Comentario Sobre El Primer Libro de Moisés Llamado GÉNESIS
INTRODUCCIÓN
1. Título.
Los judíos designan el libro de Génesis según la primera palabra del texto hebreo, Bereshith, "en el principio". Sin embargo, el Talmud judío lo llama el "Libro de la creación del mundo". El nombre Génesis, que significa "origen" o "fuente", ha sido tomado de la LXX, donde este término fue usado por primera vez, para indicar el contenido del libro. El subtítulo, "El primer libro de Moisés", no formaba parte del texto original hebreo, sino que fue agregado siglos más tarde.
2. Autor.
Judíos y cristianos por igual han considerado a Moisés, el gran legislador y dirigente de los hebreos en ocasión del éxodo, como el autor del libro de Génesis. Esta convicción fue disputada algunas veces por opositores paganos en el período inicial del cristianismo, pero nunca fue puesta en duda seriamente por ningún cristiano ni judío hasta mediados del siglo XVIII. Desde hace más de dos siglos, se han puesto en duda creencias y opiniones tradicionales en todo aspecto del pensamiento humano. El hombre fue llevado a realizar descubrimientos en esferas desconocidas y a inventar cosas que cambiaron mucho la vida de este mundo. Sin embargo, el mismo espíritu de investigación llevó a hombres de mentalidad crítica a poner en duda la autenticidad de las Escrituras como base de la creencia cristiana.
El libro del Génesis fue el primero que fuera sometido a un examen crítico en esta era moderna, y ese examen comenzó la etapa de la alta crítica de la Biblia. En 1753, un médico de la corte de Francia, Jean Astruc, publicó su libro Conjectures, en el cual pretendía que los diferentes nombres de la Deidad que aparecen en el Génesis muestran que el libro es una colección de materiales de diversas fuentes. Astruc siguió creyendo que Moisés fue el coleccionador de esas fuentes y recopilador del libro, pero sus seguidores pronto eliminaron a Moisés como el editor del Génesis.
Desde hace más de dos siglos, teólogos con mentalidad crítica han trabajado para separar las supuestas fuentes del Génesis y asignarlas a diferentes autores o, por lo menos, a períodos en los cuales se supone que fueron compuestas, reunidas, cambiadas, editadas y, finalmente, compiladas en un libro. Aceptando esos puntos de vista críticos, algunos eruditos concordaron en un principio que consideraron importante, 214 a saber que el libro consiste en muchos documentos de diferente valor, autor y tiempo de su origen. Sin embargo, difieren ampliamente en sus opiniones acerca de qué partes han de ser atribuidas a cierto período y cuáles a otro. La gran variedad de opiniones de las diferentes escuelas críticas muestra cuán defectuoso es el fundamento de sus hipótesis. La falacia de muchos argumentos críticos ha quedado expuesta por los descubrimientos arqueológicos de los últimos cien años. Los críticos han tenido que cambiar continuamente sus teorías y declaraciones. Sin embargo, muchos de ellos mantienen su rechazo de que Moisés sea el autor del Génesis, por varias razones de las cuales enumeraremos unas pocas aquí:
a. El uso de tres diferentes nombres para Dios. Con uno de ellos indudablemente preferido en una cierta sección y un nombre diferente en otra, se pretende que ello prueba que más de un autor es responsable por la composición del libro. De ahí que algunos eruditos críticos hayan sostenido que aquellas secciones donde Yahveh (Heb. YHWH o JHWH), "Jehová", se usa frecuentemente, fueron escritas por un autor que ellos llaman el Jehovista, abreviado J; las secciones donde se usa principalmente el nombre 'Elohim, "Dios", por un hombre que ellos denominan elohísta, abreviado E. Otros autores antiguos, que se supone que trabajaron con el Génesis, fueron un escritor sacerdotal (P, [de "priestly" en inglés]), un editor o redactor (R) y otros.
b. De acuerdo con las escuelas críticas, las muchas repeticiones de relatos contenidos en el libro muestran que se usaron fuentes paralelas y que fueron unidas sin mucho esmero por un editor posterior para que formaran una sola narración. Ese editor no pudo ocultar el hecho de que había usado materiales de diversos orígenes.
c. Se aduce que las condiciones reflejadas en el Génesis no concuerdan con los períodos descritos sino con tiempos muy posteriores.
d. Se dan nombres de lugares de un período muy posterior a localidades cuyos nombres anteriores habían sido diferentes.
e. Las tradiciones en cuanto a la creación, el diluvio y los patriarcas, tal como existen en la antigua Babilonia, son tan similares con el registro bíblico de ellas, que la mayoría de los teólogos modernos aseguran que los escritores hebreos tomaron esos relatos de los babilonios durante el exilio y los prepararon después con un estilo monoteísta para que no fueran chocantes para sus lectores hebreos.
El cristiano conservador no puede concordar con estos puntos de vista por las siguientes razones:
a. Ve que los nombres sagrados de Dios, el Señor y Jehová, se usan más o menos indiscriminadamente a través de toda la Biblia hebrea y no indican diferentes autores como sostienen los críticos. La LXX y los más antiguos manuscritos de la Biblia hebrea, incluyendo los rollos de Isaías descubiertos cerca del mar Muerto, muestran que el nombre "Dios" encontrado en cierto pasaje en una copia es presentado en otro manuscrito como "Señor" o "Jehová" y viceversa.
b. Las repeticiones frecuentemente halladas en los relatos no son una indicación segura de que haya diferentes fuentes para una obra literaria. Los defensores de la unidad de los libros mosaicos han demostrado, mediante muchos ejemplos que no son bíblicos, que repeticiones similares se encuentran en varias obras antiguas de uno y el mismo autor, así como en obras modernas.
c. Un mayor conocimiento de la historia antigua y de las condiciones de vida en la antigüedad ha revelado que el autor del Génesis estuvo bien informado en cuanto a los tiempos que describe y que el relato de los patriarcas encuadra exactamente en el marco del tiempo de ellos. 215
d. Los nombres de los lugares han sido modernizados en ciertos casos por los copistas para que sus lectores pudieran seguir el relato.
e. El hecho de que los babilonios tuvieran tradiciones similares en cierta medida con los registros hebreos no es una prueba de que una nación tomó la narración de la otra, sino que encuentra su explicación en un origen común de ambos registros. El libro inspirado del Génesis transmite información divinamente impartida en una forma pura y elevada, al paso que los registros babilonios narran los mismos acontecimientos dentro de un marco pagano envilecido.
No es el propósito de esta introducción refutar las muchas pretensiones de la alta crítica formuladas para sostener sus teorías. Más importante es mostrar la evidencia de que Moisés es el autor.
El autor del Exodo debe haber sido el autor del Génesis, porque el segundo libro del Pentateuco es una continuación del primero y evidentemente manifiesta el mismo espíritu y la misma intención. Puesto que la paternidad literaria del libro del Exodo está claramente afirmada por Cristo mismo, quien lo llamó "el libro de Moisés" (Mar. 12: 26), el volumen precedente, el Génesis, también debe haber sido escrito por Moisés. El uso de expresiones y palabras egipcias, y el minucioso conocimiento de la vida egipcia y sus costumbres desplegados en la historia de José, armonizan con la educación y experiencia de Moisés. Aunque la evidencia a favor del origen mosaico del Génesis es menos explícita y directa que la de los siguientes libros del Pentateuco, las peculiaridades lingüísticas comunes a todos los cinco libros de Moisés son una prueba de que la obra es de un solo autor y el testimonio del Nuevo Testamento indica que escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo.
El testimonio de Jesucristo, que citó varios textos del Génesis, indica claramente que consideró el libro como una parte de las Sagradas Escrituras. Al citar Gén. 1: 27 y 2: 24, Jesús usó la fórmula introductoria "¿No habéis leído?" (Mat. 19: 4, 5) para indicar que esas citas contenían una verdad que todavía estaba en vigencia y era válida. El contexto de la narración (Mar. 10: 2-9), que relata la disputa de Jesús con los fariseos en cuanto a la sanción del divorcio, aclara que él atribuyó a Moisés las citas tomadas del Génesis. Cuando sus antagonistas le preguntaron si tenían derecho a divorciarse de sus esposas, Jesús los rechazó con la pregunta: "¿Qué os mandó Moisés?" En su réplica, los fariseos se refirieron a una medida ordenada por Moisés, que se encuentra en Deut. 24: 1-4, un pasaje del quinto libro del Pentateuco. A esto repuso Jesús que Moisés les había dado ese precepto debido a la dureza del corazón de ellos, pero que las disposiciones anteriores habían sido diferentes, y afirmó su declaración con otras dos citas de Moisés (Gén. 1: 27; 2: 24).
En varias otras ocasiones, Cristo aludió a sucesos descritos sólo en el libro del Génesis, revelando que lo consideraba como un registro histórico fidedigno (Luc. 17: 26-29; Juan 8: 37; etc.).
Las numerosas citas del Génesis que se encuentran en los escritos de los apóstoles muestran claramente que estaban convencidos de que Moisés había escrito el libro y que era inspirado (Rom. 4: 17; Gál. 3: 8; 4: 30; Heb. 4: 4; Sant. 2: 23).
En vista de esta evidencia, el cristiano puede creer confiadamente que Moisés fue el autor del libro del Génesis. Elena de White dice de la estada de Moisés en Madián: "Allí, bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió el libro de Génesis" (PP 256).
3. Marco histórico.
El libro del Génesis fue escrito alrededor de 1.500 años AC (CS 7), mientras los hebreos estaban aún en esclavitud en Egipto. Contiene un boceto de la historia de este mundo que abarca muchos siglos. Los primeros capítulos del Génesis no pueden ser colocados en un marco histórico, según la concepción corriente 216 de lo que es historia. No tenemos historia del mundo ante diluviano, salvo la que fue escrita por Moisés. No tenemos registros arqueológicos, sino sólo el testimonio mudo y a menudo oscuro de los fósiles.
Después del diluvio la situación es diferente. La pala del arqueólogo ha sacado a luz muchos registros de los pueblos, sus costumbres y formas de gobierno durante el período abarcado en los capítulos siguientes del Génesis. El período de Abrahán, por ejemplo, puede ahora ser conocido bastante bien; y la historia de Egipto durante el período de la esclavitud de Israel puede ser reconstruida con bastante exactitud. Durante esta era, desde Abrahán hasta el éxodo, florecieron destacadas civilizaciones, particularmente en el valle de Mesopotamia y a lo largo de las márgenes del Nilo. Hacia el norte los hititas crecían en poder. En Palestina habitaban pueblos guerreros bajo la dirección de reyezuelos. Costumbres groseras reflejaban el oscuro paganismo de todos estos pueblos.
Fuertes vínculos raciales relacionaban a los patriarcas del Génesis con las tribus semitas de la baja y alta Mesopotamia. Se describe en detalle el papel de los patriarcas en algunos de los grandes sucesos de esos primeros tiempos, tales como la batalla de los reyes en el valle de Sidim (cap. 14), la destrucción de las ciudades de la llanura (caps. 18, 19), y la conservación de la población egipcia durante un hambre extraordinaria (cap. 41). Los hombres del Génesis son conocidos como pastores y guerreros, como moradores de la ciudad y nómadas, como estadistas y fugitivos. Los relatos acerca de sus experiencias ponen a los lectores del libro en contacto con algunas de las grandes naciones de venerable antigüedad, como también con algunos de los pueblos menos prominentes con los cuales se relacionaron los hebreos de tiempo en tiempo.
No son descritas en el Génesis las grandes civilizaciones que habían surgido en Egipto como también en Mesopotamia, pero su existencia se advierte claramente en las experiencias de los patriarcas. El pueblo de Dios no vivía en el magnífico aislamiento de un vacío político o social. Era parte de una sociedad de naciones, y su civilización y cultura no diferían marcadamente de las de los pueblos que lo rodeaban, salvo en lo que su religión crease una diferencia. Por cuanto era el remanente más importante de los verdaderos adoradores de Jehová, por tanto formaba el centro del mundo del autor inspirado. Esta observación obvia lleva naturalmente a la pregunta: ¿Cuál fue el propósito principal de Moisés al escribir el libro?
4. Tema.
Todo estudiante atento del Génesis conoce el tema principal del libro: primero la narración del trato de Dios con los pocos fieles que lo amaron y sirvieron, y segundo, la profundidad de la depravación en la cual cayeron los que habían dejado a Dios y sus preceptos. El libro del Génesis es el primer registro permanente de la revelación divina concedida a los hombres.
El libro tiene también importancia doctrinal. Registra la creación de este mundo y de todas sus criaturas vivientes, la entrada del pecado y la promesa de Dios acerca de la salvación. Enseña que el hombre es un ser moral libre, poseedor de una voluntad libre y que la transgresión de la ley de Dios es la fuente de toda la desgracia humana. Da instrucción respecto a la observancia del santo sábado como día de descanso y adoración, la santidad del matrimonio y el establecimiento del hogar, la recompensa de la obediencia, y el castigo del pecado.
El libro está escrito en un estilo interesante que atrae la imaginación de los jóvenes. Sus elevados temas morales son alimento para los mayores, y sus enseñanzas son instructivas para todos. Este es el libro del Génesis, cuyo estudio ningún cristiano 217 puede darse el lujo de descuidar y cuyos brillantes héroes puede imitar todo hijo de Dios.
5. Bosquejo.
I. Desde la creación del mundo hasta Abrahán, 1: 1 a 11: 26.
A. La creación de los cielos y la tierra, 1: 1 a 2: 25.
1. Los seis días de la creación, 1: 1-31.
2. La institución del sábado, 2: 1-3.
3. Detalles de la creación del hombre y el huerto del Edén, 2: 4-25.B. La historia de la caída y sus resultados inmediatos, 3: 1 a 5: 32.
1. La tentación y la caída, 3: 1-8.
2. La expulsión del huerto, 3: 9-24.
3. Caín y Abel, 4: 1-15.
4. Los cainitas, 4: 16-24.
5. La generación desde Adán hasta Noé, 4: 25 a 5: 32.C. El diluvio, 6: 1 a 9: 17.
1. La degeneración de los antediluvianos, 6: 1-13.
2. La construcción del arca, 6: 14-22.
3. La narración del diluvio, 7: 1 a 8: 14.
4. El pacto hecho con Noé, 8: 15 a 9: 17.D. Desde Noé hasta Abrahán, 9: 18 a 11: 26.
1. El destino de los hijos de Noé, 9: 18-29.
2. El cuadro de las naciones, 10: 1-32.
3. La confusión de las lenguas en Babel, 11: 1-9.
4. Las generaciones desde Sem a Abrahán, 11: 10-26.
II. Los patriarcas Abrahán e Isaac, 11: 27 a 26: 35.
A. Abram, 11: 27 a 16: 16.
1. Llamado y viaje a Canaán, 11: 27 a 12: 9.
2. Experiencia en Egipto, 12: 10-20.
3. Separación de Lot, 13: 1-18.
4. Rescate de Lot, encuentro con Melquisedec, 14: 1-24.
5. Pacto con Dios, 15: 1-21.
6. Casamiento con Agar, nacimiento de Ismael, 16: 1-16.B. Abrahán, 17: 1 a 25: 18.
1. Renovación del pacto, Abram se convierte en Abrahán, se introduce la circuncisión, 17: 1-27.
2. Abrahán y los ángeles, destrucción de Sodoma y ciudades vecinas, 18:1 a 19: 38.
3. Incidentes en Gerar, nacimiento de Isaac, expulsión de Ismael, 20:1 a 21:34.
4. La prueba suprema de Abrahán, 22: 1-24.
5. Muerte de Sara y su sepultura, 23: 1-20.
6. Casamiento de Isaac con Rebeca, 24: 1-67.
7. Descendientes de Abrahán, 25: 1-18.C. Isaac, 25: 19 a 26: 35.
1. Hijos de Isaac, 25: 19-34.
2. Isaac y Abimelec de Gerar, 26: 1-35.
III. El patriarca Jacob, 27: 1 a 36: 43.
A. Jacob, el suplantador, 27: 1 a 31: 55.
1. Jacob recibe una bendición mediante un engaño, 27: 1-46. 218
2. Jacob huye y la visión en Bet-el, 28: 1-22.
3. Jacob trabaja por sus esposas y forma una familia, 29: 1 a 30: 43.
4. Jacob huye de Labán, 31: 1-55.B. Israel, príncipe de Dios, 32: 1 a 36: 43.
1. Jacob vuelve a Canaán, incidente en Peniel, 32: 1 a 33: 20.
2. Deshonra de Siquem, problemas familiares, 34: 1 a 35: 29.
3. Descendientes de Esaú, 36: 1-43.
IV. José, un salvador, 37: 1 a 50: 26.
A. José y sus hermanos, 37: 1-36.
B. La caída de Judá, 38: 1-30.
C. José se mantiene fiel a sus principios, 39: 1 a 40: 23.
D. José llega a ser el salvador de Egipto, 41: 1-57.
E. José y sus hermanos, 42: 1 a 45: 28.
F. Jacob va a Egipto, 46: 1 a 47: 31.
G. Las bendiciones de Jacob, 48: 1 a 49: 33.
H. La muerte de Jacob y de José, 50: 1-26.
1 EN EL principio creó Dios los cielos y la tierra.
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
6 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
7 E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
8 Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
9 Dijo también Dios: júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.
11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.
12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
14 Y Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 219
18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.
20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
GÉNESIS CAPÍTULO 1
NOTA ADICIONAL AL CAPÍTULO 1
El versículo inicial de Gén. 1 ha sido objeto de muchos debates en los círculos teológicos a través de la era cristiana. Algunos han sostenido que el versículo se refiere a una creación de este mundo físico y de toda la vida que hay en él en un momento de tiempo muy anterior a los siete días de la semana de la creación.
Este concepto es conocido como la teoría de la catástrofe y la restauración. Esta teoría ha sido sostenida durante siglos por teólogos especuladores que han leído en la expresión hebrea tóhu wabóhu, "desordenada y vacía" (vers. 2), la idea de que un intervalo de tiempo -ciertamente, de gran duración- separa el vers. 1 del vers. 2. Se ha hecho significar a tóhu wabóhu como que "la tierra fue obligada a estar desordenada y vacía". En este enfoque del texto se basa el concepto de que el mundo fue creado perfecto en algún momento de un remoto pasado (vers. 1), pero un tremendo cataclismo destruyó todo rastro de vida en él y redujo su superficie a una condición que podría describirse como "desordenada y vacía". Mmuchos que sostienen esta opinión creen que hubo varias creaciones. Finalmente, después de incontables eones, una vez más Dios procedió a poner orden en el caos y a llenar la tierra con vida, como se registra en los vers. 2-31.
Hace más de un siglo, varios teólogos protestantes se aferraron firmemente a este enfoque pensando que encontraban en él un medio de armonizar el relato mosaico de la creación con la idea que entonces divulgaban ciertos científicos: que la tierra había pasado por largas eras de cambios geológicos. Este concepto es popular entre ciertos fundamentalistas. Según él, las capas estratificadas de rocas que forman gran parte de la superficie de la tierra fueron depositadas durante el curso de los supuestos cataclismos, y se supone que los fósiles sepultados en ellas son las reliquias de la vida que existió en esta tierra antes de ese tiempo.
Otros hallan en esta teoría un argumento para sostener la idea de que cuando Dios realizó su obra creadora registrada en los vers. 2-31, dependió de materia preexistente. Así limitarían su poder disminuyendo, o aun negando, el hecho de que trajo la materia a la existencia y que "lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Heb. 11: 3). Varios aspectos de esta teoría se han reflejado en diversas traducciones modernas de la Biblia.
El concepto de una "restauración" debe rechazarse de plano porque: (1) Las palabras hebreas tóhu wabóhu no dan la idea de algo dejado desolado, sino más bien describe un estado de la materia, desorganizada y sin vida. Por lo tanto, la interpretación dada a estas palabras es completamente injustificable. (2) Las Escrituras enseñan claramente que la obra de la creación de Dios "estaban acabadas desde la fundación del mundo" (Heb. 4: 3). (3) Este punto de vista implica la blasfema doctrina de que diversas tentativas de creación de Dios, muy particularmente la del hombre, fueron imperfectas y sin éxito debido a la operación de fuerzas sobre las cuales él tenía sólo un dominio limitado. (4) Seguido hasta su conclusión lógica, este punto de vista en realidad niega la inspiración y autoridad de las Escrituras en su conjunto, limitando al Creador al empleo de materia preexistente en la obra de la semana de la creación y sometiéndolo a las leyes de la naturaleza. (5) La idea de sucesivas creaciones y catástrofes anteriores a los acontecimientos de la semana de la creación no tiene para apoyarse ni una pizca de evidencia válida, ya sea de parte de la ciencia o de la Palabra inspirada. Es pura especulación. (6) Podría añadirse de paso que el origen y la evolución de este punto de vista están contaminados con las paganas especulaciones filosóficas de varias sectas heréticas y teñido con los conceptos racionalistas del naturalismo y la evolución.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-31 PP 24-339 102-109; SR 20-23
1 Ed 130; 3JT 258; MeM 110
2 CM 409; CS 717; Ed 130
2, 3 PR 529; PVGM 394
3 CS 224; MeM 142
5 Ed 124
11, 12 Ed 104; PP 24; PVGM 66; TM 247
26 CH 19; CMC 19; HAd 21; MM 221; PE 145; SR 20; Te 37
26, 27 CH 108; PP 24; Te 11
27 CM 13, 29,509 55, 332, 336; CN 58, 532; 231 CRA 52;CS 520; EC 17; Ed 13,15,17,126; 1JT 254, 496; 2JT 410; 3JT 262; MC 120, 323; MeM 130; PP 25, 645; PR 138; 3T 50; 4T 91, 327, 416, 438; 5T 311; 8T 327; Te 81, 159, 245; 3TS 373
28 HAd 22; PP 32; PR 502
29 CH 115, 450; CRA 95, 109, 366, 383, 445, 454, 472, 473, 480; MC 228; MeM 136; MM 8, 267, 277; Te 12, 141, 215
31 DMJ 57; DTG 248; Ed 211; FE 326, 513; 3JT 16; PP 28; 4T 562; 7T 87
1 FUERON, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.
2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,
5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra,
6 sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.
11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.
14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.
15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne, 232 ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA - CAP 2
1.
Fueron, pues, acabados.
Los primeros versículos del capítulo segundo y la mitad del vers. 4 son en realidad una continuación ininterrumpida del relato de la creación del capítulo primero. El vers. 1, en solemne retrospección, vincula la obra de los seis días precedentes con el descanso sabático que siguió. Cuando Dios "acabó... la obra que hizo" no dejó nada inconcluso (Heb. 4: 3). La palabra "ejército", tsaba', denota aquí todas las cosas creadas.
2.
En el día séptimo.
Se han hecho varios intentos para resolver la aparente dificultad entre el vers. 1 y el vers. 2: uno declara que la obra de Dios fue terminada en el sexto día y el otro en el séptimo día. La LXX y las versiones samaritano y siríaca han elegido el camino más fácil para resolver el problema, sustituyendo con la palabra "sexto" la palabra "séptimo" del texto hebreo donde se la usa por primera vez. Algunos comentadores están de acuerdo con este cambio, pensando que la palabra "séptimo" del texto hebreo es un error de copista. Sin embargo, al proceder así infringen una de sus propias reglas básicas de crítica textual: que la más difícil de dos lecturas posibles es generalmente la original. "Acabó", yekal. Algunos eruditos, comenzando con Calvino, han traducido yekal como "había acabado", lo que es gramaticalmente posible. Otra interpretación considera que la obra de la creación fue terminada tan sólo después de la institución del día de reposo. La terminación consistió pasivamente en la cesación de la obra creadora y positivamente en la bendición y santificación del día séptimo. La cesación, en sí misma, formó parte de la terminación de la obra.
Reposó.
El verbo "reposó", shabath, significa literalmente "cesar" de una labor o actividad (ver Gén. 8: 22; Job 32: 1, etc.). Como un artífice humano completa su obra cuando la ha llevado hasta su ideal y entonces cesa de trabajar en ella, así también, en un sentido infinitamente mayor, Dios completó la creación del mundo cesando de producir algo nuevo, y entonces "reposó". Dios no descansó porque lo necesitara (Isa. 40: 28). Por lo tanto, el reposo de Dios no fue el resultado ni del agotamiento ni de la fatiga, sino el cesar de una ocupación anterior.
Debido a que la frase usual "tarde fue, mañana fue, el séptimo día" no aparece en el Libro Sagrado, algunos expositores bíblicos han pretendido que el período de descanso no continuó únicamente durante 24 horas -como cada uno de los seis días precedentes- sino que comenzó al terminar el sexto día de la creación y continúa todavía. Pero este versículo refuta tal punto de vista. Este no es el único texto de las Escrituras que impresiona al lector imparcial con el hecho de que el descanso de Dios sólo se efectuó durante el séptimo día, pues el Decálogo mismo declara palmariamente que Dios, habiendo trabajado seis días, descansó el séptimo día de la semana de la creación (Exo. 20: 11).
De acuerdo con las palabras del texto, los seis días de la creación fueron días terrestres de duración común. Ante la ausencia de cualquier clara indicación contraria, debemos entender de la misma manera el séptimo día, y más todavía puesto que en cada pasaje donde se menciona como la razón del día de reposo terrestre, es considerado como un día común (Exo. 20: 11; 31: 17).
3.
Bendijo Dios al día séptimo.
Se añade una explicación del significado y la importancia de este día de reposo. Aquí el Registro sagrado relaciona estrechamente el día de reposo semanal con la obra de Dios de la creación y su descanso en el séptimo día así como lo hace el cuarto mandamiento. La bendición sobre el séptimo día implicaba que por ella era señalado como un objeto especial del favor divino y un día que sería una bendición para las criaturas de Dios.
Y lo santificó.
El acto de santificación consistió en una declaración de que el día era santo, o puesto aparte para propósitos santos. Así como después fue santificado el monte Sinaí (Exo. 19: 23) o, temporariamente, investido con santidad como la residencia de Dios, y así como Aarón y sus hijos fueron santificados, o consagrados, para el oficio sacerdotal (Exo. 29: 44), y el año del jubileo fue 233 santificado, o consagrado, para propósitos religiosos (Lev. 25: 10), así también aquí fue santificado el séptimo día y, como tal, fue proclamado como día festivo. Este acto de bendecir el séptimo día y declararlo santo se hizo en favor de la humanidad para cuyo beneficio fue instituido el sábado. El día de reposo semanal con frecuencia ha sido considerado como una institución de la dispensación judaica, pero el Registro sagrado declara que fue instituido más de dos milenios antes de que naciera el primer israelita (un descendiente de Jacob - Israel). Además tenemos la palabra de Jesús que declara: "El día de reposo fue hecho por causa del hombre" (Mar. 2: 27), lo que indica claramente que esta institución no sólo fue ordenada para los judíos sino también para toda la humanidad.
Porque en él reposó.
Dios no podría haber tenido una razón más excelsa para ordenar que el hombre reposara en el séptimo día que aquella de que al descansar así el hombre pudiera disfrutar de la oportunidad de reflexionar en el amor y bondad de su Creador, y así asemejarse a él. Así como Dios trabajó durante seis días y descansó en el séptimo, así también el hombre debía trabajar asiduamente durante seis días y descansar en el séptimo. Este día de reposo semanal es una institución divina dada al hombre por Dios, el Creador, y su observancia es requerida por Dios, el Legislador. Por lo tanto, el hombre que retenga para sí cualquier parte de todo este tiempo santo se hace culpable de desobediencia contra Dios y de robarle como propietario original de las facultades y del tiempo del hombre. Como una institución establecida por Dios, el sábado merece nuestra honra y estimación. Su descuido Dios lo computa como pecado.
El sábado demanda la abstención de todo trabajo físico común y la dedicación de la mente y del corazón a las cosas santas. Se advirtió a los israelitas que lo usaran para santas convocaciones (Lev. 23: 3). Los Evangelios afirman que así fue usado por Cristo y los apóstoles (Luc. 4: 16; Hech. 17: 2; 18: 4, etc.) y que deberían continuar observándolo los cristianos después de que Cristo completara su ministerio terrenal (Mat. 24: 20).
El hecho de que el sábado continuará siendo celebrado en la tierra nueva como un día de culto (Isa. 66: 23) es una indicación clara de que Dios nunca tuvo el propósito de que su observancia se transfiriera a otro día. El sábado semanal es el monumento conmemorativo de la creación, que hace recordar al hombre, cada semana, el poder creador de Dios y cuánto le debe a un Creador y Sustentador misericordioso. Un rechazo del sábado, es un rechazo del Creador, y abre de par en par la puerta a toda suerte de teorías falsas. "Es un testimonio perpetuo de su existencia [de Dios], y un recuerdo de su grandeza, su sabiduría y su amor. Si el sábado se hubiera santificado siempre, jamás habría podido haber ateos ni idólatras" (PP 348, 349).
4.
Estos son los orígenes.
La palabra "orígenes" ["generaciones" en hebreo], toledoth, generalmente se usa con referencia a la historia de la familia de un hombre, es decir, al nacimiento de sus hijos (cap. 5: 1; 6: 9; 11: 10, etc.). Esta es la única vez en que esta palabra se usa para algo que no son relaciones humanas, es decir "de los cielos y de la tierra", frase que hace recordar los pasajes de los caps. 1:1 y 2: 1. Un comentador sugiere que "orígenes" se refiere adecuadamente a "la historia o relato de su producción". The Jewish Encyclopedia dice con referencia a esta palabra: "El proceso de creación de los cielos y la tierra es considerado en el cap. 2: 4 como una historia genealógica" (art. "Generation"). "Cada día se llama un origen [generación], porque Dios originó o produjo en él una parte de su obra" (PP 103).
Cuando fueron creados.
Así termina el relato de la creación que comenzó con Gén. 1: 1. Estas palabras se han interpretado de varias formas. Son una traducción de behibare'am, que no debiera traducirse "después de que fueron creados", como se ha hecho a veces. Puesto que literalmente su significado es "en su creación", toda la cláusula "estos son los orígenes", etc. tiene su mejor traducción así: "Esta es la historia del origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados".
El día.
Estas palabras comienzan el relato de Gén. 2. Muchos comentadores se inclinan a considerar el pasaje del cap. 2: 4 a 3: 24 como un registro de la creación, segundo y diferente, que se originó en otra pluma en un tiempo posterior al del cap. 1: 1 a 2: 4. Acerca de esta insostenible teoría, véase la Introducción al Génesis. Un estudio de los contenidos aclara que, en ningún sentido, puede considerarse que el cap. 2 es otra versión del relato de la creación del capítulo precedente. Su 234 propósito es colocar a Adán y a Eva en su hogar en el huerto del Edén, y esto se logra proporcionando información adicional, la mayor parte de la cual en realidad no pertenece al relato de la creación como tal. Describe el hogar edénico después de que había sido creado. Sin esta información, no sólo sería tristemente incompleto el informe que tenemos de esta tierra en su estado edénico, sino que los sucesos de Gén. 3, la caída del hombre, difícilmente serían inteligibles. Este capítulo (Gén. 2) incluye detalles adicionales acerca de la creación del hombre, una descripción de su hogar edénico, la prueba de su lealtad a Dios -o derecho moral a su hogar-, la prueba de su inteligencia -o idoneidad mental para gobernar las obras creadas por Dios- y las circunstancias que rodeaban el establecimiento del primer hogar.
5.
Toda planta.
Los vers. 4-6 anticipan la creación del hombre descrita en el vers. 7, al detallar brevemente la apariencia de la superficie de la tierra, particularmente con respecto a la vegetación, poco antes de que el ser humano fuera formado en el sexto día de la semana de la creación. Aquí estaba el paraíso perfecto, pero faltaba alguien "que lo labrara". Toda la naturaleza vibrante con expectativa, por así decirlo, esperaba la aparición de su rey, así como los miembros de una orquesta sinfónico, con los instrumentos afinados, esperan la llegada de su director.
6.
Un vapor.
La palabra hebrea traducida "vapor", 'ed, es de un significado algo dudoso porque, fuera de este texto, aparece sólo en Job 36: 27. Algunos eruditos la han comparado con la palabra asiria edú, "inundación", y han aplicado este significado a los dos pasajes bíblicos donde aparece. Pero la palabra "inundación" no cuadra con el contexto de ninguno de estos pasajes, al paso que la palabra "neblina" o "vapor" encuadra bien en ambos casos. En traducciones antiguas solía usarse la palabra "manantial", lo que revela que no se la entendía bien. La imposibilidad de que un manantial pudiera haber regado la tierra, claramente muestra que "manantial" no puede ser la traducción correcta de 'ed. "Neblina" parece ser la mejor traducción y en este caso podemos pensar en "neblina" como un sinónimo de "rocío" (PP 84).
El hecho de que la gente del tiempo de Noé se mofara de la idea de que la lluvia del cielo pudiera traer destrucción sobre la tierra en un diluvio, y que Noé fuera alabado por creer "cosas que aún no se veían" (Heb. 11: 7), indica que la lluvia era desconocida para los antediluvianos (PP 83, 84). Sólo Noé, con los ojos de la fe, pudo imaginar agua que cayera del cielo y ahogara a todo ser viviente que no buscara refugio en el arca que él construyó. El hecho de que el arco iris fuera instituido después del diluvio (Gén. 9: 13-16), y no parece haber existido antes, da mayor firmeza a la observación de que la lluvia había sido desconocida antes de ese acontecimiento.
7.
Dios formó al hombre.
Se presentan importantes detalles adicionales en cuanto a la creación de Adán. Se nos permite atisbar, por así decirlo, dentro del taller de Dios y observar su mano que realiza el misterioso acto de la creación. La palabra "formar", yatsar, implica el acto de moldear y dar una forma correspondiente en diseño y apariencia con el plan divino. Se usa esta palabra al describir la actividad del alfarero (Isa. 49: 5, etc.), del orfebre que confecciona ídolos (Isa. 44: 10; Hab. 2: 18) y de Dios que forma varias cosas, la luz entre otras (Isa. 45: 7), el ojo humano (Sal. 94: 9), el corazón (Sal. 33: 15) y las estaciones (Sal. 74: 17).
Del polvo de la tierra.
La ciencia confirma que el hombre está compuesto de materiales derivados del suelo, los elementos de la tierra. La descomposición del cuerpo humano después de la muerte, da testimonio del mismo hecho. Los principales elementos que constituyen el cuerpo humano son oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno. Existen muchos otros en proporciones menores. Cuán cierto es que el hombre fue hecho "del polvo de la tierra" y también que volverá "a la tierra" de donde fue tomado (Ecl. 12: 7).
Aliento de vida.
"Aliento", neshamah. Proveniente de la Fuente de toda vida, el principio vitalizador entró en el cuerpo inerte de Adán. El instrumento por el cual la chispa de vida fue transferida a su cuerpo se dice que es el "aliento" de Dios. El mismo pensamiento aparece en Job 33: 4: ."El soplo [neshamah] del Omnipotente me dio vida". Impartido al hombre, el "aliento" es equivalente a su vida; es la vida misma (Isa. 2: 22). En la muerte, "no quedó en él aliento [neshamah, vida]" (1 Rey. 17: 17). Este "aliento de vida" en el hombre no difiere en nada del "aliento de vida" de los animales, pues todos reciben su vida de Dios 235 (Gén 7: 22; Ecl. 3: 19). Por lo tanto, no puede ser ni la mente ni la inteligencia.
Un ser viviente.
Cuando a la forma inerte del hombre se le comunicó este divino "aliento" de vida, neshamah, el hombre se convirtió en un "ser" viviente, néfesh. La palabra néfesh tiene una diversidad de significados: (1) aliento (Job 41: 21), (2) vida (1 Rey. 17: 21; 2 Sam. 18: 13, etc.), (3) corazón, como sede de los sentimientos (Gén. 34: 3; Cant. 1: 7; etc.), (4) ser viviente (o persona) (Gén. 12: 5; 36: 6; Lev. 4: 2, etc.), y (5) para hacer resaltar un pronombre personal (Sal. 3: 2; 1 Sam. 18: 1; etc.). Nótese que la néfesh es hecha por Dios (Jer. 38: 16) y puede morir (Juec. 16: 30), ser muerta (Núm. 31: 19), ser devorada (metafóricamente) (Eze. 22: 25), ser redimida (Sal. 34: 22) y ser convertida (Sal. 19: 7). Ninguno de estos casos se aplica al espíritu, rúaj, lo que indica claramente la gran diferencia entre los dos términos. Por lo expuesto se ve que la traducción "alma" dada a néfesh en la versión Reina-Valera, antes de su revisión de 1960, no es apropiada si se quiere referir a la expresión comúnmente usada "alma inmortal". Aunque sea popular, este concepto es completamente ajeno a la Biblia. Cuando "alma" se considera como un sinónimo de "ser", tenemos el significado de néfesh en este texto.
8.
Dios plantó un huerto.
Se desconoce la ubicación del Edén. El diluvio alteró de tal manera los rasgos fisicos originales de la tierra, como para hacer imposible la ubicación actual de localidades antediluvianas. Comúnmente nos referimos a este huerto como al "paraíso", palabra de origen persa que significa "parque". La palabra hebrea para paraíso, pardes, aparece unas pocas veces en el AT (Neh. 2: 8; Ecl. 2: 5; Cant. 4: 13), pero con referencia a los árboles más bien que a un nombre para el huerto del Edén. La palabra "paraíso", en griego parádeisos, fue aplicada originalmente al hogar de nuestros primeros padres por los traductores de la LXX.
9.
Todo árbol.
En la preparación de la maravillosa morada del hombre se prestó atención al ornamento tanto como a la utilidad. Se proporcionó toda especie de vegetación que pudiera servir para suplir las necesidades del hombre y también para su deleite. Flores, árboles y arbustos regalaban sus sentidos con su fragancia, deleitaban sus ojos con sus formas exquisitas y colorido encantador y satisfacían su paladar con su fruto delicioso. El Edén se convirtió para siempre en el símbolo del concepto más elevado del hombre en cuanto a excelencia terrenal.
También el árbol de vida.
El orden en que aparecen estas palabras, como si se tratara de una idea tardía, nos parece extraño en el contexto de un idioma moderno. Esto ha inducido a algunos eruditos a sostener que la última mitad del vers. 9 es o una adición posterior o una corrupción del original. Pero esta disposición, que parece extraña al traducirse al castellano, es común en hebreo. No proporciona la menor excusa para dudar de la pureza del texto tal como lo tenemos. Por ejemplo, el pasaje del cap. 12: 17 dice literalmente: "El Señor plagó a Faraón con grandes plagas y a su casa". Otros ejemplos de esta misma construcción de las sentencias, aunque no son tan reconocibles en las versiones castellanas, se pueden encontrar en Gén. 28: 14; Núm. 13: 23; Deut. 7: 14.
Al comer del árbol de la vida, Adán y Eva iban a tener la oportunidad de expresar su fe en Dios como el sustentador de la vida, así como al guardar el sábado demostraban fe en su Creador y lealtad a él. Con ese propósito, Dios había dotado al árbol con una virtud sobrenatural. Su fruto era un antídoto para la muerte y sus hojas servían para el sostén de la vida y la inmortalidad. Los hombres continuarían viviendo mientras pudieran comer de él (MM 366; PP 44).
Uno de los árboles fue llamado el árbol de "vida", literalmente "la vida", hajayyim. El hecho de que esta palabra sea plural en su forma, se explica reconociéndola como un plural de abstracción; el artículo definido indica que este árbol tenía algo que hacer con "la" vida como tal. Es decir, que se obtendría o preservaría la vida al consumir su fruto. Sin embargo, los otros árboles del huerto, siendo buenos "para comer" también estaban destinados a sustentar la vida. Si un árbol se distingue de los otros por el extraordinario nombre de "árbol de vida", sus frutos deben haber tenido el propósito de mantener la vida de una manera diferente de los otros árboles y con un valor resaltante. La declaración de que comer del fruto de este árbol haría que el hombre viviera "para siempre" (cap. 3: 22) muestra que su valor difería enteramente del de los muchos otros árboles útiles del huerto.
El nombre del segundo árbol es "el árbol de la ciencia del bien y del mal". El artículo "la" 236 antes de la palabra "ciencia" significa que el árbol no podía proporcionar cualquier clase de conocimiento, sino sólo un cierto y triste conocimiento del "mal" en contraste con el "bien".
Los nombres de estos árboles son importantes. En ambos casos, la palabra "árbol" se relaciona con términos abstractos: vida y ciencia. Esto no es una razón para declarar que estos dos árboles no existieron, sino que les atribuye más bien derivaciones espirituales. Aunque el "arca del pacto" era una pieza real del mobiliario del templo, de todos modos recibía un nombre que tenía importancia religiosa. La sangre del pacto derramada por el Salvador en favor de nosotros también fue una sustancia muy real. De modo que los dos árboles deben ser considerados como árboles verdaderos con propósitos importantes que cumplir; esos propósitos físicos y morales estaban indicados claramente por sus nombres.
10.
Un río.
Se han desplegado muchos esfuerzos de erudición procurando aclarar los vers. 10-14, pero posiblemente nunca se hallará una explicación satisfactoria, porque la superficie de la tierra, después del diluvio, tenía poco parecido con lo que había sido antes. Una catástrofe de tal magnitud como para levantar altísimas cordilleras y formar las vastas áreas oceánicas, difícilmente podría haber dejado sin afectar accidentes geográficos menores, tales como los ríos. Por lo tanto, no podemos esperar identificarlos en la actualidad, a menos que la Inspiración lo hiciera para nosotros (ver PP 95-99).
11.
Pisón.
Pisón, el nombre del primer río, no existe en ninguna fuente que no sea bíblica, y aun en la Biblia misma no se menciona este río en ninguna otra parte. No tienen valor las opiniones de algunos eruditos que identifican este río con el Indo o el Ganges, de la India, el Nilo de Egipto, o con ríos de Anatolia.
Havila, donde hay oro.
En otros textos donde aparece este mismo nombre, se refiere a tiempos postdiluvianos. Esos textos pues no ayudan para ubicar el " Havila" del cap. 2: 11.
12.
Hay allí también bedelio.
Según Plinio, el bedelio era la resina transparente y aromática de un árbol oriundo de Arabia, la India, Persia y Babilonia. No sabemos si éste era el mismo bedelio de los días antediluvianos.
Onice.
Debe ser una de las piedras preciosas o semipreciosas, probablemente de color rojo. Las versiones antiguas difieren en su traducción entre ónix, sardónice, sardio y berilo. De ahí que no sea seguro que la traducción "ónice" sea correcta.
13.
Gihón.
Véase el comentario del vers. 10 y el del vers. 14.
15.
Para que lo labrara y lo guardase.
Habiendo preparado Dios una morada para el hombre, a quien había creado, lo colocó en ese huerto que era su hogar y le encomendó una misión bien definida: "Para que lo labrara y lo guardase". Esta orden nos enseña que la perfección con la cual salió la creación de las manos de las manos de Dios no excluía la necesidad de cultivar, es decir el trabajo humano. El hombre había de usar sus facultades físicas y mentales para conservar el huerto en el mismo estado perfecto en que lo había recibido. El hecho de que el trabajo físico será una característica deleitosa de la tierra nueva (Isa. 65: 21-23) indica que el trabajo no tuvo el propósito de ser una maldición.
La comisión dada a Adán de "guardar" el huerto quizá sea una velada insinuación de que amenazaba el peligro de que le fuera arrebatado si no era vigilante. El verbo "guardar", shamar, significa "custodiar", "vigilar", "preservar", "observar" y "retener firmemente". Ciertamente, parece irrazonable que se le pidiera a Adán que custodiara el huerto contra ataques de animales feroces, como algunos comentadores han interpretado este texto. En la tierra, antes de la caída, no existía enemistad entre los animales mismos ni entre el hombre y las bestias. El temor y la enemistad son los resultados del pecado. Pero otro peligro muy real, la presencia de Satanás, amenazaba con arrebatarle al hombre su dominio sobre la tierra y su posesión del huerto. Por otro lado, "guardar" el huerto quizá sencillamente sea un sinónimo de "labrarlo".
Tenemos la seguridad de que Dios no hace nada que afecte al hombre sin informarle primero en cuanto a las intenciones divinas (Amós 3: 7). Si Dios, que sólo hace lo que es benéfico para el hombre, estimó necesario informarnos de sus propósitos, es seguro que debe haber mantenido informado a Adán del peligro que amenazaba a esta tierra (PP 34, 35).
16.
De todo árbol del huerto.
La orden referida en estos versículos presupone que el 237 hombre entendía el lenguaje que hablaba Dios y la distinción entre "podrás" y "no podrás". La orden comienza positivamente, concediendo permiso para comer libremente de todos los árboles del huerto; con la excepción de uno. El derecho a disfrutar sin reserva de todos los otros árboles resalta por la forma idiomática intensiva: "comiendo comerás", 'akol to'kel; aun en toda prohibición divina hay un aspecto positivo.
17.
Árbol de la ciencia del bien y del mal.
Era muy precisa la limitación de esta libertad. El hombre no debía comer del árbol llamado "árbol de la ciencia del bien y del mal". (Ver com. del vers. 9.) Puesto que no ha sido revelado, es inútil especular con la clase de fruto que daba. La misma presencia de este árbol en el huerto indicaba que el hombre era un ser moral libre. No se forzaba el servicio del hombre; podía obedecer o desobedecer. El era quien debía decidir.
El fruto en sí mismo era inofensivo (Ed. 22). Pero la orden explícita de Dios de abstenerse de comerlo, colocaba aparte ese árbol como el objeto de la prueba de la lealtad y obediencia del hombre. Como ser moral, el hombre tenía la ley de Dios escrita en su conciencia. Pero se estableció una prohibición para aclarar los principios de esa ley al aplicarla a una situación específica, haciéndola así una prueba justa de la lealtad del hombre a su Hacedor. Dios era el verdadero dueño de todas las cosas -aun de las que estaban confiadas a Adán- y esto daba a Dios el derecho de reservarse cualquier parte de la creación para sí mismo. No hubiera sido irrazonable que se reservara una gran porción de esta tierra y que hubiera permitido que Adán sólo usara una pequeña parte de ella. Pero no era así: el hombre podía usar libremente de todo lo que estaba en el huerto, excepto un árbol. Evidentemente, el abstenerse de comer del fruto de ese árbol no tenía otro propósito sino el de mostrar claramente su lealtad a Dios.
El día que de él comieres.
La prohibición estaba acompañada de un severo castigo de la transgresión: a saber, la muerte. Algunos han pensado que las palabras que expresan el castigo requerían su ejecución en el mismo día en que se violara la orden. Ven una discrepancia seria entre el anuncio y su cumplimiento. Sin embargo, el anuncio divino "el día que de él comieres, ciertamente morirás" -literalmente, "muriendo, tú morirás"- significa que se pronunciaría la sentencia en el día de la transgresión. El hombre pasaría del estado de inmortalidad condicional al de mortalidad incondicional. Así como antes de su caída Adán podía estar seguro de la inmortalidad -que le era otorgada por el árbol de la vida-, así también, después de esa catástrofe, era segura su mortalidad. Esto es lo que implica la declaración comentada, más que una inmediata muerte física. Dios requería que el hombre hiciera una elección de principios. Debía aceptar la voluntad de Dios y someterse a ella, confiando en que le iría bien como resultado; o bien, si por su propia elección hacía lo contrario, cortaría su relación con Dios y, probablemente, llegaría a ser independiente de él. Pero la separación de la Fuente de la vida, inevitablemente sólo podía traer la muerte. Todavía son válidos estos mismos principios. El castigo y la muerte son los resultados seguros de la libre elección del hombre de dar rienda suelta a la rebelión contra Dios.
18.
Ayuda idónea para él.
Esto es, apropiada para sus necesidades; para complementarlo. Los animales habían sido creados en multitudes o en grupos, pero el hombre fue creado como un individuo solitario. Sin embargo, no era el propósito de Dios que él estuviera solo largo tiempo. Como la soledad sería perjudicial para el bienestar del hombre, Dios le iba a dar una compañera.
19.
Toda bestia del campo.
El pensamiento expresado por varios expositores bíblicos de que Dios realizó varias tentativas infructuosas para proporcionar al hombre una compañera mediante la creación de varios animales, es una falsa interpretación del propósito de esta parte del relato. Lo que Moisés registra no es el tiempo, sino sencillamente el acto de la creación de los animales. La inflexión verbal hebrea traducida "formó" en la VVR puede ser traducida correctamente "había formado", refiriéndose así retrospectivamente a los actos creadores del quinto día y del comienzo del sexto. De ahí que la primera parte del versículo se dé a manera de prefacio de lo que sigue inmediatamente.
Las trajo a Adán.
Adán debía estudiar esos animales y ocuparse en la importante tarea de darles nombres apropiados, para lo cual necesitaba una comprensión de ellos y de sus hábitos. Esto lo capacitaría o, quizá, demostraría que estaba capacitado para gobernarlos. Al mismo tiempo, conocería la vida familiar de que disfrutaban y advertiría su propia falta de compañía. Reconociendo también que Dios lo había creado infinitamente superior a los animales, comprendería que no podía elegir una compañera de entre ellos. Para que la formación de la mujer respondiera plenamente al propósito del Creador, Adán debía percibir que no estaba completo y debía sentir su necesidad de compañía. En otras palabras, que "no" era "bueno" que permaneciera solo.
20.
Puso Adán nombre a toda bestia.
Es evidente que el hombre fue creado con la facultad del habla. Adán empleó esa capacidad para expresar las observaciones hechas en su estudio de los animales. Así comenzó el estudio de las ciencias naturales y al dar nombres a los animales empezó su dominio sobre ellos. En el texto hebreo se menciona primero "los ganados", quizá porque habían de estar más cerca del hombre que otros animales en su relación futura. Las aves, que el hombre ama tanto y de las cuales algunas especies habían de serle utilísimas, reciben el segundo lugar en la enumeración. Es imposible descubrir cuáles fueron esos nombres pues no se sabe qué idioma hablaron Adán y el mundo antediluviano.
No se halló ayuda idónea.
El estudio de Adán de los animales creados le dio un conocimiento considerable, pero no satisfizo su anhelo de compañía con otro ser que fuera su igual. Esto indica la clase de compañerismo que la mujer debía disfrutar con el hombre. Ninguna verdadera compañera se pudo encontrar para Adán entre los seres inferiores a él.
21.
Sueño profundo.
Con el propósito de crear la compañera de Adán de su propio cuerpo, Dios lo hizo caer en un sueño profundo que puede compararse con la inconsciencia producida durante una anestesia. Y ciertamente fue una operación quirúrgica la que realizó Dios en Adán durante su sueño, al sacar una de sus costillas y llenar su lugar con carne. La palabra hebrea tsela', que significa en otras partes de la Biblia "lado", "hoja de puerta", "ala" (de un edificio) y "panel" (del revestimiento de una pared), tiene aquí el significado de "costilla". Esta traducción tradicional, tomada en las Biblias modernas de la LXX y la Vulgata, ha sido confirmada posteriormente por los registros cuneiformes. En el idioma asirio, que estaba íntimamente relacionado con el hebreo, la palabra para costilla era sélu.
22.
Hizo una mujer.
Moisés poseía un ágil dominio del idioma hebreo y sabía cómo usarlo para impresionar a sus lectores. Para describir la actividad creadora de Dios, empleó en la narración del cap. 1 los verbos "crear" (1: 27), "hacer" (1: 26), y "formar" (cap. 2: 7). Ahora añade a esos términos, más o menos sinónimos, el verbo "construir". Cada uno de ellos tiene su matiz propio de significado. La costilla de Adán formó el material básico del cual fue "construida" su compañera. La mujer fue formada para tener una unidad inseparable y compañerismo de toda la vida con el hombre, y la forma en que fue creada sirvió para establecer el verdadero fundamento del estatuto moral del matrimonio. Ella "debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él" (PP 27). El matrimonio es un símbolo de la relación de amor y vida que existe entre el Señor y su iglesia (Efe. 5: 32).
La trajo al hombre.
Dios mismo celebró solemnemente el primer casamiento. Después de hacer a la mujer, la llevó a Adán, que para entonces ya habría despertado de su profundo sueño. Así como Adán fue el "hijo de Dios" (Luc. 3: 38), así también Eva podría ser llamada adecuadamente la hija de Dios; y como padre de ella, Dios la trajo a Adán y se la presentó. Por lo tanto, el pacto matrimonial es adecuadamente llamado el pacto de Dios (Prov. 2: 17), nombre que implica que el Altísimo fue el autor de esa institución sagrada.
23.
Esto es ahora hueso de mis huesos.
Adán, reconociendo en ella la compañera deseada, gozosamente le dio la bienvenida como a su desposada y expresó su gozo en una exclamación poética. Las palabras "esto es ahora" reflejan su agradable sorpresa cuando vio en la mujer el cumplimiento del deseo de su corazón. La repetición triple de "esto" (como está en el hebreo) vívidamente señala a ella sobre quien -con gozoso asombro- descansaba ahora la mirada de él con la intensa emoción del primer amor. Instintivamente, o como resultado de una instrucción divina, reconoció en ella una parte de su propio ser. De allí en adelante debía amarla como a su mismo cuerpo, pues al amarla se ama a sí mismo. El apóstol Pablo hace resaltar esta verdad (Efe. 5: 28). 239
Será llamada Varona.
El nombre que Adán dio a su recién creada compañera refleja la manera de la creación de ella. La palabra hebrea 'ishshah, "mujer", se forma de la palabra 'ish, "hombre", con la terminación femenina. La palabra inglesa "woman" (del anglosajón wife-man [esposa-hombre]) tiene una relación similar con la palabra "man". Lo mismo sucede en otros idiomas.
24.
Dejará el hombre a su padre y a su madre.
Las palabras de este versículo no pueden considerarse como una declaración profética de Adán, sino más bien como las palabras de Dios mismo. Son parte de la declaración hecha por Dios acerca de la ceremonia matrimonial (ver Mat. 19: 4,5; DMJ 57). Estas palabras expresan la más profunda unidad física y espiritual del hombre y la mujer, y presentan la monogamia delante del mundo como la forma de matrimonio establecida por Dios. Estas palabras no recomiendan el abandono de los deberes filiales y del respeto hacia el padre y la madre, sino que principalmente se refieren a que la esposa ha de ser la primera en el afecto del esposo y que su primer deber es para ella. Su amor por ella ha de exceder, aunque ciertamente no debe desalojar el amor debido a sus padres.
Serán una sola carne.
La unión de esposo y esposa se expresa en palabras inconfundibles, existiendo como es en realidad unión de cuerpos, comunidad de intereses y reciprocidad de afectos. Es significativo que Cristo use este mismo pasaje en su vigorosa condenación del divordo (Mat. 19: 5).
25.
Estaban ambos desnudos.
Adán y Eva no necesitaban vestimenta material, pues el Creador los había rodeado con un manto de luz, un manto simbólico de su propio carácter justo que se reflejaba perfectamente en ellos. Cuando la imagen moral del Hacedor se refleje otra vez en sus hijos e hijas terrenales, él volverá para reclamarlos como suyos (ver Apoc. 7: 9; 19: 8; PVGM 52, 294). Este manto blanco de inocencia es el atuendo con el cual serán revestidos los salvados de la tierra cuando entren por los portales del paraíso.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-25 PP 25-33
1 DTG 714
1-3 CS 508; PP 28, 349; PR 134; 9T 212 2 CS 506; MeM 144
2, 3 CS 56; MM 215; PE 217; PP 102; SR 145; 8T 197
3 DMJ 57; DTG 248; 1JT 489, 496
4 PP 103
6 PP 84; SR 66
7 3JT 262; MC 323; PP 40; 2T 300
8 EC 32; HAd 23; MeM 140; PP 27; SR 58; 3T 77
8, 9 Ed 17
8-17 MJ 362
9 Ed 20; HAd 23; 3JT 37; MeM 366; PP 28, 30, 71
15 CM 114; CRA 474; EC 32; Ed 18; FE 314, 327, 419, 512; HAd 23; LS 355; MC 201; MeM 115; PP 28, 31; SR 24; 1T 568; 3T 77; 4T 410
16 3T 50
16, 17 CH 108; Ed 20; 1JT 438; 3T 72
17 CM 14; CMC 69; CS 587; 2JT 122; 3JT 37; MC 355; MJ 73; PE 125, 147; PP 30, 35, 44; SR 24
18 HAd 21; PP 39
18-20 PP 26
19, 20 PP 33
21-23 PP 40
22 HAd 84; 1JT 413
23 DMJ 57
23-25 FE 141; PVGM 294
24 DMJ 57; HAd 21, 310; PP 27
25 PP 26; SR 38 240
1 PERO la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.
17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA - CAP 3
1.
La serpiente.
Con la serpiente aparece una nueva figura en la narración, figura que 241 ejerció una tremenda influencia sobre la historia subsiguiente del mundo. Moisés se aparta de su descripción de las condiciones perfectas del paraíso y va a la historia de la caída, por la cual esta tierra se transformó de un mundo de felicidad, amor y perfección en un mundo de dolor, odio y maldad. Moisés deja sin mencionar el período bienaventurado del Edén, el tiempo pasado en completa felicidad, en el estudio de la historia natural, en el cuidado del huerto como Dios había ordenado y en diaria comunión con el Creador en las horas frescas del atardecer (Gén. 3: 8).
Astuta, más que todos los animales.
La serpiente es presentada como una criatura más astuta que otros animales. La palabra "astuto", 'arum, se usa en la Biblia unas pocas veces para indicar una tendencia desfavorable de carácter (Job 5: 12; 15: 5), con el significado de ser "diestro" o "hábil"; pero generalmente se la usa en el sentido favorable de ser prudente (ver Prov. 12: 16, 23; 13: 16; 14: 8, 15, 18; 22: 3; 27: 12). Este último significado favorable pareciera preferible aquí pues la serpiente era uno de los seres creados que Dios había declarado "bueno", y hasta "bueno en gran manera" (Gén. 1: 25, 31). El mal carácter de las serpientes de hoy es un resultado de la caída y maldición subsiguiente y no una característica de ese animal cuando fue creado.
La objeción de que la serpiente no era un animal verdadero, sino un ser sobrenatural, difícilmente necesita una refutación seria en vista de la declaración explícita de que era, ciertamente, un animal. Sin embargo, todas las Escrituras aclaran ampliamente que la serpiente misma no fue responsable de la caída del hombre sino Satanás (ver Juan 8: 44; 2 Cor. 11: 3, 14; Rom. 16: 20). Con todo, Satanás, en un sentido figurado, ocasionalmente es llamado serpiente porque usó de ella como un medio en su intento de engañar al hombre (ver Apoc. 12: 9; 20: 2).
La caída de Lucifer, que había sido primero entre los ángeles del cielo (Isa. 14: 12, 13; Eze. 28: 13-15), obviamente precedió a la caída del hombre (ver PP 14). Dios, que conversaba diariamente con el hombre en el huerto, no lo había dejado en la ignorancia de los sucesos del cielo, sino lo había enterado de la apostasía de Satanás y de otros ángeles, de cuya venida debía precaverse Adán. Adán y Eva quizá esperaron que Satanás apareciera como un ángel y se sintieron preparados para hacerle frente como a tal para rechazar sus tentaciones. En cambio habló a Eva mediante la serpiente y la tomó por sorpresa. Sin embargo, esto en ninguna manera excusa a nuestra primera madre, aunque es cierto que ella así fue engañada (ver 1 Tim. 2: 14; 2 Cor. 11: 3).
La prueba de nuestros primeros padres se permitió para probar su lealtad y amor. Era esencial para su desarrollo espiritual, para la formación del carácter. Felicidad eterna habría sido el resultado para ellos si hubieran salido indemnes de la prueba. Puesto que Dios no quería que fueran tentados por encima de su capacidad para resistir (1 Cor. 10: 13), no permitió que Satanás se les acercara a la semejanza de Dios y en cualquier otro lugar, sino en ese árbol (1SP 34). Por lo tanto, Satanás vino en la forma de un ser no sólo muy inferior a Dios, sino muy por debajo del hombre mismo. Al permitir que Satanás -usando como medio un mero animal- los persuadiera a quebrantar la orden de Dios, Adán y Eva quedaron doblemente sin excusa.
Dijo a la mujer.
Usando la serpiente como su médium, Satanás halló una oportunidad cuando pudo dirigirse a la mujer que estaba sola. Siempre es más fácil persuadir a un individuo a hacer lo malo cuando se aparta de su medio protector. Si Eva hubiera permanecido con su esposo, su presencia la habría protegido y fuera de duda el relato habría tenido un fin diferente.
Conque Dios os ha dicho.
Satanás se dirigió a ella con una pregunta que parecía inocente pero que estaba llena de astucia. Se ha debatido si esta pregunta debiera traducirse: (1) "¿Ha dicho Dios realmente: no comeréis de cada árbol del huerto?", con el significado: "¿Hay algunos árboles en el huerto de los cuales no podéis comer?" o (2) "No comeréis de ningún árbol del huerto". El hebreo permite ambas traducciones y, por lo tanto, encierra cierta ambigüedad. Satanás tenía el propósito de que sus palabras fueran indefinidas y ambiguas. Su intención era obvia: quería sembrar duda en el corazón de la mujer acerca de la verdadera fraseología y el significado exacto de la orden divina, especialmente acerca de la razón y justicia de una orden tal.
2.
Del fruto... podemos comer.
Evidentemente, 242 Eva entendió la pregunta en el segundo sentido ya mencionado, y en vez de apartarse y huir hacia su esposo, dio muestras de vacilación y duda y se mostró dispuesta a discutir más el tema con la serpiente.
Dios declaró: "El día que de él comieres, ciertamente morirás". Eva cambió esto en: "para que no muráis". En lugar de la plena seguridad de la pena de muerte que seguiría a la transgresión de la orden, declaró la mujer que podría seguir la muerte a un acto tal. Las palabras "para que no" -pen- implican alarma íntima ante el pensamiento de jugar con algo que podría resultar fatal, escondida debajo de una apariencia cínica ante la idea de que tal cosa pudiera ocurrir realmente. La duda y vacilación del lenguaje de Eva, reflejando el de la serpiente, hacen que predomine el temor a la muerte en el motivo de la obediencia antes que un amor inherente hacia su benéfico Creador. Otro síntoma de la duda despertado en cuanto a la justicia absoluta de la orden de Dios es que Eva no mencionó el nombre del árbol que seguramente conocía. Al hablar de ese árbol en términos generales en cuanto a su ubicación como el "que está en medio del huerto", lo colocó casi en la misma clase con los otros árboles de su hogar edénico.
4.
No moriréis.
Si la primera pregunta de Satanás tenía el propósito de despertar la duda -como lo era seguramente-, la declaración que la siguió tenía la apariencia engañosa de una declaración autorizada. Pero dentro de ella, con refinada astucia, se mezclaban la verdad y la mentira. Ese aserto contradecía la orden explícita de Dios con el énfasis máximo que se puede emplear en hebreo, y que se puede traducir: "Positivamente, no moriréis". Satanás desafió la veracidad de la orden de Dios con una mentira desembozada. Por esa razón, Cristo con justicia lo llamó padre de toda mentira (Juan 8: 44).
5.
Serán abiertos vuestros ojos.
Satanás procedió a dar una razón plausible para la prohibición de Dios. Acusó a Dios de: (1) Envidiar la felicidad de sus criaturas. En realidad dijo Satanás: "Creedme, no es por temor de que muráis por el fruto de este árbol por lo que os lo ha prohibido, sino por temor de que os convirtáis en rivales de vuestro mismo Amo". (2) Falsedad. Satanás acusó a Dios de que había mentido cuando dijo que la muerte seguiría al acto de comer del fruto. Los requisitos de Dios fueron colocados en la luz más horrible y censurable. Satanás trató de confundir la mente de Eva mezclando la verdad con la mentira, a fin de que a ella le resultara difícil distinguir entre las palabras de Dios y las suyas. La expresión "el día que comáis de él" sonaba como similar a lo que Dios había hablado (cap. 2: 17), como también la frase "sabiendo el bien y el mal". La promesa "serán abiertos vuestros ojos" implicaba una manifiesta limitación de la vista, que podría ser eliminada siguiendo el consejo de la serpiente.
Seréis como Dios.
Es correcta esta traducción en vez de "dioses", como aparecía en la versión Reina-Valera antes de la revisión de 1960, pues la palabra 'elohim que está en este pasaje también se halla en los vers. 1, 3 y 5 donde se la ha traducido como "Dios". La traducción correcta es: "Seréis como Dios". Esto revela ostensiblemente la naturaleza blasfema de las palabras de Satanás (ver Isa. 14: 12-14) y la plena gravedad de su engaño.
6.
Y vio la mujer.
Después de que se habían despertado en la mujer la duda y la incredulidad en cuanto a la orden de Dios, el árbol le pareció muy diferente. Se menciona tres veces cuán encantador era; incitaba su paladar, sus ojos y su anhelo de aumentar su sabiduría. Mirar el árbol en esa forma, con el deseo de gustar de su fruto, era una concesión a los alicientes de Satanás. En su mente ya era culpable de transgredir la orden divina: "No codiciarás" (Exo. 20: 17). El tomar el fruto y comerlo no fue sino el resultado natural de entrar así en la senda de la transgresión.
Tomó de su fruto.
Habiendo codiciado aquello a lo cual no tenía derecho, la mujer siguió transgrediendo un mandamiento de Dios tras otro. Luego robó la propiedad de Dios violando el octavo mandamiento (Exo. 20: 15). Al comer el fruto prohibido y darlo a su esposo, también transgredió el sexto mandamiento (Exo. 20: 13). También quebrantó el primer mandamiento (Exo. 20: 3) porque en su estima colocó a Satanás antes que a Dios obedeciéndole antes que a su Creador.
Dio también a su marido.
Observando que no murió inmediatamente -lo que parecía confirmar el definido aserto del seductor: "No moriréis"- Eva experimentó una sensación engañosa de júbilo. Quiso que su esposo 243 compartiera ese sentimiento con ella. Esta es la primera vez que el Registro sagrado llama a Adán "su marido". Pero en vez de ser "ayuda idónea" para él, ella se convirtió en el instrumento de su destrucción. La declaración "dio también a su marido" no implica que él había estado con ella todo el tiempo, como mudo espectador de la escena de la tentación. Más bien ella le dio del fruto cuando se reunió con él para que pudiera comer "como ella" y compartir así los supuestos beneficios.
El cual comió.
Antes de comer, debe haberse entablado una conversación entre Adán y su mujer. ¿La seguiría en su senda de pecado y desobediencia, o renunciaría a ella, confiando que Dios, de alguna manera, restauraría su felicidad destruida? El que ella no hubiera muerto por comer el fruto y que ningún daño evidente le hubiera sobrevenido, no engañó a Adán. "Adán no fue engañado sino ... la mujer" (1 Tim. 2: 14). Pero el poder de persuasión de su esposa, unido con su propio amor a ella, lo indujeron a compartir las consecuencias de su caída cualesquiera que fueran. ¡Decisión fatal! En vez de esperar hasta que pudiera tener la oportunidad de tratar todo el trágico asunto con Dios, decidió por sí mismo su suerte. La caída de Adán es tanto más trágica porque no dudó de Dios ni fue engañado como Eva. Procedió ante la segura expectativa de que se convertiría en realidad la terrible amenaza de Dios.
Deplorable como fue la transgresión de Eva y cargada como estuvo de calamidades futuras para la familia humana, su decisión no abarcó necesariamente a la humanidad en el castigo de su transgresión. Fue la elección deliberada de Adán, en la plena comprensión de la orden expresa de Dios -más bien que la elección de ella-, lo que hizo que el pecado y la muerte fueran el destino inevitable de la humanidad. Eva fue engañada; Adán no lo fue (ver Rom. 5: 12, 14; 1 Cor. 15: 21; 1 Tim. 2: 14; 2 Cor. 11: 3). Si Adán hubiera permanecido leal a Dios a pesar de la deslealtad de Eva, la sabiduría divina todavía hubiera resuelto el dilema para él y hubiera evitado el desastre para la familia humana (PP 39).
7.
Fueron abiertos los ojos de ambos.
¡Qué ironía hay en estas palabras que registran el cumplimiento de la ambigua promesa de Satanás! Fueron abiertos los ojos de su intelecto: comprendieron que ya no eran más inocentes. Se abrieron sus ojos físicos: vieron que estaban desnudos.
Se hicieron delantales.
Estando avergonzados en su presencia mutua, procuraron evadir la deshonra de su desnudez. Sus delantales de hojas de higuera eran un triste sustituto de las vestimentas radiantes de inocencia que habían perdido legalmente. La conciencia entró en acción. Que su sentimiento de vergüenza no tenía sus raíces en la sensualidad sino en la conciencia de culpa delante de Dios es evidente porque se ocultaron de él.
La única inscripción antigua que muestra alguna semejanza con el relato de la caída del hombre, como se presenta en la Biblia, es un poema bilingüe sumeroacadio que dice: "La doncella comió aquello que era prohibido, la doncella, la madre de pecado, cometió mal, la madre de pecado tuvo una penosa experiencia" (A. Jeremías, Das Alte Testament im Lichte das alten Orients [El Antiguo Testamento a la luz del antiguo Oriente], pág. 99. Leipzig, 1930).
8.
La voz de Jehová Dios.
Las visitas periódicas de Dios, hacia el fin del día, cuando suaves céfiros vespertinos refrescaban el huerto, siempre habían sido una ocasión de deleite para la feliz pareja. Pero el sonido de la aproximación de Dios fue entonces un motivo de alarma. Ambos sintieron que de ninguna manera se atrevían a encontrarse con su Creador. Ni la humildad ni el pudor fueron la razón de su temor, sino un profundo sentimiento de culpabilidad.
9.
¿Dónde estás tú?
Adán, que siempre había dado la bienvenida a la presencia divina, se ocultó ahora. Sin embargo, no podía esconderse de Dios, quien llamó a Adán, no como si ignorase su escondedero, sino para hacerlo confesar. Adán procuró ocultar el pecado detrás de sus consecuencias, su desobediencia detrás de su sentimiento de vergüenza, haciéndole creer a Dios que se había ocultado por la turbación provocada por su desnudez. Su comprensión de los efectos del pecado era más aguda que la del pecado mismo. Aquí, por primera vez, somos testigos de la confusión entre el pecado y el castigo, que caracteriza al hombre o en su estado caído. Se sienten y detestan los resultados del pecado más que el pecado mismo.
12.
La mujer que me diste.
Dios formuló una pregunta que revelaba su conocimiento de la transgresión de Adán y tenía el propósito 244 de despertar dentro de él una convicción de pecado. La respuesta de Adán fue una tortuosa y evasiva excusa por su confusión, lo que significaba una acusación contra Dios. Así había cambiado el carácter de Adán en él corto intervalo desde que entró en la senda de la desobediencia. El hombre que sentía un cariño tan tierno por su mujer como para violar a sabiendas la orden de Dios a fin de que no fuera separado de ella, ahora habla de ella con antipatía fría e insensible como "la mujer que me diste por compañera". Sus palabras recuerdan las de los hijos de Jacob que hablaron a su padre en cuanto a José como "tu hijo" (Gén. 37: 32; cf. Luc. 15: 30). Uno de los amargos frutos del pecado es la dureza de corazón: "sin afecto natural" (Rom. 1: 31). La insinuación de Adán de que Dios era culpable por su triste condición, al estar atado a una criatura tan débil y seductora, se hunde en las mismísimas profundidades de la ingratitud.
13.
La serpiente me engañó.
La mujer también tenía una respuesta lista al acusar a la serpiente de haberla engañado. Ni Adán ni su mujer negaron los hechos sino que procuraron escapar acusando a otro. Tampoco dieron evidencias de contrición. Sin embargo, existe una notable diferencia entre sus confesiones. La mujer protestó que había sido engañada; Adán admitió tácitamente que su acto había sido deliberado, con pleno conocimiento de sus consecuencias.
14.
Maldita serás.
La maldición del pecado descansa no sólo sobre la serpiente sino sobre toda la creación animal, aunque ella había de llevar una maldición mayor que sus congéneres. La serpiente, que antes era la más inteligente y bella de las criaturas, quedó ahora privada de las alas y condenada, de allí en adelante, a arrastrarse sobre el polvo.
No debiera suponerse que los brutos irracionales fueron hechos así objeto de la ira de un Dios vengativo. Esta maldición fue para el beneficio de Adán, como un medio de impresionarlo con las abarcantes consecuencias del pecado. Debe haber provocado intenso sufrimiento a su corazón el contemplar esas criaturas -cuyo protector se esperaba que fuera él- llevando los resultados de su pecado (PP 54). Sobre la serpiente, que se había convertido para siempre en el símbolo del mal, cayó la maldición más pesadamente; no tanto para que sufriera como para que también pudiera ser para el hombre un símbolo de los resultados del pecado. No es de admirarse que la mayoría de los seres humanos sientan repugnancia y temor en la presencia de una serpiente.
Polvo comerás.
El hecho de que las serpientes no comen polvo en realidad ha hecho que algunos comentadores declaren que los antiguos se equivocaron pensando que este animal, que siempre se arrastra sobre el vientre y vive aun en los desiertos donde apenas hay alimento, se alimentaba de polvo. Dicen ellos que este falso concepto influyó en el autor del Génesis para formular la maldición pronunciada sobre la serpiente para que armonizara con esa creencia que tenían en común. Los eruditos conservadores han tratado, con poco éxito, de mostrar que la serpiente come algo de polvo cuando come su alimento. ¿Pero no pasa esto también con muchos animales que toman su alimento del suelo? Desaparece este problema cuando consideramos como figurada la frase "polvo comerás". Fue usada en este sentido por los pueblos antiguos como lo revelan su literatura y cartas recientemente recuperadas. El antiguo mito pagano del descenso de Astarté al infierno habla de gente maldita de la cual "polvo es su comida y arcilla su alimento". Entre las maldiciones pronunciadas contra los enemigos se repite vez tras vez el deseo de que tengan que comer polvo. En el viejo himno de batalla galés, "Marcha de los hombres de Harlech", se lanza una mofa contra los enemigos: "Morderán el polvo". Vista así, la expresión "Polvo comerás todos los días de tu vida", significa sencillamente: "Serás la más maldita de todas las criaturas".
15.
Pondré enemistad.
Aquí el Señor deja de dirigirse a la serpiente literal que habló a Eva, para pronunciar juicio sobre el diablo, la serpiente antigua. Este juicio, expresado en lenguaje profético, siempre ha sido entendido por la iglesia cristiana como una predicción de la venida del Libertador. Aunque esta interpretación es incuestionablemente correcta, puede señalarse que la profecía es también literalmente verdadera: hay una enemistad mortal entre la serpiente y el hombre doquiera se encuentran los dos.
Entre tu simiente y la simiente suya.
Se hace referencia a la lucha secular entre la simiente de Satanás -sus seguidores- (Juan 8: 44; Hech. 13: 10; 1 Juan 3: 10) y la simiente de la mujer. El Señor Jesucristo es llamado la 245 "simiente" por antonomasia (Apoc. 12: 1-5; cf. Gál. 3: 16, 19); fue él quien vino "para deshacer las obras del diablo" (Heb. 2: 14; 1 Juan 3: 8).
Esta te herirá en la cabeza.
"Herirá, shuf. Esta palabra significa "aplastar" o "estar al acecho de alguien". Es evidente que aplastar la cabeza es mucho más grave que aplastar el talón. Como represalia, la serpiente sólo ha podido herir el talón de la simiente de la mujer.
La "simiente" se expresa en singular, indicando que no es una multitud de descendientes de la mujer los que, en conjunto, se ocuparán de aplastar la cabeza de la serpiente, sino más bien que un solo individuo zará eso. Estas observaciones muestran claramente que en este anuncio está condensada la relación del gran conflicto entre Cristo y Satanás, una batalla que comenzó en el cielo (Apoc. 12: 7-9), continuó en la tierra, donde Cristo otra vez derrotó a Satanás (Heb. 2: 14), y terminará finalmente con la destrucción del maligno al fin del milenio (Apoc. 20: 10). Cristo no salió ileso de esta batalla. Las señales de los clavos en sus manos y pies y la cicatriz en su costado serán recordativos eternos de la fiera lucha en la cual la serpiente hirió a la simiente de la mujer (Juan 20: 25; Zac. 13: 6; PE 53).
Este anuncio debe haber producido gran consuelo en los dos desfallecientes transgresores que estaban delante de Dios, de cuyos preceptos se habían apartado. Adán, virrey de Dios en la tierra mientras permaneciera leal, había cedido su autoridad a Satanás al transferir su lealtad de Dios a la serpiente. Que Satanás comprendía plenamente sus usurpados "derechos" sobre esta tierra, obtenidos al ganar la sumisión de Adán, es claro por su afirmación ante Cristo en el monte de la tentación (Luc. 4: 5, 6). Adán empezó a comprender la magnitud de su pérdida: de gobernante de este mundo se había convertido en esclavo de Satanás. Sin embargo, antes de oír el pronunciamiento de su propia sentencia, fue aplicado a su alma quebrantada el bálsamo sanador de la esperanza. De ella, a quien había culpado por su caída, él debía esperar su liberación: la simiente prometida en quien habría poder para vencer al archienemigo de Dios y del hombre.
¡Cuán bondadoso fue Dios! La justicia divina requería castigo para el pecado, pero la misericordia divina ya había hallado una forma para redimir a la raza humana caída: por el sacrificio voluntario del Hijo de Dios (1 Ped. 1: 20; Efe. 3: 11; 2 Tim. 1: 9; Apoc. 13: 8). Dios instituyó el ritual de los sacrificios para proporcionar al hombre una ayuda visual, a fin de que pudiera comprender algo del precio que se debía pagar para expiar su pecado. El cordero inocente tenía que dar su sangre en lugar de la del hombre y su piel para cubrir la desnudez del pecador, a fin de que el hombre pudiera así recordar siempre por medio de los símbolos al Hijo de Dios, que tendría que entregar su vida para expiar la transgresión del hombre y cuya justicia sería lo único suficiente para cubrirlo. No sabemos cuán clara fue la comprensión de Adán del plan de la redención, pero podemos estar seguros de que le fue revelado lo suficiente para asegurarle que el pecado no duraría para siempre, que de la simiente de la mujer nacería el Redentor, que sería recuperado el dominio perdido y que se restauraría la felicidad del Edén. De principio a fin, el Evangelio de salvación es el tema de las Escrituras.
16.
Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces.
En el mismo principio se le había ordenado al hombre: "Fructificad y multiplicaos" (cap. 1: 28). De ahí que los embarazos tenían el propósito de ser una bendición y no una maldición. Pero la entrada del pecado significó que de allí en adelante la preñez sería acompañada por el dolor.
Con dolor.
Ciertamente, los dolores del parto iban a ser tan intensos que en las Escrituras son un símbolo de la más tremenda angustia corporal y mental (Miq. 4: 9, 10; 1 Tes. 5: 3; Juan 16: 21; Apoc. 12: 2).
Tu deseo será para tu marido.
La palabra hebrea shuq, "deseo", significa "ir en pos de algo", "tener un intenso anhelo de una cosa", lo que indica el más fuerte deseo posible por ella. Aunque oprimida por el hombre y torturada por los dolores del parto, la mujer todavía sentiría un intenso deseo por su esposo. Los comentadores están divididos en su opinión en cuanto a si ésta es una parte del castigo. Parece razonable concluir que este "deseo" fue dado para aliviar los dolores del sexo femenino y para unir aún más estrechamente el corazón de esposo y esposa.
El se enseñoreará de ti.
La mujer había quebrantado su relación con el hombre, divinamente señalada. En vez de ser una "ayuda idónea" para él, se había convertido en su 246 seductora. Por eso perdió su condición de igualdad con el hombre; él iba a "enseñorearse" de ella como señor y amo. En las Escrituras, se describe a una esposa como que es "poseída" por su señor. Entre la mayoría de los pueblos que no son cristianos, la mujer ha estado sometida, a través de los siglos, a la degradación y a una esclavitud virtual. Sin embargo, entre los hebreos la condición de la mujer era de una clara subordinación aunque no de opresión ni esclavitud. El cristianismo ha colocado a la mujer en la misma plataforma que el hombre en lo que atañe a las bendiciones del Evangelio (Gál. 3: 28). Aunque el esposo debe ser la cabeza del hogar, los principios cristianos llevarán al hombre y a su esposa a experimentar un verdadero compañerismo, donde cada uno está tan consagrado a la felicidad y bienestar del otro, que nunca ocurre que cualquiera de ellos trate de "enseñorearse" del otro (ver Col. 3: 18, 19).
17.
Por cuanto obedeciste.
Por primera vez se usa aquí el sustantivo "Adán" como un sustantivo propio sin el artículo -hecho que no se advierte en la VVR, donde ha'adam, en los caps. 2: 19, 23; 3: 8, 9, se traduce como un nombre personal, aunque el artículo, en cada caso, indica que la palabra se usa en el sentido de "el hombre". Antes de pronunciar sentencia, Dios explicó por qué ésta era necesaria y adecuada. Adán había procedido de acuerdo con los persuasivos argumentos de Eva, poniendo la palabra de ella por encima de la de Dios. Así había retirado de Dios su afecto supremo y lealtad, perdiendo legalmente las bendiciones de la vida y aun la vida misma. Al exaltar su voluntad por encima de la voluntad de Dios, Adán debía aprender que independizarse de Dios no significa colocarse en una esfera más excelsa de existencia sino separarse de la Fuente de la vida. De ahí que la muerte le mostraría la completa falta de valor de su propia naturaleza.
Maldita será la tierra.
Debiera notarse otra vez que Dios no maldijo ni a Adán ni a su esposa. Tan sólo fueron pronunciadas maldiciones sobre la serpiente y la tierra. Pero Dios dijo a Adán: "Maldita será la tierra por tu causa".
Con dolor comerás.
La misma palabra que había sido usada para expresar los sufrimientos relacionados con el parto, ahora se usa para informar a Adán de las dificultades que encontraría al sacar a duras penas un mísero sustento de la tierra maldita. Mientras viviera allí, no tendría esperanza de que se aliviara esto. La expresión "todos los días de tu vida" es la primera indicación de que vendría con seguridad la muerte aunque ese hecho se pospondría por un tiempo.
18.
Espinas y cardos.
Antes de la caída, la tierra producía sólo plantas que eran útiles como alimento o bellas para recrear la vista. Ahora había de producir también "espinas y cardos" (EC 307). El trabajo aumentado, necesario para cultivar la tierra, incrementaría la aflicción de la existencia del hombre. Tenía que aprender, por amarga experiencia, que la vida apartada de Dios, en el mejor de los casos, es dolor y aflicción.
Comerás plantas.
El castigo divino implicaba también un cambio parcial en el régimen alimentario. Es evidente que debemos deducir que los cereales, frutas oleaginosas y otras frutas que recibió el hombre originalmente se redujeron tanto en cantidad y calidad, como resultado de la maldición, que el hombre se vio obligado a recurrir a las plantas para su alimento diario. Este cambio también podría haberse debido, en parte, a la pérdida de ciertos elementos procedentes del árbol de la vida, a un cambio en el clima y quizá, principalmente, a la sentencia del duro trabajo del hombre para ganarse el sustento.
19.
Con el sudor de tu rostro.
Se expresa ahora vívidamente el arduo esfuerzo que había de añadirse a la gravosa vida del hombre. Esto se refiere específicamente al agricultor que debe vivir arrancando de una tierra maldispuesta el alimento para sí mismo y su familia, pero se aplica igualmente para todos los otros oficios. Desde la caída de Adán, todo lo que gane el hombre se puede alcanzar sólo mediante un esfuerzo. Con todo, debiera reconocerse que este castigo fue en realidad una bendición disfrazada para los seres pecadores. Cuando un hombre trabaja, es mucho menos probable que peque que cuando pasa sus días en la ociosidad. El esfuerzo y el trabajo desarrollan el carácter y le enseñan humildad al hombre y cooperación con Dios. Esta es una razón por la que la iglesia cristiana generalmente ha encontrado sus más leales adherentes y sustentadores en la clase trabajadora. El trabajo, aun cuando sea arduo, no debiera ser despreciado, porque "hay una bendición en él".
Hasta que vuelvas a la tierra.
El Señor 247 informó a Adán que la tumba era su destino cierto. Así entendió el hombre que el plan de la redención (vers. 15) no impediría la pérdida de su vida actual, sino que le ofrecía la seguridad de una vida nueva. Con el cambio ocurrido en la naturaleza de Adán y Eva -de inmortalidad condicional a mortalidad- comenzó el cumplimiento de la horrenda predicción: "El día que de él comieres, ciertamente morirás". Dios, obrando con misericordia, concedió al hombre un tiempo de gracia; de lo contrario la muerte habría ocurrido inmediatamente. La justicia divina requería que el hombre muriera, pero la misericordia divina le concedió la oportunidad de vivir.
20.
Llamó Adán el nombre de su mujer, Eva.
Este versículo no es una confusa interpolación introducida en el contexto del relato de la caída y sus consecuencias, tal como sostienen algunos comentadores. En cambio muestra que Adán creía en la promesa concerniente a la "simiente" de la mujer, creencia que se revela en el nombre que dio a su esposa.
Eva, jawwah. Jawwah significa "vida". La LXX traduce esta palabra como zoé. El término jawwah es una antigua forma semítica que también se encuentra en arcaicas inscripciones fenicias; sin embargo ya no se usaba en hebreo en el tiempo cuando se escribió el Pentateuco. Se ha considerado esto como una indicación de que Adán hablaba un antiguo idioma semítico. Si Moisés hubiese usado un equivalente hebreo de su época, habría escrito el nombre de la mujer jayyah, en vez de jawwah; pero al dar el nombre usando una palabra arcaica, revela que su conocimiento se remonta al pasado remoto. La palabra jawwah fue transliterada Eua en Gén. 4:1, en la LXX. De allí viene nuestra palabra "Eva".
Ella era madre.
Adán dio a su esposa el nombre de "la que vive". Lo hizo por fe, porque veía en ella a la "madre de todos los vivientes", en un momento cuando su sentencia de muerte acababa de ser pronunciada. También contempló más allá de la tumba, y vio en la simiente prometida a su mujer a Aquel que devolvería a ellos y a sus descendientes la inmortalidad que habían perdido legalmente ese día. En vez de llamarla con melancolía y desesperación -como podría esperarse debido a las circunstancias- "la madre de todos los sentenciados a muerte", él fijó los ojos por fe en su Juez, y antes de que ella diera a luz su primogénito, la llamó con esperanza "la que vive". Ciertamente, la fe fue para él "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1).
21.
Túnicas de pieles.
Antes de expulsar a Adán y a Eva del huerto, Dios les proporcionó vestimentas más durables, adecuadas para el trabajo físico que en adelante sería su ocupación, y como protección contra los cambios de temperatura del ambiente que seguirían a la caída (PP 46). También las pieles eran un recordativo constante de su perdida inocencia, de la muerte como la paga del pecado y del prometido Cordero de Dios quien, por su propia muerte vicaria, quitaría los pecados del mundo. El que había sido comisionado como protector de los animales creados, desgraciadamente ahora se encontró quitando la vida de uno de ellos. Estos debían morir para que él viviese.
El servicio de sacrificios, aunque no se menciona específicamente aquí, fue instituido en ese tiempo (PP 54; cf. DTG 20). El relato de los sacrificios de Caín y Abel, narrado en el capítulo siguiente, muestra que los primeros hijos de Adán y Eva estaban bien familiarizados con ese ritual. Si Dios no hubiera dictado reglamentaciones definidas respecto de los sacrificios, habría sido arbitraria su aprobación de la ofrenda de Abel y su desaprobación de la de Caín. Al no acusar Caín a Dios de parcialidad, ponía en evidencia que tanto él como su hermano sabían lo que era requerido. La universalidad de los sacrificios de animales en los tiempos antiguos señala el origen común de esa práctica.
22.
Como uno de nosotros.
El hombre se había enterado de su castigo y del plan de redención, y se le habían proporcionado vestimentas. Por su desobediencia había conocido la diferencia entre el bien y el mal, al paso que Dios había procurado que obtuviera ese conocimiento mediante su espontánea cooperación con la voluntad divina. La promesa de Satanás de que el hombre llegaría a ser "como Dios" tan sólo se cumplió en que el hombre ahora conocía algo de los resultados del pecado.
Alargue su mano.
Inmediatamente después de la caída fue necesario evitar que el hombre continuara comiendo el fruto del árbol de la vida, para que no se convirtiera en un pecador inmortal (PP 44). Por el pecado, el hombre había caído bajo el poder de la 248 muerte. De manera que el fruto que producía la inmortalidad ahora sólo podía provocarle daño. La inmortalidad experimentada en un estado de pecado, y por lo tanto en una desventura eterna, no era la vida que Dios concibió para el hombre. Negar al hombre acceso a ese árbol vivificador fue tan sólo un acto de misericordia divina que quizá Adán no apreció plenamente en ese tiempo, pero por el cual estará agradecido en el mundo venidero. Allí comerá eternamente del árbol de la vida por tanto tiempo perdido ( Apoc. 22: 2, 14). Al participar de los emblemas del sacrificio de Cristo, tenemos el privilegio de comer por fe del fruto de aquel árbol, y de vislumbrar confiadamente el tiempo cuando podamos arrancar y comer su fruto con todos los redimidos en el paraíso de Dios (MM 366).
24.
Echó, pues, fuera al hombre.
