimiento. Dios sencillamente previó su condenación; no la predeterminó. El que ve el fin desde el principio conoce todo lo que afecta el ejercicio de Ia libre elección. Al amonestar a ciertos individuos en cuanto a lo que les depara el porvenir, Dios prueba al universo que es tal el libre albedrío que ha otorgado al ser humano, que ni ese conocimiento del futuro le impide realizar lo que se haya propuesto.
35.
Un sacerdote fiel.
Las Escrituras no indican con qué sacerdote se cumplió esta profecía. Algunos eruditos piensan que se refiere a Sadoc, del linaje de Eleazar, a quien Salomón dio el sacerdocio cuando Abiatar, del linaje de Itamar, fue desposeído debido a su colaboración con Adonías en una tentativa para apoderarse del trono de Salomón (1 Rey. 2: 27, 35). Otros piensan que se refiere a Cristo, y hay otros que piensan que la profecía se cumplió con Samuel y su obra. Pero la lección importante de esta declaración debe buscarse en el hecho de que el hombre no puede impedir el cumplimiento final del deseo de Dios de restaurar su propia imagen en el corazón del hombre. A Israel se le había entregado el servicio del santuario con todo su minucioso simbolismo para ilustrar el medio por el cual obra Cristo. Con todo, aunque sacerdotes y gobernantes rechazaron el plan, todavía el propósito de Dios -que no conoce ni prisa ni pausa- avanzó ininterrumpidamente hasta su cumplimiento pleno. Si el hombre elige proceder así, puede asociarse con Cristo en el logro de esta meta; si rehúsa, él es el único culpable. No puede acusar a Dios de que tenga malos designios contra él.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-36 PP 616-628
1-3 PP 616
3 TM 446
6-10 PP 617
9 MC 380
11 PP 617
12 1JT 399; 4T 516
12-16 PP 622
12-17 PR 306
17 PP 623, 627, 660
18 CM 374, 414; 1JT 399; PP 619; 4T 516 19 PP 618
22-24 1JT 399
22-25 PP 623
23-25 2T 620; 4T 199
25 PP 627
26 PP 618
27-30 PP 624
30 CH 50, 102; CM 286, 326; COES 155; ECFP 28, 121; FE 81; HAd 23; HH 347; 2JT 31, 134, 147, 422; 3JT 23; MC 135; MeM 293; MM 36; PP 569, 627; PR 355; 2T 40; 5T 304; 7T 193; 8T 123, 153; 4TS 65
35 PP 624 465


1 SAMUEL CAPÍTULO 3 - AUDIO
1 Cómo fue revelada a Samuel la palabra de Jehová por primera vez. 11 Dios le anuncia a Samuel la destrucción de la casa de Elí. 15 Samuel le comunica la visión a Elí. 19 Samuel crece y goza de la protección de Dios.

1 EL JOVEN Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.
2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver,
3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,
4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.
5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó.
6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate.
7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada.
8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven.
9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.
10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.
11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.
12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin.
13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.
14 Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.
15 Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí.
16 Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí.
17 Y Elí dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieras palabra de todo lo que habló contigo.
18 Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciera.
19 Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.
20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beer-seba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.
21 Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová.
1.
No había visión con frecuencia.
"No eran corrientes las visiones" (BJ). Esta declaración muestra que la palabra del Señor "escaseaba" (RVR) o era "rara" (BJ) en aquel tiempo. Pocas veces llegaban mensajes inspirados hasta el pueblo de Dios. Ahora bien, el narrador explica más específicamente por qué existía esta situación: Dios no aparecía en visión con tanta frecuencia como en otros tiempos. El énfasis no se aplica tanto a la manera de la revelación como a su frecuencia. 466
Este es el primer uso en la Escritura de la palabra jazon, "visión", y es el único caso en que se usa en los dos libros de Samuel. Una comparación de jazon con mar'ah -también traducida "visión"- aclara el método de Dios de revelar sus planes para la salvación de la humanidad. La palabra jazon proviene de un verbo que significa "percibir con visión interior", en tanto que mar'ah se deriva de un verbo que significa "ver visiblemente". Ambas se usan indistintamente con jalom, "sueño". La palabra mar'ah se emplea comúnmente en los libros más antiguos de la Biblia para describir mensajes de Dios para los hombres, ya sea en sueños o mediante visitas personales de mensajeros celestiales. Cuando Jacob salió de viaje para Egipto (Gén. 46: 2), Dios le habló "en visiones [mar'ah] de noche". Jacob se sintió en la presencia divina, y la revelación fue tan real como la que recibió Abrahán cuando lo visitaron los tres ángeles antes de la destrucción de Sodoma (Gén. 18: 2-22). Esta misma clase de revelación divina es también llamada un sueño -jalom- como cuando Dios amonestó a Abimelec, acerca de la mujer de Abrahán (Gén. 20: 3-13). Cuando sucedió la sedición de Aarón y María, Dios dijo: "Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión [mar'ah], en sueños [Jalom] hablaré con él".
Daniel usa frecuentemente las tres palabras. Cuando relata la visión de las cuatro bestias usa la palabra jazon (Dan. 7: 1, 2, 7, 13, 15) para describir el sueño; jalom (cap. 7: 1) cuando se describen simbólicamente acontecimientos futuros. También usa la palabra jazon en cap. 8: 1. Pero cuando Daniel se turbó en cuanto al significado de la visión y fue a la orilla del río, allí vio al ángel Gabriel, a quien se le ordenó: "Enseña a éste la visión [mar'ah]". Pero Gabriel, después de alentar al profeta, le dijo: "Entiende, hijo del hombre, porque la visión [jazon] es para el tiempo del fin" (Dan. 8: 16, 17).
La impresión que el visitante celestial hizo en Samuel fue tan real, que él se refirió a ella en 1 Sam. 3: 15 como a una mar'ah. Por lo tanto, la declaración del vers. 1 no implica que el Señor no estuviera dispuesto a guiar a su pueblo. Sin embargo, es evidente que entonces las percepciones espirituales e intelectuales de Israel habían decaído mucho.
3.
Antes que la lámpara.
Nunca debía apagarse el candelero de oro de siete brazos, colocado en el lado sur del lugar santo (ver com. Exo. 27: 20, 21). Las lámparas estaban llenas con el mejor aceite de oliva -símbolo del Espíritu Santo- y el sumo sacerdote "alistaba" las lámparas a la mañana y a la noche, cuando colocaba el incienso sobre el altar delante del velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo (ver com. Exo. 30: 7, 8). Así como el brillo de esas lámparas alumbraba en la oscuridad de la noche, también Cristo ilumina este mundo tenebroso, proyectando siempre la gloria de su amor y sacrificio en las tinieblas del corazón humano (ver Juan 1: 4, 5, 9). ¡Cuánto gozo se experimenta al aceptar con sinceridad esta luz celestial!
Así como el candelero daba luz en el santuario de la antigüedad, el Espíritu Santo ilumina espiritualmente a los hombres para que puedan percibir con claridad el plan de salvación. Pero sin la luz interior que ilumina el alma, la luz literal tendría muy poco valor. La letra del ritual del santuario nada significaría si no estuviese allí el espíritu (ver Isa. 1: 11, 13, 15, 16). Aunque tanto los dirigentes como el pueblo imitaban a las naciones idólatras que los rodeaban, aquí y allá había almas humildes -tales como Elcana y su casa- que preservaban la visión espiritual que tanto se necesitaba.
8.
Jehová llamaba.
Cuando Samuel se presentó ante Elí por tercera vez, el anciano sacerdote comprendió que era Dios el que hablaba. El hecho de que Dios lo pasara por alto para comunicarse con un jovencito fácilmente podría haberle despertado celos profesionales. Sin embargo, recordando el mensaje que había recibido años atrás del varón de Dios, Elí, al advertir que el mensaje era para él, pudo haber razonado que el Señor debería habérselo revelado directamente. Es admirable la honradez de Elí al tratar con Samuel en esas condiciones. Comprendiendo quizá por primera vez que Dios estaba preparando a otro para que ocupara su cargo, no sintió rencor; por el contrario, hizo todo lo que pudo a fin de preparar a Samuel para su importante misión, dando al muchacho el mejor consejo de que disponía. Samuel recibió la instrucción de que pensara en sí mismo como el siervo del Señor, listo para oír el consejo divino y para obedecerlo. ¡Qué lección hay en la experiencia de Elí para quienes temen no recibir la honra que demanda su cargo, y de que las manos de otros ocupen el 467 lugar de las suyas en las tareas propias de ese cargo!
10.
Vino Jehová.
Puesto que era una experiencia nueva para el joven Samuel, bondadosamente el Señor manifestó su presencia en alguna forma definida que no se describe con detalles. Antes de que se pronunciara una palabra, tanto el anciano sacerdote como su joven ayudante comprobaron ampliamente que allí estaba la presencia de un poder sobrenatural y, como niños instruidos por sus padres, ambos fueron inducidos por el Espíritu Santo a estar dispuestos a escuchar y a obedecer. ¡Eso no habría sucedido si el mensaje del Señor se hubiera dirigido a un hombre como Ofni! Por ejemplo, ¡cuán diferente fue la recepción del reproche de Dios por parte de Saúl y de David! Saúl abundó en censuras, disculpas y justificación propia (cap. 15: 16-31), pero David - debido a muchos años de entrega al Señor- no se disculpó por su pecado; sólo procuró tener un corazón limpio y un espíritu recto (2 Sam. 12: 1-14; cf. Sal. 51: 10; 103: 12).
Bien puede hacerse la pregunta: ¿Por qué no habló el Señor directamente a Elí? Este parece haber sido un hombre sincero y humilde que deseaba paz y rectitud por encima de todo lo demás. Por lo tanto, ¿para qué hacer intervenir a Samuel? Pero Dios ya no se comunicaba más con Elí ni con sus hijos (PP 629).
11.
Haré yo.
Samuel vivió durante años en un mal ambiente, y no podía menos que ver la diferencia entre las instrucciones dadas en los rollos de la ley y la vida de los jóvenes sacerdotes con quienes se había relacionado íntimamente. Si les hubiera preguntado a ellos, tan sólo habría recibido airados desdenes. Sus padres no estaban presentes para darle consejos, y vacilaba en recurrir al mismo Elí. Mientras meditaba en este asunto, pudo haberle venido la misma pregunta que acude a la mente de un joven piadoso de hoy día: Si la Palabra de Dios establece ciertos principios para realizar la obra divina, y los dirigentes no sólo no siguen esas instrucciones sino que son culpables de graves faltas, ¿por qué les permite Dios que sigan ministrando en su cargo santo?
La semilla sembrada no rinde inmediatamente una cosecha porque se necesita tiempo para que el fruto llegue a su madurez. El proceso del desarrollo del carácter requiere tiempo: un tiempo de gracia. Tal fue el caso de Ofni y Finces; así también es hoy día. Finalmente Dios reduce a la nada a los que desafían sus estatutos (Sal. 119: 118). Del mismo modo en que Cristo permitió que Judas ocupara un puesto en que tuviera la oportunidad de lograr éxito, también Dios permitió que Ofni y su hermano fueran colocados en un puesto desde el cual, confiando en él, pudieran llegar a ser ministros aceptables del pacto. Pero, al igual que Judas, los hijos de Elí no se entregaron a la conducción divina. Permitiendo que se enseñoreara el yo, impidieron que Dios les impartiera la preparación necesaria. Dios sabía lo que iba a suceder si continuaban con su conducta perversa, y con amor y tolerancia les advirtió cuál sería el resultado. Sin embargo, tal como Judas, hicieron lo que les plugo tan sólo para comprender finalmente la verdad expresada por Pablo siglos más tarde: "El que siembra para su carne, de la carne segará corrupción"(Gál. 6: 8). En su propia experiencia, Samuel comprobó la admonición de Pablo: "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos"(Gál. 6: 9).
15.
Samuel temía.
En este mundo de pecado, nunca es fácil ser portavoz del Señor. Elías arriesgó la vida cuando advirtió a Acab del hambre que sobrevendría; pero fue intrépido en su obediencia, y Dios se encargó de los resultados. ¡Samuel era apenas un jovencito! Y tuvo que aprender en su mocedad a no tener miedo de afrontar a los hombres, así como Jesús, cuando era un muchacho de sólo 12 años no temió afrontar a los dirigentes de su tiempo.
19.
Jehová estaba con él.
Estaba por ponerse el sol de Elí, pero ya estaba saliendo el de Samuel. Cristo sufrió las angustias de la separación del Padre (ver DTG 636,637, 701, 704, 705), pero Dios nunca ha conducido a su pueblo a través de la oscuridad total que produce nuestra separación de él. En la cruz le pareció a Cristo que hollaba solo el lagar; sin embargo su Padre estaba allí sufriendo con él. Después de haber estado durante años observando el pecado que lo rodeaba, podría haberle parecido a Samuel que Dios toleraba el pecado o que había cambiado su plan para el hombre. Pero no sabía Samuel cuánto tiempo Dios había esperado a un joven a quien pudiera realmente impartir su Espíritu y confiarle 468 el liderazgo de su obra en la tierra.
Por ejemplo, cuando fracasó Saúl no fue reemplazado inmediatamente. Durante años todavía tuvo la oportunidad de cambiar su actitud mental y entregarse a la conducción de un Padre amante. Pero el fanatismo y la censura pronto produjeron la rebelión contra la dirección divina, mientras que el orgullo y la justificación propia lo despojaron de la fortaleza espiritual. Sin embargo, durante los años de la prueba de Saúl, David fue invitado a sentarse a los pies del Rey de reyes, como una preparación para asumir las responsabilidades de la dirección de Israel.
Ninguna de sus palabras.
Naturalmente Samuel tenía mucho que aprender, pero desde temprano se educó en la escuela de la obediencia a las órdenes de Dios. ¡Qué gozo debe haber sido para el Señor encontrar a un muchacho que anhelaba el privilegio de aprender sus caminos y que estaba determinado a obedecerle cualquiera fuese el costo!
No es de admirarse que el pueblo lo hubiese aceptado como profeta cuando era todavía muy joven.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-21 PP 629-631
1-4 IJT 399
1-6 PP 629
7 PP 630
8-14 PP 630
9 ECFP 18
11 TM 417
11-14 SR 185
13, 14 1JT 28, 76; 2T 624
14 1T 190
15-18 PP 630
18 1JT 28; SR 185; 4T 200
19 CM 110
19, 20 PP 640


1 SAMUEL CAPÍTULO 4 - AUDIO
1 Los israelitas son vencidos por los filisteos en Eben-ezer. 3 Envían en busca del arca y los filisteos se llenan de terror. 10 Los israelitas son vencidos, el arca es tomada por los filisteos y Ofni y Finees son muertos. 12 Elí, cuando oye las noticias, cae y se rompe la nuca. 19 La esposa de Finees da a luz repentinamente y muere.

1 Y SAMUEL habló a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, y los filisteos acamparon en Afec.
2 Y los filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a cuatro mil hombres.
3 Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos.
4 Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que moraba entre los querubines, y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios.
5 Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló.
6 Cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es esta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había sido traída al campamento.
7 Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: ¡Ay de nosotros! pues antes de ahora no fue así.
8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto.
9 Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, 469 para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y pelead.
10 Pelearon,pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie.
11 Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.
12 Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó el mismo día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza;
13 y cuando llegó, he aquí que Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado, pues, aquel hombre a la ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad gritó.
14 Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es este? Y aquel hombre vino aprisa y dio las nuevas a Elí.
15 Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver.
16 Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla, he escapado hoy del combate. Y Elí dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío?
17 Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada.
18 Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años.
19 Y su nuera la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento, oyendo el rumor que el arca de Dios había sido tomada, y muertos su suegro y su marido, se inclinó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores de repente.
20 Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni se dio por entendida.
21 Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido.
22 Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios.
1.
Samuel habló.
La mayoría de los comentadores están de acuerdo en que la primera parte del vers. 1 pertenece al último vers. del cap. 3, pues Samuel no aconsejó a Israel que guerreara con los filisteos. Puesto que no se menciona a Samuel otra vez hasta después de que el arca estuvo en Quiriat-jearim durante muchos años, puede ser que los príncipes de Israel hubieran rehusado consultar al profeta recién reconocido como tal (cap. 7: 3). El profeta de Dios nunca habría aconsejado que se sacara el arca de Silo (ver com. vers. 3). Pero los que habían rechazado la instrucción del Señor acerca del culto que se le debería ofrecer llegarían a considerar el arca con temor supersticioso y a tenerla como un talismán cuyas cualidades mágicas les asegurarían toda suérte de bendiciones.
Sin embargo, todo Israel reconocía la diferencia entre Samuel y los hijos de Elí, y los que tenían inquietudes espirituales iban al nuevo profeta en procura de consejo y ayuda. Se habían enterado de su profecía contra Elí y su casa, y estaban convencidos de que Samuel había sido llamado por el Señor. Cuando los dirigentes yerran, muchos permiten que decaiga su fibra moral. Pero siempre hay unos pocos que no se apartan de la senda de justicia debido a la conducta de quienes tienen mejor posición social que ellos.
Los filisteos.
El libro de los Jueces declara que Israel estuvo sometido a los filisteos por 40 años (Juec. 13: 1), tiempo durante el cual Sansón ejerció la función de juez en el país por 20 años (Juec. 15: 20; 16: 31). El lapso en el que Elí actuó como juez siguió al de Sansón o se superpuso con él. Elí fue juez durante 40 años (1 Sam. 4: 18). Cuando Elí envejeció tanto que perdió el control de los asuntos públicos, quizá pensaron los filisteos que había llegado el tiempo de obtener el dominio del sector montañoso del país. Sabiendo que el centro del gobierno estaba en Silo, hacia este centro naturalmente enviaron su ejército.
Acamon en Afec.
Afec, "fortaleza" o "recinto", proviene de un verbo que significa "forzar", "compeler", "sostener". Se ha identificado a Afec con Antípatris, pueblo de la 470
CAPTURA Y DEVOLUCIÓN DEL ARCA POR LOS FILISTEOS
471 llanura de Sarón, a 18 km al noreste de Jope. Esto estaría dentro de un radio de 40 km de Silo, desde donde fue llevada el arca al campo de batalla (cap. 4: 10, 11). Con la excepción de Antípatris, no se conoce ningún lugar definido que pudiera identificarse con Afec. Afec en la tribu de Aser (Jos. 19: 30, 31) está demasiado al norte para que se pueda tomar en cuenta. Puesto que Afec significa "fortaleza", podría haberse aplicado el nombre a diversos lugares fortificados, ya fuera permanente o transitoriamente.
2.
Israel fue vencido.
En muchas ocasiones Dios había mandado a Israel a que saliera a la batalla, y al obedecer había vencido al enemigo. Esta vez las circunstancias eran diferentes. El hecho de que llevaran el arca a la batalla (vers. 3) y de que los filisteos la tomaran, maestra que los israelitas habían confiado en su propia fuerza en vez de depender de Dios.
3.
¿Por qué?
Cuando los pueblos politeístas del Cercano Oriente sufrían reveses, generalmente llegaban a la conclusión de que sus dioses estaban airados con ellos y que había que esforzarse por aplacarlos para evitar aflicciones peores en el futuro. Considerando la degradada condición religiosa de Israel en ese tiempo, no es de admirarse que los israelitas procedieran de la misma forma con el Señor (ver PP 632). Probablemente algunas victorias pasadas durante el tiempo cuando Elí fue juez habían provocado en ellos un sentimiento de confianza propia que no les permitía ver su necesidad de Dios. Debido a que los dirigentes voluntariamente habían abandonado a Dios para volverse a los dioses de las naciones que los rodeaban, el Señor permitió que cosecharan su propia siembra. En vez de humillarse delante de Dios, supersticiosamente consideraron el arca como un mero talismán que aseguraba el éxito.
Sin recibir ningún consejo de lo Alto, los príncipes sugirieron algo completamente inusitado, y el pueblo estuvo de acuerdo. Estaban sólo a pocos kilómetros del santuario, y pensaron que si el arca estaba en medio de ellos, con seguridad ganarían la victoria. Ese precioso símbolo de la presencia de Dios estaba cubierto con su envoltura de tela y los levitas encargados sacaron el arca del lugar donde estaba dentro del velo (Núm. 4: 5, 6). Considerando la conducta anterior de los hijos de Elí, no sorprende el que hubieran olvidado toda reverencia y que apresuradamente recorrieran los pocos kilómetros que los separaban del ejército, esperando que se pudiera evitar una matanza mayor.
Pero el arca era el símbolo de la presencia de Dios, y puesto que los dirigentes habían rechazado la dirección divina, Dios no podía guiarlos para bien. Si los dirigentes se hubieran humillado y apartado de sus caminos pecaminosos, habrían sido guiados por el profeta como en años posteriores. En los días de Cristo las multitudes siguieron ciegamente el liderazgo de sus sacerdotes clamando: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos". Así también el ejército de Israel en Eben-ezer, al afrontar el desastre y al aferrarse de las volutas de humo fruto de su propia imaginación, clamó pretendiendo que la victoria estaba asegurada. La desdicha o la prosperidad de los grupos organizados de la sociedad -ya sean políticos o religiosos- en gran medida dependen de las inclinaciones y de la conducta de los dirigentes.
Sin embargo, los individuos pueden determinar su propio destino espiritual independientemente del grupo. Aunque Samuel compartió la humillación que sobrevino a Israel como resultado de la necedad reinante, esto no impidió que Dios lo aceptara personalmente. En los días de Acab, cuando los dirigentes se volvieron a Baal, Elías creyó que era el único que reconocía y servía al Dios viviente. Con todo, el Señor le informó que en Israel aún quedaban millares que también, como él, habían elegido lo correcto. Los tres años de sequía en Israel no habían cambiado la fe de ellos en Dios ni su lealtad a él.
7.
Ha venido Dios.
Los filisteos claramente reconocían la diferencia entre el Dios de Israel y los muchos dioses que ellos tenían. Aunque en el vers. 7 la palabra para Dios está en el plural -'Elohim- el verbo está en singular. Pero en el vers. 8 la palabra está en plural: un claro contraste entre el Dios verdadero y los dioses filisteos del templo de Asdod.
8.
Estos dioses poderosos.
La palabra para "poderosos" es 'addirim, "majestuosos", que implica la idea adicional de la nobleza del poder de Dios que había sido reconocida por los filisteos cuando supieron la forma en que Jehová había tratado a las diversas naciones y pueblos del pasado. Estando a punto de rendirse a la desesperación, se sintieron impulsados por una impávida determinación de resistir hasta la muerte antes que ser subyugaron 472 por quienes habían sido sus esclavos unos pocos años antes.
11.
El arca de Dios fue tomada.
Hablando de este acontecimiento, dice el salmista: "Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo . . . y entregó a cautiverio su poderío, y su gloria en mano del enemigo. . . Sus sacerdotes cayeron a espada" (Sal. 78: 60-64). Aunque las perspectivas de victoria de Israel eran superiores a las del enemigo, y fue a la batalla confiado en la victoria, tan completo fue su fracaso que huyó cada sobreviviente no al campamento, como en el vers. 3, sino "a sus tiendas". La palabra para tienda es 'óhel, que significa "morada", "habitación", e implica el pensamiento que la derrota fue tan grande que cada hombre tuvo que fugar para salvar la vida, yendo a su hogar de la mejor manera que pudo.
Ofni y Finees.
Josefo dice que Elí en ese tiempo había renunciado al sumo sacerdocio en favor de Finees, pero que al ser sacada el arca de Silo advirtió a sus hijos que, "si pretendían sobrevivir a la captura del arca, no debían presentarse más ante él" (Antigüedades v. 11. 2). Si los dos jóvenes hubiesen sido tan celosos en obedecer la conducción del Señor en lo pasado como eran ahora delante del enemigo en defender el símbolo material de la presencia divina, la historia posterior de Israel podría haber sido muy diferente. Habían rehusado la conducción de Dios vez tras vez, y ahora tuvieron que comprender que aun la vida misma depende de una entrega plena a él. ¡Pero aprendieron esta lección demasiado tarde!
15.
Noventa y ocho.
En la LXX se lee "noventa"(ver com. cap. 2: 22).
17.
Israel huyó.
Cuán diferente habría sido la historia de Israel si tan sólo sus dirigentes hubiesen buscado a Dios. Con todo, y a pesar de los líderes egoístas que buscan su propia gloria antes que la de Dios, y así preparan el camino para la derrota, él no cierra los oídos al clamor de cualquier individuo que lo busca fervientemente. El hecho de que Jerusalén fuera despoblada por Nabucodonosor no impidió que Daniel y sus compañeros vivieran muy cerca del Señor como para dar las buenas nuevas a muchos de sus vencedores. La luz brilla al máximo en la noche más oscura y con frecuencia los mejores caracteres se desarrollan en medio de los peores ambientes posibles. Dios es poderoso para transformar momentos de tremenda humillación en períodos de una gloriosa oportunidad, no sólo para Israel sino también para todos los hombres.
22.
Traspasada es la gloria.
La palabra "Icabod" viene de dos palabras hebreas, 'i kabod, que significan literalmente "no glorioso", o "afrentoso". Fue definida por- la esposa de Finees: "¡Traspasada es la gloria [literalmente, 'se ha ido al exilio'] de Israel!" El capítulo termina con la descripción que hace una mujer joven que, aunque estuvo casada con un impío y egoísta sumo sacerdote, no participó de su naturaleza. Su preocupación, por la muerte de su esposo y de su suegro puso en evidencia su afecto natural; pero su preocupación mucho mayor por la pérdida del arca fue una demostración de su piadosa consagración a Dios y a las cosas sagradas. Aun los fallecimientos ocurridos en la familia no la preocuparon tanto como la pérdida del arca. Para ella podía ser un magro consuelo que naciera un niño de Israel, en Silo, cuando el arca estaba en poder de los filisteos. Aunque vivía en tiempos de corrupción y estaba casada con un hombre impío, se mantuvo plenamente fiel. ¿Podía haber mayor valor en días de perplejidad nacional?
La presencia de Dios siempre debiera ser considerada como la mayor bendición, y la pérdida de su presencia y de su poder restrictivo sobre el mal debería ser temida como la calamidad más horrible. Las condiciones de la vida únicamente llegan a ser desesperadas cuando -como en el caso de Judas- uno deliberadamente rehúsa ser conducido por el Espíritu Santo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-22 PP 631-634; PR 306
1-9 PP 631
1, 2 SR 185
3-11 SR 186
9 2JT 229
10, 1 1JT 28; PP 550, 632, 641, 673
12-22 PP 634; SR 187
17, 18 CV 142; 4T 166, 516
18 1JT 28 473



1 SAMUEL CAPÍTULO 5 - AUDIO
1 Los filisteos llevan el arca a Asdod y la colocan en la casa de Dagón. 3 Dagón cae postrado en tierra y se hace pedazos, y los habitantes de Asdod son heridos con tumores. 8 Lo mismo ocurre con los de Gat cuando llevan el arca a ese lugar. 10 Los habitantes de Ecrón también son afligidos de mortandady tumores cuando les llevan el arca.

1 CUANDO los filisteos capturaron el arca de Dios, la llevaron desde Eben-ezer a Asdod.
2 Y tomaron los filisteos el arca de Dios, y la metieron en la casa de Dagón, y la pusieron junto a Dagón.
3 Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar.
4 Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.
5 Por esta causa los sacerdotes de Dagón y todos los que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy.
6 Y se agravó la mano de Jehová sobre los de Asdod, y los destruyó y los hirió con tumores en Asdod y en todo su territorio.
7 Y viendo esto los de Asdod, dijeron: No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros y sobre nuestro dios Dagón.
8 Convocaron, pues, a todos los príncipes de los filisteos, y les dijeron: ¿Qué haremos del arca del Dios de Israel? Y ellos respondieron: Pásese el arca del Dios de Israel a Gat. Y pasaron allá el arca del Dios de Israel.
9 Y aconteció que cuando la habían pasado, la mano de Jehová estuvo contra la ciudad con gran quebrantamiento, y afligió a los hombres de aquella ciudad desde el chico hasta el grande, y se llenaron de tumores.
10 Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Y cuando el arca de Dios vino a Ecrón, los ecronitas dieron voces, diciendo: Han pasado a nosotros el arca del Dios de Israel para matarnos a nosotros y a nuestro pueblo.
11 Y enviaron y reunieron a todos los príncipes de los filisteos, diciendo: Enviad el arca del Dios de Israel, y vuélvase a su lugar, y no nos mate a nosotros ni a nuestro pueblo; porque había consternación de muerte en toda la ciudad, y la mano de Dios se había agravado allí.
12 Y los que no morían, eran heridos de tumores; y el clamor de la ciudad subía al cielo.
1.
Los filisteos.
Un estudio detenido de Sal. 78: 60-64 junto com. Jer. 7: 12; 26: 6, 9 indica que Dios no sólo permitió que los filisteos derrotaran a su pueblo en Eben-ezer sino probablemente que también lo persiguieran en dirección noreste hasta Silo. Los filisteos dejaron parte de su ejército para guardar el botín que habían tomado de Israel, pues fue del campamento de Israel (1 Sam. 5: 1) de donde emprendieron el camino de regreso a las ciudades de la llanura. Hay una prueba arqueológica de que Silo fue destruida por este tiempo. De todos modos, se cree que cesaron los servicios del tabernáculo cuando fue tomada el arca (ver PP 660).
Qué tremenda responsabilidad recayó sobre el joven Samuel cuando murió Elí y el arca -el corazón mismo del culto religioso- estaba en manos del enemigo! Aun después del regreso del arca, siete meses más tarde, con seguridad debe haber sido una tarea pesada para Samuel -que viajaba de lugar en lugar- el animar al pueblo e impedir el colapso de la vida religiosa de una nación que durante siglos había estado acostumbrada a pensar en Silo como el mismo centro de su vida nacional. El hecho de que el Señor no dejara "caer a tierra ninguna de sus palabras" (cap. 3: 19) indica que el pueblo lo reconoció como el sucesor lógico de Elí, aunque pasaron 20 años hasta que Samuel fuera investido formalmente con la autoridad de juez (cap. 7: 1-15; ver PP 639; 4T 517, 518). 474
2.
Casa de Dagón.
Uno de los templos más importantes de los filisteos, pues Dagón era uno de sus principales deidades. Nunca se creyó que los dioses de los paganos se opusieran a relacionarse con otros dioses, y los filisteos deben haberse sentido contentos al honrar a la Deidad de Israel junto con los dioses que habían conocido durante años. Probablemente colocaron el arca al lado de Dagón, con la intención de ofrecerle un gran sacrificio, como lo habían hecho años antes cuando llevaron cautivo a Sansón (Juec. 16: 23, 24). Entonces se jactaron de su triunfo sobre el paladín de Israel; ahora se regocijarían por la supuesta captura del Dios de Israel. Algunos creen que la palabra traducida "Dagón" se relaciona con la palabra hebrea dag, que significa "pez" y que el dios tenía forma humana de la cintura para arriba, y de la cintura para abajo era como un pez. En la obra Nineveh [Nínivel], de Layard, hay una descripción de un bajo relieve de jorsabad [Khorsabad] que representa una batalla entre los asirios y los habitantes de la costa marítima de Siria. El relieve muestra una figura cuya mitad superior es de un hombre barbudo, y de pez la mitad inferior. Otros piensan que el nombre "Dagón" se deriva de dagan, que significa "cereal" y que por lo tanto, la deidad filistea era un dios de los cereales que representaba fertilidad. El que fuera un híbrido de hombre y pez no significa necesariamente que fuera un dios marítimo.
3.
Postrado.
Postrado como en actitud de súplica.
4.
Y la cabeza.
A la segunda mañana Dagón no sólo estaba postrado otra vez sino que tenía la cabeza y las manos desprendidas del cuerpo y tiradas sobre el umbral del templo, lugar que debían hollar todos los que entraban. Privado de los emblemas de la razón y de la actividad, yacía allí en su verdadera fealdad: sólo un tronco deforme.
5.
No pisan el umbral.
Los sacerdotes no pisaban el umbral sino que pasaban por sobre él. ¿Estaría pensando en esto Sofonías cuando dijo: "Visitaré aquel día a todos los que saltan por encima del umbral" (Sof. 1: 9, BJ).
6.
Tumores.
El síntoma característico de esta plaga era una hinchazón dolorosa en forma de tumor.
8.
¿Qué haremos?
La derrota de Dagón delante del arca pareció crear en los señores de Filistea un resentimiento contra el Dios del cielo y una mayor fidelidad a Dagón. El todavía era la deidad que les había dado la victoria en el campo de batalla, y ellos lo habían honrado confiando el arca a su protección. Aunque admitían que había sido vencido en un conflicto personal, todavía era su dios y no se resignaban a rendirse ante la idea de reconocer la supremacía del Creador de todas las cosas. Una epidemia azotaba la ciudad. Esto, de acuerdo con todo razonamiento pagano, era la obra de la Deidad suprema de quien provenían tanto el bien como el mal. Por lo tanto, la única cosa que podían hacer era liberarse del símbolo ofensivo de la presencia de Dios. Pero Dios, que no hace acepción de personas, anhelaba que los filisteos reconocieran las dádivas de su providencia para ellos, lo mismo que esperaba de los judíos (ver PP 635-637).
Sin embargo, convencidos a regañadientes, los filisteos mantenían la misma opinión. Tal fue el caso de Faraón. Pero no era algo inevitable. Nabucodonosor no permitió que lo dominara el orgullo y, mediante repetidas revelaciones del poder protector de Dios, llegó al punto de apartarse de la idolatría y adorar al Dios del cielo (Dan. 4: 24-27, 34, 35). Así como Dios había mostrado a Faraón su poder restrictivo sobre las plagas, aquí demostró a los señores filisteos que podía detener la epidemia que asolaba su país. El orgullo impidió que tomaran cualquier decisión que significara liberarse de lo que para ellos era el verdadero origen de sus calamidades y que, precisamente, Dios quería que les resultara un medio de salvación.
10.
Los ecronitas dieron voces.
El egoísmo y la credulidad de los filisteos se manifestaron cuando cada ciudad, una tras otra, envió el arca a la ciudad vecina. Finalmente llegó a Ecrón, la más septentrional de las cinco principales ciudades de Filistea. El clamor de esa ciudad demostraba indignación por habérseles impuesto algo sin su consentimiento. La palabra traducida aquí "dieron voces" proviene del verbo za'aq, "clamar con alarma", mientras que en el vers. 12 el "clamor" de la ciudad viene de la palabra shawe'ah, "un clamor en procura de ayuda".
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-12 PP 635
1-4 SR 188 475



1 SAMUEL CAPÍTULO 6 - AUDIO
1 Después de seis meses, los filisteos se consultan para devolver el arca. 1 0 La llevan a Bet- semes en un carro nuevo con una ofrenda. 19 Los hombres de Bet-semes que miran dentro del arca mueren. 21 Envían mensajeros a los habitantes de Quiriat-jeayim para que busquen el arca.

1 ESTUVO el arca de Jehová en la tierra de los filisteos siete meses.
2 Entonces los filisteos, llamando a los sacerdotes y adivinos, preguntaron: ¿Qué haremos del arca de Jehová? Hacednos saber de qué manera la hemos de volver a enviar a su lugar.
3 Ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía, sino que pagadle la expiación; entonces seréis sanos, y conoceréis por qué no se apartó de vosotros su mano.
4 Y ellos dijeron: ¿Y qué será la expiación que le pagaremos? Ellos respondieron: Conforme al número de los príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro, y cinco ratones de oro, porque una misma plaga ha afligido a todos vosotros y a vuestros príncipes.
5 Haréis, pues, figuras de vuestros tumores, y de vuestros ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá aliviará su mano de sobre vosotros y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra.
6 ¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir, y se fueron?
7 Haced, pues, ahora un carro nuevo, y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro, y haced volver sus becerros de detrás de ellas a casa.
8 Tomaréis luego el arca de Jehová, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de ella; y la dejaréis que se vaya.
9 Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente.
10 Y aquellos hombres lo hicieron así; tomando dos vacas que criaban, las uncieron al carro, y encerraron en casa sus becerros.
11 Luego pusieron el arca de Jehová sobre el carro, y la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores.
12 Y las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes, y seguían camino recto, andando y tramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda; y los príncipes de los filisteos fueron tras ellas hasta el límite de Bet-semes.
13 Y los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando los ojos vieron el arca, y se regocijaron cuando la vieron.
14 Y el carro vino al campo de Josué de Bet-semes, y paró allí donde había una gran piedra; y ellos cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová.
15 Y los levitas bajaron el arca de Jehová, y la caja que estaba junto a ella, en la cual estaban las joyas de oro, y las pusieron sobre aquella gran piedra; y los hombres de Bet-semes sacrificaron holocaustos y dedicaron sacrificios a Jehová en aquel día.
16 Cuando vieron esto los cinco príncipes de los filisteos, volvieron a Ecrón el mismo día.
17 Estos fueron los tumores de oro que pagaron los filisteos en expiación a Jehová: por Asdod uno, por Gaza uno, por Ascalón uno, por Gat uno, por Ecrón uno.
18 Y los ratones de oro fueron conforme al número de todas las ciudades de los filisteos pertenecientes a los cinco príncipes, así las ciudades fortificadas como las aldeas sin muro. La gran piedra sobre la cual pusieron el arca de Jehová está en el campo de Josué de Bet-semes hasta hoy.
19 Entonces Dios hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y lloró el pueblo, porque Jehová lo había herido con tan gran mortandad. 476
20 Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿A quién subirá desde nosotros?
21 Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca de Jehová; descended, pues, y llevadla a vosotros.
2.
Los sacerdotes y adivinos.
El arca había estado en el país de los filisteos durante siete meses. Los habitantes de las tres ciudades, Asdod, Gat y Ecrón (ver cap. 5: 5-12), habían sido castigados con una terrible plaga, y el país había sido asolado por ratones que destruían las cosechas (vers. 5). Entre los pueblos de la antigüedad, el ratón era símbolo de pestilencia, y así aparece en los jeroglíficos egipcios. En su tribulación, los señores de los filisteos recurrieron a sus magos. Esos "adivinos" estudiaban los fenómenos y presagios naturales. Examinaban las entrañas de animales ofrecidos en sacrificio -los así llamados "augures mediante el hígado" de los babilonios-; observaban el vuelo de las aves, la forma en que caían ciertos talismanes, lo que les sucedía a las flores, etc. Correspondía a los astrólogos, adivinos, médiums espiritistas y nigromantes clasificar todas las cosas en dos categorías: lo propicio y lo funesto, lo bueno y lo malo, los presagios favorables y desfavorables. El Señor ordenó específicamente a su pueblo que no practicara el arte de la adivinación (Deut. 18: 10-12). Balaam, profeta apóstata del Señor, a quien Balac el rey de Moab había llamado para que maldijera a Israel, afirmó que no había tal cosa como un agüero o adivinación contra Israel (Núm. 23: 23). Pero Saúl evidentemente influido por las prácticas de los pueblos circunvecinos e impulsado a la desesperación por el silencio del consejo divino, recurrió a la pitonisa de Endor en procura de ayuda (1 Sam. 28).
¿Qué haremos?
Entre las naciones del Cercano Oriente ni aun los reyes se atrevían a iniciar una campaña sin consultar primero a sus magos. Entre las tribus paganas de hoy día, nadie hay más respetado y temido que el hechicero. Concordaba perfectamente con las costumbres de la época, el que los señores de los filisteos consultaran con los adivinos en cuanto a lo que correspondía hacer.
3.
No la enviéis vacía.
La respuesta de los sacerdotes y adivinos no sólo fue que se devolviera el arca, sino que se lo hiciera de tal forma que apaciguara al ofendido Dios de Israel y que se demostrara que él había refrenado la plaga. El primer requisito fue una ofrenda expiatorio de cinco tumores de oro y cinco ratones de oro. Entre las naciones paganas existía la práctica de tratar de aplacar la ira de sus dioses mediante ofrendas votivas que tomaban la forma de los males de los que procuraban liberarse. Cuán diferente era esto de las instrucciones dadas a Israel acerca de las ofrendas expiatorias. Si alguien pecaba "por yerro en las cosas santas de Jehová" debía llevar al sacerdote un carnero sin defecto de los rebaños (Lev. 5: 14-19). Además de esto se compensaba plenamente con dinero cualquier perjuicio cometido, lo que incluía no sólo pagar el valor de lo defraudado sino también una multa de una quinta parte del valor del artículo.
5.
Daréis gloria.
Es decir, reconocer el poder de Dios para quitar esas plagas, cualquiera fuera su causa, y buscar la curación divina. No todos estuvieron de acuerdo con el consejo de los sacerdotes. Su religión pagana era de temor servil y egoísta. Los filisteos eran leales a Dagón y, sin embargo, temían al Dios de Israel debido a los sucesos recientes y estaban perplejos en cuanto a la forma de salir de sus dificultades. Querían desprenderse del arca, y sin embargo el orgullo les agitaba el corazón debido a su captura. Dar gloria a Dios habría sido una falta de respeto a Dagón. Estaban todavía menos dispuestos a renunciar a su forma de culto, como le sucedió a Nabucodonosor, siglos más tarde, cuando se convenció del poder- superior del Creador. Antes de llegar a esta consulta Final, habían probado varios recursos, tales como el envío del arca de una ciudad a otra.
6.
Endurecéis vuestro corazón.
Los adivinos creyeron conveniente advertir al pueblo que no se rebelara contra el Señor como lo habían hecho los egipcios, puesto que una continua resistencia contra la voluntad de Dios tan sólo provocaría mayores sufrimientos para ellos y para otros. Aunque al principio no estuvo dispuesto a escuchar, después de semanas de sufrimientos el pueblo se sintió constreñido a aceptar el consejo de los magos. Con frecuencia la convicción se impone sobre los más reacios. Del mismo modo como el Espíritu Santo habló mediante Balaam, también 477 dio a los Filisteos un sabio consejo aun por medio de sus adivinos.
Dios siempre habla a los hombres mediante formas y medios que les son comprensibles. Los acontecimientos posteriores demostraron que Dios trató a los filisteos de acuerdo con la luz que tenían (ver 2 Cor. 8: 12).
7.
Un carro nuevo.
La primera parte del vers. 7 dice literalmente: "Ahora, tomaos y haceos un nuevo carro, y dos vacas lecheras". Ambos verbos se refieren a ambos complementos. No significa que los filisteos habían de construir un carro nuevo. El énfasis recae en el hecho de que debía ser nuevo, sin usar. Así también las vacas no debían conocer lo que era el yugo, como señal de que nunca se las había empleado para fines seculares. Esta era una demostración de respeto. En su entrada triunfal en Jerusalén, Cristo se sentó sobre un pollino "en el cual ningún hombre" había "montado" (Mar.11: 2).
Haced volver sus becerros.
Separando los becerros de sus madres, los adivinos esperaban determinar -ante el consenso de todos- si las plagas provenían de Jehová o no. Si el Dios de los israelitas quería que volviera su arca, tendría que hacer que las vacas efectuaran algo antinatural: abandonar voluntariamente sus becerros. Dios estuvo dispuesto a ser puesto a prueba por quienes preguntaban con sinceridad.
8.
En una caja.
La palabra traducida "caja", 'argaz, aparece únicamente esta vez en todo el AT. Se sabe que 'argaz era una palabra palestina para designar la "caja" de un carro. Los filisteos mostraron mayor respeto por el arca, la cual no habían destapado, que los hombres de la ciudad sacerdotal de Bet- semes que la recibieron de vuelta. ¡Cuántas veces los paganos avergüenzan a los cristianos por su comportamiento cuando están en presencia de lo sobrenatural! Parece que las ofrendas de oro fueron cuidadosamente colocadas en una especie de talega o bolsa que podía atarse bien a las varas con las cuales se llevaba el arca o a la envoltura con que se la cubría.
9.
Bet-semes.
Literalmente, "la casa del sol". Había varias ciudades palestinas de nombre Bet-semes cuando Israel entró en el país. Se cree que una de ellas, que pertenecía a Isacar (Jos. 19: 22, 23), estaba en el lugar que ahora se conoce como El-'Abeidiyeh, a poca distancia al sur del mar de Galilea. Otra ciudad del mismo nombre pertenecía a la tribu de Neftalí, y probablemente estaba al noroeste del mar de Galilea (ver Jos. 19: 38, 39; Juec. 1: 33). Es evidente que 1 Sam. 6: 9 se refiere a una tercera ciudad que lleva el mismo nombre, ahora Tell er-Rumeileh, en la heredad de Judá (Jos. 15: 10, 12) que fue apartada para los levitas (Jos. 21: 13, 16; 1 Crón. 6: 59). Estaba en el distrito del hijo de Decar (1 Rey. 4: 9), uno de los funcionarios de Salomón que proporcionaba vituallas para la mesa del rey, y fue el lugar donde Amasías fue derrotado en su conflicto con Joás de Israel (2 Rey. 14: 11, 13; 2 Crón. 25: 21-23). El hecho de que tantos lugares tuvieran ese nombre indica que los cananeos eran devotos adoradores de los cuerpos celestes, en este caso el sol. De igual manera, Ur de los Caldeos y Harán fueron centros del culto de la luna.
Convencidos del poder sobrenatural del arca, los adivinos filisteos dispusieron que fuera enviada a Bet-semes, la ciudad sacerdotal más cercana de Israel. Razonaban que si las vacas que no estaban acostumbradas al yugo abandonaban a sus becerros y llevaban directamente el carro a esa fortaleza levítica, con toda seguridad el arca, o más bien el Dios del arca, era el autor de la plaga que les había sobrevenido.
12.
Camino recto.
La declaración dice literalmente:"Derecho en el camino sobre el camino a Bet-semes, por una calzada"; el camino directo de Ecrón a Bet-semes. Tan sólo un poder sobrenatural mantendría las vacas en el camino principal. Los príncipes filisteos no las condujeron sino que fueron "tras ellas". El hecho de que las vacas nunca habían llevado yugo (vers. 7), es una evidencia de que no habían estado antes en el camino.
¿Qué demostración más poderosa podían recibir los adoradores de Dagón? Si en forma antinatural unas bestias siguen a un Guía invisible, el hombre -generosamente bendecido con las facultades del intelecto-, ¿por qué no podría ir en contra del orgullo natural y de la tradición nacional para someterse a la conducción de Aquel que también podía reprimir la plaga y los ratones? ¿Por qué no había visto Balaam al ángel del Señor que estaba en el camino tan fácilmente como lo vio su asna? Bajo la influencia hipnótica del maligno, los hombres hoy día tan sólo ven lo que Satanás desea que vean, sin comprender que muy cerca está Uno listo para desatar las ligaduras que los atan estrechamente. 478
13.
Segaban el trigo.
Puesto que la cosecha del trigo se efectúa en la primavera, entre el tiempo de la pascua y la fiesta de las semanas o Pentecostés, y siendo que el arca había estado en poder de los filisteos durante siete meses, la batalla en que aquélla fue capturada ocurrió en el otoño, por el tiempo de la fiesta de los tabernáculos. Por eso quizá muchos estaban en Silo para la fiesta y pudieron haber ayudado para proteger a Israel contra los invasores. Ante la victoria filistea, habrían huido a sus hogares en las diferentes tribus (ver cap. 4: 10).
Los habitantes de Bet-semes estaban en el campo ocupados en la cosecha, probablemente usando la hoz y el rastrillo como se hace hoy en Palestina. No había huertos en la ciudad misma. Los campos no estaban separados por cercos sino por piedras que marcaban los linderos. El que no estaba familiarizado con la comarca no podía decir dónde comenzaba una parcela y dónde terminaba la otra.
14.
Una gran piedra.
En el campo de Josué, quizá cerca del camino real. Las vacas se detuvieron al lado de esa piedra. Bet-semes era una ciudad levítica, y sus habitantes tenían tanto el derecho como el deber de cuidar del arca. Como no había tabernáculo, los levitas colocaron el arca sagrada, junto con la ofrenda expiatorio de los filisteos, encima de la gran piedra y ofrecieron las vacas como holocausto al Señor. Puesto que Bet-semes está en el mismo corazón de la Sefela, o comarca montañosa, donde los caminos reales atraviesan el centro de los valles, tal vez esa piedra sobresalía desde la ladera de la colina, y fácilmente podía llegarse a ella desde arriba. Sin embargo, desde el lado de abajo podría haber estado a más de un metro por encima del camino.
16.
Volvieron a Ecrón.
¡Qué chasco para los filisteos! Habían sido testigos de la derrota de Dagón ante el Señor en el templo de Asdod. Habían contemplado el proceder de las vacas, movidas por una fuerza sobrenatural, cuando llevaron de vuelta el arca a Judá. Todavía habían de ser testigos del poder represor de Dios al detener la epidemia y al curarlos. Aunque habían visto maravillas ese día, ¡volvieron a sus dioses!
18.
La gran piedra.
Puesto que los vers. 14 y 15 se refieren a la gran "piedra" en la cual se colocó el arca, y puesto que los vers. 17 y 18 tratan de los recordativos de ese acontecimiento, resulta evidente que la piedra del campo de Josué se menciona tan sólo en relación con esos otros recordativos que contribuían a exaltar a Dios.
19.
Mirado dentro.
Tanto el toque como la inspección ocular irreverentes iban a recibir un serio castigo (ver Núm. 4: 20). A Moisés se le negó la entrada en la tierra de Canaán porque no prestó estricta obediencia a las órdenes de Dios. Aunque eran sacerdotes, Nadab y Abiú pagaron con la vida su falta de reverencia.
Cincuenta mil setenta hombres.
Literalmente, "setenta hombres, cincuenta mil hombres". En contra de la sintaxis normal del hebreo, el número más pequeño viene aquí primero. Este orden peculiar de las palabras hace dificilísima la traducción del texto. Algunos han sugerido: "El hirió a setenta hombres; cincuenta de un millar", o "él mató a setenta hombres de cincuenta mil hombres". Tres importantes manuscritos hebreos omiten las palabras "cincuenta mil". En Juec. 6: 15 'élef, "mil", se traduce "familia". Es posible que también aquí debería traducirse "familia". Si fuera así, la afirmación diría: "E hirió entre el pueblo 70 hombres de 50 familias". La mayoría de los comentadores están de acuerdo en que sólo fueron muertos 70 hombres de Bet-semes. La BJ traduce: "a setenta de sus hombres". Con todo, en una ciudad tan pequeña como Bet-semes aun esto habría sido una calamidad terrible. Por supuesto, los filisteos escucharían acerca de esto, y tendrían así una prueba más de que Dios tuvo en cuenta el hecho de que ellos rehusaran mirar dentro del arca y la reverencia que le demostraron.
21.
Quiriat-jearim.
Literalmente, "la ciudad de bosques". Esta era una de las ciudades de Gabaón que buscó la protección de Josué después de la destrucción de Jericó (Jos. 9: 17). Estaba registrada en la heredad de Judá (Jos. 15: 9) y situada en las laderas occidentales de las montañas cercanas a Jerusalén, a 14,4 km de Bet-semes. El mensaje para la ciudad de Quiriat-jearim implica la creencia de que mientras más se alejara el arca de los filisteos, mayor seguridad habría. Quiriatjearim, situada en las montañas, podía ser defendida más fácilmente contra un ataque que una ciudad de la zona más baja y ondulada. 479
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-21 PP 636-639; SR 188-191
1 PP 636
2 PP 638
2-4 PP 636
7-12 SR 189
7-14 PP 638
13, 14 PP 638
19 MC 343
19, 20 8T 283
19-21 PP 639
20, 21 SR 191



1 SAMUEL CAPÍTULO 7 - AUDIO
1 Los de Quiriat-jearim llevan el arca a la casa de Abinadab, y santifican a Eleazar, su hijo, para que se encargue de ella. 2 Al cabo de treinta años 3 los israelitas, aconsejados por Samuel, se arrepienten en Mizpa. 7 Mientras Samuel ora y hace sacrificio, Jehová atemoriza a los filisteos en Eben-ezer mediante truenos. 13 Los filisteos son vencidos. 15 Samuel juzga a Israel en paz y en el temor de Dios.

