Segundo Libro de los REYES
[Véase la introducción conjunta de los libros 1 y 2 de Reyes que aparece al comienzo de la Introducción de 1 de Reyes.] -


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 1          AUDIO
1 Rebelión de Moab. 2 Ocozías envía a consultar a Baal-zebub y es reprochado por Elías. 5 Elías hace descender dos veces fuego del cielo sobre los soldados enviados por Ocozías para prenderlo. 13 Se compadece del tercer capitán y, animado por un ángel, se encuentra con el rey para hablarle de su muerte próxima. 17 Joram sucede a Ocozías.

1 DESPUÉS de la muerte de Acab, se rebeló Moab contra Israel.
2 Y Ocozías cayó por la ventana de una sala de la casa que tenía en Samaria; y estando enfermo, envió mensajeros, y les dijo: Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta mi enfermedad.
3 Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal- zebub dios de Ecrón?
4 Por tanto, así ha dicho Jehová: Del lecho en que estás no te levantarás, sino que ciertamente morirás. Y Elías se fue.
5 Cuando los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué os habéis vuelto?
6 Ellos le respondieron: Encontramos a un varón que nos dijo: Id, y volveos al rey que os envió, y decidle: Así ha dicho Jehová: ¿No hay Dios en Israel, que tú envías a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, del lecho en que estás no te levantarás; de cierto morirás.
7 Entonces él les dijo: ¿Cómo era aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras?
8 Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita.
9 Luego envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a donde él estaba; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y el capitán le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas.
10 Y Elías respondió y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmase con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió a él y a sus cincuenta.
11 Volvió el rey a enviar a él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta; y le habló y dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho así: Desciende pronto.
12 Y le respondió Elías y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmase con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, y lo consumió a él y a sus cincuenta. 844
13 Volvió a enviar al tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta; y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, se puso de rodillas delante de Elías y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos.
14 He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; sea estimada ahora mi vida delante de tus ojos.
15 Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías: Desciende con él; no tengas miedo de él. Y él se levantó, y descendió con él al rey.
16 Y le dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No te levantarás, por tanto, del lecho en que estás, sino que de cierto morirás.
17 Y murió conforme a la palabra de Jehová, que había hablado Elías. Reinó en su lugar Joram, en el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey de Judá; porque Ocozías no tenía hijo.
18 Los demás hechos de Ocozías, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
Se rebeló Moab.
El segundo libro de los Reyes continúa la narración del reinado de Ocozías, en Israel, que comienza en 1 Rey. 22: 51. La división en este punto entre el primero y el segundo libro de los Reyes es puramente arbitraria.
David había subyugado a Moab (2 Sam. 8: 2). Después de narrar este acontecimiento, la Escritura guarda silencio, por un tiempo, en cuanto a la suerte de Moab. Esa nación probablemente recuperó su independencia durante los disturbios que siguieron a la muerte de Salomón. Según la Piedra Moabita (ver com. adicional al cap. 3), Omri y Acab oprimieron a Moab; pero la muerte de Acab y la enfermedad de Ocozías dieron a Moab la oportunidad para rebelarse, pues era común en el antiguo Oriente que los subyugados se sublevaran a la muerte del rey. El relato bíblico acerca de Moab prosigue en 2 Rey. 3: 24-27.
2.
Ocozías cayó.
Probablemente el rey estaba asomado a una ventana de uno de los pisos superiores de su palacio (ver cap. 9: 30). En el Oriente es costumbre, hasta el día de hoy, que las ventanas estén cerradas con celosías de listoncillos de madera entrelazados que se abren hacia afuera. Por lo tanto, si no están firmemente aseguradas, el que se apoye en ellas fácilmente puede caerse hacia afuera.
Baal-zebub.
Literalmente, "señor de las moscas". En el antiguo Oriente se adoraba a los dioses-moscas. En el NT, Beelzebú es "el príncipe de los demonios" (Mat. 10: 25; 12: 24; Mar. 3: 22; Luc. 11: 15, 18, 19). La mayoría de los manuscritos griegos del NT tienen la forma Beelzebóul, que significa "el señor es soberano". En los textos de Ras Shamra (ver t. I, pág. 136) se encuentra la forma zbl b'l arts, que es similar a la inflexión griega, La mención de esta deidad en textos antiguos, tales como los de Ras Shamra, muestra su gran antigüedad.
Ecrón.
Era la ciudad que estaba más al norte de las cinco principales ciudades filisteas. Se creía que el dios de Ecrón daba información sobre acontecimientos futuros, y por eso se lo consultaba mucho.
3.
El ángel.
Esta no fue la primera vez que un ángel se apareció a Elías. Cuando el profeta huyó de Jezabel, el ángel del Señor se apareció al descorazonado fugitivo para consolarle y confirmarle (1 Rey. 19: 5, 7). Ahora el ángel lo envía para encontrarse con los mensajeros del apesadumbrado rey, que en su extrema necesidad buscaba la ayuda de los dioses de los paganos. Poco después el ángel se apareció otra vez a Elías para instruirle concerniente al pedido de Ocozías (2 Rey. 1: 15).
Vais a consultar.
Durante el reinado de su padre Acab, Ocozías había presenciado muchas de las maravillosas obras de Dios. Conocía bien el poder divino para ayudar, y también sabía cuán terribles habían sido los castigos de los transgresores. Que ahora él se volviera a un dios de Ecrón significaba negar a Jehová y exponerse a sus castigos.
4.
Ciertamente morirás.
Los que se apartan del verdadero Dios v recurren a los dioses de los paganos, no Encuentran vida, sino muerte. Sólo Dios, el Autor de la vida, tiene poder para sanar y restaurar. Cuando Satanás promete sanar mediante una falsa religión, es sólo para colocar a los individuos bajo el dominio de su cruel voluntad, y dominarlos luego con un poder que parece imposible de quebrantar. 845
5.
Os habéis vuelto.
Cuando los mensajeros regresaron tan pronto de su misión, Ocozías se dio cuenta de que no podían haber completado su viaje de Samaria a Ecrón (unos 60 km), y quiso saber la causa.
6.
Un varón.
O bien los mensajeros no reconocieron a Elías, o pensaron que era mejor no revelar al rey quién había pronunciado la advertencia.
Tú envías a consultar.
El envío de una delegación, por parte de Ocozías, para consultar al dios de Ecrón, mostraba un abierto y público desprecio por Jehová. Era un insulto a la Majestad de los cielos, quien no podía permitir que esto quedara impune. Israel debía aprender que los dioses de los filisteos no tenían poder para ayudar en la hora de necesidad, y que Jehová aún reinaba sobre su trono eterno.
7.
¿Cómo era?
Tan pronto como oyó el mensaje, Ocozías pudo darse cuenta que sólo podía venir de Elías, porque ¿quién otro hablaría con tal certeza y valor? El rey conocía bien la apariencia del profeta, por eso pidió una descripción para identificarlo.
8.
Un varón que tenía vestido de pelo.
Las palabras probablemente describan a un hombre de ondeantes guedejas y barba y cabello abundantes, o bien puedan referirse al manto de pelos que Elías vestía.
Un cinturón de cuero.
Era un manto de cuero o piel. Los judíos usaban, por lo general, vestimentas de lana o lino, suaves y cómodas; pero éstas no habrían sido adecuadas para Elías por las difíciles circunstancias en que estaba forzado a vivir. Juan el Bautista usaba un manto de pelo de camello y un cinturón de cuero (Mat. 3: 4; 17: 12, 13) igual que su precursor.
9.
Capitán de cincuenta.
Ocozías odiaba al profeta, pero le temía. El mensaje de condenación no provocó el arrepentimiento del rey. Sabía que estaba por morir, pero, lleno de amargura y enojo, se empeñó en mandar a buscar al profeta para impedir, si fuera posible, la sentencia amenazadora. Para intimar al profeta, envió un pelotón de 50 hombres armados.
10.
Fuego del cielo.
Fue una necedad que Ocozías recurriera a una amenaza, en un esfuerzo por persuadir a Elías para que se retractara de su pronunciamiento de condenación. Con esto mostraba el rey que mantenía la misma actitud manifestada por su padre.
Acab había hecho responsable a Elías del desastre que causó la sequía en Israel (1 Rey. 18: 17). Ahora Ocozías, con un razonamiento igualmente perverso, culpaba a Elías de las consecuencias que sabía que seguramente le sobrevendrían por la palabra del profeta. No podía permanecer impune tentativa tan despótica para dominar al profeta, hasta el punto de trastornar los planes de Dios. La ira divina cayó sobre la compañía de soldados. En contraste con la soberbia y la rebelión de Ocozías resaltaron la majestad y la supremacía de Dios. En Luc. 9: 52-55 hay una alusión a este incidente.
11.
Otro capitán.
En el segundo envío de 50 hombres Ocozías puso de manifiesto su perversidad y porfía. Había recibido una evidencia abrumadora del desagrado divino por su proceder, pero decidió continuar obstinadamente en sus propósitos temerarios.
13.
Se puso de rodillas.
El capitán del tercer grupo de 50 hombres se humilló delante de Dios. Se acercó a Elías sobre sus rodillas, pero no como adorador sino como suplicante. Sabía que si manifestaba el mismo espíritu de los primeros dos capitanes correría la misma suerte.
14.
Sea estimada.
En lugar de mandar a Elías que se presentara delante del rey, el capitán pidió misericordia a fin de que se le preservara la vida. No había osadía ni desprecio hacia el profeta, como evidentemente había sucedido en los dos primeros casos, y Dios aceptó ese respeto y temor.
15.
Desciende.
Dios no permitiría que su siervo fuera obligado por el inicuo rey. Ocozías había tenido la evidencia de una asombrosa manifestación del poder divino, pero se resistió a humillarse delante del Altísimo. Merecía un mensaje de severa reprensión, y Elías fue comisionado para ir con los soldados a transmitírselo. Se le dijo al profeta que no temiera. Después de hacer descender fuego del cielo en el Carmelo, Elías había sucumbido bajo sus temores ante la ira de Jezabel. Ahora se le advirtió explícitamente que no temiera al rey, a pesar de esas tres manifestaciones de la ira de Ocozías.
16.
Ciertamente morirás.
El moribundo monarca estaba ahora frente al profeta que había tratado de intimidar. Sin embargo, no era Elías sino Ocozías quien en este momento estaba por escuchar su sentencia de muerte. El rey se había apartado del Dios de Israel, y 846 se había vuelto a un despreciable ídolo de una ciudad filistea. Y en lugar de dar testimonio del poder de Jehová delante de los paganos, enemigos del pueblo de Dios, dando gloria a su santo nombre, había atraído vituperio sobre el nombre del Señor. Entonces Elías, sin temor, presentó claramente al rey el terrible precio que debía pagar por su apostasía.
17.
Y murió.
Ocozías permaneció impenitente hasta su muerte, aborreciendo a Dios y completamente impotente delante de su siervo. Como rey de Israel, en un tiempo cuando Dios estaba listo para manifestarse de maneras tan maravillosas, Ocozías tuvo delante de sí una oportunidad excepcional para apartar a su pueblo de los caminos del mal y conducirlo por sendas de justicia y paz. Pero fracasó. Descendió a la tumba mientras el mensaje de la reprensión divina resonaba aún en sus oídos. Tal es el fin de los que se resisten y desafían al Espíritu de Dios.
Joram.
(Ver pág. 80.) Otro hijo de Acab que al parecer recibió el mismo nombre de Joram de Judá, hijo de Josafat.
El segundo año.
En el cap. 3: 1 se dice que Joram ascendió al trono en el 18.º año de Josafat. Este doble cómputo de la ascensión de Joram en Israel es un dato clave, porque señala que Joram de Judá ya reinaba antes de la muerte de su padre. El 18.º año de Josafat fue a su vez el 2.º año de la corregencia de Joram. De esta manera, Joram comenzó evidentemente la corregencia con su padre en el 17.º año de Josafat.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-18 PR 154-158
1 2JT 50
2 CH 457; 2JT 51: PR 154
2-4 2JT 50
2-6 CH 455
3 CM 195; Ev 442; 2JT 56; 8T 69
3, 4 HAp 235; PR 155
4 2JT 54
7-13 PR 155
15, 16 PR 155
16 PR 168
17 PR 156



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 2         AUDIO
1 Elías se despide de Eliseo y con su manto divide el Jordán. 9 Concede el pedido de Eliseo y es arrebatado por un carro en llamas. 12 Eliseo divide el Jordán con el manto de Elías y es reconocido como su sucesor. 16 Los jóvenes profetas salen en busca de Elías, pero no lo encuentran. 19 Eliseo remedia con sal las aguas malas. 23 Unos osos destruyen a los muchachos que se habían burlado de Eliseo.

1 ACONTECIÓ que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal.
2 Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues a Betel.
3 Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad.
4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó.
5 Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.
6 Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos.
7 Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. 847
8 Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco.
9 Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí.
10 El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no.
11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.
13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.
14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.
15 Viéndolo los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.
16 Y dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis.
17 Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron.
18 Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?
19 Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril.
20 Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron.
21 Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad.
22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy conforme a la palabra que habló Eliseo.
23 Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube!
24 Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos.
25 De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.

Comentario Biblico Adventista
1.
Alzar a Elías.
El Señor había revelado a Elías que lo trasladaría al cielo; pero, sin que él lo supiera, se lo había revelado también a Eliseo y a los hijos de los profetas (ver PR 169). La ascensión de Elías se realizó después de que Joram comenzó su reinado en Judá (2 Crón. 21: 5, 12).
Elías venía con Eliseo.
Literalmente, "Elías y Eliseo iban". Eliseo era el que acompañaba a Elías. Desde que fue llamado, parece que Eliseo servía constantemente a Elías, pues "fue tras Elías, y le servía" (1 Rey. 19: 21). El profeta de menor edad estaba acostumbrado a realizar menesteres diarios para su amo, tales como derramarle agua en las manos (2 Rey. 3: 11) y ayudarle con bondad en toda clase de menesteres personales, como un hijo con su padre anciano.
Gilgal.
Quizá no la Gilgal del valle del Jordán, cerca de Jericó, donde acampó Israel después de cruzar el Jordán y Josué erigió las 12 piedras (Jos. 4: 19, 20). Los comentadores han hecho resaltar dos dificultades en esta designación: (1) el orden en que se mencionan los centros de las tres escuelas: Gilgal, Bet-el, Jericó (2 Rey. 2: 1-4; cf. PR 169); (2) el verbo "descendieron", usado para describir el recorrido de Gilgal a Bet-el (2 Rey. 2: 2). La palabra hebrea yarad, que se ha traducido "descendieron", significa descender, y ésta no es la palabra que normalmente se usaría para describir un recorrido desde Gilgal, en el valle del Jordán, a 213 m bajo el nivel del mar, hasta Bet-el, a 914,4 m sobre el nivel del mar. Había una Gilgal "junto al encinar de More", cerca de Siquem (Gén. 12: 6: Deut. 11: 30). 848 Esta Gilgal ha sido identificada con la moderna aldea de Jiljilia, en la Samaria meridional, a 11,8 km al noroeste de Bet-el, y se ha sugerido que esa es la posible ubicación de la Gilgal de este relato. En realidad, Jiljilia se halla prácticamente al mismo nivel de Bet- el en las sierras centrales de Palestina; pero, puesto que, a diferencia de Bet-el, está en un cerro alto, cualquiera podría pensar en "descender" al ir a Bet-el.
2.
Quédate ahora aquí.
Elías sabía que había llegado al fin de su carrera terrenal. Para Eliseo cada invitación a detenerse y dejar que su maestro prosiguiera solo, era una prueba de su propósito y fidelidad. ¿Abandonaría ahora la obra a la que había sido llamado como sucesor de Elías y volvería al arado, o sería fiel a su vocación como profeta y continuaría la obra de reforma tan noble y eficazmente comenzada por Elías?
Me ha enviado.
Elías debía visitar una vez más las escuelas de los profetas antes de su ascensión, para amonestar y fortalecer a los que debían llevar responsabilidades en la causa del Señor. Es significativo que dos de esos importantes centros de preparación espiritual estuvieran en lugares donde se habían establecido santuarios para el culto falso que se había arraigado tan firmemente en el país. Esas dos escuelas estaban en Gilgal y Bet-el (ver com. vers. 1), y una tercera estaba en Jericó. Los jóvenes preparados en ellas debían instruir al pueblo de todas partes del país en los caminos de Dios, además de combatir las influencias de la idolatría que Acab y Jezabel habían apoyado tanto. Como resultado de esos esfuerzos fervientes y unidos, se pusieron en acción poderosas influencias para el bien, que refrenaron firmemente la idolatría. Israel, debido a sus faltas, parecía ya maduro para la destrucción, pero fue librado por un tiempo de los peligros que lo amenazaban con la ruina.
Vive Jehová.
Estas fervientes palabras, pronunciadas tres veces: en Gilgal, en Bet-el (vers. 4) y en Jericó (vers. 6), revelan el firme propósito de Eliseo de no renunciar a su cometido, sino de continuar hasta el mismo fin con su maestro Elías. Dios lo había llamado para que siguiera al profeta de más edad, y para que recibiera de él la instrucción que lo prepararía para las pesadas responsabilidades que pronto habría de llevar solo. Mientras hubo la oportunidad de servir, Eliseo rehusó abandonar a su maestro. Sería un siervo digno de plena confianza.
3.
Hijos de los profetas.
Pocos años antes Elías había creído que él era el único que aún seguía siendo fiel a Dios, pero se le había dado la seguridad de que el Señor tenía no menos de 7.000 en Israel que no se habían inclinado ante Baal (1 Rey. 19: 18). Muchos de esos fieles hijos de Dios habían acudido a las escuelas de los profetas a fin de prepararse para tener una parte en la misma obra de reforma a la que habían sido llamados Elías y Eliseo. Esas escuelas habían decaído durante la apostasía de Israel, pero Elías las había restablecido (PR 168). Por toda la nación Elías había encontrado pruebas de fe y valor en el Señor, y se reanimó al ver la firme obra que realizaban estas escuelas.
¿Sabes?
La traslación de Elías ese día, no sólo había sido revelada al profeta sino también a Eliseo y a los hijos de los profetas (ver com. vers. 1). Cuando Dios da una revelación a un individuo, no significa que no la haya dado también a algún otro.
De sobre ti.
Se reconocía que Elías presidía la obra de reforma del Señor que se estaba realizando en Israel. Los alumnos de las escuelas de los profetas reconocían ese hecho, y también Eliseo. Dios lleva a cabo su obra en la tierra mediante dirigentes elegidos por él, a quienes su verdadero pueblo reconoce como a hombres divinamente nombrados, y los sigue sin envidia ni críticas.
4.
A Jericó.
Si esta Gilgal estaba en la Samaria meridional (ver com. vers. 1), Elías y Eliseo habían viajado hacia el este y el sur, a Bet-el, y ahora continuaron su viaje a Jericó siguiendo la misma dirección general. Jericó estaba a unos 20 km más allá de Bet-el.
5.
Hijos de los profetas.
Los centros de la obra del Señor están situados en lugares estratégicos. La escuela de los profetas de Jericó no se estableció allí por accidente. Jericó estaba en un importante camino por el cual iban muchos viajeros de las regiones del otro lado del Jordán. Se detenían en el oasis de Jericó para descansar y alimentarse, y allí podían relacionarse con los alumnos de las escuelas de los profetas para recibir de ellos el mensaje de esperanza y confianza en el Señor que debía llevarse por doquiera.
7.
Cincuenta varones.
Esto da un indicio de la magnitud de la escuela de los profetas. El lenguaje del versículo implica que ellos no 849 eran todos, sino sólo una parte de los que asistían a la escuela de jericó.
Se pararon.
Esos hijos de los profetas sabían que Elías sería arrebatado al cielo, y que ésa sería la última vez que verían a su amado jefe. De modo que se detuvieron en un lugar ventajoso, quizá en una escarpada altura detrás del pueblo, desde donde pudieran ver todo el curso del río y muchos kilómetros más allá de la orilla opuesta.
Junto al Jordán.
Elías y Eliseo llegaron al Jordán siendo observados por los "cincuenta varones" que se habían ubicado en el lugar elegido. Este lugar estaba a unos 8 km de Jericó, en el recodo más próximo.
8.
Tomando . . . su manto.
El manto de Elías se había convertido en la insignia de su cargo profético. Doblando su manto, golpeó las aguas del Jordán como Moisés había hecho con su vara en las aguas del río Nilo (Exo. 7: 20). Como resultado, se dividió milagrosamente el Jordán, dejando un camino por el cual pasaron los siervos de Dios sin mojarse los pies. Hay una comparación obvia entre la división de las aguas del mar Rojo durante el éxodo (Exo. 14: 21), y el detenimiento del Jordán en el tiempo de Josué (Jos. 3: 13-17). El mismo Dios -que mediante su poder había sacado a Israel de Egipto y lo había hecho entrar en la tierra prometida- todavía estaba con él, listo para revelarse y para revelar su poder y su permanente cuidado amoroso para con su pueblo en la hora de necesidad.
9.
Pide.
Cuando Elías estaba a punto de dejar a su fiel siervo y discípulo Eliseo, le dio el privilegio de pedir cualquier cosa que deseara. Eliseo podría haber pedido riquezas, fama, sabiduría, gloria y honores mundanales, un lugar entre los grandes dirigentes de la tierra, o una vida de comodidades y placeres que contrastara con la vida de penalidades y privaciones de Elías. Pero no, no pidió nada de eso. Lo que más deseaba era proseguir con la misma obra que había realizado Elías, y con el mismo espíritu y poder. Para hacer eso, necesitaría la misma gracia y ayuda del Espíritu de Dios.
Doble porción.
El pedido de Eliseo nos recuerda lo que pidió Salomón. No pidió ventajas, puestos ni ganancias mundanales, sino el poder espiritual necesario para cumplir correctamente con las solemnes responsabilidades a que había sido llamado. Al pedir una "doble porción" del espíritu de Elías, Eliseo no aspiraba a recibir doble poder que el que tenía Elías. No solicitaba más de lo que Dios había dado al anciano profeta, ni un puesto más alto, ni más capacidad que la que Elías había recibido. La frase hebrea empleada es la misma que hay en Deut. 21: 17, la cual indica la proporción de la propiedad paterna que debía ser dada al primogénito. De modo que Eliseo sólo pidió ser tratado como el primogénito del profeta que estaba por irse, recibiendo una doble porción del espíritu de Elías en comparación con la que pudiera darse a cualquiera de los otros hijos de los profetas. Lo que pidió fue el reconocimiento de una primogenitura espiritual: esto es, ser considerado el primogénito espiritual del anciano profeta, y ser así capacitado para continuar la obra que había comenzado Elías.
10.
Cosa difícil.
No era difícil para el Señor conceder esto, pero sí lo era para Elías. No correspondía a un profeta nombrar a su sucesor. Sólo Dios puede elegir a quienes desempeñarán el cargo profético. Bien sabía Elías que no le correspondía nombrar al que había de continuar la obra a la que él mismo había sido llamado por el Señor. por eso era imposible que él -sin contar con la inspiración divina- dijera si el pedido iba a ser concedido o no.
Cuando fuere quitado.
Las palabras "cuando fuere" no están en el hebreo, y sería mejor omitirlas. El significado es: "Si me ves siendo llevado". Si Eliseo era testigo de la traslación de Elías, entonces sabría que el Señor le concedería su pedido.
11.
Yendo ellos.
"Iban caminando" (BJ). Literalmente, "iban caminando una caminata". Es decir, proseguían caminando, conversando mientras iban. No se nos dice a donde iban, quizá a alguna altura de las montañas en las proximidades donde Moisés había sido resucitado y llevado al cielo (ver com. vers. 6).
Un carro de fuego.
Los "carros de Dios" evidentemente son los ángeles (ver Sal. 68: 17). Los ángeles son los mensajeros de Dios, "enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación"(Heb. 1: 14). Los mensajeros celestiales y los instrumentos divinos son representados én formas diferentes ante la vista humana y en visión profética. Zacarías vio caballos de diversos colores (Zac.1:8), de los cuales se dice que eran mensajeros 850 "Jehová ha enviado a recorrer la tierra"(Zac. 1: 10). El profeta vio caballos y carros (Zac. 6: 1-3) que se comparaban con "vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante de Señor de toda la tierra"(Zac. 6: 5). Ezequiel vio "seres vivientes" que se describen con la semejanza de "carbones de fuego encendido", y cuyos movimientos se comparan con el refulgir de relámpagos (Eze. 1: 13, 14).
Los caballos y los carros se usan con frecuencia en la Biblia como símbolos del poder, la majestad y la gloria con los cuales el Señor aniquila a sus oponentes, y protege y salva a los suyos. Habacuc representa así el poder de Dios: "Montaste en tus caballos y en tus carros de victoria" (Hab. 3: 8). Al describir la venida del Señor, Isaías dice que él vendrá "con sus carros como torbellino" (Isa. 66: 15). Cuando el siervo de Eliseo quedó aterrorizado debido a la gran hueste de los sirios con sus caballos y carros (2 Rey. 6: 14, 15), Eliseo oró para que se le abrieran los ojos, y entonces el joven vio el monte "lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo"(2 Rey. 6: 17).
Elías fue un símbolo de los santos que vivan en los últimos días, y que serán trasladados sin ver la muerte. En la transfiguración, cuando Pedro, Juan y Santiago pudieron ver anticipadamente la segunda venida de Cristo con poder y gloria (Luc. 9: 28-32; cf. DTG 390, 391), Elías apareció como un representante de los santos que serán trasladados cuando venga Jesús, y Moisés como un representante de losjustos que murieron y serán resucitados para acompañar a su Salvador al cielo.
En un torbellino.
El terrible poder de una tormenta permite que la mente humana capte algo de la pavorosa majestad y el poder de Dios. "Respondió Jehová a Job desde un torbellino" (Job 38: 1) para darle un cuadro de su insondable sabiduría y poder (ver también Isa. 66: 15; Nah. 1: 3). Elías había realizado una gran obra, y recibió una gloriosa recompensa. En la soledad y el desánimo, sufriendo dolor y aflicciones, en el desierto o en las cumbres de las montañas, Elías había proseguido con sus difíciles tareas de dar un testimonio para Dios en un tiempo cuando el rey y el pueblo habían dado la espalda a Jehová. Pero Dios no permitió que su siervo muriera a manos de los que querían quitarle la vida, ni permitió que terminara sus labores desanimado o vituperado. Como Elías había honrado a Dios, así también lo honró el Señor no permitiendo que entrara en la tumba, sino que fuera llevado directamente a la gloria y la paz del cielo.
12.
Viéndolo Eliseo.
Así se cumplió la señal dada por Elías (vers. 10). Eliseo ahora sabía que iba a recibir la doble porción del espíritu de Elías que había pedido, y que frente a él tenía una obra importante que hacer.
¡Padre mío!
Eliseo consideraba al anciano profeta como a su padre espiritual. Como hijo y heredero, el profeta menor debía asumir las responsabilidades del mayor. De allí en adelante Eliseo proseguiría la obra que Elías había comenzado tan noblemente.
Carro de Israel.
Estas palabras fueron inspiradas por la asombrosa forma en que Elías fue llevado al cielo, pero expresaban que el profeta se daba cuenta de que la verdadera defensa de Israel no radicaba en el poder terrenal, ni en ejércitos, ni en jinetes, ni en carros, sino en la fuerza y el poder de Dios. Un ángel enviado por el Señor para proteger a sus hijos significa más que los más poderosos ejércitos de la tierra.
Nunca más.
Eliseo vio a su maestro cuando fue llevado al cielo, pero una vez que se hubo ido, no lo vería más. Sólo en la resurrección, cuando todos losjustos muertos sean sacados de sus tumbas, se permitirá que Eliseo vea a Elías otra vez. Tal es también el caso de los discípulos que vieron cuando Jesús ascendía al cielo y "una nube ... le ocultó de sus ojos"(Hech. 1: 9). En su segunda venida, otra vez podrán verlo (Hech. 1: 11). Aunque hayamos sido separados de nuestros amados durante un tiempo y no los veamos más en este mundo, viene la hora cuando los veremos otra vez: la hora feliz cuando nunca más nos separaremos.
Los rompió.
Rasgar los vestidos era, por lo común, señal de dolor y aflicción (Núm. 14: 6; 2 Sam. 13: 19; 2 Crón. 34: 27; Esd. g: 3; Job 1: 20; 2: 12). Pero en este caso, el hecho de que Eliseo rasgara sus vestidos quizá no indicaba tanto su pesar, sino que desde allí en adelante no vestiría más su viejo vestido, pues usaría el manto de Elías (2 Rey. 2: 13).
13.
Manto de Elías.
El manto era la insignia del cargo profético de Elías. Cuando designó a Eliseo como su sucesor, arrojó su manto sobre él (1 Rey. 19: 19). Finalmente el manto quedó con Eliseo como un legado del anciano 851 profeta, y como una indicación de que debía asumir las responsabilidades del liderazgo llevadas hasta ese momento por Elías. Al volver al Pueblo con ese símbolo de autoridad, se lo reconocería como el sucesor de Elías.
Orilla del Jordán.
El Jordán era tanto una barrera como una oportunidad. Para una persona común, era una barrera; pero para un siervo de Dios resultó una oportunidad para mostrar el poder de su Señor. Eliseo se detuvo frente al Jordán, pero no vaciló durante mucho tiempo.
14.
¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?
La pregunta no indica duda o fe imperfecta. Al golpear las aguas con el manto de Elías, Eliseo demostró ser un hombre de fe y acción. Eliseo confiaba que el poder de Dios que había descansado sobre su predecesor, descansaría también sobre él. Eliseo esperaba que Dios hiciera por él lo mismo que había hecho por Elías. La pregunta tal vez expresaba una oración y una súplica para que Dios se manifestara, pero no duda alguna de que Dios lo hiciera o no.
Pasó Eliseo.
Eliseo invocó a Dios con fe, y el Señor respondió a su fe. Dios ha realizado muchos milagros de gracia para siervos suyos que han avanzado por fe y han respondido a su llamamiento. Las dificultades no son barreras sino oportunidades para las personas de fe y valor.
15.
Viéndole.
Eliseo estaba siendo observado. Si hubiese fracasado, los hijos de los profetas que estaban en Jericó habrían sido testigos de su fracaso. Pero como triunfó, presenciaron su éxito. La fe de Eliseo inspiraba fe, y su victoria provocó muchas victorias a todo lo largo y ancho del país.
El espíritu de Elías.
Eliseo repitió el milagro de Elías, lo cual se aceptó como una prueba de que lo que Dios había hecho mediante el anciano profeta también lo haría por medio de su sucesor. Cuando un dirigente que ha llevado pesadas responsabilidades espirituales debe descansar de sus obras, Dios ayuda y da fortaleza a otro que es elegido como su sucesor. La obra de Dios es mayor que cualquier persona. No cesa cuando alguien termina sus labores, sino que continúa de victoria en victoria a medida que sucesivas manos toman la tarea de sus predecesores. El mismo Espíritu que había guiado y fortalecido a Elías debía dar sabiduría y fortaleza a su sucesor. Muchas hazañas habían de ser realizadas por el joven que tenía la fe y el valor para seguir en las pisadas de su maestro.
16.
Vayan ahora.
Los hijos de los profetas vieron cómo Elías se separaba de Eliseo, y habían presenciado cuando Eliseo regresaba solo, vestido con el manto de Elías. Antes de eso el Señor les había revelado que Elías les sería quitado. Quizá Dios no les había revelado la forma exacta en que Elías sería trasladado, y probablemente no se les había permitido presenciar todos los detalles de la ascensión, por lo menos con tanta claridad como a Eliseo; pero tal vez éste les dijo lo que había ocurrido, y eso debería haber sido suficiente. Posiblemente no entendieron, y pensaron que el cuerpo de Elías podría haber quedado en alguna cima montañosa desolada o en algún valle remoto de la región al otro lado del Jordán.
17.
Le importunaron.
Los hijos de los profetas insistieron en que se les hiciera caso. Continuaron con su petición hasta el punto de que finalmente Eliseo se cansó de resistir a sus demandas. Algunas veces la persistencia es una virtud, pero en otras es debilidad y necedad. Nunca es sabio ni correcto persistir en lo malo. Cuando Eliseo reveló los hechos, los jóvenes deberían haberlos aceptado y quedar contentos.
Dijo: Enviad.
Cuando uno insiste en lo que quiere, hay veces cuando aun un profeta del Señor, o Dios mismo, cesa de decir "No". De no muy buena gana y contra lo que pensaba que era lo mejor, finalmente Eliseo dio su consentimiento. Por su propia búsqueda -que Eliseo sabía sería inútil- los hijos de los profetas tendrían la oportunidad de conocer los hechos por sí mismos. Mucho mejor hubiera sido que aceptaran las cosas tal como Eliseo se las revelaba.
No lo hallaron.
Buscaron durante tres días, sólo para descubrir cuán equivocados estaban y cuán veraces eran las palabras de Eliseo. Hay formas fáciles que conducen al conocimiento y a la sabiduría, y hay otras que son dificiles. Con frecuencia los jóvenes aprenden sus lecciones sólo en la forma difícil. La sabiduría o la prudencia nunca rehúsan el testimonio de los hechos ni van en contra del consejo de un profeta de Dios.
18.
¿No os dije?
El grupo de jóvenes que volvió a Eliseo con la noticia de su fracaso, debe haber estado avergonzado. De acuerdo con el relato, Eliseo no los reprendió. Únicamente 852
VIAJES DE ELISEO DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN DE ELÍAS
853 les recordó su consejo despreciado.
19.
De la ciudad.
Es decir, de Jericó. Después de la ascensión de Elías, Eliseo residió durante un tiempo en Jericó, donde se había establecido una escuela de los profetas en un fructífero y agradable oasis.
Bueno.
Comparada con la región desolada que la rodeaba, sin duda que la ubicación de Jericó era buena. Aquí estaba el desierto de Judá, seco y estéril, donde el sol castigaba la tierra árida y desnuda. En el tiempo de la entrada en Canaán, algunas fuentes vivificadoras habían preservado un lugar fértil en una parte de este desolado valle. Había allí bosquecillos de palmeras e higueras, arbustos aromáticos y campos de cereales. Jericó había sido una morada deliciosa.
Las aguas son malas.
Las aguas de Jericó, una vez tan saludables y refrescantes, se habían contaminado, y el valle, que una vez había sido muy bueno, se estaba tornando estéril. Parecía que la maldición que había caído sobre los reedificadores de Jericó (Jos. 6: 26; 1 Rey. 16: 34) hubiera descendido también sobre la región.
20.
Poned en ella sal.
Eliseo pidió una vasija no usada antes, y sal, por medio de la cual el agua debía volverse pura y saludable. Tal vez pidió sal porque comúnmente se la usaba para conservar e impedir la putrefacción y descomposición. No había virtud alguna en la sal misma como un medio para curar la fuente contaminada; era sólo un símbolo del poder purificador y restaurador que procede de Dios, quien había de restaurar en las aguas su antigua propiedad vivificadora.
21.
Echó dentro.
Actuando en el nombre del Señor, Eliseo echó la sal en el manantial. Con ese acto simbólico el profeta representó ante el pueblo la obra que el Señor haría en la purificación del manantial. Para ser eficaz, la sal debe estar mezclada e íntimamente unida con lo que va a preservar. Por eso echó la sal en el manantial para que se diluyera en cada parte contaminada, y la saturara. Esto ilustra la razón por la cual el creyente -comparado con la sal (Mat. 5:13)- debe tener una relación íntima con los que desea alcanzar con el Evangelio.
Yo sané.
No debía quedar duda alguna en la gente en cuanto a la forma en que se habían curado las aguas: no por un acto de magia, sino por el poder de Dios.
22.
Hasta hoy.
La restauración que se efectuó fue permanente. Un manantial llamado 'Ain es-Sultn, conocido también como la Fuente de Eliseo, todavía proporciona agua abundante a esa zona. Desde el milagro de Eliseo, la fuente de Jericó ha continuado fluyendo, brindando su agua curadora y vivificadora a través de los siglos, y convirtiendo esa parte del valle en un oasis de delicia y belleza. Así como en su compasión el Señor estuvo dispuesto a curar el manantial de Jericó, también se complace ahora en conservar la vida y curar el corazón de sus dolencias espirituales. Así como Dios curó este manantial, podría también haber restaurado a Israel si la nación hubiera aceptado las labores de su siervo escogido. Así como las aguas de Jericó han continuado fluyendo, prodigando vida y bendiciones a las regiones circunvecinas, también de Israel podría haber fluido sin cesar un raudal de vida espiritual y curación, para proporcionar la paz y las bendiciones del cielo a todos los pueblos de la tierra.
El veneno del pecado todavía obra en el corazón humano. Manantiales de odio y amargura inundan un mundo donde podría haber amor y felicidad. Por doquiera se necesitan los poderes curativos del Evangelio de Cristo, para que puedan infundir nueva vida y nuevo poder en el corazón y la vida de los seres humanos. La vida del cielo debe entrar en el alma humana para que se detenga la marea de corrupción. Cristo vino al mundo para endulzar la vida de los hombres, y para hacer fluir una corriente vivificadora de pureza, gracia y poder espiritual. El corazón que ha sido transformado por el amor de Dios se convierte en una corriente de vida y alegría, de paz y belleza para el mundo. Doquiera fluya esa corriente, el mundo se convierte en un lugar mejor y más feliz, en un oasis de delicias en medio de un desierto de desesperación y angustia. Cristo es la luz y la vida del mundo, y sus bendiciones fluyen a todos los pueblos de la tierra desde el corazón de todo el que ha sido transformado por el toque de su amor y su gracia. La iglesia de Dios ha de ser para el mundo una fuente que limpie, que revitalice el corazón, que restaure la esperanza, la rectitud y el gozo en las regiones que han perdido su unión con el cielo.
23.
A Bet-el.
Eliseo regresó por el camino por donde había ido con Elías poco tiempo antes. Se había ido el profeta de más edad, pero la obra que había comenzado tan 854 noblemente, aún proseguía. Las escuelas de los profetas fundadas por Samuel y restablecidas por Elías después de que decayeron continuaron con la misión de preparar jóvenes para la obra del Señor. Tanto Elías como Eliseo veían la importancia de esas escuelas para un decidido movimiento que hiciera adelantar la obra de Dios. Sin hombres debidamente preparados, la obra de reforma estaría constantemente impedida, y poco progreso podía esperarse. Por eso Eliseo dedicó sus mejores esfuerzos a fortalecer y reanimar esas escuelas, a fin de que fueran eficaces en la gran obra de procurar establecer el reino de Injusticia de Dios en el corazón de los hijos de los hombres.
Se burlaban.
Eliseo era un profeta de paz que predicaba un mensaje de paz. Su misión era proporcionar vida y alegría al pueblo de Israel. Cuando estaba comenzando esa importante misión, unos muchachos salieron de la ciudad de Bet-el para mofarse de él y ridiculizar su obra como mensajero de Dios.
¡Calvo, sube!
La ascensión de Elías había sido un acontecimiento solemnísimo. Dios había llevado consigo a su fiel siervo sin permitir que gustara la muerte. Los jóvenes de Bet-el habían oído de la traslación de Elías, pero convirtieron esa ocasión sagrada en un motivo de burlas y mofas. Elías había desaparecido, y ahora ellos ridiculizaban a Eliseo, insistiendo en que también ascendiera y los dejara. Los jóvenes estaban inspirados por Satanás, quien procuraba hacer todo lo posible para contrarrestar el efecto del solemne acontecimiento que había ocurrido, y que no podía menos que dejar una profunda impresión en la gente del país. Al comenzar Eliseo su obra, Satanás procuraba derrotar los planes y propósitos de Dios. Si se hubiese pasado por alto la burla de esos muchachos, la obra que Dios quería hacer por medio de Eliseo se habría atrasado mucho y la causa del mal habría logrado una victoria. Las circunstancias demandaban una acción rápida y decidida.
24.
Los maldijo.
Por naturaleza Eliseo era un hombre bondadoso. Pero aun para la bondad hay límites en la obra del Señor. Debe ser ensalzado el honor del nombre de Dios, y sus actos solemnes no deben ser motivo de diversión y burla para el populacho impío. Se debe respetar a un profeta de Dios y apoyar su autoridad. Firmeza, decisión y acción resuelta son distintivos de liderazgo en aquellos que Dios llama para que lleven responsabilidades para él. Esta no era una ocasión para mostrar debilidad o indecisión. Volviéndose hacia la turba de jóvenes rudos y disolutos, Eliseo -por inspiración divina- pronunció la maldición de Dios sobre ellos.
Despedazaron de ellos a cuarenta y dos.
El castigo que sobrevino procedió de Dios. La severidad del castigo concordaba con la seriedad de lo que estaba en juego. Se necesitaba imperiosamente un nítido ejemplo para refrenar la impiedad y para mostrar al pueblo cuán terrible es mofarse de las obras de Dios o menospreciar a sus ministros. A los santos de Dios, llamados a trabajar y hablar en su nombre, hay que tratarlos con respeto. Están aquí como representantes de Dios, y al deshonrarlos, se deshonra a Dios. El Señor nos responsabiliza por el trato que damos a sus ministros. El terrible castigo que cayó sobre los jóvenes burlones de Bet-el muestra cuán tremendo es mofarse de la santidad o faltar al respeto a un mensajero de Dios.
25.
Al monte Carmelo.
Al comenzar su obra, parece que Eliseo primero recorrió el país para buscar los lugares estratégicos donde Elías había trabajado y en donde pudiera hacerse obra más amplia. El monte Carmelo despertaba recuerdos sagrados. Era allí donde se había ganado la notable victoria de la carrera profético de Elías. Con frecuencia su voz se había levantado en intrépido reproche para condenar la impiedad del rey y del pueblo, y para exhortarles a fin de que se apartaran del mal y caminaran por las sendas del Señor. Esa obra no había perdido su efecto. Sin duda Eliseo pensaba en esos emocionantes días cuando visitó el escenario de esa victoria anterior, y nuevamente fue inspirado a poner todo su corazón y espíritu en el ministerio de la reconciliación que le había sido confiado. En su obra posterior Eliseo parece haber establecido su residencia en el monte Carmelo (cap. 4: 23-25).
A Samaria.
Samaria era la capital del reino del norte, y Eliseo se dirigió a ese centro importante. Posteriormente había de dar testimonio para el cielo ante los gobernantes del país. La luz que le había sido dada era tanto para el rey como para el pueblo, y osadamente desempeñó sus responsabilidades en los centros más importantes de la nación israelita. 855
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-12 Ed 146
1-25 PR 168-178
2 Ed 56; PR 169
6-9 PR 169
6-15 Ed 56
9 OE 121
9-11 PR 169
10, 1 1 PR 253
11 Ed 146; PE 162; SR 206
12-15 PR 170
19-21 PR 173
21 PR 175
22 PR 173
21, 24 CN 255; PE 247; PR 177



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 3         AUDIO
1 Reinado de Joram. 4 Rebelión de Mesa. 6 Joram, con Josafat y el rey de Edom se preocupara por la falta de agua, pero Eliseo recibe agua y la promesa de victoria. 21 Los moabitas, engañados por el color del agua salen en busca de botín, pero son derrotados. 26 El rey de Moab sacrificaba a su hijo, y el sitio es levantado.

1 JORAM hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel el año dieciocho de Josafat rey de Judá; y reinó doce años.
2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho.
3 Pero se entregó a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar Israel, y no se apartó de ellos.
4 Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones.
5 Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.
6 Salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a todo Israel.
7 Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos.
8 Y dijo: ¿Por qué camino iremos? Y él respondió: Por el camino del desierto de Edom.
9 Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom; y como anduvieron rodeando por el desierto siete días de camino, les faltó agua para el ejército, para las bestias que los seguían.
10 Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
11 Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta de Jehová, para que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías.
12 Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.
13 Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
14 Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera.
15 Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo,
16 quien dijo: Así ha dicho Jehová: Haced en este valle muchos estanques.
17 Porque Jehová ha dicho así: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias y vuestros ganados.
18 Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehová; entregará también a los moabitas en vuestras manos.
19 Y destruiréis toda ciudad fortificada y 856 toda villa hermosa, y talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las fuentes de aguas, y destruiréis con piedras toda tierra fértil.
20 Aconteció, pues, que por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio, he aquí vinieron aguas por el camino de Edom, y la tierra se llenó de aguas.
21 Cuando todos los de Moab oyeron que los reyes subían a pelear contra ellos, se juntaron desde los que apenas podían ceñir armadura en adelante, y se pusieron en la frontera.
22 Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre;
23 y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín!
24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron de delante de ellos; pero los persiguieron matando a los de Moab.
25 Y asolaron las ciudades, y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra, y las llenaron; cegaron también todas las fuentes de las aguas, y derribaron todos los buenos árboles; hasta que en Kir-hareset solamente dejaron piedras, porque los honderos la rodearon y la destruyeron.
26 Y cuando el rey de Moab vio que era vencido en la batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada, para atacar al rey de Edom; mas no pudieron.
27 Entonces arrebató a su primogénito que había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo contra Israel; y se apartaron de él, y se volvieron a su tierra.
1.
El año dieciocho.
Ver com. cap. 1:17. Siendo que Ocozías sucedió a su padre Acab en el 17.º año de josafat (1 Rey. 2 2: 51), la muerte de Acab debe haber ocurrido en el mismo año. Acab murió luchando contra los sirios (1 Rey. 22: 34-37), batalla en la cual Josafat participó con Acab, poniendo en peligro su propia vida (1 Rey. 22: 29-33).
2.
No como su padre.
Acab, el padre de Joram, fue uno de los más impíos reyes de Israel. Algunas de sus maldades se consignan en 1 Rey. 16: 30-33. Ocozías, hermano de Joram, también fue impío, y Dios permitió su muerte por su devoción al culto de Baal (2 Rey. 1: 16, 17). Sin embargo, en el tiempo de Joram la obra de reforma de Elías y Eliseo evidentemente estaba teniendo un notorio efecto. Por eso, cuando se presenta la evaluación de su oscuro reinado, se dice que él no fue "como su padre".
Porque quitó.
Acab había establecido en la ciudad de Samaria un templo para el culto a Baal y colocó en él un altar para ese dios (1 Rey. 16: 32). Posiblemente también había puesto allí una imagen o columna sagrada, "estela" (BJ), en honor de Baal, la cual quitó Joram en ese tiempo.
4.
Propietario de ganados.
En aquella época Moab se hallaba directamente al este del Jordán inferior y del mar Muerto. La región era fructífera y bien regada y, en su mayor parte, era una excelente tierra de pastoreo. Aún hoy se destaca por sus rebaños y manadas. El rey de Moab de aquellos tiempos puede compararse con un moderno Jeque árabe, cuya riqueza es estimada por la magnitud de sus rebaños y el número de su ganado.
Pagaba al rey de Israel.
La Piedra Moabita (ver t. I, págs. 127, 128) corrobora este registro del AT sobre la sujeción de Moab a Israel en los días de Mesa; relata la opresión de varios años sufrida por Moab bajo Omri y Acab; y alude al éxito de la rebelión de Mesa. Ver la Nota Adicional al fin del capítulo donde hay una traducción de la inscripción que aparece en dicha piedra.
Entonces se acostumbraba en el Oriente el pago del tributo con productos de comercio. Los asirios a menudo recibían tributo en ganado, caballos, ovejas y otras mercancías. Josafat recibió como tributo de los árabes "siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos"(2 Crón. 17: 11).
5.
Moab se rebeló.
La muerte de Acab y la enfermedad de Ocozías fueron la oportunidad para que Moab se rebelara. En la inscripción de la Piedra Moabita puede apreciarse el buen éxito que tuvo la revuelta. Moab no sólo recuperó su soberanía, sino que tomó algunas ciudades israelitas y mató a muchos hebreos. Así cuenta Mesa la toma de Nebo de Israel: "La tomé, y destruí a todos ellos: 7.000 hombres, muchachos (?), mujeres, niñas (?) y siervas, 857 porque yo lo había prometido a Astar-Quemos" (ver págs. 861, 862).
6.
Entonces.
Quizá al comienzo mismo de su reinado, y poco después de la rebelión de Moab.
Pasó revista.
Más bien "enroló". Joram estaba decidido a someter nuevamente a Moab.
7.
Envió a decir a Josafat.
La estrecha alianza entre las dos naciones aún existía. Probablemente sólo había pasado un año desde que Josafat acompañara a Acab para atacar a Ramot de Galaad. En la guerra con Moab, Joram evidentemente esperaba la misma ayuda que Josafat había dado a su padre en la guerra contra Siria.
Iré.
Cuando Josafat aceptó ir con Acab contra los sirios, lo censuró el profeta Jehú por ayudar al "impío" y amar "a los que aborrecen a Jehová" (2 Crón. 19: 2). Pero ahora nuevamente accedió a un pedido similar; esta vez para ir con Joram contra los moabitas. No se menciona la razón de la complacencia de Josafat para acompañar a Joram, pero quizá se debió a que éste se había mostrado menos inclinado a seguir el mal camino que su padre Acab, y porque había eliminado la imagen de Baal. Probablemente las dos naciones estaban aún ligadas por los términos de su alianza previa, pues todavía después de la muerte de Acab, Josafat se unió con Ocozías en la empresa de construir naves en Ezión-geber para comerciar con el extranjero (2 Crón. 20: 35-37). Posteriormente Ocozías, nieto de Josafat, ayudó a joram en otra guerra contra Siria (2 Crón. 22: 5).
8.
¿Por qué camino?
Joram parece ser quien pregunta. Había dos formas en que los reyes podían atacar a Moab: una era cruzar el Jordán y atacar a Moab desde el norte. Este podía ser el ataque más directo; pero las defensas más fuertes de Moab estaban en su límite del norte, pues era el más expuesto al ataque enemigo. Además, si el ataque procedía del norte, los aliados podían quedar expuestos al ataque de los sirios por su retaguardia. La otra ruta podía ser desde el sur, rodeando el extremo meridional del mar Muerto. Esta era una ruta más larga y difícil, pero podían atacar a Moab en un punto más vulnerable y contar además con Edom, entonces aliado de Judá (vers. 9).
Por el camino del desierto.
Evidentemente Josafat respondió a la pregunta de Joram. El camino sugerido descendía de Judea hasta el extremo sur del mar Muerto, donde cruzarían por las áridas y desiertas regiones de Edom.
9.
Y el rey de Edom.
Sólo poco tiempo antes de esto "no había . . . rey en Edom" (1 Rey. 22: 47), y Josafat tuvo acceso a través de este país a Ezión-geber, en el golfo de Akaba (1 Rey. 22: 48), que fue entonces su puerto marítimo como lo había sido de Salomón (1 Rey. 9: 26). El rey de Edom mencionado en este versículo era quizás vasallo de Judá, designado por Josafat.
Anduvieron rodeando.
Las condiciones imperantes en la región inhóspito y desolada por la cual pasaron eran tales, que evidentemente no pudieron tomar un camino directo hacia su destino, sino que tuvieron que hacer un desvío en busca del camino más favorable que pudieran encontrar.
Siete días de camino.
No se da ninguna información, acerca de dónde comenzó esta jornada de siete días. Desde Jerusalén a Hebrón, rumbo al sur, y por la ruta que tenía mejor agua, quizá había una distancia de 161 km hasta los límites de Moab. Pero eran grandes las dificultades del viaje, las condiciones climáticas probablemente les eran adversas, y evidentemente la marcha fue lenta. En una empresa tal, podían fracasar aun los planes mejor trazados. La numerosa cantidad de personas era una desventaja a causa del terreno que debían atravesar, y la misma magnitud del ejército agravaba sus sufrimientos y aumentaba sus penalidades.
Faltó agua.
Aun en el mejor de los casos, el agua es escasa en esas regiones del desierto meridional. Sin duda habían elegido un camino donde esperaban encontrar la mayor cantidad posible de agua; pero aun los arroyos que normalmente se esperaba que corriesen, podían secarse en esa árida región.
Las bestias.
"Bestias de carga" (BJ). Tenían animales para alimentarse y también de carga (vers. 17). Un ejército que iba a una zona donde se esperaba que abundara el ganado -como en Moab- quizá no se habría sobrecargado llevando muchos animales como alimento. Pero sí se necesitaban bestias de carga.
10.
Ha llamado Jehová.
Cuando el ejército encontró dificultades, Joram estuvo dispuesto a echar la culpa al Señor. El mismo había hecho los planes de esa campaña, y el Señor muy poco tenía que ver con ella; pero 858 emprendió la expedición, y al encontrarse en grandes aprietos Joram procuró culpar al Señor.
Para entregarlos.
Después de sufrir calor y cansancio en el desierto, el ejército llegó a un lugar donde acampar. Allí esperaban encontrar agua, pero descubrieron que no había. Estaban cansados, sedientos y exhaustos por la marcha. Ni ellos ni sus bestias de carga podían proseguir sin agua. Estaban desanimados y descorazonados. Delante de ellos estaban las huestes de Moab, ahora tal vez prevenidas, alerta, en plena posesión de sus recursos y listas para el ataque. A Joram le parecía desesperada la situación, y estuvo listo para acusar al Señor de haber reunido los ejércitos de tres naciones para entregarlos en manos de Moab. La verdadera fe en Dios nunca cede ante la desesperación, pero Joram no había aprendido las lecciones del significado de la fe, y no conocía bien a Dios. La incredulidad no tiene recursos para una hora de dificultad como ésa, ni consuelo para los dolientes, ni fortaleza para los desanimados.
11.
Josafat dijo.
Joram estaba abatido, pero no Josafat. El rey de Israel dependía de sí mismo, pero el de Judá confiaba en Jehová y en la fortaleza que sabía que podía encontrar en él. Joram culpó a Dios por lo que pensó que era un desastre irremediable. Josafat vio más allá de las dificultades del momento, y halló consuelo y esperanza en el Señor.
Profeta.
Josafat reconoció que se trataba de una situación para la cual eran inadecuados los recursos humanos. Se necesitaba la voz de un profeta para un momento tal de peligro extremo. Sólo un mensaje divino podía dar el consejo y la conducción que señalaran la vía de salida de ese valle de muerte.
Para que consultemos.
Toda persona puede orar y consultar al Señor, pero él determina la manera en que dará su respuesta. En su sabiduría y providencia, Dios ha elegido dar mensajes de luz, vida y esperanza a los suyos mediante sus mensajeros los profetas. Para el que quiera escuchar esos mensajes se abre un camino de luz y alegría; para el que rehúsa prestarles atención, tan sólo hay oscuridad, derrota y desesperación.
Uno de los siervos del rey de Israel.
No sabemos cuán encumbrado o cuán humilde era el siervo que indicó dónde podía encontrarse al hombre que se necesitaba tan desesperadamente en esa hora crítica. El cargo significaba poco en un momento como ése. Se necesitaba un profeta, y fue un siervo el que sabía dónde se lo podía encontrar. Con mucha frecuencia, en la causa del Señor es un individuo humilde quien da la sugestión que finalmente conduce a la más grande de las victorias. Dios obra por medio de cualquier persona que se rinde para cumplir el mandato divino, no importa cuán baja sea la estima terrenal en que se la tenga.
Aquí está Eliseo.
Eliseo estaba allí, aunque es evidente que Joram lo ignoraba; pero el siervo y Dios lo sabían. Nunca hay crisis para el Señor. El previó este apremio, y por eso su siervo estaba disponible para dar la luz necesaria en el momento en que se la necesitaba con tanta desesperación.
Que servía a Elías.
"Que vertía el agua en manos de Elías" (BJ). Este interesante detalle revela uno de los menesteres que Eliseo solía efectuar mientras servía al anciano profeta. Eliseo había cumplido bien las tareas humildes que le habían sido confiadas, y ahora el señor le asignó responsabilidades de suma importancia.
La costumbre de "verter agua en las manos" de alguien como una señal de servicio prevalece aún hoy día en el Cercano Oriente. El agua escasea en la mayoría de las tierras bíblicas, y no se debe malgastar. Antes de servirse los alimentos en la tienda de un beduino o en las aldeas donde no hay un sistema de agua corriente, un sirviente coloca un recipiente delante de su amo y de los huéspedes. Toman un pedazo de jabón; colocan las manos bajo el recipiente de arcilla o de metal en forma de arra, y se derrama sobre las manos un chorrito de agua. En esta forma se lavan las manos antes de servirse el alimento, pues no usan cucharas ni tenedores. El que vierte el agua es siempre un sirviente; no una persona distinguida.
12.
Palabra de Jehová.
La obra profético de Eliseo parece que estuvo más relacionada con el reino de Israel que con Judá; pero el rey de Judá sabía que Eliseo era profeta de Dios y que hablaba en su nombre. No tienen importancia las barreras nacionales en la obra de Dios. La palabra de Jehová estaba con Eliseo para beneficiar al pueblo de Israel, a Judá, Edom y a todos los demás que estuvieran dispuestos a prestarle oídos.
Descendieron a él.
Los tres reyes fueron a 859 Eliseo, en vez de pedirle que él viniera a ellos. En tal ocasión, un profeta era mucho más importante que tres reyes. Fueron a él en procura del consejo que sabían que sólo un vidente verdadero podía dar.
13.
Eliseo dijo.
La aparente humildad de Joram no lo libró de un reproche necesario. Es cierto que el rey había realizado ciertas reformas en Israel, pero aún hacía "lo malo ante los Ojos de Jehová" (vers. 2). Acababa de expresar lo poco que estimaba a Jehová cuando procuró culparlo por una situación que se debía a errores de juicio humano y no a un propósito intencional de parte de Dios (ver vers. 10).
Ve a los profetas.
Es decir, a los profetas de Baal y de Asera. En los días de Elías hubo 450 profetas de Baal y 400 profetas de Asera, estos últimos sostenidos por Jezabel (1 Rey. I8: 19). Cuando Acab comenzó su guerra contra los sirios para recobrar a Ramot de Galaad, consultó a sus 400 profetas de la corte, un grupo de hombres que pretendían hablar en el nombre de Jehová (1 Rey. 22: 6, 11); sin embargo, estaban en una muy diferente categoría que los verdaderos profetas, reconocidos por el rey de Judá (1 Rey. 22: 7, 8). Aunque Joram había realizado ciertas reformas religiosas al eliminar la "estatua" o "estela" de Baal que su padre había hecho (2 Rey. 3: 2), aún estaba muy lejos de aceptar plenamente el culto de Jehová o de comprender su verdadera naturaleza y sus propósitos. Por eso Eliseo reprochó públicamente al rey de Israel por su falta de confianza en el verdadero Dios, y por acusarlo falsamente (vers.10).
14.
Jehová de los ejércitos.
Término aplicado a Jehová desde los días de Samuel (1 Sam. 1: 3, 11; 4: 4;15: 2; etc.; ver t. I, pág. 182). Eliseo se manifiesta como siervo o embajador de Jehová que estaba ante él, y en cuyo nombre hablaba, como lo había hecho Elías (1 Rey. 17: 1; 18: 15).
Rostro de Josafat.
"Delante . . . [de] Josafat" (BJ). El rey de Judá hacía "lo recto ante los ojos de Jehová" (1 Rey. 22: 43). Josafat era fiel, y Jehová tenía consideración por él; y ahora tal deferencia fue reconocida públicamente por el profeta Eliseo.
No te mirara.
Fue un reproche áspero pero oportuno y necesario. Estaba en juego el honor de Dios. El impío rey de Israel, ante un desastre, fruto de su propia necedad, intentó culpar al Señor. Si Josafat no hubiese participado en esta empresa, Eliseo habría rehusado interceder en favor de Joram. Los impíos disfrutan de muchas bendiciones debido a la presencia de los rectos siervos del Señor entre ellos; pero rara vez lo reconocen.
15.
Un tañedor.
A través de los siglos, y en todas partes del mundo se ha apreciado el poder de la música por sus efectos de aquietar el espíritu y elevar la mente. Hay pocos recursos más eficaces que la música apropiada para elevar el alma por encima de las cosas terrenales a la atmósfera del cielo. Tiene poder para dar vida al pensamiento, desterrar la melancolía, estimular el valor, calmar el espíritu irritado y crear una atmósfera de paz, gozo y esperanza.
Vino sobre Eliseo.
El pueblo de Dios no comprende como debiera el valor de la música para despejar el cansancio, apartar las influencias de los Ángeles malos o elevar el alma por encimá de los cuidados, las dudas, la ira, la amargura y el temor. Si se cantaran más himnos sagrados en el hogar, el taller o la escuela, los hijos de Dios se unirían más entre sí y se acercarían más a Dios.
Sin embargo, sería un error pensar que los profetas acostumbraban recurrir a la música antes que profetizar. El hecho de que en los días de Saúl un grupo de profetas tuviera diversos instrumentos musicales (1 Sam. 10: 5), sólo indica que se apreciaba la música en los días de los profetas, y que ellos la empleaban -como debieran hacerlo todos los hijos de Dios- para inspirar y elevar el alma y los pensamientos a temas más elevados y más nobles. Jesús reconoció el valor del canto (DTG 54).
16.
Haced en este valle.
Con frecuencia Dios prefiere obrar por medio de instrumentos humanos, y permite que éstos hagan ciertas cosas por sí mismos. La orden de hacer esos estanques (o "zanjas", BJ) era una prueba de fe, y la obediencia a ese mandato demostraba sumisión a la voluntad divina.
El poder de Dios es capaz de hacer brotar arroyos en el desierto y de hacer florecer la soledad como un rosal. Así también, cuando se permite que el Espíritu de Dios penetre en el corazón, la vida, que una vez fue estéril, fructifica en obras de amor. Sin embargo, uno tiene que realizar su parte en la preparación del camino para la recepción del Espíritu de Dios. 860
17.
No veréis viento.
La razón por la cual Dios dispone los acontecimientos en determinada forma no siempre puede ser perceptible. Dios podía haber provocado fácilmente una tempestad y un aguacero y proporcionarles el agua necesaria; pero prefirió no traer agua de esa forma. Si lo hubiese hecho así, los moabitas podrían haber pensado que los estanques se habían llenado con agua y no con sangre, y no se habría ganado la victoria sobre Moab.
18.
Cosa ligera.
Las cosas imposibles para el ser humano son nada para el Señor. El recibir agua sería considerado por Israel como un milagro bastante grande en sí mismo; pero Dios quería ir más lejos, y hacer que el agua cumpliera un doble propósito: salvar la vida de los israelitas y proporcionarles un medio para derrotar en forma notable al enemigo.
En vuestras manos.
A Joram le parecía que Dios entregaría a Israel en manos de Moab, y por eso había clamado (ver vers. 10). Ahora se vería que lo opuesto era la verdad: Dios entregaría a Moab en manos de Israel.
19.
Toda ciudad fortificada.
Las ciudades fortificadas de Moab no serían una defensa contra las huestes de Israel, sino que caerían ante ellas.
Talaréis.
Se ha pensado a veces que al proceder así, Israel iba en contra de las instrucciones dadas en Deut. 20: 19, 20. Pero Moisés se refería a las ciudades sitiadas en el tiempo de la conquista, y la razón que se daba para no cortar los árboles era que Israel pudiera comer de su fruto. Esa medida significaba prudencia, más bien que misericordia, porque Israel debía ocupar el territorio, y si cortaban los árboles frutales, sólo se harían daño a sí mismos.
Cegaréis todas las fuentes.
Cegar las fuentes era una práctica común en las guerras del antiguo Oriente. En los días de Isaac, los filisteos cegaron los pozos que había cavado Abrahán (Gén. 26: 15-18).
Con piedras.
Debían arrojar tantas piedras sobre la tierra que la hicieran inútil para el cultivo.
20.
Cuando se ofrece el sacrificio.
Quizá esto se refiera a la hora cuando se ofrecía el holocausto diario. Véase 1 Rey. 18: 29, 36, donde se señala la hora con una alusión similar al servicio del templo. El sacrificio matutino tal vez se ofrecía aproximadamente al salir el sol, al despuntar el día (ver t. I, pág. 710 y com. Lev. 16: 4).
Camino de Edom.
El relato no revela cómo vino el agua desde Edom, pero no deja duda de que no brotó de la tierra.
21.
Los de Moab oyeron.
Aquí el autor retrocede cronológicamente para explicar cómo se habían reunido los moabitas para la batalla tan pronto como les llegó la noticia de la venida de los reyes.
Los que apenas podían.
Es decir, toda la población masculina capaz de luchar, desde los más jóvenes hasta los más viejos. Fue un reclutamiento general de todos los que podían llevar espada.
23.
Ha dado muerte.
La amistad entre los pueblos de Palestina no era siempre firme, y las alianzas no duraban mucho tiempo. Los confederados de diferentes razas podían caer en diferencias mutuas y volverse el uno contra el otro. En vista de los recelos recíprocos que existían entre Judá, Israel y Edom, le pareció posible a Moab que hubieran luchado entre sí los tres reyes que se habían preparado para atacarlo.
¡Moab, al botín!
Creyendo que sus enemigos se habían destruido mutuamente, los moabitas avanzaron deseosos de recoger los despojos. Probablemente ya no eran más un ejército disciplinado, sino una turba alborotada y desordenada que sólo pensaba en despojar a los cadáveres.
24.
Matando a los de Moab.
Como no estaban preparados para la batalla, los moabitas cayeron como una presa fácil frente a sus enemigos. Ante una resistencia pequeña o nula, avanzaron las fuerzas aliadas teniendo delante de sí toda la tierra de Moab a su disposición.
25.
Asolaron las ciudades.
El relato describe una total y humillante derrota de Moab. Ni aun las ciudades amuralladas pudieron resistir a los victoriosos invasores.
Cada uno su piedra.
Al preparar la tierra para su cultivo, primero era necesario limpiarla de piedras. Las piedras que habían sido eliminadas, otra vez fueron arrojadas sobre el campo por los invasores, dejando con cada agricultor la difícil tarea de limpiar de nuevo su campo.
Kir-hareset.
Se cree que sea Kir-hareset (Isa. 16:11) y Kir-hares (Jer. 48: 31, 36), y también probablemente Kir de Moab (Isa. 15:1). Su nombre moderno es el-Kerak. Esta ciudad 861 era la importante fortaleza de Moab, ubicada en una posición estratégica en la altiplanicie inmediatamente al este de la parte meridional del mar Muerto, que controlaba la ruta comercial al mar Rojo. Estaba construida en la cima de un empinado monte rodeado por todos lados por un profundo y angosto valle, el que a su vez estaba completamente circundado por un anillo de montañas más elevadas que la ciudad. Se creía que la fortaleza era virtualmente inexpugnable. En el tiempo de las cruzadas fue un lugar muy importante. Los cruzados debieron desplegar heroicos esfuerzos para capturarla. Esta fortaleza es la construcción más grande de su especie que existe aún, y todavía se usa.
Honderos la rodearon.
Es evidente que los honderos encontraron posiciones en las montañas que rodeaban la ciudad, desde donde podían arrojarle piedras.
26.
Era vencido.
Aun estando en esta gran fortaleza, Mesa comprendió que había sido derrotado.
Para atacar.
"Para abrir brecha" (BJ). Se hizo una tentativa para romper el cerco haciendo una salida por el lugar donde estaba el rey de Edom; pero sin éxito.
27.
Lo ofreció.
El rey de Moab ofreció al heredero al trono como sacrificio, indudablemente en un esfuerzo para apaciguar a Quemos, el dios nacional (ver com. vers. 5). Esperaba que con este sacrificio lograría el favor de Quemos y su ayuda contra los atacantes. Los sacrificios humanos eran una de las abominaciones de las religiones de Palestina.
Sobre el muro.
Probablemente ante la vista de los sitiadores, con la esperanza de infundirles terror. Con este sacrificio -que los moabitas pensaban que Quemos tenía que aceptar- evidentemente esperaban suscitar los temores supersticiosos de los atacantes.
Enojo.
"Cólera" (BJ). Heb. qétsef. Esta palabra generalmente se usa aunque no siempre, para describir el desagrado de Dios (ver Núm. 1: 53; 18: 5; Jos. 9: 20; 22: 20; 1 Crón. 27: 24; 2 Crón. 19: 10; 24: 18; etc.); pero difícilmente se puede entender ahora así, pues no se menciona ninguna falta específica de Israel. Pero qétsef y su verbo de la misma raíz, qatsaf, también se emplean para indicar la ira humana. La naturaleza exacta de este enojo o indignación contra Israel no se describe, y no se revelan los detalles de la forma en que influyó contra los israelitas. No podemos saber con seguridad si el asedio terminó debido a que aumentó la resistencia de los defensores - inspirada por el sacrificio extremo de parte de su rey-, o si el gran enojo se hizo sentir en alguna otra forma. En la LXX se lee metámelos, "arrepentimiento", "pesar".
Se apartaron.
Los sitiadores renunciaron a sus esfuerzos para tomar la ciudad; la dejaron con el rey y sus defensores, mientras regresaban a sus países sin haber logrado su propósito pleno, pero con la recompensa de una victoria considerable.
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 3
Uno de los documentos más importantes relacionados con la historia de Israel es la inscripción del rey Mesa, en la famosa Piedra Moabita que data del siglo IX AC. En el t. I, págs. 127, 128, hay una fotografía y una breve descripción de la piedra. La división en párrafos de la traducción que sigue no está en la inscripción original, pero se la añade por ser conveniente. Las palabras entre corchetes se insertan para hacer más claro el significado de la inscripción. Los puntos suspensivos indican vacíos en la inscripción, cuyo contexto no permite deducir lo que podría haberse escrito. Las palabras seguidas por signos de interrogación entre paréntesis, se han añadido para completar el texto tal como lo sugiere el contexto.
La Piedra Moabita
"Yo soy Mesha [Mesa], hijo de Kemosh [Quemos o Camos], ... rey de Moab, el debonita. Mi padre reinó en Moab 30 años, y yo reiné después de mi padre. Y erigí este lugar alto para Kemosh en Qorjah [Qarhoh] ... porque me salvó de todos los reyes y me hizo triunfar sobre todos mis enemigos. Omri, rey de Israel, había oprimido a Moab por muchos días porque Kemosh estaba enojado con su país. Y le sucedió su hijo, y dijo él también: 'Oprimiré a Moab'. En mis días él habló así (?), pero he triunfado sobre él y sobre su casa, e Israel ha perecido para siempre. Y Omri había ocupado la región de Medeba [Madaba] 862 e [Israel] habitó allí durante sus días y durante la mitad de los días de su hijo [Acab], 40 años, pero Kemosh moró en ella en mi tiempo.
"Y yo edifiqué a Baal-meón y construí allí un estanque, y edifiqué a Qiryatán [Quiriataim]. Ahora los hombres de Gad habían habitado en la región de Atarot desde antaño, y el rey de Israel había construido a Atarot para ellos; pero yo guerreé contra la ciudad, la tomé y maté a toda la gente de la ciudad para satisfacer a Kemosh y a Moab. Y traje de allí a Orel [Arel], su caudillo, a quien arrastré ante Kemosh en Queriot, y establecí allí a los hombres de Sarón y de Mabarat.
"Y Kemosh me dijo: 'Ve, arrebátale Nebo a Israel'. Y fui por la noche y combatí contra ella desde que despuntó el alba hasta el mediodía; la tomé, y los maté a todos: 7.000 [70.000] hombres, muchachos (?), mujeres, niñas (?) y esclavas, porque los había dedicado a todos a Ashtar [Astarot]-Kemosh [Quemos]. Y tomé de allí los vasos (?) de YHWH [Yahvé o Jehová], y los arrastré delante de Kemosh. Y el rey de Israel había edificado a Yahas [Jahaza], y allí habitaba mientras combatía contra mí. Pero Kemosh lo expulsó ante mí, y (?) tomé de Moab 200 hombres, todos principales, y los puse contra Yahas, y la tomé para anexarla a Dibón.
"Edifiqué a Qorjah, el muro de los bosques y el muro de la ciudadela; también construí sus puertas y construí sus torres, y edifiqué el palacio, e hice ambos estanques para el agua dentro de la ciudad. Y no había cisterna dentro de la ciudad de Qorjah. Y dije a todo el pueblo: 'Cada uno de vosotros haga para sí una cisterna en su casa'. Y corté madera para Qorjah con prisioneros israelitas.
"Yo edifiqué a Aroer, e hice un camino público en el Arnón. Edifiqué a Bet-bamot porque había sido destruida. Edifiqué a Bet-ser [Bezer] porque yacía en ruinas, con (?) 50 hombres de Dibón, pues todo Dibón era obediente. Y reiné sobre (?) 100 pueblos que yo había anexado al país. Y construí a Medeba y a Bet-diblatén [Bet-diblataim] y a Bet-baalmeón y puse allí los apriscos (?) para (?) las (?) ovejas de la región. Y en cuanto a Hauronen, ellos moraban en ella... Pero Kemosh me dijo: 'Desciende, lucha contra Hauronen'. Y descendí y (?) la (?) tomé (?) y Kemosh moró (?) en ella en mis días..."
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-3 PR 158
11 Ed 55; PR 166


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 4         AUDIO
1 Eliseo multiplica el aceite de la viuda. 8 Promete un hijo a la mujer sunamita. 18 Resucita el hijo muerto de la mujer. 38 En Gilgal remedia la comida envenenada. 42 Satisface el hambre de cien hombres con veinte panes.