Al expulsar a Adán y a Eva del Edén y al enviarlos a ganarse la vida con el sudor de su frente, Dios realizó lo que debe haber sido para él, tanto como para Adán, un triste deber. Aun después de haber talado las selvas primitivas, siempre habría una lucha perpetua contra malezas, insectos y animales salvajes.
Querubines.
No es claro el origen del sustantivo "querubín", pero la palabra querubín está probablemente relacionada con la palabra asiria karábu, "bendecir" u "orar". La Biblia presenta a los querubines como pertenecientes a la clase de seres que llamamos ángeles, especialmente los que están cerca de Dios y de su trono (Eze. 9: 3; 10: 4; Sal. 99: 1). Por eso las figuras de los querubines habían de estar encima del arca y en las cortinas del tabernáculo (Exo. 25: 18; 26: 1, 31) y más tarde fueron esculpidos en las paredes y puertas del templo (1 Rey. 6: 29, 32, 35).
Una remembranza de seres celestiales que custodian el camino al árbol de la vida quizá se ha conservado en la antigua epopeya mesopotámica de Gilgamés, quien salió en procura de la "hierba de la vida", o inmortalidad. Del lugar donde había de encontrarse la "hierba de la vida", la epopeya informa que "hombres como escorpiones vigilan su portón, cuyo terror es terrible, el contemplarlos es muerte; su pavorosa gloria derriba montañas". Los palacios asirios eran custodiados por grandes colosos alados llamados káribu, medio toros y medio hombres, tal vez una adulteración pagana del registro de los guardianes del paraíso instituidos por Dios, En los templos egipcios se encuentran numerosas representaciones de querubines, criaturas similares a seres humanos, con sus alas extendidas para proteger el sagrario de la deidad.
Una espada encendida.
La luz siempre ha sido un símbolo de la presencia divina. Como tal, la Shekinah, gloria de Dios, aparecía entre los dos querubines, uno a cada lado del propiciatorio que cubría el arca del pacto en el lugar santísimo (ver Exo. 25: 22; Isa. 37: 16; DTG 429; PP 360; CS 26). La frase "una espada encendida" es más bien una traducción inexacta del hebreo que dice literalmente "un fulgor de la espada". No había ninguna espada literal que guardara el portón del paraíso. Más bien había lo que parecía ser el centelleante reflejo de luz de una espada "que se revolvía por todos lados" con gran rapidez, haciendo refulgir dardos de luz que irradiaban de un centro intensamente brillante. Además la forma del verbo hebreo, mithhappéketh, traducido en la VVR "se revolvía por todos lados", significa en realidad "dándose vuelta a todos lados". Esta forma verbal se usa exclusivamente para expresar una acción reflexiva intensa y, en este caso, necesariamente significa que la "espada" parecía girar sola sobre sí misma. Esta radiante luz viviente no era sino la gloria de la Shekinah, la manifestación de la presencia divina. Ante ella, durante siglos, los leales a Dios se reunían para adorarle (PP 46, 69-71).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-24 PP 34-47; SR 32-41
1 CS 559, 586; DTG 93; 1JT 123; PP 36; SR 32; 5T 384, 504
1-5 CH 108, 109; CS 610; PP 36; 5T 503
1-8 CM 14; MC 334
2-5 CS 586; SR 33
3 Te 251
3-5 Ed 21
4 CS 588, 594; ECFP 87; Ev 434; 1JT 100, 118, 120, 488; PE 218; PP 83; SR 388; 3T 72
4, 5 CS 618; PP 740; PVGM 92; SR 398
4-6 1JT 497; 1T 565; 3T 455 249
5 CM 275; CS 587, 594; Ed 22; FE 437; 1JT 177; 2JT 307, 335; PR132; SR 395; 5T 625 PP 83; SR 388; 3T 72
5, 6 EC 17
6 CH 108,111, 409; CRA 171; CS 587; DMJ 49; DTG 9 1; Ed 21; Ev 443; FE 446, 471; 1JT 4129 417, 422,427, 511; 2JT 430; 3JT 268; MeM 333, 366; MJ 67, 73; MM 93; OE 274; PE 125, 147, 218; 3T 72, 161, 324; 4T 573; 5T 504; Te 13, 15, 19, 242
7 MC 366; MeM 321; PP 26, 40; PVGM 295, 296
8 CC 15
8-12 PP 41
9-14 SR 39
12, 13 CC 39; 5T 638
13-16 PP 41
15 CS 559, 561; DTG 23, 361 789 891 5321 618; Ed 23; FV 74; HAp 180; 1JT 590, 591; 3JT 430; PE 177; PP 51, 62. 386; PR 502, 505, 517; Te 244, 252
16 1JT 413; PP 42
17 CC 8
17, 18 Ed 97; MC 228; PVGM 272; 8T 256
17-9 Ed 22; PP 31, 43; SR 40
18, 19 FE 13; 3JT 430
19 CM 209; CS 587, 588; FE 314, 326; HAd 23; 2JT 48; PP 511 2T 529
21 PP 46; SR 46
22, 23 TM 130
23 MeM 173; SR 46
23, 24 Ed 22; PE 51, 218
24 CS 565, 589; 2JT 374; MeM 366; PP 44, 46, 70, 71, 126, 148; SR 388; TM 131
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA Cap. 4
1.
Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
En hebreo dice literalmente: "He adquirido un hombre, el Señor". Cuando Eva tuvo a su primogénito en sus brazos, indudablemente recordó la promesa divina del cap. 3: 15, y acariciando la esperanza de que él fuera el Libertador prometido, lo llamó Qáyin, "adquirido" (DTG 23). ¡Vana esperanza! Su ávido anhelo de un rápido cumplimiento de la promesa evangélica encontraría el más amargo desengaño. No sabía que ése, su primer hijo, llegaría a ser el primer asesino del mundo.
2.
Su hermano Abel.
La ausencia de la expresión usual "concibió" y el uso de la expresión peculiar "dio a luz", literalmente "continuó dando a luz", han sugerido a algunos comentadores que Abel era hermano gemelo de Caín. Quizá esto sea verdad pero no se deduce necesariamente del versículo. El nombre Abel significa "vanidad" o "nada". Indica que las esperanzas maternas ya habían sido defraudadas con su hijo mayor, o que Abel personificaba para ella las calamidades de la vida humana. En este capítulo, siete veces Abel es llamado el hermano de Caín, aparentemente para hacer realzar la atrocidad del pecado de Caín.
Pastor de ovejas.
No hay razón para encontrar en las ocupaciones elegidas por los dos hombres una indicación de diferencia en carácter moral, aunque esas elecciones probablemente fueron determinadas por sus talentos e inclinaciones.
3.
Andando el tiempo.
Literalmente, "al fin de días". Esto denota el transcurso de un período de tiempo considerable, indefinido, y que puede indicar la estación de la cosecha. Suponer que esto significa el fin de una semana o un año, como lo han sugerido algunos comentadores, no tiene mucho asidero, pues no hay una razón particular para que ninguno de estos períodos sea aquí mencionado. Sin embargo, la palabra yamim, "días", se usa en numerosos casos donde el contexto aclara que quiere decir un año. En tales casos se ha traducido "año" (ver Exo. 13: 10; Núm. 9: 22; 1 Sam. 2: 19; 27: 7; 2 Crón. 21: 19; etc.).
Una ofrenda a Jehová.
"Ofrenda", minjah. Se usa minjah en las leyes levíticas para la ofrenda incruenta de agradecimiento, que constaba de harina y de aceite, o harina preparada con incienso (Lev. 2: 1, 4, 14, 15). Sin embargo, aquí la palabra tiene un significado más amplio e incluye tanto una ofrenda comestible como el sacrificio de animales, porque se usa para designar no sólo la ofrenda incruenta de Caín sino también el sacrificio de Abel (vers. 4). No se indica si Caín o Abel construyeron un altar para sus ofrendas, pero obviamente deben haberlo hecho (PP 58). La siguiente vez en que se habla en la Biblia de un sacrificio, se menciona el altar (Gén. 8: 20). El sistema de ofrendas de sacrificios había sido introducido por Dios cuando el hombre fue expulsado del huerto (PP 54, 58). Los siguientes versículos aclaran que Caín sabía que estaba haciendo mal al presentar la clase de ofrenda que ofreció a Dios. Se le 251 había enseñado que la sangre del Hijo de Dios haría expiación de sus pecados. Al seguir la regla instituida divinamente de sacrificar un cordero por sus pecados, él hubiera mostrado lealtad a Dios, quien había ordenado el sistema de sacrificios, y habría expresado fe en el plan de la redención (Heb. 11: 4). El predominio universal de los sacrificios en los pueblos antiguos indica que existía un precepto divino más bien que una invención humana en lo que atañe a su origen (DTG 20).
¿Qué hizo que la ofrenda de Caín no fuera aceptable para Dios? El reconoció parcialmente, a regañadientes, los derechos de Dios sobre él. Pero un espíritu secreto de resentimiento y rebelión lo movió a responder a las órdenes de Dios según su propia elección, antes que seguir el plan establecido por Dios. Obedeció en apariencia, pero su forma de proceder revelaba un espíritu desafiante. Caín se propuso justificarse a sí mismo por sus propias obras, ganar la salvación por sus méritos personales. Rehusando reconocerse como pecador que necesitaba un salvador, ofreció una ofrenda que no expresaba penitencia por el pecado: una ofrenda incruenta. Y "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" pues "la misma sangre hará expiación de la persona" (Heb. 9: 22; Lev. 17: 11; PP 581 59).
Caín reconocía la existencia de Dios y su poder para dar o para retener las bendiciones terrenales. Sintiendo que era ventajoso vivir en buenos términos con la Deidad, Caín consideró que era conveniente apaciguar y eludir la ira divina mediante una ofrenda, aunque la ofreciera de mala gana. Dejó de comprender que el cumplimiento parcial y formal de los requisitos explícitos de Dios no podía ganar el favor divino como sustituto de la verdadera obediencia y contrición del corazón. Procedemos bien hoy día cuando examinamos nuestro corazón para que no seamos hallados, como Caín, ofreciendo a Dios ofrendas sin valor e inaceptables.
4.
Los primogénitos de sus ovejas.
El ritual de los sacrificios como fue presentado por Moisés requería derramar la sangre de los animales primogénitos sobre el altar y quemar su grasa sobre el fuego (Núm. 18: 17). La ofrenda de Abel fue una demostración de fe (Heb. 11: 4). Por contraste, la ofrenda de Caín fue un intento de ganar la salvación por las obras. En el caso de Abel, la fe en el plan de la salvación y en el sacrificio expiatorio de Cristo se reveló en una obediencia sin reservas.
Con agrado.
Sha´já, "considerar con benevolencia". Aunque no se revela aquí la forma en que Dios aceptó la ofrenda de Abel, esa aceptación resulta evidente, porque el sacrificio fue consumido por fuego divino, tal como sucedió frecuentemente en tiempos posteriores (ver Lev. 9: 24; Juec. 6: 2 1; 1 Rey. 18: 38; 1 Crón. 21: 26; 2 Crón. 7: 1; PP 58). Es digno de notarse que al aceptar Dios el sacrificio de Abel lo estaba aceptando a él personalmente. En realidad, en la narración se menciona primero la aceptación de Abel mismo antes de la aceptación de su ofrenda. Esto es una indicación de que Dios no estaba tan interesado en el sacrificio como en el que lo ofrecía.
5.
A Caín y a la ofrenda suya.
Caín notó la ausencia de una señal visible del agrado de Dios y de la aceptación de su ofrenda. Como resultado, se llenó de una ira reconcentrada y temeraria. La frase hebrea que aquí se usa puede traducirse literalmente: "Le ardió mucho a Caín". Sintió un fiero resentimiento contra su hermano y hacia Dios. Indudablemente no experimentó dolor por el pecado, ni sintió necesidad de autoexaminarse ni de orar pidiendo luz o perdón. La conducta de Caín ejemplifica la de un pecador contumaz e impenitente cuyo corazón no es quebrantado por la corrección ni el reproche, sino que se hace más duro y rebelde aún. Caín no ocultó sus sentimientos de frustración, desagrado e ira. Su rostro demostraba su resentimiento.
6.
¿Por qué te has ensañado?
El que habla aquí es Dios. En este pasaje, y además en los vers. 14 y 16, se advierte que Dios no había dejado de acercarse personalmente a los hombres después de haberlos expulsado del huerto. El rechazo de la ofrenda de Caín no significó necesariamente el rechazo de Caín mismo. Dios, con misericordia y paciencia, estaba listo para darle otra oportunidad. Aunque Dios manifestó claramente su desagrado al rechazar la ofrenda, se presentó al pecador y razonó con él para persuadirlo del error de su proceder y de lo irrazonable de su ira. Dios habló a Caín como a un niño caprichoso, para ayudarle a comprender claramente cuál era la verdadera motivación que asechaba como bestia salvaje, en su fuero interior. La pregunta "por qué" tenía el propósito de inducir a Caín a reconocer que su ira 252 era ilógica. Debía comprender que Dios tenía una razón válida para rechazar su ofrenda. El mismo debía descubrir la causa del desagrado divino para eliminarla.
7.
Si bien hicieres.
Este versículo presenta ciertas dificultades lingüísticas que han inducido a algunos comentadores modernos a pensar que el error de un copista cambió el texto hebreo. Que aun en sus días los traductores de la LXX encontraron oscuro su significado es evidente por su traducción mutilada del pasaje. Los rabinos trataron de explicarlo arguyendo que la ofrenda de Caín fue rechazada porque no había seguido con exactitud las normas que regulaban los sacrificios y que con el tiempo constituirían el ritual levítico. Pero el contraste obvio entre los resultados de "hacer bien" y de "no hacer bien" eliminan la necesidad de una explicación tal. La primera cláusula dice literalmente: "¿No hay acaso un alivio si tú haces bien?" ¿Qué se aliviaría? ¿La carga de la culpa o el semblante? La expresión "levantar el rostro" como equivalente de "estar gozoso o ser inocente" es común en hebreo (Job 11: 15; 22: 26; 2 Sam. 2: 22), y probablemente aparece aquí en una forma abreviada como un complemento de la declaración precedente de que había decaído el rostro de Caín (vers. 6). Dios quería que Caín entendiera que si enmendaba su conducta y vivía de acuerdo con los preceptos divinos, ya no habría razón para que Dios mostrara su desagrado, y por lo tanto el rostro de Caín no tendría necesidad de manifestar ira y desengaño. Sin embargo, si Caín no cambiaba, si continuaba en la senda del mal, el pecado lo abrumaría. La expresión "el pecado está a la puerta" (asechando como una fiera) es probablemente un dicho proverbial (1 Ped. 5: 8).
Pecado.
Algunos han sugerido que la palabra hebrea traducida aquí "pecado",jatta'th, debiera traducirse "ofrenda por el pecado" tal como se lo hace casi en la mitad de los pasajes donde aparece en el AT (ver por ejemplo Exo. 30: 10; Lev. 4: 32; Núm. 7: 16, 22; etc.; cf. Ose. 4: 8; Heb. g: 28; 2 Cor. 5: 21). Si así fuera, Dios habría dicho a Caín: "Si tú fueras inocente, tu [incruenta] ofrenda sería aceptable como una ofrenda de gratitud, ¿acaso no lo sería? Y cuando tú pecas, ¿no hay acaso una ofrenda para el pecado siempre a mano?" Debe hacerse resaltar una dificultad que surge si se quiere traducir jatta'th como "ofrenda por el pecado". Jatta'th es en hebreo una palabra del género femenino, al paso que el vocablo robets, "está", es masculino. Este debiera ser femenino para concordar con jatta'th, que es su sujeto. Esta diferencia sugiere que Moisés estaba personificando el "pecado" como un animal feroz agazapado a la puerta y por eso eligió deliberadamente que robets concordara con el animal feroz masculino de su figura literaria más bien que con el sujeto en su sentido literal: "pecado" u "ofrenda", que en hebreo es femenino.
A ti será su deseo.
Esto no se puede referir a que Abel tuviera un "deseo" hacia su hermano mayor en el mismo sentido en que Eva lo tuvo hacia su esposo (ver cap. 3: 16), es decir, aceptar su supremacía. Una explicación tal parecería discordar con el contexto y con los principios divinos. Si se personifica al pecado como un animal feroz que está asechando a Caín, sería apropiado continuar la comparación traduciéndola tal como está en la BJ: "A la puerta está el pecado, como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar".
8.
Dijo Caín a su hermano Abel.
En la versión Reina-Valera anterior a la revisión de 1960 no estaba indicado qué dijo Caín a su hermano Abel. Después de la revisión se lee: "Salgamos al campo". Estas palabras están en la versión Samaritana y en la LXX. Esta cláusula parece ser una adición de un copista, aunque el contexto da lugar a aceptar como enteramente posible que haya estado en el original. No es probable que Caín le contara a Abel lo que Dios le acababa de decir, pero puede haber tratado de argumentar con su hermano acusando a Dios de injusticia en su trato con él.
Estando ellos en el campo.
Las obras de Caín "eran malas y las de su hermano justas" (1 Juan 3: 12). Por esto Caín mató a su hermano. La enemistad entre el bien y el mal, predicha por Dios antes de la expulsión del huerto, se vio ahora por primera vez en su forma más horrible. En este versículo, se añaden dos veces las palabras "su hermano" al nombre de Abel para presentar claramente el horror del pecado de Caín. En él, la simiente de la mujer ya se había convertido en la simiente de la serpiente. El crimen de Caín revelaba la verdadera naturaleza de Satanás como "homicida desde el principio" (Juan 8: 44). Ya había surgido el contraste entre las dos "simientes" dentro de la raza humana, contraste que continúa a través de toda la historia de la humanidad.
9.
¿Dónde está Abel tu hermano?
Como en el caso de Adán y Eva, ahora Dios buscó a Caín para mostrarle su transgresión en su enfoque debido, para despertar su conciencia culpable al arrepentimiento, y para crear en él un nuevo corazón. Así como Dios se había presentado a los padres de Caín con una pregunta, así también ahora se presentó a Caín. Sin embargo, los resultados fueron muy diferentes. Caín osadamente negó su culpa. La desobediencia lo había llevado al asesinato; al asesinato añadió ahora la mentira y la oposición obstinada, pensando ciegamente que iba a ocultar su crimen de Dios.
10.
¿Qué has hecho?
No habiendo dado resultados el trato indirecto y suave, Dios procedió a acusar a Caín de su crimen. La pregunta "¿Qué has hecho?" implicaba un conocimiento perfecto de los hechos.
La voz de la sangre de tu hermano.
El espantado asesino encontró que un Dios que todo lo ve y que todo lo sabe leía su alma desnuda. ¿Cómo podía Aquel que advierte la caída de un gorrión, Aquel que es el autor de la vida, quedar sordo ante el silencioso clamor del primer mártir (ver Sal. 116: 15)? La sangre es la vida, y como tal es preciosa para el gran Dador de la vida (Gén. g: 4). Contra todas las crueldades del hombre hacia sus prójimos, a lo largo de todos los siglos, el clamor de Abel asciende a Dios (Heb. 11: 4). Abel fue muerto por un pariente cercano. También Cristo, al venir al mundo como "pariente" de la humanidad, fue rechazado y muerto por sus hermanos.
11.
Ahora, pues, maldito seas tú.
Una maldición divina ya había caído sobre la serpiente y sobre la tierra (cap. 3: 14, 17); ahora, por primera vez, cae sobre un hombre. La frase traducida en la VVR, "maldito seas tú de la tierra", con igual exactitud puede ser traducida como un comparativo: "Tú eres más maldito que la tierra". Algunos comentadores han entendido que este texto quiere decir que Caín fue desterrado a una región menos fértil. El contexto (vers. 12, 14) parece estar a favor de esta explicación, o quizá la idea de que debido a que Caín había usado mal los frutos de la tierra, Dios no le permitiría más ganar su sustento trabajando la tierra. Una persona errante en la tierra (vers. 14, 16), ya sea pastor o nómada, no puede ser un agricultor de éxito.
12.
No te volverá a dar su fuerza.
Caín fue condenado a una vida perpetuamente errante a fin de conseguir alimento para sí mismo, para su familia y sus animales. Habiendo estado obligada a beber sangre inocente, la tierra se rebeló, por así decirlo, contra el asesino; y cuando él la labrara, retendría su fuerza. Caín había de obtener poca recompensa de su trabajo. De una manera similar, en una ocasión posterior se dice que la tierra de Canaán "vomitó" a los cananeos debido a sus abominaciones (Lev. 18: 28) .
13.
Grande es mi castigo para ser soportado.
La sentencia divina convirtió la crueldad de Caín en desesperación. Aunque Caín merecía la pena de muerte, un Dios misericordioso y paciente le dio una oportunidad más de arrepentirse y convertirse. Pero en vez de arrepentirse, Caín se quejó de su castigo como que era más severo de lo que él merecía. Ni una palabra de dolor salió de sus labios, ni aun un reconocimiento de culpa o de vergüenza; nada sino la triste resignación de un criminal que comprende que es impotente para escapar del castigo que merece tan justamente.
14.
Me echas hoy de la tierra.
Caín sabía que había de quedar desligado no sólo de las bendiciones de la tierra, sino, por su propia elección, también de toda relación con Dios.
Cualquiera que me hallare.
Caín se desesperó por su propia vida, temiendo que la maldición de Dios significaría el retiro de la restricción divina que impedía que vengaran la sangre de Abel los que quisieran hacerlo. Su conciencia culpable le advertía que merecía morir y que de allí en adelante su propia vida estaba en peligro. Pero la pena de muerte que merecía fue conmutada por un destierro perpetuo. En vez de estar en prisión, quedaría apartado de toda asociación feliz y normal con sus prójimos y, por su propia elección, también con Dios. El que había quitado la vida de su hermano veía en sus semejantes sus posibles verdugos.
15.
Ciertamente.
No es enteramente clara la idea precedente que se sugiere con esta palabra. La BJ, siguiendo a la LXX, la Siríaca y la Vulgata, traduce: "al contrario". En otras palabras, a la declaración de Caín: "Cualquiera que hallare me matará", Dios contestó: "al contrario". 254
Siete veces.
Esto implica un severísimo castigo sobre cualquiera que matara a Caín (ver Lev. 26: 18, 21, 24, 28; Sal. 79: 12; Prov. 6: 31). Se le concedió una protección especial en armonía con el principio: "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor" (Rom. 12: 19). La cizaña debe crecer junto con el trigo; debe permitirse que los frutos del pecado alcancen su madurez a fin de que se manifieste el carácter de su semilla. La vida de Caín y de sus descendientes había de ser la manifestación de la obra completa del pecado en los seres racionales (PP 64).
Señal.
Algunos comentadores han visto en esta señal un signo externo añadido a la persona de Caín, al paso que otros creen que recibió una señal de Dios, como una promesa divina de que nada pondría en peligro su vida. De cualquier manera que fuera, no era una señal del perdón de Dios sino tan sólo de una protección temporal.
16.
Salió Caín.
No sintió ni remordimiento ni arrepentimiento sino tan sólo la pesada carga del desagrado de Dios. Dejó la presencia divina probablemente para no volver nunca, y comenzó su vida de errante en la tierra de Nod, al este del Edén. Esta tierra antediluviano, cuyo nombre significa "errante", "huida", o "exilio", llegó a ser el hogar de los impíos descendientes de Caín.
17.
Conoció Caín a su mujer.
La súbita mención de la mujer de Caín no crea problema. En el pasaje del cap. 5: 4 se dice que Adán "engendró hijos e hijas" además de los tres hijos cuyos nombres se dan. Los primeros habitantes de la tierra no tuvieron otra elección sino casarse con sus hermanos y hermanas a fin de cumplir la orden divina: "Fructificad y multiplicaos" (ver Hech. 17: 26). Que esa costumbre continuó practicándose durante mucho tiempo se ve por el casamiento de Abrahán con su media hermana Sara. Posteriormente se prohibieron tales casamientos (ver Lev. 18: 6-17).
Concibió y dio a luz a Enoc.
El hecho de que Dios no rehusara descendientes al desobediente y réprobo Caín es otra evidencia de su carácter misericordioso (Sal. 145: 9; Mat. 5: 45). El nombre "Enoc" puede significar "dedicación" o "consagración"; también puede significar "iniciación". Quizá el nombre que Caín dio a su hijo indicaba su intención de comenzar a vivir su vida como le placiera. Lutero pensaba que la madre puede haber elegido el nombre Enoc, para expresar así la esperanza de que su hijo pudiera ser un augurio de bendición para su hogar entristecido.
Edificó una ciudad.
Literalmente, "comenzó a edificar". Esto probablemente no fue más que un intento de erigir un campamento fortificado para su familia como lugar de vivienda más o menos permanente. Esto sugiere que Caín quizá no tuviera mucha confianza en la protección que Dios le aseguraba. También es posible que su intento de fundar una ciudad puede haber sido dictado por un deseo de desafiar la maldición que lo condenaba a una vida errante.
Es digno de notarse que la primera "ciudad" del mundo fue fundada por el primer asesino del mundo, un individuo perversamente impenitente cuya vida, plenamente dedicada al mal y sin ninguna esperanza, transcurrió desafiando a Dios. Así se torció el plan de Dios de que el hombre viviera en medio de la naturaleza y contemplara en ella el poder y la majestad del Creador. Muchos males de hoy en día son el resultado directo de un amontonamiento antinatural de seres humanos en las grandes ciudades, donde predominan los peores instintos del hombre y donde florecen vicios de toda clase.
El nombre de la ciudad.
Al dar a la ciudad el nombre de su hijo Enoc, "dedicación" o "iniciación", evidentemente Caín la consagró a la realización de sus ambiciones pecaminosas.
18.
A Enoc le nació Irad.
Sólo se mencionan los nombres de las generaciones siguientes. Ellos se parecen a los de algunos de los descendientes de Set, como por ejemplo Irad y Jared, Mehujael y Mabalaleel, Metusael y Matusalén, Caín y Cainán, pero los nombres de Enoc y Lamec aparecen en ambas familias. Algunos eruditos han considerado que esto es una prueba de que las dos genealogías son sencillamente formas diferentes de una leyenda original. Sin embargo, la similitud en los nombres en ninguna forma implica identidad en las personas. Por ejemplo, el nombre Coré aparece en las familias de Leví (Exo. 6: 24) y Esaú (Gén. 36: 5), y Enoc no sólo es el nombre del hijo de Caín y de uno de los piadosos descendientes de Set sino también el nombre del hijo mayor de Rubén (cap. 46: 9) y de un hijo de Madián (cap. 25: 4). El carácter de Enoc, el hijo de Caín, está en contraste 255 tan claro con el de Enoc del linaje de Set como para excluir la identificación de ambos como un solo individuo.
En cuanto a los otros pares de nombres, el parecido es tan sólo superficial. Los nombres en hebreo, al igual que en castellano, no son idénticos ni en su forma de escribirlos ni en su significado. Por ejemplo, Irad ha sido traducido como "ciudadano" u "ornamento de una ciudad", Jared como "descendiente". Mehujael, puede significar "herido por Dios" o "destruido por Dios"; Mahalaleel, "alabanza de Dios". Metusael significa "varón de Dios" o "varón de oración"; Matusalén, "varón de crecimiento". No se conoce el significado de Lamec.
19.
Lamec tomó para sí dos mujeres.
Lamec fue el primero en pervertir el matrimonio tal como fue establecido por Dios convirtiéndolo en la concupiscencia de los ojos y la concupiscencia de la carne, sin tener siquiera el pretexto de que la primera esposa no le daba hijos. La poligamia fue un mal nuevo que se arraigó durante largos siglos. Los nombres de las mujeres de Lamec sugieren atracción sensual. Ada significa "adorno" y Zila quiere decir "sombra" o "tintineo".
20.
Ada dio a luz a Jabal.
Los nombres de los dos hijos de Ada no aparecen en ningún otro lugar en la Biblia. Su significado no es claro. Jabal puede significar "brote", "dirigente", o "corriente"; Jubal, un "sonido alegre" o un "canal". Estos nombres quizá indiquen sus habilidades peculiares. El primero era un típico pastor nómada. Al significar literalmente "posesión", la palabra "ganado" significa la riqueza de los nómadas, que consistía en ovejas y otros animales domesticados.
21.
Todos los que tocan arpa y flauta.
"Arpa", kinnor. El primer instrumento musical del mundo, el "arpa", se menciona 42 veces en el AT (ver Sal. 33: 2; etc.). La palabra kinnor siempre se traduce como "arpa" aunque es en realidad una lira. Muchos dibujos antiguos de este instrumento procedentes de Egipto, Palestina y Mesopotamia nos dan una idea clara de cómo era la kinnor. Esos dibujos muestran que el instrumento consistía en una madera de resonancia a través de la cual se tendían cuerdas. En los instrumentos más antiguos las cuerdas corren paralelamente, pero en los modelos posteriores divergen extendiéndose hacia afuera.
El origen de la palabra traducida "flauta" en la VVR, e identificada por algunos con la gaita, no es tan seguro como el de la lira. Cualquiera sea la explicación correcta del nombre, todos los eruditos modernos concuerdan con que el instrumento era una flauta. Este instrumento todavía es tocado por los pastores en todo el Cercano Oriente.
22.
Tubal-caín.
Aunque "Tubal" aparece frecuentemente como un nombre personal en el AT (Gén. 10: 2; Isa. 66: 1 Eze. 27: 13; etc.), su significado es oscuro. La palabra "caín" puede haber sido añadida posteriormente, quizá para identificarlo como uno de los cainitas.
Artífice de toda obra de bronce.
La palabra hebrea traducida "artífice" en la VVR, significa literalmente "martillador", "afilador", "forjador" y se refiere a la obra que se hacía antiguamente en bronce y hierro, lo que era más un proceso de martillar que de fundir. Se han expresado dudas en cuanto a que se conociera el hierro en tiempos tan remotos como los que indica el Génesis, Sin embargo, descubrimientos efectuados en Egipto y Mesopotamia han demostrado que se producían objetos de hierro en los períodos históricos más remotos de que haya registro. Los primeros objetos de hierro fueron de origen meteórico. Su elevado porcentaje de níquel excluye su origen terrestre. Los objetos hechos de hierro meteórico deben haber sido producidos martillándolos más bien que fundiéndolos, lo que otra vez confirma el relato bíblico. Aunque los hombres primitivos ni tenían bronce ni hierro en grandes cantidades, no hay razón para dudar de la exactitud de la declaración de la Biblia de que el hombre antediluviano supiera cómo usar esos metales. Objetos de cobre, bronce y hierro (adornos, herramientas, armas, vasijas, etc.) de muy antiguos niveles de la civilización están siendo encontrados en cantidades crecientes.
Naama.
No sabemos por qué específicamente se menciona a la hermana de Tubal- caín. Según la tradición judía fue la esposa de Noé. Su nombre significa "la bella" o "la agradable", lo que refleja la mentalidad mundana de los cainitas que buscaban la belleza antes que el carácter como la principal atracción en las mujeres.
23.
Un varón mataré.
Las palabras de Lamec, en forma poética hebrea, con justicia han sido llamadas el "Canto de Lamec". Hasta donde se sepa, este "canto" constituye la primera 256 composición poética del mundo. Es difícil asegurar el significado exacto de sus palabras que son algo crípticas. Orígenes escribió dos libros acerca del "canto" y luego declaró que estaba más allá de toda explicación. Las palabras hebreas empleadas permiten la explicación de que Lamec había muerto a uno o dos hombres por heridas que ellos le habían infligido, con la inferencia de que estaba dispuesto a cometer tales actos otra vez si se presentaba la necesidad. Sin embargo, la amenaza de su venganza es ambigua y da lugar para más de una interpretación. La BJ traduce así el pasaje: "Maté a un hombre por una herida que me hizo".
25.
Set.
Después de haber informado acerca de la evolución de la impía familia de Caín, el autor vuelve a Adán y a Eva y repasa brevemente la historia de los que fueron leales a Dios. Poco después de la muerte de Abel, nació un tercer hijo a quien su madre dio el nombre de Set, Sheth, el "nombrado", la "compensación" o "sustituto" por Abel. Viendo Eva que su piadoso hijo estaba muerto y reconociendo que las palabras de Dios acerca de la simiente prometida no podían encontrar su cumplimiento en el maldito Caín, expresó su fe en que el Libertador prometido vendría mediante Set. Su fe fue recompensada pues los descendientes de Set obedecieron al Señor.
26.
Enós.
En su tiempo comenzó un culto más formal. Por supuesto, los hombres habían invocado al Señor antes de que naciera Enós, pero a medida que transcurrió el tiempo surgió una distinción más pronunciada entre los que adoraban al Señor y los que lo desafiaban. La expresión "invocar el nombre de Jehová" se usa frecuentemente en el AT para indicar, como lo hace aquí, un culto público (Sal. 79: 6; 116: 17; Jer. 10: 25; Sof. 3: 9).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-15 PP 58-65; SR 52-56
1-5 PP 585 380
3 1JT 528; OE 164, 170; 4T 609 35
3, 4 PP 71; PVGM 139
3-8 Ev 434; TM 75
4 3JT 43
5 PP 60
6, 7 PP 61
8 DMJ 31, 33; DTG 571; PP 63
9 CMC 56; FE 50; 1JT 30,457; 2JT 159,254; MB 230; MeM 60; SC 19; IT 149, 368, 480,535; 2T 228; 4T 648; 5T 531,569; Te 37
9-12 PP 63; SR 54
10 2JT 151; MC 262; Te 37
15 PE 213; PP 335
16 PP 46
16,17 PP 67
19 SR 76
23, 24 PP 67
25 SR 57
25, 26 PP 66
1 ESTE es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.
2 Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.
3 Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.
4 Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas.
5 Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió.
6 Vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. 257
7 Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas.
8 Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió.
9 Vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán.
10 Y vivió Enós, después que engendró a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas.
11 Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió.
12 Vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel.
13 Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas.
14 Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió.
15 Vivió Mahalaleel setenta y cinco años, y engendró a Jared.
16 Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas.
17 Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años; y murió.
18 Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc.
19 Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas.
20 Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió.
21 Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén.
22 Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas.
23 Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años.
24 Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.
25 Vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec.
26 Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas.
27 Fueron, pues, todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años; y murió.
28 Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo;
29 y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo.
30 Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas.
31Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió.
32 Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet.
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA - Cap 5
1.
Este es el libro.
Un período de cerca de 1.500 años queda cubierto en la lista de generaciones presentadas en este capítulo. Tan sólo se dan los nombres de los principales patriarcas, su edad cuando nació el primogénito de cada uno de ellos y su edad total. En un bosquejo algo monótono, los vemos nacer, crecer hasta alcanzar la virilidad, contraer matrimonio, procrear hijos y luego morir sin dejar para la posteridad nada más que su nombre para recordar. Tan sólo dos, Enoc y Noé, sobrepasan a los otros en excelencia y piedad. Enoc fue el primer pecador, salvado por la gracia, que alcanzó el honor de la traslación; Noé fue el único jefe de familia que sobrevivió al diluvio.
Este capítulo contiene un registro de familias semejante a otros incorporados en diferentes lugares de la narración del AT. La expresión "libro de la genealogía de" alguien es un término técnico para una lista genealógica (ver Mat. 1: 1). La palabra "libro", séfer, se usa en el AT para referirse a un rollo completo (Jer. 36: 2, 8) o sólo para una hoja de un rollo (Deut. 24: 1).
2.
Llamó el nombre de ellos Adán.
La dignidad de ser creados a la semejanza de Dios, su distinción en sexo y su bendición divina se describen brevemente. La única nueva información es el nombre que les dio Dios: "hombre", 'adam. Por este texto es claro que el nombre Adán originalmente fue genérico, incluía tanto al hombre como a la mujer y es equivalente a nuestra palabra humanidad.
3.
A su imagen.
Aunque Set no fue el primogénito de Adán, fue aquel a través del cual iba a preservarse el linaje piadoso. Lo que le sucedió a Adán después de la caída se resume en tres cortos versículos que sirven como de un modelo para las biografías siguientes. 258
5.
Fueron todos los días que vivió Adán.
La notable longevidad de la raza antediluviana ha sido el blanco de muchas críticas. Algunos han declarado que las cifras son el producto de una edad mítica o el resultado de una transmisión defectuosa del texto. Otros han sugerido que no representan individuos sino dinastías, o que no eran años sino períodos más cortos, quizá meses. Todas estas consideraciones deben ser rechazadas pues hacen violencia a una interpretación literal del texto y a su origen inspirado. Debemos aceptar estas cifras como históricas y exactas. La longevidad de la raza antediluviano puede atribuirse a las siguientes causas: (1) la vitalidad original con la que fue dotada la humanidad en la creación, (2) piedad e inteligencia superiores, (3) el efecto remanente del fruto del árbol de la vida, en el supuesto de que de él hubieran comido Adán y Eva ("De todo árbol del huerto podrás comer" [cap. 2: 16]), (4) la calidad superior del alimento disponible y (5) la gracia divina al posponer la ejecución del castigo del pecado. Adán vivió para ver ocho generaciones sucesivas que llegaron a la madurez. Puesto que su vida abarcó más de la mitad del tiempo hasta el diluvio, es indudable que muchos pudieron oír de sus propios labios el relato de la creación, del Edén, de la caída y del plan de redención tal como le había sido revelado a él.
Y murió.
Con estas sombrías palabras termina la corta biografía de Adán. La monótona repetición de esta declaración al final de cada biografía -con excepción de la de Enoc- afirma el dominio de la muerte (Rom. 5: 12). Revela que la sentencia de muerte no fue una vana amenaza. La muerte es un persistente recordativo de la naturaleza y resultado de la desobediencia.
Las biografías de los próximos patriarcas siguen el modelo del relato de la vida de Adán y no necesitan una explicación individual (ver com. de cap. 4: 17, 18 para una explicación de algunos nombres).
22.
Caminó Enoc con Dios.
La excepcionalísima vida de Enoc demanda una atención muy especial. Dos veces se declara que "caminó con Dios". También se emplea esta expresión en el caso de Noé (cap. 6: 9) y se encuentran palabras similares en otros pasajes (ver Gén. 17: 1; Deut. 13: 4; Sal. 116: 9; Miq. 6: 8; Efe. 5: 1, 2). Describe una vida de piedad singularmente excelsa, no meramente la comprensión constante de la presencia divina ni aun de un esfuerzo continuado de santa obediencia, sino la permanencia de una estrechísima relación con Dios. Con toda evidencia, la vida de Enoc estuvo en completa y bella armonía con la voluntad divina.
Después engendró a Matusalén.
La declaración de que "caminó Enoc con Dios" después del nacimiento de Matusalén no implica que hubiera sido una persona impía antes y que solamente después experimentó la conversión. Pertenecía a un linaje fiel y sin duda había servido a Dios lealmente durante los primeros 65 años de su vida. Pero con la llegada de un hijo para favorecer su hogar, entendió por experiencia propia la profundidad del amor de un padre y la confianza de un niño desvalido. Como nunca antes fue atraído hacia Dios, su propio Padre celestial, y finalmente quedó calificado para la traslación. Su caminar con Dios consintió no sólo en la contemplación de Dios sino también en un ministerio activo a favor de sus prójimos. Previó la segunda venida de Cristo y ferviente y solemnemente amonestó a los pecadores que lo rodeaban de la terrible condenación que esperaba a los impíos (Jud. 14, 15).
Trescientos años.
La constante fidelidad de Enoc, manifestada durante un período de 300 años, es un testimonio animador para aquellos cristianos que parecen encontrar difícil "caminar con Dios" durante un solo día.
Engendró hijos e hijas.
De acuerdo con el Registro inspirado, Enoc engendró hijos e hijas durante su vida de excepcional piedad. Esta es una evidencia innegable de que el estado del matrimonio está de acuerdo con la más estricta vida de santidad.
24.
Desapareció, porque le llevó Dios.
El suceso más significativo de la era antediluviana, un acontecimiento que llenó a los fieles de esperanza y gozo, la traslación de Enoc, es relatado por Moisés en estas pocas y sencillas palabras. Enoc fue trasladado "para no ver muerte" (Heb. 11: 5). Este significado es implícito en la palabra laqaj, "él [Dios] se llevó", palabra que nunca se usa para denotar la muerte. El empleo cristiano moderno de esta misma expresión como un eufemismo en lugar de la muerte, no tiene respaldo en las Escrituras. Sin embargo, se usa la palabra en relación con la traslación de Elías (2 Rey. 2: 3, 5, 9, 10). La LXX lo traduce "pues Dios lo 259 trasladó", expresión tomada literalmente de Heb. 11: 5. Hasta donde sepamos, Enoc fue el único creyente antediluviano que no vio la muerte. Como un modelo de virtud, Enoc "séptimo desde Adán", resalta en agudo contraste con la séptima generación del linaje de los cainitas, Lamec, quien añadió el crimen del asesinato al vicio de la poligamia (Jud. 14; cf. Gén. 4: 16-19).
Fueron testigos de la partida de Enoc tanto algunos de los justos como de los impíos (PP 76). Dios dispuso la traslación de Enoc, no sólo para recompensar la piedad de un hombre piadoso, sino para demostrar la seguridad de la liberación que Dios prometió del pecado y la muerte. El recuerdo de este notable acontecimiento ha sobrevivido en la tradición judía (Eclesiástico 44: 16), el registro cristiano (Heb. 11: 5; Jud. 14) y aun en las fábulas paganas. El apócrifo Libro de Enoc describe al patriarca como exhortando a su hijo y a todos sus contemporáneos, y amonestándoles acerca del juicio venidero. La obra judía El libro de los jubileos dice que fue llevado al paraíso donde consignó por escrito el juicio de todos los hombres. Algunas leyendas arábigas lo mencionan como el inventor de la escritura y la aritmética. Su partida debe haber hecho una tremenda impresión en sus contemporáneos, si hemos de juzgar por la extensión alcanzada por el relato de Enoc que ha llegado a las generaciones posteriores. La vida ejemplar de Enoc con su pináculo glorioso testifica en nuestros días de la posibilidad de vivir en un mundo perverso sin pertenecer a el.
25.
Matusalén.
La corta vida terrenal de Enoc, de sólo 365 años, fue seguida por la de su hijo Matusalén, que vivió durante 969 años, hasta llegar al año del diluvio. Es incierto el significado de su nombre. Los comentadores lo han explicado de diversas maneras como "hombre de armas militares", "hombre de enviar adelante", u "hombre de crecimiento". El significado del nombre de su hijo Lamec es todavía más oscuro.
29.
Noé.
Con la esperanza de que su primogénito pudiera ser la simiente prometida, el redentor cuya venida anhelaban los fieles, Lamec lo llamó Noé, "descanso", diciendo: "Este nos aliviará de nuestras obras". Tanto el nombre "Noé", nuaj, "descansar", como la palabra "consolar",najam, se derivan de una raíz común que significa "suspirar", "respirar", "descansar" y "yacer". Lamec fue un hombre piadoso que siguió en los pasos de su ejemplar abuelo Enoc y de su pío y longevo padre Matusalén.
Nuestras obras.
Indudablemente Lamec sintió la carga de cultivar el terreno que Dios había maldecido y esperaba con fe el tiempo cuando las calamidades existentes y la corrupción cesarían y serían redimidos de la maldición. Su esperanza de que eso pudiera realizarse con su hijo no se cumplió, por lo menos en la forma que él esperaba. Con todo, Noé recibió la misión de proclamar una amonestación audaz contra el mal y a jugar un papel importante, llegando a ser el progenitor de todos los que han vivido desde su tiempo.
32.
Siendo Noé de quinientos años.
En hebreo esta expresión dice literalmente: "Noé era un hijo de 500 años", lo que significa que estaba en el año 500 de su vida. Ahora bien, "hijo de un año", significa estrictamente hablando, dentro del primer año de la vida (Exo. 12: 5). Este hecho, que es importante en el lenguaje de la cronología hebrea, llega a ser aún más claro cuando se hace una comparación de los versículos 6 y 1 1 del cap. 7. Aunque ambos versículos hablan del comienzo del diluvio, uno de ellos declara que Noé tenía 600 años y el otro dice que el acontecimiento ocurrió en el año 600 de la vida de Noé. Por lo tanto, el versículo anterior: "Noé era un hijo de 600 años", significa que estaba "en el año número 600 de su vida", y no en el año 601 como sería natural deducir.
Ninguno de los patriarcas anteriores esperó tantos años antes de tener hijos como lo hizo Noé; medio milenio pasó antes de que su hogar fuera bendecido con la llegada de un hijo (ver pág. 193). Esta lista genealógica se interrumpe con Noé, e indica únicamente el nacimiento de sus hijos. La mención de los tres hijos anticipa su importancia para repoblar la tierra después del diluvio.
Engendró a Sem, a Cam y a Jafet.
En relación con esto debe explicarse otro principio de la genealogía hebrea. Por el orden de los nombres de los hijos de Noé presentados aquí y en otros lugares, podría deducirse que Sem era el mayor y Jafet el menor de los tres hijos de Noé. Que esto es incorrecto se puede ver comparando este texto con otros. Los hijos de Noé no eran trillizos (ver cap. 9: 24; 10: 21). De acuerdo con el cap. 9: 24, Cam era el 260 menor de los hermanos. Además el pasaje del cap. 10: 21 se refiere a Sem o a Jafet como el "hermano mayor" de los dos, aunque la ambigua construcción gramatical hebrea no aclara cuál de los dos era mayor. Por el pasaje del cap. 11:10, sabemos que Sem tenía 100 años, dos años después del diluvio, cuando su padre debe haber tenido unos 602 años de edad; la edad de Noé cuando nació Sem debe pues haber sido de 502 años: no 500 como podría ingerirse por el pasaje del cap. 5: 32. Pero uno de los tres, el mayor, nació en el año 500 de Noé (cap. 5: 32). Estos textos nos llevan a la conclusión de que en realidad Jafet era el hijo mayor de Noé, habiendo nacido cuando su padre tenía 500 años y que Sem y Cam lo seguían en ese orden, Por lo tanto, la última parte del pasaje (cap. 5: 32) sería más exacta si dijera: "y Noé engendró a Jafet, a Sem y a Cam".
Se menciona a Sem como el primero de los tres hijos debido a su importancia como progenitor del linaje postdiluviano del cual saldría el pueblo elegido de Dios, junto con la simiente prometida. Luego se menciona a Cam como el antepasado de las razas con las cuales los lectores del AT del tiempo de Moisés y posteriores, tuvieron una relación mucho mayor que con los descendientes de Jafet, quienes habitaron regiones más remotas. Se repite el mismo principio en el caso de Abrahán donde él, el menor de los hijos de Taré, es, mencionado primero (cap. 11: 27) debido a su importancia mayor para las personas para quienes se escribió el relato.
Reduciendo las edades de Jared, Matusalén y Lamec en el momento del nacimiento de sus primogénitos, el Pentateuco Samaritano deja solamente 1.307 años entre la creación y el diluvio, en vez de 1.656 como es el caso del texto hebreo y de las traducciones basadas en él. Pero la LXX, en contraste, presenta un período mucho más largo antes del diluvio. Esto se debe a que a algunos patriarcas les asigna, en el momento del nacimiento del hijo mayor, cien años más que el texto hebreo. Con este procedimiento llega a un total de 2.242 ó 2.262 años (los diversos manuscritos contienen una discrepancia que va de 167 a 187 años en el caso de la edad de Matusalén al nacer Lamec).
Josefo, cuyos datos son casi idénticos a los de la LXX, probablemente los tomó de esa versión, la que circulaba corrientemente en sus días. Josefo sostiene que Matusalén tenía 187 años cuando nació Lamec.
Si este dato de la Septuaginta, 187 años, se ha de considerar como una corrección de un
LA CRONOLOGÍA DE GÉNESIS 5
261 dato anterior, 167 años, eso podría explicarse fácilmente (véase la pág. 190).
Muchos lectores no se percatan de estas diferencias en las antiguas listas genealógicas, debido a que las versiones corrientes de la Biblia se basan en el texto hebreo y no en la LXX.
Resulta interesante notar que, tal como la lista de Gén. 5 que registra diez generaciones longevas antes del diluvio, también hay antiguas tradiciones de la Mesopotamia que presentan precisamente diez generaciones antes del diluvio y se refieren a la longevidad de la raza humana durante esa era. La lista de Babilonia comienza con la observación de que "la soberanía descendió del cielo" y presenta a Alulim, que significa "hombre", como el progenitor de la raza humana (cf. Heb. 'adam, "hombre"). Sin embargo, no hay otras similitudes entre las dos listas, ya sea en los nombres o en los períodos de tiempo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-32 CH 19; EC 18; PP 66-77
1, 3 PP 66
3-8 SR 57
5 PP 68
5, 8 EC 16
18-24 SR 57
21, 22 OE 52; PP 71
21-24 8T 3059 3299 331
22 CC 99; CM 372; CV 29; Ev 61, 69, 493 FV 352; 1JT 429; 2JT 207, 237; MeM 8, 14,101,263; MM 124,276; PP 81; 4T 616; 5T 113
24 CC 99; CS 344; DMJ 33; Ed 123; 3JT 43,155; MeM 352; OE 267; PE 40; PP 75; PR 357; SR 59; TM 344, 394
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA - CAP 6
1.
Aconteció.
Esta palabra no significa que las condiciones que aquí se describan surgieron después de los acontecimientos registrados en capítulos anteriores. Sencillamente el autor está mostrando el estado de la sociedad en los días de Noé, después de que alcanzaron un pináculo diez generaciones de corrupción que iba en aumento.
Comenzaron los hombres a multiplicarse.
La raza humana aumentó rápidamente no sólo en maldad sino también en cantidad. Entre los muchos peligros que asechaban a los piadosos setitas, se encontraban las bellas hijas de los incrédulos. Las esposas eran elegidas, no a base de sus virtudes, sino por su belleza, con el resultado de que la impiedad y la maldad proliferaron entre los descendientes de Set.
2.
Los hijos de Dios.
Esta frase ha sido interpretada de diversas maneras. Algunos antiguos comentadores judíos, los primeros padres de la iglesia y muchos expositores modernos han pensado que estos "hijos" fueron ángeles, y los compararon con los "hijos de Dios" de Job 1: 6; 2: 1; 38: 7. Debe rechazarse este punto de vista, porque el castigo que pronto sobrevendría se debió a los pecados de seres humanos (ver vers. 3) y no de ángeles. Además los ángeles no se casan (Mat. 22: 30). Los "hijos de Dios" no fueron otros sino los descendientes de Set, y las "hijas de los hombres", las descendientes de los cainitas impíos (PP 67). Posteriormente Dios habló de Israel como de su "primogénito" (Exo. 4: 22), y Moisés dijo a los israelitas: "Hijos sois de Jehová vuestro Dios" (Deut. 14: 1).
Tomaron para sí mujeres.
Estas alianzas profanas entre setitas y cainitas fueron la causa del rápido aumento de la impiedad entre los primeros. Dios siempre ha amonestado a sus seguidores para que no se casen con incrédulos, debido al gran peligro al que así se expone el creyente, y ante el cual generalmente sucumbe (Deut. 7: 3, 4; Jos. 23: 12, 13; Esd. 9: 2; Neh. 13: 25; 2 Cor. 6: 14, 15). Pero los setitas no prestaron atención a las amonestaciones que seguramente deben haber recibido. Debido a la atracción de los sentidos no se satisficieron con las bellas hijas del linaje piadoso, y con frecuencia eligieron esposas entre los cainitas. Además, el empleo de la forma plural, "tomaron.... mujeres", parece sugerir que predominaba la poligamia.
3.
No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre.
El hecho de que esta declaración siga inmediatamente después de la referencia a estos casamientos que no eran santificados, sugeriría que el desagrado de Dios se manifestó de una manera especialísima contra esa mala práctica. Siendo cautivos de sus pasiones, ya no quedaron sujetos al Espíritu de Dios. La palabra "contenderá" significa en hebreo "regir" y "juzgar" como un corolario de gobernar. Estas palabras indican que el Espíritu Santo no podría continuar obrando sino durante un corto tiempo, después del cual sería retirado de los irregenerados e impenitentes seres humanos. Aun la longanimidad de Dios debía terminar. Pedro se refiere a la obra del Espíritu en el corazón de los antediluvianos diciendo que el Espíritu de Cristo predicó a esos prisioneros de Satanás (1 Ped. 3: 18-20). 263
Ciertamente él es carne.
Esta expresión también puede traducirse "descarriándose el hombre, es carne" de shagag,"vagar", "extraviarse". Al ir en pos de las concupiscencias de la carne, dijo Dios, los hombres se habían entregado a sus deseos hasta el punto de que no respondían más al control del Espíritu Santo. La insensibilidad a la influencia divina llegó a ser completa. Por lo tanto, el Espíritu de Dios debía ser retirado. Era inútil seguir "contendiendo" para reprimirlos o mejorarlos.
Sus días.
Esta predicción divina no puede significar que el lapso de la vida del hombre sería de ahí en adelante restringido a 120 años. (Compárese las edades de los hombres después del diluvio.) Estas palabras más bien predicen que la paciencia de Dios llegaría a un fin y que el tiempo de gracia terminaría dentro del lapso aquí especificado. Mientras tanto, continuaría la misericordia divina.
Cristo comparó el trato de Dios con los antediluvianos con su obra en favor de la raza humana al fin del tiempo (Mat. 24: 37-39). Se puede esperar que en circunstancias similares Dios proceda en forma similar. Sin embargo, las tentativas para determinar el tiempo de la venida de Cristo usando como punto de partida los 120 años, es algo que no tiene ningún valor. Estamos viviendo ahora en tiempo prestado, sabiendo que la destrucción del mundo ocurrirá pronto (ver 2 Ped. 3: 3-7). Sabemos también que el Espíritu de Dios no contenderá para siempre con los hombres que no eligen prestar atención a sus amonestaciones ni se preparan para aquel gran acontecimiento.
4.
Había gigantes en la tierra.
Estos "gigantes, nefilim, no fueron el producto de uniones matrimoniales mixtas, como han sugerido algunos. La LXX traduce nefilim por gigantes, palabra cuya grafía es exactamente igual en castellano. En Núm. 13: 33 los israelitas informaron que se sentían como meras langostas en comparación con los nefilim que la VVR traduce como "gigantes". Hay razones para creer que esta palabra hebrea puede provenir de la raíz nafal, y que los nefilim eran "violentos" o terroristas más bien que "gigantes" debido a su físico. Puesto que en aquellos días todos los seres humanos eran de gran estatura, debe tratarse aquí más bien del carácter que de la altura. Por regla general, los antediluvianos estaban dotados de gran vigor físico y mental. Esos individuos, renombrados por su sabiduría y habilidad, persistentemente consagraban sus facultades intelectuales y físicas a la complacencia de su propio orgullo y pasiones y a la opresión de sus prójimos (PP 679 70, 78).
5.
La maldad de los hombres era mucha.
Difícilmente podría el lenguaje humano presentar un cuadro más vívido de depravación humana. No quedaba nada bueno en los hombres. Estaban "corrompidos hasta la médula". Sus mismos "pensamientos" estaban compenetrados del mal. La palabra "pensamientos" viene de yetser, que significa "invención" o "formación" y se deriva del verbo "inventar", "formar",yatsar. Estos malos pensamientos eran el producto de un corazón malo. Jesús dijo: "Del corazón salen los malos pensamientos", y observó que producen los "homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Mat. 15: 19). El corazón era considerado popularmente como el centro de las facultades más nobles de la mente: la conciencia y la voluntad. Un "corazón" contaminado a la larga o a la corta infecta toda la vida.
De continuo.
Literalmente "cada día" o "todo el día". Esto presenta el pináculo de la triste descripción de la impiedad de los antediluvianos. Si esta expresión no describe una depravación total, ¿de qué otro modo se la podría expresar? Aquí encontramos que el mal reinaba supremo en el corazón, en los "pensamientos" y en las acciones. Con muy pocas excepciones, lo que predominaba en todas partes era el mal, pero no en forma pasajera sino permanente, no meramente en el caso de unos pocos individuos sino en la sociedad en conjunto. Esto se produjo porque los hombres ignoraron "voluntariamente" la palabra de Dios (2 Ped. 3: 5).
6.
Se arrepintió Jehová.
La fuerza de las palabras "se arrepintió Jehová", puede deducirse de la declaración explicativa "le dolió en su corazón". Esto muestra que el arrepentimiento de Dios no presupone falta de conocimiento previo de su parte ni variabilidad en su naturaleza o propósito. En este sentido Dios nunca se arrepiente de nada (1 Sam. 15: 29). El "arrepentimiento" de Dios es una expresión que se refiere al dolor del amor divino ocasionado por la pecaminosidad del hombre. Presenta la verdad de que Dios, en consonancia con su inmutabilidad, cambia de 264 posición respecto al hombre que ha cambiado. La mención del dolor divino ante el estado depravado del hombre es una indicación conmovedora de que Dios no odió al hombre. La humanidad pecadora llena el corazón divino con profundo dolor y compasión. Despierta todo el insondable océano de simpatía en favor de los pecadores de que es capaz el amor infinito. Sin embargo, el pecado de la humanidad también lo mueve a una retribución judicial (ver. Jer. 18: 6-10; PP 682).
7.
Raeré.
Es muy apropiado el uso de la expresión hebrea aquí traducida "raeré" que describe la extinción de la raza humana en términos generales mediante un diluvio devastador.
8.
Noé halló gracia.
En estas palabras se ve la misericordia en medio de la ira. Indican que Dios prometió preservar y restaurar la humanidad. La palabra "gracia" aparece aquí por primera vez en las Escrituras, y claramente tiene el mismo significado que las referencias del NT donde se describe el favor misericordioso e inmerecido que Dios otorga a los pecadores. Hay una cantidad de factores que muestran cuán profundamente Dios amó al hombre aun en su estado caído. Le dio un Evangelio de misericordia en la promesa de la simiente de la mujer; un ministerio de misericordia al suscitar y mantener una sucesión de hombres piadosos para predicar el Evangelio y amonestar a los pecadores en contra de los caminos del pecado; un Espíritu de misericordia para contender con ellos y suplicarles; una Providencia de misericordia para asignarles un largo período de gracia; una concesión adicional de misericordia, 120 años antes de ejecutar la sentencia; y finalmente un ejemplo de misericordia dado al salvar a los justos mientras todos los demás eran destruidos. Este antiguo ejemplo de gracia y misericordia constituye una fuente de seguridad y de esperanza para los creyentes que viven en el fin del tiempo, un tiempo que Cristo mismo comparó con el de Noé (Mat. 24: 37-39). Sus fieles seguidores pueden estar seguros de que Dios los aceptará, así como aceptó a Noé; también los preservará en medio de las calamidades que sobrevendrán en el tiempo del fin, y les proporcionará seguridad en el juicio venidero.
9.
Noé, varón justo.
Con un nuevo subtítulo se introduce la historia de Noé y la del diluvio. El autor presenta, en primer lugar, las razones por las cuales Noé halló gracia delante de Dios y por qué fue preservado durante la destrucción que asoló el mundo entero. No fue un capricho divino lo que lo convirtió en el recipiente del favor de Dios, sino una vida que estaba en armonía con la voluntad de Dios. Noé es caracterizado por tres expresiones, cada una de las cuales lo coloca en una posición muy favorable en comparación con sus contemporáneos. Era "varón justo". La palabra "justo" no implica una inocencia intachable, sino rectitud, honradez y virtud. Es digno de notarse que no es meramente llamado "justo" sino "varón justo". Vivir una vida ejemplar en el tiempo de Noé requería que un hombre pudiera resistir con intrepidez y firmeza atracciones malignas, tentaciones sutiles y mofas ruines. Noé no era una criatura débil, falta de juicio o de poder de la voluntad, sino un "varón" de convicciones fuertes, recto en pensamiento y acción.
Perfecto en sus generaciones.
El segundo atributo destaca a Noé como intachable en "su tiempo" (BJ). Esto no significa que vivió en un estado de impecabilidad sino más bien de integridad moral. Se refiere no sólo a la vida piadosa de Noé sino también a la constancia de su religión en medio del ambiente cargado de iniquidad en que vivía. Con toda seguridad, era de un linaje puro, y en ese respecto también se diferenciaba de sus contemporáneos, muchos de los cuales eran fruto de casamientos promiscuos entre los piadosos y los impíos.
Dios caminó Noé.
En tercer lugar, la vida de Noé recuerda la de su piadoso antepasado, Enoc (cap. 5: 22, 24), que había sido trasladado a la gloria eterna tan sólo 69 años antes del nacimiento de Noé. Durante su niñez, cuando la traslación de Enoc todavía estaba vívida en la memoria de las generaciones más antiguas, Noé debe haber oído numerosos comentarios acerca de la vida de ese hombre piadoso.
Pero esta notable descripción de Noé no implica que él hubiera alcanzado la justicia por sus propios esfuerzos. Fue salvado por la fe (ver Heb. 11: 7), tal como todos los que son fieles hijos de Dios.
10.
Engendró Noé tres hijos.
Ver com. de cap. 5: 32.
11.
Se corrompió la tierra.
La condición pecaminosa de los antediluvianos se representa 265 como corrompiendo toda la tierra. En otros lugares el término "corrupción" se aplica a la idolatría, el pecado de pervertir y depravar el culto de Dios (Exo. 32: 7; Deut. 32: 5; Juec. 2: 19; 2 Crón. 27: 2). Practicaban el mal en forma pública y flagrante como lo implica la expresión "delante de Dios".
12.
Miró Dios la tierra.
Las condiciones de esta tierra se convirtieron en el objeto de investigación especial de Dios. La Inspiración asegura así que la retribución dada a los impíos antediluvianos no fue un acto imprudente ni arbitrario de la Deidad. Esta investigación revelaba que ya no existía ninguna distinción entre los cainitas que desafiaban a Dios y los setitas que le temían. Con muy pocas excepciones, "toda carne" estaba corrompida.
13.
El fin de todo ser.
Habiendo llegado a la conclusión de que el pecado tan sólo podía ser reprimido mediante la aniquilación de la humanidad (con la excepción de una familia), Dios anunció su plan a Noé. Las informaciones precedentes acerca del propósito divino de destruir esta tierra (vers. 3, 7), probablemente reflejan las ideas que Dios expresó en los concilios celestiales antes que a los hombres. Sin embargo, aquí se presenta una comunicación hecha directamente a Noé. Esto sucedió probablemente 120 años antes del diluvio, como se sugiere en el vers. 3. Dios quería dar a los hombres la oportunidad de enmendar sus malos caminos si así lo deseaban, y por lo tanto comisionó a Noé como "pregonero de justicia" (2 Ped. 2: 5) para dar este mensaje de amonestación. Esto era en sí mismo una manifestación de misericordia basada en el principio divino de no proceder antes que los seres humanos hayan sido advertidos de lo que les espera en caso de continuar en el pecado (Amós 3: 7).
La tierra está llena de violencia.
Las palabras introductorias de Dios deben haber impresionado mucho a Noé, pero la razón de la fatídica decisión de Dios se presenta después. En vez de henchir la tierra con gente que trataría de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, el hombre había llenado la tierra "de violencia".
Los destruiré con la tierra.
Nótese que Dios no anunció su intención de destruir al hombre "sacándolo" de la tierra o "sobre" ella, sino "con" ella. Aunque la tierra como tal no puede sufrir un castigo de destrucción, debía compartir la destrucción del hombre porque, en su condición de su lugar de morada y como escenario de sus actos criminales, es una con él. Por supuesto, esto no significa la aniquilación de nuestro planeta sino más bien la completa desolación de la superficie.
14.
Hazte un arca.
Debía proporcionarse algo para salvar a Noé y a su familia; por lo tanto se le dio la orden de construir un barco. La palabra hebrea aquí traducida "arca" procede de un término egipcio que designaba grandes barcos marítimos empleados para el transporte de obeliscos y también barcas usadas en procesiones para llevar estatuas sagradas en el Nilo.
Madera de gofer.
La palabra hebrea gofer procede del antiguo término sumerio giparu, árbol que no ha sido todavía identificado con certeza. Los antiguos egipcios construían sus grandes embarcaciones de cedro, y por lo tanto los comentadores han sugerido que la madera de gofer podría significar tablas de árboles coníferos tales como el cedro o el ciprés. Como se trata de árboles resinosos, serían ideales para un uso tal. Elena G. de White declara que la madera que usó Noé fue ciprés (PP 81).
Harás aposentos en el arca.
El arca iba a estar dividida en celdas, literalmente "nidos", necesarios especialmente para los muchos animales; e iba a estar calafateada por dentro y por fuera. La palabra traducida "brea" es de origen babilonio y designa tanto brea como betún. Tales materiales se han encontrado en Mesopotamia desde los tiempos antiguos y se han usado para calafatear barcos ( ver com. de cap. 2: 12).
15.
De esta manera.
El barco debía ser construido de acuerdo con instrucciones divinas exactas. Sus dimensiones, tal como fueron dadas a Noé, muestran que el barco era de un tamaño extraordinario. Si no hubiera sido por esas instrucciones detalladas de parte de Dios, Noé, falto de experiencia previa en la construcción de navíos o en navegar, nunca podría haberlo construido. Los barcos antiguos más grandes que se conozcan hoy eran de una clase usada en Egipto que llegaba a tener 130 codos de largo y 40 codos de ancho. El arca de Noé tenía casi tres veces ese largo. Si se tratara del codo de 51,5 cm. (cf. Deut. 3: 11), la longitud del arca habría sido de unos 154,5 m, su ancho de unos 25,75 m. Generalmente se ha supuesto que el arca tenía la forma de un baúl o caja antes que la forma de 266 un barco, pero esto no se dice en ningún lugar del Texto sagrado. Debido a que falta la información precisa en cuanto a la forma de la embarcación parece superfluo computar la capacidad cúbica exacta del arca de Noé. Sin embargo, por la descripción dada resulta claro que era un barco de dimensiones colosales, con amplio espacio para albergar los animales y capacidad para tener alimento para todos ellos durante un año.
16.
Una ventana.
Ciertas palabras hebreas y la construcción gramatical empleada en este versículo han sido motivo de dificultades para poder asegurar lo que quiso decir Moisés. La palabra traducida ,ventana" tsohar, puede significar "luz", "abertura a la luz", o "cubierta". La traducción "cubierta" como está en la BJ parece sustentarse en una evidencia más sólida que la traducción "ventana". El hecho de que Noé no pudiera ver la superficie de la tierra hasta que fue abierta la tsohar (cap. 8: 6) parece favorecer este punto de vista. Cualquiera sea su significado, la luz entraba desde arriba (ver PP 81).
La acabarás a un codo de elevación.
Esta sentencia es difícil de interpretar. Si la palabra tsohar significa una "abertura para la luz", la expresión quizá se refiera a una especie de trabajo de enrejado de un codo de altura que rodeaba la parte superior del arca para permitir la entrada de la luz. Si tsohar significa "cubierta" o "techo" podría tener prácticamente el mismo significado, a saber que había un codo entre la cubierta y el borde superior de las paredes.
17.
He aquí que yo traigo.
El enfático "yo" es una clara indicación de que la catástrofe venidera era un castigo divino y no algo que sucedió en forma natural.
Un diluvio de aguas.
La palabra "diluvio", mabbul, se usa en todo el AT únicamente para el diluvio de Noé con la posible excepción del Sal. 29: 10. Mabbul puede derivarse de una raíz asiria que significa "destruir". La construcción de la frase hebrea "un diluvio de aguas" permitiría esta lectura: "una destrucción, [es decir] aguas". Este pasaje es la primera insinuación del medio de destrucción que se usaría.
18.
Estableceré mi pacto.
El primer convenio registrado entre Dios y Noé (ver com. de cap. 15: 9-17 en cuanto al procedimiento seguido para efectuar un pacto). Al concluir un pacto con Noé, Dios fortaleció la confianza de ese varón justo en la seguridad del cuidado divino. Sin importar lo que ocurriera, Noé sabía que él y su familia estarían a salvo.
Tus hijos.
Estas promesas incluían aun a los hijos de Noé que no habían nacido y a sus esposas, porque en ese tiempo Noé todavía no tenía hijos, aunque ya tenía 480 años de edad ( ver com. de cap. 5: 32). Ninguno de los antepasados de Noé había esperado tanto tiempo para tener descendientes y él puede haber renunciado a la esperanza de ser bendecido con hijos. En muchas ocasiones Dios preparó a sus instrumentos escogidos para tiempos de crisis guiándolos a través de largos períodos de chasco, para que pudieran aprender a tener paciencia y para que confiaran en él. Esta misma experiencia sobrevino a los padres de Isaac, Samuel y Juan el Bautista. La orden de construir el arca, pues, incluía la seguridad indirecta de que al preservar la vida, el linaje familiar de Noé no se extinguiría. Por lo tanto, el nacimiento de sus hijos sería para Noé una señal de igual certidumbre acerca de la venida del diluvio. Prosiguió por fe, creyendo "cosas que aún no se veían" (Heb. 11: 7).
19.
De todo lo que vive.
Había de preservarse tanto la vida animal como la vida humana por la fe de Noé. Los comentadores han visto una contradicción entre la orden de preservar "dos de cada especie" y la orden dada después de tomar siete de ciertas especies (cap. 7: 2). La primera orden tenía el propósito de informar a Noé acerca de las medidas que debía tomar para salvar al mundo animal de una aniquilación completa, y una pareja de cada animal sería esencial para la reproducción. Eso es todo lo que Dios se proponía en esa ocasión.
21.
Alimento.
Tenía que hacerse acopio de alimento para la familia de Noé y forraje para los animales, en cantidad suficiente para que durara más de un año. No sólo tenía que ser cosechado sino también almacenado en el arca. Se necesitaba el talento de un sabio organizador para realizar toda esta tarea en una forma eficiente. Noé tenía que ser no sólo constructor de barcos y predicador, sino además agricultor y abastecedor.
22.
Y lo hizo así Noé.
El registro de la instrucción dada a Noé termina con la observación de que él hizo todo lo que Dios le pidió que hiciera. No vaciló en obedecer a Dios. Su relación con parientes que habían llegado a 267 ser semejantes a los malditos cainitas, de ninguna manera influyó sobre él. Su educación, confiada a padres y a abuelos piadosos, había preparado a Noé para tener una fe implícita en Dios y para obedecer sus instrucciones.
Este corto versículo abarca 120 años de servicio fiel. Algunos de los que creyeron el mensaje de Noé, como su abuelo Matusalén, murieron antes de que se llevara a cabo el temido acontecimiento. Noé sobrevivió al mensaje que predicaba, y los que mejor lo conocían, su propia familia, no pudieron evitar su santa influencia. Sus hijos no sólo creyeron lo que él predicaba sino que participaron activamente en los preparativos para ese terrible suceso que había sido predicho antes del nacimiento de ellos.
La experiencia de Noé presenta un noble ejemplo para los cristianos que saben que están viviendo en el tiempo del fin y se están preparando a sí mismos para la traslación. Su obra misionera máxima ha de ser hecha en el hogar.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-22 PP 78-85; SR 62-64
2 1JT 605; PP 68, 350; SR 62
3 CS 386; FE 504; 1JT 508; LS 208; PP 809 92
5 CH 109; CMC 216; CS 599; DTG 587; Ev 412, 413; FE 221, 421; MJ 453; PP 65, 80; Te 249
5, 6 SR 62
5-7 PP 335
5-8 CS 484
7 PP 80; PR 222; SR 58
9 PP 378
11 CS 599; PP 80; Te 23
11-13 CH 109
12, 13 PP 378
12-16 PP 81
13 FE 504
13, 14 CS 386
14-16 PP 81
17, 18 SR 146
18 PP 378
1.
Entra tú.
Durante 120 años Dios había prolongado su longanimidad más allá de toda medida (1 Ped. 3: 20), y la vida y obra de Noé habían condenado "al mundo" (Heb. 11: 7). Pero los seres humanos, con descuido e indiferencia, habían proseguido rápidamente hacia su condenación. Dios no fue arbitrario al salvar a una familia y destruir a todas las demás. Sólo Noé se había hecho idóneo para ser admitido en la tierra nueva que surgiría después de la purificación de la tierra por agua.
2.
De todo animal limpio.
La instrucción de llevar consigo al arca más animales limpios que inmundos, presupone que Noé sabía cómo distinguir las dos clases. Es claro que esta distinción no se originó con Moisés. Se remonta a los tiempos más remotos, a las instrucciones divinas concernientes a los sacrificios, para los cuales tan sólo podían usarse animales limpios (ver cap. 8: 20).
Desde la antigüedad, el número de animales limpios que fueron llevados al arca ha sido tema de discusiones entre los traductores y comentadores de la Biblia. El texto hebreo dice literalmente "tomarás para ti siete siete, un macho con su hembra". Esto puede entenderse como "siete parejas" o "siete de cada clase" de animales. La LXX, la Vulgata y muchos eruditos antiguos y modernos favorecen la traducción "siete parejas", al paso que algunos padres de la iglesia, los reformadores y en realidad diversos eruditos de todos los tiempos se han inclinado en favor de "siete individuos". Cualquiera que sea la explicación exacta, es obvio que fueron albergados en el arca más animales limpios que inmundos. Previendo la necesidad de un alimento de emergencia después de que el diluvio hubiera destruido toda la vegetación, Dios sabía que el hombre necesitaría comer transitoriamente la carne de animales limpios. Además se los necesitaba para los sacrificios. Por estas razones obvias, Dios dispuso que se preservaran suficientes animales limpios a fin de que no se extinguieran. El hecho de que Dios en sus primeras instrucciones a Noé (cap. 6: 19) no hiciera distinción entre animales limpios e inmundos se puede explicar porque en ese tiempo, 120 años antes del diluvio, no eran necesarias tales instrucciones detalladas (ver com. de vers. 9).
5.
Todo lo que le mandó Jehová.
Así como Noé había cumplido todas las órdenes de Dios durante los 120 años previos (ver cap. 6: 22), de la misma manera procedió durante las últimas horas antes de que llegara el diluvio. ¡Cuánto debe haber sufrido al ver las multitudes de seres humanos, con quienes había vivido durante seis siglos, yendo indiferente y descuidadamente a la deriva, hacia su condenación! Sabiendo que todos ellos iban a morir al fin de una semana, y a los ocupados ciegamente en fiestas y francachelas como si 269 nada fuera a suceder (Mat. 24: 37-39), debe haber redoblado sus esfuerzos finales para amonestarles e invitarlos a entrar en el arca consigo. Pero todo fue inútil.
6.
Era Noé de 600 años.
Ver com. de cap. 5: 32.
7.
Entró Noé.
Que Noé no esperó hasta el último día antes del diluvio para entrar en el arca resulta obvio al comparar los vers. 7 y 10. Impulsados por el temor e impelidos por la fe, Noé y su familia no perdieron tiempo en obedecer la orden de entrar en el barco de refugio. Pedro nos dice que tan sólo ocho personas se salvaron del diluvio (1 Ped. 3: 20); de ahí que sea obvio que tanto Noé como sus tres hijos no tenían sino una esposa cada uno. La poligamia, común entre los cainitas, no era practicada todavía por los seguidores del Dios verdadero.
9.
De dos en dos entraron.
En obediencia a un impulso sobrenatural, entraron en el arca animales de todas clases. Tan sólo el poder divino pudo haberlos inducido a entrar tan a tiempo y en forma tan ordenada en el enorme barco. ¡Qué vívida amonestación debe haber sido ésta para los impíos que contemplaron el desfile de los animales! Allí había animales domesticados y salvajes, reptiles y volátiles, que entraban en el arca llevados aparentemente por su propia voluntad. ¡Qué contraste: las bestias mudas obedientes a su Creador y los seres inteligentes rehusando prestar atención a la llamada de misericordia divina que era también una advertencia! Si hubo algo que podría haber hecho una impresión en los pecadores, esto debía haberlo sido; pero habían endurecido su corazón por tanto tiempo, que aun este milagro los dejó impasibles.
11.
El año 600.
Esta es la primera de muchas declaraciones cronológicas exactas del AT. Esta declaración, por ser tan precisa que hasta da el día exacto, el mes y el año del diluvio, resalta en llamativo contraste con los relatos legendarios de los pueblos paganos antiguos acerca de las actividades de sus dioses en relación con este mundo.
Las fuentes del grande abismo.
Esta tierra, que nunca antes había experimentado los efectos de la lluvia (ver com. de Gén. 2: 6), súbitamente fue inundada por enormes masas de agua. Comenzó a llover densa e incesantemente. Simultáneamente se abrió la corteza terrestre, permitiendo que masas de agua de debajo de la superficie manaran a borbotones produciendo estragos e inundando la tierra que una vez había estado seca.
16.
Jehová le cerró la puerta.
Esta declaración hace resaltar la naturaleza milagrosa de los acontecimientos de la semana que precedió inmediatamente al diluvio. Este acto divino significó también que el tiempo de gracia de la raza caída había llegado a su fin. Así como en los días de Noé la puerta de la misericordia se cerró poco antes del día del castigo de Dios, así también en estos últimos días el pueblo de Dios ha de ser amonestado: "Cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito" (Isa. 26: 20, 21; Mat. 24: 37-39; 2 Ped. 3: 6, 7).
17.
Las aguas crecieron.
La tremenda extensión e intensidad del diluvio se expresan bien mediante una serie de verbos y adverbios muy descriptivos: las aguas "crecieron" (vers. 17), "subieron" y "crecieron en gran manera" (vers. 18), "subieron mucho" (vers. 19), y aun quedaron 15 codos (unos 7,50 m) por encima de las montañas (vers. 20). La descripción es clara, majestuosa y vívida. Un inconmensurable volumen de agua cubrió toda la tierra. La extensión universal del diluvio difícilmente podría haber sido expresada con palabras más vigorosas que éstas.
La descripción de los vers. 17 al 20 invalida la creencia de que el diluvio fue un fenómeno local ocurrido en el valle de la Mesopotamia. Por ejemplo, los depósitos de aluvión descubiertos por los arqueólogos en Ur de los caldeos, ni aun recurriendo a un exceso de imaginación, podrían relacionarse con el relato del Génesis acerca del diluvio (PP 96, 98).
Por doquiera sobre la superficie de la tierra se encuentran restos fósiles de plantas y animales que es obvio que fueron depositados por el agua. En ciertas localidades, estos depósitos se extienden hasta profundidades de por lo menos unos 5 km., pero el término medio de su profundidad es de algo más de unos 800 m. La distribución universal de estos restos y la profundidad a que se hallan, testifican con toda evidencia tanto de la extensión mundial como de la terrible violencia del diluvio de Noé.
La universalidad de esta catástrofe también queda comprobada por las leyendas acerca del diluvio preservadas en los pueblos de casi cada raza de esta tierra. El más completo de estos relatos es el de los antiguos babilonios, que se establecieron muy cerca del lugar 270 donde descansó el arca después del diluvio y desde donde otra vez la raza humana comenzó a propasarse. La Epopeya de Gilgamés tiene muchas similitudes decisivas con el relato del Génesis y, sin embargo, difiere de él lo suficiente como para demostrar que es una versión distorsionada del mismo relato. Una comparación de ambos deja una evidencia impresionante en cuanto a la inspiración de la narración del Génesis.
En los vers. 17 y 18 se menciona dos veces que el arca fue alzada y "flotaba". El hecho de que se deslizara con toda seguridad "sobre la superficie de las aguas" proporcionó a todas las generaciones futuras la seguridad de la capacidad de Dios para salvar a los que confían en él y le obedecen. Los mismos elementos desencadenados para destruir a los impíos, sostuvieron con toda seguridad a la fiel familia de Noé. A Dios nunca le faltan recursos para salvar a los suyos; sin embargo no debemos olvidar que es su voluntad que ejercitemos al máximo la inteligencia y el vigor que nos ha dado. Dios preservó milagrosamente el arca, pero hizo que Noé la construyera.
21.
Murió toda carne.
La palabra "todo" (cinco veces en el género masculino) se usa seis veces (vers. 21-23) y está acompañada con una lista detallada de las diferentes formas de vida: "aves", "ganado", "bestias", "reptil que se arrastra" y el "hombre". El uso reiterado del vocablo "todo" hace más enfática la narración.
24.
Prevalecieron las aguas.
Que los 150 días incluyeron los 40 días de los vers. 4, 12, 17, y por lo tanto deben contarse desde el comienzo de ese período, se ve por el vers. 11 y el pasaje del cap. 8: 4, donde se dice que el arca reposó sobre las montañas de Ararat en el 17º día del 7º mes, exactamente 5 meses después del comienzo de la lluvia. El cómputo se hace en términos de meses de 30 días.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-24 PP 85-95; SR 65-69
1 DTG 588; FE 504; PE 284; PP 86, 110; SR 65, 76, 408
2, 3 PP 85
4 SR 65
9, 10 PP 85
10 SR 65
11 HAp 457; PP 87, 93
11, 12 PE 284
11-24 Ed 125
13 FE 504
16 PP 86; SR 65
18, 19 CRA 58
20 PP 95
23 PP 104
1.
Se acordó Dios de Noé.
Este versículo no implica que Dios se hubiera olvidado de Noé durante un tiempo. Es una expresión que indica la solicitud y la gracia divinas. Una conmovedora indicación de la ternura de Dios hacia sus criaturas se halla en la declaración de que Dios también se acordó, junto con Noé, de los demás seres vivientes. Aquel que proclamó que aunque cinco pajarillos "se venden" "por dos cuartos", "con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios" (Luc. 12: 6, 7; cf. Mat. 10: 29-31; 6: 26), recordará a sus hijos fieles que valen más "que muchos pajarillos".
4.
Ararat.
Todos los expositores bíblicos están de acuerdo en que se trata de la región montañosa de Armenia, aunque no se sabe con exactitud qué parte se indica de la cordillera del Ararat. El lugar de la ubicación tradicional, el moderno monte Ararat, tiene dos cumbres: una de 5.165 m y la otra de 3.746 m. Los persas llaman Koh-i-nuha a estas dos cumbres gemelas, lo que significa "la montaña de Noé". Este era un lugar ideal para que reposara el arca mientras bajaban las aguas, y desde el cual los sobrevivientes del diluvio podían esparcirse por todo el mundo (ver com. de cap. 7: 24).
5.
Las aguas fueron decreciendo.
Las aguas disminuyeron gradualmente durante dos meses y medio después que el arca descansó sobre las montañas del Ararat.
7.
Envió un cuervo.
Cuarenta días después de la aparición de las cumbres de las montañas, Noé estuvo ansioso por conocer hasta dónde se habían secado las aguas y si podía abandonar sin peligro el refugio del arca. Como ya se habían retirado las aguas de las partes más altas, el arca estaba a salvo de las tempestades. Desde una posición tal en la montaña era difícil determinar hasta dónde se habían retirado las aguas en los valles más bajos. Por lo tanto, Noé envió un cuervo para saber, por el comportamiento del ave, cuál era la condición de la tierra. No pudiendo encontrar un lugar donde descansar, el cuervo estuvo volando por encima de las aguas y volviendo de cuando en cuando al arca (PP 95).
8.
Una paloma.
Aunque no se dice cuánto tiempo esperó Noé antes de hacer una segunda prueba, la expresión "esperó aún otros siete días" (vers. 10) indica que el primer período de espera también había sido de la 272 misma duración. Una semana más tarde, la paloma se mantuvo alejada todo el día, pero volvió por la tarde con una hoja de olivo, indudablemente de un árbol que había sobrevivido al diluvio. A la frase "traía una hoja de olivo en el pico" (vers. 11), se añade en hebreo la palabra "arrancada", lo que indica claramente que la hoja no había sido encontrada flotando sobre la superficie de las aguas. Noé reconoció en la hoja de olivo una evidencia de que la tierra debía estar casi seca y que pronto podría salir del arca. Una semana más tarde, la paloma no volvió, lo que demostraba que la condición de la tierra permitía salir del arca. ¡Cuán gozoso debe haberse sentido Noé!
13.
La cubierta del arca.
Se indica un período adicional de espera, después del cual Noé pensó que había llegado el momento de investigar por sí mismo. Puesto que podía verse poco por las aberturas enrejadas ubicadas debajo del techo del arca, quitó una parte del mismo. La palabra "cubierta", mikseh, se usa en el AT para designar el techo del tabernáculo (Exo. 26: 14), y también lo que cubría los muebles del santuario mientras éste era transportado (Núm. 4: 10-12). Puesto que estas coberturas eran de pieles, es posible que la cubierta del arca lo hubiera sido también (ver com. de cap. 6: 16).
14.
En el mes segundo.
A Noé le pareció que el terreno estaba suficientemente seco. Sin embargo, como Dios había cerrado la puerta del arca, Noé esperó la instrucción de Dios en cuanto al momento de salir de ella. En total esperó 57 días más, antes de que las aguas se hubieran escurrido del todo y Dios pudiera dar el permiso deseado.
Si suponemos que siempre se trató de meses de 30 días (ver com. de cap. 7: 24), el cuaderno de bitácora del arca durante el diluvio habría tenido la siguiente descripción:
Mes Día Año
Noé entra en el arca. Gén. 7: 4, 7, 10........ 2 10 600
Comienzo del diluvio. 7: 11......................... 2 17 600
Llueve y prevalecen las aguas (primeros 40 días
del diluvio). 7: 4, 12, 17............................... 3 27 600
"Prevalecieron las aguas" (110 días adicionales).
7:24............................................................... 7 17 600
El arca descansa sobre las montañas de Ararat.
8: 4................................................................ 7 17 600
Se ven las montañas. 8: 5.......................... 10 1 600
Se envía el cuervo (40 días después). 8: 6....... 11 11 600
Se envía la paloma
por primera vez. 8: 8; PP 95............................. 11 18 600
Se envía la paloma por segunda vez. 8: 10.. 11 25 600
Se envía la paloma por tercera vez. 8: 12...... 12 2 600
Se quita la cubierta del arca;
se secan las aguas. 8: 13................................ 1 1 601
Noé sale del arca. 8: 14-16............................. 2 27 601
Pasaron exactamente cinco meses desde el comienzo del diluvio hasta que el arca reposó sobre las montañas de Ararat (cap. 7: 11; 8: 4). Este período también se presenta como 150 días (cap. 7: 24), lo que indica que los cinco meses tenían 30 días cada uno. Sin embargo, no es seguro si el año del tiempo de Noé era lunar o solar o si comenzaba en la primavera o en el otoño.
El arca constituye una prueba de la bondad de Dios y de la fe obediente de Noé. El arca fue un refugio en tiempo de peligro, un hogar para los que no lo tenían y un templo donde la piadosa familia de Noé rendía culto a Dios. Los llevó a salvo desde el mundo antiguo hasta el nuevo, de un ambiente de vicio y pecado a una tierra purificada. El arca fue el lugar destinado por Dios para la salvación; fuera de ella no había seguridad. Así como fue en los días de Noé, será cuando el mundo llegue a una terminación súbita con la venida del Hijo del hombre (Mat. 24: 37). Los que desean ser salvados deben valerse del recurso que Dios ha provisto para su salvación.
16.
Sal del arca.
Noé había aprendido a confiar en Dios y a esperar pacientemente, como resultado de sus 120 años de predicación y construcción del arca. Ese largo período de activa labor fue seguido por más de un año dentro del arca. Durante las primeras semanas y los primeros meses Noé y su familia habían experimentado lluvia incesante, 273 furiosas tempestades y tremendos cataclismos de la corteza terrestre, todo lo cual amenazaba con destruir su frágil embarcación. Posteriormente, cuando el arca reposó sobre las montañas de Ararat, comenzó un tedioso lapso de espera que duró más de siete meses. Con cuánta frecuencia podría haber sentido Noé que Dios había olvidado la solitaria arca y a sus ocupantes en aquella cima montañosa. ¡Felices virtudes gemelas, la fe y la paciencia! Con qué gozo anhelante debe haber escuchado Noé una vez más la voz de Dios que le ordenaba que saliera.
17.
Fructifiquen y multiplíquense.
Esta declaración ha sido considerada por algunos comentadores como un indicio de que Dios había limitado la función reproductora de los animales durante el año que pasaron en los apretujados recintos del arca. Ahora se repite la bendición dada originalmente en la creación para que los animales se multiplicaran y llenaran la tierra (cap. 1: 22).
18.
Salió Noé.
Noé y su familia salieron cuando un ángel descendió del cielo y abrió la puerta de par en par, la misma puerta que había cerrado un año antes. Los animales siguieron el ejemplo de Noé, saliendo del arca en orden, cada uno según su propia especie. Este instinto de asociarse con otros miembros de su propia especie generalmente es característica del mundo animal hasta el día de hoy.
20.
Edificó Noé un altar.
Lo primero que hizo Noé después de salir del arca fue un acto de culto. Los sacrificios ofrecidos por Noé eran no sólo una expresión de gratitud por haber sido preservado, sino también una nueva muestra de su fe en el Salvador simbolizado en cada sacrificio de animales. En la ofrenda de "todo animal limpio y toda ave limpia", Noé puso de manifiesto tanto gratitud como generosidad. Aunque este pasaje es el primero de las Escrituras en que se menciona la construcción de un altar, no se debiera pensar que los altares no se usaban antes del diluvio. La palabra "holocausto" 'oloth, no es la misma que se usa para describir el sacrificio de Abel. Se deriva de un verbo que significa "elevarse" y no sugiere la elevación de la ofrenda sobre el altar, sino la ascensión del humo del holocausto hacia el cielo (ver Juec. 13: 20; 20: 40; Jer. 48: 15; Amós 4: 10).
21.
Percibió Jehová olor grato.