1 VINIERON los de Quiriat-jearim y llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová.
2 Desde el día que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días, veinte años; y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová.
3 Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos.
4 Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová.
5 Y Samuel dijo: Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová.
6 Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehová, y ayunaron aquel día, y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado. Y juzgó Samuel a los hijos de Israel en Mizpa.
7 Cuando oyeron los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos contra Israel; y al oír esto los hijos de Israel, tuvieron temor de los filisteos.
8 Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios, para que nos guarde de la mano de los filisteos.
9 Y Samuel tomó un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová le oyó.
10 Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel.
11 Y saliendo los hijos de Israel de Mizpa, siguieron a los filisteos, hiriéndoles hasta abajo de Bet-car.
12 Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová.
13 Así fueron sometidos los filisteos, y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.
14 Y fueron restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio de mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.
15 Y juzgó Samuel a Israel todo el tiempo que vivió.
16 Y todos los años iba y daba vuelta a Bet-el, a Gilgal y a Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares.
17 Después volvía a Ramá, porque allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel; y edificó allí un altar a Jehová. 480
1.
Abinadab.
La palabra Abinadab significa "mi padre es noble" o "mi padre es generoso". El verbo del cual proviene es nadab, "incitar", "impeler", siempre en un buen sentido, y por lo tanto "estar dispuesto", "ser voluntario". No se conoce su genealogía, pero debe haber sido un levita estrechamente emparentado con Aarón ya que se pudo nombrar a su hijo Eleazar como guardián del arca. El primogénito de Aarón se llamaba Nadab (Núm. 3: 2), y podría esperarse que uno de sus descendientes directos se llamara Abinadab.
En el collado.
Heb. baggibe'ah. Cuando aparece esta palabra, el contexto debe determinar si se usa como el nombre de un lugar o si la palabra sólo se refiere a una "colina" o "collado", tal como se traduce uniformemente en el AT. También había una "Gabaa de Benjamín" (1 Sam. 13: 16) o "Gabaa de Saúl" (cap. 11: 4). Además, había un "collado" -literalmente, "Gabaa"- de Finees en el monte de Efraín (Jos. 24: 33). Los gabaonitas literalmente eran "moradores de colinas", y puesto que Quiriat-jearim era una de las cuatro ciudades que se mencionan como que les pertenecían (Jos. 9: 17), el collado ("Gabaa") donde moraba Abinadab correspondería con una colina en Quiriat- jearim o en sus proximidades.
A juzgar por la dirección que tomaron las vacas, uno llegaría a la conclusión de que Bet-semes era el lugar lógico donde debía quedar el arca. Pero la impía curiosidad de la gente y el temor de los que sobrevivieron al castigo, indican que sus habitantes no eran idóneos para la reverente custodia del sagrado símbolo de la presencia de Dios. A unos 15 km de distancia estaban los pobladores de Quiriat-jearim, cuya reputación justificaba la creencia de que pudieran trasladar y guardar a buen recaudo lo que no querían sus vecinos. Muchas veces Israel estorbó a Dios en la realización de sus propósitos al no aceptar su consejo y no ajustarse a su plan. Cristo amaba a Judas y habría querido convertirlo en uno de los principales apóstoles, pero Judas rehusó serio (ver DTG 261). Cristo también amaba al joven rico que pregunta por el camino, pero a pesar de la invitación de seguir a Cristo, el joven se alejó apesadumbrado.
2.
Pasaron muchos días.
Se necesitaron 20 años para que los israelitas reconocieran que no era Dios el que los había dejado sino que ellos, por su egoísmo y rebelión, habían abandonado a Dios y por eso cosechaban amargura y sufrimiento. Una vez se necesitaron obreros para construir el arca, y se encontraron hotnbres dispuestos para la tarea cuando Dios delineó el plan. Cuando se necesitaron hombres para llevar el arca en sus diversas jornadas, se presentaron los levitas con buena disposición para ayudar a Moisés en el Sinaí. Al no cumplir Israel con sus responsabilidades, el arca cayó en manos de los idólatras, y se necesitó ayuda para llevarla de vuelta. Entonces fallaron los hombres; pero las bestias del campo obedecieron la dirección de Dios. Muy cerca estaban los que podían llevarla y guardarla con toda reverencia y orden. ¿Por qué no estuvieron listos para la responsabilidad? No se da ningún atisbo de su origen o genealogía que pudiera servir como base para algunas conclusiones. Todo lo que se consigna es que se necesitaron 20 años para que los israelitas aprendieran que la idolatría da malos resultados, y acudieran arrepentidos a Samuel. El arca quedó en la casa de Abinadab mientras Samuel fue juez, durante el reinado de Saúl y la primera parte del reinado de David, mientras se preparaba un lugar para ella en Jerusalén. ¡Cuán pacientemente espera Dios!
3.
Quitad los dioses ajenos y a Astarot.
Una frase usada para representar a los diversos dioses y diosas a los cuales los israelitas adoraban cuando se olvidaban del Señor. Astoret (plural, Astarot) estaba asociada a los baales fenicios o cananeos, pues era la principal deidad femenina de éstos (ver com. Juec. 2: 13).
Se consideraba que esta deidad representaba los poderes reproductores de la naturaleza. Por lo general, su culto consistía en orgías lascivas fomentadas muchas veces por mujeres dirigentes que se convertían en sus devotas y se conocían como "mujeres sagradas" o prostitutas del templo. Sin duda había en muchos hogares israelitas estatuillas de dioses filisteos y cananeos. Gradualmente el pueblo de Israel había caído bajo el dominio y control de los pueblos de la llanura con quienes tenía trato comercial (1 Sam. 13: 19) e intercambio social (Juec. 14). El hecho de que Israel dejara el arca en Quiriat-jearim durante muchos años y no hiciera nada para restaurar el servicio del templo o para proporcionar un debido lugar de descanso para el arca, muestra hasta qué punto se había 481 apartado de Dios. La historia no registra una deportación de los israelitas a las planicies costeras, similar a las deportaciones posteriores a Asiria y Babilonia. Sin embargo, Israel debe haber estado en relación con los filisteos en casi todos los tratos de la vida, sirviéndoles (1 Sam. 4: 9), pagando un tributo anual con diversas clases de productos y deleitándose en las orgías de los lugares altos tan comunes en todo el país. La restauración del arca de ninguna manera significaba que los filisteos dejaron de oprimir a los israelitas vencidos.
Samuel aparece ahora en el relato por primera vez desde la batalla de Afec, desempeñando el papel de un reformador que trató de que volviera a Dios un pueblo idólatra y egoísta. Tan sólo la imaginación puede describir lo que le significaron esos años mientras iba de un lugar a otro. No sólo visitaba los distritos próximos a Filistea; todo Israel oía sus súplicas, amonestaciones y oraciones, hasta que lenta pero seguramente en toda la nación hubo una convicción de pecado y de la necesidad de una renovada dependencia de Dios. Gráficamente les describía la condición en que estaban en comparación con el plan que Dios tenía para ellos, y les prometía que serían liberados de los filisteos si tan sólo se convertían en verdaderos israelitas, literalmente, "gobernados por Dios". Sabía Samuel que si el pueblo abandonaba su idolatría y rehusaba servir a los dioses filisteos, esto se interpretaría como el equivalente de una rebelión contra la supremacía filistea, y por supuesto significaría guerra. Pero Samuel tenía confianza en las promesas de Dios y prosiguió inspirando esperanza en un pueblo desdichado.
4.
A los baales y a Astarot.
Ver com. Juec. 2: 11, 13.
Sirvieron sólo a Jehová.
Los israelitas habían estado sometidos a los filisteos durante 40 años en los días de Samuel y Elí, y después de la muerte de Elí claudicaron entre dos opiniones durante otros 20 años. El pueblo arrepentido difícilmente sabía qué paso dar, pues había estado demasiado tiempo bajo el poder de la idolatría. El arca había desaparecido del tabernáculo y se había interrumpido el servicio del santuario (ver PP 660). No había fiestas anuales en las que los adoradores pudieran recibir instrucciones. Prácticamente había surgido una generación nueva desde que fue tomada el arca. El pueblo de Israel era como ovejas extraviadas en la ladera de una montaña. Se daba cuenta de que estaba perdido, pero no sabía cómo volver al redil. Anticipando el tiempo cuando su pueblo desearía apartarse de sus malos caminos, Dios preparó a un fiel pastor que buscaría a los perdidos para llevarlos de vuelta al aprisco. Tal como Dios lo había previsto, en su ansiedad Israel se volvió a Samuel.
Uno de los mayores motivos de ánimo que tiene el cristiano es la seguridad de que Dios siempre está preparado, cualesquiera sean las circunstancias. Para Aquel que conoce el fin desde el principio no hay ni prisa ni pausa. ¿Qué le habría sucedido a Israel en ese tiempo si no hubiese existido Samuel? ¿Qué le habría sucedido a Israel en Egipto si no hubiese existido Moisés? ¿Cómo habría sido instruido Nabucodonosor en los caminos de Dios si no hubiese existido Daniel? A través de la historia, siempre que una crisis ha demandado acción, ha estado listo un dirigente bien preparado para la tarea. Esto no significa que el dirigente siempre fuera todo lo que podría haber deseado el Señor. Muchos son llamados pero pocos son escogidos porque, a semejanza de Sansón, muchos rehúsan tener en cuenta las instrucciones que Dios les envía. Ciertamente, Jeremías estuvo bien preparado para una obra especial, y cumplió bien su papel. Sin embargo, Israel sufrió terriblemente porque el rey Joacim rehusó prestar atención al consejo que le daba este profeta. Tanto para las naciones como para los individuos, la gran pregunta en el día del juicio será: "¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?" (Isa. 5: 4).
5.
Mizpa.
Esta palabra significa "punto para observar". En hebreo, mitspeh era una "atalaya", y así se traduce en Isa. 21: 8. Durante años se pensó -y todavía algunos opinan de esa manera- que la Mizpa de Samuel es la moderna Nebí Samwîl, a 8 km al noroeste de Jerusalén, pero no ha sido posible realizar excavaciones allí debido a que una tumba ubicada en este lugar es sagrada para los árabes como sitio tradicional de la sepultura de Samuel. Sin embargo, las excavaciones favorecen la identificación de Mizpa con la moderna Tell en Natsbeh, a 12,2 km al norte de Jerusalén en el camino principal a Samaria.
6.
Sacaron agua, y la derramaron.
Los comentadores no están de acuerdo en cuanto al 482 significado de este texto. Algunos piensan que se refiere al dolor de Israel por su pecado al reconocer que si no hubiera sido por el poder de Dios habrían sido como "aguas derramadas por tierra" (2 Sam. 14: 14). Otros sugieren que estas palabras se refieren al agua y al vino derramados por el sacerdote en el principal día de la fiesta de los tabernáculos, que representaba el gozo con que sacaban agua "de las fuentes de la salvación" (Isa. 12: 2, 3). La fiesta de los tabernáculos era un recordativo del cuidado protector de Dios sobre Israel durante el éxodo, cuando manaron abundantes aguas de la roca herida. Refiriéndose a este incidente del desierto, Cristo declaró: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7: 37). Quizá el verdadero significado esté en una combinación de las dos ideas. Realmente Cristo fue "derramado como aguas" (Sal. 22: 14) para que pudiera ser posible la salvación. Al derramar esta libación en Mizpa, Israel expresó el reconocimiento de su propia indignidad y solemnemente se regocijó en una renovada confianza en un Padre celestial que lo recibió con los brazos abiertos a pesar de sus extravíos espirituales.
Juzgó.
Este fue el comienzo del largo período de Samuel como juez.
7.
Subieron los príncipes de los filisteos.
Una vez que decidieron apartarse definitivamente de la idolatría, los israelitas se reunieron en Mizpa. Los príncipes de los filisteos reconocieron que eso era equivalente a una declaración de independencia, y se apresuraron a impedir cualquier tentativa de los israelitas en ese sentido. Los filisteos atacaron con tal rapidez, que los israelitas -reunidos desde diversas partes del país con propósitos pacíficos- se vieron obligados a hacerles frente sin estar preparados para la guerra. Sólo les quedaba el recurso de la oración.
8.
No ceses de clamar.
Literalmente, "no te calles de dar voces". Todos los hombres pasan por momentos de prueba, cada uno dentro de su propio ambiente y circunstancias. La primera prueba de Samuel fue si debía esperar que el Señor los guiara en la guerra, y la segunda si el pueblo iba a confiar en el Señor, en vez de huir aterrorizado frente a las huestes que avanzaban. Fue una dura prueba para los israelitas, pues habiendo renunciado a sus ídolos -a los que habían servido durante todos esos años- se preguntaban si les garantizaría entonces la victoria ese profeta que los había visitado vez tras vez. Su caso iba a ser una demostración práctica de lo que diría Josafat: "Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados" (2 Crón. 20: 20).
9.
Oyó.
Literalmente, "contestó". 'Anah es un verbo común, traducido de diversas maneras en castellano, pero con el significado fundamental de "contestar". De parte de Dios, con frecuencia implica una respuesta visible, como en cap. 28: 15, cuando Saúl se quejó al espíritu invocado por la pitonisa de Endor de que Dios no le contestaba.
10.
Jehová tronó.
En este caso la respuesta de Dios (ver Sal. 99: 6) vino como en un trueno. Ver com. 1 Sam. 14: 15 donde hay otros ejemplos del uso milagroso que hace Dios de las fuerzas de la naturaleza. Habiendo renunciado a sus ídolos y confesado -con espíritu humilde- su alejamiento del Señor, ahora serían testigos de cuán prontamente Dios estaba dispuesto a tomarlos bajo su protección y demostraría el amor de un Padre celestial por el hijo pródigo que retornaba. Tan pronto como su pueblo cambió de proceder, Dios extendió sobre él su brazo protector. Bien podían los israelitas convertir ese lugar en un recordativo de la eterna piedad de Dios, de su amante cuidado y de su poder para proteger y liberar.
11.
Bet-car.
Aunque es dudosa su ubicación, algunos piensan que es la actual 'Ain Kãrim, a 6,7 km al oeste de Jerusalén. Esta ha sido la opinión general, pero últimamente se ha identificado a Bet-car con Ramath-Rahel, a 4,6 km al sur de Jerusalén. Quizá la tormenta eléctrica provino del norte, y puesto que se consideraba a Baal como un dios de tormentas, los supersticiosos filisteos pueden haber huido aterrados por un dios cuya morada suponían que estaba en las montañas del norte. En su huida hacia el sur, probablemente los filisteos tomaron el camino más fácil para regresar a la llanura, camino que los llevaría a pasar directamente por Bet-semes hasta llegar a Ecrón. Por el camino fueron hostigados por los israelitas congregados. Y allí -como lo declaró Isaías siglos más tarde- bondadosamente Dios les dio inmediatamente "gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto" (Isa. 61: 3).
12.
Eben-ezer.
Literalmente, 'ében ha'ézer, "la piedra de la ayuda", lo que evidentemente 483 se refiere a la liberación providencial recién mencionada. Así como la ayuda había sido específica, también el recordativo debía ser de una forma definida y permanente. El hecho de que Dios los hubiera liberado de los enemigos en esa ocasión era tan sólo una prenda de futuras intervenciones de la Providencia. Samuel quería que los israelitas comprendieran que el Señor los asistiría siempre si tan sólo le obedecían día tras día, y no sin tomar en cuenta su proceder subsiguiente. Es bueno que el cristiano vuelva constantemente a los Eben-ezeres de la vida, donde sobrevinieron liberaciones providenciales, para desconfiar de sí mismo y alcanzar una entrega plena y confianza en Dios.
13.
La mano de Jehová.
El mismo incidente providencial puede ser tanto una bendición como una desgracia. Una bendición para los que se entregan a la mano guiadora del Señor, y una desgracia para los que eligen servir al yo. La misma tormenta significó una victoria para los indefensos israelitas, y una derrota para los filisteos, que confiaban en la fortaleza de dioses falsos y en las proezas de sus propios ejércitos. La misma columna de la presencia de Dios que proyectó luz sobre los ejércitos del Señor envolvió en oscuridad a las huestes egipcias. Quizá los filisteos llegaron a la conclusión de que Baal -el dios de las tormentas (ver pág. 42)- ahora estaba luchando contra ellos y a favor de los ejércitos de Israel. Pero, debido a su renovada relación con Dios, los israelitas se beneficiaron de la creencia pagana tradicional y consumaron completamente su victoria sobre los enemigos.
Así fue entonces; así es hoy día. El hombre llega al punto en que reconoce que su vida es sumamente desagradable. Se encuentra atado a sus ídolos, cualesquiera sean. Se da cuenta de la inutilidad de los hábitos que ha cultivado, los motivos que ha abrigado y los deseos que ha complacido. Es atraído a la comunión que ve que otros disfrutan con Dios, así como Israel vio en Samuel durante esos 20 años. Renuncia a su vida pasada y confiesa su incapacidad para transformarse por sus propios esfuerzos. Entonces se rinde al Espíritu Santo y descubre que ha adquirido dominio propio al aceptar la ayuda espiritual que Dios le da para capacitarlo a fin de que alcance una vida superior. Los fracasos pasados se convierten así en peldaños. Los valles de Acor se convierten en puertas de esperanza (Ose. 2: 15).
15.
Juzgó Samuel a Israel.
Más talentos le fueron dados al hombre que ya había comerciado con éxito con los que le habían sido concedidos. No soñaba Samuel con la responsabilidad que recaería sobre sus hombros cuando fue por primera vez a Silo. Tampoco soñó Pedro cuando dejó Betsaida para visitar a Juan en Betábara, que un día llegaría a ser pescador de hombres. ¡Cuánto menos pensó que un día se sentaría con Cristo en el trono del universo!
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-17 PP 639-641; SR 191
1, 2 PP 639, 643
3 4T 517
5-10 PP 640
6, 8 4T 517
10 4T 518
11, 12 PP 641
12 CC 127; 2T 274
15 PP 720
17 PP 643 484


1 SAMUEL CAPÍTULO 8 - AUDIO
1 Como resultado del mal gobierno de los hijos de Samuel, los israelitas piden un rey. 6 Samuel es reconfortado por Dios mientras ora lleno de aflicción. 10 Les dice lo que hará el rey. 19 Dios le indica a Samuel que acceda a la voluntad del pueblo.

1 ACONTECIO que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel.
2 Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba.
3 Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho.
4 Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel,
5 y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.
6 Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.
7 Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
8 Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo.
9 Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.
10 Y refirió Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.
11 Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, Y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro;
12 y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.
13 Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras.
14 Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos.
15 Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos.
16 Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.
17 Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.
18 Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día.
19 Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros;
20 y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras.
21 Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová.
22 Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel a los varones de Israel: Idos cada uno a vuestra ciudad.
1.
Puso a sus hijos por jueces.
En armonía con el pasaje del cap. 7: 15, esta declaración debe significar que, al llegar a la edad cuando ya no podía visitar todo el territorio del país, Samuel nombró a sus hijos como ayudantes ubicados en Beerseba, una de las ciudades más al sur del distrito que pertenecía a Judá. Nunca fueron jueces por derecho propio.
2.
Joel.
El nombre de Joel, "Jehová es Dios", y de Abías, "Jehová es mi padre", indican que Samuel continuó deleitándose en servir a Dios, a pesar de la idolatría nacional. La declaración de 1 Crón. 6: 28 que presenta a "Vasni" como el primogénito de Samuel, debería 485 leerse: "Los hijos de Samuel: el primogénito, y el segundo [la expresión hebrea washeni, 'el segundo'], es decir Abías". Falta el nombre de Joel, pero el texto dice claramente que había dos hijos y que el segundo era Abías. La BJ no aclara este problema. Otra versión añade en cursiva: "El primogénito, Joel" (BC), y otra dice sin cursiva: "El primogénito, Joel, el segundo, Abías" (NC, 1 Paralipómenos 6: 28. [Este nombre equivale a Crónicas en la mayoría de las Biblias que llevan el imprimatur o autorización de la Iglesia Católica]). El plan de nombrar a los hijos como ayudantes para administrar ciertos distritos bajo la autoridad del juez principal también fue seguido por Jair mucho antes de los días de Samuel (Juec. 10: 4).
4.
Ancianos.
Heb. zaqan, de una raíz de significado dudoso, otro de cuyos derivados quiere decir "barbilla" o "barba". Los "ancianos" eran hombres de edad madura que ocupaban puestos de autoridad. Samuel organizó las tribus con jefes responsables en cada lugar, que informaban al "juez" local que jerárquicamente era inferior a Samuel. Esos jefes habían visto bastante de la conducta de los hijos de Samuel, por lo cual fueron directamente a éste.
5.
No andan en tus caminos.
La confianza de los ancianos en Samuel era tan grande que sabían que en ninguna manera era responsable por la impiedad de sus hijos. Razonaban que sería mejor pedir a Samuel que resolviera el asunto, que esperar una confusión después de su muerte cuando sus hijos posiblemente procurarían afirmar su propia autoridad.
Constitúyenos ahora un rey.
Dios había dicho mediante Moisés que llegaría un tiempo cuando el pueblo pediría un rey "como todas las naciones" (Deut. 17: 14). Quizá los ancianos citaban virtualmente este texto como una excusa para su pedido. Evidentemente el plan de Dios era que Israel fuese distinto de las naciones circunvecinas, y a través de los siglos desde el éxodo -de acuerdo con ese principio- lo había protegido y guiado por medio de jueces. Si -como les dijo Moisés- los israelitas hubieran seguido el plan de Dios para ellos, las naciones que los observaban habrían dicho: "Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta" (Deut. 4: 6). Apoyándose en la diplomacia de que son capaces los orientales -estando en oposición a la voluntad de Dios y sin buscar su consejo- ellos hicieron conocer su mezquina decisión. Al principio tan sólo declararon que querían un rey para que los juzgara según la costumbre del mundo; pero cuando Samuel trató de advertirles acerca de la maldición que estaban por acarrearse, añadieron una segunda razón: "Nuestro rey nos gobernará y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras" (1 Sam. 8: 20). Una aclaración de las circunstancias en las cuales los ancianos de Israel pidieron un rey se da en cap. 12: 12: "Habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un rey". Josefo confirma la opinión de que durante un tiempo Nahas había estado afligiendo a los judíos que estaban más allá del Jordán, reduciendo sus ciudades a la esclavitud y sacando el ojo derecho de sus cautivos para que quedaran inutilizados para futuras guerras (Antigüedades vi. 5. 1).
Descubrimientos arqueológicos efectuados tanto en Palestina como en Jordania también hacen resaltar que en el siglo anterior todas las naciones de ese distrito habían comenzado a fortificar sus ciudades, y se disponían para resistir a las hordas migratorias de los pueblos del mar de la región del Egeo (ver pág. 35), que avanzaban contra Egipto tanto por tierra como por mar. Parte de la ola migratoria cruzó el Asia Menor, destruyó a los hititas y siguió en su marcha asoladora hacia el sur, por Siria y Palestina rumbo a Egipto. Derrotados por el faraón Ramsés III, algunos se establecieron en la planicie filistea. Otras naciones observaban el horizonte político con temor y temblor, y no resultó extraño que los dirigentes de Israel se preocuparan muchísimo por la política nacional y la conducción del pueblo.
Dios procuraba demostrar que sólo había un método para hacer frente a los problemas internacionales, pero Israel no veía otro sino imitar a las naciones que lo rodeaban. Durante siglos los israelitas habían sido seminómadas; vivían mayormente en tiendas; no habían podido expulsar de sus ciudades a los habitantes autóctonos de Canaán (Juec. 1: 27-36). Sin embargo, en el período comprendido entre 1200 y 1050 AC se establecieron cada vez más en ciudades. Ahora bien, yendo en contra de la voluntad divina, los israelitas sólo tenían el propósito de consolidar su gobierno 486 y de fortificarse contra los cananeos.
Años antes los amonitas acusaron a Israel de haberles quitado su patrimonio (Juec. 11: 13-27). Eso había sido en los días de Jefté, cuando terminó la opresión amonita que había durado 18 años. Ahora los amonitas, por segunda vez, procuraban recuperar este territorio arrebatándolo de Israel.
6.
Samuel oró.
Otra vez Israel hizo precisamente lo que había hecho durante siglos: procedió sin esperar la conducción divina. Aunque había sido amonestado a no dejarse arrastrar por la idolatría, prefirió seguir los caminos de las naciones que lo rodeaban antes que seguir las instrucciones del Señor. Moisés había predicho que llegaría el tiempo cuando Israel iba a pedir un rey a fin de ser como las naciones circunvecinas (Deut. 17: 14), y ahora los israelitas cumplían literalmente esa profecía. Aunque los ancianos probablemente sólo eran movidos por motivos políticos, Samuel les mostró el camino mejor: buscar al Señor en oración. Habían subestimado sus excelsos privilegios religiosos, y no se habían dado cuenta de que la verdadera necesidad de la nación no era un poder nuevo sino una organización permanente de la teocracia para hacer frente a la confusión que resultaba de su propia impaciencia y perversidad.
No estaban dispuestos a someter el caso a Dios para conocer su voluntad, y Samuel empleó su prerrogativa oficial para insistir en que esperaran la decisión tan importante de Dios, quien siempre había estado listo a liberarlos en momentos de perplejidad. Samuel debe haber estado profundamente herido por ese pedido de parte del pueblo. Sin embargo, a igual que en ocasiones más agradables, se puso a disposición de los israelitas como profeta, a pesar de que la pregunta era lesiva para él. Su proceder parece haber sido muy semejante al de Cristo, siglos más tarde, cuando clamó: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23: 34), y el de Juan cuando dijo acerca de Cristo: "Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" (Juan 3: 30).
7.
Oye la voz.
Aquí está la mejor evidencia posible de que las naciones, al igual que los individuos, son entes morales libres. Si Israel hubiera acudido a Dios pidiéndole consejo, se lo habría dado. Como se le presentaron con un ultimátum, aceptó su elección.
Me han desechado.
Estando regido por los jueces, Israel tenía numerosas ventajas que se iban a perder con la monarquía. Por ejemplo:
1.
Bajo los jueces, cada tribu era prácticarnente independiente y los impuestos eran bajísimos. Pero los ancianos rechazaron la independencia de una confederación tribal, y eligieron una forma autoritaria de gobierno que después de unas pocas décadas creó un sistema de impuestos exorbitantes.
2.
Dios había dado a cada israelita considerable libertad individual para ganarse la vida, elegir su propia forma de culto y administrar a su manera sus asuntos generales. Pero los ancianos cambiaron esa libertad por una servidumbre bajo un rey que tenía poder de vida y muerte sobre sus súbditos, y que podía ejecutar a los que no estaban de acuerdo con él.
3.
Durante varios siglos, el Espíritu del Señor vino sobre algunos hombres de diversas tribus. Bajo el liderazgo de esos hombres, Israel disfrutó de reposo y cierta medida de paz y seguridad para dedicarse a sus vocaciones predilectas. No había una sucesión hereditaria. Los jueces eran suscitados por Dios de vez en cuando, de acuerdo con sus cualidades personales. Pero ahora los ancianos rechazaron esa ayuda divina y prefirieron una monarquía hereditaria.
4.
Vez tras vez, cuando los israelitas buscaron a Dios en procura de consejo, él los protegió milagrosamente de los ataques del enemigo (ver 1 Sam. 7: 10; Jos. 10: 11; etc.). Al rechazar a Dios como el Señor supremo de la teocracia, en realidad los ancianos abrían el camino por el cual Israel se convertiría en una pieza clave de la intriga internacional. Exigieron tributo a sus enemigos derrotados y se gloriaron en sus proezas bélicas. En otras ocasiones cayeron bajo el dominio de naciones más poderosas. Equivocadamente atribuyeron sus reveses militares y períodos de opresión a la forma de gobierno antes que a su propio mal proceder.
5.
El plan de Dios era cambiar los valles de Acor por puertas de esperanza cuando su pueblo se volviera humillado ante él (Ose. 2: 15). Bajo la dirección de Dios, los errores podían convertirse en peldaños para un conocimiento mayor del Altísimo y de su plan de salvación.
6.
Dios había esparcido a los levitas por todas las tribus a fin de que dieran a los niños una educación especial acerca de Dios. Debido 487 a su propia renuencia egoísta para llevar a cabo este plan, los israelitas dejaron de sostener a los levitas, y permanecieron en el analfabetismo y la ignorancia. La mayoría de los habitantes no quisieron ser educados para pensar por sí mismos. Estaban perfectamente contentos con que los dirigentes pensaran por ellos, mientras esos dirigentes no les pidieran de sus recursos ni turbaran su tranquilo egoísmo.
Desde el tiempo cuando comenzó en el cielo el gran conflicto (Apoc. 12:7-9) hasta el día de hoy, el gran plan de Dios para el universo ha sido mal interpretado por algunos. Profesando ser sabios, pusieron en duda la veracidad y lo apetecible de la dirección divina, y en cambio siguieron lo que -en su ignorancia- les pareció un proceder mejor, tan sólo para encontrar que habían entrado en un callejón sin salida. Dios siempre ha dado a los hombres la oportunidad de comprobar que los caminos celestiales son los mejores; pero a veces condesciende con sus deseos, y les permite que sigan los senderos de su propia elección a fin de que sus fracasos -aunque graves- finalmente los induzcan a doblar las rodillas y a reconocer la superioridad del eterno plan de Dios (ver Fil. 2:10, 11; PP 655, 656).
9.
Protesta solemnemente.
Literalmente, "de cierto, tú protestarás ante ellos", o mejor, "de cierto, tú los amonestarás". Como ser moral libre, el hombre debe decidir -por las pruebas que tiene a mano- qué desea hacer consigo mismo. Tiene dos formas de obtener esa prueba: mediante un cuidadoso estudio de los consejos, estatutos y fallos de Dios aplicables en su caso, y experimentando con otras insinuaciones en un esfuerzo para convencerse por sí mismo en cuanto a su valor. Un padre quizá diga: "Hijo, estás cometiendo un error. Si crees que debes seguir en la senda que te propones, tendrás que atenerte a las consecuencias". Pero después de amonestar contra el proceder propuesto, Dios dice virtualmente: "Si crees que eso te conviene, haz la prueba. Aunque sé que tus planes no tendrán éxito, debes aprenderlo por tu propia experiencia. Sólo entonces estarás dispuesto a seguir mi consejo". Así se le instruyó a Samuel que amonestara a los israelitas en cuanto al resultado del plan de ellos. Sin embargo, Dios los ayudaría para que tuvieran éxito. En relación con esto, estúdiese cuidadosamente el Sal. 139, especialmente los vers. 7-13.
11.
Así hará el rey.
"He aquí el fuero del rey" (BJ). Literalmente, "el dictamen del rey". La palabra mishpat, "dictamen", describe el acto o la decisión del shofet, "juez". La decisión del rey debe aceptarse como legal y obligatoria. Si siente la necesidad de ayuda para llevar a cabo sus responsabilidades, tiene el derecho de reclutar forzosamente (o expropiar) ya sea para deberes civiles o militares.
13.
Perfumadoras.
Es más correcta en este caso la palabra "perfumistas" de la BJ. Literalmente, "mezcladoras de especias". En 1 Crón. 9: 30 se usan las palabras de la misma raíz para referirse a la obra de ciertos hijos de los sacerdotes que "hacían los perfumes aromáticos". Samuel también podría haber mencionado el hecho de que muchas de sus hijas entrarían en el harén del rey como concubinas (1 Rey. 11:3).
14.
A sus siervos.
Literalmente "esclavos". La misma palabra se usa al hablar de Egipto como una "casa de servidumbre" (Exo. 13: 3; Deut. 5: 6; etc.). El rey tenía poder de vida y muerte sobre sus súbditos, y en la mayoría de las naciones del Cercano Oriente el pueblo existía principalmente para el beneficio del rey, que podía hacer con él como le placiera. El pueblo no sólo suplía las necesidades de la casa real, sino que le proporcionaba recursos para enriquecer a sus favoritas, ya fueran esposas o concubinas, y también a sus dignatarios civiles y militares.
18.
No os responderá.
Esto está completamente en armonía con el contexto, pues en el cap. 8:7 se afirma que no fue Dios quien hizo planes para efectuar un cambio en el gobierno sino los dirigentes de Israel. Por lo tanto, posteriormente cuando quedaran insatisfechos con su situación, debían recordar que al pedir un rey habían puesto en marcha un nuevo régimen que ciertamente cambiaría materialmente su forma de vivir. La nación sería afectada por nuevas tentaciones, nuevas relaciones, nuevos problemas. Por su propia elección sembraron las semillas de la contumacia, y al hacerlo colocaron al Señor en una situación en la que le era necesario dejar que esa semilla produjera su propia cosecha. No alteraría la ley universal de que toda semilla sembrada produce una cosecha según su especie.
De esa manera, con frecuencia Dios permite que los seres humanos dispongan de lo 488 que él mismo no aprueba. Concede lo que en su misericordia previamente había retenido. Al poner en duda la orden de Dios, Adán provocó la existencia de un nuevo régimen que debía seguir su curso para demostrar plenamente ante hombres y ángeles que ningún otro plan -fuera del que ha sido ordenado por Dios- puede proporcionar vida y felicidad a todos. Los acontecimientos futuros de la historia de Israel muestran que aunque Dios con frecuencia le permitió que recogiera la cosecha de lo que había sembrado, nunca lo abandonó. Siempre estuvo con Israel, listo para ayudarlo. Además, los profetas testifican que en medio de un ambiente tal, cualquier individuo que así lo decida puede apartarse de los senderos de la multitud para ser guiado por el Señor (ver Eze. 18:1-24).
20.
Como todas las naciones.
Durante su permanencia en Palestina, los israelitas habían sido testigos de los esfuerzos concertados de los pueblos del mar y de otras naciones para conquistar todas las tierras del Cercano Oriente, venciendo toda resistencia y esparciendo temor en todo corazón. Pero los israelitas de ahora nada sabían del terror que había helado la sangre de los cananeos cuando Josué dirigió al pueblo de Dios en la conquista de Palestina (ver Jos. 2: 9-11). Neciamente creían sus ancianos que el tributo impuesto sobre los pueblos conquistados enriquecería a Israel. Se olvidaban de que las verdaderas riquezas provienen de una mejor manera de vivir. Disgustados con la codicia y los latrocinios de dirigentes sacerdotales como los hijos de Elí y de Samuel, pensaron que la solución se hallaba en someterse a la férula de un rey, tal como lo hacían las otras naciones. Se olvidaban de que un rey encontraría aún más oportunidades para demostrar favoritismo y para satisfacer sus deseos egoístas que los sacerdotes disolutos.
Al comienzo de su labor como juez, Samuel había demostrado al pueblo que la verdadera solución de sus dificultades no radicaba en un cambio de administración sino en un cambio de corazón, en una contrita conversión al Señor.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-22 PP 654-658
3-5 PP 654
5 Ed 46; 6T 249
7, 8 PP 655
10-18 PP 657
19, 20 PP 657
20 PP 667
22 PP 658


1 SAMUEL CAPÍTULO 9 - AUDIO
1 Saúl está afligido por no poder encontrar las asnos de su padre, 6 y por consejo de su siervo, 11 y dirección de unas doncellas, 15 según la revelación de Dios 18 se encuentra con Samuel. 19 Samuel hospeda a Saúl en la fiesta. 25 Samuel, después de darle una comunicación secreta, lo despide y sale con él.

1 HABÍA un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita.
2 Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.
3 Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas.
4 Y él pasó el monte de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.
5 Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros. 489
6 El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.
7 Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos?
8 Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino.
9 (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)
10 Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.
11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?
12 Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto.
13 Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis.
14 Ellos estonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacia ellos para subir al lugar alto.
15 Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo:
16 Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.
17 Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo.
18 Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente.
19 Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.
20 Y de las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?
21 Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?
22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala, y les dio lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres.
23 Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardases aparte.
24 Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se te guardó, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.
25 Y cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en el terrado.
26 Al otro día madrugaron; y al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado, y dijo: Levántate, para que te despida. Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.
27 Y descendiendo ellos al extremo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que se adelante (y se adelantó el criado), mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.
1.
Cis.
De acuerdo con Gesenio, la palabra transliterada Cis proviene de qosh, "tender un lazo", o "armar una trampa" (ver Isa. 29: 21). 490 Una palabra árabe parecida significa "ser doblado como un arco". Si se da a Cis el significado de "arco", entonces Quisi (1 Crón. 6: 44) significaría "mi arco" (ver también el nombre Elcos en Nah. 1: 1, de 'elqoshi, "Dios es mi arco"). A veces el nombre se combinaba con el de la Deidad, como Cusaías, "el arco de Dios" (1 Crón. 15: 17). El padre de Cis fue Abiel, "Dios es mi padre", y el de su abuelo fue Zeror, "unido junto". La misma raíz verbal se emplea en 1 Sam. 25: 29-31, donde Abigail le ruega a David que perdone las ofensas que le infirió Nabal. El padre de Zeror fue Becorat, de bekor, "primogénito", y el nombre de su abuelo Afía, de significado dudoso. De esa manera se rastrea la ascendencia de Saúl por más de un siglo.
Hijo de Abiel.
Ver com. cap. 14: 50.
2.
Saúl.
Heb. sha'ul, del verbo sha'al, "pedir", "requerir". Uno de los reyes de Edom también se llamaba Saúl (Gén. 36: 37, 38). Si se piensa en Cis como "el arco de Dios" (ver com. 1 Sam. 9: 1) por liberar a Israel de manos de las naciones circunvecinas, también debe haber dardos para la aljaba divina. Zacarías habla de Judá como arco de Dios y de Efraín como su flecha. Sion es "como espada de valiente" (Zac. 9: 13).
Saúl, que "de los hombros arriba aventajaba a todos" (BJ), tenía un porte regio que le ganaba el favor de la multitud. ¿Qué mejor lección podía dar Dios a los que deseaban ser como las naciones que los rodeaban que elegirles un rey que fuera apreciado de acuerdo con las normas humanas? De igual modo los discípulos de Jesús consideraron a Judas como un líder porque desconocían las tinieblas que le envolvían el corazón. ¿No es tiempo para que el pueblo de Dios de hoy día pida ese colirio celestial que lo capacite para discernir siempre con claridad las cualidades del verdadero liderazgo?
3.
Las asnas.
Con frecuencia, ¡de qué incidentes aparentemente baladíes depende el destino de las razas y de los pueblos! Saúl partió para buscar las asnas perdidas, sin soñar que le había llegado el día en que asumiría las responsabilidades de un reino. Los acontecimientos posteriores demostraron que estaba mal preparado para la tarea a la cual lo llamó Dios. Pocas personas están preparadas para un liderazgo tal. Moisés tampoco estaba plenamente preparado para dirigir ni siquiera cuando se encontró con Dios en la zarza ardiente. Pero el factor que anima cuando Dios llama a alguien para dirigir, es que él toma a los hombres tales como los encuentra, con el propósito de prepararlos mientras se ocupan de la obra. Todo lo que espera de cualquier ser humano es que haga "justicia", ame "misericordia" y se humille ante su "Dios" (Miq. 6: 8). El pasaje dice literalmente: "Humillarse uno mismo para caminar con Dios". Así lo hizo Pedro, pero Judas no; lo hizo David, pero no Saúl. Si alguien fracasa, no es porque Dios no pueda prepararlo, sino porque no se humilla para que Dios pueda exaltarlo a su debido tiempo (1 Ped. 5: 6).
4.
Monte de Efraín.
Ya fuera que se llegara a él desde el valle del Jordán o desde las colinas onduladas de la Sefela, al oeste, el monte de Efraín descollaba en la cadena montañosa que corría hacia el norte desde las cercanías de Bet-el hacia Salim, a pocos kilómetros al este de Siquem. Estas montañas formaban una línea divisoria de las aguas (de unos 800 a 1.000 m sobre el nivel del mar) desde donde corrían los arroyos, al este hacia el Jordán y al oeste hacia el Mediterráneo.
Tierra de Salisa.
Nada se sabe en cuanto a la ubicación de la "tierra de Salisa". Algunos han sugerido que estaba al pie de las colinas occidentales, al noroeste de Bet-el; otros piensan que puede haber estado en el valle del Jordán, al noroeste de Jericó.
Saalim.
O Sual (cap. 13: 17), de shu'al, "zorro", o "chacal", o de sho'al, "hueco de la mano". Probablemente el distrito de Saalim era considerado como una tierra de chacales. La mayor parte de las estribaciones orientales de las montañas de la Palestina central eran silvestres, escabrosas y desoladas, por lo que eran principalmente la morada de animales salvajes.
Después de atravesar los distritos mencionados en el tercer día de búsqueda, Saúl y sus siervos llegaron a Ramá, a unos 10 km al norte de Gabaa (vers. 20; ver com. cap. 1: 1). Los animales habían estado perdidos tan sólo dos días completos (cap. 9: 20; ver pág. 491), y no podían haberse alejado vagando más que unos pocos kilómetros de su casa. En su búsqueda de las asnas perdidas, Saúl había recorrido todas las colinas, valles y hondonadas, y se había detenido aquí y allá para preguntar acerca de los animales. La zona así abarcada en dos o tres días es obvio que fuera de poca 491 extensión. Por lo tanto, es probable que Saúl y su siervo nunca llegaran a estar lejos de Gabaa y Bet-el, en el sector septentrional de Benjamín y meridional de Efraín. "La tierra de Sual" (cap. 13: 17) estaba en las proximidades de Ofra, a unos 8 km al noreste de Bet-el. Saúl no buscó detenidamente en todas las regiones nombradas, sino sólo donde podía suponerse que se hubieran extraviado las asnas. Durante los dos días o más que estuvo ausente de casa fácilmente pudo haber viajado 50 ó 70 km hasta que, se encontró con Samuel, incluyendo incursiones laterales a las cumbres de las colinas y a lo hondo de los valles y de las quebradas.
5.
La tierra de Zuf.
Ver com. cap. 1: 1.
6.
Esta ciudad.
Es decir, Ramá, el hogar de Samuel (PP 658-661; ver com. cap. 1: 1).
11.
Subían por la cuesta.
Naturalmente, las asnas no estaban en los pueblos. Saúl y su siervo las buscaban en los campos, donde la gente tenía sus huertos, o en los distritos rurales.
14.
Venía hacia ellos.
Posiblemente, "venía a llamarlos". Esta traducción también es posible de acuerdo con el texto hebreo y también con el contexto.
16.
Yo enviaré.
Esto da la razón del vers. 14. Un estudio cuidadoso de los versículos precedentes indica que Saúl no estaba seguro de que fuera adecuado ir hasta el vidente sin un presente, y que el siervo necesitó persuadirlo antes de que consintiera en ir a la ciudad. Esto ilustra la conducción del Espíritu Santo, que pone a los que están perplejos en relación con los que pueden ayudarlos. En una forma similar la Providencia guió a Rut hasta el campo de Booz (Rut 2: 3) y a Felipe hasta el eunuco que iba de Jerusalén a Etiopía (Hech. 8: 26-29). Es un privilegio sagrado estar tan plenamente entregados a la dirección del Espíritu Santo que él pueda guiarnos -así como guió a Samuel- hasta las almas que necesitan nuestra ayuda.
18.
En medio de la puerta.
Habiendo ya sido instruido por el Señor, y recordando el momento del día en que recibió el mensaje, quizá Samuel se puso en marcha para buscar al joven de quien le había hablado el Señor. Los dos se encontraron "en medio de la puerta", el lugar donde se sentaban los ancianos y daban consejos, o ayudaban a los forasteros para que se orientaran. Aquí Samuel podía conseguir información acerca de cualquier forastero que pudiera haber llegado al pueblo. La sincronización fue exacta. Antes de que hablara Saúl, Samuel sabía que él era el hombre de quien le había hablado el Señor el día anterior (vers. 17). ¡Qué emoción debe haber experimentado Samuel al comprender que lo guiaba Dios, a quien había servido fielmente por tantos años! ¿Hay alguna razón para que uno no pueda experimentar esa misma emoción hoy día, si se entrega a Dios tan completamente como lo hizo Samuel? Los vers. 18 y 19 quizá son una explicación detallada del vers. 14.
20.
Se han hallado.
Samuel declaró que las asnas habían estado perdidas durante tres días, literalmente "hoy, tres días". Antes de comunicarle a Saúl su elevada vocación, Samuel hizo que se tranquilizara en cuanto a los propósitos prácticos de su visita. Cristo siempre alivió las necesidades físicas de sus oyentes tanto como sus anhelos espirituales. Precisamente, el que se interesara en el bienestar fisico de ellos influyó mucho para que escucharan mientras atendía sus necesidades espirituales. De esa manera, la información de que las asnas se habían encontrado influyó mucho para convencer a Saúl del origen divino del mensaje de Samuel acerca del reino.
Lo que hay de codiciable en Israel.
"Lo mejor de Israel" (BJ). Aunque era profeta y juez, Samuel aceptó la determinación del Señor de acceder al anhelo de los israelitas. No expresó ningún sentimiento de disgusto ni de celos al encontrarse con el joven que debía asumir la responsabilidad de liberar a Israel de los filisteos (vers. 16). Por el contrario, prodigó a Saúl evidencias de honra y respeto (ver vers. 20-24). Aquí Samuel demostró un verdadero espíritu de abnegación. Al igual que Moisés, estaba ansioso de que el Espíritu del Señor descendiera sobre todos los hombres (Núm. 11: 29). Cristo no consideró la igualdad con Dios el Padre como una cosa a la cual aferrarse, sino que manifestó el verdadero principio de desprendimiento, a fin de que los vencedores pudieran sentarse con él en su trono (Apoc. 3: 21). De la misma manera, Samuel no sólo indicó que estaba dispuesto a dar la responsabilidad a Saúl, sino que también haría todo lo que estaba de su parte a fin de preparar al futuro rey para el desempeño de sus deberes.
22.
La sala.
Es decir la habitación que estaba junto al lugar alto donde se comían los 492 alimentos rituales. A Saúl y a su siervo les asignaron los asientos de honor de la habitación, donde se hallaban unos 30 de los ancianos. Saúl había sido constante en la tarea de buscar las asnas de su padre y quizá los ancianos, al contemplarlo y escuchar su relato, creyeron que allí estaba un hombre que en forma igualmente constante podría encontrar una manera de liberarlos de las hostilidades de los filisteos.
24.
Una espaldilla.
La fiesta a la cual se había invitado a Saúl evidentemente era una ofrenda de sacrificio de paz en la cual participaron los ancianos de Ramá (ver t. I, pág. 712 y com. Lev. 3: 1). Los hijos de Israel hicieron sacrificios tales en el Sinaí cuando ratificaron el pacto (Exo. 24: 4-8). En ese sacrificio, el pecho y la "espaldilla elevada" ("pierna reservada" BJ) pertenecían al sacerdote oficiante (Lev. 7: 33, 34). Se debía comer la carne del sacrificio el día mismo en que se mataba el animal; no podía sobrar nada (Lev. 7: 16). No se menciona si la "espaldilla" presentada a Saúl fue la izquierda -de la cual podían comer los laicos- o la derecha que pertenecía a los sacerdotes (Lev. 7: 32). Pero fue la porción reservada a Saúl como huésped de honor.
Samuel dijo.
Aunque la palabra "Samuel" no está en el hebreo, evidentemente él fue el orador. Fue evidente para Saúl que su venida había sido prevista y que se habían hecho planes minuciosos para ella, y debe haber estado convencido de la invitación de Dios para que asumiera las responsabilidades del gobierno.
25.
Habló con Saúl.
A Saúl no se le habló de su elevada vocación ese día. Evidentemente, Samuel pasó algún tiempo explicando a su huésped los grandes principios del gobierno teocrático que ya había estado en función durante siglos, y lo que significaban los cambios en que insistían los ancianos. Pero es evidente que los inesperados acontecimientos de ese día no abrumaron a Saúl, porque durmió hasta que el profeta lo llamó al día siguiente.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-27 PP 659-661
2-8 PP 659
11, 12, 14-21 PP 660
22-24, 27 PP 661


1 SAMUEL CAPÍTULO 10 - AUDIO
1 Samuel unge a Saúl. 2 Confirma su acción mediante una predicción de tres señales. 9 Dios muda el corazón de Saúl y éste profetiza. 14 Oculta a su tío su ungimiento como rey. 17 Saúl es elegido por suertes en Mizpa. 26 Diferentes actitudes de sus súbditos.

1 TOMANDO entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?
2 Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo?
3 Y luego que de allí sigas más adelante, y llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino;
4 los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de mano de ellos.
5 Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando.
6 Entonces el Espírtu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. 493
7 Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo.
8 Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer.
9 Aconteció luego, que al volver él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día.
10 Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos.
11 Y aconteció que cuando todos los que le conocían antes vieron que profetizaba con los profetas, el pueblo decía el uno al otro: ¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?
12 Y alguno de allí respondió diciendo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se hizo proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?
13 Y cesó de profetizar, y llegó al lugar alto.
14 Un tío de Saúl dijo a él y a su criado: ¿A dónde fuisteis? Y él respondió: A buscar las asnas; y como vimos que no parecían, fuimos a Samuel.
15 Dijo el tío de Saúl: Yo te ruego me declares qué os dijo Samuel.
16 Y Saúl respondió a su tío: Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas. Mas del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le descubrió nada.
17 Después Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa,
18 y dijo a los hijos de Israel: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los reinos que os afligieron.
19 Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y habéis dicho: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora, pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y por vuestros millares.
20 Y haciendo Samuel que se acercasen todas las tribus de Israel, fue tomada la tribu de Benjamín.
21 E hizo llegar la tribu de Benjamín porsus familias, y fue tomada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, pero no fue hallado.
22 Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había venido allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje.
23 Entonces corrieron y lo trajeron de allí; y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo.
24 Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!
25 Samuel recitó luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová.
26 Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado.
27 Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló.
1.
Redoma de aceite.
El aceite de oliva era un símbolo de prosperidad (Deut. 32: 13; 33: 24). Ungir el cuerpo con aceite es una práctica empleada desde los albores de la historia y todavía sigue en boga entre los pueblos primitivos. Posteriormente se usaron ungüentos perfumados. Se ungía a las personas por diversos motivos: como una muestra de honra (Luc. 7: 46; Juan 11: 2), al prepararse para acontecimientos de índole social (Rut 3: 3), o para reconocer la debida idoneidad para determinado servicio, dignidad, función o prerrogativa.
Te ha ungido Jehová.
Entre los hebreos, el hecho de que un profeta ungiera a un hombre era un símbolo de haberle impartido de un modo especial la gracia del Espíritu Santo para la realización de su tarea asignada. El óleo santo del ungimiento se usaba en la consagración de artículos empleados para fines religiosos, tales como el tabernáculo (Exo. 30: 26-29) y para la consagración de sacerdotes (Exo. 29: 7; 30: 30; Lev. 8: 10-12; etc.). Siempre 494 debía tenerse especial cuidado en su preparación y uso (Exo. 30: 23-33). Por supuesto, no había más santidad en el aceite mismo que en el agua bautismal. No transmitía virtud especial alguna; era sólo un símbolo. Algunos piensan que la costumbre de ungir a los reyes se originó en Egipto; otros ven en el antiguo ritual cananeo una evidencia de que es antiquísimo.
El ungimiento con aceite es una excelente ilustración de como Dios usa las costumbres humanas para inducirnos a buscar un conocimiento más profundo y verdadero de la salvación. Dios instruyó a los israelitas para que hicieran coberturas de un tipo familiar, varas para el transporte, etc. para los muebles sagrados y los vasos del tabernáculo que se parecieran en cierta medida a los que se usaban en los templos de Egipto. Artículos de una artesanía similar se hallaron en la tumba de Tutankamón. En ella también se encontraron figuras a manera de guardianes semejantes a querubines, cuyas alas se tocaban, tallados en altorrelieve en el sarcófago de este faraón. Dios dio a los magos de los días de Cristo una señal en la que empleó un medio que les era familiar: una estrella que los guiara hasta Belén. Según la época y las costumbres de las gentes, Dios emplea medios conocidos para ellas al enseñarles su santidad y la belleza del plan de redención.
2.
Hallarás.
Era algo completamente natural que Saúl estuviera un tanto ofuscado por el giro inesperado de los acontecimientos. ¡Qué sorpresa debió haberse llevado al verse convertido en el centro de atracción, mientras Samuel el dirigente de Israel estaba preparado para recibirlo con honores! Bien podía haberse preguntado qué significaba todo eso. Como evidencia de que el Señor lo llamaba, el Espíritu Santo habló por medio de Samuel para revelarle acontecimientos futuros. La evidencia de la presciencia de Dios, comprobada a las pocas horas de su ungimiento, animó a Saúl a aceptar la responsabilidad a la que era llamado. Sintió la seguridad de que Dios estaría con él. Samuel ya le había informado que habían aparecido las asnas; luego se añadieron más comprobaciones inspiradas por el cielo a fin de confirmar el mensaje del profeta.
A los humildes y bien dispuestos de corazón Dios multiplica las evidencias en cuanto a la senda que deben tomar (Isa. 30: 21;Jer. 33: 3; ver DTG 297, 298, 621, 622; DMJ 126). Y la belleza de todo esto es que él tiene mil formas para manifestar esas evidencias. No está restringido a determinado método. El hecho de que el Espíritu Santo hablara en los días de los apóstoles por medio de lenguas de fuego no es una razón para que deba manifestarse de la misma manera en otro tiempo. Los apóstoles fueron inducidos a elegir el 12.º miembro de su grupo echando suertes, pero esto no significa que tirar una moneda al aire sea la mejor forma para hallar solución a los problemas individuales de hoy día.
Junto al sepulcro de Raquel.
Ver la nota adicional del cap. 1.
3.
La encina de Tabor.
A veces las encinas viven muchísimo y alcanzan gran tamaño. Tales árboles servían como excelentes hitos. Los dioses ajenos de la casa de Jacob fueron enterrados debajo "de una encina que estaba junto a Siquem" (Gén. 35: 4). Débora, el ama de Rebeca, fue sepultada cerca de Betel "debajo de una encina" (Gén. 35: 8). En algún lugar, entre la tumba de Raquel y Gabaa, estaba este árbol que pertenecía a un hombre llamado Tabor, o estaba en un distrito de ese nombre.
5.
Collado de Dios.
"Guibeá de Dios" (BJ). Literalmente, "Gabaa de Dios". Así como Gabaa (vers. 26) era el hogar de Saúl, "Gabaa de Dios" era probablemente la parte de la colina donde estaba el lugar alto y desde donde debía verse descender la compañía de los profetas.
La compañía de los profetas.
Resulta claro por el contexto que los profetas se estaban valiendo de la música sagrada y del canto para que resurgieran en su mente algunos actos providenciales de Dios. La palabra traducida "profetizando" significa literalmente "harán el papel de profeta". Cantaban con fervor alabanzas a Dios. Este parece haber sido uno de los métodos instituidos por Samuel como parte del programa de las escuelas que estableció para refinar y espiritualizar la mente de los alumnos (ver Ed 44).
6.
Profetizarás.
Es una inflexión verbal de naba', "actuar como portavoz de Dios". Aquí no se hace referencia a predecir acontecimientos futuros, sino a la expresión de la verdad divina en la forma de canto sagrado. La misma forma del verbo se emplea para describir a los falsos profetas de Baal que se sajaban a sí mismos, como si hubieran estado 495 poseídos por un mal espíritu (1 Rey. 18: 28, 29), aunque nadie podría sostener que un espíritu completamente diferente al de Saúl era el que poseía a esos profetas paganos. Pero estos "hijos de los profetas" cantaban alabanzas a Dios cuando Saúl los encontró y se les unió en ese canto. Las muchas pruebas de la providencia divina que Saúl halló en su sendero durante las últimas horas sin duda habían provocado una transformación que aunque fue transitoria demostró lo que Dios estaba ansioso de hacer para él si permanecía humilde y sumiso.
Serás mudado en otro hombre.
Hay oportunidades en la vida de los hombres cuando un cambio de las circunstancias o algún don divino los libera de limitaciones anteriores y se encuentran sometidos a un cambio tan rápido, nuevo y notable como cuando una mariposa sale de su capullo o un cacto que florece de noche de pronto comienza a desplegar su belleza exquisita y emana su maravilloso perfume, donde sólo sitios pocos momentos antes no había nada que presagiara semejante transformación. Todo bien y don perfecto provienen de Dios (Sant. 1: 17 ). Bezaleel y Aholiab recibieron sabiduría y habilidad especiales para la obra del tabernáculo (Exo. 31: 26); casi de la noche a la mañana Moisés fue transformado de un tímido pastor de ovejas en un emancipador que se presentó intrépidamente delante del rey. Así también Gedeón fue convertido en un hombre muy valiente, capaz de conducir un ejército a la victoria, no por su propia sabiduría y habilidad, sino por inspiración de Dios. El egocéntrico y farisaico Pedro también fue transformado en un intrépido dirigente de la iglesia primitiva. Tales cambios se efectúan cuando el Espíritu de Dios imparte a los hombres una visión de nuevas posibilidades, y su alma responde con sagrado gozo y alegría al deleitarse en aceptar la responsabilidad dada por Dios.
La realidad de la transformación se hace manifiesta al ocurrir cambios en los pensamientos, los hábitos, la vida. Las cosas viejas pasan; todas las cosas se hacen nuevas (2 Cor. 5: 17). Pero debe recordarse que un cambio tal sólo llega a ser permanente con la reafirmación diaria de la elección que así se ha hecho. Gedeón, por ejemplo, hizo que los israelitas cayeran en una idolatría tan grande como aquella de la que él acababa de liberarlos (Juec. 6: 1, 10, 25; 8: 24-33). De la misma manera, Saúl rehusó proseguir en el conocimiento del Señor, y como resultado finalmente llegó al punto de quedar enteramente bajo el dominio de Satanás. Hoy en día, ¡cuántos hombres parecen llevar un rótulo que dice: "podría haber sido"!
7.
Haz lo que te viniere a la mano.
Saúl debía darse cuenta en todo lo que le sobreviniera que Dios le estaba dando evidencia de su elección. ¿Por qué no había encontrado antes las asnas? ¿Por qué había vagado de aquí para allá hasta que se encontró con Samuel, antes de que supiera nada de ellas? Debía entender en todo esto que, aunque invisible, Dios había estado con él en todo el camino. Con todas estas pruebas delante de él deba esperar una evidencia adicional de la conducción divina. Por el momento esto fue todo lo que Dios creyó conveniente revelar a Saúl acerca del futuro.
Dios está contigo.
Todo el cielo estaba interesado en ayudarlo a determinar que su vida debía ser ordenada por Dios. En las circunstancias de su vida diaria, debía contemplar la conducción de Dios. Cuán diferente podría haber sido la historia de Israel si Saúl hubiera acatado la dirección del Señor, Tenía la evidencia de que las circunstancias de su regreso al hogar fueron dispuestas por el Señor. Se le había dicho lo que iba a suceder a fin de que pudiera animarse a cooperar con Dios, permitiendo que el Espíritu lo instruyera, lo protegiera y dirigiera sus acciones.
8.
Bajarás.
Samuel dio a Saúl suficiente discernimiento del futuro como para probarle que Dios obraba en su favor. Por el momento no podía referir a Saúl con precisión las circunstancias que lo llevarían a Gilgal. Eso habría tendido a confundir al joven antes que ayudarle (ver caps. 11: 15; 13: 4, 8). Sencillamente, Samuel aseguró al futuro rey que -al proceder de acuerdo con lo que requería la ocasión- siempre podría esperar tanto éxito, contando con la dirección divina, como aquel del que había disfrutado en el día de su ungimiento.
9.
Mudó Dios su corazón.
Literalmente, "Dios transformó para él otro corazón", lo que significa: "Dios lo convirtió". Este cambio de corazón también sería acompañado por un cambio de dirección en su pensamiento. En vez de pensar en asnas y granjas, Saúl debía aprender a pensar en los problemas que debe afrontar un estadista, un general y un rey. 496 Dios estaba preparado para impartir a Saúl la habilidad necesaria para cumplir sus nuevas responsabilidades. ¡Qué pensamientos deben haber pasado por la mente de Saúl ese día, cuando se cumplieron un incidente tras otro tal como Samuel lo había predicho! (vers. 2-7).
Dios estaba listo para transformar la visión, la ambición y las aspiraciones de Saúl en tal forma, que las cosas de Dios llegaran a ser para él el propósito supremo de la vida. Siglos más tarde, dijo un profeta: "Quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne" (Eze. 11: 19). Saúl había interrogado a Dios por medio de Samuel en un esfuerzo para orientarse entre las perplejidades personales. Dios respondió primero su ruego en procura de orientación personal, y luego lo invitó a aceptar su dirección en asuntos que afectaban el bienestar de toda la nación. Así también es hoy día: Dios toma a hombres donde los encuentra y los invita a cumplir el glorioso plan divino para su vida.
11.
¿Saúl también entre los profetas?
Esto le parecía increíble al pueblo. Indudablemente, la vida de Saúl antes de ese momento no podía haberse considerado como un modelo de piedad. Era poco menos que un milagro que se hubiera convertido en profeta aunque, es cierto, no en el sentido de haber sido llamado al oficio profético. Pero he aquí que estaba ensalzando la majestad y el poder de Dios y expresándose en forma inspirada en cuanto a verdades sagradas. Guardaba un secreto que le debe haber sido difícil mantener, y las confirmatorias pruebas recientes de la gracia y providencia divinas lo conmovían hasta lo más íntimo del alma. Sus emociones reprimidas estallaron ante la evidencia de que las palabras de Samuel se habían cumplido ciertamente: él se había "mudado en otro hombre" (vers. 6). Su experiencia también testificó de que Dios puede transformar a los hombres menos promisorios en instrumentos que le serán útiles. Además, en el caso de Saúl, este notable cambio llamaría la atención del pueblo y ganaría su confianza a fin de prepararlo para seguir a su caudillo.
Con frecuencia el proceder de Dios no concuerda con los planes humanos. Era increíble -así pensaron los judíos- que los discípulos hablaran en idiomas extranjeros en el día de Pentecostés. A nosotros nos parece imprudente que Cristo, conociendo el carácter de Judas, lo hubiera convertido en el tesorero de los discípulos (Juan 12: 6). A Naamán le parecía absurdo que las turbias aguas del Jordán poseyeran más poder curativo que los límpidos arroyos de Damasco (2 Rey. 5: 12). La cruz de Cristo fue despreciada por los griegos como un medio sumamente desdeñable para la salvación del mundo (1 Cor. 1: 18-24). Según el modo moderno de pensar, quizá parezca injusto que el Señor ordenara a Abimelec que devolviera a Sara a su esposo y pidiera las oraciones de éste, cuando la había tomado con limpia conciencia (Gén. 20: 5). A Juan el Bautista le parecía indebido bautizar al Hijo de Dios (Mat. 3: 13-15). Simón pensó que no condecía con la jerarquía de Jesús el que éste permitiera que María le ungiera los pies, si sabía qué clase de mujer era (Luc. 7: 37-40). Sin embargo, todas estas contradicciones aparentes quedan resueltas cuando se toman en cuenta la obra y el poder del Espíritu Santo.
Las escuelas proféticas, administradas por Samuel, fueron organizadas para que la juventud pudiera educarse en las verdades de Dios. Se estudiaba cabalmente la historia, se dedicaba mucho tiempo para memorizar las Escrituras, orar y aprender cantos sagrados. En lugar de las expresiones poéticas referentes a Baal -el dios de las tormentas- Israel fue instruido en las maravillosas obras del Señor, y su alabanza fue expresada en cantos. A medida que la contemplación de las misericordias de Dios traía gozo y paz al corazón atribulado de los israelitas, su rostro resplandecía reflejando la iluminación interna del Espíritu Santo.
16.
No le descubrió nada.
El sabio afirmó que hay "tiempo de callar, y tiempo de hablar" (Ecl. 3: 7). Cuán diferente fue la reacción de Saúl de la de Jehú (2 Rey. 9: 4-13) ante su ungimiento por el profeta. Si Dios era responsable por haber llamado a Saúl para que fuera rey, él haría conocer eso a quienes correspondía en el momento debido. Bajo el control del Espíritu Santo, Saúl obedeció las instrucciones de Samuel de que aguardara la dirección de Dios. A fin de ser idóneo para su alto cargo, Saúl primero debía aprender a dominar la lengua. Su reserva fue una evidencia de que estimaba debidamente la responsabilidad que ahora descansaba sobre él.
19.
Habéis desechado hoy a vuestro Dios.
497 ¡Cuán corto de vista es el hombre que piensa poner en pugna su sabiduría limitada contra la omnisciencia del Creador! Durante los días de los jueces, cuando las fuerzas armadas de Egipto recorrían el país vez tras vez, los israelitas se habían puesto a salvo de los ataques que habían subyugado una ciudad tras otra en Palestina. Desconocían que los señores egipcios volvían a su patria con la noticia de que no había nada que temer de los israelitas que moraban en las colinas. No sabía Israel que esos mismos ejércitos que recorrían el país fueron un medio para contener a las tribus cercanas que sin duda observaban con mirada codiciosa las bien regadas alturas al oeste del Jordán (ver com. Exo. 23: 28).
A través de toda la historia del mundo, los seres humanos han sido tentados a dudar de la conveniencia de obedecer los planes de Dios. Después del diluvio, Dios hizo un pacto con el hombre de que nunca sería destruida otra vez la tierra por medio de agua. En vez de confiar en esa promesa, los antiguos creyeron que debían construir una torre cuya cima no pudiera ser alcanzada jamás por ninguna inundación. En procura de seguridad, creyeron que debían construir ciudades y vivir en íntimo contacto con sus vecinos. Aun los judíos de los días de Cristo se habían olvidado de colocar primero el reino de Dios y su justicia, y dejar que Dios les añadiera lo necesario para suplir las necesidades temporales y materiales de la vida como a él le pareciera mejor.
En su anhelo por semejarse a las naciones que los rodeaban, los israelitas no comprendieron que estaban colocando un obstáculo más en los planes de su Rey celestial. Por ser entes morales libres, estaban limitando a Dios mediante su elección (Sal. 78: 41), y al hacer eso estaban sembrando las semillas de egoísmo y rebelión. La funesta cosecha era inevitable. Sin embargo, Dios en su misericordia y longanimidad nunca los abandonó.
22.
El bagaje.
Literalmente, "las cosas". Es decir, las provisiones acopiadas para la reunión especial.
24.
Al que ha elegido Jehová.
Muchos formulan la pregunta: ¿Por qué eligió Dios a Saúl como rey sabiendo muy bien cómo sería su vida? El contexto revela que los israelitas querían a un hombre de personalidad dominante que les sirviera como un poderoso caudillo en la guerra (cap. 8: 19, 20). Dios lo eligió en armonía con el deseo de ellos para demostrarles: (1) que no limitaba su libertad de elección, (2) que a pesar de su necia preferencia, el Señor limitaría las malas influencias provenientes de la monarquía, (3) que debían aprender por experiencia que lo que se siembra, eso también se cosecha y (4) que la desviación nacional de la senda elegida por Dios no impedía que los individuos, dentro de esa nación, vivieran en armonía con la voluntad divina y recibieran la bendición celestial.
27.
Algunos perversos.
No podía menos de esperarse que Saúl, miembro de la más pequeña de las tribus de Israel, encontrara dos clases de individuos: unos "cuyos corazones Dios había tocado" (vers. 26) y que parecían dispuestos a seguir la dirección de Dios, y otros -incluyendo quizá a algunos de los mismos ancianos que habían venido de Judá, la tribu más grande, para pedir un rey- que pensaban que habían sido menospreciados y por lo tanto rehusaron ser leales (ver PP 663). La misma situación se planteó cuando Dios ordenó a Moisés que sustituyera a los primogénitos de todas las tribus con los levitas, restringiendo así el cargo sacerdotal a los hijos de Aarón. En aquella ocasión, Coré y 250 de los príncipes de Israel rehusaron obedecer a Dios y acusaron a Moisés de colocar a su propia familia en el cargo. El mismo hecho de que Saúl soportara tan pacientemente este rechazo de su autoridad y no hiciera ningún esfuerzo para mantener su derecho al trono por la fuerza, es la mejor evidencia de que Dios le había tocado el corazón y le estaba impartiendo la sabiduría requerida para la realeza.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-27 PP 661-664
1- 11 PP 661
5, 6 CM 285
8 PP 670, 679
10 PP 674, 690
17, 20-25, 27 PP 663 498


1 SAMUEL CAPÍTULO 11 - AUDIO
1 Nahas amenaza a los de Jabes de Galaad. 4 Ellos envían mensajeros y son librados por Saúl. 12 Saúl es confirmado y hecho rey públicamente.