1 UNA mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.
3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.
5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.
6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 863
7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.
9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.
10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniera a nosotros, se quede en él.
11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.
12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.
13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.
14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo.
15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.
16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.
17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;
19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.
20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.
21 Ella entonces subió y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.
22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.
23 El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo.* Y ella respondió: Paz.
24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.
25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.
26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.
28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?
29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrara, no lo saludes, y si alguno te saludara, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.
30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.
33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.
34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma a tu hijo. 864
37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.
38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.
39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.
41 El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
42 Vino entonces un hombre de Baalsalisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma.
43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.
44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA

1.
De las mujeres.
Esta es una revelación importante en cuanto a los "hijos de los profetas". No eran jóvenes solteros que vivían recluidos en monasterios; eran ciudadanos comunes; pertenecían al pueblo; vivían con el pueblo, y trabajaban para el pueblo. En vez de interesarse sólo en sí mismos y de morar juntos en austeras comunidades, procurando así llegar a la santidad, vivían para el bien de la nación, no buscando su propia ganancia material sino el bien público de quienes los rodeaban.
Temeroso de Jehová.
Este hombre había sido fiel adorador de Jehová. La influencia de Elías y de Eliseo había fomentado en buena medida el culto del verdadero Dios en todo el reino de Israel.
Ha venido el acreedor.
La ley de Moisés admitía la servidumbre como medio de pagar una deuda, no como "esclavo", sino como "criado, como extranjero", y exigía que toda persona vendida de esa manera sólo sirviera hasta el año del jubileo (Lev. 25: 39-42). Parece que en este caso el acreedor no había reclamado su derecho sobre los hijos mientras vivía el deudor, y cuando éste murió, demandó los servicios de aquéllos para pagarse la deuda del padre.
2.
¿Qué te haré?
Esta pregunta revelaba el espíritu bondadoso del profeta, quien se interesaba por la gente, era siempre amigable y compasivo, y estaba dispuesto a ayudar. Cuando lo llamó el rey, estuvo listo a suplir las necesidades de todo el ejército; cuando una pobre viuda sin amigos buscó su ayuda, no la desechó.
Qué tienes en casa.
Dios usa lo que tenemos. Sus recursos y su poder no tienen límite, y fácilmente podría haber suplido la necesidad de la mujer sin la ayuda de su vasija de aceite. Pero tomó lo que ella tenía, y añadió su bendición. Así ocurre hoy con los siervos de Dios. Es posible que no tengan gran habilidad natural ni muchos recursos materiales, pero si consagran a Dios y a su servicio lo que tienen, pidiendo que él lo bendiga, ese poco se multiplicará. Cuando una persona procura ayudar a los pobres, hace bien en pensar cómo los puede ayudar a valerse a sí mismos. A los pobres se les debería enseñar a emplear los recursos que poseen. Si no se hace esto, la caridad puede dar como resultado el aumento de la pobreza; puede hacer más mal que bien.
Sino una vasija de aceite.
La vasija de aceite no era gran cosa, pero en la mano de Dios y con su bendición, fue suficiente como para suplir todas las necesidades de la viuda. Es posible que no tengamos muchos talentos y que la medida de nuestros bienes materiales sea pequeña, pero Dios puede usar y aumentar todo lo que se consagre a él. La vasija de aceite demostraba la absoluta pobreza de la viuda; pero fue también el medio que el Señor empleó para satisfacer todas sus necesidades.
3.
No pocas.
La respuesta de la viuda sería la medida de su fe, y como consecuencia también la medida de lo que habría de recibir de parte del Señor. Si su fe hubiera sido poca, habría recibido poco; si mucha, recibiría mucho. 865
5.
Echaba del aceite.
La incredulidad no fue un obstáculo para la viuda. Actuó al punto. Siguió las instrucciones del profeta y consiguió también la cooperación de sus hijos. Si éstos habían de salvarse de una vida de esclavitud, tenían que hacer algo para ayudarse. La fe y obediencia de la viuda engendraron fe y obediencia en sus hijos. La fe produce fe, y la obediencia de uno fomenta la obediencia de otros.
6.
Cesó el aceite.
Dios cesa de dar cuando el ser humano no está preparado para recibir más. La milagrosa provisión de aceite no cesó hasta que se hubo llenado la última vasija.
7.
Paga a tus acreedores.
La viuda recibió del Señor más de lo que había pedido. Sólo había pedido que sus hijos fueran liberados de la esclavitud; pero debido a su pobreza aún tenía muchas necesidades. Dios, que satisfizo las necesidades de la viuda, constantemente da a todos sus hijos bendiciones mucho mayores que las que ellos piden.
8.
Sunem.
Aldea situada en el valle de Jezreel, a unos 8 km al norte del monte de Gilboa, y a 25,6 km del Carmelo, donde parece que en este momento residía Eliseo (vers. 25). En sus viajes por el reino, Eliseo pasaba con frecuencia por esa aldea. Ahora se la conoce con el nombre de Sôlem.
Una mujer importante.
"Mujer principal" (BJ), probablemente también pudiente (ver 1 Sam. 25: 2; 2 Sam. 19: 32).
Le invitaba insistentemente.
Eliseo era objeto de la hospitalidad de este hogar acomodado. Los siervos de Dios tienen la misma necesidad de alimento y abrigo que sus prójimos, y aprecian las bendiciones de la comunión y amistad cristianas que muchas veces les hace feliz y agradable la vida.
10.
Pequeño aposento.
Muchas veces las riquezas hacen que su poseedor sea egoísta y olvide las necesidades y los deseos de otros. Pero no procedió así la mujer de Sunem. Ella era importante; pero no perdió la bondad humana. No vivía sólo para sí, sino que se esforzaba por hacer felices a otros. Tenía muchos bienes, y los compartía con sus prójimos. No permitía que sus tareas y responsabilidades domésticas le hicieran olvidar las necesidades y los deseos de Eliseo, y quizá de muchas otras personas. Cuando Eliseo viajaba, se gozaba por anticipado al pensar en las agradables horas de descanso y solaz que disfrutaría cuando llegara a la aldea de Sunem. Una bondadosa hospitalidad ayuda a que haya entre los humanos un poco de la paz y la amistad del cielo.
12.
Llama a esta sunamita.
La sunamita había sido bondadosa con Elisco, y él quería mostrarse bondadoso con ella. Pero ¿qué podría hacer para recompensarle los favores que le había prodigado? No necesitaba cosas materiales. Sin embargo, Eliseo quería darle alguna prueba de su aprecio. A la persona de corazón noble no le gusta recibir favores sin devolverlos.
13.
¿Qué quieres que haga por ti?
Esta pregunta servía para poner a prueba a la mujer, pues revelaría exactamente lo que llevaba en el corazón. ¿Había recibido al profeta porque era profeta, o tenía el deseo secreto de recibir una recompensa?
Que hable por ti al rey.
Eliseo reconocía que tenía cierta influencia en la corte y con las más altas autoridades de la nación. Quizá habría algún asunto en el cual él pudiera conseguir la ayuda del rey para beneficio de la sunamita.
Yo habito en medio de mi pueblo.
Esta respuesta muestra que ella estaba perfectamente contenta. Vivía en paz con los suyos, y no tenía querellas con sus vecinos, ni asuntos que no pudiera resolver con sus amigos. Su comunidad era apacible y tranquila, y el rey y sus siervos no podrían hacer nada que le hiciera más feliz la vida.
14.
¿Qué, pues, haremos por ella?
No era fácil hacer algo por una persona que era feliz y que materialmente tenía todo lo que necesitaba; pero Eliseo persistió en averiguar en qué podría serle útil.
Ella no tiene hijo.
Toda mujer hebrea consideraba que esto era una desgracia y un baldón (ver Gén. 30: 23; Deut. 7: 13, 14; 1 Sam. 1: 6, 7, 11; Sal. 128: 3, 4; Luc. 1: 25).
Su marido es viejo.
Aunque deseara de todo corazón tener un hijo, creía que ya no sería posible porque su esposo era viejo.
15.
A la puerta.
Quizás por modestia y de acuerdo a las costumbres de la época, ya que no se consideraba correcto que entrara en el aposento de Eliseo.
16.
Abrazarás un hijo.
Lo que para los hombres es imposible, no lo es para Dios. Si deseaba tener un hijo, Dios podía dárselo. La promesa de Eliseo de que dentro de un año tendría un hijo, estaba más allá de sus más caras esperanzas. 866
No hagas burla.
O, "no engañes a tu sierva" (BJ). Pidió que no la engañara presentándole una esperanza que no podría cristalizarse. Compárese con la incredulidad de Abrahán (Gén. 17: 17), de Sara (Gén. 18: 12) y de Zacarías (Luc. 1: 20), cuando se les prometió un hijo.
17.
En el tiempo que Eliseo le había dicho.
Un verdadero profeta de Dios no hace falsas predicciones en el nombre del Señor. Según la promesa de Eliseo, así se cumplió.
19.
Mi cabeza.
Quizá fue una insolación. La siega, un trabajo arduo, se realizaba en la parte más calurosa del año.
20.
Y murió.
En la vida del mortal, en este mundo de pecado, la tristeza no está muy distante de la alegría; las lágrimas de la risa; la vida de la muerte. El hijo de la sunamita había llenado de alegría el hogar, pero también le causó gran angustia. El Señor lo había dado a la sunamita, pero la muerte lo reclamó como suyo.
22.
Que envíes conmigo.
Era la época de la cosecha, y todos los hombres y los animales de ese gran establecimiento estaban ocupados en el campo. Sin embargo, ella pidió los servicios de un criado y de un asno.
Al varón de Dios.
Como esposa obediente, la mujer informó a su esposo del viaje que pensaba realizar y de que se proponía volver pronto; pero no le explicó la razón de su viaje. Si le hubiera informado que iba a llamar al profeta para que resucitara a su hijo que ya había muerto, quizá él habría creído que el viaje era inútil, y podría haber intentado disuadirla de su propósito. Se trataba de un asunto de fe, y lo mantuvo en estricta reserva entre ella y Dios.
23.
No es nueva luna, ni día de reposo.
"Novilunio ni sábado" (BJ). Los dos días eran santos, ocasiones cuando se presentaban ofrendas y se efectuaban convocaciones (2 Crón. 2: 4; Isa. 1: 13; Ose. 2: 11; Amós 8: 5). Sin duda en tales días el pueblo acostumbraba reunirse para rendir culto o para recibir instrucción religiosa y edificante. Si hubiese sido luna nueva o día de sábado, el esposo de la sunamita no habría considerado extraño su viaje hasta donde se encontraba el profeta; pero en esas circunstancias no podía comprender su propósito.
Paz.
Esta fue una respuesta de fe y esperanza. El niño estaba muerto, pero ella no se entregó al dolor ni a la desesperación. Si el varón de Dios había podido interceder ante Dios para proporcionarle ese hijo, también podría pedirle que se lo restaurara. Por difícil de resolver que sea un problema, cuando lo ponemos en las manos de Dios podemos tener la completa seguridad de la solución. La respuesta no siempre será exactamente lo que deseamos, pero podemos tener paz e inclinarnos con humildad y sumisión ante la voluntad divina.
24.
No me hagas detener.
Instó al siervo para que fuera con toda la premura posible, aunque eso pudiera causarle inconvenientes. El viaje representaba cerca de 25 km, y no era fácil; pero ella tenía un solo propósito: llegar hasta Eliseo cuanto antes.
25.
La vio.
Es probable que la casa del profeta estuviera en una altura desde donde se veía buena parte del valle. Eliseo vio a la mujer a la distancia, y la reconoció.
26.
A recibirla.
Eliseo se dio cuenta en el acto de que algo andaba mal; y sin esperar que ella se le acercara, mandó al siervo a recibirla para que, si fuera posible, averiguara el motivo de su venida.
Bien.
Literalmente, "paz". Revelaría el dolor de su corazón únicamente al profeta.
27.
Se asió de sus pies.
En la Biblia se registran muchos casos de personas que adoptaron tal actitud al hacer sus peticiones (Mat. 18: 29; Mar. 7: 25; Luc. 8: 41; Juan 11: 32; etc.).
Para quitarla.
El insensible siervo no comprendió la situación, e intentó apartarla bruscamente del profeta.
Su alma está en amargura.
Eliseo se dio cuenta en seguida de que alguna tristeza embargaba a la mujer, y se llenó de tierna simpatía por ella. El verdadero hijo de Dios, que está lleno de amor y ternura, se conmoverá ante todos los que llevan pesadas cargas y, como su Maestro, procurará darles descanso. El verdadero amor es tierno y bondadoso, y responde ante el clamor de los necesitados.
Me ha encubierto.
Algunas veces el Señor creía conveniente revelar a su siervo las circunstancias de determinada persona, pero esto no ocurría siempre. Ningún profeta sabe todas las cosas. Las revelaciones ocurren sólo en armonía con la voluntad de Dios. El hecho de que un profeta no conozca todos los hechos relacionados con cierto asunto no es una evidencia de que no sea verdadero profeta del Señor. Los profetas también son seres 867 humanos y su conocimiento y sus juicios, como los de sus prójimos, son limitados. Sus palabras sólo tienen una autoridad singular cuando Dios les da revelaciones y sabiduría especiales. No tiene fundamento la idea de que en casos como éste el profeta deba conocer todos los hechos.
28.
¿Pedí yo hijo?
La mujer no reprochaba al profeta, sino exhalaba su amarga tristeza. En primer lugar, ella no había pedido ese niño; había venido como resultado de la promesa del profeta. Pero ese niño que se le había concedido, ahora se le había quitado. No lo dijo en estas palabras, ni necesitaba hacerlo, porque Eliseo había comprendido plenamente el significado de su pesar. Las palabras de la mujer revelaron la amargura de su tristeza. Ella sólo sabía que había perdido ese hijo que no había demandado, y que su tristeza era infinitamente mayor que si nunca se le hubiese permitido conocer ese amor filial.
29.
Ciñe tus lomos.
Eliseo sabía que la mujer estaba agotada por su apresurado viaje y que el regreso sería mucho más difícil y penoso. No rehuyó hacer él mismo el viaje; pero en cuanto supo que el niño estaba muerto, despachó a su siervo después de haberle dado las instrucciones en cuanto a lo que debía hacer.
Toma mi báculo.
El báculo o "bastón" (BJ) era la insignia del don profético de Eliseo y, como la vara de Moisés (Exo. 4: 17; 17: 5, 9; Núm. 20: 8, 9), simbolizaba el poder de Dios con el cual realizaba milagros en su nombre.
No le respondas.
Esto no significaba que el siervo fuera brusco o descortés, sino que no debía perder tiempo por el camino. En el Oriente, los saludos suelen ser largos y ceremoniosos, y sus fórmulas llevan tiempo.
30.
No te dejaré.
La mujer tenía más fe en Eliseo que en su siervo. Conocía el poder de las oraciones y del ministerio del profeta, y depositó plena confianza en él. El Señor podría haber restaurado al niño si tan sólo Eliseo lo hubiera pedido con una palabra. Podría haber escogido tomar en cuenta la vara del profeta y a su siervo para resucitar al niño mediante ellos. Pero la atribulada mujer consideraba a Eliseo como el mensajero mediante el cual el Señor demostraría su poder, y el Señor creyó conveniente recompensar esa fe dándole lo que anhelaba.
31.
No tenía voz ni sentido.
Estas palabras insinúan que Giezi había esperado que Dios respondería cuando se pusiera la vara sobre el muchacho. No se nos dice por qué razón no resucitó. Si la mujer hubiese tenido fe en que el Señor le contestaría por medio de la vara de Eliseo y de su siervo Giezi, la respuesta tal vez hubiera venido por ese medio. O quizás había en la vida de Giezi alguna debilidad que impedía que el Señor lo usara como instrumento para realizar sus portentosas maravillas. No es dado al hombre conocer las razones por las cuales el Señor escoge actuar de una manera u otra.
No despierta.
Esto no indica que el niño estuviera dormido, porque había muerto en la falda de la madre a mediodía (vers. 20), y en el vers. 32 se dice que estaba muerto. En la Biblia, se considera que la muerte es un sueño (Deut. 31: 16; 1 Rey. 2: 10; Dan. 12: 2; Juan 11:11-14; Hech. 13: 36).
33.
Oró.
Mediante fervorosas oraciones de fe "las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección" (Heb. 11: 35).
34.
Se tendió sobre el niño.
No se da la razón por la cual Eliseo usó este medio para que el niño resucitara. Dios pudo haberle indicado que así lo hiciera, o posiblemente imitó la acción de Elías (1 Rey. 17: 21). La oración no excluye el uso de otros medios. El cuerpo del profeta pudo haber comunicado calor al cuerpo del niño muerto, pero no fue esto lo que le devolvió la vida. Mediante Cristo, quien dio la vida en el principio, el niño fue resucitado. Este fue un milagro, un acto que sólo Dios podía realizar. Así como el Señor devolvió la vida a este niño, también, en su segunda venida, resucitará a todos sus hijos fieles que ahora descansan en la tumba (Isa. 26: 19; Juan 5: 28, 29; 1 Cor. 15: 52; 1 Tes. 4: 16; Apoc. 1: 18).
36.
Toma tu hijo.
Cuando el niño hubo resucitado, se llamó a la madre y se le dijo que tomara a su hijo. Cuando Elías levantó de la muerte al hijo de la viuda, se lo entregó a su madre (1 Rey. 17: 23). Así también Jesús, cuando resucitó al hijo de la viuda de Naín, se lo devolvió a su madre (Luc. 7: 15). Jesús se compadece de cada madre que llora por la pérdida de un hijo, y en el día feliz de la resurrección los niños que ahora duermen en la tumba resucitarán, y serán llevados por los ángeles a los brazos de sus madres (CS 703).
37.
Se echó a sus pies.
No se registran las palabras de la madre. Su gratitud era demasiado 868 grande para poder expresaría en palabras. Con profundo agradecimiento se echó a los pies del profeta, derramando, sin duda, con lágrimas de gozo, el agradecimiento de su corazón maternal, porque su hijo muerto había sido resucitado. La fe que mostró tener en Dios y en su profeta no había sido en vano.
38.
A Gilgal.
Ver com. cap. 2: 1. Elías había trabajado mucho para hacer avanzar la obra del Señor mediante su interés en estos importantes centros educativos donde los "hijos de los profetas" podían prepararse para una vida de servicio en favor de sus prójimos. Eliseo prosiguió con esa obra. Muchas veces visitó esas escuelas para dar el ánimo y consejo necesarios.
Había una grande hambre.
El hambre era común en la antigua Palestina, y causaba mucho sufrimiento y aun la muerte (ver com. Gén. 12: 10).
Estaban con él.
O, "la comunidad de los profetas estaba sentada ante él" (BJ). Es probable que estuvieran reunidos para recibir instrucción espiritual. Así como María se sentó a los pies de Jesús, también estos jóvenes se sentaron delante de Eliseo para aprender lecciones acerca de Dios. Recordarían estas horas como preciosas, pues el Espíritu Santo estaba presente trayéndoles lecciones de fe y confianza en Dios. Habían aprendido a apreciar las cosas del Espíritu más que el alimento cotidiano.
Una olla grande.
El alimento espiritual es importante, pero el cuerpo también necesita nutrirse. Es probable que Eliseo se hubiera compadecido al ver en las débiles figuras de los estudiantes los efectos del hambre que por entonces devastaba la tierra. Se interesaba por su bienestar espiritual, pero también por sus necesidades temporales. Se dio la orden de que se pusiese una olla grande para que todos pudieran comer.
39.
Al campo.
Es probable que todas las escuelas de los profetas estuvieran en comunidades rurales, donde los estudiantes pudieran tener la oportunidad de cultivar la tierra para obtener alimento y recibir instrucción en cuanto a los trabajos agrícolas (ver PP 643; PR 173). Debido a la escasez de alimento, es evidente que los estudiantes de las escuelas de los profetas se vieron obligados a salir al campo a buscar lo que pudieran encontrar.
Calabazas silvestres.
No se ha identificado con precisión el tipo de planta que aquí se menciona. Algunos han pensado que sería un tipo de pepino o calabaza silvestre, que tiene la forma de un huevo y un gusto amargo. Cuando se lo come causa dolor y el efecto de un fuerte purgante. Los jóvenes pudieron confundir estos pepinos silvestres con los que se cultivaban, que eran muy apreciados como alimento (Núm. 11: 5). En Palestina se encuentra una enredadera conocida con el nombre de coloquíntida, que tiene hojitas de un verde claro y fruto parecido al melón, pero cuyo efecto puede ser fatal. La LXX emplea un término sinónimo de kolukúntha.
No sabía lo que era.
El hecho de que un hombre sea profeta no le da todos los conocimientos, ni lo exime de ejercer cuidado y precaución. Este joven, como no conocía la naturaleza de las plantas que tenía ante sí, juntó veneno y puso en peligro la vida de todos los que participaron del fruto de su trabajo.
40.
Hay muerte.
Sin duda el gusto amargo reveló de inmediato que el alimento era venenoso, el cual pudo haberse mezclado en la olla con otras plantas que eran completamente saludables; pero las "calabazas silvestres" esparcieron su veneno por toda la olla. El pecado es el veneno de la muerte. Su influencia se propaga. En mil diferentes formas se lo pone delante de nosotros cada día para causarnos sufrimiento y angustia. El único camino seguro es apartarse de toda clase de pecado y error, dondequiera pueda encontrarse; de lo contrario, el resultado inevitable será la muerte.
41.
Traed harina.
No se sabe si la harina era el antídoto natural de las hierbas venenosas. Puede haber tenido el mismo propósito de la sal que el mismo Eliseo esparció en las aguas de Jericó (cap. 2: 20-22). La harina es un alimento saludable, y daba vida y salud a los que participaban de ella. En la mano del profeta se convirtió en un símbolo de vida que contrarrestó los malos efectos de las semillas de la muerte. En esto hay una lección espiritual. El Evangelio de Cristo es el pan de vida para los que están condenados a muerte. No importa durante cuánto tiempo o en qué proporción el pecador haya participado del fruto malo de la muerte, en el Evangelio hay poder para sanar y restaurar. El Espíritu Santo tiene potencia para deshacer todo el mal que el pecado ha realizado. Dios tiene el antídoto para cada forma de mal. Cristo es la 869 fuente de vida eterna para todo el que desea vivir (Juan 6: 27, 33, 35).
42.
Baal-salisa.
No existe suficiente información para ubicar esta aldea. Posiblemente corresponda a la tierra de Saalim (ver com. 1 Sam. 9: 4).
Panes de primicias.
Según la ley de Moisés, todas las primicias de la cosecha debían ofrecerse a Dios dándoselas a los sacerdotes (Núm. 18: 12,13; Deut. 18: 4). En el presente caso, un fiel adorador de Jehová presentó las primicias a Eliseo, "varón de Dios". Mucho antes de esto los sacerdotes levíticos se habían retirado del reino del norte (2 Crón. 11: 13, 14), y es probable que algunos de los piadosos varones de Israel hubieran reconocido a los profetas como representantes de Jehová, a quienes podían entregar las ofrendas que la ley requería que se dieran a los sacerdotes.
De cebada.
En Palestina se acostumbraba usar la cebada como alimento para los animales, aunque también se hacían panes de cebada (Juec. 7: 13; Juan 6: 9) para el consumo de las personas; pero se la consideraba inferior al trigo.
Trigo nuevo en su espiga.
Heb. karmel betsiqlono. La primera palabra se refiere no sólo al grano, sino también a cualquier producto de la huerta; la segunda palabra aparece sólo aquí, y se desconoce su traducción. Algunos creen que significaba "saco" o "bolsa".
Da a la gente.
Era un momento de necesidad para el mismo profeta y para los que con él estaban. La gente tenía hambre; necesitaba alimento. Eliseo podría haber pensado en sí mismo y en sus propios intereses, pero en vez de eso pensó en las necesidades de la gente. Así también Jesús, cuando estuvo con sus discípulos en un lugar desierto, "vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos" (Mat. 14: 14). Cuando llegó el atardecer, los discípulos deseaban despedirlos para que pudieran abastecerse de alimentos, pero las palabras de Jesús fueron: "No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer" (Mat. 14: 16). Hoy, cuando los hijos de Dios miran a las cansadas y necesitadas multitudes, Dios les dice: "Dad a la gente para que pueda comer".
43.
Su sirviente.
Heb. meshareth, un "servidor" (BJ); pero por lo general de mayor jerarquía que el 'ébed o "esclavo". De Josué se dice que era meshareth de Moisés (Exo. 24: 13), y los ángeles representados como "flamas de fuego", son mesharethim, "ministros" (Sal. 104: 4).
El sirviente miraba las primicias con ojos humanos, pero Eliseo había mirado esa misma ofrenda de alimento con los ojos de la fe y de Dios. Para el sirviente la orden del profeta parecía casi una necedad e imposible de cumplir. ¿Cómo podrían saciar el hambre de 100 personas con 20 panes de cebada y un poco de grano? Cuando Jesús estaba por alimentar a la multitud con 5 panes de cebada y 2 pececillos, la pregunta de Andrés, hermano de Simón Pedro, demostró el mismo espíritu: "¿Qué es esto para tantos?" (Juan 6: 9). Todavía hoy las multitudes pasan hambre debido a la falta de fe de los que dicen ser hijos de Dios.
44.
Conforme a la palabra.
Eliseo había hablado por inspiración. El profeta que habla inspiradamente siempre transmite las palabras de Dios. Dios tiene poder infinito. Sus recursos pueden satisfacer las necesidades de todos. El puede aumentar la provisión más insignificante solamente con tocarla. El poder de Dios hizo que esos pocos panes aumentaran hasta que se saciaran todos los presentes. El agricultor desconocido presentó a Eliseo las primicias como una ofrenda para Dios, quien aceptó esa dádiva y la bendijo. El Señor también hoy acepta y bendice nuestras ofrendas. Dondequiera haya una obra que hacer, los hijos de Dios no deben tenerse en cuenta a sí mismos y sus propias insuficiencias, sino que deben recurrir a los recursos ilimitados que el Padre celestial tiene para todos. Lo que tienen puede parecer escaso para suplir las necesidades de los desvalidos, pero con la bendición de Dios se verá que es más que suficiente.
El cielo está más cerca de la tierra de lo que muchos piensan. Dios siempre se interesa por sus hijos necesitados, y en todo momento está listo para suplir lo que les falta. No hay país ni pueblo de la tierra donde la Providencia no esté operando constantemente para dar lo que falta a los necesitados. Cada huerta y campo que produce fruto da testimonio tanto del poder de Dios para obrar milagros como de su amor ilimitado. Dios siempre obra a favor de sus débiles hijos de la tierra. Quizá no se vean hoy en forma tan evidente las manifestaciones de su amor y su poder como en los días de Eliseo, pero basta que abramos los ojos para reconocer con mayor claridad 870 que el Ser Supremo está presente, y todavía obra con amor y misericordia para con los necesitados hijos de Adán. Los creyentes fieles todavía pueden dar sus ofrendas al Señor, quien multiplicará muchas veces esos escasos recursos para suplir las necesidades temporales y espirituales de multitudes. Lo que el mundo necesita hoy es una medida mayor de fe y comprensión espiritual, de valor y de compasión: la fuerza y el espíritu del profeta Eliseo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-44 PR 177-183
8-10, 14-17 PR 179
18-22, 25-31 PR 179
32-37 PR 180
38-41 PR 181
39, 40 Ev 97
42-44 PR 181; 6T 466
43 PR 182


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 5       AUDIO
1 Naamán, por el informe de una doncella cautiva, es enviado a Samaria para ser curado de su lepra. 8 Eliseo lo envía a bañarse en el Jordán y lo cura. 15 El profeta rehúsa los regalos de Naamán. 20 Giezi usa el nombre de su amo para apoderarse de los regalos, y es castigado con la lepra.

1 NAAMAN, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.
7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Porqué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandare alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He 871 aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.
16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.
18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimán; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.
19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.
20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.
21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?
22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.
23 Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.
24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.
25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.
26 El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
Naamán.
Siria estuvo frecuentemente en guerra contra Israel; pero es evidente que en este momento había paz. Poco tiempo antes, Acab había sido muerto en la batalla contra Ben-adad (1 Rey. 22: 34-37). No se da el nombre del rey de Israel, pero se cree que esto ocurrió durante el reinado de Joram, hijo de Acab. El relato muestra las vicisitudes de las naciones, y da un cuadro interesante de las relaciones internacionales y de las costumbres de esos tiempos.
Varón grande.
Naamán era un personaje importante en Siria. Había granjeado fama y honor con sus victorias a favor de Siria; pero tenía la desgracia de ser leproso. Sin embargo, retenía su cargo de comandante de los ejércitos sirios, aunque debe haberse visto gravemente impedido por la terrible enfermedad que lo aquejaba.
2.
Bandas armadas.
Había frecuentes incursiones en la zona fronteriza llevadas a cabo por las bandas merodeadoras que saqueaban para llevarse el botín.
Habían llevado cautiva.
La guerra es cruel. La niña había sido llevada de su casa a un país enemigo, aparentemente olvidada de Dios y sin consuelo ni esperanza. La vida no parecía ofrecerle gran cosa, y podría haberse amargado si se hubiera dedicado a pensar en sí misma y en su desgracia. Pero aun en tierra extraña, Dios tenía un servicio para que ella lo realizara.
Servía a la mujer de Naamán.
La niña cautiva vivía como esclava, obligada a servir en la casa del capitán de los ejércitos que habían derrotado a Israel. Sin embargo, debe haber prestado un servicio fiel; de lo contrario no habría sido empleada en la casa de un funcionario tan importante.
3.
Al profeta.
Aunque cautiva, la niña no se olvidaba de su patria ni de su Díos. Tampoco pensaba mal de los que la habían apresado y la obligaban a una servidumbre forzada. Con el corazón lleno de amor para Dios, simpatizó con su amo enfermo y con su esposa. En vez de desearle mal a Naamán por las desgracias que le habían ocurrido a ella, le deseó el bien y 872 que sanara de su terrible enfermedad. Recordando las maravillosas obras de Eliseo en su patria, tuvo fe en que el profeta podría sanar a Naamán de su lepra. Creyó que lo que Dios había hecho mediante su siervo en Israel también podría realizarlo en favor de un extranjero.
El lo sanaría.
Se consideraba que la lepra era una enfermedad incurable, pero los padres de la niña hebrea le habían enseñado que para Dios no hay nada imposible. Estos padres habían cumplido bien con su responsabilidad, y como resultado la niña dio este maravilloso testimonio en favor del Dios de Israel en una tierra que no lo conocía. Naamán se enteró de la existencia de un poder que está por encima del poder de los hombres, porque un padre fiel y una madre fiel de Israel habían enseñado a su hija a amar al Señor y a confiar en él.
4.
Le relató.
Naamán narró al rey de Siria lo que la niña cautiva le había dicho. Poco pudo comprender la niña la importancia de sus palabras de fe en Dios. Naamán creyó porque la niña creía, y aquél llevó su testimonio ante el rey de Siria. En esta forma Ben-adad sabría que el Dios de Israel era un Dios poderoso y amante. Había derrotado en batalla a los ejércitos de Israel, y podría haber pensado que los dioses de Siria eran más poderosos que Jehová; pero tenía que aprender que el Dios de Israel podía hacer lo que superaba con mucho al poder de los hombres y de los dioses sirios. El testimonio máximo que pueda presentarse en favor del Dios del cielo es el testimonio del corazón que tiene absoluta confianza en él.
5.
Yo enviaré.
El testimonio de fe de la jovencita no sólo había creado confianza en el general de los ejércitos sirios, sino que también creó cierto grado de fe en el corazón del rey de Siria. La fe engendra fe, y el amor, amor. La fe es un círculo siempre creciente que va de corazón a corazón, y de país a país hasta circundar la tierra. Sólo la eternidad podrá medir los resultados del testimonio de confianza en el Dios de Israel dado por la niña cautiva ante su señora en un país extraño. Los reyes se trataban con reyes, y al ofrecer sus servicios a Naamán, Ben-adad pensaba entenderse con el rey de Israel y no directamente con Eliseo. En aquellos tiempos era común escribir cartas. Muchos ejemplares de tales cartas nos han llegado hasta hoy.
Diez talentos de plata.
Naamán no pedía ser sanado sin pagar. Como no conocía al profeta de Israel ni al Dios de los hebreos, llevaba consigo un tesoro suficiente para recompensar en forma magnífica al profeta. No sabía que el Señor anhelaba sanarlo sin esperar, a cambio, oro ni plata. No sabía que Eliseo servía a Dios y a sus prójimos, no por amor a las ganancias materiales, sino por el bien que así pudiera hacer. En esos días no se acuñaban monedas, y los lingotes o anillos de oro y plata se pesaban. Un talento de plata pesaba unos 34,2 kg, por lo tanto Naamán habría llevado consigo 342 kg de plata. Las 6.000 piezas de oro equivalen a 6.000 siclos. A razón de 11,4 g por siclo, aproximadamente, habría llevado 68,4 kg de oro, además de la plata. Nada específico puede decirse del valor adquisitivo que en aquella época tenía tanto metal precioso. Sin embargo, el hecho de que Naamán llevara consigo un tesoro tan grande indica la gravedad de la situación en que se encontraba y su vehemente deseo de ser curado.
6.
Para que lo sanes.
Sin duda el rey de Siria creyó que el profeta, que tenía fama de realizar tales milagros, era miembro de una orden religiosa que estaba bajo el control del Estado y a las órdenes del rey.
7.
¿Soy yo Dios?
Se consideraba que la lepra era una muerte en vida. El rey de Israel se daba cuenta de que esa enfermedad sólo podía ser curada por Dios, y su fe en Dios no le alcanzaba para creer que el Señor pudiera usar a un hombre como instrumento para sanar a cualquiera que sufriera tal enfermedad.
Busca ocasión contra mí.
En vez de vislumbrar que en el pedido de Ben-adad tendría oportunidad de revelarse el maravilloso poder de Dios, el rey de Israel sólo consideró el lado negativo de la situación. Pensó que era imposible que el rey de Siria hubiese tenido buena fe al escribirle esta carta. Creyó que era sólo un pretexto para buscar ocasión contra él. Es probable que hubiera imaginado que Ben-adad le había hecho, a propósito, un pedido imposible de cumplir, a fin de usarlo como excusa para iniciar la guerra. En vez de pensar en el Señor o en Eliseo su profeta, Joram sólo pensó en sí mismo y en su total incapacidad para hacer frente a la situación (ver com. vers. 1).
8.
El varón de Dios.
No se registra la 873 manera en que llegó a oídos de Eliseo la noticia de la visita de Naamán a la corte de Joram. Pero Dios dirigía los acontecimientos de tal manera que la fe del capitán sirio pudiera ser recompensada.
¿Por qué?
Lo que Joram había considerado como una catástrofe, era para Eliseo una oportunidad. Lo que el rey de Israel no podía lograr, el profeta con gusto lo haría con la ayuda del Señor. Mientras el rey estaba desesperado, el profeta se reanimaba en esperanza. En horas de dificultad y perplejidad vale la pena recordar que hay un Dios en el cielo que mira con amor y misericordia a sus débiles hijos de la tierra.
Venga ahora a mí.
Joram tenía miedo de la visita del capitán del ejército sirio; pero Eliseo se alegró de recibirlo. El rey no había tenido para Naamán ningún mensaje de aliento, ninguna palabra de esperanza; pero Eliseo le pidió que viniera a él a fin de encontrar salud para el cuerpo y vida para el alma. El profeta estaba ansioso de que Naamán conociera el amor y el poder del Dios de Israel, y que llevara de vuelta a su propio pueblo un mensaje de consuelo acerca de la esperanza que todos pueden tener en Dios. El hogar de cada hijo de Dios debiera ser un puerto de paz para todos los atribulados.
9.
Con sus caballos.
Los sirvientes de Naamán iban a caballo, pero Naamán viajaba en carro.
Casa de Eliseo.
Sin duda una morada humilde. No se parecía a un palacio real, pero en este hogar Naamán encontraría algo que el palacio del rey no podía ofrecer. Para Naamán, la puerta de esa humilde vivienda se convirtió en la puerta abierta a la vida y la esperanza.
10.
Lávate siete veces en el Jordán.
Las instrucciones que recibió Naamán hacen recordar la orden de Jesús al ciego: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé"(Juan 9: 7). En ambos casos se dio una orden que puso a prueba la fe del que la recibió. Sólo la obediencia plena efectuaría el sanamiento. Las aguas del Jordán debían ser para Naamán aguas de salud y de vida. Hay sabiduría en obedecer las órdenes del Señor.
11.
Yo decía para mí.
Naamán tenía sus propias ideas, pero no coincidían con las de Dios. Cuando oyó del hombre que podría curarlo de su lepra, sacó de inmediato sus propias conclusiones acerca de cómo realizaría la curación. Formuló su plan propio, y esperaba que Dios lo adoptara. Pero los preconceptos humanos en cuanto a la forma de actuar del Señor muchas veces son erróneos. Cuando trazamos de antemano los caminos que debe seguir la Providencia, podemos desengañarnos. Dios escogió sacar a Israel de Egipto a través del mar Rojo, pero ése no era el pensamiento del hombre. Dios envió a su Hijo para que naciera en un establo y fuera arrullado en un pesebre, pero esto no se ajustaba a las ideas de los grandes y poderosos de la tierra. Dios hizo que su Hijo viviera entre los hombres como siervo de los necesitados, pero esto no concordaba con lo que los judíos pensaban acerca del Mesías que había de venir. Quien desea ser salvo y quiere andar en los caminos del Señor, debe aprender que estos caminos son infinitamente más altos y mejores que los caminos de los hombres (Isa. 55: 8, 9).
12.
Abana y Farfar.
Sin duda los sirios consideraban estos ríos como mejores que todas las aguas de Israel. Los ríos de Damasco eran agradables y hacían florecer la región como un rosal. En comparación con estos ríos que daban vida a su tierra, a Naamán le pareció que el Jordán era un arroyo pequeño y sin valor; pero si quería sanar de su lepra, debía bañarse en el Jordán y no en el Abana. Se cree que el Abana de este pasaje corresponda al Amana de Cant. 4: 8, cuyo nombre se derivó de la montaña en donde nacía. Era el río más importante de Damasco. Se cree que Farfar era el antiguo nombre de un río que corre al sur de Damasco, cuyas aguas nacen en las alturas del monte Hermón.
13.
Sus criados.
Muchas veces los siervos demuestran que son más sabios que sus amos, y los subordinados más inteligentes que los reyes. Al hacer caso a las palabras de sus criados, Naamán encontraría el camino a la vida y la salud.
Alguna gran cosa.
Naamán era un gran hombre y esperaba hacer grandes cosas. Era arrogante y orgulloso, y el lavarse en las aguas del Jordán sería para él algo humillante. Pero Dios lo estaba probando para su propio bien. Sólo en la obediencia plena a las órdenes del Señor podía esperar hallar gracia ante Dios. Su orgulloso corazón debía doblegarse, y ganar la victoria sobre su voluntad terca y egoísta. Tenía que reconocer que el Dios de Israel era más poderoso que los ídolos de los 874 bosques de Siria, y que las instrucciones de Eliseo eran superiores a sus propios deseos y pensamientos.
14.
La palabra del varón de Dios.
Antes de que pudiera recibir la bendición que había venido a buscar, Naamán debió llegar al punto de reconocer a Eliseo como varón de Dios y portavoz del cielo. La curación no se habría efectuado si no hubiese acatado las palabras del profeta. Pero cuando actuó según se lo había mandado el profeta, sanó de su lepra. Cuando Dios habla mediante un profeta, hay que dejar de lado la opinión personal y aceptar el mensaje del Señor. Sólo así podremos andar en sus caminos y participar de sus bendiciones.
15.
Volvió.
Naamán mostró su gratitud cuando regresó para ofrecer una recompensa a Eliseo. Al hacer esto, probablemente se alejó mucho de la ruta que debía tomar; pero este viaje no fue en vano. En todos los aspectos de su conducta, Naamán demostró estar en mayor armonía con el verdadero espíritu de un hijo de Dios que los que pretendían ser su pueblo escogido. Siglos después, cuando el Salvador estuvo en la tierra, se refirió al hecho de que había muchos leprosos en la tierra de Israel en tiempos de Eliseo, pero "ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio" (Luc. 4: 27). Israel no estimaba la presencia ni las bendiciones de Díos. El capitán de los ejércitos de una nación pagana mostró fe y gratitud, que eran ajenas al profeso pueblo de Dios. El Señor está cercano a los que estiman sus bendiciones y se muestra bondadoso para con ellos.
Ahora conozco.
Naamán había oído hablar de Dios por medio del testimonio de la jovencita hebrea, pero ahora lo había conocido a través de su experiencia personal. La fe se había convertido en conocimiento. Ahora su testimonio llevaba un tono de seguridad que nunca podría haber tenido si no hubiera recibido de Dios esta maravillosa bendición. Naamán se daba cuenta ahora de que fuera de Israel no había Dios. Los dioses que se adoraban en Siria y en las naciones vecinas eran sólo ídolos hechos por el hornbre; pero el Dios de Israel era el Creador del cielo y de la tierra, el Señor que daba vida y esperanza a la humanidad. Si cada hijo de Dios fuera tan fiel en dar testimonio de él como lo fue la niña hebrea cautiva, todas las gentes de la tierra conocerían el maravilloso amor y cuidado del Creador, y muchos serían inducidos a rendirle gratítud y alabanza.
16.
No lo aceptaré.
Un profeta del Señor no sirve con el propósito de obtener ganancia a ni recompensa. Eliseo había recibido su recompensa al ver la nueva vída y la esperanza de Naamán. Un obrero es digno de su salario (Luc. 10: 7), y los que recíben bendiciones de Dios pueden darle ofrendas de agradecimiento; pero en estas circunstancias era mejor que Eliseo rechazara los regalos ofrecidos. Naamán no debía quedar con la impresión de que los profetas del verdadero Dios actuaban movidos por intereses propios, o que la bendición de Dios podía comprarse con dinero.
17.
La carga de un par de mulas.
Naarnán pensó que el Dios de Israel era una deidad que debía ser adorada en suelo israelita. En aquellos tiempos cada nación tenía su divinidad principal, y muchas ciudades tenían sus propios dioses locales. Aunque Naamán había reconocido que fuera de Israel no había Dios, no se había despojado por completo de la idea de que el Dios de Israel estaba ligado de alguna manera especial a la tierra de Israel, y quería, al regresar a su país, adorar a ese Dios sobre suelo israelita.
A otros dioses.
Cuando Naamán conoció a Dios, se entregó a él y decidió abandonar la adoración de los dioses sirios que había conocido desde su juventud. En todo lugar hay personas tan fervorosas y sinceras como Naamán, y que sólo esperan oír el fiel testimonio y ver la santa vida del pueblo de Dios para rendirle el corazón.
18.
Jehová perdone.
Aunque Naamán se había propuesto servir a Dios, sabía que en su país, consagrado a la adoración de ídolos, eso no le sería fácil. El rey de Siria todavía adoraba al dios Rimón, y en este servicio Naamán sería ayudante del rey. Naamán no tenía ninguna intención de abandonar el servício de su rey terrenal, aunque había decidído que en adelante sólo adoraría al Señor. Pero cuando el rey se postrara para adorar a Rimón, se apoyaría en el brazo de Naamán (ver cap. 7: 2, 17). Naamán no quería que se entendiera por esto que él también se postraba para adorar al dios pagano. Se había entregado a Jehová, y no tenía intención alguna de poner en peligro su fe adorando a Rimón, ni tampoco quería que Eliseo supiera que lo estaba haciendo. Era un hombre de recta conciencia antes de 875 partir de Israel quería dejar en claro sus escrúpulos.
19.
Ve en paz.
No debe pensarse que estas palabras expresen aprobación o desaprobación del último pedido de Naamán. Debía partir en paz, no con dudas ni en estado de inquietante incertidumbre. Dios había sido bueno con él, y debía encontrar felicidad y paz en el conocimiento y la adoración de Dios. Naamán era un nuevo converso, un hombre de conciencia escrupulosa, que crecería en fortaleza y sabiduría si se aferraba a su nueva fe. Dios conduce a los nuevos conversos paso a paso, y conoce el momento apropiado en que debe pedir una reforma en determinado asunto. Este principio debería siempre ser tenido en cuenta por los que trabajan para la salvación de las almas. Eliseo sabía que éste no era el momento oportuno para insistir en un cambio radical en este punto específico del comportamiento de Naamán. Era un hombre de gran perspicacia espiritual, y usó tacto y prudencia en sus relaciones con Naamán. Por eso lo despidió, no con palabras de reproche, sino con un mensaje de paz similar al que Jesús dejó, como despedida, a sus discípulos (Juan 14: 27).
20.
Entonces Giezi.
El autor bíblico acaba de presentar un hermoso cuadro de un importante oficial sirio que parte de Israel transformado en un nuevo converso de Jehová, con gozo y paz en el corazón, curado de la lepra y convertido en espíritu; pero con las primeras, palabras de este versículo, el cuadro cambia por completo. Cuando Dios da a los hombres felicidad y paz, Satanás intenta introducir dificultades. En cada sinfonía procura introducir la nota discordante. Ahora el criado del profeta se presta como instrumento en manos del enemigo para arruinar, casi por completo, el cuadro tan hermoso que se había pintado.
Estorbó a este sirio.
Heb. "se abstuvo de recibir de su mano lo que había traído". "Ha sido indulgente con Naamán" (BJ). En estas palabras se revelan los pensamientos y el espíritu de Giezi. No pensó en Naamán como en un nuevo converso a la religión del Dios de Israel, sino como en un soldado de un país enemigo. Los sirios habían saqueado a Israel; ¿porqué un israelita debía ser indulgente con uno de ellos? Es probable que Giezi considerara que su amo Eliseo había sido débil e incauto al negarse a aceptar el regalo que Naamán estaba tan dispuesto a darle.
Vive Jehová.
En este caso, las palabras son un juramento profano expresado por un hombre que trata de convencerse de que hace algo para el servicio de Dios, cuando bien sabe que procede mal. Cegado por la avaricia, Giezi se dispuso a recibir el pago por servicios que él no había prestado, de parte de un hombre del cual Eliseo creía que no debía aceptar nada.
21.
Se bajó.
En el Oriente, esto indicaba respeto. Resulta extraño, porque Giezi era sólo criado de Eliseo, y Naamán no tenía ninguna obligación de mostrarle esta cortesía que no fue solicitada. Esto indica su gran sentimiento de gratitud. Naamán había vencido su natural orgullo y animosidad, y ahora, el general de los ejércitos de Siria que había vencido a Israel, desciende de su carro para poder hablar en un plano de igualdad, con el criado de un profeta hebreo.
¿Va todo bien?
Naamán se había sorprendido al ver a Giezi que corría hacia él, y debió haber pensado que algo malo le había acontecido al profeta, o que había sobrevenido alguna otra calamidad.
22.
Mi señor me envía.
Giezi procuró encubrir su avaricia con una mentira. La avaricia del criado se atribuiría a Eliseo. El digno nombre del profeta fue difamado por la codicia de su indigno criado. Es raro que exista un pecado solitario, porque el mal siempre abre el camino a mayores y más grandes males.
Del monte de Efraín.
Por lo menos había dos escuelas de los profetas en la altiplanicie de Efraín: en Bet-el y en Gilgal (ver com. cap. 2: 1).
Dos jóvenes.
Giezi no deseaba que se conociera su avaricia. Más bien quería representar el papel de un amigo que se preocupaba por dos jóvenes necesitados. ¿No se interesaría Naamán por ellos ayudándolos con uno de sus diez talentos de plata y dos de las diez mudas de ropa?
23.
Te ruego que tomes.
El agradecido Naamán quiso dar el doble de lo que Giezi le había pedido, y también mandó a dos de sus siervos para que llevaran todo hasta la casa del profeta.
24.
Lugar secreto.
Heb. "montículo" o "colina". Esta palabra muchas veces representa un edificio sobre una colina, ya sea una atalaya, casa, fortaleza, o un lugar de vigilancia. Eliseo vivía en Samaria, quizá sobre una 876 altura desde donde podía ver a lo lejos a cuantos se acercaban (ver cap. 6: 30-32). Pero en esta ocasión, Giezi, que volvía con los dos talentos de plata, no deseaba que su amo lo viera; de modo que el cerro que aquí se menciona, parece haber estado entre la casa de Eliseo y el lugar donde Giezi alcanzó a Naamán, lo cual impedía que se viera desde la casa. Giezi despidió a los siervos de Naamán en ese lugar; tomó el tesoro, y lo ocultó.
25.
No ha ido a ninguna parte.
Para protegerse de la censura de su amo, Giezi recurrió a otra mentira. Otra vez el pecado condujo al pecado, y una mentira a otra. El sendero del mal no tiene fin. El que comienza a engañar, inevitablemente recurrirá a un engaño para encubrir otro engaño.
26.
¿No estaba también allí mi corazón?
Dios había revelado a Eliseo exactamente lo que había ocurrido: cómo Giezi había corrido tras Naamán, cómo le había mentido y había logrado conseguir el codiciado regalo, y en qué forma lo había escondido. Los seres humanos pueden mentir a sus prójimos, pero no a Dios. Las malas acciones pueden ser ocultadas de los ojos humanos, pero los ojos del Señor ven todas las cosas (ver Heb. 4: 13).
¿Es tiempo de tomar plata?
¡Qué terrible reproche fueron las palabras de Eliseo! Se había realizado un milagro notable. El general de los ejércitos de Siria había creído en Dios y se regocijaba en su nueva fe. Dios había sido bondadoso con sus siervos y el cielo se había acercado muchísimo a la tierra. Giezi debería haber elevado el corazón en alabanza y gratitud a Dios por las maravillosas bendiciones recibidas. Debiera haber considerado cómo Naamán podría recibir una impresión favorable, y reconocer que la fe de los israelitas era la única verdadera religión del mundo, capaz de hacer que la gente fuera abnegada, honrada y bondadosa. Pero en vez de pensar en esto, sólo pensó en sí mismo y en sus propios intereses.
Las palabras de censura de Eliseo no fueron sólo para su siervo Giezi, sino también para todos los que en la iglesia de Dios manifiestan hoy el mismo espíritu. En nuestros tiempos, Dios se ha acercado de nuevo a nosotros, y en muchos países se han realizado maravillosos milagros de gracia. En todas partes los pecadores rescatados elevan cantos de agradecimiento y alabanza a Dios. Pero una vez más, en algunos ha prevalecido el espíritu de avaricia y codicia. Están empeñados en servirse a sí mismos acumulando y escondiendo plata que debería usarse para la salvación de sus prójimos. Una vez más Dios contempla desde los cielos y se formula la pregunta: "¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos?"
Olivares.
Giezi había estado pensando cómo invertiría su riqueza, y es probable que esta enumeración del profeta se refiriera a las compras que su siervo ya había pensado realizar.
27.
Se te pegará.
El día que había traído tan grande bendición a Naamán el sirio, trajo una terrible maldición al siervo hebreo del profeta de Dios. Naamán siguió su camino en paz, lleno de una nueva esperanza en Dios. Giezi llevó los resultados de su pecado hasta la tumba: quedó leproso hasta el día de su muerte, maldito por el cielo, despreciado por los hombres. Fue una lección objetiva para los tiempos venideros en cuanto a la necedad de la avaricia y la vacuidad de una vida que busca primeramente los tesoros de este mundo, antes que los tesoros del reino de Dios. Durante los años que había estado con Eliseo, Giezi tuvo la oportunidad de aprender que la vida de abnegada consagración y amor produce gozo y satisfacción; pero no había aprendido esa lección. Despreció los dones del cielo, mientras que procuraba un tesoro terrenal que, como el cáncer, carcome las almas. En vez de cultivar un espíritu de abnegación mientras servía a Dios, se había dejado transformar en un egoísta, interesado sólo en las ganancias materiales. Se preocupaba más por los siclos de plata que por las almas de los pecadores; por vestidos de lino, que por los vestidos de justicia.
Para siempre.
No debe pensarse que Dios, por causa del pecado de Giezi, pronunció una maldición sobre sus descendientes que duraría para siempre. El Señor es benigno y misericordioso, y nunca acarrea sobre nadie una aflicción injusta o innecesaria. Por su avaricia, Giezi había traído sobre sí mismo un terrible castigo; por esta razón sus hijos tendrían que sufrir. Muchas veces la enfermedad y sus efectos se transmiten a la posteridad inocente; pero si se dijera que por causa de la lepra de Giezi, sus descendientes a través de todas las edades futuras también serían leprosos, se diría algo que no es verdad.
La expresión hebrea aquí usada, le'olam, no 877 necesariamente indica "sin fin", o "para toda la eternidad". Cuando la palabra 'olam se aplica a Dios, significa "sin Fin"; cuando se la aplica a la vida humana, se extiende sólo hasta el fin de la existencia de un individuo. En Exo. 21: 6 se dice que el siervo debía servir a su amo "para siempre". Los extranjeros que habitasen en la tierra de los israelitas podían ser hechos esclavos "para siempre" (Lev. 25: 46). Poco antes de la muerte de David, Betsabé se inclinó ante el rey con las palabras: "Viva mi Señor el rey David para siempre"(1 Rey. 1: 31). Así también se dirigió Nehemías al rey Artajerjes: "Para siempre viva el rey"(Neh. 2: 3). El humo que subirá de la tierra en el día de la venganza del Señor se describe como que ascenderá "perpetuamente" (Isa. 34: 10). Jonás al describir su descenso al vientre de la ballena dice que "la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre"(Jon. 2: 6). La expresión le'olam sencillamente significa "que dura mucho tiempo", y su duración depende de aquello con lo cual se relaciona la oración (ver com. Exo. 12: 14; 21: 6).
Blanco como la nieve.
Se usa esta misma expresión en otros pasajes para referirse a ataques repentinos de lepra (ver Exo. 4: 6; Núm. 12: 10).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-27 PR 184-189
1, 2 PR 184
1-3 MeM 229
2, 3 MC 375
3 PR 184
5-11 PR 185
11-14 CV 228; DTG 206; HAp 333
12-15 PR 186
16-21 PR 187
21-27 PR 187
25-27 4T 336



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 6       AUDIO
1 Eliseo hace flotar el hierro. 8 Da a conocer los secretos del rey de Siria. 13 Los soldados enviados a prender a Eliseo quedan ciegos. 19 Son llevados a Samaria y despedidos en paz. 24 El hambre en Samaria hace que las madres coman a sus propios hijos. 30 El rey envía a dar muerte a Eliseo.