La satisfacción de Dios por la conducta de Noé y la forma en que aceptó la ofrenda de Noé, se presentan en un lenguaje muy humano. La respuesta divina al ferviente culto de Noé fue la decisión de que la tierra nunca sería otra vez destruida por un diluvio. Esta promesa no fue comunicada a Noé sino un tiempo después (ver cap. 9: 8-17). Las palabras "no volveré más a maldecir la tierra" no quitaron la maldición del cap. 3: 17. Simplemente se refieren a que una catástrofe universal, tal como el diluvio, no sobrevendría otra vez a la humanidad. Esto no incluye inundaciones locales.
El intento del corazón del hombre.
Algunos comentadores han visto una contradicción entre este versículo y el pasaje del cap. 6: 5-7. Dios había decretado el diluvio porque "todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal", y aquí, por la misma razón, promete que nunca más mandaría otro diluvio. Debe ser que en el primer caso "pensamientos" se refiere a una modalidad intencional de pensamiento pervertido que se traducía en acción (cap. 6: 5), y en cambio aquí se refiere a las tendencias inherentes del hombre.
22.
Mientras la tierra permanezca.
Las ocupaciones comunes del hombre, propias de las estaciones, habían sido completa y universalmente interrumpidas por el diluvio. Ahora Dios le aseguró a Noé no sólo que no habría nunca más otro diluvio sino que tampoco ocurriría ninguna otra interrupción semejante del ciclo de las estaciones. Las estaciones habían sido ordenadas en la creación (Gén. 1: 14) y por lo tanto deberían continuar.
El relato más notable del diluvio, fuera de la Biblia, aparece en la antigua epopeya babilonia de Gilgamés. Aunque la sección de la epopeya que trata del diluvio presenta similitudes notables con el registro del Génesis, las diferencias entre los dos relatos constituyen una evidencia convincente de la inspiración y exactitud del registro bíblico. El politeísmo y otras ideas religiosas paganas le dan a la epopeya de Gilgamés un sabor claramente pagano. Aunque relatos similares del diluvio persisten hasta el día de hoy en todos los sectores de la humanidad, es tan sólo natural que la narración babilonia sea más exacta que 274 las demás debido a la proximidad de Babilonia a las montañas del Ararat. Para mayor información acerca de la epopeya de Gilgamés, véase la "Arqueología y el redescubrimiento de la historia antigua", en las págs. 122, 123.
1.
Estas son las generaciones.
La autenticidad de Gén. 10 ha sido cuestionada por algunos críticos de la Biblia que lo califican como un documento posterior basado en una información defectuosa o bien como pura fantasía. Sin embargo, descubrimientos recientes atestiguan de su validez. Sin Gén. 10 nuestro conocimiento de los orígenes e interrelaciones de las diversas razas sería mucho menos completo de lo que es. Este capítulo confirma las palabras de Pablo en Atenas, que Dios "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres" (Hech. 17: 26).
Los hijos de Noé.
La expresión "estas son las generaciones" aparece frecuentemente en el Génesis (Gén. 6: 9; 11: 10; 25: 12, 19; etc.), generalmente como encabezamiento de informaciones genealógicas. Los hijos de Noé no se presentan de acuerdo con su edad, sino de acuerdo con su importancia relativa para los hebreos (ver com. de cap. 5: 32). Los tres hijos nacieron antes del diluvio. Sem significa "nombre" o "fama"; Cam, "calor" y Jafet "belleza" o "expansión". El último significado para Jafet parece preferible en vista de la bendición pronunciada sobre él por su padre (cap. 9: 27). Estos nombres probablemente reflejan los sentimientos de Noé cuando nacieron ellos. El nacimiento de Sem le aseguró a Noé "fama"; hubo un lugar particularmente "caluroso" en su corazón para Cam; en Jafet vio el crecimiento de su familia. Los nombres también sugieren previsión profética. Sem fue famoso como progenitor de Abrahán y a través de él, del Mesías; la naturaleza de Cam era ardiente, desenfrenada y sensual; los descendientes de Jafet están esparcidos en varios continentes. Pero no sólo se reveló el espíritu de la inspiración en los nombres que Noé dio a sus hijos; también se reflejó en las bendiciones y la maldición pronunciadas sobre ellos (cap. 9: 25- 27). El nombre de Cam aparece hoy día con frecuencia como nombre judío, en la forma de Jaim.
A quienes nacieron hijos.
La manifiesta bendición de Dios sobre los sobrevivientes del diluvio resultó en la rápida multiplicación de la raza humana (ver caps. 9: 1; 10: 32). El orden en que están los nombres de los hijos de Noé se halla en armonía con un recurso literario hebreo conocido como "paralelismo invertido". Después de dar sus nombres en orden acostumbrado: "Sem, Cam y Jafet", Moisés da la lista de los descendientes de Jafet primero y los de Sem al final. Otro ejemplo de este procedimiento aparece en Mat. 25: 2-4.
2.
Los hijos de Jafet: Gomer.
Gomer fue el antepasado de un pueblo conocido en las inscripciones asirias como Gamir o Gimirri. Se trata de los cimerios de la antigua literatura griega y pertenecen a la familia de naciones indoeuropeas. Según el autor griego Homero, los cimerios vivieron en el norte de Europa. Aparecieron en las provincias septentrionales del imperio asirio en tiempo de Sargón II, durante el siglo VIII AC. Invadieron la antigua Armenia, pero fueron rechazados hacia el oeste por los asirios. Una antigua carta asiria comenta que ninguno de sus intérpretes conocía el idioma del pueblo de Gomer. A su vez, los cimerios vencieron a los 282
CUADRO GENEALÓGICO DE LOS DESCENDIENTES DE NOÉ
283
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS HIJOS DE NOÉ
Los tres hijos de Noé emigraron a zonas geográficas diferentes. Los semitas se establecieron en el valle formado por el Tigris y el Eufrates, y en la mayor parte de Arabia. Los jafetitas se dirigieron hacia el norte y se instalaron alrededor del mar Negro, y fueron hacia el oeste hasta España. Los camitas avanzaron hacia el sur y colonizaron la parte meridional de Asia Menor, la costa de Siria y Palestina y la costa Arábiga del mar Rojo; sin embargo, se establecieron principalmente en África.
284 reinos frigio y lidio del Asia Menor, pero fueron gradualmente absorbidos por los pueblos de Anatolia. Algunos poetas de la época hablan del terror inspirado por los cimerios en el corazón de los hombres. Una gran parte de Anatolia una vez llevó el nombre de Gomer en testimonio de su poder. Los antiguos hablaban del "Bósforo cimerio", y los armenios todavía llaman Gamir a una parte de su territorio. Se piensa que Crimea lleva el nombre de ellos hasta el día de hoy.
Magog.
Es difícil la identificación de este nombre. En Eze. 38 y 39, Gog, príncipe de Magog, aparece como un cruel enemigo del pueblo de Dios. En una carta de un rey babilonio del siglo XV, dirigida a un faraón egipcio, se menciona la tribu bárbara Gagaia, que pudo haberse originado en Magog. Se supone que esta tribu vivió en alguna región al norte del mar Negro, probablemente en las proximidades de Gomer, hermano de Magog.
Madai.
Los medos, o madai, aparecen por primera vez en inscripciones asirias del siglo IX AC como un pueblo que vivía en la elevada altiplanicie irania al este de Asiria. Después de desempeñar un papel de menor importancia en la historia del mundo antiguo, aparecen súbitamente en el siglo VII AC como una nación poderosa bajo el rey Ciaxares, cuando, en unión de los babilonios, vencieron al imperio asirio. Al dividirse los dos aliados el imperio fragmentado, los medos recibieron las provincias del norte hasta el río Halys del Asia Menor. Gobernaban su vasto dominio desde Ecbatana, la Acmeta bíblica (Esd. 6: 2). Astiages, hijo de Ciaxares, fue derrotado y depuesto por Ciro, gobernante persa que unificó los reinos de Media y de Persia y después venció a Babilonia. Por primera vez en la historia, la supremacía mundial cayó así en las manos de una raza indoeuropea.
Javán.
Los griegos, especialmente los jonios, descendían de Javán. Los antiguos jonios son mencionados primero en los registros hititas como habitantes de las regiones costeras occidentales del Asia Menor. Esto fue en la mitad del segundo milenio AC, más o menos cuando Moisés escribió el Génesis. En las inscripciones asirias son llamados Jamnai.
Tubal.
Los tibarenios de Herodoto y los tabaleanos de las inscripciones cuneiformes deben identificarse con los descendientes de Tubal.
Tubal es mencionado en inscripciones del siglo XII AC como estando aliado con Mushku (Mesec) y Kaski en un intento por conquistar la Mesopotamia nororiental. Salmanasar III se refiere a Tabal como a un país, por primera vez en el siglo IX AC, al paso que inscripciones de un siglo más tarde ubican a los tabaleanos como colonizadores de las montañas del Antitauro de la Capadocia meridional. Posteriormente fueron derivados hacia Armenia, donde se relacionaron con ellos los autores griegos del período clásico.
Mesec.
Probablemente el antecesor de los mosquianos de los escritores clásicos griegos, los mushku de las inscripciones asirias. Estas inscripciones representan a Tabal y a Mushku como aliados, al igual que en Eze. 38. Los mushku aparecen por primera vez en el norte de Mesopotamia durante el reinado de Tiglatpileser I, por el año 1100 AC. Un poco después se establecieron en Frigia y desde allí, comandados por su rey Mita, guerrearon contra Sargón II, en el siglo VIII AC. En su lucha contra los asirios, el último rey de Carquemis trató en vano de conseguir ayuda de Mita, rey de Mesec. Después de dominar el norte de Anatolia por un tiempo, los mushku la perdieron, primero ante los cimerios y después ante los lidios.
Tiras.
Probablemente el antecesor de los tirsenos. Este pueblo que deriva su nombre de Tiras, vivió en la costa occidental del Asia Menor, donde se destacaron como piratas. Probablemente relacionados con los tirsenos italianos, aparecen en las inscripciones egipcias de fines del siglo XIII AC con el nombre de tirsenios. Desempeñaron un papel importante entre los pueblos costeros migratorios del período prehelénico.
3.
Los hijos de Gomer: Askenaz.
Este es el primer hijo de Gomer, hijo de Jafet. Fue progenitor de los ascanios, pueblo indoeuropeo que vivía al sudeste del lago Urmia en tiempo de Esar-haddón, siglo VII AC. El lago askeniano de Frigia deriva su nombre de ellos. Esar-haddón dio su hija como esposa a Bartatua, rey ascanio, después de asegurarse mediante su dios sol que Bartatua permanecería leal a Asiria. De ese modo encontramos a los ascanios uniendo sus fuerzas con los asirios contra los cimerios y los medos. Madyes, hijo de Bartatua, intentó sin éxito ayudar a los asirios cuando Nínive fue sitiada por los medos y babilonios. Cuando cayó Asiria, los 285 ascanios se convirtieron en súbditos de los medos. Son convocados por Jeremías, junto con los reinos indoeuropeos de Ararat, Mini y de Media, para destruir a Babilonia (Jer. 51: 27).
Rifat.
Debido a su relación con Gomer, Askenaz y Togarma, probablemente Rifat fue el progenitor de otra tribu indoeuropea de Capadocia. Sin embargo, su nombre no ha sido encontrado todavía en las inscripciones antiguas. Josefo identifica a sus descendientes con los paflagonios, que vivían en la zona inferior del Halys, en el Asia Menor, y cuya capital era Sinope.
Togarma.
Antepasado del pueblo de Togarma mencionado en los registros hititas del siglo XIV AC. Son los tilgarimu de las inscripciones asirias, que los ubican en los montes Tauro del norte. Senaquerib, hijo de Sargón, los menciona con los chilakki que vivían a orillas del Halys en el Asia Menor. Ambos reyes asirios pretenden haber conquistado su país. Ezequiel declara (Eze. 27: 14) que de la tierra de ellos se llevaban mulos y caballos a los mercados de Fenicia. Togarma aparece en Eze. 38: 6 entre los aliados de Magog. Los armenios remontan su genealogía hasta Haik, el hijo de Torgom, y parecen, pues, ser descendientes de Togarma.
4.
Los hijos de Javán: Elisa.
Puesto que Tiro importaba su púrpura de las "islas de Elisa" (Eze. 27: 7 BJ), probablemente las islas de Sicilia y Cerdeña, parecería verosímil que los descendientes de Elisa, hijo de Javán, deberían ser buscados en esa región. Se sabe que Sicilia y Cerdeña fueron colonizadas por griegos. De modo que los habitantes de Cerdeña y Sicilia eran los "hijos" de la Grecia continental así como Elisa era el hijo de Javán, progenitor de los griegos. La similitud del nombre Elisa con aquella parte de Grecia llamada Eolia o Eólida, y con el nombre que los griegos dan a su país, "Hellas", parece relacionar originalmente a Elisa con la Grecia continental.
Tarsis.
Este nombre aparece frecuentemente en la Biblia. De acuerdo con Isa. 66: 19 y Sal. 72: 10, Tarsis era unas "costas lejanas". Tenía buenas relaciones comerciales con Tiro que importaba plata, hierro, estaño y plomo de Tarsis (Eze. 27: 12). Jonás intentó escapar a Tarsis cuando el Señor lo envió a Nínive (Jon. 1: 3). Probablemente era la remota colonia fenicia ubicada en el distrito minero del sur de España, los tartesos de griegos y romanos, de la zona media e inferior del río Betis (ahora Guadalquivir). "Tarsis" -que significa "fundidor" o "refinería"- probablemente fue el nombre de varios lugares diferentes con los que comerciaban en metales los fenicios y, a veces, los hebreos, usando "naves de Tarsis" (Sal. 48: 7; ver com. de 1 Rey. 10: 22).
Quitim.
Muchos comentadores han identificado a Quitim con Chipre, porque una capital de Chipre se llamaba Kitión. Esto concordaría con Isa. 23: 1, 12 que habla de Quitim como que no estuviera muy lejos de Tiro y Sidón. En Jer. 2: 10 y Dan. 11: 30, el nombre Quitim denomina a los griegos en general. Pero su significado anterior, como en el caso de Isaías, parece circunscribirse más. Por lo tanto, es seguro identificar a Quitim con Chipre o con otras islas de las proximidades de Grecia.
Dodanim.
Si esta forma de escribirlo es correcta, debe corresponder con los dardanios griegos, ubicados a lo largo de la costa noroccidental del Asia Menor. Sin embargo, en la LXX se lee Rodioi. En la lista paralela de 1 Crón. 1: 7 se lee Rodanim (BJ) en hebreo, que en la VVR se ha cambiado a Dodanim para concordar con la grafía hebrea del cap. 10: 4. Las letras d y r del hebreo son tan parecidas que un escriba fácilmente puede haber confundido la r con una d en este versículo. Si Rodanim fue con seguridad la forma de escribir el nombre, probablemente se refiere a los griegos de la isla de Rodas.
5.
Las islas de las gentes.
(BJ). Las costas (VVR). Los descendientes de Javán, las diversas tribus griegas mencionadas en el versículo precedente -los habitantes de Grecia y las islas adyacentes a ella, los de Sicilia, Cerdeña, España y Chipre-, salieron para establecerse en las regiones insulares y costeras del Mediterráneo. Este versículo indica que los nombres dados designan únicamente a los grupos tribales importantes. Indudablemente, una dispersión más amplia ya había ocurrido en el tiempo de Moisés. Cuando se escribió eI Génesis, los pobladores del Mediterráneo central y occidental estaban subdivididos en muchos grupos diferentes. Todos ellos, probablemente, descendían de Javán, el cuarto hijo de Jafet.
6.
Los hijos de Cam: Cus.
Los hebreos estuvieron más íntimamente relacionados con 286 las razas camíticas que con los descendientes de Jafet. Cus, o Kus, es la antigua Etiopía, que en los tiempos clásicos era llamada Nubia. Incluía una parte de Egipto y la parte del Sudán comprendida entre la primera catarata del Nilo, en Asuán, y Kartum en el sur. Este país es llamado Kash en las inscripciones egipcias: Kushu en los textos cuneiformes asirios. Sin embargo, Cus no sólo incluía a la Nubia africana sino también la parte occidental de Arabia que bordea el mar Rojo. Se sabe que algunos de los hijos de Cus se establecieron allí. Sera, el cusita (etíope) de 2 Crón. 14: 9 y "los mercaderes de Kus" de Isa. 45: 14 (BJ), mencionados con los sabeos como hombres de elevada estatura, se piensa que eran árabes occidentales. Por el tiempo de Ezequías, Judá se relacionó con el Cus africano, o Etiopía, que se menciona frecuentemente en los últimos libros del AT (ver 2 Rey. 19: 9; Est. 1: 1; 8: 9; Sal. 68: 31; etc.).
Mizraim.
Los egipcios descendieron del segundo hijo de Cam. Es oscuro el origen del nombre hebreo Mizraim. Aunque esta palabra es la misma en los idiomas asirio, babilonio, árabe y turco así como en hebreo, nunca se ha encontrado un nombre similar autóctono en las inscripciones egipcias. Los egipcios llamaban a su país la "tierra negra" para designar la franja fértil de tierra que bordea ambas orillas del río Nilo en contraste con la "tierra roja" del desierto, o hablaban de él como las "dos tierras", lo que refleja una división histórica anterior del país en dos reinos separados. Es un tema controvertido entre algunos eruditos si la palabra Mizraim, con su terminación dual hebrea, puede ser un reflejo de la expresión "dos tierras". Los egipcios modernos usan el nombre Misr y el adjetivo misri para referirse a Egipto. El nombre Mizar, dado a una estrella de la constelación de la Osa Mayor, también perpetúa el nombre de Mizraim, el hijo de Cam.
Fut.
Tradicionalmente Fut ha sido identificado como el progenitor de los libios. Esta tradición se remonta al tiempo de la LXX, que tradujo Fut como "Libia". Probablemente es errónea esta identificación. Antiguas inscripciones egipcias mencionan una tierra africana con el nombre de Punt, Putu en los textos babilónicos, hasta la cual enviaron expediciones los egipcios desde tiempos remotos para conseguir mirra, árboles, pieles de leopardos, ébano, marfil y otros productos exóticos. De ahí que Punt fuera probablemente la costa africana de Somalia y Eritrea, y el Fut de este pasaje.
Canaán.
Algunas inscripciones jeroglíficas y cuneiformes del segundo milenio AC ubican a Canaán como la región que bordea el Mediterráneo por el oeste, que limita con el Líbano por el norte y con Egipto por el sur. Además es un nombre colectivo para la población autóctona de Palestina, Fenicia y las ciudades-estados hititas del norte de Siria. Los fenicios y sus colonizadores cartagineses del norte del África se referían a sí mismos como cananeos en sus monedas, hasta los tiempos de los romanos (ver vers. 15). Aunque Canaán fue hijo de Cam, el idioma cananeo fue semítico; como lo revela claramente la escritura de los cananeos. Parece que ellos adoptaron el idioma semítico en una etapa muy remota de su historia. Evidentemente, esto también sucedió con los egipcios, pues su idioma es pronunciadamente semítico. En realidad, los egipcios antiguos, cuya procedencia camítica no pondrá en duda ningún erudito, introdujeron tantos elementos semíticos en su idioma, que algunos eruditos han clasificado el egipcio antiguo como semítico. La proximidad geográfica de los cananeos con las naciones semíticas del Cercano Oriente quizá explique su aceptación del idioma semítico. La cultura babilónica, su idioma y escritura fueron virtualmente adoptados por todos los pueblos que vivían entre el Eufrates y Egipto como lo indican las cartas de Amarna del siglo XIV AC. Con referencia a las cartas de Amarna, consúltese la pág. 113.
Que el idioma hablado por un pueblo no siempre es una indicación clara de la raza a la cual pertenece se demuestra por numerosos ejemplos antiguos y modernos. La conquista musulmana convirtió el árabe en el idioma hablado y escrito de poblaciones que son semíticas, y otras que no lo son, en torno del Mediterráneo meridional hasta la costa del Atlántico y también hacia el este.
7.
Los hijos de Cus: Seba.
Josefo, el historiador judío, identifica a Seba con el rey nubiense de Meroe, una región africana situada entre el Nilo Azul y el río Atbara. Esta opinión puede haber sido correcta en el tiempo de Josefo, pues para entonces los etíopes habían emigrado al África desde la Arabia meridional. Sin embargo, Seba, por lo menos originalmente, era una tribu de la parte sur de 287 Arabia. En el Sal. 72: 10 se dice que las naciones más remotas del tiempo de Salomón rendían homenaje a Salomón: Seba en el extremo sur, Tarsis al oeste y Sabá al este. En Isa. 43: 3, se hace referencia a Seba como una comarca muy próxima a Etiopía. Isa. 45: 14 pone énfasis en la elevada estatura de los sabeos.
Havila.
Fuera de la Biblia no se menciona a Havila. Varias declaraciones bíblicas indican que era una tribu arábiga no muy alejada de Palestina. Gén. 25: 18 coloca el límite oriental de Edom en Havila, que también fue el límite oriental de la campaña de Saúl contra los amalecitas (1 Sam. 15: 7). Para la región antediluviana de Havila, ver com. de Gén. 2: 11.
Sabta.
Algunos comentadores han identificado a Sabta con Sabota, una ciudad de la región arábiga meridional de Hadramaut. Otros piensan que corresponde con la Safta de Tolomeo, sobre el golfo Pérsico. Es imposible una identificación definida.
Raama.
Puesto que las tribus arábigas de Sabá y Dedán originalmente estuvieron ubicadas en la Arabia sudoccidental, es probable que los habitantes de Raama vivieran en la misma región. Ezequiel menciona a Raama con Sabá como traficantes de incienso, piedras preciosas y oro en los mercados de Tiro. Es probablemente la tribu de los ramanitas, ubicada por el geógrafo romano Estrabón en la Arabia sudoccidental. También se hace referencia a ella en una famosa inscripción árabe que alaba a la deidad local por salvar a los mineos de los ataques de Sabá y Haulan, en el camino de Maín a Raama.
Sabteca.
Nada más se sabe de este hijo o de sus descendientes. Algunos han procurado identificar su comarca con Samudake, en el golfo Pérsico. Esto es muy dudoso porque todos los árabes cusitas parecen haberse establecido en la parte occidental de Arabia.
Seba.
Los sabeos, descendientes de Seba, son bien conocidos tanto por la Biblia como por otras fuentes. En los tiempos del AT, Seba aparece como una opulenta nación de mercaderes. Se cree que fue una reina de este país la que visitó oficialmente a Salomón. Posteriormente los sabeos se convirtieron en la nación más importante del sur de Arabia, en el país que hoy se denomina Yemen. Un caudal de inscripciones, la mayoría todavía inéditas, dan testimonio de su religión, su historia y el elevado nivel de su cultura. Mediante la construcción de grandes represas y un vasto sistema de irrigación, los sabeos aumentaron mucho la fertilidad y riqueza de su país, hasta el punto de llegar a ser conocida en los tiempos clásicos como Arabia Felix (Arabia Feliz). La negligencia y la destrucción final de esas represas provocó el eclipse gradual de los sabeos como una nación.
Dedán.
Este nieto de Cus se convirtió en el antepasado de una tribu árabe meridional de la cual no se sabe nada más. Esta tribu no se debe confundir con la que desciende de un nieto de Abrahán y Cetura que vivió en el límite meridional de Edom en la Arabia noroccidental (Gén. 25: 3; 1 Crón. 1: 32; Isa. 21: 13; Jer. 25: 23; 49: 8; Eze. 25: 13; 27: 15, 20; 38: 13).
8.
Cus engendró a Nimrod.
Aunque el nombre de Nimrod no se ha encontrado aún en los registros babilónicos, todavía los árabes relacionan algunos lugares antiguos con este nombre. Por ejemplo, Birs-Nimrud es su nombre para las ruinas de Borsipa; y Nimrud para Cala. Estos nombres deben depender de tradiciones muy antiguas y no pueden atribuirse sólo a la influencia del Corán. Hasta donde sepamos por la evidencia histórica disponible, los primitivos habitantes de la Mesopotamia no fueron semitas sino sumerios. Poco se sabe en cuanto al origen de los sumerios. El hecho de que Nimrod, que era camita, fundara la primera ciudad-estado de Mesopotamia, sugiere que los sumerios probablemente eran camitas.
Poderoso.
Esta expresión denota una persona renombrada por sus hechos osados y audaces. Quizá también incluya el significado de "tirano".
9.
Delante de Jehová.
La Septuaginta traduce esta frase "contra Jehová". Aunque el cazador Nimrod desafiaba a Dios con sus hechos, sus poderosas hazañas lo hicieron famoso entre sus contemporáneos y también en las generaciones futuras. Las leyendas babilonias sobre Gilgamés, que aparecen con frecuencia en los relieves babilonios, en los sellos cilíndricos y en documentos literarios, posiblemente se refieren a Nimrod. Generalmente Gilgamés aparece matando a mano limpia leones y otras bestias feroces. El hecho de ser Nimrod camita puede ser la razón para que los babilonios, descendientes de Sem, atribuyeran sus hechos famosos a uno de sus 288 propios cazadores y a propósito olvidaran su nombre.
10.
El comienzo de su reino.
Esto puede significar o bien su primer reino o el principio de su soberanía. Nimrod aparece en el registro de las naciones como el autor del imperialismo. Bajo él, la soledad pasó de la forma patriarcal a la monárquica. Es el primer hombre mencionado en la Biblia como cabeza de un reino.
Babel.
Babilonia fue el primer reino de Nimrod. Teniendo la idea de que su ciudad era reflejo terrenal del lugar de la morada celestial de su dios, los babilonios le dieron el nombre de Bab-ilu. "el portal de dios" (ver com. de cap. 11: 9). Las leyendas babilonias identifican la fundación de la ciudad con la creación del mundo. Teniendo esto sin duda en cuenta, Sargón, un antiguo rey semita de Mesopotamia, llevó tierra sagrada de Babilonia para la fundación de otra ciudad modelada a semejanza de ella. Aun en el período final de la supremacía asiria, Babilonia no perdió su importancia como centro de la cultura mesopotámica. Sin embargo, su fama y gloria máximas surgieron en el tiempo de Nabucodonosor, quien la convirtió en la primera metrópoli del mundo. Después de ser destruida por Jerjes, rey de Persia, Babilonia quedó parcialmente en ruinas (ver com. de Isa. 13: 19).
Erec.
La Uruk babilonia, la moderna Warka. Excavaciones llevadas a cabo hace algún tiempo demostraron que es una de las ciudades más antiguas que hayan existido. Allí se han encontrado los documentos escritos más antiguos que se hayan descubierto. Uruk era conocida por los babilonios como la comarca donde fueron realizadas las hazañas de Gilgamés, hecho que parece confirmar la posibilidad de que las leyendas de Gilgamés fueron reminiscencias de las primeras proezas de Nimrod.
Acad.
La sede de los antiguos reyes Sargón y Naram-Sin (véase la pág. 143). Las ruinas de esta ciudad no han sido localizadas, pero deben encontrarse en la vecindad de Babilonia. Los antiguos pobladores semíticos de la baja Mesopotamia llegaron a ser llamados acadios, y ahora colectivamente se hace referencia a los antiguos idiomas babilonio y asirio con el mismo término.
Calne.
Aunque Calne no ha sido todavía identificada con seguridad, fue probablemente la misma Nippur, la actual Níffer. En este lugar se ha encontrado un gran porcentaje de todos los textos sumerios conocidos. Los sumerios la llamaron Enlil-ki, "la ciudad de [el dios] Enlil". Los babilonios cambiaron el orden de los dos elementos de este nombre y se refirieron a la ciudad, en sus inscripciones más antiguas, como Ki-Enlil y más tarde Ki-llina. De allí podría haber resultado la palabra hebrea "Calne". Después de Babilonia, Nippur fue la ciudad más sagrada de la baja Mesopotamia y se jactaba por sus importantes templos. Desde los tiempos más remotos hasta el último período persa, la ciudad fue un centro de cultura y un extenso comercio.
Sinar.
Las ciudades ya mencionadas estaban en la llanura de Sinar, el término generalmente usado para Babilonia en el AT, que comprendía Sumer en el sur tanto como Acad en el norte (Gén. 11: 2; 14: 1, 9; Jos. 7: 21, Heb., "una vestidura de Sinar"; Isa. 11: 11; Zac. 5: 11; Dan. 1: 2). El nombre es todavía algo oscuro. Primero se pensó que se había derivado de la palabra Sumer, la antigua Sumeria, que estaba en el extremo meridional de la Mesopotamia. Sin embargo, es más probable que proceda del Shanhara de ciertos textos cuneiformes, una comarca cuya ubicación exacta no ha sido determinada. Algunos textos parecen indicar que Shanhara estuvo en el norte de Mesopotamia más bien que en el sur. Aunque es seguro que Sinar es Babilonia, todavía no es claro el origen del término.
11.
De esta tierra salió para Asiria.
En Miq. 5:6, Asiria es llamada "la tierra de Nimrod". El traslado de Nimrod a Asiria y la renovada
actividad que desplegó allí como edificador constituyeron una prolongación de su imperio hacia el norte. Lo que le faltaba a Asiria en extensión geográfica lo compensó más tarde en su historia con poder político.
Nínive.
Durante siglos, Nínive fue famosa como la capital de Asiria. Los asirios mismos la llamaban Ninúa, dedicándola indudablemente a la diosa babilonia Nina. Esto muestra que Babilonia fue el hogar previo de Nimrod y concuerda con el informe bíblico de que él, el primer rey de Babilonia, también fue el fundador de Nínive. Algunas excavaciones han mostrado que Nínive fue una de las ciudades más antiguas de la alta Mesopotamia. Por estar en la intersección de concurridas rutas comerciales internacionales, pronto Nínive se convirtió en un centro comercial 289 importante. Cambió de dueño repetidas veces durante el segundo milenio AC, perteneciendo sucesivamente a los babilonios, hititas y mitanios antes de quedar bajo el dominio de los asirios en el siglo XIV AC. Posteriormente, como capital del imperio asirio, fue embellecida con magníficos palacios y templos, y poderosamente fortificada. En el año 612 AC, la ciudad fue destruida por los medos, y babilonios y desde entonces permanece como un montón de ruinas. En su famosa biblioteca, fundada por Asurbanipal, se han encontrado miles de tablillas de arcilla cocida que contienen inestimables documentos y cartas de orden histórico, religioso y comercial. Por encima de todos los otros, este descubrimiento ha enriquecido nuestro conocimiento de los antiguos asirios y babilonios.
Rehobot.
Literalmente, los "lugares anchos" o "calles de la ciudad". Probablemente esto designa a Rebit-Nina, un suburbio de Nínive mencionado en ciertos textos cuneiformes. Sin embargo, todavía es incierta su ubicación exacta. Algunos eruditos piensan que estuvo al noreste de Nínive; otros, al otro lado del río Tigris en el lugar de la Mosul moderna.
Cala.
La antigua ciudad asiria de Kalhu, que está en la confluencia de los ríos Zab Mayor y Tigris, a unos 30 km. al sur de Nínive. Su nombre actual, Nimrud, perpetúa la memoria de su fundador. Magníficos palacios fueron una vez el orgullo de esta ciudad que sirvió intermitentemente como capital del imperio asirio. En sus extensas ruinas se han preservado enormes monumentos de piedra y algunos de los más magníficos ejemplos de la escultura asiria. El obelisco negro de Salmanasar III, en el que aparece la más antigua representación pictórica de un rey israelita y de otros hebreos, fue encontrado en uno de sus palacios. La inscripción del obelisco registra el pago de tributo del rey Jehú, de Israel, en el año 841 AC.
12.
Resén.
La Biblia coloca a Resén entre Nínive y Cala, pero no ha sido descubierto todavía su sitio exacto.
13.
Mizraim engendró a Ludim.
Moisés prosigue con los descendientes del segundo hijo de Cam, Mizraim, cuyo nombre posteriormente fue dado a Egipto. Algunos comentadores creen que el error de un escriba explica un supuesto cambio de Lubim (los libios) en Ludim, o lidios. Pero el nombre aparece en diferentes libros de la Bibha (1 Crón. 1: 11; Isa. 66: 19; Jer. 46:9; Eze. 27: 10; 30: 5). Por lo tanto, es imposible suponer que hay errores en todos los pasajes donde se presenta Ludim, o Lud. En algunos de estos pasajes se mencionan tanto a Ludim cómo a Lubim, como pueblos distintos y separados. Además la Septuaginta tradujo Ludim como "lidios". Este hecho hace que sea razonable una identificación con los lidios del Asia Menor, quienes deben haber emigrado del norte del África a Anatolia en los albores de su historia. Aparecieron en la planicie de Sardis, en el oeste del Asia Menor, antes de mediados del segundo milenio AC, y gradualmente se esparcieron por la mitad del país hasta el gran río Halys. Durante la supremacía de los hititas, Lidia les estuvo sometida, pero otra vez llegó a ser un reino independiente y fuerte después del colapso del imperio hitita en el siglo XIII AC. Ciro conquistó a Lidia en el siglo VI AC y la incorporó al imperio persa. Sin embargo, Sardis, su antigua capital, quedó como una ciudad importante durante muchos siglos. Todavía era una metrópoli floreciente en los comienzos del período cristiano, cuando Juan escribió su carta a la iglesia que estaba allí (Apoc. 3: 1-6).
Sin embargo, si los Ludim de la Biblia no son los lidios históricos, deben haber vivido en algún lugar del norte del África, cerca de la mayoría de los otros descendientes de Mizraim. Si esto es así, no podemos identificar a Ludim pues no se hace mención de un pueblo tal en ningún otro registro antiguo fuera de la Biblia.
Anamim.
Quizá los anamim fueron habitantes del oasis más grande de Egipto, cuyo nombre egipcio es Kenemet. Puesto que el sonido k frecuentemente es representado en hebreo con la consonante 'ayin con la que comienza el nombre 'Anamim, es notable la similitud de los dos nombres. Pero Albright, en 1920, partiendo del término asirio Anami, estableció una nueva identificación: Cirene.
Lehabim.
Los libios son llamados rbw en las inscripciones egipcias, lo que probablemente se pronuncia lebu. Figuran en registros muy antiguos representando a las tribus fronterizas con Egipto hacia el noroeste. Finalmente ocuparon la mayor parte del norte del África. En la Biblia aparecen también con el nombre de "libios" o "Libia" (ver 2 Crón. 12: 3; 16: 8; 290 Dan. 11: 43; Nah. 3: 9). La identificación de los Lehabim con los libios es un argumento más en contra del concepto ya visto según el cual Ludim pudiera ser un error por Lubim.
Naftuhim.
Es incierta la identidad de este pueblo. Quizá la mayor posibilidad es que se refiera a los egipcios del delta del Nilo. En las inscripciones egipcias este pueblo fue llamado Na-patuh, que podría ser el Naftuhim bíblico.
14.
Patrusim.
Los patrusim fueron probablemente los habitantes del Alto Egipto. En Isa. 11: 11 Patros se presenta entre Egipto y Etiopía. El nombre Patros es la traducción hebrea del egipcio Pa-ta-res, escrito como Paturisi en las inscripciones asirias y que significa "la tierra sureña". Eze. 29: 14 señala a Patros como el hogar original de los egipcios. Esto concuerda con sus propias tradiciones antiguas según las que Menes, el primer rey, el que unió la nación, vino de This, la antigua ciudad del Alto Egipto.
Casluhim.
No se ha identificado todavía. No es seguro si se pueden identificar con los habitantes vecinos a la zona del Mediterráneo ubicada al oeste de Egipto.
Filisteos.
Debido a que Amós 9: 7 declara que los filisteos provinieron de Caftor, la mayoría de los comentadores piensan que la palabra "Caftorim" debiera ser colocada delante de la frase "de donde salieron los filisteos". Puesto que Caslu y Caftor fueron hijos del mismo padre, algunas de las tribus filisteas pueden haberse originado de Caslu y otras de su hermano Caftor. Los filisteos que fueron a Palestina procedentes de Creta, por vía del Asia Menor y Siria, pueden haber procedido originalmente del norte del África. Como habitantes de las regiones costeras del sur de Palestina jugaron un papel importante en la historia hebrea. Los filisteos son mencionados frecuentemente no sólo en la Biblia sino también en los registros egipcios, donde son llamados peleshet. Muchos relieves en piedra egipcios describen sus facciones, vestimenta y modo de viajar y pelear, añadiendo así información a la que tenemos en cuanto a ellos en la Biblia. También son mencionados en inscripciones cuneiformes con l nombre de palastu. Los griegos llamaban Palestini a la tierra de Filistea y aplicaban ese nombre a todo el país que ha sido conocido siempre desde entonces como Palestina.
Caftorim.
Este pueblo es mencionado también en Deut. 2: 23; Jer. 47: 4, y Amós 9: 7. Inscripciones egipcias del segundo milenio AC aplican definidamente el nombre Keftiu a los primeros habitantes de Creta y también, en un sentido más amplio, a los pueblos costeros del Asia Menor y Grecia. Este uso de Keftiu sugiere a Creta y sus migraciones a regiones costeras circunvecinas, que incluirían a Siria y Palestina. Los filisteos fueron residuos de los llamados "pueblos del mar".
15.
Canaán.
Por alguna razón desconocida, Moisés omite la enumeración de los descendientes de Fut, tercer hijo de Cam, y prosigue con Canaán, el menor de los cuatro hermanos. La tierra de Canaán estaba estratégicamente ubicada sobre el importante "puente" entre Asia y África, entre las dos grandes culturas fluviales de la antigüedad: Mesopotamia y Egipto. Las regiones conocidas hoy como Siria, Líbano y la Palestina al oeste del Jordán constituían la Canaán bíblica.
Sidón su primogénito.
El puerto marítimo de Sidón, se conocía como "Sidón la grande" en el tiempo de la conquista hebrea (Jos. 11: 8). Este puerto fenicio, mencionado tanto en los jeroglíficos egipcios como en los textos cuneiformes de la Mesopotamia, fue la más poderosa de las ciudades-estados fenicias de los tiempos más remotos. Muchos fenicios se llamaban a sí mismos sidonios, aun cuando en realidad eran ciudadanos de ciudades vecinas. El liderazgo de las ciudades de Fenicia pasó de Sidón a Tiro su ciudad hermana por el año 1100 AC. Los fenicios fueron amistosos con David y Salomón y también con el reino norteño de Israel, pero ejercieron una mala influencia religiosa sobre este último. Esarhaddón, pretendió haber conquistado la porción insular de Tiro, pero ésta permaneció incólume aún después que Nabucodonosor sometió la parte continental de Tiro luego de un sitio que duró trece años. Como resultado, Sidón jugó otra vez un papel importante durante el período persa, pero fue completamente destruida por Artajerjes III en 351 AC. La misma suerte le cupo a Tiro unos pocos años más tarde, cuando Alejandro la tomó en 332 AC poniendo así fin a la larga y gloriosa historia de las ciudades-estados fenicias.
Het.
Progenitor de los hititas, llamado Cheta por los egipcios y Hatti en los documentos cuneiformes. Los hititas, cuya capital estaba en el Asia Menor central, llegaron a ser 291 un poderoso imperio en el siglo XVII AC. Dominaron una gran parte del Asia Menor y cuando trataron de extender su esfera de influencia hacia el sur, entraron en conflicto con Egipto. Este imperio hitita centralizado fue destruido posteriormente por los "pueblos del mar", y se disgregó convirtiéndose en muchas ciudades-estados sirias. Los asirios llamaban a Siria el país de los hititas. Los textos hititas, escritos con caracteres cuneiformes y jeroglíficos de un idioma indoeuropeo, nos han dado una rica información acerca de la historia, las leyes y la cultura de esta nación. Sin embargo, probablemente los descendientes de Het fueron los "protohititas" más antiguos, cuya lengua era llamada hatili (ver pág. 145).
16.
Al Jebuseo.
Estos habitantes de la Jerusalén preisraelítica parecen haber sido tan sólo una tribu pequeña y de poca importancia, puesto que nunca han sido mencionados fuera de la Biblia y están limitados a Jerusalén en los registros del AT (ver Gén. 15: 21; Núm. 13:29; Juec. 19: 10, 11; etc.).Salomón convirtió al remanente de los jebuseos en siervos de la corona (1 Rey. 9: 20).
Al amorreo.
Un poderoso grupo de pueblos, ubicados desde la frontera de Egipto hasta Babilonia durante la era patriarcal. Fueron los fundadores de la primera dinastía de Babilonia, de la cual Hammurabi (el gran legislador babilonio) fue el rey más famoso. Las evidencias que hay muestran que se infiltraron en Mesopotamia, Siria y Palestina a principios del segundo milenio AC y reemplazaron a las clases gobernantes de esos países. Cuando los hebreos invadieron el país, tan sólo encontraron residuos de las anteriormente poderosas poblaciones amorreas (Núm. 21: 21).
Al gergeseo.
Mencionado sólo en la Biblia, este pueblo era una tribu cananea autóctona de Palestina (Jos. 24: 11).
17.
Al heveo.
Aunque son mencionados 25 veces en diversos pasajes del AT, sin embargo los heveos fueron una oscura tribu cananea. Algunos eruditos sostienen que el nombre heveo en el idioma original debería leerse "hurrita", tal como aparece dos veces en la Septuaginta, con un cambio de una sola letra en hebreo (ver págs. 437, 145).
Al araceo.
Este pueblo habitó el puerto marítimo fenicio de Irkata situado a unos 25 km. al noreste de Trípoli, en las laderas del Líbano. El faraón Tutmosis III conquistó toda la región durante el siglo XV AC. Permaneció como posesión egipcia por lo menos durante 100 años, como lo indican las cartas de Amarna del siglo XIV. El rey Tiglatpileser III de Asiria menciona esta ciudad como tributaria suya en el siglo VIII.
Al sineo.
Este grupo vivió en la ciudad de Siannu que menciona Tiglatpileser S junto con otros vasallos tributarios fenicios en el siglo VIII AC. Todavía es desconocida su ubicación exacta.
18.
Al arvadeo.
Los arvadeos habitaban la antigua ciudad de Arvad, edificada en una isla cerca de la costa norte de Fenicia. La ciudad aparece repetidas veces en los registros antiguos de Babilonia, Palestina y Egipto. Inscripciones de aproximadamente el año 1100 AC dicen que Tiglatpileser I viajó en una cacería de ballenas con los barcos de Arvad. La mención de ballenas en el Mediterráneo durante el segundo milenio AC es significativa en relación con el relato de Jonás y con la referencia a grandes monstruos marinos en Sal. 104: 26. Eze. 27: 8, 11 menciona a los arvadeos como marineros y guerreros valerosos.
Al zemareo.
También un pueblo fenicio. Simirra aparece en documentos asirios, palestinos y egipcios como una rica ciudad de mercaderes. Los faraones egipcios Tutmosis III y Seti I conquistaron la ciudad para Egipto en los siglos XV y XIV AC, pero durante el período de la supremacía asiria, Simirra, al igual que otras ciudades fenicias, se convirtió en tributario de Tiglatpileser III y sus sucesores.
Al hamateo.
Hamat fue una famosa antigua ciudad de Siria situada sobre el Orontes, el principal río sirio. Es mencionada tanto en los documentos egipcios como en los asirios. Tiglatpileser III la subyugó, pero pronto recobró su independencia y se unió con otros enemigos de Asiria en una lucha larga pero infructuosa contra ese imperio.
19.
El territorio de los cananeos.
No se dan aquí todos los límites de la zona de los cananeos. Tan sólo se mencionan las ciudades del límite sur de la frontera oriental. (Para un estudio más completo de la ubicación geográfica de esas ciudades, ver com. de cap. 14: 3.) Aunque no se indican específicamente los límites del este y del norte, podría suponerse con seguridad que la parte norte del desierto arábigo en el este y la ciudad siria de Hamat 292 sobre el Orontes (ver vers. 18) en el norte marcaban los límites de la zona cananea. Los cananeos estuvieron esparcidos por todas las costas de Fenicia y Palestina.
21.
Los hijos de Heber.
Después de enumerar a los descendientes de Jafet y de Cam, Moisés hace una lista de los de Sem. Su primera declaración se refiere a los hebreos que eran semitas por ser descendientes de Heber (cap. 11: 16-26). Los descubrimientos han demostrado que los habiru mencionados en inscripciones babilonias, asirias, hititas, sirias, cananeas y egipcias se encontraban entre todas estas naciones durante el segundo milenio AC y que indudablemente estaban relacionados con los hebreos. Hay razón para suponer que los habiru eran descendientes de Heber, así como también los hebreos. Asimismo, antiguas fuentes se refieren ocasionalmente a los hebreos como habiru. Pero es seguro que no eran hebreos todos los habiru mencionados en documentos que no son bíblicos. Esta excepcionalmente vasta dispersión de los habiru en muchos países del mundo antiguo quizá hubiera impulsado a Moisés a formular la extraña declaración de que Sem fue "padre de todos los hijos de Heber".
Hermano mayor de Jafet.
Esta frase, en hebreo, permite una traducción por la que Jafet resulta el hermano mayor de Sem, o Sem el "hermano mayor de Jafet". La traducción de la VVR y la BJ es la correcta. (Ver com. de cap. 5: 32.)
22.
Los hijos de Sem; Elam.
Este versículo lleva al lector al hogar o patria de los semitas, Mesopotamia y Arabia oriental. Elam era la región fronteriza con el bajo Tigris en el oeste y con Media en el noreste. Susa, la antigua capital de Elam (Dan. 8: 2), en tiempos posteriores llegó a ser una de las capitales del imperio persa (por ejemplo, ver Est. 1: 2). Excavaciones realizadas en Susa han proporcionado numerosos documentos escritos con caracteres cuneiformes que permiten reconstruir la más antigua historia y religión de los elamitas. Los descendientes de Elam, los semitas, se establecieron en esa región en una época muy remota, pero evidentemente se mezclaron con otros pobladores, porque su idioma, según se ha establecido a partir de los registros cuneiformes, no era semítico. Pertenece al grupo de lenguas asiático-armenoide. Las inscripciones elamitas más antiguas están escritas en idioma babilonio y sus primeros dioses fueron tomados de la región del Tigris. Sin embargo, es oscura la relación de los elamitas posteriores con otras naciones conocidas.
Asur.
Asiria ocupaba la parte central del valle del Tigris, extendiéndose por el norte hasta las montañas de Armenia y por el este hasta la meseta de Media. El nombre de Asur, hijo de Sem, a su vez fue tomado por el principal dios de los asirios, por la capital más antigua del país, Asur (ahora Calah- Shergat), y por la nación misma. Asiria aparece en los registros históricos desde los comienzos del segundo milenio AC, hasta su destrucción por los medos y babilonios en la parte final del siglo VII. Durante su período más poderoso, Asiria fue el azote de todas las naciones. Nunca ha sido sobrepujada su crueldad con sus enemigos vencidos. El reino de Israel fue destruido por los asirios y apenas se libró el reino meridional de Judá.
Arfaxad.
La región de Arfaxad, ubicada entre Media y Asiria, ha sido identificada por algunos comentadores con Arrafa. Lo más probable es que sea la antigua comarca de Arrapachitis, ubicada entre los lagos Urmia y Van. Recibió su nombre probablemente de Arfaxad (Heb. Arpajshad). Los caldeos eran de origen arameo o estaban estrechamente relacionados con ellos. Constituían una tribu del sur de Babilonia y habitaban en una región aledaña de Ur de los caldeos. Lucharon contra los asirios, ocuparon varias veces el trono de Babilonia en el siglo VIII AC y posteriormente fundaron la gran dinastía neobabilónica de Nabucodonosor II, conquistador de Jerusalén.
Lud.
Diferente de Ludim mencionado en el vers. 13, Lud puede ser identificado con el país de Lubdi, que aparece en los registros antiguos como una región ubicada entre el cauce superior de los ríos Eufrates y Tigris.
Aram.
Progenitor de los arameos. A comienzos del segundo milenio AC, este pueblo ocupaba la región noroeste de la Mesopotamia, pero se extendió hacia el sur en tiempos posteriores. Los arameos, en el norte, nunca se unieron como una nación, sino que estuvieron divididos en muchas tribus pequeñas y ciudades-estados. Damasco, el más fuerte de los estados arameos, fue conquistado finalmente por Tiglatpileser III en 732 AC. Este acontecimiento señala el fin de la historia 293 política de los arameos, pero de ninguna manera el fin de su influencia cultural sobre las naciones vecinas. Estuvieron ampliamente esparcidos entre los pueblos antiguos y les transmitieron su idioma y escritura. Como resultado, el idioma arameo llegó a ser, después de muy poco tiempo, un vehículo universal de comunicación desde los límites de la India por el este, hasta el mar Egeo por el oeste, y desde el Cáucaso en el norte, hasta Etiopía por el sur. Durante siglos, el arameo permaneció como el idioma más ampliamente usado en el Cercano Oriente, y era el lenguaje común de los judíos en los días de Jesús.
23.
Los hijos de Aram: Uz.
El nombre de Uz no sólo era el del hijo mayor de Aram sino también el del primer hijo de Nacor (cap. 22: 21) y de un nieto de Seir, el progenitor de los horitas. Por lo tanto, es difícil limitar a Uz a una región bien definida. Por la misma razón, no es posible determinar la ubicación de Job como uno de los habitantes de la tierra de Uz (Job 1: 1), ni identificar a Sasi, el príncipe de Uz, mencionado por el rey asirio Salmanasar III. Nada se sabe de las tribus aramaicas de Hul, Geter y Mas.
24.
Arfaxad engendró a Sala.
Puesto que el linaje de Arfaxad a Abrahán se considera con más detalle en el cap. 11, Moisés dice poco acerca de él aquí. Sin embargo, lo sigue a través de las primeras generaciones a fin de mostrar el origen de los árabes de Joctán que eran primos de los hebreos mediante Heber su progenitor común.
Heber.
En cuanto a la posible relación de Heber con los habiru que no figuran en fuentes de origen bíblico, ver com. del vers. 21.
25.
Peleg.
Peleg significa "división". Fue el primogénito de Heber y uno de los antepasados de Abrahán. Aunque el texto habla literalmente de una hendedura de la "tierra", lo más probable es que la palabra "tierra" signifique su gente, como en los caps. 9: 19 y 11: 1. Moisés probablemente anticipa los acontecimientos descritos en el capítulo siguiente, la confusión de las lenguas y la dispersión resultante de las gentes. En la misma forma han de entenderse sus observaciones hechas en el cap. 10: 5, 20 y 31 acerca de la diversidad de lenguas. Si la confusión de las lenguas se realizó aproximadamente en el tiempo del nacimiento de Peleg, podemos entender por qué recibió el nombre de Peleg, "división". "En sus días fue repartida la tierra".
Joctán.
Joctán, hermano de Peleg, fue el progenitor de un grupo importante: los árabes de Joctán. El origen de los árabes occidentales, o cusitas, se da en el vers. 7, al paso que la genealogía de los árabes descendientes de Abrahán se da en capítulos posteriores del Génesis. Un tercer grupo de árabes, que se describen aquí, parece haberse establecido en las regiones central, oriental y sudeste de Arabia. Mucho menos se sabe en cuanto a ellos que en cuanto a los otros dos grupos de árabes.
26.
Almodad, Selef.
El nombre Almodad no se ha encontrado todavía en fuentes que no sean bíblicas. Por lo tanto, no es posible ninguna identificación fuera de la breve información de este texto. Selef puede haber sido un pueblo arábigo, los salapenes mencionados por Tolomeo.
Hazar-mavet.
El Hadramaut de las inscripciones del sur de Arabia, una región rica en incienso, mirra, y áloe. Sus antiguos pobladores rendían culto a la diosa luna Sin y a Hol su mensajero. Nada se sabe de la tribu árabe de Jera.
27.
Adoram.
Las tribus arábigas meridionales de los adramitas. Uzal pudo haber estado en el Yemen. Dicla no ha sido todavía identificada.
28.
Seba.
Como ya se ha notado en relación con la explicación de Seba, cusita del sur de Arabia (vers. 7), los sabeos de Joctán son probablemente árabes del norte que llevan ese nombre. Son mencionados en las inscripciones de Tiglatpileser III y Sargón II (siglo VIII AC) como aliados de los aribi. Nada se sabe de Obal y Abimael.
29.
Ofir.
Designa tanto a un pueblo como a una comarca. Aunque se menciona frecuentemente en el AT, todavía es desconocida su ubicación exacta. Puesto que los barcos de Salomón necesitaron tres años para completar un viaje desde el puerto del mar Rojo, Ezión-Geber (1 Rey. 9: 28; 10: 11, 22; etc.), Ofir debe haber sido una tierra distante. Los eruditos la han identificado con una región del sudeste de Arabia, con una franja de la costa oriental del golfo Pérsico llamada Apir por los elamitas, o con la India. Los productos importados de Ofir: oro, plata, marfil, monos y pavos, podrían favorecer su identificación con la India más bien que con Arabia. Si Ofir 294 estuvo en la India, es difícil explicar por qué todos los otros descendientes identificables de Joctán emigraron hacia el este, al subcontinente de la India, después de que se escribió el Génesis; porque Moisés coloca a todos los descendientes de Joctán dentro de límites geográficos definidos (ver vers. 30). De acuerdo con otra explicación, el Ofir del cuadro de las naciones estuvo en Arabia, al paso que el de las expediciones de Salomón estuvo en la India. Sin embargo, la última evidencia disponible, basada en inscripciones egipcias, parece identificar a Ofir con Punt, que se entiende que es la región de Somalia.
Havila y Jobab.
Ninguno de los dos ha sido identificado.
30.
La tierra en que habitaron.
Los lugares mencionados no pueden ser identificados con certeza. Mesa quizá es Mesena en el extremo noroeste del golfo Pérsico y Sefar es posiblemente la ciudad de Saprafa de Tolomeo y Plinio, ahora Dofar, en la costa sudeste de Arabia. Una alta montaña que está en las inmediaciones de Dofar, que corresponde con "la región montañosa del oriente" mencionada en el Registro sagrado, parece favorecer esta identificación.
31.
Los hijos de Sem.
La enumeración de los descendientes de Sem concluye con palabras similares a las de los de Jafet y Cam en los vers. 5 y 20. No cabe duda de que los nombres dados en este cuadro de naciones se refieren en primer lugar a las tribus y pueblos y sólo indirectamente a los individuos.
32.
Estas son las familias.
El estudio detallado de los nombres, su identificación y otras informaciones en cuanto a las naciones mencionadas, indican que el cuadro bíblico de las naciones es un documento antiguo y fidedigno. Muchos de los nombres aparecen en fuentes que no son bíblicas de la primera mitad del segundo milenio AC; algunas fuentes son tan remotas como el año 2000 AC, o quizá más arcaicas aún. Puesto que los registros históricos antiguos son fragmentarios, algunas naciones aparecen en documentos de una fecha comparativamente tardía. Por ejemplo, los medos no aparecen en fuentes seculares anteriores al siglo IX AC. Esto no significa que tales naciones no hayan existido antes, sino más bien que los registros producidos por ellas o en cuanto a ellas no se han encontrado. Algunos, como los árabes de Joctán, pueden haber tenido poca relación con las naciones cuyo registro poseemos. El continuo descubrimiento de material de fuentes históricas antiguas puede esperarse que arroje luz adicional sobre Gén. 10.
Este cuadro proclama la unidad de la raza humana, declara que todos hemos descendido de un origen común. Diferentes como son ahora en su ubicación geográfica, su apariencia física o sus peculiaridades nacionales, todos pueden retrotraer su origen hasta Noé y sus tres hijos. Esta lista condena todas las teorías que pretenden que la humanidad desciende de padres originales diferentes. Además la lista constituye una evidencia que apoya el relato de que la dispersión de las razas se debió a la confusión de las lenguas descrita en el capítulo siguiente. Tanto Moisés (Deut. 32: 8) como Pablo (Hech. 17: 26) afirman que la asignación del territorio fue hecha por Dios.
1.
Una sola lengua.
Literalmente "un labio y una clase de palabras", lo que indica no sólo un idioma que entendían todos sino también la ausencia de diferencias dialectales. Todos los hombres tenían la misma pronunciación y el mismo vocabulario. La unidad de idioma va junto con la unidad de origen; además, un idioma común es un poderoso estímulo que promueve la unidad de pensamiento y acción. Las investigaciones modernas en el campo de la gramática comparativa han demostrado concluyentemente que todos los idiomas conocidos se relacionan y que proceden de un idioma original común. Pero ningún científico podría decir si alguno de los idiomas conocidos se parece a aquel idioma original. Es posible, y aun probable, que alguno de los idiomas semíticos, como el hebreo 296 o el arameo, sea similar al idioma que hablaron los hombres antes de la confusión de lenguas. Los nombres personales del período precedente a la confusión de lenguas, hasta donde puedan ser interpretados, tan sólo tienen sentido si se los considera originalmente semíticos. El libro del Génesis, que es el registro que contiene esos nombres, está escrito en hebreo que es un idioma semítico, por un autor semita y para lectores semitas. Por lo tanto, también es posible, aunque es improbable, que Moisés tradujera al hebreo esos nombres de un idioma original desconocido, para que sus lectores pudieran comprenderlos.
2.
Cuando salieron.
Tal como lo indica la forma verbal "salieron" -literalmente: "tirar para afuera", como las estacas de una tienda- los hombres vivieron una vida nómada durante un tiempo después del diluvio. La región montañosa del Ararat no se adaptaba bien a propósitos agrícolas. Además, los que renegaron de Dios se molestaban por el testimonio silencioso de las vidas santas de los que permanecieron leales a la Divinidad. Por eso los malos se separaron de los buenos. Los que desafiaban a Dios se alejaron de la comarca montañosa (PP 112).
De oriente.
La traducción de la VVR "de oriente", por miqédem, provoca confusión. La misma expresión hebrea se traduce "al oriente" en el pasaje del cap. 2: 8 y "hacia el oriente" en el pasaje del cap. 13: 11. Para llegar a la tierra de Sinar, Babilonia, saliendo de las montañas del Ararat, necesariamente la dirección del viaje tiene que ser hacia el sudeste y no "de oriente" yendo en dirección occidental. En cambio en la Versión Moderna se lee "hacia el oriente".
Hallaron una llanura.
Es decir, una amplia pampa o extensión de tierra sin montañas. En la antigüedad, la llanura de la Mesopotamia meridional, con frecuencia llamada "Sinar" en la Biblia (ver com. de cap. 10: 10), era una región bien regada y fértil. Allí prosperaba la civilización más antigua que se conozca, la de los sumerios. La pala de los arqueólogos revela que esa tierra estuvo densamente poblada en los tiempos históricos más remotos. Este hecho concuerda con el Génesis en cuanto a la localidad en la cual primero se procuró hallar un lugar de radicación permanente. Las excavaciones también han demostrado que la población más antigua de la baja Mesopotamia poseía una cultura elevada. Los sumerios inventaron el arte de escribir en tablillas de arcilla, construían casas bien edificadas y eran peritos en la producción de alhajas, herramientas y utensilios caseros.
3.
Hagamos ladrillo.
La llanura de Babilonia, de formación aluvial, carecía de piedras de cualquier clase pero tenía abundante arcilla para hacer ladrillos. Como resultado, la baja Mesopotamia siempre ha sido una tierra de construcciones de ladrillos, en contraste con Asiria donde abundan las piedras. La mayoría de los ladrillos de los tiempos antiguos, al igual que en la actualidad, eran secados al sol, pero los ladrillos para edificios públicos eran cocidos al fuego para hacerlos más duraderos. Este proceso fue ampliado por los colonizadores más remotos de la Mesopotamia, como lo testifican tanto la Biblia como las excavaciones arqueológicas.
Ladrillo en lugar de piedra.
Escribiendo para los hebreos de Egipto, país de majestuosos monumentos y edificios públicos de piedra, Moisés explica que en Babilonia se usó ladrillo debido a la falta de piedras. Este detalle, como muchos otros, comprueba la exactitud histórica y geográfica de la narración del Génesis.
Asfalto en lugar de mezcla.
Este es otro detalle exacto acerca de los métodos babilonios de construcción. La palabra hebrea traducida aquí "asfalto" tiene exactamente ese significado, o el de betún. En la Mesopotamia abundan el petróleo y sus productos afines, y existían pozos de asfalto en la proximidad de Babilonia tanto como en otras partes del país. Habiendo descubierto que el asfalto es durable, los primitivos constructores babilonios lo usaron muchísimo en la erección de edificios. El asfalto pega tan bien los ladrillos, que es difícil separarlos cuando se demuele un edificio. En realidad, es casi imposible desprender ladrillos de las ruinas antiguas en cuya construcción se usó asfalto.
4.
Edifiquémonos una ciudad.
Caín había edificado la primera ciudad (cap. 4: 17), quizá para eludir la vida nómada que Dios le había impuesto. El plan original de Dios era que los hombres se esparcieran por la superficie de la tierra y la cultivaran (cap. 1: 28). La edificación de ciudades representaba una oposición a ese plan. La concentración de los seres humanos siempre ha fomentado la ociosidad, la 297 inmoralidad y otros vicios. Las ciudades siempre han sido focos de delincuencia, pues en tales ambientes Satanás encuentra menos resistencia a sus ataques que en las comunidades más pequeñas donde la gente vive en estrecho contacto con la naturaleza. Dios le había dicho a Noé que repoblara, o llenara la tierra (cap. 9: 1). Sin embargo, temiendo peligros desconocidos e imaginarios, los hombres quisieron edificar una ciudad con la esperanza de encontrar en ella seguridad mediante la obra de sus propias manos. Eligieron olvidarse que la verdadera seguridad proviene tan sólo de confiar en Dios y obedecerle. Los descendientes de Noé, que se multiplicaban rápidamente, deben haberse apartado muy pronto del culto del verdadero Dios. Buscaron protección debido al temor de que sus malos caminos atrajeran de nuevo una catástrofe.
Una torre.
Esta daría a los habitantes de la ciudad la deseada sensación de seguridad. Una ciudadela tal los protegería contra ataques y los capacitaría -así lo creían- para escapar de otro diluvio, a pesar de que Dios había prometido que nunca sucedería. El diluvio había cubierto las más altas montañas del mundo antediluviano, pero no había llegado "al cielo". Por lo tanto, si podían erigir una estructura más alta que las montañas -razonaban los hombres- quedarían a salvo, sin importar lo que Dios hiciera. Las excavaciones arqueológicas revelan que los habitantes más antiguos de la baja Mesopotamia levantaron muchos templos en forma de torres, dedicados al culto de diversas deidades idolátricas.
Hagámonos un nombre.
La torre de Babel tenía el propósito de llegar a ser un monumento a la sabiduría superior y a la habilidad de sus edificadores. Los hombres han estado dispuestos a soportar penalidades, peligros y privaciones a fin de hacerse de "un nombre" o reputación. El deseo de buscar renombre indudablemente fue uno de los motivos impelentes para construir la torre. Además, el orgullo puesto en una estructura tal tendería a mantener la unidad para la realización de otros proyectos impíos. De acuerdo con el propósito divino, los hombres deberían haber preservado la unidad por medio del vínculo de la religión verdadera. Cuando la idolatría y el politeísmo rompieron ese vínculo espiritual interno, no sólo perdieron la unidad de la religión sino también el espíritu de hermandad. Un proyecto como el de la torre, que buscaba preservar por un medio externo la unidad interior que se había perdido, estaba condenado al fracaso. Es obvio que únicamente los que habían renegado de Dios tomaron parte en esas actividades.
5.
Descendió Jehová.
Este descenso no es igual al del Sinaí, donde el Señor reveló su presencia en forma visible (ver Exo. 19: 20; 34: 5; Núm. 11: 25; etc.). Sencillamente es una descripción en lenguaje humano de que los hechos de los hombres y mujeres nunca están ocultos de Dios. Cuando los hombres edificaron hacia el cielo y se exaltaron a sí mismos, descendió Dios para investigar sus planes impíos y para derrotarlos.
Edificaban.
La forma del perfecto del verbo hebreo traducida aquí "edificaban" implica que la construcción iba progresando rápidamente hacia su terminación. La expresión "hijos de los hombres" -literalmente "hijos del hombre"- es tan general en sus alcances como para sugerir que todos, o por lo menos una mayoría, de los que no servían más a Dios participaron en el proyecto.
6.
Han comenzado la obra.
La torre de Babel era un expresión de la duda en la promesa de Dios y de oposición obstinada a su voluntad. Era un monumento a la apostasía y un baluarte de la rebelión contra la Divinidad. No era sino el primer paso de un plan maligno, magistral, para regir el mundo. Esto exigía una acción pronta y decisiva para advertir a los hombres del desagrado de Dios y para frustrar sus proyectos impíos. Para que los seres humanos sepan que Dios no es arbitrario en su proceder y que no actúa por impulsos súbitos, aquí se lo representa como consultándose consigo mismo. Se declara abiertamente cuál es la razón de su intervención.
A no ser por el poder refrenador de Dios, ejercido de cuando en cuando en el curso de la historia, los malos propósitos de los hombres habrían tenido éxito y la sociedad se habría corrompido completamente. El relativo orden que hay en la sociedad de hoy se debe al poder moderador de Dios. El poder de Satanás está ciertamente limitado (ver Job 1: 12; 2: 6; Apoc. 7: 1).
7.
Descendamos.
El uso del plural "descendamos" indica la participación de por lo 298 menos dos personas de la Deidad (ver Gén. 1: 26).
Confundamos allí su lengua.
Dios no quería destruir otra vez la humanidad. La maldad no había llegado todavía a los límites que alcanzó antes del diluvio, y Dios decidió reprimirla antes que alcanzara otra vez ese punto. Al confundir su idioma y obligarlos así a separarse, Dios tenía el propósito de impedir una acción futura unida. Cada uno de los grupos podría todavía seguir una conducta impía, pero la división de la sociedad en muchos grupos impediría una oposición concertada contra Dios. En repetidas ocasiones, desde la dispersión de las razas en Babel, algunos ambiciosos han procurado sin éxito contravenir el decreto divino de la separación. A veces, hábiles dirigentes han tenido éxito en forzar las naciones para lograr una unidad artificial. Pero con el establecimiento del glorioso reino de Dios las naciones de los salvados estarán realmente unidas y hablarán un solo idioma.
Ninguno entienda el habla de su compañero.
No se trataba de que ningún hombre pudiera entender a ninguno de sus prójimos, pues una situación tal habría hecho imposible la existencia de la sociedad. Habría diversos grupos de tribus, cada una de las cuales tendría su propio idioma. Tal es el origen de la gran variedad de idiomas y dialectos del mundo, cuyo número se aproxima ahora a los tres mil.
La multiplicidad de idiomas, aunque constituiría un obstáculo para los proyectos humanos de cooperación política y económica, no lo sería para el triunfo de la causa de Dios. El don de lenguas en Pentecostés había de ser un medio para superar esta dificultad (Hech. 2: 5-12). Las diferencias nacionales no impiden ni la unidad de la fe ni de la acción de parte de los hijos de Dios, ni tampoco el progreso de los propósitos eternos del Altísimo. La Palabra de Dios está al alcance de los hombres en su propio idioma y los hermanos en la fe; aunque separados por diferencias raciales y lingüísticas, sin embargo están unidos en su amor a Jesús y en su consagración a la verdad. La hermandad de la fe los une más firmemente de lo que podría unirlos la posesión de un idioma común. El mundo ha de ver en la unidad de la iglesia una evidencia convincente de la pureza y del poder de su mensaje (ver Juan 17: 21).
8.
Los esparció.
Lo que los hombres no habían estado dispuestos a hacer voluntariamente y en condiciones favorables, se vieron ahora obligados a hacer debido a la necesidad. La incapacidad de entender el uno el idioma del otro los llevó a incomprensiones, desconfianzas y divisiones. Los que podían entenderse entre sí formaron pequeñas comunidades. Este versículo indica que los edificadores de Babel fueron esparcidos ampliamente, con el resultado de que poco después podían encontrarse representantes de la familia humana por casi todo el mundo. Evidencias procedentes de muchos países testifican de la presencia en ellos de seres humanos, dentro de un tiempo comparativamente corto después del diluvio. Los descubrimientos arqueológicos señalan el valle de la Mesopotamia como la primera región que desarrolló una civilización diferente. Civilizaciones similares pronto surgieron en Egipto, Palestina, Siria, Anatolia, la India, la China y en el resto del mundo. Todas las evidencias disponibles confirman las escuetas palabras de las Sagradas Escrituras: "Los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra".
Dejaron de edificar.
Nunca se completó la torre que había de llegar hasta el cielo. Sin embargo, es evidente por la Biblia y por la historia que la población local que hubo después completó la obra de edificar la ciudad.
9.
Babel.
Mediante un juego de palabras, los hebreos vincularon el nombre de la ciudad, Babel, con el verbo hebreo balal, "confundir". Sin embargo, habría sido extraño que los babilonios hubieran derivado el nombre de su ciudad de una palabra hebrea. Los antiguos textos babilonios interpretan Bab-ilu o Bab-ilanu con el significado de "puerta de dios" o "portón de los dioses". Sin embargo, es posible que este significado fuera secundario y que el nombre procediera originalmente del verbo babilonio babalu, que significa "esparcir" o "desaparecer". Quizá los babilonios no estuvieron particularmente orgullosos de un nombre que les recordaba la culminación afrentosa de los planes anteriores para la ciudad, y por eso inventaron una explicación que hizo que apareciera el nombre como un compuesto bab, "puerta" e ilu, "dios" (ver com. de cap. 10: 10).
La mayor parte de los comentadores modernos explican el relato de la construcción de la torre y la confusión de lenguas como 299 pura leyenda, o como una gran exageración de alguna tragedia que ocurrió durante la construcción de la histórica torre de Babilonia, en forma de templo, que era un zigurat. En contraposición con lo que han afirmado muchas obras populares acerca de arqueología bíblica, los arqueólogos no han encontrado ninguna evidencia de que jamás hubiera existido la torre de Babel. La tablilla K3657 -muy fragmentaria - del Museo Británico, que con frecuencia se ha citado como una referencia al relato de la construcción de la torre de Babel y a la confusión de lenguas, en realidad no hace referencia ninguna a este acontecimiento, como lo han demostrado estudios posteriores y una mejor comprensión de este texto. El que únicamente cree en los relatos bíblicos que son corroborados por una evidencia externa, rehusará creer en el relato de Gén. 11. Sin embargo, el que cree que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, aceptará como auténtica esta narración junto con todos los otros relatos de la Biblia.
La pasión de los habitantes de la Mesopotamia por construir elevadas torres no cesó con la primera tentativa frustrada de erigir una que llegara hasta el "cielo". Continuaron edificando torres en forma de templos o zigurats durante toda la antigüedad. Todavía existen varias de tales ruinas. La que está mejor conservada se halla en Ur, el hogar original de Abrahán. Se desconoce la ubicación exacta de la torre original. Fue reemplazada probablemente por una torre-templo erigida posteriormente en Babilonia. Una antigua tradición judía, probablemente basada erróneamente en las ruinas del siglo VII, ubica la torre de Babel en Borsippa, una ciudad ubicada a unos 15 km. al sudoeste de Babilonia. Una ruina imponente de unos 48 m de altura es todo lo que resta de una antigua torre erigida en Borsippa, que una vez consistió en siete plataformas coronadas por un templo. Algunas inscripciones de Nabucodonosor halladas debajo de los fundamentos de la construcción declaran que él completó la edificación de esa torre, cuya erección había comenzado un rey anterior. El historiador judío Josefo atribuye la torre a Nimrod, tradición que ha sido perpetuada por la población local debido al nombre que tiene, Birs-Nimrud. Al igual que todos los edificios babilonios, esta torre fue construida de ladrillos y betún y las ruinas muestran las marcas de numerosos rayos que la hirieron en siglos pasados. La acción de ese intenso calor ha soldado los ladrillos superiores y el asfalto convirtiéndolos en una sólida masa. Durante siglos, los viajeros han descrito los efectos del fuego celeste sobre la torre, generalmente con referencia a los sucesos narrados en Gén. 11.
Sin embargo, no debiera olvidarse que la torre de Borsippa fue construida no antes del siglo VII AC por Asurbanipal y Nabucodonosor. Cualquiera que haya sido la ubicación de la primera torre de Babel, han desaparecido todos los rastros de la estructura original.
Es más probable que la antigua torre de Babel hubiera estado en el lugar del templo en forma de torre de la ciudad de Babilonia, que una vez estuvo en la zona del templo de Marduk, en la orilla oriental del Eufrates. Algunas tradiciones babilónicas pretendían que su fundamento había sido colocado en tiempos muy remotos. Varios reyes restauraron la torre durante el curso de su historia. Nabucodonosor fue el último que lo hizo. Esta torre es descrita con detalles por el historiador griego Herodoto y también por un texto cuneiforme babilonio. Tenía siete plataformas y una altura total de unos 76 m. El rey persa Jerjes la destruyó completamente junto con la ciudad de Babilonia en 478 AC. Con el propósito de reedificar la torre, Alejandro Magno hizo despejar los escombros, pero murió antes de que se pudiera realizar su plan. No queda nada en absoluto del más alto y más famoso templo en forma de torre de la antigua Mesopotamia, con excepción de las piedras del fundamento y los peldaños más bajos de sus antiguos escalones. El hecho de que desde los tiempos de Jerjes no se pudiera ver nada de esta torre, al paso que otra en la vecina Borsippa permaneciera en pie, quizá sea la razón para que judíos y cristianos relacionaran el relato de Gén. 11 con las ruinas de Borsippa.
10.
Las generaciones de Sem.
Este es el encabezamiento acostumbrado para una genealogía (ver caps. 5: 1; 6: 9; 10: 1; etc.). Moisés ahora se ocupa del linaje de Sem, cuya presentación fue interrumpida por el relato de la confusión de las lenguas. Pero los vers. 10-26 no constituyen una continuación del cuadro de las naciones del cap. 10; presentan la genealogía del linaje patriarcal desde Sem hasta Abrahán. El cap. 10 presenta la relación 300 racial de las diversas tribus y naciones y su origen común desde Noé, al paso que el pasaje del cap. 11: 10-26 presenta el origen exacto del pueblo elegido de Dios a través de las muchas generaciones que transcurrieron. Esta es una continuación de la lista de las generaciones desde Adán hasta Noé tal como se presenta en el cap. 5. Los primeros cuatro descendientes de Sem, ya enumerados en la parte semítica del cuadro de las naciones, son repetidos aquí para mostrar el origen directo de los hijos de Taré a través de Peleg.
Sem, de edad de cien años.
Esta declaración muestra que Sem era dos años menor que Jafet (ver com. de cap. 5: 32)
Fuera de duda, los nombres presentados son personales y no denominan tribus, tal como lo indica la edad exacta dada para cada hombre cuando nació su primogénito, a través del que continúa la línea genealógica, y la duración posterior de su vida. La observación de que algunos de los nombres, tales como los de Arfaxad o Heber, aparecen también como nombres de tribus en el cap. 10: 21, 22 no es un argumento válido para poner en duda la existencia real de los hombres aquí nombrados.
11.
Vivió Sem, después que engendró a Arfaxad.
Puesto que la fórmula usada por Moisés en los vers. 10 y 11 es un modelo de los breves esquemas biográficos que siguen, no es necesario comentar en detalles los vers. 12-26. Una notable diferencia entre la fórmula usada aquí y la del cap. 5 es la omisión de la edad total de cada persona que está en la lista del cap. 11. Sin embargo, nada se pierde porque en cada caso la edad total de cada hombre puede computarse fácilmente sumando los años que tenía cuando nació su primogénito con los años restantes de su vida. Es desconocida la razón que tuvo Moisés para hacer esta diferencia en el estilo de las dos listas.
12.
Arfaxad.
Ver com. de cap. 10: 22. Antes del diluvio, la edad promedio de los padres cuando nació su primogénito había sido de 117 años (la menor 65, la mayor 187 años); pero después del diluvio disminuyó a 30-35 años, aunque Taré y Abrahán engendraron hijos a una edad excepcionalmente avanzada.
La misma disminución se advierte en la edad total de los seres humanos después del diluvio. Aunque Noé mismo alcanzó la edad antediluviano de 950 años, la edad de Sem fue sólo de 600 y la de su hijo Arfaxad nada más que 438 años. En las generaciones sucesivas continuó el proceso, de modo que Nacor, el abuelo de Abrahán, vivió sólo 148 años. La gran disminución de la vida después del diluvio pudo haberse debido parcialmente a cambios climáticos. Más importante todavía fue el cambio en el régimen alimentario, del vegetarianismo a un régimen que incluía la carne de animales (PP 98; CRA 467). Con cada generación sucesiva, la raza humana fue perdiendo más y más la herencia de vigor físico de Adán y, posiblemente el efecto vigorizante del fruto del árbol de la vida.
13.
Sala.
"El que fue enviado". Este es un nombre semítico, también usado entre los colonizadores fenicios de Cartago en el norte del África.
14.
Heber.
"El que cruza". Puesto que los descendientes de Heber habían de cruzar el Eufrates y emigrar hacia Siria y Palestina, este nombre quizá indique discernimiento profético de parte de sus padres (ver com. de cap. 10: 21).
16.
Peleg.
Significa "división" (ver com. de cap. 10: 25).
18.
Reu.
Significa "amigo" o "amistad". Posiblemente es una abreviatura de Reuel, "amigo de Dios", el nombre de varios personajes bíblicos (Gén. 36: 4; Exo. 2: 18; Núm. 2: 14).
20.
Serug.
Quizá signifique "el entrelazado", "el enredado" o "rama de la vid". No es seguro cuál fue el significado que se tuvo en cuenta.
22
Nacor.
"El que resopla". Quizá tuviera algún impedimento en su habla.
24.
Taré.
No tiene significado en hebreo, pero en el idioma ugarítico, relacionado con el hebreo, significa "novio".
26.
Taré vivió setenta años.
Este texto parece implicar que Abram, Nacor y Harán eran trillizos, nacidos cuando su padre Taré tenía 70 años. Que eso no fue así, es evidente por las siguientes consideraciones. Taré murió en Harán a la edad de 205 años (cap. 11: 32). Abram fue a Canaán a la edad de 75 años (cap. 12: 4). Abram fue invitado a dejar Harán después de la muerte de su padre, como se declara explícitamente en Hech, 7: 4. De modo que Abram no puede haber tenido más de 75 años cuando murió su padre, y Taré tenía por lo menos 130 años cuando 301
LA CRONOLOGÍA DEL CAPÍTULO 11 DEL GÉNESIS
nació Abram. Por lo tanto, el pasaje del cap. 11: 26 significa que Taré comenzó a engendrar hijos cuando tenía 70 años. Abram, el menor de los tres hijos, es mencionado primero debido a su importancia como progenitor de los hebreos. Aunque no es seguro cuál de los otros dos hijos de Taré -Nacor o Harán- era el mayor, el hecho de que Nacor se casara con la hija de Harán (cap. 11: 29) puede indicar que Harán era mayor que Nacor (ver com. de cap. 5: 32).
Abram.
"Padre de elevación" o "padre exaltado", para destacar su puesto de honor como progenitor del pueblo escogido de Dios. Su nombre fue más tarde cambiado por Dios a Abrahán (cap. 17: 5). Este mismo nombre aparece en los registros egipcios como el de un gobernante amorreo de una ciudad palestina en el mismo tiempo cuando vivió Abram. Aparece también en documentos cuneiformes contemporáneos de Babilonia, lo que muestra que el nombre no era desconocido.
Nacor.
Este hijo de Taré tuvo el mismo nombre que su abuelo.
Harán.
Este nombre no tiene significado en hebreo. Similar a Harán es Jarán, la ciudad donde se estableció Taré. El nombre de la ciudad, relacionado con la raíz de una palabra asiria que significa "camino real", quizá indique su ubicación sobre una de las principales rutas comerciales entre Mesopotamia y el Mediterráneo.
Así como fue el caso en lo que atañe a la cronología antediluviana, el Pentateuco Samaritano y la LXX dan a los patriarcas del período comprendido entre el diluvio y el nacimiento de Abram, vidas considerablemente más largas que el texto hebreo y las traducciones modernas basadas en él (ver comentario del cap. 5: 32). Al paso que la VVR computa 352 años entre el diluvio y el nacimiento de Abram, la versión Samaritana presenta 942, y la LXX 1.132, o bien 1.232 (según variaciones del texto; véase la pág. 189).
Sin embargo, la inserción que hace la LXX de Cainán entre Arfaxad y Sala quizá sea justificada. En esto la LXX está confirmada por Lucas, que también ubica a Cainán en ese lugar (Luc. 3: 35, 36). A pesar de la aparente discrepancia entre Moisés (y 1 Crón. 1: 24) por un lado, y Lucas y la LXX por el otro, no existe una dificultad verdadera. Las Escrituras contienen numerosos ejemplos llamativos de la omisión de nombres de las listas genealógicas. 302 Por ejemplo, Esdras al remontar su propio linaje hasta Aarón omite por lo menos seis nombres (Esd. 7: 1-5; cf. 1 Crón. 6: 3-15).
En la genealogía de Jesús presentada varios siglos más tarde por Mateo se han omitido cuatro reyes de Judá y posiblemente otros antepasados de nuestro Señor (ver com. de Mat. 1: 8, 17). Por lo tanto, la posible omisión que hace Moisés al eliminar a Cainán de la lista de Gén. 11: 10-26, no debiera considerarse una inexactitud sino más bien un ejemplo de una práctica común entre los escritores hebreos.
Cualquiera sea el caso, la lista dada por Moisés debe considerarse bastante completa. Elena G. de White se refiere (PP 117) a una "línea ininterrumpida" de hombres justos -desde Adán hasta Sem- que transmitieron el conocimiento de Dios que heredó Abram. Algunos han interpretado esta declaración en el sentido de que Abram probablemente fue instruido personalmente por Sem. Si es así, entonces Abram nació algunos años antes de la muerte de Sem, la que ha sido ubicada 500 años después del diluvio.
Los que llegan a esta conclusión basándose en el pasaje ya mencionado, infieren que el mismo apoya el texto hebreo en oposición a las cronologías de la época, tanto de la Samaritana como de la LXX, y hace imposible que haya un número considerable de omisiones en la lista genealógica de Moisés. Hasta que se disponga de más información cronológica definida, la cronología de los acontecimientos anteriores al nacimiento de Abram debe considerarse tan sólo aproximada. Con el advenimiento del patriarca Abram llegamos a un fundamento para estructurar una cronología más sólida.
27
Taré.
Hasta aquí Moisés ha narrado la historia de toda la humanidad. En adelante, el registro inspirado se refiere casi exclusivamente a la historia de sólo una familia: el pueblo elegido de Dios. En el resto del AT, por lo general se presta atención a otras naciones sólo cuando se relacionan con el pueblo de Dios.
Harán engendró a Lot.
Lot, "el oculto". Se presenta a Lot debido al papel que iba a jugar como compañero de Abram en la tierra de Canaán y como progenitor de los moabitas y amonitas.
28.
Murió Harán antes que su padre.
Literalmente, "en el rostro de su padre", con el significado de "mientras su padre todavía estaba vivo", o, "en la presencia de su padre". Esta es la primera mención (aunque no sea necesariamente el primer caso) de un hijo muerto antes que su padre.
Ur de los caldeos.
Tal como lo demuestran documentos escritos y excavaciones recientes, la ciudad natal de Harán tuvo una historia larga y gloriosa. Las ruinas de Ur han sido conocidas por mucho tiempo con el nombre moderno de Tel el-Muqayyar, y se encuentran más o menos a mitad de camino entre Bagdad y el golfo Pérsico. Entre los años 1922 y 1934 una expedición conjunta británico-norteamericana llevó a cabo lo que ha resultado ser una de las más fructíferas excavaciones de toda la Mesopotamia. Algunas tumbas reales de una dinastía remota entregaron su fabuloso depósito de tesoros. Las bien preservadas ruinas de casas, templos y un templo en forma de torre, han proporcionado una riqueza de material con la cual podemos reconstruir la fluctuante historia de esta ciudad que jugó un papel tan importante desde los albores de la historia hasta el tiempo del imperio persa. Cuando Abram vivió en ella, en los comienzos del segundo milenio AC, la ciudad poseía una cultura excepcionalmente elevada. Las casas estaban bien construidas y por lo general tenían dos pisos. Las habitaciones de la planta baja se agrupaban en torno de un patio central y una gradería llevaba a la planta alta. La ciudad tenía un sistema de desagüe eficaz, mejor que el de algunas ciudades actuales de ese país. Se enseñaba lectura, escritura, aritmética y geografía en las escuelas de Ur, lo que resulta evidente por los muchos ejercicios escolares que han sido descubiertos. En el AT esta ciudad generalmente es llamada "Ur de los caldeos", expresión que todavía no ha sido encontrada en los textos cuneiformes de Mesopotamia. Allí simplemente se la llama "Ur". Sin embargo, se sabe que la región de Ur fue posteriormente habitada por tribus caldeo-arameas, que pueden haber llegado un poco antes (ver com. de cap. 10: 22). Esas tribus estuvieron íntimamente relacionadas con la familia de Taré, y ambas fueron descendientes de Arfaxad. El recuerdo de ese vínculo familiar se mantuvo vivo porque los descendientes siempre se refirieron al hogar familiar original como Ur en Caldea, o "Ur de los caldeos".
El elevado nivel cultural de Ur en el tiempo 303 de Abram acalla las burlas de los que tildan a Abram de nómada e ignorante. El pasó su juventud en una ciudad de refinada cultura, siendo hijo de uno de sus ciudadanos acaudalados y sin duda era un hombre bien educado.
También Abram debe haber estado familiarizado con la vida religiosa de Ur, que era politeísta como lo demuestran las excavaciones. Josué declara que Taré, padre de Abram, había servido a otros dioses en Ur (Jos. 24: 2). Se puede suponer que los demás hijos de Taré hicieron lo mismo, pues Raquel, esposa de Jacob, robó los ídolos de su padre Labán que era nieto de Nacor, hermano de Abram (Gén. 31: 19). Es un milagro que la fe monoteísta de Abram permaneciera intacta frente a las influencias paganas que lo rodeaban.
29.
Tomaron Abram y Nacor para sí mujeres.
Milca, esposa de Nacor, era hija de su hermano Harán y por lo tanto su propia sobrina. Sara, la esposa de Abram, era su medio hermana, hija de Taré con otra esposa que no era madre de Abram (cap. 20: 12). El casamiento con una medio hermana y con otros parientes cercanos posteriormente fue prohibido por el código civil mosaico, aunque evidentemente todavía era permitido en el tiempo de Abram (ver Lev. 18: 6, 9, 14).
Isca.
No es claro por qué se menciona aquí a Isca, otra hija de Harán. Siguiendo una antigua tradición judía, algunos comentadores han visto este nombre como otro nombre de Sara, la esposa de Abram. Otros piensan que era la esposa de Lot. No hay una base fundada en hechos para ninguna de tales suposiciones.
30.
Sara era estéril.
Esta declaración parece implicar un contraste con Milca, la cuñada de Sarai (cap. 24: 24) y anticipa la gran importancia de la esterilidad de Sarai en la prueba de fe de Abram.
31.
Salió.
Las Escrituras presentan claramente que Abram fue aquel a quien Dios se le reveló en Ur de los caldeos, y no a Taré como podría inferirse por este pasaje (PP 119). Esteban dijo a sus oyentes que Abram había salido de la "Mesopotamia, antes que morase en Harán", en respuesta a una orden explícita que le dirigió Dios personalmente (Hech. 7: 2, 3). Posteriormente Dios le recordó a Abram que él lo había sacado de Ur de los caldeos (Gén. 15: 7), no de Harán (ver también Neh. 9: 7). Llegamos a la conclusión de que Abram fue llamado en dos etapas. La primera mientras vivía en Ur, fue para que dejara a su tribu ancestral, pero la segunda en Harán, fue para que abandonara a sus parientes inmediatos, aun la casa de su padre (Gén. 12: 1). Cuando Abram recibió el primer llamamiento, obedeció inmediatamente y dejó el antiguo ambiente para encontrar un nuevo hogar en el país que Dios le prometía proporcionarle. Debe haber tenido una influencia considerable sobre su padre Taré, sobre su hermano Nacor y su sobrino Lot, porque todos ellos eligieron acompañarle. Nacor no es mencionado como uno de los que salieron de Ur con Taré y Abram, pero si no salió en esta ocasión, debe haber proseguido un poco después (ver cap. 24: 10). Aunque Abram recibió el llamamiento en Ur, todavía vivía bajo el techo de su padre, de modo que esperó que su padre tomara la iniciativa del viaje, si es que estaba dispuesto a hacerlo. Evidentemente Taré consintió y, como cabeza del hogar, se puso al frente de las operaciones de traslado. La educación oriental requería que se mencionara a Taré actuando como cabeza de su hogar. Hubiera parecido como algo completamente fuera de lugar decir que Abram llevó a su padre Taré.
Para ir a la tierra de Canaán.
Esto indica que Canaán fue su destino desde el mismo principio. Había dos posibles rutas para viajar desde Ur, en la Mesopotamia meridional, hasta Canaán. Una llevaba directamente a través del gran desierto de Arabia, pero una gran caravana formada por manadas, rebaños y muchos siervos posiblemente no podía atravesar un territorio tal. La otra ruta iba por la parte superior del Eufrates, a través del estrecho desierto de la Siria septentrional y luego por el valle del Orontes hacia el sur hasta Canaán. Evidentemente ésta fue la ruta por la cual debían viajar ellos.