1 DESPUES subió Nahas amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos.
2 Y Nahas amonita les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros, que a cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel.
3 Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete días, para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel; y si no hay nadie que nos defienda, saldremos a ti.
4 Llegando los mensajeros a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras en oídos del pueblo; y todo el pueblo alzó su voz y lloró.
5 Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes; y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo, que llora? Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes.
6 Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder; y él se encendió en ira en gran manera.
7 Y tomando un par de bueyes, los cortó en trozos y los envió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Así se hará con los bueyes del que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel. Y cayó temor de Jehová sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre.
8 Y los contó en Bezec; y fueron los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Judá.
9 Y respondieron a Ios mensajeros que habían venido: Así diréis a los de Jabes de Galaad: Mañana al calentar el sol, seréis librados. Y vinieron los mensajeros y lo anunciaron a los de Jabes, los cuales se alegraron.
10 Y los de Jabes dijeron a los enemigos: Mañana saldremos a vosotros, para que hagáis con nosotros todo lo que bien os pareciere.
11 Aconteció que al día siguiente dispuso Saúl al pueblo en tres compañías, y entraron en medio del campamento a la vigilia de la mañana, e hirieron a los amonitas hasta que el día calentó; y los que quedaron fueron dispersos, de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos.
12 El pueblo entonces dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: ¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres, y los mataremos.
13 Y Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy Jehová ha dado salvación en Israel.
14 Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos a Gilgal para que renovemos allí el reino.
15 Y fue todo el pueblo a Gilgal, e invistieron allí a Saúl por rey delante de Jehová en Gilgal. Y sacrificaron allí ofrendas de paz delante de Jehová, y se alegraron mucho allí Saúl y todos los de Israel.
1.
Nahas amonita.
El nombre Nahas es la palabra qtie en hebreo significa "serpiente". Abundaban los adornos en forma de serpientes en los templos paganos de Palestina. A los hijos de Israel les pareció conveniente preservar la serpiente de bronce después de lo que les pasó con los reptiles venenosos en el desierto de Zin cuando salieron de Cades (Núm. 20: 1; 21: 59; cf. 2 Rey. 18: 4). Viendo la importancia que se daba a las serpientes en las religiones de todos sus vecinos, no mucho tiempo después los israelitas también comenzaron a venerar la serpiente que pensaban que los había salvado en el desierto (cf. Eze. 8: 7-12). Posteriormente, en los días de Ezequías, fue destruida la serpiente de bronce debido a ese culto (2 Rey. 18: 4). Puesto que los nombres personales con frecuencia eran formados con los de diversas deidades, es evidente que a Nahas se le dio un nombre que implicaba ciertas características de la serpiente, tales como sabiduría, astucia y maña. 499
Jabes de Galaad.
Mejor "Yabés" (BJ). Hasta hace algún tiempo, los eruditos creían que este pueblo estuvo en las colinas que dominan el Wadi Y~bis (Jabes) a unos 11,5 km al este del río Jordán. Pero esta distancia habría sido demasiado grande para que los hombres de Jabes de Galaad llevaran los cuerpos de Saúl y de Jonatán la misma noche en que sacaron los cadáveres decapitados y empalados de esos personajes del muro de la ciudad de Betseán (cap. 31: 11-13). El arqueólogo Nelson Glueck encontró varias pruebas muy claras que lo llevaron a identificar a Jabes de Galaad con los actuales montículos de Tell el-Meqbereh y Tell Abã Kharaz, que están a casi tres kilometros al este del Jordán, y que dominan el río Yabis después de que éste emerge de su profundo barranco en las colinas de Galaad y corre hacia el oeste hasta unirse con el Jordán (The River Jordan [El río Jordán, págs. 159-167). Esta ciudad había sido el hogar de las 400 doncellas cuyos padres fueron muertos porque no participaron en la guerra civil contra Benjamín, y que fueron dadas como esposas al residuo de esa tribu después de su extinción casi total (Juec. 21: 8- 14).
Muchos años antes de Nahas, Israel había estado sometido a los amonitas durante 18 años. Habría sido natural que los amonitas, resentidos todavía por su derrota a manos de Jefté, hubieran estado aguardando una oportunidad para recuperar el dominio de Galaad. Los gaditas y la media tribu de Manasés disponían de fértiles tierras regadas por los ríos Jaboc, Yabis y Yarmuk. Debido a que por su ubicación elevada no se veían afectados por el calor del desierto, sus viñedos y excelentes campos de pastoreo provocaban la envidia de los moradores de los desiertos orientales. Jabes de Galaad había resurgido de la ruina de días previos, pero probablemente sus habitantes no habían olvidado el brutal castigo que sufrieron después del asunto de Benjamín. Pero más fuerte que la enemistad entre los hombres de Jabes de Galaad y sus propios parientes, estaba el odio que sentían los amonitas contra todo Israel como resultado de la derrota que les infligió Jefté.
2.
Afrenta sobre todo Israel.
Indudablemente Nahas no sabía que Israel deseaba una cohesión más estrecha de las tribus bajo el gobierno de un rey. Si los hombres de Jabes de Galaad conocían el plan -y todas las tribus estuvieron representadas cuando fue elegido Saúl en Mizpa (cap. 10: 17)-, pareciera que le dieron poca importancia. El proceder de Jabes de Galaad da una idea de la desorganización de la nación, no tanto debido a que necesitaba un rey sino porque había rechazado el plan del Señor. El egoísmo había aumentado hasta el punto de que cualquier solución ofrecida por Dios no iba a resultar aceptable para la nación en su conjunto (ver cap. 10: 27). Nahas no tenía una inquina especial contra los ancianos de Jabes más que contra el resto de Israel. Su propósito era demostrar su desprecio por todos los israelitas lesionando a algunos de ellos. De la misma manera el adversario de las almas provoca sufrimientos a alguna alma perdida, y luego se las ingenia para que sean despreciadas las huestes de los cielos pretendiendo que ese castigo es el resultado natural de servir a Dios.
3.
Enviemos mensajeros.
Parecería que desde que Israel estuvo sometido a servidumbre por los amonitas, Jabes había tenido poca relación aun con las tribus cercanas, tales como Isacar, Efraín y Benjamín. La ciudad no estaba a más de unos 50 km de Silo, y el ministerio de Samuel parece haber estado limitado mayormente a Efraín, Benjamín y Judá. ¿Podría haber sido que los hombres de Jabes de Galaad por tanto tiempo habían fomentado su inquina contra las otras tribus que no sabían que Samuel era juez? Hasta parece que nada sabían del nombramiento de Saúl. Quizá no habían tomado parte en la campaña contra los filisteos; más bien se habían incluido sin estar dispuestos a participar de sus responsabilidades tribales. Ni siquiera estaban seguros de que las tribus darían alguna respuesta a su súplica. En su aguda desesperación virtualmente reconocieron sus faltas y se entregaron a la misericordia de sus compatriotas israelitas, a quienes habían desatendido en lo pasado.
5.
Tras los bueyes.
Es evidente que Saúl había estado arando y regresaba con sus bueyes al anochecer. Josefo piensa que esto sucedió por lo menos un mes después de su nombramiento (Antigüedades vi. 5. 1). Puesto que su elección no resultó agradable para muchos, es indudable que volvió a su hogar para esperar las instrucciones del profeta que lo había ungido. ¿Qué habría sucedido si Nahas hubiera sitiado a Jabes antes de que Saúl fuera constituido como rey? ¿Y podía haber algo más esencial para el nuevo rey que tener 500 la ocasión de demostrar lo que valía, ante los descontentos que rehusaban reconocerlo como rey? El hombre y el acontecimiento se complementaban mutuamente. No tenemos nada que temer, a menos que olvidemos cómo ha guiado Dios a su pueblo en lo pasado. Esta experiencia asegura a cada humilde cristiano que es imposible que se halle en una situación para la cual Dios ya no haya provisto abundantes recursos.
6.
Vino sobre él con poder.
Esta expresión es la misma que se emplea para describir la experiencia de Saúl cuando volvía a su casa después de su ungimiento (cap. 10: 6, 10). Acerca del llamamiento de Gedeón, el registro dice literalmente que "el Espíritu de Jehová se vistió con Gedeón" (Juec. 6: 34). Así como Josué recibió la instrucción de acudir en ayuda de los gabaonitas -cuando los cinco reyes del sur de Canaán procuraban castigarlos por haber celebrado un tratado con los hijos de Israel- así también, sin tomar en cuenta el pasado, cuando Jabes necesitó ayuda ante el ataque de un enemigo, el Espíritu de Dios demostró que ya estaba en marcha la respuesta a su oración en procura de ayuda. ¡Gracias a Dios porque tiene mil formas para librarnos de cada dificultad que se nos presenta!
7.
Un par de bueyes.
Quizá la misma yunta con que había estado arando. ¡Cuán cercanos están los instrumentos con los que siempre Dios demuestra su poder! Moisés no necesitó los caballos y carros de Egipto. Su cayado de pastor se convirtió en la "vara de Dios". Gedeón no necesitó las lanzas de hierro indispensables para los filisteos. Fueron mejores unos pocos cántaros de arcilla y unas teas. Saúl no pidió un equipo especial. Sacrificando sus propios bueyes, convenció a Israel de su buena voluntad para gastarse y ser gastado a favor del Señor. Resultaron contagiosas su energía e ingeniosidad, "y cayó temor de Jehová sobre el pueblo". Una vez más demostró la realidad de que, regido por el Espíritu, sería guiado para hacer lo correcto en el tiempo debido. El yo fue completamente olvidado. Las críticas de los "perversos", que probablemente habían ocupado un lugar importante en el pensamiento de Saúl durante el último mes o algo más, se desvanecieron en la insignificancia. Bajo ese nuevo poder -extraño para él- Saúl sintió que aumentaba su valor. Confiado en el éxito, sin vacilar se puso del lado de Samuel para proporcionar protección a una ciudad acosada.
8.
Bezec.
Bezec, el lugar de reunión de los ejércitos de las diversas tribus, está a unos 20,4 km al noreste de Siquem en el camino a Bet-seán, y a unos 16 km al suroeste de Jabes de Galaad. No quedaba demasiado lejos para las tribus del norte, pero está a unos 67,6 km al norte de Jerusalén. De modo que resultaba imposible que muchos de la tribu de Judá se reunieran allí dentro del tiempo dado. Desde Bezec, a más de 300 m sobre el nivel del mar, los ejércitos podían descender a lo largo del Wadi el-Khashneh hasta el Jordán, que en ese punto está a cerca de 300 m bajo el nivel del mar. Vadeando ese arroyo podían llegar a la ciudad, a un par de kilómetros más hacia el este. Esta reunión de hombres armados pudo realizarse dentro de un período de seis días, y marchando desde Bezec durante la noche, Saúl pudo llegar a Jabes temprano por la mañana del séptimo día. A la mañana del sexto día el ejército con que contaba Saúl resultó suficiente para asegurar a los ancianos de Jabes que recibirían ayuda a tiempo.
11.
A la vigilia de la mañana.
Entre los antiguos hebreos la noche estaba dividida en tres vigilias militares. La primera vigilia se menciona en Lam. 2: 19. Gedeón y sus hombres cayeron sobre los madianitas "al principio de la guardia [vigilia] de la medianoche" (Juec. 7: 19). En ocasión de la tercera, o "vigilia de la mañana", fue cuando Moisés extendió su vara y las aguas del mar Rojo, volviendo a su cauce, cubrieron a los egipcios perseguidores (Exo. 14: 24-27). Después de marchar toda la noche, Saúl y sus tres divisiones cayeron sobre los desprevenidos amonitas durante la vigilia de la mañana -justamente antes del amanecer- y se riñó la batalla hasta el mediodía. La derrota fue completa: no quedaron dos enemigos juntos.
Muchas de las liberaciones providenciales de Dios se han producido en ese momento del día. David puede haber estado pensando en la liberación del mar Rojo cuando cantó: "Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría" (Sal. 30: 5). A semejanza de las palabras del guarda que respondió: "La mañana viene, y después la noche" (Isa. 21: 12), la mañana trajo gozo a los ancianos de Jabes, pero la noche fue de ruina para Nahas y sus seguidores. La destrucción que tramaba para los hombres de la ciudad sitiada se volvió 501 sobre su propia cabeza y en medida doble.
Fue en el momento de la vigilia matutina cuando dijo el adversario de Jacob: "Déjame, porque raya el alba" (Gén. 32: 26). El despuntar de un nuevo día trajo consigo consuelo y seguridad. Fue en la vigilia de la mañana (la cuarta vigilia, tal como se computaba en los días de los romanos) cuando Jesús llegó hasta la barca zarandeada por la tormenta en el mar de Galilea, y tranquilizó el corazón de los discípulos turbados con dudas en cuanto a su mesianismo (ver com. Mat. 14: 25). Fue en la vigilia de la mañana cuando el cielo envió el poderoso ángel con fulmínea velocidad hasta la tumba que estaba fuera de las puertas de Jerusalén, para que derribara la guardia de soldados y exclamara: "Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama" (DTG 725, 726).
Saúl no se detuvo a preguntar por qué los ancianos de Jabes no respondieron a la invitación de Samuel cuando se iba a nombrar un rey. No preguntó en cuanto a su pasado, cualquiera que hubiera sido. Estaban en necesidad, y el Espíritu Santo se posesionó de él para llevarles ayuda. Dios se interesa mucho más en nuestra reacción después de que reconocemos los errores, que en los errores en sí. Por su comportamiento posterior, los hombres de Jabes demostraron que habían experimentado un genuino cambio de corazón (1 Crón. 10: 11, 12).
12.
Dijo a Samuel.
Esto, junto con la declaración de Saúl del vers. 7, indica que el profeta fue con Saúl por lo menos hasta Bezec y ayudó en la planificación de la campaña. Quizá los ejércitos volvieron a Bezec antes de disgregarse, muy alborozados por su victoria y listos para castigar a cualquiera que se hubiera opuesto al ungimiento de Saúl. Su proceder como militar, manifestado durante esos pocos días, fue para ellos una confirmación mayor de su título que su elección por sorteo (cap. 10: 19-21) o cuando lo ungió Samuel (cap. 10: 1).
13.
Y Saúl dijo.
Sin esperar la respuesta de Samuel, Saúl dio otra prueba de que se había transformado en otro hombre cuando dijo que la victoria era de Jehová, y que no debía matarse a nadie. Si debido a acontecimientos recientes un enemigo podía transformarse en un amigo, sería mayor la ventaja que si era muerto. Exactamente el mismo Espíritu que habló mediante Saúl fue el que habló mediante Cristo, en su Sermón del Monte, cuando dijo: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mat. 5: 44).
15.
Gilgal.
Su ubicación es incierta. La tradición moderna favorece en-Nitla, a 4,8 km al suroeste de la Jericó del AT; pero es más probable que sea Khirbet el-Mefjer, a 2 km al noreste. De acuerdo con Jos. 15: 7 estaba al norte del valle de Acor y, por lo tanto, en el territorio que pertenecía a Benjamín. Allí estuvo el cuartel general de Israel durante todo el período de seis años de guerra por la posesión de Palestina, pero una vez que fue sometido el país, el tabernáculo fue trasladado a Silo (Jos. 18: 1). Sin embargo, todavía se consideraba a Gilgal como el lugar más sagrado. Samuel lo visitaba en su gira anual (1 Sam. 7: 16). Era un sitio especialmente frecuentado para ofrecer sacrificios (cap. 13: 8; 15: 21; etc.). Es evidente que más tarde se convirtió en un centro de idolatría (ver pág. 848).
En este lugar, tan saturado con los recuerdos del milagroso proceder de Dios, Samuel convocó a los hijos de Israel para renovar el reino. Sin duda, allí volvió a recordarles el amoroso cuidado y la paciente longanimidad de un Padre celestial durante los siglos pasados. Habría sido mucho mejor si hubieran estado satisfechos con el plan de gobierno original de Dios; pero, ya que deseaban un reino, Dios prometió conceder su Espíritu al nuevo rey como lo había hecho con los jueces. Aunque lo habían rechazado, tenían un abundante testimonio de que Dios todavía estaría con ellos. Al establecer una monarquía hereditaria, los israelitas estaban abriendo las puertas a muchos problemas y peligros que no habrían encontrado si hubieran estado regidos por los jueces. Pero por medio de Samuel Dios afirmó su amor y afecto eternos, y prometió rodearlos con la misma solícita protección de que habían disfrutado en los siglos pasados.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-15 PP 664, 665, 772
1-8 PP 664
9-15 PP 665 502


1 SAMUEL CAPÍTULO 12 - AUDIO
1 Samuel habla de su integridad. 6 Reprocha al pueblo su ingratitud. 16 Atemoriza al pueblo con truenos y lluvia en tiempo de cosecha. 20 Consuela al pueblo en la misericordia de Dios.

1 DIJO Samuel a todo Israel: He aquí, yo he oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto rey.
2 Ahora, pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día.
3 Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré.
4 Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre.
5 Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mi mano. Y ellos respondieron: Así es.
6 Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová que designó a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto, es testigo.
7 Ahora, pues, aguardad, y contenderé con vosotros delante de Jehová acerca de todos los hechos de salvación que Jehová ha hecho con vosotros y con vuestros padres.
8 Cuando Jacob hubo entrado en Egipto, y vuestros padres clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar.
9 Y olvidaron a Jehová su Dios, y él los vendió en mano de Sísara jefe del ejército de Hazor, y en mano de los filisteos, y en mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra.
10 Y ellos clamaron a Jehová, y dijeron: Hemos pecado, porque hemos dejado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos, Pues, ahora de mano de nuestros enemigos, y te serviremos.
11 Entonces Jehová envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os libró de mano de vuestros enemigos en derredor, y habitasteis seguros.
12 Y habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un rey; siendo así que Jehová vuestro Dios era vuestro rey.
13 Ahora, pues, he aquí el rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto rey sobre vosotros.
14 Si temiereis a Jehová y le sirvierais, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios, haréis bien.
15 Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres.
16 Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa que Jehová hará delante de vuestros ojos.
17 ¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo para vosotros rey.
18 Y Samuel clamó a Jehová, y Jehová dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo tuvo gran temor de Jehová y de Samuel.
19 Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.
20 Y Samuel respondió al pueblo: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón.
21 No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades.
22 Pues Jehová no desamparará a su pueblo, 503 por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.
23 Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.
24 Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.
25 Mas si perseverarais en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.
1.
He oído.
El reino de Dios se basa en el principio de la libre elección. El hecho de que Dios conozca el fin desde el principio en ninguna forma limita al hombre para que tome sus propias decisiones (ver Ed 174). Antes de que los israelitas entraran en Palestina, Dios les reveló que llegaría el tiempo cuando pedirían un rey (Deut. 17: 14). Al hacer esa revelación, no les expresó cuál era su voluntad en el asunto. Tan sólo desplegó ante ellos la forma en que se desarrollarían los acontecimientos.
En todo cuanto me habéis dicho.
Dios les había dado un rey que correspondía con los ideales de ellos -por lo menos en lo que concernía a la apariencia- y que también parecía estar a la altura de las normas espirituales deseadas por Dios. Durante los últimos meses Saúl había demostrado que estaba poseído por el Espíritu de Dios. Era apacible en su proceder, paciente con sus enemigos, humilde delante del Señor, obediente a los consejos del profeta, enérgico para la guerra, decisivo en las emergencias y se destacaba por su abnegación.
Os he puesto rey.
Si el Señor hubiese permitido elecciones en Israel, las aspiraciones políticas de las tribus más grandes sin duda habrían producido confusión y una amarga división. Al echar suertes, fue tomado uno de la tribu más pequeña. Israel debía comprender su continua necesidad de la dirección divina. Aunque los israelitas ahora tenían un rey de acuerdo con su deseo, debían recordar que no se puede progresar con ejército ni con fuerza, sino con el Espíritu de Dios (ver Zac. 4: 6). Deberían haber estado dispuestos a seguir a su juez -Samuel- que los había conducido a través de más de una crisis durante las décadas de su ministerio. Pero una vez que su decisión en favor de una forma monárquica de gobierno había sido confirmada irrevocablemente, Samuel procuró que comprendieran que un dirigente no puede ir más a prisa de lo que los suyos están dispuestos a acompañarlo, y que las acciones del caudillo deben estar condicionadas por la elección voluntaria del pueblo. Aunque se daba cuenta de que había indecibles peligros por delante, no guardó resentimiento para con ellos, ni en forma alguna los abandonó para que siguieran sus propias inclinaciones.
3.
Aquí estoy.
El anciano profeta no era egocéntrico. Procuró que los israelitas -entonces muy excitados como resultado de sus últimas victorias y felices por el nombramiento de un rey- tranquilamente hicieran memoria de la forma en que Dios los había tratado en lo pasado y que examinaran las perspectivas del futuro. En la monarquía recién establecida no se necesitarían más los servicios de Samuel como juez. El rey se rodearía de hombres de guerra (cap. 14: 52) y la influencia moral de Samuel sería sobrepujada por la fuerza física de las órdenes de Saúl. Con todo, Samuel todavía podía ser el portavoz de Dios y podía ser aún el canal por cuyo medio el Espíritu de Dios dirigiría a su pueblo.
Fue un tiempo de aguda crisis para Samuel, quien comprendió que en gran medida la eficacia convincente del mensaje que estaba por presentar dependía de su propia integridad de carácter. A no ser por esto, su consejo sería poco eficaz. Los israelitas lo conocían desde su nacimiento; sabían de su obra como profeta; eran testigos de su conducta como juez y profeta; conocían su carácter ejemplar; estaban familiarizados con la justicia y equidad de sus decisiones judiciales; les era fácil admitir que nunca se había enriquecido con su cargo; estaban convencidos de que su único propósito en la vida era poner en práctica las órdenes de Dios para el bienestar de ellos.
La vida de Samuel muestra claramente que el carácter, como una planta, crece gradualmente. Sus facultades habían sido regidas desde la niñez por un espíritu de consagración. Así como la savia proporciona los elementos para el crecimiento de la planta, también el Espíritu de Dios se convirtió en una 504 fuerza interior, silenciosa, que se difundía por todos sus pensamientos, sentimientos y acciones, hasta que todos los hombres pudieron ver que su vida seguía las pautas divinas. El carácter simétrico de Samuel era el resultado del cumplimiento de sus deberes, realizados bajo la dirección del Espíritu Santo. Así es hoy día: "En todos los que se sometan a su poder, el Espíritu de Dios consumirá el pecado" (DTG 82). Es tan plenamente posible ser un Samuel hoy en día como lo fue mil años antes de Cristo.
6.
Jehová.
Este Jehová a quien todos ellos habían invocado como testigo, "designó" -literalmente "hizo"- a Moisés y a Aarón, los protegió de la venganza de Faraón y los sacó de la casa de servidumbre. Sin embargo, al pedir un rey querían decir que Dios no podía protegerlos de los estragos de las bandas merodeadoras de las naciones circunvecinas, aun cuando estaban establecidos en sus propias ciudades y no eran más esclavos.
9.
Olvidaron a Jehová.
Rodeados por idólatras, como habían estado en Egipto, y viviendo ahora entre naciones que practicaban las formas más degradantes de culto, les resultó difícil a los israelitas ser el pueblo peculiar de Dios y dar testimonio con su vida de una forma mejor de hacer frente a los intrincados problemas de la vida. Las formas de culto estaban entonces tan firmemente establecidas como lo están hoy las modas de vestir. Se necesitaba mucho valor para resistir la marea de la opinión pública, y pocos estaban dispuestos a intentarlo. Mucho antes de la migración de Israel a Egipto, Lot creyó que él y su familia podrían vivir en Sodoma sin sentir la influencia de las costumbres allí prevalecientes. Tristes fueron los resultados de su decisión. Dios prohibió a Israel que hiciera alianza alguna con los idólatras autóctonos de esas tierras. Pero, cansados de guerrear, los israelitas pensaron que era mejor que se relacionaran íntimamente con los cananeos. Tristes fueron las opresiones resultantes de Eglón, rey de Moab (Juec. 3: 12-14), de Sísara, capitán de las huestes de Jabín (Juec. 4: 2), de los filisteos (Juec. 13: 1) y de otros.
10.
Clamaron.
Esta súplica consta de dos partes: (1) una confesión de haberse desviado al no seguir a su Guía, y (2) un pedido de liberación acompañado por la promesa de servir a Dios fielmente de entonces en adelante. Pero parece que el ser humano siempre será incapaz de aprender por la experiencia ajena. Sigue sus propias inclinaciones hasta que casi es demasiado tarde y finalmente, con profunda desesperación, admite su propia necesidad de ayuda exterior. Piensa que ha aprendido su lección y que nunca volverá a caer.
Por ejemplo, Salomón entró en el laboratorio de la vida y probó toda forma concebible de felicidad. Pero en cada experimento sólo halló vanidad y aflicción de espíritu (Ecl. 1: 14, 17; 2: 11, 15, 17, 23, 26; etc.). Finalmente llegó a la conclusión de que el temor de Jehová y la obediencia a sus mandamientos constituyen el todo del hombre (Ecl. 12: 13). Pero aun con ejemplos tales delante de sí, los hombres pronto olvidan las conclusiones del sabio hasta que han recorrido el camino por sí mismos y han comprobado bien que uno cosechará con seguridad lo que siembra.
11.
Jerobaal.
Otro nombre de Gedeón que recuerda la ocasión cuando derribó el altar de Baal (ver Juec. 6: 25-32).
Barac.
"Bedán" (RVA). No hay ningún juez que lleve el nombre de "Bedán". En la LXX y en la versión Siriaca se lee "Barac". La letra hebrea d se parece mucho a la letra r, y la n a la k (ver com. Gén. 10: 4; 25: 15). Otros identifican a "Bedán" con "Abdón" (ver Juec. 12: 13, 15) debido al parecido entre estos dos nombres en hebreo, mayor que el que hay entre "Bedán" y "Barac".
Jefté.
El paladín de Israel cuando los hijos de Amón intentaron recuperar la tierra de Galaad (Juec. 11). Jefté dijo a los amonitas que él confiaba en el poder de Dios para proteger a Israel en su posesión de la tierra (Juec. 11: 24), y su victoria sobre ellos fue tan completa como lo fue más tarde la de Saúl.
Samuel.
En la Siriaca y en la LXX revisada por Luciano se lee "Sansón" en vez de "Samuel", quizá porque se pensó que Samuel habría sido demasiado modesto para mencionar su propio nombre. Otros eruditos piensan que el nombre "Samuel" fue insertado en el margen por un escriba posterior y que finalmente fue admitido en el texto. Pero mientras que el nombre hebreo "Barac" fácilmente podría confundirse con "Bedán", o más posiblemente "Abdón" por "Bedán" debido a la semejanza de las letras, el nombre "Sansón" nunca podría confundirse con "Samuel" por causa de la diferencia de las letras. 505
14.
Si temiereis a Jehová.
Fuera de sí de gozo por su victoria, los israelitas habían coronado a Saúl como rey sin pensar ni en el futuro ni en el liderazgo protector de Dios en el pasado. Al igual que Adán, quien por su libre elección había escogido una forma de vida contraria a la voluntad divina, también ahora la decisión de Israel fue tal que afectó la vida futura de toda la nación. Sin embargo, Dios aseguró su dirección divina a las huestes de Israel si reconocían su dependencia de él, aceptaban su consejo y seguían sus órdenes.
15.
Si no oyereis.
Israel se había rebelado contra Dios al pedir un rey. Con frecuencia se había rebelado en lo pasado. Sin embargo, cada vez que clamó al Señor, había recibido ayuda.
La mano de Jehová.
No podían decir que la mano de Dios había estado contra ellos. Los había protegido y salvado repetidas veces aunque, por su egoísmo y necedad, vez tras vez se habían apartado de él. Dios procuró inducirles a responder voluntariamente a su amor como individuos. ¿En qué otra forma podían aprender que ninguna nación puede ser salvada como nación, sino que cada individuo debe decidir por sí mismo sin tomar en cuenta su ambiente?
17.
Truenos y lluvias.
Dios no podía dar a Israel una evidencia más impresionante que la señal de la lluvia en tiempo de la cosecha. Sería algo sorprendente una lluvia en primavera: el tiempo de la cosecha. En Palestina, las lluvias primaverales normalmente cesan antes del tiempo de la pascua, e inmediatamente se inicia la estación seca. La lluvia vuelve en el otoño antes de la siembra del trigo y la cebada.
Para que conozcáis.
Debían conocer dos cosas: (1) que habían pecado delante del Señor al demandar un rey, y (2) que Dios los amaba y nunca los abandonaría. Ese día añadieron otro recordativo a las muchas pruebas que ya habían recibido: que el hijo pródigo que vuelve al hogar recibe la más cordial bienvenida de parte de su Padre.
20.
Con todo vuestro corazón.
El servicio para Dios es una esclavitud voluntaria que emana del amor. Por causa del amor, el hombre hará lo que no haría de otra manera. Samuel amaba al Señor, y su servicio era el de un esclavo que se deleitaba en estar con su amo. Cuando el pueblo observaba una comunión tal entre Samuel y el Señor, tendía a crearse el deseo de experimentar lo mismo.
21.
No os apartéis.
El verdadero amor no es estático; es progresivo. Dios estuvo listo para revelar su amor permanente para Israel. Le dolía ver que los israelitas se volvían egoístas y lo olvidaban. Es constante el amor de Dios para el hombre y lo invita a que retribuya ese amor en la forma de un servicio consagrado.
23.
Os instruiré.
Samuel aseguró a los israelitas que no les tenía mala voluntad debido a la elección que habían hecho, y que dedicaría su vida para seguirlos instruyendo en las cosas de Dios. Aunque no tendría la responsabilidad del gobierno ahora que ellos habían elegido un rey, como profeta todavía sería el representante de Dios para ellos. Samuel comprendía los peligros del futuro. Sabía que era imposible que el ser humano hiciera lo correcto sin ser guiado por el Espíritu de Dios. Comenzaba a darse cuenta de que sus responsabilidades como profeta probablemente serían aún mayores que en el pasado; sin embargo, estaba resuelto a que nadie jamás pudiera señalarlo con el dedo para dirigirle el posible reproche de que no había estado cerca de Israel a través de todas las vicisitudes de la vida. Como juez, había sido leal a los israelitas; y ahora que lo habían rebajado de categoría, por así decirlo, iba a demostrarles que su amor para ellos no había cambiado como tampoco el amor de Dios.
24.
Considerad.
Una de las cosas que más necesitan los hombres hoy día es darse tiempo para la meditación en la infinita bondad de Dios y en las pruebas de su cuidado y conducción.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-25 PP 666-668
1-4, 11 PP 666
12 PP 667
13 PP 689
16-25 PP 667
19 CC 38; 5T 641 506


1 SAMUEL CAPÍTULO 13 - AUDIO
1 El ejército escogido de Saúl. 3 Llama a los hebreos a Gilgal para que luchen contra los filisteos, cuya guarnición Jonatán ha destruido. 5 El gran ejército de los filisteos. 6 Aflicción de los israelitas. 8 Saúl se cansa de esperar a Samuel y ofrece un sacrificio. 11 Samuel lo reprocha. 17 Los tres escuadrones de merodeadores filisteos. 19 Los filisteos no dejan herrero en Israel

1 HABÍA ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel,
2 escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas.
3 Y Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo el país, diciendo: Oigan los hebreos.
4 Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho abominable a los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal.
5 Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén.
6 Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se encendieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas.
7 Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando.
8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.
9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto.
10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle.
11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas,
12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.
13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.
14 Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.
15 Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín. Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres.
16 Saúl, pues, y Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de Benjamín; pero los filisteos habían acampado en Micmas.
17 Y salieron merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual,
18 otro escuadrón marchaba hacia Bethorón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que mira al valle de Zeboim, hacia el desierto.
19 Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza.
20 Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz.
21 Y el precio era un pim por las rejas de 507 arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas.
22 Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían.
23 Y la guarnición de los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas.
1.
Había ya reinado Saúl un año.
El significado de este pasaje de las Escrituras no es claro, como lo reconocen todos los traductores y comentadores. La BJ comienza este versículo con puntos suspensivos acompañados de un asterisco. En la nota de pie de página correspondiente al asterisco se lee: "El hebr. se traduciría: 'Saúl tenía un año cuando llegó a ser rey y reinó dos años sobre Israel', lo cual es absurdo". (Acerca de la forma de expresar la edad en hebreo, véase el t. I, págs. 190, 191; también com. Gén. 5: 32.) Desde los días de las primeras versiones de la Biblia, este texto ha sido un enigma para los traductores. En los primeros ejemplares de la LXX se eludió la dificultad omitiendo todo el versículo. Los targumes lo parafraseaban de esta manera: "Saúl era tan inocente como un niño de un año cuando comenzó a reinar". La Siriaca lo presenta así: "Cuando Saúl había reinado uno o dos años". Al igual que las traducciones anteriores del texto, la de la RVR es una paráfrasis que no nos da el hebreo como lo tenemos hoy en día, sino lo que los traductores pensaron que había sido el texto original hebreo. La RSV recurre a dos omisiones: "Saúl tenía ... años de edad cuando comenzó a reinar; y reinó ... y dos años sobre Israel".
Algunos comentadores están de acuerdo en que sin duda éste es un ejemplo de una omisión producida en el proceso de las copias, aunque nadie puede decir en qué tiempo de la transmisión del texto pudo haber ocurrido esa omisión (ver t. I pág. 16). Si el texto hebreo existente es el resultado de una omisión, resalta como evidencia del cuidado y minuciosidad de los copistas posteriores mientras se dedicaban a su tarea de producir nuevos manuscritos, pues no introdujeron ninguna modificación en el texto mismo sino que lo dejaron como lo encontraron, aunque su significado era oscuro.
Poco se ganará haciendo conjeturas. Sin embargo, podría darse una explicación provisional. La forma de la declaración que estamos considerando corresponde con exactitud con la fórmula usada comúnmente por los escritores bíblicos al dar la edad de un rey cuando comenzó a reinar y la duración de su reinado. La fórmula correspondiente para David aparece en 2 Sam. 5: 4 (ver también 2 Rey. 2 1: 1; 24: 8, 18; etc.). Si se hubiera incurrido en omisiones similares a las que parece haber en 1 Sam. 13: 1 en un texto de la misma naturaleza como 2 Rey. 21: 1, leeríamos: "De ... años era Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén ... y cinco años". Los dos pasajes son idénticos en su construcción básica. La inserción de una cifra para la edad de Saúl cuando llegó a ser rey y otra para la duración de su reinado haría la declaración paralela con las declaraciones correspondientes a David y a otros reyes. "Tenía Saúl, cuando alcanzó el reino, ... años, y reinó sobre Israel... y dos años" (BC). En el texto original la palabra "... dos" podría haber sido "cuarenta" (ver Hech. 13: 21). El texto hebreo de 1 Sam. 13: 1 tal como está ahora implica que originalmente constituyó una declaración de la edad de Saúl y de la duración de su reinado. Si no es así, entonces Saúl es el único rey hebreo del cual no se hace una declaración tal en el AT.
De acuerdo con otra explicación, 1 Sam. 13: 1 debería entenderse: "Saúl reinó un año; y reinó dos años sobre Israel". Es decir, había completado el primer año de su reinado (ver pág. 141) y estaba en el segundo año cuando ocurrieron los acontecimientos de este capítulo. Sin embargo, debe admitirse que interpretar el hebreo de 1 Sam. 13: 1 como para que signifique que los acontecimientos del cap. 13 ocurrieron en el segundo año de Saúl es antinatural, y constituye una construcción sin ningún caso paralelo exacto en el registro bíblico de los reyes.
El pasaje podría entenderse como que significa razonablemente que Saúl intentó someter a los filisteos en su segundo año, aunque el primer ataque verdadero -el de Jonatán, aquí registrado- ocurrió algún tiempo después. Así entendido, hay armonía con la traducción y la primera interpretación aquí 508
LA BATALLA DE MICMAS
509 mencionada para 1 Sam. 13: 1. Si se llega a la conclusión de que el comentario de PP 669 está influido por la interpretación de la KJV de este versículo,* podría hacerse notar que la declaración misma puede entenderse como que se refiere a la primera tentativa de Saúl. Pero no importa cuál sea la traducción o interpretación que se dé a este pasaje, todavía quedamos perplejos en cuanto a lo que decía el texto original. Sin embargo, en éste como en otros casos de textos difíciles y oscuros, no está implicada ninguna cuestión de doctrina y, por lo tanto, de salvación.
2.
Gabaa.
Gabaa se identifica ahora generalmente con Tell el-F»l, un punto resaltante en la cumbre de la cadena central de montañas, y 5,6 km al norte de Jerusalén. Han sido excavadas las ruinas de lo que se cree que fue la capital fortificada de Saúl (ver t. I, pág. 131).
3.
La guarnición.
Heb. netsib, "columna", "prefecto", "diputado", "guarnición" o "puesto". Generalmente los comentadores han creído que el significado "prefecto" o "gobernador" debiera aplicarse aquí por estar más en armonía con el contexto (sin embargo, ver PP 669). En Gén. 19: 26 netsib se traduce "estatua", y en 1 Rey. 4: 19 y 2 Crón. 8: 10 como "gobernador" y "gobernadores" respectivamente.
El collado.
En el original hebreo se utiliza la palabra geba', nombre propio que la BJ traduce "Gibeá", y la VM "Geba". Esta palabra hebrea se parece considerablemente a otra, gib'ah, que significa "collado" o "colina". A 6,4 km al noreste de esta colina corre el Wadi Medineh, una gran grieta en la superficie de la tierra, apenas perceptible aun a corta distancia de su borde. Sus laderas se elevan como precipicios insalvables, de muchos metros de altura. Geba ("Guibeá" en la BJ) está en el lado sudoeste del wadi, y a 2,8 km al noreste, cruzando el wadi, está el pueblo de Micmas en una meseta a unos 250 m por debajo del distrito que rodea Gabaa (Tell el-Fãl). El terreno al este de Micmas forma suaves declives que cubren cierta área apta para la agricultura y se ve con claridad el acceso desde Jericó. Bet-el está situada a 9,6 km al norte de Gabaa y a una altura de 30,5 m mayor que Gabaa.
Micmas dominaba el camino principal de Jericó y el valle del Jordán a Bet-el como asimismo el camino real más importante que va al norte desde Jerusalén a Siquem. Saúl apostó a su hijo Jonatán y a un tercio de sus soldados armados en Gabaa, al paso que con dos tercios de sus hombres protegió el acceso a Bet-el y Gabaa desde el este. Este era el camino más probable que debían tomar los amonitas si querían vengarse de Saúl por su victoria en Jabes de Galaad. El no anticipaba ningún ataque desde el oeste pues había estado en paz con los filisteos durante varios años (cap. 7: 13).
Los filisteos.
Aunque los filisteos no estaban en guerra con Israel, mantenían guarniciones en las colinas, tales como la que estaba en "Guibeá" al sudoeste de Micmas, cruzando el wadi y a unos 70 m más arriba. La palabra netsib, traducida "guarnición", proviene del verbo natsab, "ocupar uno su puesto", "estar estacionado", es decir, por haber sido nombrado o en cumplimiento del deber. No muy lejos -en Ramá (ver com. cap. 1: 1)- estaba una escuela de los profetas organizada por Samuel. Es evidente que Samuel trataba de contrarrestar la influencia pagana de los filisteos colocando cerca de éstos su escuela, con la esperanza de que así volviera el pueblo al culto de Jehová. Si tan sólo la influencia de la escuela profética se hubiera difundido en la vida de los habitantes de "Guibeá" -de modo que los filisteos hubieran podido ver la verdadera importancia de la salvación de Dios-, se habría podido evitar una guerra sangrienta y muchos filisteos podrían haber aceptado a Dios así como lo hizo Naamán el sirio años después (2 Rey. 5).
Oigan los hebreos.
El nombre "hebreo", aplicado al pueblo hebreo, aparece sólo 35 veces en toda la Biblia, 31 veces en el AT y 4 veces en el NT. De las 31 referencias del AT, 16 están relacionadas con la permanencia de Israel en Egipto y 5 con esta guerra contra los filisteos (caps. 13 y 14). Por contraste, la palabra "Israel" se usa centenares de veces en las Escrituras, y surge la pregunta en cuanto al motivo para que haya tal contraste en estos dos casos. Sin embargo, un hecho es claro: el término "hebreo" siempre es empleado por extranjeros o por israelitas cuando hablan de 510 sí mismos a extranjeros. Ahora se cree generalmente que "hebreo" era el nombre común por el cual eran conocidos los israelitas por sus vecinos (ver com. Gén. 10: 21; 14: 13). Faraón y su gente parecen haber usado ambos nombres indistintamente (ver Exo. 1: 16; 5: 2; 14: 5; etc.; ver también com. 1 Sam. 13: 7).
4.
Se había hecho abominable a los filisteos.
Quizá mejor "se había hecho odioso". El mismo verbo se usa para describir el maná que había sido dejado para el día siguiente (Exo. 16: 20, 24).
En pos de Saúl en Gilgal.
Puesto que el reino había sido confirmado en Gilgal (cap. 11: 14, 15), Saúl convocó a todo Israel allí antes que en Gabaa o Micmas, donde sus preparativos podrían ser observados por los filisteos. Estos habrían tenido poca dificultad en llegar al lugar mencionado en último término, siguiendo el curso de los diversos wadis tributarios. Es difícil comprender por qué Saúl no pidió a Israel que reforzara el ejército que ya estaba apostado en el distrito de Benjamín. Eso habría estado cerca del hogar de Samuel y del sitio sagrado de Bet-el (ver com. cap. 1: 1). Las rocas del wadi en "Guibeá" constituían una magnífica fortaleza, y ciertamente los residentes en ese distrito sabían más en cuanto a las características defensivas del terreno que los filisteos, empeñados en vengarse. En su dilema, parece que Saúl hubiera recordado lo que Samuel le había dicho respecto a ir a Gilgal (cap. 10: 8).
5.
Treinta mil.
En el texto de Luciano de la LXX y en la versión Siriaca se lee: "tres mil". Es muy leve la diferencia entre las palabras hebreas para 3 y para 30, y fácilmente se las podría confundir.
6.
Se escondieron.
Los israelitas fueron sobrecogidos de pánico al recordar muy bien la derrota sufrida años antes cerca de Silo, y especialmente en ausencia de Samuel. La movilización de los filisteos aterrorizó de tal manera al pueblo, que Saúl no pudo conservar el orden en el campamento, y rápidamente cundió el desánimo. Completamente olvidada quedó la victoria lograda en Jabes unos pocos meses antes. También se olvidaron las confesiones y los sacrificios más recientes, cuando se habían regocijado ante Dios en ese mismo lugar (cap. 11: 15). Es notable el contraste entre su pánico y la fe manifestada más tarde por Eliseo cuando a su siervo -aterrorizado por la hueste de sirios que estaba delante de las puertas de la ciudad- se le abrieron los ojos para que viera la montaña llena de las fuerzas angélicas. ¡Cuán importante era en este tiempo de crisis, que Saúl y sus hombres aguardaran el consejo del profeta y su bendición antes de entrar en batalla!
7.
Los hebreos pasaron.
Cuando Saúl llamó a las armas, dijo: "Oigan los hebreos" (vers. 3). Sin embargo, el vers. 7 registra que "los hebreos" huyeron cruzando el Jordán (las palabras "algunos de" no están en el texto original), mientras que el vers. 6 declara que Israel se ocultó en cuevas "en el monte de Efraín" (cap. 14: 22). La palabra "hebreos" siempre es usada por los filisteos al referirse a sus adversarios, pero el autor del libro de Samuel parece diferenciar entre los dos términos -"Israel" y "hebreos"- como por ejemplo en el vers. 19 donde se menciona que los filisteos controlaban a todos los herreros "para que los hebreos no se" hicieran "espada". Por contraste, el mismo autor dice que "los de Israel tenían que descender a los filisteos" para que afilaran sus herramientas. Sin embargo, la LXX traduce aquí la palabra "hebreos" como "esclavos". Ver com. vers. 3.
8.
Esperó siete días.
Esto no significa necesariamente que Saúl ya había esperado siete días completos y que Samuel no llegó hasta el comienzo del octavo día, y que por lo tanto llegó a la cita con un día de atraso. Es posible que cuando el profeta no se presentó al comenzar el día señalado (ver PP 670, 671), Saúl asumió la responsabilidad de ofrecer el sacrificio. Al ungir a Saúl como rey, Samuel lo había instruido respecto a esta ocasión: debía ir a Gilgal para esperar allí hasta que llegara Samuel (ver cap. 10: 8; cf. PP 670). Sin embargo, Samuel llegó poco después del tiempo señalado para el sacrificio, tan sólo para descubrir el acto de desobediencia de Saúl (cap. 13: 10).
11.
El pueblo se me desertaba.
Al predecir que Israel pediría un rey, Moisés advirtió que el gobernante no debía "aumentar caballos", es decir, confiar en implementos materiales para su protección (Deut. 17: 16; cf. Isa. 31: 3). Por el contrario, el rey, como dirigente de la nación y como ejemplo del pueblo, debía conseguir una copia de la ley para convertirse en estudiante diligente de ella y obedecer las instrucciones registradas allí 511 Pero Saúl, pensando en el armamento de los vecinos de Israel y en sus ejércitos permanentes, llegó a pensar que lograría seguridad y éxito prescindiendo de la fe sencilla y la confianza en Dios. Movido por este concepto, dejó de inspirar a sus hombres con el valor que resulta de la fe en Dios. Faltándoles esto, y no disponiendo de armas, sus hombres -con una visión más clara que la de Saúl- no podían ver una razón para esperar la victoria. Las perspectivas eran desesperadas. Por eso, ante la primera insinuación de verdadero peligro, para salvar la vida desertaron la mayoría de los hombres del ejército de Saúl quien quedó con apenas 600 hombres en Gilgal. Sus exploradores le habían traído noticias de una concentración enemiga a 18,4 km de distancia, en Micmas, y no sólo temió por la nación sino también por su propia seguridad.
Saúl había perdido la confianza y el respeto de su ejército. Cada día desertaban más y más de sus hombres. Estaba completamente desanimado. Descendía rápidamente la marea de su popularidad. Estaba dispuesto a echar la culpa de todo a Samuel porque éste no había llegado a tiempo. Saúl se sentía agraviado porque Samuel no estaba presente. En ese estado de ánimo se encontró con el profeta. No presentó disculpas sino más bien demostró un espíritu de justificación propia. ¡Qué contraste con el espíritu con que se había preparado para atacar a Amón!
13.
Locamente has hecho.
Es decir, al permitir que lo dominaran los sentimientos antes que la confianza en Dios, basada en los hechos providenciales pasados. Si Dios está contigo, ¿quién puede estar contra ti? Lo que Gedeón hizo con los 300 que quedaron de 32.000 hombres, seguramente Saúl podía realizar con los 600 que quedaron de 3.000. Pero si rehusaba tener confianza en las promesas de Dios y en la palabra de su profeta, y se mostraba incrédulo y vacilante en un momento de crisis, ¿cómo podría seguir acompañándolo Dios? Si Saúl hubiese estado dispuesto a humillarse, muy diferente habría sido la historia de Israel.
14.
Tu reino.
Saúl no presentó como excusa el que hubiese entendido mal las instrucciones de Samuel o que éste no se las hubiera expuesto con claridad. Por otro lado, admitió francamente la violación deliberada de esas instrucciones para seguir sus propios deseos. Compárese el proceder de Saúl con el de Adán en el huerto del Edén, o contrásteselo con el de Cristo en el monte de la tentación. Antes de entrar en el desierto para ser tentado por el diablo, Cristo tenía la seguridad de que era el amado Hijo de Dios. Seis semanas más tarde, agotado por el hambre y sin saber lo que le aguardaba, esperó con paciencia la dirección divina. Cuando aparentemente estaba descuidado, y debilitado y macilento por la tensión mental, Satanás hizo todo lo posible para remover su confianza en la Palabra de Dios. ¡Pero Cristo venció allí donde fracasó Adán y donde Saúl eligió la senda descendente!
Samuel expresó su reproche en una forma como para invitar a la contrición y a la humildad, pero fue en vano. La sola presencia del profeta debería haber sido un motivo para que Saúl recordara sus afanes y su interés abnegado de los últimos meses. Pero por desgracia Saúl olvidó todo eso y procuró justificarse atribuyendo la falta a Samuel. Tal como fue el caso de Saúl, ha sucedido con todos los seres humanos a través de los siglos. Cuando oprime la dificultad, el temor de un peligro inminente elimina el razonamiento sensato e induce a una impaciencia nerviosa para que el problema quede resuelto inmediatamente. Estando en una tensión tal, la razón se ciega en cuanto al deber; en cambio, condena a otros y se hace presente una violenta determinación para justificar el proceder así elegido. La confianza anterior en el cuidado protector y orientador de Dios es reemplazada por una cínica incredulidad y finalmente por la rebelión.
15.
Gabaa.
Heb. gib'ah (ver com. vers. 16).
16.
Gabaa.
En hebreo aquí se lee "Gueba" (BJ) y no Gabaa (gib'ah) como en el vers. 15. Gueba estaba directamente al otro lado del wadi frente a Micmas (ver cap. 14: 4, 5, donde Gueba y no Gabaa está en el original del vers. 5). La confusión en la traducción probablemente se debió a que se supuso que Gabaa y Gueba eran tan sólo diferentes formas de escribir el nombre de un mismo lugar, tal como todavía aparece en mapas más antiguos. Es cierto que a veces Gueba es llamada Gabaa, pero parece que fueron dos lugares (ver com. cap. 14: 16). Si las excavaciones modernas, además de otros indicios bíblicos, han ubicado correctamente el baluarte de Saúl, Gabaa, en Tell el-Fãl, a unos 5 km al sudoeste de Gueba y directamente al norte de Jerusalén 512 (ver t. I, pág. 131), Jonatán no fue allí sino que evidentemente "quedó" en Gueba, frente a Micmas, como se deduce después de que la tomó de los filisteos (vers. 3), y Saúl probablemente se unió con él después de volver de Gilgal.
17.
Tres escuadrones.
Ofra quizá estaba donde se unían dos caminos principales, al noroeste de Jericó. La tierra de Sual -literalmente, "la tierra de chacales"- quizá designe las estribaciones cavernosas del distrito oriental de Ofra, donde las montañas descienden rápidamente desde la cima del monte de Efraín hacia el Jordán. Esta zona está horadada con cavernas de piedra caliza: excelentes lugares para ocultarse.
18.
Bet-horón.
El Bet-horón superior y el Bet-horón inferior están a 15,2 y 18,4 km, respectivamente, al oeste de Micmas, cerca del límite entre Efraín y Benjamín, donde las montañas descienden abruptamente hacia la Sefela. Zeboim se menciona en Neh. 11: 34 ("Seboim" en la RVR) como que hubiera estado en las proximidades de Anatot y de otros pueblos al sur de Micmas, en la dirección del desierto de Judá. El mapa muestra claramente que los filisteos no avanzaron hacia Gilgal, sino que mediante movimientos de flanqueo hacia el norte, oeste y sur, procuraron cortar la llegada de refuerzos procedentes de los hombres de Saúl a quienes pensaban tener embotellados en las cavernas al este de Micmas.
19.
No se hallaba herrero.
Parece que por un tiempo los filisteos prácticamente disfrutaron del monopolio en Canaán de la elaboración de objetos de hierro y quizá de otros metales. En ese tiempo, el hierro usado en Palestina provenía del Asia Menor, y era importado por las ciudades costeras. Por supuesto, ellas estaban bajo el control de los filisteos. Así les resultaba fácil poner en práctica lo que, desde su punto de vista, era una sabia política para mantener desarmados a los hebreos.
21.
Un pim.
Un "pim" era una unidad monetaria equivalente a b de un siclo, o sea 7,6 g.
La tercera parte de un siclo.
Heb. lishelosh qilleshon, frase cuyo significado no se conoce a ciencia cierta. La palabra lishelosh se compone de dos partes: le, "para", y shelosh, "tercera parte". La palabra qilleshon sólo aparece aquí. Una traducción moderna hebrea sugiere que se hace referencia aquí a horquetas de tres puntas. En todo caso, se habla de alguna herramienta de hierro empleada por los israelitas, ya que las herramientas de madera no necesitarían ser arregladas por los herreros filisteos.
La traducción "tercera parte de un siclo" es una conjetura basada en la supuesta transposición de letras en la palabra qilleshon, de modo que se pudiera leer shéqel, "siclo", más la terminación on como diminutivo. En todo caso, es seguro que el pim era una pesa, y por lo tanto corresponde a un precio, y que en los vers. 20 y 21 se enumeran herramientas de hierro que debían ser forjadas y afiladas por los filisteos. Su identificación precisa no es posible.
22.
Espada ni lanza.
Después de años de opresión filistea, parece que Saúl y Jonatán eran los únicos que poseían esas armas de metal. Los soldados del ejército pueden haber tenido arcos y hondas -armas nada despreciables en las manos de expertos (ver Juec. 20: 16)- pero que no podían competir en un combate cuerpo a cuerpo con los filisteos provistos de armas de hierro. Este versículo revela dos cosas: (1) La batalla se riñó antes de que Israel estuviera bien organizado, probablemente en los comienzos del reinado de Saúl, y (2) la falta de equipo hizo que ambos bandos comprendieran que Dios intervino a favor de su pueblo. Saúl podía rebelarse y de esa manera podría cometer muchos desatinos, pero Dios todavía intervenía en favor de Israel de modo que animara a los individuos a unirse con el reino celestial y a colocar su confianza en el Eterno. Saúl rehusó ir donde Dios lo conducía, pero Jonatán estuvo listo y ansioso de hacer lo que su padre podría haber hecho.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-23 PP 669-674
2, 3 PP 669
4-8 PP 670
8-10 PP 671
8-14 PP 677, 679, 687
11-15 PP 672
14 PP 690, 782
22 PP 669 513


1 SAMUEL CAPÍTULO 14 - AUDIO
1 Jonatán destruye milagrosamente una guarnición de los filisteos, sin que lo sepa su padre, el sacerdote ni el pueblo. 15 Un terror enviado por Dios hace que los filisteos se maten unos a otros. 17 Saúl persigue a los filisteos. 21 Los hebreos que habían estado cautivos y los israelitas que habían estado ocultos se unen contra ellos. 24 Un juramento apresurado de Saúl entorpece la victoria. 32 Impide que el pueblo coma sangre. 35 Construye un altar. 36 Jonatán es salvado por el pueblo. 47 Poderío militar de Saúl y la familia del rey.