1 LOS hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.
2 Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad.
3 Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré.
4 Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera.
5 Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!
6 El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro.
7 Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.
8 Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento.
9 Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí.
10 Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.
11 Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel?
12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta.
13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. 878
14 Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.
15 Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?
16 El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.
17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
18 Y luego que los siríos descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo.
19 Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria.
20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria.
21 Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: ¿Los mataré, padre mío?
22 El le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus señores.
23 Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.
24 Después de esto aconteció que Benadad rey de Síria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
25 Y hubo gran hambre en Samaria, y a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata.
26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y díjo: Salva, rey señor mío.
27 Y él dijo: si no te salva Jehová , ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del granero, o del lagar?
28 Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo. Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío.
29 Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo.
30 Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo.
31 Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy.
32 Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos; y el rey envió a él un hombre. Mas antes que el mensajero viniese a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto cómo este hijo de homicida envía a cortarme la cabeza? Mirad, pues, cuando viniera el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo?
33 Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a Jehová?
1.
Hijos de los profetas.
Se trataba de alumnos de una de las escuelas de los profetas, probablemente la que estaba en Jericó pues fueron al Jordán para cortar árboles (vers. 2).
Lúgar en que moramos.
Literalmente, "el lugar donde nos sentamos delante de ti". Tal vez los hijos de los profetas se referían al lugar donde se reunían para escuchar las enseñanzas del profeta. Eliseo no residía habitualmente en esta escuela, sino que la visítaba de vez en cuando durante sus viajes por las diversas escuelas. Parece tratarse del edificio donde los alumnos se reunían para sentarse a los pies del maestro.
Nos es estrecho.
Los alumnos de esta escuela habían llegado a ser tantos, que ya no había lugar para ellos. Esto indica el gran interés que habían fomentado, tanto Elías como Eliseo, en la debida educación de los jóvenes.
2.
Vamos.
La invitación no fue hecha por 879 Eliseo, sino por los alumnos. Estos jóvenes no tenían miedo al trabajo. Uno de los propósitos de las escuelas de los profetas era dar a los alumnos una preparación práctica para la vida. Se les enseñaba a trabajar como la gente que los rodeaba, pues no habían de subestimar a quienes tenían la responsabilidad de servir. La preparación manual estaba en perfecta armonía con la educación de la mente y del corazón.
Andad.
El hecho de que se pidiera permiso a Eliseo, y que él fuera quien diera la orden de seguir adelante con el proyecto, muestra que el profeta era un hombre de autoridad que dirigía las diversas escuelas.
3.
Te rogamos.
"Dígnate venir con tus siervos" (BJ). En primer lugar pidieron permiso para ir y hacer ellos mismos el trabajo, y después extendieron la invitación a Eliseo para que los acompañara.
Yo iré.
Eliseo era un hombre del pueblo. Se sentía en casa tanto con los reyes y los generales como con los trabajadores comunes. Nunca se mantuvo aparte. Dondequiera se presentara la oportunidad de servir o su presencia fuera oportuna, allí deseaba estar. Mientras más grande es el dirigente, tanto mayor es su disposición para servir.
5.
El hacha.
Los judíos usaban hachas de hierro desde tiempos muy antiguos. En aquellos tiempos la cabeza de un hacha no podía asegurarse mejor que hoy día; y en la legislación mosaica se trata el caso del hierro cuando salta del cabo mientras un hombre está cortando leña (Deut. 19: 5).
Era prestada.
Este fue el grito espontáneo del joven que cortaba el árbol. Es probable que no hubiera tenido la intención de solicitar al profeta que pidiera la intervención divina para recuperar el hacha. Fue el grito instintivo de un joven concienzudo que había tenido la mala suerte de perder algo prestado y que, con toda probabilidad, era demasiado pobre para reponer lo perdido.
6.
¿Dónde cayó?
Eliseo era un profeta de Dios, y por el poder de Dios había levantado a los muertos y había conocido los secretos más íntimos de otras personas; pero cuando la cabeza del hacha cayó al agua, no supo dónde había caído. Los profetas, a menos que reciban un mensaje divino, no podrán conocer lo que saben sus prójimos. Es Dios quien determina la necesidad y el momento oportuno para darles iluminación adicional. Dios no realizó ningún milagro para informar a Eliseo de la caída del hacha o el lugar donde había caído. Para eso no se necesitaba ningún milagro, y en tal caso no se realizan milagros.
Un palo.
No se revela el significado de este procedimiento. Dios no siempre nos dice por qué razón o cómo hace ciertas cosas. Tampoco es necesario entender siempre los caminos del Señor.
Hizo flotar.
El hierro estaba en el fondo, más allá del alcance de los hijos de los profetas. Pero, por intervención divina, subió a la superficie, y permaneció allí.
Hay quienes piensan que un milagro tal es algo trivial, y que no necesitaría haberse realizado. Por la estrechez de su visión, el ser humano puede razonar que sólo debería pedirse la intervención divina en las cosas importantes; pero no hay dolor ni pena que sufra cualquiera de los hijos de Dios que están en la tierra sin que el grande y tierno corazón del Padre sienta compasión por el que está en necesidad. Dios aún responde a las necesidades de sus hijos y obra en favor de ellos. No pasa un solo día sin que el Señor intervenga en los asuntos de los que claman a él para suplir sus necesidades. El tiempo de los milagros no ha terminado. Puede no haber un Eliseo presente, pero Dios, a su manera, obra en favor de sus hijos que confían en él.
7.
Tómalo.
Si el joven deseaba recobrar el hacha tenía que hacer algo. Dios podría haber hecho que el hacha no sólo flotara sino que volviera a su posición original en el cabo; pero, por lo general, no realiza milagros en favor de los hombres cuando estos mismos pueden hacer lo que se necesita hacer. El joven era perfectamente capaz de extender la mano al agua y recuperar el hacha que flotaba, y se le mandó hacerlo. Cuando Dios nos dice que recibamos, sus dádivas serán nuestras si extendemos nuestra mano para recibirlas. La desobediencia y la incredulidad nos impiden recibir muchas de las mayores bendiciones de Dios.
8.
Tenía el rey de Siria guerra.
Israel y Siria estaban en un estado de guerra casi continua en esta época. Si no había un conflicto declarado se sucedían incursiones fronterizas. Cuando Acab murió, los ejércitos habían ido a guerrear contra Siria para retomar a Ramot de Galaad en Transjordania (1 Rey. 22: 3, 4). Después de la muerte de Acab, Siria predominó, y nuevamente en esta ocasión sus 880 ejercitos avanzaron en territorio israelita. Benadad II era todavía rey de Siria (2 Rey. 6: 24).
En tal y tal lugar.
No importa el lugar en cuestión; en un caso se trataba de un lugar, y después de otro.
Estará mi campamento.
Lo que aquí se señala no era un campamento permanente, pues de ser así todos pronto sabrían dónde se encontraba y podrían informar al rey sin la ayuda del profeta. La palabra hebrea empleada aparece sólo aquí, y su sentido no es claro; pero con toda probabilidad se refiere a una emboscada preparada para una incursión repentina, en la cual los factores importantes serían la sorpresa y el secreto.
9.
El varón de Dios envió a decir.
El cuidadoso consejo acordado en secreto por el rey de Siria y sus oficiales había sido revelado a Eliseo, quien a su vez llevó esa información al rey de Israel.
Van allí.
Lo que Eliseo revelaba era una información sobre los planes futuros de los sirios, para que el rey de Israel, sabiendo de antemano la estrategia que pensaban usar, pudiera enviar suficientes tropas a los lugares en cuestión para hacer frente a los sirios cuando llegaran.
10.
Con el fin de cuidarse.
Literalmente, "y le advirtió y se protegió (guardó) allí, no una vez ni dos veces". El rey se cuidaba, y así lograba salvarse y salvar a la nación. Sabiendo de antemano los planes del enemigo, estaba alerta para no caer en sus trampas.
11.
Se turbó.
Cada vez que se trazaba un plan con la mayor reserva, el enemigo se enteraba de los detalles. Si esto hubiera ocurrido sólo una o dos veces, podría no haber ocasionado alarma; pero por ser habitual, el rey de Siria se turbó y se propuso saber la causa.
¿Quién de los nuestros?
A Ben-adad le parecía que podía haber sólo una causa: un traidor entre ellos. Estaba seguro de que la información se transmitía por medio de alguien que simpatizaba más con Israel que con Siria, o que había sido sobornado para servir al enemigo y no a su propia nación. ¿No era hora de que se revelara quién de entre ellos era el traidor?
12.
En tu cámara más secreta.
"En el interior de tu dormitorio" (BJ). En el lugar más recóndito y mejor guardado del palacio real. Las palabras que allí se hablaban eran verdaderamente secretas, lejos del alcance del oído aun de los más cercanos al rey.
13.
Dotán.
Pueblo situado en la ruta de caravanas de Galaad a Egipto, cerca de la llanura de Esdraelón y del acceso a las montañas de Samaria. Quedaba a 22,6 km al norte de Siquem y a unos 16 km al noreste de Samaria. Allí fue donde un grupo de ismaelitas que descendían de Galaad a Egipto compró a José (Gén. 37: 17-28). El sitio se llama ahora Tell Dôth~.
14.
Envió el rey allá gente de a caballo.
Como Dotán estaba situada en la ruta habitual de las caravanas, era fácil acercarse a la ciudad con una gran compañía de soldados equipados con carros y caballos.
15.
El que servía.
Heb. meshareth (ver com. cap. 4: 43). Este siervo no era Giezi, que había sido objeto de una terrible maldición por su pecado (cap. 5: 27). Tal vez fuera uno de los discípulos de los profetas que había acompañado a Eliseo hasta Dotán. Al trabajar con el profeta, estos estudiantes adquirían una valiosa experiencia.
¡Ah, señor mío!
El siervo no tenía ni la fe de su amo ni la fuerza y el valor que son el resultado de la experiencia.
16.
No tengas miedo.
Repetidas veces el Señor dice a sus hijos estas palabras reanimadoras. A menudo, en el transcurso de la vida, los creyentes se encuentran en situaciones que les infunden temor e incertidumbre; pero Dios revela su presencia y habla palabras de ánimo y esperanza (ver Gén. 15: 1; 46: 3; Exo. 14: 13; Núm. 14: 9; Deut. 1: 21; Isa. 43: 1; Luc. 12: 32). Mientras el pueblo de Dios viva en el mundo, se levantarán dificultades y surgirán peligros que deberá afrontar. Satanás hará todo lo posible para que los justos cedan ante la duda y el temor, pero a través de la niebla de la incertidumbre y la duda aún les llega en forma clara y animadora la voz de Dios: "No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14: 27).
Más.
Cuando un creyente se encuentra rodeado por los enemigos del Señor, siempre puede tener la seguridad de que la fuerza que lo acompaña es infinitamente mayor que la del enemigo. Cuando los ejércitos de Senaquerib rodearon la ciudad de Jerusalén, exigiendo su rendición, Ezequías dio a su pueblo un mensaje de ánimo similar a éste (2 Crón. 32: 7, 8). El más débil hijo de Dios, aparentemente solo y olvidado en la tierra, nunca necesita temer de fuerza alguna que el enemigo pueda enviar contra él. Con Dios a su lado, su 881 fuerza será mayor que la de las más potentes huestes del mal.
17.
Que abras sus ojos.
Las mayores realidades no pueden verse con los ojos físicos. Sin la ayuda del Señor, él mismo y sus ángeles son invisibles para el hombre. Con los ojos de la carne sólo podemos ver las cosas materiales.
Las realidades espirituales se disciernen espiritualmente. Nuestra mayor necesidad es que se nos abran los ojos para que podamos ver a Dios y la importancia vital de todo lo que se relaciona con su reino. A menos que Dios nos abra los ojos recorreremos los caminos de la vida como ciegos, sin entender nunca los bienes del Señor, sin llegar a comprender la vital importancia de la justicia ni apreciar el alcance de la santidad. Cuando oramos a Dios, se nos abren los ojos, y comenzamos a captar el valor de lo que es más vital en nuestra existencia.
El monte estaba lleno.
Los ángeles de Dios son los compañeros constantes de los justos. En torno a éstos hay mensajeros del cielo que los guardan, y por cuyas filas los ángeles malos nunca podrán pasar a menos que por su propia elección los santos rechacen la protección divina. Quien es ayudado por el Señor puede hacer frente fácilmente a las más grandes potencias de la tierra (ver Sal. 3: 6; 27: 1, 3; 34: 7). Los carros y caballos que rodeaban a Eliseo eran miríadas de poderosos ángeles enviados por Dios para cuidar a sus siervos.
18.
Ceguera.
Heb. sanwerim, vocablo que sólo aparece aquí (dos veces), y en Gén. 19: 11. Se desconoce la etimología exacta de la palabra. Algunos han pensado que no se trataba de una ceguera física total, sino sólo de una especie de enajenación, en la cual los soldados no podían ver las cosas como en realidad eran (ver com. Gén. 19: 11). Se presentan dos problemas: (1) ¿Cómo podría Eliseo haber guiado a este grupo de hombres por 17 km de camino montañoso hasta Samaria si hubieran estado todos totalmente ciegos? (2) ¿Por qué persistían los sirios en prender a Eliseo, cosa totalmente imposible estando todos ciegos? Si la ceguera era total, la explicación ha de ser que fueron heridos, como la gente de Sodoma, con "doble ceguedad" (ver PP 156). La ceguera del alma los llevaba a persistir en su mal proceder a pesar del castigo de Dios. El milagro pudo haber tenido mayores alcances que la ceguera física, a fin de que Eliseo pudiera llevarlos hasta Samaria mientras persistieran en el propósito de prenderlo.
19.
No es este el camino.
Otros casos en los cuales los enemigos del Señor llegaron a conclusiones erradas que ocasionaron su derrota fueron, por ejemplo: (1) cuando los 300 hombres de Gedeón parecieron a los madianitas como un ejército devastador (Juec. 7: 19-21); (2) cuando en la batalla contra los moabitas el agua pareció ser sangre (2 Rey. 3: 22, 23); (3) cuando los sirios creyeron que el ruido que oían era el de los ejércitos de los hititas y egipcios (2 Rey. 7: 6). Ver también Jos. 8: 15.
21.
A Eliseo.
El rey pidió instrucciones al profeta, y no el profeta al rey. El rey llevaba la corona del reino, pero el profeta hablaba en el nombre del Señor. Joram comandaba los ejércitos de Israel, pero había legiones de ángeles al mando de Eliseo.
Padre mío.
El uso de esta frase no indica ningún parentesco, sino el respeto que el rey tenía por Eliseo.
¿Los mataré?
En hebreo el verbo aparece dos veces. La repetición de esta palabra puede indicar el apuro que tenía Joram de matar a los sirios, a quienes el profeta había puesto a su alcance. El que no los matara inmediatamente indicaría que tenía dudas en cuanto a si era o no lo que debía hacer.
22.
No los mates.
Se prohibió a Joram que matara a los cautivos, ya que el propósito del milagro no era matarlos, sino, al menos en parte, abrirles los ojos para que comprendieran que era totalmente inútil intentar algo contra un profeta de Dios. Mediante la niña hebrea cautiva que servía en la casa de Naamán, los sirios habían tenido la oportunidad de conocer la misericordia y el poder del Señor, quien ahora quería enseñarles otras lecciones en cuanto a su amor y su irresistible fuerza. Si los cautivos sirios no hubieran vuelto a su patria para contar a sus compatriotas lo que había ocurrido, el propósito por el cual el Señor realizó este milagro no se habría cumplido.
¿Matarías tú?
Habría sido un crimen inexcusable que el rey de Israel matara a sangre fría a los prisioneros que hubiera tomado en la guerra. Eliseo hizo saber a Joram que estos hombres eran prisioneros de guerra y que tenían todo el derecho de ser tratados como tales. Aun en circunstancias normales habría 882 sido un crimen que el rey matara a los prisioneros tomados con su propia mano; pero en la situación presente el crimen habría sido mucho peor, y habría dejado muy mal a Israel y a su Dios ante los sirios.
Pan y agua.
Es decir, que el rey debía tratarlos como invitados y no como prisioneros. Los sirios debían recibir una lección objetiva del poder que la religión de los israelitas tenía para hacerlos benignos y misericordiosos (ver Prov. 25: 21, 22; Mat. 5: 44).
23.
Una gran comida.
Heb. kerah, "banquete" (BJ). No se les dio comida común a los sirios, sino una comida especial de fiesta. Según la ley tácita del desierto, el hombre que acepta comida en una tienda se transforma en amigo y debe ser protegido.
Ellos se volvieron a su señor.
Cuando regresaron a su país, estos sirios eran muy diferentes a como habían sido cuando fueron a prender al profeta. De enemigos, se habían transformado en amigos. La comida de la cual habían participado no les había alimentado sólo el cuerpo sino también el alma. Habían aprendido una lección inolvidable.
Nunca más vinieron.
Este era el efecto natural del trato caballeresco que Joram había brindado a sus cautivos. Por el momento terminaron las incursiones sirias en territorio de Israel. Joram había logrado con su banquete lo que no podría haber realizado mediante las armas. La bondad resultó un arma más poderosa que la espada. Cuando uno hace el bien a sus enemigos, se ayuda a sí mismo. Dios es bueno no sólo con los justos, sino también con los impíos, pues "hace salir su sol sobre malos y buenos, y ... hace llover sobre justos e injustos" (Mat. 5: 45). Así también los cristianos deben amar a sus enemigos y tratar con bondad a quienes les hacen daño. Sólo con tal espíritu pueden disiparse la amargura y la contención.
24.
Después de esto.
No se registra cuánto tiempo transcurrió desde que Joram sirvió este banquete a los invasores sirios hasta que Ben-adad sitió a la ciudad de Samaria. Sin embargo, deben haber pasado varios años, pues había resurgido el antiguo espíritu de enemistad entre las dos naciones. No se informa la causa de esta nueva guerra entre Siria e Israel.
Ben-adad.
Es decir, Ben-adad II. El primer Ben-adad fue contemporáneo de Asa (1 Rey. 15: 18-20). Ben-adad II es el mismo rey al cual Acab había derrotado dos veces, y con el cual se había mostrado tan indulgente como para recibir la censura de un profeta (1 Rey. 20: 1-42). El rey Acab murió tres años más tarde guerreando contra este mismo rey (1 Rey. 22: 1-37). Ben-adad aparece varias veces en los registros de Salmanasar III de Asiria. En el texto cuneiforme su nombre puede leerse Addu-'idri o Bir-'idri. Los asiriólogos prefieren esta última forma. En las inscripciones arameas de Hamat se lo llama Bar-hadad. Los asirios pudieron haber pensado que Bar representaba al dios babilónico Bir, y también confundieron Hadad con Hadar, pues en las letras arameas es fácil confundir la r con la d. No importa cuál sea la explicación de las diferencias en el nombre, no hay duda de que el Ben-adad de la Biblia, el Bar-hadad de la inscripción aramea y el Bir-'idri de los textos asirios son una misma persona. El hebreo Ben-hadad significa "hijo de Hadad". Hadad era el nombre del bien conocido dios de las tormentas adorado por los semitas occidentales. En las inscripciones asirias, Bir-'idri aparece como rey de Siria hasta el año 14 de Salmanasar, cuando el rey asirio dice haber obtenido una gran victoria sobre él y sus aliados.
Sitió a Samaria.
Esta no fue una pequeña incursión fronteriza, sino una guerra en serio y de máxima intensidad. Es probable que Ben-adad hubiera aprovechado un momento cuando Salmanasar no realizaba una campaña activa en la zona del Mediterráneo.
25.
Gran hambre.
No se desconocían las hambres en Israel. En tiempos de Elías hubo una sequía que duró tres años y medio (1 Rey. 17: 1 a 18: 1; Luc. 4: 25; Sant. 5: 17), y en tiempos de Eliseo hubo hambre durante siete años (2 Rey. 8: 1); pero el hambre que se menciona aquí fue resultado del sitio.
Ochenta piezas de plata.
Es decir 80 siclos, o sea 912 g de plata. El asno era animal inmundo para los hebreos, quienes no lo comían sino como último recurso. La cabeza sería la peor parte, y por tanto, la más barata. Plutarco registra que en ocasión de un hambre durante el reinado de Artajerjes Mnemón, la cabeza de un asno se vendía en 60 dracmas, aunque comúnmente se podía comprar todo el animal por la mitad de esa suma. Plinio relata que durante el sitio de Casalino se vendía un ratón por 200 denarios.
Cuarta parte de un cab.
El cab era una 883 medida de poco más de un litro. Las cinco piezas de plata eran cinco siclos, o sea unos 57 g. Es difícil pensar que los seres humanos pudieran verse obligados a comer alimentos tan imposibles de tolerar, pero Josefo dice que cuando Tito sitió a Jerusalén, "algunas personas sufrieron la terrible angustia de verse obligadas a buscar en las cloacas y los viejos muladares, y comer el estiércol que allí encontraran" (Guerras v. 13. 7). Una interpretación más reciente procura explicar que "estiércol de paloma" se referiría a algún producto vegetal muy barato e indeseable, el peor alimento posible para el consumo humano. Tal identificación no puede probarse. La BJ dice "un par de cebollas silvestres".
26.
Por el muro.
Los muros de las antiguas ciudades fortificadas tenían encima un espacio amplio, protegido por una muralla almenada en su borde exterior, donde se ubicaban la mayor parte de los defensores y desde donde lanzaban piedras o disparaban flechas contra el enemigo. El rey parece haber estado recorriendo estas defensas, animando a sus tropas y enterándose de cómo iba el sitio. Una mujer que estaba en la calle, o quizá en el techo de alguna casa vecina al muro de la ciudad, vio al rey y le pidió ayuda.
27.
¿De dónde te puedo salvar yo?
La situación era tal que ni aun el rey podía hacer nada. Joram reconocía francamente que no había ningún recurso a su alcance para aliviar la angustia de la mujer. Si el Señor no la ayudaba, ¿qué podría hacer él en estas circunstancias tan adversas?
¿Del granero?
Con la ironía de la desesperación, Joram le recuerda a la mujer lo que ya sabe demasiado bien: que ya se ha agotado todo vestigio de alimento.
28.
¿Qué tienes?
En un primer momento el rey había pensado que la mujer le estaba pidiendo comida. Ahora se dio cuenta de que ella parecía tener otro pedido. Quizá creyó que le había respondido en forma demasiado áspera frente a tantos de los pobladores y defensores de la ciudad. Después de todo, él era todavía el rey, y cualquier ciudadano tenía el derecho de acercarse a él para hacerle un pedido final. Y se dispuso a escuchar su petición.
29.
Cocimos, pues, a mi hijo.
A Israel se le había advertido por medio de Moisés que si se apartaba de Dios sería víctima de circunstancias tan amargas, que los padres comerían la carne de sus propios hijos e hijas (Lev. 26: 29; Deut. 28: 53). Esta profecía se había cumplido en forma terrible. Dios previó exactamente cuáles serían los temibles resultados finales de la transgresión, e hizo todo lo que su amor y paciencia pudieron realizar para impedir que las cosas llegaran hasta este punto. La profecía de Moisés se cumplió otra vez cuando Nabucodonosor sitió a Jerusalén (Lam. 4: 10), y una vez más durante el sitio final que sufrió por parte de Tito (Josefo Guerras vi. 3. 4).
Ella ha escondido a su hijo.
Difícilmente puede imaginarse una acusación más desgarradora y a la vez horrible. En su terrible situación, las dos madres habían hecho un trato espantoso. Ya se habían comido a un hijo, pero la segunda madre no se sentía capaz de cumplir lo prometido. A fin de salvar a su hijo, lo había escondido, y la primera mujer procuraba obligarla a hacerlo aparecer recurriendo al rey. En un caso como ése, ¿qué podía hacer el rey?
30.
Rasgó sus vestidos.
En estas circunstancias, ésa parecía ser la única reacción posible del rey. No podía ordenar que la mujer hiciese aparecer a su hijo para que se lo comieran; tampoco estaba en condiciones de poner fin a esta terrible angustia. Se rasgó los vestidos, no por pesar o arrepentimiento, como lo hizo su padre (1 Rey. 21: 27), sino por horror y consternación.
Cilicio que traía interiormente.
En vez de llevar el cilicio por fuera, parece que Joram se había puesto este vestido de penitencia bajo su ropa exterior, y lo llevaba así en forma menos manifiesta. Es probable que con ese ardid intentara apaciguar la ira de Jehová. El pueblo vio en el cilicio una expresión de la compasión que el rey sentía por ellos en su hora de angustia.
31.
La cabeza de Eliseo.
Eliseo había instado al pueblo a arrepentirse, y sin duda le había dicho con claridad que, si no se apartaba de sus pecados y se volvía al Señor de todo corazón, podía esperar dificultades y angustia. El rey estaba irritado contra el profeta, y procuró culparlo por la continuación del sitio y del hambre. Al hacer esto, procedía como lo habían hecho su hermano Ocozías y su padre Acab (ver com. cap. 1: 10). Un penitente de verdad habría llevado el cilicio manifiestamente y no en secreto, y no se habría vuelto contra el profeta de Dios. Entre los 884 judíos no era común decapitar a un culpable, pero sí se practicaba en Asiria y otras naciones vecinas. Lleno de amargura y de ira, Joram amenazó a Eliseo con esa terrible forma de pena capital.
32.
Sentados los ancianos.
Es probable que en este grupo no sólo estuvieran comprendidos los dirigentes de la ciudad, sino también los nobles y jefes de todo el país; como tales, eran los más respetados y dignos ciudadanos del Estado. En esta hora de emergencia habían ido a la casa de Eliseo, sin duda para pedirle consejo y ayuda. El peligro inminente les había hecho reconocer el poder de Jehová y recurrir a su profeta. Más tarde, cuando los habitantes de Jerusalén se encontraron en una crisis similar, consultaron a Jeremías para pedir dirección y conocer la voluntad del Señor (Jer. 21: 1, 2; 38: 14).
Antes que el mensajero viniese.
Joram quería matar a Eliseo, y mandó a un hombre para que lo decapitara; pero antes de que llegara, el Señor previno a Eliseo de las intenciones del rey para que los dirigentes del país se enteraran claramente de todo.
Hijo de homicida.
Acab, padre de Joram, no sólo era culpable de la sangre de Nabot sino también de la de los profetas que perdieron la vida por orden de Jezabel, con pleno consentimiento de él. Aun el fiel siervo Abdías había temido que Acab lo matara cuando se le dijo que llevase al rey un mensaje referente a Elías (1 Rey. 18: 9). Joram, hijo de un homicida, poseía las mismas malas características de su padre.
Envía.
El verdugo ya estaba en camino, pero Eliseo no mostró ninguna preocupación. Era profeta del Señor, y sabía que su vida estaba en las manos de Dios y no a merced de hombres malvados.
Impedidle la entrada.
Literalmente, "haced fuerza contra él con [en] la puerta". "Rechazadle con ella" (BJ). Es decir, debían cerrar la puerta y hacer fuerza contra ella para que no pudiera entrar. El profeta no había hecho nada para merecer la muerte, ni se le había sentenciado por crimen alguno. Como mensajero del cielo, tenía todo el derecho de dar esas instrucciones aunque constituyeran una contraorden a lo que el rey había mandado. Los gobernantes tienen la responsabilidad de proteger, y no de perseguir, al ciudadano recto que se rige por la ley. El homicidio es tan criminal de parte de un rey como lo es de parte de cualquier ciudadano.
Tras él.
A pocos pasos del que debía ser el verdugo venía el rey para ver si sus órdenes se habían cumplido.
33.
Y dijo.
Se ha suscitado la pregunta en cuanto a quién pronunció las palabras que siguen, si fue el mensajero o el rey. Estas palabras fueron, evidentemente, dichas por el rey, fuera que éste hubiese llegado o no, pues el mensajero no tenía derecho de hablar así en su propio nombre; y si pronunció estas palabras, lo hizo porque se le había ordenado hablarlas en nombre del rey. Sin embargo, parece que el rey ya había llegado, y habló. Es verdad que el registro bíblico no anuncia su llegada, ni aquí ni en los versículos siguientes, pero siendo que Eliseo dijo que el rey venía tras el mensajero, su llegada no pudo haber tardado mucho. Las palabras pronunciadas reflejan el parecer del rey. Estaba airado contra el profeta y contra el Dios que ese profeta representaba. Declaró que las dificultades por las que pasaba el país habían venido de Dios, quien debía hacerse responsable de esa culpa. Ya que no podía descargar su ira contra Dios, Joram la dirigió contra su profeta.
¿Para qué he de esperar?
Joram preguntó por qué debía hacer caso a Dios. Creyó que el Señor arbitrariamente había enviado ese mal sobre Samaria, y que por lo tanto era responsable de todos los horrores que acontecían. Esta repentina acción contra el profeta fue la respuesta del rey a la mujer que había recurrido a él (ver vers. 26). Puesto a prueba a la vista del pueblo y de los soldados, el rey, en su dilema, se había visto obligado a actuar, y su decisión fue volverse contra Dios y Eliseo. Ya que Dios había dejado sobrevenir el sitio, no haría nada para que éste se acabara; por tanto, Joram trató de convencerse de que su única salida era volverse contra Dios y tomar el asunto en sus propias manos. Esto hacía cuando ordenó que se matara a Eliseo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-33 PR 191-195
1, 2 PR 195
1-7 Ed 213
5-7 PR 195
8-17 PR 191
16, 17 DTG 207; PR 197
17 CS 221; PR 434
18-23 PR 192
24-33 PR 193 885



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 7       AUDIO
1 Eliseo profetiza abundancia en Samaria. 3 Cuatro leprosos se introducen en el campamento de los sirios y llevan noticias de la huida de su ejército. 12 El rey comprueba la veracidad de la noticia y saquea las tiendas sirias. 17 El príncipe que no creyó en la profecía de la abundancia, y tenía a su cargo la puerta, es atropellado y muerto por el pueblo.

1 DIJO entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria.
2 Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.
3 Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?
4 Si trataremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos.
5 Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no había allí nadie.
6 Porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros.
7 Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas.
8 Cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestidos, y fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y fueron y lo escondieron.
9 Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey.
10 Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el campamento intacto.
11 Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey.
12 Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.
13 Entonces respondió uno de sus siervos y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan acá también perecerán como toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y enviemos y veamos qué hay.
14 Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y envió el rey al campamento de los sirios, diciendo: Id y ved.
15 Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por la premura. Y volvieron los mensajeros y lo hicieron saber al rey.
16 Entonces el pueblo salió, y saqueó el campamento de los sirios. Y fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová.
17 Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuyo brazo él se apoyaba; y lo atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de 886 Dios, cuando el rey descendió a él.
18 Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos seahs de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria.
19 A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Si Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.
20 Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.
1.
Palabra de Jehová.
El rey de Israel había expresado su opinión, y ahora Eliseo había de revelar la voluntad del Señor. Debe señalarse que la división entre los capítulos 6 y 7 es artificial. Una división más lógica tendría que haberse hecho después del cap. 6: 23, pues la narración del sitio de Samaria comienza en el 6: 24. Eliseo acepta el desafío del rey, y expone lo que el Señor está a punto de hacer. Joram había culpado a Dios ante todo el pueblo por la crisis existente, y después de haberse vuelto contra él, se proponía tomar las cosas en sus propias manos con la esperanza de encontrar así algún alivio para la situación. Eliseo declara que es Dios y no el rey quien proporcionará el alivio anhelado.
Seah.
Esta medida hebrea era seis veces mayor que el cab. Tres seahs correspondían a un efa. El seah tenía más o menos 7,33 litros (ver t. 1, pág. 176). Un día, "la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas" se vendía por "cinco piezas de plata" (cap. 6: 25); pero al día siguiente 24 veces esa cantidad de trigo se vendería por la quinta parte de ese precio. En otras palabras, el dinero que durante el hambre servía para comprar un puñado del producto menos apreciado y de menor valor que pudiera usarse para sostener la vida, al día siguiente compraría 120 veces más de la mejor harina de trigo.
La puerta de Samaria.
En las ciudades orientales, cuya entrada a las cuales es a través de puertas en las murallas, las puertas se convierten en un mercado próspero y activo. Cuando se consiguiera el alimento, el centro de distribución se ubicaría en una de las puertas de Samaria.
2.
Un príncipe.
Heb. hashshalish, literalmente, "el tercero". En un principio, la palabra quizá indicaba al tercer hombre del carro, como era el caso entre los hititas. En los carros asirios sólo iban dos hombres. Más tarde pasó a ser el título de un funcionario importante en las cortes orientales. Cuando Jehú mató a Joram, fue su shalish Bidcar quien recibió la orden de deshacerse del cuerpo del rey muerto (cap. 9: 24, 25). El hecho de que se describa a este funcionario como aquel "sobre cuyo brazo se apoyaba el rey", indica que debe haber sido un personaje de cierta importancia, quizá un funcionario que servía personalmente al rey y a quien se le confiaban, en ciertos momentos, responsabilidades importantes. Al día siguiente este funcionario fue puesto en la puerta de Samaria donde se vendía el alimento (cap. 7: 16-18). La presencia, en esta ocasión, de este magistrado en casa de Eliseo, indica que el rey también estaba allí (ver com. cap. 6: 33).
Respondió.
Este funcionario procuró mostrar cuán ridícula y totalmente imposible de cumplirse era la declaración de Eliseo. En esta forma intentó defender al rey en la posición que había asumido de no confiar más en Jehová.
No comerás de ello.
El burlador había de ser testigo ocular del cumplimiento de la profecía de Eliseo, pero por su incredulidad no se le permitiría participar de las bendiciones que traería dicho cumplimiento.
3.
A la entrada.
Esos hombres, como eran leprosos, no podían entrar en la ciudad en circunstancias normales. La ley de Moisés exigía que los leprosos vivieran "fuera del campamento" (Lev. 13: 46; Núm. 5: 2, 3). Por eso estaban fuera de las murallas de la ciudad, aunque cerca de la puerta.
¿Para qué nos estamos aquí?
En tiempos mejores, la gente de la ciudad probablemente alimentaba a los leprosos; pero, a causa del hambre, nadie traía más alimento a estos infortunados, y estaban por morir de inanición.
5.
Al anochecer.
Esperaron hasta la caída de la noche, cuando en la oscuridad pudieran ir hasta el campamento enemigo sin que los vieran sus compatriotas que estaban sobre los muros y pensaran que se trataba de una deserción.
6.
Se oyese estruendo.
Compárese con com. cap. 6: 19.
Ha tomado a sueldo.
En la antigüedad era 887 común el empleo de mercenarios. Los hijos de Amón contrataron a los sirios para resistir a David (2 Sam. 10: 6; 1 Crón. 19: 6, 7). En medio de las cambiantes relaciones políticas del antiguo Oriente, la fuerza militar de cualquier pueblo podía encontrarse de un momento a otro haciendo frente a casi cualquier otro pueblo.
Los heteos.
Ver pág. 32. Sólo quedaban restos del otrora poderoso reino hitita. Pero los pequeños Estados hititas del norte de Siria retenían mucha de su belicosidad original, y sus fuerzas podían constituir una seria amenaza para los ejércitos de Siria.
Reyes de los egipcios.
Esta era la época de la XXII dinastía de Egipto (ver com. 1 Rey. 14: 25), de reyes libios, cuya capital estaba en Bubastis, en la parte oriental del delta. Sin duda, la expresión "reyes de los egipcios" se refiere a ciertos reyezuelos menores y subordinados, y no al rey de Egipto mismo.
7.
Se levantaron y huyeron.
Se describe una huida precipitada y desordenada. Al creerse rodeados por todos lados de enemigos, los sirios huyeron apresuradamente del campamento, pensando cada uno sólo en salvar su vida. Y dejaron todas las cosas.
8.
Comieron.
Los leprosos pensaron primero en satisfacer el hambre que padecían. Luego respondieron al impulso natural de tomar de aquel tesoro que sólo aguardaba que alguien se lo llevara.
9.
No estamos haciendo bien.
No estaban haciendo bien, pero tardaron mucho en darse cuenta de ello. Dentro de la ciudad, hombres, mujeres y niños estaban muriendo de hambre, pero en todo este lapso los leprosos sólo pensaron en sí mismos. Si dejaban que sus compatriotas perecieran, teniendo al alcance tal abundancia, permitirían que sus ávidas manos y corazones codiciosos fuesen responsables de la sangre de los que morían. Finalmente los leprosos se dieron cuenta de que su buena suerte significaba tanto una responsabilidad como una oportunidad.
Nos alcanzará nuestra maldad.
"Incurriremos en culpa" (BJ). Una mala conciencia reconoce que quien hace el mal debe pagar su culpa. Nadie puede pecar impunemente. La maldad siempre recae sobre el culpable.
12.
Yo os declararé.
Joram no podía creer que lo que el profeta de Dios había predicho se había cumplido en realidad. En su incredulidad sólo podía pensar el mal en un momento de liberación y bendición. Los sirios habían desaparecido, pero él no lo creía. Allí había alimento disponible, pero él no podía aceptar esa realidad. Dios, bondadoso y benigno, había cumplido su palabra; pero el rey rehusó admitirlo. Su naturaleza malvada y desconfiada le impidió darse cuenta de que los horrores del sitio habían terminado y que para los que estuvieran dispuestos a creer y recibir, había una abundancia increíble.
13.
Uno de sus siervos.
Este siervo demostró más sabiduría que el rey. Su respuesta demostró fe y un buen sentido práctico. Después de todo, existía la posibilidad de que el informe de los leprosos fuera cierto. ¿Por qué no hacer un esfuerzo para comprobarlo, sobre todo cuando ese esfuerzo podría hacerse a muy bajo costo? En la ciudad todavía quedaban unos pocos caballos, ¿por qué no arriesgarlos en una empresa como ésta?
14.
Dos caballos de un carro.
El hebreo dice "dos carros de caballos". Con una ligera variante en la vocalización y la añadidura de una yod, podría leerse "jinetes de caballos". Sin duda los traductores de la LXX pensaron que así debía leerse, pues dice esa versión que los hombres iban a caballo y no en carros. La BJ dice "tomaron dos tiros de caballos", pero esta traducción es interpretativa.
15.
Hasta el Jordán.
Todo indicaba que los sirios habían partido rumbo a su patria, y habían seguido hasta donde era posible el camino hacia el Jordán, para proseguir hacia Damasco. El camino más corto al Jordán tenía al menos unos 32 km, una gran distancia si se consideran las circunstancias de entonces; pero los mensajeros hebreos estaban decididos a comprobar los hechos. Todo mostraba que los sirios habían huido despavoridos, abandonando por el camino todo lo que pudiera impedir su huida.
16.
Conforme a la palabra de Jehová.
Pero no conforme a las ideas del rey. En todas las circunstancias vale la pena averiguar qué dice el Señor. Su palabra es siempre verdadera. Sin duda se cumplirá lo que dice Dios. Quien tenga fe en él, puede ir por caminos totalmente seguros. La profecía cumplida siempre contradice la incredulidad. Si Joram se hubiese vuelto al Señor, podría haberle dado a su pueblo un mensaje de esperanza. Si hubiese aceptado las palabras de Eliseo, podría haber descansado en paz y haber dado a su pueblo un ejemplo de valor y confianza. 888 Siempre sale perdiendo quien rehúsa creer en la palabra del Señor. La fe en él es el camino de sabiduría y vida. Da a los hombres gozo y paz en este mundo, y señala el camino a una eternidad de paz en el mundo venidero.
17.
Puso a la puerta.
En una ocasión tal, ésta era una responsabilidad importante. Cuando se conociese la noticia de la huida de los sirios, todos tendrían un solo pensamiento: salir por la puerta de la ciudad para buscar alimento. La situación no era fácil de controlar. Con toda probabilidad, en esta hora crucial el rey también eligió situarse en la puerta de la ciudad, quizá encima de ella, en el muro, donde pudiera observar bien tanto la ciudad como el campamento de los sirios.
18.
Aconteció.
Desde este versículo hasta el final del capítulo el autor repite en buena medida lo que ya ha dicho. Con evidente satisfacción repite las predicciones de Eliseo y las palabras de duda expresadas por el príncipe, y señala de nuevo el completo cumplimiento de las predicciones del profeta.
Mediante vicisitudes como éstas, el Señor estaba atrayendo lentamente de nuevo a los hijos de Israel a la fe, la obediencia y religión de sus padres. Durante muchos años la gente había estado adorando ídolos. Tanto los sacerdotes como los gobernantes eran malos. Los reyes desempeñaban un papel importante en la apostasía y la iniquidad. Por todas partes se veían injusticia, inmoralidad, intemperancia y crueldad. Los templos de culto se habían convertido en centros de iniquidad. El pueblo escogido de Dios se había apartado mucho de la justicia y de los caminos de santidad y paz. Necesitaba aprender otra vez que Dios era benigno y bondadoso, que amaba a su pueblo y que deseaba que anduviera en los caminos de misericordia, justicia y verdad. En las condiciones en que se encontraba Israel, estas lecciones eran muy difíciles de aprender. Los métodos comunes no bastaban. Por eso Dios envió hombres como Elías y Eliseo para proclamar mensajes de censura y exhortación, y para realizar notables milagros. Como resultado, muchos volvieron a la razón, a la justicia, a la fe y a la obediencia a Dios. Santos hombres vivieron la vida y el amor de Dios ante sus prójimos, y, como consecuencia, un nuevo espíritu y una nueva esperanza resurgieron en los corazones y las vidas de los hombres. Una vez más se comenzaron a ver entre los hijos de la tierra, la paz y la justicia del cielo. La obra de Eliseo no había sido en vano.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 PR 193
1 PR 193
3-9, 16 PR 193


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 8       AUDIO
1 La sunamita, habiendo abandonado el país durante siete años para evitar el hambre, recibe sus tierras de vuelta. 7 Hazael, luego de haber sido enviado por Ben-adad con un regalo para Eliseo en Damasco, mata a su amo después de escuchar la profecía y reina en su lugar. 16 El perverso reinado de Joram. 20 La rebelión de Edom y Libna. 23 Ocozías reina en lugar de Joram. 25 El perverso reinado de Ocozías. 28 Ocozías va a Jezreel a visitar a Joram, quien había sido herido en la batalla.
1 HABLO Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años.
2 Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años.
3 Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus tierras.
4 Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.
5 Y mientras él estaba contando al rey 889 cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.
6 Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.
7 Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí.
8 Y el rey dijo a Hazael: Toma en tu mano un presente, y ve a recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad?
9 Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad?
10 Y Eliseo le dijo: Ve, dile: Seguramente sanarás. Sin embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente.
11 Y el varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta hacerlo ruborizarse; luego lloró el varón de Dios.
12 Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas pegarás fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres que estén encintas.
13 Y Hazael dijo: Pues, ¿qué es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas? Y respondió Eliseo: Jehová me ha mostrado que tú serás rey de Siria.
14 Y Hazael se fue, y vino a su señor, el cual le dijo: ¿Qué te ha dicho Eliseo? Y él respondió: Me dijo que seguramente sanarás.
15 El día siguiente, tomó un paño y lo metió en agua, y lo puso sobre el rostro de Ben-adad, y murió; y reinó Hazael en su lugar.
16 En el quinto año de Joram hijo de Acab, rey de Israel, y siendo Josafat rey de Judá, comenzó a reinar Joram hijo de Josafat, rey de Judá.
17 De treinta y dos años era cuando comenzó a reinar, y ocho años reinó en Jerusalén.
18 Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab, porque una hija de Acab fue su mujer; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová.
19 Con todo eso, Jehová no quiso destruir a Judá, por amor a David su siervo, porque había prometido darle lámpara a él y a sus hijos perpetuamente.
20 En el tiempo de él se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre ellos.
21 Joram, por tanto, pasó a Zair, y todos sus carros con él; y levantándose de noche atacó a los de Edom, los cuales le habían sitiado, y a los capitanes de los carros; y el pueblo huyó a sus tiendas.
22 No obstante, Edom se libertó del dominio de Judá, hasta hoy. También se rebeló Libna en el mismo tiempo.
23 Los demás hechos de Joram, y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
24 Y durmió Joram con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David; y reinó en lugar suyo Ocozías, su hijo.
25 En el año doce de Joram hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey de Judá.
26 De veintidós años era Ocozías cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri rey de Israel.
27 Anduvo en el camino de la casa de Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque era yerno de la casa de Acab.
28 Y fue a la guerra con Joram hijo de Acab a Ramot de Galaad, contra Hazael rey de Siria; y los sirios hirieron a Joram.
29 Y el rey Joram se volvió a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le hicieron frente a Ramot, cuando peleó contra Hazael rey de Siria. Y descendió Ocozías hijo de Joram rey de Judá, a visitar a Joram hijo de Acab en Jezreel, porque estaba enfermo.
1.
Habló Eliseo.
Puesto que el hebreo podría también traducirse "había hablado Eliseo", no es necesario pensar que lo relatado 890 en este pasaje ocurrió inmediatamente después del sitio de Samaria. Muchas veces la narración bíblica no aparece en el orden cronológico en que transcurrieron los sucesos.
Este incidente ocurrió algún tiempo después de lo que se registra en el cap. 4: 8-37, pero no sabemos cuánto tiempo después. Cuando Eliseo resucitó al hijo de la sunamita, el marido de ésta aún vivía; pero aquí se insinúa que quizá era viuda, o al menos no se menciona al marido. Las instrucciones de Eliseo para que abandonara su casa, una vez próspera, parecen haberse dirigido a una mujer que no contaba con el consejo guiador de un esposo.
A vivir donde puedas.
Eliseo se interesaba bondadosamente en las personas a las cuales había sido llamado a servir. Trataba de ser amigo de todos. Dondequiera pudiera hacer algo para aliviar y mejorar la suerte de alguien, estaba listo para ayudar. Se aproximaban tiempos difíciles, y aconsejó a la mujer que fuera a vivir por un tiempo en algún lugar donde pudiera vivir mejor que en su casa en Sunem.
Hambre ... siete años.
Esta hambre ocurrió en algún momento del reinado de Joram de Israel; pero es imposible fijar la fecha exacta.
2.
Hizo como el varón de Dios le dijo.
La sunamita había aprendido que hay bendiciones en el camino de la obediencia. La instrucción se daba por orden de Dios, y aunque aún habría pruebas y dificultades, los resultados hubieran sido mucho peores si ella se hubiese negado a obedecer dichas instrucciones.
Tierra de los filisteos.
Los filisteos vivían en la fértil llanura situada entre el mar y las montañas del centro de Palestina. Comparada con las laderas pedregosas de las montañas centrales, era una tierra de abundancia. Cuando hubo hambre en la tierra de Canaán, Isaac fue a vivir entre los filisteos (Gén. 26: 1). En circunstancias similares, Abrahán había ido a Egipto (Gén. 12: 10). Noemí había pasado "unos diez años" en la tierra de Moab (Rut 1: 4). Ahora, durante este período de hambre de siete años, la sunamita habitó también en el país de los filisteos.
3.
Por su casa.
La sunamita había sido una mujer pudiente en otro tiempo. En su casa se había hecho una habitación para Eliseo (cap. 4: 8-11), y en sus campos su hijo había enfermado en la época de la cosecha (cap. 4: 18, 19). Mientras estuvo ausente en Filistea. otra persona se apoderó de su casa y de sus tierras. Quizá las autoridades locales tomaron la propiedad por estimar que había sido abandonada por su dueña, o alguna persona del vecindario pudo haberla ocupado como suya. El que tenía la propiedad se negó a devolvérsela cuando ella regresó. Por eso fue directamente al rey con su petición. En el antiguo Oriente era común que un ciudadano se dirigiera al rey para hacer un pedido especial. Casos tales se repiten en el registro bíblico (2 Sam. 14: 4; 1 Rey. 3: 16; 2 Rey. 6: 26).
4.
Había el rey hablado con Giezi.
Mejor, "estaba el rey hablando con Guejazí [Giezi]" (BJ). Esta mención de Giezi indica que esto sucedió mientras Giezi aún era siervo de Eliseo, antes de ser despedido por robo y engaño durante la visita de Naamán.
Todas las maravillas.
Las biografías de Elías y Eliseo están llenas de muchos incidentes interesantes, emocionantes y dramáticos. Tanto el rey como el pueblo se interesaban en escuchar el relato de los hechos notables de estos profetas de Dios. Sin duda, las narraciones se relataban vez tras vez, tanto en el palacio como en la humilde cabaña, en la tierra de Israel y en países extranjeros. Una vez escritas, se las coleccionó e introdujo en el registro sagrado de los hebreos, para que en nuestra época pudiéramos ser animados e instruidos por ellas. Lo que Dios hizo entonces, puede y quiere hacerlo de nuevo hoy. Los relatos que llamaban la atención en tiempos antiguos son los mismos que nos interesan e inspiran hoy. El Dios de Eliseo todavía realiza milagros de gracia por medio de sus siervos escogidos en todas partes de la tierra. No hay relatos que los oídos mortales escuchen con mayor interés y que los conmuevan más, que los que se refieren a la forma en que Dios obra mediante sus instrumentos humanos para realizar sus grandes prodigios.
5.
Mientras él estaba contando.
En el momento dramático en que Giezi contaba al rey cómo Eliseo había resucitado el hijo de la sunamita, ésta entró. Tales hechos no son fruto de la casualidad. Dios vive y participa en los asuntos diarios de sus hijos. Los ángeles guardianes siempre están en actividad para proteger y dirigir por sendas de triunfo y bendición a quienes están bajo su cuidado. El mismo Señor que habló por medio de Eliseo, obró por medio de sus ángeles mensajeros para guiar a la sunamita al palacio del rey en 891 el momento preciso en que su petición sería mejor atendida.
6.
Un oficial.
Heb. saris, literalmente "eunuco" (BJ). Los eunucos generalmente se ocupaban de atender a las mujeres de los reyes orientales (Est. 2: 3, 14, 15; 4: 5; 2 Rey. 9: 32). Se consideraba correcto que un oficial de esa clase acompañara a la mujer para asegurarse de que sus intereses recibieran la debida atención.
Todos los frutos.
No sólo debía devolverse la propiedad a la mujer, sino que debía recompensársela por todo el producto de la tierra que le correspondía durante los años de su ausencia, y por los cuales evidentemente no había recibido ninguna compensación.
7.
Eliseo se fue luego a Damasco.
Damasco era la capital del rey que poco antes había intentado quitarle la vida (2 Rey. 6: 8-15). Nadie podía saber si, mientras estuviera en Damasco, sería tratado con bondad o si el rey de Siria otra vez intentaría matarlo. Eliseo tenía cierto derecho a recibir favores de parte de Ben-adad, porque había sanado a Naamán de su lepra y también había hecho que se liberasen las fuerzas sirias que habían caído en manos de Joram (cap. 6: 22). Por otra parte, Eliseo era quien había desbaratado los planes que Ben-adad tenía contra Joram (cap. 6: 9-12), y además había predicho la humillante retirada de los ejércitos sirios del sitio de Samaria (cap. 7: 1-7). Pero, sin importarle cómo procedería el rey de Siria, Eliseo fue a Damasco. Los intereses de la obra del Señor siempre eran de mayor importancia que su conveniencia o seguridad personales.
El varón de Dios.
Sin duda, toda Siria sabía que Eliseo había curado a Naamán de su lepra. Como Ben-adad estaba enfermo cuando Eliseo llegó a la ciudad, era lógico que se le informara al rey de la presencia del profeta, para que él también llamara a este varón de Dios.
8.
Hazael.
Sin duda, un funcionario importante de la corte siria. La alta estima en que lo tenía el rey, se manifiesta en que Ben-adad le encomendó la importante tarea de consultar a Eliseo en cuanto a su curación.
Toma ... un presente.
En aquellos tiempos se acostumbraba llevar un presente cuando se iba a consultar a un profeta (Núm. 22: 7; 1 Sam. 9: 7; 1 Rey. 14: 2, 3; 2 Rey. 5: 5).
Consulta por él a Jehová.
Es extraordinario que esta orden emanara de un rey de Siria. Es un testimonio notable del éxito de la misión de Eliseo, quien tuvo el privilegio de ver que el rey de una nación que los hebreos consideraban pagana, lo reconociera como varón de Dios y le pidiera que consultara por él a Jehová. Al dar esta orden a Hazael, el rey de Siria testificó ante su pueblo de su interés en el Dios de los hebreos, e hizo también saber a su nación que ya no consideraba como supremos únicamente a los dioses de Siria.
Si los hijos de Israel hubiesen sido fieles a su misión, este tipo de testimonio podrían haberlo dado los gobernantes de muchas naciones. El propósito original de Dios era que los hebreos fueran como una luz sobre un monte para iluminar hasta los confines de la tierra y disipar la oscuridad y la ignorancia. Si hubieran existido más hombres como Eliseo, más reyes como Ben-adad, podrían haber testificado de la grandeza de Dios. Si en Israel hubiese existido más fe y obediencia, en el mundo se habrían visto más fe y esperanza. El fracaso de Israel significó el fracaso y la ruina de las naciones circunvecinas. La salvación de Israel podría haber producido la salvación de muchos en el mundo.
¿Sanaré?
Sólo Dios podía contestar la pregunta de Ben-adad. El rey sabía que si consultaba a los sacerdotes y profetas de Siria, no recibiría una respuesta digna de confianza. Debe hacerse resaltar el contraste entre el proceder del rey de Siria que consultaba al Dios de Israel, con lo que hizo Ocozías, quien pocos años antes había preguntado a "Baal-zebub dios de Ecrón" si había de sanar de su enfermedad (cap. 1: 2). Por esa vergonzosa acción, el profeta Elías reprendió severamente al rey de Israel, y le dijo que moriría (cap. 1: 4). Ocozías era contemporáneo de Ben-adad, y es posible que el rey de Siria se hubiera enterado de lo que había ocurrido en Israel. Por supuesto, la consulta de Ben-adad a Eliseo era más que una consulta: era una invitación al profeta de Israel para que hiciera por el rey lo que había hecho por Naamán.
9.
Fue a su encuentro.
Esta deferencia indica estima por Eliseo, y señala el aprecio que éste gozaba entonces en ese país enemigo. El profeta estaba en algún lugar de Damasco, o cerca de allí, y Hazael fue enviado a ese lugar.
Los bienes de Damasco.
Damasco era entonces un importante centro comercial, y se encontraban en él los más grandes tesoros del 892 Oriente. Entre estos "bienes" podrían señalarse hermosos vasos de cobre, plata y oro, ricos mántos brocados de seda y raso, alimentos exóticos y deliciosos, hermosas joyas de gran valor y muebles hechos de maderas fragantes y costosas.
Cuarenta camellos cargados.
El Oriente era proclive a la ostentación y al fausto, y quizá el rey quiso desplegar un gran alarde del magnífico presente que le ofrecía al profeta. Cuarenta camellos cargados de tesoros, desfilando lentamente por las calles, causarían una gran impresión en la gente, y revelarían tanto la generosidad y la riqueza de su rey como la gran estima que tenía por el profeta.
Tu hijo Ben-adad.
Esta era una frase de respeto. Los discípulos al dirigirse a sus maestros también usaban la palabra "padre" (cap. 2: 12); y otro tanto hacían los siervos para hablar a sus señores (cap. 5: 13). Joram usó esta palabra al dirigirse a Eliseo (cap. 6: 12) en una ocasión cuando sentía por él la más profunda estima y el mayor respeto. En esta misma forma se dirigió Joás a Eliseo durante la última enfermedad del profeta (cap. 13: 14). Sin duda, Ben-adad dijo a Hazael que usara esa forma al dirigirse al profeta a fin de demostrarle el gran respeto que le tenía.
10.
Seguramente sanarás.
El texto hebreo contiene una negación; por tanto, el pasaje puede traducirse "definitivamente no te recobrarás", si bien la construcción hebrea encierra algunas dificultades. La frase se corrigió en el margen de la Biblia hebrea, y dice "ciertamente vivirás". La alteración en cuestión se efectuó al cambiar el negativo hebreo lo' por lo, "a él". Todas las versiones antiguas y los manuscritos hebreos concuerdan con esta lectura marginal: "dirás a él, ciertamente vivirás". Parece, pues, necesario aclarar la contradicción entre esta declaración y la predicción inmediata siguiente, "él morirá ciertamente". Se han dado algunas explicaciones, y la siguiente parece la más razonable: Eliseo dio al rey la seguridad de que su enfermedad no era mortal, de que no era fatal, y por tanto, ciertamente viviría. Ese fue el mensaje que se encomendó a Hazael que llevara a Ben-adad. La pregunta del rey fue: "¿Sanaré de esta enfermedad?", y la respuesta, en este aspecto, fue clara: su enfermedad no era tal como para causarle la muerte; podría vivir.
11.
Hasta hacerlo ruborizarse.
Al parecer, Eliseo miró a Hazael de lleno en el rostro, y fijamente. No se sabe si Hazael ya había albergado ambiciones secretas de sentarse en el trono de su señor. De ser así, pudo sospechar que en ese momento Eliseo leía sus pensamientos más íntimos.
12.
Sé el mal.
El Señor sabía mejor que el mismo Hazael lo que éste haría en el futuro. Rara vez una persona planea de antemano todos los actos malos y repulsivos de los cuales, alguna vez, se hará culpable. Un mal pensamiento inspira otro, una mala acción lleva a otra peor, hasta que el que consiente en andar por el camino del mal se hunde tan profundamente en la iniquidad, como nunca hubiera soñado ni creído que lo haría.
Estrellarás a sus niños.
El futuro rey de Siria, con la amargura y el odio que surgirían en su alma, tomaría parte en los más viles crímenes contra el pueblo de Israel. En tiempos de paz, los hombres no comprenden las crueldades y los horrores que serán capaces de cometer cuando estén en guerra. Los males enumerados por Eliseo no eran desconocidos en las naciones del Cercano Oriente cada vez que éstas se entregaban a las pasiones bélicas (ver 2 Rey. 15: 16; Ose. 10: 14; 13: 16; Amós 1: 3, 13).
13.
Este perro.
Para indicar una persona vil o despreciable (ver 1 Sam. 17: 43; 24: 14; 2 Sam. 3: 8; 9: 8; 16: 9). En esta frase Hazael expresa o una extrema humildad o asume un aire de inocencia ofendida. Parece sorprenderse y asombrarse en gran manera. Tal vez ya había hecho sus planes para su futuro y malvado proceder, pero hasta ese momento no había tramado todo el mal del cual sería culpable con el correr del tiempo. Cuando una persona se inicia en el camino del mal, se asombraría mucho si se le dijera cuál será el resultado final de su conducta.
14.
Que seguramente sanarás.
Posiblemente Hazael repitió el mensaje que había recibido, pero no añadió que el Señor había revelado mediante el profeta que ciertamente moriría.
15.
Tomó un paño.
"Una manta" (BJ). Quizá la colcha o sobrecama que estaba en la cabecera de la cama. La colocó sobre el rostro de Ben-adad, y lo asfixió. Sin duda lo hizo de tal manera que se creyera que había sido algo accidental, o que el rey había muerto en forma natural.
16.
Quinto año de Joram.
Ver en las págs. 893 79, 84, 148, 149, 153 la cronología del reinado de Joram de Israel.
Joram hijo de Josafat.
Respecto al reinado conjunto de Joram de Judá con su padre Josafat, ver com. caps. 1: 17; 3: 1. Desde este punto se prosigue con la historia del reino de Judá que se había dejado en 1 Rey. 22: 50, donde se menciona la muerte de Josafat.
17.
Ocho años.
En relación con este período y también con el método de hacer el cómputo, ver págs. 152, 153.
18.
De los reyes de Israel.
Hay muchas indicaciones de que en este momento Judá estaba estrechamente aliado con el reino de Israel, y andaba en los caminos de su vecino del norte. Una de esas indicaciones es la inferencia de que Judá había adoptado el método de cómputo cronológico de Israel (ver com. cap. 9: 29).
Una hija de Acab.
Esta hija fue Atalía (vers. 26). El matrimonio de Atalía, hija de Acab y Jezabel, con Joram, hijo de Josafat, sirvió para consolidar la alianza entre los dos reinos (2 Crón. 18: 1). En el antiguo Oriente eran comunes tales matrimonios entre las casas reales de naciones que establecían alianza entre sí. Este matrimonio y esta alianza no trajeron más que dificultades a Judá. Atalía se parecía mucho a sus padres, y antes de morir le acarrearía grandes dificultades a Judá. Debido a la alianza entre las dos naciones, Josafat se unió con Acab para hacer guerra contra Siria (1 Rey. 22: 4, 29); se unió con Ocozías, hijo de Acab, para construir naves en Ezión-geber (2 Crón. 20: 35, 36), y con Joram para hacer la guerra a Moab (2 Rey. 3: 7).
Hizo lo malo.
Este es el informe que, hasta este punto, se ha dado de los reyes de Israel; pero ahora Judá también va por los malos caminos de su vecino del norte. Cuando Joram subió al trono mató a todos sus hermanos, a los cuales su padre había dado grandes tesoros de plata, oro y ciudades fortificadas (2 Crón. 21: 3, 4), e introdujo graves formas de idolatría (2 Crón. 21: 11).
19.
Por amor a David.
Ver com. 1 Rey. 11: 36. La luz que Dios le había dado a David, había de seguir brillando a través de todas las edades por medio de su posteridad; pero los impíos descendientes como Joram casi extinguieron esa luz.
20.
Se rebeló Edom.
El Señor no permitió en este momento que desapareciera el reino de Judá, ni dejó que terminara la dinastía de David; pero, por su apostasía, Judá tuvo que sufrir cierto grado de aflicción. Durante el reinado de Joram, los idumeos, que habían estado subyugados a Judá durante siglo y medio, intentaron independizarse. Cuando Dios estableció a Israel en Palestina, planeó que Jerusalén fuera, finalmente, la capital de toda la tierra, que fuera una nación y un pueblo, una hermandad unida, feliz y apacible, unificada por el culto al Dios del cielo (ver PVGM 232, 233; DTG 529, 530). Pero en vez de permitir que la luz de la verdad brillara sobre otros, los israelitas se llenaron de la oscuridad de las naciones que los rodeaban.
Pusieron rey.
Evidentemente depusieron al gobierno del rey anterior, que había recibido su corona de Judá, y eligieron un nuevo soberano independiente, quien dejó de pagar tributo a Judá. David había obligado a los edomitas a pagarle tributo (2 Sam. 8: 14). En tiempos de Salomón, Edom debe haber sido aún vasallo, porque Salomón tenía su flota en Ezión-geber, en la costa sur de Edom (1 Rey. 9: 26), y esta situación se mantuvo durante el reinado de Josafat (1 Rey. 22: 47, 48).
21.
Zair.
Este nombre sólo aparece en este pasaje, y se desconoce su ubicación.
Todos sus carros.
Era difícil penetrar mucho en territorio edomita con una gran fuerza de carros. Quizá Joram marchó hacia el sur hasta la frontera de Edom, donde se habían congregado las fuerzas hostiles de ese país.
Atacó a los de Edom.
Es algo difícil traducir el hebreo de este versículo. Parece entenderse que el rey y sus carros atacaron a los edomitas que los habían rodeado. En la oscuridad, los edomitas habían avanzado contra las fuerzas de Judá y las habían rodeado. Una vez descubierto esto, los carros lograron abrirse paso peleando contra el enemigo hasta llegar a un lugar seguro.
Huyó a sus tiendas.
Es decir, volvieron a sus casas. Ver en el com. 2 Sam. 20: 1; 1 Rey. 8: 66 el significado de la expresión "a sus tiendas". Los edomitas derrotaron a los de Judá, y los obligaron a huir y a volver a sus casas sin haber logrado el propósito de sofocar la sublevación. Con esta rebelión Edom obtuvo su independencia.
22.
Hasta hoy.
Hasta el momento de escribirse esta frase, Judá no había logrado dominar otra vez a Edom. Edom parece haber seguido como Estado independiente hasta 894 que Juan Hircano (134-104 AC) lo subyugó de nuevo.
Libna.
Ciudad ubicada 15,2 km al norte de Laquis (Jos. 10: 29-31). Probablemente deba identificarse con Tell ets Tsáfi, situada a 37,6 km al suroeste de Jerusalén. Es probable que los habitantes de Libna, al rebelarse, se beneficiaran con los ataques que los filisteos hacían por esta época contra Judá (2 Crón. 21: 16, 17).
24.
Durmió Joram.
Ver en 2 Crón. 21: 12-19 las circunstancias de su muerte.
En la ciudad de David.
En 2 Crón. 21: 20 se afirma que fue sepultado en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. Se cree que los sepulcros reales estaban bajo la fiscalización de algunos sacerdotes leales que rehusaron enterrar allí a Joram por su mala conducta.
Ocozías.
Este nombre significa "Jehová ha tomado", o "posesión de Jehová". Alterando algo el orden de las letras, se obtiene el nombre Joacaz, que se aplica algunas veces a Ocozías (2 Crón. 21: 17). El hebreo lo llama Azarías en 2 Crón. 22: 6, aunque en algunos manuscritos hebreos aparece como Ocozías.
25.
Año doce de Joram.
En otros pasajes se dice que Ocozías subió al trono en el 11.º año de Joram. Ambas declaraciones son correctas. Ver la explicación de esta aparente discrepancia en com. cap. 9: 29.
Hijo de Joram.
Según 2 Crón. 21: 17 a 22: 1, Ocozías era el hijo menor de Joram y todos sus hijos mayores habían sido muertos en un ataque enemigo contra el campamento del rey. Tenía el mismo nombre de su tío Ocozías, hijo de Acab, que por entonces era el príncipe heredero en Israel. Su madre era Atalía, hija de Acab y Jezabel (2 Rey. 8: 18, 27). Joram quizá tuvo otras mujeres además de Atalía, quienes pudieron ser las madres de sus hijos mayores.
26.
Hija de Omri.
Atalía era "hija de Acab" (vers. 18), y Acab fue hijo de Omri (1 Rey. 16: 28); por lo tanto Atalía era, en verdad, nieta de Omri. Los hebreos usaban las palabras "hijo" e "hija" para indicar cualquier descendiente, aunque hubiera varias generaciones entre el "padre" y el "hijo". Por ejemplo, Cristo fue "hijo de David", y David fue "hijo de Abrahán" (Mat. 1: 1). Aquí se dice que Atalía era hija de Omri, ya que Omri se destacó mucho por ser el fundador de la más importante dinastía de reyes israelitas. Aunque eran impíos, estos reyes fueron gobernantes enérgicos, e hicieron mucho para que Israel fuese una nación fuerte e importante en el Oriente. Los asirios llamaban a Israel "país de Omri", y aun Jehú, el que exterminó a la dinastía de Omri, fue llamado por ellos "hijo de Omri".
27.
En el camino.
Según 2 Crón. 22: 3, "su madre [Atalía] le aconsejaba a que actuase impíamente". Sin duda, esta enérgica mujer dominó casi totalmente al rey Joram.
28.
Fue a la guerra con Joram.
Aún regía la alianza entre Israel y Judá. Por esto se esperaba que Ocozías acompañara a su tío en esta campaña. Por esta alianza Josafat había ido con Acab a la guerra contra Siria (1 Rey. 22: 29) y con Joram contra Moab (2 Rey. 3: 7, 9).
Hazael rey de Siria.
Las guerras entre Israel y Siria, tan frecuentes durante el reinado de Ben-adad, continuaron durante el reinado de Hazael. En esta ocasión fue Israel quien tomó la ofensiva contra Siria. Israel había sufrido mucho a manos de Ben-adad, y sin duda buscaba la oportunidad de desquitarse. En los países del antiguo Oriente, un cambio de rey muchas veces significaba el comienzo de una serie de guerras; los enemigos procuraban atacar antes de que el nuevo rey hubiera tenido tiempo de consolidar su posición. En una inscripción aramea de Hamat, el nombre de Hazael aparece en la misma forma en que está en la Biblia. También está escrito en placas de marfil que una vez sirvieron para decorar la cama del rey. Estas placas se hallaron en las excavaciones de Arslan Tash en el norte de Siria. En documentos asirios el nombre del rey es Haza'ilu.
Hazael guerreó contra Salmanasar III de Asiria y, según los documentos asirios, sufrió una terrible derrota: perdió 16.000 hombres, 1.131 carros, 470 caballos y también su campamento. Salmanasar relata cómo Hazael huyó para salvar la vida y fue encerrado en Damasco, su ciudad real. Salmanasar devastó los campos fuera de la ciudad capital, hasta el Haurán, por el sur, en la frontera norte con Galaad. Después de eso, el rey asirio partió hacia la costa y recibió tributo de Tiro y Sidón.
Salmanasar lanzó este ataque en el año 18 de su reinado, o sea 841 AC. En ese año Ocozías reinaba en Judá, y Joram de Israel atacó a Ramot de Galaad (ver pág. 84). Después de la tremenda derrota que sufrió Hazael a manos de Salmanasar, el momento era oportuno 895 para que Joram subyugara de nuevo a Ramot de Galaad. Acab había perdido la vida varios años antes cuando intentaba tomar esa misma fortaleza (1 Rey. 22: 3-37).
Hirieron a Joram.
A pesar de las heridas, el sitio tuvo éxito, pues Ramot de Galaad pasó a manos de los israelitas (cap. 9: 1, 4, 14, 15).
29.
A Jezreel.
Acab tenía uno de sus palacios en Jezreel (1 Rey. 18: 45; 21: 1), y sin duda Joram siguió usándolo como un retiro campestre.
Visitar a Joram.
Es probable que Ocozías hubiera permanecido en Ramot de Galaad por algún tiempo después que Joram fue herido. Más tarde, tal vez después de tomar la ciudad, fue a Jezreel para visitar a su tío convaleciente. Esta visita lo llevó a la muerte (2 Rey. 9: 27).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
7-10 PR 191
13 1JT 480; 4T 492
24-27 PR 159


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 9       AUDIO
1 Eliseo envía a un joven profeta con instrucciones para ungir a Jehú en Ramot de Galaad. 4 El profeta se va espués de haber cumplido su comisión. 11 Jehú es hecho rey por los soldados y mata a Joram en el campo de Nabot. 27 Y Ocozías es muerto en Gur y sepultado en Jerusalén. 30 La orgullosa reina Jezabel es arrojada desde una ventana y comida por los perros.