Vinieron hasta Harán.
Harán está sobre el río Balik, en el norte de la Mesopotamia, a medio camino entre Ur y Canaán. No se da la razón para esta interrupción del viaje, pero puede haber sido ocasionada por lo atrayente de la región, o más probablemente por la edad avanzada y la debilidad de Taré. Harán se convirtió, para la mayor parte de la familia, en un lugar permanente de residencia, lo que quizá implique que los atractivos de la región pueden haberlos inducido a la decisión original de detenerse allí. Los valles del Balik y del 304 Quebar contienen fértiles campos de pastoreo. Es posible que toda la región estuviera muy poco poblada y pareciera ofrecer excelentes posibilidades de aumentar la riqueza de la familia antes de que prosiguieran hacia Canaán. Cualquiera que haya sido la razón, Taré y su familia acamparon en un lugar que llamaron Harán, quizá como homenaje a su hijo y hermano que había muerto en Ur. Debido a una leve diferencia entre la forma hebrea de escribir el nombre de Harán, hijo de Taré, y el de la ciudad Jarán, resulta incierta la relación de los dos.
La evidencia de cuán firmemente se establecieron los tareítas en su nuevo hogar se ve claramente, porque varios de sus nombres familiares se arraigaron en las ciudades de la región durante siglos, y en algunos casos durante milenios. Harán, ciudad importante durante el segundo y el primer milenio AC, quizá haya recibido ese nombre en homenaje de Harán, como ya fue sugerido. El recuerdo de Peleg persistió en el nombre de la ciudad Paliga, en la desembocadura del río Jabur. Nacor dio su nombre a la ciudad de Nacor (cap. 24: 10), posteriormente llamada Til-Nahiri, cerca de Harán. El nombre de Serug se refleja en la localidad vecina de Sarugi y el lugar Til-sha-turahi sobre el río Balik quizá perpetúe el nombre de Taré. Los nombres de estos lugares son una evidencia clara de que la familia de Taré ocupó esta región en tiempos antiguos.
32.
Murió Taré en Harán.
No se dice cuánto tiempo vivió Taré en Harán. En vista de la proverbial prontitud de Abram para obedecer a Dios, parece muy poco probable que él hubiera permanecido en Harán durante muchos años, sabiendo que el Señor quería que fuera a Canaán, a no ser debido a la edad o enfermedad de su padre. Es más probable que Taré se detuviera durante un tiempo cerca del río Balik para restablecerse, y no que la atracción de la zona lo hubiera inducido a olvidar su propósito. En tales circunstancias, la piedad filial habría mantenido a Abram cuidando solícitamente de su padre. Todos habrían pues permanecido en Harán con el propósito de reanudar su marcha cuando se sanara Taré. Cuando él murió, Abram y Lot siguieron adelante con su plan original, pero otros miembros de la familia fueron cautivados por la fertilidad de la región y no estuvieron dispuestos a dejarla.
Al igual que Moisés algunos siglos después, Taré no entró en la tierra prometida. Estamos obligados a recordar nuestra condición de peregrinos porque muchos de los fieles hijos de Dios mueren en su camino a la Canaán celestial. Sin embargo, lo grave de la muerte de Taré no fue nada en comparación con la decisión de Nacor de permanecer en Harán. El y su familia, voluntariamente, se apartaron de las promesas de Dios rehusando acompañar a Abram hasta la tierra prometida. Como resultado, finalmente ellos y sus descendientes desaparecieron del escenario de la historia, al paso que Abram y su posteridad permanecieron por siglos como el receptáculo del favor especial de Dios y el canal de la bendición celestial para el mundo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-9 PP 110-116; SR 72-75
2, 4 CV 43; PP 112
5 CV 43; PP 115
5-7 PP 113
8 PP 113
9 8T 215
28 EC 16
31 PP 119
1.
Vete
De aquí en adelante Abram es el héroe de la narración del Génesis. Esta es la primera revelación dada por Dios a Abram que se registra, aunque se sabe por Hech. 7: 2 que Dios se le había aparecido por lo menos una vez antes. La palabra de Jehová comienza con una orden, continúa con una promesa y termina con una bendición. Estos tres aspectos importantes caracterizan toda manifestación de Dios para el hombre. Las promesas de Dios se cumplen y sus bendiciones se reciben tan sólo cuando sus mandamientos son obedecidos. Generalmente los hombres están deseosos de recibir las bendiciones de Dios y ver la realización de sus promesas, pero sin cumplir con sus requerimientos.
El llamamiento de Dios demandaba que Abram rompiera completamente con el pasado. No sólo tenía que salir de la tierra de los dos ríos, Mesopotamia, en la cual estaban situadas tanto Ur como Harán, sino que también tenía que renunciar a sus vínculos familiares y aun a la casa de su padre, para no volver nunca más a los de su propia sangre y raza. Fue una dura prueba. Harán y Ur compartían la misma civilización y las mismas normas de vida. Todo esto cambiaría inmediatamente cuando dejara la tierra de los dos ríos y cruzara a Siria y Palestina. En vez de fértiles tierras de pastoreo, encontraría una región montañosa densamente arbolada. En vez de vivir entre las tribus semíticas a las que pertenecía y que eran muy civilizadas, estaría errabundo entre tribus de un nivel cultural materialmente inferior y de una religión especialmente degradada.
Seguramente no debe haber sido fácil que Abram rompiera todos los lazos con su amada patria, una tierra en la que había pasado toda su vida y a la que estaba unido por muchos tiernos vínculos. Un joven puede salir de su país natal con poco pesar, pero no es fácil que un hombre de 75 años haga una decisión tal.
La tierra que te mostraré.
Gén. 11: 31 indica que el destino original de Abram había sido Canaán. Es obvio que Dios debe haber 306 especificado Canaán como la tierra hacia la cual él debía dirigir sus pasos. En esta ocasión (cap. 12: 1) no se menciona a Canaán, pero es claro que Abram sabía que Canaán era el lugar donde Dios quería que él fuera. Partió teniendo en cuenta a Canaán (vers. 5). La declaración de Pablo en Heb. 11: 8 de que Abram "salió sin saber a dónde iba" evidentemente se refiere a que de allí en adelante no tendría un lugar seguro donde morar, sino que iba a ser peregrino y extranjero (Heb. 11: 9; 3TS 374). En adelante Dios lo guiaría día tras día y él nunca sabría por adelantado lo que le podría traer el futuro.
2.
Haré de ti una nación grande.
Se anuncia la compensación que tendría Abram por dejar su familia y hogar. Sin duda Abram se preguntaría cómo podría cumplirse la promesa en vista de que no tenía hijos y no era joven. No podía ser el propósito de Dios que los siervos de Abram, los pastores y capataces de sus ganados, constituyeran la nación prometida. ¿Cómo entendió Abram la palabra "grande"? ¿Implicaba grandes cantidades, o influencia, o grandeza en realizaciones espirituales? Tan sólo el ojo de la fe, puesto en las promesas de Dios, podía penetrar el futuro y contemplar cosas que el ojo natural no podía ver.
Te bendeciré.
Esta promesa incluía tanto bendiciones temporales como espirituales, particularmente estas últimas. Pablo incluye claramente la justificación por la fe entre las bendiciones que reposaron sobre Abram (Gál. 3: 8).
Engrandeceré tu nombre.
La verdadera grandeza debía resultar del acatamiento de las órdenes de Dios y de la cooperación con su propósito divino. Los edificadores de Babel habían pensado hacerse "un nombre" desafiando a Dios, y sin embargo no ha sobrevivido ninguno de sus nombres. Por el otro lado, Abram sencillamente debía ir donde Dios lo dirigiera a fin de ganar fama. Aún hoy en día el nombre Abram es común como nombre personal, e incontables millones de judíos, mahometanos y cristianos lo han aclamado en lo pasado y todavía lo consideran retrospectivamente como su progenitor espiritual.
3.
Bendeciré.
Una seguridad tal fue la promesa de amistad y favor más excelsa que Dios pudo conferir a Abram. Dios consideró como propios los insultos y agravios hechos a su amigo y le prometió hacer causa común con él, compartir sus amigos y tratar a sus enemigos como si hubieran sido los suyos propios. Abram fue "amigo de Dios" (Sant. 2: 23).
Todas las familias de la tierra.
La palabra hebrea aquí traducida "tierra", 'adamah, significa esencialmente "terreno", o "suelo". Se incluye a todas las naciones y todos los siglos. Fue la "tierra" que había recibido la maldición después de la caída (Gén. 3: 17), el mismo suelo del cual originalmente había sido hecho el hombre. Esa maldición había sobrevenido debido a la infidelidad de un hombre (Rom. 5: 12), y ahora todas las familias de la "tierra" habían de recibir una bendición por la obediencia de un hombre que fue hallado fiel. Los cristianos de hoy, como sus descendientes espirituales, comparten la bendición impartida a Abram (Gál. 3: 8, 29). La bendición que le fue concedida finalmente uniría a las familias divididas de la tierra, y cambiaría la temible maldición pronunciada sobre la tierra, debido al pecado, transformándola en una bendición para todos los seres humanos. Todas las promesas siguientes dadas a los patriarcas y a Israel aclararon o ampliaron la promesa de la salvación ofrecida a toda la raza humana en la primera promesa hecha a Abram.
4.
Se fue Abram.
Gozosamente Abram obedeció el llamamiento del Señor, sin argüir y sin mencionar condiciones para su obediencia. Sencillamente "fue".
Lot fue con él.
De todos los parientes de Abram, tan sólo Lot y su familia estuvieron dispuestos a proseguir hacia la tierra prometida. Pedro se refiere a él como el "justo Lot" (2 Ped. 2: 7, 8). Su deseo de obedecer a Dios, como lo había hecho su tío, lo dispuso para compartir, por el momento a lo menos, las penalidades del viaje y las incertidumbres de un futuro riesgoso.
Setenta y cinco años.
La presentación de la edad de Abram indica que su partida hacia Canaán marcó el comienzo de una nueva e importante era. Ya había entrado en años cuando fue llamado para adaptarse a una vida en un país nuevo, a su clima y a las extrañas costumbres de un pueblo extranjero.
5.
Todos sus bienes.
La riqueza de Abram y de Lot consistía principalmente en grandes rebaños de ganado y manadas de ovejas. 307 Abram era un hombre próspero (cap. 13: 2), pero su prosperidad de ninguna manera resultó ser un obstáculo para su vida religiosa. Si bien es cierto que con frecuencia la riqueza hace más difícil que su poseedor quede calificado para el reino de Dios, de ninguna manera es un obstáculo fatal (Mat. 19: 23-26). Cuando una persona de recursos se considera como mayordomo de Dios, y usa la riqueza que le ha sido confiada para la honra de Dios y para el adelantamiento de su reino, entonces la riqueza es una bendición y no una maldición.
Personas.
Heb. Néfesh. Se incluían en ese grupo algunos conversos al Dios verdadero (PP 119). Esos conversos se unieron a la casa de Abram y se convirtieron en sus criados. Se dice que tanto Abram como Lot tenían pastores (Gén. 13: 7). El hecho de que Abram pudiera más tarde rescatar a Lot con la ayuda de 318 criados armados y con entrenamiento militar (cap. 14: 14), es un argumento adicional que apoya la idea de que esas "personas" eran miembros integrantes de su casa (ver com. de cap. 14: 14).
A tierra de Canaán.
La tierra de Canaán incluía no sólo Palestina sino también Fenicia y la Siria meridional (ver com. de cap. 10: 19). Inscripciones egipcias y del norte de Siria del segundo milenio AC usan el término Canaán en este sentido. Puesto que Abram iba a establecerse en la parte meridional de Canaán -Siquem, Hebrón, Gerar-, el viaje le significó unos 720 km. desde Harán. Puesto que los factores topográficos no dan lugar a muchas alternativas posibles, su ruta puede trazarse con bastante exactitud. Saliendo de la región de Harán, la gran caravana debe haberse movido lentamente hacia el sur a lo largo del río Balik hasta llegar al Eufrates, río que posiblemente fue seguido aguas arriba por unos 100 km. Desde este punto, probablemente cruzaron unos 130 km. de desierto hasta llegar al río Orontes, en la Siria septentrional. El gran oasis de Alepo está a mitad de camino entre el Eufrates y el Orontes, y probablemente fue usado por Abram en su viaje para dar descanso y agua a los fatigados animales y a los viajeros. Llegando al Orontes, posiblemente lo siguió hacia el sur, presidiendo la gran caravana a través de la llanura siria, llamada hoy día Beqa, que está entre las cordilleras del Líbano y el Antilíbano. Pasando la cuenca desde donde el Orontes fluye hacia el norte y el Litani hacia el sur, la caravana pudo haber seguido este último hasta llegar a Galilea con sus colinas y elevaciones del terreno.
6.
Pasó Abram por aquella tierra.
Palestina tenía muchos bosques en ese tiempo. En antiguos documentos egipcios sus caminos se describen como una pesadilla para los viajeros. El progreso de la caravana puede haber sido muy lento en vista del gran número de animales y de gente que acompañaban al patriarca. Probablemente el viaje fue interrumpido con frecuentes pausas para descansar. Habiendo cruzado Galilea, los viajeros llegaron a la planicie de Esdraelón, en la cual ya había varias poderosas ciudades cananeas, tales como Meguido y Taanac. Luego tal vez cruzaron la cordillera del Carmelo y entraron en la zona llena de colinas que posteriormente pertenecería a Efraín, y en ese lugar efectuaron su primer alto prolongado. Esto se hizo probablemente porque Jehová dijo a Abram (vers. 7) que había llegado al fin de su viaje y que ahora estaba en la tierra que le había prometido.
Siquem.
Situada en la entrada oriental de un angosto valle franqueado por los montes Ebal y Gerizim, ocupaba un lugar estratégicamente importante. Es un lugar desierto hoy día, llamado Balatah, cerca de Nablus. Algunas excavaciones y evidencias documentales prueban que Siquem era una ciudad floreciente y fortificada a principios del segundo milenio AC, cuando Abram acampó en sus proximidades. Una de las más remotas expediciones militares egipcias a Palestina de la que se haya preservado un claro registro, se dirigió contra esta misma ciudad. La estela de un guerrero egipcio que sirvió bajo el faraón Sen-Usert III (1878-1840 AC) de la duodécima dinastía describe una campaña contra Sekemem, nombre egipcio para Siquem, y relata que los asiáticos naturales de ese lugar fueron derrotados. Cuando Abram entró en la tierra de Canaán, Egipto ejercía una gran influencia sobre sus vecinos cananeos. Aunque Egipto no ejerció verdadero dominio político sobre Canaán, este último país dependía económicamente de Egipto, que tenía representantes reales en sus principales ciudades. Esos funcionarios vigilaban los intereses económicos de Egipto y servían como consejeros a los gobernantes locales cananeos. Esta era la situación política que Abram encontró en Canaán. 308
VIAJES DE ABRAM
309
El encino de More.
Probablemente la palabra se usa aquí en un sentido genérico y colectivo y puede referirse o no a un árbol en particular. Se ha sugerido que significa un bosquecillo de robles. Este punto de vista tiene el apoyo de una referencia posterior que hace Moisés a la misma localidad, pero usando la forma plural 'elon, "árboles" (VVR "encinar"), lo que indica claramente que en More había más de un árbol tal (Deut. 11: 30). El bosquecillo mismo no ha sido identificado, pero debe haber estado en la proximidad de Siquem, como lo indica este texto y Deut. 11: 29, 30.
More significa "maestro". Los antiguos traductores judíos de la LXX lo tradujeron por la palabra griega hupselén, "elevado". Los comentadores han tratado de explicar el nombre More como una indicación de que Abram entendió que había de ser "enseñado" allí por Dios, o que el bosquecillo pertenecía a un maestro famoso.
El cananeo.
Estuvo equivocado Abram si esperó ser conducido hasta una tierra despoblada, cuyos pastos no tendría que compartir con otros. Quizá por esta razón se añade la declaración: "el cananeo estaba entonces en la tierra". Encontrándose como extranjero en medio de un pueblo extraño, Abram no podía considerar la tierra como propia para poseerla realmente (ver Heb. 11: 9, 13). Esto lo podía hacer sólo por fe.
7.
Apareció Jehová.
Esta es la tercera revelación divina concedida a Abram, y la primera realizada en Canaán. Su propósito era consolarlo e inspirarle confianza y valor renovados. Después de un largo y arduo viaje, Abram llegó a la tierra que le había sido prometida como hogar para él y para su posteridad, tan sólo para encontrarla ocupada por cananeos. Un mensaje que confirmara las promesas dadas en Ur y en Harán le daría la seguridad de que la posesión de la tierra se haría efectiva en el tiempo y en la forma en que Dios lo dispusiera.
A tu descendencia.
Todo el mensaje consiste en sólo cinco palabras en hebreo (seis en la VVR). Aunque es una de las más cortas revelaciones divinas, fue de gran importancia para Abram, que ahora era extranjero en un país extraño. En ninguna forma su brevedad correspondía con su importancia y valor. Se necesitaba fe para creer que los cananeos, ahora organizados en ciudades poderosamente fortificadas, serían desposeídos y su tierra dada a un anciano sin hijos. La evidente improbabilidad de la realización de una promesa tal, la convertía en una difícil prueba de la fe del patriarca.
Un altar.
El terreno, santificado por la presencia de Dios, fue dedicado por Abram como un lugar de culto para la Divinidad. El altar allí levantado y los sacrificios ofrecidos daban testimonio del Dios del cielo y protestaban silenciosamente contra la idolatría de ese lugar. Así Abram prometió públicamente lealtad al verdadero Dios. Siendo el amo de una gran familia, también sintió una responsabilidad hacia sus siervos de inculcarles un conocimiento más perfecto del Dios a quien él servía (cap. 18: 19). El sacrificio testificaba de la creencia de Abram en la muerte del Hijo de Dios como expiación por el pecado.
8.
Bet-el.
Ante la necesidad de campos de pastoreo frescos, Abram se trasladó de la proximidad de Siquem a la región del este de Bet-el, unos 30 km. más hacia el sur. Abram levantó su tienda en la cima de una colina entre las ciudades de Bet-el y Hai. Se hace referencia a la ciudad aquí con el nombre que llevó en tiempos posteriores. Todavía recibía el nombre de Luz en tiempos de Abram (cap. 28: 19). Esta ciudad cananea, llamada ahora Beitin, está a unos 16 km. al norte de Jerusalén. Le cupo un papel importante en la vida de Jacob (caps. 28: 19; 35: 1), y fue una de las primeras ciudades de Canaán conquistadas por Josué. Durante el período del reino dividido, uno de los dos lugares del culto idolátrico de Israel estuvo ubicado allí (1 Rey. 12: 28, 29). Los eruditos han identificado la actual Et-Tel con Hai, debido a la semejanza de los nombres, pues Hai es un nombre hebreo que significa "ruina", al paso que Tel es un nombre arábigo que significa un lugar de ruinas. Sin embargo, esta identificación es dudosa.
Edificó allí altar.
Dondequiera que Abram levantaba su tienda, erigía un altar (Gén. 12: 7; 13: 18), y realizaba un culto público para los miembros de su familia y para los vecinos paganos. El culto era probablemente sencillo, pues consistía esencialmente en oración. Pero la ofrenda de un animal sacrificado y fuera de duda una exhortación evangelística, así como el gran número de criados a quienes Abram llevó a un conocimiento de Jehová debe haber hecho impresionantes tales ocasiones (ver 310 caps. 14: 14; 18: 19). Muchos mantienen su fe en secreto, temerosos de confesarla, pero no Abram. Doquiera fue, confesó a Aquel en quien confiaba y a quien obedecía. Sus altares, esparcidos por el campo de Palestina, se convirtieron en monumentos recordativos del único Dios verdadero. Los cananeos, cuya iniquidad no había llegado todavía al colmo (cap. 15: 16), pudieron así conocer al Creador del universo, y mediante el precepto y el ejemplo de Abram fueron exhortados a descartar sus ídolos y adorar a Dios. Abram fue el primer misionero al extranjero pues viajó incansablemente por Palestina y predicó a Dios doquiera levantaba su tienda. Isaac y Jacob también fueron llamados por Dios para pasar su vida en esa tierra. Aunque ellos no siempre fueron ejemplos resplandecientes de la verdad, los cananeos no podían menos que ver la diferencia entre su propia forma de vida y la de los hebreos. Cuando llegara el tiempo de su juicio, no podrían negar que Dios les había proporcionado las oportunidades necesarias para aprender de él.
9.
Hacia el Neguev.
Bet-el no iba a ser el hogar permanente de Abram. Prosiguió hacia el sur, hacia el Neguev, que mantiene este nombre hasta el día de hoy. El Neguev era y todavía es una zona semiárida que está al sur y al suroeste de las montañas, y en tiempos posteriores perteneció a Judá. Desde tiempos antiguos, Beerseba, situada en la encrucijada de la ruta de varias caravanas, ha sido su ciudad principal. Quizá Abram comprendió que las partes montañosas de Canaán, que ya estaban ocupadas por los cananeos, no podrían proporcionar suficientes pastos para sus propios grandes rebaños y los de Lot. Debido a su escasa población y a sus amplios campos de pastoreo, el Neguev le pareció más adecuado.
10.
Hubo entonces hambre.
Apenas había pasado Abram por la tierra prometida, cuando una gran hambre lo obligó a dejarla. Canaán, aunque era naturalmente fértil, se veía sometida a los castigos de la sequía, especialmente en aquellos años cuando las lluvias de noviembre y diciembre -de las cuales dependía la región- faltaban o eran escasas (ver Gén. 26: 1; 41: 56; 1 Rey. 17: 1; Hag. 1: 10, 11). La presencia de esta hambre precisamente cuando Abram entró en la tierra, fue una prueba adicional de su fe. Debía enseñarle lecciones de sumisión, fe y paciencia. Tenía que comprender que aun en la tierra prometida el alimento y las bendiciones proceden solamente del Señor.
Descendió Abram a Egipto.
Encontrándose en el sur de Canaán, a Abram le pareció natural ir a Egipto, el país de la abundancia, en busca de sustento. Aunque Egipto mismo ocasionalmente era azotado por el hambre cuando no ocurría el desbordamiento del Nilo, era conocido en los países circunvecinos como un puerto de refugio en tiempos de necesidad. Los antiguos registros egipcios se refieren a repetidas ocasiones en que los asiáticos entraron en el país para alimentar sus rebaños hambrientos. A veces esos visitantes permanecían en el país y se convertían en una amenaza para los naturales de él. Amenemhet I (1991-1962 AC), primer rey de la dinastía XII, fortificó su frontera oriental con el propósito confesado "de no permitir que los asiáticos entraran en Egipto para mendigar agua, según [su] forma acostumbrada, para dar de beber a su ganado". Un documento posterior, el informe de un funcionario de la frontera del tiempo de los jueces hebreos, menciona que los beduinos de Edom recibieron permiso para entrar en Egipto a fin de preservar su vida y la de su ganado.
El registro más famoso de una visita de asiáticos a Egipto en el tiempo de Abram, es la pintura de la tumba de un noble, en el tiempo del faraón Sen-Usert II (1897-1879 AC). Describe la llegada de 37 beduinos semíticos que habían ido para negociar cosméticos con los egipcios y muestra sus facciones, sus coloridas vestimentas, sus armas y sus instrumentos musicales. Este documento excepcional es una gran contribución a nuestra comprensión del tiempo de Abram. Ningún artista moderno que prepare cuadros de la edad patriarcal puede permitirse descuidar esa pintura contemporánea del tiempo de Abram. Esta evidencia documental en cuanto a la entrada de asiáticos en Egipto con propósitos comerciales, o para adquirir alimento en tiempo de necesidad, ayuda a hacerse una imagen de Abram descendiendo al valle de Egipto para preservar la vida de sus rebaños y manadas (ver pág. 168).
12.
Su mujer es.
Abram debía descubrir en Egipto que la astucia humana no tiene valor y que la liberación del temor y de la perplejidad proceden solamente del Señor (Sal. 105: 14, 15). 311 Al aproximarse a Egipto, Abram temió por su vida debido a la belleza de su mujer Sarai. Puesto que ella era su medio hermana, se sintió justificado en pedirle que se hiciera pasar como su hermana (Gén. 20: 12). La conducta de los cananeos, como se manifestó después en el caso de los hombres de Sodoma (cap. 19: 4-11), es una evidencia de que tenía razón para estar temeroso. Su experiencia en Egipto muestra aún más claramente que, desde un punto de vista humano, sus temores estaban bien fundados. Pero la precaución que tomó no surgió de la fe. ¿Cómo podía esperar retenerla como su esposa cuando ella misma había negado estar casada? ¿Cómo podía pensar en protegerla más eficazmente como su hermana que como su mujer? Su astuto plan trajo sobre él precisamente lo que temía y esperaba evitar, pese a que, temporariamente como supuesto hermano de ella, fue tratado bien por Faraón y recibió ganado y esclavos como una muestra del agrado y de la amistad del rey (ver com. de cap. 20: 13-16). Así sucede con frecuencia con nuestros planes supuestamente "inteligentes".
14.
Era hermosa en gran manera.
A la edad de 65 años, ¿cómo podía haber sido Sarai tan atrayente como lo sugiere este incidente? Debe recordarse que en el tiempo de Abram la duración de la vida humana era dos veces lo que es hoy, y Sarai, que murió a la edad de 127 años (cap. 23: 1), estaba, por lo tanto, sólo en la edad madura. Se sabe que los faraones tenían predilección por las mujeres extranjeras de tez más clara y que conseguían muchachas libias, hititas, mesopotámicas y palestinas para el harén real.
15.
Casa de Faraón.
La palabra "Faraón", término egipcio que significa literalmente "casa grande", no fue originalmente un título real sino un término para designar el palacio. Durante la dinastía XVIII, bajo cuyos reyes Moisés escribió el libro del Génesis, se convirtió en un término de respeto que se refería al rey. De la misma manera, el sultán era llamado la Sublime Puerta. También a veces se hace referencia al presidente de Estados Unidos, impersonal e indirectamente, como "la Casa Blanca". En tiempos posteriores el nombre propio del rey fue añadido a su título. El ejemplo más antiguo de este uso en la Biblia aparece en el siglo X AC (ver 2 Rey. 23: 29, "Faraón Necao").
16.
Tuvo ovejas.
De los animales domésticos que aquí se mencionan, tan sólo el camello todavía no era común en ese tiempo. Sin embargo, no era enteramente desconocido, como lo demuestra una cantidad de pequeñas imágenes de camellos cargados, encontradas en tumbas del tercero y segundo milenio AC. El caballo todavía no había sido introducido en Egipto y no se lo menciona. Los arqueólogos hacen notar que los hicsos asiáticos que gobernaron en Egipto durante más de un siglo fueron los que introdujeron el caballo y el carro de combate. La mención que hace Moisés de caballos en los tiempos de José y no en los tiempos de Abram es una evidencia de su exacto conocimiento de Egipto.
17.
Jehová hirió a Faraón.
La extrema necesidad del hombre es la oportunidad de Dios. Aunque Abram había chasqueado a Dios, el Altísimo intervino en su favor. No podemos determinar cuál fue la naturaleza de las plagas que sobrevinieron, pero evidentemente fueron de tal naturaleza como para proteger a Sarai de la deshonra y como para convencer a Faraón de que él debía devolverla a Abram. Sarai misma quizá reveló su verdadera condición de casada, o quizá Dios habló directamente a Faraón como lo hizo más tarde con Abimelec (ver cap. 20: 3).
Este incidente debiera haberle enseñado a Abram a confiar en Dios antes que en la eficacia de sus propios hábiles planes. Sin embargo, parece extraño encontrarlo un poco después cometiendo el mismo error y aún más extraño el que su hijo Isaac intentara el mismo artificio (caps. 20: 2; 26: 7). El hecho de que Dios liberara a sus siervos rescatándolos de circunstancias creadas por ellos mismos es una evidencia de su misericordia y amor. Los que profesan tener fe en el Altísimo quizá a veces procedan como indignos de su vocación, y sin embargo Dios con frecuencia induce a sus oponentes a que los respeten. El Señor sigue siendo fiel a sus hijos aun en los momentos de infidelidad de ellos (ver 2 Tim. 2: 13). Pero es presunción proceder deliberadamente [mal] suponiendo que Dios nos salvará de resultados adversos. Ante una tentación como ésta, Cristo replicó: "No tentarás al Señor tu Dios" (Mat. 4: 7).
18.
Faraón llamó a Abram.
Las palabras de reproche de Faraón implican que él no habría tomado a Sarai si hubiera sabido que era la esposa de otro hombre. Sus intenciones eran irreprochables; los arreglos que hizo para 312 tomarla como su esposa fueron enteramente legítimos. Sarai había sido llevada a la corte a fin de prepararla para la boda, pero no se había unido todavía con el rey. Y por su parte Abram había aceptado la dote acostumbrada y otros obsequios como demostración del favor del rey.
19.
Tómala, y vete.
Reconociendo que las plagas le habían sobrevenido debido al desagrado de Dios, el monarca no se atrevió a tratar duramente a Abram, sino que más bien procuró mitigar la ira de Dios dándole un salvoconducto para que saliera del país. La bondad de Faraón y la misericordia de Dios lo habían humillado, y en silencio reconoció su culpa. ¡Cuánta deshonra sobreviene a la causa de Dios cuando sus representantes, como resultado de su conducta desacertado y vergonzosa, traen sobre sí mismos un reproche bien merecido de los hombres del mundo!
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 PP 117-124
1 FE 286, 505; OE 117; PP 118; PVGM 22; 3TS 374
1, 2 PP 384
2 DMJ 42; MC 316; PP 121; PR 11, 519; PVGM 269
2, 3 DTG 19; PP 117; PR 273
3 PR 503
4-6 PP 120
6, 7 PP 120
7, 8 MeM 33, 35; 5T 320
10 PP 122
11-17 PP 123
13 PP 143
18, 19 PP 123
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
Subió, pues, Abram de Egipto.
Por la misericordia de Dios, Abram volvió a salvo de Egipto con su esposa, su familia y sus posesiones. La mención de que Lot volvió con Abram prepara al lector para el relato siguiente de las relaciones de Lot y su tío. El destino inmediato de ambos fue la zona meridional de Palestina, el Neguev, que se extiende desde Cades-barnea en el sur hasta la zona situada al norte de Beerseba, su ciudad más importante (ver com. cap. 12: 9).
2.
Abram era riquísimo.
La palabra aquí traducida "riquísimo" significa literalmente "pesado" o "cargado". Se la usa en el sentido de estar "cargado" con posesiones. Abram ya era rico antes de ir a Egipto, y volvió con un gran aumento de sus bienes debido a la generosidad de Faraón. Por primera vez la Biblia menciona la plata y el oro como metales preciosos y su posesión como una señal de riqueza. Abram puede haber tenido plata cuando salió de Mesopotamia, país rico en ese metal; pero probablemente consiguió oro en Egipto, el país más rico en minas de oro de la antigüedad. Al promediar el segundo milenio AC, los gobernantes asiáticos pedían oro casi en cada carta que escribían a los faraones. Se creía comúnmente que "el oro abundaba tanto en Egipto como las piedras". Tumbas de algunos gobernantes fenicios de Biblos, descubiertas en la década de 1920, contenían muchos preciosos regalos de los faraones egipcios de los siglos XIX y XVIII AC. Hermosas vasijas, cajas, adornos y otros objetos de lujo pueden haber figurado en el regalo que Abram recibió del faraón.
3.
Bet-el.
Viajando por la zona meridional, Abram regresó a las proximidades de Bet-el donde había acampado previamente. La palabra traducida aquí "jornadas" significa "estaciones" o lugares donde levantó su tienda. Esto indica que no fue un viaje directo y continuo desde Egipto a través de la zona meridional hasta Bet-el, sino una migración realizada en etapas graduales desde una tierra de pastoreo hasta otra, en la dirección general de Bet-el (ver cap. 12: 8).
4.
Al lugar del altar.
Moisés hace resaltar el regreso de Abram a un lugar en el que previamente había celebrado un culto público. Bet-el tenía un lugar en su corazón debido al recuerdo de la comunión sagrada que disfrutó allí con el Señor. Quizá también esperaba encontrar oídos prontos y corazones bien dispuestos entre las gentes de las proximidades, que deben haber recordado su viaje anterior por allí. El lugar de cada campamento de Abram estaba señalado por un altar. En él los errantes cananeos aprendían del Dios verdadero, y volvían a él para rendir culto a ese Dios, después de que Abram se había ido (PP 120). Al elegir un hogar debe recordarse como algo importante el "lugar del altar".
6.
Sus posesiones eran muchas.
La prosperidad del tío se prodigaba sobre su sobrino Lot, el único miembro de la familia de Taré que había obedecido la orden de Dios de ir a Canaán. El compartía la bendición prometida a Abram. Puesto que la tierra ya estaba ocupada por los cananeos, y las montañas de Canaán eran muy boscosas, como lo demuestran registros antiguos, había una escasez permanente de tierras de pastoreo para los grandes rebaños y las manadas de los recién llegados.
7.
Contienda.
La escasez de tierras de pastoreo disponibles, y también a veces de agua, dio como resultado una contienda entre los pastores de Abram y los de Lot. Naturalmente cada grupo quería ver que se magnificaran las posesiones de su amo.
El cananeo y el ferezeo.
Los ferezeos se mencionan juntamente con los cananeos en otros pasajes (Gén. 34: 30; Juec. 1: 4, 5) y frecuentemente son enumerados con varias de las otras tribus que ocupaban Canaán en los tiempos patriarcales (Gén. 15: 19-21; Exo. 3: 8, 17; 23: 23; etc.). Muchos comentadores han pensado que los ferezeos moraban en aldeas (Heb. perazi, "aldeanos que habitan en las villas sin muros", Est. 9: 19), en contraste 314 con los cananeos que habitaban en ciudades amuralladas. La relación de los ferezeos con las otras naciones de Palestina es incierta, puesto que no aparecen ni en el cuadro de las naciones del cap. 10 ni en las fuentes que no son bíblicas.
8.
No haya ahora altercado.
Las querellas de los pastores se reflejaron probablemente en la conducta y actitud de Lot. Ansioso por evitar discordia y enemistad entre él y su sobrino, Abram propuso la separación de sus rebaños y manadas como una solución para la dificultad. Considerando que Lot era menor que él y que toda la región había sido prometida a Abram, su trato con Lot refleja un espíritu realmente generoso. La nobleza de alma revelada en esta ocasión resalta en agudo contraste con la debilidad de carácter que acababa de demostrar en Egipto. Abram demostró ser hombre de paz.
Somos hermanos.
Abram reconoció la perniciosa influencia que el odio y la contienda entre él y Lot tendrían sobre las naciones que los rodeaban. Nada habría distorsionado más efectivamente el plan de Dios para evangelizar las naciones de Canaán que una continua discordia entre las dos familias. Aunque Abram era el mayor de los dos, no se aprovechó de su mayor edad y posición para hacer exigencias en su favor. Al referirse a sí mismo y a Lot como "hermanos" quería asegurar a su sobrino un puesto y un trato iguales. Procuró desvanecer cualquier duda que Lot pudiera haber tenido acerca de la honradez de las intenciones de su tío.
9.
¿No está toda la tierra delante de ti?
Aunque estaba señalado como heredero de toda la región, Abram manifestó verdadera humildad al subordinar sus propios intereses a los de Lot y al permitirle a éste que tomara tanta tierra como quisiera. Abram renunció a sus propios derechos por causa de la paz, pero al hacerlo ganó nuestro respeto máximo. Manifestó generosidad de espíritu y nobleza de mente: un carácter digno de emulación. Hacer algo diferente de lo que hizo, hubiera sido seguir los principios egoístas que generalmente gobiernan a los hombres en su trato mutuo. Pero un hombre espiritual vive de acuerdo con principios más elevados y mira las ganancias eternas que están más allá de las ventajas temporales de este mundo. Esto es lo que Abram hizo derrotando el propósito de Satanás de crear discordia y contienda entre él y su sobrino.
10.
Toda la llanura del Jordán.
Siendo menos noble que su tío, Lot procedió inmediatamente a aprovechar la oferta. Con su mente recorrió el país hasta donde lo conocía. Había notado que la llanura del Jordán, llamada en los tiempos antiguos Kikkar, hoy día el-Ghor, estaba bien regada. Lot, ciudadano de Mesopotamia, donde ríos y canales daban gran fertilidad a la tierra, no podía haber dejado de comparar su tierra anterior con las regiones montañosas y aparentemente menos fértiles donde había ido. Abram lo había inducido a ir a Canaán, razonaba él, y por lo tanto debía preocuparse porque él quedara cómodamente establecido.
La Palestina occidental no posee ríos dignos de ese nombre. El único río de importancia es el Jordán y la mayoría de sus tributarios vienen del este. Teniendo su origen en las montañas del Antilíbano, el Jordán corre a través de lo que una vez fue el lago Huleh, de la alta Galilea, a un par de metros por encima del nivel del mar. Descendiendo luego rápidamente, entra en el mar de Galilea, unos 15 km. al sur del lago Huleh, a 209 m bajo él nivel del mar. Si el Jordán fluyera en línea recta, el tramo que va del mar de Galilea al mar Muerto sería de 104 km. Pero a causa de su gran serpenteo, se extiende por más de 300 km. hasta entrar en el mar Muerto, que está a unos 400 m bajo el nivel del mar. Estando profundamente encajonado entre las montañas de la Palestina occidental y la elevada planicie de Transjordania, todo el valle del Jordán tiene un clima tropical durante el año entero con una fertilidad correspondiente.
Sodoma y Gomorra.
Por primera vez las dos ciudades impías de Sodoma y Gomorra están vinculadas con el destino de Lot. Esas ciudades parecen haber estado situadas al sur del mar Muerto, que en el tiempo de Abram era mucho menor de lo que es ahora (ver com. de caps. 14: 3 y 19: 24, 25). Por lo tanto, el valle en el cual estaban esas ciudades probablemente está incluido por Moisés en la expresión "la llanura del Jordán", llamada en el vers. 12 sencillamente "la llanura".
Como el huerto de Jehová.
La fertilidad del valle del Jordán con su vegetación tropical, parecía compararse favorablemente con lo que Moisés había oído del paraíso por tanto tiempo perdido, y con el fértil delta del Nilo 315 que Lot y Abram habían dejado recientemente.
11.
Lot escogió.
Subyugado por su belleza y fertilidad y sin tener en cuenta otras consideraciones, Lot eligió el valle del Jordán como su futura morada. Impelido por el egoísmo y guiado tan sólo por sus propias inclinaciones y la perspectiva de ventajas temporales, Lot realizó la decisión fatídica de su vida. Esa decisión lo llevó a través de una serie de experiencias desafortunadas que pusieron en peligro su vida, su alma y su familia. Dejando a Abram en Bet-el, Lot y su familia partieron rumbo al este.
12.
Fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.
Deseoso de establecerse en la proximidad inmediata de las ciudades del valle del Jordán, cuya riqueza esperaba compartir, Lot se destaca en marcado contraste con su tío, el que permaneció como peregrino toda su vida (Heb. 11: 9). El caso de Lot es una lección para el cristiano que es tentado a elegir vinculaciones terrenales y ganancias temporales a cambio de la felicidad eterna. Primero "vio" y después "escogió". Abandonando el valle del Jordán, situado al norte del mar Muerto, fue poniendo sus tiendas hacia Sodoma, y finalmente entró en la ciudad y se estableció allí (ver Gén. 14: 12; 19: 1). Aunque él mismo era recto, su fatídica decisión significó la pérdida de casi todo lo que él amaba (PP 164).
13.
Los hombres de Sodoma.
Resulta claro que los hombres que eligió Lot como vecinos ya eran impíos cuando Lot estableció su hogar entre ellos. La depravación más grande con frecuencia se encuentra entre quienes habitan las tierras fértiles y disfrutan de las ventajas de una civilización adelantada. Tanta es la ingratitud de la naturaleza humana, que cuanto más abundan las dádivas de Dios, los hombres tanto más pronto lo olvidan (ver Ose. 4: 7; 10:1). Uno de los peligros morales de la prosperidad consiste en que los hombres llegan a estar tan satisfechos con las cosas de este mundo presente, que no sienten necesidad ninguna de Dios.
14.
Alza ahora tus ojos.
Esta es la cuarta ocasión en la que Dios se dirigió en forma directa al patriarca. Cada una de estas ocasiones señaló una crisis en su vida. Aprobando evidentemente la separación entre Lot y Abram, otra vez Dios ordenó a Abram que contemplara la región, toda la cual finalmente le pertenecería a él y a su posteridad. La orden divina "Alza ahora tus ojos" debe haber hecho que Abram se acordara de Lot, quien recientemente había alzado "sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán" (vers. 10). Aunque Lot había elegido aquella porción que le pareció ser la parte más favorable de la tierra, se le dijo a Abram que con el tiempo toda ella pertenecería a sus descendientes.
15.
Para siempre.
La promesa de Dios es inmutable. Así como los descendientes de Abram habían de existir delante de Dios para siempre, así también Canaán siempre había de ser su patria. Esta promesa, hecha originalmente respecto a los descendientes literales de Abram, a su vez es concedida a su verdadera posteridad espiritual, al linaje de la fe (ver Gál. 3: 29). Por lo tanto, ella no excluía la expulsión del linaje de los incrédulos de la tierra de Canaán.
16.
Como el polvo de la tierra.
Esta es una repetición de la promesa previa de que Abram sería el padre de una "nación grande" (cap. 12: 2). La promesa se expresa con la colorida imaginación oriental, comparando ahora la descendencia de Abram con el polvo innumerable de la tierra, así como sería comparada después con las estrellas del cielo (cap. 15: 5).
18.
El encinar de Mamre.
Obedeciendo las instrucciones de Dios, Abram se puso en marcha otra vez. Si creía literalmente en la palabra de Dios, esta peregrinación lo llevaría gradualmente a través de todo lo largo y lo ancho de esa tierra. Finalmente Abram armó su tienda en un bosquecillo cerca de Hebrón. La palabra 'elone, traducida en la VVR por "encinar", se usa acá en el plural y claramente indica la presencia de una cantidad de árboles o encinas grandes (ver com. del cap. 12: 6). Esta arboleda pertenecía a Mamre, caudillo amorreo, que más tarde llegó a ser amigo y aliado de Abram (cap. 14: 13, 24).
Que está en Hebrón.
La ciudad de Hebrón está a unos 35 km. al sur de Jerusalén, en el camino a Beerseba. Es una ciudad muy antigua, que fue edificada siete años antes que Zoán (Tanis) de Egipto (Núm. 13: 22). Puesto que la fecha de la fundación de la ciudad egipcia de Tanis es desconocida, este dato cronológico del libro de Números desgraciadamente no tiene significado para nosotros. El nombre Hebrón fue usado en un período posterior. En tiempo de los patriarcas, era condona como Quiriat-arba, o la ciudad de 316 Arba (Gén. 23: 2; Jos. 14: 15). Este es uno de los varios casos en los cuales los escritores bíblicos prefirieron emplear nombres contemporáneos a fin de hacer más inteligible el relato para sus lectores.
Altar a Jehová
Como lo había hecho antes en Siquem (Gén. 12: 7) y en Bet-el (cap. 12: 8), Abram otra vez alzó un altar. Cada monumento conmemorativo al Dios verdadero expresaba gratitud por las misericordias celestiales y también lealtad a sus principios. El que los vecinos amorreos e hititas de Abram llegaran a ser sus amigos (cap. 14: 13, 24; 23: 7-17) puede haberse debido a su benéfica influencia sobre ellos. Quizá ellos también apreciaron en cierta medida por lo menos, el hecho de que la bendición de Dios descansaba sobre él, y sintieron que podrían compartirla con él (cap. 12: 3). Debe haberse despertado en sus corazones la convicción de que el Dios a quien Abram adoraba y servía era ciertamente el Dios verdadero, Creador del cielo y de la tierra. El testimonio de Abram, por precepto y por ejemplo, ciertamente dio resultados (PP 120).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-18 PP 125-127
8-11 MeM 198
10 PP 152, 172; PR 172
10, 11 CV 48
10- 13 PP 126
12 Ev 61, 62; MJ 417; PR 172
14-16 SR 76
1 ACONTECIÓ en los días de Amrafel rey de Sinar, Arioc rey de Elasar, Quedorlaomer rey de Elam, y Tidal rey de Goim,
2 que éstos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, contra Birsa rey de Gomorra, contra Sinab rey de Adma, contra Semeber rey de Zeboim, y contra el rey de Bela, la cual es Zoar.
3 Todos éstos se juntaron en el valle de Sidim, que es el Mar Salado.
4 Doce años habían servido a Quedorlaomer, y en el decimotercero se rebelaron.
5 Y en el año decimocuarto vino Quedorlaomer, y los reyes que estaban de su parte, y derrotaron a los refaítas en Astarot Karnaim, a los zuzitas en Ham, a los emitas en Save- quiriataim,
6 y a los horeos en el monte de Seir, hasta la llanura de Parán, que está junto al desierto.
7 Y volvieron y vinieron a En-mispat, que es Cades, y devastaron todo el país de los amalecitas, y también al amorreo que habitaba en Hazezontamar.
8 Y salieron el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Adma, el rey de Zeboim y el rey de Bela, que es Zoar, y ordenaron contra ellos batalla en el valle de Sidim;
9 esto es, contra Quedorlaomer rey de Elam, Tidal rey de Goim, Amrafel rey de Sinar, y Arioc rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco.
10 Y el valle de Sidim estaba lleno de pozos de asfalto; y cuando huyeron el rey de Sodoma y el de Gomorra, algunos cayeron allí; y los demás huyeron al monte.
11 Y tomaron toda la riqueza de Sodoma y de Gomorra, y todas sus provisiones, y se fueron.
12 Tomaron también a Lot, hijo del hermano de Abram, que moraba en Sodoma, y sus bienes, y se fueron.
13 Y vino uno de los que escaparon, y lo anunció a Abram el hebreo, que habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram. 317
14 Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan.
15 Y cayó sobre ellos de noche, él y sus siervos, y les atacó, y les fue siguiendo hasta Hoba al norte de Damasco.
16 Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.
17 Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey.
18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino;
19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra;
20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.
21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes.
22 Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra,
23 que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram;
24 excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte.
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
Aconteció.
Están divididas las opiniones de los eruditos en cuanto a este capítulo. Algunos lo aceptan como un antiguo documento fidedigno basado en hechos históricos. Otros lo han considerado como un relato inventado por algún escritor judío posterior con el propósito de glorificar al patriarca Abram. Sin embargo, algunos descubrimientos han demostrado que el ambiente, el idioma y los nombres propios encuadran exactamente con los comienzos del segundo milenio AC, fortaleciendo así materialmente la posición de los que creen en la historicidad del capítulo. Sin embargo, todavía es imposible identificar a ninguno de los reyes allí nombrados con las personas mencionadas en fuentes que no son bíblicas.
Amrafel rey de Sinar.
Generalmente este rey ha sido identificado con Hammurabi, el sexto y más grande de los monarcas de la primera dinastía de Babilonia. Cada vez que se menciona la palabra Sinar en el registro del AT, se la usa como una designación de Babilonia (ver com. de cap. 10:10), un hecho que parecería sugerir que Amrafel fue un rey de Babilonia. Sin embargo, también es posible ver en esta Sinar a la Shanhara de los documentos cuneiformes, que estaba en la Mesopotamia noroccidental. Además, parece cronológicamente imposible identificar a Hammurabi como Amrafel. Aunque algunos eruditos apoyan una datación más antigua para el reino de Hammurabi, la opinión más reciente es que él gobernó por los siglos XVIII o XVII AC, lo que lo ubicaría más de 100 años después de Abram. También presenta dificultades la identificación lingüística de Amrafel con Hammurabi. Desde 1930 han surgido a la luz tres reyes más que tenían el nombre de Hammurabi; y que vivían en el mismo periodo: uno en Ugarit, otro en Alepo y el tercero en una ciudad no identificada. Por lo tanto, es evidente que no se puede realizar todavía una identificación definida.
Arioc rey de Elasar.
El nombre Ariwuk (Arioc) está identificado en los textos cuneiformes como el del hijo del rey Zimrilim de la ciudad mesopotámica de Mari, del siglo XVIII AC. Aunque éste no es la misma persona que el rey de Elasar, la presencia del nombre Arioc en algunos registros del período postabrámico indica que el relato corresponde apropiadamente con la época. Es posible sentirse inclinado a identificar a Elasar con la ciudad de Larsa, de la baja Mesopotamia. Se ha intentado esto con frecuencia en lo pasado, pero falta una evidencia definitiva.
Quedorlaomer rey de Elam.
Se trata de un buen nombre elamita que significa "siervo de [la diosa] Lagamar". Los nombres de varios reyes elamitas comienzan con la palabra Kudur, "siervo", tales como Kudur-Mabuk, Kudur-Najunte, y Kudur-Ellil. La segunda parte de Quedorlaomer es la transliteración hebrea del nombre de la diosa elamita Lagamar. Sin embargo, ningún rey elamita de nombre Kudur-Lagamar es conocido hasta ahora en fuentes no bíblicas.
Tidal rey de Goim.
Varios reyes hititas Hevan este nombre en la forma de Tudhalia, pero no se sabe si este rey en particular aparece 318
CAMPAÑA DE QUEDORLAOMER Y LOS REYES DE ORIENTE
en algún registro fuera de la Biblia.
Aunque es imposible identificar a los cuatro reyes con certeza, la presencia de todos sus nombres en el período en el cual vivió Abram muestra claramente que el relato del cap. 14 es histórico y no legendario.
2.
Bera rey de Sodoma.
Hay menos razón para esperar encontrar los nombres de los reyes de las ciudades del valle del Jordán, en documentos que no son bíblicos, que los de las grandes naciones de ese tiempo. Sin embargo, los cuatro nombres presentados son palestinos y pueden ser explicados como tales. Bera en árabe significaría "vencedor"; Birsa, "hombre largo"; Sinab [el dios-luna] "Sin es padre"; y Semeber, "poderoso en fama".
3.
El valle de Sidim.
De acuerdo con este texto, el valle de Sidim debe identificarse con la totalidad o parte de lo que se conoció en tiempos posteriores como el mar de la Sal o el mar Muerto. Las dos terceras partes de la zona septentrional del actual mar Muerto son muy profundas (152-344 m), y deben haber existido ya en los tiempos de Abram. La parte meridional es de poca profundidad; en ninguna parte excede de unos 5 m. Árboles sumergidos muestran que esta parte del mar Muerto era tierra seca en tiempos comparativamente recientes. Por lo tanto, es razonable ubicar el "valle de Sidim" en la parte sur del mar Muerto, que se fue sumergiendo con el transcurso del tiempo a medida que subían las aguas del mar. El nivel del mar Muerto ha estado elevándose gradualmente en los tiempos modernos. hasta que la irrigación disminuyó el caudal del Jordán que llega hasta sus orillas. Puesto que una cantidad de arroyos entran en la parte sur del mar Muerto en una región que todavía es muy fértil, es razonable suponer que todo el valle que ahora forma la parte extrema meridional del mar Muerto fue una vez esa llanura excepcionalmente fértil que la Biblia compara con el paraíso y el valle del Nilo (cap. 13: 10). En esta región, pues, posiblemente estuvieron las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim y Zoar.
4.
Doce años habían servido a Quedorlaomer.
Quedorlaomer era el jefe de la coalición de reyes. Se ve que Elam era un gran poder mesopotámico en los días de Abram. Aliado con otros gobernantes asiáticos, quizá Elam emprendió esta campaña occidental a fin de reabrir su ruta de caravanas hasta el mar Rojo. Puesto que la Palestina occidental estaba bajo la influencia egipcia, era tan sólo natural que las potencias asiáticas procuraran controlar sus rutas comerciales. Por los versículos siguientes resulta evidente que otras naciones habían sido tributarios de Quedorlaomer además de las cinco ciudades-estados de Sidim. La imposición de contribuciones puede haber sido onerosa, y cuando los diversos pueblos se habían recuperado algo de las campañas previas, se rebelaron y dejaron de enviar sus tributos anuales a Mesopotamia.
5.
En el año decimocuarto.
La revolución provocó una expedición punitiva por la cual se esperaba restablecer la situación anterior. No es necesario suponer que todos los gobernantes nombrados en el vers. 1 estuvieron personalmente presentes en la campaña. Los antiguos gobernantes orientales siempre hablan como si hubieran dirigido y ganado solos cada batalla.
Los refaítas.
La primera batalla se realizó en Basán cerca de la ciudad de Astarot Karnaim, la moderna SheikhSa'ed, a unos 35 km. al este del mar de Galilea. Los refaítas son mencionados frecuentemente en los primeros libros de la Biblia como uno de los pueblos antiguos que vivían principalmente en Transjordania (cf. Deut. 2: 11; 3: 11, 13 BJ; etc.).
Los zuzitas.
Ni este pueblo ni su ubicación se mendonan en ninguna otra parte de la Biblia, y por lo tanto no pueden ser identificados, a menos que se trate de los zomzomeos de Deut. 2: 20, que más tarde fueron reemplazados por los amonitas.
Los emitas.
El pueblo que precedió a los moabitas al este del mar Muerto y que fue desplazado por éstos, era llamado de los emitas (Deut. 2: 10, 11). Save-quiriataim significa la altiplanicie de Quiriataim. Esta última palabra era el nombre de una ciudad ubicada sobre un río tributario que estaba al norte del río Arnón, la cual posteriormente fue asignada a la tribu de Rubén (Jos. 13: 19).
6.
Los horeos.
Prosiguiendo hacia el sur, las fuerzas victoriosas derrotaron a los horeos, o hurritas, que vivían en la región montañosa al sur del mar Muerto, posteriormente tomada por los edomitas (Deut. 2: 22). Persiguieron a los pueblos derrotados hasta el desierto de Parán, en la parte norte de la península de Sinaí.
7.
En-mispat, que es Cades.
Este pasaje mendona por primera vez un oasis del desierto 320 destinado a jugar un papel importante en la historia de los israelitas durante sus 40 años de peregrinación. Su nombre completo era Cades-barnea (Núm. 32: 8). El nombre anterior En-mispat significa "fuente de juicio".
Los amalecitas, y también al amorreo.
Los amalecitas, tribus del desierto que vagaban en las regiones del sur de Palestina, fueron la siguiente meta de las fuerzas victoriosas, como también lo fueron los amorreos que vivían al oeste del mar Muerto. Hazezontamar se identifica en 2 Crón. 20: 2 con En-gadi.
8.
El rey de Sodoma.
El siguiente encuentro se efectuó al sudeste de En-gadi, en el valle que ahora está cubierto por la parte sur del mar Muerto (ver com. de vers. 3). Las cinco ciudades-estados unieron sus fuerzas y combatieron contra los ejércitos de los cuatro reyes del noreste.
10.
Pozos de asfalto.
Indudablemente este campo de batalla había sido elegido por los cinco reyes locales a fin de que pudieran aprovechar su conocimiento de las peculiaridades geográficas de la región. Los pozos de asfalto abiertos son característicos de Mesopotamia, pero no existen en ningún lugar hoy día en Palestina o Transjordania. Sin embargo, en la parte sur del mar Muerto todavía salen a la superficie cantidades considerables de asfalto, y éstas flotan sobre el agua como una prueba más de que el "valle de Sidim" está ahora cubierto por las aguas del mar Muerto. El asfalto de origen eruptivo, que ya existía en los tiempos clásicos, como lo testifican Josefo, Estrabón, Diodoro y Tácito, dio al mar Muerto el nombre de lago Asfaltites.
Huyeron el rey de Sodoma y el de Gomorra.
Habiendo fracasado su último intento de resistir a las fuerzas victoriosas de las grandes potencias -como había sido el caso de todos los que los precedieron-, los reyes huyeron y "cayeron allí". Esta última frase no puede significar que murieron todos los reyes, porque el vers. 17 muestra que por lo menos el rey de Sodoma sobrevivió a la batalla. Simplemente indica su derrota completa.
12.
Tomaron también a Lot.
Fueron saqueadas las ciudades derrotadas y sus habitantes sobrevivientes fueron llevados en cautiverio. Entre ellos estaba Lot con su familia y todas sus posesiones (vers. 16). Este pasaje pone un nuevo énfasis en los tristes resultados de la necia elección de Lot (cf. cap. 13: 12, 13).
13.
Lo anunció a Abram el hebreo.
Un fugitivo, probablemente uno de los siervos de Lot, llegó a la morada de Abram cerca de Hebrón con un informe de lo que había sucedido. Aquí, por primera vez, Abram es llamado "el hebreo", para designarlo como un descendiente de Heber. Los descendientes de Heber habían de ser encontrados por todo el antiguo Oriente en el segundo milenio AC y fueron llamados habiru en las inscripciones cuneiformes, y apiru en los textos egipcios. Como descendiente de Heber, Abram puede haber sido conocido por los amorreos y cananeos de Palestina como "el hebreo".
Aliados de Abram.
Los tres hermanos amorreos mencionados en este texto como aliados de Abram eran probablemente caudillos de tribus. Abram había celebrado con ellos un tratado de ayuda mutua, como se ve por la forma en que se los nombra aquí, Uteralmente "hombres del pacto de Abram", y porque ellos ayudaron a Abram en su expedición para rescatar a Lot.
14.
Movilizó la tropa (BJ).
(VVR "Armó a sus criados".) Abram es el único patriarca que aparece como jefe militar. No perdió tiempo haciendo preparativos para rescatar a su sobrino, sino que se puso en marcha inmediatamente con sus propios sirvientes y los de sus amigos amorreos (vers. 24). La palabra hebrea traducida aquí "tropa" (BJ) no aparece en ninguna otra parte de la Biblia, pero es identificada en una carta de Taanac del siglo XV AC como una palabra cananea que significa "servidores". Habiendo nacido en la casa de Abram, sus 318 "criados" eran dignos de confianza. Esto sugiere que Abram tenía más de 318 siervos masculinos, si no se incluye a los que añadió durante su última estada en Egipto (caps. 12: 16-9 16: 1; ver PP 136). No se sabe cuántos acompañantes y servidores de los tres amigos de Abram fueron con él en su misión de rescate, pero probablemente éstos constituyeron un aumento importante de su ejército. La idea de que las fuerzas de Abram pudieran derrotar a un enemigo tan poderoso con frecuencia ha sido objeto de críticas. Sin embargo, la historia registra muchos ejemplos de grandes ejércitos que fueron derrotados por fuerzas más pequeñas. Además, los ejércitos antiguos eran muy pequeños si se los mide por las normas modernas. En la batalla
MAPA EN RELIEVE DE PALESTINA
321 de Meguido, en el siglo XV AC, Tutmosis III mató a 83 enemigos, tomó 340 cautivos y consideró esto como una gran victoria. Las cartas de Tell-el-Amarna, del siglo XIV, hablan de fuerzas palestinas armadas de 40 a 50 personas, y a veces tan sólo de 10 a 20, con las cuales los reyes de las ciudades palestinas defendieron con éxito sus ciudades. En lo que atañe a las cartas de Tell-el-Amarna, ver pág. 113. Estos documentos nos han ayudado mucho en nuestro conocimiento de la Palestina del siglo XIV.
Los siguió hasta Dan.
Este último nombre sustituye aquí, como se ha hecho notar en casos similares, a su nombre más antiguo Lesem (Jos. 19: 47; también ver com. de Gén. 47: 11). La ciudad de Lesem está al pie del monte Hermón, a unos 16 km. al norte del lago Huleh y formó en tiempos posteriores el límite más septentrional de Israel. La expresión "desde Dan hasta Beerseba" designaba los límites de Canaán (2 Sam. 17: 11; etc.). Los ejércitos victoriosos de los reyes mesopotámicos, estando en marcha hacia su tierra, ya habían recorrido un largo camino, y Abram tuvo que atravesar toda Palestina antes de alcanzarlos.
15.
Les atacó.
Con un falso sentido de seguridad, el invicto ejército mesopotámico había descuidado su vigilancia. Acercándose al enemigo, Abram dividió sus fuerzas en varios grupos y los sorprendió con un ataque nocturno. Cuando las fuerzas de Abram cayeron sobre el campo enemigo desde diferentes direcciones, se produjo tal confusión que el poderoso ejército mesopotámico huyó dejando tras sí todos los despojos y cautivos.
Les fue siguiendo hasta Hoba.
Hoba no ha sido identificada definitivamente, pero Damasco está a unos 65 km. al noreste de Dan. Abram persiguió a los fugitivos enemigos lo suficiente como para impedir que reagruparan sus fuerzas y regresaran para atacarlo. Su victoria fue completa.
16.
Recobró todos los bienes.
Aunque indudablemente poseía genio militar, seguramente Abram no salió en persecución de los ejércitos profesionales de los reyes conquistadores sin colocarse primero a sí mismo bajo la dirección y protección de Dios. Su fe intrépida y espíritu desinteresado recibieron una amplia recompensa. No es seguro si Pablo incluyó a Abram cuando habló de los héroes de la fe que "se hicieron fuertes en batallas" (Heb. 11: 34).
17.
El rey de Sodoma.
Bera, que había escapado de la batalla en el valle de Sidim, recibió noticias de la victoria de Abram y salió a encontrarlo cuando regresaba. El encuentro se realizó en un valle conocido antiguamente como Save, pero en tiempos posteriores como "el valle del rey". Este parece ser "el valle del rey" de 2 Sam. 18: 18, y si es así, posiblemente debe identificarse con el valle de Cedrón (PP 761), posteriormente llamado el valle de Josafat. Este valle está al pie del monte Sion donde posteriormente fue edificado el palacio de David.
18.
Melquisedec.
El rey-sacerdote de Salem se unió con el rey de Sodoma para dar la bienvenida a Abram. En los días de Abram, Jerusalén era conocida como Salem o Shalem, "paz" o "seguridad" (ver Sal. 76: 2). La ciudad de Jerusalén aparece por primera vez en los registros egipcios del siglo XIX AC y entonces estaba gobernada por reyes amorreos. Jerusalén significa "ciudad de paz" y Melquisedec, mi rey es justo" o "rey de justicia", como es interpretado el nombre en Heb. 7: 2. Al paso que el rey de Sodoma fue al encuentro de Abram con el propósito de obtener la liberación de sus súbditos (Gén. 14: 21), Melquisedec se presentó para bendecir al jefe victorioso.
Pan y vino.
Estos eran los principales productos de Canaán. El propósito de Melquisedec al encontrarse con Abram con pan y vino ha sido tema de muchas especulaciones. Algunos han pensado que esos alimentos fueron presentados a Abram y a sus soldados como un refrigerio; otros los consideran como simbólicos de la transferencia de la tierra de Canaán al patriarca. Lo más probable es que hubieran sido sencillamente una prueba de gratitud para Abram por haber recuperado la paz, la libertad y la prosperidad de la tierra.
Sacerdote.
La presencia del término "sacerdote" que se usa aquí por primera vez implica la existencia de una forma regularmente establecida de un culto de sacrificios.
Dios Altísimo.
Hebreo, 'El-'Elyon. Este nombre aplicado a Dios aparece únicamente aquí y en el vers. 22. La primera parte de esta palabra, 'El, de la misma raíz de'Elohim, significa "el Poderoso". Rara vez se aplica a Dios sin algún atributo calificativo, como en 'El-Shaddai, 322 "Dios Omnipotente" o 'Eloe-Yisra'el, "Dios de Israel". El segundo término, Elyon, aparece frecuentemente en el AT (Núm. 24: 16; Deut. 32: 8; 2 Sam. 22: 14; etc.) y describe a Dios como "el Altísimo", "el Exaltado", "el Supremo". Ciertamente es sorprendente encontrar entre los impíos cananeos y amorreos del tiempo de Abram a un gobernante local que no sólo era leal al verdadero Dios sino que también oficiaba sacerdotalmente (cf. Exo. 2: 16). Esto muestra que Dios todavía tenía personas que le eran leales esparcidos aquí y allá. Aunque eran una minoría, los verdaderos siervos de Dios de ninguna manera habían desaparecido de la faz de la tierra. A Dios nunca le han faltado fieles testigos, por oscuro que fuera el período o por impía que fuera la población.
Los comentadores bíblicos han especulado mucho acerca de la persona de Melquisedec, un rey-sacerdote que aparece súbitamente en la narración bíblica sólo para desaparecer otra vez en la impenetrable oscuridad de la historia antigua. Una especulación tal casi no tiene valor. "Melquisedec no era Cristo" (EGW, RH, 18-2-1890), pero su obra prefiguraba la de Cristo (Sal. 110: 4; Heb. 6: 20 a 7: 21; DTG 532). Su inesperada aparición lo convierte en cierto sentido en una figura atemporal y su sacerdocio en un símbolo del sacerdocio de Jesucristo.
19.
Y le bendijo.
Al pronunciar la bendición del "Dios Altísimo" sobre Abram, Melquisedec actuó en el papel de un verdadero sacerdote (ver vers. 20). La bendición misma está revestida de lenguaje poético y consiste en dos paralelismos.
20.
Los diezmos de todo.
Dar el diezmo del botín tomado a los enemigos fue un reconocimiento del sacerdocio divino de Melquisedec y prueba que Abram conocía bien el sagrado requisito de pagar diezmo. Esta es la primera mención del diezmo reconocida repetidas veces tanto a través del AT como del NT como un requisito divino (ver Gén. 28: 22; Lev. 27: 30-33; Núm. 18: 21-28; Neh. 13: 12; Mat. 23: 23; Heb. 7: 8). El hecho de que Abram pagara el diezmo muestra claramente que este requisito no fue un recurso posterior y temporario para sostener el sistema de sacrificios, sino que fue una práctica instituida divinamente desde los tiempos más remotos. Al devolver al Señor una décima parte de sus ingresos, el creyente reconoce que Dios es el dueño de todas sus propiedades. Abram, de quien Dios testificó que había guardado sus mandamientos, estatutos y leyes (Gén. 26: 5), cumplía concienzudamente todos sus deberes religiosos. Uno de ellos fue devolver a Dios una décima parte de sus ingresos. Con este acto, el padre de los fieles dio un ejemplo para todos los que desean servir a Dios y participar de las bendiciones divinas. Como en los días de la antigüedad, las promesas de Dios son todavía válidas para los fieles en pagar el diezmo (Mal. 3: 10). Dios todavía está listo para cumplir sus promesas y bendecir ricamente a quienes, como Abram, le devuelven un diezmo fiel de sus ingresos.
21.
El rey de Sodoma.
Aunque llegó primero (vers. 17), el rey de Sodoma cedió el primer lugar al personaje mayor, Melquisedec, y fue testigo de la entrevista de él con Abram. Después presentó su petición de la liberación de sus súbditos, quienes, de acuerdo con las reglas de la guerra antigua, se habían convertido en propiedad de Abram y sus aliados.
22.
He alzado mi mano.
Abram presentó su declaración con la mano levantada, la señal de un juramento, una forma común de jurar (ver Deut. 32: 40; Eze. 20: 5, 6; Dan. 12: 7; Apoc. 10: 5, 6). Al hacer esto, invocó al mismo "Dios Altísimo" en cuyo nombre Melquisedec lo había bendecido, indicando así que el Dios de Melquisedec, dueño del cielo y de la tierra, era también su Dios (vers. 19).
23.
Nada tomaré de todo.
Abram, tan generoso en su trato con su sobrino (cap. 13: 8, 9), demostró el mismo espíritu de generosidad hacia el rey de una ciudad impía. No sólo devolvió todos los hombres, las mujeres y los niños que había rescatado, sino también todos los despojos de la guerra que estaban en sus manos. Aunque no estaba en contra de aceptar presentes de los monarcas paganos (cap. 12: 16), en marcado contraste con Lot, el patriarca no podía consentir en compartir la riqueza de los impíos sodomitas. La única cosa que Abram no pudo devolver fue aquella porción de los despojos que sus servidores habían usado como alimento y lo que pertenecía a sus aliados.
Cuando Abram no aceptó los despojos que le ofrecía el rey de Sodoma, demostró tener una esperanza más elevada que la que motiva a los hijos de este mundo. Estaba dispuesto a renunciar a sus propios derechos, sin estorbar 323 a otros en la realización de los suyos. Permitió que sus jóvenes tomaran lo necesario para su sostén y que sus aliados recibieran su parte. Tan sólo iban a recibir lo que les correspondía. Pero a Abram no le importaban esas cosas. Se ubicó en un plano más elevado, buscando "una [patria] mejor, esto es, celestial" (Heb. 11: 16), y podía permitirse desdeñar todos los bienes terrenales. Aunque estaba en el mundo, sus esperanzas y deseos no eran de él. Los hijos de la fe se distinguen por su grandeza de pensamiento y de propósitos que los capacita para vivir por encima del mundo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-24 PP 128-130
13-17 PP 129
17-24 PP 130
18 DTG 532
18-20 1JT 372; PP 130, 761
19 3T 57
19, 20 MM 216; PP 153
20 CMC 71; PP 564
21 PP 129
22, 23 PP 130
l.
La palabra de Jehová.
Esta nueva revelación del Señor difiere de las previas tanto en la forma como en la sustancia, y constituye otro punto crucial en la vida de Abram. La notable frase "la palabra de Jehová", tan común después en las Escrituras (Exo. 9: 20; Núm. 3: 16; Deut. 34: 5; 1 Sam. 3: 1; Jer. 1: 4, 11; etc.), se usa aquí por primera vez. Esta frase, inseparablemente relacionada con la obra de los profetas, encuadra con exactitud en esta divina revelación a Abram (ver Gén. 15: 4, 5, 13-16, 18- 21), tanto más cuanto que Dios mismo se refiere a Abram como a un profeta (cap. 20: 7).
En visión.
Aunque ésta no es la primera visión registrada en la Biblia, la palabra "visión" se usa aquí por primera vez. Las revelaciones de Dios se realizaron en formas diferentes, ya fuera para los patriarcas, profetas, evangelistas o apóstoles: (1) Mediante la manifestación personal de la segunda persona de la Deidad, la cual más tarde se encarnó para la salvación de la humanidad. (2) Mediante una voz audible, acompañada a veces por la aparición de símbolos, como en el bautismo de Jesús, en Mat. 3: 16,17. (3) Mediante la ministración de ángeles que aparecieron como seres humanos y realizaron milagros para acreditar su misión, como en el caso de la madre de Sansón en Juec. 13: 3-7. (4) Mediante la acción poderosa del Espíritu de Dios sobre la mente para impartirle un claro concepto y una vigorosa convicción de la verdad de las cosas percibidas, como en el caso de Pablo en Hech. 20: 23. (5) Mediante sueños, como en el caso de Jacob de Gén. 28: 11-15. (6) Mediante visiones realizadas de día o de noche, como en el caso que se trata aquí o el de Balaam de Núm. 24: 4,16. Las dos últimas fueron las formas más comunes que Dios usó para comunicar su voluntad a los hombres. Esto está de acuerdo con el anuncio divino: "Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él" (Núm. 12: 6).
No temas.
Estas tranquilizadoras palabras tenían el propósito de que la mente de Abram quedara en paz. Los reyes de Mesopotamia podrían volver para vengar su derrota, o los paganos cananeos, ya celosos del poder creciente de Abram, podrían atacarlo. Pero Dios le prometió ser "su escudo", el símbolo de protección en las guerras antiguas (ver Sal. 3: 3), y su "galardón". Ambas cosas había experimentado Abram durante la expedición militar anterior, pues Dios lo había protegido en la batalla y lo había recompensado con la victoria. Debía creer que Dios continuaría haciendo por él lo que había hecho en lo pasado.
2.
Ando sin hijo.
El temor de Abram no se debía tanto a posibles represalias militares como a que todavía no tenía un heredero. Para otros problemas más inmediatos, su mente recurría a la promesa divina que lo había llevado a Canaán en primer lugar. Siendo que no tenía hijos, ¿cómo podría realizarse la promesa de Dios de que él llegaría a ser el progenitor de una gran nación? La combinación "Señor Dios", 'Adonai Yahweh aparece aquí por primera vez. Reconociendo en Dios a su Señor, Gobernante y Monarca, Abram se dirigió a él como a 'Adonai, "mi Señor", y añadió a eso el nombre personal divino "Jehová".
El mayordomo de mi casa.
Los registros mesopotámicos, particularmente de los tiempos patriarcales de la ciudad de Nuzi, han ayudado a entender este pasaje que hasta entonces era oscuro. Esos registros muestran que una pareja rica que no tuviera hijos podía adoptar a uno de sus esclavos, que llegaba a ser el heredero de toda su propiedad, y que también los cuidaba en su ancianidad. Los derechos y deberes relacionados con la adopción eran escritos, sellados y luego firmados por varios testigos así como por las dos partes del convenio. Abram temía que no le quedara otro camino sino seguir la práctica común de su tiempo y adoptar como su hijo legal y heredero a su servidor más digno de confianza, Eliezer de Damasco. Este pensamiento se expresa primero en la frase hebrea que la VVR traduce como "mayordomo de mi casa". literalmente: "el hijo de la posesión de mi casa", lo que significaba "aquel que será el heredero de mi casa". El mismo pensamiento claramente se repite con las palabras: "He aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa" (vers. 3). Todos los anhelos, sufrimientos y desengaños de los años de la vida matrimonial de Abram se expresan en este lamento, que nadie nacido de él sino sólo uno nacido en su casa sería su heredero. Eliezer, nacido en la casa de Abram, y criado como todos los otros siervos de Abram en el temor del Señor, no sólo era un esclavo digno de confianza sino un fiel seguidor del patriarca. Era "hombre piadoso y experimentado, de sano juicio" (PP 169).
5.
Mira ahora los cielos.
Esto muestra que la visión le fue dada a Abram por la noche. Estando todavía en visión, el patriarca fue llevado al aire libre y se le ordenó que levantara los ojos hacia el cielo estrellado y contara -si podía hacerlo- sus miríadas de resplandecientes orbes, si quería saber el número de su descendencia.
6.
Creyó a Jehová.
Pablo usó este texto como la piedra angular sobre la cual erigió la doctrina de la justificación por la fe (Rom. 4: 3; Gál. 3: 6). Aunque la posibilidad de que Abram tuviera hijos había disminuido desde que Dios le diera la primera promesa, puesto que su edad había aumentado, no vaciló en aceptar la palabra de Dios de que sería así. La forma verbal hebrea traducida "creyó", he'emin, viene de la misma raíz de la palabra amén, con la cual destacamos nuestro deseo de que Dios oiga y realice nuestras oraciones. Este verbo expresa completa confianza en el poder y en las promesas de Dios. Además la forma particular del verbo que aquí se usa expresa que ésta no sólo fue la experiencia histórica de Abram en ese momento, sino también un permanente rasgo de carácter. Perseveró creyendo.
La fe de Abram y su confianza en Dios -comparable a la de un niño- no lo hicieron "justo", sino más bien "le fue contado por justicia" por el Señor. Por primera vez se presentan juntos estos importantes conceptos: fe y justificación. Es obvio que Abram no había tenido "justicia" basta que le fue atribuida por Dios. Y si él no la tuvo, ningún hombre jamás la ha tenido. Abram era pecador y necesitaba redención, como cualquier otro ser humano; pero cuando Injusticia le fue imputada, también se le extendieron la misericordia y la gracia, que incluían el perdón de su pecado y hacían accesibles las recompensas de la justicia. Por primera vez aquí aparece la plena importancia de la fe. También aquí, por primera vez, se menciona la justicia imputada. De aquí en adelante, ambos conceptos fundamentales se presentan en las Sagradas Escrituras hasta ser tratados exhaustiva y magistralmente por la pluma del apóstol Pablo (Rom. 4).
7.
Yo soy Jehová.
Entre los vers. 6 y 7 tiene que haber habido un lapso de longitud indeterminada. La nueva revelación se realiza durante el día, indudablemente hacia el fin del día (vers. 12 y 17), al paso que la primera visión se había realizado durante la noche (vers. 5). Esto puede haber ocurrido al día siguiente, o posiblemente después. No se describen las circunstancias iniciales de la nueva revelación.
Para darte a heredar esta tierra.
Por tercera vez Dios le aseguró a Abram que había de poseer toda la tierra de Canaán (caps. 12: 7; 13: 14, 15). Pero su condición no había cambiado en lo más mínimo desde que entró por primera vez en Canaán. Dios repitió la promesa a intervalos, y Abram la aceptó sin ver nunca una señal visible de su cumplimiento. Todavía estaba errante y sin hogar como había estado cuando llegó de Mesopotamia, y no tenía hijos. Era natural que esas preguntas surgieran en su mente.
8.
¿En qué conoceré?
Este pedido de una señal puede compararse con los pedidos de Gedeón (Juec. 6: 17, 36-40) y Ezequías (2 Rey. 20: 8). La pregunta de Abram no era un síntoma de incredulidad o duda, sino la expresión de un anhelo cordial de ver el cumplimiento de las promesas de Dios. Más tarde, Zacarías pidió una señal debido a su incredulidad (Luc. 1: 18, 20), pero María presentó una pregunta similar al ángel teniendo fe, y anhelando humildemente una seguridad adicional (Luc. 1: 34, 35). Dios, que ve el corazón y responde de acuerdo con lo que ve, reconoció el derecho de su fiel siervo Abram de procurar una plena seguridad para su fe.
9.
Tráeme una becerra.
Dios condescendió en entrar en un pacto solemne con Abram, en una forma usual entre los antiguos. La expresión "llevar a cabo" o "hacer" un pacto (vers. 18), literalmente, "cortar" un pacto, se derivaba de la práctica que aquí se describe. Los animales que se le indicó a Abram que usara eran precisamente los que más tarde prescribió Moisés como bestias para los sacrificios (Exo. 29: 15; Núm. 15: 27; 19: 2; Deut. 21: 3; Lev. 1: 14). El requisito de que los cuadrúpedos fueran de "tres años" especifica que se trataba de animales maduras. 326
10.
Los partió por la mitad.
Cada uno de los tres animales fue sacrificado y dividido, y las dos mitades colocadas una enfrente de la otra con un espacio intermedio. Las aves fueron muertas pero no divididas. Probablemente una fue colocada a un lado y la otra al lado opuesto. Los participantes del pacto debían caminar entre los pedazos divididos prometiendo simbólicamente obediencia perpetua a las cláusulas que así se convenían solemnemente. Las vidas de los animales eran la garantía de las vidas de los que participaban en el pacto. Esta práctica continuó en vigencia durante muchos siglos, pues la encontramos utilizada en el tiempo de Jeremías (Jer. 34: 18, 19).
11.
Descendían aves de rapiña.
Por supuesto, esto ocurrió y no fue meramente una visión o sueño. La realidad de que Abram cumplió las direcciones divinas queda demostrada por el hecho de que tuvo que ahuyentar las aves de rapiña que trataban de alimentarse de los cadáveres. En las tierras orientales, si no se les impide hacerlo, los buitres y otras aves comienzan a consumir los animales caídos inmediatamente después de su muerte, y por lo general dejan blanqueando sus huesos en cuestión de minutos. Abram caminó reverentemente entre las partes cortadas del sacrificio de acuerdo con la costumbre. Sin embargo, no hubo evidencia visible de que Dios de su parte aceptara las obligaciones del pacto. Esto había de venir más tarde (vers. 17). Pero hasta entonces Abram sintió que era su deber proteger los cadáveres de que fueran desgarrados y devorados (PP 131).
12.
El sueño.
("Sopor" BJ). No se dice si el sueño de Abram fue el resultado natural del cansancio del trabajo del día o un sueño provocado por Dios. La palabra hebrea traducida "sopor" (BJ) también se usa en el cap. 2: 21 para el estado inconsciente en que Dios sumió a Adán cuando creó a Eva. En 1 Sam. 26: 12 se dice que este mismo "profundo sueño" provino "de Jehová". El uso de esta palabra particular unido al hecho de que Dios se le apareciera a Abram mientras éste así dormía, parece apoyar el punto de vista de que el sueño fue sobrenaturalmente provocado.
Grande oscuridad.
No se da el significado de este horror que sobrecogió a Abram. Puede haber sido el propósito de Dios impresionarlo con la aflicción que debía sufrir su posteridad.
13.
Ten por cierto.
Este sueño -o quiza fue una visión- le aclaró a Abram las promesas que le habían sido hechas previamente. La información adicional, ahora revelada, le aclaró que no podía esperar una posesión inmediata de Canaán. Pero se presenta la seguridad de la promesa en la forma más vigorosa de que es capaz el idioma hebreo. La frase puede traducirse literalmente: "sabiendo, sabrás". Quizá Abram se preguntó muchas veces cuánto tiempo más tendría que permanecer siendo extranjero en la tierra prometida, y cómo podría él alguna vez realizar el cumplimiento de las promesas de Dios. Esta revelación no dejó ninguna duda en cuanto a que seguiría siendo peregrino mientras viviera, lo mismo que sus cuatro generaciones de descendientes que todavía no habían nacido. En la visión no se menciona la tierra en la cual peregrinarían, pero su cumplimiento indica con claridad que se trataba tanto de Canaán como de Egipto. Puesto que Canaán dependió económicamente de Egipto durante los días de Abram e Isaac, y era también dependiente en el sentido político durante los reyes hicsos, en el tiempo de Jacob y José, no es extraño encontrar que ambos países estaban incluidos en la forma singular "tierra ajena".
Será esclava.
Cuán extraño debe haberle parecido a Abram que sus descendientes, acerca de los cuales se habían hecho tan maravillosas promesas, habían de ser esclavos de aquellos en cuyo medio vivirían. Esta profecía se cumplió a su debido tiempo. Su nieto Jacob fue siervo de Labán durante 20 años (cap. 31: 41). Su bisnieto José aún fue vendido como esclavo, y más tarde puesto en prisión (caps. 39: 1; 40: 4). Finalmente todos los descendientes de Israel fueron esclavizados en Egipto (Exo. 1: 13, 14).
Será oprimida.
Esa etapa de la historia de Israel había de incluir no sólo servidumbre sino también aflicción y persecución.
El cumplimiento de esta profecía puede comprobarse prácticamente en cada generación durante cuatro siglos. Isaac, el hijo de Abram fue "perseguido" por Ismael (Gál. 4: 29; cf. Gén. 21: 9). Jacob huyó de Esaú para salvar su vida (Gén. 27: 41-43) y más tarde de Labán (cap. 31: 2, 21, 29). José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos y más tarde injustamente arrojado en la cárcel (caps. 37: 28; 39: 20). Finalmente los hijos de 327 Israel fueron grandemente oprimidos por los egipcios después de la muerte de José (Exo. 1: 89 12).
Cuatrocientos años.
Las preguntas que se han de contestar son: (1) ¿Es éste el tiempo de aflicción, o el tiempo de permanencia en Egipto, o ambas cosas? (2) ¿Cómo se relacionan estos 400 años con los 430 de Exo. 12: 40, 41 y Gál. 3: 16, 17? La primera pregunta depende de la solución que se dé a la segunda.
La declaración de Exo. 12: 40, es a saber, que "el tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años", parece implicar que los hebreos estuvieron realmente 430 años allí, desde la entrada de Jacob hasta el éxodo. Es evidente, por Gál. 3: 16, 17, que éste no puede ser su significado. Allí se dice que la ley fue promulgada en el Sinaí 430 años después del pacto entre Dios y Abram. Si Pablo se refiere a la primera promesa hecha a Abram en Harán (Gén. 12: 1-3), los 430 años comenzaron cuando Abram tenía 75 años (cap. 12: 4). Los 400 años de aflicción comenzarían pues 30 años más tarde, cuando Abram tenía 105 y su hijo Isaac 5 años de edad (cap. 21: 5). Esto ocurriría por el tiempo cuando Ismael, que "había nacido según la carne", "perseguía [a Isaac] al que había nacido según el Espíritu" (Gál. 4: 29; Gén. 21: 9-11).
El tiempo exacto desde el llamado de Abram hasta la entrada de Jacob en Egipto fue de 215 años (ver Gén. 12: 4; 21: 5; 25: 26; 47: 9), lo que dejaría 215 años de los 430 como el tiempo que realmente pasaron allí los hebreos. Por esta razón, los 430 años de Exo. 12: 40 deben incluir la permanencia en Canaán tanto como la estada en Egipto, desde la vocación de Abram hasta el éxodo. La LXX traduce así Exo. 12: 40: "Y la permanencia de los hijos de Israel, mientras habitaron en la tierra de Egipto y la tierra de Canaán, fue de cuatrocientos treinta años". Como ya se ha señalado, la tierra de Canaán dependía tanto de Egipto durante el período patriarcal, que los faraones de Egipto en realidad la consideraban como suya y se referían a ella como tal. Durante la dinastía XVIII, cuyos faraones dominaron tanto a Palestina como a Siria, Moisés podía incluir apropiadamente a Canaán dentro de los términos de Egipto como lo hizo en Exo. 12: 40.
14.
La nación.
Sin revelar el nombre de la nación a que hacía referencia, la profecía indica el tiempo de las plagas que vendrían sobre Egipto (ver Exo. 6: 6).
Saldrán con gran riqueza..
Esta promesa se cumplió notablemente en la liberación milagrosa de los hebreos de la servidumbre, y en la inmensa riqueza que llevaron consigo (Exo. 12: 36).
15.
Vendrás a tus padres.
La mayoría de los comentadores explican este texto como que implicara la inmortalidad del alma y su existencia desencarnada en algún asilo para las almas de los difuntos. Sin embargo, una interpretación tal ignora una figura de lenguaje común en el hebreo y fuerza las palabras figuradas para darles un sentido literal. "Venir" al padre de uno (Gén. 15: 15), "unirse" con el pueblo de uno (cap. 25: 8, 17) o "reunirse" con sus padres (Juce. 2: 10) y "dormir" con sus padres (2 Rey. 10: 35) son metáforas comunes en hebreo que sencillamente significan "morir". Deducir de estas expresiones la inmortalidad del alma separada del cuerpo, es dar por verdadero lo que las Escrituras niegan en otros pasajes (por ejemplo, ver Sal. 146: 4; Ecl. 9: 5, 6; etc.). Abram murió finalmente, y no recibirá la promesa hasta que los héroes de todos los siglos sean recompensados por su fe (ver Heb. 11: 10, 13, 39, 40; 1 Tes. 4: 16, 17; Mat. 16: 27; Col. 3: 3, 4).
Serás sepultado.
Esto hace resaltar el punto de vista que se acaba de expresar, a saber, que no se le prometió a Abram que su alma volaría al cielo o a algún otro lugar. Sería sepultado como lo habían sido sus antepasados. Ellos descansaban en sus tumbas; Abram se les uniría. Con todo, Dios lo consoló con la seguridad de una vejez pacífica. Abram vivió hasta tener 175 años (Gén. 25: 7, 8).
16.
En la cuarta generación.
Los comentadores que aplican los 400 años del vers. 13 al tiempo que realmente pasaron los hebreos en Egipto, encuentran aquí una grave dificultad. Deben suponer que las cuatro generaciones tuvieron un promedio exacto de 100 años cada una. Esto es contrario a la evidencia de que disponemos. Sin embargo, puesto que los 400 años del vers. 13 se deben referir al tiempo que va desde Abram hasta el éxodo (ver com. de vers. 13) y puesto que el tiempo que realmente pasó Israel en Egipto fue sólo de 215 años, no existe ninguna discrepancia entre esta predicción y su cumplimiento. Caleb perteneció a la cuarta generación contando desde Judá (1 Crón. 2: 3-5, 18) y Moisés 328 desde Leví (Exo. 6: 16-20). Los intentos para determinar la duración de una "generación" sobre la base de Gén. 15: 13, 16 son injustificados, y los resultados son completamente engañosos. Sin embargo, esto podría significar que una "generación", o grupo de personas, entró en Egipto, dos moraron allí, y la cuarta salió del país.
La maldad del amorreo.
Hubo dos razones fundamentales para la indudable dilación en el cumplimiento de la promesa divina. En primer lugar, se necesitaría tiempo para que se multiplicara la descendencia de Abram hasta el punto de poder tomar el país. En segundo lugar, el amor y la justicia de Dios demandaban que hubiera una prolongación del tiempo de gracia de los amorreos para que ni ellos ni otros acusaran a Dios de injusticia y parcialidad cuando llegara el tiempo de destruirlos y tomar su territorio. En otras palabras, los hebreos no estaban listos para poseer la tierra ni Dios estaba listo para desposeer a los amorreos.
Hay un grado de iniquidad señalado más allá del cual no pueden ir las naciones sin enfrentarse con los castigos de Dios. La profundidad de la depravación y degeneración moral en que se habían sumido los habitantes de Canaán en el tiempo de Moisés queda de manifiesto por su literatura mitológico, posteriormente descubierta. Ellos describen a sus dioses como seres crueles y sedientos de sangre, que se matan y engañan mutuamente, y cuya inmoralidad sobrepasa toda imaginación. A semejanza de los antediluvianos y de los sodomitas los habitantes de Canaán, al igual que sus dioses, estaban movidos por las pasiones más viles. Los encontramos sacrificando a sus hijos, adorando serpientes y practicando rituales inmorales en sus templos. Sus santuarios albergaban a prostitutas profesionales y a homosexuales. Los amorreos, la más poderosa de las diversas tribus cananeas, aquí representan a todos los habitantes de Canaán (ver Jos. 24: 15; Juec. 6: 10; etc.).
17.
Un horno humeando.