1 ACONTECIO un día, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre.
2 Y Saúl se hallaba al extremo de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y la gente que estaba con él era como seiscientos hombres.
3 Y Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote de Jehová en Silo, llevaba el efod; y no sabía el pueblo que Jonatán se hubiese ido.
4 Y entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; el uno se llamaba Boses, y el otro Sene.
5 Uno de los peñascos estaba situado al norte, hacia Micmas, y el otro al sur, hacia Gabaa.
6 Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos.
7 Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón; ve, pues aquí estoy contigo a tu voluntad.
8 Dijo entonces Jonatán: Vamos a pasar a esos hombres, y nos mostraremos a ellos.
9 Si nos dijeren así: Esperad hasta que lleguemos a vosotros, entonces nos estaremos en nuestro lugar, y no subiremos a ellos.
10 Mas si nos dijeren así: Subid a nosotros, entonces subiremos, porque Jehová los ha entregado en nuestra mano; y esto nos será por señal.
11 Se mostraron, pues, ambos a la guarnición de los filisteos, y los filisteos dijeron: He aquí los hebreos, que salen de las cavernas donde se habían escondido.
12 Y los hombres de la guarnición respondieron a Jonatán y a su paje de armas, y dijeron: Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa. Entonces Jonatán dijo a su paje de armas: Sube tras mí, porque Jehová los ha entregado en manos de Israel.
13 Y subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, y tras él su paje de armas; y a los que caían delante de Jonatán, su paje de armas que iba tras él los mataba.
14 Y fue esta primera matanza que hicieron Jonatán y su paje de armas, como veinte hombres, en el espacio de una media yugada de tierra.
15 Y hubo pánico en el campamento y por el campo, y entre toda la gente de la guarnición; y los que habían ido a merodear, también ellos tuvieron pánico, y la tierra tembló; hubo, pues, gran consternación.
16 Y los centinelas de Saúl vieron desde Gabaa de Benjamín cómo la multitud estaba turbada, e iba de un lado a otro y era deshecha.
17 Entonces Saúl dijo al pueblo que estaba con él: Pasad ahora revista, y ved quién se haya ido de los nuestros. Pasaron revista, y he aquí que faltaba Jonatán y su paje de armas.
18 Y Saúl dijo a Ahías: Trae el arca de Dios. Porque el arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel.
19 Pero aconteció que mientras aún hablaba Saúl con el sacerdote, el alboroto que había en el campamento de los filisteos aumentaba, e iba creciendo en gran manera. Entonces dijo Saúl al sacerdote: Detén tu mano.
20 Y juntando Saúl a todo el pueblo que con él estaba, llegaron hasta el lugar de la batalla; y he aquí que la espada de cada uno estaba vuelta contra su compañero, y había gran confusión.
21 Y los hebreos que habían estado con los 514 filisteos de tiempo atrás, y habían venido con ellos de los alrededores al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán.
22 Asimismo todos los israelitas que se habían escondido en el monte de Efraín, oyendo que los filisteos huían, también ellos los persiguieron en aquella batalla.
23 Así salvó Jehová a Israel aquel día. Y llegó la batalla hasta Bet-avén.
24 Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había juramentado al pueblo, diciendo: Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había probado pan.
25 Y todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo.
26 Entró, pues, el pueblo en el bosque, y he aquí que la miel corría; pero no hubo quien hiciera llegar su mano a su boca, porque el pueblo temía el juramento.
27 Pero Jonatán no había oído cuando su padre había juramentado al pueblo, y alargó la punta de una vara que traía en su mano, y la mojó en un panal de miel, y llevó su mano a la boca; y fueron aclarados sus ojos.
28 Entonces habló uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que tome hoy alimento. Y el pueblo desfallecía.
29 Respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel.
30 ¿Cuánto más si el pueblo hubiera comido libremente hoy del botín tomado de sus enemigos? ¿No se habría hecho ahora mayor estrago entre los filisteos?
31 E hirieron aquel día a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón; pero el pueblo estaba muy cansado.
32 Y se lanzó el pueblo sobre el botín, y tomaron ovejas y vacas y becerros, y los degollaron en el suelo; y el pueblo los comió con sangre.
33 Y le dieron aviso a Saúl, diciendo: El pueblo peca contra Jehová, comiendo la carne con la sangre. Y él dijo: Vosotros habéis prevaricado; rodadme ahora acá una piedra grande.
34 Además dijo Saúl: Esparcíos por el pueblo, y decidles que me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlas aquí, y comed; y no pequéis contra Jehová comiendo la carne con la sangre. Y trajo todo el pueblo cada cual por su mano su vaca aquella noche, y las degollaron allí.
35 Y edificó Saúl altar a Jehová; este altar fue el primero que edificó a Jehová.
36 Y dijo Saúl: Descendamos de noche contra los filisteos, y los saquearemos hasta la mañana, y no dejaremos de ellos ninguno. Y ellos dijeron: Haz lo que bien te pareciera. Dijo luego el sacerdote: Acerquémonos aquí a Dios.
37 Y Saúl consultó a Dios: ¿Descenderé tras los filisteos? ¿Los entregarás en mano de Israel? Mas Jehová no le dio respuesta aquel día.
38 Entonces dijo Saúl: Venid acá todos los principales del pueblo, y sabed y ved en qué ha consistido este pecado hoy;
39 porque vive Jehová que salva a Israel, que aunque fuere en Jonatán mi hijo, de seguro morirá. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese.
40 Dijo luego a todo Israel: Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán mi hijo estaremos al otro lado. Y el pueblo respondió a Saúl: Haz lo que bien te pareciera.
41 Entonces dijo Saúl a Jehová Dios de Israel: Da suerte perfecta. Y la suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo salió libre.
42 Y Saúl dijo: Echad suertes entre mí y Jonatán mi hijo. Y la suerte cayó sobre Jonatán.
43 Entonces Saúl dijo a Jonatán: Declárame lo que has hecho. Y Jonatán se lo declaró y dijo: Ciertamente gusté un poco de miel con la punta de la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir?
44 Y Saúl respondió: Así me haga Dios y aun me añada, que sin duda morirás, Jonatán.
45 Entonces el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha de morir Jonatán, el que ha hecho esta grande salvación en Israel? No será así. Vive Jehová, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha actuado hoy con Dios. Así el pueblo libró de morir a Jonatán.
46 Y Saúl dejó de seguir a los filisteos; y los filisteos se fueron a su lugar.
47 Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos 515 sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor.
48 Y reunió un ejército y derrotó a Amalec, y libró a Israel de mano de los que lo saqueaban.
49 Y los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Y los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical.
50 Y el nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. Y el nombre del general de su ejército era Abner, hijo de Ner tío de Saúl.
51 Porque Cis padre de Saúl, y Ner padre de Abner, fueron hijos de Abiel.
52 Y hubo guerra encarnizada contra los filisteos todo el tiempo de Saúl; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo juntaba consigo.


1.
No lo hizo saber a su padre.
Jonatán aparece por primera vez en el relato en el cap. 13, cuando se le confió una tercera parte de los hombres de armas que estaban en Gabaa, mientras que Saúl, con los otros dos tercios acampaba en Micmas, al noreste. Cuando aparecieron los filisteos para vengar la derrota que Jonatán había infligido a la guarnición de Geba ("Guibeá" en la BJ), Saúl se retiró a Gilgal, pero parece que Jonatán permaneció en Geba (Gabaa de Benjamín, según la RVR)* y los filisteos ocuparon Micmas (cap. 13: 16). El texto no dice con claridad si Samuel volvió a Ramá o permaneció en Gabaa (vers. 15), pero es indudable -a medida que se va desarrollando el relato en este capítulo- que Dios procuraba convencer a los israelitas de que necesitaban depender de él. El sigilo de Jonatán es una clara evidencia de su fe en Dios a pesar del rechazo de Saúl en Gilgal. Lo que comúnmente se consideraría como una temeridad se convierte en una poderosa prueba de la acción de la divina providencia. El Señor usó cada prueba material posible para convencer a un pueblo que ignoraba el amor que le tenía, y que todas las cosas son posibles para quienes anhelan ser liberados del yugo del pecado.
4.
Entre los desfiladeros.
Dice Josefo: "Ahora bien, el campamento del enemigo estaba sobre un precipicio que tenía tres cumbres que terminaban en una extremidad pequeña, puntiaguda y larga, rodeadas a su vez por una roca que formaba como líneas para impedir los ataques de un enemigo" (Antigüedades vi. 6. 2). Los que han visitado el lugar, al lado norte del escabroso wadi [en la BJ aparece la grafía guadí, nota, 13: 16], dicen que los lugareños todavía hablan de él como "el fuerte". Este peñasco era llamado Boses, que puede significar "blanco" o "brillante", pero más probablemente "suave" o "tierno". En el lado sur del wadi hay otro peñasco más o menos de la misma altura llamado "Sene" o "matorral espinoso", mucho más fácil de escalar que el que está en el lado norte. Se dice que la información topográfico de este pasaje de las Escrituras fue utilizada por el general británico Allenby cuando desalojó a los turcos de Micmas en 1917, durante la Primera Guerra Mundial.
6.
Quizá haga algo Jehová por nosotros.
Jonatán no dependía tanto de su propia armadura como del poder ilimitado de Dios. Tan sólo usó lo que tenía a mano, y Dios bendijo su humilde dependencia del cielo. Aun cuando el rey se hubiera apartado del sendero de la obediencia, Dios se proponía demostrar a todo Israel que la salvación es un asunto de elección y acción individuales y no tanto un movimiento colectivo. Muy trágica habría sido la situación si Dios hubiese rechazado a todo Israel cuando el rey eligió no obedecer.
10.
Si nos dijeren.
Gedeón había pedido una señal casi imposible, humanamente hablando, cuando rogó que cayera rocío sobre el terreno pero no sobre el vellón (Juec. 6: 39). Así también Jonatán convirtió la invitación del enemigo a "subir" en la señal de que Dios combatiría por Israel. Escalar los muros perpendiculares del peñasco del lado norte era 516 una proeza aparentemente imposible, de un modo especial llevando armaduras. Se honra a Dios cuando sus hijos esperan mucho de él e intentan grandes cosas para él.
13.
Subió Jonatán.
Josefo piensa que fue al amanecer cuando Jonatán y su escudero se aproximaron al reducto filisteo y que llegaron a él cuando todavía dormían la mayoría de sus hombres (Antigüedades vi. 6. 2). El relato del cap. 14 confirma la idea de que era temprano por la mañana (ver vers. 15, 16, 20, 23, 24-28, 30, 31, 45). No se dice si los dos israelitas esperaron hasta la noche para escalar el peñasco o si tan sólo necesitaron unos pocos minutos para hacerlo. Es evidente que tomaron la fortaleza por sorpresa pues reinó la más completa confusión en la guarnición filistea.
15.
Hubo, pues, gran consternación.
Literalmente, "hubo un terror de Dios ['elohim]" (BJ). La palabra 'elohim aquí se refiere a la intensidad del terremoto, y refleja el terror y la confusión que prevalecieron. La palabra 'elohim se usa así ocasionalmente como un superlativo (ver com. Gén. 23: 6; 30: 8). Sin duda el movimiento sísmico fue un acto de intervención divina (ver PP 675). Dios se interpuso con frecuencia usando las fuerzas de la naturaleza, como en el mar Rojo (Exo. 14: 21-28), en el valle de Ajalón (Jos. 10: 11-14), en Eben-ezer, cuando los filisteos fueron vencidos (1 Sam. 7: 10), y en otras ocasiones.
16.
Gabaa de Benjamín.
Gabaa y Geba (Gueba, en la BJ) son las formas femenina y masculina de una palabra que significa "colina" o "altura". Ambos eran pueblos de Benjamín (Jos. 18: 24, 28; 1 Sam. 13: 16). Parece que a veces se usaban indistintamente las formas masculina y femenina de ese nombre. La distinción entre los dos lugares se aclara en Isa. 10: 29, donde se los menciona en el orden en que llegaría a ellos un invasor procedente del norte. Una aldea llamada Jeba existe hoy día en la antigua ubicación, a 2,2 km al suroeste de Micmas y a 9,6 km al noreste de Jerusalén. La aldea moderna Tell el-Fãl ocupa lo que se cree que fue el sitio de la antigua Gabaa, la capital de Saúl, a 5,6 km al norte de Jerusalén. Excavaciones realizadas allí han desenterrado lo que parece ser el palacio de Saúl (ver t. I, pág. 131; t. II, pág. 74). La Gabaa de 1 Sam. 14: 16 es Geba, al otro lado del wadi viniendo de Micmas (ver vers. 5; PP 674), no Gabaa el hogar de Saúl, si esta última se ha identificado correctamente como Tell el-Fãl (ver com. cap. 13: 2, 3). Desde esta Gabaa, 7 km al suroeste de Micmas y con dos cadenas de colinas que se interponen, difícilmente hubiera sido posible observar lo que sucedía en Micmas, pero desde Geba, directamente al otro lado del wadi, esto hubiera sido relativamente fácil.
19.
Detén tu mano.
La impetuosidad de Saúl crecía rápidamente. La manifiesta confusión del campamento enemigo lo alborotó de tal manera que ni aun pudo esperar el consejo del Señor. Durante días, él y sus compañeros habían estado detenidos y habían oído informes de incursiones del enemigo en los pueblos vecinos, y aunque no sabía la razón de la fuga de las fuerzas que cruzaron el wadi, súbitamente dio la orden de atacar. Si se hubiera dado tiempo para buscar la dirección divina, probablemente habría evitado muchas de las dificultades que tuvo que afrontar el ejército de Israel durante las horas siguientes, y su victoria sobre el enemigo habría sido mucho más completa. Este fue un caso en el que el apresuramiento ocasionó perjuicios. El tiempo que dedicaba Jesús a la meditación y a la oración le permitió tener el juicio sereno necesario para soportar con paciencia la prueba severa que le esperaba; la noche de la lucha de Jacob con el ángel, cerca del Jaboc, le dio fuerza no sólo para enfrentarse con Esaú sino para afrontar los años de las serias dificultades que siguieron.
21.
Los hebreos.
Ver com. cap. 13: 3.
23.
Salvó Jehová a Israel,
Aquí hay un notable ejemplo del poder divino que coopera con el esfuerzo humano. Jonatán anhelaba que Israel quedara libre de las incursiones de los filisteos. Los acontecimientos del día no permitían dudar que su aspiración emanaba del Espíritu Santo. Jonatán vio el impulsivo acceso de depresión que afligía a su padre, pero esto sólo lo inspiró a tener mayor confianza en el Gobernante divino que había puesto a Saúl en el primer lugar. Con cada paso que daba hacia adelante, Jonatán sentía una oleada de poder -emanado de la fe- que lo fortalecía para dar el siguiente. Aquel día estaba comprobando que Jehová es un Dios fiel a su pacto, capaz de hacer que redunde en su alabanza la ira del hombre.
¡Cuánto contienen estas palabras: "Salvó Jehová a Israel"! La fuerza agresiva y el valor del joven guerrero, la compañía y leal apoyo 517 de su escudero, el confiado descuido de los centinelas que estaban en el risco, la sincronización exacta para el asalto, el pánico provocado por el ataque sorpresivo, el terremoto, la derrota de una hueste confusa, la liberación de los esclavos que, debido al estímulo de la hazaña de Jonatán, se sintieron libres para volverse contra sus opresores, y el regreso de un rey y su ejército, antes indeciblemente humillado por sus enemigos. Ahora todos parecían ansiosos de demostrar su anhelo de completar la derrota del enemigo.
Bet-avén.
El nombre de Bet-avén quizá signifique "la casa de ídolos" o "la casa de la vacuidad". Se piensa que se refiere a una localidad del distrito septentrional de Micmas y al este de Bet-el. La ruta principal de los filisteos estaba al oeste, hacia su tierra natal, pero su confusión evidentemente fue tan grande que huyeron en todas direcciones.
24.
Saúl había juramentado al pueblo.
Evidentemente Saúl estaba tratando de "quedar bien", porque ya no pensaba en que la victoria fuera del Señor (ver cap. 11: 13), sino sólo en que él pudiera vengarse de sus enemigos. Este es el segundo caso, en el mismo día, cuando no buscó el consejo del Señor e impuso su propia voluntad al pueblo, como lo había hecho antes con el sacerdote (cap. 14: 19). Quizá todavía estaba íntimamente dolido por el reproche de Samuel en Gilgal. La presencia del sacerdote Ahías (vers. 3) como consejero implica que el profeta había vuelto a Ramá en vez de permanecer con Saúl en Gabaa (cap. 13: 15).
Jonatán fue tan cuidadoso en prestar atención a la orden de Dios como descuidado su padre. La actitud de Jonatán probablemente obedecía, en buena medida, a la influencia de Samuel. Posiblemente un mensaje animador anterior de Samuel inspiraba a Jonatán para que ahora se atreviera a realizar esta audaz hazaña. Así como Saúl había sido advertido de lo que sucedería en Gilgal meses antes de que eso aconteciera (caps. 10: 8; 13: 8), un mensaje similar de Samuel puede haber preparado al hijo de Saúl para que realizara su parte en los sucesos de este día memorable. Sin que importe lo que eso hubiera sido, Jonatán era humilde como su padre lo fue al principio, por lo que esperó la dirección divina, la siguió y estuvo dispuesto a atribuir a Dios los resultados (cap. 14: 10, 12). La orden arbitraria y apresurada de Saúl para que hubiera un día de ayuno contrasta muchísimo con la fiel docilidad del pueblo ante las instrucciones recibidas, que no tomaban en cuenta los deseos y las necesidades personales.
Parecía que Saúl había perdido para siempre la humildad, y en su lugar aparecieron un falso celo, un orgullo secreto y un abuso de autoridad que habían de madurar a través de los años hasta llevarlo al suicidio. Como Judas, Saúl anduvo bien por un tiempo. Si hubiera muerto antes de convocar a Israel en Gilgal, habría sido considerado como digno del lugar más encumbrado en la lista de honor real. Ahora había traicionado su sagrado cometido. Sin embargo, se le permitió que continuara viviendo para que pudiera ver el fruto del egoísmo y la perversidad.
29.
Mi padre ha turbado.
Al conocer la precipitada orden de su padre, inmediatamente Jonatán reconoció la desventaja que eso imponía sobre el ejército, y no vaciló en hacer saber al pueblo que no estaba de acuerdo con tales restricciones. Esto es interesantísimo en vista de las repetidas afirmaciones acerca del indudable afecto que le tenían los soldados. Puesto que Saúl había hecho jurar a los israelitas (vers. 28), ellos se sentían personalmente atados por el juramento, en tanto que Jonatán -no habiendo jurado nada- no sentía ninguna obligación.
El país.
Es decir el pueblo (ver vers. 25).
31.
Desde Micmas hasta Ajalón.
Una distancia de 21 km sobre la meseta montañosa de la Palestina central que descendía hasta la ondulada región de la Sefela, a 305 m por debajo de Micmas, pasando por cañones como el Wadi Selman. La principal carretera moderna de Jerusalén a Lida pasa por el Wadi Selman después de bifurcarse del camino que va al norte hacia Siquem, a 8 km al norte de Jerusalén. Una marcha común sobre un terreno tal, como el que hay entre Micmas y Ajalón, se consideraba como una jornada completa. El contexto implica que el ataque de Jonatán se efectuó muy temprano por la mañana (ver com. vers. 13). Si fue así, Israel persiguió al enemigo durante todo un día, deteniéndose apenas para recoger los despojos que deben haber sido grandes en este caso. Los filisteos habían reunido una gran cantidad de carros y caballos en Micmas. A eso se añadían lanzas, escudos, alimentos y otros diversos suministros que debe llevar un ejército. La proeza militar de los hombres de Saúl 518 habría sido una gran empresa para un ejército bien alimentado, y fue mucho mayor para una muchedumbre mal alimentada de campesinos indisciplinados como los que él dirigía. Esto debería haber sido una lección para Saúl, que todavía estaba dolido por el reproche y que sólo estaba celoso de su propia reputación. Pero una vez que afirmó los pies en las arenas movedizas del orgullo, cada intento débil e indeciso para zafarse tan sólo hacía que se hundiera más.
32.
Se lanzó al pueblo sobre el botín.
Era de noche, y los israelitas quedaron liberados de su voto (ver vers. 24). En su hambre mataron tanto vacas como becerros, y en su apresuramiento descuidaron la debida eliminación de la sangre (Lev. 17: 10-14).
34.
Que me traigan.
Como los fariseos de los días de Cristo, Saúl era puntilloso en cuanto a la observancia de las formas externas, aunque él mismo descuidaba deberes mucho más importantes. El pueblo fue otra vez leal a la orden de su rey. Cuán diferente habría sido la historia si Saúl hubiese reflexionado por unos momentos hasta qué punto la transgresión del pueblo se debía al pecado de él. ¡Cuántas oportunidades da el Señor a un hombre que prefiere rechazar el consejo divino, a fin de que se vuelva y lo busque con toda humildad! ¡Cuán difícil es que esa alma, cegada por el pecado, acepte tales oportunidades y haga como hizo el hijo pródigo: vuelva a la casa del Padre!
35.
Este altar fue el primero.
Literalmente, "un altar comenzólo él a edificar". Algunos piensan que esto significa que comenzó un altar pero no lo terminó; otros, que éste fue el primer altar que construyó en su vida. Es evidente que la interpretación de los traductores coincidía con el segundo parecer; por lo tanto, tradujeron hejel como "el primero", en vez de "comenzó", pensando que esto se adapta mejor al hebreo idiomático. Este es el único caso en el AT en que se hace tal traducción de hejel.
36.
Acerquémonos aquí a Dios.
Comprendiendo que se le escapaba una gran oportunidad, Saúl propuso que, habiendo comido, continuaran durante la noche. Tales maniobras no eran insólitas. Saúl había efectuado una marcha nocturna desde Bezec hasta Jabes de Galaad para liberar esa ciudad del poder de Nahas amonita (cap. 11: 11). Gedeón siguió en gran medida la misma táctica en su campaña contra los madianitas (Juec. 7: 19-23). El pueblo fácilmente estuvo de acuerdo con la propuesta de Saúl, pero el sacerdote Ahías sugirió que consultaran al Señor. Evidentemente creía que el rey se había equivocado al no buscar el consejo divino más temprano ese día (1 Sam. 14: 18, 19).
39.
Aunque fuere en Jonatán.
¿Por qué no dijo Saúl: "aunque fuere en el rey"? ¿Le había dicho alguien a Saúl que Jonatán había probado alimento? El silencio del Señor significaba la desaprobación divina, y Saúl llegó a la conclusión de que había pecado en el campamento. El pueblo había demostrado su lealtad vez tras vez durante el día, y sin duda su propia conciencia lo acusaba a Saúl. Pero quizá para encubrir su sentimiento de culpabilidad, virtualmente acusó a su hijo, el cual, bajo la dirección de Dios, había logrado una gran victoria. Así como en Gilgal había insinuado con insistencia que la falta no era suya sino de Dios, también ahora insinuaba que él, como rey, estaba libre de culpa. Probablemente comprendía que el pueblo no era culpable. Por lo tanto, el único que podía estar en pecado era su hijo. Así también los dirigentes de los días de Cristo pensaban de ellos mismos que estaban por encima de todo reproche, y votaron para que el gran Héroe de nuestra salvación llevara la maldición por toda la nación. Profundamente asombrados por la precipitada violencia de Saúl, los hombres de Israel no le contestaron una palabra. Estando Dios callado y también el pueblo, ¿qué podía hacer Saúl sino echar suertes?
42.
Cayó sobre Jonatán.
Una mente inquisitiva bien podría preguntar: Puesto que Jonatán era inocente y Saúl muchas veces había dado pruebas claras de su culpabilidad, ¿por qué permitió Dios que la suerte cayera sobre el primero y no sobre el segundo? Ciertamente, Dios no había aprobado los juramentos de Saúl (vers. 24, 39), y con absoluta seguridad no estaba de acuerdo con la ejecución de Jonatán después de haberlo dirigido tan milagrosamente durante el día. Pero así como en los días de Cristo -permitiendo que fuera condenado el Inocente Dios puso de manifiesto el mal proceder de los dirigentes de Israel- también al permitir que la suerte cayera sobre el inocente Jonatán, en forma inequívoca Dios puso de manifiesto el mal proceder de Saúl, que había comenzado su reinado 519 con toda humildad pero que al buscar la justificación propia ya había perdido toda esperanza. A menos que algo extraordinario lo pudiera sacudir haciéndolo salir de su engaño de que un rey no podía equivocarse, Saúl pronto arruinaría su utilidad como dirigente.
43.
¿Y he de morir?
"Estoy dispuesto a morir" (BJ). Jonatán podía justificar plenamente sus actos. Sin embargo, dijo la verdad y se sometió a las órdenes del rey. ¿En qué mejor forma podría haber condenado a su padre por desobedecer las órdenes del Rey de reyes? Delante de Samuel, Saúl había justificado su proceder de franca rebeldía, pero Jonatán había justificado su conducta de ese día sometiéndose al juicio precipitado de su padre.
44.
Sin duda morirás.
¡Con qué aparente facilidad Saúl pronunció el veredicto! Mientras que Jonatán reconoció su transgresión ceremonial -algo para lo cual hubiera sido suficiente una ofrenda expiatorio-, Saúl había cometido una falta moral que ahora quedaba públicamente demostrada por la dureza de la sentencia contra su hijo. La conciencia de Saúl lo condenaba por haber obligado al pueblo a que se abstuviera de alimento, pero esperaba ocultar su temor por la forma en que pronunció su juramento. Por el contrario, tan sólo logró condenarse a sí mismo.
45.
El pueblo libró de morir a Jonatán
El pueblo había obedecido con fidelidad a Saúl todo el día. A pesar de haberle oído dar las órdenes más irrazonables, había obedecido. Lo habían visto mantenerse firme frente a minúsculas restricciones ceremoniales, pero consintieron. Lo habían visto resentirse por el silencio del Urim* y del Tumim, y sin embargo dejaron que echara suertes. El pueblo había visto cómo la suerte cayó sobre Jonatán aunque sabía que era inocente. Entonces los israelitas recordaron las hazañas del héroe del día y cómo Dios les había dado la victoria mediante el valor y la fe de Jonatán. El mismo Dios que había movido a Jonatán para que realizara su famosa hazaña, ahora inspiró al ejército para que clamara como un solo hombre: "No ha de caer un cabello de su cabeza en tierra".
Jonatán aún debía cumplir un papel dificilísimo, y nadie podía tocarlo hasta que terminara su obra. Sin tomar en cuenta la forma en que era tratado, fue fiel a su padre. A veces esa lealtad lo indujo a apaciguar la impulsividad de su progenitor y también a luchar a su lado, lo que hizo hasta el mismo fin. La honradez, integridad y fe de Jonatán eran cualidades sumamente necesarias en esa hora de la historia de Israel. Ni siquiera Saúl podía quebrantar los límites fijados por el Espíritu Santo.
47.
Era vencedor.
En los últimos versículos de este capítulo el énfasis se coloca sobre los progresos materiales del reino, antes que sobre los espirituales. Saúl parecía regocijarse con su genio militar. En vez de proteger los derechos de su pueblo, tomó la ofensiva contra las naciones vecinas para acrecentar su propia reputación como rey. Imitó a otras naciones cuando podría haber ofrecido al mundo un método de administración nuevo y más perfecto.
49.
Isúi.
Sin duda lsbaal o Is-boset (ver com. 2 Sam. 2: 8).
50.
Abner, hijo de Ner.
Por este solo versículo no es del todo claro si Abner o Ner era el tío de Saúl. Ner es llamado hijo de Abiel (vers. 5 l) y también de Jehiel (1 Crón. 9: 35, 36). Por lo tanto, es probable que Abiel y Jehiel sean dos nombres dados al mismo hombre (ver com. Exo. 2: 18). Puesto que Cis, el padre de Saúl, es también llamado "hijo de Abiel" (1 Sam. 9: 1), parecería que Cis y Ner fueron hermanos, pero el registro dice que "Ner engendró a Cis" (1 Crón. 9: 39). Esta aparente contradicción implica no sólo una diferencia de nombres sino también de generaciones, pues Ner es también llamado hijo de Abiel. Sin embargo, esto no significa necesariamente una discrepancia entre los libros de Samuel y de Crónicas. Al igual que en otras partes de las Escrituras, los relatos independientes parecen diferir en los detalles presentados, pero armonizan cuando se los examina a la luz de las costumbres y las formas de pensamiento y expresión de los hebreos. Hay dos posibles situaciones que explicarían estos nombres que difieren: (1) En la lista de 1 Sam. 9: 1 puede haberse omitido el nombre de Ner y haberse registrado a Cis como el hijo (nieto) de Abiel, pues "hijo" a veces se usa en lugar de nieto o aun de un descendiente más remoto, y las genealogías bíblicas no siempre incluyen cada eslabón de la cadena (ver com. 1 Rey. 19:16; 520 Dan. 5: 11, 13, 18; ver también t. I, págs. 190, 196). (2) Cis, el hijo de Ner, puede haberse convertido en el hijo de su abuelo por adopción, así como Manasés y Efraín, hijos de José, se convirtieron en hijos de Jacob y estuvieron en la lista entre los demás hijos, como cabezas de tribus (Gén. 48: 5, 6; Núm. 1: 10; Jos. 14: 4). Cualquiera de estas explicaciones -que estarían en armonía con los hechos presentados- harían que Abner fuera el tío de Saúl. Ver com. Núm. 10: 29 y Mat. 1: 12 donde hay casos similares.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-46 PP 674-678
2 PP 674
6-15 PP 675
16, 17 PP 676
18, 19 PP 673
20-24, 27, 32, 33 PP 676
44-46 PP 677
47, 48 PP 681

1 SAMUEL CAPÍTULO 15 - AUDIO
1 Samuel envía a Saúl a destruir a Amalec. 6 Saúl favorece a los ceneos. 8 Perdona la vida a Agag y a lo mejor del despojo. 10 Samuel denuncia la desobediencia de Saúl y le participa el rechazo de Dios. 24 Humillación de Saúl. 32 Samuel mata a Agag. 34 Separación de Samuel y Saúl.

1 DESPUES Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová.
2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.
3 Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.
4 Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá.
5 Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle.
6 Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.
7 Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.
8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada.
9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.
10 Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo:
11 Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.
12 Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal.
13 Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.
14 Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?
15 Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.
16 Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. 521
17 Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?
18 Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.
19 ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?
20 Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas.
21 Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.
22 Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.
23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.
24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado,
25 y vuelve conmigo para que adore a Jehová.
26 Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.
27 Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó.
28 Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.
29 Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.
30 Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios.
31 Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová.
32 Después dijo Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él alegremente. Y dijo Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte.
33 Y Samuel dijo: Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal.
34 Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl.
35 Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.


1.
Está atento.
Literalmente, "oye", con el pensamiento adicional de obedecer. Samuel quería decir que Saúl una vez había oído las instrucciones referentes a su encuentro en Gilgal, pero no había sido obediente. Ahora debía ser probado otra vez para ver si estaba dispuesto a cumplir con los deseos de Dios, o se iba a entregar de nuevo a sus propias complacencias.
2.
Yo castigaré.
Los amalecitas eran un pueblo nómada que habitaba la región desértica entre Palestina y Egipto. Parece que se sustentaban mediante incursiones de rapiña contra las tribus vecinas (ver com. Gén. 36: 12). Sin ser provocados, habían atacado a los hijos de Israel en las proximidades del monte Sinaí (Exo. 17: 8-16). Después de esa batalla, Moisés dio a ese lugar el nombre de "Jehová-nisi", diciendo "Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación". En la profecía de Balaam, se llama a Amalec "cabeza de naciones", con el significado de que fue el primero que luchó contra Israel, pero, añadió Balaam, "al fin perecerá para siempre" (Núm. 24: 20).
Sin duda, poco antes los amalecitas habían estado incursionando en la parte meridional de Judá, en las proximidades de Beerseba, y ésta puede haber sido una razón para que los ancianos de la región pidieran un rey (ver cap. 8: 1-5). Así como Josué recibió la instrucción de defender a los gabaonitas del ataque, sin que mediara provocación alguna, de los cinco reyes de la confederación del sur, también Saúl recibió la orden de aliviar a Israel de los ataques de los amalecitas. La 522 muerte de los cinco reyes produjo paz en los días de Josué. Si Saúl hubiera realizado el plan de Dios, probablemente Israel habría tenido paz en ese frente por mucho más tiempo del que realmente tuvo. La referencia a los amalecitas en el pasaje del cap. 14: 48 puede aludir a esta campaña, pues es obvio que los vers. 49-52 forman un paréntesis.
3.
Destruye todo.
Literalmente, "destruid [nótese el plural] completamente". La responsabilidad de cumplir con el edicto acerca de las posesiones de los amalecitas descansaba sobre los mismos componentes del ejército. Pero la forma verbal "hiere", en la orden "hiere a Amalec" está en la segunda persona singular, lo que coloca la responsabilidad del exterminio de los amalecitas personalmente sobre Saúl como rey de Israel. La palabra hebrea, jaram, traducida "destruye", significa, "anatematizar", "dedicar" y por lo tanto "exterminar". Cuando un país era anatematizado, se consideraba como maldito todo lo que pertenecía a la nación. Debía ser muerto el pueblo, también el ganado y los otros seres vivientes, pero cosas tales como plata y oro debían llevarse a la tesorería del Señor (ver Jos. 6: 17-19). Una costumbre similar existía entre otras naciones del Cercano Oriente en tiempos antiguos.
4.
En Telaim.
Algunos eruditos identifican este lugar con el Telem de Jos. 15: 24, pueblo de la frontera meridional de Judá cerca del territorio amalecita, pero no se sabe nada definido en cuanto a su ubicación. Telaim sirve como base para la campaña contra los amalecitas, así como Bezec lo había sido para la campaña contra los amonitas (ver com. 1 Sam. 11: 8). Es extraño que sólo un cinco por ciento del ejército de Saúl proviniera de Judá, en vista de que esa tribu fue la que más sufrió a manos de los amalecitas.
6.
Los ceneos.
Se llama madianitas a los miembros de la familia con la cual Moisés se unió por su casamiento (Núm. 10: 29), y también se los llama ceneos (Juec. 1: 16). Se debe esto a que ambos nombres se refieren al mismo tronco familiar o porque se habían unido las dos familias. Algunos comentadores han identificado a los ceneos como descendientes de Cenez, nieto de Esaú por la línea de Elifaz, pero no se conoce su origen con certidumbre (ver com. Gén. 15: 19). Los madianitas, y por eso también probablemente los ceneos, eran descendientes de Abrahán, por su esposa Cetura (ver com. Exo. 2: 16). Los amalecitas eran descendientes de Esaú (ver com. Gén. 36: 12) y por lo tanto consanguíneos tanto de los ceneos como de los israelitas. Algunos de los ceneos, o madianitas, acompañaron a los hijos de Israel a la tierra prometida (ver com. Núm. 10: 29-32) y recibieron allí una heredad entre el pueblo de Judá (Juec. 1: 16), y mucho más al Norte en Neftalí (Juec. 4: 10, 11). Podría ser que los ceneos aludidos aquí hubieran sido descendientes de los que se habían establecido en la parte meridional de Judá, vecina al territorio amalecita, y se hubieran emparentado, por vínculos matrimoniales, con los amalecitas (ver 1 Sam. 27: 10).
7.
Havila.
Se desconoce la ubicación de Havila. Algunos eruditos piensan que se refiere a una "tierra de arenas"; otros, a "dunas arenosas". Desde el río de Egipto (ver com. Núm. 34: 5), la frontera sudoeste de Judá, que limita al oeste con Egipto, en la actualidad es tan sólo un estéril arenal. La palabra shur significa "muro". Se piensa que se refiere al muro de fortalezas edificadas por los reyes egipcios a lo largo de su frontera oriental, desde el mar Rojo hasta el Mediterráneo, para protegerse contra las invasiones de los asiáticos (ver com. Exo. 2: 15; 13: 20; 14: 2). El desierto justo al este de Egipto es llamado "el desierto de Shur" (ver Com. Gén. 16: 7; 25: 18; Exo. 15: 22). Puesto que los amalecitas todavía habitaban en el mismo distrito meridional en los días de David (1 Sam. 30), es probable que el rey Agag residiera en la "ciudad de Amalec" (cap. 15: 5) y que el ejército de Saúl hubiera destruido ese lugar y esparcido a los amalecitas hasta muy lejos en el desierto de Shur. Esta incursión contra los amalecitas probablemente fue muy parecida a las de ellos contra Israel, antes y después de los días de Saúl (Juec. 6: 3-5; 10: 1 2; 1 Sam. 30:1-18). Es evidente que Saúl se contentó con una campaña incompleta. Había capturado a Agag, y en la antigüedad, cuando se aprisionaba a un rey, parece que se consideraba que su país quedaba subyugado (ver Jos. 12: 7-24).
8.
Agag.
Quizá signifique "llameante" o "violento". Es posible, aunque no es de ninguna manera seguro, que fuera un título que se arrogaban los reyes amalecitas, similar al de Faraón entre los egipcios. De acuerdo con Josefo (Antigüedades xi. 6. 5), Amán agagueo 523 descendía de Agag amalecita a través de 16 generaciones (ver com. Est. 3: l).
Mató a filo de espada.
Es decir a los amalecitas que vivían en las proximidades del lugar del ataque de Saúl. Los amalecitas estaban esparcidos en una amplia zona de la península del Sinaí, el Neguev y el norte de Arabia (ver com. Gén. 36: 12). No hubiera sido posible que Saúl derrotara a todos los amalecitas en esta corta expedición. Es evidente que no lo hizo porque después David realizó otras campañas contra ellos (1 Sam. 27: 8; 30: 1-20; 2 Sam. 8: 12). Tan sólo en el tiempo de Ezequías fueron finalmente exterminados (1 Crón. 4: 42, 43).
9.
Todo lo que era vil.
Al destruir lo que, de todos modos, no valía la pena preservar, Saúl y sus hombres pretendieron haber obedecido la orden de Dios de destruir "todo" lo que era de Amalec (vers. 3). Al mismo tiempo, los israelitas victoriosos preservaron "lo mejor".
11.
Me pesa.
"Me arrepiento" (BJ), "Estoy arrepentido" (NC). Ver com. Gén. 6: 6; Exo. 32: 14; Juec. 2: 18. A muchos les resulta difícil reconciliar esta afirmación con 1 Sam. 15: 29, donde dice que Dios no "se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta". Ambas formas verbales proceden de najam, que Gesenio define como "lamentarse" o "apesadumbrarse" debido a la desgracia de otros y, por lo tanto, "compadecerse"; también, "arrepentirse" debido a las acciones de uno mismo. En ningún lugar dice la Biblia que el hombre se arrepiente de lo bueno que pueda hacer; sino sólo de lo malo. Sin embargo, se dice que Dios se arrepiente del bien que hace, tanto como del mal (ver Jer. 18: 7-10). "El arrepentimiento del hombre implica un cambio de parecer. "El arrepentimiento de Dios implica un cambio de circunstancias y relaciones" (PP 682). La palabra najam debiera traducirse de tal manera que expresara este pensamiento.
De acuerdo con el principio de la libre elección, Dios no hace de ningún hombre una mera máquina para llevar a cabo los propósitos divinos. Es cierto que esos propósitos finalmente se llevarán acabo (Isa. 46: 10), pero el individuo o la nación a quienes se pide que los realice no por eso renuncian al privilegio de acatar o rechazar lo que Dios les pide (ver Ed 174). El que dice primero "no quiero" pero cambia de parecer, es mucho mejor que el que promete ir pero después decide no hacerlo (ver Mat. 21: 28-32). En cada caso, si el instrumento de los deseos de Dios demuestra ser indigno, a Dios "le pesa" por la decisión del individuo, pero permite que siga el curso de acción que ha escogido y que coseche la semilla que ha sembrado. La decisión de Saúl de seguir sus propios deseos no torció en lo más mínimo el propósito eterno de Dios, pero sí significó una oportunidad para que Dios demostrara su longanimidad al permitir que Saúl continuara como rey. El resultado natural de causa y efecto es una de las grandes lecciones que debe aprender el hombre en este gran conflicto entre el bien y el mal.
Se apesadumbró Samuel.
Literalmente, "se encendió Samuel". Cuando este verbo se emplea en relación con la palabra "ira", generalmente se traduce "se encendió su ira". Este es el único caso del AT en que el verbo najam se traduce "apesadumbrarse". Es incorrecto traducir "Samuel estuvo enojado", pues se afirma a continuación que Samuel "clamó a Jehová toda aquella noche" (ver vers. 11). El profeta estaba tan chasqueado y perplejo que buscó al Señor de todo corazón para que le mostrara la forma de salir de la deplorable situación.
12.
Carmel.
No se trata del monte Carmelo donde Elías enfrentó a los profetas de Baal, sino de un pueblo a 11,6 km al sur de Hebrón, donde David se encontró con Nabal.
Levantó un monumento.
Aquí conmemoró Saúl su victoria, y luego fue a Gilgal, cerca de Jericó, quizá para reparar la desgracia que había experimentado allí (cap. 13: 11-16).
13.
Yo he cumplido.
Dando la apariencia de un gran respeto, Saúl esperó ansiosamente para recibir la alabanza de Samuel. Como los hombres a lo largo de todo el transcurso de la historia, Saúl estuvo listo para creer que había cumplido la comisión que le había sido dada, realizando tan sólo la parte que le resultaba agradable. Había efectuado una incursión contra los enemigos tradicionales de Israel y había vuelto con Agag como prueba del cumplimiento de su misión. El monumento a la victoria erigido en Carmel lo era a su vanidad personal. Como Saulo de Tarso, Saúl hijo de Cis sin duda llegó a creer que las acciones de su propia elección se habían hecho en armonía con la voluntad de Dios. Sin embargo, es claro que aquí termina la semejanza entre los dos, pues uno conocía la 524 voluntad de Dios y no la cumplió, mientras que el otro procedía con ignorancia (1 Tim. 1: 13).
14.
Balido.
Aunque en ese momento parecía clara la conciencia de Saúl, el balido de los rebaños demostraba claramente su desobediencia y que no podía confiarse en su conciencia. Se puede tener cauterizada la conciencia (1 Tim. 4: 2) en vez de que esté limpiada de obras muertas (Heb. 9: 14) y sin ofensa (Hech. 24: 16). Desde que fue ungido, Saúl había demostrado muchos nobles rasgos de carácter, y Samuel lo amaba, así como Jesús amaba a Judas. Pero el logro del poder había convertido al hombre en un déspota que no toleraba interferencias. Precisamente, mientras estaba en el acto de proclamar su obediencia, los rebaños denunciaban en alta voz su desacato.
15.
El pueblo perdonó lo mejor.
Como Adán y Eva, Saúl procuró echar la culpa a otro. ¿Acaso el pueblo no había sido tan leal a la orden de Saúl de destruir todo lo que pertenecía a los amalecitas como lo había sido antes al abstenerse de alimento el día cuando derrotó a los filisteos? (cap. 14: 24). Para cualquiera de la naturaleza y la inteligencia de Saúl el buscar refugio en una excusa tal es una clara evidencia de bancarrota espiritual.
17.
Aunque eras pequeño.
Una traducción literal del hebreo del vers. 17 permite cualquiera de estas traducciones: "Aunque [o cuando] tú [eras] pequeño ante tu propia vista, ¿no [eras] tú [hecho] cabeza de las tribus de Israel?" o "Aunque tú [eres] pequeño ante tu propia vista, ¿no [eres] tú cabeza de las tribus de Israel?" En el texto hebreo los verbos están tácitos, por lo cual la traducción al castellano requiere que se los añada. Suponiendo que Samuel aquí se refiere a una experiencia pasada, en la RVR dice "eras", mientras que la BJ -más moderna en su traducción- reza "eres", considerando que Samuel pensaba en la afirmación de Saúl del vers. 15, y por eso se dirigió a él hablándole en tiempo presente. La RVR entiende que Samuel establecía un contraste entre la anterior humildad de Saúl y su orgullo actual, pero la BJ interpreta esta declaración como un contraste entre la subordinación a la voluntad del pueblo expresada por Saúl (vers. 15) -una falsa humildad- y su nombramiento divino como dirigente (vers. 17).
La frase "Jehová te ha ungido por rey sobre Israel" parece ser una simple repetición de la declaración anterior: "¿No has sido hecho jefe de las tribus de Israel?" Además, Saúl había explicado su conducta pretendiendo que fue "el pueblo" el que guardó "lo mejor" de los despojos, con lo que quería decir que no pudo impedírselo (vers. 15). De acuerdo con la BJ, Samuel puso en tela de juicio la tentativa de Saúl de evadir la responsabilidad -"Tú eres pequeño a tus propios ojos", es decir, incapaz de ejercer un control eficaz sobre tus hombres- con una solemne afirmación de que Saúl era su caudillo. En los vers. 17-19 (ver vers. 1-3) se dice que Samuel hizo recordar a Saúl la responsabilidad personal que tenía en el asunto: (1) Jehová lo había ungido como rey, y por lo tanto como caudillo de Israel, (2) lo había enviado contra los amalecitas, y (3) le había ordenado que los exterminara. ¿Por qué no había obedecido? La obediencia siempre es algo central en nuestra relación con el Dios del cielo.
De acuerdo con la RVR, Samuel recordaba a Saúl lo que éste mismo había dicho al ser ungido (cap. 9: 21), cuando fue elevado desde un nivel muy humilde hasta ser el caudillo de Israel. No es el plan de Dios colocar a sus siervos donde no puedan ser tentados, ni arrojarlos en medio de la tentación, donde -cuando caen- debe perdonarlos y luego permitirles que continúen en pecado. El deseo divino es más bien rescatarlos para que puedan ganar la batalla contra el pecado aquí y ahora. El Espíritu Santo llevó a Cristo al desierto para que fuera tentado por Satanás (Mar. 1: 12). Saúl había recibido la evidencia indudable de que el Señor lo amaba y que sería su ayudador constante. Nunca podía acusar a Dios de que -conociendo su naturaleza egoísta- no le dio toda oportunidad posible de hacer lo bueno y vencer sus malos rasgos de carácter. El hecho de que Dios le diera otro corazón (1 Sam. 10: 9) no significaba que Saúl no pudiera volver a sus viejos hábitos de vida si así lo deseaba. ¿Se exaltaría Saúl? Si lo hacía, Dios tenía que humillarlo.
20.
Antes bien he obedecido.
Sólo un corazón perverso y obstinado podía pretender hacer pasar la desobediencia como obediencia. Al hacer Saúl demostró cuánto se había alejado de las sendas de justicia. Fue cuando Eva "vio" que el fruto del árbol prohibido era "bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para525 alcanzar la sabiduría" cuando "tomó de su fruto, y comió" (Gén. 3: 6). Cuando uno se convence a sí mismo de que lo que Dios ha señalado claramente como un veneno moral es deseable para una vida más abundante, entonces abjura de su lealtad a Dios y presta juramento de lealtad al diablo. Cuando aparece como correcto lo que Dios ha dicho que es malo, uno puede estar seguro de que ha puesto los pies en terreno prohibido y está sin protección contra las tentaciones hipnóticas del tentador. Ha cegado su propia visión espiritual y endurecido el corazón (ver Efe. 4: 30; ver com. Exo. 4: 21).
Cristo advirtió a sus discípulos que llegaría el tiempo cuando cualquiera que los matara pensaría que estaba rindiendo "servicio a Dios" (Juan 16: 2). Desde los días de la iglesia apostólica (Hech. 26: 9-11; cf. 1 Tim. 1: 13) hasta el día de hoy, las más duras persecuciones contra los siervos de Dios se han llevado a cabo en nombre de la religión. Después de que termine el tiempo de gracia, hombres impíos continuarán con las formas externas de la religión con celo aparente hacia Dios (CS 672, 673). La más hábil artimaña del diablo es disimular de tal modo el error que parezca verdad. Por esta razón, en un tiempo cuando el máximo falsificador pondrá en acción sus esfuerzos con mayor éxito, el Testigo Fiel y Verdadero aconseja a los laodicenses que usen "colirio" espiritual para que vean (Apoc. 3: 18) su verdadera condición, para que puedan distinguir entre la verdad y el error, para que sepan distinguir las artimañas de Satanás y las eviten, para que sean capaces de detectar el pecado y aborrecerlo, y para que puedan ver la verdad y obedecerla (2JT 74, 75). De lo contrario, como los judíos del tiempo de Cristo, será evidente que aceptan como doctrina los mandamientos de los hombres (ver Mat. 15: 9).
He traído a Agag.
¡Cuán absurdo aunque verdadero! Saúl presenta su acto supremo de desobediencia como una prueba de haber cumplido plena y completamente con la orden de Dios recibida mediante el profeta Samuel. En su estado de ceguera espiritual confundió lo erróneo con lo correcto, y se sintió agraviado porque Samuel no reconocía lo que él consideraba -y en cierto sentido lo era- una victona muy grande (ver PP 681).
21.
Las primicias del anatema.
"Lo mejor del anatema" (BJ). De la palabra hebrea jérem, "las cosas consagradas", "las cosas dedicadas", "las cosas malditas" o "cosas consagradas a la destrucción". Jérem se deriva del verbo jaram, "prohibir para el uso común", "consagrar para Dios", "extirpar". Acán se apropió para su uso personal "del anatema [jérem]" (Jos. 7: 1, 11, 13, 15; cf. cap. 6: 17, 18), lo que incluía plata y oro (Jos. 7: 21) reservados para el servicio del santuario (Jos. 6: 19). El hecho de que una persona o cosa fuera "maldita" o "dedicada" no significaba necesariamente que debía ser destruida; sino tan sólo que debía empleársela precisamente en la forma en que Dios indicara. En contraste con la plata y el oro, todo lo demás que había en la ciudad debía ser destruido completamente (Jos. 6: 21). Sin embargo, esas cosas también eran "anatema": "malditas" o reservadas "a Jehová" (Jos. 6: 17). La misma palabra hebrea jérem también designa las ofrendas "dedicadas" para uso sagrado (ver Lev. 27: 21, 28, 29; Núm. 18: 14; etc.).
La afirmación de Saúl acerca de "las primicias del anatema", o literalmente "las cosas dedicadas", cobra un nuevo significado a la luz del uso dado en la Biblia a la palabra hebrea así traducida. Samuel había instruido a Saúl para que "destruyera [jaram]" a los amalecitas y todas sus posesiones, que los matara. No sólo estaban "dedicados", sino "dedicados para la destrucción". Es evidente que Saúl razonó que tenía el privilegio de decidir cómo había de realizarse la orden divina.
Sin duda Saúl expresó la verdad cuando dijo que "el pueblo" quiso salvar lo mejor de los rebaños y de las manadas. No se les permitía que tomaran para sí los rebaños y las manadas de los amalecitas. Pero podían enriquecerse empleando los animales de los amalecitas en lugar de los propios que de otra manera habrían tenido que sacrificar (PP 68l). Sencillamente Saúl aprobó la sugestión tal como le llegó, y así se apropió del derecho de interpretar la orden del Señor en la forma que vio conveniente. Por su parte, Saúl no tenía interés en el ganado; tenía suficientes animales y hasta le sobraban. Pero si volvía con un rey vencido -de acuerdo con la costumbre de sus días- podría presentar delante de todo Israel una evidencia tangible de su proeza militar y se incrementaría mucho su prestigio. Sin duda Saúl tenía el plan de ejecutar en público a Agag después de presentarlo al pueblo como una muestra de su habilidad 526 como guerrero. Pero Samuel, instruido por Dios, realizó él mismo la ejecución y privó a Saúl de la exhibición prevista.
Probablemente Saúl razonó que obedecería la orden de Dios tanto respecto al ganado como al rey, y al mismo tiempo aumentaría la riqueza de sus súbditos y su propio renombre. Cumpliría a su manera con la voluntad de Dios. Finalmente, serían muertos tanto el rey como los animales; pero entre tanto él y su pueblo aprovecharían de ellos. En esto estribaba la debilidad del carácter de Saúl: mientras que pretendía servir a Dios, en realidad servía primero sus propios intereses y después los de Dios. Sin duda por esta misma razón, al enviar a Saúl contra los amalecitas con la orden de "dedicarlos" y "dedicar" también todas sus posesiones, Dios especificó el medio por el cual debían ser "dedicados": la muerte.
Saúl fracasó en esta gran prueba final de su carácter. Aun Samuel, que había pasado la noche en oración ante Dios en favor de Saúl para que se anulara la sentencia de rechazo (PP 682), se llenó de indignación cuando vio la prueba de la rebelión de Saúl (PP 683). Debido a que Saúl había dejado al Señor, el cielo lo abandonó para que siguiera el camino de su propia elección; y Samuel por su parte "nunca después vio ... a Saúl en toda su vida" (vers. 35). Saúl se había descalificado completamente como rey al someterse a los deseos del pueblo, al culparlo por sus propias decisiones erróneas, y al procurar atribuirse el honor que en realidad pertenecía a Dios.
En Gilgal.
Aunque no era la residencia de Saúl, Gilgal parece haber sido de hecho en algunos respectos la capital de la monarquía hebrea. Señalaba el sitio del primer campamento de Israel después del cruce del Jordán (Jos. 4: 19) y el cuartel general militar para la conquista de Canaán (Jos. 10: 15; etc.). Fue allí donde se efectuó la verdadera división de la tierra (Jos. 14: 6 a 17: 18). Cuando se completó la conquista del país, unos seis o siete años después del cruce del Jordán, el arca fue trasladada de Gilgal a Silo (Jos. 18: 1). En ese tiempo Josué residía en "Timnat-sera, en el monte de Efraín" (Jos. 19: 49, 50).
El servicio del santuario se interrumpió en Silo cuando los filisteos se llevaron el arca (1 Sam. 4: 11; Sal. 78: 60) y la ciudad de Silo fue destruida (ver Jer. 26: 6, 9). El arca fue llevada de vuelta, primero hasta Bet-semes (1 Sam. 6: 7-15) y después a Quiriat-jearim (cap. 7: 1), donde quedó hasta que David la traspasó a Jerusalén (2 Sam. 6: 2-12; cf Jos. 15: 9, 60). En un sentido, así se descentralizó el culto de Dios, aunque Samuel ofrecía sacrificios en diversos lugares (PP 660), probablemente también en Gilgal (1 Sam. 7: 16). Fue aquí donde Samuel reunió a los israelitas para confirmar a Saúl como rey después de su victoria en Jabes de Galaad (1 Sam. 11: 14, 15); aquí también se reunieron fuerzas para el ataque contra la guarnición filistea de Micmas (1 Sam. 13: 4). También podría haber sido la base para la campaña contra los amalecitas, como parece decirse tácitamente en la propuesta de Saúl de volver allí para ofrecer sacrificios a Dios.
22.
¿Se complace Jehová?
Impelido por el Espíritu Santo, Samuel expresó esta profunda verdad que había de resonar a través de los siglos siguientes (ver Sal. 51: 16-19; Isa.1:11; Ose. 6: 6; Miq. 6: 6-8; etc.).
23.
Te ha desechado.
Aquí se presenta claramente el motivo para un cambio de la relación entre Dios y el hombre: "Por cuanto tú desechaste". Cuando el hombre elige seguir su propio camino, Dios está obligado a reajustar las condiciones para hacer frente a la situación. Cuando Israel quiso un rey, Dios le dio la oportunidad de probar la factibilidad de un plan tal. El mismo hecho de que Dios permitiera que Saúl continuara como rey muestra que no lo había abandonado. Si Saúl no seguía a Dios, tendría que poner en práctica sus propias ideas en cuanto a la realeza sin la ayuda del consejo divino, no porque Dios fuera reacio a guiarlo, sino porque él rehusaba aceptar la dirección.
24.
Yo he pecado.
Antes de que Samuel anunciara que Dios había rechazado a Saúl como rey (vers. 23), éste defendió firmemente su proceder. Tan sólo cuando se pronunció la sentencia y se dio a conocer el castigo, estuvo dispuesto a admitir que se había apartado de la orden divina. Saúl no demostró la prueba de una vida transformada que acompaña a "la tristeza que es según Dios"; la suya fue "la tristeza del mundo" (2 Cor. 7: 9-11). No fue el sincero deseo de hacer lo correcto lo que lo movió a esa admisión, sino el temor de perder el derecho a su reino. Sólo cuando se vio frente a esa perspectiva, fingió arrepentimiento con el propósito de salvar su puesto de rey, de ser eso posible. La alabanza 527 humana significaba más para él que la aprobación divina.
Perdona, pues, ahora mi pecado.
Cuán diferente fue este pedido del que presentaron los israelitas en Mizpa cuando clamaron: "Contra Jehová hemos pecado... No ceses de clamar por nosotros a Jehová" (cap. 7: 6-8). El pecado de Saúl ¿fue contra Samuel o contra el Señor? ¿Estaba tan preocupado por el cambio de corazón que necesitaba como estaba de perder su prestigio ante el pueblo, ante la posibilidad de que perdiera el reino? Sus acciones futuras debían revelar claramente la verdadera razón de su conducta.
26.
No volveré.
Samuel, creyendo que Dios había rechazado a Saúl, al principio rehusó rendir culto a Dios con el rey. Humanamente hablando, no tenía nada que hacer con un hombre que apreciaba tan poco lo que Dios había hecho por él. La actitud de Samuel era sencillamente un reflejo de la actitud de Dios. Si el Señor no quería tener más trato con Saúl (ver cap. 28: 6), Samuel -como representante de Dios- tampoco podía tenerlo (cap. 15: 35), para que una relación tal no fuera interpretada como una evidencia de la aprobación divina.
28.
Lo ha dado.
Dios se refería al ungimiento de David y a su coronación, aunque estaban todavía en el futuro, como si ya se hubieran realizado. Saúl se había descalificado irreparablemente para servir como rey, y la decisión de Dios acerca de él era irrevocable. En la voluntad y en el propósito de Dios el reino ya había sido dado a otro. Nada que hiciera Saúl, como ofrecer un culto (vers. 30), cambiaría la sentencia. Ni la oración la cambiaría (ver Jer. 7: 16; 11: 14; 14: 11; PP 682). Con toda seguridad, el rechazo de Saúl como rey no implicaba necesariamente que había terminado su tiempo de gracia y que el Señor rehusaría aceptarlo como individuo. Todavía podía arrepentirse personalmente y convertirse. Si en ese tiempo Saúl hubiese estado dispuesto a renunciar al trono y a vivir de allí en adelante una vida privada, podría haber hallado la salvación; pero era evidente que no podía desempeñarse en el cargo de rey en armonía con la voluntad divina.
Mejor que tú.
De acuerdo con lo registrado, la única falta de Saúl hasta ese tiempo fue la que cometió en Gilgal (cap. 13: 8-14). No había una mancha en su registro como en el caso de David con Betsabé y Urías heteo. Ambos fueron grandes pecadores. La diferencia entre ellos estuvo en que cuando le fue señalado su pecado, Saúl justificó su proceder (caps. 13: 11, 12; 15: 20), en tanto que David se arrepintió sinceramente de sus pecados (2 Sam. 12: 13; Sal. 51).
29.
La Gloria de Israel.
Este título aplicado a Dios sólo aparece en este lugar del AT. La palabra traducida "Gloria" es nétsaj, que proviene del verbo nalsaj, "ser preeminente", "ser permanente". En el marco en que aquí se usa, es sumamente apropiada esta forma de denominar a Dios. Nétsaj muchas veces se traduce "perpetuamente" (2 Sam. 2: 26) o "para siempre" (Sal. 52: 5).
Arrepienta.
En cuanto al "arrepentimiento" de Dios, ver com. Gén. 6: 6; Exo. 32: 14; Juec. 2: 18; 1 Sam. 15: 11.
30.
Para que adore.
Para Saúl las formas del culto sólo eran importantes como un medio de conseguir para sí la lealtad del pueblo. Tenía el propósito de dar la impresión de que su proceder se originaba en Dios a fin de que el pueblo creyera que al seguirlo a él, hacían la voluntad de Dios. Así se rebajó la religión para que sirviera a los fines del poder civil, pues Saúl se proponía usar a Dios como un medio para lograr sus propios fines.
31.
Volvió Samuel.
Quizá hubo dos razones por las cuales Samuel cambió de parecer: (1)Quería hacer todo lo posible para ganar a Saúl como persona. (2) Al saberse que había desaprobado a Saúl, eso podría inducir a algunos descontentos de Israel como una excusa para sublevarse. El orden establecido por el gobierno debía continuar aun cuando el rey hubiera rechazado el liderazgo de Dios para hacer su propia voluntad.
33.
Samuel cortó en pedazos a Agag.
De acuerdo con el código civil dado a Israel (Exo. 21: 23, 24), Agag merecía la muerte, y Samuel lo ejecutó "delante de Jehová", así como Elías más tarde mataría a los profetas de Baal en el Carmelo, de acuerdo con la ley de la blasfemia (Lev. 24: 11, 16). Al matar a Agag, Samuel desbarató el propósito de Saúl de exhibir al rey como testimonio de su supuesta habilidad como caudillo.
35.
Nunca después vio Samuel a Saúl.
Ver com. vers. 26; ver también cap. 16: 14.
Samuel lloraba.
Al principio Samuel estuvo maldispuesto para dar un rey a Israel, pero una vez que fue elegido el rey, Samuel le fue fiel a pesar de sus faltas. Para Samuel -y 528 más tarde para David- Saúl era "el ungido de Jehová" (cap. 24: 10). El pesar de Samuel por la conducta de Saúl (cap. 15: 11; PP 682) es una prueba de la sinceridad de la forma en que Samuel velaba por él.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-35 PP 679-690
2, 3 PP 679, 715
3 1JT 488
6 PP 681
7-9 PP 681
8, 9 PP 715
9 1JT 488
1 1 PP 682
13, 14 5T 88
13-15 1JT 488; PP 683
16, 17 1JT 488; PP 683
17 1T 707; 2T 297
18-21 1JT 488; PP 684
22 DTG 541; 1JT 313, 474; PP 684, 688; 2T 653; 3T 57; TM 244
22, 23 1JT 489; 1T 323
23 PP 688; 3T 357
23-25 PP 684
26, 28 PP 684
28 Ed 248
29 PP 682


1 SAMUEL CAPÍTULO 16 - AUDIO
1 Samuel es enviado por Dios a Belén. 6 Se reprocha el uso de su propio juicio en la elección. 11 Unge a David. 15 Saúl envía a buscar a David para que tranquilice su espíritu alterado.