1 ENTONCES el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y toma esta redoma de aceite en tu mano, y ve a Ramot de Galaad.
2 Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y llévalo a la cámara.
3 Toma luego la redoma de aceite, y derrámala sobre su cabeza, y di: Así dijo Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la puerta, echa a huir, y no esperes.
4 Fue, pues, el joven, el profeta, a Ramot de Galaad.
5 Cuando él entró, he aquí los príncipes del ejército que estaban sentados. Y él dijo: Príncipe, una palabra tengo que decirte. Jehú dijo: ¿A cuál de todos nosotros? Y él dijo: A ti, príncipe.
6 Y él se levantó, y entró en casa; y el otro derramó el aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre Israel, pueblo de Jehová.
7 Herirás la casa de Acab tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel.
8 Y perecerá toda la casa de Acab, y destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel.
9 Y yo pondré la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías.
10 Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la puerta, y echó a huir.
11 Después salió Jehú a los siervos de su señor, y le dijeron: ¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel loco? Y él les dijo: Vosotros conocéis al hombre y sus palabras.
12 Ellos dijeron: Mentira; decláranoslo ahora. Y él dijo: Así y así me habló, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel.
13 Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.
14 Así conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba entonces Joram guardando a Ramot de Galaad con todo Israel, por causa de Hazael rey de Siria;
15 pero se había vuelto el rey Joram a Jezreel, para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho, peleando contra Hazael
rey de Siria.) Y Jehú dijo: Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad, para ir a dar las nuevas en Jezreel.
16 Entonces Jehú cabalgó y fue a Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba Ocozías rey de Judá, que había descendido a visitar a Joram.
17 Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: Veo una tropa. Y Joram dijo: Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz?
18 Fue, pues, el jinete a reconocerlos, y dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú le dijo:¿Qué tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo. El atalaya dio luego aviso, diciendo: El mensajero llegó hasta ellos, y no vuelve.
19 Entonces envió otro jinete, el cual llegando a ellos, dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú respondió: ¿Qué tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo.
20 El atalaya volvió a decir: También éste llegó a ellos y no vuelve: y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.
21 Entonces Joram dijo: Unce el carro. Y cuando estaba uncido su carro, salieron Joram rey de Israel y Ocozías rey de Judá, cada uno en su carro, y salieron a encontrar a Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot de Jezreel.
22 Cuando vio Joram a Jehú, dijo: ¿Hay paz, Jehú? Y él respondió: ¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías?
23 Entonces Joram volvió las riendas y huyó, y dijo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías!
24 Pero Jehú entesó su arco, e hirió a Joram entre las espaldas; y la saeta salió por su corazón, y él cayó en su carro.
25 Dijo luego Jehú a Bidcar su capitán: Tómalo, y échalo a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab su padre, Jehová pronunció esta sentencia sobre él, diciendo:
26 Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la sangre de sus hijos, dijo Jehová; y te daré la paga en esta heredad, dijo Jehová. Tómalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra de Jehová.
27 Viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Y lo siguió Jehú, diciendo: Herid también a éste en el carro. Y le hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y Ocozías huyó a Meguido, pero murió allí.
28 Y sus siervos le llevaron en un carro a Jerusalén, y allá le sepultaron con sus padres, en su sepulcro en la ciudad de David.
29 En el undécimo año de Joram hijo de Acab, comenzó a reinar Ocozías sobre Judá.
30 Vino después Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana.
31 Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor?
32 Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo?¿ quién? Y se inclinaron hacia él dos o tres eunucos.
33 Y él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló.
34 Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver a aquella maldita, y sepultadla, pues es hija de rey.
35 Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos.
36 Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios, la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel,
37 y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel.
1.
El profeta Eliseo.
En el cap. 8: 16 se interrumpió el relato de las actividades de Eliseo para narrar acerca del reinado de Joram de Judá y el de su hijo Ocozías. Aquí el relato se refiere de nuevo a Elisco. Surge ahora la pregunta: Tras el largo relato sobre la obra del profeta (caps. 2: 12 a 8: 15), ¿por qué no continúa la narración hasta el final de su carrera? Respuesta: el libro de Reyes es esencialmente un registro de los reyes de Israel y Judá, ordenado en forma cronológica; y los hechos de Elías y Eliseo, aunque 898 importantes, se relacionan con la historia de los reyes. Este suceso de la vida de Eliseo corresponde a los últimos días de la vida de Ocozías y Joram, y está íntimamente unido con el relato del reinado de estos reyes.
Uno de los hijos.
Eliseo había asociado con él un buen número de profetas-discípulos que lo ayudaban constantemente en el cumplimiento de sus muchas responsabilidades. No se sabe quién era este hombre. Rashi, erudito judío del siglo XI, dice que es Jonás al que se menciona (cap. 14: 25) en su carácter de profeta durante el reinado de Jeroboam II. Pero esto sería muy dificil, porque Jeroboam no comenzó a reinar hasta unos 50 años más tarde. La suposición rabínica de que Jonás fue el mensajero aquí mencionado no tiene ningún fundamento.
Redoma.
"Frasco" (BJ), como también en 1 Sam. 10: 1. Los aceites y los ungüentos se llevaban entonces en frascos hechos de barro, de piedra o de vidrio. En Egipto y en Mesopotamia se han encontrado muchos frascos tales.
Ramot de Galaad.
El rey de Israel acababa de ser herido en el sitio de Ramot de Galaad, y había vuelto a Jezreel. Hasta este momento el relato no dice que el sitio hubiera tenido éxito, pero esto se deduce.
2.
Jehú.
En la Biblia no se da ningún detalle de los antepasados de Jehú, ni de la ciudad de donde era; sólo se dice que era hijo de Josafat. Su nombre aparece varias veces en los registros asirios. En un fragmento de los anales del año 18.º del reinado de Salmanasar III (año que se acepta como 841 AC) -donde se menciona la derrota de Hazael-, también se dice que Salmanasar recibió tributo de Iaua mâr Humri, o sea "Jehú, hijo de Omri". Esta inscripción, junto con otra del 6.º año de Salmanasar (ver págs. 84, 163), en la cual el rey asirio relata la lucha contra Acab en la batalla de Qarqar, nos permite establecer el sincronismo con la historia asiria, no sólo con el último año del reinado de Acab, sino también con el año de la muerte de Joram de Israel y el ascenso de Jehú al trono.
Sus hermanos.
Es decir, sus compañeros, los oficiales que lo acompañaban (ver vers. 5).
Llévalo.
Literalmente, "hazle entrar" (BJ). El mensajero debía llevar a Jehú a otra habitación donde pudiera hablarle en secreto.
La cámara.
Literalmente, "habitación dentro de una habitación". (Ver 1 Rey. 20: 30; 22: 25.) "Una habitación apartada" (BJ). No necesariamente se trataba de una cámara secreta, sino de un lugar privado donde el mensajero pudiese hablar a solas con Jehú.
3.
Derrámala sobre su cabeza.
La primera orden de ungir rey a Jehú le fue dada a Elías, cuando se le ordenó que ungiera a Eliseo como sucesor suyo (ver com. 1 Rey. 19: 16).
Echa a huir.
Todo este trámite debía realizarse con rapidez y en secreto. Una vez cumplida su misión, el joven profeta debía partir de inmediato, sin esperar que se le hicieran preguntas ni se le diera una recompensa.
4.
El joven.
El hebreo dice "el joven, el joven profeta", pero tanto en la versión Siriaca como en la LXX esta palabra aparece sólo una vez.
5.
Estaban sentados.
Tal vez en el patio, porque según el versículo siguiente, cuando se le dijo a Jehú que el mensajero venía a hablar con él, "entró en casa".
Jehú dijo.
Evidentemente Jehú dirigía la reunión. Era el comandante de los ejércitos de Israel. Cuando el rey partió de Ramot de Galaad, la ciudad posiblemente no había caído aún, porque todavía había lucha. El rey pudo haber usado el pretexto de que había sido herido para dejar el ejército y evitar así los rigores y los peligros de la batalla. Jehú prosiguió con el sitio y finalmente logró tomar la ciudad. Sin duda, todo Israel lo consideraba un héroe nacional.
6.
De Israel.
Dios todavía reconocía como suya la nación de Israel, y como era su verdadero gobernante, escogió al nuevo rey.
Yo te he ungido.
Esta misión provenía directamente de Dios. Había llegado el momento de que hubiera un nuevo rey que acabara con los pecados de la dinastía de Omri. Era una hora de oportunidad y de responsabilidad para el hombre que iba a tomar la corona de Israel.
7.
La casa de Acab.
Joram y Ocozías eran hijos de Acab, pero el segundo reinó antes que Joram. La casa de Acab tenía que ser aniquilada por causa de su maldad.
Vengue la sangre.
Nadie puede derramar sangre inocente sin recibir castigo. El Señor vela sobre los suyos, y vengará a sus escogidos en la forma y en el momento que mejor le parezca. Por nuestra estrecha visión no siempre entendemos por qué se demora el día de la retribución; hasta podemos pensar que el Señor se ha olvidado, y que los que 899 hacen el mal podrán seguir impunemente en sus malos caminos.
Todos los siervos.
Esto muestra que no sólo los profetas escogidos de Dios habían sufrido con la persecución general realizada por la casa de Acab contra los adoradores del verdadero Dios.
De la mano de Jezabel.
Jezabel había sido la principal instigadora de la persecución en Israel, pero sola no podría haberla llevado a cabo. Si Jezabel era culpable ante Dios, sus colaboradores, movidos por el mismo espíritu, también lo eran.
8.
Toda la casa.
Podría parecer que el castigo de la casa de Acab, en el cual quedó exterminada toda la familia, fue excesivamente severo. Esto sería así si no se tienen en cuenta ciertos hechos relativos al trato de Dios con su pueblo. Cuando Dios organizó el Estado teocrático de Israel en el Sinaí, instituyó severas penas civiles. Para lograr un grado razonable de rectitud moral se necesitaba una rigurosa disciplina. Cuando se instituyó la monarquía surgió una nueva dificultad. Como el poder de] rey era absoluto, no había en el país ninguna autoridad que enjuiciara al rey por sus crímenes. En estos casos, Dios muchas veces se transformó en el ejecutor directo del castigo civil. Era más peligroso pasar por alto las iniquidades del rey que las maldades de uno de los súbditos. Debido a la elevada posición del rey, la influencia de su mal ejemplo era mayor. Por eso su castigo muchas veces fue severo, como ocurrió en el caso de Acab y su casa, o en el de David, cuando 70.000 hombres murieron después que David pecó al hacer el censo de Israel (2 Sam. 24). Pero las medidas necesarias para reprimir la anarquía desenfrenada determinaban la severidad del castigo.
Destruiré de Acab todo varón.
Esta expresión comprende a todos. Parece que los hebreos usaban estas palabras desde el tiempo de David (1 Sam. 25: 22). Cuando Jeroboam anduvo en los caminos del mal, se usó esta expresión con referencia a su posteridad, la que también sería destruida (1 Rey. 14: 10). Cuando pereció la casa de Baasa, de nuevo se usó esta expresión (1 Rey. 16: 11). Después del asesinato de Nabot, cuando su viña pasó a poder del rey, Elías usó esta misma expresión en contra de los descendientes de Acab, los cuales fueron destinados a una destrucción total (1 Rey. 21: 21). En esta oportunidad el profeta emplea otra vez las mismas palabras para indicar que la casa de Acab tendría un tristísimo fin.
9.
Como la casa de Jeroboam.
Tanto la casa de Jeroboam como la de Baasa habían perecido por completo. Baasa destruyó la casa del primer rey de Israel, y no dejó "alma viviente de los de Jeroboam"(1 Rey. 15: 29); y cuando Zimri exterminó a la casa de Baasa, no le dejó "ni parientes ni amigos"(1 Rey. 16: 11).
10.
A Jezabel la comerán los perros.
Elías había predicho el terrible fin de la malvada reina de Israel (1 Rey. 21: 23; 2 Rey. 9: 36, 37). El nombre de la esposa de Acab ha llegado a ser sinónimo de iniquidad. Ella llevó al pueblo de Dios a las más vergonzosas formas de idolatría e impiedad. Su culpa fue terrible, y por tanto debía sufrir un castigo terrible. La condena impuesta a Jezabel nunca habría de olvidarse, y siempre debía hacer recordar vívidamente al malhechor que es muy triste el fin del transgresor. En los países de Oriente todavía abundan los perros salvajes y hambrientos que se alimentan con carroña y que devorarían un cadáver dejado a la intemperie.
En el campo de Jezreel.
Era natural que Jezabel sufriese su castigo en el mismo escenario de sus maldades. Allí había amenazado con destruir a Elías (1 Rey. 19: 2), y en este mismo lugar derramó la sangre del inocente Nabot para apoderarse de su viña (1 Rey. 21: 7-15).
11.
¿Hay paz?
Esta misma pregunta aparece en los vers. 17, 18, 19 y 22. La llegada repentina del mensajero, el hecho de que llevara a Jehú aparte para hablarle en secreto y su rápida partida, suscitaron preguntas en cuanto al propósito de la visita. Todos sabían que el mensajero del profeta no había venido por algo baladí. ¿Había traído un mensaje bueno o malo? ¿Había alguna crisis repentina que demandara la intervención del ejército en alguna parte?
Loco.
Se usa esta palabra en forma despectiva, como en Jer. 29: 26 (cf. Ose. 9: 7).
Vosotros conocéis.
Estas palabras sugieren que Jehú pudo haber sospechado que los oficiales tenían un plan conjunto para hacerlo rey.
12.
Mentira.
Ellos no tenían noción alguna del propósito de la visita del profeta; pero estaban ansiosos de enterarse. ¿Por qué habría de guardarse en secreto ese asunto? 900 Mejor sería que Jehú les declarase todo allí mismo. El registro bíblico describe vívidamente la nerviosa curiosidad de los magistrados por saber de qué trataba el importante mensaje que acababa de recibir el comandante en jefe de los ejércitos de Israel.
13.
Lo puso debajo de Jehú.
La revelación del mensaje profético produjo un cambio inmediato en las relaciones entre los hombres reunidos en el cuartel general de Jehú. Antes de que se conociera el contenido del mensaje, todos eran compañeros de armas al servicio de su rey; pero de pronto uno de ellos se destacó entre todos: era el nuevo rey, y los otros, sus súbditos; uno debía recibir honores, los otros, rendírselos a su rey. Por eso los oficiales se quitaron de inmediato los mantos y los arrojaron al piso como alfombra para que caminara Jehú, como un homenaje apropiado para el hombre a quien el Señor había puesto como rey.
Un trono alto.
El hebreo dice: "en el gérem de las escaleras". La palabra gérem por lo general significa "hueso", y en un sentido figurado, "fuerza". En este caso podría tratarse de algún término de arquitectura, tal vez alguna plataforma en la parte superior de la escalera. La BJ traduce "encima de las gradas". Quizá había una escalera que iba del patio en donde se encontraban reunidos los oficiales, hasta algún tipo de plataforma donde pudieron improvisar un trono para que lo ocupara el nuevo rey ante sus súbditos. Posiblemente los oficiales formaron con sus mantos una alfombra en esa escalera y en la plataforma, para que desde allí el rey tuviera un lugar de honor adecuado a su nueva jerarquía, y donde pudiera recibir el homenaje de sus súbditos.
Tocaron corneta.
Esta era una parte típica de la ceremonia de coronación (ver 2 Sam. 15: 10; 1 Rey. 1: 39; 2 Rey. 11: 14).
Jehú es rey.
Todos, según parece, aceptaron inmediata y gozosamente al general como rey. Es evidente que Jehú era muy respetado por sus compañeros de armas; pero puede haber existido, además, un disgusto generalizado contra Joram y la casa de Omri.
14.
Así conspiró Jehú.
El rey de Israel aún estaba vivo, y quizá gobernaba en su trono; por esto, lo que hacía Jehú era, en realidad, una conspiración contra Joram y la casa de Omri y Acab.
Estaba entonces Joram guardando.
Esta es una declaración importante, porque muestra que el sitio había resultado en la caída de la ciudad, y que Ramot de Galaad había pasado a manos de los israelitas. Probablemente por "Joram" se entienda aquí no tanto el hombre cuanto la nación que él gobernaba. Si Joram se había retirado durante el sitio, es probable que Jehú hubiera tomado la ciudad en nombre del rey, y la estuviera custodiando con el ejército de Israel para impedir que los sirios la recapturaran.
Por causa de Hazael.
Sin duda Hazael haría todo lo posible por recobrar la ciudad en la primera ocasión favorable. Israel debía, por lo tanto, seguir en guardia contra Hazael si quería mantener a Ramot de Galaad bajo su control.
15.
Para curarse.
Después de decir que Joram estaba guardando la ciudad de Ramot de Galaad, el autor, a fin de evitar una incomprensión, repite lo que ya había dicho (cap. 8: 29) en cuanto al regreso de Joram a Jezreel para curarse de las heridas que había recibido durante el sitio.
Si es vuestra voluntad.
Estas son las primeras órdenes que dio Jehú como rey. En vez de ser arbitrario, quiere que sus hombres sepan que se tomarán en cuenta los deseos de ellos. Si lo creen conveniente, y lo acompañan en la empresa que está por iniciar, podrán hacer lo que les propone.
Ninguno escape.
Si la noticia de lo ocurrido llegaba a oídos de Joram en Jezreel, los conspiradores podrían verse en dificultades. En este pasaje queda otra vez claro que Ramot de Galaad estaba en manos de los israelitas, porque si la ciudad hubiera estado aún sitiada no habrían tenido sentido estas instrticciones.
16.
Cabalgó.
El verbo hebreo permite la tradticción "cabalgó" (RVR) o, "montó ... en el carro" (BJ). No había tiempo que perder. Jehú hizo todo lo posible por llegar a Jezreel antes de que otros pudieran contar al rey lo que acababa de suceder en Ramot de Galaad. Fue acompañado por un grupito de hombres, pero el ejército quedó alerta en Galaad para que no lo sorprendiera un ataque sirio.
Joram estaba allí enfermo.
Joram no se había recuperado aún de sus heridas y guardaba cansa en Jezreel; pero la continuación del relato muestra que no estaba demasiado grave, porque pudo subir a su carro y salir al encuentro de Jehú (vers. 21). 901
A visitar a Joram.
Tanto el rey de Israel como el de Judá habían estado en el sitio de Ramot de Galaad (cap. 8: 28). Cuando Joram fue herido partió hacia su residencia de descanso en Jezreel, y pronto lo siguió Ocozías. Si ambos reyes hubieran partido mientras aún duraba el sitio, esto habría tenido un efecto desmoralizador sobre el ejército, y con toda probabilidad se habría interpretado esto como indiferencia o cobardía. Si, mientras Jehú y el ejército estaban expuestos a las penalidades y a los peligros de la batalla, los dos reyes [Joram y Ocozías] descansaban en el palacio veraniego, se explicaría mejor el entusiasmo inmediato y desenfrenado con el que los oficiales aclamaron rey a Jehú.
17.
Torre de Jezreel.
La ciudad de Jezreel estaba en el extremo del valle de Jezreel, por el cual la ciudad tiene acceso al Jordán. Estaba sobre una llanura, pero al borde de un abrupto desnivel de 30,5 m. Desde allí se veía todo el territorio hasta el Jordán. Al oeste, se contemplaba el valle de Esdraelón hasta el Carmelo. Este lugar, que dominaba una ubicación estratégica, era ideal para una fortaleza. Las murallas de las ciudades orientales tenían, a menudo, altas puertas o torres que permitían ver todo el territorio circundante hasta una gran distancia. En la torre de Jezreel había un centinela apostado para avisar de cualquier posible peligro. Cuando Jehú y los suyos se acercaron, este vigía estaba en su puesto cumpliendo fielmente su deber.
Vio la tropa.
A lo lejos pudo verse un grupo de jinetes que se acercaban. A esa distancia no podía saberse si eran amigos o enemigos, israelitas o sirios. El centinela no esperó hasta poder ver todos los detalles, pues entonces podría ser demasiado tarde. En cuanto vio la tropa mandó aviso al rey, de modo que la ciudad pudiera estar preparada para cualquier emergencia. Debe notarse que Jehú no viajaba solo; venía acompañado de tropa.
¿Hay paz?
Ver com. vers. 11. Estaban en guerra. Acababan de quitar a los sirios la ciudad de Ramot de Galaad, y ciertamente se podía esperar que Hazael intentara reconquistarla; además, los ejércitos de Asiria no estaban lejos. En esas circunstancias podía suceder casi cualquier cosa. Por eso la pregunta "¿Hay paz?", no era sólo un saludo formal sino algo muy significativo.
18.
Vuélvete conmigo.
"Ponte detrás de mí" (BJ). El mensajero se dio perfecta cuenta de que la misión de Jehú no era pacífica, pero no se le dio oportunidad de llevar ese mensaje al rey; por el contrario, se le ordenó que se pusiera en la retaguardia mientras los hombres seguían avanzando.
No vuelve.
El centinela siguió observando al grupo que se acercaba para tratar de saber si sus intenciones eran pacíficas o no. El mensajero enviado por Joram debía volver con su informe, y al no hacerlo, pudo interpretarse que la tropa que se acercaba no venía en misión pacífica. El centinela tenía el deber de informar lo que veía, y no de dar órdenes. En seguida avisó al rey que el mensajero no regresaba.
20.
El atalaya volvió a decir.
Sin importar lo que pudiera decirse del rey, el atalaya reaccionó scon energía y prontitud. Se mantuvo alerta para ver cualquier movimiento que pudiera delatar la intención de la gente que se acercaba. Era un mal indicio que el segundo mensajero no regresara.
El marchar.
Los hombres se conocen por sus acciones. La característica por la cual se reconoció a Jehú sugiere que, por lo general, era un hombre de gran energía, un hombre rápido en el pensamiento y en la acción. Es probable que todo lo hacía de prisa, con resolución y vigor. Cuando cabalgaba, "guiar" (BJ), lo hacía impetuosamente o "como un loco" (BJ). Es probable que como guerrero fuera valiente, vigoroso y decidido. Posiblemente fue este impulso dominante en su vida el que lo llevó a comandar los ejércitos de Israel. Su manera característica de manejar impetuosamente lo identificó mucho antes de que se le pudiera ver el rostro.
21.
Unce el carro.
"Enganchad" (BJ). Con esta orden Joram estaba preparando su propia muerte. Una persona más sabia habría interpretado correctamente las señales que tan claramente habían sido dadas, y se habría preparado para defender la ciudad, en vez de mandar a preparar el carro para salir él mismo a recibir al enemigo que se acercaba. Es evidente que Joram no estaba tan enfermo como lo parecía indicar su repentino abandono del sitio de Ramot de Galaad; de lo contrario, le habría sido imposible salir al encuentro de Jehú. Es muy probable que no sospechara en absoluto que le ocurriría algún mal. Estaba ansioso y preocupado, pero quizá sólo por la situación en Galaad.
Salieron.
Dos reyes salieron al encuentro 902 de otro. Dos iban a la muerte; el otro, a su trono. Los dos reyes salieron sin sospechar nada y sin armas. Si hubieran permanecido en la ciudad, la situación les hubiera sido totalmente favorable. Habrían tenido la protección de los muros, pues quizá tenían tropas suficientes para afrontar la crisis. Después del largo y rápido viaje desde Ramot de Galaad, los caballos de jehú y de su tropa estaban cansados, y difícilmente habrían podido hacer frente a la caballería de Jezreel.
A encontrar a Jehú.
Es probable que los dos reyes salieron sin sospechar nada, pensando encontrarse en forma pacífica con un amigo.
Nabot de Jezreel.
En este momento Jehú casi había llegado a la ciudad y al palacio. Joram no tuvo tiempo de salir sino hasta la propiedad que Acab había arrebatado a Nabot. El título de propiedad de ese campo se había firmado con sangre. En primer lugar, fue la sangre de Nabot la que firmó la entrega de ese campo a la casa de Acab, y ahora, sería la sangre de la casa de Acab la que iba a poner su firma (ver com. Exo. 20: 5). Este castigo de joram concordaba con las estrictas exigencias de Injusticia. ¿Qué podía ser más apropiado que la casa de Acab pagase el precio de la muerte de Nabot en ese campo de sangre?
22.
¿Hay paz, Jehú?
Podría entenderse que la pregunta de joram se refería a la situación en Galaad. El quería saber si en el campo de batalla todo iba bien.
¿Qué paz?
La ansiosa pregunta de joram recibió una ruda respuesta de Jehú. El futuro rey de Israel no era diplomático, sino guerrero. Sus palabras fueron bruscas y directas. La mera mención de paz de parte de Joram suscitó en Jehú una tormenta de ira, y acarreó sobre el desafortunado rey un torrente de acusaciones más severas que las que hubieran brotado de la boca de un profeta.
Fornicaciones de Jezabel.
Fornicaciones tanto en el sentido espiritual de idolatría y deslealtad a Dios (1 Crón. 5: 25; Jer. 3: 3, 8; Eze. 16: 15-43; 23: 27-30; Ose. 2: 2-10) como en sentido literal, ya que las religiones de Palestina exaltaban la sexualidad, y en sus ritos sagrados se practicaban las formas más descaradas de indecencia e inmoralidad (ver Núm. 25: 1, 2; 1 Cor. 10: 7,8).
Sus muchas hechicerías.
En las religiones del antiguo Cercano Oriente era común recurrir a sortilegios, consultas a los malos espíritus, al uso de hechicerías y encantamientos, a predicciones del futuro y a diversas clases de adivinación (ver 1 Sam. 28: 3, 7-9; 2 Rey. 1: 2; 17: 17; 21: 3, 6; Dan. 2: 2; Hech. 16: 16). Al pueblo de Dios se le había prohibido que participara en tales prácticas (Exo. 22: 18; Lev. 19: 26, 31; 20: 6, 27; Deut. 18: 10-12; 1 Crón. 10: 13; Isa. 8: 19).
23.
¡Traición, Ocozías!
No era el momento de dar largas explicaciones. Joram gritó a su sobrino este mensaje de advertencia mientras procuraba dar vuelta su carro para huir y salvar su vida.
24.
Entesó su arco.
Jehú era un soldado diestro, y muchas veces había usado su arco en los combates cuerpo a cuerpo. Esta vez se propuso a que su flecha no errara el blanco ni dejara de cumplir su propósito.
Entre las espaldas.
Esto es, entre sus hombros. Joram, al huir, dio su espalda a Jehú. La flecha lo alcanzó con tanta fuerza, que le atravesó el cuerpo y le salió por el corazón.
Cayó en su carro.
Pudo haber muerto con honra y gloria en el campo de batalla, luchando contra los enemigos de su país; pero murió por la flecha de quien había sido su amigo y oficial de confianza. Años antes Elías había predicho: "El que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará" (1 Rey. 19: 17). Ningún hombre, sobre el cual se haya decretado el castigo divino, puede tener la esperanza de escapar de la espada de la justicia (ver Deut. 32: 43; Rom. 12: 19). Los impíos de la antigüedad no creyeron, como tampoco el mundo de hoy, que el Señor cumplirá lo que dice; pero mientras Injusticia demande que se castigue la iniquidad, se cumplirán los decretos del Señor contra los malhechores (ver com. vers. 8).
25.
Su capitán.
Ver com. cap. 7: 2.
Tómalo y échalo.
Jehú tomó sobre sí la responsabilidad de vengar la sangre inocente de Nabot. Conocía la maldad de Acab y los crímenes de Jezabel, y sabía que éstos debían vengarse con sangre. En la viña donde Nabot había trabajado, donde se había derramado su sangre, allí mismo mandó que se arrojara el cadáver del rey.
Ibamos juntos con la gente de Acab.
Tanto Jehú como Bidcar eran guerreros veteranos. Habían estado juntos en el ejército de Acab, y vieron sus hazañas en la guerra y sus actividades en tiempos de paz. Es posible que los dos hubieran oído de labios de Elías la severa sentencia que pronunciara, de parte del Señor, contra el 903 rey, poco después de la muerte de Nabot (1 Rey. 21: 19-24). Por lo menos conocían el asunto. Es probable que ese anuncio hubiera causado una impresión imborrable en Jehú, pues sabía que el fallo divino era justo. Ahora que los dos están juntos de nuevo, se cumple la sentencia del Señor, y Joram es ejecutado.
Esta sentencia sobre él.
Esto es, pronunció este oráculo o calamidad contra él. Compárese el uso del término "sentencia" o castigo con Isa. 13: 1; 15: 1; 17: 1; 19: 1; 21: 1; 22: 1; 23: 1; 30: 6; Nah. 1: 1; Hab. 1: 1; Zac. 9: 1;12: 1.
26.
Yo he visto ayer.
Declaración que se usa para hacer una afirmación enfática o un juramento. Tan ciertamente como el Señor había visto la sangre de Nabot, así también se encargaría de que esa sangre fuera vengada.
De sus hijos.
En este pasaje se menciona por primera vez que los hijos de Nabot murieron con su padre. Para que Acab tuviera un derecho indisputable sobre la viña, era necesario eliminar a los hijos. Si se los hubiera dejado vivos, el rey no podría haber poseído esa viña con tranquilidad. Podemos entender, por tanto, que Jezabel, mató a Nabot y también destruyó a su familia. La muerte de los hijos inocentes con su padre, también inocente, hizo que el crimen de Acab y Jezabel fuera aún más horrendo.
27.
Huyó.
Es difícil suponer que Ocozías iba a quedar mirando, despreocupadamente, mientras Joram era muerto y su cadáver era arrojado en la viña de Nabot. Parece que estuvo en mejores condiciones que Joram para huir, pues sus perseguidores no pudieron alcanzarlo inmediatamente.
La subida de Gur.
Una elevación o colina cerca de Ibleam. El nombre Gur sólo aparece aquí, y se desconoce su ubicación exacta. Ibleam queda a 12,8 km al sur de Jezreel, en el camino de Samaria y de Jerusalén. Era lógico que Ocozías, al ser perseguido, intentara llegar a Jerusalén, y ésta era la ruta que debía tomar. Al salir de Jezreel, el camino serpentea al principio por la llanura de Esdraelón, pero después de cierta distancia comienza a subir por las colinas de Samaria. Mientras Ocozías iba en su carro por una de esas subidas, sus perseguidores se acercaron lo suficiente como para herirlo. El nombre actual de Ibleam es Tell Bel'ameh.
Huyó a Meguido.
Los detalles exactos de la narración no son claros, pues de acuerdo con el registro de Crónicas Ocozías fue aprehendido en Samaria, llevado delante de Jehú, y muerto (2 Crón. 22: 9). Los dos relatos concuerdan, si se considera que la narración del libro de Reyes es un bosquejo general y el relato de Crónicas proporciona más detalles. La secuencia de los hechos podría entenderse de la siguiente manera: Ocozías, después de haber sido herido cerca de Ibleam, cambió la ruta de su huida y escogió el camino de la llanura, hacia Meguido, en vez de seguir por las montañas hacia el sur. Desde Meguido intentó escapar hacia el sur, pero fue capturado en Samaria y llevado de nuevo a Meguido por orden de Jehú, que había llegado allí. Entonces Ocozías fue ejecutado, detalle que se omite en el relato más breve de este pasaje.
28.
A Jerusalén.
Jehú permitió que el cuerpo del rey de Judá fuera llevado a Jerusalén, para que lo enterraran allí. No era el propósito del Señor que la nación de Judá mantuviera una estrecha alianza con su vecina del norte. El profeta había reprendido a Josafat por haber ayudado a Acab en su lucha contra Ben-adad (2 Crón. 19: 2). A la vista de Dios, la conducta de Ocozías, al ayudar a Joram en su lucha contra Hazael, también era digna de censura (2 Crón. 22: 4, 5). Por esa ayuda, Ocozías tuvo que pagar con su vida.
Con sus padres.
En circunstancias normales, el impío rey Ocozías sin duda no habría sido sepultado en las tumbas de los reyes en la ciudad de David. Este honor le fue concedido, a pesar de su relación con la casa de Acab, por ser descendiente del buen rey Josafat, "porque dijeron: es hijo de Josafat quien de todo su corazón buscó a Jehová" (2 Crón. 22: 9).
29.
Undécimo año de Joram.
Este versículo constituye una especie de posdata del registro del reinado de Ocozías, del cual se consigna el último dato en el versículo anterior. Al registrarse la crónica de un rey, el primer detalle que se da es el año de su ascensión al trono, computando éste según el año de reinado del monarca de la nación vecina; y esta información aparece en el cap. 8: 25. Sin embargo, allí se dice que Ocozías comenzó a reinar en el año 12 de Joram, rey de Israel, y aquí se afirma que fue en el 11° año. La diferencia entre estas dos cifras se explica si se supone que en este tiempo, Judá, por su política de 904 cooperación con el reino del norte, adoptó el sistema de cómputo cronológico de Israel, cómputo que tenía un año de diferencia con el de Judá. El registro del cap. 8: 25 aparece según la nueva forma de computar, en la cual el año cuando un rey ascendía al trono era llamado su primer año. El año 12 de Joram seria el 11° , según el sistema anteriormente usado, en el cual el "primer año" del rey era el primer año calendario completo que seguía al año cuando había ascendido al trono (ver págs. 141, 142; cf. pág. 151).
30.
Jezabel lo oyó.
A Jezabel le había llegado la hora de su castigo final, y ella lo sabía. Conociendo ya la muerte de los dos reyes, la de su hijo y la de su nieto, bien sabía que también a ella le llegaría su turno. Debía prepararse para sus últimos momentos sobre la tierra, y ¡qué preparación hizo esta impía mujer!
Se pintó los ojos con antimonio.
Las mujeres orientales, desde tiempos muy antiguos usaron cosméticos para pintarse los ojos (ver Jer. 4: 30 y Eze. 23: 40).
Atavió su cabeza.
Literalmente, "hizo hermosa su cabeza" o, "adornó su cabeza" (BJ), probablemente con algún tipo de atavío o tocado (ver Isa. 3: 18). Se mantuvo desafiante e impenitente hasta el fin. Se atavió con todos sus adornos y sus ropas de gala; pero su adorno exterior no le sirvió de nada: ni ante Jehú ni ante el tribunal del juicio divino. Delante de este tribunal todos aparecen tales como son. Los polvos y las pinturas no encubren la corrupción interior, ni las sedas y los rasos pueden ocultar la feas manchas del pecado en el alma. Jezabel era interiormente corrupta, a pesar de todos sus esfuerzos por hermosearse exteriormente. Dios mira el corazón y pide el adorno interior, no el exterior (1 Ped. 3: 3, 4). En vista de su oscuro registro de pecado, Jezabel habría hecho bien en ponerse saco y sentarse en ceniza; pero su orgulloso espíritu rehusó humillarse y su corazón de piedra no se conmovió.
Se asomó.
Es probable que se haya asomado a una ventana de sus habitaciones privadas que daba a un patio interior. Al parecer asumió una actitud arrogante e imperiosa cuando se asomó para contemplar, con resuelto desafío, al rebelde que entraba por las puertas del palacio.
31.
¿Sucedió bien?
Literalmente, "¿Hay paz, Zimri asesino de su señor?" Zimri había exterminado la casa de Baasa (1 Rey. 16: 8-13), pero sólo reinó siete días. Al fin de ese período murió en la lucha contra su sucesor. Para él no hubo paz. Según el texto de la RVR, Jezabel parece amenazar a Jehú al referirse al desventurado intento de Zimri; pero la traducción literal contiene esta idea: Jezabel se dirige a Jehú llamándolo Zimri, como si le dijera sarcásticamente: "Paz a ti, Zimri, asesino de tu señor". La BJ traduce este pasaje así: "¿Todo va bien, Zimrí [Zimri] , asesino de su señor?"
32.
¿Quién está conmigo? ¿Quién?
La expresión hebrea es aún más breve: mi 'itti mi, "¿quién conmigo, quién?" Por lo breve e impetuosa, la frase parece ser característica de Jehú. Este había entrado velozmente en el patio, había oído el saludo despectivo e insultante de Jezabel y quería acabar con todo en forma rápida, en menos tiempo del que necesitaría para entrar en el edificio y prender a la vil mujer.
Eunucos.
Parece que Jezabel era una de esas mujeres odiadas aun por sus íntimos. Hasta este momento los eunucos estaban acostumbrados a inclinarse con terror servil ante ella, listos para realizar todos sus caprichos; pero era evidente que le tenían poco respeto y menos amor. Quizás la despreciaban, y le eran leales sólo porque les convenía. Cuando surgió la oportunidad, estuvieron listos para volverse contra su anterior tirana. Es probable que se hubieran alegrado del cambio de gobierno. Al menos esperaban que así podrían conseguir el favor del nuevo amo.
33.
Echadla abajo.
Esta mujer orgullosa, dominante, tiránica, debía perecer por causa de sus crímenes. Así lo exigía injusticia, y tal había sido el decreto de Dios. Fue un fin apropiado para su insolencia y arrogancia. Los tronos que descansan sobre la violencia y la corrupción no perdurarán mucho tiempo.
El la atropelló.
Hizo esto para mostrar su total desprecio hacia ella en su agonía. A ese cuerpo maquillado y ataviado, que tan ignominiosamente había sido lanzado abajo por la ventana, le extinguieron la última chispa de vida los caballos y las ruedas del carro del furioso vengador. Su sangre real, pero contaminada, salpicó las paredes del palacio y manchó las patas de los caballos. Jezabel no murió como reina; murió como la despreciable persona que había sido. Había odiado la justicia, y su nación la había llegado a detestar. 905 Despreció a Dios, y hoy el mundo la considera abominable.
Aunque se condene a Jezabel, no puede aprobarse, ni aun mediante el silencio, la manera terrible en que Jehú la mató. El único factor atenuante de su método de castigarla está en que vivió en una era de violencia, pues la violencia engendra violencia.
34.
Comió y bebió.
El palacio que había sido de Acab no pertenecía más a su descendencia, porque ahora Jehú era el rey. Dejando en el patio exterior el cuerpo destrozado de la reina, Jehú entró en la sala de banquetes.
Aquella maldita.
Jehú recordaba que esta mujer había sido objeto de la maldición de Dios (1 Rey. 21: 23).
Es hija de rey.
Aunque era un guerrero endurecido, Jehú sintió un dejo de compasión y respeto por los que ocupaban puestos reales. Ella era hija de Et-baal, rey y sacerdote de Sidón (1 Rey. 16: 31), pero había muerto como la más vil de las personas. Jehú estuvo dispuesto a que, al menos, se la enterrara decentemente, como correspondía a una mujer que había sido princesa.
35.
La calavera.
Los perros de Jezreel se encargaron de ser la tumba viviente de Jezabel. El cuerpo de la reina alimentó a los perros medio salvajes de la ciudad. Se cumplió la profecía de Elías (1 Rey. 21: 23); se satisfizo la justicia. Fue vengado el crimen cometido contra Nabot.
36.
Palabra de Dios.
Esta parece ser la profecía más completa, de la cual 1 Rey. 21: 23 es un resumen.
37.
Que nadie pueda decir.
Esto podría significar que por haber estado tan mutilado el cuerpo, no sería posible identificar sus restos, o que Jezabel no tendría sepulcro. Si se entiende de esta última manera, sus restos habrían de desaparecer totalmente de la faz de la tierra, y la gente de futuras generaciones no podría señalar su tumba y decir que allí estaba enterrada la que una vez había sido una arrogante reina. Cuando murió, no quedó más que el recuerdo de su maldad.
El terrible fin de Jezabel nos debe enseñar que la gloria y el poder de los seres humanos son transitorios, y que de nada sirven. Todo eso es polvo, y al polvo volverá. Su ruina debería hacer que todos los obradores de iniquidad escucharan el mensaje de Dios: "¡Ay del que edifica su casa sin justicia!" (Jer. 22: 13).
Jezabel llegó a ser un símbolo de la vil iniquidad que los profesos hijos de Dios dejarían entrar en sus filas como un factor de envilecimiento y profanación, y por esto se dieron solemnes advertencias en cuanto a los castigos que acarrearían esos pecados (Apoc. 2: 20-23).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
13, 68 PR 159
20 TM 338
3034 PR 190



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 10       AUDIO
1 Jehú escribe cartas y hace matar a setenta hijos de Acab. 8 Se excusa citando una profecía de Elías. 12 En una casa de esquileo de pastores da muerte a cuarenta y dos hermanos de Ocozías. 15 Invita a Jonadab a subir en su carro. 18 Destruye a todos los adoradores de Baal. 29 Jehú anda en los pecados de Jeroboam. 32 Hazael oprime a Israel. 34 Joacaz reina en lugar de Jehú.

1 TENIA Acab en Samaria setenta hijos; y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria a los principales de Jezreel, a los ancianos y a los ayos de Acab, diciendo:
2 Inmediatamente que lleguen estas cartas a vosotros los que tenéis a los hijos de vuestro señor, y los que tienen carros y gente de a caballo, la ciudad fortificada, y las armas,
3 escoged al mejor y al más recto de los hijos de vuestro señor, y ponedlo en el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro señor.
4 Pero ellos tuvieron gran temor, y dijeron:He aquí, dos reyes no pudieron resistirle; ¿cómo le resistiremos nosotros? 906
5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.
6 El entonces les escribió la segunda vez, diciendo: Si sois míos, y queréis obedecerme, tomad las cabezas de los hijos varones de vuestro señor, y venid a mí mañana a esta hora, a Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban con los principales de la ciudad, que los criaban.
7 Cuando las cartas llegaron a ellos, tomaron a los hijos del rey, y degollaron a los setenta varones, y pusieron sus cabezas en canastas, y se las enviaron a Jezreel.
8 Y vino un mensajero que le dio las nuevas, diciendo: Han traído las cabezas de los hijos del rey. Y él le dijo: Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana.
9 Venida la mañana, salió él, y estando en pie dijo a todo el pueblo: Vosotros sois justos; he aquí yo he conspirado contra mi señor, y le he dado muerte; pero ¿quién ha dado muerte a todos éstos?
10 Sabed ahora que de la palabra que Jehová habló sobre la casa de Acab, nada caerá en tierra; y que Jehová ha hecho lo que dijo por su siervo Elías.
11 Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno.
12 Luego se levantó de allí para ir a Samaria; y en el camino llegó a una casa de esquileo de pastores.
13 Y halló allí a los hermanos de Ocozías rey de Judá, y les dijo: ¿Quiénes sois vosotros? Y ellos dijeron: Somos hermanos de Ocozías, y hemos venido a saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina.
14 Entonces él dijo: Prendedlos vivos. Y después que los tomaron vivos, los degollaron junto al pozo de la casa de esquileo, cuarenta y dos varones, sin dejar ninguno de ellos.
15 Yéndose luego de allí, se encontró con Jonadab hijo de Recab; y después que lo hubo saludado, le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dio la mano. Luego lo hizo subir consigo en el carro,
16 y le dijo: Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová. Lo pusieron, pues, en su carro.
17 Y luego que Jehú hubo llegado a Samaria, mató a todos los que habían quedado de Acab en Samaria, hasta exterminarlos, conforme a la palabra de Jehová, que había hablado por Elías.
18 Después reunió Jehú a todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió poco a Baal, mas Jehú lo servirá mucho.
19 Llamadme, pues, luego a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrificio para Baal; cualquiera que faltare no vivirá. Esto hacía Jehú con astucia, para exterminar a los que honraban a Baal.
20 Y dijo Jehú: Santificad un día solemne a Baal. Y ellos convocaron.
21 Y envió Jehú por todo Israel, y vinieron todos los siervos de Baal, de tal manera que no hubo ninguno que no viniese. Y entraron en el templo de Baal, y el templo de Baal se llenó de extremo a extremo.
22 Entonces dijo al que tenía el cargo de las vestiduras: Saca vestiduras para todos los siervos de Baal. Y él les sacó vestiduras.
23 Y entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y ved que no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos de Jehová, sino sólo los siervos de Baal.
24 Y cuando ellos entraron para hacer sacrificios y hoiocaustos, Jehú puso fuera a ochenta hombres, y les dijo: Cualquiera que dejare vivo a alguno de aquellos hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida será por la del otro.
25 Y después que acabaron ellos de hacer el holocausto, Jehú dijo a los de su guardia y a los capitanes: Entrad, y matadlos; que no escape ninguno. Y los mataron a espada, y los dejaron tendidos los de la guardia y los capitanes. Y fueron hasta el lugar santo del templo de Baal,
26 y sacaron las estatuas del templo de Baal, y las quemaron.
27 Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de Baal, y lo convirtieron en letrinas hasta hoy.
28 Así exterminó Jehú a Baal de Israel.
29 Con todo eso, Jehú no se apartó de los 907 pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; y dejó en pie los becerros de oro que estaban en Bet-el y en Dan.
30 Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación.
31 Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel.
32 En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel; y los derrotó Hazael por todas las fronteras,
33 desde el Jordán al nacimiento del sol, toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés, desde Aroer que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.
34 Los demás hechos de Jehú, y todo lo que hizo, y toda su valentía, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
35 Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria; y reinó en su lugar Joacaz su hijo.
36 El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.


1.
Setenta hijos.
Aunque parezca muy grande, este número de hijos no era imposible en un país en donde se practicaba la poligamia. Pero la palabra "hijos" se usa aquí en el sentido común que tiene en hebreo: "descendientes". Acab, que había muerto 12 años antes, había dejado una numerosa descendencia.
Jehú escribió cartas.
Jehú, además de valiente, era sagaz. En la situación en que se encontraba debía usar no sólo fuerza, sino también estratagemas. En ese momento tenía en Jezreel sólo unos pocos soldados, ya que la mayor parte del ejército había quedado guardando a Ramot de Galaad. No había manera de determinar lo que ocurriría si Jehú mismo fuera a Samaria, la capital, donde vivía la mayoría de los descendientes cle Acab. Estos hombres podrían haber vencido al nuevo rey y a su guardia sólo con la ayuda de los que los apoyaban. Por eso Jehú, ante todo, quiso sondear la opinión de los principales de la capital, escribiéndoles cartas antes de hacer una visita personal. El hebreo dice exactamente lo que aparece en la RVR: "las envió a Samaria a los principales de Jezreel", pero la LXX dice, "Samaria", en vez de "Jezreel". El sentido parece exigir este cambio. Jehú ya estaba en Jezreel, y no sería lógico enviar cartas a los principales de esa ciudad. Por supuesto, existe la posibilidad de que los príncipes de Jezreel estuvieran en Samaria por algún motivo, y por lo tanto se los incluyera en las cartas. Jezreel era una ciudad real, y era por lo tanto apropiado que se contara a sus principales entre los que debían entronizar al nuevo rey.
En las págs. 202, 203 hay un comentario sobre los problemas morales implicados en las acciones bélicas de los que Dios llamó para extirpar la apostasía.
Los ayos.
Heb. ha'omenim. "Los preceptores" (BJ). La palabra aparece también en Núm. 11: 12, donde se traduce "la que cría", y en Isa. 49: 23, donde se traduce "ayo". Estas personas pertenecían a la nobleza de Israel, y eran tutores de los miembros de la familia real, a fin de que éstos recibieran la debida educación. Eran responsables de la conducta de sus alumnos.
2.
Carros y gente de a caballo.
Jehú desafió a los que estaban en Samaria, a los que podrían apoyar a los hijos de Joram y a la casa de Acab. Ya que éstos estaban bien equipados y armados, y protegidos por poderosas fortificaciones, Jehú los retó, puesto que se esperaba que lucharan para sostener la casa de Acab. Conocían bien a Jehú y sabían que era uno de los generales más valientes y capaces, y que bajo su mando estaban los mejores soldados de la nación. Si querían luchar, nada impedía que lo hicieran.
3.
Escoged al mejor.
Esto era exactamente lo que se esperaba que hicieran estos hombres. Siendo que Joram había sido muerto, los nobles, que eran los tutores de los príncipes, debían elegir al que sucediera a su padre en el trono. Jehú da la impresión de que eso es lo que esperaba que ellos hicieran, y que ésa es la situación a la cual está listo a hacer frente.
4.
Tuvieron gran temor.
Esto era lo que Jehú deseaba, y por eso escribió la carta. No quería una guerra ni los instaba a la resistencia, antes bien intentaba infundirles terror para que se pasaran a su lado sin emplear las armas. 908
¿Cómo le resistiremos?
Era una pregunta muy razonable. Si los reyes de Israel y Judá habían caído ante el poderío de Jehú, ¿cómo podrían resistir los nobles? Conociendo el temperamento de estos hombres, Jehú calculó que no tendrían el valor de luchar. Quizá el lujo y la avaricia (ver Isa. 28: 1-7; Ose. 7: 1-6; Amós 6: 4-6; Miq. 2: 2; 7: 2-6) los habían hecho cobardes para la lucha. Este soldado valiente y capaz usó tan bien su sagacidad como su espada.
6
Si sois míos.
Jehú pedía que si estos hombres estaban con él, lo demostraran no sólo con palabras sino también con hechos.
Mañana a esta hora.
Jehú era un hombre rápido en la ejecución de las cosas, y les concedió 24 horas para cumplir sus órdenes. Jezreel estaba a 33,8 km de Samaria, por lo tanto, sólo había tiempo para que los mensajeros fueran hasta Samaria, dieran muerte a los jóvenes y llevaran las cabezas a Jezreel.
Los hijos del rey.
Los descendientes de la casa real. Algunos eran hijos de Joram; otros, sobrinos; todos ellos con algún derecho a pretender el trono.
7.
Degollaron.
En el Oriente era común la decapitación. Era fácil transportar las cabezas de los príncipes y también reconocerlas. Así se daría a Jehú una prueba evidente de que se habían cumplido sus órdenes y de que no había ningún intento de traición.
8.
A la entrada de la puerta.
En los países orientales es común, hasta el día de hoy, exhibir públicamente las cabezas de los que son ejecutados. Las esculturas asirias muestran con frecuencia montones de cabezas en las puertas de las ciudades. Este proceder tenía por objeto infundir terror a cualquiera que pudiera pensar en sublevarse.
9.
Vosotros sois justos.
Los habitantes de Jezreel eran inocentes de la matanza de los descendientes de Acab, y Jehú lo proclamó públicamente. Confesó con franqueza que él había conspirado contra su señor el rey y lo había matado. Pero también quería aclarar que no estaba solo en lo que sucedía: lo que había hecho era comenzar algo en lo cual muchos iban a participar. Mientras Jehú estaba en Jezreel, los principales de Samaria habían matado a todo el linaje real; por lo tanto, participaban junto con él en lo que se hacía para borrar de la tierra a toda la familia de Acab.
10.
Palabra que Jehová habló.
Por medio del profeta Elías, el Señor había predicho la ruina total de Acab y de su casa (1 Rey. 21: 19, 21, 29). Jehú, pues, actuaba como ejecutor de los decretos de Dios. En verdad lo era, pero el registro también revela que era egoísta, impetuoso, insensible y cruel. El hecho de que Jehú fuera usado por el cielo para desenipeñar una misión especial no sanciona todos sus actos. Por ejecutar el castigo sobre la casa de Acab, recibió la aprobación divina (2 Rey. 10: 30).
11.
Mató ... a todos los que habían quedado.
No se refiere a los que fueron muertos en Samaria sino a una nueva matanza. Sintiéndose seguro en su posición, Jehú destruyó a todos los que tuvieran relación inmediata o mediata con la casa de Acab.
A todos sus príncipes.
Todos los dignatarios de la corte y todos los poderosos e influyentes partidarios de la corona en todo el país.
Sus familiares.
Se refiere más bien a sus amigos, los que le eran familiares.
12.
Casa de esquileo de pastores.
Heb. beth-'éqed haro'im, cuya traducción sería, "lugar o casa donde los pastores atan"; pero es probable que beth-'éqed sea como un nombre propio. En la BJ aparece así: "Bet Equed de los Pastores". Es probable que sea la Bethakad de Eusebio y Jerónimo, y pueda identificarse con Beit Qad, a 4,8 km al noreste de en-Gannim (Jenîn). Probablemente era un lugar donde habitualmente se reunían los pastores de la comarca.
13.
Hermanos de Ocozías.
No los hermanos carnales del rey, pues éstos habían sido muertos por los árabes antes de que Ocozías subiera al trono (2 Crón. 21: 17; 22: 1), sino hijos de sus hermanos, lo que se aclara en 2 Crón. 22: 8.
Hemos venido a saludar.
La franqueza de la respuesta de estos hombres indica que aún no se habían enterado de lo ocurrido tanto en Jezreel como en Samaria. Aquí se demuestra la rapidez con que Jehú había ejecutado sus drásticas medidas contra la familia real. Parece haber existido en esta época una relación muy íntima entre las familias reales de Judá e Israel, según lo indican las visitas recíprocas a una y otra capital. Es probable que se hubieran enterado que Joram estaba convaleciendo de sus heridas y hubieran considerado apropiado visitarlo, como parientes que eran de la casa real de Judá. 909
14.
Prendedlos vivos.
No es claro por qué se dio esa orden para liquidarlos luego. Quizá cuando oyeron sobre la revuelta y la matanza de la familia real hecha por Jeú, hicieron algún intento de resistir y entonces fueron muertos. Por medio de Atalía, madre de Ocozías e hija de Acab y Jezabel, estos príncipes de Judá estaban emparentados con la casa real de Isralel, y por eso estaban comprendidos en la "posteridad" de Acab, cuya extinción Elias había profetizado (1 Rey. 21: 21).
15.
Jonadab.
Cuando Jehú partió de beth-'équed se encontró con Jonadad quien al parecer venía a su encuentro. Jonadad era el hijo de Recab que se menciona en Jer. 35: 6-10, el cual mandó a sus descendientes que vivieran una vida de ascetismo, absteniéndose de beber vino, de construir casas, de plantar viñas o de sembrar. Debían vivir en tiendas. Recab era de la tribu de los ceneos (1 Crón. 2: 55), uno de los antiguos pueblos de Palestina (Gén. 15: 19). El suegro de Moisés era ceneo (Juec. 1: 16), y también lo había sido Heber que vivió en Galilea en tiempos de los jueces (Juec. 4: 11, 17). Cuando Israel entró en Palestina, los ceneos se establecieron en el desierto de Judá (Juec. 1: 16). En tiempos de Saúl había ceneos que vivían entre los amalecitas, pero Saúl no los destruyó porque habían sido bondadosos con los israelitas en tiempos del éxodo (1 Sam. 15: 6). Los recabitas siempre fueron nómadas y sus costumbres eran similares a las de los árabes. Parece que su jefe, Jonadab, había simpatizado mucho con Jehú y deseaba dar al nuevo régimen el apoyo de su autoridad.
¿Es recto tu corazón?
Lo que Jehú preguntaba era: "¿Es tu corazón tan leal al mío como lo es el mío al tuyo?" Sin duda Jehú sentía cierta simpatía por Jonadab, y deseaba su amistad y apoyo. Es probable que este severo dirigente se hubiera indignado mucho por la impiedad de la corte israelita, y apoyara con alegría al nuevo régimen.
Dame la mano.
En cuanto al significado de darse la mano como señal de lealtad, ver Eze. 17: 18. En 1 Crón. 29: 24 la frase hebrea que podría traducirse literalmente, "dieron la mano", se traduce "prestaron homenaje".
En el carro.
Indicación de especial favor y estima. Jehú se alegraba de tener el apoyo de este asceta influyente, que sin duda era un personaje destacado en el reino en ese momento.
16.
Verás mi celo.
El que está enteramente consagrado al Señor no necesita hacer tanto alarde de su aparente celo. El celo manifestado por Jehú parece haber estado teñido con el deseo de hacer progresar sus intereses personales.
17.
Conforme a la palabra de Jehová.
Jehú hizo lo que el Señor había predicho (1 Rey. 21: 21, 22); pero evidentemente fue más allá de lo que Dios exigía de él en su afán de eliminar toda posible oposición, porque el Señor más tarde declaró que iba a castigar "a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel" (Ose. 1: 4).
18.
Todo el pueblo.
Esto indica que, a pesar de todas las reformas de Elías y Eliseo, el culto de Baal estaba muy difundido en la nación, pues el pueblo se reunió manifiestamente para hacer un gran festejo en honor a Baal.
19.
Todos los profetas de Baal.
Otra indicación de que el culto de Baal estaba lejos de habersido exterminado en Israel. Baal todavía tenía muchos fieles seguidores, profetas y sacerdotes, así como adoradores entre el pueblo.
Tengo un gran sacrificio.
Si mediante fraudes y engaños podía lograr lo que se proponía, sin escrúpulos emplearía esos medios. Es posible que su antipatía hacia Baal no hubiera surgido mayormente de su consagración a Dios. Los adictos a las religiones falsas muchas veces pelean a muerte entre sí. Cuando Acab y Jezabel vivían, o durante el tiempo cuando sirvió a Joram, no se registra que Jehú hubiera tenido ninguna profunda convicción religiosa, ya fuera a favor de Jehová o en contra de Baal. Sólo cuando la casa de Acab fue aplastada y ya no hubo peligro en oponerse a Baal, fue que Jehú se manifestó en contra de la religión de Jezabel.
Con astucia.
Este fue un engaño sagaz a fin de lograr su propósito. Mediante esta artimaña, un acto dramático y audaz preparado de antemano, Jehú pensaba borrar de Israel la religión de Baal, que por desgracia, estaba mucho más arraigada de lo que él pensaba.
20.
Santificad un día solemne.
"Convocad una reunión santa" (BJ). Compárese con la expresión, "Proclamad ayuno, convocad a asamblea" (Joel 1: 14). Jehú usó un lenguaje similar al que se empleaba para convocar las más solemnes fiestas para Jehová (ver Lev .23: 36; Núm. 29: 35; Deut. 16: 8).
21.
De extremo a extremo.
Esto comprendería 910 no sólo el edificio mismo, sino el patio que lo rodeaba. Los inmensos atrios de los antiguos templos orientales tenían capacidad para grandes multitudes.
22.
Vestiduras.
Eran vestidos y gorros de lino blanco. Quizá había diferentes tipos de indumentaria para las diversas clases de adoradores. Los que se pusieran esas ropas sagradas se distinguirían como devotos de Baal.
23.
Jonadab.
Ver com. vers. 15. Es probable que se conociera a Jonadab por su odio a Baal, y se lo reconociera por el celo que tenía por el puro y sencillo culto a Jehová.
Siervos de Jehová.
Esto impediría que la gente sospechara de las intenciones de Jehú, puesto que la presencia de personas de otro culto religioso sería considerada por los adoradores de Baal como una profanación de sus ritos.
24.
Para hacer sacrificios.
Se habían hecho todos los preparativos para realizar los ritos de Baal en la forma más suntuosa.
Su vida será por la del otro.
Para un hombre como Jehú la vida no significaba mucho. Quería que se cumpliera lo que ordenaba. Si en la ejecución de sus mandatos había algún descuido, sus propios soldados perderían la vida.
25.
Hacer el holocausto.
No es claro si Jehú ofreció personalmente este sacrificio, o si alguno de los sacerdotes de Baal lo hizo en su lugar. Con frecuencia, la Biblia habla de que alguna persona ofreció un sacrificio, pero se debe entender que proporcionó la víctima y la hizo sacrificar en su favor (Lev. 3: 7, 12; 1 Rey. 8: 63). Es probable que quienes sacrificaran el holocausto fueran los sacerdotes de Baal.
Su guardia.
Es decir, la guardia personal del rey. Hasta ese momento la guardia había estado afuera, en la puerta. La presencia de esa guardia no suscitaría sospechas, ya que esos soldados siempre acompañaban al rey.
El lugar santo del templo de Baal.
El hebreo dice: "la ciudad de la casa de Baal". Esa expresión no es clara. Tanto la RVR como la BJ siguen una de las versiones griegas. El versículo siguiente indica que los soldados entraron en el santuario de la casa de Baal. Al entrar en el patio era natural que mataran primero a los adoradores que estuvieran más próximos a ellos, y que después de matar a los que estaban en el patio entraran en el edificio, y por último en el santuario central para completar allí su sangrienta misión.
26.
Las estatuas.
Heb. matstseboth, "columnas", "cipo" (BJ). En esos tiempos las columnas sagradas eran comunes en Palestina. Se cree que eran símbolos masculinos de la fertilidad. Se ordenó a los hebreos que destruyeran tales columnas (Exo. 23: 24; 34: 13), y se les prohibió levantar palos sagrados o símbolos de Asera (símbolo femenino), o poner cualquier columna ("estatua", RVR) cerca de un altar del Señor (Deut. 16: 21, 22).
27
Quebraron.
Parece que la "estatua de Baal" hubiera sido de piedra, pues la quebraron, entre tanto que las otras "estatuas" fueron quemadas, lo que indica que eran de madera (vers. 26).
Letrinas.
Ver Esd. 6: 11; Dan. 2: 5; 3: 29. Se hizo esto para mostrar un completo desprecio por el lugar que una vez fue empleado como santuario.
28.
Exterminó Jehú a Baal.
Si bien Jehú pudo haber exterminado de Israel las manifestaciones del culto a Baal, no destruyó, seguramente, el espíritu de la falsa religión. Lo que hizo fue tocar únicamente algunos de los aspectos externos de la vida religiosa del pueblo. Básicamente los israelitas siguieron siendo tan impíos, faltos de honradez, corruptos e inmorales como antes.
29.
Jehú no se apartó.
Jehú luchó contra el mal, pero para hacerlo utilizó el mal. Nunca puede vencerse el pecado con el pecado. Una forma de maldad nunca desarraigará otra forma de impiedad. El culto a Baal debía ser borrado de Israel, pero no podía lograrse una mejora permanente si no se reemplazaba este culto con el culto a Dios. Jehú fracasó porque no hizo nada para lograr la transformación espiritual de su pueblo. Un hombre que en su propia vida no se apartó de los pecados de Jeroboam, que habían acarreado tanto mal sobre el pueblo de Israel, difícilmente podía librar a su nación de los tristes efectos de tal iniquidad.
Los becerros de oro.
Estos eran los santuarios religiosos más importantes del pueblo, y se hallaban entre las causas principales de los males de la nación. Sin duda en este tiempo se consideraba que Bet-el y Dan eran santuarios nacionales, y la gente los tenía en la misma estima que la que el pueblo de Judá sentía por el templo de Jerusalén. Si el objetivo básico de Jehú hubiera sido la justicia y volverse a Jehová, habría volcado su celo contra los becerros 911 de Dan y Bet-el como lo hizo contra la casa de Baal.
30.
Por cuanto has hecho bien.
El culto a Baal era una maldición para la tierra de Israel, y la casa de Acab se había hecho culpable de promover este sistema de falsa religión. Era hora de que se hiciera algo para acabar con las malas influencias de la casa de Acab. Había llegado también el momento de desarraigar del país el sistema idolátrico del culto a Baal. Jehú había hecho mucho para poner coto a las influencias del mal y para eliminar las raíces de corrupción. En este sentido había prestado un gran servicio a su nación y a la causa de injusticia, y el Señor reconoció esto.
Hasta la cuarta generación.
La obra de Jehú fue una mezcla de lo bueno con lo malo. Hasta cierto punto había hecho la obra del Señor, pero sus métodos no podían recibir la aprobación del cielo. Los descendientes de Jehú que reinaron sobre Israel fueron: Joacaz, Joás, Jeroboam II y Zacarías. Salum acabó con la dinastía de Jehú cuando mató a Zacarías (2 Rey. 15: 10, 12). La casa de Jehú reinó sobre Israel aproximadamente un siglo, más que cualquier otra dinastía. La casa de Jeroboam reinó 22 años, y la de Omri 44 (24 años y 48 años, respectivamente, según el cómputo inclusivo; ver pág. 148; ver también págs. 141, 142).
31.
Jehú no cuidó.
Jehú no respetaba ninguna ley. Hacía poco caso de los estatutos de justicia establecidos por Dios.
32.
Comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel.
El Señor comenzó a cortar, a quitar parte del territorio de Israel. Permitió que los enemigos hostilizaran en las fronteras, como presagio de la suerte que le sobrevendría a toda la nación si los habitantes no volvían a la rectitud y a Dios.
Los derrotó Hazael.
En cumplimiento de la profecía de Eliseo (cap. 8: 12). Salmanasar III afirmó haber recibido tributo de Jehú en su 18.º año. Evidentemente, este fue el año cuando Jehú subió al trono (ver com. cap. 9: 2). Puesto que tanto Salmanasar como Jehú eran entonces enemigos de Siria, es probable que tan pronto como Jehú llegó a ser rey de Israel pensó que sería conveniente hacer paz con él enviándole un regalo. En cuanto Salmanasar partió hacia su propio país, era de esperar que Hazael saliese a hacer guerra contra Jehú. Parece que los reyes de Asiria no volvieron otra vez a las tierras de la costa del Mediterráneo hasta el año 805 AC, en tiempo de Adad-nirari III. De ese modo, Siria pudo actuar libremente contra Israel.
33.
Galaad y Basán.
Eran distritos que estaban al este del Jordán y al sur de Siria, a los cuales tenían fácil acceso estos belicosos enemigos de Israel.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
11 PR 160, 190
16 1JT 211; 5T 343; TM 52; 3TS 387
19, 28 PR 160



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 11       AUDIO
1 Josaba, tía de Joás, salva al niño de la masacre de Atalía y lo oculta durante seis años en la casa de Dios. 4 Joiada lleva los capitanes a la casa de Dios y unge rey al niño. 13 Atalía es muerta. 17 Joiada restaura el culto a Dios.