La fase final de la revelación divina tenía el propósito de impresionar a Abram con la seguridad de las promesas de Dios. "Un horno humeando" o una "antorcha de fuego", símbolos de la presencia divina, pasó entre los cadáveres partidos, así como Abram mismo lo había hecho antes a la luz del día. Es evidente que esto no fue meramente una visión, porque los animales fueron consumidos totalmente (PP 131, 132). Con esta señal visible Dios confirmó su pacto con Abram, el cual así por primera vez contempló el símbolo sagrado de la presencia divina.
18.
Esta tierra.
Con esto Dios reafirmó su promesa acerca de la posesión de la tierra de Canaán. Por primera vez se indican los límites geográficos precisos de la tierra prometida. En realidad esos límites se alcanzaron durante los reinados de David y Salomón (1 Rey. 4: 21; 2 Crón. 9: 26).
19.
Los ceneos.
La lista de las diez tribus no incluye a todos los cananeos. El número quizá es un símbolo de universalidad. Los ceneos estaban en las partes montañosas del sudoeste de Palestina, cerca de los amalecitas (Núm. 24: 20, 21; 1 Sam. 15: 6; etc.). No es seguro su origen. En alguna época pueden haberse emparentado mediante casamientos con los madianitas, pues Hobab, cuñado de Moisés, es llamado ceneo (Juec. 1: 16; 4: 11) y también madianita (Núm. 10: 29). Pueden haber sido un grupo familiar de los madianitas.
Los cenezeos.
No han sido identificados todavía. Algunos piensan que eran descendientes de Cenaz, nieto de Esaú (Gén. 36: 15). Si esto es así, su mención aquí como una tribu, necesariamente es profético, pues Esaú, nieto de Abram, no había nacido todavía. Esta idea es difícilmente aceptable.
Los cadmoneos.
No se los menciona en ninguna otra parte. No se puede determinar su origen. Su nombre, que significa "orientales", señala las regiones del este de Canaán como su morada.
20.
Los heteos.
Ver com. de cap. 10: 15.
Los ferezeos.
Ver com. de cap. 13: 7.
Los refaítas.
Ver com. de cap. 14: 5.
21.
Los amorreos.
Para este grupo tribal y otros grupos similares mencionados en el vers. 21, ver com. de cap. 10: 15, 16.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-21 PP 130-132; SR 75, 76
1 CS 92; DMJ 35; 3T 434; 6T 312; 7T 287; 9T 152
1, 3 SR 76
1-3 PP 130
5 SR 75, 77 329
6 PP 387
12 PP 131
12-14 SR 75
13 FE 287
13, 14 PP 287; SR 120
14 DTG 23
16 2JT 62; PP 235, 462
18 PP 1321 774
1.
Era Abram de edad de noventa y nueve años.
Habían pasado 13 años desde el nacimiento de Ismael (cap. 16: 16) antes de que Dios se revelara otra vez a Abram. Durante los 11 años anteriores, Dios se le había aparecido por lo menos 4 veces (caps. 12: 1, 7; 13: 14; 15: 1). La larga demora de parte de Dios de aparecerse otra vez a Abram tenía probablemente un propósito. Quizá era un castigo corrector de la impaciencia de Abram al no esperar que Dios realizara las cosas en su debido tiempo y su debida forma.
Yo soy el Dios Todopoderoso.
Este nombre de Dios, 'El-Shaddai, se encuentra únicamente en los libros del Génesis y Job, 6 veces en el primero y 31 veces en el segundo. Esta es una de las muchas indicaciones de que el autor de ambos libros fue la misma persona. El origen y significado de la palabra Shaddai son inciertos, pero la traducción de la VVR, "Todopoderoso", con toda probabilidad es la más aproximadamente correcta (Isa. 13: 6; Joel 1: 15). Este nombre fue bien elegido en vista de la nueva promesa que Dios estaba por hacerle a Abram. Habían pasado 24 años desde que Abram entró en la tierra de Canaán (Gén. 12: 4). Durante los primeros 10 años, Dios le había prometido repetidas veces un hijo a Abram, hasta que éste tomó las cosas en sus propias manos, se unió con Agar y engendró a Ismael. Desde el nacimiento de Ismael no se registra que hubiera recibido ninguna otra revelación divina, y parece que Abram pensaba que Ismael era el cumplimiento de las promesas de Dios (vers. 17, 18). Estando listo ahora para renovar su promesa a Abram, Dios lo encontró algo escéptico. Por esta razón Dios se presentó como "el Dios Todopoderoso", para el cual nada sería imposible, sin importar cuán difícil pareciera a los hombres.
Anda delante de mí.
Durante 13 años Abram no había andado plenamente "delante" de Dios; de ahí la orden de que lo hiciera. Abram había de caminar como si fuera en la misma senda de Dios, consciente de la vigilancia divina y solícito de la aprobación del cielo; no detrás de Dios, como consciente de sus propios errores pero deseoso de evitar ser observado. Hay una diferencia manifiesta entre la expresión usada para designar las vidas de Enoc (cap. 5: 24) y Noé (cap. 6: 9), y esta orden. De los dos primeros patriarcas se dijo que caminaron "con Dios", al paso que a Abram se le pidió que caminara "delante" de él. Esto sugiere un grado menos completo de comunión, y puede haber implicado el desagrado de Dios por la falta de fe de Abram al unirse con Agar.
Sé perfecto.
Así como la justicia recibida por la fe (la justificación) era necesaria para el establecimiento del pacto, así también un intachable caminar delante de Dios (la santificación) se necesitaba para que se mantuviera. Esta exhortación quizá haya sido una velada referencia al hecho de que la vida pasada de Abram no había sido enteramente intachable. Dios quería que Abram entendiera que la realización final de la promesa divina requería estar más completamente a la altura de la excelsa norma de pureza y santidad de Dios (ver Mat. 5: 8, 48). Abram fue llamado a una experiencia más elevada que la que hasta entonces había conocido.
2.
Mi pacto.
Esto no indica un pacto nuevo, sino más bien que estaba por cumplirse el pacto realizado unos 14 años antes (cap. 15).
3.
Abram se postró.
Abram, que durante los muchos años de silencio quizá se había preguntado si Dios se le revelaría otra vez, se postró con temor reverente. Esta actitud de adoración era común en los tiempos antiguos y también era una postura para mostrar respeto a los seres humanos (ver Gén. 17: 17; 24: 52; Núm. 16: 22; Mar. 14: 35). 334
4.
"Por mi parte" (BJ).
Esta expresión, que no figura en la VVR, pero sí en la BJ y en el original hebreo, es significativa. Para dar mayor énfasis, Dios se refiere a sí mismo al comienzo de esta cláusula. La expresión es equivalente a decir "en lo que a mí respecta, yo" sigo dispuesto a cumplir el pacto de hace muchos años.
Padre de muchedumbre de gentes.
Esta predicción iba a tener un doble cumplimiento. En primer lugar, se refería a las numerosas tribus que harían remontar su genealogía hasta Abram. Los árabes ismaelitas, los madianitas y otras tribus arábigas descendientes de Cetura (cap. 25: 1-4), y los edomitas -tanto como los israelitas- todos fueron descendientes de Abram. Sin embargo, en un sentido más amplio esta promesa se refería a los innumerables descendientes espirituales que pretenderían tener a Abram como a su padre (Gál. 3: 29).
5.
Será tu nombre Abraham.
Abram fue el primero de varios hombres cuyos nombres cambió Dios. Los nombres eran de una importancia mucho mayor para los antiguos de lo que lo son para nosotros. Todos los nombres semíticos tienen significado y generalmente consisten en una frase o sentimiento que expresa un deseo o quizá gratitud de parte de los padres. En vista de la importancia que la gente daba a los nombres, Dios cambió los nombres de ciertos hombres para hacerlos armonizar con sus experiencias, pasadas o futuras. Abram, que significa "padre enaltecido", no aparece en esta forma en ninguna otra parte de la Biblia, pero se lo encuentra bajo la forma Abiram, que significa "mi padre es enaltecido" (Núm. 16: 1; 1 Rey. 16: 34). Es poco probable que el nombre Abrahán sea tan sólo una forma extendida de Abram, como lo sostienen algunos comentadores, en vista de la explicación dada en este versículo. Sin embargo, con nuestro conocimiento actual de los diversos idiomas semíticos empleados en el tiempo de Abrahán, no es fácil explicar el nombre Abrahán. No obstante, lo mejor es recurrir a la palabra árabe ruham, como lo han hecho varias generaciones de expositores bíblicos. La palabra ruham significa "gran número", y puede haber existido en el hebreo antiguo, aunque no aparece en la literatura hebrea que hoy está disponible. Por lo tanto, el nombre Abrahán podría traducirse "padre de un gran número", lo que concuerda con la explicación que Dios dio al patriarca después de cambiarle su nombre: "Te he puesto por padre de muchedumbre de gentes".
7.
Estableceré mi pacto.
Los términos y beneficios de este pacto se refieren no sólo a Abrahán como a un individuo sino también a todos sus descendientes, tanto literales como espirituales. La promesa hecha aquí a Abrahán se refiere específicamente a Cristo (Gál. 3: 16; Hech. 2: 30) y, de acuerdo con Pablo, mediante Cristo todos los cristianos han de compartirla (Gál. 3: 29; Hech. 16: 31). Una comprensión correcta de los términos de este pacto será de muchísimo provecho para mantener una relación correcta entre Dios y el creyente de hoy día.
Pacto perpetuo.
La palabra traducida "perpetuo" de ninguna forma indica siempre un período interminable (ver com. de Exo. 21: 6). El vocablo "perpetuo", tal como se lo usa en la Biblia, denota generalmente circunstancias o condiciones que -en virtud de su propia naturaleza- deben persistir mientras pueda ser afectado por ellas el objeto al cual se aplican. Esto es claro por expresiones tales como viva el rey "para siempre" (1 Rey. 1: 31; Neh. 2: 3; etc.) que sencillamente expresan el deseo de que el rey pueda disfrutar de una larga vida. Puesto que todos los seguidores de Cristo -la descendencia espiritual de Abrahán- son herederos de las gloriosas promesas del pacto (Gál. 3: 7, 27-29), el "pacto perpetuo" debe tener validez mientras tenga vigencia el plan de salvación. Las estipulaciones del pacto de Dios con Abrahán están pues en vigor a través de todas las generaciones.
Ser tu Dios.
Esta promesa abarca todas las bendiciones de la salvación y es una indicación clara del carácter espiritual del pacto abrahánico. Dios se da a sí mismo a aquel que entra en la relación del pacto, y al hacer eso le confiere todos los privilegios, los gozos y la esperanza gloriosa que provienen del parentesco con Dios. Quien llega a ser así un hijo o hija de Dios no puede desear nada más para ser feliz, ya sea en esta vida o en la venidera. Es como si Dios le hubiera dicho a Abrahán: "Todo lo que soy o tengo, o lo que pueda hacer, seré y lo haré para ti y tus descendientes. Todos mis recursos ilimitados serán empleados para tu protección, tu consuelo y tu salvación" (Rom. 8: 32). Ciertamente son bienaventurados todos aquellos cuyo Dios es Jehová (Sal. 144: 15). Bajo los términos del pacto eterno, Dios y el creyente se entregan mutuamente sin reservas el uno al otro.
8.
Toda la tierra de Canaán.
A todas aquellas 335 amplias promesas de naturaleza espiritual una vez más fue añadida la seguridad de que toda la tierra de Canaán había de pertenecer a Abrahán y a su posteridad. Esta promesa había sido hecha repetidas veces en lo pasado (caps. 12: 7; 13: 15; 15: 7, 18-21). Se le dijo en esta ocasión que la promesa continuaría en vigor para siempre, lo que significaba que mientras los descendientes literales de Abrahán cumplieran con las condiciones del pacto, poseerían la tierra, y que sus hijos fieles, tanto literales como espirituales, finalmente heredarían la Canaán celestial por toda la eternidad.
10.
Todo varón.
En el hebreo resalta la fuerza de la orden más que en la traducción. Literalmente, "entre vosotros circuncidad a todo varón". Aquí se introduce el rito de la circuncisión como una obligación en relación con el pacto. Iba a ser la señal del pacto con el Israel literal, como el bautismo lo es con el Israel espiritual (ver Gén. 17: 11; Col. 2: 11, 12; Tito 3: 5; 1 Ped, 3: 21). La primera se relacionaba con el nacimiento físico; el segundo acompaña al renacimiento espiritual.
11.
Circuncidaréis.
Desde la antigüedad se han hecho varias sugestiones para explicar este rito. Filón, filósofo judío de Alejandría, creía que fue ordenado por Dios meramente para fomentar la limpieza física; otros vieron en él una protesta contra ciertos ritos idolátricos practicados por los egipcios y otras naciones paganas. Calvino creía que significaba un rechazo simbólico de la inmundicia de la carne y de ese modo del pecado en general. Sin embargo, pueden destacarse los siguientes puntos con referencia a la importancia de la circuncisión. Estaba destinada: (1) a distinguir la descendencia de Abrahán de la de los gentiles (Efe. 2: 11), (2) a perpetuar el recuerdo del pacto de Jehová (Gén. 17: 11), (3) a fomentar el cultivo de la pureza moral (Deut. 10: 16), (4) a representar la justificación por la fe (Rom. 4: 11), (5) a simbolizar la circuncisión del corazón (Rom. 2: 29) y (6) a prefigurar el rito cristiano del bautismo (Col. 2: 11, 12).
El único otro pueblo de la antigüedad que practicó la circuncisión fue el pueblo egipcio, que indudablemente la tomó de los hebreos. No hay testimonio anterior al siglo XIII AC de que existiera esa costumbre en Egipto, al paso que los hebreos la practicaron desde el tiempo de Abrahán en el siglo XIX AC. El hecho de que esta práctica se encuentre entre algunos pueblos africanos, los árabes y otras naciones musulmanas, con toda probabilidad debe explicarse por la influencia judía.
Por señal del pacto.
Dios ha establecido señales y monumentos recordativos de diversos acontecimientos importantes. El sábado fue instituido como un monumento recordativo de la creación; la circuncisión, del pacto abrahánico; el bautismo, de la muerte y resurrección de Cristo; y la Cena del Señor, del sacrificio vicario de Cristo. Las señales externas pueden enseñar verdades espirituales, convirtiéndose así en los instrumentos elegidos por Dios para una bendición espiritual. Así pueden servir como un recordativo perpetuo de la gracia de Dios, y también de nuestro propio deber y nuestras responsabilidades.
12.
Todo varón.
A Abrahán se le dieron instrucciones específicas en cuanto a quiénes debían participar en el rito de la circuncisión y cuándo éste había de ser administrado. Esas reglamentaciones fueron más tarde incorporadas en la ley de Moisés (Lev. 12: 3; Luc. 2: 21). No estaba exceptuado ningún varón de la sociedad hebrea, ya fuera libre o esclavo. La circuncisión, señal del pacto de Dios con Abrahán, llegó a ser un signo para Israel de que era el pueblo de Dios y, por lo tanto, cada varón israelita recibía esa señal. Con el rechazo del Israel literal como pueblo escogido de Dios, la circuncisión cesó de tener un significado como rito religioso (Hech. 15: 5, 10, 19, 20, 24, 28, 29; Gál. 2: 3-5; 5: 2-6; Rom. 2: 28, 29).
14.
Será cortada.
Se repite esta sentencia en la legislación mosaica en el caso de diversas infracciones de sus cláusulas (ver Exo. 12: 15, 19; Lev. 17: 4, 10; Núm. 15: 30; 19: 13). La experiencia personal de Moisés indica la importancia solemne que Dios dio a la realización de este rito (Exo. 4: 24-26). No se declara explícitamente si la sentencia debía ser ejecutada a manos de la congregación, los magistrados civiles o Dios mismo. El hecho de que ser expulsado del pueblo fuera en ciertos casos seguido por la pena de muerte (Exo. 31: 14), no prueba que la pena capital acompañara invariablemente a una sentencia tal (Exo. 12: 19; Lev. 7: 20, 21; Núm. 19: 13). De todos modos, un hebreo incircunciso, ya fuera niño o adulto, perdía su condición social, 336 política y religiosa como hebreo (ver com. de Exo. 12: 15).
15.
Sara será su nombre.
Esta es la primera vez en que es mencionada por nombre Sara, la mujer de Abrahán, en una comunicación divina con él. No hay gran diferencia entre los dos nombres Sarai y Sara. Sarai, que significa "mi princesa", se convirtió sencillamente en Sara, "una princesa". Antes había sido la princesa de Abrahán, pero de allí en adelante iba a ser reconocida como la princesa y progenitora de toda una nación. Pertenecería a sus descendientes tanto como a Abrahán.
16.
Te daré de ella hijo.
Después de los muchos años de espera, se le dieron a Abrahán instrucciones definidas en el sentido de que la descendencia prometida sería el hijo de Sara y no el hijo de Agar (ver Gál. 4: 22-31).
Reyes de pueblos vendrán de ella.
En primer lugar esto se refiere a David y a sus sucesores en el trono de Judá, pero incluye también a la realeza de Edom. Dios le asegura a Abrahán que prevalecería el propósito divino a pesar de la perversidad de los hombres que con tanta frecuencia lo estorban en su apresuramiento (ver Isa. 46: 10, 11; 55: 10, 11).
17.
Abraham se postró sobre su rostro.
El hecho de que Abrahán cayera una vez más sobre su rostro indica que se había levantado desde que se postró al comienzo de esta revelación (vers. 3).
Y se rió.
Los comentadores difieren en su opinión en cuanto a si la risa de Abrahán fue una expresión de gozo o de duda. Aunque sería más agradable concordar con los que defienden la primera posición, debido a Rom. 4: 19, 20 el contexto parece favorecer la segunda. La declaración de Pablo en Romanos se aplicaría pues al estado mental de Abrahán después de que se convenció de la realidad de la promesa. Las preguntas hechas por Abrahán, probablemente en su corazón más bien que audiblemente, "¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?", no dejan la impresión de haber sido formuladas con gozo. Parecen expresar dudas. Quizá la risa de Abrahán también reflejó su perplejidad al encontrar que la promesa divina acerca de Sara ignoraba sus planes para Ismael (ver Gén. 17: 18). Aquellos que no quieren pensar en que hubiera habido duda en el corazón de Abrahán, el gran héroe de la fe, debieran
Considerar los acontecimientos registrados en los caps. 12: 11-13 y 16: 2-4. Nótese también la risa de Sara en el cap. 18: 12-15 que muestra que ella todavía dudaba aún después de que Abrahán había creído (cap. 21: 6, 9; también ver com. de cap. 17: 19).
18.
Ojalá Ismael viva delante de ti.
Este ruego sugiere que siempre a partir del nacimiento de Ismael, Abrahán se había aferrado tenazmente a la esperanza de que este hijo podría ser el heredero prometido. No viendo la posibilidad de que Sara le diera un hijo debido a su edad avanzada, Abrahán intercedió en favor de Ismael. Abrahán estaba contento de aceptar al hijo de su propio plan, aun en lugar de aquel que naciera de Sara. Además esto le ahorraría la turbación de renunciar públicamente a su plan para Ismael como heredero suyo (PP 142, 143).
19.
Llamarás su nombre Isaac.
"Ciertamente" -incuestionablemente- Sara llegaría a ser madre; no había razón para dudar. El nombre que Dios eligió para el hijo prometido de Sara, Isaac, significa "él ríe". Esto puede ser una referencia a la risa de Abrahán, el recordativo perdurable de un débil momento de duda. Sin embargo, más probablemente refleja el gozo que experimentaría Abrahán con el nacimiento del hijo de la promesa. Podría reírse ahora debido a la duda, pero entonces se regocijaría ciertamente cuando la fe se encontrara con la realidad (ver Gén. 21: 6, 7; Isa. 54: 1; Gál. 4: 27). Los nombres tanto de Isaac como de Ismael fueron elegidos antes de su nacimiento, y los nombres de Abram y Sarai fueron cambiados debido a que les esperaba una nueva experiencia.
20.
En cuanto a Ismael.
Dios volvió a asegurar a Abrahán que las promesas especiales hechas a Isaac no interferirían con las hechas a la madre de Ismael en el pozo del desierto (cap. 16:10). Los nombres de los doce hijos de Ismael son dados en el cap. 25: 12-16. A semejanza de los doce hijos de Jacob, cada uno de ellos llegó a ser el padre de una tribu (ver com. de cap. 25: 13-16).
21.
Con Isaac.
Repitiendo la declaración del vers. 19, Dios aseguró a Abrahán que Isaac y no Ismael iba a ser el hijo del pacto. Al paso que Ismael, en un sentido general, compartiría las bendiciones prometidas a Abrahán, la descendencia de Isaac llegaría a ser lo suficientemente numerosa como para 337 poseer la tierra de Canaán. Específicamente, el pacto con todas sus bendiciones materiales y espirituales, era para el hijo de Sara, Isaac, y su posteridad. La historia posterior de los dos hijos justifica plenamente la elección de Dios del uno y el rechazo del otro. Aunque Agar había llegado a creer en el Dios verdadero, la influencia de su educación primera en Egipto resultó decisiva en la vida de Ismael y en los hijos de éste, pues sus descendientes se hicieron paganos.
Por este tiempo.
Se añade ahora un límite de tiempo a la promesa de un hijo. No podía haber más lugar para la incertidumbre. Después de esperar casi 25 años desde la primera promesa, y habiendo mostrado fe y duda en lo pasado, Abrahán supo que el tiempo de espera había de terminar pronto.
22.
Subió Dios.
Esta declaración indica que la revelación de Dios había sido visible. No tenemos idea de la forma en que Abrahán vio a Dios.
23.
Tomó Abraham a Ismael.
Obedeciendo a Dios, Abrahán circuncidó a todos los varones de su gran familia, incluso a Ismael.
Debido a que Ismael tenía 13 años cuando fue circuncidado (vers. 25), los árabes hasta el día de hoy postergan este rito mucho más que los judíos, generalmente hasta llegar a una edad comprendida entre los 5 y los 13 años, y con frecuencia no antes del decimotercer año.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-16 PP 132
1 PP 132, 387
1, 2 SR 146
4 PP 132
5 PP 132
7 PP 387; SR 78, 146
10 PP 132, 378; SR 148
10, 11 SR 146
16 PP 132, 142
18 SR 78
18-20 PP 142
19 SR 78
.
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTAS
1.
Le apareció Jehová.
Esto debe haber ocurrido sólo un corto tiempo después del suceso registrado en el cap. 17, pues ambos acontecimientos tuvieron lugar aproximadamente un año antes del nacimiento de Isaac (ver caps. 17: 21; 18: 10, 14). Para una explicación del "encinar de Mamre", cerca de Hebrón, ver com. de cap. 13: 18.
A través de la narración del capítulo 18, adviértase que al paso que Moisés siempre se refiere al visitante divino de Abrahán como "Jehová", Abrahán siempre se dirige a él como "Señor", 'Adonai (ver com. del vers. 3).
El calor del día.
Esta expresión probablemente se refiere al mediodía (1 Sam. 11: 11), y el "aire del día" (Gén. 3: 8), al atardecer. El término común hebreo para el mediodía es tsohoráyim (cap. 43: 16), una forma dual que significa literalmente el tiempo del "doble", esto es de la luz "máxima". Una expresión poética se refiere al mediodía como literalmente "el día ... perfecto" (Prov. 4: 18), porque entonces el sol ha alcanzado el cenit. Hablamos de "pleno mediodía". En esta ocasión, quizá Abrahán había almorzado y estaba descansando pues cuando llegaron sus visitantes 339 fue necesario que comenzaran los preparativos para su hospedaje.
2.
Tres varones que estaban junto a él.
Así comienza el relato de la sexta aparición del Señor a Abrahán (ver com. de cap. 17: 1). Algunos expositores han pensado que los tres "varones" fueron las tres personas de la Deidad. Esto parece injustificable puesto que se alude a dos de los tres como a ángeles (Gén. 19: 1, 15; Heb. 13: 2) y como a hombres (Gén. 19: 10, 12, 16). Por lo tanto, lo más adecuado es ver en los tres "varones" al Señor y a dos ángeles.
Cuando los vio.
Abrahán no se había dado cuenta todavía de la identidad de ellos. Tan sólo vio a tres forasteros cansados de viajar que buscaban reposo y alimento. Corrió a su encuentro con verdadera cortesía oriental para ofrecerles las comodidades de su casa, inclinándose ante ellos en armonía con la costumbre del Oriente. Esta forma de saludar de ninguna manera indica que Abrahán reconoció a Jehová como uno de los tres. Hizo lo mismo en la presencia de sus vecinos heteos (cap. 23: 7, 12). De la misma forma, Jacob se inclinó ante Esaú (cap. 33: 3), José ante su padre (cap. 48: 12), Salomón ante su madre (1 Rey. 2: 19), y los hijos de los profetas delante de Eliseo (2 Rey. 2: 15).
3.
Señor.
El hecho de que Abrahán dirigiera su invitación a uno de los forasteros ha sido tomado por algunos expositores como una indicación de que ya había reconocido a Jehová como uno de ellos. Es probable que uno de los tres aventajara a los otros en apariencia o que uno se hubiera adelantado como portavoz del grupo, lo cual explicaría por qué Abrahán se dirigió a él. Además, debe notarse que la palabra hebrea aquí traducida "Señor" no es el nombre sagrado Yahvéh sino 'adonai, equivalente a "señor", una forma respetuosa de saludo.
Si ahora he hallado gracia.
Se usaba con frecuencia esta expresión para hablar a alguien de categoría superior, o a alguien que se deseaba honrar particularmente. Esto no implica que Abrahán hubiera reconocido que uno de los hombres era Dios. Labán se dirigió así a Jacob (cap. 30: 27), Jacob a Esaú (caps. 32 : 5; 33: 8, 10, 15), Siquem a Jacob (cap. 34:11), los egipcios a José (cap. 47: 25), y Jacob a José (cap. 47: 29). Muchos otros ejemplos muestran que ésta era una fórmula usual.
No pases.
Con típico encanto y hospitalidad orientales, Abrahán invitó a los forasteros a quedar el tiempo suficiente para recuperar sus fuerzas. Indudablemente Abrahán fue uno de esos que, "sin saberlo, hospedaron ángeles" (Heb. 13: 2). Este caso muestra que Abrahán habitualmente era hospitalario con los forasteros. Aunque esas personas al principio le eran enteramente desconocidas, su saludo fue tan respetuoso como si un mensajero hubiera llegado de antemano para anunciarle la identidad de ellos y su intención de visitarlo. Los que están dispuestos a mostrar bondad hacia los extraños y viajeros, inesperadamente pueden ser favorecidos con la presencia de huéspedes que tienen potestad para impartir bendiciones especiales (Luc. 24:29).
4.
Lavad vuestros pies.
La primera mención que hizo Abrahán de agua para lavar los pies de los cansados viajeros es un factor necesario en la hospitalidad en algunos países orientales hasta el día de hoy. Mientras descansaban debajo de un árbol, les preparó una comida. Después de eso, podían partir en paz y continuar su viaje.
6.
Fue de prisa.
Como un jeque beduino de la actualidad, Abrahán ordenó a su esposa que tomara tres "medidas", se'im (casi 20 litros) de flor de harina y que las cociera. La cocción se hizo sobre piedras calientes. La "mantequilla" era leche cuajada, considerada como un manjar en muchos países orientales aún hoy. El menú presentado en este y los dos versículos siguientes constituyó una comida generosa y satisfaciente. Abrahán les dio lo mejor que tenía.
8.
Comieron.
Los visitantes celestiales de Abrahán realmente comieron el alimento que se les había preparado, así como Cristo lo hizo posteriormente, después de haber resucitado y estando ya glorificado, para probar la realidad de su resurrección (Luc. 24: 21-43). La aceptación, por parte de Cristo y los ángeles, de la hospitalidad de Abrahán, quizá fue para probarle a éste que la visita de ellos a su tienda de Mamre no había sido un sueño o una visión sino una experiencia material.
9.
¿Dónde está Sara?
Abrahán estuvo con ellos y los atendió mientras comían (vers. 8). Habiendo comido, preguntaron por Sara. Una pregunta tal estaba absolutamente en contra de la cortesía oriental; los extranjeros no debían saber el nombre de una esposa ni usarlo. Su conocimiento del nombre de ella 340 probablemente le sugirió a Abrahán que sus huéspedes eran más que hombres y su pregunta implicaba que su visita tenía que ver con Sara. La conversación siguiente aclaró su identidad y, gracias a la promesa que fue repetida entonces, Abrahán reconoció con certeza a Aquel que se le había aparecido cinco veces antes. Esta fue la primera ocasión en la cual Sara personalmente fue testigo de una de las manifestaciones divinas concedidas a su esposo. Abrahán ya sabía y creía (Rom. 4: 19, 20). Por estos hechos y por lo registrado en Gén. 18: 9-15, parece que esta visita tenía el propósito de preparar a Sara para la vicisitud suprema de su vida: el nacimiento de su primero y único hijo.
10.
El tiempo de la vida.
Esto puede indicar un año, como está implicado en Rom. 9: 9 y así se traduce en la LXX o quizá se refiera al período normal del embarazo, nueve meses. En cualquiera de los casos, Sara iba a dar a luz a un niño por ese tiempo.
Sara escuchaba.
Sara estaba detrás de las cortinas de la tienda, tal como ha sido la costumbre de las mujeres árabes desde los tiempos antiguos. Se les prohibía tratar libremente con hombres aun siendo huéspedes, especialmente si eran forasteros. Pero a pesar de eso, cuando se interesan mucho en la conversación, ahora como entonces las mujeres beduinas por regla general se encuentran cerca de la abertura de la tienda, aunque sin ser vistas. Si bien ellas mismas no pueden ser vistas, generalmente oyen cada palabra dicha por los visitantes y los observan de cerca. La mención de su nombre debe haber sorprendido tanto a Sara como a Abrahán. Con qué intensa fascinación y embelesada atención debe haber escuchado el anuncio de que iba a tener un hijo.
11.
Abraham y Sara eran viejos.
Al igual que Abrahán en las revelaciones previas, Sara no podría creer ahora que la promesa formulada jamás pudiera convertirse en realidad. Había oído su reiteración durante 25 años, pero para ella los días se habían prolongado más allá de toda posibilidad de cumplimiento, y una tras otra cada una de las visiones de Abrahán aparentemente habían fracasado. Como resultado de la revelación previa (cap. 17), la duda de Abrahán se había convertido en fe, y en esta ocasión no hay ninguna evidencia de duda de su parte, según lo señala Pablo categóricamente (Rom. 4: 19, 20).
12.
Se rió, pues, Sara.
En ocasión de las revelaciones divinas previas, Abrahán se había reído (ver com. de cap. 17: 17). Ahora se rió Sara, probablemente expresando amargura por su suerte e incredulidad de que las circunstancias cambiaran alguna vez. Mediante una risa medio sarcástica y medio anhelante, dio expresión al pensamiento: "¡Esto es demasiado bueno para ser verdad!" (Ver Eze. 12: 22-28).
Mi señor.
En contraste con las faltas resaltantes de Sara, es digna de elogio su respetuosa sumisión ante Abrahán. Aun hablando consigo misma, se refirió a él como "mi señor", por lo cual la alaba el NT como un ejemplo de virtud cristiana en las esposas (1 Ped. 3: 6).
14.
¿Hay para Dios alguna cosa difícil?
El velo del anonimato fue entonces totalmente puesto a un lado, y el que hablaba se identificó indubitablemente como el Señor. Es interesante notar que aunque esta aparición divina quizá tenía más aplicación para el beneficio de Sara que para el de Abrahán, puesto que él ya conocía y creía, el Señor no se dirigió directamente a Sara antes de que ella le hubiera hablado primero. En vez de hablar a Sara, le preguntó a Abrahán si había alguna cosa demasiado difícil para el Señor. Dios habló así principalmente para corregirla incredulidad de Sara y para fortalecer su fe. Donde fallan la sabiduría y la fuerza humanas y donde la naturaleza, debilitada, no tiene capacidad para actuar, allí Dios todavía tiene amplias posibilidades y hace que las cosas sucedan de acuerdo con los consejos de su propia voluntad divina. En realidad, con frecuencia permite que las circunstancias lleguen a una dificultad insuperable de modo que resalte la impotencia humana en marcado contraste con la omnipotencia divina.
15.
Sara negó.
La negativa de Sara muestra que su risa y observaciones del vers. 12 apenas fueron audibles, y ni siquiera podía pensar que hubieran sido oídas. Entonces ella habló directamente a los forasteros, ya fuera quedando detrás de las cortinas de la tienda o saliendo al aire libre. Fue inducida a negar, temerosa de ofender a los huéspedes y de que se conocieran sus sentimientos secretos. Al darse cuenta de que había sido descubierta, se produjo un momento de confusión del cual procuró escapar por la vía de la falsedad.
Te has reído.
En una manera directa que 341 recuerda la forma en que se había dirigido a los primeros culpables en el Edén, Dios solemne e inequívocamente declaró que la negativa de ella era falsa. El silencio siguiente de Sara es una evidencia de que reconoció su falta, al paso que el haber concebido más tarde a Isaac implica arrepentimiento y perdón.
16.
Los varones se levantaron.
Habiendo descansado y recobrado las fuerzas, los tres visitantes celestiales estuvieron listos para continuar su viaje. Ahora se menciona por primera vez su destino. Si Sodoma y sus ciudades hermanas estuvieron en el valle que ahora forma la parte meridional del mar Muerto (ver com. de cap. 14: 3), quedaban a unos 40 km. de Hebrón: un buen día de viaje. Puesto que los huéspedes de Abrahán habían llegado al mediodía y sin duda pasaron varias horas con él, su partida posiblemente se efectuó ya bien avanzada la tarde.
Abraham iba con ellos.
De acuerdo con una antigua costumbre de amistad continuada a través de los tiempos del NT (Rom. 15: 24; 1 Cor. 16: 11; Hech. 20: 38; 3 Juan 6), Abrahán acompañó a sus huéspedes durante una corta distancia. Cuando se van los huéspedes, todavía se acostumbra en los países orientales acompañarlos en su camino, y la distancia que se recorre indica el grado de respeto y honra que el anfitrión desea mostrarles. Una antigua tradición afirma que Abrahán fue hasta Cafar-Barucha, un lugar montañoso aproximadamente a unos 7 u 8 km. yendo al este noreste de Hebrón, desde donde se puede ver el mar Muerto. Quizá desde este punto Abrahán y sus huéspedes contemplaron las prósperas ciudades de la llanura.
17.
¿Encubriré yo a Abraham?
Abrahán es llamado en las Escrituras el amigo de Dios (2 Crón. 20: 7; Isa. 41: 8). Puesto que estaba tan encumbrado en el favor divino y en su comunión con Dios, el Altísimo consideró conveniente darle un conocimiento más íntimo de las obras y procedimientos del Eterno. De la misma manera ha confiado mensajes a los profetas. Acerca de éstos Dios dice que comparte su consejo, o "secreto", con ellos (Jer. 23: 18-22; Amós 3: 7). El Señor habla así especialmente cuando se refiere a episodios de castigo que han de caer sobre la tierra.
18.
Una nación grande y fuerte.
Refiriéndose a la primera promesa que le hubiera hecho a Abrahán (cap. 12: 2), Dios explicapor qué es adecuado y propio informarle en cuanto al juicio que estaba por caer sobre las ciudades de la llanura. Teóricamente, por lo menos, toda la tierra pertenecía a Abrahán. Si Dios, participante principal del pacto, tenía el propósito de proceder, afectando a una parte de ella, Abrahán, como socio menor que había demostrado ser digno de confianza, debía ser informado. En realidad era esencial que Abrahán comprendiera y aprobara lo que iba a suceder, puesto que estaban implicados Lot y su familia, algunos de cuyos miembros, como resultado, pronto perderían la vida.
19.
Yo sé.
Podía confiarse en Abrahán. No traicionaría a Dios. ¡Feliz elogio para el anciano patriarca! El leal desempeño de su tarea divinamente señalada requería que compartiera el conocimiento de los propósitos de Dios. La posteridad de Abrahán también debía comprender, a fin de que no compartiera el destino de Sodoma y Gomorra. Iba a ser el deber de Abrahán transmitir a las generaciones futuras lo que sabía de los procedimientos de Dios con la raza humana. La ley moral y ceremonial de Dios también eran parte de la herencia sagrada que había de transmitir a las generaciones venideras. No sólo oró Abrahán con su familia y delante de ella, sino que intercedió por ella como sacerdote, práctica seguida por otros patriarcas y santos hombres de la antigüedad (ver Job 1: 5). Como profeta, instruía a su familia tanto en la teoría como en el ejercicio de la religión, poniendo énfasis en las virtudes prácticas. Enseñaba a su familia no sólo a conocer estas cosas sino también a hacerlas. Siendo esposo, padre y supervisor benévolo, daba una dirección positiva a la vida social y religiosa de su numerosa familia.
Dios podía confiar en Abrahán porque él "mandaría" a su familia, no mediante métodos dictatoriales, sino por un precepto claro y un ejemplo consecuente. En la educación de los hijos, cada palabra, mirada y acto tienen su efecto. En muchos hogares se enseña muy poco por la instrucción o el ejemplo. Los padres son responsables por la sagrada misión de educar a sus hijos y, por lo tanto, debieran combinar la firmeza con el amor como lo hizo Abrahán. Esta tarea de educar a los hijos de la debida manera no puede ser delegada a otro, instructor o maestro, sin que haya el peligro de una grave pérdida. No debe esperarse que 342 la influencia de maestros piadosos tome el lugar de la educación del hogar, sino más bien que la complemente. Cada una tiene su lugar, y es incompleta sin la ayuda de la otra, que debe servir para reforzarla.
20.
El clamor contra Sodoma y Gomorra.
Esto se refiere a la enorme impiedad que prevalecía en las ciudades de la llanura (cap. 13: 13). Se había llegado al límite de la paciencia y tolerancia de Dios. Aunque la conducta de los habitantes de la llanura por mucho tiempo había sido mala, Dios les dio un período de gracia durante el cual él no había quedado sin testigos. La piadosa vida de Lot les daba un ejemplo de cómo deban vivir, pero esto no había ejercido influencia sobre ellos (2 Ped. 2: 7, 8). Su trato previo con Abrahán los había puesto en contacto con el Dios verdadero (Gén. 14: 22). Pero todo fue en vano. Su impiedad era muy grave -literalmente "muy pesada"- y demandaba el castigo del cielo. El mundo de nuestros días casi ha llegado a la misma profundidad de mal (Luc. 17: 28-32; 2JT 63).
21.
Descenderé ahora y veré.
Esto no significa que Dios no estuviera completamente informado de lo que sucedía en Sodoma (cap. 13: 13). Como en el caso de la edificación de la torre de Babel (cap. 11: 5), Dios tuvo en cuenta el concepto humano de la justicia divina haciendo que Abrahán viera con claridad que la decisión de destruir a Sodoma no era arbitraria, sino que estaba basada en la necesidad. Por lo tanto, no existe discrepancia entre el anuncio de Dios de su intento de investigar personalmente lo que sucedía en Sodoma, y la seguridad del juicio que ya estaba implicado en el vers. 17.
22.
Abraham estaba aún.
Dos de los visitantes celestiales de Abrahán lo dejaron y descendieron a la llanura (cap. 19: 1). Sin embargo, el Señor quedó para conversar algo más con Abrahán.
23.
Se acercó Abraham.
Esta expresión parece indicar más que un mero acercamiento físico al Señor. La palabra hebrea traducida "acercó" a veces se usa para indicar el anhelo de la mente y del corazón de ir hacia Dios en contrición y adoración (Exo. 30: 20; Isa. 29: 13; Jer. 30: 21). El mismo pensamiento también se expresa en el NT (Heb. 4: 16; 10: 22; Sant. 4: 8).
¿Destruirás también?
Esta preocupación personal por sus prójimos es uno de los rasgos sublimes del carácter de Abrahán. Su intercesión en favor de ellos es una de varias situaciones similares registradas en las Escrituras (Exo. 32: 11- 32; Job 42: 10; Eze. 14: 14; Dan. 9: 3-19; Luc. 23: 34; Hech. 7: 60). Abrahán no sólo quedó preocupado por la suerte de Lot, sino que también experimentó un profundo sentimiento de compasión hacia los habitantes de Sodoma, con muchos de los cuales había tenido un trato personal en ocasión del rescate de ellos de manos de los reyes de la Mesopotamia. Abrahán debe haber tenido razón al creer que algunos de los habitantes de la llanura habían sido favorablemente influidos por su ministerio anterior en favor de ellos. Aunque obviamente Lot no es olvidado, su nombre nunca se menciona. La compasión de Abrahán probablemente se elevaba e intensificaba al recordar su propia necesidad de la gracia perdonadora en ocasiones previas.
Esta pregunta presupone que Dios, de acuerdo con la resolución registrada en Gén. 18: 17, le había explicado al patriarca su intención de destruir las ciudades de la llanura. El propósito de Abrahán no era simplemente la preservación de cualquier piadoso remanente que podría encontrarse dentro de las ciudades condenadas, sino que se extendiera un período de gracia para toda la población. Sin embargo, comprendiendo que era un hecho decidido que las ricas aunque impías ciudades habrían de ser destruidas, Abrahán procedió con humildad osada preguntando si el Señor había tenido en cuenta la suerte de los justos en la destrucción general de los impíos. Aquí Abrahán recurrió a la bondadosa misericordia de Dios.
25.
El Juez de toda la tierra.
Sólo Dios es el Juez de todos los hombres. Dirigiéndose con tales palabras a Dios, Abrahán mostró que reconocía como Ser Supremo a Aquel ante quien estaba. Ahora recurrió, no a la gracia y al perdón de Dios, sino a su absoluta equidad justiciera. Este principio había sido demostrado por Dios al extender por otros 400 años el tiempo de gracia a los amorreos. Su iniquidad no había llegado "a su colmo" (cap. 15: 16). Cuando Dios consintió en perdonar a Sodoma si tan sólo podían encontrarse diez justos dentro de sus puertas, siguió el mismo principio.
26.
Perdonaré.
Dios aceptó la condición propuesta por Abrahán no como un acto de 343 justicia sino de misericordia. La justicia requería la preservación de los justos, pero sólo la misericordia podía librar a los impíos. Probablemente también la presencia de un grupo de 50 personas justas daría esperanza de la conversión de otros. Dios aceptó los razonamientos de Abrahán y mostró estar dispuesto a conceder misericordia a quienes no la merecían si tan sólo había un grupo de "cincuenta justos".
27.
Polvo y ceniza.
En esta expresión,'afar wa'efer, Abrahán usa dos palabras hebreas similares en el sonido y parecidas en su significado. Ellas revelan la profunda humildad de alma que sentía en la presencia de Dios. Comprendía demasiado bien su humilde origen como humano y el hecho de que estaba destinado a volver a la sustancia de la que había sido tomado (cap. 3: 7, 19).
28.
Quizá.
El patriarca presentó su caso con hábil tacto oriental. Su primer cálculo hipotético del número de sodomitas piadosos fue, a propósito, lo suficientemente alto como para provocar una respuesta favorable. Sin embargo, comprendiendo que ese número probablemente era demasiado alto, otra vez mostró extraordinaria diplomacia. En vez de pedir la salvación de la ciudad sobre la base de 45 personas justas, rechazó el pensamiento de que podría ser destruida por una diferencia de 5. Animado por las continuas respuestas bondadosas de Dios, gradualmente se hizo más audaz disminuyendo el número de personas justas que, en su opinión, serían suficientes para salvar la ciudad.
Abrahán no pidió el perdón incondicional de la ciudad, sino sólo su preservación bajo ciertas condiciones. Sería apresurado especular en cuanto a lo que habría sucedido si hubiese continuado y hubiera reducido el número a menos de 10. Quizá Abrahán pensó que era seguro dejar el número así. Además, ¿acaso no estaban Lot, su esposa y dos hijas en casa, y no se podía contar también con las hijas casadas de Lot y sus familias (cap. 19: 14, 15)? Comenzando con un número que le pareció propicio para conseguir una respuesta favorable, es probable que Abrahán originalmente hubiera tenido el propósito de disminuirlo mientras hubiera habido esperanza de conseguir una respuesta tal. Y la misericordia divina aceptó la intercesión de Abrahán sin vacilaciones.
33.
Abraham volvió.
Todo el que realmente ama a Dios amará también a su prójimo y si es necesario se sacrificará para fomentar el bienestar ajeno. No podemos impedir que los hombres pequen contra Dios, pero podemos interceder por ellos y suplicar con ellos. A Dios le agrada una intercesión tal porque refleja su propio gran corazón de amor. ¡Cuánto consigue con frecuencia la vigorosa oración de un justo! Cuando Abrahán se acercó a Dios con amor y fe, intercediendo humildemente por los pecadores, Dios se le acercó en misericordia concediendo bondadosamente cada pedido. Esto mismo aguarda hoy a los que siguen en las pisadas del padre de los fieles.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-33 PP 133-140
1-7 MeM 198
1-8 2JT 568; PP 133
2, 8 CS 689
17 PP 134
18 PR 273
19 COES 54; Ed 182; FE 286; HAd 163,286; HAp 108; 1JT 28, 77; 2JT 69, 133, 197, 202; 3JT 117, 149, 191, 430; MC 303; MeM 127; PP 136, 138, 140, 62l; 1T 405; 5T 547; 7T 196; 8T 189; Te 257; TM 348
20 Ev 23; PP 134
21, 25, 27 PP 134
32 2JT 321
GÉNESIS CAPÍTULO 19 - - AUDIO
1 Lot hospeda a dos ángeles. 4 Ceguera de los impíos sodomitas. 12 Lot es enviado a las montañas para su protección, 18 En cambio pide autorización para ir a Zoar. 24 Destrucción de Sodoma y Gamorra. 26 La esposa de Lot se convierte en estatua de sal. 30 Lot mora en una caverna. 31 Origen incestuoso de Moab y Amón.
1 LLEGARON, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo,
2 y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que 344 vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche.
3 Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron.
4 Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.
5 Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.
6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí,
7 y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.
8 He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciera; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.
9 Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en Juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta.
10 Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta.
11 Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta.
12 Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar;
13 porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo.
14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantados, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba.
15 Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad.
16 Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.
17 Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.
18 Pero Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos.
19 He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera.
20 He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida.
21 Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado.
22 Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí. Por eso fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar.
23 El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar.
24 Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos;
25 y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.
26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.
27Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová.
28 Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno.
29 Así, cuando destruyó Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba.
30 Pero Lot subió de Zoar y moró en el monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó en una cueva él y sus dos hijas.
31 Entonces la mayor dijo a la menor: 345 Nuestro padre es viejo, y no queda varón en la tierra que entre a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra.
32 Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de nuestro padre descendencia.
33 Y dieron a beber vino a su padre aquella noche, y entró la mayor, y durmió con su padre; mas él no sintió cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó.
34 El día siguiente, dijo la mayor a la menor: He aquí, yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra y duerme con él, para que conservemos de nuestro padre descendencia.
35 Y dieron a beber vino a su padre también aquella noche, y se levantó la menor, y durmió con él; pero él no echó de ver cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó.
36 Y las dos hijas de Lot concibieron de su padre.
37 Y dio a luz la mayor un hijo, y llamó su nombre Moab, el cual es padre de los moabitas hasta hoy.
38 La menor también dio a luz un hijo, y llamó su nombre Benjamín, el cual es padre de los amonitas hasta hoy.
l.
Los dos ángeles.
La presencia del artículo definido "los" -que corresponde literalmente con el hebreo- indica que eran los mismos dos que habían visitado a Abrahán más temprano aquella tarde (ver cap. 18: 22). Aunque no se declara que la llegada de ellos a Sodoma ocurriera el mismo día en que se separaron de Abrahán, eso queda implicado aquí en el vers. 27. La distancia de Hebrón a Sodoma era por lo menos de 40 km., pasaba por territorio montañoso y el viaje llevaría un mínimo de 7 u 8 horas. Puesto que los ángeles dejaron a Abrahán bien avanzada la tarde, con los métodos comunes de viaje no pudieron haber llegado a Sodoma antes de la caída de la noche.
Lot estaba sentado a la puerta.
Lot, que primero fue poniendo sus tiendas hacia Sodoma (cap. 13: 12), en el tiempo transcurrido había construido para sí una casa dentro de sus murallas. En las antiguas ciudades orientales la vida pública se centralizaba en las puertas de las ciudades. Allí había mercado (2 Rey. 7: 1; Neh. 13: 19) y los tribunales estaban allí (Deut. 21: 19; 22: 15; 25: 7; Jos. 20: 4; Rut 4: 1; etc.). David estuvo a la puerta para mostrarse al pueblo (2 Sam. 19: 8); allí se ventilaban los sucesos del día (Sal. 69: 12; Prov. 31: 31) y se hacían anuncios públicos (Prov. 1: 21; 8: 3). No se dice por qué estaba Lot sentado a la puerta. Es seguro que se hallaba a la expectativa de viajeros a quienes prodigar hospitalidad y a quienes pudiera proteger de los sodomitas. La explicación de que había sido promovido al cargo y dignidad de juez, aunque no es una inferencia necesaria de Gén. 19: 9, no es improbable especialmente en vista de su relación con Abrahán, quien una vez había salvado a toda la ciudad de la esclavitud.
Viéndolos Lot, se levantó.
Reconociendo que los hombres eran forasteros, Lot, a semejanza de su tío Abrahán, inmediatamente les ofreció hospitalidad en su propia casa. No solamente los saludó como Abrahán lo había hecho, sino que su ofrecimiento fue expresado en palabras similares a las de su tío (cap. 18: 2-5).
2.
En la calle nos quedaremos.
Los ángeles habían aceptado inmediatamente el ofrecimiento de Abrahán, pero parecían no dispuestos a aceptar el de Lot. Estaban poniendo a prueba la sinceridad de Lot, para comprobar si su invitación era una forma vacía o el deseo ferviente de su corazón. Antiguos registros revelan que los viajeros con frecuencia pasaban noches al aire libre (cap. 28: 11). Si no hubiera sido por la condición moral de los hombres de Sodoma, probablemente no habría resultado penoso para ellos que así lo hicieran, puesto que las ciudades de la llanura estaban en un clima semitropical. La consideración de Lot hacia otros demostró ser el medio de su propia salvación. Manifestó un espíritu que contrastaba muchísimo con el de los hombres de Sodoma (ver Mat. 25: 34-40).
3.
Porfíó con ellos.
Sabiendo que Lot era un hombre justo pero no estando dispuestos a revelar en ese momento su identidad, los ángeles consintieron en recibir albergue bajo su techo hospitalario. Muchos siglos más tarde también Cristo ocultó su identidad en el camino a Emaús, pero accedió finalmente a las instancias de los dos discípulos (Luc. 24: 28 30).
4.
Todo el pueblo.
Esta frase probablemente 346 significa una gran cantidad de hombres, generalmente representantes de todos los grupos sociales (PP 155).
5.
¿Dónde están los varones?
Entonces la impiedad de los hombres de Sodoma quedó claramente demostrada por su proceder (ver caps. 13: 13; 18: 21). Se había propagado rápidamente la noticia de la llegada de los dos forasteros. Los hombres de la ciudad se arremolinaron en torno de la casa de Lot, pretendiendo violar el derecho oriental de hospitalidad a fin de satisfacer sus concupiscencias antinaturales. En cuanto al significado de "conozcamos", ver cap. 4: 1. El término aquí se usa para referirse a la abominable práctica inmoral que Pablo describe en Rom. 1: 27 conocida como sodomía. De acuerdo con la evidencia arqueológica, este pecado castigable con la muerte bajo la ley de Moisés (Lev. 18: 22, 29), prevalecía entre los cananeos. El énfasis de Moisés de que tanto viejos como jóvenes estaban a la puerta de la casa de Lot muestra claramente cuán justificado estaba Dios al destruir esas ciudades (ver Gén. 6: 5, 11).
7.
No hagáis tal maldad.
Lot salió de la casa cerrando cuidadosamente la puerta tras sí para impedir que entrara la turba, y procuró fervientemente disuadir a sus conciudadanos de su mal propósito.
8.
Tengo dos hijas.
Viendo que no había palabras que pudieran cambiar su propósito, hizo una propuesta extrema para salvar a sus visitantes de la deshonra. Su creencia en el solemne deber de la hospitalidad, tan excelsamente considerado entre las naciones orientales, explica, aunque no justifica, su decisión. Al tomar a un forastero bajo su protección y cuidado, estaba obligado a defenderlo aun a costa de su propia vida. Así está considerado todavía en algunos países del Cercano Oriente el deber de la hospitalidad. La conducta de Lot en esta ocasión quizá sólo podría estar justificada, o al menos excusada, teniendo en cuenta la mentalidad oriental respecto a la obligación de un anfitrión hacia sus huéspedes. La pureza de sus dos hijas en una ciudad como Sodoma es una evidencia del gran cuidado con que Lot las había criado, y prueba que la oferta no fue hecha a la ligera. La preocupación natural de los orientales de proteger a sus familiares o parientes del sexo femenino quedó demostrada en una ocasión por los hijos de Jacob (cap. 34). El hecho de que hiciera una propuesta tan temeraria prueba que Lot había agotado todo medio concebible para evitar el mal, y estaba fuera de sí. Conocía muy bien la maldad de sus conciudadanos (2 Ped. 2: 7, 8).
9.
¿Habrá de erigirse en juez?
El intento de Lot de frustrar el mal propósito de ellos sirvió tan sólo para enfurecer a los sodomitas. No toleraban que nadie les dijera lo que debían hacer, especialmente un extranjero. Si Lot había sido nombrado juez, como se ha sugerido (vers. 1), pensaron que ésta era la oportunidad propicia para librarse de él. Parecería por las expresiones de ellos que, ya fuera como juez o ciudadano particular, los había amonestado a que enmendaran sus malos caminos. Por lo tanto, en su ira irrazonable amenazaron tratar a Lot en una forma más terrible que el propósito que tenían para sus huéspedes, si se atrevía a continuar oponiéndose. Tan sólo el poder represor de Dios, quizá junto con la vacilación momentánea de ellos de echar mano de un hombre cuyo correcto ejemplo había despertado un débil sentimiento de respeto en sus mentes degradadas, fue lo que impidió que la turba lo despedazara en el mismo lugar.
11.
Ceguera.
Dios permitió que Lot hiciera un esfuerzo para cambiar los impíos designios de los sodomitas a fin de que pudiera quedar impresionado con el grado de su depravación. Cuando sus esfuerzos extremos resultaron inútiles, actuaron los visitantes celestiales para protegerlo de daño a él, como también a ellos mismos. La palabra hebrea aquí traducida "ceguera" sólo se usa una vez más en el AT (2 Rey. 6: 18-20). En ambos casos significa una forma sobrenatural de ceguera. Quizá no fue total y tal vez implicó sólo una pérdida momentánea de la claridad de la visión que les confundió la mente. El que se fatigaron "buscando la puerta" implica tanto confusión mental como visual. Si hubiesen sido heridos con ceguera total en el sentido usual de la palabra, habría sido raro que hubieran persistido en su mal propósito.
12.
¿Tienes aquí alguno más?
Para entonces Lot debe haber reconocido el carácter sobrenatural de sus visitantes. Era tiempo de que lo informaran del propósito de su misión, y procedieron a enterarlo, mediante el lenguaje más claro posible, de la inminente y completa destrucción de la ciudad. Aunque los hijos casados de Lot aparentemente se 347 habían amoldado a la vida de la gente de Sodoma, los ángeles estuvieron dispuestos a salvarlos por causa de Lot si estaban dispuestos a dejar la ciudad. Aunque habían participado de los pecados de Sodoma, tan sólo su propia elección haría inevitable su destrucción junto con ella.
14.
Salió Lot.
El hecho de que no se mencionen otra vez hijos e hijas no prueba que Lot sólo tenía yernos, ni que esos llamados yernos eran jóvenes comprometidos con las dos hijas que todavía vivían en su hogar. Lot creyó a los ángeles y se esforzó fervientemente por persuadir a sus hijos de que buscaran la salvación dejando la ciudad, pero ellos tan sólo se mofaron de la idea de que Dios la destruiría.
15.
Levántate.
Indudablemente Lot había amonestado a sus hijos durante la noche, y cuando el sol estaba por salir los ángeles celestiales lo instaron a huir sin demora, con su esposa y dos hijas. La frase "que se hallan aquí" implica que Lot tenía otros que no estaban "aquí", si bien no dispuestos a irse.
16.
Deteniéndose él.
Lot y su esposa creyeron pero les resultaba difícil abandonar todas sus posesiones. Lot se detuvo debido a una confusión y a un aturdimiento momentáneo, indeciso en cuanto a lo que debía llevar consigo al huir. Puesto que los ángeles no manifestaron preocupación por las posesiones de Lot, sacaron a los cuatro por la fuerza, "según la misericordia de Jehová para con él". Tal es la debilidad de la naturaleza humana, que aun un buen hombre puede cegarse con el mundo al punto de no poder apartarse de él. Es como quien, estando al aire libre durante una tormenta de nieve, al sentir una somnolencia fatal que va subiendo por sus miembros congelados, se viera tentado a entregarse a lo que sabe que es el sueño de la muerte. Necesita que alguien lo despierte y lo inste a ir a un lugar seguro.
17.
Escapa por tu vida.
Aquel con quien Abrahán había intercedido el día anterior se unió entonces con los ángeles, fuera de las murallas de la ciudad, y añadió una urgencia imperativa a la amonestación de ellos. La necesidad de que Cristo mismo se uniera a los ángeles en su exhortación a Lot, sugiere que él y su esposa estaban aún vacilantes en cuanto a abandonarlo todo. ¿No podría ser pospuesta la destrucción hasta que tuvieran la oportunidad de llevar sus posesiones? Si se les daba tiempo, quizá podrían aún persuadir a otros para que los acompañaran. ¿Por qué tanta premura? Pero Cristo apareció y ordenó: "Escapa por tu vida" (PP 157; cf. caps. 18: 21, 32; 19: 22).
No mires tras ti.
Puesto que apenas había tiempo suficiente para escapar del fuego que descendería tan pronto, no podría permitirse una demora adicional. Si se le hubiera concedido a Lot el tiempo requerido, habría encontrado dificultades cada vez mayores para irse con la fortuna acumulada durante toda una vida. Hasta podría haber decidido quedarse. Su única seguridad residía en una ruptura completa e inmediata con aquellas cosas que ataban su corazón a Sodoma. Así sucede con nosotros hoy día.
Escapa al monte.
La llanura, que una vez había sido tan atrayente por su belleza y fertilidad, se había convertido en el lugar más peligroso de la tierra, y debía ser abandonada. ¡Cuán fatal había sido la decisión de Lot de morar en esa región (cap. 13: 11)! Ahora debía encontrar refugio en los montes (ver Sal. 121: 1). Allí, entre las rocas y hendiduras de las montañas estaría a salvo del lago de fuego en que pronto se transformaría la bella llanura.
18.
No, yo os ruego, señores míos.
En vez de cooperar gozosamente con el plan de Dios para la preservación de su vida, Lot abusó de la gran misericordia de Dios. Refiriéndose a la supuesta imposibilidad de escapar a las montañas, rogó pidiendo permiso para refugiarse en la pequeña ciudad vecina de Bela (cap. 14: 2), llamada después Zoar, "pequeña", en este relato. Todavía no estaba Lot dispuesto a dejar la comodidad y el lujo de la vida ciudadana a cambio de lo que a él le parecía una existencia precaria e incierta.
22.
Zoar.
El hecho de que Lot tuviera que huir de nuevo a una cueva (vers. 30), puede ser tomado como que significa que Zoar también fue destruida posteriormente. La mayor parte de las autoridades en la materia dan por sentado que esa ciudad yace bajo el mar Muerto. Si tal fuera el caso, podría estar cerca de la ciudad llamada Zoara por Eusebio y colocada en el extremo sudeste del mar Muerto en el siglo VI de nuestra era en el mapa mosaico de Medeba (ahora Madeba).
24.
Azufre y fuego.
El castigo anunciado por los ángeles sobrevino súbita e inesperadamente (ver Luc. 17: 28, 29). Aunque sólo se 348 menciona aquí a Sodoma y a Gomorra, es claro que también fueron destruidas las otras ciudades de la llanura, Adma y Zeboim (Deut. 29: 23; Ose. 11: 8; Jud. 7). Tan sólo fue preservada la pequeña localidad de Bela, o Zoar, y eso sólo por poco tiempo (Gén. 19: 30; PP 164).
Las palabras "azufre y fuego" es un modismo común en hebreo para decir "azufre ardiente". Los milagros, mediante los cuales de tiempo en tiempo Dios ha intervenido en el proceso ordinario de la naturaleza, generalmente han consistido en el empleo desusado de las fuerzas y los elementos naturales existentes. Aun hoy día la región meridional del mar Muerto es rica en asfalto (ver com. de cap. 14: 3, 10). Todavía se escapan gases inflamables de las hendiduras de las rocas de la zona. El asfalto que ha subido a la superficie de la parte sur del mar Muerto le dio el nombre de lago Asfaltites en los tiempos clásicos. Las masas de asfalto que flotan en la superficie con frecuencia tienen un tamaño suficiente como para sostener a varias personas. Asfalto, azufre y otros materiales combustibles han sido extraídos y exportados de esta región durante años. Los árabes circunvecinos usan el asfalto para proteger sus huertos contra las plagas y para propósitos medicinales. No importa cuál haya sido el medio empleado para incendiar las ciudades, fuera de toda duda el holocausto fue milagroso pues la destrucción llegó en el preciso tiempo señalado por Dios.
Durante siglos, el paisaje chamuscado de esta región ha permanecido como un mudo testimonio de la gran catástrofe que convirtió su fértil llanura en un escenario de completa desolación. Moisés se refirió a ella como un ejemplo de aquello en lo que se convertiría la tierra de Israel como resultado de la desobediencia (Deut. 29: 21-24). Los escritores clásicos describen elocuentemente la región sur del mar Muerto como un territorio quemado de terreno escabroso, rocas calcinadas y suelo ceniciento. Mencionan también la ubicación de las ruinas de antiguas ciudades (Diodoro ii. 48. 7-9; Estrabón Geografía xvi. 2. 42-44; Josefo Guerras iv. 8. 4; Tácito Historias v. 6. 7). En los tiempos bíblicos, lo que ahora es el brazo meridional del mar Muerto era tierra seca. En años más recientes el nivel del mar, que no tiene desagüe, ha subido y ha cubierto la mayor parte de la región. Árboles muertos todavía sobresalen en esta zona del mar como una selva fantasmal.
Algunos eruditos han tratado de identificar las ciudades condenadas con ruinas descubiertas en Teleilat el-Gasul, en la orilla norte del mar Muerto. Sin embargo, un cúmulo de evidencias señala la extremidad meridional del mar como la ubicación de la gran catástrofe. Ese terrible acontecimiento se ha perpetuado en las tradiciones de la región hasta el día de hoy. Por ejemplo, se refleja en el nombre arábigo del mar Muerto, Bahar Lut, "lago de Lot", y de la cadena montañosa que bordea la orilla sudoccidental del lago, Jebel Usdum, "monte de Sodoma".
25.
Destruyó las ciudades.
Esta expresión sugiere un terremoto, pero también se usa para describir ciudades destruidas por la acción del enemigo en forma completa hasta dejarlas como a Sodoma y Gomorra (2 Sam. 10: 3; Isa. 13: 19). En el AT se hacen repetidas referencias a esta catástrofe (Deut. 29: 23; Isa. 1: 9; Jer. 49: 18; 50: 40; Amós 4: 11; etc.). Sirven como un ejemplo del castigo final mediante fuego sobre todos los impíos (2 Ped. 2: 6; Jud. 7).
26.
La mujer de Lot miró atrás.
Los ángeles habían sacado a los cuatro de la ciudad condenada y les habían dado instrucciones explícitas en cuanto a lo que debían hacer y lo que debían evitar, si querían salvar la vida. Pero no era suficiente meramente escapar de la ciudad; era necesario continuar cumpliendo con las instrucciones. La mujer de Lot miró atrás hacia la ciudad, donde estaban su hogar y sus posesiones y algunos de sus hijos. En ese momento rehusó renunciar a ellos. Su corazón endurecido ha convertido su recuerdo en una advertencia perpetua para los que quisieran ser salvados, pero están contentos con tomar medidas a medias y parecen haber renunciado al mundo mientras su corazón está todavía en él. Al no soportar hasta el fin, no pueden ser salvados (ver Mat. 24: 13; Fil. 1: 6). Es bueno no olvidar la solemne admonición de nuestro Señor: "Acordaos de la mujer de Lot" (Luc. 17: 32). Una mayor firmeza de parte de Lot en hacer caso a la orden de los ángeles habría significado la salvación de ella (PP 157, 158). Los ángeles la habían forzado a dejar la ciudad, pero no podían salvarla contra su voluntad. Ella era naturalmente una persona irreligiosa, probablemente oriunda de Canaán (PP 172). Eligió morir antes que 349 dejar Sodoma. Lamentamos su suerte; saquemos una enseñanza de su ejemplo.
Estatua de sal.
No se puede decir cuánto tiempo permaneció en forma visible la estatua de sal que contenía su cuerpo. En algunos lugares la orilla sudoccidental del mar Muerto presenta formaciones de rocas de sal, algunas de las cuales más o menos tienen la forma de figuras humanas. Los viajeros han llamado a una u otra de ellas "la mujer de Lot". Pero sería una necedad tratar de identificar así a cualquiera de ellas.
27.
Por la mañana.
Ansioso de conocer el resultado de su intercesión del día anterior, Abrahán volvió al lugar, al noreste de Hebrón, donde se había separado del Señor. Cuán grande debe haber sido su desengaño cuando vio que toda la llanura estaba en llamas y que su humo subía hacia el cielo.
29.
Dios se acordó de Abraham.
Aunque no pudo salvar las ciudades por las cuales Abrahán había intercedido, no obstante el Señor recompensó la oración intercesora de él salvando a aquellos que estuvieron dispuestos a salir. Como aquí se declara, por la intercesión de Abrahán la salvación fue ofrecida a la familia de Lot.
30.
Lot subió de Zoar.
Lleno de pánico, pronto Lot salió de Zoar temeroso de que ella pudiera compartir también la suerte de sus cuatro ciudades hermanas (PP 164).
36.
Concibieron de su padre.
Con este proceder las hijas de Lot revelaron la mala influencia de Sodoma. Habían crecido hasta ser mujeres en una región donde abundaban la embriaguez y toda otra forma de inmoralidad. Por lo tanto, su juicio estaba embotado, y su conciencia adormecida. Lot había podido proteger a sus hijas de que cayeran víctimas de los sodomitas (vers. 8), pero no había tenido el mismo éxito en estampar los principios de rectitud en su corazón. Deben ser más compadecidas que culpadas, pues Lot mismo compartió en su pecado. El fue responsable de las circunstancias que así culminaron, como también lo fue de beber el vino que le presentaron (ver com. de cap. 9: 21). El precio que pagó Lot por estar unos pocos años en Sodoma fue la pérdida de toda su familia. Los viles e idólatras moabitas y amonitas fueron su única posteridad.
37.
Moab.
Antepasado de los moabitas. Probablemente su nombre significa "de mi padre", como lo traduce la LXX. Aunque eran primos de los israelitas, los moabitas siempre fueron sus enemigos. Originalmente habitaron el territorio entre el Arnón y el Zered, al este del mar Muerto. Desde los días de David hasta los de Acab transitoriamente fueron tributarios de sus vecinos occidentales, pero recuperaron su independencia con su rey Mesa (2 Rey. 3: 4, 5), quien extendió su territorio hacia el norte.
38.
Ben-ammi.
El nombre del antepasado de los amonitas probablemente significa "hijo de mi pueblo". Así expresó su madre el hecho de que su padre y madre procedían de una misma familia. En realidad su hijo era su medio hermano, pero sus antepasados eran también los de ella. Los amonitas se volvieron nómadas y vivieron en la parte oriental de la región que está entre el Jaboc y el Arnón. El nombre de su fortaleza, Rabá Amón, se ha perpetuado en el nombre Ammán de la actual capital del reino de Jordania.
Es trágico el relato de Lot y su familia. Una mancha cubre el recuerdo de él para todas las generaciones. Su pecado fue perdonado, pero las malas consecuencias de los años dedicados al placer y a la acumulación de bienes han perdurado por generaciones después de él (PP 164).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-38 PP 152-167
1 CS 690; PP 154
1-3 2JT 569
2 DTG 463; PP 155
3-5, 7, 10, 11 PP 156
13 CV 48; PP 156
14 DTG 588; 2JT 75; PP 157; 4T 110
15, 16 PP 157; 4T 111
16 CS 484
17 2JT 75; 3JT 207; PP 158, 162, 163; TM 453; 8T 36
18, 19 4T 111
19-22 PP 158
23 PP 160
24 CH 110; CRA 71; 3JT 306
24, 25 PP 160
24-28 MJ 417
26 PP 159; 4T 111
30-38 PP 164 350
1 DE ALLÍ partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar.
2 Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara.
3 Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido.
4 Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente?
5 ¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.
6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases.
7 Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos.
8 Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera.
9 Después llamó Abimelec a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo.
10 Dijo también Abimelec a Abraham: ¿Qué pensabas, para que hicieses esto?
11 Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer.
12 Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer.
13 Y cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que tú harás conmigo, que en todos los lugares a donde lleguemos, digas de mí: Mi hermano es.
14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara su mujer.
15 Y dijo Abimelec: He aquí mi tierra está delante de ti; habita donde bien te parezca.
16 Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él te es como un velo para los ojos de todos los que están contigo, y para con todos; así fue vindicada.
17 Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos.
18 Porque Jehová había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec, a causa de Sara mujer de Abraham.
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
De allí partió Abraham.
No se da ninguna razón para la salida de Abrahán del encinar de Mamre, que estaba cerca de Hebrón (caps. 13: 18; 14: 13; 18: 1), hacia el sur, el Neguev (ver com. de cap. 13: 1). Parece que Dios guió sus pasos hacia allí, ya fuera para que prosiguiera su vida de peregrino o para que diera testimonio a los habitantes de la región. Además sus rebaños pueden haber necesitado nuevos campos de pastoreo, o algunos cambios políticos quizá perturbaron la paz y seguridad de la región. Si bien es cierto que los primeros aliados de Abrahán en Hebrón, Mamre, Escol y Aner eran amorreos (cap. 14: 13), indudablemente los hititas dominaron la región unos años después (cap. 23: 3). Algunos críticos han declarado que es imposible que los hititas hubieran alcanzado el sur de Palestina en una fecha tan remota como el siglo XIX AC, pero descubrimientos posteriores demostraron que así fue. Algunos quizá llegaron hasta Hebrón y expulsaron a los amorreos. Si así ocurrió, quizá Abrahán fue al Neguev para eludir las condiciones inciertas del período de transición. Cualquiera hubiera sido la razón que lo impulsó hacia el 351 sur, el caso es que allí estableció su hogar y permaneció durante unos 20 años.
Cades y Shur.
Cades-barnea estaba a unos 130 km. al sudoeste de Hebrón, y Shur estaba al oeste de Cades, no muy lejos de Egipto (cap. 16: 7). La palabra "habitó" parece indicar que Abrahán pasó algún tiempo en esta región, una permanencia que debe haber despertado recuerdos sagrados en el corazón de Agar (ver cap. 16: 7-14).
Gerar.
Puesto que la región sur del Neguev era semidesértica, pueden haber resultado inadecuados a veces sus campos de pastoreo. Esta zona tenía unos pocos oasis y posteriormente fue llamada "el desierto de Zin". Yendo otra vez hacia el norte, Abrahán moró transitoriamente en Gerar, un valle muy fértil que está al sur de Gaza. Enormes silos para depositar cereales, del período persa, descubiertos en el gran montículo de Gerar, muestran que era entonces el centro de una zona productora de cereales. Aunque faltan evidencias, la ciudad puede haber sido igualmente importante en tiempos anteriores.
2.
Es mi hermana.
Aun cuando Abrahán vivió en paz y seguridad dondequiera había levantado previamente su tienda en la tierra de Canaán, parece haber desconfiado del rey de Gerar, príncipe filisteo (ver com. de cap. 21: 32). Resulta paradójico encontrar que uno que había derrotado a las fuerzas expedicionarias combinadas de cuatro poderes mesopotámicos, sintiera de pronto un temor mortal ante un solo príncipe de una ciudad. Aún es más extraño descubrir que Abrahán, aquel modelo de fe, recurriera súbitamente al mismo ardid que le había provocado tantas dificultades y tanta ansiedad en Egipto (cap. 12: 10-20). Después de que había presenciado muchas evidencias del poder y de la protección de Dios, otro triste fracaso de su fe, tal como es éste, resulta ciertamente extraño. Habían pasado unos 20 años desde su error anterior, y es posible que el tiempo hubiera borrado la impresión que entonces recibió.
Abimelec.
El nombre Abimelec, "mi padre el rey", puede haber sido en realidad un título filisteo semejante al de Faraón en Egipto, en vez de un nombre propio. El rey de Gerar, en los días de Isaac, es llamado Abimelec (cap. 26: 8), como también lo es el rey Aquis de Gat en tiempo de David (1 Sam. 21: 10; cf. título del Sal. 34). Aparentemente el gobernante de Gerar había llevado a su harén a todas las mujeres solteras de su dominio que le agradaban. Después de haber transcurrido 25 años, parece extraño que Sara, a la edad de 90 años, todavía fuera tan atrayente como para ser deseada por un príncipe palestino. Es cierto que le quedaban a ella unos 40 años de vida. También es posible que Abimelec hubiera intentado ese casamiento para sellar una alianza con Abrahán. Indudablemente pensó que la presencia de Abrahán era un beneficio para él (ver cap. 20: 15).
3.
En sueños.
Los sueños eran la forma habitual por la cual Dios se revelaba a los paganos, como lo hizo con Faraón (cap. 41:1) y con Nabucodonosor (Dan. 4: 5). Dios daba visiones a los patriarcas y profetas, aunque a veces a ellos también les hablaba en sueños.
Muerto eres.
Literalmente "estás para morir". Abimelec contrajo la enfermedad que había caído sobre su casa (vers. 17).
4.
No se había llegado a ella.
Abimelec fue impedido de deshonrar a Sara, con la enfermedad peculiar que le había sobrevenido, acerca de cuya naturaleza hay poco revelado. Esta declaración fue hecha para evitar la posibilidad de que Isaac, próximo a nacer, pudiera ser considerado como hijo de Abimelec más bien que de Abrahán.
Señor, ¿matarás?
En los tiempos antiguos los sueños eran considerados como de origen divino. Por eso Abimelec creyó que quien se le apareció era un ser divino. La autoridad con la que se le dirigió Aquel que le hablaba, evidentemente era superior aun a la suya propia como rey.
6.
Con integridad de tu corazón.
Sin darse cuenta, Abimelec había hecho un mal a un embajador del Rey celestial. Parecería que este gobernante pagano hubiera sido un hombre de principios, pues su conciencia evidentemente estaba limpia en este asunto. Este hecho indica que los filisteos, en ese tiempo, de ninguna manera eran tan degenerados como los hombres de Sodoma. Quizá podría haberse dicho lo mismo también de otros pueblos de Canaán. Su iniquidad no había llegado "a su colmo" (cap. 15: 16).
7.
Es profeta.
Esta es la primera vez en que aparece el término "profeta", nabi'. Su raíz está en la palabra naba', que significa "proclamar", "dar voces", "declarar". Por lo tanto, tal como se la usa en la Biblia, la palabra "profeta", nabi', describe a uno que proclama mensajes divinos. Esos mensajes pueden relacionarse 352
ANDANZAS DE ABRAHÁN EN EL NEGUEV
353 con el pasado, el presente o el futuro y pueden consistir en descripciones, exhortaciones, instrucciones, consuelo o predicciones. Además el término implica la idea de ser intermediario. La palabra castellana "profeta" procede del griego profétes, una combinación de la preposición pro, o "en lugar de", con el verbo femí, "hablar". El profeta habla en lugar de alguien. Puede hablar al hombre en lugar de Dios, o viceversa. Parece claro por el vers. 7 que se habla aquí de Abrahán como profeta en el último de esos sentidos. Había de orar a Dios en favor de Abimelec.
El hecho de que el término nabi' se use por primera vez aquí, no elimina la creencia de que el espíritu de profecía estaba entre los hombres desde el mismo principio (Gén. 9: 25-27; Hech. 3: 21; Jud. 14, 15). Tampoco tiene valor la observación de que el uso de este término en los libros de Moisés prueba que no pueden ser anteriores al tiempo de Samuel, antes del cual un profeta era llamado "vidente" (1 Sam. 9: 9). Tal como usa Moisés el término, generalmente se aplica a un receptáculo de las revelaciones divinas. Durante el período de los jueces, el término "vidente", ro'eh, parece haberse comenzado a usar y parece haberse mantenido hasta el tiempo de Samuel, cuando lo reemplazó a su vez el vocablo más antiguo.
Orará por ti.
En Sant. 5: 16 se declara con todo énfasis el valor de la oración intercesora. La promesa hecha a Abimelec de que recobraría la salud mediante la intercesión de Abrahán respalda el principio de que un justo puede convertirse en el canal mediante el cual fluyen las bendiciones divinas (Hech. 9: 17, 18). El propósito de Dios es inducir a los que son sensibles a la verdad para que vayan a sus representantes humanos.
8.
Abimelec ... llamó a todos sus siervos.
La palabra hebrea traducida aquí "siervos" incluye a empleados de todas las categorías. Ellos también estaban vitalmente implicados en la situación, y sin duda esperaban de su rey una solución para el problema.
9.
Llamó Abimelec a Abraham.
El reproche anterior formulado por Faraón (cap. 12: 18, 19), ahora fue todavía más justificado. Las palabras de censura de Abimelec deben haber sido humillantes en extremo. El que había sido comisionado para representar -por precepto y por ejemplo al Dios verdadero ante los habitantes de Canaán, ahora merecía el reproche de uno de sus gobernantes paganos. Su falta no sólo había enturbiado la felicidad de su propio hogar sino que también se había convertido en una ocasión de sufrimiento para el pueblo de cuya hospitalidad disfrutaba.
12.
Es mi hermana.
Abrahán defendió su conducta dando por sentado que no había "temor de Dios" en Gerar y que, por lo tanto, su vida estaba en peligro (cap. 12: 4-13). También justificó el subterfugio con la excusa de que Sara era ciertamente "su hermana" - su medio hermana tanto como su esposa. Procuró dar la impresión de que no se había desviado de la letra estricta de la verdad. Pero su falta al no decir toda la verdad, lo convirtió en un engañador. En cuanto al matrimonio entre hermanos y hermanas, ver com. de cap. 4: 17.
13.
En todos los lugares.
No era ésta la primera ocasión en la cual Abrahán había pretendido que Sara era su hermana. Casi parecería que era su práctica usual, pero que hasta entonces Egipto había sido el único lugar donde el ardid produjo dificultad. El haber usado con éxito durante años el mismo engaño, desde aquella amarga experiencia con Faraón, había hecho que Abrahán fuera olvidadizo de su lección de estricta rectitud (ver Ecl. 8: 11). Quizá la relativa facilidad con que Dios lo había rescatado de graves dificultades también tendía a hacerlo menos cuidadoso.
La vida recluida de las mujeres, típica en el Oriente, hizo que fuera relativamente fácil que Abrahán continuara con esa práctica. Puesto que las mujeres pasaban mucho tiempo en las carpas, lejos de miradas curiosas, podían ver más a los hombres de lo que ellos las veían (ver Gén. 18: 9). La relación de Abimelec con ella debe haber sido casual, quizá en un momento de descuido cuando ella estuvo lejos de su hogar, tal vez al sacar agua de un pozo público (ver cap. 34: 1-4). Cualquiera hubiera sido el caso, se aproximaba rápidamente el tiempo del nacimiento del heredero prometido (cap. 21: 1) y Satanás se aprovechó de la debilidad de Abrahán para torcer el plan divino (ver com. de cap. 12: 12-19; cf. Apoc. 12: 1-4).
14.
Abimelec tomó ovejas.
Los obsequios de Abimelec fueron similares a los de Faraón (cap. 12: 16), pero fueron dados con un motivo diferente. Los regalos de Faraón fueron 354 dados "por causa de" Sara como una dote, pero los de Abimelec tenían el propósito de evitar el desagrado de Abrahán por el agravio que había sufrido.
15.
Mi tierra está delante de ti.
Esta oferta aparentemente generosa es precisamente lo opuesto del pedido de Faraón en circunstancias similares (cap. 12: 19, 20). Abimelec procuró que Abrahán entendiera con claridad que no había tenido el propósito de hacer el mal y que quería vivir en paz con este rico príncipe de Mesopotamia. Sabiendo la forma en que Abrahán había rescatado a los hombres de Sodoma algunos años antes, quizá Abimelec también temió sufrir algunas represalias por su conducta.
16.
Mil monedas de plata.
Aunque en el texto hebreo no figura la palabra "monedas" ni la palabra "siclo", evidentemente esta última es el complemento correcto del vocablo "mil". No existían monedas acuñadas en los tiempos anteriores a Persia. Los metales preciosos eran vaciados en moldes de ladrillo y recibían su valor de acuerdo con su peso. Puesto que el peso del siclo variaba mucho en distintas localidades y en tiempos diferentes, es difícil estimar su actual valor monetario. Una pesa de un siclo encontrada en las ruinas de Tell Beit Misrim, en Palestina, pesa 0,402 onzas av., o sea 11,4 g, en tanto que una de Ugarit, Siria, pesa 0,335 onzas, o sea 9,5 g. Por otra parte los siclos egipcios y babilonios varían entre 0,31 y 0,345 onzas, o sea 8,8 a 9,8 g. Si tomamos un siclo de 11,4 g (0,4 onzas) como equivalente a "monedas de plata", mil pesarían 11,4 kg. o 25 libras. Siendo que el poder adquisitivo de la moneda era mucho más alto entonces que ahora, la cifra dada debiera aumentarse considerablemente para representar el verdadero cuadro del valor de ese regalo. Probablemente Abimelec usó con ironía la expresión "tu hermano" como si hubiera estado diciendo: "este 'hermano' tuyo".
El te es como un velo para los ojos.
Es oscuro el significado de esta declaración hebrea. Si se toma literalmente, el "velo" sería para la protección del rostro. Si se toma en sentido figurado, sería un regalo con el propósito de aplacar la mala voluntad. La palabra hebrea traducida "él", que en la VVR se aplica a Abrahán, también podría tener otro significado: puede referirse al regalo. Si la palabra se refiere a Abrahán, Abimelec quiso decir que al hacer eso estaba poniendo a Sara bajo la protección de Abrahán, o que Abrahán debía cuidarla mejor en el futuro. Por otro lado, si se refiere al regalo, Abimelec habría querido significar: "Por favor, acepta mí regalo como una evidencia de tu inocencia, y también como una muestra de mi deseo de hacerte justicia". Tres detalles del contexto implican que esta expresión se refiere al regalo más bien que a Abrahán: (1) Abimelec deseaba la amistad de Abrahán (ver com. de vers. 15). (2) El regalo es el centro de atención en la declaración anterior. (3) El "velo" había de ser una evidencia para los que acompañaran a Sara y para todos los demás de que se había reparado el agravio y que el caso había quedado resuelto.
Los que están contigo.
Quizá esto se refiere a las sirvientas de Sara que tal vez estuvieron con ella durante el incidente. "Para con todos" puede referirse a los otros miembros de la gran casa de Abrahán o podría incluir a todos los que pudieran conocer este incidente. (Véase también el párrafo siguiente.) Asimismo sugiere que el "velo" puede haber tenido, por lo menos en parte, el propósito de ocultar el "rostro" de ella de la vista de los otros miembros de su casa, algo importantísimo entre los orientales.
17.
Dios sanó a Abimelec.
Si no se hubiera efectuado la restitución, el resultado hubiera sido la muerte (vers. 3, 7). La palabra hebrea traducida "siervas" se refiere a las esclavas del harén real. Una palabra diferente se emplea en el vers. 14 para describir a las "siervas" incluidas en el regalo del rey para Abrahán.
18.
Cerrado.
ún el cual el tener hijos se estimaba quizá como la mayor de todas las bendiciones, no podía haber una calamidad mayor que la esterilidad. El no tener hijos era un baldón (Gén. 30: 23; Luc. 1: 25; etc.). Además, si las esposas de la familia de Abimelec no iban a tener más hijos, finalmente la familia podría extinguirse.
1 VISITO Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado.
2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho.
3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.
4 Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado.
5 Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo.
6 Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo.
7 Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez.
8 Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac.
9 Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.
10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.
11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo.
12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.
13 Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.
14 Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba.
15 Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto,
16 y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró.
17 Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está.
18 Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación.
19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho.
20 Y Dios estaba con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco.
21 Y habitó en el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto.
22 Aconteció en aquel mismo tiempo que habló Abimelec, y Ficol príncipe de su ejército, a Abraham, diciendo: Dios está contigo en todo cuanto haces.
23 Ahora, pues, júrame aquí por Dios, que no faltarás a mí, ni a mi hijo ni a mi nieto, sino que conforme a la bondad que yo hice contigo, harás tú conmigo, y con la tierra en donde has morado.
24 Y respondió Abraham: Yo juraré.
25 Y Abraham reconvino a Abimelec a causa de un pozo de agua, que los siervos de Abimelec le habían quitado.
26 Y respondió Abimelec: No sé quién haya hecho esto, ni tampoco tú me lo hiciste saber, ni yo lo he oído hasta hoy.
27 Y tomó Abraham ovejas y vacas, y dio a Abimelec; e hicieron ambos pacto.
28 Entonces puso Abraham siete corderos del rebaño aparte.
29 Y dijo Abimelec a Abraham: ¿Qué significan esas siete corderas que has puesto aparte?
30 Y él respondió: Que estas siete corderas tomarás de mi mano, para que me sirvan de testimonio de que yo cavé este pozo.
31 Por esto llamó a aquel lugar Beerseba; porque allí juraron ambos.
32 Así hicieron pacto en Beerseba; y se levantó Abimelec, y Ficol príncipe de su ejército, y volvieron a tierra de los filisteos. 356
33 Y plantó Abraham un árbol tamarisco en Beerseba, e invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno.
34 Y moró Abraham en tierra de los filisteos muchos días.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
GÉNESIS CAP. 21
1.
Visitó Jehová a Sara.
Este acto de la gracia divina es llamado una "visita" de Jehová. El verbo traducido aquí "visitar", cuando se usa para una "visita" de Jehová, puede referirse a su venida para ejecutar el juicio que castigue a los hombres (Isa. 24: 21; Jer. 9: 25; Ose. 12: 2; etc.) o, como en este caso, para favorecerlos (Gén. 50: 24; Rut 1: 6; 1 Sam. 2: 21).
El nacimiento de Isaac fue contrario a lo que podía esperarse naturalmente (Gál. 4: 23; Heb. 11: 11). De vez en cunado Dios, en su trato con el pueblo escogido, le dio evidencias milagrosas de su poder divino y de su dirección a fin de inspirarle confianza en él (ver Juan 15: 11). Esos milagros alcanzaron un pináculo en el milagro más grande de todos los tiempos: la encarnación, vida perfecta, muerte vicaria, resurrección gloriosa y ascensión de Jesucristo (1 Tim. 3: 16).
2.
En el tiempo.
Como muchas de las promesas de Dios, ésta se cumplió precisamente a tiempo (caps. 17: 21; 18: 10, 14). El diluvio, la liberación de Egipto, el nacimiento del Mesías, junto con diversos acontecimientos predichos por Daniel y Juan, tuvieron lugar en cumplimiento de profecías que implicaban tiempo (Gén. 6: 3; Exo. 12: 41; Dan. 9: 25; Gál. 4: 4). Entre las repetidas promesas formuladas a Abrahán acerca del nacimiento de un hijo, sólo las que fueron inmediatamente anteriores a ese acontecimiento hicieron mención específica del tiempo en que se cumplirían. Al principio Abrahán fue informado tan sólo de que tendría un hijo. Posteriormente se le dijo que Sara daría a luz a ese hijo, y sólo en el mismo final se le dijo cuándo.
3.
Isaac.
Dios ya había elegido un nombre para el niño (cap. 17: 19). El nombre Isaac, que significa "él ríe", había de ser un recordativo perpetuo de la feliz ocasión cuando la fe se convirtió en realidad (ver Gén. 17: 17; 18: 12; 21: 6; Sal. 126: 2). El nacimiento de Samuel y el de Juan el Bautista, ambos en circunstancias similares, también provocaron gran gozo (1 Sam. 2:1; Luc. 1: 58).
4.
Circuncidó Abraham a su hijo.
Un año antes, Abrahán e Ismael junto con todos los otros varones de la casa habían sido circuncidados. La señal del pacto se aplicó ahora a Isaac, el hijo del pacto (ver com. de cap. 17: 10-14, 23).
5.
Era Abraham de cien años.
Habían pasado exactamente 25 años desde la primera promesa de un hijo (cap. 12: 1-4). No resulta claro si Isaac nació en Gerar o Beerseba (caps. 20: 15; 21: 31).
6.
Dios me ha hecho reír.