1 DIJO Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndole yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.
3 Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere.
4 Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
5 El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.
6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová.
9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová.
10 E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.
14 El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová .529
15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.
16 Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio.
17 Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo.
18 Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.
19 Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas.
20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo.
21 Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas.
22 Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos.
23 Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.

1.
¿Hasta cuándo?
Saúl se había convertido en un caudillo inspirador. Como el primer gobernante de un Estado con una nueva forma de administración, ejercía un poder casi hipnótico sobre el gallardo pueblo israelita, amante de su independencia. Pero rápidamente se había vuelto déspota, cruel, tiránico e implacable. Sin embargo, recuérdese que aunque el rey había rehusado el consejo de Dios y había separado a la nación de la conducción divina, eso no excluía personalmente a Saúl de la salvación. Nabucodonosor, por ejemplo, se gloriaba en el pensamiento de que su dios Marduk era más poderoso que Jehová, y sin embargo el Espíritu Santo lo conmovió mediante Daniel, hasta el punto de que exaltó al Dios de Daniel como el Altísimo (Dan. 4: 4-37).
Isaí de Belén.
Quizá Samuel conocía a algunos de los habitantes de Belén debido a sus visitas previas. Aunque es probable que conociera a Isaí, no sucedía así con el resto de su familia (vers. 11, 12).
2.
Toma contigo una becerra.
Era completamente natural y adecuado que el profeta visitara Belén para ofrecer un sacrificio. El arca estaba todavía en Quiriat-jearim. Se sabe que el santuario estuvo en Nob por lo menos durante una parte del reinado de Saúl (cap. 21: 1-6), pero no se nos dice si las fiestas anuales se celebraban allí como antes en Silo. Desde que cesaron de ofrecerse sacrificios en Silo, esto se había hecho en diversas ciudades por todo el país (PP 660). En tales reuniones, el profeta instruía al pueblo acerca del gran plan de salvación, y lo animaba para que enviara sus jóvenes a las diversas escuelas de los profetas a fin de elevar el nivel intelectual y espiritual de la nación. El rey no tenía pues por qué extrañarse de la visita de Samuel a Belén. En lo que atañe al pueblo, para el profeta era una obra rutinaria, similar a una reunión distrital de hoy día.
A ofrecer sacrificio ... he venido.
No era de interés público que se conociera inmediatamente el ungimiento de David. ¿Acaso el ungimiento de Saúl no se efectuó en una forma muy parecida? Los 30 ancianos que respondieron entonces a la invitación para asistir a la fiesta, ¿sabían por qué Samuel había dado a Saúl el lugar de honor? No estuvieron presentes mientras Samuel y Saúl platicaron después de la fiesta (cap. 9: 25). Ni ellos, y ni siquiera el siervo de Saúl, fueron testigos del ungimiento realizado temprano por la mañana (caps. 9: 27 a 10: 1). Tampoco la familia de Saúl supo del ungimiento hasta el tiempo de la reunión de Mizpa para elegir un rey (cap. 10: 20-27). El ungimiento le resultó a Saúl una declaración del plan de Dios para su vida. Fue invitado pero no obligado a aceptar los requerimientos de Dios. Tal ungimiento no lo autorizaba para comenzar lo que se requería a fin de realizar su aparición pública como rey. El registro demuestra que aun después de su elección en Mizpa, Saúl volvió a su hogar y esperó que el Señor dirigiera el paso siguiente.
La única diferencia entre el ungimiento de Saúl y el viaje de Samuel al hogar de Isaí fue 530 que para entonces ya había un rey, celoso de cada paso que daba el profeta, puesto que él le había anunciado a Saúl el repudio del Señor. Esa susceptibilidad sin duda aumentó muchísimo debido a la vacilación de Samuel para rendir culto juntamente con su rey. Puede haber pasado mucho tiempo entre los caps. 15 y 16.
4.
¿Es pacífica tu venida?
Por la descripción dada en el cap. 9, es claro que la fiesta del ungimiento de Saúl se celebró en el lugar alto, en relación con una fiesta bien conocida de antemano. Pero la sorpresiva llegada de Samuel a Belén con una becerra, y el hecho de que convocara a los ancianos para que estuvieran presentes, naturalmente debía provocar muchas especulaciones. Los ancianos llegaron con temor y temblor, preguntándose qué cosa terrible habría sucedido. Una reacción tal ante la inesperada llegada de un funcionario importante era enteramente natural y, en realidad, añade un matiz de autenticidad al relato.
5.
Sí.
Samuel aquietó todos sus temores y los autorizó a santificarse, es decir, a pasar por todo el procedimiento de la purificación ceremonial, lo que incluía lavar el cuerpo y los vestidos, como también continencia (ver Exo. 19: 10-15; 1 Sam. 21: 4-6). Personalmente Samuel se cuidó de que Isaí y por lo menos sus hijos mayores estuvieran purificados (1 Sam. 16: 5). Entonces todos fueron llamados para ofrecer el sacrificio. Debía haber unas pocas horas entre el sacrificio y la fiesta, pues la becerra debía ser guisada y asada antes de que la comieran. Samuel aprovechó ese intervalo para conocer mejor a Isaí y a su familia. Que ellos mismos todavía no se habían reunido para la fiesta se ve por el vers. 11, donde aparece David viniendo del campo antes de que se sentaran para comer.
7.
Jehová mira el corazón.
El "corazón" se refiere al intelecto, los afectos y la voluntad (Sal. 139: 23; Mat. 12: 34; etc.). Es el factor que preside para determinar el destino, pues como es el pensamiento del hombre "en su corazón, tal es él" (Prov. 23: 7). En su esencia, la libre elección es un asunto del intelecto, pero a menudo con gran influencia de los sentimientos y las emociones. Dentro de los límites del tiempo de gracia Dios invita a los hombres: "Venid luego... y estemos a cuenta" (Isa. 1: 18). El quiere que lo conozcamos y nos enteremos de su plan, porque "mirando a cara descubierta" somos transformados (ver 2 Cor. 3: 18). Dios se dirige al intelecto. La apariencia externa no revela los verdaderos motivos de la vida pues con frecuencia se interpretan mal las acciones. Cuando Moisés dijo a los hijos de Israel: "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón" (Deut. 6: 5), pensaba en la influencia guiadora que actúa en la vida por medio de una relación personal con Dios. El hecho de que los discípulos hubieran visto a Dios mediante una íntima relación con Jesús (Juan 14: 9) los fortaleció muchísimo en su entrega a los planes divinos para ellos. David había aprendido a conocer a Dios mientras apacentaba sus ovejas y, aunque no lo reconocieran sus hermanos, ese conocimiento hizo posible que el Espíritu Santo lo guiara paso tras paso.
12.
De buen parecer.
"Hermosa presencia" (BJ).
Úngelo.
¿Por qué elige Dios a ciertos hombres para que sean sus representantes y pasa de largo a otros? ¿Qué diferencia hubo en su elección de Saúl y su elección de David? Siendo omnisciente, Dios sabía con exactitud la conducta futura de Saúl; sin embargo lo ungió y le prometió estar con él (cap. 10: 7). En contra de los mejores intereses de los israelitas y de la voluntad divina para ellos, Dios respondió a su demanda de un rey. Es claro que Saúl era popular entre la gente: un rey según el corazón de ellos pero no de Dios. No pensaban en un liderazgo espiritual sino en el poder nacional. Cuando fue elegido, Saúl tenía serios impedimentos. Por eso Dios le advirtió de los peligros que encontraría y le dio un consejo preciso en cuanto a la forma de hacerles frente.
El caso de David era diferente. No hay prueba de que el pueblo estuviera descontento con Saúl. En realidad, estaba muy satisfecho por los resultados de la campaña contra los amalecitas. David era el menor en la casa de su padre, y en el Oriente la edad significaba respeto y prioridad (Gén. 29: 25, 26). Era un mozuelo sin pretensiones aun entre los miembros de su propio hogar (1 Sam. 17: 28). No tenía la imponente estatura de Saúl ni el físico de Sansón. Saúl fue llamado del arado porque los ancianos clamaban por un rey con urgencia. Tuvo poco tiempo para prepararse. David fue llamado mientras apacentaba ovejas y era todavía muchacho, y tuvo más de una década a fin de prepararse para 531 sus arduas tareas como caudillo de las doce tribus.
Elegido en su juventud, David disfrutó de la oportunidad de un período de preparación y prueba antes de que asumiera las responsabilidades de su elevado cargo. Los aspectos del carácter de David que no estaban a la altura de las normas divinas pudieron ser cambiados antes de su coronación. De la misma manera Dios trata a cada individuo a quien invita a ser miembro de su reino, y especialmente a los que llama a ocupar puestos de responsabilidad. Sin que lo sepa, todo hombre es probado por las vicisitudes comunes de la vida, hasta que finalmente Dios pueda decir: "Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré" (Mat. 25: 23). Hasta ese momento David había demostrado poseer vigor juvenil, un espíritu amante y gentil e intrepidez que emanaba de la confianza en el poder divino. No había sido corrompido por el mundo. Tenía un alma contemplativa que se desarrollaba en la quietud de las colinas de Belén. Allí, pastoreando las ovejas como Moisés en Madián, adquirió un sentido de responsabilidad y desarrolló cualidades de liderazgo que debían acompañarlo a través de la vida.
13.
Cuerno.
Heb. qéren, el "cuerno" de un toro, cabra o carnero.
Espíritu de Jehová.
El Espíritu del Señor no hace acepción de personas. Dio a Saúl un corazón nuevo y le mostró los abismos que había delante de él. Sin embargo, Saúl rápidamente rechazó la dirección divina. Entonces Dios se propuso guiar a David como había tratado de guiar a Saúl. Como en el caso de muchos de los grandes dirigentes del mundo, David creció en un ambiente humilde, desarrollando calladamente un áureo carácter bajo la dirección del Espíritu Santo, el cual un día lo capacitaría plenamente para el papel que desempeñaría en el gran conflicto entre el bien y el mal. Cuando fue ungido, el Espíritu de Dios "vino sobre David" así como el Espíritu divino descendió sobre Cristo durante su bautismo (ver com. Mat. 3: 16).
14.
El Espíritu de Jehová se apartó.
Saúl había rechazado al Espíritu de Dios -había cometido el pecado imperdonable- y nada más podía hacer el Señor para él (ver com. cap. 15: 35). El Espíritu de Jehová no se apartó arbitrariamente de Saúl, sino más bien Saúl se rebeló contra su dirección y deliberadamente rehuyó la influencia del Espíritu. Esto debe entenderse en armonía con Sal.139: 7 y con el principio fundamental de la libre elección. Si Dios, por medio de su Espíritu, hubiera impuesto su voluntad a Saúl en contra de los deseos de éste, Dios habría hecho del rey una mera máquina.
De parte de Jehová.
Las Escrituras a veces presentan a Dios como si él hiciera lo que no impide directamente. En realidad, al dar a Satanás una oportunidad para demostrar sus principios, Dios limitaría su propio poder. Por supuesto, había límites que Satanás no podría sobrepasar (ver Job 1: 12; 2: 6), pero dentro de su esfera limitada tendría el permiso divino para actuar. De esa manera, aunque sus actos son contrarios a la voluntad divina, no puede hacer nada a menos que Dios se lo permita, y todo lo que hacen él y sus malos espíritus, es hecho con el permiso de Dios. Por lo tanto, cuando Dios retiró su Espíritu de Saúl (ver com. 1 Sam. 16: 13, 14), Satanás quedó en libertad de actuar.
Le atormentaba.
Josefo describe esa dolencia así: "En cuanto a Saúl, le sobrevinieron algunos desórdenes extraños y demoníacos, y le provocaban tales asfixias como si hubieran estado a punto de ahogarlo" (Antigüedades vi. 8. 2). Es evidente que fue aumentando una grave melancolía mientras cavilaba debido al anuncio del profeta de que había perdido el derecho a la corona para ser dada a un hombre "mejor" que él (cap. 15: 28). Siendo poseído intermitentemente por el espíritu malo, Saúl fue inducido a sentir y actuar en una forma parecida a la de un demente.
15.
Un espíritu malo de parte de Dios.
Ver com. vers. 14 en lo que atañe a una expresión equivalente.
16.
El arpa.
Mejor, "la lira". Se aconsejó a Saúl que buscara alivio en una terapia musical. El sonido de la lira de David y su canto de excelsos himnos aliviaban transitoriamente a Saúl del espíritu malo que lo acosaba. Cuando Saúl escuchaba la música de David, sus malos sentimientos de compasión propia y celos lo dejaban por un tiempo, pero volvían con redoblado poder al transcurrir el tiempo. Debido a su continuo rechazo de la dirección de Dios, se parecía al poseído por el demonio de la parábola de Cristo (Luc. 11: 24-26), en que "el postrer estado" de un alma tal es "peor que el primero".
17.
Buscadme.
No debía pasarse por alto 532 ningún medio que ofreciera esperanza de alivio del espíritu malo que atormentaba a Saúl.
18.
Hijo de Isaí.
Indudablemente la reputación de David como músico y hombre de valor, sano juicio y prudente ya se había cimentado antes de que apareciera en la corte y de que venciera a Goliat. Probablemente David era un joven que se aproximaba a la virilidad, pues poco después, en ocasión de su encuentro con Goliat, se lo describe como un "muchacho", Heb. ná'ar (cap. 17: 58) y como un "joven", Heb. 'élem (vers. 56).
Jehová está con él.
Aunque no se había divulgado la novedad de que David había sido ungido como rey, nada podía ocultar el hecho de que el Espíritu Santo -que se había posesionado de su vida de un modo especial desde su ungimiento (ver com. vers. 13)- estaba preparándolo debidamente para las importantes tareas venideras.
20.
Un asno.
El regalo de Isaí tenía el propósito de expresar buena voluntad respecto al deseo del rey de que David sirviera en la corte. No mandar un regalo seguramente se hubiera interpretado como una expresión de mala voluntad y, por lo tanto, habría perjudicado el éxito de David en la corte.
21.
Estuvo delante de él.
Esta afirmación no se refiere a la presencia de David delante de Saúl, sino al hecho de que David "se quedó a su servicio" (BJ; ver Gén. 41: 46; Dan. 1: 19). Debido a la providencia de Dios, David fue colocado en una posición en la que podía relacionarse con los dirigentes de la nación -que así podrían apreciar sus talentos- y con los asuntos de gobierno. Quizá se permitió que Saúl permaneciera en el trono hasta que las semillas del mal produjeran en su vida una cosecha inevitable, y hasta que se completara la preparación preliminar de David.
Le amó mucho.
Aun Saúl llegó a honrar y respetar la personalidad naturalmente atrayente de David, y estimó en él las cualidades implantadas por el Espíritu Santo. Saúl reconoció la evidente superioridad de ese joven promisorio, admitiendo tácitamente la sabiduría de la elección de Dios de un sucesor para el trono.
Paje de armas.
"Escudero" (BJ). Este nombramiento colocó a David en la más estrecha relación posible con el rey y lo hizo responsable personalmente por la seguridad del monarca. Es posible que esta afirmación aparezca antes del papel que desempeñaría David en la corte después de su victoria sobre Goliat (ver cap. 18: 2, 5).
22.
Esté David conmigo.
Después de un período de prueba en la corte, Saúl convirtió en un cargo permanente lo que al principio sólo tenía el propósito de ser algo transitorio.
Ha hallado gracia.
Ver com. vers. 21. Dios consideró que David era de la clase de hombres que podía usar en su servicio (vers. 7). Contemplando sólo la apariencia exterior y las acciones, que en cierto grado reflejaban el corazón de David, Saúl llegó a la misma conclusión (ver Prov. 23: 7).
23.
Saúl tenía alivio.
Literalmente, "Saúl respiraba". la palabra rúaj significa "respirar", "soplar", especialmente con las fosas nasales. El uso de este verbo implica una exhalación de aliento profunda y forzada, tal como la que frecuentemente acompaña a una relajación después de un período de tensión, seguida por una respiración normal. Los accesos de posesión demoníaca de que sufría Saúl eran acompañados indudablemente por tensiones físicas y nerviosas.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-23 PP 691-698
1-4 PP 691
6, 7 Ed 259; PP 692
7 CC 33; CM 36; 2JT 273, 456; MB 34; OE 511; PP 333; PVGM 56; SC 80; 1T 320; 2T 72,418,633; 3T201,244,301; 5T 31,333, 625; 8T 146; TM 171; 5TS 45
8-11 PP 693
10 Ed 259
11-13 MC 106; PP 642
12 CM 36; 2JT 456
12, 13 PP 693
16-23 PP 696
18 PP 698, 802 533


1 SAMUEL CAPÍTULO 17 - AUDIO
1 Los ejércitos de los israelitas y los filisteos preparados para la batalla. 4 Goliat desafía a los israelitas. 12 David, enviado por su padre a visitar a sus hermanos, acepta el desafío del gigante. 28 Eliab lo reprende. 30 David es llevado ante la presencia de Saúl. 32 Explica las razones de su confianza. 38 Mata al gigante sin llevar ninguna armadura e impulsado por su fe en Dios. 55 Saúl pregunta por la identidad de David.

1 LOS filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.
2 También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.
3 Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos.
4 Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.
5 Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce.
6 Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.
7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.
8 Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.
9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciera, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.
10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.
11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.
12 Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres.
13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama;
14 y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl.
15 Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén.
16 Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.
17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos.
18 Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.
19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.
21 Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército.
22 Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.
23 Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. 534
24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.
25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.
26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.
28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
29 David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?
30 Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes.
31 Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir.
32 Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.
33 Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.
34 David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,
35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
37 Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
38 Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza.
39 Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.
40 Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.
42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.
43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.
44 Dijo luego el fílisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.
47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.
49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.
51 Entonces corrió David y se puso sobre 535 el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron
52 Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón
53 Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento
54 Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda
55 Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió
56 Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven
57 Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano
58 Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén


1.
Soco.
Mencionada antes en Jos. 15: 35, es la moderna Khirbet 'Abbád, situada a un poco más de la mitad del camino entre Jerusalén y la ciudad filistea de Gat. Esta población pertenecía a la tribu de Judá, y estaba a 27 km al suroeste de Jerusalén.
Efes-damim.
O Pas-damim, como figura en 1 Crón. 11: 11-13, donde se presenta la lista de los valientes de David. El nombre significa "la frontera de sangres", quizá debido a que hubo muchas luchas en esa zona.
2.
Valle de Ela.
Un fértil valle de suaves laderas que se levantan al este y al oeste, y que corre por varios kilómetros en dirección noroeste desde Soco.
3.
El valle entre ellos.
Por el centro del valle de Ela corre un wadi llamado Wadi es Sant del cual se habla en este versículo como de un "valle". Heb. gaye'. Esto es muy diferente del "valle", Heb. 'émeq, de Ela (vers. 2). La primera palabra hebrea se usa para una cañada regada por un torrente durante la estación lluviosa, la segunda para un valle amplio y fértil. Este gaye' era casi infranqueable excepto en ciertos puntos, y en ese respecto es similar al wadi que está frente a Micmas (ver com. cap. 14: 4-10). Saúl y su ejército acamparon en las colinas del lado oriental de este gaye', y los filisteos fortificaron las colinas del oeste (ver 1 Cron 11: 13).
4.
Goliat.
Posiblemente de galah, "destapar", "apartar", el nombre Goliat quizá signifique "exilio", en el sentido de que Goliat fue "apartado" de su pueblo ancestral, y por lo tanto era filisteo sólo en el sentido de que vivía entre esa gente. Se cree que descendía de los anaceos (ver com. Deut. 9: 2). Su estatura de 6 codos y un palmo, o 61/2 codos, sería el equivalente a 2,9 m. Otros han sugerido que el nombre Goliat podría significar "conspicuo". Pero en este caso -como en el caso de "exilio"-todo se basa en la posibilidad de que Goliat fuera un nombre semítico.
Gat.
Una de las cinco ciudades principales de Filistea. Se desconoce su ubicación (ver 2 Rey. 12: 17).
5.
Malla.
La "malla" de los soldados de los tiempos bíblicos consistía en un peto superior y una armadura que protegía el abdomen. Donde quiera que las dos piezas no encajasen perfectamente, quedaba un punto vulnerable en el cuerpo del soldado (1 Rey. 22: 34).
Cinco mil siclos
El equivalente a 57 kg.
6.
Grebas.
Planchas delgadas de metal que se llevaban en la parte delantera de las piernas, debajo de las rodillas.
Jabalina.
O un "escudo" o "maza", que evidentemente se llevaba a la espalda, colgando entre los hombros.
7.
El hierro de su lanza.
Su peso sería de 6,82 kg. Aunque la armadura de este paladín era de bronce, la punta de su lanza era de hierro, metal relativamente nuevo y más caro.
8.
El filisteo.
El uso del artículo definido aquí implica egoismo de parte del antagonista de David. Estaba orgulloso de su habilidad y se gloriaba de su título conspicuo. Este título de Goliat se usa más de 25 veces en el capítulo en contraste con su nombre personal que sólo se usa dos veces (vers. 4, 23). Por supuesto, los filisteos sabían que la Deidad de Israel era superior a Dagón (cap. 5: 1-7). Habían huido aterrorizados de Mizpa (cap. 7: 10- 13). Además, después de años de tranquilidad (cap. 7: 13), habían sido testigos del sorpresivo ataque de Jonatán que les arrebató 536
BATALLA DE DAVID Y GOLIAT
537 mucho material bélico (cap. 14: 31, 32). A regañadientes, los filisteos todavía eran de la misma opinión y habiendo encontrado un paladín, decidieron renovar el ataque.
9.
Si yo pudiere más.
En la antigüedad, con frecuencia existía la costumbre de decidir las contiendas tribales mediante combates singulares, en los cuales se consideraba que había sido derrotado el ejército del rey o caudillo perdedor. Cuando Josafat fue con Acab a guerrear contra los sirios, el rey de Damasco ordenó a sus capitanes que lucharan "sólo contra el rey de Israel" (1 Rey. 22: 31). Sin embargo, ése no fue un combate singular. Cuando se combatían la casa de Saúl con la de David, se eligieron 12 hombres de cada lado para decidir el resultado. La consecuencia fue que "Abner y los hombres de Israel fueron vencidos" (2 Sam. 2: 12-17), aunque no participaron en la contienda.
10.
Desafiado.
Literalmente, "reprochado" o "vilipendiado", es decir por no aceptar el desafío de Goliat. Tildó a los hombres de Israel de ser cobardes y sumamente faltos de hidalguía. El wadi que separaba a las fuerzas contendoras era tan difícil de cruzar, que si cualquiera de ellas se arriesgaba a dar un ataque frontal, estaba casi segura de la derrota. Los filisteos estaban tan confiados de que físicamente no podía encontrarse ningún rival que pudiera hacer frente a su paladín, que propusieron decidir la batalla mediante un combate singular. Este desafío continuó diariamente durante más de un mes (vers. 16).
11.
Se turbaron.
En el pasaje del cap. 2: 10 esta misma forma verbal se traduce "quebrantados". La raíz significa "ser destrozado", lo que se refiere a un estado mental o físico. En este caso Saúl -déspota egotista -tuvo que hacer frente a otro bravucón, y no sabía qué hacer. Además, Saúl era un gigante entre su propio pueblo, y lógicamente era el que debía aceptar el desafío. De los hombros para arriba sobresalía entre los suyos y tenía un casco de bronce y una coraza de malla (vers. 38); sin embargo, temblaba ante Goliat. Aunque había renunciado a la presencia y a la protección del Espíritu de Dios, comprendía que debía triunfar en esta grave dificultad o perdería su prestigio ante el pueblo. Tenía el espíritu quebrantado y la conciencia turbada; se daba cuenta de que el dilema en que se había colocado él mismo y su ejército se hacía más difícil con cada hora que pasaba. La longitud de la profunda hondonada que corría por el valle de Ela no podía ser más que de unos pocos kilómetros. Eso significaría que los ejércitos rivales no eran muy grandes; de lo contrario, antes de un mes, un ejército o el otro habría hecho un movimiento de flanqueo para rodear los extremos del valle.
15.
David había ido y vuelto.
No es claro si esto se refiere a la presencia de David en la corte a fin de tocar y cantar para Saúl, o a viajes repetidos, de ida y vuelta, al campamento israelita para llevar alimento. El hecho de que la afirmación aparezca en el contexto del relato de Goliat parecería coincidir con esta última explicación. Quizá David era uno de los encargados de llevar alimento para los hombres que estaban en el frente. Por otro lado, los vers. 13-15 quizá expliquen por qué David -que ya estaba en la corte de Saúl de acuerdo con el capítulo precedente (cap. 16: 19-23)- estaba ahora en casa y no con Saúl. El autor de 1 Samuel quizá creyó necesario explicar este hecho a sus lectores, y lo hizo afirmando que David no estaba permanentemente en la corte de Saúl, sino que aparecía allí sólo ocasionalmente. El autor hace notar después que David era tan sólo un joven (cap. 17: 14, 42, 56), en contraste con sus hermanos mayores que "siguieron ... a Saúl" (vers. 14).
Los comentadores no están de acuerdo en cuanto a si este combate con los filisteos ocurrió antes o después de que David fuera a la corte a fin de tocar para Saúl (cap. 16: 18-23). El hecho de que Saúl más tarde no reconociera a David (cap. 17: 55-58), junto con la repetición de los nombres de sus hermanos en cap. 17: 13, 14 (ver cap. 16: 6-11), indica más bien que el orden de estos capítulos podría invertirse sin crear ninguna dificultad cronológica grave. Muchas veces la Biblia continúa con un pensamiento o relato hasta su conclusión antes de volver para tomar otro hilo de argumento o relato, a fin de hacer cada unidad completa en sí misma (ver com. Gén. 25: 19; 27: 1; 35: 29; Exo. 16: 33, 35; 18: 25). Si fuera así en este caso, la declaración del cortesano de Saúl acerca de David que lo describe como "valiente y vigoroso y hombre de guerra" (1 Sam. 16: 18) parecería tener más significado. Por otro lado, si David ya había dado muerte a Goliat, el que habló podría haberse referido a él como a un gran héroe nacional (cap. 18: 5-9). Pero si David ya se 538 hubiera distinguido como el vencedor de Goliat, ¿habría necesitado Saúl que se le dijera quién era David? Además, desde el tiempo cuando David mató a Goliat, "Saúl le tomó ... y no le dejó volver a casa de su padre" (cap. 18: 2; cf. PP 703). Sin embargo, cuando Saúl pidió a Isaí que mandara a David para que tocara y cantara en la corte, se refirió a David como "tu hijo, el que está con las ovejas" (cap. 16: 19), y al comienzo del relato de Goliat, David todavía cuidaba las ovejas en Belén (cap. 17: 15). Ver también com. caps. 17: 55; 18: 1.
16.
Cuarenta días.
Durante más de un mes Goliat repitió su desafío diario. El hecho de que durante ese tiempo los filisteos no hubieran hecho ninguna tentativa para flanquear al ejército de Israel, implica que desde su desastrosa derrota en Micmas los filisteos no habían sido lo suficientemente fuertes como para hacer un ataque en gran escala. Ahora se valían de una intimidación y de la posibilidad de una victoria mediante un combate singular. Su precipitada retirada después de la muerte de Goliat, robustece esta conclusión.
17.
Grano.
Probablemente cebada o trigo.
18.
Al jefe.
El tener en cuenta al jefe del regimiento en que servían Eliab, Abinadab y Sama tenía el propósito de inducirlo a que tuviera en cuenta a esos tres soldados rasos de su tropa y fuera considerado con ellos.
20.
Se levantó, pues, David de mañana.
Sólo había una distancia de unos 25 km yendo por el camino de Belén a Soco. Estando familiarizado con el país, quizá David conocía atajos que reducían mucho la distancia (ver el mapa de la pág. 536). Parecería que no hubiera empleado más de cuatro o cinco horas para hacer el viaje. Quizá ya era bien entrada la mañana cuando llegó David, más o menos cuando Goliat se adelantaba para lanzar su desafío (ver vers. 16).
26.
¿Quién es este filisteo incircunciso?
Literalmente, "¿quién es el filisteo, este incircunciso?" David expresó con énfasis su desdén por el gigante que mantenía aterrorizados a Saúl y sus hombres. Con fe en Dios, una fe que Saúl también podría haber tenido, David no quedó impresionado en lo más mínimo por la estatura de Goliat. Si Saúl hubiese sido obediente a Dios, bien podría haber sido suya la victoria; pero Dios no podía concederle una victoria como ésta. Se alude a Goliat, en todo el capítulo, como "el filisteo". A David le costaba ocultar su desprecio por ese bravucón. Aun los reproches de su hermano (vers. 28) no lo acobardaron. De muchas bocas oyó lo que se decía de Goliat, y habló con tal determinación que la noticia pronto llegó hasta Saúl.
32.
Dijo David a Saúl.
¡Qué contraste: un humilde pastorcillo animando a tan experimentado y exitoso guerrero de Israel! Saúl, el único gigante de Israel (cap. 10: 23), comprendía que él debería haber sido quien aceptara el desafío de Goliat. Pero su conciencia culpable lo hacía temeroso. Si hubiese habido amor de Dios en su corazón eso habría sido suficiente para expulsar todo temor; pero no habitaba en él nada del amor de Dios. En su lugar sólo había el "tormento" de una conciencia culpable (ver 1 Juan 2: 5; 4: 18). Por el contrario, David irradiaba aquel espíritu de genuino optimismo y valor que es la insignia de "una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres" (Hech. 24: 16; cf. Sal. 51: 10, 11). era tan valiente como Saúl era cobarde.
36.
Ha provocado.
David era celoso del buen nombre de Israel y del Dios de Israel, como lo había sido Moisés antes de él (Exo. 32: 12, 13; Núm. 14: 13-16; Deut. 9: 26-29; cf. Eze. 20: 9). La inactividad del pueblo de Dios en un tiempo de vergüenza y crisis era más de lo que David podía soportar.
37.
Me librará.
Una vez Saúl había pedido grandes cosas de Dios y había intentado grandes cosas para él. Sin embargo, después que el orgullo y la gloria del yo le habían llenado el corazón, le parecía insuperable cada obstáculo. En su esfuerzo por vindicarse se había olvidado de que todo es posible con Dios. La mejor forma en que Dios podía impresionarlo con su falta era permitiendo que en David se repitiera la protección providencial con que Dios lo había amparado en el pasado. El Espíritu de Dios una vez se había posesionado de Saúl. Ahora tendría la oportunidad de ver lo que él mismo podría haber sido si no se hubiera rebelado contra aquel Espíritu. Otra vez estaba en un dilema. Si rehusaba que luchara David, el ejército esperaría que él, como rey, fuera el paladín de su causa. Si dejaba que luchara David, y Goliat lo mataba, se habría perdido la batalla e Israel otra vez estaría bajo el yugo de los filisteos. Para salvar su propia vida y reputación Saúl envió a David al combate. Pero el mismo 539 medio que usó Saúl en un esfuerzo por salvar su reputación como rey y caudillo resultó en su pérdida (cap. 18: 6-9). Resultó evidente que sin Dios, Saúl era incapaz de afrontar a sus enemigos (cap. 14: 24; cf. 15: 23) y que eran de Dios las victorias pasadas por las cuales él había recibido la reputación.
38.
Saúl ... le armó de coraza.
Saúl estaba en un aprieto e hizo todo lo que pudo a fin de asegurar el éxito de David. Confió en su armadura; David confió en Dios (ver vers. 45).
39.
Probó a andar.
"Intentó David caminar" (BJ).
Nunca lo practiqué.
Saúl era un cobarde. Tenía una armadura, pero sabía que no podía afrontar a Goliat con su propia fuerza. Con prudencia ostensible primero rehusó permitir que David luchara, debido a su juventud. Luego dio otra prueba de su insensatez tratando de dar su propia armadura a David.
La cortés respuesta de David: "Nunca lo practiqué", es una evidencia de (1) su fe en otro equipo que había probado antes y (2) su confianza en experiencias pasadas al afrontar nuevas situaciones que surgían (ver 3JT 443). David atribuyó al poder de Dios la victoria aun sobre animales salvajes. El peligro había desarrollado en él un valor santificado, y su fidelidad en las cosas pequeñas lo había preparado eficazmente para que se le confiaran las mayores. Había demostrado ser un pastor digno de confianza cuando velaba por los rebaños de su padre. Ahora fue llamado a ser el paladín de la causa del rebaño de su Padre celestial (ver Eze. 34: 5, 23; 37: 24; Mat. 9: 36; 25: 33; Juan 10: 12, 13). El proceder que eligió estaba condicionado por sus propias convicciones espirituales antes que por el juicio no santificado de otros, sin tomar en cuenta su posición. ¡Cuánto depende uno de la pureza de motivos cuando emprende una empresa peligrosa! David no podía luchar con la armadura de Saúl; debía ser él mismo. El propósito de Dios es que cada persona se maneje con su propia armadura. Vemos a un hombre en la vida pública que sabe llevarse con la gente, y copiamos sus modales esperando tener éxito de esa forma. Pero Dios necesita hombres que sean ellos mismos, que aprendan de las experiencias de cada día lo que necesitan saber a fin de resolver los problemas del mañana. Gracias a Dios por quienes se atreven a usar los medios que Dios les ha provisto.
44.
Daré tu carne.
Quizá una forma común para desafiar a un combate (ver Apoc. 19: 17, 18).
45.
Tú vienes ... yo vengo.
He aquí un claro contraste entre dos formas distintas de vida. Goliat representa la seguridad de la fortaleza personal, el orgullo de la exaltación propia, la vanidad de la aclamación popular, la indomable fiereza de la pasión humana. David manifiesta una tranquila confianza en la fortaleza divina y la determinación de glorificar a Dios al llevar a cabo su voluntad. El móvil de David -expresado aquí y más tarde en su vida- no era el de hacer su propia voluntad ni llegar a ser famoso ante los ojos de sus prójimos, sino que "toda la tierra" supiera que había "Dios en Israel" (vers. 46).
50.
Así venció David.
Cuán rápidamente una prueba siguió a la otra. Esta fue la tercera victoria de David en un día. Su primera victoria se presentó cuando Eliab se mofó de él diciéndole que no servía para nada sino para cuidar ovejas. Se habría justificado una respuesta áspera; en cambio, con tranquilo dominio propio, tan sólo dijo: "¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?" (vers. 29). Un carácter tal no nace en un momento. Si no hubiese aprendido paciencia con sus ovejas, no habría tratado con paciencia a sus celosos hermanos. Evitando una querella, David demostró que dominaba su temperamento. Tal fue el caso de Cristo quien, habiendo demostrado su humildad ante la más dura provocación, dijo:"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29). Sólo así uno puede llegar a ser un verdadero conductor de otros. Esta es una lección que todos debemos aprender.
David ganó su segunda victoria cuando lo llevaron a la presencia de su rey. Mirando al animoso joven, el rey no pudo menos que contrastar la inexperiencia juvenil y falta de preparación militar con la astucia del guerrero experimentado. Si Saúl, con toda su imponente personalidad, había rehuido el combate con Goliat, ¿cómo podía intentarlo un mozuelo como David (1 Sam. 17: 33). Sin soñar siquiera en la posibilidad de una intervención sobrenatural, Saúl plantó semillas de duda en la mente de David, y lo incitó a llevar la armadura del rey. Pero otra vez, con cortés deferencia, David obtuvo la victoria sobre la duda aferrándose a su propósito inspirado 540 por el cielo de mantener su fe y total dependencia del Señor.
Todo esto lo preparó bien para su tercera victoria: la que obtuvo sobre el filisteo, que era la misma personificación de la blasfemia. Fue una victoria de las fuerzas espirituales sobre la fuerza de la materia bruta. En vista de los acontecimientos de los meses previos, ¡cuán necesario era que se enseñara esta lección a Israel! En respuesta a la maldición de Goliat, David clamó en triunfo: "Vengo a ti en el nombre" del "Dios de los escuadrones de Israel" (vers. 45). Una sencilla piedra del arroyo, unida a la habilidad de un muchacho y su confiada entrega al Dios eterno, dio a los israelitas una lección que nunca iban a olvidar, aunque raras veces la emularon.
51.
Huyeron.
Se hizo evidente la perfidia de los filisteos en el momento en que fue muerto su paladín. Habían prometido convertirse en siervos de los israelitas si era muerto Goliat (vers. 9). Al huir, renunciaron al arreglo que habían propuesto al ejército de Saúl, y además demostraron que si Goliat hubiese vencido, habrían sido inmisericordes con Israel. La muerte habría sido preferible a la esclavitud que hubieran propuesto como un gesto de magnanimidad.
53.
Saquearon su campamento.
Cuando los israelitas persiguieron al enemigo, que ahora se dispersaba en todas direcciones, quizá devastaron pueblos que estaban detrás de la línea de combate y mataron a muchos además de los filisteos en Soco. Josefo (Antigüedades vi. 9. 5) dice que mataron a 30.000 e hirieron al doble de ese número.
54.
A Jerusalén.
Es decir, finalmente fueron allí. David no hubiera llevado la cabeza a Jerusalén inmediatamente porque los jebuseos todavía dominaban esa ciudad, y tan sólo les fue arrebatada después de la coronación de David (ver 1 Crón. 11: 4-8; 2 Sam. 5: 6-9). El historiador consigna aquí el último lugar de descanso de ese trofeo, sin tomar en cuenta el elemento cronológico implicado. Es indudable que la armadura de Goliat fue llevada al hogar de David en Belén (ver com. 2 Sam. 18: 17; cf. 1 Sam. 4: 10; 13: 2; etc.), y su espada fue llevada a Nob (ver cap. 21: 9).
55.
¿De quién es hijo?
Ver com. cap. 18: 1, 2.
56.
No lo sé.
Es evidente que Abner no se había relacionado antes con David y que, por lo tanto, David no era bien conocido en la corte. Sin duda había sido presentado tan sólo como un músico visitante y no había llegado a ser miembro de la corte (ver PP 696).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-58 CV 162-164; Ev 118; PP 698-702
4-8 CV 162
4-10 PP 700
13 PP 698
15 Ed 146, 159
17, 18, 20, 26, 28 PP 698
29, 32 PP 699
32 CV 163
34, 35 DTG 445; PP 698
37 PP 699
38, 39 Ev 495, 496
38-47 PP 700
39-47 CV 164
47 1JT 338
48-54 PP 702



1 SAMUEL CAPÍTULO 18 - AUDIO
1 Jonatán ama a David. 5 Saúl se pone envidioso a causa de las alabanzas dadas a David, 10 y trata de matarlo en medio de su furia. 12 Le teme a causa de su éxito, 17 y le ofrece a sus hijas para tenderle una trampa. 22 David es persuadido a convertirse en yerno del rey a cambio de doscientos prepucios de los filisteos. 28 El odio de Saúl hacia David aumenta y se acrecienta el aprecio de la gente por David.

1 ACONTECIO que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.
2 Y Saúl le tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre.
3 E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo.
4 Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte.
5 Y salía David a dondequiera que Saúl le 541 enviaba, y se portaba prudentemente. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl.
6 Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.
7 Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían:
Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles.
8 Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.
9 Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.
10 Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano.
11 Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.
12 Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl;
13 por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil; y salía y entraba delante del pueblo.
14 Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.
15 Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él.
16 Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.
17 Entonces dijo Saúl a David: He aquí, yo te daré Merab mi hija mayor por mujer, con tal que me seas hombre valiente, y pelees las batallas de Jehová. Mas Saúl decía: No será mi mano contra él, sino que será contra él la mano de los filisteos.
18 Pero David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?
19 Y llegado el tiempo en que Merab hija de Saúl se había de dar a David, fue dada por mujer a Adriel meholatita.
20 Pero Mical la otra hija de Saúl amaba a David; y fue dicho a Saúl, y le pareció bien a sus ojos.
21 Y Saúl dijo: Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos sea contra él. Dijo, pues, Saúl a David por segunda vez: Tú serás mi yerno hoy.
22 Y mandó Saúl a sus siervos: Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí el rey te ama, y todos sus siervos te quieren bien; sé, pues, yerno del rey.
23 Los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?
24 Y los criados de Saúl le dieron la respuesta, diciendo: Tales palabras ha dicho David.
25 Y Saúl dijo: Decid así a David: El rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos.
26 Cuando sus siervos declararon a David estas palabras, pareció bien la cosa a los ojos de David, para ser yerno del rey. Y antes que el plazo se cumpliese,
27 se levantó David y se fue con su gente, y mató a doscientos hombres de los filisteos; y trajo David los prepucios de ellos y los entregó todos al rey, a fin de hacerse yerno del rey. Y Saúl le dio su hija Mical por mujer.
28 Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba,
29 tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días.
30 Y salieron a campaña los príncipes de los filisteos; y cada vez que salían, David tenía más éxito que todos los siervos de Saúl, por lo cual se hizo de mucha estima su nombre.

1.
Cuando él hubo acabado.
El relato continúa sin interrupción. Habiendo prometido Saúl atrayentes recompensas al que matara a Goliat (cap. 17: 25), hizo llamar entonces a David y preguntó quién era. Si insertamos el pasaje del cap. 16: 14-23 entre los vers. 9 y 10 del cap. 18 como lo hacen algunos eruditos, la primera relación de Saúl con David habría 542 sido en el frente de batalla y la irritación de Saúl se habría producido por la adulación que el populacho prodigó a David (vers. 6, y 7). Sin embargo, si el relato sigue un orden cronológico, la pregunta de Saúl (cap. 17: 55) podría explicarse suponiendo que había prestado tan poca atención al humilde músico de la lira durante sus períodos de retraimiento que no sabía quién era David, y en ese caso el pasaje del cap. 16: 21 se consideraría como que menciona algo que sucedió después. Esto último parece preferible (ver com. cap. 16: 21). Sea como fuere, puesto que David era tanto un héroe militar como un inspirado músico, no es de extrañarse que Saúl no le permitiera "volver a casa de su padre" (cap. 18: 2). Ver también com. cap. 17: 15.
El alma de Jonatán.
La tierna amistad entre David y Jonatán es el ejemplo clásico de almas afines que se reconocen mutuamente ideales comunes y se regocijan con su relación. Jonatán ya había expresado desconformidad por el proceder de su padre y por su conducta (cap. 14 : 29). Para él, las humildes y espirituales respuestas de David a las preguntas de Saúl -en las que daba toda la gloria a Dios por las proezas del pasado- fueron como agua refrigerante para un viajero cansado y sediento. Para Jonatán, el héroe de Micmas, deben haber existido tristes horas de desengaño y frustación debido a la falta de discernimiento espiritual de su padre. No se daba cuenta Jonatán de que -en forma del todo desconocida para él- la misma fe en Dios y la entrega a su conducción estaban amoldando otra vida a unos pocos kilómetros hacia el sur.
2.
Saúl le tomó.
David se convirtió en cortesano de Saúl, unido en forma estable a la casa real. El relato del pasaje del cap. 16: 14-23 dificilmente podría seguir a esta acción de Saúl (ver com. cap. 18: 1).
3.
Pacto.
Quizá hecho con posterioridad y registrado aquí a manera de introducción para el relato de la amistad de David y Jonatán. El pacto de amistad debe haber sido el resultado de innumerables conversaciones, de expediciones llevadas a cabo juntos, de un afecto maduro. En la hermosa amistad de estos dos espíritus consagrados y ardientes tenemos el privilegio de contemplar algo de los sentimientos de Cristo cuando un día contemple en la vida de sus redimidos la misma visión espiritual, la misma humildad de alma, la misma tranquilidad de espíritu, la misma obediencia a los eternos principios de la verdad que reinaron en su corazón divino mientras estuvo aquí en la tierra. Así, pese a la intensa aflicción de su alma, quedará satisfecho (Isa. 53: 11). De gran gozo será el cielo para las almas afines, con una eternidad de compañerismo por delante.
4.
Jonatán se quitó el manto.
Su amor por David fue tan grande, que estuvo preparado para decir, como lo haría Juan el Bautista siglos más tarde: "Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" (Juan 3: 30). Contemplaba en David lo que una vez soñó que él mismo podría haber llegado a ser. Todos los rasgos loables de los dos caracteres fueron aglutinados por un verdadero afecto, y Jonatán comprendió que la felicidad consiste en amar antes que en ser amado. Cristo nos amó de tal manera que voluntariamente se despojó de todas sus prerrogativas divinas (Fil. 2: 6-8) a fin de que pudiera iluminar "a todo hombre" (Juan 1: 9).
5.
Salia David a dondequiera.
A semejanza de Moisés en la corte de Faraón, David recibió una preparación en asuntos administrativos que iba a serle útil en años venideros. Fue colocado en un puesto desde el cual podía ver la vida en todos sus aspectos, y Dios le dio perspicacia espiritual para que pudiera distinguir entre lo correcto y lo erróneo. A semejanza de Daniel, David mantuvo su integridad en un ambiente que no había escogido, ni temió la contaminación. Dios no vacila en colocar a sus siervos en la misma vorágine del egoísmo humano, sabiendo que mientras más oscura sea la noche, más brillante será la luz que irradien. David, que había sido un respetuoso hijo en la casa de su padre, Isaí, demostró su idoneidad como fiel embajador del rey.
Lo puso Saúl sobre.
Saúl cumplió su promesa de honrar al hombre que estuvo dispuesto a aceptar el desafío que habían declinado sus propios soldados. Aunque era poco más que un joven, David se comportó con tan loable discreción que todos lo aceptaban facilmente. Eran obvios sus excelentes rasgos de carácter. Esto no significa que reemplazó a Abner que había sido -y seguía siendo- capitán de las fuerzas armadas.
8.
No le falta más que el reino.
No se da un intervalo entre el anuncio de la elección por Dios de otro hombre "mejor que tú" (cap. 15: 28) como rey, y esta experiencia de David en la corte real. Aunque es probable que hubieran 543 pasado varios años, con seguridad Saúl estaba a la expectativa de indicios que le mostraran al hombre que debía ser su sucesor (ver vers. 9). Acababa de demostrar su debilidad ante los filisteos, y si no hubiese sido por la hazaña de este joven pastor, podría haber perdido su propia vida. Sin embargo, le molestaba el pensamiento de que ese muchacho a quien había honrado colocando cerca de sí podría estar arrebatándole el afecto del pueblo y también del ejército. ¿Qué clase de gratitud era ésa? El tiempo no había aliviado el escozor del reproche profético (ver cap. 15: 23). Otra vez Saúl expresó sentimientos de descontento y malas suposiciones, hasta que por fin se trastornó su mente celosa.
10.
Un espíritu malo.
Ver com. cap. 16: 15, 16. Aunque Dios permite que llegue la tentación, nunca tienta al hombre para que peque (Sant. 1: 13; cf. 1 Cor. 10: 13).
Desvariaba.
"Delirada" (BJ). "Mostrábase en su casa con trasportes de profeta" (RVA). La forma verbal que aquí se emplea, aunque con frecuencia se usa para una profecía verdadera, puede también referirse a los susurros de los falsos profetas. El frenesí arrebatado de Saúl se debía a un espíritu de pasión violenta, quizá unido con la esperanza de impresionar a sus cortesanos con su santidad.
David tocaba.
¡Qué contraste entre estos dos hombres! Movido por una furia celosa, Saúl tomaba su lanza con el propósito deliberado de matar a David. Este probablemente sentía el peligro, y comprendiendo la causa de la pasión de Saúl se aferraba de su arpa con la cual procuraba aliviar la tensión mental del rey.
12.
Saúl estaba temeroso.
La razón de Saúl para temer a David era su convicción de que Dios se había apartado de él para favorecer a David. Pero, ¿se había apartado deliberadamente el Señor de Saúl o fue éste quien renegó de su Padre celestial? Debido a que Dios ha dotado al hombre de la facultad de la libre elección, él no lo restringe por la fuerza si rechaza su consejo. Adán renegó de Dios cuando se rindió a las sugestiones del adversario. ¿Lo abandonó Dios? Pablo deliberadamente persiguió a la iglesia de Cristo. ¿Lo abandonó Dios? Si fue así, ¿cómo pudo afirmar Pablo más tarde que "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero"? (1 Tim. 1: 15).
Mediante el ministerio de David, el Señor estaba llamando al corazón endurecido de Saúl, invitándolo a volver y a darse cuenta del poder curador de Dios en favor de él. Aunque Saúl irreversiblemente se había descalificado como rey, todavía podía encontrar salvación como individuo (ver com. cap. 15: 23, 35).
13.
Saúl lo alejó de sí.
Desde su propio punto de vista egoísta, uno de los grandes errores de la vida de Saúl fue cuando apartó a David de su corte y lo "hizo jefe de mil". Nunca más la melodía de la música de David calmaría la aflicción de Saúl. Ningún otro podía sostener la mano del rey delante del público como lo había hecho David, yendo "dondequiera que Saúl le enviaba" (vers. 5). Obsesionado por el deseo de matar a David, Saúl realizó precisamente lo que hizo más difícil que se humillara y se volviera a su Padre celestial.
14.
Se conducía prudentemente.
"Ejecutaba con éxito" (BJ) como lo dice implícitamente la forma verbal hebrea. Las faltas cometidas por los hombres que están en el poder al tratar a sus subordinados, fácilmente pueden ser usadas por estos mismos como peldaños para el éxito si proceden con sabiduría. David aceptó su descenso de categoría -pues así parece que fue- con toda humildad, y en su nueva función ganó la admiración de todo Israel. No hubo recriminaciones ni se compadeció de sí mismo debido al injusto trato. David se mantuvo alegre y espiritual como siempre había sido. Siendo muy amado por el Señor, a pesar de la ira del rey, estaba recibiendo precisamente la preparación que necesitaba antes de entrar en el desempeño de las responsabilidades del liderazgo. Dios adapta la disciplina de la vida a las necesidades peculiares de cada individuo que se propone ser fiel al deber.
16.
Salía y entraba.
Los deberes asignados a David eran de tal naturaleza como para mantenerlo constantemente a la vista del público.
17.
Me seas hombre valiente.
Aquí resaltan en agudo contraste dos personalidades diferentes: la astuta duplicidad de Saúl contra la sencillez y la recta conducta de David. Saúl no sólo estaba turbado por su conciencia, sino que secretamente también temía al pueblo, el cual amaba a David y le expresaba su lealtad en voz alta. Celoso por cada palabra de alabanza que se pronunciaba en favor del joven, Saúl recurrió a la duplicidad -el recurso favorito 544 de los egoístas-, la adulación manifiesta y la maquinación secreta. Parece que al principio David no se dio cuenta de las trampas que se le habían tendido. Aceptó tanto la promoción como el descenso de categoría con el mismo espíritu de la humildad dispuesta a cooperar. Siendo de corazón puro delante de Dios, sólo se preocupaba por el desempeño eficiente de cada tarea que se le asignaba, y se mantuvo sereno ante el peligro personal.
No será mi mano.
Saúl no estaba listo todavía para quitarle la vida a David directamente. Esperaba realizar su propósito indirectamente, a fin de evitar la mala voluntad del pueblo.
18.
¿Quién soy yo?
Merab, la hija mayor de Saúl -el nombre de ella significa "aumento", "multiplicación" (ver Isa. 9: 6, 7)- evidentemente había sido prometida a David como parte de la recompensa por matar a Goliat (1 Sam. 17: 25), o con la esperanza de persuadirlo para que aceptara correr el riesgo de otros ataques contra los filisteos. La vacilación de David en casarse con Merab puede haberse debido a que no estaba en condiciones para dar la dote requerida.
19.
Fue dada.
Al principio, provocado por el rechazo de David, Saúl no pudo ocultar su creciente antipatía por el recién nombrado capitán. Entonces dio Merab a Adriel, que significa "mi ayuda es Dios", suponiendo que la palabra sea aramea.
Meholatita.
Abel-mehola, el lugar de nacimiento de Eliseo, era un pueblo que no estaba lejos de Bet-seán (1 Rey. 4: 12; 19: 16), quizá al este del Jordán en Tell el Maqlub, lugar anteriormente identificado con Jabes de Galaad (ver com. Juec. 7: 22). La duplicidad de Saúl debiera haber abierto los ojos de David, pero como todavía él consideraba que otros eran sinceros como él lo era, se sometió humildemente a que Saúl anulara el primer convenio matrimonial.
21.
Le sea por lazo.
Saúl urdió una trama para que, mediante su hija Mical, tuviera todavía una oportunidad para llevar a cabo su nefasto plan de destruir a David. Iba a pedir una dote de tal naturaleza, que con toda probabilidad realizara su propósito en una forma aun mejor que la que hubiera sido posible si le hubiese dado a Merab. Saúl quedó muy complacido, pero tenía que proceder con mucha cautela pues David no debía saber que Mical estaba enamorada de él.
Por segunda vez.
Se refiere a que ésta era la segunda proposición hecha a David.
22.
Mandó Saúl a sus siervos.
Saúl deliberadamente no le había dado a Merab por esposa, pero en forma solapada hizo que llegara información al joven de que todavía lo quería como yerno. Tendió un lazo a David por medio de una campaña de chismes propagados en la corte. Los siervos mismos probablemente no se daban cuenta de la parte que inconscientemente desempeñaban en el drama.
23.
Siendo yo un hombre pobre.
Quizá David expresó su perplejidad por la duplicidad de Saúl. Sin embargo, no estaba amargado pensando tal vez que la decisión de Saúl se debía a que él era pobre.
25.
No desea la dote.
El interés de David había sido despertado con tanto tacto como para que no tuviera ninguna sospecha. Es un hecho que la idea le cayó muy bien. De ese modo, al mismo tiempo podía vengar a Israel de un enemigo ya antiguo y ganar la mano de una joven que quizá le parecía aun más adecuada para él que su hermana mayor, pero que quizá no podía casarse antes que la primogénita (ver Gén. 29: 26). Puesto que los padres eran quienes arreglaban los casamientos, David no advirtió nada malo en las intenciones de Saúl.
Cien prepucios.
En relieves egipcios se ven montones de prepucios cortados de enemigos caídos, presentados ante el rey y contados en su presencia como una evidencia de victoria. La propuesta de Saúl estaba, pues, de acuerdo con las costumbres paganas de la época.
26.
Antes que el plazo se cumpliese.
Esta cláusula pertenece al vers. 27.
27.
Doscientos hombres.
Cien era el número estipulado por Saúl. El rey había divulgado tanto este asunto, que se vio obligado a cumplir con su propio convenio. Así Dios otra vez llamó la atención de Saúl hacia el hombre a quien el Altísimo quería honrar.
29.
Enemigo de David.
La molestia que le provocó el fracaso de su perverso plan intensificó el odio que Saúl sentía por David. Pero en vez de entregarse a Dios, Saúl se afligía por su orgullo herido. El prestigio de David era mayor que nunca. Ahora bien, enteramente poseído por un mal espíritu, la entenebrecida y cavilosa mente de Saúl buscó con afán la forma de tender una nueva trampa a su enemigo, que ahora era su yerno. 545
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-30 PP 703-707
1 Ed 151
1-5 PP 703
6-8 PP 704
13-16 PP 705
17-25, 28 PP 706



1 SAMUEL CAPÍTULO 19 - AUDIO
1 Jonatan revela el propósito de su padre de matar a David. 4 Persuade a su padre a reconciliarse. 8 La ira de Saúl se reaviva a causa de un nuevo éxito de David en la guerra. 12 Mical engaña a su padre colocando una estatua en la cama de David. 18 David visita a Samuel, en Naiot. 20 Los mensajeros de Saúl son enviados a apoderarse de David. 22 Saúl profetiza.