1 CUANDO Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la descendencia real.
2 Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en esta forma no lo mataron.
3 Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país.
4 Mas al séptimo año envió Joiada y tomó jefes de centenas, capitanes, y gente de la guardia, y los metió consigo en la casa de Jehová, e hizo con ellos alianza, juramentándolos 912 en la casa de Jehová; y les mostró el hijo del rey.
5Y les mandó diciendo: Esto es lo que habéis de hacer: la tercera parte de vosotros tendrá la guardia de la casa del rey el día de reposo.*
6 Otra tercera parte estará a la puerta de Shur, y la otra tercera parte a la puerta del postigo de la guardia; así guardaréis la casa, para que no sea allanada.
7 Mas las dos partes de vosotros que salen el día de reposo tendréis la guardia de la casa de Jehová junto al rey.
8 Y estaréis alrededor del rey por todos lados, teniendo cada uno sus armas en las manos; y cualquiera que entrare en las filas, sea muerto. Y estaréis con el rey cuando salga, y cuando entre.
9 Los jefes de centenas, pues, hicieron todo como el sacerdote Joiada les mandó; y tomando cada uno a los suyos, esto es, los que entraban el día de reposo* y los que salían el día de reposo,* vinieron al sacerdote Joiada.
10 Y el sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, que estaban en la casa de Jehová.
11 Y los de la guardia se pusieron en fila, teniendo cada uno sus armas en sus manos, desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo, junto al altar y el templo, en derredor del rey.
12 Sacando luego Joiada al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, y le hicieron rey ungiéndole; y batiendo las manos dijeron: ¡Viva el rey!
13 Oyendo Atalía el estruendo del pueblo que corría, entró al pueblo en el templo de Jehová.
14 Y cuando miró he aquí que el rey estaba junto a la columna, conforme a la costumbre, y los príncipes y los trompeteros junto al rey; y todo el pueblo del país se regocijaba, y tocaban las trompetas. Entonces Atalía, rasgando sus vestidos, clamó a voz en cuello: ¡Traición, traición!
15 Mas el sacerdote Joiada mandó a los jefes de centenas que gobernaban el ejército, y les dijo: Sacadla fuera del recinto del templo, y al que la siguiere, matadlo a espada. (Porque el sacerdote dijo que no la matasen en el templo de Jehová.)
16 Le abrieron, pues, paso; y en el camino por donde entran los de a caballo a la casa del rey, allí la mataron.
17 Entonces Joiada hizo pacto entre Jehová y el rey y el pueblo, que serían pueblo de Jehová; y asimismo entre el rey y el pueblo.
18 Y todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y lo derribaron; asimismo despedazaron enteramente sus altares y sus imágenes, y mataron a Matán sacerdote de Baal delante de los altares. Y el sacerdote puso guarnición sobre la casa de Jehová.
19 Después tomó a los jefes de centenas, los capitanes, la guardia y todo el pueblo de la tierra, y llevaron al rey desde la casa de Jehová, y vinieron por el camino de la puerta de la guardia a la casa del rey; y se sentó el rey en el trono de los reyes.
20 Y todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad estuvo en reposo, habiendo sido Atalía muerta a espada junto a la casa del rey.
21 Era Joás de siete años cuando comenzó a reinar.
1.
Atalía.
Jehú mató a Ocozías muy poco después de haber matado a Joram de Israel (cap. 9: 24, 27). El reinado de Jehú comenzó poco tiempo antes del reinado de Atalía, posiblemente sólo unos pocos días o semanas. No puede determinarse si debe dársele especial significado al hecho de que el relato del ascenso de Jehú al trono (cap. 9: 12, 13) precede a la toma del poder por parte de Atalía (cap. 11: 1-3; ver pág. 148). En vista de que se presenta a Jehú como tomando la iniciativa en los acontecimientos que lo llevaron al trono (cap. 9: 1-11), sería lógico esperar que el autor de 2 Reyes conservara la continuidad de la narración registrando en primer lugar la proclamación de Jehú como rey (ver com. Gén. 25: 19; 27: 1; 35: 29; Exo. 16: 33, 35; 18: 25). De haberse presentado primero a Atalía, se habría interrumpido la continuidad del registro.
Toda la descendencia real.
Al parecer Atalía había heredado el espíritu turbulento y sanguinario de su madre Jezabel. Como esposa de Joram y madre de Ocozías, podría haberse esperado que dominara la política de 913 Judá durante esos dos reinados. Durante este período la influencia de Israel se había hecho sentir muchísimo sobre Judá (cap. 8: 18, 27). Ahora Atalía decidió seguir adelante por cuenta propia. La matanza de todos los parientes que tenía en Israel fue para ella un gran golpe. Antes de que pudiera idearse en Judá cualquier plan para eliminarla, ella atacó primero. Creyó así haber exterminado por completo la posteridad de David.
2.
Josaba.
Tal vez era medio hermana de Ocozías, hija de Joram pero no de Atalía, sino de otra esposa de aquél. Era esposa de Joiada, el sumo sacerdote (2 Crón. 22: 11).
A quienes estaban matando.
No tomó a Joás de entre los que ya habían sido muertos, sino de entre los príncipes que estaban condenados a muerte.
En la cámara de dormir.
No en el palacio, sino en las habitaciones del sacerdote en el templo. Difícilmente Josaba podría haber ocultado al niño en el palacio, donde el ojo vigilante de la reina observaba todo; pero en las dependencias del templo podría ejercer un buen cuidado.
3.
Atalía fue reina.
El registro del reinado de Atalía es breve. Fue tan despreciada, que los historiadores hebreos no consignaron ningún detalle sobre la naturaleza de su reinado. Sin embargo, si se compara 2 Rey. 12: 5-14 con 2 Rey. 11: 18 y 2 Crón. 24: 7, es evidente que Atalía intentó exterminar el culto de Jehová y establecer en forma exclusiva el culto a Baal. Los servicios del templo parecen haberse suspendido, y el templo mismo quedó semiabandonado. Sin duda se entregaron a los sacerdotes de Baal los vasos sagrados del templo que antes se habían usado en el culto a Jehová.
4.
Al séptimo año.
Es decir, el séptimo año del reinado de Atalía. La mención de que la revuelta que puso fin a su reinado ocurrió en el "séptimo año", y la afirmación de que Joás, su sucesor, comenzó en el séptimo año de Jehú (cap. 12: 1), lo afirman claramente.
Joiada.
Por este tiempo el sumo sacerdote debe haber sido un venerable anciano de 100 años de edad aproximadamente, pues tenía 130 años cuando murió, antes de que terminara el reinado de Joás (2 Crón. 24: 15, 17), el cual reinó 40 años (2 Rey. 12: 1). Por la duración de los reinados de los reyes anteriores, parecería que Joiada no pudo haber nacido después de los primeros años del reinado de Roboam, pero posiblemente sí durante el reinado de Salomón. Por lo tanto, vivió durante los años de altibajos de la historia de su país.
Jefes de centenas.
Literalmente, "jefes de cien de los carios y de los corredores" (BJ). En 2 Crón. 23: 1 aparecen los nombres de cinco de estos hombres. Los carios quizás eran tropas mercenarias extranjeras que constituían la guardia del rey, así como lo fueron los cereteos (ver 1 Sam. 30: 14; 2 Sam. 8: 18; 15: 18; 20: 7, 23; 1 Rey. 1: 38, 44; 1 Crón. 18: 17). En el antiguo Cercano Oriente se acostumbraba emplear tropas mercenarias extranjeras. Parece, pues, que los centuriones que Joiada invitó a la reunión secreta eran los comandantes de la guardia real. Con ese golpe audaz, Joiada trataba de asegurar el éxito de su misión, porque tendría de su parte a los comandantes cuyo deber era proteger al rey.
El hijo del rey.
Se les mostró a los capitanes de la guardia al hijo de Ocozías, el muchacho que por derecho debía ser rey de Judá, a quien estos capitanes y sus soldados tenían el deber de proteger.
5.
Les mandó.
Como tutor del rey, Joiada dio órdenes a la guardia del palacio.
La casa del rey.
Un grupo debía montar guardia en el mismo palacio.
El día de reposo.
Algunos han pensado que se escogió un sábado para comenzar el nuevo régimen. Por otra parte, esta mención del sábado podría tan sólo indicar que el sistema sabático de división del trabajo era un patrón conveniente para distribuir las responsabilidades.
6.
La puerta de Shur.
Llamada también "puerta del Cimiento" (2 Crón. 23: 5). No se ha identificado este lugar. Puede haber sido la puerta del palacio que daba acceso al templo.
La puerta del postigo de la guardia.
Tampoco se puede identificar esta puerta, que tal vez estaba al fondo del palacio. Por lo tanto, el propósito era controlar por completo el edificio. Parece haberse dispuesto que quedaran en sus puestos los que normalmente montaban guardia en el palacio. Su presencia no despertaría sospechas.
No sea allanada.
Heb. massaj. Esta palabra sólo aparece aquí, y no se conoce su significado. La LXX no la traduce. Muchos comentadores judíos le dan este significado: "sin confusión mental". 914
7.
Que salen.
Es decir, los hombres que por regla general no trabajan el día sábado.
Junto al rey.
Los soldados que en día sábado no estuvieran de guardia en el palacio, debían permanecer en el templo para resguardar al joven rey.
8.
Sea muerto.
Cualquiera que tan sólo intentase acercarse a las filas de los guardias del rey, debía ser muerto de inmediato. En la estrategia que estaban por realizar, el principal factor era salvar la vida del joven rey, pues seguramente los partidarios de Atalía harían todo lo posible para matarlo.
10.
Las lanzas y los escudos que habían sido del rey David.
Es probable que para este tiempo se consideraban reliquias sagradas las lanzas y los escudos antiguos de David, y que la guardia no los usaba ya. Se deduce que los soldados de la guardia, que en ese día debían estar en el templo para proteger al nuevo rey, habían acudido al templo sin armas; en esta forma evitarían las sospechas. Si se planeó que la revolución se efectuara en día sábado (ver com. vers. 5), es posible que los oficiales hubieran dicho a los soldados que debían presentarse en el templo ese sábado para algún culto especial; y si eran observadores del sábado, no despertarían sospecha alguna. Además, si se les hubiera dicho que se presentaran en el templo con sus armas en su día libre, el secreto se habría conocido de inmediato, y la confabulación hubiera fracasado.
11.
Cada uno sus armas en sus manos.
Estos hombres estaban listos para actuar de inmediato. Estas antiguas armas de David habían prestado un largo y valioso servicio, pero raras veces habían tenido la responsabilidad que ahora se les ofrecía. A la luz de las promesas de Dios a David (ver 1 Rey. 2: 4; 8: 25), la protección de la vida del muchacho adquiría una importancia dramática. Era el único que quedaba de todos los que habían tenido derecho al trono.
Desde el lado derecho.
El lado derecho, mirando hacia el este. El ángulo derecho del templo era el que estaba al sur, y el izquierdo al norte.
Junto al altar.
El altar del holocausto estaba directamente al frente del pórtico del templo. En dicho pórtico se colocaría el rey a la vista de los adoradores que estuvieran en el atrio. Los soldados en formación, en varias filas, estaban por todo el frente del templo para impedir que alguno entrara allí. Se había dado la orden expresa de que nadie debía entrar "en la casa de Jehová, sino los sacerdotes y levitas" que ministraran (2 Crón. 23: 6).
12.
Al hijo del rey.
El joven príncipe había estado oculto en el templo, y después que los guardas ocuparon sus puestos, lo sacaron para la ceremonia de la coronación que debía realizarse junto a una de las columnas del pórtico del templo (2 Crón. 23: 13). Esta no era una ocasión común y, en armonía con su importancia, se habían hecho todos los preparativos posibles. Los levitas de todo el país se habían reunido así como también "los príncipes de las familias de Israel" (2 Crón. 23: 2).
El testimonio.
Heb. ha'eduth, palabra que se usa comúnmente para referirse a los Diez Mandamientos. Este "testimonio" puede haber sido el libro de la ley. Si así fuere, el uso de esta ley en la ceremonia de coronación serviría para señalar la devoción del rey a la ley del Señor, según la cual ordenaría su vida y gobernaría a su pueblo. En este pasaje bíblico se encuentra la base de la costumbre británica de colocar una Biblia en las manos del monarca durante la ceremonia de coronación.
Viva el rey.
Estas palabras también se emplearon en la coronación de Saúl (1 Sam. 10: 24), Absalón (2 Sam. 16: 16), Adonías (1 Rey. 1: 25) y Salomón (1 Rey. 1: 39). En esta ocasión estas palabras fueron más que una frase de rigor. Todo el destino de la dinastía de David dependía de que se salvara la vida de este niño, pues el joven rey tenía muchos enemigos. Si lo mataban, terminaría el linaje directo de la casa de David. El grito, "¡Viva el rey!" ascendió al cielo junto con muchas oraciones fervientes y ansiosas, y también con mucho regocijo. Se creía que Atalía había logrado destruir toda la descendencia real (2 Rey. 11: 1); pero cuando se descubrió que se había salvado uno de los príncipes y que ahora era rey, tuvo que haberse elevado un clamor de triunfo en toda la ciudad.
13.
El estruendo del pueblo que corría.
La frase, "que corría", corresponde a la misma palabra que la RVR traduce "guardia" en el vers. 4, y la BJ, "corredores". Se deduce que gritaba el pueblo y gritaban los "corredores" o los de la guardia. La nación tenía un rey legítimo, y la guardia servía ahora a su verdadero señor. Después de años de anarquía causada por un descendiente de la casa de Acab, los guardias deben haber aceptado a su nuevo 915 rey, y su nueva responsabilidad con gritos de júbilo. Estos, mezclados con la algazara del pueblo, llegaron a oídos de la odiada reina y la llenaron de alarma y consternación.
Entró al pueblo.
El centro de los clamores y de las festividades estaba en el templo, y hacia allí se encaminó la reina. Se supone que fue sola. Si llamó a su guardia personal que guardaba el palacio, los soldados no obedecieron sus órdenes, pues permanecieron donde estaban a las órdenes de Joiada (vers. 5, 6).
14.
Junto a la columna.
En el pórtico del templo, junto a una de sus grandes columnas de bronce (ver 1 Rey. 7: 15, 21).
Los príncipes.
Los capitanes, los cuales eran los comandantes de la guardia real que habían tomado su puesto junto al rey.
Todo el pueblo.
En esta ocasión una gran multitud colmó el atrio del templo. Estaban presentes los representantes de todo el país (2 Crón. 23: 2). Si fue en día sábado, habría muchos de Jerusalén y sus alrededores. Quizá Joiada anunció que se estaba preparando algún tipo de fiesta, lo que atrajo a una cantidad desusada de gente al templo.
Rasgando sus vestidos.
Una sola mirada bastó para que la reina comprendiera que todo estaba perdido. Sus propios guardias protegían al nuevo rey, y participaban de los alegres festejos. Atalía estaba sola, abandonada por todos. No podía esperar nada más. Allí acabaría todo para ella. Cuán diferente es esta escena de la que rodeó al apóstol Pablo: preso en una oscura cárcel romana, abandonado por los hombres, pero con la seguridad de que el Señor lo acompañaba y lo fortalecía (2 Tim. 4: 17).
15.
Sacadla fuera del recinto del templo.
En hebreo hay en este pasaje una palabra cuyo sentido exacto no se conoce. Junto con otras versiones, la BJ traduce: "Hacedla salir de las filas", por lo que algunos deducen que la reina se introdujo en las filas de los soldados. Otros piensan que las palabras, "las filas", indican que la escoltaron fuera de la zona del templo en medio de dos filas de soldados. En todo caso debían matarla fuera del recinto del templo.
16.
En el camino.
¡Qué triste fin el de la que fuera la orgullosa y arrogante hija de Jezabel! Tuvo el fin que le correspondía. Murió como su madre: abandonada, despreciada y odiada por todos. Jezabel, su madre, fue pisoteada por los caballos en el patio de su propio palacio; Atalía, su hija, dio sus últimos pasos en el camino por donde entraban los caballos al palacio, y allí fue muerta en forma ignominiosa.
17.
Pacto.
Entre el Señor por una parte, y el rey y el pueblo por la otra. Era una renovación de los pactos de antaño, por los cuales el pueblo aceptaba a Jehová como su Señor y prometía obedecer sus leyes. No reconocería más a Baal, al cual Atalía había intentado imponer como señor del país en lugar de Jehová.
El rey.
Se necesitaba con urgencia un pacto tal. Durante los reinados de los tres últimos reyes se había abusado tristemente de los derechos del pueblo. Los gobernantes no tenían escrúpulos y hacían lo que les placía, sin tomar en cuenta los derechos de los gobernados. Ahora que estaba comenzando un nuevo reinado, se hizo un solemne convenio que obligaba al rey a gobernar según las leyes de la justicia y los caminos del Señor, y comprometía al pueblo a ser leal a la casa de David y a Jehová, su rey.
18.
Templo de Baal.
La hija de Jezabel había llevado las cosas a tal punto, que durante su gobierno había establecido un templo de Baal en Jerusalén o en sus alrededores. Por supuesto, su propósito era que este templo suplantara al de Dios; pero este templo pagano fue ahora totalmente demolido.
Sus imágenes.
Heb. tsélem. No es la misma palabra que se traduce "estatuas" en el cap. 10: 26. El tsélem era una imagen hecha a la semejanza del dios.
Puso guarnición.
Sin duda la casa de Dios había sido tristemente descuidada y aun profanada durante el reinado de Atalía, y quizá también durante el de su predecesor. Algunos piensan que Atalía pudo haber instalado el templo de Baal en el predio mismo de la casa de Dios, quizá en el atrio exterior. Es posible que se haya demolido parte del templo y de sus edificios adyacentes para obtener materiales de construcción para el templo de Baal. Por lo menos, había "portillos" y "grietas" que necesitaban grandes reparaciones (cap. 12: 5-12). Un edificio tan bien construido como este templo no se habría deteriorado con tanta rapidez sólo por el efecto de los procesos naturales. Según 2 Crón. 24: 7 "la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa 916 de Jehová". Después de que se destruyó el templo de Baal, se nombraron funcionarios cuyo deber probablemente era supervisar el restablecimiento del culto del Señor en el templo, y de cerciorarse de que no hubiera en lo futuro ninguna profanación del recinto del templo por personas que simpatizaran con el antiguo régimen (ver 2 Crón. 23: 19).
19.
La puerta de la guardia.
Es probable que ésta fuera la puerta principal del palacio. Se desconoce su ubicación exacta.
20.
Habiendo sido Atalía muerta.
Ya se ha mencionado la muerte de Atalía (vers. 16); pero aquí termina el relato de su reinado, y corresponde mencionar de nuevo su muerte. La narración del reinado de Atalía no comienza ni termina con las fórmulas habituales.
21.
Siete años.
Puesto que lo que sigue se relaciona con el relato del reinado de Joás, sería más apropiado que se considerase este versículo como el primero del cap. 12.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
12 PR 160
14-16, 18 PR 161



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 12       AUDIO
1 Joás reina piadosamente durante todos los días de Joiada. 4 Da orden de restaurar el templo. 17 Hazael se aparta de Jerusalén después de recibir como regalo las ofrendas consagradas. 19 Joás es muerto por sus siervos, y Amasías reina en su lugar.

1 EN EL séptimo año de Jehú comenzó a reinar Joás, y reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba.
2 Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joiada.
3 Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero consagrado que se suele traer a la casa de Jehová, el dinero del rescate de cada persona según está estipulado, y todo el dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa de Jehová,
5 recíbanlo los sacerdotes, cada uno de mano de sus familiares, y reparen los portillos del templo dondequiera que se hallen grietas.
6 Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los sacerdotes las grietas del templo.
7 Llamó entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del templo.
8 Y los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo.
9 Mas el sumo sacerdote Joiada tomó un arca e hizo en la tapa un agujero, y la puso junto al altar, a la mano derecha así que se entra en el templo de Jehová; y los sacerdotes que guardaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía a la casa de Jehová.
10 Y cuando veían que había mucho dinero en el arca, venía el secretario del rey y el sumo sacerdote, y contaban el dinero que hallaban en el templo de Jehová, y lo guardaban.
11 Y daban el dinero suficiente a los que hacían la obra, y a los que tenían a su cargo la casa de Jehová; y ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y maestros que reparaban la casa de Jehová,
12 y a los albañiles y canteros; y en comprar la madera y piedra de cantería para reparar las grietas de la casa de Jehová, y en todo lo que se gastaba en la casa para repararla.
13 Mas de aquel dinero que se traía a la casa de Jehová, no se hacían tazas de plata, ni 917 despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas; ni ningún otro utensilio de oro ni de plata se hacía para el templo de Jehová;
14 porque lo daban a los que hacían la obra, y con él reparaban la casa de Jehová.
15 Y no se tomaba cuenta a los hombres en cuyas manos el dinero era entregado, para que ellos lo diesen a los que hacían la obra; porque lo hacían ellos fielmente.
16 El dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se llevaba a la casa de Jehová; porque era de los sacerdotes.
17 Entonces subió Hazael rey de Siria, y peleó contra Gat, y la tomó. Y se propuso Hazael subir contra Jerusalén;
18 por lo cual tomó Joás rey de Judá todas las ofrendas que habían dedicado Josafat y Joram y Ocozías sus padres, reyes de Judá, y las que él había dedicado, y todo el oro que se halló en los tesoros de la casa de Jehová y en la casa del rey, y lo envió a Hazael rey de Siria; y él se retiró de Jerusalén.
19 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
20 Y se levantaron sus siervos, y conspiraron en conjuración, y mataron a Joás en la casa de Milo, cuando descendía él a Sila;
21 pues Josacar hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer, sus siervos, le hirieron, y murió. Y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y reinó en su lugar Amasías su hijo.
1.
Séptimo año de Jehú.
La narración del reinado de Joás comienza de nuevo con la fórmula habitual.
2.
Le dirigió.
Ver 2 Crón. 24: 2.
3.
No se quitaron.
Esta situación se había mantenido durante los reinados de Asa (1 Rey. 15: 14) y Josafat (1 Rey. 22: 43), y sin duda durante los reinados de sus sucesores: Joram, Ocozías y Atalía. La misma situación persistió durante los reinados de Amasías (2 Rey. 14: 4), Azarías (cap. 15: 4), Jotam (cap. 15: 35) y Acaz (cap. 16: 4). Tan sólo en tiempos de Ezequías fueron finalmente quitados los altos (cap. 18: 4); pero después de la muerte de éste, Manasés, su hijo, los restauró (cap. 21: 3). En esta forma, a pesar de los reinados de tantos reyes buenos en Judá, el culto en los altos parece haber continuado prácticamente durante toda la historia del reino del sur. Esos lugares altos no eran necesariamente santuarios de idolatría. Antes de que Salomón construyera el templo la gente acostumbraba sacrificar en esos lugares altos (1 Rey. 3: 2). Cuando Josías los destruyó, no se permitió que los sacerdotes que antes habían ministrado allí subieran "al altar de Jehová en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos" (2 Rey. 23: 9). En tiempos de Manasés "el pueblo aún sacrificaba en los lugares altos, aunque lo hacía para Jehová su Dios" (2 Crón. 33: 17). Sin embargo, muchos de estos altos deben haber sido centros de un culto corrupto e idolátrico (ver Lev. 26: 30; Núm. 22: 41; 33: 52; 1 Rey. 13: 33; 2 Rey. 17: 29; 2 Crón. 14: 3; 34: 3, 4).
4.
Joás dijo.
La iniciativa de restaurar el templo parece no haber procedido de Joiada el sacerdote, sino de Joás, el rey. En ese momento Joiada era ya muy anciano (ver com. cap. 11: 4). Sin duda este anciano sacerdote ya no tenía el vigor necesario para encargarse de tantos asuntos tan importantes, por lo que dejó que el rey tomara la iniciativa en la restauración del templo.
Todo el dinero.
Se enumeran aquí tres diferentes clases de ofrendas: (1) "El dinero consagrado", o "dinero de las ofrendas sagradas" (vers. 5, BJ). Era el dinero entregado por personas que habían hecho votos al Señor o que le habían consagrado ciertos animales u objetos (ver Lev. 27: 2-28). (2) "El dinero del rescate de cada persona según está estipulado" o "el dinero de las tasas personales" (BJ). Es decir, el dinero que cada persona debía obligadamente al templo. Era medio siclo, tanto para el rico como para el pobre (Exo. 30: 13-15). (3) "El dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa de Jehová", o sea las ofrendas voluntarias.
5.
De mano de sus familiares.
Cada sacerdote debía participar en la colecta, tomando el dinero de sus familiares y amigos. Esto se hizo no sólo en Jerusalén sino también en todo el país.
Reparen.
Los sacerdotes debían supervisar las reparaciones.
6.
Aún no habían reparado.
Es probable que se hubiera hecho algún intento de reparar el templo antes de que hubiesen transcurrido 23 años del reinado de Joás; pero si así 918 sucedió, la obra se hizo de mala gana y había avanzado poco.
7.
¿Por qué no reparáis?
Una reprensión para los sacerdotes por descuidar su deber y no haber completado las reparaciones del templo.
No toméis más el dinero.
Sin duda los sacerdotes habían recibido el dinero y lo habían usado para sí mismos. El rey ordenó que esto no se hiciera más, y que se diera el dinero para la reparación del templo, pues para eso había sido dedicado.
8.
Los sacerdotes consintieron.
La tarea no correspondía más a los sacerdotes desleales. Ellos consintieron en no reunir más fondos y en dejar que otros dirigieran la obra de reparación.
9.
Tomó un arca.
Lo hizo por indicación del rey (2 Crón. 24: 8).
Junto al altar.
Es decir, el altar del holocausto que estaba en el atrio. Según 2 Crón. 24: 8, fue puesta "fuera, a la puerta de la casa de Jehová". Podría tratarse de dos descripciones del mismo lugar, o quizá se cambió de lugar el arca durante la colecta.
10.
El secretario del rey.
Era un funcionario importante de la corte, que no sólo atendía la correspondencia del rey sino que quizá también manejaba los fondos reales. En las esculturas asirias se ven secretarios que anotan el botín traído de las conquistas en el extranjero. Puesto que el secretario era directamente responsable ante el rey, Joás podía estar seguro de que las ofrendas para la reparación del templo se usarían desde ese momento según sus instrucciones.
Sumo sacerdote.
Aquí aparece este título por primera vez desde el tiempo del éxodo y la conquista (Lev. 21: 10; Núm. 35: 25; Jos. 20: 6). La colaboración del sumo sacerdote con el secretario del rey en la supervisión de estos fondos significaba un doble control para evitar cualquier malversación de fondos.
11.
Daban el dinero suficiente.
Mejor, "entregaban el dinero contado" (vers. 12, BJ). Heb. takan, "estimar", "medir", quizá en el sentido de "comprobar". En esa época no se usaban monedas y los metales preciosos se pesaban para computar su valor.
13.
Ningún otro utensilio.
Mientras duró la obra de la reparación del templo no se usó dinero para ningún otro propósito, ni siquiera para reemplazar los utensilios empleados en los servicios del mismo. Cuando se completó la obra se llevó el sobrante ante el rey y el sumo sacerdote, quien mandó que se lo usara para hacer utensilios para la casa del Señor (2 Crón. 24: 14). La necesidad de que hubiera nuevos utensilios surgió porque Atalía había entregado a los baales las cosas consagradas de la casa de Dios (2 Crón. 24: 7).
15.
Lo hacían ellos fielmente.
Este es un espléndido testimonio del carácter de quienes desempeñaban esta importante responsabilidad. Los que en tiempos de Josías llevaron a cabo una obra de restauración similar (cap. 22: 7), recibieron la misma alabanza. Es un triste comentario sobre el carácter de los sacerdotes, quienes, por su deslealtad, habían hecho necesarias estas medidas (ver cap. 12: 4-8).
16.
El dinero por la culpa.
Ver Lev. 5: 15-18; Núm. 5: 6-8. Según la ley de Moisés, este dinero pertenecía legalmente a los sacerdotes y se les entregaba. Mientras se recogían fondos especiales para reparar el templo, no se impidió que los sacerdotes recibieran sus ingresos habituales; pero cuando se estaban recibiendo otros fondos para otro propósito, era completamente ilegal que los sacerdotes dilapidaran ese dinero para sus propios fines egoístas, impidiendo así que se llevaran a cabo proyectos de vital importancia. La causa que se maneja con el máximo grado de integridad es la que más prospera, pues inspira confianza y liberalidad. Un proceder tal suministra recursos suficientes para todas las obras necesarias.
17.
Entonces subió Hazael.
Los acontecimientos que aquí se mencionan sucedieron poco después de la reparación del templo que comenzó en el año 23 del reinado de Joás (vers. 6), el mismo año cuando Joacaz subió al trono de Israel (cap. 13: 1). Después de la muerte de Joiada, Joás cayó en el pecado y atrajo sobre sí los ataques de Hazael (2 Crón. 24: 15-25).
Gat.
Para llegar a esta ciudad de los filisteos, probablemente Hazael lo hizo por la vía de Bet-seán, el valle de Jezreel y la llanura marítima; por esto tuvo que haber dominado primero a Israel (ver cap. 13: 3). Gat, tan lejos de Siria, tuvo que haber vuelto pronto al dominio de Palestina. Más tarde, cuando Azarías subió al trono de Judá, rompió el muro de Gat (2 Crón. 26: 6). Se desconoce el lugar de esta ciudad. La mayoría de los eruditos lo identifican con ´Araq el-Menshiyeh, la moderna 919 Kiryat Gat, a 10,4 km al oeste de Beit Jibrin (Eleutherópolis de tiempos del NT). Pero también se han sugerido Beit-Jibrin y Tell etsTsâfí (lugares identificados comúnmente con Libna). Muchos eruditos judíos sostienen que es Tell Sheikh el-'Areini, lugar situado inmediatamente al norte de Kiryat Gat, a 10,4 km al oeste de Beit-Jibrin y a 32 km al noroeste de Hebrón.
Jerusalén.
Cuando Hazael tomó la ciudad de Gat, se encontraba al suroeste de Jerusalén, y esta ciudad estaba sobre el camino de regreso a Damasco. Es probable que fuera en esa ocasión cuando los ejércitos de Siria "vinieron a Judá y a Jerusalén y destruyeron en el pueblo a todos los principales de él" (2 Crón. 24: 23). Después de la muerte de Joiada, el rey de Judá y sus príncipes "desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas" (2 Crón. 24: 18). Cuando Zacarías, hijo de Joiada, protestó contra esta iniquidad, "lo apedrearon hasta matarlo en el patio de la casa de Jehová" (2 Crón. 24: 21). Entonces Hazael subió contra Jerusalén, donde lo esperaba un "ejército muy numeroso", pero ganó la victoria, aunque había "venido con poca gente", porque el pueblo había "dejado a Jehová" (2 Crón. 24: 24).
20.
Mataron a Joás.
Cuando los sirios partieron, "lo dejaron [a Joás] agobiado por sus dolencias" (2 Crón. 24: 25), sin duda mal herido. Mientras Joás guardaba cama, los conspiradores lo mataron. Evidentemente, la conspiración se relacionaba con la apostasía del rey y el vil homicidio de Zacarías, hijo de Joiada. Joás le debía la vida y el trono al fiel sumo sacerdote. Cometió un acto de infame ingratitud cuando mató al hijo de su benefactor. Tan grande era el resentimiento contra Joás que, cuando lo mataron, "lo sepultaron en la ciudad de David pero no en los sepulcros de los reyes" (2 Crón. 24: 25).
Milo.
Quizá era una zona fortificada situada en la antigua ciudad jebusea tomada por David. Este había hecho mucho por fortificar esta zona (2 Sam. 5: 9; 1 Crón. 11: 8), y Salomón terminó la principal fortificación (1 Rey. 11: 27). Es probable que Joás hubiese estado recluido en esta casa de Milo, sobre todo por razones de seguridad.
Sila.
No se ha identificado este lugar.
21.
Josacar.
En 2 Crón. 24: 26 se lo llama "Zabad hijo de Simeat amonita". Josacar significa "Jehová ha recordado".
Jozabad.
En 2 Crón. 24: 26 se lo llama "hijo de Simrit moabita". Jozabad significa "Jehová ha dado". Hay una interesante coincidencia entre los nombres de estos dos conspiradores y las últimas palabras que pronunció Zacarías, hijo de Joiada, cuando lo apedreaban por orden de Joás: "Jehová lo vea y lo demande" (2 Crón. 24: 22), que significan: "¡Véalo Yahveh y exija cuentas!" (BJ). El rey Joás no había recordado la bondad del sacerdote Joiada para con él, pero el Señor lo recordó y le dio el castigo merecido.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
4, 5 PP 565-569



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 13       AUDIO
1 El reinado malvado de Joacaz. 3 Joacaz, oprimido por Hazael, es aliviado mediante la oración. 8 Joás reina en su lugar. 10 Su reinado perverso. 12 Jeroboam le sucede en el trono. 14 Eliseo, poco antes de morir, profetiza a Joás tres victorias sobre los sitios. 20 Los moabitas invaden el país, los huesos de Eliseo resucitan a un muerto. 22 Muerto Hazael, Joás gana tres victorias sobre Ben-adad.

1 EN EL año veintitrés de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz hijo de Jehú sobre Israel en Samaria; y reinó diecisiete años.
2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y siguió en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; y no se apartó de ellos.
3 Y se encendió el furor de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de Hazael rey de Siria, y en mano de Ben-adad hijo de Hazael, por largo tiempo. 920
4 Mas Joacaz oróen presencia de Jehová, y Jehová lo oyó; porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía.
5 (Y dio Jehová salvador a Israel, y salieron del poder de los sirios; y habitaron los hijos de Israel en sus tiendas, como antes.
6 Con todo eso, no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvieron; y también la imagen de Asera permaneció en Samaria.)
7 Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar.
8 El resto de los hechos de Joacaz, y todo lo que hizo, y sus valentías, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
9 Y durmió Joacaz con sus padres, y lo sepultaron en Samaria, y reinó en su lugar Joás su hijo.
10 El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en Samaria; y reinó dieciséis años.
11 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo.
12 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, y el esfuerzo con que guerreó contra Amasías rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
13 Y durmió Joás con sus padres, y se sentó Jeroboam sobre su trono; y Joás fue sepultadoen Samaria con los reyes de Israel.
14 Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!
15 Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas.
16 Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,
17 y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos.
18 Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo.
19 Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.
20 Y murió Eliseo, y lo sepultaron. Entrado el año, vinieron bandas armadas de moabitas a la tierra.
21 Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió, y se levantó sobre sus pies.
22 Hazael, pues, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiempo de Joacaz.
23 Mas Jehová tuvo misericordia de ellos, y se compadeció de ellos y los miró, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos ni echarlos de delante de su presencia hasta hoy.
24 Y murió Hazael rey de Siria, y reinó en su lugar Ben-adad su hijo.
25 Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano de Ben-adad hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel.
1.
Joacaz.
El relato de la muerte de Jehú y del ascenso de Joacaz al trono se encuentra en el cap. 10: 35; pero la historia del reinado de Joacaz tan sólo aparece aquí, porque en los libros de los Reyes, por lo general, los reinados se ubican según el orden en que subieron al trono los gobernantes.
Quizás transcurrieron sólo unos pocos días desde que Jehú comenzó a reinar en Israel hasta que Atalía tomó el trono de Judá. Después, en el 7.º año de Jehú, el niño Joás comenzó su largo reinado de 40 años en Judá. Por eso estos tres reinados aparecen en el libro de Reyes en este orden: Jehú, Atalía, Joás. Después siguen Joacaz de Israel y su sucesor Joás. Ambos subieron al trono durante 921 la vida de Joás de Judá. Después de esto, el relato vuelve a Judá para registrar el reinado de Amasías, sucesor de Joás.
3.
El furor de Jehová.
La ira humana es irrazonable, cruel y vengativa; la de Dios es muy diferente. Al describir su carácter ante los hombres, Dios está limitado por el lenguaje humano, y necesariamente debe permitir que los autores bíblicos usen expresiones que, cuando mucho, apenas se aproximan al pensamiento divino aun cuando sea imperfectamente. "Furor" se utiliza aquí para describir la reacción divina ante el pecado. Violentamos el lenguaje bíblico si interpretamos que esta palabra, aplicada a Dios, comprende las flaquezas propias del hombre cuando reacciona frente a la provocación. No podemos descubrir los secretos de Dios mediante nuestro escudriñamiento (Job 11: 7). Debido a la insuficiencia del lenguaje humano, en cierto modo y en el momento oportuno (Gál. 4: 4), Dios hizo que su pensamiento fuera audible y visible en la vida de Cristo. La humanidad sólo tenía un concepto borroso del carácter de Dios; pero en Cristo, se demostró ante el mundo como es. Jesús declaró: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14: 9). A fin de comprender mejor la naturaleza del "furor" de Dios, es preciso estudiar las reacciones de Jesús ante ciertas situaciones que provocaron justamente su indignación. Obsérvese su comportamiento cuando limpió el templo (Juan 2: 13-17), y veremos una manifestación de indignación, autoridad y poder. Véaselo reprendiendo a los fariseos (Mat. 23) con lágrimas en su voz (CC 12). Nótese su angustiado llanto por los judíos impenitentes (Luc. 19: 41; DTG 528, 538). Recuérdese también que él fue quien dirigió los destinos de Israel en los días de Joacaz. Con amor permitió que Siria afligiera a Israel, con la esperanza de que esa disciplina pudiera hacer que los israelitas apóstatas volvieran a la razón y a Dios.
Mano de Hazael.
El Señor retiró su mano protectora de Israel y permitió que Hazael derrotara a Joacaz. Esta situación se mantuvo no sólo durante los días de Hazael, sino también durante parte del reinado de su hijo Ben-adad III.
4.
Lo oyó.
El Señor es Dios de misericordia y bondad, siempre dispuesto a perdonar cuando los pecadores se arrepienten y se vuelven a él. Cuando Joacaz se volvió a Dios, el Señor, en su bondad, dirigió los acontecimientos de tal forma como para conceder la liberación a Israel.
5.
Salvador.
Es probable que se refiera a Adad-nirari III, que reinó en Asiria, según el canon epónimo asirio o lista limmu (ver págs. 57, 159), aproximadamente desde 810 hasta 782 AC. En el 5.º año de su reinado, o sea en 806, Adad-nirari III relata una gran campaña militar al Mediterráneo durante la cual el rey de Siria fue subyugado y se lo obligó a pagar un elevado tributo. Cuando los asirios aplastaron a los sirios, pusieron fin a las incursiones sirias contra Israel.
Sus tiendas.
Sus casas (ver 1 Rey. 8: 66).
6.
Imagen de Asera.
Heb. 'asherah. Es evidente que Jehú había permitido que este símbolo pagano permaneciera en Samaria. 'Asherah era un árbol sagrado, símbolo del principio reproductivo de la naturaleza, característica muy prominente en los cultos a la fertilidad en el Oriente (ver com. Juec. 3: 7; Exo. 34: 13).
7.
Cincuenta hombres de a caballo.
Según el relato asirio, Acab dispuso de 2.000 carros y 10.000 infantes en ocasión de la batalla de Qarqar. Como resultado de una serie de desastres frente a Siria, Israel perdió casi todos sus carros y su caballería. Prácticamente esto equivalía a un desarme total, y dejaba a Israel casi sin defensas.
Como el polvo.
Figura de dicción que denota la extrema crueldad de Siria. Por esta crueldad, por haber trillado a "Galaad con trillos de acero" (Amós 1: 3), el profeta Amós, poco tiempo más tarde pronunció el juicio del Señor sobre Damasco (Amós 1: 4, 5).
9.
Joás.
El hecho de que naciera durante el reinado de Joás de Judá, sugiere que podrían haberle puesto ese nombre en honor de aquel rey; si así fuera, indicaría un período de estrecha amistad entre las dos naciones.
10.
El año treinta y siete.
Ver en la pág. 152 el cómputo del reinado de Joás.
Joás ... Joás.
Siendo que el nombre es el mismo, debe evitarse confundir a los dos: uno es rey de Judá; el otro, de Israel.
12.
Los demás hechos.
La fórmula habitual para terminar el relato del reinado de un rey aparece en los vers. 12 y 13. Del reinado de este Joás se da un registro en los vers. 10 al 13. Se vuelve a hablar de él en el vers. 25, pero en una sección que trata principalmente de la opresión de Siria durante los reinados tanto 922 de Joacaz como deJoás de Israel (vers. 22-25), y también en el cap. 14: 8-14 donde se describe el reinado de Amasías de Judá. Sin embargo, después de esta última sección, hay otra fórmula estereotipado habitual para terminar el reinado de este mismo Joás (cap. 14: 15, 16) con casi las mismas palabras del cap. 13: 12, 13.
13.
Sobre su trono.
Esta afirmación difiere de la fórmula habitual: "Y reinó en su lugar Jeroboam su hijo" (cap. 14: 16). El Talmud (Séder Olam) y el erudito judío Kimchi sugieren que estos pasajes insinúan que Jeroboam fue corregente con su padre.
14.
Llorando.
Este capítulo relata la muerte de Eliseo mientras joás aún era rey de Israel. Sin duda Joás reconoció que el anciano profeta era un valioso consejero y ayudante, y se dio cuenta de que la muerte del varón de Dios constituía para Israel una trágica pérdida.
Padre mío.
Este era un título respetuoso, pero el anciano profeta era en verdad un padre bondadoso, sabio y compasivo. Cuando el rey se encontraba en dificultades, podía ir al profeta en procura de dirección y fuerza. Joás estaba lejos de ser justo, pero a pesar de ello se sentía atraído por Eliseo y lo reconocía como un verdadero siervo de Dios.
Carro de Israel.
Esta afirmación insinúa que Joás, por causa de sus reveses, había llegado a reconocer que el profeta y su Dios significaban más para Israel que cualquier cantidad de carros y caballos. En ese momento Israel había quedado casi sin caballos y carros (vers. 7). Para Israel, la presencia de Eliseo simbolizaba la presencia del Señor. Mediante su ministerio, el profeta había tratado de que el rey y el pueblo se dieran cuenta de que sólo en Jehová la nación podría encontrar su verdadera defensa y fortaleza.
15.
Toma un arco y unas saetas.
Las acciones simbólicas graban la verdad más vívidamente que las declaraciones abstractas. Por mucho tiempo se ha reconocido el valor de las ilustraciones visuales para la enseñanza. En este caso se añadía un elemento de valor instructivo. El rey mismo tomó parte. Su participación grabó al punto la predicción en su mente y le hizo aprender que su futuro éxito dependía del grado de armonía que mantuviera con las indicaciones divinas.
16.
Sobre las manos del rey.
Probablemente para impresionar al rey con el hecho de que si él hacía como el Señor mandaba, Dios lo acompañaría para guiarlo, fortalecerlo y darle el éxito.
17.
Al oriente.
Hacia el oriente estaba Galaad, ocupada en ese momento por Siria. El rey debía dirigir sus esfuerzos hacia el oiiente para libertar las ciudades del otro lado del Jordán que se encontraban bajo el dominio sirio.
Saeta de salvación de Jehová.
Cuando el rey disparó su saeta hacia el oriente en respuesta a la orden del mensajero de Dios, Eliseo, bajo la inspiración divina predijo la futura victoria de Israel sobre las fuerzas de Damasco.
Afec.
Varias aldeas muy dispersas tenían este nombre (ver com. 1 Sam. 4: 1). Es probable que la aldea en cuestión sea la que está a unos 6 km al este del mar de Galilea, en un camino que une el valle del Jordán con Damasco. Quizá fue en esta misma Afec donde los sirios sufrieron una desastrosa derrota a manos de Acab (1 Rey. 20: 26-34), en la cual éste fue exageradamente indulgente. El lugar ahora se llama Fiq.
18.
Golpea la tierra.
Otro acto simbólico para indicar que la victoria sobre Siria no sería fácil. La liberación completa no se efectuaría sino como resultado de un esfuerzo largo y sostenido. El rey estaba siendo puesto a prueba.
Se detuvo.
Joás se detuvo demasiado pronto. Se le había dicho que golpeara la tierra, pero era él quien debía decidir cuántas veces había de golpear. De eso dependerían los resultados que se lograran. Si era agresivo y decidido, perseverante en su tarea hasta que se lograran todos los objetivos, podría ganar una victoria tan completa sobre su enemigo que Siria nunca más constituiría una amenaza para Israel.
19.
Cinco o seis golpes.
La victoria total exigiría mucho más esfuerzo que la recuperación del territorio del otro lado del Jordán. Significaba un ataque contra Siria misma para destruirla, a fin de que no pudiera levantarse más como una amenaza para Israel y sus vecinos. La lección que Joás debía aprender es para todos: en la obra del Señor, quien pide esfuerzos fervientes, perseverantes y continuos, los resultados están en proporción directa con el esfuerzo realizado. La obra se atrasa porque los obreros en la viña del Señor se cansan demasiado pronto. Si cada obrero se diera por entero a la tarea de salvar almas, 923 los resultados serían diez veces mayores de lo que hoy son. Dios obtiene victorias de gracia mediante sus siervos cuando éstos se entregan a él en completa consagración y trabajan con energía y celo incansables.
20.
Murió Eliseo.
Eliseo no tuvo el privilegio de ir al cielo en un carro de fuego. Le tocó sufrir una larga enfermedad y morir finalmente. Muchos consagrados hijos de Dios han tenido que pasar por largas horas de enfermedad y sufrimiento. No siempre es evidente el motivo, pero en esos momentos penosos puede hallarse consuelo cuando se sabe que Dios está haciendo que todo sea para bien, incluso las aflicciones provocadas por el enemigo (Rom. 8: 28). Para que Satanás no pueda alegar que no se le dejó actuar con cada alma, Dios le permite que la acose. Este principio se ilustra claramente en las vicisitudes de Job (caps. 1, 2), y también se comprueba en la vida de hombres piadosos que, a pesar de su piedad, han sufrido mucho. En esos momentos difíciles, el que sufre debe meditar en la experiencia de esos dignos hijos de Dios: (1) en el piadoso Eliseo que murió lentamente de una enfermedad mortal, a pesar de haber sido un instrumento divino para curar y aun resucitar a otros; (2) en Juan el Bautista que languideció en una prisión y fue decapitado públicamente debido a la precipitación de un rey disoluto; (3) escuchar la oración de Pablo para que le fuera quitado el "aguijón en la carne, un mensajero de Satanás", y la respuesta negativa de parte del Señor (2 Cor. 12: 7-10); (4) recordar que, salvo Juan, aunque también torturado y desterrado, todos los discípulos sufrieron una muerte violenta; (5) contemplar a Jesús, el ejemplo supremo, que a pesar de ser el Hijo de Dios sufrió como ningún ser humano, y declaró: "El siervo no es mayor que su señor" (Juan 15: 20).
En su postrera enfermedad, Eliseo no se quejó ni perdió la fe en Dios, en cuya presencia sabía que estaba siempre. También era consciente de que los ángeles siempre estaban a su lado. Murió conforme vivió: confiando, esperando, fiel hasta el fin.
Entrado el año.
Es decir, después del comienzo del año que empezaba en la primavera [del hemisferio norte] (ver pág. 111), en el mes de Nisán, más o menos en lo que para nosotros es abril. Esa era la época propicia para las campañas militares, porque había terminado la estación lluviosa, y las cosechas estaban madurando en Palestina. En esta forma los ejércitos invasores podían subsistir y llevarse la nueva cosecha de cereales.
Moabitas.
Moab estaba al este del curso inferior del Jordán y del mar Muerto (ver com. cap. 3: 4). Joram y Josafat habían logrado una victoria relativa sobre los moabitas (cap. 3: 24), pero el enemigo se había restablecido y efectuaba incursiones en el territorio de Israel.
21.
Revivió.
Probablemente este milagro tuvo un profundo efecto tanto sobre quienes lo vieron como sobre los que después supieron de él. Era un momento de angustia y zozobra. Los moabitas estaban invadiendo la tierra y llevándose la nueva cosecha. Bien podía preguntarse ahora qué había pasado con el Dios de Eliseo y dónde estaban los milagros del pasado. Esta resurrección demostró que el Dios de Israel estaba vivo y todavía dispuesto a obrar milagros. Si se hiciera caso a los mensajes del extinto profeta, Dios daría otra vez a su pueblo la victoria sobre el invasor y restablecería la paz en la tierra.
23.
Tuvo misericordia.
Dios tiene un registro exacto de todas las naciones para ver si cumplen la tarea que él les ha señalado. Se les concede un período de gracia al fin del cual, si no han vivido a la altura de sus privilegios, son eliminadas. Israel no había llegado aún al fin de su tiempo de gracia. Por tanto, no era demasiado tarde para enmendar sus errores del pasado y cumplir los propósitos originales que Dios había tenido al llamar a Abrahán, Isaac y Jacob.
También se prueba a los individuos para ver si han de cumplir el propósito divino para el cual han sido creados. En su gran plan, Dios tiene un propósito para cada persona, que sólo puede tener verdadero éxito si cumple fielmente con ese propósito. Muchos se han alejado del dechado original y, como el Israel de la antigüedad, van camino al desastre. Dios aún ofrece su misericordia, pero los días son cruciales. Un día, muy pronto, el fuego pondrá a prueba la obra de cada ser humano, para ver "cuál sea" (1 Cor. 3: 13). Entonces todos recibirán la recompensa según haya sido su obra (2 Cor. 5: 10; Apoc. 22: 12).
Hasta hoy.
El hebreo dice "hasta ahora" o "hasta entonces". Aunque hasta ese momento Israel había resistido todos sus esfuerzos para llevarlo al arrepentimiento, Dios siguió 924 siendo misericordioso y le dio todas las oportunidades posibles para que dejara su iniquidad y no pereciera como nación.
24.
Ben-adad.
Ben-adad III. El primer rey que llevó ese nombre fue contemporáneo de Asa (1 Rey. 15: 18); y el segundo, contemporáneo de Acab y Josafat (1 Rey. 20: 1, 34). En las inscripciones del rey asirio Adad-nirari III, Ben-adad aparece bajo el nombre Mari', título arameo que significa "mi señor".
25.
Restituyó las ciudades.
Eliseo había predicho esta victoria de Joás (vers. 17). Si el rey de Israel hubiera confiado en Dios y extendido sus victorias, habría herido a Siria con un golpe devastador y quizá mortal (vers. 19).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
14, 15-17 PR 195
18, 19 PR 196
22 PR 190



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 14       AUDIO
1 El buen reinado de Amasías. 5 Su justicia con los asesinos de su padre. 7 Su victoria sobre Edom. 8 Amasías provoca a Joás y es vencido y saqueado. 15 Jeroboam sucede a Joás. 17 Amasías es muerto en una conspiración. 21 Azarías reina en su lugar. 23 El malvado reinado de Jeroboam. 28 Zacarías reina en su lugar.

1 EN EL año segundo de Joás hijo de Joacaz rey de Israel, comenzó a reinar Amasías hijo de Joás rey de Judá.
2 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y veintinueve años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de Jerusalén.
3 Y él hizo lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no como David su padre; hizo conforme a todas las cosas que había hecho Joás su padre.
4 Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en esos lugares altos.
5 Y cuando hubo afirmado en sus manos el reino, mató a los siervos que habían dado muerte al rey su padre.
6 Pero no mató a los hijos de los que le dieron muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.
7 Este mató asimismo a diez mil edomitas en el Valle de la Sal, y tomó a Sela en batalla, y la llamó Jocteel, hasta hoy.
8 Entonces Amasías envió mensajeros a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: Ven, para que nos veamos las caras.
9 Y Joás rey de Israel envió a Amasías rey de Judá esta respuesta: El cardo que está en el Líbano envió a decir al cedro que está en el Líbano: Da tu hija por mujer a mi hijo. Y pasaron las fieras que están en el Líbano, y houaron el cardo.
10 Ciertamente has derrotado a Edom, y tu corazón se ha envanecido; gloríate pues, mas quédate en tu casa. ¿Para qué te metes en un mal, para que caigas tú y Judá contigo?
11 Pero Amasías no escuchó; por lo cual subió Joás rey de Israel, y se vieron las caras él y Amasías rey de Judá, en Bet-semes, que es de Judá.
12 Y Judá cayó delante de Israel, y huyeron, cada uno a su tienda.
13 Además Joás rey de Israel tomó a Amasías rey de Judá, hijo de Joás hijo de Ocozías, en Bet-semes; y vino a Jerusalén, y rompió el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina, cuatrocientos codos.
I4 Y tomó todo el oro, y la plata, y todos los utensilios que fueron hallados en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa del rey, y a los hijos tomó en rehenes, y volvió a Samaria. 925
15 Los demás hechos que ejecutó Joás, y sus hazañas, y cómo peleó contra Amasías rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
16 Y durmió Joás con sus padres, y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel; y reinó en su lugar Jeroboam su hijo.
17 Y Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió después de la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, quince años.
18 Los demás hechos de Amasías, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
19 Conspiraron contra él en Jerusalén, y él huyó a Laquis; pero le persiguieron hasta Laquis, y allá lo mataron.
20 Lo trajeron luego sobre caballos, y lo sepultaron en Jerusalén con sus padres, en la ciudad de David.
21 Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Azarías, que era de dieciséis años, y lo hicieron rey en lugar de Amasías su padre.
22 Reedificó él a Elat, y la restituyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres.
23 El año quince de Amasías hijo de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam hijo de Joás sobre Israel en Samaria; y reinó cuarenta y un años.
24 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
25 El restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer.
26 Porque Jehová miró la muy amarga aflicción de Israel; que no había siervo ni libre, ni quien diese ayuda a Israel;
27 y Jehová no había determinado raer el nombre de Israel de debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás.
28 Los demás hechos de Jeroboam, y todo lo que hizo, y su valentía, y todas las guerras que hizo, y cómo restituyó al dominio de Israel a Damasco y Hamat, que habían pertenecido a Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
29 Y durmió Jeroboam con sus padres, los reyes de Israel, y reinó en su lugar Zacarías su hijo.
1.
Año segundo de Joás.
Aquí se vuelve a la historia de Judá, porque Amasías de Judá fue el primer rey que comenzó a reinar después de que Joás de Israel ascendiera al trono (ver com. cap. 13: 10). En cuanto al método usado para computar el reinado de Amasías, ver pág. 152.
3.
No como David.
"No de perfecto corazón" (2 Crón. 25: 2). El pecado más notorio de Amasías consistió en adorar a los dioses de Edom después de haber derrotado a los edomitas en batalla, y su amenaza de muerte al profeta porque éste le había reprochado por haberse apartado de Dios (2 Crón. 25: 14-16).
4.
No fueron quitados.
Judá siguió adorando en los altos hasta que Ezequías destruyó esos santuarios (cap. 18: 4).
5.
Hubo afirmado.
Evidentemente hubo un período de inquietud y confusión después del asesinato de Joás de Judá (cap. 12: 20,21), durante el cual, sin duda el nuevo rey experimentó dificultades para hacer valer y conservar sus derechos. Cuando superó estos problemas y el rey estableció su autoridad en toda la nación, pudo tomar medidas eficaces contra los asesinos de su padre.
6.
Los hijos de los que le dieron muerte.
La mención de este asunto indica que en aquellos tiempos, en tales circunstancias, era común matar a los hijos junto con sus padres.
Ley de Moisés.
Ver Deut. 24: 16.
7.
Mató asimismo a diez mil edomitas.
Esta es una mención brevísima de la guerra entre Amasías y Edom, que aparece con más detalles en 2 Crón. 25: 5-13. Según ese relato, Amasías no sólo mató a 10.000 edomitas en combate, sino que tomó prisioneros a otros 10.000 que más tarde fueron arrojados por un precipicio.
Valle de la Sal.
No se conoce la ubicación de este valle. Se han sugerido dos sitios: (1) una zona al extremo sur del mar Muerto y (2) el Wadi el-Milh (sal) al este de Beerseba.
Sela.
Literalmente, "peña". Es probable que se trate de la famosa región de Petra, a 81,6 km al sur del mar Muerto. "Petra" significa "roca" en griego. Es posible que en ese tiempo la capital de Edom hubiera estado en esa zona.
8.
Envió mensajeros.
En el relato de Crónicas se da un cuadro más completo de las causas de la guerra inminente. Además del numeroso ejército de que disponía Amasías, había tomado "a sueldo por cien talentos de 926 plata, a cien mil hombres valientes" de Israel (2 Crón. 25: 6). Pero el rey, advertido por un profeta de que el Señor no estaría con él si lo acompañaban esas tropas, las despidió. Disgustados por lo ocurrido, a su regreso los soldados atacaron y saquearon varias ciudades de Judá (2 Crón. 25: 7-10, 13). Amasías embriagado por el éxito logrado contra Edom, y enojado porque los soldados israelitas que regresaban a su tierra habían saqueado las ciudades de Judá, decidió hacer guerra contra Israel.
Nos veamos las caras.
Esta era una declaración de guerra. La expresión insinuaba una invitación a un combate personal.
9.
Cardo.
El rey de Israel contestó con un mensaje que expresaba su desprecio por el rey de Judá. ¿Había Amasías derrotado a Edom? Joás también había vencido a Siria, un reino mucho más fuerte. Su respuesta fue la de un caballero distinguido que considera un insulto el desafío de un enemigo indigno. El cedro era el mayor, el más fuerte y majestuoso árbol de Palestina; el cardo, una planta inútil, despreciable, que se podía pisotear.
Da tu hija.
Josafat había hecho con Acab una alianza que se había sellado con el matrimonio de Atalía, hija de Acab, con Joram, hijo de Josafat (1 Rey. 22: 44; 2 Rey. 8: 18, 26; 2 Crón. 18: 1). También las familias reales indicaron su amistad mutua dando a sus hijos los mismos nombres: Joram y Ocozías en Judá; Ocozías y Joram en Israel. El rey de Israel, a quien Amasías declaraba la guerra, llevaba el mismo nombre de Joás, padre de Amasías, lo que sugiere un largo período de amistad entre las dos naciones. Es muy posible que Amasías le hubiera insinuado a Joás una verdadera alianza, que debía confirmarse con el matrimonio de la hija de Joás con el hijo de Amasías. Si así fue, Joás se burlaba de Amasías por su propuesta.
10.
Se ha envanecido.
En este pasaje Joás llama la atención a lo que en realidad había ocurrido. Amasías se había ensoberbecido por su victoria sobre Edom; por haber triunfado en esta guerra sin la ayuda de las fuerzas israelitas, Amasías creyó que no sería difícil humillar a Joás.
¿Para qué te metes?
Muchas veces la gente se acarrea sus propias dificultades. No había razón para que Judá hiciera guerra a Israel. Joás hizo bien en no aceptar el desafío y en advertir a Amasías que estaba buscando dificultades para sí y para su nación.
11.
No escuchó.
Amasías estaba ofendido, y por eso no razonaba. Actuaba como un niño malcriado, y rehusó prestar oídos al sabio consejo que le daba el hombre con quien quería guerrear.
Bet-semes.
Una aldea a 24 km al oeste de Jerusalén. Joás no esperó que Amasías atacara, sino que despachó sus tropas hacia el sur, con la evidente intención de acercarse a Jerusalén desde el oeste por la antigua carretera que pasaba por el valle de Sorec. Esta es la ruta que ahora sigue el ferrocarril de Jaffa a Jerusalén. El sitio de Bet-semes, ahora Tell er-Rumeileh, fue excavado por una expedición norteamericana entre 1928 y 1933.
12.
Judá cayó.
Resultó como Joás había predicho. Amasías se entremetió para daño suyo. Ahora Judá debía pagar el precio de la insensatez de su rey.
13.
Tomó a Amasías.
En la antigüedad se reñían las guerras con gran intrepidez, y muchas veces los reyes y comandantes se encontraban en las primeras líneas de combate junto con sus tropas. Acab de Israel y Josías de Judá perdieron la vida en la batalla (1 Rey. 22: 34-37; 2 Rey. 23: 29), y Josafat corrió gran peligro (1 Rey. 22: 32, 33).
Puerta de Efraín.
Era un gran sector del muro norte en su extremo oeste, o del muro oeste en su extremo norte. Sin duda, el propósito de esta destrucción era dejar la capital de Judá a merced de Israel. La rotura de esta parte del muro constituyó una gran humillación para el pueblo de Judá.
Cuatrocientos codos.
Más o menos 200 m.
14.
El oro, y la plata.
Esto ocurrió sólo unos pocos años después que Joás envió los tesoros del templo a Hazael para que el rey sirio se retirara de Jerusalén (cap. 12: 18). En esta ocasión, los tesoros que desde entonces se habían acumulado también cayeron en manos enemigas.
Rehenes.
En la antigüedad se acostumbraba tomar rehenes. Se escogía a los prisioneros entre los ciudadanos importantes de un país. Los vencedores esperaban que así se podría garantizar la buena conducta posterior de los vencidos. No sólo había sido humillado el orgullo de Amasías, sino que toda la nación de Judá debió sufrir mucho por el precipitado desafío de su rey a Joás.
15.
Los demás hechos.
Los vers. 15, 16 interrumpen el relato del reinado de 927 Amasías, que continúa en el vers. 18. Contienen la fórmula final del registro del reinado de Joás que ya había aparecido en el cap. 13: 12, 13. Algunos piensan que la repetición de esta fórmula indicaría una corregencia de Jeroboam II con su padre Joás (ver pág. 85).
17.
Quince años.
Sólo aquí aparece un dato de esta naturaleza en los registros de los reyes.
19.
Conspiraron.
Es evidente que Amasías no era popular en Judá. Probablemente contribuyeron a que la gente estuviera amargada contra su rey, su precipitado desafío a Joás, su desastrosa derrota, la humillación producida por la rotura de buena parte del muro de Jerusalén, la captura de rehenes y la pérdida de los tesoros del templo y del palacio.
Laquis.
Ciudad que generalmente se identifica con Tell ed-Duweir, a 43,2 km al suroeste de Jerusalén.
20.
Sobre caballos.
Laquis estaba unida a Jerusalén por un camino apropiado para carros, por el cual yendo hacia el este se llegaba a las mesetas centrales, y luego hacia el norte, a la capital. Miqueas menciona carros en relación con Laquis en su alusión profético de la ciudad (Miq. 1: 13).
21.
Todo el pueblo.
Esta afirmación sugiere un movimiento popular en el cual participó toda la nación. Cuando un rey muere y le sucede su hijo, por lo general no se necesita mencionar que participó todo el pueblo. En cuanto a la probable corregencia de Azarías con su padre a partir del tiempo de la captura de Amasías (vers. 13), ver com. 2 Crón. 25: 27; 26: 1.
22.
Elat.
Ciudad situada en el golfo de Akaba, cerca de Ezión-geber (Deut. 2: 8), en la tierra de Edom (1 Rey. 9: 26). Probablemente pasó a ser de Israel cuando David conquistó a Edom (2 Sam. 8: 14). Salomón usó esta ciudad como puerto (1 Rey. 9: 26; 2 Crón. 8: 17, 18). Quizá Judá la perdió cuando Edom se rebeló contra Joram (2 Rey. 8: 20-22).
23.
Jeroboam.
Este rey llevaba el mismo nombre del primer rey de Israel (1 Rey. 12: 20). Algunas veces los eruditos lo llaman Jeroboam II para distinguirlo del primer Jeroboam. Tal vez le pusieron ese nombre para recordar al fundador del reino de Israel, y al ponerle ese nombre a su hijo, el padre pudo haber esperado que su sucesor sería un segundo fundador que llevaría a la nación a una nueva era de fortaleza y prosperidad.
24.
Hizo lo malo.
Esta es la forma con que habitualmente se condena a los reyes del reino del norte. En toda la larga enumeración de reyes de Israel no hubo ninguno de quien se pudiera decir que hizo lo recto ante los ojos del Señor. Jeroboam era de la dinastía de Jehú, pero siguió en los malos caminos de la dinastía de Omri y Acab que Jehú había derrocado.
25.
Límites.
Jeroboam hizo que la nación volviera a sus límites originales.
La entrada de Hamat.
Esta expresión designa la frontera norte de la nación (ver com. Núm. 34: 8; ver también Jos. 13: 5; Juec. 3: 3; 1 Rey. 8: 65 y Amós 6: 14). También Ezequiel ubicó la frontera norte de Israel en Hamat (Eze. 47: 16; 48: 1). En el reinado de Salomón, la nación alcanzó a dominar hasta esta región (2 Crón. 8: 3, 4).
Mar del Arabá.
El mar Muerto (ver Núm. 34: 12; Deut. 3: 17; 4: 49; Jos. 3: 16). Israel había perdido el territorio al este del Jordán durante los reinados de Jehú (2 Rey. 10: 32, 33) y Joacaz (2 Rey. 13: 3, 25), pero Joás lo recuperó en parte (2 Rey. 13: 25).
Jonás.
Este es el profeta que fue enviado a Nínive (Jon. 1: 1, 2). Jonás tuvo un ministerio más amplio que el que se registra en su libro. La mención que se hace aquí de que Jonás actuó durante el reinado de Jeroboam II, nos permite fijar la fecha aproximada de los sucesos registrados en el libro de Jonás.
Siguiendo la cronología empleada en este comentario, los reyes que reinaron en Asiria durante el reinado de Jeroboam II fueron: Adad-nirari III, 810-782; Salmanasar IV, 782-772; Asur-dan III, 772-754; y Asurnirari V, 754.-746 (ver pág. 79).
Gat-hefer.
Lugar ubicado en la frontera de Zabulón (Jos. 19: 13), a 4,4 km al noreste de Nazaret. Todavía se ve allí la supuesta tumba de Jonás. El nombre árabe del lugar es Khirbet ez-Zurrá'.
26.
Miró la muy amarga aflicción.
Dios no permite que los fuegos de la aflicción ardan con más calor que el necesario para consumir la escoria. Cuando sus hijos responden ante castigos suaves, no necesita usar castigos más severos. Por otra parte, un persistente rechazo a arrepentirse bajo la presión de pruebas fáciles hace que las aflicciones sucesivas sean más intensas. Así ocurrió con Israel. Las calamidades menores no habían sido suficientes para realizar una reforma duradera, y 928 por su continua rebeldía la nación estaba acercándose rápidamente al castigo final de su destrucción completa. Al parecer, el alivio transitorio experimentado con Jeroboam tenía el propósito de demostrar lo que Dios estaba dispuesto a hacer en favor de la nación rebelde, aún en ese postrer momento. Todavía no era demasiado tarde, pero ya casi se habían alcanzado los límites de la tolerancia divina, y el fin se acercaba a pasos agigantados.
Durante este período hubo una intensa actividad profética. En tiempos de crisis y de necesidad Dios orienta de un modo especial. No sólo Jonás actuó durante este período, sino también profetizaron Oseas y Amós. Los mensajes de estos libros permiten comprender las condiciones de la época.
No había siervo ni libre.
No es claro el sentido preciso de esta frase. Parece indicar que la calamidad se había difundido mucho y comprendía a todas las clases sociales (ver Deut. 32: 36; 1 Rey. 14: 10; 2 Rey. 9: 8). Puede tratarse de una antítesis: "el que es encerrado y el que es soltado", o sea, "el que es aprisionado y el que es libertado".
27.
No había determinado.
Dios aún no había dado la orden de destruir a Israel; por el contrario, quería que la transitoria prosperidad fuera un buen incentivo para que Israel se convirtiera a él. La restauración de las fronteras debía ser una anticipación de las bendiciones futuras que gozaría Israel si obedecía a Dios. Parece que el autor estaba pensando en Deut. 32: 36-43. No había llegado aún el momento en que el Señor habña de borrar el nombre de Israel "de debajo del cielo" (Deut. 29: 20).
Los salvó.
Prosperaron a pesar de la maldad de Jeroboam (vers. 24). Los impíos nunca saben hasta qué punto deben agradecer a Dios por las bendiciones que reciben. Las victorias no eran un indicio de que Dios aprobaba la conducta del rey o del pueblo; por el contrario, estas victorias eran una nueva invitación de Dios a su pueblo para que volviera al propósito original al cual había sido llamado.
28.
Todo lo que hizo.
Jeroboam hizo mucho para fortalecer a su nación, pero el registro de su reinado es breve. Al éxito nacional siguió el orgullo, fuertemente condenado por los profetas de la época (Ose. 5: 5; 7: 10; Amós 6: 13).
Restituyó al dominio de Israel a Damasco y Hamat.
Esta declaración señala la extensión del reino de Judá hacia el norte en ese momento. David conquistó a Damasco para Israel (2 Sam. 8: 6), y Salomón retuvo esta ciudad como parte de su imperio (1 Rey. 11: 23, 24). Hamat también formaba parte del territorio de Salomón (2 Crón. 8: 4). No es claro si se indica la ciudad o el distrito de Hamat (ver com. vers. 25). La ciudad de Hamat está a unos 200 km al norte de Damasco (ver mapa frente a la pág. 769). Tiglat-pileser III de Asiria (746- 727 AC) dice que dominó "19 distritos de Hamat junto con las ciudades de sus alrededores . . . que habían pasado a Azriau". Es probable que este Azriau fuera Azarías o Uzías de Judá (ver com. 2 Rey. 16: 5), aunque los eruditos no están en total acuerdo en cuanto a esta identificación.
Si esta declaración se refiere a Azarías de Judá, debe entenderse que Judá controlaba el territorio de Hamat cuando se realizó la campaña de Tiglat-pileser. Al parecer Judá e Israel se disputaban el control de esta zona norteña. En determinado momento, Jeroboam habría logrado arrebatársela a su rival del sur; pero Judá sin duda la recuperó, pues la incursión de Tiglat-pileser en este territorio ocurrió en el año 743 AC, 10 años después de la muerte de Jeroboam, según la cronología usada en este comentario. Algunos han pensado que el interés de Judá por estas zonas del norte pudo haberse debido a las actividades que allí realizaban los asirios. Tal vez Azarías de Judá desempeñó el papel principal en una coalición occidental contra la agresión asiria, y los pequeños Estados del norte de Siría lo reconocían como soberano, o que al menos Azarías pretendiera ese título a cambio de su ayuda para hacer frente al agresor asirio. Quizá Israel se disgustó por este interés de Judá en los Estados que quedaban al norte de su frontera y en determinado momento del reinado de Jeroboam logró controlar ese territorio.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
21, 22 PR 225 929



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 15       AUDIO
1 El reinado del buen rey Azarías. 5 Muere leproso y Jotam reina en su lugar. 8 Zacarías, el último de la generación de Jehú, es muerto por Salum. 13 Salum reina un mes y es asesinado por Manahem. 16 Manahem se fortalece con ayuda de Pul. 21 Pekaía reina en su lugar. 23 Pekaía es muerto por Peka. 27 Peka es oprimido por Tiglat-pileser y es asesinado por Oseas. 32 El buen reinado de Jotam. 36 Acaz reina en su lugar.