Un año antes la risa de Sara había reflejado descaro e incredulidad, pero ahora ella reía de gozo. Fue recompensada la perseverancia de Abrahán y Sara a través de lo que les parecieron largos y oscuros años de chasco y demora. Para ellos, el nacimiento de Isaac significó el alborear de un nuevo día (Sal. 30: 5). Era las "arras" o la prueba de que finalmente se realizaría la promesa en toda su integridad: la venida del Mesías, el Evangelio a todas las naciones y el hogar eterno en Canaán (Gén. 22: 18; Gál. 3: 16; Heb. 11: 9, 10). Los escritores bíblicos hacen repetidas referencias a este feliz acontecimiento (Isa. 54: 1; 51: 2, 3; Gál. 4: 22-28). A semejanza de Sara, "la- Jerusalén de arriba", "madre de todos nosotros", se regocija cuando le nacen hijos de la fe hoy día (Isa. 66: 10; Luc. 15: 10).
8.
Fue destetado.
Entre los orientales, el destete se realizaba a una edad más avanzada que en los países occidentales. De acuerdo con 2 Mac. 7: 27, las madres judías alimentaban a sus hijos durante tres años (ver también 2 Crón. 31: 16). Parece que Samuel fue llevado al santuario inmediatamente después de haber sido destetado, cuando ya podía ministrar delante del Señor (1 Sam. 1: 22-28). Es una costumbre oriental celebrar el destete de un niño mediante una fiesta ritual en la que se espera que él participe de una comida de alimento sólido por primera vez. Así se señala la terminación de la infancia.
9.
Se burlaba.
Algunos comentadores traducen la palabra hebrea metsajeq, "se burlaba" (VVR), como "jugaba", y llegan a la conclusión de que la declaración de Sara en los versículos siguientes fue el resultado de los celos. Piensan que no podía soportar el pensamiento de que Ismael compartiera la herencia de Abrahán. Otros explican este texto basándose en la explicación de Pablo de que Ismael fue expulsado del hogar de su padre porque perseguía a Isaac (Gál. 4: 29, 30). 357 La forma verbal metsajeq, se "burlaba", procede de la misma raíz que la palabra Isaac, "reírse". Sin embargo, al usarse aquí en la forma intensiva, expresa algo más que una sencilla risa: más bien significa ridiculizar. A los yernos de Lot les pareció "como que se burlaba", se mofaba del buen juicio de ellos, o estaba bromeando (Gén. 19: 14). Se usa la misma palabra en el caso de José, de quien dijo la mujer de Potifar que hacía "burla" de ellos, es decir que se mofaba de la generosidad de su esposo hacia él (cap. 39: 14-17). La orgía de los israelitas delante del becerro de oro también es descrita con el mismo verbo, traducido algo inadecuadamente en la VVR como "regocijarse" (Exo. 32: 6). Los filisteos hicieron comparecer al ciego Sansón para divertirse a costa de él (Juec. 16: 25). La única vez en que esta palabra se usa en sentido favorable se halla en Gén. 26: 8, donde se describe a Isaac acariciando a Rebeca. En conclusión, de acuerdo con la mayoría de los casos en que se usa la forma intensiva de este verbo, Ismael estaba "siempre mofándose", o burlándose de Isaac.
Ismael era 14 años mayor que Isaac, y por lo tanto tenía unos 17 años cuando éste fue destetado (ver caps. 16: 3; 21: 5). Sin duda siempre se había considerado como el hijo mayor y el heredero de Abrahán. Sin embargo, el nacimiento de Isaac y la fiesta del destete mostraban claramente que el hijo de Sara debía reemplazarlo, y como resultado se despertaron sus celos. No es de sorprender pues que Ismael se burlara de Isaac por ser menor y, por consiguiente, estar desprovisto de los derechos y privilegios de la primogenitura.
10.
Echa a esta sierva.
Las palabras de Sara, que reflejan celos y desprecio, son increíbles, ya que había sido ella misma quien le sugirió a Abrahán que tomara a Agar como mujer (cap. 16: 2, 3). Sara se refirió a Agar como a una esclava y a Ismael como al hijo de una esclava. Por supuesto, Sara tenía el derecho de reclamar que se aclarara legalmente la condición de su hijo, para que no pudiera surgir ninguna duda después de la muerte de Abrahán. Por eso le pidió a su esposo que echara a Agar y que desheredara a Ismael.
11.
Pareció grave en gran manera a Abraham.
Para Sara, Agar e Ismael eran intrusos. La primera, una egipcia de baja condición, una esclava extranjera; el otro, un muchacho mestizo que siempre causaría dificultades. Era de acuerdo con la naturaleza el que Abrahán no compartiera esos sentimientos. El no cuestionaba las prerrogativas de Isaac como el heredero prometido; pero Ismael también era su hijo. Durante años había pensado que él iba a ser el heredero más bien que Isaac. Ismael era su propia carne y sangre y amaba al muchacho que había sido su único hijo durante 14 años. Le parecía imposible a Abrahán complacer el deseo de Sara.
12.
Oye su voz.
Desde un punto de vista humano, parece extraño que Dios aprobara el pedido un tanto egoísta de Sara. Aunque Dios estuvo dispuesto a bendecir a Ismael (caps. 16: 10; 21: 13), y no censuró directamente a Abrahán por causa de Agar, nunca aprobó, con todo, la unión de Abrahán con ella. Para Dios ella siempre fue "la sierva", no su esposa. El incesante "burlarse" de Ismael (ver com. de vers. 9) hizo evidente que él continuaría perturbando la paz y la armonía del hogar mientras viviera Abrahán, y que a la muerte de éste probablemente por la fuerza insistiría en su pretensión a la primogenitura. Ahora resultaba claro que Ismael no podría quedar más tiempo en el hogar sin poner en peligro el plan de Dios para Isaac. Abrahán no había buscado el consejo de Dios al tomar a Agar, y ese acto apresurado hizo que ahora fuera necesaria la expulsión de un hijo a quien amaba tiernamente. Con todo, Dios consoló a Abrahán con la seguridad de que Ismael, como descendiente suyo, también compartiría algunas de las promesas hechas a él y llegaría a convertirse en una gran nación.
14.
Pan y un odre.
La palabra "pan" en hebreo es un término colectivo para toda clase de alimento. El "odre", hecho de una piel de cabra, debe haber contenido suficiente agua como para que ésta durara desde un pozo hasta el siguiente. En su fuga anterior, parece que Agar salió rumbo a su hogar en Egipto (cap. 16: 7), y quizá intentó hacer lo mismo ahora. La naturaleza generosa de Abrahán y su amor por Ismael indudablemente lo indujeron a proporcionarle una provisión adecuada para el viaje. Parece que la emergencia surgida más tarde se debió al hecho de que se extraviaran y estuvieran vagando sin rumbo por el desierto hasta que se les terminó el agua. Esto está implicado en las palabras "anduvo errante", de un verbo hebreo que significa "errar", "vagar", "extraviarse" 358 (ver Sal. 119: 176; Isa. 53: 6). No era el propósito de Dios que Agar e Ismael volvieran a Egipto ya que su promesa concerniente al muchacho no podría cumplirse allí. El que anduvieran errantes en el desierto fue indudablemente una providencia divina para él (ver Hech. 17: 26).
El muchacho.
Esto sugiere que Agar tuvo que haber viajado con Ismael además de transportar el agua y el alimento. Puesto que Ismael tenía unos 17 años (ver com. de cap. 21: 8, 9), es evidente que Agar no pudo haber cargado. El texto, pues, probablemente indica que Abrahán colocó algunas de las provisiones sobre los hombros de Agar y algunas sobre los de Ismael.
La expulsión de uno de sus hijos debe haber significado intenso sufrimiento para Abrahán (vers. 11). Pero, consciente de su propia responsabilidad por la situación que se había creado, se resignó ante la voluntad revelada de Dios en este asunto. La suerte de Agar e Ismael parecen en extremo duras, pero ellos habían hecho que esto fuera inevitable por su conducta con Isaac. Si hubieran estado dispuestos a aceptar un papel secundario, quizá podrían haber permanecido en el hogar de Abrahán hasta que creciera Ismael. Entonces podría haberse ido Ismael ya casado y con una parte de la riqueza de su padre. Con cuánta frecuencia una conducta mal calculada significa no sólo renunciar a las bendiciones de que podríamos disfrutar, sino también tener que soportar sufrimientos inútiles (ver Jer. 5: 25).
El desierto de Beerseba.
Beerseba, la ciudad más importante del extremo norte del Neguev - la región semiárida del sur-, era el centro de la ruta de varias caravanas que iban de Transjordania hacia la costa y de Palestina a Egipto. El desierto estaba al sur de la ciudad.
15.
Echó al muchacho.
Como se ha hecho notar ya, Ismael no era más niño, sino un muchacho crecido. La palabra "echó", aunque parece sugerir un tratamiento áspero, debe entenderse según se la usa en Mat. 15: 30, aplicada a los enfermos que eran "puestos" a los pies de Jesús para ser curados. En tal caso, sólo implica que eran entregados al cuidado solícito de él. Agar colocó a Ismael a la sombra del árbol, el único recurso a su alcance para aliviar su dolor. Al traducir "echó" del hebreo al griego, la LXX usa la misma palabra que emplea Mateo. Aunque desesperaba por la vida de su hijo, la madre procuró que por lo menos expirara en la sombra. Era todo lo que podía hacer por él.
16.
A distancia de un tiro de arco.
Parece que Agar dejó a Ismael porque la sed hacía que él delirase. Si ella hubiera estado cerca, eso tan sólo hubiera aumentado los sufrimientos maternos sin aliviar los de su hijo.
17.
Oyó Dios la voz del muchacho.
La palabra hebrea aquí traducida "voz" puede significar palabras audibles o inarticuladas, pronunciadas en oración o con desesperación, o quizá tan sólo se refiera a sus gemidos y respiración jadeante. También se usa la misma palabra hebrea para describir el retumbar del trueno, el murmurar de las hojas, el balido de las ovejas y el toque de la trompeta (Exo. 20: 18; 1 Sam. 15: 14; 2 Sam. 5: 24). Cualquiera sea el significado aquí asignado al término, lo importante es que Dios oyó y envió a su ángel con palabras de ánimo para Agar y un remedio para el dolor del muchacho.
19.
Dios le abrió los ojos.
Agar fue llevada a un pozo de agua que estaba cerca, un pozo que había estado allí todo el tiempo. El poder divino no produjo agua clara, sino una visión clara. Los pozos del desierto de Palestina eran hoyos artificialmente agrandados en el terreno, donde se recogía el agua de vertientes naturales, cuyas aberturas estaban ocultadas con piedras para impedir que los animales descarriados cayeran dentro. Sencillamente, Agar no se dio cuenta de la existencia de ese pozo hasta que providencialmente fue dirigida a él.
20.
Tirador de arco.
Ismael creció bajo la continua protección de Dios, y llegó a ser cazador, dedicándose a lo cual, pudieron sustentarse él y su madre.
21.
El desierto de Parán.
Esta región desértica está entre el golfo de Akaba y el golfo de Suez, al sur de Cades-barnea. Aunque Agar probablemente volvió a visitar su tierra natal para conseguir una esposa para su hijo, con todo, regresó a la región desértico del sur de Canaán. Posiblemente Dios mismo la orientó al desierto de Parán a fin de que allí Ismael pudiera estar libre de la corrupción de Egipto. Además, la zona norte de esta región estaba incluida en la tierra prometida a Abrahán. Quizá fue teniendo esto en cuenta por lo que Agar decidió establecer allí su hogar. 359
22.
En aquel mismo tiempo.
Esto puede referirse a los acontecimientos del capítulo precedente, a la expulsión de Agar e Ismael, o al casamiento de este último.
Dios está contigo.
Habiendo presenciado la bendición del cielo sobre Abrahán, primero en Gerar y después en Beerseba, Abimelec consideró que era ventajoso celebrar un pacto con él. Una relación más estrecha con un hombre tan próspero también podría beneficiarlo. Al principio se consideró superior a Abrahán, pero ahora Abimelec reconoció que Abrahán era infinitamente superior a él. Con ese propósito Abimelec y Ficol, comandante de su ejército, fueron a Beerseba para celebrar un tratado con él. Es posible que Ficol sea un nombre hebreo que significa "la boca de todos", aquel que en su condición de comandante daba órdenes al ejército de Abimelec, o puede tratarse quizá de un nombre filisteo de origen desconocido.
El hecho de que Dios esté con un hombre no puede pasar inadvertido mucho tiempo para otros. La evidente bendición de Dios que descansa sobre sus leales representantes origina el respeto de los que son testigos de sus vidas. En torno del más humilde cristiano hay una atmósfera de dignidad y poder.
25.
Abraham reconvino a Abimelec.
Sin embargo, antes de concluir el tratado propuesto, Abrahán protestó por la injusta apropiación de uno de sus pozos efectuada por los hombres de Abimelec. Aunque no se especifica el hecho, el pozo fue devuelto en esta oportunidad a Abrahán (vers. 28-30).
27.
Hicieron ambos pacto.
Dondequiera iba, Abrahán segura la sana práctica de vivir en paz con sus vecinos (Jer. 29: 7; Rom. 12: 18). Había formado una liga con los jefes amorreos Mamre, Aner y Escol, en Hebrón (Gén. 14: 13). Había ganado la gratitud del rey de Sodoma debido a su generosidad (cap. 14: 23). Ahora estaba listo para celebrar un tratado de amistad con un rey filisteo. Las ovejas y las vacas aquí mencionadas probablemente no fueron un regalo para Abimelec sino más bien los animales necesarios para la conclusión ceremonial del pacto (ver com. de cap. 15: 9-17). La forma verbal aquí traducida "hicieron" es la misma que aparece en el cap. 15: 18 y significa literalmente "cortar". Se refiere a la división en dos mitades de los animales del pacto, entre cuyas partes debían caminar los que participaban. Esta costumbre era común en los pueblos semíticos, y era practicada aún en los días de Jeremías (Jer. 34:18, 19). Abrahán y Abimelec deben haberla seguido en esta ocasión.
28.
Siete corderas.
Estas ovejas no se usaron en relación con la ratificación del pacto. Fueron un regalo de buena voluntad o un pago por el pozo que, aunque cavado por Abrahán, indudablemente estaba en territorio de Abimelec. La aceptación por Abimelec de las ovejas iba a ser un "testimonio" (vers. 30) del derecho de Abrahán al pozo en cuestión.
31.
Beerseba.
Como un recuerdo del pacto de amistad, Abrahán dio el nombre de Beerseba a ese lugar, lo que significa "pozo del juramento" o el "pozo de siete". No se sabe si el número siete estaba incluido en la ceremonia del pacto antiguo. En hebreo antiguo, las dos palabras, "siete" y "juramento", por lo menos en su forma de escribir eran idénticas. El hecho de que Abrahán diera "siete" ovejas a Abimelec como testimonio de su juramento puede indicar que la palabra "siete", sheba', tenía alguna relación con el acto de jurar, shaba'. Sin embargo, puesto que ésta es la única ocasión bíblica en la que aparece un regalo de siete animales en la confirmación de un pacto, no podemos estar seguros en cuanto a la validez de esta posibilidad.
Antiguamente Beerseba era la ciudad más meridional de la tierra de Canaán. La expresión "desde Dan hasta Beerseba" (Juec. 20: 1; 2 Sam. 24: 2; etc.) o "desde Beerseba hasta Dan" (1 Crón. 21: 2) se refería a todo el país. Beerseba ha estado habitada sin interrupción desde los días de Abrahán y ha retenido su antiguo nombre hasta el día de hoy. Pertenece al Estado de Israel y ha crecido grandemente en unas pocas décadas. Su población era de 84.000 habitantes en 1972.
32.
Tierra de los fílisteos.
La declaración de que Abimelec y Ficol "volvieron a tierra de los filisteos" después de sellar un tratado con Abrahán en Beerseba, implica que la zona alrededor de esta ciudad quedaba fuera de los límites reconocidos de Filístea. Al mismo tiempo, probablemente estaba bajo el dominio del príncipe de Gerar en el tiempo de Abrahán. De lo contrario, no es posible que hubiera surgido una cuestión por la propiedad del pozo.
Esta es la primera mención bíblica de la "tierra de los filisteos". La mayoría de los comentadores 360 modernos han visto en esta declaración el error histórico de un autor posterior, pues ellos pretenden que los filisteos no entraron en Palestina antes de la última parte del siglo XIII AC, mucho después del tiempo de Abrahán. Sin embargo, no hay razón para dudar de la presencia de los filisteos en Palestina durante el período patriarcal. Están mencionados en documentos de Ugarit, ciudad costera del norte de Siria, antes del siglo XV AC. El hecho de que las fuentes egipcias mencionen a los filisteos por el año 1200 AC por primera vez, no prueba que no se hubieran establecido en Palestina antes de ese tiempo. Tan sólo muestra que no jugaban un papel tan importante como el que les cupo más tarde en los días de Ramsés III, cuando ellos y otros "pueblos del mar" fueron tan numerosos como para que, durante un tiempo, pusieran en peligro a Egipto (ver Exo. 13: 17).
33.
Plantó Abraham un árbol tamarisco.
La palabra 'éshel, encontrada en formas similares en el árabe meridional, egipcio, asirio y arameo, denota una variedad de tamarisco, arbusto oriundo de las regiones semiáridas como el Neguev. Es lento para crecer pero tiene larga vida. Probablemente Abrahán plantó este tamarisco con el propósito de que sirviera como un recordativo de la transacción concerniente al pozo. Con frecuencia hoy día se plantan árboles conmemorativos.
Invocó allí el nombre de Jehová.
Como en todas las demás partes, Abrahán celebró culto público aquí también (Gén. 12: 7, 8; 13: 4, 18). El objeto de su culto era "el Dios eterno", literalmente "el Dios de eternidad", en contraste con las deidades paganas que no son sino hechura de los que las adoran (Ose. 8: 6). Abrahán adoraba al eterno Testigo de los tratados, a la eterna Fuente de las bendiciones que lo siguieron durante toda su vida, y al Padre inmortal que nunca chasquea a sus hijos.
34.
Moró Abraham en tierra de los filisteos.
Esto parece contradecir lo que se deduce del vers. 32, que Beerseba no pertenecía a la tierra de Filistea. Indudablemente esto admite dos conclusiones: (1) Filistea no tenía límites fijos en su zona desértico, y Beerseba puede haber sido pretendida por Abimelec, o (2) Beerseba estaba situada en el límite de Filistea, y Abrahán con frecuencia debe haber hecho pastar sus rebaños a través del límite.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-14 PP 142, 143; SR 79, 80
2, 3, 9-14 PP 142
10 SR 79
12 PP 147
33 8T 270
1 ACONTECIO después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su 361 mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 " Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. "
9 " Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. "
10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
13 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
15 Y llamó el ángel de Jehová a Abraham segunda vez desde el cielo,
16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
17 de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
19 Y volvió Abraham a sus siervos, y se levantaron y se fueron juntos a Beerseba; y habitó Abraham en Beerseba.
20 Aconteció después de estas cosas, que fue dada noticia a Abraham, diciendo: He aquí que también Milca ha dado a luz hijos a Nacor tu hermano:
21 Uz su primogénito, Buz su hermano, Kemuel padre de Aram,
22 Quesed, Hazo, Pildas, jidlaf y Betuel.
23 Y Betuel fue el padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que dio a luz Milca, de Nacor hermano de Abraham.
24 Y su concubina, que se llamaba Reúma, dio a luz también a Teba, a Gaham, a Tahas y a Maaca.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
GÉNESIS CAP. 22
1.
Después de estas cosas.
Se pasan por alto en silencio unos 17 años tranquilos. Isaac ya era un joven de 20 años (ver com. de cap. 21: 14; PP 144). También habían pasado 17 años desde que Abrahán recibiera de Dios el último mensaje que se registra. Súbitamente llegó una nueva revelación que representaba la prueba máxima que pudiera sobrevenir a un ser humano.
Probó Dios a Abraham.
La palabra hebrea nissah, "probó", admite distintos significados de acuerdo con las siguientes situaciones: (1) Cuando un hombre pone a prueba a otro. La reina de Sabá visitó a Salomón para "probarle con preguntas difíciles" con el fin de ver si su sabiduría era tan grande como su reputación (1 Rey. 10: 1). (2) Cuando Dios prueba o examina a un hombre (Exo. 16: 4; Deut. 8: 2, 16; 13: 3; 2 Crón. 32: 31). (3) Cuando un hombre pone a prueba a Dios tratando de obligarlo a proceder de acuerdo con los propósitos humanos. Esto es presunción, lo que es diferente de la fe (Exo. 17: 2, 7; Núm. 14: 22; Isa. 7: 12). Puesto que el verbo "tentar" se usa ahora generalmente para denotar un mal propósito, el verbo "probar" es el que corresponde cuando se refiere a Dios. El Altísimo nunca "tienta" a nadie (Sant. 1: 13).
Heme aquí.
Esta visión, que le sobrevino a Abrahán por la noche (PP 143), fue la octava ocasión en la que Dios habló a Abrahán (Hech. 7: 2; Gén. 12: 1; 13: 14; 15: 1; 17: 1; 18: 1; 21: 12). Los casos anteriores le habían enseñado a Abrahán a reconocer inmediatamente la voz de Dios, y estuvo listo para contestar. Esta breve conversación introductoria consiste, en hebreo, sólo en dos palabras, y en este respecto difiere de otras ocasiones similares del pasado.
2.
Toma ahora tu hijo.
Si estas palabras fueron pronunciadas lentamente, como es probable, Abrahán debe haber sentido sucesivamente orgullo, temor y horror. La repetición fue calculada por Dios para despertar el 362 afecto paternal y para preparar a Abrahán para la severa prueba que pronto seguiría. Al llamar a Isaac "tu único" hijo, Dios quería decir que sólo él era considerado como el heredero legítimo de la promesa. Esto contrasta con la expresión del cap. 21: 12, 13, donde Dios llama a Ismael "hijo de la sierva".
Tierra de Moriah.
El nombre Moriah no aparece sino dos veces en la Biblia, aquí y en 2 Crón. 3: 1. De acuerdo con este último texto, Salomón edificó su templo sobre el monte Moriah, al norte de la ciudad de David y al oeste del valle de Cedrón. Por lo tanto, la tierra de Moriah debe haber sido la zona montañosa en torno a Jerusalén. El nombre parece haber sido poco común.
Ofrécelo.
En los tiempos antiguos, era común el sacrificio de seres humanos, especialmente de niños. Tanto la Biblia como la arqueología afirman que los cananeos practicaban tales ritos. Por lo tanto, no era una idea extraña para Abrahán el sacrificar un primogénito ante la Deidad. Al paso que Dios prohibía explícitamente tales sacrificios (Lev. 18: 21), no es seguro si este punto resultaba claro para Abrahán. Ciertamente, tan sólo suponiendo que no entendió esta orden divina podemos explicar que no protestara ante la orden de Dios que le pedía sacrificar a su hijo.
3.
Muy de mañana.
Parece que Abrahán tenía el hábito de levantarse temprano (caps. 19: 27; 21: 14). Era un hombre de acción, y ahora que Dios había hablado, su único pensamiento fue obedecer inmediatamente. De todos modos, ¿cómo podía dormir con la mente abrumada con este mensaje? ¡Cuán imposible parecía todo! ¡Qué dudas deben haber torturado su mente! No confiando en sí mismo si se atrevía a demorarse y temiendo también la posible oposición e interferencia de Sara, determinó partir inmediatamente para el punto designado. En la prueba suprema de una vida larga y azarosa, Abrahán obedeció sin formular una sola pregunta, sin presentar una sola objeción y sin buscar el consejo humano. Cuando está implicado un principio, el cristiano maduro sólo pide tener una percepción clara del deber. Su cooperación emana de un corazón que sobreabunda de amor y consagración. Vive como en la misma presencia de Dios, sin que ninguna consideración humana nuble su comprensión de la verdad y del deber. Sin embargo, en esta ocasión, qué lucha debe haber existido en el corazón del "amigo de Dios", no tanto para decidir si debía obedecer, sino más bien para establecer con absoluta certeza, mediante la confirmación divina, que sus sentidos y razón no lo estaban engañando.
Enalbardó su asno.
La serie de breves declaraciones de este versículo expresan admirablemente la tranquila reflexión y el resuelto heroísmo con que procedió el patriarca a cumplir la orden divina. Su voz tranquila y sus manos firmes de ninguna manera traicionaron la emoción interna de un corazón quebrantado y sangrante. Todo lo necesario para el largo viaje se preparó rápidamente con sumo cuidado. No quedaba ningún rastro de los momentos de debilidad pasados. Como un noble héroe de la fe que ha terminado su preparación, Abrahán respondió inmediatamente cuando fue llamado a afrontar su hora suprema de prueba. Este fue el pináculo de su experiencia espiritual. Serenamente se elevó hasta una altura nunca superada por mortal alguno y se calificó para el honor de ser llamado "padre de los fieles".
4.
Al tercer día.
Dos días de viaje llevaron a los viajeros Abrahán, Isaac y dos servidores hasta la tierra de Moriah. Dos noches de insomnio habían sido pasadas en oración. Levantándose temprano por la mañana al tercer día, Abrahán contempló la señal de origen divino, una nube de gloria, que indicaba la montaña donde debía realizarse el sacrifico (PP 146).
5.
Esperad aquí.
El solemne deber que Abrahán estaba por cumplir le pareció demasiado sagrado para otros ojos y oídos humanos. Sólo Dios podía comprender. Durante dos días había ocultado sus pensamientos y emociones. Isaac iba a ser el primero en conocer y el único en compartir con él esa hora de pasión y emoción.
Yo y el muchacho.
Cada una de las tres formas verbales que siguen está en plural. La traducción castellana quizá no refleje la fe profética implícita en el hebreo. Literalmente Abrahán dijo a sus dos servidores: "Yo y el joven iremos más allá, y adoraremos, y volveremos otra vez". Aunque no entendía el propósito de Dios, creía firmemente que Dios levantaría a Isaac de los muertos (Heb. 11: 19). ¿Acaso no había prometido Dios, sin reserva ninguna, que Isaac iba a ser su heredero? (Gén. 21: 12). Abrahán no esperaba ser liberado 363
VIAJE DE ABRAHÁN AL MONTE MORIA
364 del horrible acto de sacrificar a su propio hijo, pero creía que Isaac le sería restaurado. Por eso habló con fe cuando dijo "Volveremos". Sólo por la fe era posible que él no esperara volver solo para informar a los hombres que con sus propias manos había quitado la vida de su hijo y lo había ofrecido a Dios (ver PP 146, 147). Es evidente la excelsitud de su experiencia espiritual, no sólo en su inmutable obediencia sino también por su fe resuelta en las promesas infalibles de Dios.
6.
Fueron.
Padre e hijo comenzaron la subida en silencio, Abrahán en meditación y oración e Isaac extrañado por la inusitada reserva de su padre respecto a la naturaleza y al propósito de su viaje. Estando a solas con él, la soledad hizo que Isaac expresara su extrañeza por la ausencia de un cordero.
7.
Padre mío.
Esta expresión cariñosa debe haber lacerado el corazón de Abrahán. Al ser usada por Isaac, joven bien educado de una culta familia semítica, esta forma de hablar expresaba su deseo de hacer una pregunta. Ningún hijo bien educado se atrevía a hacer preguntas o a formular declaraciones en la presencia de sus padres sin recibir permiso para hacerlo. Abrahán le dio ese permiso con su respuesta: "Heme aquí, mi hijo".
¿Dónde está el cordero? Esta pregunta directa sólo expresaba una extrañeza inocente. No hay nada en el relato que sugiera que Isaac sospechara en lo más mínimo que él iba a ocupar el lugar del cordero que faltaba. Su pregunta fue hecha con toda sencillez, sin ser maliciosa ni indebidamente imprudente.
8.
Dios se proveerá.
La respuesta de Abrahán constituye una expresión profético emanada de las alturas de la fe heroica hasta las cuales se había elevado su alma. Por inspiración señalaba tanto al carnero del vers. 13 como al Cordero de Dios, que en ese momento igualmente estaba más allá de los alcances de su vista. Si no hubiera sido por la convicción de que estaba haciendo la voluntad de Dios y que su "único" hijo le sería restaurado, la agonía de Abrahán ante el pensamiento de perder a Isaac hubiera sido insoportable. Con todo, la pregunta del muchacho debe haber atravesado el corazón del padre. ¿Comprendería Isaac?
9.
Edificó allí Abraham un altar.
Llegando al lugar donde en siglos posteriores se edificó el templo, padre e hijo levantaron un altar. Salem, la ciudad de Melquisedec, estaba a corta distancia hacia el sur. Pero un poco más allá, hacia el noroeste, se hallaba una colina que después se conoció con el nombre de Gólgota.
Ató a Isaac.
Cuando todo estuvo completo, y no faltaba nada sino la colocación del sacrificio sobre el altar, temblorosamente Abrahán le refirió a Isaac todo lo que Dios le había revelado y probablemente añadió a eso su propia fe en la restauración de Isaac. Es difícil imaginar los sentimientos encontrados que deben haber surgido en el pecho de Isaac: asombro, terror, sumisión y finalmente fe y confianza. Si tal era la voluntad de Dios, consideraría como un honor entregar su vida en sacrificio. Siendo un joven de 20 años, fácilmente podría haberse resistido. En vez de hacerlo, animó a su padre en los momentos finales anteriores a la culminación. El hecho de que Isaac entendiera y compartiera la fe de su padre fue un noble resultado de la cuidadosa educación que había recibido a través de su niñez y juventud. Así Isaac se convirtió en un símbolo adecuado del Hijo de Dios, que se sometió a la voluntad de su Padre (Mat. 26: 39). En ambos casos, el padre entregó a su único hijo.
10.
Tomó el cuchillo.
Habiendo colocado a la víctima atada sobre la leña, Abrahán estuvo listo para el último acto: matar a su hijo y prender fuego a la pila de leña. Como un símbolo del perfecto Cordero de Dios, Isaac no ofreció resistencia ni expresó ninguna queja (Isa. 53: 7).
11.
El ángel de Jehová le dio voces.
Mientras que en ocasiones anteriores Dios había hablado directamente a Abrahán, ahora envió su ángel (ver Hech. 7: 2; Gén. 12: 1; 13: 14; 15: 1; 17: 1; 18: 1; 21: 12; PP 148).
12.
No extiendas tu mano.
El patriarca había demostrado ampliamente su fe y obediencia y había satisfecho plenamente los requisitos de su Dios. Jehová no deseaba la muerte de Isaac. En realidad, no tenía interés en ninguna ofrenda que implicara un sacrificio ceremonial como tal. Pero siempre ha deseado la obediencia voluntaria de sus siervos (1 Sam. 15: 22; Ose. 6: 6). En lo que respecta hasta dónde podían ir la voluntad y el propósito de padre e hijo, el sacrificio fue completo. Dios reconoció la consagración de sus corazones como una ofrenda mucho más aceptable ante su vista, y aceptó su buena disposición a cambio del hecho (Heb. 11: 17). La voz 365 celestial también testifica que Dios rechaza los sacrificios humanos (Deut. 12: 31; 2 Rey. 17: 17; 2 Crón. 28: 3; Jer. 19: 5; Eze. 16: 20, 21). No tienen fundamento las declaraciones de algunos críticos de la Biblia al afirmar que los hebreos, como parte de su servicio regular de culto, practicaban sacrificios humanos, tan comunes entre los cananeos y otros pueblos de la antigüedad. Es cierto que en períodos de apostasía los judíos practicaron ese rito, pero fue en directa violación de la orden de Dios (Sal. 106: 37, 38; Isa. 57: 5; etc.).
13.
Fue Abraham y tomó el carnero.
Al descubrir el carnero y al aceptar su presencia como una señal adicional de la providencia de Dios, Abrahán no necesitó esperar instrucciones de Dios respecto a lo que tenía que hacer con él. Aquí estaba el cordero que Abrahán había dicho que Dios proveería (vers. 8). No se habían traído en vano la leña el fuego y el cuchillo, ni se había erigido el altar inútilmente.
14.
Jehová proveerá.
Recordando ahora sus propias palabras proféticas dirigidas a Isaac, Abrahán llamó el lugar Jehová-jireh, "Jehová proveerá". Añade Moisés que este nombre dio lugar al proverbio "En el monte de Jehová será provisto". Es algo oscuro el significado de este proverbio. Indudablemente, recuerda la expresión de fe de Abrahán de que, en el monte divinamente señalado, Dios mismo proveería un medio de salvación. Este proverbio constituyó una expresión de la esperanza mesiánica, aunque su significado no hubiera sido siempre completamente claro a los que lo citaban. Sobre este lugar sagrado, en el lugar santísimo del templo de Salomón, posteriormente estableció su morada la Shekinah, gloria de Dios. Cerca de este monte los dirigentes judíos, en su dureza, rechazaron al verdadero Cordero de Dios.
15.
El ángel de Jehová.
Después de que el carnero había sido ofrecido, el ángel habló otra vez. Antes de la experiencia registrada en el cap. 22, Dios se había comunicado con Abrahán siete veces (ver com. del vers. 1). Esta es la última revelación divina a Abrahán que se registra. Dios aceptó su lealtad y obediencia y reafirmó las promesas hechas con tanta frecuencia en ocasiones anteriores.
16.
Por mí mismo he jurado.
El propósito de un juramento es confirmar lo que se ha declarado. Los hombres invocan a Dios para que testifique de la integridad de ellos. Puesto que no hay nadie más alto que Dios (Heb. 6: 13), él jura por sí mismo (Isa. 45: 23; Jer. 22: 5; 49: 13; etc.). Al comprometerse a sí mismo, Dios, por causa del hombre, sigue una costumbre familiar para los hombres a fin de convencerlos de la seguridad de las promesas divinas.
17.
Poseerá las puertas de sus enemigos.
Sólo aquí, entre las promesas dadas a Abrahán, se hace referencia a los "enemigos" sobre los cuales triunfaría su descendencia. Probablemente ésta es una predicción de que sus descendientes serían victoriosos sobre sus enemigos en la futura conquista de Canaán. También podría incluir el triunfo de la verdad sobre los sistemas religiosos paganos. Es decir, la conversión de los paganos mediante la labor misionera de los hijos espirituales de Abrahán.
20.
Fue dada noticia a Abraham.
Algún mensajero no identificado llegó a Beerseba con una noticia de Nacor, el hermano de Abrahán que había quedado en Harán. Esta noticia consistió en un breve resumen de los descendientes de Nacor. Se incluye aquí para mostrar el origen de Rebeca, que pronto se convertiría en la esposa de Isaac.
Milca.
Esta hija de Harán, que se había casado con su tío Nacor (cap. 11: 29), había dado a luz ocho hijos, nombrados en los versículos siguientes. Esto no implica que Milca sólo recientemente había comenzado a tener hijos (ver com. de cap. 11: 30), sino que habían pasado muchos años desde que Abrahán oyó por última vez de la familia de Nacor.
21.
Uz su primogénito.
Este nombre aparece también en la lista de los hijos de Aram (cap. 10: 23). Son dos individuos diferentes.
Buz su hermano.
Junto con Dedán y Tema, se menciona a Buz como una tribu árabe (Ver. 25: 23). Eliú era "buzita" (Job 32: 2, 6). La tierra de Bazu en las inscripciones asirias de Esarhaddón, parece haber sido la zona habitada por esta tribu. No es seguro que la tribu de Buz hubiera descendido de Buz, el hijo de Nacor.
Kemuel.
No aparece mencionado en ninguna otra parte de la Biblia. Sin embargo, había un caudillo efrainita de ese nombre en tiempo del éxodo, y también un levita del tiempo de David (Núm. 34: 24).
Padre de Aram.
Este nieto de Nacor no es el progenitor de los arameos (cap. 10: 22). Sin 366 embargo, puede haber llevado este nombre en honor de Aram, el hijo de Sem.
23.
Betuel fue el padre de Rebeca.
Nada se sabe de los otros hijos de Nacor con excepción de Betuel, el menor. Betuel es importante por ser padre de Labán y Rebeca (caps. 24: 15, 24, 47, 50; 25: 20; 28: 2, 5). Betuel literalmente significa "morada de Dios". Esto podría indicar que fue un hombre piadoso. La omisión del nombre de Labán de esta lista sugiere que todavía no había nacido.
24.
A Tahas y a Maaca.
Nada se sabe de Teba y de Gaham salvo sus nombres. Tahas quizá dio su nombre a Tajsi, región del Líbano mencionada en las cartas de Amarna, y Maaca a una región al pie del monte Hermón (2 Sam. 10: 6, 8; 1 Crón. 19: 7; etc.).
El hecho de que los tres descendientes de Taré -Nacor, Ismael y Jacob tuvieran cada uno doce hijos ha sido considerado por algunos eruditos críticos como una simetría artificialmente inventada. Pero los críticos no explican por qué hombres importantes como Abrahán e Isaac no tuvieron también doce hijos.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-19 PP 144-151; SR 80-83
1, 2 PP 144
2 DTG 434; 1JT 486, 503; PP 145; SR 80
2-12 1T 454
3 1JT 486, 503
3, 4 PP 146
3-6 1JT 352
5-8 PP 147
7 1JT 352
7, 8 DTG 87; PP 151; SR 82
8 DTG 435
9 CS 20; 1JT 352; PR 26
9, 10 PP 147
10, 11 1JT 353
11, 12 PP 148; SR 82
12 DTG 434; 1JT 129, 353, 447, 487; PP 151
13 SR 83
13-18 PP 148
15-18 SR 83
16 1JT 74
16-18 CS 20; PR 26
18 HAp 181; PP 387; PR 273
19 1JT 353
1 FUE la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara.
2 Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla.
3 Y se levantó Abraham de delante de su muerta, y habló a los hijos de Het, diciendo:
4 Extranjero y forastero soy entre vosotros; dadme propiedad para sepultura entre vosotros, y sepultaré mi muerta de delante de mí.
5 Y respondieron los hijos de Het a Abraham, y le dijeron:
6 Oyenos, señor nuestro; eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te negará su sepulcro, ni te impedirá que entierres tu muerta.
7 Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het,
8 y habló con ellos, diciendo: Si tenéis voluntad de que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón hijo de Zohar,
9 para que me dé la cueva de Macpela, que tiene al extremo de su heredad; que por su justo precio me la dé, para posesión de sepultura en medio de vosotros.
10 Este Efrón estaba entre los hijos de Het; y respondió Efrón Heteo a Abraham, en presencia de los hijos de Het, de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo:
11 No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en 367 ella; en presencia de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta tu muerta.
12 Entonces Abraham se inclinó delante del pueblo de la tierra,
13 y respondió a Efrón en presencia del pueblo de la tierra, diciendo: Antes, si te place, te ruego que me oigas. Yo daré el precio de la heredad; tómalo de mí, y sepultaré en ella mi muerta.
14 Respondió Efrón a Abraham, diciéndole:
15 Señor mío, escúchame: la tierra vale cuatrocientos siclos de plata; ¿qué es esto entre tú y yo? Entierra, pues, tu muerta.
16 Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, en presencia de los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes.
17 Y quedó la heredad de Efrón que estaba en Macpela al oriente de Mamre, la heredad con la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que había en la heredad, y en todos sus contornos,
18 como propiedad de Abraham, en presencia de los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad.
19 Después de esto sepultó Abraham a Sara su mujer en la cueva de la heredad de Macpela al oriente de Mamre, que es Hebrón, en la tierra de Canaán.
20 Y quedó la heredad y la cueva que en ella había, de Abraham, como una posesión para sepultura, recibida de los hijos de Het.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
GÉNESIS CAP. 23
1.
La vida de Sara.
Como madre de todos los creyentes (Isa. 51: 2; 1 Ped. 3: 6), Sara es la única mujer cuya edad en el momento de morir es mencionada en las Escrituras. Isaac tenía 37 años a la muerte de ella (Gén. 17: 1, 17; 21: 5).
2.
Quiriat-arba.
Abrahán se había trasladado a su antigua residencia cerca de Hebrón (caps. 13: 18; 18: 1). Habiendo vivido casi 40 años en la tierra de los filisteos (caps. 20: 1; 21: 31-34; 22: 19), volvió entonces a la Canaán propiamente dicha, hecho que anota Moisés específicamente. Quiriat-arba (Jos. 14: 15; 15: 13; 21: 11), que significa "ciudad de Arba", recibió ese nombre de uno de los gigantes anaceos que indudablemente la fundó. El nombre Hebrón fue dado a la ciudad un tiempo después.
Duelo por Sara.
Aparentemente es el único rito fúnebre observado por Abrahán. Esto probablemente se refiere a un duelo formal: sentarse en el suelo y llorar en la presencia del muerto. Posteriormente, el duelo se convirtió en un ritual complicado que incluía ceremonias tales como rasgarse los vestidos, afeitarse la cabeza, vestirse de saco y cubrirse la cabeza con polvo y ceniza (2 Sam. 3: 31; Job 1: 20; 2: 12).
3.
Habló a los hijos de Het.
Los habitantes de la región son aquí llamados los hijos de Het o hititas (vers. 10). Durante el primer período de residencia de Abrahán, los amorreos habían estado en posesión de Hebrón (ver com. de cap. 20: 1). Las objeciones críticas en cuanto a la presencia de los hititas en la Palestina meridional en este período antiquísimo no están confirmadas por los descubrimientos arqueológicos más recientes.
En realidad, a la luz de las leyes de los hititas se pueden explicar mejor algunos detalles relacionados con este relato. (Véase vers. 11, 17, y M. R. Lehmann en Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 129 [Feb. 1953], págs. 15-18.)
4.
Extranjero y forastero soy.
Es digna de notarse la forma cortés en que Abrahán se dirigió a los hititas, el "pueblo de aquella tierra" (vers. 7, 12, 13). Admitió francamente su condición de transeúnte y no pretendió tener derecho a nada de la tierra (Heb. 11: 13). Dios le había prometido toda Canaán. Con unos pocos centenares de sus criados había derrotado a las fuerzas aliadas expedicionarias de Mesopotamia (Gén. 14). Estos mismos hititas lo habían reconocido como a un "príncipe de Dios" (cap. 23: 6). Sin embargo, humildemente Abrahán no presentó ninguna demanda a sus vecinos, y pidió permiso para conseguir el título de propiedad de una parcela de tierra, no por derecho, sino como un favor y por un precio.
Sepultura.
Esa es la primera tumba mencionada en las Escrituras. Muchas naciones paganas de la antigüedad incineraban a sus difuntos, pero los hebreos preferían enterrarlos. El deseo de ser sepultado en la tierra de uno mismo es común a la gente de todos los siglos, todas las razas y todos los niveles de cultura.
6.
Eres un príncipe de Dios.
Los heteos 368 respondieron cortésmente al pedido de Abrahán, correspondiendo a su cortesía. Rehusando aceptar la forma en que se consideraba él mismo como "extranjero" entre ellos, lo reconocieron como a un "príncipe de Dios", expresión que, de acuerdo con un modismo familiar hebreo, podría legítimamente traducirse "príncipe poderoso". Al designar a Abrahán como un "príncipe poderoso" los heteos expresaron su reconocimiento de Abrahán como un hombre a quien Dios había favorecido.
Ninguno de nosotros te negará.
Aprobaron cordialmente el pedido de Abrahán. Para comenzar le ofrecieron poner a su disposición los lugares donde ellos sepultaban a sus muertos; un gesto verdaderamente cortés.
7.
Abraham se levantó.
La cortesía oriental, el tacto y el trato mediante regateos resaltan en los arreglos entre Abrahán y los hijos de Het. Abrahán expresó su aprecio inclinándose, un ademán común oriental de gratitud. No encontrando oposición a su pedido un tanto vago, Abrahán formuló una propuesta concreta.
8.
Interceded por mí.
En una forma típicamente oriental, Abrahán no dirigió su pedido a Efrón mismo, sino que pidió a los ancianos de la ciudad que usaran su influencia para conseguir la propiedad deseada. Habían de ser sus intermediarios para realizar la transacción. Un proceder tal le permitiría concluir el convenio con mayor presteza y también evitaría incomprensiones que pudieran surgir de otra manera. El buen nombre de toda la comunidad aseguraría un trato justo y protegería de las críticas tanto a Abrahán como a Efrón.
9.
Macpela.
Este nombre se ha explicado en diversas formas. Algunos lo han tomado como un nombre propio, otros como la descripción de alguna peculiaridad de la caverna. Proviene de la raíz kafal, "duplicar", lo que sugiere que podría ser una cueva doble o quizá con dos entradas. Parece preferible la primera interpretación. En esa cueva fueron depositados sucesivamente los restos de Sara, Abrahán, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob (caps. 25: 9; 49: 31; 50: 13). De la gran familia patriarcal, sólo Raquel quedó ausente (cap. 35: 19). Macpela ha sido identificada con dos cuevas, una encima de la otra, debajo de una mezquita musulmana en una loma cerca de Hebrón. Durante siglos el acceso estuvo prohibido, pero en 1882 se hizo una excepción con el entonces futuro Jorge V de Inglaterra y su hermano. Desde la Primera Guerra Mundial, varios cristianos han tenido la oportunidad de visitar la cueva superior, la cual contiene piedras marcadas que llevan los nombres de Abrahán, Sara, Isaac, Jacob, Rebeca y Lea. Estas lápidas deben señalar sus tumbas reales en la cueva inferior labrada en la roca. Si esta antiquísima tradición concuerda con los hechos, no se puede determinar hasta que se permita realizar estudios científicos en la cueva inferior.
11.
Te doy la heredad.
Toda esa clase de transacciones se hacían en la puerta de la ciudad (Gén. 34: 20; Rut 4: 1). Habló Efrón, que obviamente era uno de los nobles presentes y es mencionado por nombre. Ostensiblemente ofreció a Abrahán la heredad que contiene la cueva como un regalo directo. Esta oferta obedece a una buena costumbre oriental que se ha mantenido viva en algunos lugares hasta el día de hoy. Por supuesto, todos sabían que esa oferta no debía tomarse en serio. Efrón no estaba dispuesto a vender la cueva sin la heredad.
La razón para este anhelo de Efrón de vender toda la propiedad y no sencillamente parte de ella, reside en las leyes hititas (Nos. 46, 47), que permitían la exoneración del servicio feudal solamente si todo el campo es vendido, pero no si se dispone de él en fragmentos. Por eso, si Abrahán hubiese comprado tan sólo la cueva, el pago de impuestos de Efrón no habría disminuido, al paso que si Abrahán finalmente compraba toda la propiedad, se transferían las obligaciones feudales de Efrón a Abrahán, el comprador.
13.
Yo daré el precio.
Reconociendo en la respuesta de Efrón su disposición para que él quedara con la cueva si compraba el campo en que ella estaba, nuevamente Abrahán se inclinó en señal de gratitud. Por supuesto, declinó aceptar la propiedad de Efrón como un regalo, y preguntó el precio, expresando su deseo de pagarlo.
15.
Cuatrocientos siclos.
Unos 230 dólares (ver com. de cap. 20: 16). Ahora Efrón mencionó su precio, queriendo decir que era una bagatela para un hombre rico como Abrahán. Aunque el precio parece muy razonable en términos de los valores modernos, en el tiempo de Abrahán debe haber parecido exorbitante. Los registros babilonios revelan 369 que los campos por término medio eran entonces vendidos a 8 siclos la hectárea, y los huertos más fértiles a 80 siclos por hectárea. De acuerdo con las normas de Babilonia, Abrahán podría haber comprado un campo de unas 50 hectáreas por ese dinero. Aunque no sabemos cuán grande era el campo de Efrón, Moisés parece dejar la impresión de que, para obtener una buena ganancia, Efrón se aprovechó de la fama de Abrahán. De otra manera, Efrón no habría ofrecido a Abrahán el campo además de la cueva (ver com. del vers. 11).
16.
Pesó Abraham.
Deseando evitar cualquier sentimiento de enemistad, Abrahán, como semita a merced de los hititas, antes que regatear el precio pagó sin cuestionar. Entonces, como ahora, se acostumbraba un proceder tal por todo el Oriente, y Efrón indudablemente esperaba que Abrahán procediera así. Como "príncipe poderoso", un rico jefe nómada, Abrahán quizá sintió que el regateo disminuiría su dignidad, o quizá deliberadamente eligió evitar la reputación de ser un negociante difícil. Pagó todo al contado, de acuerdo con las normas comerciales comunes, como lo indica la frase "plata de buena ley entre mercaderes".
17.
La heredad.
Aquí se presentan algunas estipulaciones del contrato, sin duda expresadas con mayores detalles en una escritura pública. Numerosos contratos tales de aquel tiempo -de Ur, el antiguo hogar de Abrahán, y de otras partes de Mesopotamia presentan un cuadro claro de la forma de tales contratos. Sin duda el título de propiedad de Abrahán contenía una descripción exacta de la propiedad y su ubicación e incluía una lista de los árboles y otros objetos, en este caso también la cueva. Por ejemplo, si los árboles no se hubieran incluido específicamente, Efrón podría haber reclamado el fruto de ellos cada año.
Una vez más, éste es un detalle interesante que muestra que los hititas estuvieron implicados en toda la transacción, puesto que la lista exacta del número de árboles de cada venta de una propiedad es una de las características de los documentos comerciales hititas.
19.
Sepultó Abraham a Sara.
La cueva estaba situada cerca de Mamre, donde Abrahán había vivido antes del nacimiento de Isaac. Abrahán dejó a su amada esposa descansando a la vista del bosquecillo que había sido su hogar durante tantos años, donde habían compartido sus gozos y sus dolores, sus chascos y sus esperanzas.
Al oriente de Mamre.
Mamre no era otro nombre para Hebrón, sino que sencillamente era otro lugar que estaba en sus proximidades (Gén. 13: 18).
En la tierra de Canaán.
Esta frase hace resaltar, como en el vers. 2, que Sara encontró su último lugar de descanso en una parcela de terreno perteneciente a Abrahán en la tierra prometida de Canaán.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
7 MeM 198
17-20 PP 166
1.
Era Abraham ya viejo.
Los sucesos narrados en este capítulo ocurrieron tres años después de la muerte de Sara (cap. 23: 1, 2). Puesto que Sara tenía 90 años cuando nació. Isaac, y éste 40 cuando se casó con Rebeca (cap. 25: 20), Abrahán tenía unos 140 años en este tiempo (cap. 17: 17).
2.
Un criado suyo, el más viejo.
Eliezer era el siervo de mayor confianza en la casa de Abrahán (PP 169). Medio siglo antes, de primera intención él había sido elegido por Abrahán como su posible heredero (cap. 15: 2). Ahora fue llamado por Abrahán para una misión importantísima.
Tu mano debajo de mi muslo.
Esta antigua ceremonia que acompañaba a un solemne juramento sólo se menciona otra vez en el cap. 47: 29. En ambos casos las circunstancias sugieren una promesa que había que cumplir fielmente después de la muerte de aquel a quien se hacía la promesa, es decir que se cumplía con su posteridad. La muerte de una de las partes, no desobligaba a la otra de su juramento. Las explicaciones de esta costumbre varían algo entre los comentadores. Considerada como el origen de la posteridad (Gén. 35: 11; 46: 26; Exo. 1: 5), se ha entendido que la palabra "muslo" o "lomos" (el mismo vocablo en hebreo) señalaba hacia la futura descendencia de Abrahán, en particular a Cristo, la Simiente prometida. Si es así, por así decirlo el juramento era formulado por -o en el nombre de Aquel que había de venir. Otros intérpretes han considerado el muslo como símbolo de señorío o autoridad, y el colocar la mano debajo de él un juramento de fidelidad a un superior.
3.
No tomarás para mi hijo mujer.
Aunque Abrahán iba a vivir otros 35 años (cf. cap. 25: 7, 20), parece haberse sentido algo débil en este tiempo (vers. 1). La autoridad dada a Eliezer en la elección de una esposa implica una encomiable sumisión de parte de Isaac, que ya tenía 40 años. En tiempos antiguos,
como es hasta hoy día en el Oriente, los padres elegían el cónyuge y hacían los arreglos para la boda de sus hijos. Esto de ninguna manera implicaba que los deseos de los jóvenes mismos eran ignorados (ver vers. 58, 67; PP 168). La larga demora en hacer planes para el casamiento de Isaac probablemente se debió al deseo de Abrahán de evitar que su hijo tomara una esposa cananea, ya que hasta entonces no había procurado conseguir una de Harán (vers. 3-6). La muerte de Sara quizá había añadido un sentido de urgencia al asunto.
De los cananeos.
Conociendo el creciente libertinaje y la idolatría de los cananeos y su inminente condenación, Abrahán deseaba conservar la pureza de la simiente prometida. Su propia experiencia con Agar y las vicisitudes de Lot e Ismael le habían enseñado el peligro de las alianzas con gente de origen pagano (PP 171). Además Dios ya había prohibido el casamiento con los cananeos, prohibición que más tarde se incorporó en la legislación mosaica (Exo. 34: 16; Deut. 7: 3).
4.
A mi tierra.
No a Ur de los Caldeos, sino a Harán, ambos lugares de la Mesopotamia. Aunque no estaban libres de la idolatría, los parientes de Abrahán preservaron, en cierta medida, el conocimiento y el culto del Dios verdadero (Gén. 31: 19; Jos. 24: 2; PP 168). Por lo tanto, una nuera tomada de ellos parecia muy preferible a una que procediera de los degradados cananeos.
6.
Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá.
Solemnemente Abrahán encargó a Eliezer que no le permitiera a Isaac que fuera a Mesopotamia. Sentía que ni él ni su hijo debían regresar allí ni siquiera para una visita. Esto, junto con su edad avanzada (vers. 1), probablemente influyó en él para que no volviera en persona a conseguir una esposa para su hijo.
7.
El enviará su ángel.
Esta tierna expresión de confianza en la dirección divina revela la permanente convicción de Abrahán de que él y sus asuntos estaban bajo la dirección y protección de Dios. La misma seguridad de dirección divina dada a Eliezer posteriormente fue prometida al pueblo de Israel (Exo. 23: 20) y a la iglesia cristiana (Heb. 1: 14).
8.
Serás libre.
En vista de la naturaleza sagrada y obligatoria de su juramento, Eliezer experimentó una preocupación justificable 373
VIAJE DE ELIEZER
374 en cuanto a su responsabilidad en caso de que ninguna mujer quisiera volver con él a Canaán. Abrahán le aseguró a Eliezer que podría contar con Dios, pues no le dejaría, habiéndolos guiado hasta allí. Eliezer podía emprender el viaje teniendo confianza en la conclusión feliz de su misión. Pero si por alguna razón sucedía lo contrario, debía considerarse libre de una obligación posterior respecto al juramento, con la excepción de que en ninguna circunstancia debía permitir que Isaac fuera a Mesopotamia a conseguir esposa. No hay duda de que Abrahán temía que Isaac pudiera sentirse tentado a permanecer en Mesopotamia y así torcer el propósito divino.
10.
Diez camellos.
En cuanto al uso de camellos domesticados, en tiempo de Abrahán, ver com. de cap. 12: 16. Abrahán dejó toda la planificación y la ejecución de este encargo en las manos de su siervo Eliezer, digno de toda confianza. La declaración de que Eliezer "era el que gobernaba en todo lo que [Abrahán] tenía" muestra que era un hombre de experiencia y sano juicio. Ya había estado con Abrahán durante más de medio siglo (cap. 15: 2).
Llegó a Mesopotamia.
El término hebreo traducido aquí Mesopotamia es 'Aram-naharayim; literalmente, "Aram de los dos ríos". Esta tierra donde florecieron los mitanios en el tiempo de Moisés, era llamada naharina por los egipcios. Está en el norte de Mesopotamia, entre el Eufrates superior y el río jabur.
La ciudad de Nacor.
Hasta abril de 1930 se pensaba que era tan sólo otro nombre para Harán (caps. 27: 43; 28: 10). Sin embargo, tablillas cuneiformes del siglo XVIII AC, descubiertas en Mari, ciudad amorrea del Eufrates central, mencionan a Til-Nahiri, "la ciudad de Nacor", como una ciudad de la región de Harán. La "ciudad de Nacor", por lo tanto, no era la misma Harán, sino una localidad separada fundada por Nacor y llamada por el nombre de él (ver com. de cap. 11: 31).
11.
La hora en que salen las doncellas.
Nada se dice en cuanto al viaje mismo, que debe haber llevado muchos días, y Moisés continúa la narración cuando Eliezer llegó a su destino. La caravana de diez camellos había llegado al pozo fuera de la ciudad de Nacor, y se arrodillaron para descansar y esperar que les dieran de beber. Desde la más remota antigüedad fue la costumbre oriental que las mujeres sacaran agua y la llevaran a casa ya fuera en cántaros o en odres (Exo. 2: 16; 1 Sam. 9: 11). Eliezer consideró tal ocasión como una buena oportunidad para observar a las jóvenes casaderas de la ciudad y para decidir en cuanto a una esposa conveniente para el hijo de su amo.
12.
Oh Jehová, Dios.
Habiendo sido criado en la religión de su amo y siendo él mismo un firme creyente en el Dios verdadero, Eliezer oró silenciosamente pidiendo sabiduría, dirección y éxito. Este siervo que ora es un ejemplo animador de los frutos del celoso cuidado de Abrahán por las almas de su casa (cap. 18: 19). Esta, la primera oración registrada en la Biblia, expresa una fe infantil. Bien conocía Eliezer que era grande su responsabilidad de volver con una mujer que fuera una bendición y no una maldición para la casa de Abrahán, una que fuese ayuda idónea para su esposo y que no contribuyera a su caída. Por lo tanto, pidió una señal que lo guiara en su elección. Puesto que no era fácil sacar agua suficiente para diez camellos sedientos, lo que propuso significaba una verdadera prueba de carácter. Eliezer quería estar seguro de que la mujer que llevara al hogar de Abrahán fuese naturalmente amigable, dispuesta para ayudar y capaz de trabajar.
15.
He aquí Rebeca.
No por accidente sino en forma providencial fue respondida su oración antes de que la hubiera completado. Esta no fue la única ocasión en que la respuesta de Dios vino tan rápidamente (Dan. 9: 23; Isa. 65: 24). El está siempre dispuesto para oír una oración sincera expresada con fe. El significado del nombre Rebeca es oscuro. En cuanto a su linaje, ver com. de Gén. 22: 23.
Su cántaro sobre su hombro.
En algunos pueblos orientales existe la costumbre de llevar cántaros de agua sobre la cabeza, pero las mujeres de Palestina y de Siria los llevan sobre los hombros.
16.
De aspecto muy hermoso.
Moisés presenta a Rebeca a sus lectores inmediatamente después de que aparece en el relato. Al igual que Sara (cap. 12: 11) y Raquel (cap. 29: 17), Rebeca era muy atrayente. Con el hecho de repetirlo, se hace resaltar su virginidad. Esta era verdaderamente una virtud importante para la que debía llegar a ser la madre de toda una nación. 375
Descendió a la fuente.
La fuente era una vertiente natural, como lo indica la palabra hebrea 'áyin. Generalmente se encontraban estas vertientes en wadi, el lecho seco de una corriente de agua estacional, al paso que las ciudades se edificaban sobre montículos. Por lo tanto, necesariamente la gente tenía que "descender" hasta el lugar donde sacaban el agua.
19.
También para tus camellos sacaré agua.
Rebeca, a quien un cansado viajero sólo le había pedido algo de agua para beber, inmediatamente manifestó su bondadosa disposición. Su ofrecimiento de sacar agua para los camellos fue voluntario y no obedecía a una costumbre. Demostraba un genuino deseo de ayudar a los que estaban en necesidad y, sobre todo, no debe olvidarse que su bondad fue utilizada por la providencia de Dios como una evidencia de que él la había escogido para ser la esposa de Isaac. Su ofrecimiento podía ser la plena respuesta a la oración de Eliezer únicamente si provenía como una manifestación natural del carácter.
21.
Maravillado de ella.
Eliezer estaba tan fascinado por la buena voluntad natural de Rebeca de ayudarle, que permitió que sacara agua para sus diez camellos sin ofrecerle su ayuda (ver Gén. 29: 10; Exo. 2: 17). Quedó sorprendido por la precisión y prontitud con que la Providencia había respondido a su oración en procura de dirección. Momentáneamente vaciló: ¿podría ser verdad? De igual modo los discípulos quedaron asombrados cuando Pedro, después de haber sido libertado de la prisión por un ángel, súbitamente estuvo ante ellos. Aunque oraban para que fuera librado, les resultó difícil aceptar la respuesta cuando llegó (Hech. 12: 12-17).
22.
Un pendiente de oro.
Debe notarse que este regalo no fue la dote de ella sino una expresión de la gratitud de Eliezer. Aunque sospechaba que llegaría a ser la esposa de Isaac, Eliezer todavía ni sabía su nombre, mucho menos su relación familiar con Abrahán. La palabra traducida "pendiente", "joya para la frente", proviene del hebreo nézem, un anillo para la nariz. Desde los tiempos antiguos, las mujeres beduinas han llevado anillos en la nariz, ya sea en el cartílago de uno de los lados o en el tabique central de la nariz (Isa. 3: 21; Eze. 16: 11, 12). Entre los beduinos, el anillo en la nariz es todavía el regalo que se acostumbra dar cuando se compromete una pareja. El anillo de oro pesaba probablemente unos 6 g, y los dos brazaletes de oro entre 120 y 150 g. Al precio actual del oro, su valor combinado sería de unos 700 dólares. No es de admirar que Labán quedara sorprendido (vers. 30).
25.
Lugar para posar.
Eliezer estaba convencido de que la joven que había conocido en forma tan notable era la elegida por Dios para acompañarlo de vuelta a Canaán. La hospitalidad parece haber sido una práctica común en el hogar de Rebeca. De otro modo, no se hubiera sentido libre para invitar a un extraño a posar con ellos.
26.
Se inclinó.
El fiel siervo de Abrahán era uno de esos individuos felices que no solamente oran pidiendo ayuda sino que también expresan su gratitud al recibirla. Dio la gloria a Dios por el buen éxito que había acompañado a su misión. Eliezer es un digno ejemplo del valor del culto familiar. Abrahán nunca había considerado su religión como una mera posesión personal, pero sí la había vivido y enseñado (cap. 18: 19), y había hecho que su gran familia participara de los requisitos y privilegios del pacto divino (cap. 17: 23). Habían llegado a creer en el Dios verdadero y a imitar el ejemplo de fiel consagración a Dios de parte de Abrahán. Las dos oraciones de Eliezer en el pozo de la ciudad de Nacor hacen resaltar el valor de la obra misionera en el hogar.
28.
Casa de su madre.
Se han dado varias explicaciones para responder por qué Rebeca fue a la "casa de su madre" y no a la casa de su padre: (1) Su madre era cabeza de la familia. Eso no puede ser correcto porque los hombres de la familia decidieron la cuestión (vers. 31, 50-59). (2) Su padre, Betuel, había muerto y la persona de ese nombre del vers. 50 era un hermano menor. (3) En muchos países orientales las mujeres tienen residencias separadas, y naturalmente Rebeca fue allí primero para contar lo que le había sucedido. (4) La expresión "casa de su madre" significa en realidad "casa de su abuela", de acuerdo con una costumbre común semítica por la cual una abuela puede ser llamada madre. Puesto que la abuela de Rebeca, Milca, es mencionada repetidas veces (vers. 15, 24, 47), al paso que su madre no es mencionada, es posible que la última haya estado muerta. De modo que Rebeca quizá residía con su abuela Milca, quien siendo viuda tendría una casa separada. El 376 tercer punto de vista parece ofrecer la mejor explicación.
29.
Labán.
El "rubio", probablemente hermano menor de Rebeca (ver com. de cap. 22: 23). Su carácter algo defectuoso, puesto en evidencia más tarde en sus tratos con Jacob, se reflejó en el hecho de que, al ver los ricos regalos que había recibido su hermana, salió corriendo inmediatamente para encontrar a Eliezer.
31.
Bendito de Jehová.
Aunque era idólatra (cap. 31: 30), Labán también conocía y apreciaba el culto de Jehová (PP 168). El relato de Rebeca de su encuentro providencial con Eliezer cerca del pozo, sin duda hizo recordar a los hermanos la migración divinamente señalada a Abrahán para que fuera a Canaán, y los informes de su progreso allí.
33.
No comeré.
La cortesía oriental normalmente posponía la transacción de negocios hasta después de la comida (véase Homero, La odisea, III. 69). Sin embargo, Eliezer sintió que su misión era tan apremiante que no podía detenerse aun para comer mientras el asunto siguiera pesando sobre su corazón y su resultado permaneciera incierto. Su diligencia aquí manifestada explica la confianza que Abrahán le tenía y la justifica plenamente.
49.
Declarádmelo.
Después de repetir el relato de la prosperidad de su amo, del nacimiento de Isaac, de su propio juramento de conseguir una esposa para Isaac entre los parientes de su amo, y de la forma providencial en que había sido llevado al hogar de Rebeca, Eliezer con solemne fervor insistió en una decisión inmediata.
50.
De Jehová ha salido esto.
En armonía con la costumbre normal del Oriente, Labán y Betuel debían aprobar el propuesto casamiento de Rebeca con Isaac. Sin embargo, puesto que Jehová ya había decidido el asunto, no les quedaba otra alternativa sino acceder. En lo que a ellos se refería, la decisión de Jehová no podía ser cuestionada por ellos, y así Eliezer quedó en libertad para llevar a Rebeca a Canaán.
52.
Se inclinó en tierra ante Jehová.
Esta es la tercera oración de Eliezer durante su corta estada en la ciudad de Nacor (vers. 12, 26). Parece que cada incidente de la vida era para él un motivo de oración, ya fuera en procura de dirección o para agradecer. Otros bien pueden confiar en un hombre que a su vez confía en Dios. ¡Cuánto mayor sería nuestro éxito en todos los asuntos temporales si, como Eliezer, reconociéramos a Dios en todo lo que hacemos!
54.
Enviadme a mi señor.
Eliezer estaba impaciente por completar su misión informando su éxito a Abrahán, no fuera que la demora se convirtiese en una causa de preocupación para él. Como podría esperarse, los parientes de Rebeca quedaron turbados ante el pensamiento de una separación tan súbita de ella. Creían que ella debía disponer de suficiente tiempo a fin de prepararse para su partida y también para que se le pudiera dar una despedida adecuada. De acuerdo con la costumbre oriental, esto sin duda incluiría varios días de festejos y holgorio.
56.
No me detengáis.
La insistencia de Eliezer y su consideración por Rebeca indujeron a Labán a dejar la decisión con ella. ¿Estaría dispuesta a privarse del placer de unos pocos días más en el hogar de su niñez a fin de complacer a su futuro esposo, y al padre de él? La pronta y voluntaria respuesta de ella refleja madurez de juicio, un espíritu desinteresado y el reconocimiento de que, de allí en adelante, su primer deber debía ser para con su esposo.
60.
Sé madre.
La familia de Rebeca invocó sobre ella las bendiciones prometidas por Dios a Abrahán. Todavía los orientales consideran que una descendencia numerosa es la mayor de las bendiciones y ése fue el principal objeto de su deseo para ella. En cuanto al anhelo expresado de que su simiente poseyera la puerta de sus enemigos, ver com. de cap. 22: 17.
62.
Venía Isaac.
Lo mismo que del viaje a Mesopotamia, nada se dice del viaje de regreso a Canaán. Moisés pasa inmediatamente a la escena de la bienvenida de ella en su hogar futuro. Este acontecimiento ocurrió en el pozo que Agar había llamado Pozo del Viviente-que-me-ve (cap. 16: 14), en el Neguev, al sur de Beerseba (ver com. de cap. 12: 9). Desde la muerte de Sara, que había ocurrido en Hebrón (cap. 23: 2), indudablemente Abrahán una vez más había cambiado su residencia.
63.
Había salido Isaac a meditar.
No es seguro el significado exacto de la palabra hebrea Ñuaj, traducida "meditar" en la VVR. La idea de meditar se encuentra en las versiones más antiguas no semíticas de este texto, la 377 LXX y la Vulgata. En las versiones semíticas más antiguas, el Pentateuco Samaritano y el tárgum de Onkelos, la traducción es "orar". Eso fue aceptado por el gran gramático hebreo Kimchi de la Edad Media, el reformador Lutero y otros expositores. El hecho de que Rebeca llegara a ser un consuelo para Isaac mientras todavía él lamentaba la muerte de su madre (vers. 67), ha inducido a algunos comentadores a explicar la palabra Ñuaj como que significa "lamentar". Siendo todavía incierto el significado preciso de esta palabra, parecería lo mejor aceptar por ahora las traducciones más antiguas disponibles como lo ha hecho la VVR. Isaac puede haber estado meditando en el feliz retorno de Eliezer con su novia u orando por ello. Con seguridad estaba anticipando su inminente regreso de la Mesopotamia. Su felicidad futura dependería en gran medida de la clase de esposa que Eliezer trajera consigo. Ciertamente habría sido propio que Isaac se arrodillara y orase pidiendo la bendición de Dios sobre su nuevo hogar. Aquellos esposos y esposas cuya unión se produce como respuesta a la oración llegarán a ser la mayor bendición el uno para el otro.
65.
Ella entonces tomó el velo.
Rebeca estaba ansiosa ante la expectativa de saludar a Isaac, pero la costumbre de su país no permitía que el novio viera el rostro de la novia antes que se hubiera concluido el casamiento (ver cap. 29: 23, 25). Además su pudor se reveló todavía en otra forma. Para encontrar a su futuro esposo por primera vez, prefirió desmontar del camello.
66.
Contó a Isaac.
Aunque no se dice nada de Abrahán, indudablemente recibió a su nuera en la forma más amable y con muchas bendiciones. El relato de la forma en que Eliezer encontró a Rebeca debe haberle proporcionado mucha satisfacción. Es fácil pensar que esta ocasión fuera solemnizado por Abrahán en la forma de un culto de agradecimiento.
67.
La tienda de su madre Sara.
Quizá ese mismo día, o al día siguiente, Isaac condujo a Rebeca a la tienda de su madre. Vacía durante tres años, llegó a ser entonces el hogar de Rebeca y sus doncellas. Esto implica que Rebeca tomó el importante lugar de Sara en la casa de Abrahán. La ceremonia del casamiento de Isaac indudablemente consistió en una sencilla declaración, delante de testigos, de su intención de tomar a Rebeca como esposa (cf. Rut 4: 10-13).
Y la amó.
Isaac tenía toda razón para amar a Rebeca. No sólo era bellísima (vers. 16) sino de un carácter bondadoso, alegre y considerado. Parece haber sido, hablando en términos generales, un modelo de virtudes femeninas (ver Prov. 31: 10-31; 1 Ped. 3: 1-6; Tito 2: 3-5). La educación cuidadosa de Isaac y su espíritu sumiso ya se han hecho resaltar (ver com. de cap. 22: 9). El hogar de ambos tiene que haber sido un hogar muy feliz.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-67 PP 168-174; SR 84-86
2-9 PP 169
10 PP 186
10-21 PP 169
22-24, 26-51 PP 170
35 CMC 145
49-52 SR 85
58 PP 170; SR 85
63-67 PP 171
67 PP 173
1.
Abraham tomó otra mujer.
Aunque la soledad de Abrahán después de la muerte de Sara lo había impresionado con la idea de que su propia edad ya era avanzada (ver com. de cap. 24: 1), todavía disfrutaba de notable vigor físico y mental, y vivió 38 años después de la muerte de ella. El casamiento de Isaac puede haber dejado a Abrahán aún más solitario 379 que antes y haberlo inducido a tomar otra esposa para hacer felices sus últimos años. El hecho de que esa nueva esposa, Cetura, que significa "incienso", fuera considerada como concubina, lo mismo que Agar (vers. 6), no implica que se hubiera casado con ella mientras todavía vivía Sara, aunque esto no es imposible. El contexto deja la impresión de que el casamiento de Abrahán con Cetura ocurrió después de la muerte de Sara.
2.
Le dio a luz.
Abrahán tenía 137 años cuando murió Sara, y 140 cuando se casó Isaac. El que bendijo al anciano patriarca con un hijo a los cien años, ahora le concedió el gozo de hijos e hijas adicionales. Nada podía dar más brillo a las horas del sol poniente para un corazón oriental, que estar rodeado por una grande y feliz familia. Con una sola excepción, los hijos de Cetura y Abrahán, hasta donde puedan ser identificados, se establecieron en Arabia. Como Ismael, emigraron al sur y al este del Neguev.
Zimram.
Posiblemente significa "antílope", y podría identificárselo con la ciudad arábiga de Zambran, entre La Meca y Medina.
Jocsán, Medán, Madián.
Aunque nada se sabe acerca de los dos primeros hijos, con la excepción de sus nombres, la tribu de Madián aparece con frecuencia tanto en la Biblia como en inscripciones. Esta tribu se estableció en la parte norte de la península del Sinaí y en el noroeste de Arabia cruzando el golfo de Akaba. Posteriormente Moisés halló refugio entre ellos en la casa de Jetro, que adoraba al Dios verdadero (Exo. 2: 15; 3: 1; 18: 1-6). Durante el tiempo de los jueces, los madianitas repetidamente atacaron al pueblo de Israel (Juec. caps. 6 a 8).
Isbac y Súa.
Isbac puede ser identificado con el pueblo de Yasbuku, mencionado en inscripciones cuneiformes. Súa parece haber sido el progenitor de una tribu a la cual pertenecía Bildad, uno de los amigos de Job (Job 2: 11; 8: 1; etc.). Si esto es correcto, la tribu de Súa se estableció en el norte de la Mesopotamia en vez de hacerlo en Arabia como los otros hijos de Cetura. Los textos cuneiformes mencionan la tierra de Suju, al sur de Carquemis sobre el Eufrates.
3.
A Seba y a Dedán.
Los descendientes de Jocsán, a saber Seba y Dedán, no pueden ser identificados con las tribus del sur de Arabia de los mismos nombres mencionados en el cap. 10: 7 como procedentes de Cam. Es inconcebible que Moisés hubiera atribuido el origen de esas tribus al camita Cus en un texto y al semita Abrahán en otro. Su identificación es incierta.
Asurim.
Esta tribu está mencionada en una inscripción mineana del noroeste de Arabia. De las otras dos tribus de Dedán: Letusim y Leumim, nada se sabe.
4.
Hijos de Madián.
Efa, hijo de Madián, indudablemente dio su nombre a la tribu árabe que aparece en inscripciones cuneiformes bajo el nombre de Jayapa. Los otros hijos no han sido todavía identificados.
6.
Los envió lejos.
Hacia el fin de su vida, Abrahán constituyó a Isaac como su heredero legal (cap. 15: 4) y le legó la mayor parte de sus bienes. Para los hijos de Agar y Cetura dejó legados. En vista de la gran riqueza de Abrahán y de los centenares de siervos que tenía (caps. 13: 2; 14: 14), podía dar a cada uno de estos siete hijos una cantidad de siervos y algunos de sus rebaños sin disminuir sensiblemente la herencia de Isaac. Posiblemente, cada hijo recibió lo suficiente para comenzar bien en la vida. El enviar esos hijos "hacia el oriente" mientras él aún vivía, fue una precaución contra las contiendas después de su muerte, particularmente respecto al derecho de Isaac a la tierra de Canaán.
8.
Exhaló el espíritu.
Literalmente, "expiró". La traducción de la BJ, "expiró", es preferible (ver vers. 17; cap. 35: 29).
Fue unido a su pueblo.
Ver com. de cap. 15: 15.
9.
Lo sepultaron Isaac e Ismael.
Como principal heredero de Abrahán, Isaac es mencionado primero. Que Ismael, medio hermano mayor de Isaac, participara en los últimos ritos de su padre es una evidencia de reconciliación entre ellos (ver también cap. 35: 29). No se mencionan los hijos de Cetura. Quizá sus moradas lejanas les hicieron imposible llegar a tiempo para el funeral en Hebrón.
11.
Habitó Isaac junto al pozo del Viviente-que-me-ve.
Dios honró a Isaac como heredero de Abrahán y le repitió las promesas y bendiciones otorgadas a Abrahán. Por un tiempo después de la muerte de Abrahán, Isaac continuó residiendo junto al pozo del Viviente-que-me-ve, donde su padre había pasado los últimos años y donde se había encontrado con Rebeca por primera vez (cap. 24: 62). Habían pasado 35 380 años desde ese memorable acontecimiento de su vida, y sus propios hijos, Jacob y Esaú, tenían15 años de edad (vers. 26).
12.
Los descendientes de Ismael.
Comienza una nueva sección en la cual Moisés se ocupa brevemente de la familia y del destino del hijo mayor de Abrahán antes de proseguir con su principal tema, el linaje de Isaac.
13.
Los nombres de los hijos.
Por el vers. 16 es claro que los hijos de Ismael dieron su nombre a divisiones tribales y a localidades geográficas. Algunos son mencionados otra vez en la Biblia o se encuentran como nombres de lugares en el norte de Arabia. Los siguientes pueden ser identificados:
Nebaiot; luego Cedar.
Ambos se mencionan otra vez juntos en Isa. 60: 7. Cedar a solas aparece en algunos pasajes bíblicos: Isa. 21: 16 y Eze. 27: 21, en los que se designa a su posteridad como una tribu árabe.
Adbeel.
Se lo menciona en otra parte sólo en 1 Crón. 1: 29. Quizá sea Ibid-il, mencionado en inscripciones cuneiformes del rey asirio Tiglat-pileser III como una tribu cercana a la frontera de Egipto.
14.
Misma.
Identificado con la tribu árabe Isamme', de las inscripciones del rey asirio Asurbanipal.
Duma.
Ubicado probablemente en el oasis de la Arabia septentrional, mencionado repetidamente en los textos antiguos. El nombre moderno es El Dyuf.
Massa.
Se ha identificado con una tribu del norte de Arabia, llamada Mas'u, en las inscripciones cuneiformes de la Mesopotamia.
15.
Hadar.
En los mejores manuscritos hebreos se halla la forma Hadad, que aparece en las inscripciones cuneiformes como Judadu. En hebreo las letras equivalentes a "r" y "d" son muy similares y fácilmente se las puede confundir.
Tema.
Mencionado también en Job 6: 19; Isa. 21: 14; y Jer. 25: 23. Es el Tema moderno del noroeste de Arabia. En los tiempos antiguos era un importante centro comercial y llegó a ser durante varios años la residencia del rey babilonio Nabonido, padre de Belsasar.
Jetur, Nafis.
Se encuentran en 1 Crón. 5: 19, luchando con las tribus transjordanas de Gad, Manasés y Rubén. Es probable que el nombre Iturea, mencionado en Luc. 3: 1 como una región al sur del monte Hermón, se deriva de Jetur.
17.
La vida de Ismael.
Fuera de duda, la larga vida de Ismael se debió al vigor que heredó de su padre, Abrahán. En cuanto a las expresiones "exhaló el espíritu" y "fue unido a su pueblo", ver respectivamente com. del vers. 8 y cap. 15: 15.
18.
Desde Havila hasta Shur.
La ubicación de Havila es incierta (ver com. de cap. 2: 11). Por esta razón, la zona oriental del dominio ismaelita de Arabia no se puede determinar. Su límite occidental fue Shur (caps. 16: 7; 20: 1), no muy lejos de la tierra de Egipto.
Viniendo a Asiria.
Esto no significa que el dominio ismaelita se extendió hasta Asiria, en la Mesopotamia, sino que más bien se refiere a su extensión hacia el norte, en términos generales. Por lo tanto, los ismaelitas lindaban con Egipto por el oeste, con Havila por el sudeste y se extendían por alguna distancia hacia el norte por el desierto septentrional de Arabia.
Murió en presencia de todos sus hermanos.
Nafal, "caer", traducido aquí "murió", puede significar también "acampar", como lo hace un ejército (Juec. 7: 12, 13), y "dividir", como puede hacerse con una herencia (Sal. 78: 55). La expresión "murió en presencia de todos sus hermanos" debería traducirse en armonía con la predicción del cap. 16: 12: "se estableció en frente de todos sus hermanos" (BJ).
19.
Los descendientes de Isaac.
Moisés vuelve al tema principal de su narración, la historia del pueblo escogido. Algunos sucesos descritos en los siguientes versículos ocurrieron durante la vida de Abrahán. Puesto que Abrahán vivió hasta cumplir 175 años (cap. 25: 7) y tenía 100 cuando nació Isaac (cap. 21: 5), debe haber andado en los 160 años cuando nacieron Esaú y Jacob (cap. 25: 26), quienes por lo tanto tenían 15 años cuando murió su abuelo. La muerte de Ismael a los 137 años (vers. 17), ocurrió mucho después, cuando Jacob y Esaú habían cumplido 63 años. Ismael era 14 años mayor que Isaac (cap. 16: 16), y por lo tanto tenía 74 años cuando nacieron los dos hijos de Isaac. Estando cronológicamente fuera de lugar, la nueva sección encuentra su ubicación lógica aquí en el relato, ya que el propósito de Moisés es presentar la vida de Esaú y Jacob sin interrupción.
20.
Arameo.
Betuel, nieto de Taré (cap. 22: 20-23), al igual que Abrahán, era descendiente de Arfaxad hijo de Sem (cap. 11: 10-27) 381, y no de Aram hijo de Sem, progenitor de los arameos (ver com. de cap. 10: 22). Es llamado "arameo" aquí sólo porque la familia de Taré se había establecido en territorio aramaico y fue absorbida gradualmente por los arameos. Moisés se refiere a Betuel y a Labán como arameos.
Padan-aram.
No es clara la ubicación de "Padan-aram". Aparece únicamente en Génesis (caps. 28: 2, 5-7; 31: 18; etc.), y ha sido explicada como que designara una región que constituyó parte de 'Aram- naharayim (ver com. de cap. 24: 10). Asimismo puede referirse a Harán, puesto que Padan y Aram tienen significados similares en el idioma asirio.
21.
Oró Isaac a Jehová.
Al igual que su padre, Isaac debía aprender que los hijos de la promesa no habrían de ser sencillamente el fruto de la naturaleza, sino también, y manifiestamente, el don de la gracia. Como al cabo de 19 años de casados (vers. 20, 26) Isaac y Rebeca todavía no habían tenido hijos, Isaac convirtió el asunto en tema de oración. A diferencia de Abrahán, prefirió depender de las misericordias de Dios antes que confiar en sus propios manejos como Abrahán (cap. 16: 3). No ejerció en vano su confianza en Dios, ni tuvo que esperar mucho tiempo antes de que su fe se convirtiera en una realidad.
22.
Los hijos luchaban.
Rebeca se sintió aprensiva, tanto por su propia seguridad como por la de sus hijos. En su perplejidad se dirigió al Señor en procura de una explicación. Sin embargo, diversos comentadores antiguos y modernos piensan que esto no implica necesariamente el uso de un intermediario, y mucho menos la necesidad de que lo hubiera. Se ha sugerido a Melquisedec, a Abrahán y a Isaac como a quienes ella pudo haber recurrido. Lo más probable es que con toda sencillez hubiera ido al Señor en oración. ¿Por qué habría de parecer extraño que ella hablara con Dios personalmente, siendo que él no hace acepción de personas?
23.
Dos naciones.
Un ángel le reveló a Rebeca algo del futuro de los dos hijos que pronto nacerían (PP 175). Parecía que ya estaban luchando por la supremacía. La predicción del ángel se cumplió en la historia posterior de los descendientes de Esaú y Jacob, los edomitas y los israelitas. Estas dos naciones hermanas fueron siempre enemigas. Por regla general, Israel demostró ser la más fuerte de las dos. David subyugó a los edomitas (2 Sam. 8: 14; 1 Rey. 11: 16), y el rey Amasías más tarde los derrotó (2 Rey. 14: 7; 2 Crón. 25: 11, 12). El rey asmoneo Juan Hircano I finalmente terminó con la independencia de ellos en el año 126 AC, cuando los forzó a aceptar el rito de la circuncisión y la ley de Moisés y someterse a un gobernante judío. El conocimiento que Dios tenía de los caracteres respectivos de Esaú y Jacob y su presciencia de su futuro hicieron posible su elección de Jacob como heredero de la primogenitura y progenitor de Cristo aún antes de su nacimiento (Rom. 8: 29; 9: 10- 14).
25.
Rubio.
Hebreo'admoni, probablemente la raíz de la cual viene el nombre Edom (vers. 30). La misma palabra hebrea se usa para describir la apariencia de David (1 Sam. 16: 12; 17: 42). Es similar en su significado al latín Rufus, nombre asignado a dos de los personajes de los tiempos del NT (Mar. 15: 21; Rom. 16: 13). El crecimiento excesivo del cabello de Esaú, conocido en medicina como hipertricosis, ya era notable cuando nació, y posteriormente llegó a ser el rasgo más resaltante de su apariencia fisica.
Llamaron su nombre Esaú.
Ambos padres estuvieron de acuerdo en que era apropiado este nombre. El contexto ha inducido a algunos eruditos a sugerir que se deriva de una raíz desconocida que significa "estar cubierto con cabellos". Sin embargo, la información de que disponemos no basta para determinar su significado.
26.
Fue llamado su nombre Jacob.
La palabra hebrea para "calcañar",'aqeb, se relaciona con el verbo 'aqab, "tomar por el talón", figurativamente "engañar". Por lo tanto, el nombre personal Jacob, que significa "se aferra del talón" o "engaña", fue muy apropiado. No sólo hacía recordar el incidente de su nacimiento, sino que proféticamente señalaba su carácter y destino. En cuanto a la edad de Isaac cuando nacieron los dos hijos ver com. de vers. 19-21.
27.
Esaú fue diestro en la caza.
A medida que crecían los dos muchachos, se hacía evidente una gran diferencia de carácter. Esaú manifestaba una disposición áspera y caprichosa y se gozaba en la vida silvestre y arriesgada del campo y el bosque (cap. 27: 3).
Jacob era varón quieto.
La palabra hebrea tam, aquí traducida "quieto", sugiere una personalidad amable, pía y culta. Los deberes y las responsabilidades de la tranquila vida 382 familiar, tan monótonos e irritantes para Esaú, resultaban naturales para Jacob, "varón quieto que habitaba en tiendas". Al paso que Esaú nunca superó las inquietudes físicas y emocionales del adolescente, Jacob desarrolló la estabilidad de carácter y la cordura de juicio que debieran venir con la madurez.
28.
Amó Isaac a Esaú.
La ciega parcialidad de Isaac por su primogénito, sin tomar en cuenta las cualidades del carácter de su hijo para la dirección de la familia, produjo división en el hogar. Como resultado, agravios, desventuras e injusticias caracterizaron las relaciones entre los hermanos y su posteridad durante siglos. La preferencia de Isaac por Esaú parece haberse basado, en parte a lo menos, en su afición a la carne de venado. El extremo hasta el cual el patriarca permitió que su amor y su sentido de justicia y piedad fueran controlados por su apetito, a la vez sorprende y causa desilusión. Por otra parte, su experiencia es una admonición para nosotros. Dar la preferencia a un hijo inevitablemente crea celos, división, amargura y desgracia.
29.
Guisó Jacob un potaje. La diferencia de carácter entre los dos hermanos pronto se manifestó en una situación singular, que llegó a ser el punto crítico que separó sus vidas. Jacob había cocinado lentejas (vers. 34). Las lentejas rojas son hasta el día de hoy un alimento favorito en Palestina, donde las preparan con cebollas, ajo, arroz y aceite de oliva. Ocasionalmente les añaden carne.
30.
Me des a comer.
La palabra traducida "comer" aparece únicamente en este pasaje. Significa "comer ávidamente" o "devorar".
Por tanto fue llamado su nombre Edom.
De 'adom, "rojo". No hay discrepancia en atribuir su nombre tanto a su aspecto rojizo (vers. 25) como al color de las lentejas. Siendo así, el nombre fue doblemente apropiado. Todavía los árabes son aficionados a poner sobrenombres tales como éste a personas famosas. Los edomitas son mencionados más frecuentemente en inscripciones egipcias y asirias que los israelitas. En Egipto el nombre Edom aparece como 'Aduma, y en los textos cuneiformes Udumu.
31.
Véndeme en este día tu primogenitura.
Jacob conocía la profecía del ángel acerca de él y de su hermano hecha antes de su nacimiento (vers. 23; PP 176). Ahora se aprovechó de lo que a él le pareció una oportunidad justa, si bien era insólita. Bajo la legislación mosaica, los privilegios de la primogenitura eran: (1) heredar la autoridad oficial del padre, (2) la herencia de una doble porción de la propiedad paterna, (3) el privilegio de llegar a ser el sacerdote de la familia (Exo. 22: 29; Núm. 8: 14-17; Deut. 21: 17). Para los descendientes de Abrahán, la primogenitura también implicaba: (1) la herencia de la promesa de la Canaán terrenal y otras bendiciones del pacto, (2) el honor de ser progenitor de la Simiente prometida.
La propuesta de Jacob fue inescrupulosa y despreciable. También revela un espíritu de impaciencia y falta de confianza en la providencia de Dios, similar al que manifestó Abrahán cuando tomó por mujer a Agar (Gén. 16:3). Las condiciones de la venta presentadas por Jacob eran exigentes, egoístas y viles. La teoría de que el fin justifica los medios no tiene la aprobación del cielo (Mat. 4: 3, 4; DTG 96, 97). Dios no podía aprobar ese hecho, pero dirigió las cosas para el cumplimiento final de sus propósitos.
32.
Me voy a morír.