1 HABLO Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus siervos, para que matasen a David; pero Jonatán hijo de Saúl amaba a David en gran manera,
2 y dio aviso a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte; por tanto, cuídate hasta la mañana, y estate en lugar oculto y escóndete.
3 Y yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde estés; y hablaré de ti a mi padre, y te haré saber lo que haya.
4 Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra su siervo David, porque ninguna cosa ha cometido contra ti, y porque sus obras han sido muy buenas para contigo;
5 pues él tomó su vida en su mano, y mató al filisteo, y Jehová dio gran salvación a todo Israel. Tú lo viste, y te alegraste; ¿por qué, pues, pecarás contra la sangre inocente, matando a David sin causa?
6 Y escuchó Saúl la voz de Jonatán, y juró Saúl: Vive Jehová, que no morirá.
7 Y llamó Jonatán a David, y le declaró todas estas palabras; y él mismo trajo a David a Saúl, y estuvo delante de él como antes.
8 Después hubo de nuevo guerra; y salió David y peleó contra los filisteos, y los hirió con gran estrago, y huyeron delante de él.
9 Y el espíritu malo de parte de Jehová vino sobre Saúl; y estando sentado en su casa tenía una lanza a mano, mientras David estaba tocando.
10 Y Saúl procuró enclavar a David con la lanza a la pared, pero él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y escapó aquella noche.
11 Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo vigilasen, y lo matasen a la mañana. Mas Mical su mujer avisó a David, diciendo: Si no salvas tu vida esta noche, mañana serás muerto.
12 Y descolgó Mical a David por una ventana; y él se fue y huyó, y escapó.
13 Tomó luego Mical una estatua, y la puso sobre la cama, y le acomodó por cabecera una almohada de pelo de cabra y la cubrió con la ropa.
14 Y cuando Saúl envió mensajeros para prender a David, ella respondió: Está enfermo.
15 Volvió Saúl a enviar mensajeros para que viesen a David, diciendo: Traédmelo en la cama para que lo mate.
16 Y cuando los mensajeros entraron, he aquí la estatua estaba en la cama, y una almohada de pelo de cabra a su cabecera.
17 Entonces Saúl dijo a Mical: ¿Por qué me has engañado así, y has dejado escapar a mi enemigo? Y Mical respondió a Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré.
18 Huyó, pues, David, y escapó, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Y él y Samuel se fueron y moraron en Naiot.
19 Y fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí que David está en Naiot en Ramá.
20 Entonces Saúl envió mensajeros para que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron.
21 Cuando lo supo Saúl, envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar mensajeros por tercera vez, y ellos también profetizaron.
22 Entonces él mismo fue a Ramá; y llegando 546 al gran pozo que está en Secú, preguntó diciendo: ¿Dónde están Samuel y David? Y uno respondió: He aquí están en Naiot en Ramá.
23 Y fue a Naiot en Ramá; y también vino sobre él el Espíritu de Dios, y siguió andando y profetizando hasta que llegó a Naiot en Ramá.
24 Y él también se despojó de sus vestidos, y profetizó igualmente delante de Samuel, y estuvo desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí se dijo: ¿También Saúl entre los profetas?
1.
Matasen a David.
Mejor, "haría morir a David" (BJ). Saúl decidió hacer de David el blanco de un crimen por motivos políticos, y trató el asunto con Jonatán y algunos de sus magistrados. Sin duda les aseguró que no sufrirían castigo ninguno.
Esta fue la quinta tentativa de Saúl para librarse de David: (1) Quiso matarlo con su lanza (cap. 18: 10, 11). (2) Luego trató de lograr su mal propósito colocando a David al frente con la esperanza de que sería muerto (cap. 18: 17). (3) Después Saúl lo engañó prometiéndole la mano de Merab, y se la dio a otro, esperando quizás que David procediera con imprudencia y como resultado fuese castigado (cap. 18: 19). (4) A continuación autorizó a David para que ganara la dote correspondiente a Mical mediante una misión peligrosa (cap. 18: 25). (5) Ahora, siendo evidente que el Señor estaba con David, Saúl buscó la ayuda de otros para matarlo.
3.
Hablaré de ti.
La adversidad demuestra cuán sincera es una verdadera amistad. Bien sabía Jonatán que David no pensaba usurpar el trono, pero no podía convencer de eso a Saúl. La posición de Jonatán no era fácil pues tendría que oponerse a los deseos de un tirano, y se pensaría que era desleal a su propio padre. Sin embargo, como verdadero amigo, Jonatán dijo la verdad a David en cuanto a Saúl, no para asustarlo sino para prevenirlo y para asegurarle la lealtad de un verdadero amigo. Esto fue una verdadera prueba para Jonatán. Tenía que decidirse entre ser leal a su padre o ser leal a David. Era imposible que por más tiempo fuera leal a los dos. Demostró buen juicio comportándose de tal forma como para conservar su influencia sobre su padre y, sin embargo, salvar a David al mismo tiempo de una muerte segura.
4.
No peque el rey.
Unido a su amigo por vínculos aun más estrechos que los de la consanguinidad, con un amor "más maravilloso ... que el amor de las mujeres" (2 Sam. 1: 26), y conociendo los pensamientos íntimos del corazón de David, Jonatán resultaba ideal para mediar entre él y Saúl. En el ruego de Jonatán ante su padre se manifestaron tanto el respeto por la autoridad como la más estricta obediencia a los principios. Como hijo de Saúl, conocía los argumentos que tendrían más peso para el rey: la victoria de David sobre Goliat y su continuo y leal servicio personal para el rey en toda oportunidad.
5.
Sin causa.
Con mucho tacto, Jonatán demostró a Saúl que no tenía razón para matar a David, y le hizo recordar que tenía amplios motivos para apreciar el leal servicio que éste le rendía.
6.
Escuchó Saúl.
¡Cuán eficaces son las palabras debidas en el momento apropiado! (ver Prov. 25: 11; Isa. 50: 4). Jonatán sabía que su padre estaba equivocado, no sólo en este caso sino también en muchos otros. Pero no habría ganado nada si hubiera reprendido a su padre por sus errores.
8.
Con gran estrago.
La Providencia le dio a Saúl otra prueba de la lealtad de David y del valor de sus servicios.
9.
El espíritu malo.
Ver com. cap. 16: 14, 15. El diablo sabía, desde el tiempo cuando fue ungido David, que estaba siendo preparado para ser rey. De modo que podía esperarse que el maligno intentara torcer el plan de Dios. No podría haber concebido un medio más eficaz de hacerlo que convencer a Saúl de que David procuraba usurpar el reino.
10.
Escapó aquella noche.
De acuerdo con el estilo de la narración hebrea, se dan los resultados finales de la fuga de David y después se añaden más detalles. David no escapó inmediatamente; primero fue por un corto tiempo a su hogar.
11.
Esta noche.
El relato no dice cómo supo Mical que Saúl había ordenado matar a David. Quizá vio a los "mensajeros" que estaban esperando a David y, conociendo el carácter de su padre, percibió su propósito. O tal vez David se sintió impulsado a confiar en ella. Quizá David pensó en esta vicisitud cuando 547 cantó con fervor: "Por Jehová son ordenados los pasos del hombre" (Sal. 37: 23). Imaginemos a David allá en la ladera de la montaña, sin hogar y perseguido como un animal salvaje. Pero después de una noche de llanto, pudo decir David: "Yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia" (Sal. 59: 16. Véase el título [sobrescrito] de este salmo).
12.
Por una ventana.
La palabra traducida "ventana" proviene de un verbo que significa "perforar", "agujerear". En la antigüedad se solía construir las casas de tal forma que todas las aberturas dieran a un patio amurallado, con la excepción de una entrada principal externa. Con frecuencia los techos eran planos y se podía llegar a ellos desde el interior de la casa o desde el patio. El relato no dice si la abertura por la cual Mical hizo descender a David estaba encima del techo o si daba a la parte trasera de la casa. Sea como fuere, estaba en un punto opuesto a la entrada delantera, donde vigilaban los emisarios del rey. En una forma parecida se hizo descender a los espías, de los muros de Jericó (Jos. 2: 15). A Pablo se lo hizo descender del muro de Damasco (Hech. 9: 25); los discípulos abrieron el techo plano para hacer descender al paralítico ante Jesús (Luc. 5: 19). La sabiduría de la pronta acción de Mical quedó de manifiesto cuando, a la mañana siguiente, pidieron entrar en la casa los enviados para prender a David.
Hay veces cuando la causa del bien puede progresar más huyendo que luchando. Algunos quizá piensen que puesto que Dios había ungido a David y Saúl se había apartado de lo correcto hasta el punto de intentar un asesinato, habría sido mejor que David se resistiera. Hasta ese momento, nunca había huido de un enemigo. Si hubiese hecho frente a Saúl con el mismo espíritu con el que afrontó a Goliat, sin duda habría conseguido la ayuda de muchos; pero eso habría provocado una guerra civil, pues Saúl también era popular y muchos le rendían una obediencia implícita. Como lo demostraron más tarde los acontecimientos, pasaron siete años después de la muerte de Saúl antes de que David fuese aceptado por todo Israel. Tal como pasó con David, así también sucedió con Cristo. Intrépido y sin temor, el Salvador podría haber convocado en su ayuda a los ejércitos del cielo. En cambio, permitió que cumplieran sus designios algunos hombres malos.
13.
Una estatua.
Heb. terafim (ver com. Gén. 31: 19; Lev. 19: 31).
Una almohada.
La palabra aquí traducida "almohada" no aparece en ninguna otra parte del AT, y su significado es dudoso. El hecho de que las "almohada" de la antigüedad generalmente eran sólidas, y estaban hechas de madera, arcilla, piedra o metal (ver com. Gén. 28: 1l), hace suponer que el objeto al que aquí se hace referencia era diferente de lo que conocemos como "almohada". Podría haber sido una especie de peluca hecha de pelo negro de cabra, pegada a la cabeza de la estatua para imitar el cabello humano.
14.
Está enfermo.
Aunque quizá David puede haber estado literalmente "enfermo", lo más probable es que Mical mintió deliberadamente. De ser así, difícilmente podría disculparse su acción a pesar de que de ese modo se le dio a David más tiempo para asegurar su fuga (ver vers. 15, 16).
17.
¿Por qué me has engañado?
Saúl había estado dispuesto a usar a Mical como un señuelo para atraer a David a fin de que muriera. Después se exasperó mucho porque su propia hija fuera leal a David antes que a él. Habiendo sido superado en el engaño, temió quedar desacreditado ante los suyos. Evidentemente Mical había heredado algunos de los rasgos de su padre. No vaciló en dar la excusa de que su esposo había amenazado matarla. Esta falsedad dio un pretexto a Saúl para proseguir con vigor renovado su propósito de matar a David, el cual -según las apariencias- había amenazado a su hija. Si David podía atreverse a matar a su propia esposa, no podría haber seguridad para ninguno de la familia real hasta que él fuera eliminado. Sin embargo, la falsedad de Mical era el resultado de la educación que Saúl le había dado y él debía culparse a sí mismo. De la misma manera, el ejemplo de engaño de Labán fue después un castigo para él (Gén. 31: 14-20, 35). Tanto Labán como Jacob y Saúl comprobaron la verdad de la afirmación de Cristo: "Con la medida con que medís, os será medido" (Mat. 7: 2).
18.
Vino a Samuel.
Sin duda David estaba muy perplejo por la conducta de Saúl, el caudillo nombrado por Dios. ¿Por qué permitía Dios que Saúl continuara como rey? ¿Era estricto Dios? ¿Había abandonado a la nación? 548 Se había interrumpido el servicio del tabernáculo en Silo; el arca estaba en el hogar de un levita en Quiriat-jearim. ¿Podría ser que todos estos siglos de culto y religión hubieran sido un engaño? ¿Había realmente un Dios en el cielo? ¿Tenía él un plan para Israel? ¿Por qué él -David- debía abandonar su trabajo con las ovejas para ayudar en el progreso del reino si las elevadas normas que siempre había mantenido iban a ser puestas a un lado? ¿Qué se ganaba con luchar contra los filisteos si el rey estaba determinado a asesinar al que había obtenido la victoria? David no se atrevió a levantar la mano contra el ungido del Señor (cap. 24: 6, 10); sin embargo no podía decir qué debía hacer. Ver mapa de la pág. 556.
Muy aterrorizado por el intento de Saúl de quitarle la vida, naturalmente David buscó el consejo del que lo había llamado del aprisco a un puesto de responsabilidad en Israel y tal vez le había enseñado en Ramá. Estando con Samuel se sentía tan seguro de Saúl como si hubiera habido un santuario al cual hubiese podido huir (ver 1 Rey. 1: 50-53; 2: 28-34).
Moraron en Naiot.
Quizás literalmente "se sentaron en residencias"; pero el significado de "Naiot" es incierto. La BJ traduce "celdas", y explica en la nota correspondiente: "Morada de los profetas, cf. 2 Rey. 6: 1 s, en Ramá o en los alrededores. O acaso un lugar de Ramá: 'en Navit' o 'en Nayot' ". El verbo yashab, "morar", significa también "sentarse", como sin rey en su trono o un juez delante de su tribunal, o un maestro ante su clase. David encontró a Samuel en Ramá, instruyendo a sus alumnos, en vez de estar efectuando su gira anual (1 Sam. 7: 16, 17).
20.
Saúl envió mensajeros.
Tres veces quedó frustrado el propósito de Saúl por la conducta de los hombres que envió para que llevaran a David a Gabaa (ver vers. 21). El Espíritu Santo impidió a cada uno de los grupos que arrestara a David, y en cambio se plegaron a las actividades de la escuela de los profetas.
23.
El Espíritu de Dios.
Sólo había de 11 a 13 km de Gabaa a Ramá. Saúl estaba tan enfurecido por lo sucedido durante el día, que finalmente resolvió matar a David con su propia mano sin importarle las consecuencias (ver PP 708, 709). Sin embargo, el poder del Espíritu fue tal que Saúl se sintió inducido a revelar a todos la perfidia de su alma, y la ira del hombre sirvió para alabar a Dios.
24.
Profetizó igualmente delante de Samuel.
Una vez antes -en ocasión de su ungimiento- Saúl se había unido con los profetas y su sinceridad de propósito le produjo una transformación de corazón (cap. 10: 5-11). Ahora de nuevo su ira fue refrenada y recibió una clara evidencia de que Dios protegía a David. Dice Josefo: "Se perturbó su mente y estuvo bajo la vehemente agitación de un espíritu; y despojándose de la ropa, cayó y quedó en el suelo todo el día y toda la noche, en presencia de Samuel y de David" (Antigüedades vi. 11. 5).
Desnudo.
La palabra así traducida puede significar completamente desnudo (Job 1: 21), harapiento o pobremente vestido (Job 22: 6; 24: 7, 10; Isa. 58: 7) o quizá vestido sólo con una túnica, habiendo puesto a un lado el manto (cf. Isa. 20: 2). Es probable que aquí se use en el último sentido. En otras palabras, Saúl se quitó su manto real y sólo estuvo vestido con su túnica, una prenda interior comúnmente usada en casa. En la calle, el manto exterior o capa se solía llevar encima. Despojado de su manto real, quizá Saúl quedó vestido a semejanza de uno de los alumnos de la escuela.
Quizá aquí el Espíritu Santo influyó en Saúl personalmente por última vez. Quizá brotó de sus labios no sólo una confesión de la justicia de la causa de David sino también la condenación de sus propios actos obstinados. En el día del juicio final el gran adversario de las almas admitirá la justicia del gran plan de salvación de Dios y el error de sus propios caminos (ver Fil. 2: 10, 11). Pero volverán los antiguos celos y enemistades y estallarán en una gran expresión final de odio y furia (ver CS 729, 730). Tal fue el caso de Saúl en su rencor contra David. Volviendo una vez más, el espíritu malo que lo había dominado por tanto tiempo lo encontró con el corazón vacío de la gracia de Dios, y se posesiono de él en una forma aun más firme que antes (ver Mat. 12: 44, 45).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-24 PP 707-709
2-10 PP 707
11, 12, 18-22 PP 707
23, 24 PP 709 549



1 SAMUEL CAPÍTULO 20 - AUDIO
1 David consulta con Jonatán acerca de su seguridad. 11 Jonatán y David renuevan su pacto mediante juramento. 18 La señal de Jonatán para David. 24 Saúl echa de menos a David y trata de matar a Jonatán. 35 Separación entre David y Jonatán.

1 DESPUES David huyó de Naiot en Ramá, y vino delante de Jonatán, y dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi vida?
2 El le dijo: En ninguna manera; no morirás. He aquí que mi padre ninguna cosa hará, grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de encubrir mi padre este asunto? No será así.
3 Y David volvió a jurar diciendo: Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: No sepa esto Jonatán, para que no se entristezca; y ciertamente, vive Jehová y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte.
4 Y Jonatán dijo a David: Lo que deseare tu alma, haré por ti.
5 Y David respondió a Jonatán: He aquí que mañana será nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; mas tú dejarás que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer día.
6 Si tu padre hiciere mención de mí, dirás: Me rogó mucho que lo dejase ir corriendo a Belén su ciudad, porque todos los de su familia celebran allá el sacrificio anual.
7 Si él dijere: Bien está, entonces tendrá paz tu siervo; mas si se enojare, sabe que la maldad está determinada de parte de él.
8 Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has hecho entrar a tu siervo en pacto de Jehová contigo; y si hay maldad en mí, mátame tú, pues no hay necesidad de llevarme hasta tu padre.
9 Y Jonatán le dijo: Nunca tal te suceda; antes bien, si yo supiere que mi padre ha determinado maldad contra ti, ¿no te lo avisaría yo?
10 Dijo entonces David a Jonatán: ¿Quién me dará aviso si tu padre te respondiera ásperamente?
11 Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.
12 Entonces dijo Jonatán a David: ¡Jehová Dios de Israel, sea testigo! Cuando le haya preguntado a mi padre mañana a esta hora, o el día tercero, si resultara bien para con David, entonces enviaré a ti para hacértelo saber.
13 Pero si mi padre intentara hacerte mal, Jehová haga así a Jonatán, y aun le añada, si no te lo hiciere saber y te enviare para que te vayas en paz. Y esté Jehová contigo, como estuvo con mi padre.
14 Y si yo viviere, harás conmigo misericordia de Jehová, para que no muera,
15 y no apartarás tu misericordia de mi casa para siempre. Cuando Jehová haya cortado uno por uno los enemigos de David de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David.
16 Así hizo Jonatán pacto con la casa de David, diciendo: Requiéralo Jehová de la mano de los enemigos de David.
17 Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba, pues le amaba como a sí mismo.
18 Luego le dijo Jonatán: Mañana es nueva luna, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
19 Estarás, pues, tres días, y luego descenderás y vendrás al lugar donde estabas escondido el día que ocurrió esto mismo, y esperarás junto a la piedra de Ezel.
20 Y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.
21 Luego enviaré al criado, diciéndole: Ve, busca las saetas. Y si dijere al criado: He allí las saetas más acá de ti, tómalas; tú vendrás, porque paz tienes, y nada malo hay, vive Jehová.
22 Mas si yo dijere al muchacho así: He allí las saetas más allá de ti; vete, porque Jehová te ha enviado.
23 En cuanto al asunto de que tú y yo hemos hablado, esté Jehová entre nosotros dos para siempre.
24 David, pues, se escondió en el campo, y cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a comer pan.
25 Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared, y Jonatán se 550 levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío.
26 Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo, y no está limpio; de seguro no está purificado.
27 Al siguiente día, el segundo día de la nueva luna, aconteció también que el asiento de David quedó vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer?
28 Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente que le dejase ir a Belén,
29 diciendo: Te ruego que me dejes ir, porque nuestra familia celebra sacrificio en la ciudad, y mi hermano me lo ha mandado; por lo tanto, si he hallado gracia en tus ojos, permíteme ir ahora para visitar a mis hermanos. Por esto, pues, no ha venido a la mesa del rey.
30 Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre?
31 Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir.
32 Y Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a David.
34 Y se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira, y no comió pan el segundo día de la nueva luna; porque tenía dolor a causa de David, porque su padre le había afrentado.
35 Al otro día, de mañana, salió Jonatán al campo, al tiempo señalado con David, y un muchacho pequeño con él.
36 Y dijo al muchacho: Corre y busca las saetas que yo tirare. Y cuando el muchacho iba corriendo, él tiraba la saeta de modo que pasara más allá de él.
37 Y llegando el muchacho adonde estaba la saeta que Jonatán había tirado, Jonatán dio voces tras el muchacho, diciendo: ¿No está la saeta más allá de ti?
38 Y volvió a gritar Jonatán tras el muchacho:Corre, date prisa, no te pares. Y el muchacho de Jonatán recogió las saetas, y vino a su señor.
39 Pero ninguna cosa entendió el muchacho; solamente Jonatán y David entendían de lo que se trataba.
40 Luego dio Jonatán sus armas a su muchacho, y le dijo: Vete y llévalas a la ciudad.
41 Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro; y David lloró más.
42 Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre. Y él se levantó y se fue; y Jonatán entró en la ciudad.
1.
David huyó.
Evidentemente a Gabaa para consultar con Jonatán. Es difícil que David, se hubiera atrevido a volver a ese lugar mientras Saúl estuviera allí, pero bajo el poder coercitivo del Espíritu, Saúl permaneció en Ramá la mayor parte del día y de la noche (ver cap. 19: 23, 24). La demora le dio una oportunidad a David para encontrar a Jonatán y enterarse del parecer de Saúl. No se menciona que David visitara a su esposa en ese tiempo. Estaba seguro de que Jonatán callaría, pero no estaba demasiado seguro de Mical. Véase el mapa de la pág. 556.
Mi maldad.
"Mi falta" (BJ). Las dos palabras "maldad" (o mejor "falta" [BJ]) y "pecado" no son sinónimos redundantes. La palabra 'awon, traducida "maldad" (mejor "falta") proviene de la raíz 'awah, "tener una mente perversa". 'Awon con frecuencia abarca la falta y el castigo del pecado. La palabra jatta'ah, traducida "pecado", viene de la raíz jatta', "errar al blanco". David preguntaba: ¿Cual es mi falta y en qué he sido perverso en mi proceder para con el rey o para con el reino? ¿No he trabajado para Saúl en condiciones dificilísimas? ¿No he prestado un valiente servicio a Israel luchando contra sus enemigos? ¿Acaso mis motivos y deseos no han sido siempre proporcionar éxito a mi amado pueblo? Donde he herrado al blanco y fallado mi proposito?
2.
De ninguna manera.
Heb. jalilah, palabra usada como una exclamación de aversión, una protesta. Parece que Jonatán estaba 551 seguro de que el proceder de su padre se debía a su enajenación mental. Aseguró a David que Saúl no haría nada en secreto, como resultó evidente cuando habló a Jonatán y a sus siervos en cuanto a matar a David (cap. 19: 1). Jonatán ya había podido razonar con Saúl y aquietarlo, y estaba seguro de que ahora había una solución para el problema. Pero después de ver la conducta de Saúl en las viviendas de los estudiantes en Ramá, David no estaba convencido.
3.
David volvió a jurar.
Es decir, afirmó con un juramento que sabía de qué hablaba. David llamó la atención de Jonatán al hecho de que Saúl conocía la íntima amistad de ellos, y aunque Jonatán había podido razonar con su padre en lo pasado, ahora David temía que Saúl prosiguiera con sus malos planes tan secretamente como para no hablar del asunto con nadie, y mucho menos con su propio hijo. Quizá Jonatán no había visto a su padre inmediatamente antes de lo que sucedió en Ramá, y no sabía de su súbito empeoramiento.
Paso.
Heb. peÑa´. Esta palabra aparece sólo aquí en el AT. Su uso en la frase es una ilustración de una expresión familiar comparable con nuestros modismos modernos. Tales expresiones añaden color a la narración y testifican de la autenticidad del relato.
David había dispuesto de unas pocas horas para reponerse de su temor, y entonces pudo pensar con claridad y trazar planes sensatos. Demostró características de verdadero dirigente cuando bosquejó su plan a fin de conseguir la información necesaria para determinar acciones futuras.
5.
Nueva luna.
Los judíos, como muchas de las naciones que los circundaban, observaban un calendario lunar, en el cual el primer día del mes comenzaba con la noche en la que aparecía la creciente de la luna nueva. El primer día del mes, llamado "nueva luna", era un día de fiesta especial que incluía ofrendas (Núm. 28: 11-15) y se tocaban trompetas al ofrecerse ofrendas y sacrificios (Núm. 10: 10). Tales fiestas en ese tiempo eran un asunto tribal y de la comunidad, y debía esperarse que David, como yerno de Saúl, estuviera presente. La narración no da el nombre del mes. Sin embargo, puesto que había una fiesta tal en Belén llamada "el sacrificio anual" (1 Sam. 20: 6), es posible que ésta fuera una fiesta anual, lo más probable la del año nuevo, que caía en el 1er día del mes 7º, Tishri, entre septiembre y octubre, como ocurre en el calendario judío moderno (ver pág. 112). Una reunión tal había sido autorizada en el lugar de reunión central de todas las tribus (Deut. 12: 5-16). En los días de Elí se celebraba en Silo. Más tarde, en los días de los reyes, se celebró en Jerusalén. Después de que se trasladó el arca de Silo, muy probablemente cada distrito realizaba su propia reunión. De ese modo, la misma clase de fiesta podría haberse celebrado en Belén como se celebró en Gabaa.
6.
Todos los de su familia.
Mejor, "todos los de su clan". Israel estaba dividido en 12 tribus, pero esas tribus también estaban subdivididas en clanes o familias (ver Exo. 6: 14-30). En las tribus de Benjamín y Judá un clan podía reunirse en Gabaa y otro en Belén.
Algunos han puesto en duda la integridad de David al pedir a Jonatán que le dijera a Saúl de su propósito de visitar su hogar, pues creen que David no tenía plan alguno de ir a Belén. Un examen cuidadoso del contexto no confirma esto. Con frecuencia los relatos bíblicos omiten muchos detalles que -si hubieran sido dados- aclararían el cuadro. El breve relato aquí presentado da la impresión de que todo el incidente fue una mera fábula para sondear a Saúl. Pero lo que Jonatán afirmó a su padre (vers. 28, 29) claramente implica que los dos amigos habían estudiado bien el asunto, y que dijeron más de lo que se ha registrado. Parece evidente que David había hecho planes para ver a sus hermanos, y probablemente realizó una breve visita a Belén (ver PP 708-710). Pero antes de que Saúl pudiera hacerlo buscar, volvió y se ocultó en el campo a fin de esperar la información de Jonatán en cuanto al proceder de Saúl.
8.
Si hay.
David se daba cuenta de que su situación no se debía a ningún pecado de su parte. Si un peso de culpabilidad se hubiese añadido al baldón de ser tratado como un enemigo político y a la desdicha de ser fugitivo, la carga habría sido casi insoportable. La seguridad de su inocencia sostuvo a David en esta hora de prueba.
Una conciencia limpia puede compensar cualquier pérdida en este mundo. Los que envidian a los impíos que se complacen en los placeres del pecado, debieran recordar que esos placeres se pagan con horas de remordimiento y de aversión propia. Muchos que 552 han bebido de las fuentes contaminadas de la tierra darían todo lo que tienen si tan sólo pudieran deshacer el pasado y limpiar así la inmunda mancha de su vida. Por otro lado, quienes pueden mirar a Dios y a sus prójimos con una conciencia libre de culpa son los más felices del mundo. Quizá dispongan de pocas ventajas materiales, pero retienen un tesoro que no puede comprar toda la riqueza del mundo (ver 1 Ped. 3: 13-17).
9.
Ha determinado mal.
Intimamente Jonatán creía que David estaba equivocado en sus conclusiones acerca de los propósitos de Saúl. Parecía tener confianza en que tan sólo la enajenación mental de Saúl era el factor que, a veces, lo hacía proceder como un demonio. Podría haber estado en completo desacuerdo con David, pero puesto que esta experiencia afectaba a David en una forma personal, estuvo dispuesto a acatar el método de su amigo para determinar los propósitos de Saúl. El futuro revelaría la verdad y, después de todo, no había perjuicio alguno en seguir el método de David. ¡Qué actitud tan noble tuvo Jonatán!
Hay una valiosa lección en esta experiencia. Los hombres no proceden del mismo linaje ni del mismo ambiente y, por lo tanto, no enfocan los problemas de la vida de la misma manera. Cada uno cree que su propio método individual es el correcto. Con frecuencia, el resultado crea diferencias de opiniones, contradicciones y recriminaciones. Se intercambian palabras ásperas que separan familias, amigos y aun a seres que se aman. Se acrecienta el egoísmo y el orgullo mantiene la posición adoptada, sea sostenible o no. Este capítulo presenta un contraste notable entre las formas en que Saúl y Jonatán afrontaron tales situaciones. En su impaciente tiranía e intolerancia, Saúl creyó que él debía estar primero y que lo que decía era correcto y final. Cualquiera que no concordara con él debía ser eliminado, sin tener en cuenta los medios que se emplearan. Sin embargo, su mismo hijo enfocaba la vida desde un ángulo enteramente diferente. ¿Por qué existía esa diferencia entre padre e hijo cuando ambos habían participado, en gran medida, del mismo ambiente y de la misma preparación? ¿Iluminó Dios una vida y no la otra? ¿Nació Saúl para el mal y su hijo, por contraste, para poseer nobles rasgos de carácter? ¿Estaba obligado el pueblo a aceptar a Saúl con todas sus excentricidades y a tolerar toda su agresividad y sus procederes tiránicos?
La solución para estas preguntas se halla en las palabras de Pablo: "Sois esclavos de aquel a quien obedecéis" (Rom. 6: 16). Movido por su libre elección, el hombre da su servicio, sus pensamientos y su perspectiva de la vida a uno de estos dos amos; dos caudillos que representan normas diametralmente opuestas. Quizá Saúl sirvió a su propio yo durante toda su primera juventud. Quizá siendo niño fue un problema en la casa de su padre o un "matón" entre sus compañeros; sin embargo -al igual que Judas-, era un caudillo nato. Si esto es verdad, es fácil comprender la ansiedad de su padre cuando Saúl se ausentó de su casa mientras buscaba las asnas. Con todo, cuando Saúl fue ungido hubo una amplia demostración de que Dios lo aceptaba a pesar de sus faltas, y que le dio un corazón nuevo (cap. 10: 6, 9). Pero Saúl rehusó caminar en la luz del cielo. Por contraste, Jonatán, el hijo de Saúl, eligió seguir otros intereses ajenos al yo. Desde temprano en la vida, Jonatán -mediante una entrega hecha con oración ante las providencias manifiestas de Dios- gradualmente había desarrollado las normas que rigieron su existencia. Su enfoque de la vida lo indujo a aceptar con gozo la sugestión de David. Esta experiencia, junto con otras, puede haber estado en la mente de David cuando cantó más tarde: "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!" (Sal. 133: 1).
13.
Esté contigo Jehová.
Estando en el campo, Jonatán se ligó con David mediante un solemne juramento, que no lo abandonaría, sucediera lo que sucediese. Si las noticias eran buenas, como él esperaba que lo fueran, no abandonaría a David. Por el contrario, si las noticias fueran malas, le notificaría la verdad y oraría a Dios para que lo bendijera mientras huyese para salvar la vida. Jonatán había estado convencido de la presencia de Dios con su padre cuando Saúl asumió las pesadas responsabilidades del reino. Pero desde que conoció a David recibió la impresión celestial de que el Señor también había preparado un destino excelso para David, y que ese destino se cumpliría a pesar de la maldad de Saúl para con él. Al proceder así, Jonatán demostró verdadera magnanimidad.
15.
De mi casa.
Por nacimiento Jonatán pertenecía a la casa que había jurado enemistad 553 a David. Sin embargo, reconoció el propósito de Dios de confiar el liderazgo de Israel a su cuñado. Por su propia voluntad, Jonatán eligió identificarse con la casa que Dios había indicado que reemplazaría a la decadente familia en la que él había nacido. En el corazón de Jonatán el plan de Dios predominó sobre los vínculos familiares. Eso no se debió a su deseo de seguridad personal, sino a que entendió que filialmente la verdad debía triunfar.
Para siempre.
Heb. ´ad-´olam. Literalmente, "hasta una edad". La duración de la edad debe ser determinada por la idea con la cual se la asocia. En este caso, el lapso sería el período de la existencia simultánea de las dos casas. Para comprobar que la expresión "para siempre" no significa necesariamente perpetuidad, ver com. Exo. 21: 6.
16.
Hizo Jonatán pacto.
Es difícil traducir el hebreo de este versículo. El Códice B de la LXX dice: "Y si tú no lo haces, cuando el Señor haga desaparecer cortando a los enemigos de David cada uno de la faz de la tierra, si sucediese que el nombre de Jonatán fuera descubierto por la casa de David, entonces el Señor busque a los enemigos de David". La BJ reza: "Que no sea exterminado Jonatán con la casa de Saúl; de lo contrario, que Yahvéh pida cuentas a David". Y añade en nota de pie de página: "Vers. 14-16; texto muy corrompido, restaurado con la ayuda del griego".
23.
Entre nosotros dos.
Naturalmente, Jonatán esperaba buenas noticias. Si no era así, confiaba en que el Señor de alguna manera llevaría a cabo sus propósitos. Estaba seguro de que el mismo Dios que le había concedido horas tan preciosas de comunión con David continuaría velando sobre ambos.
26.
No está limpio.
Con todas sus malas características, es evidente que Saúl respetaba las formas. Entendía que cualquier impureza ceremonial sería una razon suficiente para que David se abstuviera de una fiesta especial de esa naturaleza (ver Lev. 15: 1; 1 Sam. 21: 3-5; etc.). Sin embargo, en ese momento lo que más le preocupaba no era la forma del servicio sino el paradero de un joven que se había atrevido a recibir los aplausos del pueblo que lo había ensalzado por encima del rey.
27.
El segundo día.
Si tan sólo hubiera sido una cuestión de impureza, David podría haberse lavado y haber estado limpio a la caída de la tarde, pudiendo así haber estado presente el segundo día. Cuando Saúl descubrió que estaba ausente, desenmascaró sus verdaderos sentimientos al preguntarle a su hijo acerca del "hijo de Isaí". El odio que le inspiraba David era tan grande que quizá sus palabras distaron mucho de ser bondadosas (ver vers. 31). Dos veces David se había librado de sus manos asesinas; estaba resuelto a que eso no sucedería otra vez.
28.
Le dejase ir.
Ver com. vers. 6.
30.
La perversa y rebelde.
Se ha sugerido que al omitir la palabra "mujer", y al usar en hebreo los dos adjetivos en el género femenino, Saúl añadía insulto sobre insulto al rehusar proferir la palabra "mujer" o "madre". Estaba tan enojado que sólo empleó los calificativos. Una de las peores ofensas a que se recurre en el Oriente es expresar insultos dirigidos a la madre de alguien.
31.
Ni tú estarás firme.
Saúl tenía el propósito de afianzar su dinastía a cualquier precio, usando medios correctos o erróneos. Con este proceder, el rey de Israel estaba siguiendo el ejemplo de los reyes vecinos que se mantenían por la fuerza en el trono y luchaban hasta morir por mantener sus dinastías. Saúl rehusaba reconocer a Dios como el gobernante supremo de Israel.
34.
Dolor a causa de David.
Esta experiencia fue una desilusión que sacudió a Jonatán. Le era sumamente penoso su manifiesto rompimiento con su padre. Su decisión de compartir la suerte del "hijo de Isaí" estaba siendo puesta a prueba, pero rehusó apartarse de lo correcto. Al igual que Moisés, que dio la espalda al trono de Egipto, Jonatán eligió "antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado" (Heb. 11: 25). Conocía por experiencia la verdad que más tarde presentó Cristo: "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí" (Mat. 10: 37).
35.
Un muchacho pequeño.
Al hacerse acompañar por el "muchacho" y llevar arco y saetas, Jonatán ocultaba el propósito de su salida al campo. Sólo podía suponerse que salía de caza o para tirar al blanco.
38.
Date prisa.
Compárese con el vers. 22. Estas palabras fueron añadidas para que David quedara impresionado con la suma gravedad de la situación.
41.
David lloró más.
Literalmente, "David engrandeció o hizo grande". Es dudoso el 554 significado exacto de esta cláusula. En nota de pie de página, la BJ, ed. 1967, comenta: "Texto inseguro". La LXX da la idea de llorar durante mucho tiempo hasta un grado sumo. Algunos han entendido las palabras literalmente en el sentido de que David "se hizo grande", o "se fortaleció" para las vicisitudes que le esperaban.
COMENTARIOS DE ELENA DE G. WHITE
1-42 PP 709-711
1-3, 5 PP 709
6, 7, 25-35, 41, 42 PP 710



1 SAMUEL CAPÍTULO 21 - AUDIO
1 David va a Nob y obtiene pan sagrado de manos del sacerdote Ahimelec. 7 Doeg presencia la escena. 8 David se apodera de la espada de Goliat. 10 David se finge loco en Gat.

1 VINO David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo?
2 Y respondió David al sacerdote Ahimelec:El rey me encomendó un asunto, y me dijo:Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar.
3 Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas.
4 El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres.
5 Y David respondió al sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y ante ayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos?
6 Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados.
7 Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl.
8 Y David dijo a Ahimelec: ¿ No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante.
9 Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.
10 Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat.
11 Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, David a sus diez miles?
12 Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat.
13 Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba.
14 Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí?
15 ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?


1.
Nob.
Esta es la primera referencia a este lugar que aparece en las Escrituras. Sólo se lo menciona seis veces en todo el AT, cuatro de ellas en los caps. 21 y 22. En ninguna de ellas se da una relación clara con otros sitios bien conocidos. Sin embargo, en Neh. 11: 32 se 555 menciona a Nob inmediatamente después de Anatot, un pueblo a unos 4 km al noreste de la zona del templo de Jerusalén. En la visión de Isaías acerca de las huestes asirias que se acercan a Jerusalén desde el norte, se menciona a Nob como que hubiera estado entre Anatot y Jerusalén (Isa. 10: 30-32). Pero en esa visión se mencionan otras dos ciudades entre Anatot y Nob. Se ve a los asirios alzando la mano contra el monte de Sion al llegar a Nob. El principal camino a Siquem pasa desde Jerusalén hacia el norte por el monte Scopus, desde donde se aprecia el último panorama de la ciudad. A la derecha de ese camino, cerca de la cima del monte Scopus, hay una meseta que algunos piensan que bien podría ser el lugar de Nob. Esta ubicación estaría casi a la mitad del camino de Jerusalén a Anatot. Otros piensan que Nob estaba en el monte de los Olivos. A Nob fue trasladado el tabernáculo cuando se lo sacó de Silo después de que los filisteos tomaron el arca. Hasta entonces todavía el arca estaba en casa de Abinadab, en Quiriat-jearim. Más tarde David llevó el arca a Jerusalén (2 Sam. 6: 2, 3). Debido a que el arca no estaba en ese tiempo en el tabernáculo, quizá los servicios se realizaban en una forma muy parecida a la empleada en los días de Cristo cuando estaba vacío el lugar santísimo del templo.
Ahimelec.
Ver com. 2 Sam. 8: 17.
Sacerdote.
Sin duda el sumo sacerdote a cargo del santuario. La presencia de los panes de la proposición (ver vers. 6) demuestra que el tabernáculo estaba entonces en Nob (ver PP 711, 712).
Se sorprendió.
Literalmente, "se estremeció". La ansiedad y el temor se reflejaban en el rostro de David. Ahimelec supo que algo andaba completamente mal. Todo el comportamiento de David era tan diferente de lo que había sido antes, que Ahimelec estaba perplejo sin saber qué hacer.
2.
El rey me encomendó.
No hay duda de que David presentó ante Ahimelec un cuadro completamente distorsionado de los hechos. David estaba en gran peligro. Había estado tan abrumado por el reciente cariz de los acontecimientos que le resultaba difícil ver las pruebas de ese momento a la luz de las evidencias manifiestas de la forma en que Dios lo llamaba y de, su cuidado protector. Si huía a donde estaba Samuel, podría poner en peligro la vida de ese hombre venerable; si volvía a su hogar de Gabaa, su presencia podría acarrear la muerte de su esposa. Con toda sinceridad, su anhelo era consultar al Señor, y el único lugar en que pudo pensar era el tabernáculo que estaba en Nob. Puesto que Saúl había exigido al sacerdote que estuviera a su disposición en la guerra, es probable que David como "jefe de mil" (cap. 18: 13) previamente se hubiera detenido en Nob en procura de ayuda antes de proseguir con sus correrías.
Su problema consistía en hacer preguntas sin dar a Ahimelec un conocimiento verdadero de la situación. Que el sacerdote consultó por él a Jehová, es evidente por el relato de Doeg a Saúl (cap. 22: 10) y por el reconocimiento implícito de Ahimelec en cuanto a una completa ignorancia de dificultades entre Saúl y su yerno (cap. 22: 14, 15). La situación en Nob se complicó mucho para David debido a la presencia de Doeg. Parecía que todo estaba contra él. Necesitaba ayuda, y en el momento de la tentación le pareció que la única forma de conseguir ayuda y al mismo tiempo de proteger al sacerdote era hablar de tal manera que Ahimelec no supiera la razón de su llegada. Indudablemente David cometió una falta al recurrir al engaño (ver PP 711, 712).
El hecho de que la Biblia aquí no condene la duplicidad de David no se debe tomar como una justificación del acto. Las Escrituras requieren estricta veracidad.
Desde el punto de vista de las normas de los días de David, podría considerarse el disimulo como algo defendible. Se dice que entre la gente del Cercano Oriente era moneda corriente y todavía lo es en gran medida creer que no era un crimen decir una mentira para salvar una vida. Los gabaonitas recurrieron a una estratagema tal, y sin embargo les fue perdonada la vida (Jos. 9: 3- 18). Pero, aunque Dios aceptaba a los hombres mancillados con las costumbres de esos días, trataba de guiarlos a una norma más elevada. No los rechazaba ni los abandonaba por la práctica ocasional o quizá habitual de las costumbres de ese tiempo. El plan de Dios era efectuar finalmente una reforma en todos esos asuntos.
Aunque David no podía aducir ignorancia por su acto, Dios no lo abandonó. Quizá hubiera sido mejor que él hubiese ido a Samuel, quien conocía bien todo el asunto. Dios tenía 556
PEREGRINACIONES DE DAVID POR EL DESIERTO CUANDO HUÍA DE SAÚL
557 mil formas para superar la dificultad. Si David le hubiese dicho la verdad a Ahimelec, el sacerdote habría estado prevenido y habría podido escapar de la mano asesina del rey (ver PP 711, 712).
Yo les señalé.
Gramaticalmente esta afirmación podría referirse a palabras de Saúl o de David. Quizá David había colocado a sus hombres cerca del camino oriental que iba de Gabaa a Belén para que vigilaran a los emisarios de Saúl mientras iban a Belén para capturarlo. Conocer los movimientos de los hombres de Saúl era de gran valor para David.
4.
Pan sagrado.
Cada sábado se reemplazaban las 12 tortas del pan de la proposición. De acuerdo con las disposiciones levíticas, el pan viejo debía ser comido únicamente por los sacerdotes y tan sólo en el lugar santo (Lev. 24: 5-9).
De mujeres.
Hasta donde sepamos, no había nada en las disposiciones mosaicas que prohibiera que comieran el pan los que estaban ceremonialmente limpios. Algunos han observado que era costumbre en las naciones antiguas, aun en el caso de los sacerdotes paganos, mantenerse apartados de mujeres antes de realizar sus deberes oficiales, y es muy posible que los levitas también observaran esa costumbre. De acuerdo con la ley mosaica, ese tipo de relaciones hacía que una persona quedara ceremonialmente inmunda hasta la noche (Lev. 15: 16-18; cf. Exo. 19: 15). Quizá debido a la urgencia del asunto del rey, y porque David era el yerno y aparentemente el comisionado del rey, Ahimelec pasó por alto la letra de la ley considerando que David y sus hombres estaban ceremonialmente limpios.
LUGAR - REFERENCIA - ACONTECIMIENTO - SALMO
El pan de la proposición, literalmente "pan de la presencia" (BJ), simbolizaba a Cristo, el Pan vivo (Juan 6: 28-51). Todo el alimento del hombre, tanto espiritual como temporal, se recibe tan sólo por la mediación de Cristo. Tanto el maná como el pan de la proposición daban testimonio de que "no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre" (Deut. 8: 3). Desde el punto de vista físico, cinco hogazas significaban poco para David y sus hombres. Pero si Ahimelec "consultó por él a Jehová" y les dio también "provisiones", como testificó Doeg (1 Sam. 22: 10), tuvo más valor la visita al sacerdote. También es posible que si David pensó en el significado del pan que había conseguido, esto pudo haberle ayudado a darse cuenta nuevamente de la verdad que la presencia de Dios estaría con él doquiera fuese. David iba a necesitar una seguridad tal en los años de pruebas que le aguardaban.
6.
Panes calientes.
Algunos señalan esto como una evidencia de que David visitó el tabernáculo en día sábado, pero el registro tan sólo dice que los panes habían sido quitados cuando fueron reemplazados con pan caliente.
7.
Doeg, edomita.
Quizá uno de los rehenes o esclavos traídos por Saúl de su guerra contra Edom (cap. 14: 47).
Detenido.
Doeg había abrazado la religión hebrea y estaba en el tabernáculo pagando sus votos (PP 711). No se conocen los antecedentes de esos votos. Es evidente que había cometido algunas faltas que merecieron el reproche de Ahimelec, pues esa acción del sacerdote fue una de las razones principales para que Doeg después se convirtiera en delator de Ahimelec (PP 715).
8.
Lanza o espada.
Viendo a Doeg, David comprendió que había salido de Gabaa con tanta prisa que no había tenido tiempo para tomar arma alguna a fin de protegerse en caso de ataque. Estando fuera de la ley, se 558 hallaba a merced de cualquiera que lo hallara.
9.
La espada de Goliat.
Todo el armamento de Goliat se había convertido en propiedad personal de David. Es probable que previamente él hubiera presentado la espada en el tabernáculo como una ofrenda de gratitud para Dios. Bien comprendía David que el tabernáculo no era una armería, pero quizá pensando en la posibilidad de que la espada todavía estuviera allí, preguntó de pronto si el sacerdote no tenía un arma que pudiera prestarle.
Ninguna como ella.
Por el lugar de la espada en el tabernáculo y por la forma en que estaba envuelta, se podía saber que se la guardaba como un recordativo de una gran victoria providencialmente concedida a Israel. Parece que David se alegró ante la idea de conseguir esa espada, quizá no tanto por su valor militar sino porque sería un recordativo constante de la dirección protectora del Señor. Necesitaba de ese motivo de ánimo en ese momento.
10.
Aquis.
Aquis es llamado Abimelec en el título [o sobrescrito] del Sal. 34. Aquis era un nombre filisteo, y Abimelec, un nombre semítico. David escribió ese salmo cuando fingió estar loco delante de los hombres de Filistea. Estando fuera de la ley, David no podía encontrar ayuda en Israel. Era algo bastante común que los proscritos de una nación recibieran protección de parte de los enemigos de esa nación. Gat no estaba lejos, quizá a menos de 50 km de Nob. Difícilmente Saúl pensaría en buscarlo allí. David conocía bien el país donde había ganado la dote para su esposa Mical. Si ganaba la confianza de Aquis, estaba seguro de que no se permitiría que Saúl lo tomara Preso.
La historia presenta muchos casos en los cuales los hijos de Dios han sido perseguidos por su propio pueblo y han recibido mucha ayuda de los que eran considerados enemigos. Por ejemplo, Sedequías apresó a Jeremías por su profecía (Jer. 32: 3), pero los conquistadores babilonios le mostraron misericordia (Jer. 40: 1-6). Las vicisitudes de David muestran extraños contrastes y raras paradojas. ¿Por qué permitió Dios que llegara a estar exiliado? ¿Qué lección había en que Dios un día le permitiera ser el yerno del rey y que mendigara pan al día siguiente?
11.
Rey de la tierra.
Quizá esta conclusión no se debía a que los filisteos supieran del ungimiento de David, sino más bien a que era el que había aceptado el desfío de Goliat. Esto le había ganado reputación por igual, entre enemigos y amigos, de ser el héroe del día. Había demostrado ser el más firme defensor de Israel.
13.
Se fingió loco.
Un segundo error para el cual no hay justificación (ver cap. 21: 2). Los resultados de esta experiencia indujeron a David a ver la necesidad de confiar más en Dios. Debido a esto su corazón se llenó de agradecimiento, y en su alabanza a Dios se sintió inspirado para componer el Salmo 34. Algunos creen que David compuso el Salmo 56 durante su primera visita al rey de Gat. Quizá más bien haya sido en la segunda visita de David, después de que Saúl lo persiguiera tan implacablemente como para poner en grave riesgo su misma vida (ver cap. 27).
En momentos de agudas pruebas y tentaciones personales, cuando los enemigos son exaltados y los amigos son humillados, cuando de todas maneras uno está privado del consejo y de la ayuda que necesita, hace bien repasar el relato de la forma en que David huyó de Saúl, su relación con Ahimelec y Doeg en Nob y su fuga a los enemigos de Israel en Gat, y entonces leer su inspirado canto de agradecimiento (Sal. 34) que se piensa fue compuesto en ese tiempo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-15 PP 711-713 559


1 SAMUEL CAPÍTULO 22 - AUDIO
1 Muchos se unen a David en Adulam. 3 David encomienda a sus padres al rey de Moab en Mizpa. 5 Aconsejado por el profeta Gad, se va a Haret. 6 Saúl persigue a David y se queja de la infidelidad de sus siervos. 9 Doeg acusa a Ahimelec. 11 Saúl ordena matar a los sacerdotes. 17 Los siervos del rey rehúsan ejecutar la orden y en cambio Doeg lo hace. 20 Abiatar escapa de la muerte y lleva las nuevas a David.

1 YÉNDOSE luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él.
2 Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
3 Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.
4 Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte.
5 Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret.
6 Oyó Saúl que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él.
7 Y dijo Saúl a sus siervos que estaban alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas,
8 para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo hace hoy?
9 Entonces Doeg edonita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob,
10 el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.
11 Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey.
12 Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío.
13 Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día?
14 Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?
15 ¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña.
16 Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.
17 Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová.
18 Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino.
19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada.
20 Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo 560 de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David.
21 Y Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová.
22 Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el edonita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte de todas las personas de la casa de tu padre.
23 Quédate conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a salvo.
1.
Cueva de Adulam.
Según Josefo (Antigüedades vi. 12. 3) se trata de una cueva próxima a la ciudad de Adulam. Adulam se ha identificado con Khirbet esh-Sheikh Madhkûr, a 26 km al sudoeste de Jerusalén, en la bajada occidental de las montañas de Judá, donde descienden hacia la Sefela. El pueblo está en el extremo occidental del valle de Ela, donde David hizo frente al gigante filisteo. En esas colinas hay muchas cavernas, algunas de las cuales son muy grandes. Las formaciones de piedra arenisca son tan suaves que las paredes se pueden cortar con conchas. Ni el correr de los siglos ha borrado las marcas de esas conchas. Los pastores cuidaban sus rebaños en algunas de estas cavernas. Se afirma que los cristianos primitivos vivieron en algunas de ellas, pocos kilómetros al sur de Adulam, en el tiempo cuando la persecución los hizo huir de las ciudades de Palestina. Algunas de las cuevas contienen tumbas y criptas similares a las de las catacumbas de Roma. En Adulam era donde David estaba oculto cuando quiso beber del pozo de Belén. Tres de sus valientes, por traerle agua, arriesgaron la vida infiltrándose en las líneas de los filisteos que se habían apoderado del valle de Refaim, cerca de Jerusalén. Tan abrumado quedó David por su lealtad, que derramó el agua como una libación ante Jehová (2 Sam. 23: 13-17; 1 Crón. 11: 15-19). Este incidente ocurrió en el tiempo de la cosecha (2 Sam. 23: 13; cf. 1 Sam. 23: 1), en la primavera y principio del verano. Quizá David pasó el invierno en esa cueva.
De acuerdo con el sobrescrito del Salmo 57, David lo escribió mientras estaba en la cueva de Adulam. Recobrando la fe y el valor, entonces expresó su confianza en la liberación divina, aunque se encontraba "entre leones ... entre hijos de hombres" cuyos dientes eran como "lanzas y saetas, y su lengua espada aguda" (Sal. 57: 4). El cambio de su estado de ánimo quizá se debió a la presencia del profeta Gad, el cual -como algunos lo han sugerido- se unió con David y sus compañeros en la cueva (ver com. vers. 5).
3.
Mizpa.
Literalmente, "atalaya". Las ruinas de estos "refugios" o fortalezas se han encontrado por todo el distrito montañoso de Moab. Se construían en las salientes de las cimas montañosas a corta distancia una de otra. Se apostaban observadores en esas fortalezas como para formar una cadena de comunicaciones. No se conoce el lugar exacto de esta Mizpa de Moab. Quizá fue una de las fortalezas de las colinas moabitas cerca de Kir. Parece que Kir, por lo menos en una época posterior, fue la capital de Moab (ver 2 Rey. 3: 25-27). Su nombre moderno es Kerak, población situada en las laderas del Wadi Kerak, en una eminencia particularmente apta para la defensa. A 22,4 km de Kir está el Wadi Hes~ -el arroyo que en la Biblia se llama Zered- que formaba la frontera septentrional de Edom. Saúl había guerreado contra Moab después de subir al trono (1 Sam. 14: 47). Por lo tanto, cualquiera que fuera proscrito por Saúl se refugiaba en esa región. Tal vez David también sintió la influencia del hecho de que Rut, su bisabuela, era moabita.
4.
Lugar fuerte.
Heb. metsudah, "una plaza fuerte", "un baluarte", de la raíz tsud que significa "perseguir".
5.
Gad.
Esta es la primera mención de un hombre que iba a figurar mucho en la vida de David. Puesto que Saúl se volvió no sólo contra los sacerdotes sino también contra los profetas -de los cuales Samuel era el principal-, era de esperarse que el rey hubiera perdido el favor de todos los que eran verdaderamente religiosos. Quizá fue Samuel quien envió a Gad para que se relacionara con David. El futuro rey de Israel se beneficiaría mucho con la presencia de un vidente divinamente inspirado. Mientras vivió David, Gad fue su vidente (2 Sam. 24: 11-19). Junto con Natán el profeta, Gad fue el recopilador de la biografía de David (1 Crón. 29: 29). Puesto que sobrevivió a su rey y amigo de toda la vida, lo natural es que comenzara a relacionarse con David cuando todavía Gad era 561 joven. Aunque no se consigna, es probable que Gad hubiera visitado a David mientras éste estaba en Adulam y que lo acompañara a Moab más bien que haber ido a encontrarlo en Mizpa. Sólo tratando de reunir los fragmentos de informaciones acerca de David, de diversas porciones de las Escrituras, se puede ver cuántos detalles -interesantes si tan sólo pudiéramos recuperarlos- se han omitido al presentar el relato de la ayuda providencial de Dios prodigada a sus hijos.
Lo que Dios hizo por David al proporcionarle dirección profético, lo había hecho por Saúl. Estas dos vidas se colocan en contraste y demuestran que Dios no hace acepción de personas. Los que no alcanzan la norma divina, fracasan no porque el Señor no les haya puesto a su disposición todo lo necesario para el verdadero éxito, sino porque rechazan persistentemente el plan del cielo.
No te estés.
David no debía quedar en Moab. Se lo necesitaba en Judá. Las fuerzas de Saúl parecían ineficaces contra las continuas incursiones de los filisteos (1 Sam. 23: 1, 27; 1 Crón. 11: 15) y las condiciones eran inestables. El relato de Nabal implica que los pastores necesitaban protección armada (1 Sam. 25: 15, 16, 21). El odio que Saúl sentía por David no era una razón para que éste huyera a un país extranjero. Dios, que lo había protegido tantas veces en el pasado, no lo abandonaría, sino que encauzaría los acontecimientos para que, mediante penalidades y sufrimientos, recibiera la preparación necesaria para el liderazgo futuro.
La disciplina del sufrimiento fue eficaz aun en la vida de Jesús. El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado "por aflicciones" (Heb. 2: 10). David, al volver para estar en medio de todos los que tenían dificultades en Judá, debía comportarse de manera que diera ánimo a todos los que lo rodeaban. Hoy en día Dios anhela demostrar la lealtad de sus hijos en toda suerte de ambientes; no desea que se retiren cuando las circunstancias se hacen difíciles. Quiere que sus seguidores demuestren la belleza de la religión cristiana y revelen su inmensa superioridad sobre el servicio del yo y de Satanás.
Haret.
Quizá la moderna Kharâs, al noroeste de Hebrón, en el límite del distrito montañoso; pero su identificación es incierta todavía.
6.
Se sabía de David.
Algunos comentadores toman el relato del resto de este capítulo como una ilustración de la forma en que a veces el texto hebreo se aparta de una sucesión cronológica estricta de los acontecimientos, a fin de llevar un pensamiento hasta su conclusión antes de tratar otro. Una interpretación tal de este pasaje supone que la acusación de Doeg contra el sacerdote Ahimelec y la matanza de Nob, siguieron inmediatamente al descubrimiento de la primera huida de David, pero que la narración continúa con el relato acerca de David y sus hombres, hasta que resulta necesario presentar la matanza para explicar la llegada de Abiatar a Keila en el capítulo siguiente. Esta interpretación se basa principalmente en la confesión de Ahimelec de su ignorancia en cuanto a la verdadera situación de David. Esta deducción no carece de lógica.
Es igualmente razonable suponer que el relato sigue sin interrupción. En este caso, la declaración de que fueron descubiertos David y sus hombres significa que se llegó a saber que habían salido de su escondite en el fuerte de Adulam y que acampaban en el bosque de Haret; y que cuando supo esto el rey, se quejó a sus siervos acusándolos de colaborar a traición con el proscrito (vers. 8). Al punto Doeg, el pastor, aprovechó la oportunidad para delatar a Ahimelec (vers. 9, 10). No hay razón para suponer que un hombre en el puesto de Doeg -cuando vio a David en el santuario- hubiera sabido algo de la verdadera razón de su venida. Puesto que no habría habido nada de extraño en que David se detuviera allí en procura de consejo antes de proseguir en alguna misión para Saúl, Doeg habría considerado que no valía la pena informar eso entonces. Mediante la respuesta de Ahimelec no podemos determinar el orden de los sucesos, pues su argumento de que ignoraba la situación de David sería una defensa lógica (ver com. vers. 14, 15), aun sin tomar en cuenta el intervalo entre esta supuesta traición y la acusación de los sacerdotes ante Saúl. De modo que el asesinato de los sacerdotes y la matanza de Nob no siguieron necesaria e inmediatamente a la visita de David al santuario (ver PP 714, 715).
Debajo de un tamarisco.
El "alto" de Gabaa probablemente era un lugar favorito de reunión para los hombres de la ciudad.
8.
Conspirado contra mí.
Debido a sus celos demenciales, Saúl comenzó a compadecerse 562 de sí mismo y a acusar a todos menos a sí mismo, por sus tentativas frustradas para capturar a David. Comenzó entonces a abochornar a los propios hombres de su tribu por no haberlo informado a fin de ayudar a un rival de Judá. Pensaba que aun su propio hijo se había vuelto contra él y era culpable de traición. Ya una vez había amenazado con hacerlo matar (cap. 14: 44); ahora creía que el pueblo simpatizaba con Jonatán aún más que antes.
9.
Entonces Doeg ... respondió.
Doeg, el principal de los siervos, vio su oportunidad para vengarse del sacerdote Ahimelec (ver com. cap. 21: 7), como también para mejorar su posición ante el rey. Dijo implícitamente a Saúl que Jonatán y los benjamitas no tenían tanta culpa como el sacerdote, el cual no sólo dio alimento a David sino que consultó a Jehová por él y le dio un arma (vers. 10). Sin duda Doeg no se ofreció para dar esa información hasta que fue estimulado por el ofrecimiento de ricas recompensas y elevados cargos (ver PP 715).
14.
Ahimelec respondió.
No negó Ahimelec la acusación de haber ayudado a David, pero sí negó haber sido desleal. De su respuesta una diferencia de opinión para ubicar este incidente en el tiempo (ver com. vers. 6). Los que sostienen que el incidente ocurrió inmediatamente después de la fuga de David de Gabaa interpretan que las palabras de Ahimelec significaban que, hasta ese momento, él no sabía que David ya no era el siervo más fiel de Saúl y miembro honorable de la casa real. Después de que David había estado prófugo y proscrito por tantos meses, difícilmente Ahimelec podría haber sido tan ignorante o tan necio como para decir a Saúl que David servía a sus "órdenes" y era "ilustre" en su casa.
Esta conclusión se basa en nuestra traducción castellana, que presenta los verbos en el tiempo presente. En realidad, el hebreo tiene un solo verbo, sur, traducido aquí "sirve". La forma verbal "es", es añadida aunque aparece dos veces en este versículo. La forma del verbo sur que aquí se presenta puede recibir un sentido tanto de presente como de pasado, de modo que la sentencia es bastante indefinida en lo que atañe al período de tiempo de que se trata. El tiempo del verbo debe entenderse por el contexto. La traducción literal de las palabras de Ahimelec es: "¿Y quién entre todos tus siervos como David, fiel y el yerno del rey y volviéndose [o se volvió] a tus órdenes, y honorable en tu casa?" El contexto parece requerir el uso del tiempo pasado. La inserción de las formas verbales necesarias al traducir al castellano una oración como ésta, depende del juicio de los traductores, pero la índole del caso permite diferencias de opinión. Es obvio que Ahimelec quiso decir que había ayudado a uno a quien suponía en ese tiempo -ya fuera reciente o remoto- que era un representante honorable del rey.
15.
¿He comenzado yo desde hoy?
"¿Es que he comenzado hoy?" (BJ). Se deduce que si él hubiese comenzado entonces a buscar la dirección divina para David, después de saber la verdadera situación de éste, ello hubiera significado prestar ayuda a un enemigo declarado de Saúl; pero que cuanto había hecho antes de que supiera del conflicto entre Saúl y David no influía en su fidelidad. Con tranquila dignidad Ahimelec respondió a la acusación de Saúl de que había usado los Urim* y el Tumim en una forma contraria a las ideas del rey, al declarar que había hecho una pregunta en cuanto al que estaba más cerca de Saúl, uno que siempre le había sido leal y dedicado, y que había prestado su servicio al mensajero del rey. Su última palabra fue para negar que hubiera sabido nada de la situación.
17.
La gente de su guardia.
Heb. ratsim, literalmente, "los corredores" (BJ). Esta palabra se usa a veces para designar la guardia real, como es obvio aquí. Quizá Samuel se refirió a ese oficio cuando advirtió a los israelitas que el rey por el cual clamaban tomaría a sus hijos y reclutaría a algunos de ellos para que corrieran "delante de su carro" (cap. 8: 11). Saúl quedó frustrado ante la negativa de sus guardias de levantar la mano contra los sacerdotes del Señor. Lo que el rey pedía era algo espantoso. Aun entre las tribus paganas de hoy día se considera que el hechicero es sagrado y nadie se atreve a levantar la mano contra él. ¡Cuánto más debería haber respetado Saúl al siervo del Altísimo!
18.
Doeg el edomita.
Este descendiente de Esaú aparece como un hombre semejante a Saúl: celoso, resentido, maligno y como que hubiera estado aguardando ansiosamente cualquier débil excusa para realizar los 563 propósitos de su mala naturaleza. Al recibir permiso del rey de Israel, Doeg no vaciló en levantar la mano contra el siervo de Dios, sin tener en cuenta la sagrada investidura de Ahimelec y la de sus compañeros. Ochenta y cinco hombres cayeron ese día ante la pasión de la codicia egoísta. Es grande el contraste entre el profeso fervor religioso de Saúl que preservó vivo a Agag (cap. 15: 20) y su frenesí que lo hizo capaz de perpetrar este acto de barbarie sin paralelo en la historia judía.
19.
A hombres como a mujeres.
Los inocentes sufrieron con los supuestamente culpables. Quizá los habitantes de Nob no habían tenido nada que ver con el traslado a su ciudad del tabernáculo y de las familias sacerdotales (ver com. cap. 21: 1). Sin embargo, la furia insensata y satánica de Saúl arrasó a todo el pueblo. Una vez antes, los filisteos habían destruido la ciudad sagrada de Silo. Eran los enemigos de Israel, y sin embargo no se registra que hubieran aniquilado a toda la población.
20.
Abiatar.
Hasta donde se sepa, el único sobreviviente de Nob. Huyendo "tras" David, probablemente no lo alcanzó hasta que éste había salido del bosque de Haret para ir a la ciudad de Keila (ver com. cap. 23: 2, 6).
21.
Dio aviso a David.
Es obvio que David no había oído antes la noticia. Por lo tanto, este versículo indica que la atrocidad había sucedido inmediatamente antes de la llegada de Abiatar a Keila y no en un tiempo anterior en relación con la visita de David a Nob.
23.
Quédate conmigo.
¡Qué gozo debe haber sido para David dar la bienvenida a Abiatar! Debe haber recibido ánimo al ver el Urim y el Tumim (cap. 23: 6) y saber que a pesar de la devastación de Nob, Dios había preservado el efod y al sacerdote que lo guardaba. Sin embargo, cuando David supo de la terrible tragedia, quedó lleno de remordimiento al comprender que había sido responsable de la muerte del sumo sacerdote y de los que habían perecido con él. Cuánto hubiera dado por no haber incurrido en ese acto de engaño. Con regocijo habría procedido de un modo diferente si hubiese podido vivir de nuevo el año. Pero no podía deshacer el pasado. Espantosa fue su acusación propia y sin embargo no podía hacer nada sino extenderse "a lo que está delante" (Fil. 3: 13).
Después de haber oído lo que hizo Doeg, David escribió el Salmo 52 (véase el sobrescrito de ese salmo). Quedó asombrado de que un hombre pudiera erguirse en arrogante antagonismo frente al plan de Dios en vez de descansar en su misericordia eterna. Con lengua afilada como una navaja Doeg había sembrado engaño y calamidad hasta el punto de que se convirtió en la misma personificación del fraude y del mal. Pero cosecharía lo que había sembrado.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-23 PP 713-716
1 PP 713; 3TS 376
2 Ed 147
2-5 PP 714
7-10, 16, 18, 19 PP 715
20-23 PP 716

1 SAMUEL CAPÍTULO 23 - AUDIO
1 David pregunta a Jehová mediante el sacerdote Abiatar y rescata a Keila, 7 Dios le confirma la venida de Saúl y la traición de los habitantes de Keila, y David escapa de ese lugar. 14 Jonatán lo visita en Zif y lo consuela. 19 Los habitantes de Zif revelan a Saúl el escondite de David. 25 En Maón es librado de Saúl a causa de la invasión de los filisteos. 29 David se va a vivir en En-gadi.