1 EN EL año veintisiete de Jeroboam rey de Israel, comenzó a reinar Azarías hijo de Amasías, rey de Judá.
2 Cuando comenzó a reinar era de dieciséis años, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén.
3 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que su padre Amasías había hecho.
4 Con todo esto, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo sacrificaba aún y quemaba incienso en los lugares altos.
5 Mas Jehová hirió al rey con lepra, y estuvo leproso hasta el día de su muerte, y habitó en casa separada, y Jotam hijo del rey tenía el cargo del palacio, gobernando al pueblo.
6 Los demás hechos de Azarías, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
7 Y durmió Azarías con sus padres, y lo sepultaron con ellos en la ciudad de David, y reinó en su lugar Jotam su hijo.
8 En el año treinta y ocho de Azarías rey de Judá, reinó Zacarías hijo de Jeroboam sobre Israel seis meses.
9 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como habían hecho sus padres; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
10 Contra él conspiró Salum hijo de Jabes, y lo hirió en presencia de su pueblo, y lo mató, y reinó en su lugar.
11 Los demás hechos de Zacarías, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
12 Y esta fue la palabra de Jehová que había hablado a Jehú, diciendo: Tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel. Y fue así.
13 Salum hijo de Jabes comenzó a reinar en el año treinta y nueve de Uzías rey de Judá, y reinó un mes en Samaria;
14 porque Manahem hijo de Gadi subió de Tirsa y vino a Samaria, e hirió a Salum hijo de Jabes en Samaria y lo mató, y reinó en su lugar.
15 Los demás hechos de Salum, y la conspiración que tramó, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
16 Entonces Manahem saqueó a Tifsa, y a todos los que estaban en ella, y también sus alrededores desde Tirsa; la saqueó porque no le habían abierto las puertas, y abrió el vientre a todas sus mujeres que estaban encintas.
17 En el año treinta y nueve de Azarías rey de Judá, reinó Manahem hijo de Gadi sobre Israel diez años, en Samaria.
18 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; en todo su tiempo no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
19 Y vino Pul rey de Asiria a atacar la tierra; y Manahem dio a Pul mil talentos de plata para que le ayudara a confirmarse en el reino.
20 E impuso Manahem este dinero sobre Israel, sobre todos los poderosos y opulentos; de cada uno cincuenta siclos de plata, para dar al rey de Asiria; y el rey de Asiria se volvió, y no se detuvo allí en el país.
21 Los demás hechos de Manahem, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
22 Y durmió Manahem con sus padres, y reinó en su lugar Pekaía su hijo.
23 En el año cincuenta de Azarías rey de Judá, reinó Pekaía hijo de Manahem sobre Israel en Samaria, dos años.
24 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
25 Y conspiró contra él Peka hijo de Remalías, capitán suyo, y lo hirió en Samaria, en el palacio de la casa real, en compañía de 930 Argob y de Arie, y de cincuenta hombres de los hijos de los Galaaditas; y lo mató, y reinó en su lugar.
26 Los demás hechos de Pekaía, y todo lo que hizo, he aquí que está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
27 En el año cincuenta y dos de Azarías rey de Judá, reinó Peka hijo de Remalías sobre Israel en Samaria; y reinó veinte años.
28 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
29 En los días de Peka rey de Israel, vino Tiglat-pileser rey de los asirios, y tomó a Ijón, Abel- bet-maaca, Janoa, Cedes, Hazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí; y los llevó cautivos a Asiria.
30 Y Oseas hijo de Ela conspiró contra Peka hijo de Remalías, y lo hirió y lo mató, y reinó en su lugar, a los veinte años de Jotam hijo de Uzías.
31 Los demás hechos de Peka, y todo lo que hizo, he aquí que está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
32 En el segundo año de Peka hijo de Remalías rey de Israel, comenzó a reinar Jotam hijo de Uzías rey de Judá.
33 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó dieciséis años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jerusa hija de Sadoc.
34 Y él hizo lo recto ante los ojos de Jehová; hizo conforme a todas las cosas que había hecho su padre Uzías.
35 Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en los lugares altos. Edificó él la puerta más alta de la casa de Jehová.
36 Los demás hechos de Jotam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
37 En aquel tiempo comenzó Jehová a enviar contra Judá a Rezín rey de Siria, y a Peka hijo de Remalías.
38 Y durmió Jotam con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David su padre, y reinó en su lugar Acaz su hijo.
1.
Azarías.
También se lo llama Uzías (vers. 13, 30, 32, 34). Asimismo en 2 Crónicas, Isaías, Oseas, Amós y Zacarías se usa esta misma forma del nombre. También en la genealogía de David (1 Crón. 3: 12) aparece Azarías. Este es uno de los muchos ejemplos de personas con dos nombres. Quizá Azarías era su nombre verdadero, y Uzías, el que adoptó al subir al trono.
3.
Hizo lo recto.
Sólo durante parte de su reinado (ver com. vers. 5). "En estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó" (2 Crón. 26: 5).
4.
No se quitaron.
No todos los lugares altos eran necesariamente santuarios idolátricos, sin embargo, eran lugares de adoración no autorizados, en donde la gente ofrecía sacrificios, en lugar de presentarlos en el templo de Jerusalén (ver com. cap. 12: 3).
5.
Hirió al rey.
Este incidente aparece con más detalles en 2 Crón. 26: 16-21. Sin duda Azarías se enorgulleció por sus victorias militares; y mientras intentaba ofrecer incienso en el templo fue herido con lepra.
Casa separada.
La ley hebrea exigía que los leprosos vivieran solos, "fuera del campamento" (Lev. 13: 46).
Tenía el cargo del palacio.
Jotam actuó como regente, gobernando a la nación desde que su padre quedó leproso.
Gobernando al pueblo.
Mejor, "administraba justicia al pueblo" (BJ). El rey era el juez supremo de todo el país. Jotam asumió todas las responsabilidades reales en lugar de su padre, aunque se siguió considerando que reinaba Azarías.
6.
Los demás hechos.
Entre éstos, los triunfos de Azarías sobre los filisteos, los árabes y los amonitas ("meunitas", según la BJ), el incremento de su dominio sobre Amón, el mejoramiento de las fortificaciones de Jerusalén, su interés en la cría de ganado y la agricultura, la construcción de torres para protección en zonas desérticas, la reorganización y el reequipamiento de su ejército, la construcción de máquinas bélicas, su intento de ofrecer incienso en el templo por el que quedó leproso y los detalles de su entierro (2 Crón. 26: 1-23).
7.
Durmió Azarías.
Isaías recibió su visión de Dios en el año de la muerte de Azarías (ver com. vers. 1 ; cf. Isa. 6: 1, 8).
Hace algunos años se encontró en Jerusalén una lápida bien labrada con esta inscripción: "Hasta aquí fueron traídos los huesosde Uzías [Azarías], rey de Judá. ¡No debe abrirse!" Como dicha inscripción está escrita 931 en las letras cuadradas características del arameo del tiempo de Cristo, sin duda la lápida fue escrita en ese tiempo. Probablemente señala el lugar en donde fueron puestos los huesos de Uzías después que su tumba original fue saqueada o se deterioró por alguna otra razón.
8.
Seis meses.
Israel entraba ahora en el último y oscuro período de su historia. Un rey seguía al otro en rápida sucesión mediante asesinatos, práctica común de esa época.
9.
Hizo lo malo.
Sólo se registra esto en cuanto al último rey de la casa de Jehú. La iniquidad era la costumbre prevaleciente, y pronto causaría la ruina de la nación.
10.
Salum.
Nada se sabe de los antepasados de Salum. El nombre de su padre no proporciona ninguna información.
En presencia de su pueblo.
Heb. qabal-'am. Algunos de los manuscritos griegos no traducen esta frase, pero añaden el nombre Keblaam después de Jabes. Una versión posterior dice, en Ieblaam, lo que se refleja en la BJ, "de Yibleam" (ver cap. 9: 27). La redacción del hebreo sugiere que el rey fue asesinado en público. Este procedimiento indica la terrible corrupción y la incertidumbre de los tiempos. Se menospreciaba la vida humana, y se derramaba sangre por cualquier motivo. Cuando murió Zacarías, se cumplió la predicción del Señor de que la casa de Jehú sería castigada "por causa de la sangre de Jezreel" (Ose. 1: 4), como también la profecía de que Dios se levantaría "con espada sobre la casa de Jeroboam" (Amós 7: 9).
12.
La palabra de Jehová.
Ver 2 Rey. 10: 30. Los descendientes de Jehú que reinaron sobre Israel fueron Joacaz, Joás, Jeroboam y Zacarías.
13.
Un mes.
Literalmente, "un mes de días". Salum era asesino, y otro asesino derramó su sangre cuando sólo había estado un mes en el poder. Cuando se abandona la ley del Señor, ni el rey ni el pueblo pueden vivir seguros o felices. Los hombres se daban cuenta de los males de la época, trataban de corregir el mal con el mal; como resultado la situación fue de mal en peor, hasta que la nación entera quedó en ruinas.
14.
Tirsa.
La primera capital de Israel, desde Jeroboam hasta Omri (1 Rey. 14: 17; 16: 8, 9,15, 17,23). No se conoce su ubicación exacta, pero es probable que deba identificarse con Tell el-Fâr'ah, gran montículo que está a 10,4 km al noreste de Siquem, en donde los franceses realizaron excavaciones a partir de 1946.
Lo mató.
Josefo dice que Manahem era general del ejército (Antigüedades ix. 11.1). En esos días, los que estaban sedientos de poder no vacilaban ante nada para conseguirlo. Fue una época en que los castigos de Dios se sintieron en la tierra. Se habían rechazado los mandamientos del Señor, y por eso las órdenes humanas tenían poco valor (ver CS 641).
16.
Tifsa.
Es difícil que sea la ciudad gobernada por Salomón (1 Rey. 4: 24), porque dicha ciudad, bien conocida por el nombre de Tápsaco, estaba en la ribera del Eufrates. Manahem difícilmente hubiera tenido motivo alguno para ir hasta un lugar tan distante. Como se menciona a esta ciudad en relación con Tirsa se ha pensado que las dos ciudades eran vecinas. Algunos identifican a Tifsa con Khirbet Tafsa, aldea a 11,6 km al suroeste de Siquem. Otros, siguiendo la versión de Luciano, que dice Tafõe, la han identificado con Tapúa (así la BJ, que dice "Tappúaj"), que es ahora Sheikh Abu Zarad, a 12,6 km al suroeste de Siquem.
No le habían abierto las puertas.
Como esta ciudad se negó a prestarle su colaboración, Manahem hizo de ella un escarmiento para todos.
Abrió el vientre.
Esa crueldad era típica de las costumbres bárbaras de la época (ver 2 Rey. 8: 12; Ose. 13: 16; Amós 1: 13).
18.
No se apartó.
El cambio de una dinastía a otra no significó ningún mejoramiento. La nación no necesitaba un cambio de rey, sino un cambio de corazón.
19.
Pul.
Al comparar los documentos babilonios y asirios, la mayoría de los eruditos modernos llegan a la conclusión de que "Pul" era otro nombre de Tiglat-pileser III (ver págs. 63, 160-163 y también com. 1 Crón. 5: 26).
Mil talentos.
Si se calcula en base al siclo liviano, esta cantidad de plata (30.000 kg) valdría hoy más de un millón de dólares. Las inscripciones asirias hablan de la derrota de "Menihimme de Samerina" -"Manahem de Samaria"-, a manos de Tiglat-pileser, quien le impuso un tributo ele oro, plata y vestidos de lino (ver Págs. 86, 163). Algunas décadas antes de esto, Adad-nirari III había obtenido del rey de Damasco 2.300 talentos de plata y 20 talentos de oro. 932
20.
De cada uno.
Se necesitaban 3.000 siclos para formar un talento de plata. Este impuesto especial sobre los pudientes comprendía a unas 60.000 personas. La avaricia, el sibaritismo y la opresión contra los pobres eran los grandes males de la época. Los profetas constantemente condenaban estas cosas (ver Amós 2: 6; 3: 15; 5: 11, 12; 6: 4; 8: 6).
22.
Pekaía.
Uno de los últimos cinco reyes de Israel. Pekaía fue el único que heredó el trono de su padre. Todos los otros llegaron a ser reyes asesinando a su antecesor.
24.
Hizo lo malo.
Esta breve declaración es todo lo que se dice del reinado de este rey de Israel. Fue una época en que la gente se entregó por completo a la iniquidad. Las exhortaciones divinas al arrepentimiento caían en oídos sordos. Aunque el Señor había sido paciente con Israel, el juicio divino estaba por caer sobre esa nación.
25.
Capitán.
Heb. shalish. Literalmente, "tercero". Tal vez algún oficial importante (ver com. Exo. 14: 7). En el caso de Joram, el shalish era un edecán del rey, y se dice que era "un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba" (ver com. 2 Rey. 7: 2). Cuando Jehú mató a Joram mandó a Bidcar, su shalish, que se deshiciera del cadáver del rey (cap. 9: 24, 25).
En compañía de Argob y Arie.
El sentido de esta frase no es claro. Podría referirse a nombres de personas o de lugares.
Cincuenta hombres.
Tal vez miembros de la guardia real que conspiraron con Peka contra Pekaía.
26.
Los demás hechos.
Felizmente son breves los relatos de la vida de estos reyes impíos. No sería nada edificante que pasara a la posteridad el registro de sus muchas iniquidades.
27.
Peka.
Ver en las págs. 87, 153 el sincronismo del ascenso de Peka al trono y el período de su reinado.
29.
Vino Tiglat-pileser.
Quizá esto ocurrió hacia el final del reinado de Peka pues Tiglat-pileser afirma que el pueblo de Israel "derrocó a su rey Peka", y se jacta de haber impuesto a Oseas como rey.
Ijón, Abel-bet-maaca.
Ciudades del territorio de Neftalí, cerca de las aguas de Merom. Estas ciudades estuvieron entre las que Benadad conquistó durante el reinado de Baasa (1 Rey. 15: 20). Es posible que la primera pueda identificarse con Tell ed-Dibbín, y la segunda, con Tell Abil (ver 1 Rey. 15: 20).
Janoa.
Situada en el norte de Israel; aún no identificada.
Cedes.
Aldea situada a 6,4 km al noroeste del lago Huleh. Josué la tomó (Jos. 12: 22), y se la asignó a la tribu de Neftalí (Jos. 19: 37). Por lo general se la llama Cedes de Neftalí (ver Juec. 4: 6), para distinguirla de otras aldeas del mismo nombre. El sitio de Cedes se conoce ahora como Tell Qades.
Hazor.
Tell Waqqas, a 6,1 km al suroeste de las Aguas de Merom.
La tierra de Neftalí.
Es probable que la aflicción que el Señor trajo sobre Zabulón y Neftalí, según Isa. 9: 1, fuera la incursión de Tiglat-pileser que aquí se relata.
Los llevó cautivos.
Para que no se rebelaran, los asirios acostumbraban deportar a muchos cautivos de los territorios conquistados. El cautiverio que aquí se menciona fue el primero de una serie que no acabó sino cuando ya no quedaba nada de Israel ni de Judá. Estos castigos fueron el cumplimiento de la predicción de Moisés (Deut. 28: 37, 64, 65). Tiglat-pileser también se llevó a "los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés" (1 Crón. 5: 26).
30.
Conspiró.
Tiglat-pileser III afirma que colocó a Oseas en el trono de Israel (ver com. vers. 29). Quizá obligó a Oseas a que reconociera la soberanía del rey asirio antes de que se le permitiera subir al trono.
A los veinte años de Jotam.
Ver com. vers. 33.
32.
Segundo año de Peka.
Después de narrar el reinado de Azarías, el relato bíblico sigue con los reinados de cinco reyes de Israel, todos los cuales subieron al trono durante el reinado de Azarías. Peka, el último de éstos, comenzó a reinar en el año 52 de Azarías (vers. 27), año de la muerte de Azarías (vers. 2). Por eso el registro vuelve a Judá y al reinado de Jotam, quien sucedió en el trono a su padre Azarías.
A reinar.
Jotam había comenzado a gobernar cuando Uzías quedó leproso y se vio obligado a vivir en una casa separada (vers. 5).
33.
Dieciséis años.
Ver en la pág. 154 una comparación de esta afirmación con el registro del ascenso de Oseas al trono en el año 20 de Jotam (vers. 30).
34.
Hizo lo recto.
Durante los años cuando gobernaron a Israel reyes que subieron al trono mediante asesinatos, y propagaron la maldad durante su reinado, Judá en buena 933 medida tuvo la bendición de contar con reyes descendientes del linaje de David que eran fieles a Dios.
35.
La puerta más alta.
Quizá corresponda a la "puerta superior de Benjamín" (Jer. 20: 2). En la visión de Ezequiel, los seis varones "venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte" (Eze. 9: 2).
36.
Los demás hechos.
Algunos de estos hechos se registran en 2 Crón. 27: 3-6.
37.
Rezín rey de Siria.
La alianza entre Rezín y Peka había comenzado durante el reinado de Jotam, y siguió hasta culminar con Acaz (cap. 16: 7-9; Isa. 7: 1). Se cree que lo que ocurría en Judá, Israel y las naciones circunvecinas se relacionaba estrechamente con las actividades de los asirios en la zona del Mediterráneo. Tiglat-pileser era agresivo, y probablemente decidió poner bajo su yugo a todos los territorios occidentales. En las inscripciones de Tiglat-pileser, Rezín aparece como Rahianu de Damasco.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-4 PR 225
5 PR 226
18-30 PR 215
34, 35 PR 226


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 16       AUDIO
1 El malvado reinado de Acaz. 5 Acaz, asaltado por Rezín y Peka, contrata los servicios de Tiglat- pileser contra ellos. 10 Acaz envía al sacerdote Urías el diseño de un altar de Damasco y se apropia del altar de bronce. 17 Saquea el templo. 19 Ezequías reina en su lugar.
1 EN EL año diecisiete de Peka hijo de Remalías, comenzó a reinar Acaz hijo de Jotam rey de Judá.
2 Cuando comenzó a reinar Acaz era de veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años; y no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios, como David su padre.
3 Antes anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel.
4 Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso.
5 Entonces Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra y sitiar a Acaz; mas no pudieron tomarla.
6 En aquel tiempo el rey de Edom recobró Elat para Edom, y echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom vinieron a Elat y habitaron allí hasta hoy.
7 Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí.
8 Y tomando Acaz la plata y el oro que se halló en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real, envió al rey de Asiria un presente.
9 Y le atendió el rey de Asiria; pues subió el rey de Asiria contra Damasco, y la tomó, y llevó cautivos a los moradores de Kir, y mató a Rezín.
10 Después fue el rey Acaz a encontrar a Tiglat-pileser rey de Asiria en Damasco; y cuando vio el rey Acaz el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su hechura.
11 Y el sacerdote Urías edificó el altar; conforme a todo lo que el rey Acaz había enviado de Damasco, así lo hizo el sacerdote Urías, entre tanto que el rey Acaz venía de Damasco.
12 Y luego que el rey vino de Damasco, y vio el altar, se acercó el rey a él, y ofreció sacrificios en él;
13 y encendió su holocausto y su ofrenda, y derramó sus libaciones, y esparció la sangre de sus sacrificios de paz junto al altar.
14 E hizo acercar el altar de bronce que estaba delante de Jehová, en la parte delantera de la casa, entre el altar y el templo de Jehová, y lo puso al lado del altar hacia el norte. 934
15 Y mandó el rey Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el gran altar encenderás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, y el holocausto del rey y su ofrenda, y asimismo el holocausto de todo el pueblo de la tierra y su ofrenda y sus libaciones; y esparcirás sobre él toda la sangre del holocausto, y toda la sangre del sacrificio. El altar de bronce será mío para consultar en él.
16 E hizo el sacerdote Urías conforme a todas las cosas que el rey Acaz le mandó.
17 Y cortó el rey Acaz los tableros de las basas, y les quitó las fuentes; y quitó también el mar de sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de él, y lo puso sobre el suelo de piedra.
18 Asimismo el pórtico para los días de reposo, que habían edificado en la casa, y el pasadizo de afuera, el del rey, los quitó del templo de Jehová, por causa del rey de Asiria.
19 Los demás hechos que puso por obra Acaz, ¿no están todos escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
20 Y durmió el rey Acaz con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, y reinó en su lugar su hijo Ezequías.
2.
No hizo lo recto.
La mayoría de los gobernantes de Judá habían sido reyes relativamente rectos; a partir de este momento muchos fueron malvados. El reinado de Acaz señaló el comienzo de la decadencia final de la nación. Ezequías y Josías intentaron detener la marea de iniquidad, pero sólo lograron hacerlo transitoriamente. Una nación no puede permanecer mucho tiempo sin justicia y sin buenos gobernantes. Los malos se acarrean automáticamente su propia ruina.
3.
En el camino de los reyes de Israel.
Acaz "hizo imágenes fundidas a los baales" (2 Crón. 28: 2), imitando así las prácticas de Acab y Jezabel de Israel.
Hizo pasar por fuego.
Esas abominaciones eran comunes entre las naciones de Palestina (Deut. 12: 31; 2 Rey. 3: 27). Manasés fue culpable de la misma atrocidad (2 Rey. 21: 6). Esta costumbre continuaba en los días de Jeremías (Jer. 7: 31). A los israelitas les estaba prohibido, bajo pena de muerte, participar de estos ritos abominables (Lev. 18: 21 ; 20: 2).
5.
Subieron.
Ver 2 Rey. 15: 37; Isa. 7: 1. El propósito de esta osada invasión era iniciar en Jerusalén una nueva dinastía y acabar con la casa de David (Isa. 7: 6). Las fuentes asirias indican, si se identifica a "Azriau de Iauda" con Azarías de Judá (ver com. 2 Rey. 14: 28), que Azarías fue un acérrimo adversario de Asiria. Es posible que Jotam mantuviera esta política de resistencia. Sin embargo, parece que en tiempos de Acaz se adoptó una política más favorable para con Asiria. Quizá Israel y Siria atacaron a Acaz por ser éste partidario de Asiria. Por medio del profeta Isaías, el Señor envió mensajes animadores a Acaz. Le informaba que Israel y Siria fracasarían finalmente en su ataque contra el reino de Judá (Isa. 7: 4-7; 8: 4).
No pudieron tomarla.
Sin embargo, Israel y Siria lograron tomar muchos cautivos (2 Crón. 28: 5-8). Además de estas dificultades provenientes del norte, los edomitas al sur y los filisteos al oeste hostigaban a Judá (2 Crón. 28: 17, 18). Algunos han pensado que los Estados de la costa del Mediterráneo formaron una confederación contra Asiria, y en forma mancomunada tomaron medidas contra Acaz porque se negaba a unirse a ellos para resistir los avances de ese poder creciente.
6.
Recobró Elat.
Ver com. cap. 14: 22.
Hombres de Judá.
Heb. yehudim, judíos de Yehudah [Judá], uno de los doce hijos de Jacob. "Judíos" (VM, NC y BC). Esta palabra aparece aquí por primera vez en la Biblia. Este término se aplicó primero sólo a los ciudadanos de Judá, el reino del sur. Después del cautiverio se usó para designar a todos los que regresaron a Palestina, sin importar su filiación tribal (Esd. 4: 12; Neh. 1: 2). A comienzos de la era cristiana ese nombre sirvió para designar a cualquier descendiente de Jacob (Mat 2: 2).
7.
Envió embajadores.
Acaz dio este paso a pesar del consejo del profeta Isaías, quien lo animó a confiar en Dios y no en el hombre (Isa. 7: 7-13; 8: 13).
Defiéndeme.
Este ruego debiera haberse dirigido sólo al Dios del cielo. Esta petición de Acaz a Tiglat-pileser fue una lamentable consecuencia de su falta de fe en Dios. Repetidas veces el Señor había prometido librar a su pueblo en tiempos de aflicción. Isaías instó al rey a que confiara en Dios y no en el hombre, pero Acaz rehusó escuchar el consejo del profeta. 935
8.
La plata y el oro.
Acaz despojó el templo de sus tesoros y entregó esa riqueza consagrada a un rey pagano. Concertó de buena gana una alianza con un rey impío, separándose así del rey del cielo.
9.
Le atendió.
Quizá el primer beneficio que resultó de esta alianza fue el ataque asirio contra Filistea que, según el canon epónimo, o lista limmu (ver págs. 57, 159) ocurrió en 734 AC.
Contra Damasco.
Según el canon epónimo asirio, la campaña duró dos años: 733 y 732. Según los documentos asirios, Damasco cayó en 732.
Kir.
Se desconoce la ubicación de esta ciudad. Según Isa. 22: 6, estaba en el territorio de Elam o cerca de allí. Elam era la región situada al este de Babilonia, que limitaba al norte con Asiria. Con frecuencia los asirios deportaban cautivos hasta el extremo opuesto de su imperio. Amós había predicho que los sirios irían cautivos a Kir (Amós 1: 5).
10.
En Damasco.
Es probable que el rey hubiera ido allí para festejar el triunfo de Tiglat-pileser que había conquistado la ciudad de Damasco. Quizá el rey asirio mandó que se reunieran allí todos los reyes vasallos del Asia occidental, a fin de que le rindieran homenaje y le pagaran tributo.
El altar.
El autor no dice si se trataba de un altar sirio o de un altar asirio, pero en vista de las recientes victorias de Tiglat-pileser, es probable que hubiera sido asirio (ver com. vers. 12). Ese altar dedicado al culto de alguna deidad pagana cautivó la imaginación del rey de Judá. La mayoría de los eruditos concuerdan en que Tigiat-pileser exigió que Acaz erigiera un altar pagano y ofreciera allí sacrificios para demostrar su sumisión a los dioses de Asiria. Esto era lo que comúnmente se exigía a los reyes vasallos.
Urías.
Puede haber sido el mismo Urías que fue testigo de lo que Isaías escribió en la "tabla grande" (Isa. 8: 1, 2).
11.
Edificó el altar.
Era un acto abominable por parte de un sacerdote de Dios. El sacerdocio estaba consagrado al servicio de Jehová, y no al de ídolos; sin embargo, este sacerdote del Señor construyó un altar pagano que habría de ocupar el lugar del sagrado altar de Dios en el templo.
12.
Ofreció sacrificios.
Un acto de abierto desafío al Dios del cielo. Según 2 Crón. 28: 23, Acaz ya había ofrecido sacrificios "a los dioses de Damasco que le habían derrotado", diciendo: "Pues que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré sacrificios a ellos para que me ayuden". Ahora que los dioses sirios no habían podido librar a Siria de la mano de Tiglat-pileser, Acaz evidentemente pensó que los dioses asirios eran más poderosos, y estuvo dispuesto a rendirles homenaje desde ese momento.
Tal aberración del rey de Judá ilustra hasta qué punto había fracasado el plan original que Dios había tenido para con Israel. Su propósito era dar, mediante la nación de Israel, una demostración de la absoluta superioridad de su Dios que finalmente condujera a todas las naciones a buscar al Dios de los hebreos.
Pero la apostasía de los reyes de Israel causó el efecto contrario: indujo a las naciones vecinas a despreciar al Dios que, según su interpretación, en repetidas ocasiones había demostrado ser inferior a los dioses de los vencedores de Israel (ver Exo. 32: 12; Núm. 14: 13; Deut. 9: 28; Sal. 79: 10).
13.
Encendió su holocausto.
Acaz mismo ofició como sacerdote. Sólo poco tiempo antes los sacerdotes habían resistido al rey Azarías [Uzías] cuando intentaba usurpar una función sacerdotal quemando incienso en el templo, por cuya causa fue herido con lepra (2 Crón. 26: 16-19). En esta ocasión el sacerdote edificó un altar en respuesta a las demandas del rey, y lo dejó que oficiara como sacerdote, como se acostumbraba en los países paganos. La nación estaba decayendo con rapidez.
14.
El altar de bronce.
El altar de bronce había ocupado antes el sitio de honor, directamente frente al pórtico del templo. Sin duda se puso el nuevo altar entre el altar de bronce y la puerta oriental. De ese modo el altar de bronce habría impedido ver el templo. Quizá por esta razón se lo sacó de su antiguo lugar y fue colocado al norte del nuevo altar, entre éste y el muro norte del atrio del templo.
15.
El gran altar.
El nuevo altar ocupó el lugar del altar de bronce de Salomón. Se lo llama grande, no necesariamente porque fuera más grande, pues pudo haber sido mucho más pequeño que el enorme altar de Salomón (2 Crón. 4:1), sino debido a su función. El nuevo altar debía tomar el lugar del antiguo en muchos de los principales sacrificios prescritos por el código de Moisés (ver 936 Exo. 29: 38-42; Núm. 28: 3-31; 29: 2-39).
Altar de bronce.
Esta designación específica podría indicar que el altar nuevo era de otro material, quizá de piedra.
Consultar.
Heb. baqar, "inquirir", "buscar", "investigar". Puede entenderse el pasaje de dos formas: que Acaz iba a averiguar lo que más convendría hacer con el altar de bronce (así lo indica la BJ), o que lo iba a usar para practicar adivinaciones. Algunos han sugerido que Acaz había adoptado la costumbre babilónica de adivinar la voluntad de los dioses examinando las entrañas de los animales sacrificados (ver Eze. 21: 21-23).
17.
Cortó.
Quizá Acaz necesitaba bronce para dárselo al rey de Asiria (vers. 18). Sin duda estaba obligado a conseguir metal en cualquier parte.
Los tableros de las basas.
Estas "basas" eran las bases de las diez fuentes de bronce hechas por Salomón (1 Rey. 7: 27-39). Es posible que los tableros fueran bordes ornamentales. No se destruyeron las bases mismas, pues cuando Jerusalén fue tomada por Nabucodonosor estaban entre las cosas que los caldeos llevaron a Babilonia (2 Rey. 25: 13, 16; Jer. 52: 17, 20).
El mar.
Ver 1 Rey. 7: 23-26. No se destruyó el gran mar de bronce, sino que fue quitado de sobre los bueyes de bronce en donde descansaba. Cuando Jerusalén cayó, los caldeos quebraron esta gran fuente y llevaron el metal a Babilonia como parte del botín (Jer. 52: 17).
18.
El pórtico para los días de reposo.*
No se sabe con exactitud lo que significa esta frase. Tal vez sería algún lugar techado que usaban los días sábados las visitas de honor, quizá el rey y los miembros de la corte real. Es la única vez que se menciona en la Biblia esta construcción.
Pasadizo de afuera, el del rey.
Tampoco es claro el sentido de esta frase. Algunos han pensado que se refería a la escalera por la cual el rey subía a la casa del Señor (1 Rey. 10: 5). En el hebreo, todo el versículo es difícil de entender. La LXX traduce: "Y él hizo una base para el trono en la casa del Señor y la entrada exterior del rey transformó en la casa del Señor, por causa del rey de los asirios". Algunos piensan que Acaz anticipaba una visita de Tigiat-pileser, y se preparó para recibirlo.
La BJ dice: "Cuanto al estrado del trono de la Casa de Yahveh, que se había construido en ella, y la entrada exterior del rey, lo quitó por causa del rey de Asiria". En la nota explicativa correspondiente dice que "probablemente'el estrado' y 'la entrada . . . del rey' son signos exteriores de soberanía, cuya supresión exige Teglatfalasar (Tiglat-pileser) de su vasallo". "Y para agradar al rey de Asiria, mudó de la casa de Yavé el pórtico dél sábado, que se había construido en ella, y la entrada exterior del rey" (NC).
19.
Los demás hechos.
Entre los otros hechos de Acaz se destacan: la construcción de altares sobre el techo del palacio (cap. 23: 12), quizá preparados para adorar a los astros; la destrucción de los sagrados vasos del templo; la clausura del templo mismo, y la terminación de sus servicios (2 Crón. 28: 24; 29: 3, 7).
20.
Fue sepultado.
Pero no en los sepulcros de los reyes, según se lee en el relato paralelo (2 Crón. 28: 27).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 PR 238-244
1 PR 238
3 PR 239
5 PR 242
7, 8 PR 243 937
2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 17       AUDIO
1 El reinado malvado de Oseas. 3 Es subyugado por Salmanasar y conspira contra él con ayuda de So, rey de Egipto. 5 Samaria sufre la cautividad a causa de sus pecados. 24 Los extranjeros que son transportados a Samaria sufren ataques de leones y efectúan una mezcla de religiones.

1 EN EL año duodécimo de Acaz rey de judá, comenzó a reinar Oseas hijo de Ela en Samaria sobre Israel; y reinó nueve años.
2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como los reyes de Israel que habían sido antes de él.
3 Contra éste subió Salmanasar rey de los asirios; y Oseas fue hecho su siervo, y le pagaba tributo.
4 Mas el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba; porque había enviado embajadores a So, rey de Egipto, y no pagaba tributo al rey de Asiria, como lo hacía cada año; por lo que el rey de Asiria le detuvo, y le aprisionó en la casa de la cárcel.
5 Y el rey de Asiria invadió todo el país, y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años.
6 En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.
7 Porque los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios, que los sacó de tierra de Egipto, de bajo la mano de Faraón rey de Egipto, y temieron a dioses ajenos,
8 y anduvieron en los estatutos de las naciones que Jehová había lanzado de delante de los hijos de Israel, y en los estatutos que hicieron los reyes de Israel.
9 Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas contra Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de las atalayas hasta las ciudades fortificadas,
10 y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso,
11 y quemaron allí incienso en todos los lugares altos, a la manera de las naciones que Jehová había traspuesto de delante de ellos, e hicieron cosas muy malas para provocar a ira a Jehová.
12 Y servían a los ídolos, de los cuales Jehová les había dicho: Vosotros no habéis de hacer esto.
13 Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros padres, y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.
14 Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehová su Dios.
15 Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.
16 Dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal;
17 e hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego; y se dieron a adivinaciones y agüeros, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira.
18 Jehová, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino sólo la tríbu de Judá.
19 Mas ni aun Judá guardó los mandamientos de Jehová su Dios, sino que anduvieron en los estatutos de Israel, los cuales habían ellos hecho.
20 Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.
21 Porque separó a Israel de la casa de David, y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam apartó a Israel de en pos de Jehová, y les hizo cometer gran pecado. 938
22 Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos,
23 hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.
24 Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.
25 Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar allí, que no temiendo ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los mataban.
26 Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la ley del Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan, porque no conocen la ley del Dios de la tierra.
27 Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vaya y habite allí, y les enseñe la ley del Dios del país.
28 Y vino uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria, y habitó en Betel, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová.
29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.
30 Los de Babilonia hicieron a Sucotbenot, los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima.
31 Los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac, y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego para adorar a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim.
32 Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos.
33 Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.
34 Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;
35 con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios.
36 Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio.
37 Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a dioses ajenos.
38 No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis a dioses ajenos;
39 mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos.
40 Pero ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua.
41 Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.
1.
Comenzó a reinar Oseas.
Ver en la pág. 154 la cronología del reinado de Oseas. Tiglat-pileser III dijo haber puesto a Oseasen el trono después de que Peka fue derrocado por el pueblo de Israel, Dijo también que había recibido de él 10 talentos de oro y 1.000 talentos de plata como tributo. Esto indica que Oseas, después de haber derrocado a Peka, hizo la paz con el rey asirio y reconoció su autoridad. En esa época Tiglatpileser estaba empeñado en una serie de guerras en el oeste: en 734 AC, contra Filistea; en 733 y 732, contra Damasco. Acaz de judá acababa de enviar una delegación a Tiglatpileser para negociar su ayuda en contra de Peka y Rezín (cap. 16: 7-9), y Oseas también había sido obligado a reconocer la soberanía de Asiria antes de que pudiera subir al trono de Israel. Es posible que su rebelión contra Peka hubiera tenido el visto bueno y el apoyo del rey de Asiria.
2.
Aunque no como los reyes.
Oseas no se destacó por su impiedad como lo habían hecho algunos de los reyes que lo precedieron. Si hubiera tomado medidas activas de reforma, la nación podría haberse salvado aun a esa hora tardía. Dios es misericordioso y 939 lento para la ira, pero cuando la iniquidad llega a cierto límite, y se rechazan repetidas veces sus amonestaciones, sobrevienen los castigos. Sin duda Oseas no hizo nada para detener el castigo.
3.
Salmanasar.
Salmanasar V comenzó a reinar en el año 727 AC. Se sabe poco de su reinado porque los registros están mutilados.
Fue hecho su siervo.
Oseas había reconocido a Tiglat-pileser como soberano y le había pagado tributo. Continuó como vasallo cuando Salmanasar subió al trono.
4.
Descubrió que Oseas conspiraba.
Oseas, profeta contemporáneo, ridiculizó la inconstancia de la política exterior de Israel en esta época: a veces se apoyaba en Asiria, y a veces buscaba la ayuda de Egipto (Ose. 5: 13; 7: 8, 11, 16; 8: 9; 11: 5; 12: 1; 14: 3).
So, rey de Egipto.
Esto ocurrió durante el tiempo de la XXIII dinastía de Egipto, período en que la nación fue débil y cuando varios monarcas gobernaban simultáneamente en diversas partes del país. El rey egipcio So podría ser un cierto Sib'u, a quien Sargón llama el "tartán de Egipto". Un objeto egipcio (ushebti) que se encuentra en el Museo de Berlín, tiene un sello que lleva el nombre sb'u, lo cual muestra que debe haber habido en Egipto un rey de ese nombre, cuyo reinado fue efímero (ver pág. 54).
No pagaba tributo.
Parece que Oseas se equivocó mucho en la interpretación de las tendencias de la política internacional. En ese momento Asiria era el gran poder de la tierra y se fortalecería aún más. Egipto era poco más que un nombre, y se hallaba en el período de su decadencia final. Oseas, al dejar de pagar tributo a Asiria, provocó el terrible castigo que sobrevendría.
5.
Sitió a Samaria.
Salmanasar inició un sitio que duró tres años (ver com. cap. 18: 9, 10).
6.
Tomó Samaria.
La Biblia dice que Salmanasar inició el sitio, pero no nombra al rey que tomó la ciudad. La Crónica Babilónica dice que la ciudad de Shamarain (probablemente Samaria) cayó durante el reinado de Salmanasar; pero su sucesor, Sargón II, afirma en documentos escritos hacia el fin de su reinado, que él mismo tomó la ciudad de Samaria al comienzo de su reinado. Si esta afirmación fuera cierta, podría haber tomado la ciudad cuando era comandante en jefe de los ejércitos de Asiria, y no después de ser rey.
Los historiadores no concuerdan en esto, pero parece que hay evidencias razonables para que se considere que Samaria cayó durante la última parte del reinado de Salmanasar (ver págs. 64, 87, 164).
Habor.
La zona del río Jabur, el gran anuente del Eufrates que está a unos 210 km al oeste de Nínive. En 1 Crón. 5: 26 se dice que Tiglat-pileser estableció en Habor y Halah a los cautivos que había tomado. Gozán se identifica con Guzanu, lugar situado a orillas del Jabur, en su parte norte. Los alemanes han efectuado excavaciones en este sitio que ahora se llama Tell Halaf; y se han encontrado muchos objetos de gran importancia. Se desconoce la ubicación de Halah.
Medos.
Media estaba al noreste de Asiria. Los asirios habían estado en guerra con los medos por algún tiempo, antes de esta deportación. En el año 737 AC hicieron una campaña contra Media.
7.
Porque.
Mejor, "esto sucedió porque los israelitas habían pecado" (BJ). El autor enumera las diversas razones por las cuales Dios permitió que Israel fuera castigado por sus enemigos y llevado al cautiverio.
Pecaron.
Esta fue la razón principal de la caída de Israel. El pecado fue la causa por la cual Dios expulsó a nuestros primeros padres del Edén, y es la razón de toda la angustia que desde entonces ha sobrevenido a la raza humana. La humanidad no tiene mayor enemigo que el pecado. Destruye cuanto toca: individuo, nación o planeta.
Los sacó.
Una cortesía elemental exigía que los israelitas mostrasen respeto por Aquel que había sido tan generoso con ellos. Difícilmente podrían haber manifestado una ingratitud mayor que olvidarse de las mercedes y bondades divinas. La idolatría de los hebreos significaba una culpa extremadamente mayor que la de otros pueblos, porque los paganos tenían sólo un grado limitado de luz y no habían experimentado las maravillosas bendiciones que Dios había derramado sobre su pueblo escogido. Los israelitas sabían por experiencia personal que Dios era bondadoso y benéfico; pero a pesar de todo esto se apartaron de él para adorar a falsos dioses.
8.
Jehová había lanzado.
Los pueblos oriundos de Canaán fueron expulsados ante Israel debido a sus costumbres abominables y gran inmoralidad. Los israelitas no podrían haber exhibido mayor necedad que la que 940
ISRAEL CONQUISTADO POR ASIRIA
941 manifestaron al seguir las mismas prácticas paganas. Así como los habitantes de Palestina habían sido sentenciados por su mal proceder, también lo fueron los israelitas.
Los reyes de Israel.
Los reyes de Israel eran responsables de haber inducido al pueblo a pecar. Introdujeron y fomentaron el culto a los dioses falsos, tales como Baal, y apartaron al pueblo del culto a Jehová para dedicarse a las formas más corruptas de adoración. Sin embargo, el pueblo no por eso quedó sin culpa, pues los hombres son responsables en forma individual por los actos que cometen. El mal proceder del dirigente no es una excusa para que sus seguidores lo imiten.
Los israelitas dependían mayormente de la instrucción oral. Había poquísimas copias de la ley, y muy pocos eran los privilegiados que tenían un ejemplar de las Escrituras en su casa. El pueblo conocía la voluntad de Dios por medio de los sacerdotes y de otros dirigentes religiosos. Si estos maestros espirituales enseñaban y practicaban el mal, naturalmente sus seguidores irían por el mismo camino. La mayoría de los israelitas no tenía una experiencia religiosa personal. La religión de las masas consistía mayormente en seguir un sistema de culto impuesto por una autoridad superior.
La situación actual es totalmente distinta. En todas partes se consiguen ejemplares de la Biblia y no dependemos necesariamente de la instrucción de otros para conocer la voluntad de Dios. Se insta a los individuos a estudiar por sí msmos la verdad, y a no aceptar ninguna enseñanza que no hayan comprobado por investigación propia y que no se base en la inspiración divina. A pesar de esto todavía muchos actúan según Ias creencias y prácticas de otros, a quienes consideran como sus caudillos religiosos. Hay grandes peligros en este proceder. Los que se guían por criterios humanos lo hacen por su propio riesgo. Si se pierden, no tendrán excusa.
Además, los que descarrían a sus prójimos también son culpables delante de Dios. Como la gente tiene la tendencia a imitar, pesa sobre los dirigentes la gran responsabilidad de vivir vidas ejemplares e instar a todos a que conozcan las cosas por sí mismos, y sigan al único ejemplo perfecto: a Jesucristo.
9.
Hicieron secretamente.
Los israelitas fueron pérfidos y engañosos para realizar sus iniquidades. Muchas veces hubo una manifestación exterior de religión y decencia, con la cual cubrían sus prácticas viles e inmorales con un manto de disimulación. Pretendían servir a Jehová, pero practicaban costumbres directamente opuestas a los principios del reino de Dios.
Lugares altos.
El culto idolátrico en estos lugares iba acompañado, a menudo, de grandes inmoralidades (ver Deut. 12: 2, 3; Isa. 57: 5-7; Jer. 2: 20; 3: 2). En los cultos nativos de la fertilidad, los adoradores participaban en las prácticas más vergonzosas.
Desde las torres.
Esta expresión indica que abarcaban el país de extremo a extremo (ver cap. 18: 8). Como protección, habían levantado torres para centinelas en los lugares más apartados del campo, y también había grandes ciudades amuralladas, lo cual significa que se establecieron lugares altos en todas partes, tanto en las zonas rurales remotas como en los grandes centros urbanos.
10.
Estatuas.
Heb. matstseboth (ver com. Deut. 16: 22).
Imágenes de Asera.
Heb.'asherim (ver com. Deut. 16: 21; Exo. 34: 13; Juec. 3: 7; 2 Rey. 13: 6; 21: 3).
11.
Provocar a ira.
No se provoca a Dios como se provocaría a un ser humano (ver com. cap. 13: 3). "El [Dios] aborrece el pecado, pero ama al pecador" (CC 54). Los castigos, a pesar de lo terribles que fueron, tenían "un propósito sabio y misericordioso" (PR 217).
12.
Idolos.
Heb. gillulim, "troncos", "bloques", "cosas amorfas". En el AT hay unas diez palabras hebreas que la RVR traduce "ídolo". Cada una define al dios falso desde un punto de vista diferente: una, como cosa vana o nada; otra, como una causa de temblor o angustia, etc. Gillulim describe al ídolo en cuanto a su forma (ver Deut. 29: 17; 1 Rey. 15: 12; 21: 26; 2 Rey. 23: 24; Eze. 6: 9; 16: 36).
13.
Amonestó.
Heb. 'ud. Podría también traducirse, "exhortó solemnemente", "reiteró". "Advertía" (BJ y NC). Muchas veces las amonestaciones fueron severas, pero se daban para ayudar a la gente a que se diera cuenta del peligro de sus malos caminos y se apartara de sus iniquidades. Si no se arrepentían, al menos no podrían con justicia culpar a Dios por su ruina. Ninguno de los cautivos podría decir que si sólo hubiera sabido cuál iba a ser el resultado de su conducta 942 pecaminosa, se habría reformado. En esta manera la justicia de Dios era totalmente vindicada, justificada, lo que constituye un elemento importante en el trato de Dios con los hombres. Las amonestaciones divinas hoy cumplen una función igual. Dios nunca ha instruido con mayor fervor a su pueblo ni le ha dado advertencias más solemnes (ver Apoc. 3: 14-22). Los que fracasan no tendrán excusa.
Volveos.
Esto era algo que Dios no podía hacer en lugar de su pueblo. Dios invita, suplica, presenta alicientes e insta, pero nunca obliga. Si los hombres no le entregan la voluntad, Dios nada puede hacer para salvarlos. Dios había hecho todo lo posible en favor de Israel: "¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?" (Isa. 5: 4). El siguiente paso debía darlo el pueblo de Israel.
14.
Endurecieron su cerviz.
Esta era una expresión hebrea común que denota obstinación firme y terco egoísmo (Deut. 10: 16; 2 Crón. 30: 8; 36: 13; Neh. 9: 16, 17, 29; Prov. 29: 1; Jer. 7: 26; 17: 23; 19: 15). Muchas veces se dijo de los israelitas que eran un "pueblo de dura cerviz" (Exo. 32: 9; 33: 3, 5; 34: 9; Deut. 9: 6, 13). Tal perversidad y obstinación determinaron su ruina.
No creyeron.
Esta es una declaración interesante en medio de una exposición que parece poner tanto énfasis en la conducta. Muchos afirman que la religión del AT no demandaba fe. Es verdad que esta gracia estaba casi totalmente ausente en la experiencia de la mayoría, pero no porque Dios así lo deseara. La fe era tan esencial para la verdadera experiencia religiosa en los tiempos antes de Cristo como lo es ahora. Muchos no comprenden la verdadera relación entre la fe y las obras; es imposible separarlas.
El propósito del plan de Dios es restaurar plenamente el carácter del hombre a la perfección original de Adán. Esto sólo puede lograrse mediante la combinación de la fe con las obras. Cualquier religión que haga resaltar la fe, dejando de lado las obras, niega así el propósito de la fe y ofrece a los creyentes un sustituto erróneo. Las obras no pueden salvar, pero quien ha sido salvado realiza buenas obras.
El desarrollo de una fe madura lleva tiempo. Si Israel hubiera estado dispuesto a ello, Dios lo habría conducido hasta las cumbres de la fe que se encuentran en los tiempos del NT. Los israelitas fracasaron porque no creyeron: "Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" (Heb. 4: 2).
15.
Siguieron la vanidad.
Cuando una persona rechaza la ley y los testimonios del Señor, no demuestra sabiduría sino necedad, porque cambia los mayores tesoros del cielo por las cosas vanas, por nada. Los israelitas no se dieron cuenta de su gran necedad al rechazar a Dios y sus estatutos e ir por los caminos del mal. Estaban renunciando a su reino y a todas las perspectivas de felicidad y paz por las cosas vanas. Por buscar cosas sin valor, se autoaniquilaron.
16.
Todos los mandamientos.
El pecado crece como un cáncer. Cuando una persona comienza a desobedecer una de las órdenes del Señor, pronto encuentra que se ha aventurado más y más lejos en los caminos de la desobediencia. Cuando Ios israelitas comenzaron a servir a ídolos y se apartaron de Dios, pronto se encontraron quebrantando todos los mandamientos del Señor. Un profeta de esa época expresa así la defección de Israel: "No hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden" (Ose. 4: 1, 2).
Imágenes fundidas.
En este versículo se enumeran los diversos tipos de idolatría en los cuales había caído Israel. Hubo pocos dioses adorados entonces en Palestina que no tuvieran también algunos adoradores entre el pueblo de Israel. En cuanto a los becerros de oro de Jeroboam en Dan y Bet-el, ver 1 Rey. 12: 28-30; con referencia a las "imágenes de Asera" levantadas por Acab, ver 1 Rey. 16: 33.
17.
Pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego.
En estos sacrificios los niños eran consumidos por las llamas (ver com. Deut. 18: 10; 32: 17; 2 Rey. 16: 3). Judá fue acusado de la misma falta (Jer. 19: 5).
Adivinaciones.
Se refiere a los diversos métodos mediante los cuales los antiguos intentaban conocer la voluntad de los dioses o conseguir de ellos alguna información secreta.
Agüeros.
Diversos tipos de necromancia y brujería.
Se entregaron.
Quienes participaban en esas prácticas inicuas se transformaban en siervos de los poderes demoníacos que 943 respaldaban esos ritos ocultos y misteriosos. En lugar de ser siervos de Dios, se convirtieron en esclavos de Satanás. Descubrieron que el maligno era todo menos un amo bondadoso (ver 1 Rey. 21: 20).
18.
Se airá en gran manera.
Ver com. cap.13: 3.
19.
Ni aun Judá.
El fin de Israel debería haber servido como una amonestación para Judá. Aunque en esta ocasión Judá se salvó, a menos que se reprimiera la transgresión nacional del reino del sur, sufriría la misma ruina nacional que había sobrevenido a Israel.
Los cuales habían ellos hecho. Las costumbres introducidas por los israelitas y seguidas por Judá (ver cap. 16: 3).
20.
Toda la descendencia.
Finalmente se incluyó también a Judá junto con Israel.
Los entregó.
Este fue un castigo nacional, y no debe confundirse con la sentencia que sella el destino individual de los que componían la nación de Israel cuando ésta fue llevada al cautiverio. La relación personal de cada ciudadano con Dios siguió como había sido antes del castigo. Dios trata con las personas y con las naciones en dos planos diferentes que son en gran medida independientes el uno del otro. El castigo de Israel fue la pérdida de su condición como nación. Es verdad que muchos sufrieron personalmente por causa de la catástrofe nacional, pero muchas veces las condiciones adversas estimulan la piedad, de modo que resaltan en realidad para el bien de la persona. Con referencia al control que Dios ejerce sobre el destino de las naciones, ver Ed 169-175; Isa. 10: 5-12; Hab. 1: 6-11.
21.
Jeroboam apartó.
Los gobernantes tienen gran influencia sobre el pueblo. Los males de Israel comenzaron con los males de su primer rey impío. En 2 Crón. 11: 13-16 se insinúa una franca persecución religiosa.
22.
Los pecados de Jeroboam.
Jeroboam abrió las compuertas de la iniquidad. La inundación por fin sumió a la nación en la ruina total. Si el pueblo hubiera tenido firmes convicciones religiosas podría haber resistido la influencia perniciosa de su rey (ver com. vers. 8).
23.
Quitó a Israel.
El Señor usó a Asiria como instrumento suyo para lograr su propósito (ver Isa. 10: 5-12).
Los profetas sus siervos.
Ver Ose. 1: 6; 9:16; Amós 3: 11, 12; 5: 27; Isa. 28: 1-4).
Fue llevado cautivo.
Quedaron unos pocos (ver 2 Crón. 34: 9). Estos se casaron con los paganos, adoptaron sus costumbres y olvidaron de tal manera las costumbres de sus padres, que el pueblo de Judá rehuso reconocerlos como hermanos. Después de algunos años, establecieron un templo propio en el monte Gerizim donde adoraban y realizaban sus ritos como un culto rival al de Jerusalén. Los que fueron llevados cautivos nunca volvieron. Algunos de sus descendientes se unieron al remanente de Judá que volvió por el decreto de Ciro (Esd. 1: 1-4). Otros se casaron con la gente de los lugares donde vivían, aceptaron su religión y sus costumbres, y perdieron su identidad. Sin duda unos pocos siguieron fieles a sus convicciones religiosas, permitiendo así que su luz brillara en los países donde fueron llevados, e influyeron allí sobre otras personas para que aceptaran el culto del Dios verdadero.
24.
De Babilonia.
El sistema asirio de deportación no se aplicó sólo en el caso de Israel, sino también en el de todos los pueblos sometidos. En este momento Babilonia estaba bajo el dominio asirio, pero se hallaba en estado de efervescencia. Para impedir rebeliones, los asirios llevaron a muchos babilonios al país de Israel. Sargón se refiere a la supresión de un levantamiento en Babilonia al comienzo de su reinado y al traslado de muchos de sus habitantes a la tierra de Hatti (Siria y Palestina). El "rey de Asiria" al cual se hace referencia aquí, probablemente fue Sargón, quien comenzó a reinar en Asiria en el año 722 AC.
Cuta.
Se ha identificado esta ciudad con Tell Ibrahím, al norte de Babilonia.
Ava.
Algunos la han identificado con Tell Kfr' Ayá, sobre el río Orontes, al soroeste de Homs; pero se han sugerido también otros lugares.
Hamat.
Ciudad ubicada sobre el Orontes a 189 km al norte de Damasco, y 45 km al norte de la moderna Homs. Sargón se refiere a su conquista de Hamat (ver caps. 18: 34; 19: 13). Hoy se conoce como Hama.
Sefarvaim.
Antes se la identificaba con Sippar, sobre el Eufrates, pero ahora se cree que puede ser la ciudad siria de Sibraim "que está entre el límite de Damasco y el límite de Hamat" (Eze. 47: 16). Sin embargo, es dudosa esta identificación.
25.
Leones.
En la antigüedad estos animales 944 abundaban en Palestina (Juec. 14: 5; 1 Sam. 17: 34; 2 Sam. 23: 20; Prov. 22: 13; 26: 13). Es probable que durante la época de los reyes su número hubiera disminuido mucho, aunque se los menciona a veces (1 Rey. 13: 24; 20: 36). Durante los tiempos turbulentos que siguieron a la caída de Samaria, sin duda se volvieron más numerosos y más osados. En la Edad Media aún había leones en Palestina y Siria.
26.
No conocen la ley de Dios.
En su mayoría los dioses del Cercano Oriente eran dioses locales, cada uno con sus peculiaridades (ver 1 Rey. 20: 23). La gente deportada a Israel pensó que de alguna manera había ofendido a los dioses del lugar y que por esto les habían enviado leones como un azote.
27.
Alguno de los sacerdotes.
Quizá el sacerdote que volvió pertenecía al santuario de Dan o Bet-el.
28.
Habitó en Bet-el.
Allí había estado uno de los santuarios nacionales, y quizá el que volvió fue uno de los sacerdotes que antes había oficiado allí. Enseñó a la gente en cuanto a Jehová; sin embargo, la idolatría persistió.
29.
Los de Samaria.
O "samaritanos" (VM, BJ y BC). Esta es la única vez en el AT que así se llama a los habitantes de Samaria.
30.
Sucot-benot.
Algunos piensan que se trata de Tsarpanitu, consorte del dios babilónico Marduk. Es probable que fuera algún título de Marduk mismo.
Nergal.
Famoso dios babilónico de la guerra y patrono de Cuta.
Asima.
Diosa siria, bien conocida en esta mitología. Los judíos que vivían en Elefantina en el siglo V AC parecen haber adorado, entre otros dioses, a Asim.
31.
Nibhaz.
Probablemente un ídolo adorado por los aveos, pero es dudosa su identidad. Algunos lo han identificado con IbnaHaza, deidad elamita, y otros con el Nebaz mandeo, señor de las tinieblas.
Tartac.
Dios sirio.
Quemaban sus hijos.
Similar al culto local de Moloc.
Adramelec.
Dios que se adoraba en el noroeste de Mesopotamia bajo el nombre de Adad-milki: "Hadad es rey", una forma del dios sirio Hadad.
Anamelec.
Literalmente, "Anu es rey". Anu era el famoso dios del cielo en la antigua Mesopotamia.
32.
Temían a Jehová.
Antes no habían temido a Jehová (vers. 25). La influencia del sacerdote de Bet-el no transformó a esta gente en verdaderos adoradores del Dios del cielo. Se cree que la gente, además de adorar a otros dioses, reconocía en cierta medida al Dios nacional de Israel.
Del bajo pueblo.
Se hicieron sacerdotes de entre todas las clases del pueblo, sin tomar en cuenta las cualidades que debían caracterizar a las personas consagradas al servicio de la religión.
34.
Ni temen a Jehová.
Esta declaración no contradice la afirmación del vers. 33. En ese versículo se afirma que combinaban el culto a Jehová con la adoración de muchos otros dioses y diosas. Este versículo hace resaltar que de ninguna manera era un verdadero reconocimiento del Señor. Si hubiesen reconocido al Señor, habrían estudiado sus leyes, se hubieran esforzado por cumplirlas. Nadie puede servir a Dios y a los ídolos. Hay un solo Dios verdadero, y los que en una forma u otra reconocen otros dioses, no temen en verdad al Señor.
Ni guardan sus estatutos.
El nuevo culto híbrido de Samaria no reconocía los estatutos divinos dados a Israel, ni era capaz de hacerlo. En buena medida se dejaron de lado la ley del Señor y las ordenanzas de la ley mosaica. Los israelitas que habían quedado en el país se mezclaron con los nuevos pobladores y se unieron a ellos en su culto (ver 2 Rey. 23: 19; 2 Crón. 34: 3-7, 33; Juan 4: 22).
35.
Pacto.
Ver Exo. 19: 5, 6.
No temeréis a otros dioses.
Los Diez Mandamientos eran la base del pacto que Dios había hecho con su pueblo (Exo. 20: 1-17; 34: 27, 28). Los primeros dos mandamientos prohibían el reconocimiento de otros dioses y la adoración de ídolos (Exo. 20: 3-5).
36.
Os sacó.
Compárese con el preámbulo de los Diez Mandamientos proclamados en el Sinaí (Exo. 20: 2).
37.
Os dio por escrito.
Los mandamientos fueron escritos en tal forma que no hubiese confusiones en cuanto a los requisitos divinos (ver Exo. 24: 3, 4).
40.
Según su costumbre antigua.
Casi inmediatamente después de que Dios hizo su pacto con Israel y el pueblo prometió ser obediente (Exo. 24: 3, 7), los israelitas mostraron su tendencia al error al adorar al becerro de oro (Exo. 32: 8). 945
41.
Hasta hoy.
De estas palabras se desprende que el autor no vivió cuando ocurrieron los hechos que acaba de relatar. Parece haber vivido más tarde, quizá hasta después de la destrucción del reino de Judá (ver pág.716). Los papiros elefantinos (ver t. 1, pág.115) atestiguan que en tiempos de Esdras y Nehemías, los "judíos", como se autodenominaban los autores de estos papiros, tenían una religión en la cual adoraban a varias deidades paganas, además de adorar a Jehová. Estos judíos se habían establecido en Egipto pero mantenían relaciones tanto con el sumo sacerdote de Jerusalén como con los hijos de Sanbalat, gobernador de Samaria.
Así termina la historia de Israel, ese pueblo que debería haber sido "especial tesoro sobre todos los pueblos" (Exo. 19: 5). Nunca se había iniciado un pueblo con mejores auspicios, ni tampoco terminó nación alguna con mayor ignominia y desgracia. Israel aprendió por triste experiencia que "la justicia engrandece la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones" (Prov. 14: 34).
Poco se sabe de lo que pasó con las tribus del norte tras su cautiverio. Quizá, muchos se mezclaron con las gentes entre las cuales vivían y perdieron su identidad. Otros siguieron adorando a Jehová y se unieron con los judíos del cautiverio babilónico (ver Jer. 50: 4, 20, 33). Algunos volvieron con los exiliados de Judá al mando de Zorobabel y Esdras (Esd. 8: 35; 1 Crón. 9: 3). En tiempos del NT se encontraban los judíos y sus prosélitos en Media, Partia, Elam, Capadocia, Frigia, Egipto, Libia, Cirene, Creta, Arabia, y por todo el Oriente (Hech. 2: 9-11). No podría decirse cuántos de ellos eran descendientes de los israelitas que fueron llevados cautivos por los asirios.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 PR 215
7, 11, 14-16 PR 217
20, 23 PR 217


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 18       AUDIO
1 El buen reinado de Ezequías. 4 Destruye la idolatría y prospera. 9 La población de Samaria es llevada cautiva por sus pecados. 13 Senaquerib invade Judá y es pacificado por un tributo. 17 El Rabsaces, enviado nuevamente por Senaquerib, se burla de Ezequías y mediante persuasiones blasfemas incita al pueblo a la rebelión.