La VVR deja la impresión de que Esaú quiso decir: "Moriré de hambre si no consigo alimento inmediatamente. En ese caso mi primogenitura no me sería de provecho. Por lo tanto, es mejor que consiga alimento y viva sin primogenitura antes que morir ahora mientras estoy en posesión de ella". Muchos comentadores han seguido esta línea de razonamiento. Otra explicación entiende que esta expresión quiere decir: "De todos modos, a la corta o a la larga debo morir, y entonces no importará si poseo la primogenitura o no". Esta última interpretación parece más plausible a la luz de las palabras del vers. 34: "menospreció Esaú la primogenitura". Siendo indiferente a las bendiciones que iban a ser suyas, Esaú las consideró livianamente y, por lo mismo, se hizo indigno de ellas (PP 180).
33.
Júramelo.
Es difícil defender la conducta de Jacob en esta transacción. Su actitud y palabras revelan premeditación (PP 177). Es un error peligroso y a veces fatal anticiparse e ir más allá de la Providencia, la cual a su debido tiempo y sin consentimiento humano cumplirá el propósito divino.
34.
Menospreció Esaú la primogenitura.
Para Esaú la única cosa de valor era la satisfacción momentánea del apetito; las bendiciones espirituales futuras parecían remotas e 383 irreales. En esto se mostró "profano" (Heb. 12: 16), es decir insensible a las cosas espirituales. No se interesó en nada sino en la satisfacción del deseo físico. Como un animal, basó sus decisiones tan sólo en la satisfacción de las necesidades del momento. El límite hasta el cual una persona está dispuesta a sacrificar los deseos del presente por los bienes del futuro, es la medida exacta de su madurez emocional y espiritual. De acuerdo con esto, tan sólo el cristiano puede llegar a ser plenamente maduro, porque sólo él está listo y dispuesto a renunciar a todo lo que puede ofrecer esta vida a fin de poder ser considerado idóneo para la vida venidera (2 Cor. 4: 17, 18; Fil. 3: 7-15; Hech. 20: 24; Luc. 20: 34, 35; Heb. 11:10). El menosprecio con el que Esaú vendió su primogenitura por un plato de lentejas demostró su incapacidad para llegar a ser el heredero de las magnánimas promesas de Dios. Al paso que la conducta de Jacob no puede ser justificada, la de Esaú merece la más severa condenación. Jacob se arrepintió y fue perdonado; Esaú estaba más allá del perdón, porque su arrepentimiento consistió tan sólo en su pesar por los resultados de su acto apresurado, no por el acto mismo (Heb. 12: 16, 17; PP 180).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
19-34 PP 175-177; SR 87
23 PP 180, 195; SR 88
25 PP 175
29-33 CH 110
29-34 CV 61
32 PP 177
34 PP 177, 208
1.
Hubo hambre.
Un hambre similar a la que ocurrió en el tiempo de Abrahán (cap. 12: 10). La región de Gerar, por ser más fértil, no fue afectada por la sequía tanto como el semiárido Neguev. En cuanto a la presencia de filisteos en Canaán en este tiempo, ver com. de cap. 21: 32. No se sabe si Abimelec y Ficol (Gén. 26: 26) son los mismos individuos que se mencionan en los caps. 20: 2 y 21: 22, o sencillamente títulos que significan respectivamente "rey" y "comandante de ejército". Lo más probable es que sea esto último (ver com. de caps. 20: 2; 21: 22).
2.
Se le apareció Jehová.
Esta es la primera revelación divina que se registre concedida a Isaac. Varias promesas hechas anteriormente a Abrahán fueron entonces repetidas a Isaac (ver caps. 12: 3; 15: 5; 22: 17, 18).
5.
Oyó Abraham mi voz.
La obediencia del padre es aquí presentada como la razón para las bendiciones que vendrían sobre el hijo. Es también una promesa implícita de que una conducta similar de Isaac traería iguales resultados. Santiago explica que la fe de Abrahán, por la cual fue correctamente alabado por Pablo (Rom. 4: 1-5), fue perfeccionada por su obediencia (Sant. 2: 21-23). Ni la confianza ni la obediencia son completas la una sin la otra.
Mi voz.
Cada vez que Dios hablaba, 385 Abrahán obedecía sin demora (Gén. 12: 1-4; 22: 1-3).
Mis mandamientos.
"Mandamientos" se refiere a los preceptos dados por Dios (1 Sam. 13: 13; 1 Rey. 13: 21), por un padre (Prov. 4: 1, 4; 6: 20), por un rey (1 Rey. 2: 43; 2 Rey. 18: 36) o por un maestro (Prov. 2: 1; 7: 1, 2). Un precepto tal: el caminar perfectamente delante de Dios, había sido ordenado a Abrahán a la edad de 99 años (Gén. 17: 1).
Mis estatutos.
Esto tanto se refiere a leyes ceremoniales dadas por Dios (Exo. 13: 10; Núm. 9: 14; etc.) como a leyes morales (Deut. 4: 5, 8, 14; 6: 24; etc.).
Mis leyes.
Tanto instrucciones éticas como preceptos ceremoniales y espirituales (Job 22: 22; Isa. 8: 16, 20).
Este versículo incluye la mayor parte de las palabras hebreas que se refieren a la ley divina o mandamientos. Abrahán los observó diligentemente, ya fuera que le llegaran directamente de Dios o que le hubieran sido transmitidos por las generaciones pasadas. Propuso en su corazón obedecer a Dios implícitamente; cuando cayó, se dirigió a Dios con el sacrificio de contrición sobre el altar de su corazón (ver Heb. 7: 25; 8: 1-4). Dejó su tierra natal, ofreció a su hijo, llevó a cabo el rito de la circuncisión, pagó el diezmo. Lo mismo tiene que haber sido cierto con relación a fases de la ley de Dios que no se mencionan específicamente en relación con el relato de su vida. El propio testimonio de Dios dado aquí asegura, por ejemplo, que Abrahán fue un fiel observador del sábado, como lo fue en otros asuntos tales como el pago del diezmo.
7.
Es mi hermana.
Así como Abrahán había declarado que su esposa era su hermana (caps. 12: 11-13; 20: 2, 11), así también lo hizo Isaac. Pero la forma en que Dios protegió a Rebeca fue muy diferente de aquella con la cual preservó a Sara. Nadie ni siquiera la tocó. Este caso y otro más (cap. 25: 28) son los únicos ejemplos registrados de la vida de Isaac en que se desvió de una estricta rectitud. Avergonzado por su propia conducta, quizá Abrahán no previno a Isaac, narrándole su propia falta en ese respecto. Lo más probable, sin embargo, es que Abrahán le hubiera contado esto a Isaac pero que, como sucede con frecuencia, Isaac hubiese tenido que aprender la lección por sí mismo a través de una experiencia amarga. ¡Con cuánta frecuencia los pecados de los padres se perpetúan en los hijos! Pero las debilidades hereditarias nunca libran a los hijos de su responsabilidad personal por sus propios errores (Eze. 18: 20).
12.
Ciento por uno.
Aunque, en términos generales, los patriarcas vivían una vida seminómade, sus hábitos diferían considerablemente de los que caracterizan a los beduinos de los días de hoy. Estos no cultivan la tierra ni poseen grandes rebaños y manadas como los patriarcas. Aunque el valle de Gerar es excepcionalmente fértil, un ciento por uno de la cosecha de cereales es más o menos el máximo para Palestina, donde lo normal es treinta a cincuenta por uno (ver Mat. 13: 23). La bendición especial de Dios descansaba sobre Isaac.
15.
Todos los pozos.
La creciente riqueza de Isaac y su influencia despertaron la envidia de los filisteos, y procuraron hacerle daño. Los pozos inutilizados por los filisteos fueron los que el rey de Gerar había garantizado solemnemente a Abrahán en forma perpetua (cap. 21: 25-32). Poder disponer de pozos es importantísimo en el desierto del sur de Palestina, y sin ellos un ganadero debe buscar pastos en otros lugares.
17.
Isaac se fue de allí.
Estando en un camino de santidad, Isaac no peleó, sino que trasladó su campamento hacia el oriente de la ciudad, aunque quedó todavía en el mismo valle del cual Gerar tomó su nombre.
22.
Se apartó de allí.
Siendo un hombre amante de la paz, Isaac no quiso entrar en dificultades por los pozos que sus hombres habían cavado, y se trasladó cada vez que sus derechos fueron impugnados. El tercer pozo nuevo parece haber estado suficientemente lejos de los filisteos como para que lo dejaran en paz allí, por cuya razón lo llamó Rehobot, "lugares espaciosos". Esta fuente ha sido identificada con la actual er-Rujebeh, a unos 30 km. al suroeste de Beerseba en el Wadi Rujebeh, que perpetúa hasta el día de hoy el nombre recibido de Isaac.
23.
De allí subió.
Por alguna razón que no se ha explicado, Isaac se trasladó más hacia el norte después de un tiempo y se estableció en Beerseba, donde una vez vivió Abrahán (caps. 21: 33; 22: 19). Allí Jehová se le apareció a Isaac por la noche y renovó las promesas del pacto.
26.
Abimelec vino a él.
En ocasión del tratado anterior, Isaac tenía unos tres años de edad (cap. 21: 8, 22; ver también com. de cap. 386 21: 8). El segundo tratado se realizó aproximadamente 97 años más tarde (caps. 25: 26; 26: 34). Por lo tanto, es probable que el Abimelec del cap. 26: 26 no sea el individuo mencionado en el cap. 21: 22. Cuando los caminos de un hombre son agradables a Dios, aun sus enemigos estarán en paz con él (Prov. 16: 7). El nuevo rey de Gerar propuso entonces un tratado que, en realidad, era una renovación del tratado original entre Abrahán y un rey anterior de Gerar. A pesar de la injusticia que había sufrido Isaac a manos de ellos, siendo él un hombre amante de la paz estuvo contento de celebrar un nuevo pacto de amistad con Abimelec. Uno tan sólo puede preguntarse cómo se habrá sentido Isaac cuando Abimelec descaradamente se jactó de su justicia de otros tiempos y de su honradez. El hecho de que no hubiera habido violencia cuando los siervos de Abimelec arruinaron varios pozos y robaron a Isaac por lo menos otros dos, se debió únicamente a la retirada pacífica de Isaac. Aunque éste no podía olvidar esas amargas experiencias, no las mencionó. Tenía un gran corazón y un espíritu magnánimo. Aun cuando no se menciona aquí, posiblemente fueron sacrificados animales y se observaron las ceremonias habituales (ver com. de cap. 21: 27).
33.
Lo llamó Seba.
Los siervos de Isaac le informaron de su éxito en abrir un nuevo pozo ese mismo día, y le dio el nombre de Seba, que significa "juramento", en conmemoración del tratado con Abimelec. La declaración "Por esta causa el nombre de aquella ciudad es Beerseba" no contradice el hecho de que Abrahán ya había dado ese mismo nombre al lugar (cap. 21: 31). Ahora había una razón más para perpetuar el nombre asignado al lugar un siglo antes. Como el tratado entre Abimelec e Isaac no es sino una renovación de aquel tratado anterior, así el nombre Seba dado por Isaac al nuevo pozo era una reafirmación de su nombre anterior: Beerseba.
34.
Esaú era de cuarenta años.
A las dificultades de Isaac con los filisteos se le añadió entonces una cruz doméstica, que le causó pesar profundo y duradero. Esaú, que ya había demostrado su indiferencia hacia los principios religiosos, no vio motivo para pedir consejo de sus padres en cuanto a la elección de una esposa o para molestarse en hacer arreglos para conseguir una entre sus parientes de Mesopotamia. Cuando tenía 40 años de edad y su padre 100 (cap. 25: 26), se casó con dos mujeres heteas [hititas], simultáneamente o casi simultáneamente. Al hacer esto menospreciaba abiertamente los principios de la dirección paternal de no casarse con paganas y de practicar la monogamia.
Son semíticos los nombres de las mujeres de Esaú tanto como los de sus padres. Judit significa "la alabada"; Beeri, "mi pozo"; Basemat, "fragancia", y Elón, "el fuerte". Dichos nombres sugieren que estas dos familias heteas deben haber vivido en Canaán por algún tiempo y deben haber adoptado el idioma de los cananeos. En cuanto a la presencia de los heteos en el sur de Palestina en este período antiguo, ver com. de cap. 20: 1.
35.
Fueron amargura de espíritu.
Estas dos mujeres, como el hebreo claramente lo indica, llegaron a convertirse literalmente en "amargura de espíritu" para los padres de Esaú. Su proceder perverso y malo, su religión idolátrica y su carácter falto de espiritualidad y frivolo fueron causa de dolor para Isaac y Rebeca. Este triste mundo no conoce un pesar mayor que el que pueden provocar los hijos.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
3 1JT 74
5 P9P 136, 149, 378, 387; SR 146
24 2T 271
34, 35 PP 178 387
GÉNESIS CAPÍTULO 27 - - AUDIO
1 Isaac pide a Esaú que vaya de caza y le prepare comida 6 Rebeca instruye a Jacob para que recíba la bendición. 15 Jacob se hace pasar por Esaú y es bendecido. 30 Esaú trae la comida. 33 Isaac se estremece. 34 Esaú se queja e insiste en ser bendecido. 41 Amenaza a Jacob. 42 Rebeca frustra el proyecto de Esaú.
GÉNESIS CAPÍTULO 28 - - AUDIO
1 Isaac bendice a Jacob y lo envía a Padan-aram. 6 Esaú se casa con Mahalat, hija de Ismael. 10 La visión de la escalera de Jacob. 18 La piedra de Bet-el. 20 El voto de Jacob.
1.
Isaac llamó a Jacob.
Consintiendo con la propuesta de Rebeca, Isaac tomó la iniciativa de enviar a Jacob a Padan-aram (ver com. de cap. 25: 20). Ya fuera que supiese o no de los planes de Esaú, indudablemente Isaac comprendía que sería prudente que Jacob y Esaú estuvieran separados hasta que disminuyera la tensión que existía en el hogar.
4.
La bendición de Abraham.
El linaje autorizado de la familia debía perpetuarse mediante Jacob. Por eso, las bendiciones repetidamente prometidas a Abrahán fueron ahora transmitidas a Jacob (caps. 17: 2-8; 22: 16-18). Salió del hogar abrumado bajo la culpa, pero con la bendición de su padre.
5.
Arameo.
Moisés deliberadamente coloca el nombre de Jacob delante del de Esaú, puesto que Jacob entonces estaba en posesión no sólo de la primogenitura sino también de la bendición de Abrahán.
9.
Se fue Esaú a Ismael.
En la bendición que Jacob recibió de Isaac y en la orden que se le dio de tomar una esposa de entre sus parientes de Mesopotamia, Esaú percibió el profundo desagrado de sus padres hacia sus esposas heteas. Con la intención de agradar a sus padres se dirigió a la casa de su abuelo Abrahán en busca de una esposa, así como Jacob, siguiendo instrucciones, había ido, para conseguir la suya, a la casa de su tío materno, Labán. Mahalat, o Basemat (cap. 36: 3), a quien tomó por esposa, estaba emparentada con Isaac de la manera como Raquel, la esposa de Jacob, lo estaba con su madre Rebeca. Esaú se casó con la sobrina de su padre; Jacob con la de su madre. El hecho de que Esaú fuera "a Ismael" debe significar que fue "a la familia de Ismael", ya que éste había muerto unos 14 años antes de ese tiempo (ver com. de caps. 25: 19; 27: 1).
10.
Salió, pues, Jacob de Beerseba.
Jacob salió obedeciendo el deseo de su madre y la orden de su padre (ver Prov. 1: 8). Aunque tenía 77 años (ver com. de Gén. 27: 1), todavía respetaba a sus padres y se sometía a su autoridad. Su ejemplo filial debería ser emulado por todo hijo digno, siempre que una conducta tal no entre en conflicto con la lealtad a Dios (Prov. 6: 20; Mal. 1: 6; Efe. 6: 1-3).
Fue a Harán.
La famosa ciudad sobre el río Balij, en el norte de Mesopotamia, era el destino de Jacob. Esta fue la región donde Taré se había establecido después de su migración de Ur (Gén. 11: 31). Hasta la visita de Eliezer, hacía casi un siglo (PP 186), la familia de Betuel, incluyendo a Labán, vivía en la "ciudad de Nacor", que no estaba lejos de Harán (ver 394 com. de cap. 24: 10). Esto indica una mudanza, de la ciudad de Nacor a Harán, después de que Rebeca dejó su hogar paterno. El consejo de Rebeca a Jacob de ir directamente a Harán antes que a la ciudad de Nacor (cap. 27: 43) muestra que se sabía en Beerseba que la familia de Labán se había trasladado.
11.
Un cierto lugar.
Al terminar el segundo día, Jacob alcanzó las proximidades de la ciudad de Luz (vers. 19), unos 80 km. al norte de Beerseba. Eligió pasar la noche fuera de la ciudad misma por temor de los cananeos. El odio hacia ellos, sugerido por Josefo como la razón para que Jacob no entrara en la ciudad, es probablemente menos importante (Antigüedades i. 19. 1).
Su cabecera.
Literalmente, "la región de su cabeza" o "el lugar donde está la cabeza". De manera que Jacob tomó una piedra y la puso "debajo de su cabeza" o como "apoyo para la cabeza". La almohada, en el sentido moderno de la palabra, parece haber sido desconocida para los antiguos. En muchos países orientales la gente usaba apoyos para la cabeza hechos de madera, arcilla, piedra o metal, y todavía lo hace. Muchas antiguas muestras de éstos se han. preservado en Egipto. Puesto que todos ellos son hechos de material duro, era innecesario que un viajero llevara almohada consigo. Bastaba una piedra lisa. De ahí que no fuera una incomodidad para Jacob dormir con la cabeza sobre una piedra. La piedra es mencionada aquí en anticipación del uso de ella que más tarde se hará en el relato (vers. 22).
12.
Soñó.
Mientras Jacob yacía allí, cansado, solitario y triste, su corazón se volvió en oración a Dios (PP 182). Tales fueron las circunstancias mentales que rodearon su sueño. Tan sólo después de dos largos días durante los cuales había tenido la oportunidad de reflexionar sobre su conducta y de comprender su propia impotencia, se le apareció el Señor. En la providencia de Dios, con frecuencia la demora es el medio usado para purificar el alma y llevar el hombre a entregarse sin reservas a la misericordia y la gracia de Dios (DTG 170, 342-345). La escalera era un símbolo visible de una comunión real e ininterrumpida entre Dios en el cielo y su pueblo en la tierra. Los ángeles ascienden para presentar las necesidades de los hombres delante de Dios y descienden con promesas de ayuda y protección divinas. Parecía que la escalera descansaba sobre la tierra, donde yacía Jacob, solo, desamparado y abandonado por los hombres. Arriba, en el cielo, estaba Jehová. Proclamándose a sí mismo a Jacob como el Dios de sus padres, no sólo le confirmó todas las promesas hechas a sus mayores -la posesión de Canaán, una descendencia numerosa y una bendición para todos los hombres (caps. 12: 2, 3; 13: 14-17; 15: 5, 7, 16; 17: 2-6, 16; 17: 8; 18: 18; 22: 17, 18; 26: 3, 4, 24)- sino que también le concedió protección en su viaje y un retorno seguro al hogar. Puesto que el cumplimiento de esta promesa a Jacob estaba todavía muy lejos, Dios añadió la firme seguridad: "No te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho".
16.
Jehová está en este lugar.
Contrariamente a lo que sugieren algunos comentadores, la declaración de Jacob no es una evidencia de que él concibió la idea de que Dios se aparece solamente en ciertos lugares consagrados, y que él por casualidad había llegado a uno de ellos. Más bien es una expresión de su sorpresa y gozo al encontrar que, al paso que él se había imaginado que estaba solo, en realidad estaba en la misma compañía de Dios. En cierto sentido la declaración de Jacob fue una acusación contra sí mismo. Admitió que la falta de fe había ocasionado sus pensamientos de desánimo. Fue al sentirse más desamparado cuando encontró más cerca a Dios y éste le fue más real que nunca antes.
17.
¡Cuán terrible es este lugar!
Los que reciben el privilegio de una revelación de Dios, encuentran en su corazón el sentimiento de un profundo temor reverente. Isaías experimentó una convicción de culpabilidad tan intensa, que temió por su vida (Isa. 6: 5).Esta experiencia similar hizo que Jacob comprendiera agudamente su estado de indignidad y pecaminosidad. Pero a pesar de su alarma, sabía que el lugar era "casa de Dios", Bet-'Elohim, una casa de paz y seguridad.
18.
Tomó la piedra.
La piedra que había sido su almohada se convirtió en un monumento para rememorar la revelación que había recibido de Dios. Derramó aceite sobre ella para consagrarla como un monumento recordativo de la misericordia que se le había revelado (Exo. 30: 26-30). Esta "columna" no fue en ningún sentido convertida en un objeto de culto. El culto de las columnas ciertamente existía entre los cananeos, pero fue 395 estrictamente prohibido por Dios (Lev. 26: 1; Deut. 16: 22). Sin embargo, más tarde los israelitas violaron esa prohibición divina y levantaron columnas ("imágenes") como objetos de culto (1 Rey. 14: 23; 2 Rey. 18: 4; 23: 14; 2 Crón. 14: 3; 31: 1; Ose. 10: 1, 2; Miq. 5: 13). Esto no significa, sin embargo, que cada columna levantada tuviera un significado tal, según se demuestra por los siguientes ejemplos. Jacob erigió otra columna para conmemorar su tratado con Labán (Gén. 31: 45), y otra sirvió para señalar la tumba de Raquel (cap. 35: 20). Más tarde Absalón erigió una para perpetuar su memoria (2 Sam. 18: 18).
19.
Bet-el.
Se traduce "casa de Dios". Este nombre fue más tarde aplicado a la ciudad cercana, conocida entonces como Luz. Que el nombre Bet-el fue al principio aplicado únicamente al lugar donde estaba el monumento recordativo de Jacob y no a Luz, es evidente por Jos. 16: 2, donde los dos lugares son claramente diferenciados. Sin embargo, en otros pasajes Bet-el se usa como el nombre moderno de la antigua ciudad de Luz (Gén. 35: 6; Jos. 18: 13; Juec. 1: 23). Este cambio de nombre no fue hecho hasta que los israelitas ocuparon la ciudad. Ella retiene su nombre hoy en día en su forma árabe Beitin.
20.
Hizo Jacob voto.
Este es el primer voto que se registra. Al hacer un voto, un hombre se compromete a realizar ciertas cosas en una forma específica. Puesto que el cumplimiento del voto de Jacob dependía del poder de Dios, y que fue hecho a Dios, tomó la forma de una oración. No fue hecho con espíritu mercenario, sino en gratitud, humildad y confianza.
Si fuere Dios.
Esta expresión en ninguna forma implica que Jacob dudara de que Dios cumpliría sus promesas, o que él estuviese poniéndole condiciones a Dios. Por el contrario, Jacob aceptaba lo que Dios le había dicho. Y siendo que el Eterno generosamente había prometido estar con él y bendecirlo, él por su parte sería fiel a Dios (PP 184, 185). Con profundo aprecio, el pensamiento de Jacob se tornó a formas tangibles con las que expresaba su dedicación.
Pan para comer.
Jacob, que no había vacilado en usar el más despreciable medio en un esfuerzo para asegurarse la parte mayor de la herencia, ahora humildemente no pidió nada más que protección, alimento, vestido y un retorno pacífico a la casa de su padre. Estaría contento con sólo lo indispensable para la vida. Había desaparecido su deseo de riqueza, lujos, honores y poder. ¡Qué lección de humildad y cuán plenamente la había aprendido Jacob!
21.
Jehová será.
El había pensado en Dios como el Dios de sus padres. Con seguridad, desde hacía mucho tiempo había tomado a Jehová como a su Dios. Pero al paso que en lo pasado había dependido en gran manera de la seguridad de la casa de su padre, las circunstancias ahora hacían necesaria una dependencia de Dios mucho más personal y real para todo lo que hasta entonces en su vida él había tomado como natural. No era un asunto de ir a Dios por la primera vez, sino de lograr una comunión más íntima, madura y comprensiva con él.
De allí en adelante Jacob dio evidencias de lealtad a Dios. Se entregó a la dirección divina y rindió a Dios el homenaje de un corazón agradecido y amante. ¡Qué progreso hizo durante los 20 años que mediaron entre Bet-el y Peniel! La gracia reinaba dentro de él, pero había también conflicto. Sus tendencias al mal permanecían activas y ocasionalmente se rindió a ellas con demasiada facilidad. Pero los principios correctos constantemente predominaron en su vida, y volvió a Canaán con una confianza madura en Dios. Bajo la paciente disciplina administrada por Dios, ganó constantemente en fe hasta que surgió de la gran crisis de su vida, en Mahanaim y Peniel, como "un príncipe de Dios".
22.
Esta piedra.
Jacob declaró su intención de erigir en ese lugar un altar para la celebración del culto divino. El cumplió esa resolución varios años después al volver a salvo a la tierra de su nacimiento (cap. 35: 1, 15).
El diezmo.
Tanto Abrahán como Isaac entendían y practicaban el pago del diezmo (cap. 14: 20). Las palabras de Jacob implican que no lo había practicado antes. Quizá tenía poco que él podía llamar como algo suyo. Quizá su espíritu codicioso lo había inducido a ser descuidado en diezmar lo que era suyo. Cualesquiera hubieran sido las circunstancias, prometió de allí en adelante pagar fielmente un diezmo, no para ganar el favor del cielo, sino en humilde y agradecido reconocimiento del perdón y el favor de Dios. Hizo su promesa diciendo enfáticamente: "El diezmo apartaré", literalmente "dando yo daré". En otras palabras, continuaría dándolo. juzgando por su vida futura de fidelidad 396 y dedicación a Dios, no hay razón para dudar de que su voto fue Fielmente cumplido. La forma en que Dios bendijo abundantemente a Jacob en años siguientes es una evidencia de la fidelidad de él en este respecto (Mal. 3: 8-11). Aquel que durante 77 años parece que no había sido un fiel pagador de diezmo salió de Canaán como un pobre fugitivo sin tener nada sino un cayado en su mano, pero volvió 20 años después con mucho ganado, rebaños, siervos y una gran familia.
Del caso de Jacob, cada cristiano podría aprender una lección vital. En tiempos de crisis y calamidad debiera considerar si las bendiciones celestiales quizá no han sido retenidas debido a infidelidad en el pago del diezmo (Hag. 1: 6-11). El caso de Jacob testifica que nunca es demasiado tarde para hacer un nuevo comienzo en esta dirección, ciertamente no como un medio para ganar el favor de Dios, sino como una demostración de amor y dedicación a él. Las bendiciones del cielo pueden entonces descender sobre el creyente sincero, como ocurrió en el caso de Jacob. El gran propósito de todo el trato de Dios con el hombre es el desarrollo de un carácter que refleje el de su Creador.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-22 PP 182-185
2 PP 182
10-17 MC 343
11, 12 PP 183
12 CS 21; DTG 176, 278; FE 86, 270; HAp 123, 408; 1JT 545; 2JT 211, 391; MeM 161; PP 613; 3T 64; 8T 130
12-14 CC 19, 20
13-15 1JT 545; PP 183
16 1JT 545; MC 172; 7T 193
16, 17 Ed 238; LS 311; OE 188; PR 34 16-22 PP 184
17 2JT 193; 3JT 29; MeM 295; MJ 263; PP 257
18 1JT 546
20-22 1JT 544
22 Ed 134; 1JT 373; PP 185, 564
1 SIGUIO luego Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales.
2 Y miró, y vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo.
3 Y juntaban allí todos los rebaños; y revolvían la piedra de la boca del pozo, y abrevaban las ovejas, y volvían la piedra sobre la boca del pozo a su lugar.
4 Y les dijo Jacob: Hermanos míos, ¿de dónde sois? Y ellos respondieron: De Harán somos.
5 El les dijo: ¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? Y ellos dijeron: Sí, le conocemos.
6 Y él les dijo: ¿Está bien? Y ellos dijeron: Bien, y he aquí Raquel su hija viene con las ovejas.
7 Y él dijo: He aquí es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a apacentarlas.
8 Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los rebaños, y remuevan la piedra de la boca del pozo, para que abrevemos las ovejas.
9 Mientras él aún hablaba con eunucos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora.
10 Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán hermano de su madre, y las ovejas de Labán el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la 397 boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán hermano de su madre.
11 Y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz y lloró.
12 Y Jacob dijo a Raquel que él era hermano de su padre, y que era hijo de Rebeca; y ella corrió, y dio las nuevas a su padre.
13 Así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas.
14 Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él durante un mes.
15 Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál será tu salario.
16 Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel.
17 Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer.
18 Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor.
19 Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo.
20 Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.
21 Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella.
22 Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.
23 Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella.
24 Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada.
25 Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?
26 Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor.
27 Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años.
28 E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por mujer.
29 Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada.
30 Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.
31 Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.
32 Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido.
33 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón.
34 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví.
35 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.
1.
Siguió luego Jacob su camino.
Literalmente, "Levantó Jacob los pies y fue". Esto implica alegría y refleja el estado mental en que lo había dejado lo sucedido en la noche precedente. Fortalecido así en espíritu, Jacob prosiguió su viaje a "la tierra de los orientales", que en este caso se refiere a la alta Mesopotamia, al este del río Eufrates. El término también incluye la parte superior del desierto de Arabia. En la Biblia, "los orientales" son los moradores de la Mesopotamia o del desierto de su proximidad inmediata. Parece que los hebreos se contentaban con expresar aproximadamente la dirección. "Este" podía significar cualquier dirección entre noreste y sudeste.
2.
Un pozo.
Después de viajar algo más de 700 km., lo que requeriría unas 3 semanas, Jacob llegó a la proximidad de Harán (vers. 4). La indicación de que la piedra sobre la boca del pozo era grande no significa que se necesitaba la fuerza unida de todos los pastores para apartarla, pues Jacob lo hizo solo (vers. 10). Más bien sugiere un convenio entre los pastores para abrevar juntos sus rebaños. La escena cerca del pozo está tan plenamente en armonía con las costumbres del Oriente, 398 tanto antiguas como modernas, que de ninguna manera resulta extraño el parecido de esta narración con la que se describe en el cap. 24: 11. Además este pozo fue construido de una manera diferente de aquel en que Eliezer encontró a Rebeca. Allí el agua era extraída inmediatamente de un pozo abierto, y volcada en bateas ya dispuestas para el ganado, como sucede en la mayoría de los pozos del Oriente hoy en día, al paso que aquí el pozo estaba cerrado con una piedra, y no se menciona la necesidad de jarras ni cántaros.
4.
¿De dónde sois?
La pregunta de Jacob implica que el pozo no estaba situado en la proximidad inmediata de Harán. Al saber que eran de Harán, inmediatamente preguntó por "Labán hijo [descendiente] de Nacor". En realidad Labán era el nieto de Nacor (cap. 24: 15, 29). Los pastores, cuyas respuestas habían sido hasta aquí breves puesto que Jacob era un extraño, hablaron de la inminente llegada de Raquel. El nombre Raquel significa "ganado lanar" u "oveja".
9.
Raquel vino.
Indudablemente no era la costumbre que las jóvenes quedaran en casa hasta que se aproximara el tiempo de su casamiento. Tampoco ofendía la dignidad de las niñas de las familias ricas acarrear agua del pozo, como lo había hecho Rebeca, o cuidar ovejas, como lo hacía Raquel en este caso. El trabajo honrado, lejos de ser un descrédito, es un honor tanto para los encumbrados como para los humildes. Cada hijo e hija debiera aprender que el trabajo no es humillante, sino que es un privilegio contribuir para cubrir las necesidades de la familia.
11.
Jacob besó a Raquel.
El hecho de que Raquel no se resintiera por la conducta de Jacob como que él se hubiera tomado una libertad indebida, sugiere que ya él se había dado a conocer a ella. Las primeras palabras del vers. 12 también podrían traducirse: "Jacob había dicho a Raquel", traducción que la construcción hebrea permite.
12.
Hermano de su padre.
Así como Lot es llamado hermano de Abrahán aunque en realidad era su sobrino (caps. 13: 8; 14: 14, 16), así también Jacob se refirió a sí mismo como hermano de Labán. Indudablemente en casos donde la exactitud no era importante, la palabra "hermano" se empleaba para indicar un pariente cercano.
13.
Contó a Labán.
Labán ahora respondió ante la llegada de un pariente cercano en una forma muy parecida a como lo había hecho cuando llegó Eliezer 97 años antes (cap. 24: 30, 31). Otra vez se pusieron en evidencia la misma cordialidad y hospitalidad. La expresión "todas estas cosas" probablemente se refiere a lo que su madre le había instruido que dijera a fin de probar su relación de parentesco, y en cuanto a la causa y los propósitos de su alejamiento del hogar. Si no hubiera dicho la verdad, ¿cómo podría haber explicado su evidente pobreza? ¿Por qué, siendo hijo de padres ricos, llegaba a Harán a pie y sin regalos ni siervos? ¡Cuán distinta, mucho tiempo antes, había sido la llegada del siervo de Abrahán!
15.
Cuál será tu salario.
Luego de haber estado Jacob por un mes como huésped en la casa de su tío (vers. 14), tiempo durante el cual parece haber demostrado que era útil en el hogar, Labán reconoció en su sobrino un ayudante valioso. Por otra parte, siendo de un carácter evidentemente codicioso, Labán se propuso explotar la habilidad y diligencia de Jacob para su propia conveniencia. Pero para que Jacob no discerniera sus motivos, Labán ocultó cuidadosamente su egoísmo bajo la apariencia de justicia y bondad. Para evitar todo posible reclamo de parte de su sobrino, propuso pagarle como lo hubiera hecho con un siervo ordinario.
17.
Los ojos de Lea eran delicados.
La palabra hebrea rak, aquí traducida "delicados", generalmente se ha entendido como que significa "débiles" o "apagados". Desde que la LXX la empleó con esta connotación, la han seguido la mayoría de los traductores. Pero la palabra rak también significa "gentiles", "suaves", y "lisonjeros", lo cual querría decir que los ojos de ella tenían una apariencia precisamente opuesta a la que han pensado la mayoría de los comentadores. Sin embargo, el hecho de que Jacob no fuera atraído por Lea indicaría más un contraste entre las dos hermanas que el implicado por esta última sugestión. Quizá los ojos de Lea y su personalidad carecían de la vivacidad y la radiante cordialidad que admiran los orientales.
18.
Siete años por Raquel.
Jacob, profundamente enamorado de Raquel, inmediatamente estuvo dispuesto a entrar en tratos con su tío. La propuesta de Jacob se basaba parcialmente en el hecho de que no estaba en una posición como para pagar la dote usual y 399
ANDANZAS DE JACOB MIENTRAS HUÍA DE ESAÚ Y EL ENCUENTRO EN EL JABOC
400 también en su conocimiento de que la situación en su casa iba a hacer necesaria una estada prolongada con Labán. El consentimiento de Labán tan sólo puede explicarse teniendo en cuenta su codicia, que se hizo más y más evidente a medida que fue pasando el tiempo.
20.
Porque la amaba.
Jacob mostró su amor por Raquel no sólo por su buena disposición para servir siete años por ella sino, aún más, por el espíritu con el que trabajó para su tío avariento. Aunque fueron muchos los días que debieron pasar antes de que Raquel fuera su esposa, le resultaron felices por su amor a ella. Las palabras usadas por Moisés para expresar el profundo amor de Jacob respiran un afecto puro y una tierna dedicación.
21.
Dame mi mujer.
Resulta interesante, en relación con Labán, el que Jacob viera necesario recordarle la terminación de los siete años. Se preparó una gran fiesta de casamiento, que probablemente duró toda una semana (vers. 27), de acuerdo con la costumbre. La forma en que Labán engañó a Jacob posiblemente se debió a la costumbre de velar a la novia y llevarla ante el novio "a la noche". Aunque generalmente las niñas poco tenían que ver con la elección de sus esposos, se necesitaba el consentimiento de Lea para que tuviera éxito esta vil propuesta. Ella misma debe haber amado a Jacob para aprobar y cooperar en el plan de hacer daño tanto a su hermana como a su futuro esposo haciéndolo casarse con una a quien no buscó ni amó.
La duplicidad de Labán resultó en una rivalidad que duró toda la vida entre las dos hermanas (cap. 30: 14-16).
24.
Zilpa.
Labán siguió una costumbre oriental (cap. 24: 59) cuando dio su sierva Zilpa a su hija como su servidora personal. El significado del nombre Zilpa puede ser "nariz corta".
25.
¿Qué es esto?
A la mañana siguiente Jacob, el gran engañador, se despertó para encontrarse víctima de un engaño. La justicia inexorable le había retribuido su duplicidad. En defensa propia, Labán adujo un requisito imaginario de una costumbre social local. Si eso hubiera sido en realidad la costumbre en Harán, como lo era en algunos otros países de la antigüedad, debiera haberle advertido a Jacob en cuanto a ella cuando le propuso trabajar por Raquel. Sin embargo, el voto que hizo Jacob a Dios en Bet-el, y su amor por Raquel, lo indujeron a quedarse con Labán antes que repudiar el casamiento, como podría haberle hecho.
27.
Cumple la semana de ésta.
Las fiestas de casamiento generalmente duraban una semana (Juec. 14: 12), y Jacob iba a recibir a Raquel también a la terminación de las festividades del casamiento de Lea (vers. 28-30). Sin duda Labán estaba ansioso de preservar su buen nombre ocultando su fraude ante la opinión pública, en vista de que todos los hombres de la ciudad fueron sus invitados durante el festejo (vers. 22). Su comportamiento no revela sino una serie de motivos viles. Aunque daba poco valor a los afectos y la felicidad de su hija, tenía un gran aprecio por las cualidades de Jacob como pastor. Forzado por la necesidad, Jacob convino en aceptar la propuesta. Así Labán recibió 14 años de servicio en vez de 7 y al mismo tiempo se libró de la carga de sostener a Lea, que de otra manera podría haber sido difícil de casar.
28.
Le dio a Raquel.
Es claro que Jacob no sirvió otros siete años antes de que Raquel llegara a ser su esposa. Esto último ocurrió cuando terminó la semana de festejos de Lea. El acto de bigamia de Jacob no debe juzgarse por una disposición posterior de la ley mosaica que prohibía a un hombre estar casado con dos hermanas al mismo tiempo (Lev. 18: 18). Por otra parte, el doble casamiento de Jacob no se puede justificar arguyendo que la bendición de Dios finalmente lo convirtió en el medio de multiplicar su propia simiente y cumplir así su promesa. Sencillamente Dios encauzó hacia un buen desenlace los errores de los hombres, pues ni aun ellos pudieron torcer el propósito divino (Sal. 76: 10). La bigamia que se había ocasionado por el engaño de Labán y el afecto de Jacob produjo fricción y pesar en los hogares de ambos hombres. En esa escuela de aflicción Jacob aprendió que "el camino de los transgresores es duro" (Prov. 13: 15). Los celos y el pesar presentes en ese casamiento son un comentario a la orden específica de Moisés en contra de que un hombre a un tiempo se casara con dos hermanas (Lev. 18: 18).
29.
Bilha.
Como en el caso de Lea, se dio también una sierva a Raquel. El significado de su nombre puede haber sido "terror", pero esto es inseguro.
30.
La amó.
Lea, participando del cruel fraude de Labán, no consiguió ganar el afecto 401 de su esposo. El resultado fue un hogar donde prevalecieron la envidia, los celos y la contención. Durante años Jacob había trabajado y esperado pacientemente el día cuando pudiera tener un hogar feliz con su amada Raquel, tan sólo para encontrarse abrumado con dos esposas que querellaban (cap. 30: 1, 2, 8, 15). Cuán diferente habían sido los primeros años de la vida matrimonial de su padre Isaac, sobre cuyo hogar no descansó la sombra de la poligamia con sus funestas consecuencias (cap. 24: 67). El triste caso de Jacob muestra la sabiduría de Abrahán al prohibir el regreso de Isaac a Mesopotamia (cap. 24: 6).
31.
Lea era menospreciada.
Uniendo los vers. 20, 30, 31 y 34 se aclara el significado de la palabra aquí traducida como "menospreciada". Tan sólo significa un grado de amor menos intenso. El registro de las relaciones de Jacob con Lea demuestra que él no la "menospreció" en el sentido que la palabra generalmente tiene para nosotros hoy. Sencillamente sintió y demostró menos afecto por ella que por su hermana. La declaración "Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí" (Mal. 1: 2, 3; Rom. 9: 13) debe entenderse en la misma forma. Dios sintió y manifestó un grado mayor de afecto por Jacob y su posteridad que por Esaú y sus descendientes. Dios eligió a uno para ser su vehículo especial de bendición para el mundo, con preferencia respecto al otro, no sobre una base arbitraria, sino teniendo en cuenta el carácter (ver Deut. 7: 6-8).
Le dio hijos.
Así como Jehová había visitado a Sara (Gén. 21: 1) y había oído las súplicas de Rebeca (cap. 25: 21), ahora se interpuso en favor de Lea. Bendiciendo a Lea con hijos, al par que Raquel quedaba estéril por un tiempo, Dios procuró fomentar en el corazón de Jacob más amor por Lea. Así se estableció una cierta igualdad, pues mientras Jacob amaba a Raquel por lo que ella le significaba personalmente, estaba inducido a apreciar a Lea también.
32.
Rubén.
Cada uno de los hijos de Jacob recibió un nombre que expresa los pensamientos y emociones de su madre en el momento de su nacimiento. En una forma u otra, todos estos nombres reflejan la rivalidad de las dos hermanas. Cada nombre está relacionado en su sonido con ciertas palabras claves en la declaración que entonces hizo la madre. Así pues, la primera sílaba de Rubén, que significa "Ved, un hijo", procede de ra'ah, "ver", usada en la observación que hizo ella: " Ha mirado Jehová mi aflicción". Para Lea, su primer hijo fue la evidencia de la compasión de Jehová y bien podía esperar ella que ese hijo fuera el medio por el cual pudiera ganar el afecto de Jacob. En la primera manifestación de gozo maternal, ella tuvo la confianza de que conquistaría el corazón de Jacob.
33.
Simeón.
Indudablemente el nacimiento de Rubén no cubrió plenamente todas las expectativas de Lea acerca de Jacob. Su segundo hijo, nacido aproximadamente un año más tarde, recibió el nombre de Simeón, "oyendo". Quizá, al fin, Dios había oído cuando ella había sido pospuesta y menospreciada.
34.
Leví.
El tercero de los hijos de Lea nacidos en rápida sucesión fue llamado Leví, "unión", con la esperanza de que esta vez su esposo en realidad se uniría con ella. En un harén oriental, la madre del hijo varón destinado a convertirse en heredero, es la esposa más honrada. Lea no podía entender por qué Jacob no transfería su afecto de Raquel, su hermana estéril, a ella.
35.
Judá.
El nacimiento del cuarto hijo de Lea hizo que ella exclamara: "Esta vez alabaré a Jehová", como si hubiera sabido por intuición que él iba a ser el progenitor de los reyes de Israel y del Mesías. Por eso lo llamó Judá, "el alabado". El gozo de Lea era completo.
Dejó de dar a luz.
Es decir, temporariamente. Jacob, a pesar de sí mismo, ahora no podía menos que apreciar a Lea como la madre de cuatro hijos, aunque no la amara tanto como esposa. Para que Lea no se ensoberbeciera indebidamente por su buena fortuna, u olvidara que Dios era el que la había bendecido, y para que Raquel no se desanimara por completo, Dios intervino otra vez. Quizá se había alcanzado un cierto equilibrio en los afectos.
Lea debe haber sido una mujer piadosa, una esposa consagrada y una madre fiel. De acuerdo con el Registro sagrado, mencionó el nombre de Jehová en relación con el nacimiento de tres de sus cuatro primeros hijos. Aunque procedía de una familia idólatra, debe haber aceptado la religión de su esposo y debe haberse convertido en una sincera creyente en Jehová. Por contraste, la conversión de Raquel parece que al principio sólo produjo poco más que un cambio superficial. 402
Aunque externamente ella también había aceptado la religión de su esposo, su corazón permanecía unido a los viejos ídolos de la familia, o ella pudo haberlos tomado con la intención de asegurarse la herencia familiar (cap. 31: 19). En varias ocasiones su conducta resalta en directo contraste con la de Lea, y parece reflejar un espíritu mucho más egoísta (cap. 30: 1-3, 8, 15). No puede haber duda de que la excelencia de carácter de Lea, tanto como su sinceridad y piedad, finalmente produjeron un cambio en la actitud de Jacob hacia ella (caps. 31: 4, 14; 49: 31).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1- 30 PP 186-188
1, 10-14 PP 186
18 SR 89
18- 20 PP 186, 187, 242
25- 30 PP 188, 242; SR 89
1 VIENDO Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero.
2 Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?
3 Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella.
4 Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella.
5 Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob.
6 Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan.
7 Concibió otra vez Bilha la sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob.
8 Y dijo Raquel: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llamó su nombre Neftalí.
9 Viendo, pues, Lea, que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por mujer.
10 Y Zilpa sierva de Lea dio a luz un hijo a Jacob.
11 Y dijo Lea: Vino la ventura; y llamó su nombre Gad.
12 Luego Zilpa la sierva de Lea dio a luz otro hijo a Jacob.
13 Y dijo Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre Aser.
14 Fue Rubén en tiempo de la siega de los trigos, y halló mandrágoras en el campo, y las trajo a Lea su madre; y dijo Raquel a Lea: Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.
15 Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de Revar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo.
16 Cuando, pues, Jacob volvía del campo a la tarde, salió Lea a él, y le dijo: Llégate a mí, porque a la verdad te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo. Y durmió con ella aquella noche.
17 Y oyó Dios a Lea; y concibió, y dio a luz el quinto hijo a Jacob.
18 Y dijo Lea: Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido; por eso llamó su nombre Isacar.
19 Después concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob.
20 Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi marido, 403 porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón.
21 Después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina.
22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos.
23 Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta;
24 y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo.
25 Aconteció cuando Raquel hubo dado a luz a José, que Jacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra.
26 Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho.
27 Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa.
28 Y dijo: Señálame tu salario, y yo lo daré.
29 Y él respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha estado tu ganado conmigo.
30 Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número, y Jehová te ha bendecido con mi llegada; y ahora, ¿cuándo trabajaré también por mi propia casa?
31 Y él dijo: ¿Qué te daré? Y respondió Jacob: No me des nada; si hicieres por mí esto, volveré a apacentar tus ovejas.
32 Yo pasaré hoy por todo tu rebaño, poniendo aparte todas las ovejas manchadas y salpicadas de color, y todas las ovejas de color oscuro, y las manchadas y salpicadas de color entre las cabras; y esto será mi salario.
33 Así responderá por mí mi honradez mañana, cuando vengas a reconocer mi salario; toda la que no fuere pintada ni manchada en las cabras, y de color oscuro entre mis ovejas, se me ha de tener como de hurto.
34 Dijo entonces Labán: Mira, sea como tú dices.
35 Y Labán apartó aquel día los machos cabríos manchados y rayados, y todas las cabras manchadas y salpicadas de color, y toda aquella que tenía en sí algo de blanco, y todas las de color oscuro entre las ovejas, y las puso en mano de sus hijos.
36 Y puso tres días de camino entre sí y Jacob; y Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán.
37 Tomó luego Jacob varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas.
38 Y puso las varas que había mondado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos del agua donde venían a beber las ovejas, las cuales procreaban cuando venían a beber.
39 Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores.
40 Y apartaba Jacob los corderos, y ponía con su propio rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de Labán. Y ponía su hato aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán.
41 Y sucedía que cuantas veces se hallaban en celo las ovejas más fuertes, Jacob ponía las varas delante de las ovejas en los abrevaderos, para que concibiesen a la vista de las varas.
42 Pero cuando venían las ovejas más débiles, no las ponía; así eran las más débiles para Labán, y las más fuertes para Jacob.
43 Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA - CAP 30
1.
Dame hijos.
El buen éxito de Lea como madre despertó los celos de Raquel más allá de lo que podía soportar. Ahora bien, "la envidia es carcoma de los huesos" (Prov. 14: 30), y son "duros como el Seol los celos" (Cant. 8: 6). Aunque Raquel disfrutaba de la mayor parte del afecto de su esposo, no podía estar contenta mientras su hermana la sobrepujara en lo que, para todo oriental, es el más importante de todos los deberes de una esposa: la maternidad. Sara había estado casada por lo menos 25 años cuando nació Isaac. Rebeca había esperado en vano 20 años un hijo cuando ella e Isaac se volvieron a Dios en oración. Pero esperar afrontando la competencia hizo que Raquel se impacientara con sus celos relativamente poco después de su casamiento, y con amargura de espíritu censuró a Jacob.
2.
¿Soy yo acaso Dios?
Se despertó naturalmente el desagrado apasionado de Jacob 404 por las indignas palabras de su esposa favorita. Rehusó aceptar la culpa por una situación que sólo Dios podía cambiar. Bien sabía Raquel que sólo Dios podía quitar la esterilidad (vers. 6), pero por el momento, sus celos por Lea aparentemente la cegaron ante ese hecho. La respuesta de Jacob también manifiesta una cierta falta de espiritualidad. ¿Por qué no le sugirió a su chasqueada y amargada esposa que ambos buscaran ayuda en la oración, como sus padres lo habían hecho antes de que él mismo naciera? En vez de eso, Jacob consintió en una propuesta que era nada menos que un recurso pecaminoso.
3.
He aquí mi sierva Bilha.
La propuesta de Raquel, que Jacob aceptó y llevó a cabo, era tan pecaminosa como la de Sara (cap. 16: 2), pero sin la excusa de Sara, puesto que no había ahora ninguna cuestión en cuanto a un heredero para Jacob. Ciertamente, ni siquiera existiendo una razón tal se hubiera justificado el hecho, que aun en el caso de Abrahán había sido condenado tan claramente.
Dará a luz sobre mis rodillas.
Esta declaración ha sido considerada por muchos comentadores como un modismo hebreo que expresa adopción (cap. 50: 23). Es posible que la expresión se originara en una antigua costumbre oriental por la cual, cuando nacía un hijo que iba a ser adoptado, el que adoptaba el niño lo recibía como suyo propio. Probablemente Raquel tuvo en cuenta una de estas costumbres e hizo planes para recibir al niño, desde el nacimiento, como propio de ella.
4.
Jacob se llegó a ella.
El relajamiento de Jacob en el matrimonio comenzó con la poligamia y terminó con el concubinato. Aunque Dios encauzó todo esto para el desarrollo de la simiente de Israel, no por eso colocó su aprobación sobre una costumbre tal.
6.
Dan.
Raquel, que había considerado su esterilidad como una injusticia en vista de la fecundidad de Lea, consideró el nacimiento de Dan como una vindicación divina de su conducta. Claramente declaró esta convicción cuando dijo: "Me juzgó Dios", o "Ha procurado justicia para mí", por cuya razón llamó a Dan "El juzgó". Su declaración "Y también oyó mi voz" significa que ella había orado por esto, o que consideraba el nacimiento de Dan como la respuesta de Dios por sus amargas quejas (vers. 1).
8.
Neftalí.
Después del nacimiento de Dan, quizá Jacob consideró a Bilha como a una de sus esposas legítimas, o siguió una renovada instigación de Raquel de conseguir otro hijo para ella mediante su sierva. Cuando nació el segundo hijo de Bilha, a quien Raquel consideraba suyo por adopción, declaró literalmente que había "luchado con grandes luchas", "con luchas de 'Elohim [Dios]", con su hermana y había tenido éxito. De ahí que lo llamara Neftalí, "mi lucha".
9.
Viendo, pues, Lea.
Lea, acostumbrada a tener un hijo cada año, se impacientó cuando pareció que no daría más a luz. Que Raquel hubiera tenido hijos mediante su sierva no molestaba a Lea mientras tuviera la perspectiva de tener hijos propios, pero ahora se convirtió en víctima de la envidia, así como su hermana lo había sido antes. El medio empleado por Raquel para retener el favor de Jacob puso celosa a Lea, y los celos la impulsaron al empleo del mismo medio que había usado Raquel. Sin embargo, parece que Lea estuvo consciente de que estaba siguiendo una artimaña de su propio corazón, puesto que no hizo referencia a Dios en sus declaraciones cuando nacieron los dos hijos de Zilpa.
En cuanto a Jacob, es sorprendente con cuánta facilidad consintió en las tortuosas instigaciones de sus esposas con el fin de aumentar su descendencia. Si había pensado tener alguna excusa para tomar a Bilha a fin de satisfacer a su amada Raquel, que no tenía hijos propios, ¿con qué excusa pudo haber aquietado ahora su conciencia en cuanto a la propuesta de Lea que ya tenía cuatro hijos? Habiendo entrado en la senda de las malas acciones, parece que no veía el error de su conducta ni pensó en sus posibles consecuencias. Por otro lado, debe admitirse que al hacer esto seguía una costumbre común en sus días. Por el código de la ley de Hammurabi y otros documentos cuneiformes sabemos que una práctica tal era legal y socialmente aceptable, en particular cuando la esterilidad impedía tener hijos. La existencia de esta costumbre probablemente es la principal razón para que ni Abrahán ni Jacob vieran ningún gran error al tomar a sus siervas como concubinas.
11.
Gad.
Este nombre significa "en buena fortuna", como lo tienen la LXX y la Vulgata. Así Lea llamó al hijo de Zilpa, Gad, "buena fortuna".
13.
Aser.
El segundo hijo de Zilpa fue llamado 405 Aser, "el feliz", o "el que trae felicidad". Dijo ella literalmente: "Para mi felicidad, pues las hijas me llaman feliz", esto es, como madre de muchos hijos. En las declaraciones que hizo ella cuando nacieron tres de sus cuatro hijos propios, Lea había reconocido a Jehová (cap. 29: 32, 33, 35). En este caso, con los nacidos de su sierva, parece que no pensó en Dios. Eran el resultado exitoso y bienvenido de su propio e inteligente plan.
14.
Mandrágoras.
En la alta Mesopotamia, la cosecha de trigo viene en mayo y junio. La mandrágora es una hierba de la familia de la belladona con pimpollos blancos y rojizos. Su fruto amarillento y fragante tiene más o menos el tamaño y la forma de una manzanita. Hoy en día, como en los tiempos antiguos, el fruto ha sido considerado por la gente del Cercano Oriente como que promueve la fertilidad. Las mujeres del Oriente todavía hacen una bebida de mandrágoras que, según se creía, estimulaba el deseo sexual y ayudaba en la concepción.
15.
¿Es poco?
Indudablemente Raquel deseaba las mandrágoras como un medio para eliminar su esterilidad. Lea se indignó ante el pensamiento de compartir algo que podía aumentar las perspectivas de su hermana de conseguir todavía más del amor de Jacob. Parece que, quizá en contraste con Lea, Raquel tenía más fe en las mandrágoras que en el poder de Dios. Sin embargo, finalmente aprendió a confiar en Dios más que en las mandrágoras (Gén. 30: 22; Sal. 127: 3).
18.
Isacar.
"Oyó Dios a Lea" (vers. 17) para mostrar que viene la vida no por medios naturales como las mandrágoras, sino mediante Dios, el autor de la vida. Lea pensó que veía en el nacimiento de su quinto hijo una recompensa divina por haber dado su sierva a su esposo, indudablemente considerando ese acto, que había surgido de los celos, como una evidencia de abnegación. El nombre Isacar contiene la idea de "recompensa", pero ya sea que signifique "Hay una recompensa" o, de acuerdo con una tradición rabínica, "Lleva una recompensa", no es seguro su significado. Nótese que fue Lea, y no Moisés, quien vio en el nacimiento de Isacar una "recompensa" por una acción pecaminosa.
20.
Zabulón.
Al nombrar a su sexto hijo Zabulón, "morada", Lea expresó su esperanza de que ahora Jacob la preferiría a ella antes que a su hermana estéril. Estaba luchando por el primer lugar en el afecto de él, luchando para que él "morara" con ella en la honrosa relación de primera esposa.
21.
Dina.
El nombre significa "vindicación". Ella no fue la única hija de Jacob (caps. 37: 35; 46: 7), y probablemente se la menciona aquí en anticipación del relato de su desgracia en el cap. 34. La palabra "después" indica que había pasado algún tiempo desde el nacimiento de Zabulón. Dina era la única hija de Jacob cuando él volvió a Canaán (ver com. cap. 34: 1).
22.
Se acordó Dios de Raquel.
Parece que finalmente Raquel llevó su problema ante Dios en oración. Su petición fue oída y la fe obtuvo lo que la impaciencia y la incredulidad hasta entonces lo habían impedido.
23.
Mi afrenta.
En el antiguo Oriente, una mujer estéril no era compadecida sino despreciada, y se consideraba la falta de hijos como una vergüenza y una maldición. Esto explica por qué mujeres como Rebeca, Raquel y Ana sintieran tan profundamente su esterilidad. Entre los judíos, la esterilidad era considerada como justificativo para el divorcio, la poligamia o el concubinato.
24.
José.
Que significa "El quita", como alusión a la desaparición de la afrenta de ella, o "El añadirá", en anticipación de otro hijo que esperaba que Dios le añadiría a este primero. La desaparición de su afrenta implicaba esta posibilidad.
25.
Aconteció.
Cuando nació José, Jacob procuró el permiso de Labán para volver a Canaán. De acuerdo con los vers. 25-28, parece que José nació al final del 14º año del servicio de Jacob, 7 años después de su casamiento (cap. 29: 21-28). No resulta enteramente claro si los 11 hijos que Jacob tenía ahora, nacieron todos durante los 7 años entre su casamiento y la terminación de sus 14 años de servicio con Labán, o si algunos de ellos nacieron durante los 6 años siguientes de los 20 que pasó allí (cap. 31: 38).
El orden en que está la lista de los hijos de Jacob aquí, no representa necesariamente el preciso orden cronológico de su nacimiento, pero parece estar basado en su linaje materno. Moisés pone en la lista cuatro para Lea; dos para cada concubina: Bilha y Zilpa, dos más para Lea y uno para Raquel, distribuidos en estos cinco grupos. No hay dos listas de los hijos de Jacob registradas en el AT que los den precisamente en el mismo orden (Gén. 406 46: 8-25; 49: 3-27; Exo. 1: 1-4; Núm. 1: 5-15; 1 Crón. 2: 1, 2; etc.), y por lo tanto es imposible saber con certeza el orden de su nacimiento.
Parecería muy extraño que 11 hijos y 1 hija (Gén. 29: 32 a 30: 24) hubieran nacido durante los primeros 7 años de la vida matrimonial de Jacob y ninguno durante los siguientes 6 años que sirvió a Labán. Sin embargo, si tal fuera el caso, Lea dio a luz siete hijos en siete años, con un claro intervalo durante el cual no tuvo ninguno (caps. 29: 35; 30: 9). Si durante este intervalo los cuatro hijos de Bilha y de Zilpa nacieron uno tras otro, obviamente siete años sería un tiempo demasiado corto. A no ser por el hecho de que los seis hijos varones de Lea están separados en dos grupos, podría pensarse que el orden de Moisés aquí se basó estrictamente en su linaje materno. Puesto que, obviamente, este no es el caso, parecería que los cinco grupos están arreglados en el orden del nacimiento del primer hijo de cada grupo y que probablemente hay alguna superposición entre dos grupos consecutivos. Esto parece ajustarse mejor con el contexto y con hechos conocidos. Según esto, el nacimiento de Dan precedería al de todos los hijos que están en lista después de él, pero no necesariamente a Judá. En principio, lo mismo sería verdad para Gad, Isacar y José. Una superposición muy próxima como sería ésta, haría posible el nacimiento de los 11 hijos en un período de 7 años. Pero aun si se acepta el principio de la superposición, no hay razón para que necesariamente todos los 11 nacieran durante esos 7 años; algunos pueden haber nacido durante el período final de 6 años de la permanencia de Jacob con Labán. En realidad esta última posibilidad parece más razonable, pues aun concediendo la posibilidad de la superposición durante los siete años, la rápida sucesión en que deben haberse presentado los nacimientos sería demasiado apretada aun de acuerdo con las normas orientales.
28.
Señálame tu salario.
Puesto que el segundo período de siete años terminó aproximadamente con el nacimiento de José, Jacob pidió a Labán permiso para volver a Canaán (vers. 25). Pero Labán estaba mal dispuesto para perder a un hombre tan valioso y, sin embargo, no encontraba una estratagema para conservarlo consigo por más tiempo. El hecho de que pidiera a Jacob que señalara su salario no le impidió cambiárselo diez veces durante los seis años (cap. 31: 7). Detrás de Labán estaba el maligno tratando de torcer el plan de Dios al impedir, si hubiera sido posible, que Jacob volviera a la tierra prometida.
31.
Si hicieres por mí esto.
Cuando Labán repitió su oferta, indicando su decisión de cumplirla, Jacob le propuso condiciones con las cuales estaría dispuesto a quedar. Su propuesta se basaba en el hecho de que en el Cercano Oriente, por regla general, las cabras son negras o de un color castaño oscuro y rara vez son blancas o tienen manchas blancas, y además, que la mayoría de las ovejas son blancas, rara vez negras o manchadas. Puesto que la propuesta de Jacob implicaba sólo una pequeña parte de los rebaños y de las manadas de Labán, éste se apresuró a aprobar el plan (vers. 34). Además Jacob le ofrecía hacer la separación "hoy", de modo que Labán pudiera ver exactamente cuáles serían los resultados.
El curso siguiente del relato muestra que algo más estaba implicado en el convenio entre Jacob y Labán. O Moisés eligió mencionar sólo el principio básico del convenio, omitiendo así que la separación había de repetirse a intervalos regulares, o este punto no fue mencionado al principio, sino más bien fue dado por sentado por ambas partes. Como quiera que fuese, Jacob procedió de acuerdo con algo a lo cual no pareció haberse opuesto Labán, a pesar de sus frecuentes alteraciones del contrato (cap. 31: 7, 8, 41).
34.
Como tú dices.
Labán aceptó alegremente la propuesta, pero no dejó que Jacob hiciera la selección (vers. 34-36). La hizo él mismo, probablemente para asegurarse que se realizaba de acuerdo con su interpretación del convenio. Entregó entonces las ovejas y cabras manchadas a sus hijos (mencionados aquí por primera vez) para que las cuidaran, y dejó a Jacob a cargo solamente de los animales de color puro de los rebaños. Finalmente, Labán "puso tres días de camino entre sí y Jacob", es decir entre los rebaños que él mismo iba a cuidar mediante sus hijos y los atendidos por Jacob, a fin de evitar que hubiera mezcla entre ellos.
37.
Tomó luego Jacob varas.
El relato de los vers. 37-40 a primera vista parece contradecir algunas leyes conocidas de la genética y suele ser citado como una prueba de que la Biblia no es científica. Sin embargo, un estudio 407 cuidadoso del contexto y una comparación del relato con hechos conocidos acerca de las leyes de la genética revelan lo que sucedió y vindican de una manera realmente notable la inspiración de las Escrituras. Para una comprensión detallada y científica del tema , véase F. L. Marsh, Studies in Creationism, págs. 367-374.
Pensando preservar sus propios intereses en el convenio propuesto por Jacob, inmediatamente Labán separó los respectivos rebaños (vers. 35), lo que indica que él también sabía algo de las leyes de la herencia. Colocó todas las ovejas, cabras y ganado que tenían manchas bajo el cuidado de sus propios hijos, procurando así apartarlos de Jacob y evitando la posibilidad de que hubiera una reproducción de esos animales manchados que volvieran a ser, por lo menos en apariencia, de color liso. Lo que Labán no sabía es que algunos de los animales aparentemente de pura raza podían contener todavía características recesivas de color susceptibles de transmitiese a sus descendientes. Labán pensó que había sido más listo que Jacob mediante la astuta estratagema de separar los rebaños.
Por su parte, Jacob sin duda tuvo en cuenta la cría por selección, acerca de la cual debe haber sabido por lo menos tanto como Labán. Este proceder habría sido enteramente legítimo de acuerdo con una estricta interpretación del contrato. La distinción que hizo Jacob entre ganado fuerte y débil (vers. 41) es una evidencia de que la observación le había enseñado algo de las leyes de la herencia. Ahora que Labán había separado todos los animales manchados, probablemente Jacob quedaba sin saber qué hacer, pues es indudable que no sabía nada más en cuanto a la transmisión de los caracteres recesivos de lo que sabía Labán. Confiando en su propia astucia y en la aplicación de antiguas -y todavía populares- supersticiones de que las crías reciben la impresión que corresponde con las escenas o con los temores experimentados por la madre durante el período prenatal, puso en práctica el proceder explicado en estos versículos. Dice F. L. Marsh:
"Toda marca de las crías, tal como la que Jacob pensó que estaba logrando en los rebaños de Labán, es completamente imposible. . . En la placenta y el cordón umbilical, que constituyen la única conexión entre la madre y el feto, no hay nervios. . . De manera que en absoluto no existe mecanismo alguno por el cual la madre pueda marcar a sus descendientes en la forma en que Jacob pensó que lo estaba logrando" (Studies in Creationism, págs. 368, 369). (La cursiva está en el original.)
Otra dificultad evidente reside en el hecho de que el método de Jacob parece haber tenido buen éxito (vers. 43; cap. 31: 7-9). Sin embargo para que Jacob no creyera en su propio ingenio y en la superstición, Dios le reveló en un sueño cómo las características recesivas de los animales manchados eran transmitidas a sus descendientes mediante padres aparentemente de color puro (cap. 31: 10-12). Lo que el ángel le dijo a Jacob en un sueño podía sólo aplicarse a los rebaños y las manadas que estaban bajo el cuidado de Jacob, pues todos los animales manchados habían sido separados previamente por Labán (cap. 30: 35, 36). Dios añadió su bendición especial a esta ley de genética, pues los caracteres recesivos normalmente no se manifestarían de una manera tan pronunciada como la indicada en el vers. 43. Al hacerlo así, el Altísimo puede haber utilizado principios de genética hasta hoy imperfectamente entendidos.
Esta revelación de una ley de la genética que no fue descubierta ni entendida por la ciencia hasta tan sólo hace unas pocas décadas, atestigua la exactitud científica y la inspiración divina de las Escrituras. El profesor Marsh termina su comentario del tema diciendo:
"Las Escrituras enseñan que tales marcas entre los animales domésticos son el resultado de factores hereditarios que actúan en ambos padres de acuerdo con principios mendelianos, y que ellas no se deben a impresiones maternas. Una lectura imparcial del texto muestra pues que este incidente de las Escrituras, que se cita con tanta frecuencia como una prueba de que la Biblia es un libro de fábulas, en realidad es una razón importante para creer que es ciertamente un libro inspirado" (Id., pág. 374). (La cursiva está en el original.)
De paso puede observarse que la palabra hebrea traducida "avellano" en la VVR, debiera traducirse "almendro", y "castaño" en vez de "sicómoro". El sicómoro oriental pertenece a la familia del arce.
41.
Las ovejas más fuertes.
Los antiguos rabinos judíos entendían este pasaje como que indicara que Jacob practicó esta treta sólo 408 durante la procreación de la primavera, puesto que los antiguos creían que los animales concebidos en la primavera y nacidos en el otoño eran más fuertes que los concebidos en el otoño y nacidos en la primavera. Sin embargo, los comentadores modernos se inclinan a aplicar esto a los corderos tempranos y tardíos de la misma estación, ya que los corderos tempranos son más valiosos que los que nacen después en la estación. De acuerdo con esta opinión, Jacob no realizó su experimento con la segunda camada de ganado porque sabía que serían más débiles, sino con la camada temprana y más fuerte. Cualquiera que hubiera sido el método que usó Jacob, lo hizo para fortalecer y aumentar sus propios rebaños obviamente a expensas de debilitar y disminuir los de Labán.
43.
Se enriqueció el varón muchísimo.
El relato de las relaciones de Jacob con Labán muestra la astucia y la habilidad por un lado, luchando contra la avaricia y las malas artes por el otro. La astucia que aplica un conocimiento superior es con frecuencia el arma del débil contra el fuerte. Los hombres que son codiciosos y traidores pero faltos de sabiduría, con frecuencia son sobrepujados por hombres igualmente arteros pero más inteligentes en su proceder. La justicia estaba de parte de Jacob. Sencillamente él estaba aprovechando de su nuevo puesto para compensar las desventajas en que había trabajado durante 14 años. Sin embargo, le faltaba honradez estricta e integridad. Faltaban esa sinceridad y sencillez de carácter que esperamos encontrar en un hombre recto. Con toda seguridad, el plan de Jacob tuvo pleno éxito, pero no es el que un siervo de Jehová debería buscar. Además Jacob se equivocó al confiar más en su propia habilidad para conseguir la bendición divina prometida a él, que en el poder y la providencia de Dios. Por lo demás, Jacob atribuyó su éxito al poder de Dios (cap. 31: 9).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
25- 27, 30 PP 191
41 PP 242
43 PP 191
1 Y OIA Jacob las palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.
2 Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes.
3 También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.
4 Envió, pues, Jacob, y llamó a Raquel y a Lea al campo donde estaban sus ovejas,
5 y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es para conmigo como era antes; mas el Dios de mi padre ha estado conmigo.
6 Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre;
7 y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal.
8 Si él decía así: Los pintados serán tu salario, entonces todas las ovejas parían pintados; y si decía así: Los listados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían listados.
9 Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y me lo dio a mí.
10 Y sucedió que al tiempo que las ovejas estaban en celo, alcé yo mis ojos y vi en 409 sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados.
11 Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.
12 Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.
13 Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la Piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento.
14 Respondieron Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre?
15 ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio?
16 Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos; ahora, pues, haz todo lo que Dios te ha dicho.
17 Entonces se levantó Jacob, y subió sus hijos y sus mujeres sobre los camellos,
18 y puso en camino todo su ganado, y todo cuanto había adquirido, el ganado de su ganancia que había obtenido en Padan-aram, para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán.
19 Pero Labán había ido a trasquilar sus ovejas; y Raquel hurtó los ídolos de su padre.
20 Jacob engañó a Labán arameo, no haciéndole saber que se iba.
21 Huyó, pues, con todo lo que tenía; y se levantó y pasó el Eufrates, y se dirigió al monte de Galaad.
22 Y al tercer día fue dicho a Labán que Jacob había huido.
23 Entonces Labán tomó a sus parientes consigo, y fue tras Jacob camino de siete días, y le alcanzó en el monte de Galaad.
24 Y vino Dios a Labán arameo en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente.
25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob; y éste había fijado su tienda en el monte; y Labán acampó con sus parientes en el monte de Galaad.
26 Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que me engañaste, y has traído a mis hijas como prisioneras de guerra?
27 ¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa?
28 Pues ni aun me dejaste besar a mis hijos y mis hijas. Ahora, locamente has hecho.
29 Poder hay en mi mano para haceros mal; mas el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente.
30 Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses?
31 Respondió Jacob y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues pensé que quizá me quitarías por fuerza tus hijas.
32 Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tenga tuyo, y llévaselo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.
33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló; y salió de la tienda de Lea, y entró en la tienda de Raquel.
34 Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán en toda la tienda, y no los halló.
35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.
36 Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué transgresión es la mía? ¿Cuál es mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución?
37 Pues que has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de los tuyos, y juzguen entre nosotros.
38 Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas.
39 Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, a mí me lo cobrabas.
40 De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos.
41 Así he estado veinte años en tu casa; catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado, y has cambiado mi salario diez veces.
42 Si el Dios de mi padre, Dios de 410 Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche.
43 Respondió Labán y dijo a Jacob: Las hijas son hijas mías, y los hijos, hijos míos son, y las ovejas son mis ovejas, y todo lo que tú ves es mío: ¿y qué puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han dado a luz?
44 Ven, pues, ahora, y hagamos pacto tú y yo, y sea por testimonio entre nosotros dos.
45 Entonces Jacob tomó una piedra, y la levantó por señal.
46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Recoged piedras. Y tomaron piedras e hicieron un majano, y comieron allí sobre aquel majano.
47 Y lo llamó Labán, Jegar Sahaduta, y lo llamó Jacob, Galaad.
48 Porque Labán dijo: Este majano es testigo hoy entre nosotros dos; por eso fue llamado su nombre Galaad;
49 y Mizpa, por cuanto dijo: Atalaye Jehová entre tú y yo, cuando nos apartemos el uno del otro.
50 Si afligieres a mis hijas, o si tomares otras mujeres además de mis hijas, nadie está con nosotros; mira, Dios es testigo entre nosotros dos.
51 Dijo más Labán a Jacob: He aquí este majano, y he aquí esta señal, que he erigido entre tú y yo.
52 Testigo sea este majano, y testigo sea esta señal, que ni yo pasaré de este majano contra ti, ni tú pasarás de este majano ni de esta señal contra mí, para mal.
53 El Dios de Abraham y el Dios de Nacor juzgue entre nosotros, el Dios de sus padres. Y Jacob juró por aquel a quien temía Isaac su padre.
54 Entonces Jacob inmoló víctimas en el monte, y llamó a sus hermanos a comer pan; y comieron pan, y durmieron aquella noche en el monte.
55 Y se levantó Labán de mañana, y besó sus hijos y sus hijas, y los bendijo; y regresó y se volvió a su lugar.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA - CAP 31
1.
Las palabras de los hijos de Labán.
El reclamo de los hijos de Labán era obviamente exagerado, puesto que Labán todavía tenía rebaños cuando Jacob lo dejó (vers. 19). Los hijos de Labán sospechaban que Jacob había conseguido sus riquezas mediante un fraude, aunque no lo acusaron abiertamente de ese delito. No podían probar que hubiera violado ninguna de las cláusulas del convenio entre él y su padre, si bien estaban seguros que debía haberlo hecho.
2.
El semblante de Labán.
Lo que Jacob alcanzó a oír fue confirmado por lo que observó en la actitud de Labán. Puesto que nada de lo que hacía Labán parecía estorbar en lo más mínimo el rápido aumento de las riquezas de Jacob, aun la apariencia de amistad que había caracterizado la relación de ambos en el pasado, ahora se había cambiado en abierto antagonismo. En la providencia de Dios, la actitud de Labán se convirtió en el medio de provocar el regreso de Jacob a la tierra de su nacimiento. La convicción de Jacob de que había llegado el tiempo de volver a la tierra de sus padres fue confirmada por un mensaje directo de Dios.
4.
Llamó a Raquel y a Lea.
A cierta distancia de su hogar, con los rebaños, Jacob llevó a sus esposas al campo para que fuera mayor el secreto al hacer planes para su partida. Si esto se hubiera hecho en casa, algunos miembros de la familia de Labán podrían haber oído su conversación e informado a Labán a tiempo para que volviera e impidiera la partida. A pesar de todas sus precauciones, al tercer día llegó la noticia a Labán (vers. 19, 22). Parece que algún cambio se había efectuado en la supervisión de los ganados y rebaños, pues Jacob ahora estaba a cargo de los suyos (cap. 30: 35, 36), o al menos tenía acceso a ellos. Posiblemente la ausencia de Labán, que estaba trasquilando sus propias ovejas, hizo posible la fuga de Jacob con todos sus bienes, lo cual hubiera sido obviamente imposible de otra manera (vers. 1, 29). Quizá Jacob también estaba entonces trasquilando sus ovejas, y mandó llamar a sus esposas, e hizo traer todas sus pertenencias para levantar tiendas en ese lugar con el pretexto de los festejos que corrientemente se celebraban en ocasiones tales. Así preparó el camino para su partida que no despertaría sospechas por adelantado.
7.
Me ha cambiado el salario.
"Diez" puede no haber sido algo literal. Quizá se usó sencillamente como un número redondo para indicar cambios muy frecuentes, así como nosotros diríamos "una docena de veces" (cf. Dan. 1: 20). 411 Indudablemente Labán hizo repetidos esfuerzos para reducir el convenio original, cambiando sus cláusulas. El hecho de que Jacob ocultara su propia estratagema y atribuyera a la bendición de Dios todo lo que había conseguido con astucia, implica que sabía muy bien que el medio empleado no era completamente honrado.
9.
Quitó Dios el ganado.
Jacob quizá sintió que, si no hubiera sido por la voluntad de Dios de bendecirlo, sus propios esfuerzos no habrían tenido éxito. Por eso, y no sin razón, le pareció correcto atribuir su aumento de riqueza al benévolo cuidado de Dios. Por cierto que él sentía que sus propias maquinaciones y la bendición de Dios no se excluían mutuamente.
11.
Me dijo . . . en sueños.
No es seguro si este sueño le sobrevino aparte de la breve revelación del vers. 3, o si es un relato más completo de aquella comunicación divina. Algunos comentadores sugieren que esto sobrevino en el mismo comienzo del último período de seis años de servicio de Jacob, Algunos piensan que fue tan sólo un sueño común que Jacob relacionó con el que había recibido en Bet-el y ahora relató a fin de impresionar a sus esposas. Esta opinión es insostenible debido a la exactitud biológica de la información revelada en él, información que era contraria a las propias supersticiones y creencias de Jacob (ver com. de cap. 30: 37-41).
14.
Respondieron Raquel y Lea.
El que las dos hermanas estuvieran en perfecto acuerdo en cuanto a la conducta de su padre a pesar de sus celos mutuos, es una clara evidencia de la validez de la queja de ellas. La dura crueldad de Labán y su codicia insaciable obviamente fueron tan pronunciadas, que aun sus hijas finalmente protestaron. Se quejaron de que, a pesar de ser hijas legítimas y haber nacido libres, no habían recibido ninguna herencia, y habían sido vendidas como esclavas. Indudablemente toda la propiedad de Labán había sido transferida a sus hijos varones, ya que sus hijas no recibieron nada de ella.
16.
Toda la riqueza.
Raquel y Lea reconocieron la mano de Dios en la notable prosperidad de su esposo. Quizá sea condenable el alejamiento de ellas de su padre, pero la severidad y mezquindad de él hicieron comprensible, si no del todo inevitable, una reacción tal. Por otro lado, se sentían ligadas a su esposo, el padre de sus hijos, con una unión íntima y tierna. Su vida y fortuna estaban ahora completamente identificadas con las de él. Por primera vez se presenta a las dos hermanas de común acuerdo. El hecho de que hiciera poco tiempo desde que Raquel había tenido un hijo, puede haber aliviado la tensión y los celos que habían existido entre ellas durante los primeros años de la vida matrimonial.
19.
Labán había ido a trasquilar sus ovejas.
Posiblemente Labán había salido de la casa antes de que Jacob llamara a sus esposas al campo, y no después de su decisión de dejar Harán. El hecho de que Raquel pudiera robar las imágenes de su padre sugiere la ausencia de Labán de su casa cuando Raquel salió de ella. Jacob sabía que su suegro quedaría detenido varios días por la tarea de trasquilar sus ovejas y por los festejos que comúnmente la acompañaban (ver 1 Sam. 25: 4, 11; 2 Sam. 13: 23), a los cuales con frecuencia se invitaban amigos. No sabemos si Jacob no había sido invitado, o si había rehusado la invitación
de Labán, debido a la disensión que existía entre ellos. Pero esto le proporcionó una excelente oportunidad para escapar sin ser estorbado.
Raquel hurtó los ídolos.
Esos "ídolos", terafim (Juec. 17: 5; 18: 14; etc.), generalmente eran pequeñas (vers. 34) figurillas humanas (en ocasiones eran más grandes) y con frecuenta se hacían de madera (1 Sam. 19: 13-16). Las excavaciones efectuadas en el Cercano Oriente han permitido descubrir un gran número, hechas de madera, arcilla y metales preciosos. Algunas representan dioses masculinos, pero la mayoría son figurillas de deidades femeninas de 5 a 7,5 cm de largo. Se usaban como dioses familiares o se colgaban del cuerpo de la persona como amuletos protectores. Puesto que la mayoría representan diosas desnudas cuyos rasgos sexuales están acentuados, probablemente se pensaba que promovían la fertilidad. Esta quizá sea la razón principal por la cual Raquel las deseaba. Textos cuneiformes de Nuzi, Mesopotamia, revelan que, en ocasión de la muerte del padre, los ídolos familiares eran heredados por los hijos adoptivos solamente cuando no estaban presentes los verdaderos. Si un hombre tenía hijos, sus dioses no podían ser propiedad de sus hijas. Por lo tanto Raquel no tenía derecho a los ídolos familiares de su padre, como lo admitió francamente Jacob 412 (Gén. 31: 32). Otros documentos hallados también en Nuzi indican que en la era patriarcal la posesión de los ídolos de la familia, tales como los que tenía Labán, le garantizaban a quien los tenía el título de las propiedades de su padre (ANET 219, 220). Probablemente ésta era la razón principal por la cual Labán estaba tan ansioso de recuperarlos (ver vers. 30, 33-35).
21.
Pasó el Eufrates.
El Eufrates es preeminentemente el rio de los tiempos bíblicos (1 Rey. 4: 21; Esd. 4: 10, 16). No se sabe cómo pudo Jacob cruzar el Eufrates con sus rebaños, particularmente en tiempo de primavera (Gén. 31: 19). Por supuesto, hay vados en diferentes lugares a lo largo del río en esa zona. Galaad era el destino inmediato de Jacob, y estaba en la región montañosa al sur del río Yarmuk. Galaad se menciona aquí en vista de que Labán lo alcanzó allí. El nombre Galaad le fue dado por Jacob en aquella ocasión (vers. 47). Se desconoce su nombre anterior.
23.
Fue tras Jacob.
Puesto que Labán recibió aviso dos o tres días después de la huida de Jacob (vers. 22), y lo alcanzó después de una persecución de siete días, parece que los dos se encontraron nueve o diez días después de que Jacob partió de las proximidades de Harán. Las montañas de Galaad están a unos 450 km. de Harán, distancia que puede ser cubierta por camellos rápidos en siete días, el tiempo que necesitó Labán. Pero era imposible arrear rebaños y majadas por una distancia tal en ese lapso, puesto que no podían cubrir más de unos 15 km. por día. Indudablemente Labán no persiguió a los fugitivos inmediatamente después de recibir la noticia de su huida. Sabía que Jacob iría lentamente (cap. 33: 13, 14) y, por lo tanto, él no necesitaba apresurarse. Puesto que Raquel había tomado los ídolos de su padre, su partida debe haber sido de Harán, donde estaba situado el hogar paterno (cap. 29: 4, 5). El hecho de que Labán supiera que sus ídolos habían sido robados indica que debe haber regresado a su casa antes de perseguir a Jacob. Debe haber terminado la trasquiladura de sus ovejas, concluido los festejos que la acompañaban y hecho los arreglos para el cuidado de los rebaños que Jacob había abandonado antes de salir de Harán. El tiempo transcurrido desde que recibiera el aviso de la fuga de Jacob y su propia partida pudo haber sido fácilmente de tres días o más.
24.
Vino Dios a Labán.
En una forma completamente inesperada Dios cumplió la promesa hecha a Jacob 20 años antes (cap. 28: 15, 20, 21). Es extraño que Dios se revelara a un idólatra así en un sueño. Labán, que se había relacionado con la religión de Abrahán mediante su abuelo Nacor, por medio de Eliezer el siervo de Abrahán (cap. 24: 31, 50) y, más recientemente, mediante su larga asociación con su propio sobrino, reconoció al Dios verdadero como al que le había hablado en su sueño la noche previa al momento en que alcanzó a Jacob (vers. 29).
Descomedidamente.
Esta expresión, literalmente "de bien a mal", es proverbial (Gén. 24: 50; 2 Sam. 13: 22). Labán no debía obligar a Jacob a volver, ya fuera por la fuerza o haciéndole más propuestas atractivas.
27.
¿Por qué te escondiste para huir?
Habiendo alcanzado a Jacob, Labán asumió el papel de un padre bonachón pero malamente ofendido y profundamente herido. ¿No se daba cuenta Jacob de cuán fácilmente podía Labán obligarlo a volver a Harán? El hecho de que Labán solamente le hablara en vez de tratarlo como tal vez merecía, lo debió Jacob únicamente a la intervención del Dios de sus padres la noche anterior. Pero, ¿por qué el ardiente anhelo de Jacob de volver a la casa de su padre lo había inducido a hurtar los dioses de su suegro? Esta era la única queja legítima de Labán, un dardo pulido que tenía el propósito de herir duramente y al punto. Quizá Jacob había instado a su suegro a que descartara sus dioses paganos mostrándole que los ídolos no tenían ningún valor, y quizá lo indujo a aceptar la verdadera religión. ¡Y ahora parecía que él mismo tenía tanta confianza en los dioses familiares de Labán como para no estar dispuesto a salir de Harán sin ellos! ¿O temía Jacob que Labán intentara de esa manera quitarle el resto de su propiedad?
32.
No viva.
En defensa de su secreta y apresurada partida, Jacob mostró temor e hizo una confesión sincera y honrada. En cuanto a la acusación de robo, Jacob voluntariamente se sometió a las disposiciones de la ley de Mesopotamia. Eso significaba la pena de muerte para ciertas clases de robo que incluían objetos sagrados (Código de Hammurabi, sec. 6).
Delante de nuestros hermanos.
Esta era una referencia a los parientes de Labán (vers. 23), hermanos políticos de Jacob. 413
33.
En la tienda de las dos siervas.
Este pasaje nos permite dar un vistazo interesante a la costumbre de ese tiempo por la que no solamente el esposo y la esposa, sino cada esposa y concubina, tenía una tienda separada.
34.
Una albarda de un camello.
Para explicar esto en términos modernos, una montura de mujer probablemente hecha de mimbre y que se parecía a una canasta o cuna. Había una alfombra en el fondo y estaba protegida contra el viento, la lluvia y el sol por medio de un dosel y unas cortinas. La luz entraba por aberturas en los costados. Al ocultar su robo mediante astucia y engaño, Raquel demostró ser una verdadera hija de Labán. ¡Cuán poca mella había hecho la religión de su esposo en el carácter de ella! Con toda seguridad, apenas podía ser él un modelo de virtud.
35.
No me puedo levantar.
La costumbre y cortesía orientales requerían que los hijos, de cualquier edad y condición, se levantaran en la presencia de sus padres (Lev. 19 : 32; 1 Rey. 2: 19). Por lo tanto, era muy poco aceptable la excusa de Raquel.
La costumbre de las mujeres.
Una perífrasis para referirse a la menstruación (cf. cap. 18: 11), la que bajo la legislación mosaica posterior, significaba que quien la tenía estaba ceremonialmente inmunda (Lev. 15: 19). Por este pasaje puede inferirse que esa disposición particular estaba en vigor antes de la ley mosaica, por lo menos entre los arameos. El que Labán no requiriera que Raquel se levantara para que pudiera buscar en la "albarda" de su camello puede haberse debido al temor de contaminación.
No halló los ídolos.
La triple repetición de esta frase hace resaltar la plenitud de la búsqueda de Labán y el éxito de Raquel al esconder los objetos robados.
36.
Jacob se enojó.
Labán sabía que sus dioses familiares habían desaparecido cuando salió Jacob. De esto estaba seguro. A pesar del sueño de la noche anterior, puede ser que todavía tuviera el propósito de poner en apuros a Jacob. Este voluntariamente había convenido en entregarle a Labán cualquiera que fuera hallado culpable (vers. 32). Quizá Labán tenía la esperanza de poder señalarlo a él mismo como responsable por el hecho, ya fuera directa o indirectamente, y por eso lo apremió a ver si todavía podía conseguir de esa forma el regreso de Jacob. Parece que Labán comprendió que la culpa de Jacob lo había privado de la mano protectora de Dios. Con el fracaso completo de la acusación de Labán, Jacob ya no estuvo más a la defensiva y, por el contrario, presentó su alegato ante un humilde y suavizado Labán. El servicio de Jacob para Labán estaba por encima de toda crítica, un hecho que Labán mismo no pretendía negar (vers. 43).
39.
A mí me lo cobrabas.
Jacob tenía una base legal de queja contra Labán por cobrarle la pérdida de animales arrebatados por las fieras y los ladrones. Esa práctica era contraria a las antiguas leyes de Mesopotamia pues, como lo muestra el Código de Hammurabi (sec. 267), un pastor sólo debía pagar las pérdidas ocasionadas por su descuido.
42.
El temor de Isaac.
Parece extraño que Jacob mencionara esto en adición al "Dios de Abrahán", puesto que las dos expresiones indudablemente se refieren al mismo Ser. Esto podría deberse a que la experiencia religiosa de Abrahán no le era tan real como la de su padre Isaac. Hacía mucho que Abrahán había muerto, al paso que Isaac todavía vivía y practicaba "el temor" de Dios. El uso de esta expresión aquí y en el vers. 53 sugiere la profunda impresión que recibió Jacob por la dedicación con la cual Isaac practicaba su religión.
Te reprendió anoche.
Jacob hizo resaltar que por la admonición dada a Labán en el sueño de la noche previa, Dios ya se había pronunciado sobre el asunto en cuestión entre ellos. Aunque no lo dijo así, Jacob puede haber discernido en la intervención divina a su favor, la aprobación de Dios por todo lo que había hecho para aumentar sus posesiones. Quizá razonó que, puesto que de su parte tan sólo había hecho frente a la astucia con la astucia y al engaño con el engaño, Labán no tenía derecho a castigarlo o a esperar una compensación. La conducta de Jacob quizá halle un atenuante en la forma despiadada en que lo trató su suegro, pero el hecho de que Dios lo protegiera contra la venganza no justificaba su proceder (Prov. 20: 22; Rom.12: 17; 1 Tes. 5: 15).
43.
Los hijos.