1 DIERON aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras.
2 Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila. 564
3 Pero los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?
4 Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.
5 Fue, pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
6 Y aconteció que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su mano.
7 Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras.
8 Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres.
9 Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.
10 Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía.
11 ¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá.
12 Dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán.
13 David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había escapado de Keila, y desistió de salir.
14 Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
15 Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif
16 Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios.
17 Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
18 Y ambos hicieron pacto delante de Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
19 Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del desierto?
20 Por tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey.
21 Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.
22 Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera.
23 Observad, pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviera en la tierra, yo le buscaré entre todos los millares de Judá.
24 Y ellos se levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl. Pero David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá al sur del desierto.
25 Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón.
26 Y Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a David y a su gente para capturarlos.
27 Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país.
28 Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por esta causa pusieron a aquel lugar por nombre Sela-hama-lecot.
29 Entonces David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de En-gadi.


1.
Keila.
Un pueblo que estaba a 4 km al sur de Adulam, situado en las laderas rocosas del 565 Wadi es-Sur, de donde éste emerge del distrito montañoso y entra en la llanura de Ela. Keila estaba a 14,4 km del baluarte filisteo de Gat. Ahora se conoce como Khirbet Qîl~.
Eras.
Estaba entrando el verano pues se había cosechado y trillado el grano, y los áureos montones esperaban la distribución. La mayor parte de este trabajo se hacía en forma colectiva. Se tomaban en cuenta tres factores para la selección de estas eras: (1) La necesidad de una superficie llana, preferentemente roca. (2) La necesidad de un lugar lo suficientemente alto como para permitir que una buena brisa se llevara el tamo. (3) La conveniencia de una ubicación tan céntrica en la comunidad como fuera posible (ver 1 Crón. 21:18-26).
2.
David consultó.
Algunos consideran esto como una prueba de que Abiatar estaba con David y que la consulta fue hecha por medio de los Urim y del Tumim (ver com. vers. 9), aunque el texto no menciona la manera en que se hizo la consulta. Pero el vers. 6 parece implicar que Abiatar no alcanzó a David hasta que éste estuvo en Keila. Sin embargo, antes de esto, Gad, el vidente, estuvo con David (cap. 22: 5). En ese tiempo, normalmente se consultaba a Dios por medio de un vidente (cap. 9: 9). De modo que fácilmente David podría haber procurado la dirección de Dios mediante Gad.
3.
En Judá estamos con miedo.
Si los hombres de David se hubieran dejado ver en ese tiempo, habrían corrido el peligro de ser reconocidos al punto. Tan pronto como Saúl hubiese descubierto su escondite, habría enviado una tropa contra ellos. Estando en peligro su vida entre su propia tribu, vacilaron en hacer frente a un poderoso enemigo extranjero. Con gusto habrían defendido a Israel contra los ataques sin motivo de sus enemigos, pero ¿cuánto bien podían hacer estos así llamados proscritos en pueblos que debían ser leales a la corona y que naturalmente se esperaría que ayudaran al rey apresando a sus oponentes? A pesar de la debilidad de Saúl, la mayoría del pueblo era obediente a la corona. David y sus consejeros estaban en un verdadero dilema, y pensaron que lo único prudente que podían hacer era presentar su problema ante el Señor.
4.
Desciende.
Dios se agrada cuando sus hijos consultan su divina voluntad. Mientras más frecuentemente hagan esto, más confianza tendrán en que Dios los sacará de su dificultad. Dios estaba fortaleciendo a Israel para que reprimiera las depredaciones de los filisteos. Si David hubiese tomado una parte activa en esto, podría haber ganado el favor del pueblo, el cual sabía que la política de David era la de fortalecer el reino y no fomentar una revolución contra él.
5.
Fue ... a Keila.
El consentimiento de los hombres para seguir la conducción divina indica que durante los meses de relación con David, éste los había convencido de que primero necesitaban definir cuál era la voluntad de Dios, y después proseguir sin temor, confiando en que el cielo les abriría el camino. La misma cuidadosa investigación de la voluntad de Dios acerca de cada acto y proceder debiera caracterizar la conducta de los cristianos de hoy día.
Keila era un pueblo amurallado (vers. 7), pero sus inexpertos habitantes no podían competir con los experimentados soldados de Filistea. Saúl estaba a muchos kilómetros de distancia, pero cerca se hallaban David y sus hombres. La acción inmediata de éstos derrotó a los sorprendidos filisteos.
Se llevó sus ganados.
Tal vez los derrotados filisteos fueron expulsados hasta tan lejos dentro de su propio territorio, que David pudo obtener una indemnización por el daño hecho, o el ganado consistía en los bueyes que los filisteos habían llevado para transportar el grano en carretas. No se nos dice cuánto del botín dio David a Keila y cuánto guardó para sus hombres. Varios centenares de hombres necesitaban muchas provisiones.
6.
Abiatar.
Parece que el sobreviviente de Nob se encontró con David en Keila y le dio la noticia de la matanza (cap. 22: 20, 21). Aunque algunos han entendido que la expresión "a Keila" corresponde con la forma verbal que sigue, "descendió", generalmente se considera que la frase significa que Abiatar se encontró primero con David en Keila.
7.
Se ha encerrado.
Es evidente que David quedó suficiente tiempo en Keila como para que Saúl pensara que por fin lo había atrapado.
8.
Poner sitio a David.
Es probable que Saúl estuviera convencido de que Dios lo guiaba en su lucha contra David. Un hombre puede pensar el mal por tanto tiempo, que éste se convierte en bien ante sus ojos, y a conciencia puede estar realizando los pensamientos 566 y las intenciones de su corazón. Por ejemplo, Coré estaba convencido de que Dios lo había nombrado para presidir la rebelión contra Moisés; María creía estar en lo correcto cuando censuró a la esposa de Moisés; y es evidente que Joacim, sin ningún remordimiento, rehusó aceptar la profecía de Jeremías acerca del cautiverio babilónico de Israel, y quemó el rollo profético (Jer. 36: 22-30).
Por el contrario, David anhelaba mantener injusticia y la dignidad de su pueblo ante las tribus circunvecinas, y también ayudar a cualquiera en Israel que pudiera estar sufriendo alguna desgracia. No se sublevó contra Saúl al ganar la simpatía de los miembros de su propia tribu. Tampoco luchaba -como lo estaban haciendo los filisteos- en procura de un botín obtenible mediante incursiones en los distritos vecinos.
9.
El efod.
Por su crimen contra los sacerdotes, Saúl se había privado de los beneficios de los Urim y del Tumim, si era que en verdad el Señor se había comunicado con él por ese medio desde que fue rechazado (ver cap. 28: 6). No recibiendo más mensajes divinos, aquietaba su conciencia culpable viendo en cada oportunidad una revelación divina para él, en armonía con los anhelos de su mente enferma. Mediante la divina Providencia, y sin duda debido a la fidelidad de David para acatar la voluntad de Dios, llegó hasta él el efod que Saúl había perdido.
Las Escrituras no dicen exactamente cómo respondieron los Urim y el Tumim a la consulta. Este silencio ha creado mucha especulación entre los rabinos. El Talmud babilónico afirma que el oráculo era llamado Urim porque añadía explicaciones a sus afirmaciones; era llamado Tumim porque sus declaraciones siempre eran completas. La tradición afirmaba que esas piedras eran las mismas en que estaban inscritos los nombres de las 12 tribus y que las letras necesarias para deletrear la respuesta sobresalían como las de una moneda. Las letras que forman los nombres de las 12 tribus no constituían todo el alfabeto hebreo, pero la tradición les añade los nombres: "Abrahán", "Isaac", "Jacob" y "Tribus de Jesurún" (Talmud, Yoma 73 a, b).
Dice Josefo: "Mediante esas doce piedras que el sumo sacerdote llevaba en el pecho y que estaban insertadas en su pectoral, Dios declaraba de antemano cuándo saldrían victoriosos en una batalla; pues un esplendor tan intenso refulgía de ellas antes de que el ejército comenzara la marcha, que todo el pueblo comprendía que Dios estaba presente para prestarle ayuda" (Antigüedades iii. 8. 9). Sin embargo, los Urim y el Tumim no eran las 12 piedras del pectoral sino 2 piedras de gran brillo, una a cada lado del pectoral. La aprobación era indicada por una luz que rodeaba la piedra de la derecha, y la desaprobación por una sombra sobre la piedra de la izquierda (ver PP 364). Las respuestas correspondientes a los Urim y al Tuinim no siempre eran el equivalente de Sí o No (ver Juec. 1: 2; 20: 18; 1 Sam. 23: 11, 12), pero es posible que el sacerdote diera una respuesta en forma de una declaración breve para contestar a una serie de preguntas.
10.
Destruir la ciudad.
Sin duda los habitantes de Keila estaban agradecidísimos por la ayuda de David, y quizá por el momento no pensaron en futuras complicaciones. En vez de permanecer en el bosque de Haret, David halló la ciudad abierta para él y sus hombres, y sin duda la población hizo todo lo posible para suplir las necesidades de ese gran grupo. Pero las noticias viajan rápidamente, y no pasó mucho antes de que se notificara a Saúl de los detalles del encuentro con los filisteos, y el cariz de la situación cambió súbitamente. Los de Keila se dieron cuenta de que se verían forzados a decidir, por un lado, entre la lealtad a Saúl con la consiguiente retención de su estado legal en Israel, y por otro lado, el inevitable rechazo de Saúl por ser amistosos con el proscrito David, con la consiguiente destrucción de su ciudad.
David reveló previsión al anticipar una situación tal, pero con toda su larga experiencia no sabía qué camino tomar. Había ido a Haret guiado por la dirección divina precisamente cuando se necesitaba su presencia para salvar a Keila. Sin embargo, sabía que si quedaba dentro de las murallas, actuaría contra el ungido del Señor e iniciaría una revolución civil contra la cual se rebelaba desde lo más íntimo del alma.
12.
Os entregarán.
Dios no a David para que saliera de Keila como le había dado instrucciones de que luchara poco tiempo antes. David quedó librado al uso de su propio juicio después de saber lo que sucedería. Mostró sus buenas condiciones de caudillo al no pensar tanto en su propia seguridad 567 como en la de toda la comunidad.
Dios había proporcionado a Saúl la misma dirección divina en los comienzos de su carrera. Saúl rechazó el consejo de Dios; David lo aprovechó y fue de victoria en victoria. David se retiró sin ruido de Keila y sus hombres lo siguieron sin vacilaciones. Día tras día cada nueva experiencia lo reanimaba y aumentaba la confianza de sus hombres en él como líder.
14.
Zif.
Un pueblo en una meseta a 6 km al sureste de Hebrón. Hebrón está al oeste de dos montañas de 915 m de altura. Un profundo wadi está entre esas dos colinas. En la bajada de la colina oriental hacia el mar Muerto comienza el desierto de Zif, que se extiende hacia el este por varios kilómetros. Este distrito es un desierto árido y calcinado, lleno de wadis profundos que ofrecen excelentes escondites. Los "lugares fuertes", o fortalezas, eran miradores que dominaban extensas zonas del país y estaban lo bastante cerca como para que fuera imposible que alguien atravesara esa sección sin ser advertido. Tal vez David colocó a sus hombres en varios puntos estratégicos, y cada día recibía información acerca de la ubicación de las fuerzas de Saúl. Casi era imposible obtener agua y alimentos.
15.
Hores.
Algunos han ubicado este lugar a 2,8 km al sur del pueblo de Zif, sobre la ruta principal de Hebrón a En-gadi. Quizá David llegó aquí en busca de alimento y agua.
16.
Vino a David.
Jonatán halló algún medio para convenir un encuentro con David. Quizá algunos de los soldados enviados en esas patrullas de exploradores informaron a Jonatán de algo que no dijeron a Saúl. Si fue así, David debe haber quedado convencido de que muchos le tenían simpatía.
Necesitaba ser reanimado por una visita tal. Aunque el sobrescrito del Salmo 11 no indica el tiempo cuando fue compuesto, su tono de confianza ha inducido a algunos a creer que, después de la visita de Jonatán, David expresó en las líneas de ese salmo su confianza en las ayudas oportunas del Señor (ver Sal. 11; PP 716, 717).
19.
Los de Zif.
El hebreo no usa aquí el artículo definido. Por lo tanto, la frase bien podría traducirse mejor: "algunos de Zif". Esto sugiere que no todos procuraron traicionar a David. Cuando David oyó que había sido traicionado, compuso el Salmo 54.
Collado de Haquila.
No se conoce la ubicación exacta de esta colina. Algunos la han identificado con una larga cadena gredosa de piedra caliza que va desde el desierto de Zif hacia el mar Muerto.
24.
Maón.
Un pueblo a 12,8 km al sur de Zif. El desierto de Maón está al este del pueblo que se extiende hacia el mar Muerto. El sitio se conoce ahora como Tell Ma'Tn.
28.
Sela-hama-lecot.
Literalmente, "la peña de las divisiones". Según Conder, "entre el cerro de El Kolah (la antigua colina de Haquila) y en las proximidades de Maón hay un gran barranco llamado "valle de Rocas", un precipicio angosto pero profundo, que sólo se puede salvar dando un rodeo de muchos kilómetros, de modo que Saúl podría haber tenido a David al alcance de su mirada, y sin embargo estaba incapacitado para dar alcance a su enemigo; y ahora se aplica el nombre de Malaky a esta 'peña de las divisiones', palabra muy similar al hebreo Mahlekoth. Las proximidades están hendidas por muchos lechos torrentosos, pero no hay otro lugar cerca de Maón donde puedan encontrarse tales riscos como los que se infieren de la palabra séla'. Por lo tanto, me parece bastante seguro considerar que este precipicio fue el escenario de la maravillosa huida de David, debida a una súbita invasión de los filisteos, que puso fin a la historia de sus difíciles huidas en la zona meridional del país" (Tent Work, t. 2, pág. 91).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-29 PP 716, 717
5, 14, 16-18 PP 716
19, 20, 24, 25 PP 717 568

1 SAMUEL CAPÍTULO 24 - AUDIO
1 David perdona la vida a Saúl en una cueva de En-gadi y le corta el extremo de su manto. 8 Con eso confirma su inocencia. 16 Saúl reconoce su error, hace un juramento a David y se va.

1 CUANDO Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi.
2 Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
3 Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva.
4 Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciera. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
5 Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.
6 Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
7 Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
8 También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.
9 Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?
10 He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová.
11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.
12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.
13 Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti.
14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?
15 Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
16 Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,
17 y dijo a David: Másjusto eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndose yo pagado con mal.
18 Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano.
19 Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.
20 Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,
21 júrame, pues, ahora por jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.
22 Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte.


1.
Desierto de En-gadi.
Este capítulo debiera haber comenzado con el vers. 29 del capítulo precedente, tal como está en el texto hebreo usual. En-gadi es un bello oasis a orillas 569 del mar Muerto, en la desembocadura del Wadi el-Kelb, un cañón empinado y tortuoso que comienza a 12,8 km en el desierto de piedra caliza de En-gadi, a una altura de 368 m sobre el nivel del mar. En ese corto trayecto el lecho del wadi desciende 762 m hasta que llega al mar Muerto, a 398 m bajo el nivel del mar. Los escarpados riscos del desierto, de 610 m de altura, llegan hasta 2,4 km del mar, de modo que forman un formidable farallón al oeste del pueblo. Arriba en el wadi, a varios centenares de metros por encima de la base del risco, la bella vertiente de aguas termales de Eng-adi fluye de debajo de un gran peñasco, a una temperatura que se dice que llega a 28' C. En las laderas del wadi hay muchas cuevas, tanto naturales como artificiales. En la actualidad se conoce este lugar como Engedi.
2.
Los peñascos de las cabras monteses.
Algunas partes del desierto, al oeste del oasis, han sufrido de tal manera el efecto de la erosión que son casi intransitables. Pero hay un camino de Carmel, en Judá, que cruza los desiertos de Maón y En-gadi y desciende a este oasis por el Wadi el-Kelb. Quizá Saúl tomó esta ruta en su obstinada persecución de David.
3.
Redil de ovejas.
Por toda Palestina los pastores usan las cuevas naturales para proteger en ellas sus ovejas de las inclemencias del tiempo. Por lo general, cerca de estas cuevas hay unos vallados circulares construidos de piedras y zarzas, llamados "corrales", los que durante el buen tiempo protegen las ovejas tanto de los hombres como de las bestias.
Cubrir sus pies.
"Para hacer sus necesidades" (BJ). Viniendo del exterior, Saúl no podía ver nada, pero los que estaban en la cueva podían ver con claridad pues tenían los ojos acostumbrados a la oscuridad.
4.
La orilla del manto de Saúl.
Literalinente, "el ala de la ropa exterior de Saúl". Probablemente ese ¡llanto era la túnica exterior, sin mangas, amplia y que llegaba hasta los tobillos, que usaban las mujeres v tatnbiéii los hombres de alta alcurnia, tales como los reyes y sacerdotes. Sin duda los hombires de David reconocieron al rey por su vestido y por su apariencia personal. Aunque no se registra que hubiera una proidesa divina de que el enemigo de David le sería entregado, ciertamente lo que dijeron los hombres puede haber sido verdad. Quizás a David se le presentó la oportunidad para demostrar las características que había fomentado. Si en esa ocasión hubiese matádo a Saúl, habría demostrado que por lo menos en un sentido no era mejor que Saúl, el cual -si se hubieran invertido las circunstancias- se habría gozado en matar a David.
Satanás puso en duda la bondad de job, pretendiendo que éste habría maldecido a Dios si hubieran desaparecido ciertas bendiciones y se hubiera visto dentro de ciertas restricciones. Respondiendo a esa acusación, Dios permitió que Satanás afligiera a Job para demostrar la falsedad de su afirmación, así como también la rectitud de su siervo. David soportó la prueba al igual que Job; tenía tal comunión con Dios que cuando tuvo a su enemigo a su disposición, no sólo rehusó hacerle daño él mismo, sino que reprimió a sus hombres para que no cometieran ningún acto hostil en su nombre.
5.
El corazón de David.
Es decir, lo acusó su conciencia. Los antiguos usaban la palabra "corazón" para describir la sede del intelecto (Prov. 15: 28; 16: 9,23; 23: 7, 12; Mat. 12: 34; Luc. 6: 45). La palabra "conciencia" sólo aparece una vez en el AT (Sal. 16: 7 en la RVR; en hebreo literalmente dice "mis riñones"). Este vocablo aparece 30 veces en el NT (en la RVR). Los seres humanos suelen decir que les gobierna la conciencia cuando, en realidad, con frecuencia les rigen los sentimientos. La conciencia es una guía segura sólo cuando está iluminada por la luz de lo alto. Saúl tenía la conciencia oscurecida, aun cauterizada con el hierro candente de los celos y la envidia (ver 1 Tim. 4: 2). David la tenía educada por Dios y, a semejanza de Pablo, en gran medida estaba libre de ofensa (Hech. 24: 16). Habiendo recibido la unción divina del discernimiento espiritual, había demostrado ser un verdadero dirigente. No había dependido de las costumbres y tradiciones de sus días, sino que poseía un conocimiento de lo que era correcto divina e intrínsecamente.
7.
Reprimió David a sus hombres.
Quizá, al igual que los discípulos de Cristo, los hombres de David esperaban los puestos de honor que ocuparían cuando se estableciera su reino. Habían llegado al punto de no estar satisfechos con la escasa comida y los días y las noches de vigilante alerta, y por tener que huir. En ese momento, cuando Saúl estaba en su poder, todos alborozados pensaron que 570 habían triunfado y estaban impacientes por concluir sus largos desvelos. David los reprendió disculpándose aun por la pequeña libertad que se había tomado al echar a perder la vestimenta del rey. Tal vez les enseñó -como después le dijo al rey- que la única forma de lograr el verdadero éxito consiste en esperar la hora de Dios.
Abrahán esperó la sugestión de Dios, y pudo libertar a Lot, hombre que se precipitó por su camino siguiendo los dictados de su propia sabiduría. Moisés rehusó los honores de Egipto. Sin embargo, después de años de prueba se convirtió en el profeta del Altísimo. El hombre que entra en el taller de la vida para convertirse en aprendiz de Cristo, ¿de qué otra forma puede realizar las obras de Dios?
8.
Inclinó su rostro.
Su agudo discernimiento espiritual y profundo amor por la justicia impidieron que David odiara a Saúl, lo censurara ante otros y lo atacara en la primera oportunidad. David no necesitaba sentir la así llamada santa indignación por el trato que había recibido. En lo que atañía a la forma en que Saúl procedía con él, podía dejar eso con Dios. Tenía en el alma la tranquila confianza de que Dios estaba con él y hasta se compadecía del rey. Nadie habría estado más contento que David si Saúl hubiese sacrificado su egoísmo y se hubiese humillado ante Dios. Con toda la sinceridad de su alma, quizá David anhelaba que Saúl experimentara el mismo compañerismo con Dios que él tenía. Por lo tanto, su obediencia no era un formalismo. Se inclinó con el corazón lleno de reverencia ante la jerarquía del rey y mostró solicitud por el hombre que estaba en ese cargo.
Cristo había aceptado a Judas como a uno de los doce. Lo había enviado en misiones de misericordia e intercesión. Lo había visto cambiar gradualmente hasta convertirse en el oponente crítico, porfiado y egotista, de todo su programa. Sin embargo, Cristo lo amaba y hubiera estado contento de convertirlo en uno de los dirigentes de su iglesia (ver DTG 260, 261, 664). Finalmente se inclinó ante Judas con todo el anhelo de su alma, y al lavarle los pies, sin palabras lo exhortó a que se entregara a Aquel que no vino para ser servido sino para servir. Pablo se, irguió delante de Agripa para defender su nueva forma de vida. También había tenido muchas evidencias del cuidado providencial del cual personalmente podía aferrarse. Los gobernantes habían cometido muchas injusticias con él. No debía pensar en ellas. Tenía el corazón lleno de ansiedad por el rey, quien exclamó al fin: "Por poco me persuades a ser cristiano" (Hech. 26: 28).
9.
Las palabras de los que dicen.
Nótese cuán bondadosa y delicadamente David se dirigió al rey. En vez de culpar a Saúl por todos sus hechos, David aludió a la influencia de las lenguas falsas que rezumaban la maldad del interés propio e instigaban al rey usándolo para su propio beneficio. Por el pasaje del cap. 22: 7 se puede inferir que Saúl estaba influido por lenguas tales. Al igual que Saúl, más de un dirigente está rodeado de personas que lo siguen por los panes y los peces. La seguridad de la posición de ellos depende de la forma en que puedan adular al caudillo. Si hubiera un cambio de administración, quedarían sin apoyo. Los secuaces de Saúl habían puesto de lado la abrumadora evidencia del cuidado que Dios prodigaba a David. No prestaban atención a la estimación de Jonatán por "el hijo de Isaí". Aunque muchos estaban convencidos de los errores de Saúl, por razones personales lo apoyaban y echaban sombras sobre el nombre de David (ver Sal. 55: 3; 56: 5, 6; 57: 4; etc.). El hecho de que David fuera de otra tribu puede haber tenido algo que ver con los malos informes que se divulgaban, los que carecían completamente de fundamento.
10.
Te matase.
Los lectores superficiales de las Escrituras piensan que hay un marcado contraste entre la filosofía del ojo por ojo de ciertos pasajes del AT y la filosofia del amor presentada en los escritos del NT. Pero aquí, siglos antes de los tiempos del NT, las acciones de David ilustran el mismo espíritu enseñado por Cristo en sus bienaventuranzas (Mat. 5: 11). Los hombres de David estaban dispuestos a amar a sus amigos, pero albergaban odio hacia sus enemigos. En medio de todo eso, David reveló respeto por su peor enemigo (ver Mat. 5: 43-48).
11.
Mira la orilla.
Tal vez Saúl había prestado poca atención a las palabras de David en cuanto a levantar la mano contra el ungido de Jehová, pero cuando vio el borde de su manto ante sus ojos y comprendió cuán cerca había estado de la muerte, tembló por la evidencia material de la inocencia de David. Era el 571 triunfo de la fuerza espiritual sobre las hazañas físicas.
12.
Juzgue Jehová.
El rey sólo podía hablar en términos de hazañas físicas, y cuando David refirió todo el asunto a Aquel que había ungido a Saúl, el rey sabía que tenía que confesar que era culpable. La respuesta de Saúl fue voluntaria, como lo fue la de Judas cuando devolvió el soborno que tanto había codiciado (Mat. 27: 3-5). Así será en el día del juicio. Cuando la inocencia y el sacrificio eterno de Cristo sean puestos en evidencia delante de las huestes congregadas de todos los siglos, se doblará cada rodilla y cada lengua aclamará la perfección del carácter de Cristo (Fil. 2: 10, 11).
13.
Proverbio de los antiguos.
David no añadió lo contrario: "El bien sale de los justos", pero Saúl pudo sacar sus propias conclusiones y probablemente lo hizo. Si David hubiera estado tramando para perjudicar a Saúl, no habría perdido la oportunidad que se le había presentado pocos momentos antes. Es natural que los actos del hombre reflejen sus sentimientos, de modo que de un corazón realmente impío salen malos hechos. Al presentar esto como una prueba adicional de su inocencia, David instaba al rey a comprender que cada individuo es responsable ante Dios por sus actos. Le aseguraba que sin tomar en cuenta la profundidad hasta la que había caído, Dios podía y, aún más, quería transformar su mala naturaleza. Todo lo que se necesitaba era la elección de Saúl y su cooperación.
14.
¿A una pulga?
La declaración hace resaltar la humildad de David. Compárese con el proceder de la mujer de Tiro cuando pidió la ayuda de Cristo para su hija (Mar. 7: 24-30).
17.
Más justo eres tú que yo.
Compárese la forma en que David respetaba a Saúl -como suegro y como rey- y su reverencia por el rey como ungido del Señor, con el arrebatado egoísmo de Saúl al tratar de matar a David por medio de Mical, su celo envidioso que lo convirtió en un demonio y su sed insaciable de la sangre del hombre que le había perdonado la vida. De los labios de Saúl brotó a regañadientes la confesión de la verdad cuando el calor de la magnanimidad de David derritió su gélido odio.
19.
Jehová te pague con bien.
¡Qué notable cambio en el tono empleado en la crítica que Saúl dirigió a sus hermanos de tribu porque no podía conseguir informes de ellos en cuanto al paradero de David! (cap. 22: 8). Entonces el rey fue áspero y exigente, pero ahora su voz fue evidentemente tierna. Se emocionó tanto que lloró. Apenas podía creer que se había salvado por un margen tan estrecho. ¡Una vez fue jactancioso; ahora, humilde! Así estarán los impíos ante el tribunal del Altísimo (ver CS 726, 727).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
22 PP 717-719
1-6 PP 717
4-6 MC 385
11 PP 796
8-11, 16-22 PP 718


1 SAMUEL CAPÍTULO 25 - AUDIO
1 Muerte de Samuel. 2 David envía a pedir alimentos a Nabal. 10 Ante la negativa de Nabal, se propone destruirlo. 14 Abigail se da cuenta de lo que va a ocurrir, 18 toma un presente, 23 y gracias a su sabiduría 32 pacifica a David. 36 Muerte de Nabal. 39 David toma como sus mujeres a Abigail y a Ahinoam. 44 Mical es dada a Palti.

1 MURIÓ Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.
2 Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel.
3 Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, 572 pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb.
4 Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas.
5 Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre,
6 y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.
7 He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel.
8 Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.
9 Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron.
10 Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.
11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiadores, y darla a hombres que no sé de dónde son?
12 Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras.
13 Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada, y también David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
14 Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido.
15 Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que estuvimos con ellos, apacentando los ganados.
16 Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.
17 Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.
18 Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos.
19 Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal.
20 Y montando un asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro.
21 Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
22 Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.
23 Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra;
24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.
25 No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. El se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste.
26 Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.
27 Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor.
28 Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.
29 Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
30 Y acontecerá que cuando Jehova haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel,
31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
32 Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases.
33 Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano.
34 Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón.
35 Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.
36 Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente.
37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra.
38 Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.
39 Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer.
40 Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer.
41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.
42 Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.
43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.
44 Porque Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.


1.
Murió Samuel.
En cuanto a la relación entre las edades de Samuel, Saúl y David, véase la pág. 135.
Fue notable la contribución que hizo Samuel cuando organizó escuelas para la juventud, de modo que Israel pudiera prepararse guiado por los grandes principios de la salvación. El plan original de Dios fue que los levitas estuvieran esparcidos por todo el país, enseñando al pueblo acerca de Dios. Pero puesto que en la mayoría de los casos no tenían empleos, los miembros de esta tribu se vieron obligados a ganarse la vida en otras formas de trabajo, lo que dio como resultado que el pueblo pronto fuera poco mejor que los paganos que lo rodeaban. En vista de esto, se instituyeron las escuelas de los profetas.
En su casa.
La palabra "casa" no necesita entenderse como que se refiriera a la residencia de Samuel, sino que aquí probablemente se usa para una cámara mortuoria. Si Samuel hubiese sido literalmente sepultado "en su casa", habría habido una contaminación perpetua (Núm. 19: 11-22). El lugar que la tradición señala como la sepultura de Samuel es una cueva sobre la cual se ha construido una mezquita musulmana en Neb§ SamwTl, pueblo que está a unos 8 km al noroeste de Jerusalén, pero cuya identificación es dudosa.
El desierto de Parán.
Desierto que se extiende de la Judea meridional en dirección sur hacia el Sinaí (ver Núm. 10: 12). En un caso Parán es el equivalente de Seir (Deut. 33: 2), y Seir era el hogar de Esaú en el Neguev, debajo de Hebrón (ver Gén. 32: 3; etc.). Se cree que el desierto de Parán incluye el desierto de Zin, entre Cades-barnea y el gran Arabá o planicie entre el mar Muerto y el golfo de Akaba. Puesto que las tribus que habitaban esa región se dedicaban a la rapiña, David debe haber sido recibido muy fríamente cuando huyó a Parán, y sin duda 574 reconoció su error. Esa recepción, unida a la enemistad de Saúl, debe haberse acentuado después de la muerte de Samuel, lo que hizo que David sintiera la necesidad de una ayuda definida de lo alto. Debido a su gran ansiedad, compuso los Salmos 120 y 121 (ver PP 720).
2.
Carmel.
Pueblo a unos 2 km al norte de Maón, en la cima de las montañas. Toda el agua al oriente de este lugar corre hacia el mar Muerto; toda el agua del oeste fluye hacia el Mediterráneo. El desierto de Maón, un distrito poco poblado, lleno de wadis secos, está al este y al sur de Carmel. Durante su permanencia en los desiertos de Zif y Maón (cap. 23: 24-26), antes de trasladarse a Engadi (cap. 23: 29), David y sus hombres se habían familiarizado con los pastores de Nabal y habían dejado una impresión sumamente favorable. Viviendo cerca del desierto, Nabal estaba expuesto constantemente a las bandas de merodeadores. El pueblo ahora se llama Kermel.
3.
Nabal.
Literalmente, "tonto", "insensato". El significado probable del nombre de su esposa -Abigail- es "mi padre es gozo" o "padre de regocijo".
8.
Tu hijo David.
David se da este nombre por respeto a alguien que era mayor que él. Los viajeros que hoy día recorren este distrito advierten que los hábitos y las costumbres de ahora son casi iguales a los del tiempo de David.
Aunque para Saúl era un proscrito, David había sido el protector de su pueblo de las incursiones hostiles procedentes del desierto. Sin recibir ninguna remuneración, había protegido los rebaños de Nabal. Lo natural era que los dueños de ovejas estuvieran contentos de recompensar a los que los ayudaban para que no hubiera pérdidas. Al pedir provisiones, David estaba en su derecho y procedía en armonía con las costumbres de su tiempo.
10.
¿Quién es David?
Difícilmente se habrían hecho tales observaciones insultantes si David hubiera morado todavía en Maón. La referencia a los siervos que huían de sus señores puede haber aludido al rompimiento de las relaciones de David con Saúl o a esos jóvenes a quienes Nabal despidió secamente con la insinuación de que no podía decir si eran hombres de David o no (ver vers. 11).
13.
También David.
David cometió un serio desatino en su decisión apresurada de procurar vengarse personalmente. Todavía tenía que aprender la lección de la paciencia. Adquirió más tarde ese valioso rasgo de carácter. Obsérvese el contraste entre la forma en que procedió aquí y posteriormente, cuando Absalón trató de usurpatar el reino. Cuando David huía de Jerusalén, Simei, de la casa de Saúl, le arrojó piedras y lo maldijo. En el momento cuando uno de sus hombres quiso matar al ofensor, David dijo: "Dejadle que maldiga . . . Quizá . . . me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy" (2 Sam. 16: 11, 12).
14.
Dio aviso a Abigail.
No sabemos qué combinación de circunstancias determinó que una mujer de ese carácter se uniera con un hombre tan arrebatado e imprudente como Nabal, pero con frecuencia dos personas de naturaleza diametralmente opuesta se unen en la relación más íntima que puede haber: la del matrimonio. Quizá ésta no fue la primera vez cuando se recurrió a Abigail para que actuara como pacificadora entre su esposo y los que estaban relacionados con él. No se daba cuenta Abigail que en la ayuda que diariamente estaba dando a Nabal iba desarrollando una claridad de percepción espiritual, y que su intuición femenina se fortalecía para que un día pudiera impedir que David cometiera un serio error (vers. 18-28).
17.
Tan perverso.
Heb. "hijo de Belial". Literalmente, "hijo de inutilidad", o "hijo de impiedad". Belial no aparece como un nombre propio en ese tiempo, aunque más tarde llegó a considerarse como tal (ver 2 Cor. 6: 15).
18.
Cinco medidas.
Literalmente, "cinco seahs" (ver 2 Rey. 7: 1, 16, 18). Un seah equivale a 7,33 lt., y los 5 seahs totalizarían unos 36, 65 lt.
Racimos.
Probablemente "bultos". La costumbre antigua era comprimir pasas de uva para formar pastelillos.
24.
Señor mío, sobre mí sea.
Un acto de bondad, y que probablemente le llegó a ser habitual. Sin duda con frecuencia -sin que lo supiera Nabal- ella había transformado la necedad de Nabal en una nueva oportunidad para su vida, con la esperanza de que él pudiera ver la belleza de un concepto enteramente diferente de la existencia. Esta noble mujer se presentó como la que había cometido la necedad y, por lo tanto, quien debía recibir el castigo. 575
25.
Conforme a su nombre.
Ver com. del vers. 3.
No vi a los jóvenes.
Nabal, como cabeza del hogar y representante de la familia en todas las transacciones comerciales, no había pensado en su esposa. Si le hubiera dispensado su confianza, se habrían podido evitar innumerables dificultades; pero ahora ella era quien debía tratar de reparar el quebranto y aceptar toda la culpa por los incidentes desfavorables.
26.
Te ha impedido.
Abigail no se atribuyó a sí misma, sino a Jehová, el que hubiera disuadido a David de sus propósitos precipitados. Estas palabras sólo podían provenir de una persona profundamente religiosa.
27.
Presente.
"Bendición" (RVA). Abigail dio este nombre a su regalo. Con eso quería decir que no pretendía, mérito alguno para sí, sino que atribuía a Dios la dádiva, pues él proporcionaba esas mercedes en respuesta a las peticiones de David.
28.
Perdones . . . esta ofensa.
Ver vers. 24. Abigail fundaba su pedido en dos consideraciones importantes: (1) David estaba empeñado en las batallas de Jehová. Esta alusión era un reproche tácito, porque David no estaba ocupado entonces en algo de Jehová, sino en una misión que había elegido enteramente por su cuenta. Cuando luchó contra los filisteos en Keila, David había constiltado la voluntad de Dios (cap. 23: 2). En este caso no efectuó tal consulta. David no contaba con la aprobación del cielo en su nueva empresa.
(2) David incurriría en una falta de la cual hasta entonces su vida había estado bastante libre. La expresión "mal no se ha hallado en ti", es una observación desde un punto de vista humano. David había cometido faltas graves (ver cap. 21:1, 2, 12, 13). Pero es claro que Abigail evaluaba el carácter de David desde el punto de vista de su idoneidad para su futuro cargo como rey de Israel. Sus defecciones hasta ese momento todavía no lo habían descalificado para ocupar esa alta investidura. Pero si hubiese llevado a cabo sus propósitos contra Nabal, el incidente habría levantado serias preguntas en el pueblo en cuanto a la idoneidad de David para ser su futuro rey. Si continuaba su política de exterminar a los ciudadanos de su reino que se atrevieran a oponerse a su voluntad, su administración podría ser muy indeseable.
29.
Alguien.
"Un hombre" (BJ). El hebreo parece referirse a"un hombre" en general. Es obvio que Abigail pensaba en Saúl, pero su lenguaje era diplomático.
El haz de los que viven.
La figura está tomada de la costumbre de poner cosas valiosas en atados, o haces, para que el propietario pueda llevarlas consigo. Estas palabras se usan hoy día en las lápidas judías. Según afirman los eruditos judíos, se refieren a la vida futura.
31.
Pena.
Heb. puqah, literalmente "tropezadura". La palabra se usa en sentido figurado para remordimientos de conciencia. Abigail rogó a David que se comportara de tal manera, que cuando llegara a ser rey agradeciera a Dios por enviarle un poder fortalecedor en sus momentos de desesperación y compasión propia por las ingratitudes que se acumularan sobre él. Después de todo, ella había estado obligada a soportar a ese altanero, gruñón y celoso avaro mucho más tiempo que David.
33.
Bendito sea tu razonamiento.
Se necesita humildad para recibir con amabilidad los reproches. David no se esforzó por justificar sus acciones. Rebosaba de gratitud por la acción de aquella mujer que con su sabiduría lo había salvado de cometer un acto imprudente y criminal.
35.
He oído.
Debe alabarse la pronta aceptación del reproche. David se había acostumbrado a ser testigo de las obras misteriosas de la Providencia, y vio la mano divina en estos acontecimientos, Agradeció a Dios por haber comenzado el curso de los sucesos que culminaron con su encuentro con Abigail, precisamente en el lugar y momento debidos y para el estímtilo de un alma tan piadosa como Abigail.
37.
Desmayó su corazón.
Es decir, se sumió en un estado de insensibilidad. Se quedó como una piedra. Se paralizó.
38.
Jehová hirió a Nabal.
Con frecuencia las Escrituras presentan a Dios como que hiciera lo que no evita. Nabal había tenido su oportunidad. La piedad de su esposa no había tenido una influencia eficaz sobre él. Renunció a su derecho a continuar recibiendo la misericordiosa protección de Dios en su vida.
42.
Fue su mujer.
David ya estaba casado (cap.18: 27). La poligamia era usual en ese tiempo, y los contemporáneos de David no podían haber censurado su acción. Dios toleró 576 la costumbre en ese período como lo había hecho antes (ver com. Deut. 14: 26), pasando por alto los tiempos de ignorancia (ver Hech. 17: 30). Sin embargo, la poligamia dejó en su trayecto mucho dolor y mucha desgracia que se habría ahorrado la gente si hubiese estado dispuesta a aceptar el modelo original que Dios había dado en el Edén (Gén. 2: 24; cf. Mat. 19: 5).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-44 PP 719-725
1 PP 719
1-5 PP 721
6-17 PP 722
18, 19, 23-29 PP 723
30-33, 36, 37 PP 724
38, 42 PP 725


1 SAMUEL CAPÍTULO 26 - AUDIO
1 Los zifeos revelan a Saúl que David se encuentra en Haquila. 5 David impide que Abisai mate a Saúl, pero se apodera de su lanza y de la vasija del agua. 13 David reprocha a Abner, 18 y exhorta a Saúl. 21 Saúl reconoce su pecado.

1 VINIERON los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto?
2 Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
3 Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está al oriente del desierto, junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.
4 David, por tanto, envió espías, y supo con certeza que Saúl había venido.
5 Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él.
6 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.
7 David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él.
8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe.
9 Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?
10 Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca,
11 guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos.
12 Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.
13 Entonces pasó David al lado opuesto, y se puso en la cumbre del monte a lo lejos, habiendo gran distancia entre ellos.
14 Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey?
15 Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey.
16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está 577 la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera.
17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo:¿No es ésta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío.
18 Y dijo:¿Por qué persigue así mi señora su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano?
19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos.
20 No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.
21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.
22 Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela.
23 Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová.
24 Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción.
25 Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás. Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar.

1.
Haquila.
Ver com. cap. 23: 19. Algunos tratan de hacer corresponder la narración de este capítulo con lo que está registrado en los caps. 23 y 24 y explican esto mediante los siguientes parecidos: (1) Los zifeos como los que informaron a Saúl. (2) La presencia de David en Haquila. (3) El ejército de 3.000 hombres de Saúl. (4) La forma en que los hombres de David lo instaron para que matara a Saúl. (5) La negativa de David de tocar al ungido del Señor. (6) El pesar de Saúl. (7) La forma en que David se comparó con una pulga. Por otro lado, hay notables diferencias. Por ejemplo: (1) El lugar donde se ocultó David. (2) La identificación de Saúl; en un caso después de que entró en la cueva, mientras que en el otro los movimientos del rey fueron observados por exploradores. (3) La prueba material que tuvo David en sus manos; en el primer caso, un pedazo del atavío de Saúl; en el segundo, la lanza del rey y una vasija de agua. No hay razón válida para aceptar las dos narraciones como relatos con variantes del mismo incidente. En el intervalo entre los dos incidentes, David había estado oculto en el desierto de Parán y pasó por el infortunado caso de Nabal. Ahora bien, cuando fue otra vez al norte, los zifeos informaron a Saúl de su presencia. Exasperado porque David se hubiera atrevido a volver al distrito cerca de Hebrón, Saúl se olvidó de la reciente promesa hecha a su yerno, y en un acceso de locura una vez más se puso en campaña para capturar a su rival.
5.
Campamento.
Quizá David y sus hombres vieron al ejército adversario que acampaba para pasar la noche, y David pudo ver la ubicación de Saúl en medio de su ejército. Abner, primo de Saúl (cap. 14: 50), era su guardaespaldas.
6.
Ahimelec heteo.
El nombre de este hombre sólo aparece aquí. Ya en tiempo de Abrahán se menciona a los heteos (Gén. 23: 3-20). Estos descendientes de Het vivían cerca de Hebrón. De ellos compró Abrahán una sepultura para su esposa, Sara. Más tarde los heteos llegaron a convertirse en una nación poderosa que ocupó un lugar estratégico en el Asia Menor, y a su debido tiempo llegaron a ser el equilibrio del poder en la región de la gran curva del río Eufrates, en lo que ahora se conoce como el norte de Siria y Turquía. Después, cuando los pueblos egeos migraron a través del Asia Menor en su marcha hacia Egipto, el imperio heteo (o hitita) fue prácticamente raído. Había residuos de heteos en Palestina en los días de Salomón (1 Rey. 9: 20, 21). Quizá este Ahimelec en alguna forma estaba relacionado con la tribu de Judá mediante un casamiento, y creía que sólo estaría seguro relacionándose con David. Tal vez se había destacado tanto, que David lo tuvo de guardaespaldas.
Abisai.
Nieto de Isaí. Abisai era hijo de 578 Sarvia, hermana de David, y por lo tanto sobrino de éste. Joab, hermano de Abisai (1 Crón. 2: 16) era el jefe de las fuerzas de David.
8.
Déjame que le hiera.
Abisai no había aprendido la difícil lección de ser magnánimo con un enemigo. Saúl había iniciado una contienda de tribus entre Benjamín y Judá, y es evidente que Abisai llegó a la conclusión de que eso demandaba represalias. Saúl había arrojado su lanza contra David, pero había errado. En ese momento, según el criterio de Abisai, le tocaba su turno a David, y Abisai, como su gardaespaldas, se ofrecía para actuar en lugar de su tío.
9.
No le mates.
David tenía un criterio independiente. Tenía por norma no matar a nadie. Había dado forma a su filosofía de la vida no por tradición sino por los principios establecidos en la revelación divina. Entre los preceptos de la ley mosaica, con los cuales se había familiarizado David, estaba el siguiente: "No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás al principal de tu pueblo" (Exo. 22: 27 BJ, vers. 28 en la RVR). David poseía un agudo discernimiento espiritual y entendía que esta ley prohibía que se atacara al rey. La interpretación espiritual que dio David a la norma mosaica estaba muy por encima de la de los dirigentes judíos de los días de Cristo, que trataban de mantener la letra de la ley en tanto que violaban su espíritu. La capacidad de David para interpretar correctamente las Escrituras tenía el apoyo de la dirección que recibía mediante (1) los profetas, (2) los Urim y el Tumim, (3) las indicaciones de la protección providencial que desde muchos años se presentaba en su vida, (4) las pruebas históricas del poder de Dios durante los siglos pasados, como le habían sido repetidas a los pies de Samuel en las escuelas de los profetas, (5) la inspiración recibida en su trato con almas afines llenas del mismo discernimiento espiritual, y (6) el don del Espíritu Santo que lo capacitaba para hablar por inspiración (ver 2 Sam. 23: 2).
10.
Vive Jehová.
David estaba contento de dejar todo en manos de Dios, y en ninguna forma intentaba determinar el camino que Dios debía seguir. Alegremente puso todos sus planes a los pies de su Maestro, para esperar con paciencia el desarrollo de los misteriosos procedimientos de Dios.
11.
La lanza.
David comprendía muy bien que necesitaba una prueba material de la forma en que procedió con Saúl. Mientras esperaba que Dios hiciera grandes cosas para él, sabía que él también tenía una parte que realizar en ese momento.
12.
Un profundo sueño.
¡Qué ánimo debe haber recibido David al darse cuenta de la protección del Altísimo, mientras él y Abisai se filtraban entre las filas de los soldados de Saúl! El milagro que hizo posible que esos hombres entraran y salieran a través de las filas de 3.000 hombres, hasta el mismo centro del ejército, sin ser advertidos, fue una prueba que demostró de qué lado de la contienda estaba la Providencia. Esta intervención condenaba la naturaleza voluble de Saúl, quien poco tiempo después de haber hecho una promesa violó su palabra e hizo exactamente lo opuesto.
17.
¿No es ésta tu voz?
Puesto que probablemente todavía era oscuro, Saúl sólo podía reconocer a David por la voz.
18.
¿Qué he hecho?
El proceder de David con Saúl fue respetuoso y lleno de una súplica amante. Podría haber dicho: "¿Por qué has violado tu pacto conmigo ante Dios? ¿Cuánto tiempo continuarás pecando contra mí y contra Jehová?" Pero esas palabras sólo habrían despertado la ira de Saúl. Se necesita tacto para reprochar de modo que la censura provoque un cambio de conducta en el que está en el error. El esfuerzo de David alcanzó todo lo que se podía esperar en un hombre tan endurecido como Saúl (ver vers. 21).
19.
Si Jehová.
David presentó delante de Saúl dos soluciones posibles que podrían parafrasearse de esta manera: (1) Si debido a un pecado de mi parte -cometido ignorantemente contra ti o contra todo Israel, sobre el cual tú estás ungido como rey-, Dios te ha impresionado para que ejecutes juicio contra mí, permíteme seguir las instrucciones de la Torah para buscar perdón en la forma establecida divinamente (Lev. 4). (2) Pero si por medio de chismes infamatorios y sugestiones calumniosas has sido impelido a perseguirme como a un rebelde, creyendo que trato de usurpar tu lugar, la prueba de En-gadi y la de aquí demuestran la falsedad de tales palabras y acciones. Por lo tanto, los que te incitan son malditos delante de Dios de acuerdo con las órdenes de la misma Torah (Deut. 27: 24-26), y tú no debes seguirlos ni ser guiado por su consejo. 579
Me han arrojado.
David abrió el corazón ante Saúl como en un rapto de desaliento. En vez de ser aceptado como siervo (vers. 18), cargo que con mucho gusto habría ocupado, había sido perseguido como un proscrito; su rey se había convertido en su enemigo, y aquel a quien gozosamente habría seguido con respeto ahora lo había obligado a huir como una perdiz por los montes (vers. 20). Pero mucho peor que eso, estaba siendo expulsado de "la heredad de, Jehová", la tierra de sus antepasados y de la religión que había sido su principal gozo y solaz durante todos esos años. Se había visto obligado a vivir en cuevas, en la soledad del desierto y entre los enemigos de su propio pueblo. Para entonces, el único refugio seguro para él y sus hombres era un exilio completo.
21.
Entonces dijo Saúl.
Saúl se sintió completamente abrumado por el momento, cuando una vez más vio que su vida había sido preciosa a los ojos de David. La magnanimidad de ese patriota proscrito le arrancó de los labios varias confesiones dignas de notar: (1) "He pecado" al hacer planes secretos para la muerte de un prójimo. (2) "He hecho neciamente" al repetir mi intento de matar al que bondadosamente me preservó la vida. (3)"He errado en gran manera" al rendirme a la compasión propia y a las más bajas pasiones. Invitó a David para que volviera a Gabaa y le prometió su protección. Aunque la invitación a volver era un gesto bondadoso, el regreso de David habría provocado una situación dificilísima, pues Saúl había dado la esposa de aquél a otro (cap. 25: 44).
22.
David respondió.
El relato no registra una respuesta directa como si David hubiera recibido la invitación de Saúl. Quizá en el tono de Saúl, más que en sus palabras, había un aire de arrogante condescendencia que David captó prestamente, y que lo convenció de que el que aparentemente era tan humilde, todavía era orgulloso y obstinado. David no tenía seguridad alguna de que continuaría esa disposición de Saúl.
24.
Estimada.
Literalmente, "magnificada", es decir, de gran valor. Dos veces David afirmó su integridad al preservar la vida de Saúl, pero en vez de confiarse en las manos del rey, pidió en oración la protección de Dios para él en todas sus tribulaciones.
25.
Se fue por su camino.
No pudiendo confiar en un cambio permanente del proceder de Saúl, David prefirió seguir como fugitivo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-25 PP 726, 727
1, 2, 4-8 PP 726
9-19 PP 726
15, 16 PP 756
21, 22 PP 727
25 PP 727

1 SAMUEL CAPÍTULO 27 - AUDIO
1 Saúl se entera que David está en Gat y deja de perseguirlo. 5 David pide a Aquis que le dé un lugar donde morar y éste le da a Siclag. 8 David ataca a diversos pueblos pero hace creer a Aquis que ha estado peleando contra Judá.