1 EN EL tercer año de Oscas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz rey de Judá.
2 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías.
3 Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre.
4 El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.
5 En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.
6 Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés.
7 Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió.
8 Hirió también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada.
9 En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la sitió,
10 y la tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de Ezequías, el cual era el año 946 noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
11 Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos;
12 por cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.
13 A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
14 Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro.
15 Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real.
16 Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria.
17 Después el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.
18 Llamaron luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
19 Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?
20 Dices (pero son palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí?
21 He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.
22 Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén?
23 Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos.
24 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo?
25 ¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.
26 Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.
27 Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?
28 Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y habló diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria.
29 Así ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano.
30 Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria.
31 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo,
32 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará.
33 ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?
34 ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano?
35 ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
36 Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento del rey, 947 el cual había dicho: No le respondáis.
37 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
2 REYES CAP. 18

1.
Ezequías.
A partir de este punto, todos los reyes que aparecen en el registro son de Judá. Cuando Ezequías subió al trono, probablemente como corregente con su padre Acaz (ver págs. 88, 154), Israel casi había llegado al final de su trágica historia. Judá siguió existiendo casi durante un siglo y medio más; pero por imitar a las naciones circunvecinas, cayó presa de ellas. Acaz, predecesor de Ezequías, había hecho mucho para que Judá descendiera al mismo nivel de Israel. Instó al pueblo para que adorara a los dioses paganos; dedicó el templo del Señor a la adoración a los ídolos y pagó tributo a Asiria. Ezequías efectuó un cambio rápido y total en las prácticas religiosas y en la política de su padre. Limpió el templo, desarraigó el culto de los dioses falsos, y después de un tiempo dejó de servir a Asiria. La nación se acercó a Dios y a la justicia.
2.
Veintinueve años.
Acerca de la cronología de Ezequías, ver págs. 88, 154, 164.
3.
Hizo lo recto.
Tres de los capítulos restantes del libro de Reyes se dedican al reinado de Ezequías. Este hizo lo recto ante los ojos de Dios, aunque necesitó valor para ello. Tuvo que oponerse a las tendencias de la época y enfrentarse a la oposición dentro y fuera de su país; pero, animado por el profeta Isaías, intrépidamente se puso de parte de la rectitud e introdujo una reforma religiosa que hizo mucho para que el pueblo de Judá volviera a los caminos de sus padres, y para darle estabilidad y fuerza entre las naciones.
4.
Quitó los lugares altos.
Hasta este momento, desde que Judá existía como nación no se habían quitado del todo los lugares altos. Ezequías vio lo que la desobediencia había causado en Israel, y decidió que su nación no sufriría un fin similar. Amaba a Dios y se propuso hacer todo lo que estuviera a su alcance para limpiar el país de toda forma de idolatría. Los lugares altos, aunque prohibidos por ley, eran usados por muchos como centros favoritos de culto (1 Rey. 3: 2; 14: 23; 22: 43; 2 Rey. 12: 3; 14: 4; 15: 4, 35). Hasta el tiempo de Ezequías, los reyes de Judá los habían tolerado, y sin duda el pueblo los aceptaba como algo propio de la religión nacional.
Quebró las imágenes.
Tomó estas medidas después de la limpieza del templo y de la celebración de la pascua en el primer año de su reinado (2 Crón. 29: 3, 17; 30: 1, 15; 31: 1).
Serpiente de bronce.
Ver Núm. 21: 6-9. Esta es la primera referencia a esta serpiente desde el tiempo de Moisés. Algunos piensan que se la había guardado en el tabernáculo mientras éste existió, y que fue puesta en el templo en tiempos de Salomón; pero de esto no hay prueba alguna. Sin embargo, ahora se la consideraba como una reliquia sagrada y se creía que poseía virtud en sí misma. Cuando la gente quemaba incienso delante de ella, rendía a esta serpiente de bronce la veneración que sólo correspondía a Dios.
La llamó.
En una de las ediciones de la LXX, como también en la Siriaca y en los targumes, se lee: "la llamaron" o "llamaban", lo que se refleja en la BJ: "se la llamaba".
Nehustán.
Es probable que signifique, "dios de bronce", y sea de la misma raíz de la palabra hebrea nejósheth, "bronce". Otros consideran que deriva de najas, "serpiente".
5.
En Jehová Dios de Israel.
No en el poderío militar como lo hacían las naciones circunvecinas.
Ni . . . hubo otro como él.
Es probable que esta afirmación se haya hecho después del final de la historia de Judá. No contradice lo que se afirma de Josías en el cap. 23: 25, donde se elogia en especial su fidelidad a la ley de Moisés. La característica más destacada de Ezequías fue su confianza en Dios.
6.
No se apartó.
Muchos reyes que habían comenzado bien se apartaron de Dios durante el transcurso de sus reinados, por ejemplo: Salomón (1 Rey. 11: 1- 11), Joás (2 Crón. 24: 17-25) y Amasías (2 Crón. 25: 14-16). También Ezequías cayó en el error (cap. 20: 12-19), pero nunca abandonó al Señor e hizo todo lo posible por reparar el mal cometido.
7.
Prosperaba.
Esta prosperidad material se detalla en 2 Crón. 32: 23, 27-30.
Se rebeló.
Acaz había aceptado ser vasallo de Asiria y había pagado tributo, pero Ezequías se rebeló y rehusó hacerlo.
8.
Hirió también a los filisteos.
Esto 948
INVASIONES DE SENAQUERIB
949 valía a rebelarse contra Asiria, porque Sargón había vencido a los filisteos hasta los confines de Egipto y había tomado cautivo a Hananu [Hanún], rey de Gaza, con lo cual el país había quedado bajo el dominio asirio. Sargón afirma que en su 11.º año depuso a Azuru de Asdod, y menciona haber recibido tributo de Filistea, Judá, Edom y Moab.
9.
Salmanasar.
El quinto rey asirio que llevó este nombre. Reinó entre 727 y 722 AC.
Contra Samaria.
En los vers. 9 al 12 se repite el relato de la caída de Samaria que ya apareció en el cap. 17: 5-23. Aquí se da la fecha de la caída de Samaria según los años de Ezequías y Oseas, y se repite el relato para relacionarlo con Ezequías.
10.
Al cabo de tres años.
He aquí un buen ejemplo de la costumbre común de los antiguos de usar el cómputo inclusivo. Del cuarto al sexto año de Ezequías hoy se computaría un intervalo de dos años, pero los antiguos contaban el año cuarto, el quinto y el sexto, o sea, tres años (Ver pág. 139).
La tomaron.
Este plural resalta interesante, pues podría referirse a los asirios en general; pero eso es difícil, ya que en el versículo anterior se habla de que Salmanasar subió contra Samaria y la sitió. Se ha sugerido que ese plural se refiere a Salmanasar y algún asociado suyo. Podría tratarse de Sargón, general de Salmanasar y sucesor como rey (ver com. cap. 17: 6).
11.
En Halah.
Esta afirmación es también una repetición de lo que se dijo en el cap. 17: 6 sobre la caída de Samaria.
12.
No habían atendido a la voz de Jehová.
Un breve resumen de la extensa descripción de la desobediencia de Israel (cap. 17: 7-23).
13.
A los catorce años.
Esta fue la primera de las famosas campañas de Senaquerib contra Ezequías. El relato va del cap. 18: 13 al 19: 37. La misma narración, con palabras casi idénticas, se encuentra en los caps. 36 y 37 de Isaías. Esto sugiere que Isaías fue el autor de esta parte de 2 Reyes. La historia un poco abreviada de 2 Crón. 32: 1-22 da los detalles de los preparativos que Ezequías hizo para la guerra.
Los eruditos están en desacuerdo en cuanto a si la narración describe una campaña o dos. La mayoría de los comentadores modernos han sostenido que se describe una sola campaña y que todos los acontecimientos ocurrieron durante el año 14 de Ezequías, o sea el 701 AC. Otros han afirmado que en el relato se mezclan los registros de dos campañas asirias, la primera ocurrida en el año 14 de Ezequías, cuando los invasores tomaron las ciudades amuralladas de Judá, y la segunda, en la última parte del reinado de Ezequías, cuando un ángel destruyó buena parte del ejército asirio (cap. 19: 35). La primera posición se apoya en el hecho de que no parece haber una ruptura natural en la narración bíblica. Además, los documentos asirios describen una campaña de Senaquerib que se ubica generalmente en el año 701 AC, pero no mencionan específicamente ninguna campaña posterior contra Judá, aunque los registros podrían estar incompletos o bien Senaquerib omitió a propósito el relato de su derrota. Con referencia a la campaña de 701 AC, Senaquerib afirmó haber encerrado a "Ezequías como a un pájaro enjaulado", descripción que cuadra tanto con una campana que asoló las ciudades amuralladas de Judá, como también con la que constituyó una amenaza más clara contra Jerusalén.
Los extensos preparativos de Ezequías para la defensa (ver 2 Crón. 32: 2-6) sugieren un intervalo considerable entre las dos campañas, como también lo indicaría el hecho de que el relato bíblico insinúa que la muerte de Senaquerib ocurrió poco después de su regreso de su infructuosa tentativa de tomar a Jerusalén. Si no hubiese habido más que una campaña en 701 AC, su muerte habría ocurrido unos 20 años después de su regreso. Además, se han descubierto inscripciones en las cuales Tirhaca (cap. 19: 9) dice haber tenido 20 años cuando llegó a ser corregente con su hermano en el año 690 AC. Esto indicaría que pudo haber nacido en torno al año 709 AC. Le habría sido pues imposible participar en los acontecimientos descritos, si hubieran ocurrido en el año 701 AC. Antes se decía que si bien no llegó a ser rey de Egipto hasta el año 690 AC, podría haber sido general del ejército. Si las afirmaciones de Tirhaca en cuanto a su edad son correctas, la única forma de sincronizar la declaración del cap. 19: 9 con su contexto, es suponer que hubo una segunda campaña hacia el final del reinado de Ezequías (ver PR 251). Sin duda los asirios tomaron las ciudades amuralladas en su primera campaña y Ezequías les pagó tributo; pero la interposición divina salvó a Jerusalén en la segunda campaña. 950
No tiene importancia que haya diferentes opiniones respecto a dónde debe dividirse el relato, escrito para mostrar el cuidado de Dios, quien protege a los que le buscan, y no para proporcionar un esquema cronológico.
Las ciudades fortificadas.
Senaquerib dice que conquistó 46 ciudades fortificadas o amuralladas de Judá.
14.
Laquis.
En el registro de su tercera campaña "contra el país de los hititas", Senaquerib dice que subió primero contra Sidón y después contra las ciudades de Filistea. Entonces se dirigió al interior, a Laquis. Laquis está a 30,8 km al sureste de Ascalón y a 43,2 km al suroeste de Jerusalén. Un bajo relieve asirio muestra el sitio de Laquis (ver lámina frente a pág. 64).
He pecado.
En este trance, Ezequías capituló lleno de terror, pero no entregó la ciudad de Jerusalén. Procuró recompensar a Senaquerib con el pago de un costoso rescate.
Trescientos talentos.
Senaquerib dice que recibió "treinta talentos de oro y ochocientos talentos de plata", además de un gran tesoro de gemas, camas de marfil, maderas valiosas y "toda clase de tesoros de gran valor".
15.
En la casa de Jehová.
Por desgracia, el templo debió sufrir por causa de la capitulación de Ezequías.
16.
Quitó el oro.
Sólo poco tiempo antes Acaz había despojado el templo de sus tesoros para conseguir la protección de Tiglat-pileser (cap. 16: 8). Por eso Ezequías tuvo que recurrir a medidas extremas para reunir la suma que exigía Senaquerib.
17.
Tartán.
Este es el título del general en jefe de los ejércitos asirios. Sargón envió a su tartán con los ejércitos asirios para luchar contra Asdod (ver Isa. 20: 1). En asirio, tartán se escribe, turtánu o tartánu.
Rabsaris.
Este era el título de un alto magistrado de la corte asiria, tal vez el "principal eunuco". El rabsaris de Nabucodonosor estuvo presente en Jerusalén cuando la ciudad cayó en manos de los babilonios (Jer. 39: 3, 13). El título se ha encontrado también en una antigua inscripción aramea.
Rabsaces.
Era otro importante dignatario asirio, el copero principal. En este caso era el vocero de los enviados asirios (ver vers. 19, 26-28). Es el único de quien se dice que volvió a Senaquerib (cap. 19: 8). En los textos asirios este título oficial se escribe rab-sháqú.
Estanque de arriba.
Es dudosa la ubicación de este estanque. Algunos piensan que estaba al sur de la ciudad, cerca del valle de Cedrón, mientras que otros conjeturan que estaba al norte. Algunos años antes Isaías y su hijo Sear-jasub se encontraron con Acaz en este estanque (Isa. 7: 3), que sin duda existía antes del tiempo de Ezequías y antes de que se hiciera el acueducto (ver pág. 89).
18.
Eliaquim.
Eliaquim había sido elevado a este importante cargo después de la destitución de Sebna, en cumplimiento de la predicción de Isaías (Isa. 22: 20-24). Pero algunos piensan que el Sebna de Isa. 22 no era la misma persona que se nombra aquí.
Sebna.
Ver Isa. 22: 15-19.
Joa.
No hay ninguna otra mención de esta persona. El escriba o "canciller" era uno de los altos magistrados del reino; proclamaba los edictos reales, atendía la correspondencia del rey, y tal vez era el encargado de las finanzas reales (ver cap. 12: 10).
19.
Dijo el Rabsaces.
"El copero mayor" (BJ y NC). No se da la razón por la cual habló el rabsaces. Quizás era el representante personal del rey. Como copero principal pudo haber sido algo así como un maestro de ceremonias en la corte de Asiria, que podía hablar con fluidez otros idiomas, además del asirio.
El gran rey.
Este era el título preferido de los reyes asirios. Senaquerib se autodenominaba: "Senaquerib, el gran rey, el poderoso rey, rey del universo, rey de Asiria".
¿Qué confianza es ésta?
Ezequías había puesto su principal confianza y fe en Dios (2 Crón. 32: 7, 8), y los enviados asirios se referían a esta confianza en el Señor (2 Crón. 32: 10, 11).
20.
Fuerzas para la guerra.
Ezequías había efectuado grandes preparativos para resistir el ataque asirio: aumentó el ejército, fortaleció los muros de Jerusalén, preparó armas defensivas y ofensivas e hizo todo lo posible para estar listo a fin de rechazar el ataque asirio (2 Crón. 32: 2-6).
21.
Caña cascada.
Una descripción muy adecuada para Egipto. El junco que crecía junto al Nilo era un símbolo muy apropiado de la tierra donde crecía. Aunque tenía apariencia de robustez y seguridad, no merecía confianza. Si una persona intentase apoyarse sobre esa caña, ésta cedería hiriéndole la mano. Oseas recurrió a Egipto en busca de ayuda, y por hacer esto perdió su reino (cap. 17: 4-6). 951 La crisis de Judá que aquí se relata ocurrió durante el período de la XXV dinastía de Egipto, cuando el país estaba desgarrado por disensiones internas y sentenciado a caer presa de Asiria. Sin embargo, gobernado por una casta de reyes etíopes, Egipto intentaba resistir el poderío asirio.
22.
En Jehová.
Ver 2 Crón. 32: 11.
Ha quitado.
Sin duda Senaquerib había oído hablar de las reformas de Ezequías: cómo había mandado quitar los lugares altos y destruido los santuarios locales (cap. 18: 4). Mucha gente sacrificaba a Jehová en esos lugares no autorizados y quizá estuviera desconforme por la interferencia de Ezequías en sus prácticas. El rabsaces procuraba incitar al pueblo contra su rey, y pudo también haber pensado que en realidad Ezequías había demostrado que no tenía en cuenta a Dios al intentar destruir los santuarios locales populares.
23.
Dos mil caballos.
El enviado asirio intentaba ridiculizar la falta de poderío militar de Judá. Los asirios habían venido con una gran caballería, y para ellos 2.000 caballos serían como nada. Se los darían a Judá si a su vez Judá proporcionaba el mismo número de jinetes bien preparados.
24.
Un capitán.
Otra vez el asirio despreciaba a Judá por su debilidad militar. Burlonamente insinuó que el pueblo no tenía fuerza para resistir a un solo capitán de la hueste asiria, a una de las más débiles de las muchas compañías de soldados que los asirios tenían en el campo de batalla.
En Egipto.
El rabsaces se mofó de la debilidad de Judá y de la locura de confiar en un poder tan débil como Egipto.
25.
Jehová me ha dicho.
Esta declaración en labios de un asirio es notable. ¿Había oído los mensajes de Isaías en los cuales profetizó que el Señor usaría a Asiria para castigar a Israel y Judá? (ver Isa. 7: 17-24; 10: 5-12). ¿Estaría intentando recurrir a la credulidad del pueblo con la pretensión de que había recibido un mensaje de Jehová? No importa cuál fuera el caso, quiso crear la impresión de que sería inútil resistir a Asiria, que se le había dado la orden divina de destruir a Judá y que el fin del reino del sur era inevitable.
26.
En arameo.
Esto muestra que el arameo ya se usaba al menos, hasta cierto punto, tanto en Asiria como entre los hebreos. Los documentos de la época indican que el arameo estaba comenzando a ser el idioma de la diplomacia y del comercio en Asia occidental. Sin embargo, todavía no era común su uso entre los hebreos, pues el vulgo no podía entenderlo. Después del exilio babilónico el idioma arameo reemplazó poco a poco al hebreo entre los judíos.
Lengua de Judá.
Fuera de este relato, con sus pasajes paralelos de 2 Crón. 32 e Isa. 36, la expresión sólo aparece en Neh. 13: 24. La palabra "judíos" aparece por primera vez [en la versión hebrea] en 2 Rey. 16: 6, pero en los libros bíblicos posteriores se vuelve común. Para los asirios de esa época, la gente del reino del sur, de Judá, era yehudim, o sea judíos, y el idioma también se llamaba "judío".
Sobre el muro.
Esta conversación se realizó a oídos de los soldados y quizá de otros que estaban sobre el muro. Así las palabras de los mensajeros asirios serían transmitidas a todos los habitantes de la ciudad.
27.
Los hombres que están sobre el muro.
Las palabras eran para el pueblo de Jerusalén, y no sólo para el rey. El rabsaces procuraba infundir terror en la gente, para que se creara tal presión popular sobre Ezequías que lo obligara a abandonar su propósito de resistir.
Expuestos a comer.
Con estas palabras el rabsaces amenazaba a los judíos con las terribles consecuencias de la resistencia. Si continuaba el sitio, la gente se vería en tales aprietos que tendría que calmar el hambre y la sed con los alimentos más inmundos e indeseables (ver 2 Rey. 6: 26-29; cf. 2 Crón. 32: 11).
28.
En lengua de Judá.
Al solicitar al rabsaces que no hablara en el idioma que la gente entendía, los enviados hebreos revelaron una de sus debilidades, y el asirio se aprovechó bien de eso. Se dirigió entonces al pueblo, y no al rey.
29.
No os engañe.
De ese modo el rabsaces se quería hacer pasar por amigo del pueblo de Judá, procurando dar la impresión de que Ezequías no se preocupaba por el pueblo, sino que atendía sus propios intereses, y que con ese proceder engañoso los llevaría a un terrible fin.
Mi mano.
Aunque en varios manuscritos hebreos y en muchas de las versiones se lee "mi mano", el texto de la Biblia hebrea dice, "su mano". En el pasaje paralelo de Isa. 36: 14 no aparece esta frase. 952
30.
No os haga Ezequías confiar.
Al parecer, los asirios sabían de la firme confianza que tenía Ezequías en el Señor y de sus esfuerzos por hacer que el pueblo también confiara en Dios. Desde el primer momento, Ezequías había instado a su pueblo a ser fuerte (ver 2 Crón. 32: 7, 8).
31.
No escuchéis.
Era una invitación para que el pueblo de Judá repudiara a su rey y procediera por su cuenta.
Haced conmigo paz.
El ofrecimiento era para que el pueblo de Judá hiciera la paz con Senaquerib y lo aceptara como rey y amigo.
Cada uno de su vid.
Esta expresión da la idea de paz y prosperidad como las que habían gozado los judíos con Salomón (1 Rey. 4: 24, 25), y como las volverían a tener si aceptaran las condiciones del pacto (ver Miq. 4: 3, 4; Zac. 3: 10).
32.
Como la vuestra.
En este pasaje el enviado presentó en términos muy favorables la cruel práctica asiria de la deportación. Serían llevados lejos, pero irían a una tierra donde la vida sería tan feliz y tan próspera como lo había sido en su patria. Hasta cierto punto esta declaración era verdad, pues muchos de los exiliados que fueron llevados a países extranjeros se encontraron tan a gusto en su nuevo ambiente que no quisieron volver cuando se les ofreció la oportunidad de hacerlo.
33.
Alguno de los dioses.
Los asirios tenían buenas razones para jactarse así. En todas partes los había acompañado un éxito que parecía ser sin fin. Ningún dios era capaz de librar a su tierra del poderío asirio. Asur parecía ser el dios más poderoso de todos. Ni siquiera el Dios de los hebreos podía, según las apariencias, tener tanto poder como Asur, pues Samaria había caído, y por años Judá había estado bajo el poder asirio. Mal podían comprender los asirios que había sido la desobediencia a Jehová lo que había destruido a Israel, y que precisamente el mismo Dios en contra del cual se jactaban, era quien había permitido los éxitos asirios.
34.
De Hamat.
Se enumeran a continuación las ciudades que acababan de caer ante el poderío asirio. Hamat estaba sobre el Orontes, a 189 km al norte de Damasco. Sargón menciona con frecuencia su dominio sobre esta ciudad y relata la deportación de sus habitantes. En Samaria fueron ubicados colonos de Hamat (2 Rey. 17: 24), y parece que exiliados hebreos fueron llevados a Hamat (Isa. 11: 11).
Arfad.
Ciudad importante al norte de Siria, al noroeste de Alepo. En 754, 742, 741 y 740, los asirios realizaron campañas militares contra esta ciudad. En 743 la ciudad parece haber sido cuartel general de Tiglat-pileser, porque en ese año los ejércitos sirios estuvieron "en Arfad". En 720 Sargón atacó otra vez la ciudad de Arfad. El lugar ahora se llama Tell Erfâd.
Sefarvaim.
Una de las ciudades cuyos habitantes Sargón estableció en Samaria (ver com. cap. 17: 24).
Hena.
No se conoce la ubicación de esta ciudad. Algunos la han identificado con Anah, sobre el Eufrates, pero otros creen que estuvo en el norte de Siria, donde se hallan las otras ciudades mencionadas en este mismo pasaje.
lva.
Es probablemente la misma Ava de donde se llevaron pobladores a Samaria (ver com. cap. 17: 24).
¿Pudieron éstos librar a Samaria?
Este parece haber sido el argumento culminante, porque la gente de Samaria era hebrea y hasta cierto punto, al menos, pretendía adorar al mismo Dios.
35.
De todos los dioses.
Los lugares mencionados se encontraban entre los vecinos al norte de Judá. Pero las conquistas asirias se habían extendido por todos los países del Asia occidental. Senaquerib afirmaba que su poder y el poder de su dios eran mayores que el de todos los dioses de todo el mundo, sin excluir al Dios de Judá.
36.
El pueblo calló.
Hay momentos cuando el silencio es oro. El pueblo de Judá no podría haber dicho en ese momento nada que hubiera impresionado a los emisarios asirios. Dios mismo debería proporcionar la respuesta necesaria.
Mandamiento del rey.
El rabsaces había esperado oír alguna palabra de sedición seguida de un tumulto popular, pero en vez de eso el pueblo de Judá obedeció fielmente a su rey.
37.
Rasgados sus vestidos.
Los hebreos acostumbraban desgarrar sus vestidos en momentos de luto (Job 1: 20), de alarma o angustia (Gén. 37: 29; 1 Sam. 4: 12; 2 Sam. 13: 19; 15: 32; 2 Crón. 34: 27; Esd. 9: 3; Jer. 36: 24). 953
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-5 PR 216, 245
5-7 PR 250
6, 7 1JT 433; PR 500
9-11 PR 217, 226, 260
12 PR 217
13-16 PR 227, 251
17-37 PR 259-262
19, 20 PR 262


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 19       AUDIO
1 Ezequías se viste de luto y envía mensajeros a Isaías para que ore por el pueblo. 6 Isaías reconforta a los memajeros. 8 Senaquerib, quien va al encuentro de Tirhaca, envía una carta blasfema a Ezequías. 14 La oración de Ezequías. 20 Isaías profetiza la destrucción de Senaquerib y la prosperidad de Sion. 35 Un ángel destruye a los asirios. 36 Senaquerib es muerto en Nínive por sus propios hijos.

1 CUANDO el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová.
2 Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz,
3 para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.
4 Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.
5 Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías.
6 E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.
7 He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.
8 Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna; porque oyó que se había ido de Laquis.
9 Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo:
10 Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.
11 He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú?
12 ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar?
13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
14 Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová.
15 Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.
16 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.
17 Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras;
18 y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron.
19 Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios. 954
20 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído.
21 Esta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca de él: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.
22 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel.
23 Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos.
24 Yo he cavado y bebido las aguas extrañas, he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto.
25 ¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.
26 Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez.
27 He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí.
28 Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
29 Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas.
30 Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba.
31 Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
32 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte.
33 Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.
34 Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.
35 Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
36 Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó.
37 Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.
1.
Rasgó sus vestidos.
Así expresó Ezequías su angustia ante la perspectiva de un terrible sitio de Jerusalén. En cualquier momento podía esperarse que Jerusalén sufriera todo el impacto del ataque asirio. Las palabras de los mensajeros de Senaquerib no eran vanas amenazas. Los relieves de los palacios de Nínive y Khorsabad revelan las terribles crueldades cometidas por los asirios en los lugares tomados por asedio. Los de Jerusalén tenían por delante horrores indecibles si el sitio comenzaba en serio. Con profunda angustia, el rey se vistió de saco y fue al templo para exponer el asunto delante del Señor.
2.
Los ancianos de los sacerdotes.
Vestidos de luto, Ezequías envió a sus emisarios a Isaías para que el profeta también se uniera a él en ferviente intercesión ante Dios. Según 2 Crón. 32: 20, tanto el rey como el profeta oraron fervorosamente a Dios. Esta es la primera vez que en el libro de Reyes se menciona al profeta Isaías, cuya visión de Dios, que lo había animado para realizar la tarea que tenía por delante, ocurrió en el año de la muerte del rey Uzías (Isa. 6: 1). Este destacado profeta actuó durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías (Isa. 1: 1). De modo que Isaías ya había pasado por un largo ministerio antes de aparecer en el registro de Reyes. Los relatos históricos del libro de Reyes suelen ser 955 breves, y se omiten muchos detalles. Los libros de Isaías, Jeremías y Ezequiel revelan muchos detalles de gran interés e importancia que no se encuentran en el libro de Reyes.
3.
Día de angustia.
Durante muchos años Isaías había estado prediciendo una ocasión como ésta. Fue una de las mayores crisis que sobrevinieron a Judá y, sin la intervención divina, la situación bien podría haber llevado a la nación a su ruina final.
La que da a luz no tiene fuerzas.
Una figura muy gráfica que describe la terrible crisis. La mayor parte de Judá ya había caído ante el poderío asirio, y ahora los invasores amenazaban la capital.
4.
Quizá oirá Jehová.
El mensajero asirio había despreciado y reprochado al gran Dios del cielo, poniéndolo a la par de los dioses de las naciones circunvecinas. El honor de Dios estaba en juego, y podía esperarse que por causa de su propio nombre intervendría en favor de Judá.
Dios viviente.
Véase el uso de este título en Deut. 5: 26; Jos. 3: 10; 1 Sam. 17: 26; Sal. 42: 2; 84: 2; Jer. 10: 10; 23: 36; Dan. 6: 26; Ose. 1: 10. Esta expresión designa a Jehová como el único Ser en quien hay vida original, propia e inherente.
El remanente.
Israel ya no existía, y la mayor parte de Judá había desaparecido. El último remanente de Jerusalén corría el peligro de ser rápidamente aniquilado.
6.
No temas.
Ezequías había usado las mismas palabras poco tiempo antes para tranquilizar a su pueblo (2 Crón. 32: 7). Ahora recibía esta misma admonición de parte de Dios. El ser humano tiende a temer en la hora de crisis, pero el Señor, en su misericordia, envía mensajes de ánimo (ver Núm. 14: 9; Jos. 1: 6, 7, 9, 18; Isa. 43: 1, 5; Luc. 12: 32).
7.
Pondré yo en él un espíritu.
El significado de este pasaje no es claro. Tal vez signifique que Dios pondría sobre Senaquerib un espíritu de temblor y temor, un impulso que lo apartaría de su idea de conquista y lo haría regresar a su patria sumamente aterrorizado y confundido. La predicción no es -a propósito- específica, quizá porque el Señor no deseaba en ese momento revelar los detalles.
Caiga a espada.
Ver com. vers. 37.
8.
Libna.
Probablemente deba identificarse con Tell ets-Tsâfi. Para su ubicación ver com. cap. 8: 22.
9.
Tirhaca.
Este Tirhaca, cuyo nombre a veces se escribe Taharka, llegó a ser rey de Egipto en torno al año 690 AC. Era etíope (nubio), y ocupó el trono junto con su hermano Sabataka, quien reinó en Egipto más o menos entre los años 700 y 684. Después de la muerte de Sabataka, Tirhaca reinó solo hasta el año 664. Fue uno de los reyes etíopes de la XXV dinastía. Con referencia al sincronismo de Tirhaca con la campaña contra Jerusalén ver com. cap. 18: 13.
Envió embajadores.
Senaquerib esperaba lograr la capitulación de Ezequías antes de que atacaran los egipcios.
10.
No te engañe.
En el mensaje anterior se había dirigido al pueblo para instarlo a no dejarse engañar por Ezequías (cap. 18: 29); pero el pueblo no había respondido. Este mensaje iba dirigido al rey, cuya confianza en Dios intentaba socavar Senaquerib.
11.
Todas las tierras.
Asiria estaba en el apogeo de su poderío militar. Tiglat-pileser había conquistado a Babilonia y se había hecho proclamar rey de ese país; Salmanasar había destruido la nación de Israel; Sargón había devastado países en todas direcciones, y Senaquerib seguía en los pasos de Sargón.
Destruyéndolas.
"Entregándolos al anatema" (BJ). Senaquerib procuraba infundir terror en Ezequías recordándole el terrible castigo que habían recibido los que se habían atrevido a resistir a los ejércitos asirios. Si se rendía ahora, al menos podría esperar recibir cierta medida de clemencia.
12.
Mis padres.
Durante un largo período, los antepasados de Senaquerib siempre habían tenido pleno éxito en la guerra, y los dioses de las naciones no habían podido resistirlos. Los lugares mencionados en este versículo están todos en las proximidades de la antigua Harán, donde vivió Abrahán, en el norte de Mesopotamia y que, desde mucho tiempo antes, habían caído bajo la dominación asiria.
Gozán.
Esta ciudad estaba sobre el río Khabur, en su curso norte, a 144 km al este de Harán. En Gozán se ubicaron exiliados transportados desde Samaria (cap. 17: 6). La campaña del año 808 fue dirigida contra esta ciudad (Guzana). El lugar donde estuvo Gozán hoy lleva el nombre de Tell Halaf.
Harán.
Allí vivió Abrahán después de salir de Ur (ver com. Gén. 11: 31). Aparece ya bajo dominio asirio durante el reinado de Adadnirari I, 1305-1273 AC. 956
Resef.
En asirio, Ratsappa. Probablemente lo que es hoy Rutsâfe al noreste de Palmira. Aparece en las inscripciones de Adad-nirari III, 810-782.
Edén.
Este lugar aparece junto con Harán en Eze. 27: 3 y como "Bet-edén" en Amós 1: 5. Algunos han identificado a Edén con el territorio que está en el codo del Eufrates, al suroeste de Harán y al sudeste de Carquemis. Aparece con frecuencia en las inscripciones asirias bajo el nombre de B§t-Adini.
Telasar.
Quizá sea Til-ashurri, o "colina de Asur", en el norte de Siria, en el codo del Eufrates. Tenía el honor de llevar el nombre del dios asirio.
13.
Hamat.
Ver com. cap. 18: 34 para la identificación de los lugares que aparecen en este versículo. En ese pasaje se hace resaltar la incapacidad de los dioses de esas ciudades para defenderse. Al dirigirse a Ezequías, el embajador hacía énfasis en el hecho de que los reyes de esas ciudades ya no existían.
14.
Tomó Ezequías las cartas.
Probablemente los embajadores asirios presentaron su mensaje tanto en forma oral como por escrito: verbalmente, a los mensajeros de Ezequías, y en una carta, al rey, ya que sin duda éste no salió a recibirlos.
Las extendió.
Como si el mensaje se hubiese dirigido tanto al Dios de Israel como al rey.
15.
Entre los querubines.
Esto se refiere a la santa Shekinah, la gloria milagrosa que simbolizaba la presencia personal de Dios y que aparecía encima del propiciatorio entre los dos querubines (ver Exo. 25: 22; 29: 43; Lev. 16: 2; 1 Sam. 4: 4).
Sólo tú.
En su oración Ezequías reconoció a Dios como el único Dios, el Señor de todo el cielo y la tierra, a quien Senaquerib había desafiado osadamente. El rey protestó contra la carta de Senaquerib, en la cual trataba a Jehová como uno más entre los muchos e insignificantes dioses del Asia occidental que nada habían podido hacer ante los asirios.
16.
Mira; y oye.
Ezequías demostró celo por el honor de su Dios, y creyó que haciendo justicia a sí mismo el Señor no podría menos que vengarse de este arrogante rey pagano.
18.
No eran dioses.
No era extraño que tanto las naciones como sus dioses hubieran sido destruidos por el poderío asirio, porque esos dioses eran simples imágenes de hechura humana. El contraste entre Jehová y los falsos dioses resalta en la enseñanza de la segunda mitad del libro de Isaías (ver Isa. 41: 24; 44: 8-10).
19.
Sólo tú, Jehová, eres Dios.
La emergencia del momento ofrecía una notable oportunidad para que Dios manifestara su presencia y su poder ante las naciones de la tierra. La fama del poderío asirio había llenado el mundo. Si Jerusalén se salvaba de Senaquerib, Asiria sería humillada y las naciones sabrían que Jehová era supremo.
20.
He oído.
Ezequías no fue dejado en la duda en cuanto a la respuesta a su oración, pues el profeta Isaías le hizo llegar inmediatamente el mensaje de que Dios había oído su petición y enviaría su castigo sobre los asirios.
21.
La virgen.
Jerusalén resistió todos los esfuerzos de los asirios contra ella, y no permitió que la profanaran. Esta personificación de Jerusalén con una mujer es una figura literaria común en la Biblia (ver Isa. 23: 12; 52: 2; Lam. 2: 13; Miq. 4: 10).
Mueve su cabeza.
Entre los hebreos, menear la cabeza era un ademán de desprecio (ver Sal. 22: 7; 109: 25; Mat. 27: 39).
22.
El Santo de Israel.
Esta es una frase predilecta de Isaías. La usa 27 veces en su libro. Sólo aparece cinco veces más en el resto de la Biblia (Sal. 71: 22; 78: 41; 89: 18; Jer. 50: 29; 51: 5).
23.
Has dicho.
En este pasaje Isaías expresa los pensamientos de Senaquerib. El rey asirio tenía mucha confianza propia. Pensaba que con sus numerosos carros podría conquistar cualquier región que escogiese, y que sus ejércitos podrían eliminar toda oposición y vencer todos los obstáculos que se le presentaran.
Sus altos cedros.
Esta frase puede aplicarse tanto en forma literal como figurada. Los asirios tenían la intención de cortar los hermosos cedros del Líbano para utilizar su madera. En forma figurada, la frase indica la completa devastación del país, con la ruina de los elegantes palacios y sus orgullosos habitantes (ver Isa. 2: 12-17; 10: 33, 34).
24.
He cavado y bebido.
Esto parece significar que Senaquerib se sentía capaz de hacer frente a cualquier dificultad: las montañas no podrían detenerlo, pues las escalaría; los desiertos no le serían obstáculo, porque los cruzaría y cavaría sus propios pozos para conseguir agua; los ríos no lo demorarían porque se secarían bajo sus pies. 957
Ríos de Egipto.
Egipto quedaba más allá del desierto y estaba surcado por muchos canales. Senaquerib se jactaba de que esos ríos no le serían ningún obstáculo, pues se desvanecerían ante su presencia.
25.
Yo lo hice.
El Señor responde ahora al rey asirio. Después de toda la jactancia de Senaquerib en cuanto a lo que va a hacer, el Señor le pregunta si no ha oído que él es quien tiene en su poder el destino de las naciones y que sólo en la medida en que él se lo permite cada nación ocupa su lugar en la historia (ver PR 392, 393). En ese momento los asirios eran un instrumento suyo para llevar a cabo sus propósitos (ver Isa. 10: 5-15).
26.
Corto poder.
El éxito de las armas asirias se debió al permiso divino. Asiria podría haber llegado a ser una poderosa influencia para bien en el mundo, si la nación hubiera continuado con la reforma iniciada con la predicación de Jonás (Jon. 3: 5-10). Cuando los ninivitas se volvieron de su arrepentimiento transitorio a su anterior idolatría y siguieron con la conquista del mundo, provocaron el fin de Asiria como nación.
28.
Mi garfio en tu nariz.
Las esculturas mesopotámicas revelan que a veces los asirios empleaban las más terribles atrocidades con sus prisioneros. Un relieve de Esar-hadón muestra a Taharka de Egipto y a Baalu de Tiro con sus narices perforadas con argollas, sujetas con cuerdas a las manos del conquistador. Posiblemente Manasés fue llevado a asiria en forma similar (ver 2 Crón. 33: 11).
29.
Señal.
El Señor dio muchas señales por medio del profeta Isaías (2 Rey. 20: 9-11; Isa. 7: 11, 14; 8: 18; 20: 2, 3). Durante el resto del año en curso, la gente podría hallar suficiente para comer en lo que quedaba en el campo; al año siguiente (tal vez año sabático) también podría conseguir suficiente alimento de lo que brotara solo; y al año subsiguiente volvería a las actividades habituales de sembrar y segar. Las actividades agrícolas normales se habían interrumpido durante la permanencia de los ejércitos asirios en el país.
30.
Lo que hubiere escapado.
Esta expresión indica cuán abarcante fue la devastación provocada por la invasión asiria en Judá.
31.
Saldrá.
Gran parte de Judá había sido totalmente asolada por los ejércitos asirios. Quizá muchos se refugiaron en Jerusalén para escapar de la espada de Senaquerib. De esta ciudad saldría un remanente para repoblar y restaurar el país. Isaías, Miqueas y Jeremías usan con frecuencia la palabra "remanente" o expresiones sinónimos (ver Isa. 10: 20; 11: 11; 14: 22; 46: 3; Jer. 23: 3; 31: 7; 40: 11, 15; 42: 2; 43: 5; 44: 14; Miq. 2: 12; 4: 7; 5: 7, 8).
32.
Con escudo.
En las esculturas antiguas resaltan los escudos asirios. Los soldados que estaban empeñados en el sitio de una ciudad se protegían con enormes escudos para poder acercarse a los muros de una ciudad que estaba siendo atacada (ver lámina frente a la pág. 64).
Ni levantará contra ella baluarte.
En los relieves asirios se ven muchas veces tales baluartes o rampas. Se las levantaba contra los muros para permitir que los arietes pudieran acercarse a las partes superiores y más débiles de las defensas.
34.
Yo ampararé esta ciudad.
Ver Isa. 31: 5; 37: 35; 38: 6.
Por amor a mí mismo.
El honor de Dios estaba en juego puesto que Senaquerib lo había desafiado abiertamente.
35.
Aquella misma noche.
Es decir, la noche que siguió al día cuando fue pronunciada la profecía de Isaías.
Mató.
"Destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria" (2 Crón. 32: 21). Quizá murió la mayor parte de los soldados enviados para tomar a Jerusalén.
Cuando se levantaron.
O sea, "a la hora de despertarse" (BJ). A la mañana siguiente cuando se levantaron los que habían quedado del ejército, todos sus compañeros (los 185.000 que el ángel había muerto) se habían transformado en cadáveres.
36.
Se fue.
Senaquerib estaba con el ejército vigilando el camino de Judea a Egipto cuando ocurrió la matanza (ver PR 267). Aterrorizado y avergonzado se alejó rápidamente. Volvió a Asiria y dejó a Ezequías en paz para que restaurara su país.
37.
Sus hijos lo hirieron a espada.
Los registros asirios y babilonios confirman el asesinato de Senaquerib a manos de sus hijos.
Tierra de Ararat.
Los textos asirios confirman este detalle. Los asesinos de Senaquerib, junto con un gran sector rebelde, huyeron a Ararat, en la región de Armenia, al norte.
Reinó en su lugar.
Según los registros asirios, Esar-hadón subió al trono en 681 y reinó hasta 669 AC. 958
Durante el reinado de Esar-hadón, Asiria logró su máxima extensión y poderío. Después de una campaña infructuosa logró conquistar a Egipto. A pesar de que ningún ser humano había ejercido hasta entonces el poder que él tenía, lo turbaban señales de un inminente peligro. Procurando dividir a sus potenciales enemigos, concertó un tratado con los escitas contra los cimerios, pero finalmente murió en camino a Egipto adonde se dirigía para aplastar una rebelión.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-37 PR 262-271
1, 3-7 PR 263
10-19 PR 263
20-22 PR 265
23-30 PR 266
31-35 PR 266
35 CS 566
37 PR 267


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 20       AUDIO
1 Ezequías, habiendo recibido un mensaje acerca de su muerte próxima, ora pidiendo que se le prolongue la vida. 8 La sombra retrocede diez grados como señal de la promesa. 12 Merodac-baladán envía mensajeros a Ezequía,s a causa del milagro, y recibe información acerca de los tesoros del rey. 14 Isaías se entera y predice la cautividad en Babilonia. 20 Manasés reina en lugar de Ezequías.

1 EN AQUELLOS días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.
2 Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo:
3 Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro.
4 Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:
5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.
6 Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.
7 Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó.
8 Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día?
9 Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados?
10 Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados.
11 Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.
12 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió mensajeros con cartas y presentes a Ezequías, porque había oído que Ezequías había caído enfermo.
13 Y Ezequías los oyó, y les mostró toda la casa de sus tesoros, plata, oro, y especias, y ungüentos preciosos, y la casa de sus armas, y todo lo que había en sus tesoros; ninguna cosa quedó que Ezequías no les mostrase, así en su casa como en todos sus dominios.
14 Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas tierras han venido, de Babilonia.
15 Y él le volvió a decir: ¿Qué vieron en tu casa? Y Ezequías respondió: Vieron todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que no les mostrase.
16 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová: 959
17 He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehová.
18 Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
19 Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días.
20 Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
21 Y durmió Ezequías con sus padres, y reinó en su lugar Manasés su hijo.

 

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
2 REYES CAP. 20

1.
En aquellos días.
Lo que aquí se relata ocurrió por el tiempo de la primera invasión de Senaquerib, en el año 14 de Ezequías. En relación con la promesa de que sanaría a Ezequías, el Señor dijo que libraría a jerusalén de la mano del rey de Asiria y que añadiría 15 años a su reinado (cap. 20: 6). Esto concuerda con los detalles de la primera campaña de Senaquerib contra Judá en el año 14 de Ezequías (ver com. cap. 18: 13), y con el hecho de que éste reinó 29 años (cap. 18: 2). En Isa. 38, 39 y 2 Crón. 32: 24-31 se encuentran relatos paralelos de la enfermedad y curación de Ezequías.
Ordena tu casa.
Esta orden revela la razón por la cual Dios envió el mensaje a Ezequías. Había ciertas cosas que debían ser puestas en orden para entregar el mando del reino, como también quizás ciertos preparativos espirituales.
Morirás.
El curso normal de la enfermedad llevaría a una muerte segura. Esta profecía anticipaba los resultados que seguirían a las circunstancias existentes en ese momento. Al alterarse las circunstancias, se cambió esta predicción (ver vers. 5). Algunas profecías no son necesariamente absolutas, sino que pueden ser condicionales, como ocurrió en el caso del mensaje de Jonás a Nínive (Jon. 3: 4-10).
2.
Oró.
Ezequías no pensó que sería inútil orar, como si el mensaje profético hubiera hecho inevitable su muerte. Si oramos, Dios puede hacer por nosotros lo que no haría si no orásemos. Sin embargo, cuando se pide una curación, debe hacérselo con un espíritu sumiso. Sólo Dios sabe si esa respuesta a la petición será para el bien de los que le ruegan, y si redundará para gloria suya. Al orar por los enfermos algunos han cometido el error de casi exigir que se conceda la vida al que sufre. La vida de los que así se salvaron en muchos casos no honró después a Dios. Habría sido mejor que esas personas hubieran pasado al descanso mientras tenían la esperanza de la salvación (ver 1JT 213, 214). La prolongación de su vida condujo a Ezequías a cometer el único grave error de su vida (vers. 12- 19). Si a su oración le hubiera añadido la frase, "pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26: 39), podría haber muerto con el registro de una vida intachable.
3.
Con íntegro corazón.
La afirmación de Ezequías debe juzgarse de acuerdo con los tiempos cuando vivió. En la época de luz espiritual en que vivimos, por lo general no se considera correcto que el hombre presente ante Dios su propia bondad como la base para pedir su favor. Lamentablemente, los esfuerzos humanos distan tanto de alcanzar la norma divina, que se insta al suplicante a que ponga su confianza enteramente en los méritos de Cristo. Sin embargo es correcto, cuando hemos hecho en todo lo mejor posible, que presentemos las promesas de Dios como la base de nuestra confianza.
4.
La mitad del patio.
"Del patio central" (BJ). Aunque el hebreo no dice "patio", sino "ciudad", casi todas las versiones traducen "patio". Antes de que Isaías abandonara el palacio se le ordenó que regresara. Dios siempre oye al que presenta su súplica en sincera oración. La respuesta podrá no ser la que se espera, ni tan inmediata directa como en el caso de Ezequías, pero el Señor oye y hace que todas las cosas ayuden a bien a los que le aman (Rom. 8: 28).
5.
Príncipe.
Título de honor del elegido para gobernar al pueblo de Dios (ver 1 Sam. 9: 16; 10: 1; 13: 14; 2 Sam. 5: 2; 1 Rey. 1: 35).
Yo te sano.
Dios podría haber sanado a Ezequías al instante, pero no lo hizo.
Al tercer día.
Es decir, que al tercer día Ezequías estaría lo suficientemente sano como para ir al templo y alabar a Dios. Se insinúa aquí que lo primero que hizo Ezequías 960 después de su recuperación fue ir al templo para agradecer a Dios.
6.
Quince años.
Ver com. vers. 1.
7.
Tomad masa de higos.
El rey podría haber protestado por este remedio tan sencillo, ya que padecía una enfermedad fatal. Es probable que la infección de la "llaga" ("úlcera", BJ, NC y VM) se hubiera extendido y amenazara acabar con la vida de Ezequías, que su enfermedad había llegado a tal punto que ningún remedio común era eficaz. Quizá el rey pensó que el Señor debía hacer algo extraordinario para salvarle la vida; pero cuando se dio la instrucción de que se usara un remedio sencillo, se obedeció esta orden y el rey sanó. Puede ser que el hombre no comprenda las razones por las cuales el Señor obra de cierta manera, pero siempre demostrará su discernimiento espiritual obedeciendo sus mandatos.
Hay, además, otra lección: cuando se pide a Dios que sane a una persona, no se debe excluir el uso de remedios naturales; el empleo de tales recursos no revela falta de fe. Después de presentarse una petición a Dios para que sane a alguien, es nuestro deber hacer todo lo que esté de nuestra parte para aliviar el sufrimiento y contrarrestar la enfermedad (ver CH 381, 382) mediante el uso de remedios naturales.
8.
¿Qué señal?
Ver com. cap. 19: 29. Ezequías quiso recibir de inmediato una señal de que el Señor cumpliría lo que había dicho (ver com. Jos. 7: 14; Juec. 6: 36).
10.
Vuelva atrás.
La sombra de un reloj de piedra avanza gradualmente, en forma natural, con el movimiento del sol; pero si de pronto retrocediera, sería algo sumamente extraordinario. Por esta razón Ezequías escogió dicha señal.
11.
Diez grados atrás.
Las conjeturas en cuanto al método usado por Dios para realizar sus milagros no aportan ningún beneficio. La señal ocurrió por directa intervención divina.
El reloj de Acaz.
En la antigüedad se empleaban relojes de sol de diversos tipos en Babilonia, Asiria, Egipto y Roma. Acaz pudo haber conseguido uno de Asiria por su relación con Tiglat-pileser.
En el relato paralelo de Isaías se registran a continuación la oración y el canto de agradecimiento de Ezequías por su curación (ver Isa. 38: 9-20).
12.
Merodac-baladán.
Este nombre corresponde con el del belicoso Marduk-apaliddina, rey de Babilonia desde 721 hasta 709, según el Canon de Tolomeo. Fue rey de Babilonia de nuevo por un corto lapso en 703. Era un aguijón en la carne de los asirios, pues significaba una constante amenaza para el dominio asirio de Babilonia. Cuando ocurrió la campaña de Senaquerib en el año 14 de Ezequías y la enfermedad de éste, Merodacbaladán era, según la cronología de los reyes empleada en este comentario, un rey exiliado que buscaba aliados que también se opusieran a Asiria, y que pudieran ayudarle en su guerra contra los asirios. Aunque había sido depuesto, bien podían llamarlo "rey de Babilonia" quienes lo consideraran como el monarca legal, aunque destronado. Sin duda así lo reconoció Ezequías.
Hijo de Baladán.
Merodac-baladán era rey de una tribu caldea llamada Bít-Yakin, o "casa de Yakin". En algunas inscripciones asirias del siglo VIII AC, Marduk-apal-iddina figura como "hijo de Yakin", pero esto puede entenderse como "descendiente" o "sucesor", ya que en las inscripciones asirias Jehú también figura como "hijo de Omri" aunque fue el que aniquiló la dinastía de Omri. Una carta en cuneiforme dirigida a Senaquerib nombra a Apla-iddin. Se considera que éste sería Baladán, padre de Merodac-baladán.
Envió mensajeros con cartas.
Los astrónomos babilonios notaron este notable milagro del reloj de sol (ver 2 Crón. 32: 31). Cuando Merodac-baladán supo la razón del milagro, envió mensajeros a Jerusalén para felicitar a Ezequías y para saber más del Dios que podía hacer tales maravillas (ver PR 255). Es posible que esos enviados también hubieran aprovechado la oportunidad para felicitar a Ezequías por su valiente resistencia contra Asiria. Quizá, al mismo tiempo, Merodac-baladán procuró formalizar una alianza con Ezequías contra el enemigo común.
13.
Toda la casa.
Sin duda Ezequías se sintió halagado por la atención que le prestaba el "rey de Babilonia". Al mostrar a los enviados de Babilonia sus tesoros y descubrirles sus recursos, ofrecía una carnada a la codicia de estos extranjeros que volverían antes de 50 años para tomar esos tesoros y llevárselos a Babilonia.
14.
Entonces el profeta Isaías vino.
Ezequías 961 había cometido un serio error que ponía en peligro la seguridad de la nación, por esto Dios envió al profeta para llamarle la atención.
De lejanas tierras.
Si Ezequías ya había hecho algún pacto formal con Merodacbaladán, es probable que con esta declaración intentara restar importancia a las obligaciones de tal pacto. Josué pensó que sería correcto hacer un pacto con los gabaonitas pues venían de "tierra muy lejana" (Jos. 9: 9-15). Quizás Ezequías opinó que la distancia que separaba a Judá de Babilonia lo excusaría de haber concertado relaciones amistosas con Merodac-baladán. Por medio de Isaías el Señor había instado a su pueblo a que no se asociara con poderes extranjeros, sino que confiara en Dios (Isa. 8: 9-13; 30: 1-7; 31: 1-5).
Babilonia.
Es decir, el país de Babilonia. En la Biblia se usa la misma palabra para referirse al país y a su capital. Merodac-baladán, caldeo del sur de Babilonia, no dominaba en ese momento la ciudad de Babilonia porque los asirios habían colocado allí a un rey vasallo. Estaba en el exilio, quizá en Elam, aunque sin duda todavía tenía en Babilonia a muchas personas que lo apoyaban. En ese momento se consideraba que Babilonia, dominada por Asiria, era una nación débil e insignificante, tan distante, que nunca constituiría una amenaza; pero ya se estaba convirtiendo en el tema de los profetas (Isa. 13; 14: 1-23; 43: 14; 46: 1, 2; 47: 1-15; Miq. 4: 10). Pronto Babilonia, y ya no Asiria, sería el gran enemigo y el poder que causaría la caída de Judá.
15.
¿Qué vieron?
Vieron lo que Ezequías quiso mostrarles. ¡Cuán grande fue la oportunidad del rey de dar testimonio en favor de Dios! El Señor lo había curado de una enfermedad mortal. El notable milagro de la sombra del reloj de sol había despertado un amplio interés. Ezequías podría haber dado testimonio de la maravillosa misericordia y del poder de Dios, y haber mandado a los emisarios de Merodac-baladán de vuelta a su tierra bien instruidos en lo que Dios es capaz de hacer y hace en beneficio de sus hijos; pero fracasó por completo. Hoy se nos formula la misma pregunta que se hizo a Ezequías. El Señor nos pregunta qué ve la gente en nuestras casas y en nuestra vida.
En mis tesoros.
Ezequías estaba demasiado preocupado con sus tesoros terrenales. Habría sido mucho mejor que hubiera valorado debidamente el Tesoro celestial, y hubiera dado a esos mensajeros babilonios una vislumbre de la Perla de gran precio (Mat. 13: 44-46).
17.
Será llevado a Babilonia.
Esta predicción se cumplió más o menos después de un siglo. Los ejércitos de Nabucodonosor se llevaron los tesoros de Judá a Babilonia (caps 24, 25).
18.
Tus hijos.
En hebreo, la palabra "hijos" muchas veces significa posteridad. Manasés, hijo de Ezequías, fue llevado a Babilonia por los asirios (2 Crón. 33: 11). En tiempos de Nabucodonosor, muchos miembros de la familia real fueron llevados al cautiverio babilónico (2 Rey. 24: 12; 25: 6, 7). Esto se cumplió en el caso de Daniel y sus tres amigos (ver Dan. 1: 3-7).
19.
La palabra de Jehová que has hablado es buena.
Ezequías reconoció que las palabras de Isaías eran las palabras del Señor, y no pudo menos que reconocer que esas palabras eran justas. Sabía que merecía esa censura.
Paz y seguridad.
Ezequías se alegró especialmente porque el castigo no sobrevendría en sus días, sino que la prosperidad y la paz continuarían durante su reinado. Era una reacción natural, pero a la vez egoísta. Ezequías debería haberse preocupado por los problemas que su acción precipitada traería sobre su posteridad.
20.
El estanque.
Se cree que se trata del estanque interior de Siloé, al suroeste de la antigua ciudad de David. El "conducto", ["la traída de aguas", BJ], es el famoso túnel de Siloé. El agua venía desde la fuente de Cihón, en el valle de Cedrón. El túnel fue llamado Siloé, que significa "enviado" o "conducido". Sus aguas se juntaban en el estanque de Siloé (Juan 9: 7). El túnel tenía 533 m de longitud.
En 1880 se descubrió en la pared de este túnel una interesante inscripción escrita en hebreo, y se cree que corresponde a los días de Ezequías. En ella se narra cómo los obreros comenzaron a trabajar desde ambos extremos, y cómo se aproximaron excavando hasta que finalmente se encontraron en el centro. Los ingenieros de Ezequías construyeron una notable obra de ingeniería para proveer de agua a los residentes de la ciudad en tiempo de sitio. Se han encontrado túneles similares en Gezer y Meguido. En la pág. 89 aparece la traducción de la inscripción de Siloé. 962
21.
Durmió Ezequías.
Los funerales de Ezequías se destacaron por los honores extraordinarios que recibió, pues "lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén" (2 Crón. 32: 33).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-19 PR 252-258
1-3 PR 252
1-7 CH 381
4-6 PR 253
7-11 PR 253
12-19 PR 255-257




2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 21       AUDIO
1 El reinado de Manasés. 3 Su gran idolatría. 10 A causa de su maldad Dios envía profecías contra Judá. 17Amón reina en su lugar. 19 El perverso reinado de Amón. 23 Es muerto por sus siervos y los asesinos a su vez son muertos por el pueblo; Josías es hecho rey.

1 DE DOCE años era Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años; el nombre de su madre fue Hepsiba.
2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel.
3 Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas.
4 Asimismo edificó altares en la casa de Jehová, de la cual Jehová había dicho: Yo pondré mi nombre en Jerusalén.
5 Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.
6 Y pasó a su hijo por fuego, y se dio a observar los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando así el hacer lo malo ante los ojos de Jehová, para provocarlo a ira.
7 Y puso una imagen de Asera que él había hecho, en la casa de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel;
8 y no volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que di a sus padres, con tal que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les mandó.
9 Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.
10 Habló, pues, Jehová por medio de sus siervos los profetas, diciendo:
11 Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos;
12 por tanto, así ha dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos oídos.
13 Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca abajo.
14 Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios;
15 por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.
16 Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo; además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo ante los Ojos de Jehová.
17 Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 963
18 Y durmió Manasés con sus padres, y fue sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Amón su hijo.
19 De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Mesulemet hija de Haruz, de Jotba.
20 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre.
21 Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró;
22 y dejó a Jehová el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová.
23 Y los siervos de Amón conspiraron contra él, y mataron al rey en su casa.
24 Entonces el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar a Josías su hijo.
25 Los demás hechos de Amón, ¿no están todos escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
26 Y fue sepultado en su sepulcro en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Josías su hijo.

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
2 Reyes Capítulo 21

1.
Manasés.
Con referencia a la ascensión de Manasés al trono y su reinado, ver pág. 90.
Hepsiba.
Su significado literal es: "Mi deleite está en ella". La tradición judía dice que Hepsiba era hija del profeta Isaías. No hay por qué dar importancia a esta tradición. Más tarde se aplicará ese nombre a la Sion restaurada (Isa. 62: 4).
2.
Hizo lo malo.
Manasés tuvo un buen padre, pero no siguió en sus huellas. La mala semilla sembrada por Acaz ya había dado fruto de iniquidad en muchos de los habitantes del país, y después de la muerte de Ezequías una vez más predominó el mal.
3.
Volvió a edificar.
Manasés contrarrestó de muchas maneras el bien que había hecho su padre. Se reiniciaron los ritos idolátricos licenciosos, crueles y supersticiosos de las naciones vecinas que habían sido prohibidos por Ezequías. El paganismo revivió, la gente adoró los ídolos otra vez, y Judá participó ampliamente en los males que habrían de colmar la medida de la iniquidad de la nación.
Altares a Baal.
La adoración de Baal que floreció con Atalía (cap. 11: 18) y Acaz (2 Crón. 28: 2) y que había sido tan común en Israel, fue implantada de nuevo en Judá.
El ejército de los cielos.
El sol, la luna y las estrellas. Por causa del culto al sol se pusieron los caballos dedicados al sol a la entrada del templo (cap. 23: 11).
6.
Pasó a su hijo por fuego.
Los impíos parecen haber tenido una predilección especial por este terrible rito de sacrificio humano. Acaz había quemado a su hijo en el fuego (cap. 16: 3; 2 Crón. 28: 3), y en los últimos días de Judá esta cruel abominación aparece como uno de los pecados más notorios (Jer. 7: 31, 32; 19: 26; 32: 35; Eze. 16: 20; 20: 26; 23: 37).
Encantadores.
Dios había prohibido, bajo pena de muerte, que los hebreos participaran de tales prácticas (Lev. 20: 27).
7.
En la casa.
Manasés cometió mayores abominaciones que cualquiera de los reyes anteriores de Judá. Josías más tarde arrojó esta abominación que Manasés había colocado en el templo y la quemó en el arroyo de Cedrón (cap. 23: 6).
9.
Más mal que las naciones.
Los habitantes paganos de Palestina habían sido destruidos por sus viles prácticas, pero el profeso pueblo de Dios se envileció tanto que sobrepasó a aquellos en su culto corrupto y abominable. La inmoralidad, la crueldad y la opresión iban de la mano con la degradación de la religión. El terrible pecado de Judá radicó en que abandonó su religión pura y al único Dios verdadero para seguir las formas de culto más corruptas y la idolatría más vil.
10.
Los profetas.
No se conoce con seguridad a ninguno de los profetas contemporáneos de Manasés. Isaías fue uno de los primeros que cayó en la persecución religiosa (ver PR 281).
11.
Los amorreos.
En este pasaje los amorreos representan a las antiguas naciones cananeas (ver Gén. 15: 16; 1 Rey. 21: 26; Eze. 16: 3; Amós 2: 9, 10).
12.
Le retiñirán ambos oídos.
Ver la misma expresión en 1 Sam. 3: 11 y Jer. 19: 3.
13.
El cordel de Samaria.
Dios mediría a Jerusalén con la misma norma que había usado para medir a Samaria (ver Amós 7: 7- 9; Lam. 2: 8). Sería completamente imparcial. Por cuanto Judá había visto el ejemplo de su hermana Israel, pero no había escarmentado 964 con ese ejemplo, se la consideraría aún más responsable.
Como se limpia un plato.
Jerusalén sería sólo un plato en la mano del Señor, y él lo limpiaría totalmente.
14.
Sus enemigos.
Ver Deut. 28: 36, 37; Isa. 42: 22, 24; Jer. 30: 15, 16.
15.
Desde el día.
El Señor había tenido mucha paciencia con su pueblo. Lo había tratado mejor de lo que merecía, librándolo vez tras vez cuando por su pecado había merecido la destrucción.
16.
Derramó Manasés mucha sangre inocente.
Manasés no se conformó con fomentar el mal. Con tenaces esfuerzos procuró impedir que se realizara lo bueno. Muchos que habían intentado permanecer leales a Dios se transformaron en el objeto de su acerbo odio: perseguir a los justos en toda la tierra. Isaías que había sido un testigo tan importante de la verdad y injusticia, sufrió el martirio a manos de los que estaban decididos a oponerse a las reformas religiosas y políticas por las cuales había luchado (ver PR 281).
17.
Los demás hechos.
Los hechos más importantes de la vida de Manasés que omite el autor de Reyes son: su captura por los generales del rey de Asiria, su deportación a Babilonia, su arrepentimiento allí, su retorno al trono y sus reformas religiosas después de su regreso (2 Crón. 33: 1-19). Esar-hadón incluye a Manasés en una lista de 22 reyes de Asia occidental de quienes exigió que mandaran madera a Nínive. Asurbanipal, sucesor de Esar-hadón, incluye a Manasés en una lista de 22 reyes que le pagaron tributo.
El pecado que cometió.
El relato de la vida de Manasés en el libro de Reyes sólo da unos pocos detalles de las iniquidades de su reinado. No sólo ofreció a su propio hijo en sacrificio, sino que fomentó tales abominaciones en el valle de Hinom (2 Crón. 33: 6; cf. 2 Rey. 23: 10). Sin duda fue Manasés quien permitió que se establecieran las casas de prostitución junto al templo (2 Rey. 23: 7), y es posible que hubiera sacado el arca del pacto de su lugar (2 Crón. 35: 3).
18.
De su casa.
Desde Acaz no se registra que ninguno de los reyes de Judá hubiera sido enterrado en los sepulcros de los reyes de Judá.
Huerto de Uza.
Tanto Manasés como su hijo Amón (vers. 26) fueron sepultados en este lugar. No hay ninguna información adicional en cuanto a este sitio. Puede haber sido un huerto cuyo dueño anterior se llamó Uza, y que estaba cerca de los jardines del palacio y por eso se lo había comprado para usarlo como cementerio.
19.
Amón.
Este nombre es idéntico al de Amón, dios sol de los egipcios. Parece que Manasés escogió este nombre para su hijo a fin de demostrar su respeto por esa deidad egipcia.
20.
Hizo lo malo.
La apostasía de Manasés había dejado en Amón una tendencia hacia el mal que modeló su vida en forma irremediable. Durante la última parte de su reinado, Manasés había mantenido a raya el partido de los idólatras (2 Crón. 33: 16), pero después de su muerte éste recuperó el dominio del país y provocó una marea nacional de iniquidad. Como de costumbre, el libertinaje de índole moral y religiosa iban de la mano. El profeta Sofonías, que escribió durante el tiempo de Josías, describe gráficamente esta triste situación (ver Sof. 1: 8, 9; 3: 1-4).
22.
Dejó a Jehová.
Amón parece que abandonó toda iniciativa de adorar a Jehová. Rehusó humillarse ante el Señor como lo había hecho su padre y "aumentó su pecado" (2 Crón. 33: 23).
23.
Conspiraron contra él.
No se da ninguna razón de esta conspiración. Los funcionarios del palacio pueden haber tenido algún rencor personal contra el rey, o el asesinato sobrevino como consecuencia de la reacción contra su extrema idolatría. Sea cual fuere la causa, la conspiración testifica de que no estaban conformes con la política real.
24.
Mató a todos los que habían conspirado.
Hay un aspecto positivo en el hecho de que se considerara que el asesinato era un crimen y, por demanda popular, se castigó a los conspiradores. No se ha revelado cuáles eran las intenciones de los conspiradores. Algunos han conjeturado que tenían el plan de acabar con la casa de David y coronar a un rey de una nueva dinastía. Si ésta hubiese sido su intención, difícilmente habrían dejado a Josías con vida, pues éste estaba en poder de los conspiradores.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-26 PR 281-283
11, 14, 16 PR 281
21-24 PR 283 965



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 22       AUDIO
1 El buen reinado de Josías. 3 Se ocupa en reparar el templo. 8 Habiendo Hilcías encontrado el libro de la ley, Josías envía mensajeros a la profetisa Hulda para consultar a Jehová. 15 Hulda profetiza la destrucción de Jerusalén, pero anuncia un período de tranquilidad durante el reinado de Josías.

1 CUANDO Josías comenzó a reínar era de ocho años, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de Boscat.
2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.
3 A los dieciocho años del rey Josías, envió el rey a Safán hijo de Azalía, hijo de Mesulam, escriba, a la casa de Jehová, diciendo:
4 Ve al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que han traído a la casa de Jehová, que han recogido del pueblo los guardianes de la puerta,
5 y que lo pongan en manos de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová, y que lo entreguen a los que hacen la obra de la casa de Jehová, para reparar las grietas de la casa;
6 a los carpinteros, maestros y albañiles, para comprar madera y piedra de cantería para reparar la casa;
7 y que no se les tome cuenta del dinero cuyo manejo se les confiare, porque ellos proceden con honradez.
8 Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.
9 Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta al rey y dijo: Tus siervos han recogido el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en poder de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová.
10 Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey.
11 Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos.
12 Luego el rey dio orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías siervo del rey, diciendo:
13 Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.
14 Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Achor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.
15 Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Decid al varón que os envió a mí:
16 Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá;
17 por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.
18 Mas al rey de Judá que os ha enviado para que preguntaseis a Jehová, diréis así: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro,
19 y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová.
20 Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey la respuesta.


1.
Ocho años.
Puesto que Amón sólo tenía 24 años cuando murió y Josías ya tenía 8 años, Amón debe haberse casado como a los 15 años y sido padre a los 16. Por lo tanto, sería muy dudoso que hubiera tenido un hijo mayor que Josías.
Treinta y un años.
Ver pág. 79.
2.
Hizo lo recto.
El joven rey tenía una personalidad profundamente religiosa, y a pesar de la apostasía prevaleciente, resistió todas las tentaciones que le presentaron para que anduviera en los caminos de su padre. Ya en el octavo año de su reinado comenzó a buscar al Señor (2 Crón. 34: 3).
A derecha ni a izquierda.
Frase común en tiempos de Moisés y Josué (Deut. 5: 32; 17: 11, 20; 28: 14; Jos. 1: 7; 23: 6), pero poco usada en libros bíblicos posteriores.
3.
A los dieciocho años.
Josías comenzó su obra de reforma en el año 12 de su reinado, quitando de Judá los lugares altos, las imágenes de Asera, y las esculturas (2 Crón. 34: 3). Jeremías comenzó su ministerio profético en el año 13 de Josías (Jer. 1: 2). Cinco años más tarde Josías inició la reparación del templo.
Safán.
Con frecuencia se menciona a Safán en el libro de Jeremías. Su hijo Ahicam fue el influyente amigo de Jeremías (Jer. 26: 24). Otro hijo suyo, Elasa, fue enviado por Sedequías como embajador a Nabucodonosor (Jer. 29: 3). Gemarías, otro hijo de Safán, fue uno de los príncipes que rogó al rey que no quemase el rollo de Jeremías (Jer. 36: 12, 25). Y Jaazanías, otro hijo de este escriba, aparece entre los "setenta varones de los ancianos de la casa de Israel" (Eze. 8: 11). Gedalías, que fue puesto como gobernador de Judea por Nabucodonosor después de la destrucción de Jerusalén, era nieto suyo (2 Rey. 25: 22; Jer. 39: 14; 40: 5). Otro nieto de Safán, Micaías, oyó cuando Baruc leía el rollo de Jeremías e informó a los príncipes de su contenido (Jer. 36: 10-13).
4.
Al sumo sacerdote Hilcías.
Hilcías era hijo de Salum (1 Crón. 6: 13) o Mesulam (1 Crón. 9: 11), y su "hijo" o nieto (ver Neh. 11: 11; 1 Crón. 6: 13, 14; ver com. 1 Rey. 19: 16; 1 Crón. 2: 7) fue Seraías, sumo sacerdote cuando cayó Jerusalén (1 Crón. 6: 14, 15; 2 Rey. 25: 18, 21; Jer. 52: 24, 27). A su vez, Seraías fue padre de Josadac, que fue llevado al cautiverio (1 Crón. 6: 15). Josué, sumo sacerdote cuando volvieron del cautiverio en tiempos de Ciro, era hijo de Josadac (Esd. 3: 2, 8; 5: 2; 10: 18; Neh. 12: 26). También Esdras era descendiente de Hilcías (Esd. 7: 1).
El dinero que han traído.
Sin duda hacía ya algún tiempo que se estaba haciendo una colecta para la reparación del templo. En tiempos de Joás se había hecho una colecta similar (2 Rey. 12: 9, 10). El dinero no se reunió sólo en Judá y Benjamín sino también en Efraín y Manasés (2 Crón. 34: 9).
7.
Ellos proceden con honradez.
Compárese con 2 Rey. 12: 15. Los nombres de muchas de estas personas aparecen en 2 Crón. 34: 12.
8.
Libro de la ley.
Ver com. 2 Crón. 34: 14.
9.
Han recogido.
Literalmente, "han vertido", lo que podría significar que habían sacado el dinero del cofre donde se lo había puesto (ver 2 Rey. 12: 9-11) o que lo habían fundido, como dice la BJ. El hebreo permite ambas traducciones.
11.
Rasgó sus vestidos.
Josías se conmovió profundamen te cuando Safán leyó los mensajes del antiguo y sagrado libro. Comprendió claramente que el camino de la desobediencia llevarla a la nación a una terrible maldición, pero que la obediencia conduciría a la bendición, la vida y la prosperidad.
12.
Ahicam.
Amigo y protector de Jeremías (Jer. 26: 24), padre de Gedalías. Este fue gobernador de Judea después de que Nabucodonosor tomó la ciudad de Jerusalén (2 Rey. 25: 22).
13.
Preguntad a Jehová.
Los emisarios eran varios de los siervos en quienes más confianza tenía Josías. El rey comprendió la seriedad de lo que estaba en juego. Sabiendo cuán lejos había errado el pueblo de los caminos de justicia y hasta qué punto había abandonado al Señor, reconoció el grave peligro que corría la nación. Decidió hacer todo lo posible por salvar a su pueblo.
14.
La profetisa Hulda.
Varios profetas actuaron durante el reinado de Josías Jeremías ya estaba haciendo su importante tarea (Jer. 1: 2). Habacuc y Sofonías también profetizaron durante el reinado de Josías (Sof. 1: 1; PR 283, 284, 287). No se da ninguna razón para que se recurriera a Hulda en esta ocasión. Entre las profetisas que se mencionan en la Biblia están María (Exo. 15: 20), Débora (Juec. 4: 4), Noadías (Neh. 6: 14), Ana (Luc. 2: 36) y las cuatro hijas de Felipe (Hech. 21: 8, 9).
Guarda de las vestiduras.
Salum, el esposo 967 de Hulda, era el encargado de las vestiduras de los sacerdotes en el templo, o de las vestiduras reales. Cualquiera de los dos puestos lo habría convertido en un personaje de cierta importancia.
La segunda parte.
Heb. mishneh, "segunda". Es probable que esta "segunda parte" de la ciudad fuera la "ciudad nueva" (BJ), es decir la parte de Jerusalén que se había extendido al norte de la ciudad vieja y que fue abarcada por el muro de Manasés (2 Crón. 33: 14). Según Neh. 3: 9, 12, Jerusalén tenía dos "mitades".
16.
He aquí yo traigo ... mal.
La nación estaba condenada por su iniquidad. El pueblo había seguido durante tanto tiempo los caminos de la iniquidad, que se había endurecido en sus pecados. Tenían los sentidos tan embotados, que lo malo les parecía bueno, y preferían el mal antes que el bien. En tales condiciones la ruina de la nación no podría evitarse mediante una reforma transitoria.
Todo el mal.
Es decir, las calamidades predichas en Lev. 26: 16-39 y Deut. 28: 15-68.
17.
Mi ira se ha encendido.
Ver Deut. 29: 25-28. Así como la ira de Dios se encendió sobre el pueblo escogido y resultó en la destrucción de la nación, también los castigos caerán con igual fuerza sobre los impenitentes cuando venga el fin del mundo (Apoc. 14: 18, 19; 15: 7, 8; 16: 1-21; PR 287).
No se apagará.
La ira de Dios se había encendido como un fuego inapagable. Una vez encendido, ese fuego ardería hasta que la nación se hubiera consumido (ver 2 Rey. 23: 26, 27; Jer.4:4; 15: 1-9; Eze. 15: 2-8). Se repitió a Josías el juicio pronunciado sobre Manasés (2 Rey. 21: 12-15), pues al parecer ninguna tentativa de reforma podría salvar ya a la nación culpable. Esta fue la terrible verdad que Hulda reveló, y que pronto sería el principal mensaje dejeremías: se había pronunciado la sentencia de condenación.
19.
Se enterneció.
La humildad y ternura de corazón están entre las gracias cristianas más destacadas. El tierno corazón de Josías le hizo responder a las influencias del Santo Espíritu de Dios, y se conmovió profundamente por los pecados del pueblo que estaban causando tanta angustia y desastre.
20.
En paz.
Hay momentos cuando aun la muerte es una bendición. En su misericordia, Dios permitiría que Josías muriera antes de que Judá se viera envuelto en su ruina final. Josías mismo murió en batalla (cap. 23: 29), pero esa muerte lo libró de ser testigo de la terrible calamidad que sobrevino pocos años más tarde.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 PR 283-294
1, 2 PR 283
3-10 PR 289
131 14 PR 294
15-20 PR 294



2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 23       AUDIO
1 Josías hace leer el libro en una asamblea solemne. 3 Renueva el pacto con Jehová. 4 Destruye la idolatría. 15 Quema los huesos de hombres muertos sobre el altar de Bet-el tal como había sido profetizado. 21 Celebra la pascua enforma solemne. 24 Destruye a los encantadores y adivinos y toda abominación. 26 La ira final de Dios contra Judá. 29 Josías provoca al faraón Necao y es muerto en Meguido. 31 Joacaz reina en su lugar y es destronado por el faraón Necao, quien coloca a Joacim en el trono. 36 El perverso reinado de Joacim.

1 ENTONCES el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
2 Y subió el rey a la casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová.
3 Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, 968 con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.
4 Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Bet-el.
5 Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodiaco, y a todo el ejército de los cielos.
6 Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.
7 Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera.
8 E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó los lugares altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Geba hasta Beerseba; y derribó los altares de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la ciudad.
9 Pero los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar de Jehová en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos.
10 Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc.
11 Quitó también los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol a la entrada del templo de Jehová, junto a la cámara de Natán-melec eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros del sol.
12 Derribó además el rey los altares que estaban sobre la azotea de la sala de Acaz, que los reyes de Judá habían hecho, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la casa de Jehová, y de allí corrió y arrojó el polvo al arroyo del Cedrón.
13 Asimismo profanó el rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón.
14 Y quebró las estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y llenó el lugar de ellos de huesos de hombres.
15 Igualmente el altar que estaba en Betel, y el lugar alto que había hecho Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; aquel altar y el lugar alto destruyó, y lo quemó, y lo hizo polvo, y puso fuego a la imagen de Asera.
16 Y se volvió Josías, y viendo los sepulcros que estaban allí en el monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado esto.
17 Después dijo: ¿Qué monumento es este que veo? Y los de la ciudad le respondieron: Este es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y profetizó estas cosas que tú has hecho sobre el altar de Bet-el.
18 Y él dijo: Dejadlo; ninguno mueva sus huesos; y así fueron preservados sus huesos, y los huesos del profeta que había venido de Samaria.
19 Y todas las casas de los lugares altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel para provocar a ira, las quitó también Josías, e hizo de ellas como había hecho en Bet-el.
20 Mató además sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que allí estaban, y quemó sobre ellos huesos de hombres, y volvió a Jerusalén.
21 Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto.
22 No había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.
23 A los dieciocho años del rey Josías fue 969 hecha aquella pascua a jehová en Jerusalén.
24 Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová.
25 No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.
26 Con todo eso, Jehová no desistió del ardor con que su gran ira se había encendido contra Judá, por todas las provocaciones con que Manasés le había irritado.
27 Y dijo Jehová: También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la casa de la cual había yo dicho: Mi nombre estará allí.
28 Los demás hechos de Josías, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
29 En aquellos días Faraón Necao rey de Egipto subió contra el rey de Asiria al río Eufrates, y salió contra él el rey Josías; pero aquél, así que le vio, lo mató en Meguido.
30 Y sus siervos lo pusieron en un carro, y lo trajeron muerto de Meguido a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo ungieron y lo pusieron por rey en lugar de su padre.
31 De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.
32 Y él hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres habían hecho.
33Y lo puso preso Faraón Necao en Ribla en la provincia de Hamat, para que no reinase en Jerusalén; e impuso sobre la tierra una multa de cien talentos de plata, y uno de oro.
34 Entonces Faraón Necao puso por rey a Eliaquim hijo de Josías, en lugar de Josías su padre, y le cambió el nombre por el de Joacim; y tomó a Joacaz y lo llevó a Egipto, y murió allí.
35 Y Joacim pagó a Faraón la plata y el oro; mas hizo avaluar la tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Faraón, sacando la plata y el oro del pueblo de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda, para darlo a Faraón Necao.
36 De veinticinco años era Joacim cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Zebuda hija de Pedaías, de Ruma.
37 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres habían hecho.

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
Todos los ancianos.
Los dirigentes sabios consultan con otros dirigentes. Josías reunió a todos los principales hombres de la nación para ver si se podía hacer algo que evitara la calamidad que se cernía sobre ellos, o lograr por lo menos, que el castigo venidero fuese suavizado con la misericordia. Cuando Dios anunció la sentencia, no excluyó la posibilidad de arrepentimiento y reforma. No se perdería nada con manifestar al pueblo la terrible suerte que lo amenazaba si persistía en su iniquidad. Lo que se necesitaba era volver a Dios y a la justicia, y Josías decidió que haría todo lo posible para lograr un reavivamiento nacional.
2.
Todos los varones de Judá.
Hasta donde fuera posible, todos los varones de la nación debían reunirse en Jerusalén para oír el mensaje de Dios. La solemne reunión incluiría a hombres de todas las clases sociales y de todas las ocupaciones, especialmente a los sacerdotes y profetas: los dirigentes religiosos del pueblo que podrían ejercer mayor influencia para ayudar a lograr la deseada reforma.
3.
La columna.
Probablemente una de las grandes columnas de bronce (ver 1 Rey. 7: 15, 21). Según el ritual de Ezequiel para el culto de los reyes en el reino restablecido, el príncipe debería estar "en pie junto al umbral de la puerta" (Eze. 46: 2).
Hizo pacto.
Fue ésta una renovación del pacto que el Señor hizo con Israel en el Sinaí, por el cual el pueblo había resuelto obedecer al Señor y andar por sus caminos (Exo. 19: 5-8; 24: 3-8). La nación había quebrantado ese pacto, y por lo tanto había perdido las promesas hechas por el Señor. Únicamente renovando el pacto podrían renovarse las bendiciones, y por eso Josías hizo ante Dios la 970 solemne promesa de guardar sus mandamientos y permanecer fiel al pacto hecho entre Dios y su pueblo en el Sinaí.
El pueblo confirmó el pacto. El pueblo se puso de parte de Dios indicando así que aceptaba las exigencias del pacto y prometía lealtad a Jehová.
4.
De segundo orden.
Aquí se mencionan tres diferentes órdenes en la organización sacerdotal y levítica (ver cap. 25: 18).
Sacasen del templo.
Parece que la limpieza del año 12 del reinado de Josías había sido parcial (2 Crón. 34: 3). La presencia dentro del sagrado templo de vasos hechos para el culto de Baal, de Asera y del ejército de los cielos, indica hasta qué punto la idolatría se había posesionado del pueblo de Judá. La nación casi se había separado por completo de Dios entregándose a las costumbres de los paganos vencidos. Josías decidió raer del país hasta el último vestigio de idolatría.
Todos los utensilios.
Aquí se incluía no sólo los vasos, en el sentido estiicto del término, sino también todo lo que se usaba para el culto: utensilios, imágenes, altares, etc.
Los quemó.
Se hizo esto siguiendo las instrucciones de Deut. 7: 25; 12: 3 (ver 1 Crón. 14: 11, 12).
Cedrón.
Este era el valle que corría de norte a sur al este de Jerusalén, entre la ciudad y el monte de los Olivos. Es probable que el "campo del Cedrón" fuera la parte norte de este valle, que es bastante ancha (ver Jer. 31: 40). Asa había quemado el ídolo de Maaca junto al "torrente de Cedrón" (1 Rey. 15: 13).
A Bet-el.
A un lugar que ya se consideraba como maldito e inmundo, para no profanar más el suelo de Judá con esas cenizas.
5.
Habían puesto.
Jeroboam había instituido "sacerdotes de entre el pueblo, que no eran hijos de Leví" (1 Rey. 12: 31). La práctica de Manasés y de Amón parece haber sido la misma.
Los alrededores de Jerusalén.
Ver vers. 13.
A Baal.
La enumeración de estos diversos dioses indica hasta qué punto el pueblo de Judá había abandonado al Señor. Es probable que estos dioses aparezcan aquí en el orden de veneración que se les tributaba. Baal era el gran dios de las tormentas (ver com. 1 Rey. 16: 31).
6.
La imagen de Asera.
La imagen de Asera que había erigido Manasés (cap. 21: 3, 7).
La quemó.
La imagen de Asera, el "palo sagrado" (ver com. Exo. 34: 13; Deut. 16: 21; etc.), probablemente era de madera, y aunque estuviera recubierto de metal podía quemarse con facilidad. Ver también Deut. 7: 25.
En polvo.
Se procedió con ella de manera similar que con el becerro de oro en el desierto (Exo. 32: 20).
Hijos del pueblo.
Es decir, el pueblo común. La misma expresión aparece en Jer. 26: 23, donde se traduce "vulgo". La gente común no era sepultada en tumbas labradas en la roca, sino en sepulcros cavados en la tierra. Los sepulcros se consideraban inmundos; por lo tanto, el cementerio del valle del Cedrón era un buen lugar donde arrojar el polvo de los ídolos destruidos.
7.
Los lugares de prostitución.
El hecho de que estas personas de ambos sexos, depravadas y consagradas a la prostitución religiosa, vivieran en una casa junto al templo, es una triste indicación del colapso moral que había ocurrido en el profeso pueblo de Dios. Las prácticas viles e inmorales que allí se realizaban eran parte del ceremonial idolátrico de la época. Ezequiel condenó las "grandes abominaciones" que se hacían en sus días en el área del templo (Eze. 8: 5-17). Las peores infamias del culto cananeo a la naturaleza, se habían introducido en el santo templo de Dios. Difícilmente Judá podría haberse hundido más en el pecado.
8.
Desde Geba hasta Beerseba.
Es decir, desde el extremo norte hasta el extremo sur de Judá (ver 1 Rey. 15: 22; Zac. 14: 10).
9.
No subían.
No se permitió que los sacerdotes que habían oficiado en los santuarios idolátricos, y que habían sido convocados a Jerusalén, oficiaran en las sagradas responsabilidades del servicio del templo. Ezequiel, al describir la restauración destaca que, en lo sucesivo, no se permitiría a los sacerdotes de Leví que se habían descarriado participar en los sagrados oficios del templo, aunque sí podrían realizar algunas de las tareas más humildes (Eze. 44: 10-14).
Panes sin levadura.
Aunque no se les permitió participar de los sagrados servicios del templo, estos sacerdotes no perdieron toda su manutención. Se los trató en forma muy similar a la de los sacerdotes que tenían defectos físicos (ver Lev. 21: 17-23).
10.
Profanó a Tofet.
En este lugar del valle de Hinom se practicaba el bárbaro culto de 971 quemar a seres humanos como sacrificio a Moloc (ver Isa. 30: 33; Jer. 7: 31; 19: 5, 6; 32: 35). Fue quizá en este mismo lugar donde Acaz y Manasés ofrecieron a sus hijos (2 Rey. 21: 6; 2 Crón. 28: 3; 33: 6).
Hinom.
Valle al sur de Jerusalén. Finalmente llegó a ser considerado como un lugar de destrucción y abominación. Debido a los horrores de sus hogueras en donde se quemaban seres humanos como sacrificio, Josías lo contaminó, y más tarde fue convertido en basurero de Jerusalén. En tiempos del NT, el valle de Hinom, Heb. Ge Hinnom, fue un símbolo del lugar de la destrucción de los impíos. En las referencias siguientes la palabra "infierno" está en lugar del término griego géenna, que es a su vez la transliteración del hebreo Ge Hinnom: Mat. 5: 22, 29, 30; 10: 28; 18: 8, 9; 23: 15, 33; Mar. 9: 43-48; Luc. 12: 5; Sant. 3: 6. La BJ, NC y la BC usan la palabra "gehenna" como transliteración latina de la palabra griega.
11.
Los caballos.
En la antigüedad, muchas veces se representaba al sol como el auriga que cada día conduce sus caballos a través del cielo.
Los carros del sol.
Los carros del sol eran conocidos en la antigua Persia, como también entre griegos y romanos. Es interesante esta antigua evidencia de tal costumbre entre los hebreos. Manasés y Amón deben haber hecho grandes esfuerzos para adoptar las formas del culto pagano practicadas en los países circunvecinos.
12.
La azotea de la sala de Acaz.
"El terrado de la habitación superior de Ajaz" (BJ). Quizá esta sala o habitación superior fue construida por Acaz sobre alguna estructura dentro del recinto del templo, pues en este pasaje el autor se refiere a la profanación del templo. Los altares tal vez servían para adorar las estrellas, lo que se hacía mayormente desde las azoteas de las casas (ver Jer. 19: 13; 32: 29; Sof. 1: 5).
13.
Profanó el rey.
No se dice que el rey destruyó estos lugares, sino que sólo los profanó. Es de suponer que algunos de ellos consistían mayormente en grandes piedras o rocas de caras planas donde se habían labrado pequeñas cavidades para recibir las libaciones, etc. Tales sitios son bien conocidos en Palestina. Es difícil concebir que los edificios construidos por Salomón para la adoración de Astoret, Quemos y Milcom hubieran que dado en pie después de los movimientos de reforma de Asa, Josafat y Ezequías; sin embargo, así fue (PR 297). De Ezequías se dice que "quitó los lugares altos", los "derribó", "hasta acabarlo todo" (2 Rey. 18: 4; 2 Crón. 31: 1).
Delante de Jerusalén.
Es decir, hacia el este. Los puntos cardinales se determinaban mirando hacia el este. De esa forma, la mano izquierda señalaba el norte; la derecha, el sur; y la espalda daba al oeste. Ver en 1 Rey. 11: 5-8 la descripción de los lugares altos que Salomón edificó para los dioses extraños. Sin duda los reyes buenos, tales como Asa, Josafat y Ezequías no permitieron que en esos lugares se adorara a dioses extraños, pero quizá dejaron que allí se siguiera adorando a Jehová.
Monte de la destrucción.
Tal vez la ladera sur del monte de los Olivos, llamado así en señal de desprecio, para mostrar lo detestable que era el abominable culto idolátrico que se realizaba al este del santo templo.
14.
Huesos de hombres.
Los hebreos consideraban inmundos los cadáveres y huesos humanos, y había ciertas reglas para tocarlos (Núm. 19: 11-16). Al poner en contacto los huesos de muertos con estos lugares altos, se consideraba que quedaban profanados para siempre y de allí en adelante nunca más serían adecuados como lugares de adoración.
15.
Destruyó.
Sin duda el lugar alto de Bet-el era un edificio, un tipo de tabernáculo o templo, porque fue destruido y quemado. Había pasado algún tiempo desde que el reino de Israel había llegado a su fin, pero evidentemente aún se rendía culto en el santuario que Jeroboam había construido en Bet-el.
16.
Los quemó.
El quemar huesos humanos sobre un altar era sobremanera ofensivo. Josías lo hizo para mostrar su total desprecio por las terribles formas de culto que Jeroboam había instituido en lugar de la adoración a Jehová, y para asegurarse de que nunca más se usara ese altar con fines religiosos. Los huesos que se quemaron fueron los de los sacerdotes que habían oficiado ante esos altares (ver 2 Crón. 34: 5).
Varón de Dios.
Ver 1 Rey. 13: 1, 2.
17.
Monumento.
Heb. tsiyyun, "marcador", "hito", "monumento". Josías vio una lápida sobre una tumba y preguntó a quién recordaba. Era costumbre de los antiguos hebreos 972 levantar una piedra para marcar el sepulcro de las personas (Gén. 35: 20).
Varón de Dios.
Ver 1 Rey. 13: 23-30.
18.
De Samaria.
Así se identifica al anciano profeta que engañó al profeta de Judea.
19.
Ciudades de Samaria.
Josías fue hasta Neftalí (2 Crón. 34: 6). Samaria estaba entonces bajo el dominio asirio. En este momento Asiria estaba debilitada, y quizá no intentaba interferir con estas incursiones de Josías en los territorios que estaban bajo su dominio (ver págs. 68, 69).
20.
Mató ... a todos los sacerdotes.
En cumplimiento de 1 Rey. 13: 2, Josías hizo todo lo posible para raer la idolatría. Puso como escarmiento a los que dirigían al pueblo en la apostasía.
21.
Haced la pascua.
Esto significaba volver a la observancia de los antiguos ritos mosaicos.
El libro de este pacto.
El libro de la ley mosaica que Hilcías había encontrado en el templo (2 Rey. 22: 8; cf. Exo. 12: 3-20; Lev. 23: 5; Núm. 9: 2, 3; Deut. 16: 26).
22.
Tal pascua.
Los detalles de la celebración de esta pascua aparecen en 2 Crón. 35: 1-18.
23.
A los dieciocho años.
La reparación del templo también se inició en este año (2 Rey. 22: 3-6). Como la pascua se celebraba el día 14 del mes de Nisán, el primer mes del año religioso (Exo. 12: 2, 6, 18; 2 Crón. 35: 1), es evidente que Josías empezó su año de reinado en el mes de Tishri y no en el de Nisán. Así dio unos cinco meses para reparar el templo antes de que se celebrara la pascua en el mismo año.
24.
Encantadores.
La demonolatría se había arraigado mucho entre los israelitas. El pueblo servía al príncipe de las tinieblas y no al Señor del ciclo. No eran ángeles sino demonios los que cada día tenían por compañeros. Obedecían a los malos espíritus y no al Espíritu Santo. Josías se esforzó por barrer del país todo lo que estuviera relacionado con la demonolatría y las monstruosas abominaciones que acompañaban a ese culto.
Terafines.
Los terafines eran los dioses familiares (ver com. Gén. 31: 19). Su culto tenía un atractivo particular para los hebreos que se aferraron tenazmente a estos ídolos. Raquel robó los terafines de su padre Labán (Gén. 31: 19). Micaías el efrateo tenía terafines en su casa Juec. 17: 5; 18: 14-20). Mical,esposa de David, poseía una de estas imágenes (1 Sam. 19: 13).
De la ley.
Josías se había propuesto lograr que la ley rigiera plenamente en todas las fases de la vida nacional; así esperaba por lo menos mitigar la ruina que amenazaba a la nación.
25.
No hubo otro.
Aparecen también palabras similares referentes a Ezequías (ver com. cap. 18: 5). Según parece, ningún otro rey durante todo el período de la historia de Judá se dedicó con tanto vigor a hacer obedecer la ley mosaica.
De todo su corazón.
Un eco de Deut. 6: 5. Josías se interesó no sólo en un acatamiento formal de los dictados de la ley de Moisés, sino en que se obedeciera su espíritu y pleno sentido: injusticia, la misericordia y la rectitud (ver Jer. 22: 15, 16).
26.
No desistió.
La iniquidad era tan abierta, que no habría sido conveniente para el porvenir de la nación que se la dejara pasar sin castigo. Aunque la generación de Josías parecía haberse arrepentido y procuraba efectuar drásticas reformas, las futuras generaciones que se enterarían de que la flagrante iniquidad e idolatría de una generación anterior habían quedado impunes se volverían más osadas en su iniquidad. Por desgracia, las reformas del buen rey Josías sólo tuvieron un efecto superficial en la mayoría. Un estudio cuidadoso de las profecías de Jeremías revela que la condición religiosa del pueblo distaba mucho de ser la ideal (ver Jer. 2: 12, 13; 3: 6-11; etc.).
Manasés le había irritado.
Ver com. cap. 21: 1-9.
27.
Quitaré de mi presencia a Judá.
Tal fue también la repetida advertencia de Jeremías (Jer. 4: 5-20; 6: 1-4; 7: 12-16, 20, 32-34; 11: 17, 22, 23; 16: 9-13). Sofonías también anunció la inminente condenación de Judá (Sof. 1: 2-18; 3: 1-8). Hubo nuevas exhortaciones a la reforma, promesas de perdón y de una buena acogida personal condicionada por un verdadero arrepentimiento (Jer. 7: 3-7; Sof. 2: 1-3); pero para este tiempo se veía claramente que no había perspectiva de ningún arrepentimiento genuino, y que la ruina nacional era inevitable (Jer. 7: 8-34).
Desecharé a esta ciudad.
No le era fácil para el Señor desechar a Jerusalén, la ciudad escogida por él, que habría de ser la capital no sólo de Judá, sino del mundo. El Señor tenía 973 el propósito de que de Jerusalén manaran rayos de luz y salvación que rodearan el globo. Los israelitas impidieron que se llevase a cabo el plan original. El propósito de Dios se cumplirá en la creación de la tierra nueva, donde la nueva Jerusalén será la capital y las multitudes de los redimidos constituirán la nueva nación.
28.
Los demás hechos.
La reforma de Josías se efectuó en el año 18 de su reinado. Reinó durante 31 años. De esos últimos 13 años no se dice nada.
29.
Faraón Necao.
El bien conocido Necao II de la XXVI dinastía, quien reinó desde 610 a 595 AC.
Subió.
En esta época, Asiria y Egipto estaban aliadas contra Babilona. Esta, bajo el mando de Nabopolasar (626-605), había reemplazado a Asiria como el gran poder militar del mundo. Nínive cayó en el año 612, pero un pequeño remanente de los asirios subsistió en Harán por algunos años más. Contaron con la ayuda de Egipto para enfrentar el creciente poderío de Babilonia, la cual comenzaba rápidamente a dominar a todo el mundo.
Contra el rey de Asiria.
"Hacia el rey de Asiria" (BJ). En realidad, Necao se dirigió hacia el norte para ayudar a los asirios contra Babilonia (ver 2 Crón. 35: 20). Una de dos: o (1) la palabra hebrea 'al, "contra", debe leerse 'el, "hacia" o "por amor a", lo que se ve con frecuencia en los rollos del mar Muerto, o (2) se usa la palabra "Asiria" para designar a Babilonia, la cual ya dominaba casi todo el territorio que antes había sido del imperio asirio. Los autores clásicos muchas veces usan el nombre Asiria en este sentido (ver Herodoto i. 178).
Eufrates.
Cuando Necao se dirigía a Mesopotamia para ayudar a los asirios en el ataque a Harán, fue cuando, evidetemente, atacó a Carquemis (2 Crón. 35: 20). Esta ciudad se convirtió en un baluarte egipcio durante varios años, hasta que Nabucodonosor derrotó allí a Necao en 605 AC, como se sabe ahora por la Crónica Babilónica.
Salió contra él el rey Josías.
En este momento Necao no tenía ningún conflicto con Josías (2 Crón. 35: 21), sino sencillamente deseaba llegar hasta el Eufrates para luchar contra los ejércitos de Babilonia.
Meguido.
La importante fortaleza del sur de la llanura de Esdraelón, al norte de Siria, sobre la ruta de las caravanas de Egipto. Quizá Josías ocupó su posición en el punto donde el camino sale a la llanura a fin de atacar a los ejércitos egipcios cuando salieran del desfiladero.
30.
En un carro.
Josías fue mortalmente herido en Meguido. Había entrado a la batalla disfrazado (2 Crón. 35: 22) como lo había hecho Acab cuando luchó contra los sirios y perdió la vida (1 Rey. 22: 30). Cuando Josías fue alcanzado por una flecha y se dio cuenta de que estaba gravemente herido, sus siervos lo llevaron en otro carro a Jerusalén, y murió allí o en el camino (ver com. 2 Crón. 35: 24).
Lo sepultaron.
El autor de Crónicas añade: "Y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. Y Jeremías endechó en memoria de Josías" (2 Crón. 35: 24, 25). En contraste con la gran lamentación por la muerte de Josías, nadie lloró por el fallecimiento de sus malvados hijos (Jer. 22: 10, 18).
Joacaz.
Joacaz también se llamaba Salum (1 Crón. 3: 15; Jer. 22: 11). Joacim era el hijo mayor de Josías; legalmente debería haber sido rey, no Joacaz (vers. 31; cf. vers. 36). Pero por alguna razón el pueblo intervino para que Joacaz fuera elevado al trono. Algunos han conjeturado que había en ese momento dos partidos políticos en el país: uno proegipcio y otro antiegipcio. Tal vez Joacim formaba parte del primero, ni Joacaz del segundo. El partido antiegipcio prevaleció y Joacaz fue hecho rey. En este momento, Necao evidentemente estaba en el norte en su campaña contra los babilonios en el Eufrates.
32.
Hizo lo malo.
Sólo se ha conservado un breve registro del reinado de Joacaz. Ni siquiera los hijos de Josías se adhirieron a las reformas que éste había instituido. La nación iba de nuevo camino de su condenación.
33.
Ribla.
Lugar situado sobre el río Orontes, a 16 km al sur de Cades y a 320 km al norte de Judá. Más tarde Nabucodonosor puso su cuartel general en Ribla durante sus campañas en Palestina (2 Rey. 25: 6, 21; Jer. 39: 5-7; 52: 9-11, 27). Cuando volvió de Carquemis, Necao exigió que Joacaz compareciera delante de él en Ribla, y después de haberse enterado de las circunstancias que lo habían llevado al trono, lo puso preso. Ribla se llama ahora Ribleh.
Una multa.
Necao tenía la intención de hacer que Judá fuera vasallo de Egipto, y por eso depuso a Joacaz. 974
34.
Eliaquim.
Probablemente miembro del partido proegipcio, y por eso Necao lo prefirió (ver com. vers. 30).
Le cambió el nombre.
El nuevo nombre indicaba que debía ser en adelante una nueva persona, y que dependía de Egipto. Nabucodonosor hizo algo parecido cuando puso a Matanías por rey en lugar de su sobrino, y le dio el nombre de Sedequías (cap. 24: 17).
Murió allí.
Esto armonizaba con la profecía que hizo Jeremías poco después del comienzo del exilio (Jer. 22: 10-12).
35.
Pagó a Faraón.
El dinero que Faraón exigió no provino del rey sino del pueblo. Cuando Asiria demandó que Manahem pagara 1.000 talentos de plata, el rey consiguió esa suma obligando a todos los pudientes que dieran cincuenta siclos cada uno (cap. 15: 19, 20). Pero en este caso, parece haberse cobrado un impuesto general sobre todos, ricos y pobres.
36.
Veinticinco años.
Puesto que Joacaz sólo tenía 23 años en este momento (vers. 31), Joacim era el mayor. Josías tenía 8 años cuando subió al trono, y reinó durante 31 años (cap. 22: 1); de manera que cuando murió a los 39 años Joacim ya tenía 25 años. Josías, pues, tenía 14 ó 15 años cuando nació Joacim. Los reyes hebreos se casaban a temprana edad siguiendo la costumbre de los países del Cercano Oriente, la cual aún permanece en algunos lugares.
37.
Hizo lo malo.
No se enumeran específicamente los males cometidos por Joacim durante su reinado. Según Jeremías era extravagante, codicioso, tiránico, injusto, impío y sanguinario (Jer. 22: 13-17; 26: 20-23; 36: 23).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-30 PR 295-298
2, 3 DTG 187; PR 295
15-18 PR 296
20, 24 PR 296
22, 25, 26 PR 297, 298
31-37 PR 303

2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 24       AUDIO
1 Joacim es subyugado por Nabucodonosor y luego se rebela contra él y acarrea sobre sí su propia ruina. 5 Joaquín reina en su lugar. 7 El rey de Egipto es vencido por el rey de Babilonia. 8 El perverso reinado de Joaquín. 10 La población de Jerusalén es vencida y llevada cautiva a Babilonia. 17 Sedequías es hecho rey y reina perversamente hasta la destrucción completa de Judá.

1 EN SU tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia. Joacim vino a ser su siervo por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él.
2 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas.
3 Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo;
4 asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar.
5 Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
6 Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su hijo.
7 Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.
8 De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. El nombre de su madre fue Nehusta hija de Elnatán, de Jerusalén.
9 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre.
10 En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada.
11 Vino también Nabucodonosor rey de 975 Babilonia contra la ciudad, cuando sus siervos la tenían sitiada.
12 Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre, sus siervos, sus príncipes y sus oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado.
13 Y sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la casa de Jehová, como Jehová había dicho.
14 Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra.
15 Asimismo llevó cautivos a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra; cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia.
16 A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil, y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para hacer la guerra, llevó cautivos el rey de Babilonia.
17 Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joaquín a Matanías su tío, y le cambió el nombre por el de Sedequías.
18 De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.
19 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho Joacim.
20 Vino, pues, la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.
1.
Nabucodonosor.
Según Dan. 1:1, Nabucodonosor subió contra Jerusalén en el tercer año de Joacim, lo que correspondería al año cuando comenzó a reinar Nabucodonosor, o sea el 605 AC, si se ha de considerar que el cuarto año de Joacim corresponde al primero de Nabucodonosor (Jer. 25: 1, ver pág. 160 y nota 7). Según la Crónica Babilónica [descubierta no hace mucho], cuando Nabucodonosor era príncipe heredero de Babilonia derrotó decisivamente a los egipcios en las batallas de Carquemis y cerca de Hamat, en la primavera o comienzos del verano [del hemisferio norte] del año 605 AC. De este modo, toda Siria y Palestina quedaron a merced de los babilonios victoriosos. Sin duda, esto sucedió cuando Joacim de Judá se convirtió en vasallo de Babilonia y entregó rehenes -entre ellos Daniel- a Nabucodonosor. Tres años más tarde Joacim parece haberse aliado de nuevo con Egipto, y sus esperanzas en su renovado poderío parecieron correctas hasta cierto punto cuando los egipcios infligieron grandes pérdidas al ejército de Nabucodonosor en 601 AC. Pero la rebelión de Joacim demostró una falta de perspicacia política, porque los babilonios rápidamente se repusieron de su derrota y regresaron para castigar a sus vasallos desleales.
2.
Conforme a la palabra de Jehová.
Ver Jer. 4: 20-29; 5: 15-17; Hab. 1: 6-10.
3.
Mandato.
Dios usó las naciones de la tierra para ejecutar el castigo divino sobre Judá (ver PR 284).
Por los pecados de Manasés.
Repetidas veces se mencionan los pecados de Manasés como la causa principal de la caída de Judá (ver 2 Rey. 21: 11, 12; 23: 26; Jer. 15: 4).
4.
Sangre inocente.
Incluso la de Isaías (PR 281). Sin duda Isaías no contempló las abominaciones de Manasés en silendo y complacencia, sino que levantó su voz en severa reprensión por las maldades del rey.
No quiso perdonar.
Con las atrocidades de Manasés culminó la larga historia de maldad de Judá. La copa de iniquidad se colmó y el castigo estaba a punto de caer. El buen reinado de Josías postergó por un tiempo la sentencia de destrucción, pero ésta no fue revocada. Se había llegado a tal punto, que Dios no pudo perdonar más la culpa nacional. Sin embargo, debe distinguirse entre la culpa de la nación y la culpa del individuo (ver com. cap. 17: 20).
5.
Los demás hechos de Joacim.
Algunos de los detalles son oscuros. Sabemos que Nabucodonosor lo "llevó a Babilonia atado con cadenas" (2 Crón. 36: 6); que sería sepultado "en sepultura de asno"; que esto ocurriría "fuera de las puertas de Jerusalén" (Jer. 22: 19), y que su cadáver sería expuesto "al calor del día y al hielo de la noche" (Jer. 36: 30). Pueden armonizarse las dos declaraciones si 976
LAS TRES CAMPAÑAS DE NABUCODONOSOR
977 se considera que quizá no se llevó a cabo el plan de trasladar a Joacim a Babilonia, o que murió poco después de su captura como resultado del rudo trato de los caldeos. Algunos han pensado que los caldeos lo llevaron a Babilonia, pero que después lo liberaron como en el caso de Manasés durante el reinado de Esar-hadón (2 Crón. 33: 11-13; cf. Eze. 19: 5-9).
6.
Joaquín.
Salvo en un caso (Jer. 52: 31), Jeremías llama a este rey Conías (Jer. 22: 24, 28; 37: 1) o Jeconías (Jer. 24: 1; 27: 20; 28: 4; 29: 2). En Crónicas se lo llama tanto Jeconías (1 Crón. 3: 16, 17) como Joaquín (2 Crón. 36: 9). En Ester 2: 6 aparece como Jeconías. La diferencia entre Jeconías y Joaquín es que se invierte el orden de los dos componentes del nombre. Ambos nombres significan, "Jehová establecerá". En la palabra Conías desaparece el signo del tiempo futuro, y el nombre significa "Jehová establece".
7.
Nunca más.
En las batallas de Carquemis y cerca de Hamat (605 AC), los egipcios habían sido decisivamente derrotados por Nabucodonosor que entonces ocupó Palestina. Los egipcios infligieron grandes pérdidas al ejército de Nabucodonosor en 601 AC, pero aparentemente después de esto no pudieron poner en peligro el dominio de Nabucodonosor sobre Palestina.
Desde el río de Egipto.
Ya en época de Tutmosis I (ver t. 1, pág. 153,) Egipto había conquistado a Palestina y Siria hasta el río Eufrates. No siempre fue dueño indiscutido de todo ese territorio, pero durante el reinado de Necao (610-595), otra vez intentó dominar ese territorio. Quizá el "río de Egipto" corresponda con el Wadi el-'Ar§sh (ver com. 1 Rey. 8: 65).
8.
Dieciocho años.
El pasaje paralelo de 2 Crón. 36: 9 dice "ocho años" en la RVR, pero en la Siriaca y en varias versiones de la LXX dice "dieciocho". Joaquín no fue un rey niño, pues cuando fue llevado a Babilonia ya tenía hijos (Jer. 22: 28). En documentos cuneiformes babilónicos del año 592 AC se menciona también al rey Joaquín y a cinco de sus hijos.
Tres meses.
Con mayor precisión, tres meses y diez días (2 Crón. 36: 9).
Elnatán.
Uno de los embajadores enviados por Joacim a Egipto para buscar a Urías el profeta (Jer. 26: 22). Fue también uno de los príncipes que instó a Joacim para que no quemara el rollo de Jeremías (Jer. 36: 12, 25).
10.
En aquel tiempo.
Según la Crónica Babilónica, Nabucodonosor comenzó su siguiente campaña contra Judá en el mes de Quisleu (dic. 598-ene. 597 AC).
Los siervos.
Es decir, sus generales. Este fue el segundo ataque de Nabucodonosor contra Jerusalén. El primero fue en 605 AC, el 3er. año de Joacim (Dan. 1: 1).
12.
Salió.
En su desesperación, Joaquín se rindió. Según la Crónica Babilónica fue el 2 de Adar, año 7.° del reinado de Nabucodonosor en el calendario babilonio (aproximadamente el 16 de marzo de 597 AC).
Octavo año.
Es decir, el 8.° año de Nabucodonosor, según el cómputo judío, de acuerdo con el cual comenzó entre sep. y nov. de 598 AC. Todavía era el 7.° año según el cómputo babilonio (ver nota, pág. 165).
13.
Todos los tesoros.
Algunos de los vasos del templo ya se habían llevado a Babilonia en el año 605 cuando Nabucodonosor atacó a Jerusalén por primera vez (Dan. 1: 2; 2 Crón. 36: 7). Sin duda, en esta ocasión se llevaron los vasos más valiosos que habían quedado después del saqueo inicial, pero aún quedaban algunos vasos (2 Rey. 25: 13-16; Jer. 27: 18-20). Con referencia al número de vasos llevados a Babilonia ver Esd. 1: 7-11.
Como Jehová había dicho.
Isaías había hecho esta predicción cuando los embajadores de Babilonia visitaron a Ezequías (2 Rey. 20: 17; Isa. 39: 6).
14.
Toda Jerusalén.
Es decir, lo mejor de la gente. Jeremías usó el símbolo de "higos muy buenos" para representar a los que fueron deportados en esta ocasión (Jer. 24: 1-7). El profeta Ezequiel estuvo entre los que fueron llevados a Babilonia. Los años de su libro se cuentan a partir del cautiverio de Joaquín (Eze. 1: 1-3), o sea el año 597 AC. Al despojar a Jerusalén de sus artesanos, se privó a la ciudad conquistada de los ciudadanos que eran más útiles en la guerra y que proporcionaban al conquistador valiosos ayudantes para sus propias y vastas empresas de construcción.
15.
Llevó cautivos.
En cumplimiento de las profecías de Isaías (2 Rey. 20: 18; Isa. 39: 7) y Jeremías (Jer. 22: 24-30).
La madre del rey.
El que se la mencione en primer lugar después del rey, anteponiéndola a las esposas del monarca, indica su elevada jerarquía. 978
Las mujeres del rey.
Una prueba de que el rey tenía más de "ocho" años de edad (ver com. vers. 8).
Los poderosos.
Los principales funcionarios civiles y eclesiásticos: príncipes, eunucos, nobles, cortesanos, ancianos, sacerdotes, profetas y levitas (ver Jer. 29: 1, 2).
16.
Hombres de guerra.
O sea los "hombres valientes" (vers. 14), los principales del país que estaban preparados para la guerra y que, como los caballeros de la Europa medieval, dirigían al pueblo en la batalla.
Mil.
Los artesanos y herreros, junto con los 7.000 "hombres de guerra" sumaban 8.000. Los 2.000 restantes eran funcionarios civiles y eclesiásticos.
17.
Matanías.
Hermano de Joacim e hijo de Josías. Fue el tercer hijo de Josías que reinó sobre Judá (ver 1 Crón. 3: 15).
Sedequías.
Literalmente, "justicia de Jehová" o "Jehová es justicia". Tal vez los hebreos tuvieron algo que decir en cuanto a los nombres que les ponían sus dominadores, porque es difícil suponer que Nabucodonosor hubiera escogido este nombre.
18.
Once años.
Desde 597 hasta 586 AC.
Hamutal.
Sedequías era, por lo tanto, hermano de Joacaz por padre y madre (cap. 23: 31); pero sólo medio hermano de Joacim (vers. 36).
19.
Hizo lo malo.
Moralmente Sedequías era muy débil (ver 2 Crón. 36: 12-16; Jer. 37: 1, 2; 38: 5; 52: 2; Eze. 17: 13-19; 21: 25). Hay indicios de que a veces procuró hacer lo recto, pero le faltó valor para proceder de acuerdo con sus convicciones (Jer. 34: 8-16; 37: 2-21; 38: 4-28).
20.
Sedequías se rebeló.
Con esta frase se introducen los acontecimientos del cap. 25. Más apropiadamente, podría estar en el comienzo de ese capítulo. El cap. 24 lógicamente termina con la palabra "presencia". La rebelión de Sedequías contra Babilonia hizo que Nabucodonosor llevara a cabo una campaña militar contra Judá, que significó la ruina de esta nación. En la primera parte del reinado de Sedequías los falsos profetas fomentaron una expectativa general de que los exiliados pronto volverían de Babilonia y terminaría la opresión del yugo babilónico (Jer. 27: 16; 28: 1-4, 10, 11). Quizá hubo alguna relación entre esta expectativa y el envío de mensajeros a Babilonia por parte de Sedequías (Jer. 29: 3), y el hecho de que el rey mismo fuera a Babilonia en el cuarto año de su reinado (Jer. 51: 59). Constantemente Jeremías procuró corregir esa idea errónea, y aconsejó que el rey siguiera siendo sumiso y no se rebelara (Jer. 27: 5-22; 28: 5-17; 29: 1-32); sin embargo, Sedequías siguió intentando liberarse del yugo babilónico, y para ello trató de conseguir la ayuda de Egipto (Eze. 17: 15; cf. Jer. 37: 5; 44: 30). Los pueblos vecinos de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón también anhelaban liberarse del yugo babilónico, y anteriormente habían enviado embajadores a Judá para proponer una rebelión general (Jer. 27: 3-11).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1, 2 PR 323
1-7 PR 311
13-16 PR 323
17 PR 323
18-20 4T 181


2 LIBRO DE REYES - CAPÍTULO 25       AUDIO
1 Sitio de Jerusalén. 4 Sedequías es tomado prisionero, sus hijos son asesinados y él mismo pierde la vista. 8 Nabuzaradán destruye la ciudad, lleva cautivos a los que quedan y deja tan solo a unos pocos labradores. 13 Saquea la ciudad y se apodera de sus tesoros. 18 Los nobles son asesinados en Ribla. 22 Gedalías, que estaba a cargo de los que habían quedado, es muerto, y los últimos pobladores huyen a Egipto. 27 Evil-merodac liberta a Joaquín y lo honra en su corte.

1 ACONTECIO a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor.
2 Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías. 979
3 A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra.
4 Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá.
5 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército.
6 Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia.
7 Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.
8 En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia.
9 Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego.
10 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén.
11 Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia.
12 Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.
13 Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia.
14 Llevaron también los caldeos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce con que ministraban;
15 incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán de la guardia.
16 Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto.
17 La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual labor había en la otra columna con su red.
18 Tomó entonces el capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías, y tres guardas de la vajilla;
19 y de la ciudad tomó un oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco varones de los consejeros del rey, que estaban en la ciudad, el principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta varones del pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad.
20 Estos tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia.
21 Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá de sobre su tierra.
22 Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán.
23 Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa; Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías hijo de un maacateo, ellos con los suyos.
24 Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
25 Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.
26 Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos.
27 Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel;
28 y le habló con benevolencia, y puso su 980 trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.
29 Y le cambió los vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida.
30 Y diariamente le fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.


1.
A los nueve años de su reinado.
Ver Jer. 39: 1; 52: 4. Según el cómputo judío, que hacía comenzar el año en otoño, el noveno año de Sedequías fue el 589/88 AC. El décimo mes del año judío corresponde aproximadamente con enero. El Señor reveló a Ezequiel en Babilonia el día en que comenzó el sitio de Jerusalén (Eze. 24: 1-14).
El día diez del décimo mes del año 588 corresponde con bastante precisión, con el 15 de enero según el calendario babilónico, aunque el cómputo judío de este mes pudo haber sido algo diferente (ver págs. 100, 123 y el último libro de la bibliografía en la pág. 126).
Contra Jerusalén.
No sólo Jerusalén fue sitiada, sino que se enviaron tropas contra "las ciudades fortificadas de Judá" que "habían quedado" (Jer. 34: 7).
Torres.
Todos los recursos usados para asediar una ciudad. Se incluyen terraplenes desde los cuales, se podía atacar las partes superiores y más débiles de los muros con arietes, y torres movibles con las cuales los atacantes quedaban en el mismo nivel de los que defendían las murallas de la ciudad.
2.
Sitiada.
Ver en Jer. 37, 38, 39 los detalles del terrible sitio.
3.
Cuarto mes.
En el hebreo falta el número del mes, pero aparece correctamente en Jer. 52: 6. El cuarto mes corresponde más o menos a julio. El noveno día del cuarto mes del 11.° año de Sedequías correspondió probablemente al 19 de julio del 586 AC (ver com. vers. 1).
Prevaleció el hambre.
Cuando llegó este momento el hambre era tan intensa, que ya no era posible continuar defendiendo la ciudad. En esa emergencia las madres se comieron a sus propios hijos, y la piel de los sufrientes se volvió negra y reseca (Lam. 2: 11, 12, 19, 20; 4: 3- 10; 5: 10). El Señor había advertido a su pueblo que llegaría a esas terribles condiciones como resultado de la transgresión (Lev. 26: 29; Deut. 28: 53-57; Jer. 14: 12-16; 15: 2; 27: 8, 13; Eze. 4: 16, 17; 5: 10, 12).
4.
Una brecha.
Tal vez esa "brecha" fue abierta por algún ariete.
Huyeron de noche todos los hombres de guerra.
En el hebreo falta en este pasaje la forma verbal, "huyeron"; pero está en el pasaje paralelo de Jer. 39: 4 y 52: 7.
Entre los dos muros.
Posiblemente huyeron por el valle del Tiropeón, más allá del estanque de Siloé, cerca del huerto del rey (Neh. 3: 15), no muy lejos del lugar donde se encontraban los valles del Cedrón y de Hinom. Se había construido un segundo muro al sur y al suroeste del antiguo muro para proteger el estanque de Siloé (ver 2 Crón. 32: 4, 5; Isa. 22: 9-11), y quizá huyeron entre este muro y el antiguo muro de Sion. Ese trayecto llevaría al valle de Cedrón, y desde allí hacia el Arabá y el Jordán. Ver el mapa frente a la pág. 625.
5.
Lo apresó.
Se había predicho que Sedequías sería capturado por los babilonios (Jer. 38: 23; Eze. 12: 13).
6.
En Ribla.
En ese momento Nabucodonosor se preparaba para asediar la ciudad de Tiro, lo que le llevó 13 años. Ribla, a 16 km al sur de Cades, en la llanura de Celesiria, era un lugar conveniente para dirigir desde allí ambas operaciones. Necao también estableció su cuartel general en Ribla cuando emprendió su campaña por Siria hasta Carquemis (cap. 23: 33).
Pronunciaron contra él sentencia.
En Jer. 39: 5; 52: 9 el sujeto está en singular, lo que indica que Nabucodonosor mismo actuó como juez y pronunció la sentencia. La acusación en este caso era la de rebelión, el quebrantamiento del solemne juramento que Sedequías había pronunciado (2 Rey. 24: 20). Nabucodonosor, conociendo al Dios de los hebreos, exigió que Sedequías le jurara lealtad en el nombre de Jehová (2 Crón. 36: 13).
7.
Degollaron a los hijos.
Cuando el profeta Jeremías intentó convencer a Sedequías de que desistiera de su rebelión, le había advertido que si no hacía la paz con Babilonia sus mujeres y sus hijos caerían en manos del enemigo (Jer. 38: 23).
Le sacaron los ojos.
Compárese con el castigo que los filisteos aplicaron a Sansón, a quien le sacaron los ojos y ataron con cadenas (Juec. 16: 21). Jeremías había advertido en repetidas ocasiones que si Sedequías persistía 981 en su rebelión, sería llevado a Babilonia (Jer. 32: 4, 5; 34: 3; 38: 23). Ezequiel había predicho que aunque sería llevado a Babilonia, no la vería (Eze. 12: 13).
8.
Año diecinueve.
Sin lugar a dudas, esta sincronización fija la fecha del fin de la historia de Judá, puesto que los años de Nabucodonosor han sido fijados astronómicamente (ver pág. 156). La sincronización del año undécimo y último de Sedequías (vers. 2) con el año 19.º de Nabucodonosor concuerda con Jer. 32: 1, donde se sincroniza el 10.º año de Sedequías con el 18.º de Nabucodonosor.
9.
Y quemó la casa.
En esta forma quedó destruido el templo de Salomón. Además del templo, el palacio y muchos otros edificios importantes de Jerusalén fueron incendiados. La ciudad fue desolada y arruinada como una notable comprobación de la destrucción causada por el pecado. La conflagración no se efectuó sin una advertencia previa (Jer. 21: 10; 32: 29; 34: 2; 37: 8, 10; 38: 18, 23).
10.
Derribó los muros.
Esos muros todavía estaban parcialmente en ruinas siglo y medio más tarde (Neh. 1: 1-3), más de 70 años después del retorno del cautiverio babilónico en el primer año de Ciro (2 Crón. 36: 22, 23; Esd. 1: 1-11).
11.
Los que se habían pasado.
Jeremías los había instado repetidas veces para que se sometieran (Jer. 27: 12; 38: 2-4, 17-23), y lo acusaron falsamente de haberse pasado al lado de los babilonios (Jer. 37: 13, 14).
Los que habían quedado.
En este versículo se distinguen tres clases de personas: (1) las que quedaron en Jerusalén, (2) las que se pasaron al lado de los babilonios, y (3) la "gente común" que se quedó en Jerusalén y sus alrededores. Según el versículo siguiente, no todos los que eran de esta última clase fueron llevados a Babilonia.
12.
Los pobres.
Ver 2 Rey. 24: 14; Jer. 39: 10; 40: 7; 52: 16. Se dejó en el campo sólo un remanente de los pobres, y se les dio tierra para que la cultivaran. Se esperaba que este grupo constituyera un núcleo de judíos leales a Babilonia.
13.
Las columnas de bronce.
Los tesoros más valiosos del templo ya habían sido llevados a Babilonia (Dan. 1: 2; 2 Crón. 36: 7; 2 Rey. 24: 13; 2 Crón. 36: 10 ; Jer. 28: 3); pero todavía quedaban algunas de las macizas obras de bronce hechas por Hiram para el templo de Salomón. Entre ellas estaban las dos columnas de la entrada del templo (1 Rey. 7: 15-21), el mar de bronce (1 Rey. 7: 23-26) y las basas de bronce (1 Rey. 7: 27, 28).
14.
Los calderos.
Ver 1 Rey. 7: 45.
15.
En oro.
A pesar de los ataques de Nabucodonosor contra Jerusalén durante los reinados de Joacim y Joaquín, habían quedado algunos objetos de valor tanto en el templo como en el palacio (Jer. 27: 18-22); pero en esta ocasión se llevaron todo.
17.
La altura.
En 1 Rey. 7: 15-21; 2 Crón. 3: 15-17; Jer. 52: 21-23 se da una descripción más detallada de estas columnas.
18.
El capitán.
Nabuzaradán (vers. 8, 11, 20). Parece que era un hombre de principios y de buen juicio (Jer. 40: 2-5). El capitán escogió a varias personas para darles un castigo que sirviera de ejemplo.
Seraías.
Padre de Josadac y antepasado de Esdras, que fue llevado cautivo (1 Crón. 6: 14, 15; Esd. 7: 71).
Sofonías.
Un sacerdote de alta alcurnia, quizá suplente del sumo sacerdote (ver Jer. 21: 1; 29: 25, 29; 37: 3).
19.
Un oficial.
Tal vez el oficial real que comandaba la guarnición.
En un almanaque de la corte de Babilonia que data del año 570 AC, donde aparecen los nombres de los principales oficiales del reino, Nabuzaradán figura bajo el nombre Nabuzêri-iddinam. Su título arcaico, "principal panadero", que equivale al título hebreo, "principal carnicero", lo designa como "canciller".
Cinco varones.
Sin duda eran consejeros reales y, como tales, eran en gran medida responsables de la política que había llevado a la nación a ese desastre.
El principal escriba.
Un importante oficial del estado mayor.
Sesenta varones.
Probablemente eran hombres que se habían destacado como cabecillas de la rebelión.
21.
Fue llevado cautivo.
Los cautivos no fueron llevados a Babilonia en un solo año. Ya en 605 AC, en el tercer año de Joacim, algunos hebreos habían sido tomados cautivos (Dan. 1: 1-7). Otros cautiverios ocurrieron en el año 598, el 7.º año de Nabucodonosor (Jer. 52: 28); en 597, el 8.º año de Nabucodonosor (2 Rey. 24: 12-16); en 587, el 18.º año de Nabucodonosor (Jer. 52: 20); en 586, el 19.º año de Nabucodonosor, el gran cautiverio (2 Rey. 25: 8-11; Jer. 52: 12, 15); y 982 también en 582, el 23er. año de Nabucodonosor (Jer. 52: 30).
22.
Al pueblo.
Ver en Jer. 40-44 un relato más detallado. Como sabio administrador, Nabucodonosor prestó cuidadosa atención al pueblo que había quedado e hizo los debidos arreglos para su bienestar.
Gedalías.
Con toda diplomacia, Nabucodonosor nombró a un judío para que gobernara el país bajo la administración babilónico. Gedalías provenía de una familia de abolengo. Ahicam, su padre, había sido un funcionario de confianza en tiempo de Josías (cap. 22: 12), y había tenido suficiente influencia con Joacim como para lograr que no se matara a Jeremías (Jer. 26: 24). Es evidente que Gedalías apoyaba la misma política de moderación que Jeremías. En Laquis se encontró un sello cuya inscripción dice: "Perteneciente a Gedalías, quien gobierna la casa". Ver Jer. 40: 9.
23.
Todos los príncipes.
Muchos de estos hombres huyeron con el rey y se habían dispersado por todo el país (vers. 4, 5). Ahora salieron de sus escondites y se dirigieron al lugar donde estaba Gedalías (Jer. 40: 7, 8).
Mizpa.
Ciudad de Benjamín, cerca de Ramá (Jos. 18: 25, 26; 1 Rey. 15: 22). Se desconoce su ubicación exacta, pero algunos la sitúan a unos 7 u 8 km al noroeste de Jerusalén (véase el mapa frente a la pág. 385), y otros a unos 13 km al norte. Este comentario emlpea en sus mapas esta última identificación, haciendo corresponder a Ramá con Tell enNatsbeh. Este lugar se le asigna a Atarot en el mapa de color de Palestina central (F5) en el t. 1 frente a la pág. 961. Durante la última parte del período de los jueces, a veces las tribus fueron convocadas a este lugar (Juec. 20: 1-3; 21: 1, 5, 8). En este lugar Samuel reunió a las tribus, y desde allí juzgó a Israel (1 Sam. 7: 5-17), y aquí Saúl fue elegido rey (1 Sam. 10: 17-25). Asa fortificó el lugar para defenderse de las tribus del norte (1 Rey. 15: 22; 2 Crón. 16: 6). Teniendo en cuenta este marco histórico, y su ubicación tan próxima a Jerusalén, Mizpa era un lugar apropiado para instalar el centro de la nueva administración.
Ismael.
Nieto de Elisama (vers. 25), secretario real (Jer. 36: 12, 20), y de sangre real (2 Rey. 25: 25; Jer. 36: 12; 41: 1). Quizá este linaje suyo explique la actitud que asumió hacia Gedalías.
Johanán.
Ver Jer. 40: 8. Más tarde Johanán advirtió a Gedalías de la traición de Ismael y se ofreció para matarlo, cosa que Gedalías no le permitió (Jer. 40: 13-16). Posteriormente Johanán se volvió contra Ismael y se transformó en líder de un grupo de judíos que huyó a Egipto y obligó a Jeremías a acompañarlos (Jer. 41: 14, 15; 42: 1, 2; 43: 2-7).
Netofatita.
Netofa, al sudeste de Belén, lleva ahora el nombre de Khirbet Bedd F~lûh (Esd. 2: 21-23; Neh. 7: 26, 27).
Jaazanías.
En Tell en-Natsbeh se ha encontrado un sello de Jaazanías que dice: "Perteneciente a Ya'azanyahû [Jaazanías], siervo del rey".
24.
Servid al rey.
Algunos fugitivos habían huido a los países vecinos de Moab, Amón y Edom (ver Jer. 40: 11), y sin duda todavía seguían resistiendo a Babilonia con actitud desafiante. Entonces Gedalías prometió darles garantías si se hacían siervos de los caldeos. Los invitó para que volvieran y se establecieran a fin de participar de los frutos de la tierra (Jer. 40: 9-12).
25.
Mes séptimo.
Quizá dos meses después de la destrucción de Jerusalén (vers. 8-12), posiblemente un año más tarde (cf. PR 339).
Hirieron a Gedalías.
Baalis, rey de Amón, había pagado a Ismael para que matara a Gedalías (Jer. 40: 14). El asesinato podría haberse evitado si Gedalías hubiera estado más alerta y hubiera hecho caso a la advertencia de Johanán (Jer. 40: 13-16). Gedalías fue muerto a traición después de haber ofrecido a Ismael y a sus hombres una comida de amistad (Jer. 41: 1-3).
26.
Se fueron a Egipto.
Hay más detalles en Jer. 41 al 43. Jeremías se opuso fuertemente a la huida a Egipto, pero no fue escuchado. Parece que Johanán se volvió contra Ismael y le obligó a huir a Amón (Jer. 41: 15), y con Jaazanías asumió la dirección de un grupo de judíos que huyó a Egipto, y obligó a Jeremías a acompañarlos.
27.
Treinta y siete años.
Ver pág. 165.
El mes duodécimo.
Al final del año babilónico, en la primavera, precisamente antes de los festejos de año nuevo. Esa era una ocasión ideal para liberar a un preso político.
Evil-merodac.
La historia secular lo llama Amel-marduk. Fue hijo y sucesor de Nabucodonosor. Comenzó a reinar en la primera parte de octubre de 562 AC. Su reinado duró hasta agosto de 560 AC.
En el primer año de su reinado.
Literalmente 983 , "en el año de su reinado", que debe entenderse, "en el año en que comenzó a reinar" (BJ), "el año primero de su reinado" (NC). En cuanto a la interpretación de esta frase, ver pág. 165.
Libertó a Joaquín.
Literalmente, "levantó la cabeza de Joaquín". Evil-merodac "hizo gracia ... a Joaquín, ... y lo sacó de la cárcel" (BJ), "alzó la cabeza de Joaquín, ... y le sacó de la prisión" (NC).
28.
Puso su trono más alto.
Lo destacó por encima de los otros reyes cautivos que también estaban en Babilonia. "Puso su trono por encima de los tronos de los reyes que con él estaban" (NC).
29.
Comió siempre.
Es decir, recibió su manutención de los fondos reales, como había ocurrido en el caso de los 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera que comían "de la mesa de Jezabel" (1 Rey. 18: 19).
30.
Diariamente le fue dada su comida.
En varias tablillas cuneiformes del año 592 AC, donde se enumeran las entregas de raciones de aceite, cebada, etc., a cautivos y artesanos en Babilonia y sus alrededores, se incluye el nombre de Yaukin (Joaquín), rey de Judá y cinco de sus hijos. Esto muestra que en el año 592 AC todavía se encontraba en libertad. Por alguna razón desconocida, más tarde fue encarcelado y permaneció prisionero hasta que Evil-merodac lo liberó. Desde ese tiempo hasta su muerte, Joaquín fue mantenido de nuevo con fondos reales, y vivió cómodamente y en paz en la tierra de su cautiverio. El autor de Reyes termina su libro con la descripción de un ex rey de Judá que después de un largo y cansador cautiverio acaba su vida en relativa comodidad y con cierto honor. Aunque pasó por circunstancias sumamente adversas, al menos la simiente de David no fue aniquilada por completo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-26 PR 333-341
1 PR 333
4, 5 PR 338
7, 18-20 PR 338
22, 25, 26 PR 339 985