1 DIJO luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano.
2 Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo se pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat.
3 Y moró David con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia; David con sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel.
4 Y vino a Saúl la nueva de que David había huido a Gat, y no lo buscó más.
5 Y David dijo a Aquis: Si he hallado gracia ante tus Ojos, séame dado lugar en alguna 580 de las aldeas para que habite allí; pues ¿por qué ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real?
6 Y Aquis le dio aquel día a Siclag, por lo cual Siclag vino a ser de los reyes de Judá hasta hoy.
7 Fue el número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos, un año y cuatro meses.
8 Y subía David con sus hombres, y hacían incursiones contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas; porque éstos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto.
9 Y asolaba David el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer; y se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y las ropas, y regresaba a Aquis.
10 Y decía Aquis: ¿Dónde habéis merodeado hoy? Y David decía: En el Neguev de Judá, y el Neguev de Jerameel, o en el Neguev de los ceneos.
11 Ni hombre ni mujer dejaba David con vida para que viniesen a Gat; diciendo: No sea que den aviso de nosotros y digan: Esto hizo David. Y esta fue su costumbre todo el tiempo que moró en la tierra de los filisteos.
12 Y Aquis creía a David, y decía: El se ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo.
1.
Al fin seré muerto.
David no se daba cuenta de que a pesar de las maquinaciones de Saúl, silenciosamente Dios estaba realizando su voluntad. David interpretaba algunos sucesos recientes como una evidencia de que no había esperanza de reconciliación y de que, paso a paso, tendría éxito el plan de Saúl para arruinarlo y destruirlo. En lo pasado David había gozado de la dirección de Dios y de Abiatar -de los Urim y del Tumim-, pero ahora, en su desánimo, se apartó de la ayuda divina y trazó planes por su propia cuenta. Sin embargo, bondadosamente Dios convirtió los errores de David en peldaños para el éxito final.
Me será mejor.
A pesar de todo lo que había hecho David para sus compatriotas, le manifestaban poca simpatía por haber caído en desgracia con el rey. Los habitantes de Keila lo habrían entregado a Saúl (ver cap. 23:1-13). Los zifeos dos veces informaron a Saúl en cuanto a su escondite (caps. 23: 19; 26: 1), y Nabal resultó ser tan hostil como lo había sido Doeg (cap. 25: 10, 11). Dos veces había demostrado misericordia con el celoso y desequilibrado tirano que a la vista de todos procuraba matarlo (caps. 24: 6-11; 26: 8-12). El mismo pueblo que siempre debería haber sido cortés con él, tan sólo le había pagado con censura e ingratitud, y su vida entre los suyos había sido una continua pesadilla. Pobremente alimentado, morando en cuevas y bosques, en desiertos y en despeñaderos, se lo había tratado como a un proscrito.
No mucho antes de estos incidentes (cap. 22: 5), Dios había indicado a David que volviera de Moab a Judá. Tenía mucho que hacer para sus compatriotas, y David respondió gozosamente. Podría haber supuesto que la invitación para que volviera a Judá provenía de la necesidad de proteger a su pueblo contra las incursiones de los pueblos circundantes. Pero quizá el propósito de Dios era demostrar ante todo Israel la fortaleza, la humildad y el valor del que había sido elegido como rey: una fe que pacientemente confiaba en que Dios llevaría a cabo su propia voluntad a su debido tiempo.
Vez tras vez el Señor intervino a favor de David, y el común del pueblo debe haber comenzado a pensar que él tenía algún talismán. Pero después de cada liberación maravillosa se presentó otra severa prueba, y finalmente David comenzó a creer que era inútil seguir luchando contra peligros e incertidumbres aparentemente interminables. Mantener a los centenares de hombres que ahora lo seguían y conservarlos unidos era una tarea capaz de extenuar a los hombres más capaces. Es cierto que Abigail y Jonatán habían reanimado a David, pero la mayoría estaba contra él. Se debilitó su fe.
Descorazonado, finalmente buscó refugio entre los enemigos de Jehová. Pensaba que sólo así hallaría seguridad. En contra de la voluntad de Dios, David comenzó a recorrer una espinosa senda de duplicidad e intrigas. Sacrificando la confianza en Dios en aras de sus propias ideas en cuanto a su seguridad, David empañó la fe que Dios quiere que todos sus siervos manifiesten delante de los hombres y de los ángeles. Cuán diferente podría haber sido la historia de Israel si David, antes de salir de Judá, hubiese buscado y seguido el 581 consejo del Señor tan fervientemente como lo hizo en una oportunidad anterior antes de salir de Moab (ver cap. 22: 5).
2.
Aquis hijo de Maoc.
Es dudosa la etimología del nombre "Aquis". Algunos eruditos piensan que este Aquis es el mismo que se menciona en 1 Rey. 2: 39 como el hijo de Maaca. Pero Maoc es la forma masculina de la palabra, al paso que Maaca es la femenina (ver 1 Rey. 15: 2; 1 Crón. 2: 48; 3: 2; 7: 15; etc.). Si los dos pasajes se refieren a la misma persona, el Aquis de 1 Rey. 2: 39 habría sido muy anciano, pues el incidente que aquí se registra ocurrió cerca de 50 años después de que David huyó por primera vez para refugiarse con Aquis (1 Sam. 21: 10). Pero si Aquis, hijo de Maoc, se casó con una mujer de nombre Maaca, podría haberse aludido al hijo como "hijo de Maaca", y por lo tanto nieto de Maoc. Sin embargo, es probable que el Aquis ante quien David fingió estar loco (1 Sam. 21: 12, 13) es el mismo rey al cual huyó David. A lo sumo, los dos incidentes no estuvieron separados por muchos años. En el primer caso, David estuvo solo; ahora estuvo acompañado por centenares de seguidores con sus familias. A lo menos por un tiempo los refugiados permanecieron en Gat. De acuerdo con los Targumes, la palabra "Gitit" de los sobrescritos de los Salmos 8, 81 y 84 designa un instrumento musical inventado por David o una clase de música que primero compuso él durante su permanencia en Gat, en el caso de que gitit proviniera de Gat. Fue en una de sus visitas a Gat cuando David compuso el Salmo 56, lo que corresponde con el sobrescrito que dice: "Cuando los filisteos le prendieron en Gat". Ver com. 1 Sam. 21: 13.
4.
No lo buscó más.
Naturalmente, Saúl se refrenaba de invadir un territorio enemigo a fin de capturar a David. Un acto tal habría provocado una guerra para la cual no estaba preparado. La redacción del texto indica, con muy poco margen de duda, que si David hubiera permanecido en Judá, Saúl habría olvidado aun su última promesa y lo habría perseguido una vez más. Quizá esperaba Saúl que esta vez, como en una ocasión anterior (1 Sam. 18: 17, 25), David caería en manos de los filisteos.
6.
Siclag.
Nombre de etimología dudosa. Se menciona primero en Jos. 15: 31 como una de las ciudades comprendidas dentro de la heredad de Judá. Pero cuando a Simeón se le concedieron ciertas ciudades dentro de los límites de Judá, se transfirió Siclag a esa tribu (ver Jos. 19: 1-5). Estaba en la parte oriental de la zona de la llanura, y en los días de los jueces los filisteos arrebataron a Siclag del poder de Simeón. Quizá estaba en el lugar conocido ahora como Tell el-Khuweilfeh, a 32,4 km al suroeste de Adulam y 15,2 km al norte de Beerseba. A Siclag acudieron muchos voluntarios de Benjamín, Gad, Manasés, Judá y otras tribus para unirse con David (1 Crón 12).
8.
Subía ... y hacían incursiones.
Aunque David era perseguido por Saúl como un animal salvaje y sus mismos compatriotas se mofaban de él, nunca se debilitó su interés por Israel. Siclag estaba en el límite del territorio de los merodeadores del desierto, que siempre habían molestado a Israel desde su entrada en Canaán. El Señor había ordenado el completo aniquilamiento de las tribus malignas, tales como los amalecitas (Exo. 17: 16; Núm. 24: 20; Deut. 9: 1-4; 25: 17-19; cf. Gén. 15: 16); y en su condición de heredero ungido para el trono, David se sentía responsable por cumplir lo que Saúl no había logrado. Sin duda David quería así merecer la lealtad de su nación.
Los gesuritas.
Cuando los israelitas invadieron las tierras de Sehón y Og (Jos. 12), llegaron hasta el límite de los gesuritas, cerca del monte Hermón (Jos. 12: 5; 13: 11). Es posible que estos gesuritas hubieran hecho una migración hacia el norte desde el Neguev (ver com. Gén. 12: 9; Juec. 1: 9) y el desierto de Parán, y que una tribu afín con ellos vivía cerca de Filistea.
Los gezritas.
Más exactamente, "guirzitas" (BJ). De su ubicación sólo se sabe por su íntima relación con los amalecitas del desierto, "como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto".
Los amalecitas.
Ver com. cap. 15: 2.
9.
Asolaba David el país.
Durante siglos las tribus del desierto habían sido los enemigos de Israel e intermitentemente habían hecho incursiones contra las comunidades israelitas adyacentes al desierto. Antes, cuando Saúl "mató" a los amalecitas (cap. 15: 8), es probable que muchos de ellos huyeran al desierto, y poco después reaparecieran para continuar con sus incursiones. Los beduinos errantes tienen una forma misteriosa para desaparecer 582 súbitamente, tan sólo para reaparecer a su debido tiempo. La afirmación de que David "no dejaba con vida hombre ni mujer", por supuesto tan sólo se refiere a los que residían en las comunidades que él atacaba. La única forma de mantener paz permanente en los pueblos fronterizos de Israel era rechazar esas tribus lo más lejos posible dentro del desierto, de modo que vacilaran antes de volver. Era casi imposible exterminarlas. Vivían del pillaje obtenido mediante una guerra de guerrillas, y una buena parte del ganado y otros bienes que David obtuvo en esta ocasión probablemente había sido tomado antes de comunidades israelitas.
10.
El Neguev de Judá.
La zona ocupada por estas tribus estaba dentro del Neguev. De modo que mientras David incursionaba en el "Neguev de Judá", no estaba luchando contra su propio pueblo sino contra pueblos extranjeros que habían violado el territorio de Judá. Al mismo tiempo su declaración fue lo suficientemente ambigua como para que Aquis la interpretara de otra manera.
Jerameel.
Jerameel era el primogénito de Hezrón, nieto de Judá (1 Crón. 2: 9, 25). Probablemente nació después de que Jacob fue a Egipto, pues no se lo menciona entre las 70 personas de la casa de Jacob que se trasladaron a Egipto (Gén. 46: 12). No es seguro si este clan acompañó a Israel en el movimiento del éxodo o no. Parece que sus miembros se establecieron en la región del sur de Hebrón. Probablemente vivían como nómadas, y no tomaron parte en las actividades nacionales de Israel.
Ceneos.
Ver com. Gén. 15: 19.
11.
No den aviso.
David no llevaba prisioneros a Siclag para que esos esclavos no informaran a los filisteos de la incursión.
12.
Aquis creía.
La duplicidad de David fue otra grave equivocación, indigna de uno que había sido tan ensalzado con privilegios espirituales. El precio de la victoria en el conflicto con el pecado es una vigilancia y una entrega constantes a la voluntad de Dios. Pero la bondad de Dios no abandonó a David en su hora de desaliento. David tenía un firme propósito y un sincero deseo de cooperar plenamente con el programa de Dios. Este proceder lo indujo a reconocer sus pecados y a tratar inmediatamente de remediar sus errores.
David cometió su primer error al abandonar a Judá. Al pecado de desamparar a sus compatriotas sin permiso divino, añadió el segundo: la duplicidad. Si David hubiera permanecido en Judá, Dios podría haberlo liberado como lo había hecho previamente. Cuando Israel fue a Gilboa para hacer frente al ataque de los filisteos (cap. 28: 4), David podría haber sido usado por el Señor para alcanzar una victoria tal que hubiera ganado la aclamación popular de todo el país. En tanto que Saúl había cometido una grave falta al procurar matar a David, éste cometió un error casi fatal al abandonar su propia tierra sin un claro consejo de Dios.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-12 PP 729, 730
1, 2 PP 728
3, 5, 6, 12 PP 729


1 SAMUEL CAPÍTULO 28 - AUDIO
1 Aquis confía en David. 3 Saúl, quien ha eliminado a los encantadores y adivinos, 4 temeroso de haber sido abandonado por Dios, 7 busca a una adivina. 9 La adivina, animada por Saúl, invoca el espíritu de Samuel. 15 Saúl se desmaya al escuchar las noticias de su ruina. 21 La mujer y sus siervos lo alimentan y le hacen recobrar las fuerzas.

1 ACONTECIÓ en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres.
2 Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida.
3 Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en 583 Ramá su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos.
4 Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa.
5 Y cuando vio Saúl el campamento de los fílisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.
6 Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.
8 Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere.
9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?
10 Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.
11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.
12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl diciendo:
13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.
14 El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.
15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo de hacer.
16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?
17 Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David.
18 Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.
19 Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos.
20 Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
21 Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndole turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho.
22 Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino.
23 Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.
24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.
25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche.
1.
Has de salir conmigo.
No se trataba de una invitación sino de una orden. David, como vasallo de Aquis, estaba bajo las órdenes de un rey pagano. El gobernante filisteo había fiscalizado los movimientos de David durante los últimos meses, y lo que había oído lo había convencido de que David se había unido tanto con los filisteos, que las tropas israelitas serían una valiosa añadidura para la fuerza expedicionaria que marcharía hacia el norte después de unos pocos días. 584
ÚLTIMA BATALLA DE SAÚL CONTRA LOS FILISTEOS
585
2.
Tú sabrás.
David mismo no estaba seguro en cuanto a la forma de evitar la lucha una vez que se vieran envueltos realmente en la batalla. En su fuero interno no pensaba levantar su espada contra su propia nación; sin embargo, debido a su anterior relación con Aquis, creía que no podía rehusarse a acompañarlo a la batalla. Otra vez le pareció que estaba obligado a recurrir a duplicidades. Su ambigua respuesta era muy parecida a los oráculos de los dioses. Cualquiera fuera el resultado de los acontecimientos, el oráculo sería correcto. Sin embargo, su respuesta fue comprendida por Aquis como una promesa de ayuda, y a cambio le prometió a David una recompensa grande y atrayente (ver PP 730).
3.
Samuel.
Es evidente que ya hacía un tiempo que Samuel estaba muerto (cap. 25: 1). Este versículo parece ser un paréntesis para introducir el tema principal del capítulo: la visita de Saúl a la mujer de Endor.
Había arrojado.
El relato no da ninguna indicación para señalar en qué período de su reinado Saúl erradicó la nigromancia en el país. Algunos piensan que tal vez fue en los comienzos, pero otros sugieren que esta medida fue tomada cuando Saúl se encontró poseído por un mal espíritu, y que así esperaba liberarse de la causa de todas sus dificultades. El espiritismo era común entre las naciones circunvecinas, pero a Israel se le había prohibido practicarlo (Deut. 18: 9-14). Ver PP 732, 733.
4.
Sunem.
Ahora Sôlem, a unos 5 km al noreste de Jezreel, en la base meridional del collado de More, al otro lado del valle que está frente al monte de Gilboa. Este valle, llamado Jezreel o Esdraelón, era una planicie fértil y bien regada a la que fácilmente se llegaba desde la llanura costera por el paso de Meguido. El valle corre hacia el sudeste, corta las montañas centrales y desciende hacia el este al valle del Jordán, en Bet-seán. El collado de More y el monte Gilboa se levantan en el extremo oriental de la amplia llanura de Esdraelón, y forman una cuenca para esa parte de Palestina. Toda el agua que queda al este se vierte en el Jordán; toda la del oeste fluye al río Cisón, y de allí al mar Mediterráneo. El gran valle que está entre estas dos montañas y que forma algo así como una extensión inferior de Esdraelón, es el valle de Jezreel, que vierte sus aguas en el río Jalud, el cual sigue su curso y pasa por Bet-seán en su camino al Jordán.
Aunque no se lo dice explícitamente, el hecho de que los filisteos pudieran pasar, por el valle, a Sunem indica que mientras Saúl había estado tan preocupado buscando a David, había sido muy remiso en proteger sus fronteras, y los filisteos se habían aprovechado de ese descuido. El anhelo vehemente de Saúl por exterminar a David, involuntariamente había abierto todo el país a las invasiones de los filisteos. Tal vez los invasores hicieron correrías por buena parte del territorio de Isacar, Zabulón y Aser. Desde la cumbre del monte Gilboa, Saúl dominaba el panorama del valle de Jezreel y del ejército adversario ubicado en la base de More, a unos 6 u 8 km de distancia. Quizá los exploradores israelitas habían intensificado la desesperación de Saúl al advertirle la presencia de David con las huestes filisteas, y temió que éste ahora se vengara (ver PP 731).
6.
Consultó Saúl a Jehová.
No hay discrepancia entre esta declaración y la de 1 Crón. 10: 14, donde se afirma que Saúl no consultó a Jehová. Con frecuencia las palabras hebreas son más abarcantes que las nuestras en su significado. La palabra "consultar" puede incluir -como en 1 Crón. 10: 14- todo el proceso de (1) pedir información, (2) recibir una respuesta, (3) actuar de acuerdo con la respuesta. En el versículo que ahora consideramos, Saúl no efectuó esta clase de consulta. La palabra "consultó" se usa en un sentido más restringido. Saúl trató de conseguir información de Dios, pero el Señor no le contestó.
No le respondió.
El Señor nunca rechaza a ninguna alma que viene a él con sinceridad y humildad. La respuesta quizá no venga en la forma o en el momento esperados, pero Dios toma nota de la petición y hace lo que más conviene dentro de las circunstancias. Las súplicas frenéticas de Saúl llegaron al oído divino, pero en vista de la situación Dios decidió no dar la información que pedía el rey. Deliberadamente Saúl había rehusado esperar el consejo de Dios en Gilgal (cap. 13: 8-14) o aceptar cualquier mensaje contrario a sus ideas como monarca. Había tenido acceso al tabernáculo en Nob, pero había asesinado a los sacerdotes. Puesto que Saúl voluntariamente había elegido hacer lo que le placía, Dios permitió que cosechara los frutos de esa 586 siembra. Si se hubiese arrepentido y hubiera sido sumiso, Dios podría haber convertido sus faltas en peldaños para el éxito. La experiencia de Saúl ilustra la verdad: "Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gál. 6: 7; cf. 5T 119).
El texto parece indicar que en su desesperación Saúl apresuradamente trató de consultar por medio de sueños, los Urim y los profetas, pero la respuesta de los tres fue el silencio. Puesto que el efod estaba en poder de Abiatar, algunos piensan que Saúl mandó que se hiciera otro.
7.
Buscadme una mujer.
En su insensato apresuramiento Saúl recurrió a la fuente de información que él mismo había condenado (vers. 3). El hombre que una vez estuvo lleno de celo espiritual, ahora se entregó a la superstición pagana de invocar los supuestos espíritus de los difuntos en procura de ayuda.
Que tenga espíritu de adivinación.
Heb. ba'alath-'ob. Ba'alath significa "señora". 'Ob corresponde con "nigromante" (BJ), o "médium" en lenguaje moderno (ver com. Lev. 19: 31). La palabra también significa "nigromancia", como en el vers. 8, donde Saúl dice literalmente: "Consulta por mí, te ruego, por medio de la nigromancia" ("adivíname por un muerto", BJ). Nuestra palabra castellana "nigromancia" (o "necromancia") proviene de dos palabras griegas: nekrós, muerto, y manteía, adivinación, y describe el arte de indagar el futuro mediante una supuesta comunicación con los espíritus de los muertos.
Endor.
Un pueblo ubicado en la ladera septentrional del collado de More, frente al campamento de los filisteos, a 11,2 km de donde estaba Saúl con sus fuerzas en el monte de Gilboa. Todavía tiene el mismo nombre, Endôr.
9.
Adivinos.
Literalmente, "los que saben". Los adivinos pretendían tener un conocimiento especial del mundo invisible. Están clasificados con los nigromantes y, al igual que ellos, son aborrecidos por Dios (ver Lev. 19: 31; 20: 6, 27; Deut. 18: 11; 2 Rey. 21: 6; 23: 24; 2 Crón. 33: 6; Isa. 8: 19; 19: 3).
Para hacerme morir.
El edicto nacional de Saúl no consiguió la cooperación plena de todos sus súbditos. Con frecuencia los decretos imperiales no reciben el apoyo total. Las persecuciones romanas contra los cristianos no impidieron que sobreviviera el cristianismo y que floreciera en muchos casos.
Indudablemente los espíritus informaron a la mujer en cuanto a la identidad de Saúl (ver com. vers. 12). Por eso vio su vida en peligro (ver com. vers. 25). A pesar de comprender plenamente que sus artes ocultas estaban bajo el anatema real, las había practicado en secreto. No se daba cuenta de que desde hacía mucho Saúl mismo había estado turbado por malos espíritus (cap. 16: 14-16), y que ahora estaba completamente a merced de ellos.
10.
Ningún mal.
Saúl creía que, por ser el rey, estaba por encima de las leyes y que podía prometer una franquicia a cualquiera que lo ayudara a salir de su dificultad.
11.
Hazme venir a Samuel.
¿Por qué debía pedir Saúl que viniera Samuel y no otros? El profeta había sido guía y mentor del rey, y le había dado varias predicciones en el tiempo del ungimiento de Saúl que le provocaron gozo y paz cuando las vio cumplirse. Pero tan pronto como comenzó a manifestarse su temperamento despótico, disminuyó su respeto por el consejo divino. A su vez, este proceder se convirtió en indiferencia y llegó a ser odio, hasta que el rey descuidó todas sus responsabilidades administrativas en su intento de exterminar a su rival. El recuerdo de la bondad de David expresada en dos ocasiones diferentes todavía causaba encono en la mente enferma de Saúl, y éste comenzó a darse cuenta de que había fracasado ante la vista de muchos de sus súbditos a quienes veía desertar para unirse con David. Irritadísimo por el silencio del cielo, buscó algún otro método para lograr a la fuerza una respuesta.
13.
Tú eres Saúl.
La información era de origen sobrenatural; pero no procedía de Dios. El había mostrado su aborrecimiento por la práctica de la nigromancia al condenar a muerte a cuantos la practicaban (Lev. 20: 27). Aun los que consultaran a médiums espiritistas debían ser raídos (Lev. 20: 6). De modo que la comunicación debe haber procedido de otra fuente. Hay quienes sostienen que los espíritus de los muertos vuelven para comunicarse con los vivos. Para ellos, el espíritu de Samuel respondió a la invocación de la médium. Pero una comunicación de Samuel, hablando como profeta, indirectamente habría sido una comunicación de Dios, y se declara expresamente que el Señor rehusaba comunicarse con Saúl (1 Sam. 28: 6). Saúl fue muerto "porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová" (1 Crón. 10: 13, 14). 587
La enseñanza de que los espíritus de los muertos vuelven para comunicarse con los vivos se basa en la creencia de que el espíritu del hombre existe en estado consciente después de la muerte y que, en realidad, ese espíritu es el hombre mismo. La Biblia enseña claramente que, al morir, el espíritu vuelve a Dios que lo dio (Ecl 12: 7), pero el AT enfáticamente niega que ese espíritu sea una entidad consciente (Job 14: 21; Sal. 146: 4; Ecl. 9: 5, 6). El NT enseña la misma doctrina. Jesús indicó que será en su segunda venida, y no en el momento de la muerte, cuando el creyente se reunirá con su Señor (Juan 14: 1-3). De lo contrario, Jesús podría haber consolado a sus discípulos afligidos con el pensamiento de que pronto les sobrevendría la muerte y que así inmediatamente irían a las mansiones celestiales para estar con él. Para confortar a los que habían llevado a sus amados al descanso, Pablo declaró expresamente que los que vivieran no iban a preceder a los muertos, sino que todos se reunirían con el Señor en el mismo momento (1 Tes. 4: 16, 17).
Es pues evidente que el espíritu de Samuel no se comunicó en este momento con Saúl. Queda otra fuente para esa comunicación. Las Escrituras revelan que Satanás y sus ángeles pueden impartir informaciones, y también cambiar su forma (ver Mat. 4: 1-11; 2 Cor. 11: 13, 14). La aparición que se presentó ante la mujer de Endor era una personificación satánica de Samuel, y el mensaje impartido tuvo su origen en el príncipe de las tinieblas.
Aunque muchos de los fenómenos de las sesiones espiritistas son fraudes y actos de prestidigitación, no todos los fenómenos se pueden explicar así. Muchos que han investigado esas sesiones admiten la presencia de un poder que no se puede explicar mediante fraudes ni con leyes científicas conocidas.
Las Escrituras predicen un aumento de las manifestaciones sobrenaturales en los últimos días (Mat. 7: 22, 23; 2 Tes. 2: 9; Apoc. 13: 13, 14; 16: 14). La única salvaguardia contra estos artificios engañosos es estar tan bien afianzado en las verdades bíblicas, como para que el tentador sea reconocido a pesar de su disfraz. Una fe firme en la verdad del estado inconsciente de los muertos desbaratará cualquier intento del enemigo para infiltrar su propaganda por médiums espiritistas y supuestas comunicaciones con los muertos (ver CS cap. 35).
Parece que el espíritu que informaba a la mujer se deleitó desenmascarando el disfraz de Saúl y se mofó del extraño proceder del rey al pedir ayuda al mismo poder que antes había procurado silenciar. En presencia del poder satánico sobrenatural, las bravatas del rey, su justificación propia y sus variadas excusas se disiparon como tamo frente al viento.
Dioses.
Heb. 'elohim, título usado más de 2.500 veces para el verdadero Dios (ver t. I, págs. 179, 180), y frecuentemente para los dioses falsos (Gén. 35: 2; Exo. 12: 12; 20: 3; etc.). La RVR tres veces traduce la palabra como "jueces" (Exo. 21: 6; 22: 8, 9). Es posible que el vocablo debiera traducirse así aquí, de modo que la mujer dijera: "Veo jueces que suben de la tierra". Esto estaría en armonía con la identificación de Samuel como juez. Aunque la mujer usó la forma plural, Saúl parece haber entendido esto en número singular, pues preguntó: "¿Qué aspecto tiene?" (BJ). Por otro lado, puede haber entendido la palabra 'elohim en su significado más común: "dioses".
14.
¿Cuál es su forma?
Las preguntas de Saúl, junto con las respuestas de la mujer, en sí mismas constituyen una evidencia de que él mismo no vio la aparición. Quizá estaba separado de la médium por una cortina, o se hallaba directamente frente a ella en la densa oscuridad de la caverna. Cuando ella describió la aparición, Saúl "entendió que era Samuel".
Sería contrario a todo principio de rectitud imaginar que una nigromante recibió autoridad divina para llamar a Samuel de su lugar de descanso. Sería completamente inconcebible suponer que Dios, que había anatematizado la nigromancia (Deut. 18: 10-12), hubiera accedido al pedido de una médium para perturbar a Samuel, su santo que dormía. Pero así como Satanás tuvo poder para presentarse delante de Jesús en el desierto como un ángel de luz, también él o sus instrumentos, si se les permitía, podían imitar a Samuel, tanto en la forma como en la voz. El diablo aprovechó esta oportunidad para mofarse de Saúl con la ironía de su suerte. El mismo hombre que una vez había perseguido a los que practicaban la magia negra, ahora de rodillas imploraba ayuda a ese poder.
15.
Samuel dijo.
Esta cláusula no debe ser interpretada como que significara que realmente habló Samuel. El escritor tan sólo describe 588 los sucesos tal como parecían, que es lo normal en un relato. También la Biblia habla del sol que sale y que se pone, y así también lo hacemos nosotros, y nadie se engaña o se confunde porque tan sólo estamos hablando de apariencias. En realidad, el sol no se levanta ni se pone, sino la tierra es la que gira. En el versículo que consideramos, el contexto y una comparación con otros pasajes hacen ver que las palabras aquí atribuidas al profeta fallecido provenían de una personificación de Samuel (ver com. vers. 12).
Haciéndome venir.
Véase el vers. 11, donde aparecen las expresiones "Te haré venir" y "Hazme venir". Es evidente que los antiguos, en general, tenían el concepto de una región subterránea donde moraban los muertos. Si la doctrina sostenida por la mayoría de los cristianos -de que los justos ascienden al cielo cuando mueren- hubiese sido aceptada en este antiguo período, la mujer nunca habría dicho que veía a Samuel que subía "de la tierra" (vers. 13); más bien habría dicho que descendía del cielo. Este hecho es suficiente para eliminar este relato como una prueba a favor de la doctrina del estado consciente de los justos que han muerto.
16.
Tu enemigo.
Estas palabras identifican a su autor. La declaración hecha aquí y en los versículos siguientes ilustran un engaño característico del diablo. A partir de su caída, Satanás se ha esforzado para pintar el carácter de Dios con falsos colores. Representa a Dios como un tirano vengativo que arroja en el infierno a todos los que no le temen (ver CS 589). Seduce a los hombres para que pequen y luego presenta su caso como completamente sin esperanza. Representa a Dios como reacio a perdonar al pecador mientras exista la más pequeña excusa para no recibirlo. Así presenta a Dios ante los hombres como su enemigo. Este concepto está en la raíz de las religiones paganas que enseñan la necesidad de los sacrificios para apaciguar a un Dios enojado. Es muy opuesta esta doctrina a las enseñanzas de las Escrituras, donde se representa a un Dios que ama a todos y estuvo dispuesto a hacer un sacrificio supremo para salvar a los culpables (Juan 3: 16; 2 Ped. 3: 9).
17.
Ha quitado el reino.
El espíritu, haciéndose pasar por una voz que procedía del cielo, se mofó de Saúl diciéndole que su corona iría a su rival. Satanás inspiró a los que acompañaban a Saúl para que estimularan la animosidad del rey contra David, y después lo amargó en sumo grado anunciándole -como que ya se hubiera realizado- precisamente lo que tanto había luchado Saúl por evitar. Había oído que David estaba con los filisteos (PP 731), y tal vez ahora se imaginaba que los enemigos del Señor lo vencerían y darían el reino a David.
18.
Jehová te ha hecho esto.
Aunque Satanás inspiró los pensamientos que provocaron la desobediencia de Saúl en su proceder con Amalec, ahora condenó al rey en nombre del Señor. Así se presento a Dios como si hubiera empleado las mismas tácticas de Satanás. En realidad, Dios no se había vuelto enemigo de Saúl. Tan sólo permitía que éste cosechara lo que había sembrado. El aprieto en que se encontraba Saúl era el resultado de su propia elección. Dios se había esforzado para salvarlo del desastre enviándole amonestaciones y consejos repetidos, pero Saúl persistió en oponerse a la instrucción divina.
19.
De los filisteos.
Debido a que Saúl se rebajó voluntariamente ayudando al adversario, Satanás usó esta oportunidad para burlarse de él y desanimarlo. Ante la batalla inminente, Satanás hizo que Saúl creyera que estaba irremediablemente perdido. En realidad, el Señor podría haber salvado entonces a Israel tan fácilmente como lo había hecho en Mizpa (cap. 7: 10). Pero en aquella ocasión los israelitas habían confesado sus pecados y clamado "a Jehová". Si Saúl hubiese confesado su pecado, hubiese convocado a los israelitas, les hubiese hablado de su debilidad y los hubiese inducido a renovar su consagración al Señor, el resultado de la batalla podría haber sido muy diferente. Al presentar delante del rey la aparente imposibilidad de recibir perdón, Satanás tuvo éxito en desanimar del todo a Saúl e inducirlo a su ruina.
20.
Cuan grande era.
La tensión física más la preocupación mental, y finalmente la terrible noticia de su derrota y muerte inminentes, de tal manera lo desalentaron, que se desplomó.
25.
Se levantaron.
Al igual que Judas, Saúl salió de noche. Al quedar sola, la médium quizá estaba tan perturbada como el rey. Saúl había sido culpable de duplicidad y traición en su trato con David. ¿Cómo podía saber ella si su vida no iba a ser el precio por los sucesos 589 de aquella noche? Saúl había estado demasiado enfermo como para pronunciar una palabra de aprecio por sus servicios. Ella no tenía los consuelos de la oración ni de la fe. Era esclava de un poder tan capaz de mofarse de ella como se había burlado del rey.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-25 PP 730-736
6-20 PP 738-745
1, 2 PP 730
4, 5 PP 731
6 PP 738
6, 7 PP 732
7 Ev 441, 442; HAp 235
7, 8 PP 738
9 CS 613
8-11 PP 733
12 PP 734
13, 14 PP 734
15-19 PP 734
20-25 PP 735


1 SAMUEL CAPÍTULO 29 - AUDIO
1 David sale a la guerra contra los filisteos, 3 pero los príncipes lo rechazan. 6 Aquis alaba su fidelidad y lo hace volver.

1 LOS filisteos juntaron todas sus fuerzas en Afec, e Israel acampó junto a la fuente que está en Jezreel.
2 Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis.
3 Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy?
4 Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?
5 ¿No es éste David, de quien cantaban en las danzas, diciendo: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles?
6 Y Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas a los ojos de los príncipes no agradas.
7 Vuélvete, pues, y vete en paz, para no desagradar a los príncipes de los filisteos.
8 Y David respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?
9 Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los filisteos me han dicho: No venga con nosotros a la batalla.
10 Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos al amanecer, marchad.
11 Y se levantó David de mañana, él y sus hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los filisteos fueron a Jezreel.
1.
Afec.
Nombre de varios pueblos (ver com. cap. 4: 1), pero no de ningún sitio conocido cerca de Gilboa, como parecería estar implicado, si los caps. 28 y 29 están en orden cronológico: los filisteos acamparon primeramente en Sunem, frente a Gilboa, donde estaban los israelitas (cap. 28: 4), y luego se trasladaron a Afee (cap. 29: 1). Pero en varios libros de consulta, la opinión está dividida entre un Afec del norte y un Afec del sur. Si la 590 narración, después de la historia de la visita que Saúl hizo a Endor (cap. 28: 3-25), vuelve atrás para continuar la historia de David en el punto en que se suspende en el cap. 28: 2 (David reclutado por Aquis para luchar con los filisteos contra Israel), entonces el cap. 29 continúa desde ese punto con su rechazo por los señores filisteos en Afec, donde "juntaron todas sus fuerzas" (cap. 29: 1). Si esta fue la misma reunión que se menciona como precediendo inmediatamente su venida a Sunem (cap. 28: 4), Afec estaba en la ruta de Filistea a Sunem, pero no necesariamente cerca de Sunem. Por eso muchos suponen que se trata de la Afec que generalmente se identifica con Antípatris, desde donde los filisteos habían atacado antes a Israel (cap. 4: 1) y tomado el arca.
La fuente que está en Jezreel.
Había dos grandes fuentes en el valle de Jezreel; una, 'Ain J~lãd, conocida como "la fuente de Harod", que surgía del risco norte de una de las salientes del monte Gilboa, a unos pocos centenares de metros por encima del valle, y la otra, 'Ain Tuba'ãn, en el corazón del valle. Parece más probable que Saúl hubiera permanecido en la saliente de la montaña por encima de 'Ain J~lãd, posición en gran medida inaccesible desde el valle, y que no hubiera descendido a 'Ain Tuba'ãn que, si bien estaba más cerca de los filisteos, no le habría proporcionado ventaja táctica alguna.
3.
¿Qué hacen aquí estos hebreos?
Tal pregunta debe haber sido para David como un reproche aplastante. Estaba completamente fuera de ambiente en el campamento de los enemigos de su propio pueblo. En primer lugar, no debería haber buscado refugio entre los filisteos. Había dado ese paso sin buscar la dirección divina. Ahora, al aproximarse la crisis, David se vio en un gran aprieto. Pronto debería decidir qué haría cuando se luchara. No deseaba emplear sus armas contra sus hermanos.
No he hallado falta.
¡Qué contraste debe haber habido entre la expresión de confianza de Aquis en la habilidad e integridad de David, y la estimación que éste tenía de sí mismo al recapacitar en su duplicidad y fraude! Dios se compadece de los que están en perplejidad y angustia. Con ternura les abre una vía de escape para que no queden abandonados completamente a las consecuencias de su conducta. Misericordiosamente cambia los necios errores en peldaños para el éxito. Los que estén dispuestos a aceptar la dirección divina con toda humildad, recibirán liberación proveniente de fuentes inesperadas en formas imprevistas, y en las horas más oscuras de su experiencia. Cuando esos príncipes filisteos demandaron que David fuera expulsado del campamento, Dios obraba así su liberación.
4.
Despide a este hombre.
La palabra "este" no se halla en el hebreo. Los príncipes fueron respetuosos con Aquis al referirse a su colaborador; pero la fraseología indica que estaban muy resentidos por la presencia de David.
6.
Vive Jehová.
Tratándose de un rey pagano, ésta es una declaración notable. Algunos han sugerido que Aquis puede haber sido atraído a la religión de los hebreos por su relación con David, así como Nabucodonosor fue inducido a ensalzar al "Rey del cielo" por la influencia de Daniel y sus compañeros (Dan. 4: 37). Otros sólo ven en el juramento un equivalente de lo que Aquis dijo realmente. No se puede negar que David, por su comportamiento, impresionó profundamente a Aquis. Tres veces el rey llamó la atención a la rectitud de la vida de David (1 Sam. 29: 3, 6, 9), comparándolo en un caso nada menos que con "un ángel de Dios" (1 Sam. 29: 9).
8.
¿Qué he hecho?
David quedó emocionado por el súbito cambio de los acontecimientos que lo liberó de su dilema. Sin embargo, a fin de no traicionar sus sentimientos, dirigió esta evasiva pregunta al rey como si hubiera querido dar la impresión de que había sido agraviado por esa ruda despedida (ver PP 747).
En un momento de desánimo, y no sabiendo qué camino tomar, David había dado pasos que lo pusieron en un dilema del que le resultaba completamente imposible escapar sin ayuda externa. Si desertaba de Aquis y luchaba contra los filisteos, iba a demostrar que era verdadera la acusación de los príncipes filisteos. Si luchaba contra Israel, lucharía contra el ungido del Señor y así ayudaría a los extranjeros para que dominaran su tierra natal (ver PP 746). Cuán misericordioso fue el Señor al tisar la mala voluntad y el rencor de los filisteos para abrir la puerta, a fin de que David se liberara de la ignominia en que iba a caer cualquiera fuera el insultado de la lucha. 591
David se dio cuenta de cuánto mejor habría sido si hubiese permanecido en Judá. Si no hubiese sido porque por encima de todas las cosas deseaba ser leal a Dios, el Señor no podría haberlo liberado. Los pecados de David no eran tanto desviaciones conscientes y voluntarias del sendero de la rectitud, como debilidad de su fe y errores de criterio. Se vio frente a la necesidad de tomar decisiones rápidas, y no siempre esperó una respuesta divina, quizá confiando en que el cielo respaldaría sus ideas. De todo corazón debe haberse arrepentido de esos errores. Ahora se encontraba frente a frente con un bondadoso protector que le tenía confianza, le había sido amigable, pero al fin tenía que despedirlo debido a una presión política. Mientras David escuchaba la respuesta de confianza y amor del rey, debe haber sentido el peso de la vergüenza de su fingimiento, y también debe haberse emocionado nuevamente con gratitud porque -a pesar de su pecado- la misericordia de Dios había quebrantado la trampa en que había estado. ¡Cuán comprensivo es nuestro Padre celestial!
10.
Los siervos de tu señor.
La palabra 'adon, "señor", es el vocablo común hebreo para dirigirse a un superior. No debiera confundirse con la palabra séren aplicada a los príncipes filisteos (vers. 2, 6, 7), los gobernantes de las cinco ciudades (cap. 6: 17; ver com. Juec. 3: 3). Otra palabra, sar, generalmente traducida "príncipe", se usa como sinónimo de séren en 1 Sam. 29: 3, 4, 9 para referirse a los mismos gobernantes. En 1 Sam. 29: 4, 10 'adon parece aplicarse a Saúl, y en 1 Sam. 29: 8 la usa David cuando habla con Aquis. El empleo de estos términos quizá sugiera que Aquis no consideraba más a David como su vasallo, sino que con delicadeza le insinuaba a David que quedaba en libertad para irse de Filistea si así lo deseaba.
Levantándoos al amanecer.
Tal vez era una forma diplomática de decirle a David que si la luz del alba le encontraba a él y a sus hombres todavía en el campamento, los matarían los príncipes. Sin duda David experimentó un gran alivio ante esta exoneración oficial. Ya no podía haber ningún resentimiento porque él y los suyos no hubieran apreciado el asilo que bondadosamente les había concedido Aquis. Al ir hacia los suyos, sin duda David alabó a Dios por la protección y liberación divinas.
El relato de este capítulo ilustra la forma en que Dios procede para salvar a sus hijos. Procura persuadirlos a que acepten los caminos del cielo, y sin embargo los deja en libertad de rechazarlos si así lo desean. Es así no sólo en la decisión principal de servir a Dios, sino en todas las decisiones -grandes y pequeñas- que se ve obligado a tomar el que procura vivir en armonía con los principios divinos. Es inevitable que habrá errores, y las pruebas consiguientes se convierten en evidencias que revelan el error de criterio. David eligió refugiarse en Filistea para protegerse de Saúl. Acomodando sus acciones a sus sentimientos, pronto descubrió que las semillas del interés propio habían producido una cosecha de fingimiento y falsedad. Pero David reconoció su error, y de todo corazón procuró seguir la norma divina. Este proceder hizo que Dios pudiera amoldar las circunstancias para liberar a David, aunque la dificultad en que éste se hallaba fuera un resultado de sus propias faltas.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-11 PP 746, 747
3-10 PP 747 592


1 SAMUEL CAPÍTULO 30 - AUDIO
1 Los amalecitas incendian a Siclag. 4 David pide consejo a Dios y es animado a perseguirlos. 11 Un Egipcio salvado de la muerte lo conduce al lugar donde están los amalecitas y David recupera el botín. 22 David ordena que el botín se distribuya por partes iguales entre los soldados y los que guardan el bagaje. 26 Envía presen tes a sus amigos.

1 CUANDO David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego.
2 Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.
3 Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.
4 Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
5 Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas.
6 Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearle, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.
7 Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David.
8 Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.
9 Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos.
10 Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
11 Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua.
12 Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.
13 Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo;
14 pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.
15 Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
16 Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
17 Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.
18 Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
19 Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David.
20 Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.
21 Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. 593
22 Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan.
23 Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los merodeadores que vinieron contra nosotros.
24 ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual.
25 Desde aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
26 Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del botín de los enemigos de Jehová.
27 Lo envió a los que estaban en Bet-el, en Ramot del Neguev, en Jatir,
28 en Aroer, en Sifmot, en Estemoa,
29 en Racal, en las ciudades de Jerameel, en las ciudades del ceneo,
30 en Horma, en Corasán, en Atac,
31 en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres.

1.
Al tercer día.
Aunque no se conoce la ubicación exacta de Siclag, se sabe que estaba en el territorio de Gat. Algunos la identifican con Tell el-Khuweilfeh, a 80,5 km de Afec en la llanura de Sarón (ver com. cap. 29: 1). Puesto que David y sus hombres no salieron hasta el día siguiente de su despido, sólo tenían la marcha del segundo día completo antes del "tercer día" cuando llegaron a Siclag. Por tanto, probablemente anduvieron toda esa distancia en dos etapas. Eso presupone un promedio de 40 km por día, y el gran esfuerzo explica el que quedaran exuaustos algunos de los hombres mientras perseguían a los amalecitas (vers. 10).
2.
A nadie habían dado muerte.
Esto no se debió a que hubieran sido misericordiosos, sino a que las mujeres y los niños representaban una buena ganancia como esclavos y concubinas. Parece que era costumbre entre las belicosas naciones del Cercano Oriente preservar a las mujeres y a los niños, especialmente a las virgenes y a las niñas (ver Núm. 31: 15-18; Juec. 21: 1-24). David se equivocó al salir de Siclag sin protección. Quizá esperaba que sus últimos viajes por el desierto hubieran disuadido a los merodeadores a que no hicieran incursiones por algún tiempo. Anhelaba impresionar de la mejor manera posible a las huestes de los filisteos yendo al norte con -Aquis.
5.
Jezreelita.
"Ahinoam jezreelita" fue la madre de Amnón, primogénito de David, que más tarde sedujo a Tamar su hermana (2 Sam. 13). Había por lo menos dos Jezreeles en Palestina: una en la tribu de Isacar (Jos. 19: 18), donde entonces los israelitas luchaban contra los filisteos; otra en Judá (Jos. 15: 54-56), íntimamente relacionada con lugares como Hebrón, Maón, Zif, etc. Algunos han ubicado esta Jezreel entre Zif y Carmel, en un sitio ahora conocido como Khirbet Terr~ma, pero no hay certeza acerca de este sitio.
6.
En amargura.
Heb. marah, literalmente, "era amargó". Hay derivados de la raíz marah en Exo. 15: 23; Rút 1: 20. La amargura de los hombres contra su caudillo sin duda se debía a que David había dejado sus hogares sin protección.
En Jehová.
La conducta de David fue ahora del todo diferente de su proceder durante los meses de su duplicidad ante Aquis. Había recibido una prueba indudable de la protección de Dios durante el tiempo de su gran falta al huir de Judá, y ahora afrontó humildemente la nueva crisis. Se "fortaleció" en Jehová llamó a Abiatar para consultara Dios por medio de los Urim y del Tumim (vers. 7). Esto debería haber hecho cuando hacía planes para huir a Filistea.
9.
El torrente de Besor.
Se piensa que es el arroyo que pasa por Gerar y desemboca en el Mediterráneo, cerca de Gaza. No se puede determinar sin distancia de Siclag, pues no se sabe a cuál de sus ramas se alude, si a la del norte o a la del sur. Además se desconoce la ubicación exacta de Siclag.
11.
Un hombre egipcio.
El hecho de que este "joven" fuera egipcio proyecta una luz espeluznante sobre el carácter de esos merodeadores. Así como habían incursionado en Judá y el territorio filisteo, sin duda habían invadido partes de Egipto y habían tomado cautivos para negociarlos como esclavos. Ninguna nación ni tribu estaba a salvo de sus depredaciones. 594
12.
Tres días y tres noches.
Puesto que el muchacho estaba informado del incendio de Siclag (vers. 14), se infiere que éste había ocurrido por lo menos tres días antes, ya que los crueles tribeños lo habían abandonado hacía dos días (vers, 13). El tiempo era suficiente para que los merodeadores pudieran escapar y ocultarse en el desierto intransitado.
14.
Neguev . . . de los cereteos.
Algunos creen que los cereteos eran los cretenses. Una comparación de Eze. 25: 16 y Sof. 2: 5 indica que los cereteos ocupaban parte del litoral marítimo de Filistea; evidentemente la parte meridional, pues los amalecitas llegaron primero a ellos provenientes del desierto de Shur. Siclag estaba en el territorio de los cereteos o en sus proximidades.
Neguev de Caleb.
Caleb cenezeo (Jos. 14: 14) recibió una porción de lo que correspondió a Judá, cerca de Hebrón (Jos. 15: 13-19). Puesto que los amalecitas residían en el desierto en la dirección a Egipto (1 Sam. 15: 7), y puesto que la incursión a la zona de los de Caleb se menciona después de la incursión a los cereteos, es probable que la invasión fuera de oeste a este y hubiera asolado primero el confín de los cereteos. Después, a medida que los merodeadores proseguían rumbo al este, llevando consigo a los prisioneros cereteos, probablemente supieron que David no estaba en su propio distrito; por tanto, decidieron volver a su lugar de origen por el camino de Siclag para destruirlo, y después regresar con sus cautivos y huir a las profundidades del desierto de Shur.
16.
Comiendo y bebiendo.
Los amalecitas, que se habían detenido en algún oasis para banquetearse con los despojos, podrían compararse con los cuatro reyes de la Mesopotamia que incursionaron por este mismo distrito en los días de Abrahán (Gén. 14), y emprendieron el regreso con Lot y otros cautivos de Sodoma, tan sólo para detenerse cerca de Hoba (Gén. 14: 15) a fin de celebrar su victoria (ver PP 128). La influencia del licor los dejó totalmente desprevenidos para el súbito ataque de David.
17.
Cuatrocientos jóvenes.
El número de los que escaparon indica la magnitud de la hueste que tomó parte en la incursión y la cantidad del ganado que deben haber tenido consigo cuando David cayó sobre ellos. Habiendo dejado su bagaje a orillas del arroyo Besor, David pudo sobrepujar a esa hueste estorbada con los despojos. Luchando toda la noche y hasta el día siguiente, al fin David libertó a los cautivos, reunió el ganado y recogió las vituallas para volver a Siclag.
20.
Todas las ovejas y el ganado.
Este versículo es algo oscuro. La BJ lo traduce así: "Tomaron todo el ganado mayor y menor y lo condujeron ante él diciendo: 'Este es el botín de David' ". El hebreo parece dar la idea de que David recuperó el ganado y otras posesiones que antes habían pertenecido a su grupo. Además, había otros rebaños y otras manadas grandes que los amalecitas habían acumulado en su reciente incursión. Todo esto fue considerado como el botín de David y marchó a la cabeza del ganado recuperado, a medida que el destacamento volvía a sus lares.
24.
Parte igual.
Cuando Israel luchó por primera vez con los madianitas, se impuso un sistema preciso para la distribución de los despojos. Sólo una parte del campamento fue a la guerra, pero inmediatamente después de la batalla el Señor ordenó a Moisés que dividiera el botín en dos partes, de modo que los combatientes y los que quedaron con el bagaje pudieran recibir partes iguales. También debían ponerse aparte cantidades precisas para los levitas y como una ofrenda para el Señor (ver Núm. 31: 25-54). No siempre se cumplió este plan, pero desde el tiempo de David en adelante parece que fue un estatuto establecido en Israel.
26.
Un presente.
David estaba lejos de ser egoísta y tacaño. Durante los años de sus peregrinaciones, no sólo se le unieron muchos de Judá, sino que muchos otros le dieron provisiones. Hasta ese momento no había podido corresponder a su bondad. Entonces, en la primera oportunidad les envió porciones liberales de su abundante botín. Este gesto naturalmente allanó el camino para ganar la amistad permanente de sus compatriotas cuando volviera a Hebrón después de la muerte de Saúl.
27.
Bet-el.
Difícilmente podría ser la localidad de Bet-el de la tribu de Benjamín, sino más bien Betul, uno de los pueblos asignados a Judá que fueron dados a Simeón (Jos. 19: 4), y que no estaba lejos de Siclag.
Ramot del Neguev.
Uno de los pueblos dados a Simeón (Jos. 19: 8) pero cuya ubicación exacta se desconoce.
Jatir.
Se cree que es la moderna Khirbet 'AttTr, a varios kilómetros al este del camino 595 principal entre Hebrón y Beerseba, y a 12,8 km al suroeste de Maón.
28.
Aroer.
No Aroer sobre el arroyo de Arnón, que se menciona en Jos. 12: 2 como el lugar tomado por los hijos de Israel antes de que atacaran a Hesbón, sino un pueblo del Neguev, a 16,8 km al sudoeste de Beerseba, conocido ahora como 'Ar'arah.
Sifmot.
Quizá uno de los pueblos que ayudaron a David cuando éste fue al desierto de Parán (cap. 25: 1), pero hoy día desconocido.
Estemoa.
Pueblo relacionado con Debir en la lista de las localidades que pertenecían a Judá (Jos. 15: 20, 49, 50), e identificado con el es-Semf' de la actualidad, entre 13 y 15 km al sur de Hebrón y cerca del desierto de Zif.
29.
Racal.
En toda la Biblia, es la única vez en que aparece el nombre de este lugar. Su ubicación es desconocida. La BJ lo llama "Carmelo", posiblemente imitando a la LXX.
30.
Horma.
Antiguamente llamada Sefat (Juec. 1: 17). Una de las ciudades del Neguev atacada por los hijos de Israel cuando se atrevieron a entrar en Canaán desde Cades-barnea, yendo en contra de la orden del Señor (Núm. 14: 45), y otra vez cuando Arad el cananeo luchó contra ellos después de la muerte de Aarón (Núm. 21: 1-3).
Corasán.
Lo mismo que Asán (Jos. 15: 42-44) al noroeste de Beerseba. Uno de los nueve pueblos de la Sefela que tenían relación con Keila y que fueron dados a Judá.
Atac.
Sólo se menciona aquí. Su ubicación es desconocida.
31.
Todos los lugares.
Habiendo sido ungido como rey, David demostró su espíritu generoso y su liberalidad regia. El registro no menciona los presentes que dio a los ancianos de Keila ni al pueblo hostil de Zif (ver cap. 23: 11, 12, 19), aunque pueden haber estado incluidos en "todos los lugares".
El hecho de que diera a "todos los lugares" muestra cómo llegó a depender David de la hospitalidad de diversas partes de la tierra de Judá.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-31 PP 748-751
1-4, 6 PP 748
8-19 PP 749
20-24, 26 PP 751


1 SAMUEL CAPÍTULO 31 - AUDIO
1 Saúl pierde su ejército, sus hijos son muertos, y él y su escudero se matan. 7 Los filisteos se apoderan de las ciudades abandonadas por los israelitas. 8 Despojan los cadáveres. 11 Los de Jabes de Galaad recuperan los cuerpos de Saúl y de sus hijos, los queman y los sepultan en Jabes.

1 LOS fílisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa.
2 Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.
3 Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de ellos.
4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella.
5 Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.
6 Así murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones.
7 Y los de Israel que eran del otro lado del valle, y del otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido y que Saúl y sus hijos habían sido muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.
8 Aconteció al siguiente día, que viniendo los filisteos a despojar a los muertos, hallaron 596 a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa.
9 Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de las armas; y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que llevaran las buenas nuevas al templo de sus ídolos y al pueblo.
10 Y pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán.
11 Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los filisteos hicieron a Saúl,
12 todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron allí.
13 Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días.
1.
Los de Israel huyeron.
Pareciera que los ejércitos de Israel hubieran tenido la ventaja táctica de estar en el monte de Gilboa. Desde el punto de vista militar, era difícil que los filisteos cruzaran el río Jalud y ascendieran luchando el monte de Gilboa. Sin embargo, cayó Israel. La apostasía de Saúl, que buscó la ayuda de una adivina, había precipitado el desastre. Se había prevenido a los israelitas que cuando rehusaran los estatutos y el pacto de Jehová, huirian sin que hubiera quien los persiguiese (Lev. 26: 17).
Cayeron muertos.
O "cayeron heridos". El significado básico del verbo hebreo jalal, del cual se deriva el participio aquí traducido "muertos", es "atravesar". Puede significar herir mortalmente o tan sólo herir sin provocar la muerte inmediata, como es su significado en el vers. 3.
2.
Siguiendo.
"Apretaron de cerca" (BJ). La desastrosa derrota enseñó a los israelitas que era una necedad amoldarse a las costumbres del mundo para pedir un rey. Cuando ese rey se volvió un tirano, toda la nación participó de sus errores y compartió con él la responsabilidad de su pecado.
Mataron a Jonatán.
Espontáneamente surge la pregunta: ¿Porqué permitió el Señor que Jonatán muriera con su padre cuando su proceder era totalmente opuesto al de él?
Siendo él piadoso, habiendo repudiado la conducta de su padre y estando en armonía con David para obedecer las indicaciones providenciales del Señor, ¿no podía habérsele prolongado la vida? ¿No podía haber muerto Is-boset en su lugar, en vez de sobrevivir para seguir en las pisadas de su padre Saúl? Esta es una pregunta que la capacidad humana no puede responder (ver CS 51). Los registros de la historia sagrada revelan que la persecución y la muerte han sido la suerte de los justos en todos los siglos. Debido a las complicaciones del gran conflicto entre el bien y el mal, a Satanás debe dársele una oportunidad de afligir a los justos. Pero el consuelo del cristiano es que aunque el adversario puede destruir el cuerpo, no puede destruir el alma (Mat. 10: 28). Una vez que se ha decidido definitivamente la relación del alma con Dios, la continuación o terminación de la vida actual no es de importancia capital. Poemos "magnificar" a Cristo "por vida o por muerte" (Fil. 1: 20- 23).
3.
Le alcanzaron.
Literalmente, "le hallaron". "Fue herido" (BJ). Los filisteos comprendieron la ventaja de matar al rey de Israel. Quizá un destacamento especializado recibió la orden de perseguir a Saúl. Así también procedieron los sirios en su batalla contra Acab y Josafat (2 Crón. 18: 28- 34).
4.
Me escarnezcan.
Saúl temía que los filisteos lo trataran en la misma forma en que habían tratado a Sansón. Saúl no había demostrado esa preocupación por David, sino que una vez hizo toda una maquinación para que cayera en manos de los filisteos incircuncisos (cap. 18: 21- 25).
Se echó sobre ella.
Al igual que Judas, se quitó la vida. Quizá influido por los augurios del espíritu malo de que iba a morir, perdió el juicio y procuró suicidarse a fin de escapar a los escarnios del enemigo.
Las opiniones varían en cuanto a la forma exacta de su muerte. Quizá basándose en lo que dijo el amalecita (2 Sam. 1: 1- 10), Josefo dice que en realidad lo mató aquél cuando lo encontró todavía vivo después de haberse echado sobre su espada (Antigüedades vi. 14. 7). Sin embargo, es evidente que el joven inventó su relato con el propósito de ganar la aprobación de David (ver PP 736, 752).
6.
Murió Saúl.
Ver 1 Crón. 10: 13, 14. Así terminó una vida que una vez fue tan promisoria. La ruina del porvenir de Saúl y la pérdida 597 de su alma resultaron de su propia y fatal elección. Los seres humanos no son objetos de arcilla inanimada en las manos de un alfarero arbitrario, sino seres conscientes que, por su propia elección, se entregan a la dirección de uno u otro de dos poderes diametralmente opuestos. Por su propia elección, Saúl había invitado al príncipe de las tinieblas para que lo dominara. Su amo le había pagado su salario.
7.
Del otro lado.
Al lado norte del valle de Jezreel estaban las tribus de Neftalí y Zabulón, así como parte de la tribu de Isacar. Al este del Jordán estaba la media tribu de Manasés y la tribu de Gad. Al ocupar los valles de Esdraelón, Jezreel y del Jordán, los filisteos habían perforado completamente el centro del dominio de Israel. El pueblo que tan a voz en cuello había pedido un rey, ahora tuvo la oportunidad de ver los resultados de su decisión. Ante una derrota tan ignominiosa, pudo darse cuenta de cuánto mejor habría sido esperar una indicación del Señor y no adelantársele. La realeza y el común del pueblo por igual eran copartícipes de las desgracias que habían sobrevenido.
Un estudio del ignominioso reinado de Saúl muestra que así como había sido útil el gobierno de Samuel, el de Saúl fue todo lo contrario. Ni la vida ni la propiedad estuvieron seguras durante su reinado. Hubo agresiones provenientes del extranjero, y no se fortalecieron las relaciones internacionales. Mediante la dura lección de la experiencia, Israel tuvo que aprender que era ineficaz colocar en el poder a un rey que se preocupaba principalmente por el enriquecimiento de su casa y por la imposición de sus deseos arbitrarios. El pueblo no había tenido buen juicio y a Saúl le había faltado sabiduría ejecutiva.
9.
Le cortaron la cabeza.
Esto muestra el desdén que los filisteos tenían por Israel, y refleja el grado hasta el cual había tenido éxito Saúl en sacudir el yugo filisteo. La decapitación concordaba con las costumbres de la época, y quizá también fue una venganza por la forma en que Israel había tratado a Goliat (cap. 17: 51- 54). La cabeza de Saúl fue colocada en el templo de Dagón (1 Crón. 10: 10), santuario que tal vez estaba en Asdod (1 Sam. 5: 2- 7). Esto indicaría que los filisteos atribuyeron a Dagón la gran victoria del monte de Gilboa. No se daban cuenta de que no habrían tenido ningún poder si no les hubiese sido dado de lo alto (Juan 19: 11). Los filisteos habían tenido muchas pruebas de la superioridad de Jehová sobre Dagón (ver 1 Sam. 5), pero prefirieron depender de su propia capacidad y rechazaron a Dios.
10.
Astarot.
Forma plural de Astoret, diosa también conocida como Astarté, Asera y Anat. Cada nombre depende del tiempo y del lugar. La diosa era consorte de Dagón, Hadad o Baal. Llevaron la armadura de Saúl a Filistea, al templo de Astarot (ver PP 737).
Bet-sán.
En el extremo oriental del valle de Jezreel. Jezreel, ahora Tell el-Jutsn, cerca de la moderna Beisán, estaba a una distancia de 13 a 16 km del campo de batalla. Puesto que empalaron los cuerpos en la muralla de la ciudad, es muy posible que allí también colocaran la armadura. No es seguro si los filisteos habían ocupado previamente la ciudad o si la tomaron después de la batalla.
11.
Jabes de Galaad.
Ver com. cap. 11: 1- 11. Recordando que Saúl había tenido tanto éxito en la liberación de esta ciudad, los ancianos estimaron que era un privilegio honrar el cuerpo de su libertador. La desgracia, la muerte y la derrota hacen surgir las simpatías ocultas y revelan los sentimientos más nobles.
13.
Ayunaron siete días.
Los habitantes de Jabes de Galaad demostraron una fidelidad cabala su caudillo caído. Después de dar sepultura honrosa a su cuerpo y a los cuerpos de sus hijos, observaron un breve período de luto.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1- 13 PP 736, 737
1- 4 PP 736
5, 7- 10, 12, 13 PP 737 599