Labán tácitamente reconoció la verdad de las palabras de Jacob y admitió que no tenía derecho de quejarse. No podía hacer nada sino aceptar la situación existente y la inevitable separación que acarreaba, Sin embargo, su espíritu altivo se manifestó una 414 vez más cuando pretendió tener derecho a todas las posesiones de Jacob. Ni una sola palabra de reconocimiento o aprecio salió de los labios de Labán por los 20 años de diligente trabajo de Jacob. Por el contrario, asumió el papel de un bondadoso y noble benefactor que siempre había sido magnánimo en su trato con los suyos.
44.
Hagamos pacto.
Teniendo esto en cuenta, Labán propuso un pacto formal de amistad. Esto puede haber sido provocado también por el temor de que Jacob pudiera buscar la reconciliación con Esaú y volviera para vengarse (vers. 52).
45.
Por señal.
Jacob reveló su consentimiento a la propuesta de Labán procediendo inmediatamente a erigir una piedra como recordativo similar al de Bet-el (cap. 28: 18). Ambos grupos se unieron también en juntar piedras para usarlas como mesa para la comida del pacto.
47.
Lo llamó Jacob, Galaad.
Ambos nombres, uno arameo y el otro hebreo, tienen prácticamente el mismo significado, "montón del testimonio". El que las más remotas inscripciones aramaicas no bíblicas conocidas no se remonten al tiempo de Jacob, sino a un período posterior, no prueba que no existiera el arameo en el siglo XVII AC. La más antigua evidencia fuera de la Biblia de la existencia de un idioma tal consiste en ciertas palabras arameas encontradas en las tablillas cuneiformes alfabéticas de la antigua Ugarit de Siria, que datan del siglo XV AC. En consecuencia, nuestra Biblia contiene las más antiguas palabras arameas auténticas que se conozcan. Cada uno de los dos hombres le dio a ese recordativo un nombre en su propio idioma, con idéntico significado. Puesto que la región más tarde llegó a ser posesión de Israel, se le aplicó el nombre hebreo Galaad. Esto incluye no sólo las inmediaciones del monte Galaad mismo sino toda la región montañosa al este del Jordán entre los ríos Yarmuk y Jaboc.
49.
Mizpa.
Este sitio también recibió otro nombre, Mizpa, que significa "atalaya". Posteriormente llegó a ser el lugar de una localidad que derivó su nombre de la "señal del testimonio" erigida por Labán y sus parientes (Juec. 10: 17; 11: 11, 29, 34). Ese pueblo fue una vez la residencia del juez Jefté (Juec. 11: 34).
Atalaye Jehová.
El hecho de que Labán invocara a Jehová, el Atalaya celestial, para que protegiera a sus hijas, no prueba que aceptó a Jehová como el representante de sus derechos. Con su concepto tribal de la deidad, Labán estaba dispuesto a conceder el poder al Dios de Jacob, por lo menos en Canaán, si no en Harán. ¿Qué otra cosa podía hacer, especialmente después del sueño de la noche anterior? Quizá también dijo esto con el pensamiento de que sólo Jehová podía llegar hasta la conciencia de Jacob.
50.
Si afligieras.
A pesar de su carácter egoísta, el instinto paternal de Labán hizo que se preocupara por el bienestar de sus hijas y expresara solicitud por su futuro. Esto parece un poco extraño teniendo en cuenta la conducta de Labán (vers. 15). El mismo había sido la causa de la poligamia de Jacob. Pero eso, por así decirlo, fue todo dentro de la familia. Y si Jacob tomaba otras esposas, el afecto y la herencia que debían recibir sus hijas y los hijos de ellas disminuirían por lo mismo. Labán pensó en las posesiones hasta el mismo fin.
51.
Este majano.
Si alguno de ellos en lo futuro pensaba en vengarse del otro, ese monumento habría de ser un recordativo de su pacto de amistad. Así como en esta ocasión los intentos hostiles habían sido subyugados, así también en lo futuro el recuerdo del suceso había de impedir cualquier expedición punitiva posible. Desde el punto de vista de Labán, él estaba haciendo un gran sacrificio al permitir que escapara Jacob ileso, pues el rápido aumento del poder y la riqueza de Jacob, junto con una posible reconciliación con Esaú, ciertamente hacían difícil cualquier perspectiva futura de sobrepujar el poder de Jacob. Parece que Labán estaba ansioso de impresionar a Jacob con su espíritu magnánimo.
53.
El Dios de sus padres.
Se sabe por Jos.24:2 y por la existencia de ídolos en la casa de Labán (Gén. 31: 30, 35), que los parientes de Abrahán de Mesopotamia adoraban a otros dioses. Esto parece indicar que "el Dios de Nacor" no podría ser Jehová. Pero es sabido también que Nacor acarició "el conocimiento y el culto del Dios verdadero" (PP 168) junto con su idolatría. La forma verbal "juzgue" está en plural, lo que parece sostener el punto de vista de que Labán estaba hablando de dos dioses distintos. Sin embargo, la LXX, la Peshito y la Vulgata traducen "juzgue" en forma 415 singular, reconociendo como a uno solo al Dios de Abrahán y al Dios de Nacor. Parecería que ahora que la separación era inevitable, Labán estaba procurando establecer vínculos entre él y Jacob, llamando la atención al hecho de que sus abuelos Abrahán y Nacor, y su bisabuelo Taré, adoraron el mismo Dios.
A quien temía Isaac.
Ver com. del vers. 42. Quizá Moisés añadió esta expresión para aclarar que Jacob "juró" por Jehová y no por ninguno de los dioses de Nacor.
54.
Jacob inmoló víctimas.
Al parecer, sólo Jacob participó en el ritual del sacrificio que consideraba esencial para ratificar el pacto. Labán fue tan sólo un observador, pero participó de la fiesta ceremonial preparada por Jacob.
55.
Besó sus hijos y sus hijas.
Parece que Labán no besó a Jacob al separarse, a diferencia de lo que había hecho cuando se encontraron la primera vez (cap. 29: 13). Aunque Labán y Jacob se separaron reconciliados mutuamente y no como enemigos, no eran exactamente los mejores amigos.
Y los bendijo.
Labán, cuyos mejores sentimientos parecen haber prevalecido como resultado del pacto, o quizá de la fiesta, o de la inminente separación de sus hijas, expresó sus sentimientos en una bendición de despedida para ellas. Así desaparece Labán de la narración de las Escrituras. Con esto cesa todo contacto entre la familia de Canaán y sus parientes de Mesopotamia.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-55 PP 188-193
1, 2 PP 191
1-3 SR 90
3 PP 192
4-7 SR 90
7 PP 188
15 PP 187
19-23, 26, 27, 29 PP 192
29 SR 91
38-40 PP 188
39 SR 91
40 DTG 445
41, 42 SR 91
42 44 PP 192
44-46 SR 92
49, 51-53 PP 193; SR 92
1 Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios.
2 Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es éste; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.
3 Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom.
4 Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora;
5 y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus Ojos.
6 Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él
también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él.
7 Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos.
8 Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará. 416
9 Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien;
10 menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos.
11 Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos.
12 Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.
13 Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú:
14 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros,
15 treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos.
16 Y lo entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada.
17 Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrara, y te preguntaré, diciendo: ¿De quién eres? ¿y a dónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti?
18 entonces dirás: Es un presente de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros.
19 Mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú, cuando le hallarais.
20 Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto.
21 Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento.
22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc.
23 Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.
24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.
25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.
26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.
27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.
28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.
30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.
31 Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.
32 Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
Génesis cap. 32
2.
Mahanaim.
Que significa "doble campamento", o "doble hueste", se refiere a dos grupos de ángeles, uno que avanzaba delante de él y otro que lo seguía. El aspecto de ellos debe haberle recordado a Jacob la visión de la escalera de Bet-el cuando huía de Canaán. Entonces los ángeles que ascendían y descendían habían representado para él la protección divina y la ayuda que iban a ser suyas durante su viaje y su estada en una tierra extranjera. Ahora la compañía angélica nuevamente le aseguró la ayuda divina, esta vez en anticipación de su temido encuentro con Esaú y también como una renovación de la promesa de llevarlo de regreso a salvo hasta su tierra natal. Puesto que Jacob vio a los ángeles mientras viajaba, no pueden haberle aparecido en un sueño, Sin embargo, no es clara la forma de la revelación.
Una ciudad notable fue fundada más tarde cerca del lugar donde aparecieron los ángeles (Jos. 13: 26, 30; 21: 38; 2 Sam. 2: 8, 12, 29). Algunos la identifican con la actual Majna, a unos 20 km. al noroeste de Dierash, la antigua Gerasa. 417
4.
Mi señor Esaú.
Desde Mahanaim, Jacob envió mensajeros a su hermano Esaú. Después de la huida de Jacob de Beerseba, Esaú parece haberse trasladado temporariamente hacia el sudeste, a la tierra de Seir, o Edom, cuyos habitantes autóctonos, los horitas, fueron más tarde desposeídos por él. Los mensajeros debían hacer una clara distinción entre "mi señor Esaú" y "tu siervo Jacob". Su tarea era reconciliar a Esaú, principalmente poniendo énfasis en la humildad de Jacob una admisión tácita de su culpa y del hecho de que éste abandonaba toda pretensión a la herencia. Al hacer resaltar que volvía con gran riqueza, Jacob no se estaba jactando sino que más bien estaba mostrándole con claridad a Esaú que no volvía con la intención de participar en el patrimonio. Siendo él quien había cometido la falta, Jacob comprendía que el primer paso hacia la reconciliación debía ser dado por él. Teniendo esto en cuenta, añadió a su mensaje una expresión de la esperanza de que Esaú lo perdonaría y lo aceptaría en términos amistosos.
6.
Viene a recibirte.
El que Esaú fuera acompañado por 400 hombres armados es una evidencia de que se había convertido en un poderoso caudillo. Quizá ya había comenzado a vivir por la espada (cap. 27: 40).
Si la enemistad de Esaú hacia su hermano se había suavizado durante los años, parece que él nunca mencionó ese hecho a sus padres, con el resultado de que Rebeca no había podido cumplir su promesa de llamar a Jacob (cap. 27: 45). La incertidumbre de este último en cuanto al propósito de su hermano, y la ansiedad ocasionada por el informe de los mensajeros, lo alarmaron en extremo. La razón de Esaú para ir al encuentro de Jacob llevando esos hombres armados era, primero, impresionar a Jacob con el debido respeto hacia su poder superior; en segundo lugar, asegurarse un entendimiento satisfactorio y, en tercer término, emplear la fuerza si hubiera sido necesario, a los efectos de resguardar sus propios intereses. Estaba preparado, en otras palabras, para cualquier eventualidad.
7.
Distribuyó el pueblo.
Temiendo lo peor, Jacob dividió su gran familia y numerosos rebaños en dos campamentos. Es fácil culpar a Jacob de falta de fe y confianza en Dios. Sin embargo, su bien meditado comportamiento en tales circunstancias adversas es una demostración de sano juicio. Estando completamente indefenso, no quería hacer el menor alarde de fuerza.
9.
Dios de mi padre Abraham.
Notable por su sencillez y energía, esta oración modelo expresa todo lo que es esencial en una petición tal: (1) verdadera humildad, (2) reconocimiento de la misericordia de Dios, (3). súplica por protección de un peligro inminente, (4) repetición de promesas pasadas, (5) aprecio por ayudas recibidas.
10.
Pasé este Jordán.
Parece que Jacob estaba cerca del lugar donde había cruzado el Jordán en su fuga 20 años antes. El contraste entre su pobreza anterior y su prosperidad actual lo aceptó como una demostración de la bendición de Dios y el cumplimiento de su promesa de Bet-el. Entonces él lo había cruzado con las manos vacías, tan sólo con la bendición de su padre y la promesa de Dios. Ahora, 20 años después, volvía a la tierra de su nacimiento con una gran familia y grandes posesiones. Cualquiera de los "dos campamentos" (vers. 7) habría sido suficiente para hacerlo un hombre próspero.
11.
La madre con los hijos.
Literalmente, "la madre sobre los hijos". La imagen es de una madre que se arroja sobre sus hijos para protegerlos con su propio cuerpo para que no sean muertos. Jacob sabía que, si su hermano era provocado, no vacilaría en matarlos a todos. Temía lo peor.
12.
Como la arena.
Ese fue el sentido, aunque no las palabras exactas, de la promesa de Bet-el (cap. 28: 14), la que había comparado el número de los descendientes de Jacob con el polvo de la tierra. Antes de eso, la simiente prometida de Abrahán había sido comparada con el polvo de la tierra (cap. 13: 16), las estrellas del cielo (cap. 15: 5), y la arena de la playa del mar (cap. 22: 17).
13.
Durmió allí.
Aunque confiando en la protección del Señor, Jacob no descuidó ningún medio de reconciliación con su hermano. Habiendo levantado su campamento para pasar la noche en el lugar donde había recibido la noticia de que Esaú se aproximaba, eligió un regalo considerable que consistía en más de 550 cabezas de ganado y ovejas. Las envió por adelantado a Esaú en varias manadas, como un "presente" de su "siervo" Jacob. La clasificación de los animales elegidos era típica de las posesiones propias de un nómada (Job 1: 3; 42: 12). La proporción de animales 418 machos y hembras probablemente se basaba en lo que la experiencia había mostrado que era deseable para los propósitos de la cría.
16.
Cada manada de por sí.
La división del regalo de apaciguamiento de Jacob en varias manadas separadas, que seguían a intervalo una a la otra, tenía el propósito de realizar un efecto acumulativo y, por lo mismo, impresionar más. Cada manada era en sí un regalo valioso.
23.
Hizo pasar el arroyo a ellos.
Más temprano en la mañana, Jacob había enviado su presente a Esaú. Al aproximarse la noche, mandó todo lo que tenia, familia y posesiones para que cruzaran el Jaboc, deseando pasar la noche a solas en oración. El Jaboc, llamado hoy en día Nahr ez-Zerqa, "el río azul", es un tributario oriental del Jordán. Fluyendo por un profundo cañón, entra en la corriente mayor unos 40 km. al norte del mar Muerto.
24.
Quedó Jacob solo.
Jacob había quedado en la orilla norte del río para poder estar solo con el fin de buscar a Dios en oración. En ese momento, su acostumbrada astucia no tenía valor. Sólo Dios podía ser de ayuda para mitigar la ira de Esaú y salvar a Jacob y su familia.
Luchó con él un varón.
Que el antagonista de Jacob no era un ser humano ni un ángel común se infiere de que Jacob habló de él como de Dios (vers. 30). El profeta Oseas también se refiere a él como a Dios pero, además, como a un ángel (Ose. 12: 3, 4). Este visitante celestial no era otro sino Cristo (PP 196, 197). Una aparición tal de Cristo en forma humana no es extraña ni única (Gén. 18:1). En cuanto al "tiempo de angustia para Jacob", ver com. de Jer. 30: 7.
25.
El sitio del encaje de su muslo.
El luchador desconocido empleó únicamente la fuerza de un ser humano en su lucha con Jacob. Pensando que su asaltante era un enemigo mortal, Jacob luchó como si hubiera estado haciéndolo por su vida. Pero al aproximarse el alba un simple golpe, dado con fuerza más que humana, fue suficiente para dejar inválido a Jacob, y él se dio cuenta de que su antagonista era más que humano.
26.
Déjame.
El ángel procuró retirarse antes de que despuntara el día, pero no dio ninguna razón para hacerlo. Los comentadores han sugerido un deseo de su parte, ya fuera de impedir que otros contemplaran la escena o quizá para evitar que Jacob lo viera.
No te dejaré.
El golpe que lo dejó inválido y la voz divina habían convencido a Jacob de que aquel con quien había luchado durante horas era un mensajero del cielo. Habiendo procurado desesperadamente por varias horas la ayuda divina, Jacob sentía que no podía permitirle que se fuera sin primero recibir la seguridad del perdón y la protección que anhelaba. Esto pidió como una dádiva completa, comprendiendo que no tenía nada que ofrecer a cambio. No propuso una transacción; suplicó porque su situación era sencillamente desesperada. La ayuda que necesitaba sólo podía provenir de Dios. Por primera vez en su vida comprendió que sus propios recursos eran inadecuados. Desde su nacimiento, cuando había tomado a su hermano por el talón, hasta sus últimos años en Harán, cuando había sido más astuto que su tío Labán (Ose. 12: 3, 4), Jacob había enfocado la solución de los problemas de la vida mediante métodos cuestionables de su propia iniciativa. Ahora era un hombre cambiado. Si bien en lo pasado había confiado en su propia sabiduría y fuerza, ahora había aprendido a confiar completamente en Dios.
28.
No se dirá más tu nombre.
El gran cambio espiritual que había sobrevenido a Jacob fue entonces simbolizado por un cambio de nombre que indicaba la naturaleza de su nueva relación con Dios. Los nombres de Abram y Sarai habían sido igualmente cambiados (ca. 17: 5, 15), y desde entonces las Escrituras siempre los llaman por su nuevo nombre. Pero en la historia posterior de Jacob, sus nombres viejo y nuevo se usan más o menos indistintamente. Israel, el nombre nuevo de Jacob, llegó a ser el nombre de la nación que salió de su cuerpo. Para él el cambio de nombre, como el cambio de su carácter, fue mucho más significativo que lo que el del nombre de ellos había sido para sus abuelos. Representó su transformación de un "engañador" de hombres en un "vencedor de Dios". El nuevo nombre, ostensiblemente una promesa de victoria física, habría de ser un recordativo perpetuo de la completa renovación espiritual que se había efectuado.
Jacob.
En cuanto al significado del nombre Jacob: "el que toma por el calcañar" o "engañador", ver com. de cap. 25: 26.
Sino Israel.
Una combinación de yisra[h], "él lucha" o "él rige", de sárah, "luchar" o "regir", y 'El, "Dios". Sin la interpretación 419 acompañante dada por Dios mismo, el nombre podría traducirse "Dios lucha" o "Dios rige". Pero el propósito del significado es explicado por Dios como "El lucha con Dios" o "El prevalece sobre Dios" o "El rige con Dios".
El honroso nombre de Israel habría de ser de allí en adelante el recordativo de esa noche de lucha. Tal como se aplica a los descendientes de Jacob, implicaba la transformación de carácter que Dios procuró en ellos y su papel señalado de gobernar con Dios. El nombre fue transferido primero a sus descendientes literales, y más tarde a su posteridad espiritual, todos los cuales también debían ser vencedores como él lo había sido (Juan 1: 47; Rom. 9: 6).
Has luchado con Dios y con los hombres.
Literalmente, "contendido [šaritha, también de šarah] con Dios y con los hombres". Evidentemente esto se refiere a la lucha nocturna de Jacob con Dios, y a sus largas luchas con Esaú y Labán. De todo esto él finalmente había salido victorioso. Ello era particularmente cierto en el caso de su experiencia de la noche anterior, de la cual salió como un hombre nuevo, vencedor sobre el engaño, la falta de honradez y la confianza propia. Era un hombre transformado (1 Sam. 10: 6, 9).
29.
Tu nombre.
Quizá el saber que se había encontrado con el Señor y hablado con él cara a cara podría haber asustado a Jacob o haberlo inducido a un júbilo personal tal que pudiera opacar la lección mucho más importante que debía aprender de esa vicisitud. La bendición de despedida del Ángel debía ser suficiente.
30.
Peniel.
Así como Jacob había dado el nombre de Bet-el al lugar donde vio a Dios en un sueño (cap. 28: 19), y Mahanaim al lugar donde un grupo de ángeles se le apareció en el camino (cap. 32: 2), ahora perpetuó el lugar de su encuentro personal con Dios mediante un nombre que significa el "rostro de Dios". Ciertamente era un milagro el que hubiera visto a Dios cara a cara y continuara viviendo (Exo. 33: 20; Juec. 6: 22; Isa. 6: 5).
Fue librada mi alma.
Esto es, "estoy preservado y estaré preservado". Estas palabras son un eco de la nueva fe de Jacob. En cualquier cosa que le sucediera, siempre que estuviera dentro de la voluntad de Dios, tenía la confianza de que una mano divina lo preservaría de todo mal. Aun las cosas que, en el momento en que ocurrieron, le parecieron ir contra él, resultaron ser providenciales (cap. 42: 36). Peniel fue el punto decisivo de la vida de Jacob.
31.
Peniel.
"Penuel" (BJ). Algunos expositores han sugerido que Penuel fue el nombre original del lugar y que Jacob lo cambió a Peniel, alterando una vocal. Lo más probable, sin embargo, es que Penuel fuera una forma antigua de la misma palabra. El nombre aparece otra vez en Juec. 8: 8, 9, 17 (BJ); 1 Rey. 12: 25 (VVR), y también en una lista egipcia de nombres de ciudades palestinas. Su ubicación exacta no ha sido determinada definitivamente. Algunos eruditos lo han identificado con el Tulul ed-Dahab, sobre el Jaboc, a unos 11 km. al este del Jordán. Otros lo buscan algo más lejos hacia el este.
Cojeaba.
Al igual que Pablo, que siglos más tarde llevó una "espina" en la carne (2 Cor. 12: 7), Jacob se apartó de la escena de la suprema experiencia de su vida llevando un recuerdo de su conflicto y victoria. Aunque cojeó probablemente todo el resto de su vida, en su alma liberada Jacob disfrutó de las más ricas bendiciones de Dios. Cada lucha de esas deja sus cicatrices. Del mismo modo que Jacob, cada fiel creyente, al pasar por su propia experiencia de Peniel, puede esperar llevar algún recordativo de su lucha intensa contra sí mismo, contra sus tendencias heredadas y malas inclinaciones. Aun nuestro Señor Jesucristo lleva las señales del fiero conflicto por el cual pasó mientras estaba en la tierra, y ellas continuarán por la eternidad. Las nuestras se desvanecerán y serán olvidadas (2 Cor. 4: 17; Isa. 65: 17). Al paso que nuestras cicatrices son el resultado de nuestra lucha contra el yo, las huellas de los clavos en las manos de Cristo provinieron de un conflicto a nuestro favor contra los poderes de la oscuridad.
32.
Tendón que se contrajo.
Es desconocido el significado de la palabra hebrea traducida "contrajo". La traducción de la VVR se basa en la LXX, enárksen, " se hizo débil", "quedó entumecido" o "fue dislocado". Quizá debiera traducirse "cadera", con lo que la frase se leería: "el tendón de la cadera". Los judíos ortodoxos se abstienen de comer esa parte de cualquier animal usado como alimento; pero cómo esa parte de la anatomía de Jacob pudo identificarse como el "tendón" que "se contrajo", no se sabe a ciencia cierta. Aunque no se menciona en ningún otro pasaje del AT, el Talmud judío definidamente 420 considera esta costumbre como una ley cuya violación ha de ser castigada con varios azotes (Tratado de Jolin, Mishna, 7). Puesto que los judíos en los tiempos antiguos no distinguían claramente a qué "tendón" se refería, hoy se entiende como que se aplica al tendón interior y nervio de la zona del anca de los animales sacrificados para alimento.
El relato de los vers. 24- 32 contiene tres puntos de interés especial para cada judío. Le explica a él por qué es llamado israelita, y remonta este nombre a un antepasado distante que luchó con Dios para que pudiera llamarse tal. Señala con interés a una aldea que de otra manera sería insignificante, Peniel, donde sucedió el hecho. Finalmente, indica el origen de la costumbre de no comer cierto tendón sino más bien considerarlo con respeto.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-32 PP 194-202; SR 92-99
2 PP 195; SR 92
4-7 PP 195
6, 7 SR 92, 93
8-12 SR 93
9-11 PP 195
10 SR 97
18, 19 PP 195
23 CS 674
24 CS 168, 674; DMJ 17; PE 283; SR 407
24, 25 PP 196; SR 94, 95
24-28 PP 208; PVGM 138
25 CS 675; DMJ 17, 56, 117
26 CM 111; COES 129; CS 168, 675, 677; DMJ 17, 117; DTG 169; FE 232; 1JT 44; MM 203; OE 269; PP 197,200; 1T 144; 4T 444; Te 216; 3TS 389
26-28 SR 95
28 CS 675; DMJ 117; FE 232; PP 197; 3TS 379
28,29 Ed 142
29, 30 SR 95
30 CS 680; DTG 83; 4T 444
31 DMJ 56
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
GÉNESIS CAP 33
1.
Repartió él los niños.
La razón de esta medida no es clara. O Jacob puso a Raquel y a José en la retaguardia por motivos de seguridad, o bien para presentarle al final su esposa favorita y el hijo de ella a su hermano Esaú. También podría ser que la costumbre social prescribiera un arreglo tal. La división previa de la caravana en dos campamentos (cap. 32: 7, 8) puede haberse abandonado como innecesaria después de la experiencia de Jacob de la noche precedente (ver com. de cap. 32: 30). O podría ser que el "pueblo" mencionado en el cap. 32: 7. 8 fueran los siervos y pastores, y no sus esposas y niños, a quienes él guardó consigo mismo. De esa manera la familia íntima estaba unida a uno de los dos grupos, o puede haber estado separada de ambos.
3.
Se inclinó.
Esta costumbre oriental está confirmada en las Cartas de Amarna del siglo XIV AC, en las cuales se registra que algunos príncipes palestinos escribieron a un rey egipcio que ellos se prosternaron delante de los pies de Faraón "siete veces" o "siete veces y otras siete veces", o posiblemente "siete veces siete veces". Inclinarse siete veces delante de un superior parece haberse considerado como una señal de perfecta humildad y absoluta sumisión. Mediante esta manifestación de deferencia. Jacob esperaba ganar el corazón de su hermano. Representaba que él renunciaba por completo a la pretensión de cualquier privilegio especial conseguido previamente mediante la traición y el engaño.
4.
Esaú ... le abrazó.
A la vista de su hermano gemelo, Esaú se dejó llevar por los sentimientos naturales de afecto fraternal. Aun cuando hubiera podido quedar todavía algún rencor en el corazón de Esaú, éste habría sido vencido por la humildad de Jacob. Comprendiendo que no tenía nada que temer de Jacob, dio rienda suelta a la emoción natural de su corazón.
5.
Vio a las mujeres y los niños.
Durante el abrazo silencioso de los hermanos por tanto tiempo separados, las 4 esposas de Jacob y los 12 hijos se habían acercado.
8.
Todos estos grupos.
Aunque conocía muy bien el propósito de los varios grupos (cap. 32: 18), Esaú, con todo, preguntó acerca de ellos. Con obvia cortesía oriental rehusó aceptarlos hasta ser instado a hacerlo. La "vida errante" que tan bien se avenía a su naturaleza le había proporcionado una riqueza y poder tales, que sus propias posesiones terrenales sin duda eran iguales a las de su hermano. Esaú fue bastante amigable con Jacob, pero no había nada en su comportamiento comparable con la humildad de su hermano. Jacob se dirigía a Esaú como "mi señor", al paso que Esaú le correspondía con un "hermano mío".
10.
He visto tu rostro.
El amigable saludo de Esaú hacía recordar la promesa divina tan recientemente concedida a Jacob, y en el rostro de Esaú éste podía leer su bondadoso cumplimiento. Estas palabras de Jacob reflejan su profunda gratitud por la indudable Presencia que le acompañó en su viaje (cap. 32: 30). ¡Feliz el hombre que reconoce que la Providencia está a su lado día tras día! (Job 33: 26; Sal. 11: 7).
11.
Mi presente.
Estas palabras fueron bien elegidas y eficaces. ¿Podrían haber sido una alusión a la bendición que Jacob le había 422 arrebatado a Esaú 20 años antes? Era importantísimo para Jacob que Esaú aceptara su regalo pues, al hacerlo, de acuerdo con la costumbre de ese tiempo, Esaú expresaría su aceptación de lo que representaba el regalo: las excusas de Jacob. En el Oriente, un regalo recibido por un superior asegura al dador la amistad y la ayuda del que lo recibe. Si es rechazado, tiene todo que temer.
12.
Vamos.
Esaú dio por sentado que Jacob seguiría inmediatamente hacia Hebrón (cap. 35: 27), la morada de su padre Isaac, y propuso acompañarlo en su viaje. Pero Jacob delicadamente declinó tanto esta oferta como la escolta después sugerida. Esta última era innecesaria; la primera significaría un paso intolerablemente lento para Esaú. Este rechazo no emanó de sentimiento alguno de desconfianza; las razones dadas no fueron meros pretextos. No necesitaba escolta militar, pues sabía que estaba defendido por las huestes de Dios, y que no podría viajar tan rápidamente como quería hacerlo Esaú. Además se sentiría libre para acampar donde eligiera y quedar allí hasta que estuviera listo para proseguir. Así gozaría de una completa libertad de acción.
14.
Hasta que llegue.
No es que Jacob tuviera el propósito de ir directamente a Seir; su respuesta fue más bien la expresión de su deseo de ver otra vez a Esaú y continuar en términos amistosos con él. Ciertamente, éste no fue un engaño voluntario con el propósito de librarse de Esaú. El destino de Jacob no era la tierra de Seir sino Canaán, probablemente Hebrón, donde entonces vivía su padre Isaac. Puede haber pensado hacer desde allí una visita a Esaú, pero no sabemos si alguna vez la hizo. Los hermanos se encontraron la siguiente vez, como amigos, en los funerales de su padre (cap. 35: 29).
17.
Sucot.
Significa "cabañas" o "chozas" hechas de varillas entrelazadas. Sucot, en el valle del Jordán (Jos. 13: 27), fue más tarde dada a la tribu de Gad. Ha sido provisoriamente identificada con la colina Deer 'alla, cerca de la boca del río Jaboc.
No se sabe cuánto tiempo Jacob permaneció en Sucot. El hecho de que allí edificara una "casa", lo que ninguno de los patriarcas anteriores parece haber hecho, sugiere que debe haber vivido varios años en ese lugar. Sus razones para hacerlo son también desconocidas para nosotros. Los buenos pastos y la escasa población pueden haber influido en él para tomar esta decisión. Habiendo recibido la orden de Dios de volver a la tierra de sus padres (cap. 31: 3), indudablemente Jacob debe haber aprovechado la primera oportunidad posible para visitar a su anciano padre. En esa ocasión también pudo haber visitado a su hermano en Seir, como lo había prometido.
18.
La ciudad de Siquem.
Lo que Jacob había pedido cuando hizo su voto en Bet-el 20 años antes, ahora fue cumplido (PP 203). Había regresado a la tierra de su nacimiento.
Siquem podría referirse a la persona mencionada en vers. 19 y cap. 34: 2, el hijo de Hamor el heveo. No es necesario suponer que la ciudad de Siquem recibió su nombre de Siquem el hijo de Hamor, puesto que ella ya existía como población en los tiempos de Abrahán (cap. 12: 6). Una inscripción egipcia describe una campaña militar contra la ciudad en el siglo XIX AC. Es más probable que Siquem, el hijo de Hamor, recibiera su nombre de la ciudad.
19.
Siquem.
Se hace aquí referencia a Hamor, como padre de Siquem, en anticipación de los acontecimientos subsiguientes que implicaron a los dos. Fue en la "parte del campo" comprada a los siquemitas donde Jacob cavó el pozo en que habría de sostenerse la memorable conversación entre Jesús y la mujer samaritana (Juan 4: 6).
Cien monedas.
La kesita es una unidad monetaria mencionada únicamente en Jos. 24: 32 y Job 42: 11. Indudablemente no se usó más poco después de la conquista de Canaán por los israelitas, porque nunca se menciona en los libros posteriores de la Biblia. Algunos comentadores han sugerido que puede haber tenido el valor de diez siclos, pero esto es tan sólo una suposición. Su valor es desconocido.
Mediante esa compra Jacob demostró su fe en la promesa de que Canaán habría de ser su hogar. Apropiadamente, esta parcela de tierra más tarde quedó para los descendientes de su hijo favorito José, cuyos huesos fueron sepultados allí (Jos. 24: 32). De acuerdo con la tradición, esta parcela estaba en la llanura que se extiende a partir de la abertura sudeste del valle de Siquem. Aquí todavía se muestra el pozo de Jacob (Juan 4: 6) y la tumba de José un poco hacia el norte de él. Esta última estructura es de origen mahometano como son las tradiciones concernientes a ella. 423
20.
Un altar.
Al igual que su padre Abrahán, Jacob aquí erigió su propio primer altar al entrar en la tierra de Canaán (cap. 12: 7). Probablemente teniendo en cuenta el altar anterior Jacob eligió este sitio.
El-Elohe-Israel.
Se ha sugerido que este nombre significa "[dedicado] al Dios de Israel", tomando las primeras dos letras del hebreo, 'al, como la preposición "a". Sin embargo, desde tiempos antiguos se lo ha interpretado: "El [poderoso] Dios, [es] el Dios de Israel". Esto colocaría el altar aparte como un monumento recordativo a la misericordia de Dios y a su mano que hace prosperar, al volver Jacob a salvo a la tierra de sus padres después de más de 20 años de ausencia.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-17 PP 198
1-4 SR 96
4 PP 198
11 SR 97
13, 14 MC 290
14 1JT 137
16 PP 206
18-20 PP 203
1 SALIO Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país.
2 Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó y se acostó con ella, y la deshonró.
3 Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella.
4 Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven.
5 Pero oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen.
6 Y se dirigió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él.
7 Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se enojaron mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho.
8 Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer.
9 Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras.
10 Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión.
11 Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis.
12 Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis; y dadme la joven por mujer.
13 Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuanto había amancillado a Dina su hermana.
14 Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación.
15 Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón.
16 Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo.
17 Mas si no nos prestarais oído para circuncidaros, 424 tomaremos nuestra hija y nos iremos.
18 Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor.
19 Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre.
20 Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo:
21 Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras.
22 Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados.
23 Sus ganados, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros.
24 Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad.
25 Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón.
26 Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron.
27 Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana.
28 Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo,
29 y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa.
30 Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa.
31 Pero ellos respondieron: ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera?
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA
GÉNESIS CAP 34
1.
Dina.
Dina, hasta entonces la única hija de Jacob (PP 203), no podría haber tenido más de cinco o seis años cuando la familia salió de Harán, puesto que no nació hasta después del sexto hijo de Lea (cap. 30: 21). Probablemente había alcanzado la edad de 14 ó 15 años cuando sucedió el sórdido acontecimiento descrito en este capítulo. Por lo tanto, es indudable que habían pasado ocho o más años desde el regreso de Jacob a Canaán (ver com. de cap. 33: 17). Si los acontecimientos narrados en los capítulos 34 al 37 se presentan en orden cronológico, como lo parece, Dina no pudo haber tenido mucho más de 15 años en ese tiempo porque José, que tenía más o menos la misma edad de Dina (cap. 30: 21-24), contaba sólo 17 cuando fue vendido como esclavo por sus hermanos (cap. 37: 2). El hecho de que saliera sin compañía parecería indicar que todavía era considerada en su hogar como una niña.
Las hijas del país.
El historiador judío Josefo menciona una antigua tradición según la cual los siquemitas se estaban divirtiendo con festejos (Antigüedades i. 21.1), y Dina quiso unirse con las niñas de Siquem en sus diversiones. El lenguaje implica que se trataba de una visita amistosa, y también posiblemente que Dina tenía la costumbre de asociarse con las niñas de Siquem.
Siempre hay un gran peligro en una asociación innecesaria con la gente del mundo. Dina estaba curiosa por conocer los hábitos y las costumbres de los vecinos que los rodeaban. Esto la indujo a una despreocupada intimidad con ellas que terminó en su desgracia. Su peligro provino de procurar estar libre del control y la supervisión paternos y de no hacer caso de la admonición de permanecer separada de los idólatras y de sus malos hábitos "Las malas compañías corrompen las buenas costumbres" (1 Cor. 15: 33, BJ). Los habitantes de Canaán eran para los de la familia de Jacob lo que es el mundo actual para los cristianos. Lo que se llama "conocer mundo", en muchos casos puede significar estar jugando con la muerte. La familiaridad con el pecado adormece los sentidos y aumenta el peligro de la tentación.
2.
Siquem hijo de Hamor heveo.
Los heveos eran una tribu cananea (ver com. de cap. 10: 17). Por lo que sabemos de la moral de los cananeos, la conducta de Siquem no fue de ninguna manera excepcional y Dina pagó 425 plenamente el castigo por su necia independencia al asociarse con la juventud mundana.
3.
Habló al corazón de ella.
Es decir, trató de consolarla por lo que había sucedido y de ganar su afecto. Parece que aunque Dina había ido intencionalmente sola a la ciudad, no consintió en todo lo que allí sucedía. Estaba en la casa de Siquem, donde fue encontrada cuando Simeón y Leví saquearon la ciudad unos pocos días después (vers. 26).
5.
Oyó Jacob.
La información de lo que le sucedió a Dina debe haber llegado indirectamente a su padre, puesto que ella quedó en casa de Siquem (vers. 26).
Calló Jacob.
El silencio de Jacob probablemente puede haberse debido a una combinación de dolor, precaución y perplejidad. Había aprendido a ser prudente antes que proceder por impulsos. La seriedad de la dificultad ciertamente afectaba los intereses de toda su casa, y demandaba consejo y decisión unidos. Rehusar la propuesta de matrimonio sería caer en la mala voluntad de los siquemitas; aceptarla sería una abierta violación del principio de no asociarse con los paganos (caps. 24: 3, 6; 26: 35). Sin embargo Dina estaba con Siquem, y ¿cómo podría conseguirse que volviera? Si Jacob hubiera previsto el trágico proceder de algunos de sus hijos cuando supieran del asunto, probablemente habría tomado las cosas en sus manos y actuado inmediatamente. Pero, estando las cosas como estaban, al enseñorearse "de su espíritu" procedió mejor que sus hijos cuando tomaron la ciudad (Prov. 16: 32).
7.
Se entristecieron los varones.
Literalmente, "se enfurecieron". La segunda expresión "se enojaron mucho" dice literalmente "les ardió grandemente". Su ira apasionada estuvo más allá de todo control (cf. 1 Sam. 15: 11; 2 Sam. 19: 43). Cómo deben haberse sentido los hombres se pueden entender a través de los árabes modernos, quienes sienten más la deshonra por la seducción de una hermana que por la infidelidad de una esposa. Un hombre, razonan ellos, puede divorciarse de su esposa, y ella ya no le pertenece más, pero una hermana o una hija siempre permanecen como hermana o como hija. Era por lo tanto propio que estuvieran apenados y tan sólo natural que estuvieran airados. Estaba en juego su honor junto con el de su hermana. Sin embargo, no estaban tan preocupados por el pecado cometido contra Dios como por la vergüenza que había caído sobre su familia. Fue en su reacción ante este asunto donde estuvo el origen de su gran error (Gén. 49: 7).
Hizo vileza.
"Hacer vileza" se convirtió en una frase estereotipada para los crímenes que implicaban el honor, especialmente para los pecados de la carne (Deut. 22: 21; Juec. 20: 10; 2 Sam. 13: 2; etc.), como también para otros (Jos. 7: 15).
En Israel.
El nombre de Israel se aplica aquí por primera vez a la casa de Jacob. Más tarde se convirtió en la designación usual para la nación. Algunos comentadores, señalando que los hijos de Jacob no fueron llamados ni Israel ni israelitas hasta mucho tiempo después, piensan que la frase "en Israel" debiera traducirse "contra Israel". Esto es posible gramaticalmente e implicaría que el asunto fue un crimen contra Jacob, que se había convertido en Israel, es decir en "un príncipe de Dios".
8.
Hamor habló.
Hamor, el padre de Siquem, había venido a pedirle la hija a Jacob (vers. 6), pero como los hijos de Jacob llegaron a casa al mismo tiempo (vers. 7), también les habló a ellos. El padre y los hermanos de la doncella eran considerados sus guardianes legales (cap. 24: 50).
9.
Emparentad.
La ausencia de cualquier disculpa por parte de Siquem por haber seducido a Dina no es una indicación del consentimiento de ella, sino más bien de las bajas normas morales del príncipe cananeo. No veía en una conducta tal ninguna falta particular, y menos todavía siendo que su hijo estaba dispuesto a casarse con la niña que había seducido.
10.
Habitad con nosotros.
Hamor propuso un sistema de unión mediante casamientos entre la familia de Jacob y los siquemitas. Estaba dispuesto también a hacer concesiones en cuanto al arriendo de tierras, de modo que los recién llegados pudieran vivir, trasladarse y comerciar libremente en la región. Varias propuestas amistosas fueron hechas, tanto por el padre como diplomático, en favor de la unión mediante casamientos entre las familias en general, como por el hijo como amante para que pudiera quedarse con la niña. En su mentalidad pagana no cabía un sistema de exclusividad a este respeto. Con el espíritu de incredulidad del mundo, procuraron derribar lo que consideraban una actitud estrecha. Las ventajas que ellos ofrecían habrían 426 atraído a los hijos de Israel. Con demasiada frecuencia tales perspectivas seducen al profeso pueblo de Dios, haciendo que abandone sus escrúpulos sagrados.
13.
Los hijos de Jacob.
Aunque eran atrayentes las ofertas del príncipe de Siquem, fueron declinadas por los hijos de Jacob, que ahora tomaron la iniciativa para discutir el propuesto casamiento de su hermana (cap. 24: 50). Aceptar las propuestas habría sido violar los sagrados principios de su vocación como una familia y sacrificar las promesas de Dios por ganancias mundanales.
15.
Con esta condición.
Su rechazo de la propuesta de Hamor era ciertamente correcto, pero su proceder fue indudablemente equivocado. Al planear el asesinato bajo la capa protectora de escrúpulos religiosos, los hijos de Jacob se hicieron culpables de hipocresía y crueldad. Su hipocresía consistió en aceptar aparentemente las propuestas de Hamor cuando no tenían intención de hacerlo, con la condición de que los siquemitas aceptaran el sello del santo pacto de Dios. Bien sabían que si los siquemitas aceptaban la circuncisión, sería una mera forma de su parte. Finalmente, su propuesta fue concebida con un espíritu de cruel venganza.
En años posteriores, la acción de someterse al rito de la circuncisión por uno que no era judío era considerada como una aceptación de la fe judía por parte del mismo, lo cual colocaba al converso bajo el vínculo del pacto; en otras palabras, un hecho tal legalmente convertía a un gentil en un judío (Hech. 15: 5; Gál. 6: 12; etc.). Si la aceptación de la señal del pacto por los siquemitas hubiera significado su conversión al Dios verdadero, entonces todas las objeciones para los casamientos habrían desaparecido.
20.
Los varones de su ciudad.
La condición propuesta por los hijos de Jacob pareció razonable a los dos enviados y éstos estuvieron dispuestos a someterse inmediatamente a ella. Sin embargo, primero fueron a la puerta de Siquem, el lugar de la asamblea pública, para colocar el asunto delante de los varones de la ciudad. Su gráfica descripción de las riquezas de Jacob y su familia, y las ventajas que podrían anticipar uniéndose con ellos, despertaron fácilmente la aceptación del plan. Por regla general la gente común sigue las directivas de un jefe popular de voluntad dominante. Ese fue el caso cuando Jeroboam estableció el culto a los becerros de oro en Dan y Bet-el. En realidad a través de la historia de Israel el pueblo tendió a seguir la dirección del rey. Por el mismo motivo, cuando Crispo, el principal de la sinagoga, creyó, muchos corintios también se convirtieron al cristianismo (Hech. 18: 8).
22.
Con esta condición consentirán estos hombres.
Hamor hizo resaltar aquellas consideraciones que en realidad eran secundarias, al paso que el punto principal, la circuncisión, fue mencionado incidentalmente como una condición trivial ante la cual no podría haber una objeción razonable. La perspectiva de ganancias materiales siempre es un medio efectivo para tratar con los hombres de mente mundana. Cualquier medio que pudiera eventualmente producir ganancias materiales les resulta deseables. (Isa. 56: 11). Los hombres de siquem creyeron que iban a hacer ver un buen negocio y estuvieron dispuestos a ganar mucho a cambio de algo de ningún valor o importancia.
25.
Al tercer día.
Por regal general, la inflamación y la fiebre aparecen al tercer día. Al quedar así desvalidos los siquemitas, dos de los hermanos mayores de Dina pusieron en práctica su sangrienta obra de venganza. Esta cruel matanza demuestra cómo un pecado lleva al otro, a modo como las llamas de fuego se propagan en la espesura del bosque (Isa. 9: 18). El libertinaje llevó a la seducción, y la seducción a la venganza, y al asesinato (Sant. 1: 15). La desgracia que había caído sobre una familia convirtió en viudas y en huérfanos a las mujeres y niños de una ciudad entera. Indirectamente, este relato resulta un testimonio de lo fidedigno que es Moisés como historiador. Aun siendo él mismo levita, no disculpa bien el carácter de su antepasado.
26.
Tomaron a Dina.
Quizá Dina había sido detenida por Siquem contra la voluntad de ella. Por otro lado, sus propuestas amorosas pueden haberla inducido a quedar voluntariamente con él. Librar a Dina de su secuestrador era ciertamente honorable, pero el medio por el cual se consiguió fue vituperable en extremo. Como sus antepasados por ambas ramas de la familia, los hijos de Jacob manifestaron una extraña mezcla de celo religioso y pasión carnal, de fe excelsa y rastrera astucia.
30.
Me habéis turbado.
Jacob reprochó duramente el hecho impulsivo, haciendo resaltar 427 las consecuencias del crimen para él mismo y para su familia. El énfasis en este aspecto del asunto fue calculado para impresionar a sus hijos con los resultados prácticos de su acción impulsivo. Sus últimas palabras acerca de Simeón y Leví (cap. 49: 5-7) son una evidencia de cuán profundamente aborreció su proceder. Su temor de represalias no era infundado, y tan sólo la misericordia de Dios impidió el mal que podría haber caído sobre él y su casa (cap. 35: 5, 6). En cuanto a Simeón y Leví, ellos, como Rubén, perdieron la primogenitura que de otra manera podían haber disfrutado. Otra vez el carácter torcido se interpuso entre los hombres y las posibilidades que de otra manera podrían haber sido suyas.
31.
¿Había él de tratar a nuestra hermana?
Los hijos de Jacob no veían las cosas como su padre. Para ellos su represalia estaba plenamente justificada. No sólo se vindicaron a sí mismos sino que a la vez dejaron entrever que su padre se preocupaba menos por su hija que ellos por su hermana. La palabra "ramera", zanah, que significa prostituta por la paga, aquí se usa por primera vez en la Biblia. Este pasaje muestra que la prostitución existía entonces en Palestina, y que era considerada como una profesión deshonrosa.
Este relato forma un capítulo oscuro en la historia de los patriarcas. Enseña que una ira justificada no es excusa para un proceder precipitado. La paciencia bajo la injusticia merece la aprobación divina (1 Ped. 2: 19, 20; 3: 17), pues la venganza y la retribución pertenecen sólo a Dios (Rom. 12: 19). Sólo él tiene la sabiduría para medirla con justicia y para sazonarla con misericordia. En ciertas circunstancias la ira puede estar plenamente justificada, pero ha de dirigirse más bien contra el pecado que contra el pecador. Se ha declarado que la única ira sin pecado es la ira contra el pecado (Efe. 4: 26). La ira contra nuestros prójimos descalifica a la persona airada pues no puede ejercer un juicio imparcial (Mat. 7: 1, 2).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-31 PP 203 2049 242
1 PP 203
19 PP 242
30 PP 204
GÉNESIS CAPÍTULO 38 - - AUDIO
1 Judá engendro a Er, Onán y Sela. 6 Er se casa con Tamar. 8 La maldad de Onán. 11 Tamar recibe la promesa de que Sela será su esposo. 13 Tamar engaña a Judá. 27 Tiene mellizos, Fares y Zara.
1 ACONTECIÓ en aquel tiempo, que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón adulamita que se llamaba Hira.
2 Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó y se llegó a ella.
3 Y ella concibió, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Er.
4 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Onán.
5 Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo, 445 y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz.
6 Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar.
7 Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida.
8 Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano.
9 Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano.
10 Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida.
11 Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar, y estuvo en casa de su padre.
12 Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita.
13 Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas.
14 Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer.
15 Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro.
16 Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí?
17 El respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes.
18 Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él.
19 Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.
20 Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el adulamita, para que este recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló.
21 Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de Enaim junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera alguna.
22 Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera.
23 Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste.
24 Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada.
25 Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo.
26 Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.
27 Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en su seno.
28 Sucedió cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero.
29 Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares.
30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.
1.
Aconteció.
Este capítulo presenta el origen de tres de las principales familias de Judá, la futura tribu principal de Israel. Muestra también que los hijos de Jacob, olvidando la sagrada vocación de su raza, estuvieron en peligro de perecer en los pecados de Canaán. Si Dios no hubiese intervenido en su misericordia para que toda la casa de Jacob se trasladara a Egipto, la raza escogida podría haber sucumbido ante la corruptora influencia de las costumbres cananeas. De esa manera, el cap. 38 es una parte integral de la historia remota de Israel 446.
La palabra "aconteció" ha sido tomada por muchos comentadores como que se refiere al relato de la venta de José registrado en el capítulo precedente. Sin embargo, el término es tan general que no puede ser limitado a un acontecimiento particular. Es más probable que se refiera a todo el período de la historia de Jacob en Palestina. Consideraciones cronológicas hacen casi necesario colocar esta narración en el tiempo cuando José todavía estaba en la casa de su padre.
Siendo el cuarto hijo de Lea, seguramente Judá no tenía sino unos 3 años más que José, lo que haría que tuviera aproximadamente 20 años en el tiempo cuando José fue vendido (ver cap. 37: 2 y ver com. de cap. 30: 24). Entre la venta de José como esclavo y la migración de Jacob a Egipto hay 22 años (cf. caps. 41: 46; 45: 6), de modo que Judá tendría unos 42 años cuando la familia se trasladó a Egipto. En ese tiempo no solamente tenía los tres hijos, mencionados en el cap. 38, sino que, indudablemente, también era abuelo, como parece implicarlo el cap. 46: 12. Si esto es correcto, sus hijos Er, Onán y Sela deben haber nacido antes de que José fuera vendido, puesto que ellos mismos ya habían llegado a la edad de casarse cuando ocurrieron los sucesos implicados en el asunto de Tamar, y Fares, el hijo de Tamar, tenía dos hijos cuando la familia se trasladó a Egipto. Estas observaciones nos obligan a concluir que algunos de los hijos de Jacob deben haberse casado mientras eran muy jóvenes. Judá no podía haber tenido más de 14 años cuando nació su hijo mayor, Er, y éste no más de 13 cuando se casó con Tamar. El nacimiento de los mellizos de Judá y de su nuera Tamar debe haber sucedido dentro de los dos años posteriores a la muerte de Er. Fares no puede haber tenido más de 14 años cuando nacieron Hezrón Y Hamul -que indudablemente también eran mellizos - antes de que salieran de Canaán. Tales casamientos precoces de ninguna manera son raros en ciertas partes del Oriente aún hoy día. En el caso de la familia de Jacob, pueden representar la influencia cananea. Por lo expuesto, es tácitamente cierto que Judá era hombre casado y padre en el tiempo de la venta de José, y que esa parte de la narración del cap. 38 ya había acontecido.
Un varón adulamita.
Adulam está a unos 20 km. al sudoeste de Belén, en un sitio ahora llamado Tell esh-Sheij Madkur, y aproximadamente a la misma distancia al noroeste de Hebrón, donde vivía Jacob en aquel tiempo. Por alguna razón desconocida, Judá visitó a Adulam mientras era todavía joven. Quizá fue mientras apacentaba los rebaños de su padre en aquella vecindad cuando accidentalmente trabó relaciones con el adulamita y permaneció por un tiempo con él. Es claro que Judá no se separó permanentemente de su casa paterna, ya que estuvo con sus herrnanos cuando José fue vendido (cap. 37: 26), y también cuando el hambre los obligó a ir a comprar cereales a Egipto (cap. 43: 3).
5.
Estaba en Quezib.
Se nombra este lugar a fin de que los descendientes de Sela pudieran saber dónde había nacido su antepasado. Quezib, o Aczib (Jos. 15: 44; Miq. 1: 14), probablemente puede identificarse con el actual lugar Tell el-Beida que está al sudoeste de Adulam.
6.
Tamar.
Probablemente una mujer cananea aunque de origen desconocido.
8.
Judá dijo a Onán.
De acuerdo con la costumbre, Onán, como cuñado de Tamar, debería haberse casado con la viuda sin hijos de su hermano difunto para dar origen a una familia para él. Sin embargo, Onán estuvo poco dispuesto a aceptar las responsabilidades que esto implicaba, puesto que el primogénito no sería suyo sino que perpetuaría la familia del difunto y recibiría la herencia de él. La conducta de Onán delata una falta de afecto natural por su hermano y demuestra que codiciaba sus posesiones y herencia. Peor todavía, su conducta fue una ofensa contra la institución divina del matrimonio. Este es un triste comentario en cuanto a la vil condición en que habían caído los hijos de Jacob.
La costumbre del levirato en el casamiento (del latín levir, "cuñado"), por primera vez mencionada aquí en la Biblia, también existía en diversas formas entre otras naciones de la antigüedad tales como los hititas. Fue incorporada en la legislación mosaica con la cláusula de que un cuñado podía rehusar la ejecución de ese deber. Sin embargo, una negativa tal era considerada vergonzosa, como lo muestra la ceremonia que se llevaba acabo en ese caso (Deut. 25: 5-10). Rut 4: 5-8 registra un ejemplo de tal negativa.
11.
Quédate viuda.
La súbita muerte de sus dos hijos mayores, tan poco tiempo después de su casamiento con Tamar, hizo que Judá 447 vacilara en darle a su tercer hijo como esposo. En armonía con una superstición que se encuentra en el libro apócrifo de Tobías (cap. 3: 7-10), puede haber pensado que ella misma, o el casamiento con ella, en alguna forma habían ocasionado las muertes de Er y Onán. Por lo tanto, la envió a la casa de su padre, con la promesa de darle a su hijo menor tan pronto como hubiera crecido. Es claro que Judá nunca tuvo la intención de cumplir su promesa, con la excusa de que Sela pudiera morir "también como sus hermanos".
Cuando Sela llegó a la edad de casarse, siendo que no le había sido dado a ella, Tamar se propuso tener un hijo de Judá mismo. Esto estaba completamente en armonía con las costumbres prevalecientes entre los hititas y asirios. Las leyes de los hititas y asirios contenían la cláusula de que el deber del levirato en el matrimonio había de realizarse por el padre del difunto si no había un hermano disponible.
12.
Subía a los trasquiladores de sus ovejas.
Judá había quedado viudo. Puesto que la trasquiladura iba siempre acompañada de festejos con los trasquiladores (1 Sam. 25: 2-11; 2 Sam. 13: 23), Judá no podía asistir allí hasta después de que pasara el acostumbrado tiempo de duelo. Se hace mención de su amigo Hira que lo acompañaba, debido al papel que iba a desempeñar en lo que sigue (vers. 20).
Timnat.
Este lugar estaba situado en las montañas de Judá, como lo muestra la expresión "subía", y más tarde fue dado a la tribu de Judá (Jos. 15: 57). El lugar, conocido hoy en día como Tibnah, está a unos 6 km. al noreste de Adulam.
14.
A la entrada.
Enaim debe haber estado en el camino entre Adulam y Timnat, pero no se ha identificado todavía. Es probablemente la Enam de Jos. 15: 34, mencionada allí como estando cerca de Adulam.
18.
Tu sello, tu cordón.
El "sello" de Judá probablemente era un sello cilíndrico que llevaba al cuello atado con una cuerda, vocablo que se ha traducido como "cordón". Como lo aclaran los escritos de la época, el sello era un objeto de valor considerable, puesto que ningún negocio podía efectuarse sin él. El báculo puede haber estado adornado, como era propio del hijo de un ganadero rico. Los báculos asiáticos, con cabezas humanas talladas en la empuñadura, son mencionados en la lista de despojos tomados por el rey egipcio Tutmosis III, en el siglo XV AC, y se encontraron también en la tumba de Tutankamón, del siglo XIV AC.
21.
La ramera.
La palabra hebrea aquí traducida "ramera" es diferente de la del vers. 15, zanah, una mujer falta de castidad. En el vers. 21 "ramera" viene de quedeshah, "la consagrada", o "la dedicada". El culto religioso cananeo, al igual que el de Grecia, disponía que hubiera una gran cantidad de prostitutas femeninas y también de hombres invertidos. Esta profesión era respetable entre los cananeos y, por lo tanto, al preguntar por "la ramera" a quien había de entregar el cabrito, Hira usó el término más respetable.
23.
Tómeselo para sí.
Sintiendo que había hecho su parte, Judá prefirió dejar su prenda con la muchacha desconocida antes que exponerse al ridículo haciendo más averiguaciones, aunque la prenda indudablemente era de más valor que un cabrito.
24.
Sea quemada.
Judá dio esta orden en virtud de su autoridad como cabeza de la familia. Además esto probablemente le pareció una oportunidad afortunada para liberarse de su obligación de proporcionarle un esposo. Tamar era considerada como desposada con Sela, y como tal había de ser castigada por su falta contra la castidad. La ley mosaica disponía apedreamiento en casos tales (Deut. 22: 20-24). Se empleaba la hoguera tan sólo en el caso de la hija de un sacerdote o en ciertas formas de incesto (Lev. 21: 9; 20: 14). Por lo tanto, la sentencia de Judá fue más dura de lo que después requirió la ley israelita. No se puede determinar si procedió de acuerdo con la costumbre de su tiempo o basándose en algo diferente. El Código de Hammurabi tiene en su lista dos crímenes castigados con la hoguera. En la sección 110 del código se declara que "un consagrado" (ver com. de Gén. 38: 21) que inaugura una taberna o entra en una taberna para beber, será quemado vivo, y en la sección 25 se ordena que un ladrón sea arrojado dentro de la casa en llamas de la que ha tratado de robar alguna cosa.
25.
Envió a decir a su suegro.
Al dar sentencia contra Tamar, sin darse cuenta Judá se había condenado a sí mismo. Sin embargo, su pecado consistía no sólo en dar rienda suelta a la concupiscencia, sino también en quebrantar su promesa hecha a Tamar (vers. 11). Esto 448 lo hacía a él personalmente responsable por el engaño al que ella recurrió con él. El primer error de él había sido su casamiento con una cananea, en abierta violación de un principio (cf. caps. 24: 3; 28: 1; 34: 14). Además conocía ciertamente las debilidades de sus hijos, pero en vez de reconocer la mano de Dios en la súbita muerte de ellos, acusó a Tamar y se propuso mantenerla como una viuda sin hijos para siempre.
26.
Más justa es ella que yo.
Poco podía hacer Judá sino admitir su culpa. Otra vez, como en la trama contra José, reveló un espíritu de honradez y sinceridad por debajo de su conducta a veces escandalosa. Su franca confesión, su trato posterior con Tamar, su éxito en criar a los hijos nacidos de ella, y el hecho de que uno de ellos fue honrado con un lugar en el linaje de Cristo, todo claramente demuestra una completa reforma de su parte. Un carácter más excelente que el de sus hermanos mayores lo hizo idóneo para la dirección de la familia, y habilitó a su posteridad para que ocupara una posición de liderato en Israel (cap. 49: 3, 4, 8-10).
29.
Fares.
Los nombres de los hijos de Tamar se basaron en episodios interesantes ocurridos durante su nacimiento. Cuando nacieron los mellizos en un orden invertido, teniendo en cuenta el que apareció primero, la partera se dirigió al segundo reprochándolo con palabras que querían decir: "¡Qué abertura has hecho para ti!", significando con esto quizá: "Realmente sabias cómo empujarte hacia el frente". Debido a este dicho de la partera, el muchacho recibió el nombre de Fares, "rotura". Aunque la partera no lo consideró como el primogénito, de aquí en adelante siempre es colocado delante de Zara en las listas genealógicas (Gén. 46: 12; Núm. 26: 20; etc.). Llegó a ser antepasado del rey David (Rut 4: 18-22), y mediante él del Mesías (Mat. 1: 3-16).
30.
Zara.
El mellizo del hilo rojo fue llamado Zara, "levantando".
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-30 PP 242
1.
A Egipto.
Puesto que Moisés designa a los reyes de Egipto solamente por el título general de "Faraón" (ver com. de cap. 12: 15), es extremadamente difícil correlacionar las declaraciones bíblicas relativas a la historia egipcia con fechas conocidas y acontecimientos de la historia secular.
Entre los eruditos bíblicos que creen en la historicidad de José, hay un asentimiento general de que sus actividades en Egipto ocurrieron durante la primera mitad del segundo milenio AC. Muchos creen que ejerció sus funciones durante el gobierno de uno de los reyes hicsos.
Bajo los ilustres reyes de la poderosa duodécima dinastía (1991 hasta aproximadamente 1780 AC), florecieron el arte, la arquitectura y la literatura de Egipto. La economía nacional era sana. Egipto ejercía una poderosa influencia en el Asia occidental hacia el norte y en Nubia hacia el sur, y realizaba un extenso comercio con varios países extranjeros. Las dos dinastías siguientes fueron débiles, y fueron derrotadas por ejércitos asiáticos cuyos jefes se llamaban a sí mismos Heqa'cha' Ñut, "gobernantes de países extranjeros". La transliteración griega de este título se traduce en castellano como hicsos. Josefo explica el nombre como que significa "reyes pastores", pero esto es dudoso. Los nombres de los diversos gobernantes hicsos indican que la mayoría de ellos fueron semitas aunque unos pocos tenían nombres indoeuropeos. Algunos de estos reyes pudieron extender su poder por la mayor parte de Egipto, al paso que otros encontraron necesario tolerar a los gobernantes locales en varias partes del país.
Desde los tiempos de los griegos los gobernantes hicsos han estado divididos tradicionalmente en dos dinastías, la decimoquinta y decimosexta, que gobernaron Egipto desde Avaris su capital, en el delta, aproximadamente desde 1730 a 1580 AC. Durante la última parte de este período, los gobernantes locales egipcios de Tebas gradualmente extendieron su influencia sobre todo Egipto, arrollando a los hicsos hacia el norte. Finalmente conquistaron Avaris y expulsaron a los hicsos del país. Estos últimos se mantuvieron durante otros tres años en la fortaleza de Saruhén, en el sur de Palestina, pero otra vez fueron derrotados y finalmente desaparecieron yendo hacia el norte. Así terminó el segundo período intermedio, de la decimotercera a la decimoséptima dinastía, el cual había durado unos 200 años. Los gobernantes oriundos de Egipto que riñeron la guerra de liberación contra los hicsos -Kamosis y Sekenenre- pertenecieron a la decimoséptima dinastía. Sus sucesores, los poderosos reyes de la decimoctava dinastía, fundaron el imperio, o nuevo reino, durante el cual ocurrió el éxodo. 450
Los hicsos asiáticos fueron intensamente aborrecidos por los egipcios, quienes, al volver al poder, destruyeron todos los monumentos de los hicsos y todos sus registros, con el resultado de que muy poco se sabe en cuanto a ellos. Todo lo que queda son los nombres de sus reyes, unas pocas expresiones sarcásticas en cuanto a ellos y algunos episodios breves de la guerra de liberación. En resumen, las pruebas para ubicar a José en el período de los hicsos son las siguientes:
1. La cronología bíblica. Si hacemos un cómputo regresivo hasta el éxodo desde el 4º año de Salomón (1 Rey. 6: 1) -que es ubicado por la cronología de los reyes, basada en la fecha generalmente aceptada de 853 AC para la muerte de Acab- y luego vamos hacia atrás 215 años antes del éxodo, hasta la entrada de Jacob en Egipto (ver com. de Gén. 15: 13), cuando José tenía 39 años de edad (ver com. de Gén. 27: 1), encontraremos que José vivió en la mitad del período de los hicsos.
2. Los caballos y los carros fueron introducidos en Egipto por los hicsos, pues se desconocían en el país antes de esa invasión. Puesto que caballos y carros se mencionan repetidas veces en el relato de José (caps. 41: 43; 46: 29; 47: 17), sus actividades en Egipto no pueden haberse realizado antes del tiempo de la supremacía de los hicsos.
3. La declaración de que Potifar, el capitán de la guardia personal de Faraón, era "varón egipcio" (cap. 39: 1) tendría significado solamente en un tiempo cuando era la excepción encontrar a gente oriunda de Egipto ocupando cargos elevados.
4. Es más probable que un semita, como José, fuera promovido al alto cargo de primer ministro bajo los reyes hicsos -de los cuales la mayoría eran semitas -que bajo un monarca oriundo de Egipto.
5. Avaris, la residencia de los reyes hicsos, está en la sección noreste del delta del Nilo, cerca de la tierra de Gosén. Este hecho concuerda con ciertas inferencias del relato de José de que la capital no estaba lejos del lugar donde se habían afincado Jacob y sus hijos (cap. 45: 10). Avaris y Gosén están sólo a unos 40 km. de distancia.
6. La declaración de que se levantó un nuevo rey que no conocía a José (Exo. 1: 8) encuentra su mejor explicación suponiendo que se hace referencia a un faraón de la decimoséptima o decimoctava dinastía que había expulsado a los hicsos y que naturalmente odiaba a todos los que habían recibido favores de ellos.
7. El silencio de todos los registros egipcios acerca de José tiene que decirnos algo, de haber vivido José en el tiempo de la supremacía de los hicsos, ya que los registros de éstos fueron sistemáticamente destruidos.
8. Los registros egipcios del período anterior a los hicsos muestran la existencia de empresas privadas y propiedad privada de la tierra y el ganado. Todo esto cambió durante el tiempo del segundo período intermedio, y encontramos que cuando los oriundos de Egipto recuperaron el poder, las tierras y el ganado -excepto la propiedad eclesiástica - eran considerados como posesión de la corona. La explicación para este cambio se encuentra en Gén. 47: 18-26.
Los argumentos que parecen oponerse a colocar el período de José como primer ministro en el tiempo de los hicsos serán tratados más adelante.
Varón egipcio.
Retomando el hilo del relato de José, interrumpido por la inserción del incidente de Judá y Tamar, Moisés repite en esencia lo que había declarado en el cap. 37: 36. La única adición importante es la declaración de que Potifar era varón egipcio. Esto parece sugerir que José llegó a Egipto en un tiempo cuando era raro encontrar que un egipcio ocupara una posición responsable en el gobierno.
2.
Jehová estaba con José.
Aunque José se encontraba en un país extranjero, abatido de la posición de hijo favorito de un hogar rico a la condición social de esclavo, Jehová todavía estaba a su lado para bendecir y prosperar la obra de sus manos. Es el designio de Dios que los hombres del mundo, atraídos por la diligencia, la solicitud y la energía manifestadas por los fieles siervos de Dios en la tierra, aprendan de él de esa manera. La confianza de Potifar en José aumentó mientras observaba las bendiciones del Dios de José sobre su propiedad en la casa y en el campo, con el resultado de que finalmente le entregó el manejo de todos sus asuntos personales.
Evidentemente, José era atento, diligente y concienzudo en la realización de sus deberes en el hogar y, también, fiel y consagrado a los intereses de su amo. El éxito raras veces acompaña al negligente, al perezoso o al falto 451 de principios. Aunque se daba cuenta de que Jehová velaba sobre él (vers. 9; cap. 45: 5), debe haber sido una fuente de satisfacción para José saber que sus fieles servicios eran apreciados por su amo terrenal.
6.
De hermoso semblante y bella presencia.
Literalmente, "bello en estatura y bello en apariencia" o "apuesto y de buena presencia" (BJ). José debe haber heredado esto de su madre Raquel, para quien se usan las mismas palabras en hebreo (cap. 29: 17; PP 209). No hay duda de que el hecho se menciona aquí en anticipación del episodio que sigue y del cual constituye una introducción.
7.
La mujer de su amo.
En este momento de crisis, la integridad personal de José resalta en agudo contraste con la de sus hermanos. ¿Qué habría hecho Rubén (cap. 35: 22) o Judá (cap. 38: 16) en estas circunstancias. No es de admirarse que Jacob favoreciera a José y que Potifar depositara tanta confianza en él. Esta confianza en él reforzó su sereno propósito de ser leal a Dios, y le resultaron aún más deseables sus excelsos ideales de honor personal e integridad.
10.
Hablando ella a José cada día.
El carácter de José se mantuvo firme bajo un ataque persistente. Sabiamente rehusó aun estar en compañía de ella. Al rehusarse a ello, José revelaba sinceridad, sabiduría y determinación en la senda de lo correcto. Cuanto más fuerte la tentación, más resuelto estuvo él a resistirla.
12.
Su ropa.
No es seguro qué clase de ropa llevaba José. La palabra hebrea béged es un término genérico para vestimenta y hasta puede significar una frazada. La mayoría de los comentadores han pensado que se trataba de una túnica larga sostenida desde los hombros. Sin embargo, en los antiguos relieves egipcios y sus pinturas rara vez aparecen los hombres con vestimentas largas. El vestido término medio de un hombre, desde el rey hasta el esclavo, era un taparrabo. En el caso de la realeza, era de material fino inmaculadamente limpio y almidonado. En todos los otros casos era de menos valor, y su calidad era determinada por su condición social. Los capataces ocasionalmente son pintados con un trozo de tela blanca que cuelga de sus hombros y se arrolla en torno del cuerpo. Esto fue quizá lo que la esposa de Potifar le arrebató a José mientras él huía de la casa.
14.
Nos ha traído.
Es interesante notar que al contar a los otros siervos el asunto, la esposa de Potifar habló de su esposo sencillamente en tercera persona: "Nos ha traído un hebreo". Esto muestra cuán poco respeto tenía por él y hace resaltar su propio carácter ordinario y desenfrenado.
Siempre parece existir en la naturaleza humana la debilidad de echar la culpa a otros por las propias faltas. Así fue en el caso de Adán y Eva en el huerto del Edén (Gén. 3: 12, 13). Esto no es sino un reflejo del espíritu del "acusador de nuestros hermanos" (Apoc. 12: 10), que trata de justificarse calumniando a los que sirven al Señor (Zac. 3: 1). Por supuesto, su propósito final es demostrar que Dios no es justo en su trato con los seres creados (Job 1: 8-11; 2: 1-5). Haciendo resaltar los defectos ajenos, sean reales o imaginarios, por contraste se pretende hacer aparecer como mejor al que habla.
Un hebreo.
Esto es, un descendiente de Heber (ver com. de caps. 10: 21; 14: 13). Generalmente era de esta manera como los descendientes de Jacob se referían a sí mismos como pueblo, y también como otros los denominaban a ellos (Gén. 39: 17; 40: 15; 41: 12; 43: 32; Exo. 1: 15, 16, 19; 2: 6; etc.). Originalmente un "judío" era un descendiente de Judá, pero después del cautiverio el término perdió su aplicación estrictamente tribal.
Hiciese burla.
En Gén. 26: 8 la misma expresión hebrea se traduce "acariciaba". Parecería que aquí, como en el caso de Isaac y Rebeca, se aplica a una conducta solamente propia entre esposo y esposa (ver también com. de cap. 21: 9).
15.
Dejó ... su ropa.
La esposa de Potifar fue cuidadosa en no declarar que José había dejado su vestimenta en manos de ella, pues eso habría revelado su duplicidad.
20.
Lo puso en la cárcel.
Al repetir su relato a su esposo, la esposa de Potifar indirectamente le echaba la culpa a él por la supuesta afrenta al referirse a José como "el siervo hebreo que nos trajiste" (vers. 17). La acción de Potifar al encerrar a José con delincuentes políticos puede considerarse de unidad extrema en vista del castigo que se acostumbraba infligir por el crimen de que estaba acusado. En tiempos posteriores, el castigo por inducir al adulterio era mil golpes dados en la planta de los pies, y por la violación de una mujer libre era aún más severo (Diodoro i.78). 452 La lenidad de Potifar sin duda reflejaba su confianza en la integridad de José y, por contraste, muy poco crédito dado al relato que hizo su esposa del episodio. Sin embargo, el castigo de José parece haber sido severo al principio, pues superó lo que implica el relato del Génesis. De acuerdo con Sal. 105: 18, "afligieron sus pies con grillos". Hay un papiro egipcio, ahora en el Museo Británico, que relata una "narración de los dos hermanos", la cual superficialmente recuerda el relato de José y la esposa de Potifar. Numerosos eruditos han pretendido que éste es el original de la narración del caso de José, y aunque los dos casos son similares en algunos respectos, las diferencias sobrepujan con mucho a las similitudes. Además el relato egipcio tiene un marco mitológico y es de un origen posterior al libro del Génesis por lo menos en 250 años.
21.
Jehová estaba con José.
La misma Providencia que había ayudado a José en la casa de Potifar lo siguió en la prisión y le proporcionó consuelo en su nueva aflicción. Moisés atribuye a la ayuda de Dios el rápido favor que encontró ante el jefe. Las aflicciones de su encierro deben haber sido considerablemente mitigadas por la creciente confianza que le tenía el carcelero, puesto que la bendición del Señor acompañaba todas las cosas que entregaba a su cuidado. Aunque José había sido tratado injustamente, hizo lo mejor posible dentro de las circunstancias en que se hallaba. Cumpliendo sus deberes con un espíritu alegre, cortés y simpático, ganó la confianza del que tenía la autoridad y al mismo tiempo preparó el camino para su liberación final.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-23 PP 215-218; SR 101-103
1-3 PP 216
4 5T 321
6 PP 216; SR 101
7, 8 PP 216
9 CE (1949) 38; DMJ 40; Ed 49, 249; HAd 300; HAp 459; 2JT 238; MeM 20, 78,99, 123; PP 217, 488; SR 102; 4T 544; 5T 124, 628; TM 445
12-14 3TS 376
17-23 PP 218
19, 20 CV 78; MeM 78
1ACONTECIÓ después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto.
2 Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,
3 y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.
4 Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.
5 Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado.
6 Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.
7 Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?
8 Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.
9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, 453
10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.
11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.
12 Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.
13 Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.
14 Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.
15 Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.
16 Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.
17 En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.
18 Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.
19 Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.
20 Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.
21 E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.
2 Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.
23 Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
El copero.
Un importante funcionario de la corte. Era responsable de probar todo lo que bebía el rey como una garantía de que estaba libre de veneno y otros ingredientes dañinos.
El panadero.
El funcionario que supervisaba (vers. 2) la preparación del alimento del rey y era responsable por la pureza de todo lo que llegaba hasta la mesa real.
Delinquieron.
Indudablemente, algún incidente había despertado la sospecha de Faraón de que alguno de ellos, o ambos, estaban implicados en una tentativa para envenenarlo. Como uno de los dos fue posteriormente restaurado en su puesto y el otro ejecutado, se infiere que la investigación convenció al rey de la inocencia de uno y la culpabilidad del otro.
El Papiro judicial de Turín ofrece un paralelo sumamente interesante con el relato del copero y el panadero que habían caído del favor real. Contiene el registro de una acción judicial contra varios funcionarios de alta categoría acusados de conspiración contra la vida de Ramsés III, y está fechado por el año 1164 AC. Desgraciadamente, el papiro no está completo y no sabemos el medio empleado por los conspiradores contra la vida del rey; tampoco sabemos si el complot tuvo éxito. Sin embargo, las partes del documento que se han preservado proporcionan información en cuanto a la forma en que tales casos eran tratados en el antiguo Egipto. Los acusados en este juicio eran varios coperos, escribas y otros signatarios de alta categoría. Algunos fueron sentenciados a ser ejecutados; la culpabilidad de otros fue confirmada, pero se les permitió suicidarse; a otros por castigo se les cortó la nariz y las orejas, y uno fue tan sólo reprendido y no recibió castigo corporal. Una cantidad de funcionarios judiciales también fueron juzgados por andar de parranda con algunos de los acusados durante el período de investigación.
3.
Los puso en prisión.
Estos dos encumbrados funcionarios fueron entregados a la custodia del comandante de la guardia personal del rey. Ese comandante era Potifar, el amo y dueño de José, de acuerdo con los caps. 37: 36 y 39: 1. Potifar los colocó en la misma prisión estatal en la cual estaba detenido José, y puesto que los casos de ellos estaban todavía siendo investigados y ellos mismos eran funcionarios de alta categoría, le encargó a José que los atendiera y actuara como su servidor.
4.
Estuvieron días en la prisión.
Esta expresión es indefinida y no nos permite saber con exactitud el tiempo que esos hombres pasaron en la cárcel antes de que sus casos 454 fueran definidos y ocurriera el acontecimiento registrado en los versículos siguientes.
5.
Tuvieron un sueño.
La notable similitud de sus sueños convenció a los dos hombres de que esos sueños de alguna manera estaban relacionados con su destino, pero no sabían en qué forma. Sin duda, sabiendo que sus casos podrían ser decididos en cualquier momento, y estando privados en la prisión de los intérpretes profesionales de sueños, es obvio que estuvieran ansiosos a la mañana siguiente cuando José entró en su habitación.
8.
¿No son de Dios las interpretaciones?
Pensando en sus dos sueños propios y comprendiendo que Dios todavía estaba con él, José procuró ayudar a los dos afligidos hombres en su perplejidad. Este deseo de ayudar a otros, más tarde llegó a ser la clave para su propia liberación de la prisión. Soportando sus inmerecidas desgracias con alegre resignación y admirable fortaleza, José, por su naturaleza amigable, se sintió inclinado a simpatizar con otros infortunados, a quienes les faltaba la fortaleza interior que lo animaba a él. No fue por curiosidad sino por un ferviente deseo de auxiliar a los necesitados por lo que José ofreció su ayuda a los dos hombres. Al mismo tiempo les mostró a Dios, su propia fuente de fortaleza y consuelo.
9.
Una vid delante de mí.
Los deberes del copero real fueron representados en forma indudable. Sin embargo, es enteramente insostenible llegar a la conclusión de que Faraón bebía solamente jugo fresco de uva. Por el contrario, el cultivo de la vid y la preparación y consumo de vino por los egipcios está confirmado por antiguos registros de ese país, y por declaraciones de Herodoto (ii. 77) y Plutarco (De Isis et Osiris [En cuanto a Isis y Osiris] 6).
13.
Levantará Faraón tu cabeza.
Esta expresión significa que el rey lo liberaría de la prisión y lo restauraría a su responsabilidad y honores. Es evidente que podría haber tenido también un significado adverso, según el vers. 19.
14.
Acuérdate, pues, de mí.
José había apelado por su caso ante Faraón. Había sido raptado de la tierra de los hebreos (cap. 39: 14), lo cual era la razón por la que estaba ahora en Egipto, y había sido puesto en prisión, aunque era totalmente inocente. Si José vivió en Egipto bajo los hicsos, como parecen indicarlo ciertas evidencias, el copero probablemente no era egipcio. Por lo tanto José podría, muy razonablemente, esperar más ayuda de él que si hubiera sido egipcio. La investigación del caso de José, si era ordenada por el rey, iba a comprometer al amo de José, oriundo de Egipto (cap. 39: 1).
15.
En la cárcel.
"En el pozo" (BJ). Este es un término despectivo para la prisión. En los tiempos antiguos, hoyos, cisternas y pozos de letrina vacíos eran usados para encarcelar a los culpables (Jer. 38: 6; Zac. 9:11). Que la palabra "pozo" aquí se usa como sinónimo de prisión es evidente por Gén. 40: 14, donde el lugar del arresto de José es llamado una "casa".
16.
Tres canastillos blancos.
Animado por la interpretación favorable del sueño del copero, el principal de los panaderos le contó el suyo. El cuadro descrito por el panadero otra vez es completamente egipcio. Tallas en relieve, pinturas murales y figurillas que se hallaron en antiguas tumbas egipcias muestran que objetos tales como canastas y vasijas de cerámica con frecuencia eran llevados sobre la cabeza. Como en todo el Oriente, las aves de rapiña naturalmente intentaban sacar algo de la canasta de más arriba. El panadero hizo resaltar el parecido de su sueño con el del copero mediante las palabras "también yo". La similitud no se restringía a los números implicados en los dos sueños - tres sarmientos y tres canastillos de pan- sino que también era evidente por representarse en dichos sueños sus deberes oficiales en la corte.
19.
Quitará Faraón tu cabeza.
Tiene que referirse a una ejecución por decapitación, después de la cual el cuerpo del delincuente iba a ser expuesto en un árbol como una advertencia para otros posibles conspiradores. Los registros egipcios testifican del empleo de la pena capital mediante decapitación, después de la cual los cuerpos a veces eran exhibidos para desalentar a otros que se vieran tentados a cometer el mismo crimen. Por otro lado, la ejecución por ahorcamiento o estrangulación no está comprobada por los registros antiguos.
20.
Al tercer día.
El cumplimiento de las predicciones de José comprobó que los sueños habían sido de origen divino y que José poseía el don de interpretarlos (Jer. 28: 9).
23.
No se acordó de José.
Indudablemente el copero prometió a José que hablaría en favor de él (cap. 41: 9). Cuando las semanas y 455 los meses siguientes no trajeron ningún indicio de la gratitud del copero, probablemente José habrá comenzado a preguntarse si él habría de languidecer toda su vida en la prisión. Con todo, al mismo tiempo el cumplimiento de los sueños de los funcionarios de la corte puede haberle animado a creer que en alguna manera sus sueños llegarían a ser verdad (cap. 37: 5-9). Pero por el momento, la ingratitud del copero debe haber sido una experiencia penosa para José, probablemente un golpe tan cruel y despiadado como cualquiera otro de los que ya había recibido. Esta experiencia negativa nos hace recordar el valor de expresar nuestro aprecio por la bondad y ayuda de otros. Este principal de los coperos aparece condenado a una deshonra completa. Con cuánta frecuencia los puestos elevados hacen que los hombres se vuelvan demasiado altivos para tener en cuenta a sus humildes amigos de otros tiempos.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-23 PP 219
1ACONTECIÓ que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río;
2 y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado.
3 Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río;
4 y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón.
5 Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña,
6 y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano;
7 y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño.
8 Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón.
9 Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas.
10 Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos.
11 Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado.
12 Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño.
13 Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado.
14 Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.
15 Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos.
16 Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón. 456
17 Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río;
18 y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado.
19 Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto.
20 Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas;
21 y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté.
22 Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas.
23 Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas;
24 y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete.
25 Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.
26 Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.
27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre.
28 Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.
29 He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.
30 Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.
31 Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente, la cual será gravísima.
32 Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.
33 Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.
34 Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.
35 Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.
36 Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.
37 El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos,
38 y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?
39 Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.
40 Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.
41 Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.
42 Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello;
43 y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.
44 Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.
45 Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.
46 Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.
47 En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones.
48 Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.
49 Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número.
50 Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales 457 le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.
51 Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.
52 Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.
53 Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto.
54 Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.
55 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.
56 Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.
57 Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.
1.
Estaba junto al río.
La palabra traducida "río",ye'or, se usa en la Biblia solamente para el Nilo, con la excepción de Dan. 12: 5-7, donde se emplea para el Tigris. Es un préstamo lingüístico del egipcio 'iru. Esta palabra había sido 'itru antes del tiempo de Moisés, pero durante la decimoctava dinastía se convirtió en 'iru. Puesto que la palabra hebrea deriva de esta última forma, algunos la aceptan como evidencia de que el Génesis fue escrito después de la decimoctava dinastía, la cual comenzó en 1580 AC.
2.
Pacían en el prado.
La palabra hebrea 'aju, traducida "prado", también está tomada del egipcio. Deriva del egipcio 'iji y significa "caña" o "pasto". Se usa solamente en Gén. 41: 2, 18 y en Job 8: 11 y proporciona uno de los argumentos a favor de atribuir ambos libros, Génesis y Job, al mismo autor.
3.
Otras siete vacas.
Las siete vacas flacas eran únicas por su fealdad (Gén. 41:19). Más que eso, eran flacas, literalmente "flacas en carne".
6.
Viento solano.
Este viento oriental, que sopla del desierto de Arabia y es extremadamente caluroso, agota las cosechas y abrasa la tierra. Los árabes hacen diferencia entre dos clases de viento oriental: (1) el jamsin, que puede soplar durante unos 50 días en la primavera, y (2) el simún, que viene a intervalos irregulares. Aunque sopla solamente durante un corto tiempo -a veces sólo durante unas pocas horas - el simún tiene las características de una recia tormenta y puede ser muy destructor en sus efectos sobre hombres, animales y plantas.
7.
Era sueño.
El sueño parecía real. Tan sólo cuando se despertó, comprendió Faraón que había estado soñando. Aunque había tenido dos sueños diferentes, son considerados como uno (vers. 8, 15, 25, 32) debido a su parecido, y al hecho obvio de que se referían a un mismo suceso. El mensaje esencial era repetido para darle énfasis (vers. 32).
8.
Magos.
Fuera del Pentateuco, esta palabra, que viene de jartummim, se usa solamente en Dan. 1: 20; 2: 2. Deriva de un vocablo egipcio que significa "hacer una invocación mágica", "pronunciar un nombre en magia", y designa a los sacerdotes como maestros de magia. Ellos se ocupaban en las artes y ciencias sagradas de los egipcios y las escrituras jeroglíficos; en la astronomía y astrología y la interpretación de sueños; en la predicción de acontecimientos y los conjuros mágicos. Actuaban, además, como custodios de las prácticas del ocultismo. En resumen, eran los sabios de la nación. Puesto que el Nilo, de donde subieron tanto las vacas flacas como las gordas, era considerado por los egipcios como la fuente de toda vida y fertilidad, esos magos quedaron perplejos en cuanto al significado de los sueños y no podían pensar en una interpretación que fuera satisfactoria para el rey. A diferencia de Nabucodonosor en una ocasión posterior, Faraón recordaba todavía sus sueños, pero los sabios egipcios no tuvieron más éxito a pesar de su clara ventaja en este respecto (Dan. 2: 4,7). El que no pudieran explicar el sueño de Faraón, revestido del lenguaje simbólico de la época, sin duda les resultó sorprendente tanto a ellos como al rey; pero "nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios", y aquellos a quienes el Espíritu de Dios las revela (1 Cor. 2: 10, 11). La sabiduría de Dios sobrepuja y por lo tanto siempre confundirá la sabiduría del mundo.
14.
Se afeitó.
Las antiguas pinturas egipcias y altorrelieves muestran a los asiáticos con 458 pelo largo y barba, al paso que los egipcios se afeitaban. El relato egipcio de Sinuhe proporciona un interesante paralelo con este episodio de la vida de José, tan completamente egipcio en sí mismo. En ese relato un cortesano que vivió unos 300 años antes del tiempo de José habla de su regreso a la corte de Faraón después de un largo período de exilio en Canaán. Dice: "Fui afeitado, y mi cabello fue peinado ... ; fui vestido con lino fino y ungido con aceite escogido".
16.
No está en mí.
Con toda modestia José apartó la atención de Faraón de sí mismo al Dios del cielo, como lo había hecho dos años antes con los presos (cap. 40: 8).
Respuesta propicia a Faraón.
La costumbre de la corte requería que los sueños del rey recibieran un significado favorable. José había vivido suficiente tiempo en Egipto y se había relacionado lo suficiente con los altos funcionarios como para conocer bien las fórmulas de hablar usuales en la presencia del rey.
17.
Mi sueño.
Los dos sueños son relatados esencialmente en los mismos términos que en los vers. 1-7. Sin embargo, Moisés evita la monotonía añadiendo unas pocas palabras en un lugar y usando sinónimos en otros.
25.
Dios ha mostrado a Faraón.
José declaró en primer lugar que los dos sueños tenían el mismo significado y señaló a su autor, Dios, quien de esa manera procuraba advertir a Faraón y a sus súbditos respecto de algunos acontecimientos venideros. El número siete, que jugó un papel tan importante en ambos sueños, indicaba dos períodos de siete años cada uno. Las vacas gordas y las espigas llenas representaban siete años de cosechas abundantes. Las flacas, siete años de escasez. Estos últimos seguirían a los primeros en toda la tierra de Egipto, de modo que los años de hambre no dejarían ni rastro de los siete años de abundancia. José añadió que la repetición del sueño era para que resaltara la seguridad de los acontecimientos indicados y la premura de tomar medidas para hacer frente a la emergencia. La confianza de José en su interpretación, que penetraba 14 años en el futuro, en contraste con la perplejidad de los sabios de Egipto, no pudo menos que impresionar al rey.
33.
Provéase ahora Faraón de un varón.
José añadió a su interpretación un consejo, que Faraón nombrara a un hombre como ministro de alimentación en todo el país, y un conjunto de funcionarios para llevar a cabo sus instrucciones. José aconsejó también que, durante los siete años de superabundancia, una quinta parte de la cosecha fuera exigida como un impuesto y almacenada por todo el país.
34.
Quinte la tierra.
El que tan sólo un quinto de la cosecha debía ser almacenado cada año, implica que aun en los años flacos la tierra debía producir algo. La fertilidad de Egipto siempre ha dependido de las inundaciones del Nilo, puesto que la lluvia es prácticamente desconocida.
Antes de la construcción de la represa de Asuán y de malecones a lo largo del Nilo en el último siglo para regular la inundación, se construían diques para controlar una subida normal del río. Esto significaba unos 8 ó 9 m sobre el nivel bajo del río durante la estación seca, en Asuán. Si la inundación llegaba a unos 9m, los diques eran barridos; si alcanzaba a 10 m, aldeas enteras eran destruidas y se perdían vidas. Por otro lado, una inundación de sólo 7,50 m no proporcionaba agua para los campos que están a unos tres kilómetros del río, lo cual habría de resultar en una sequía parcial. Plinio escribió en cuanto a las inundaciones del Nilo: "La altura ordinaria [de las inundaciones] es de 16 codos. Cuando las aguas son más bajas, no alcanzan a inundar todo el terreno; cuando son más altas, se necesita un largo tiempo para que retroceda. En el primer caso la tierra no se satura; en el segundo, las aguas son detenidas tanto tiempo de la siembra. La administración toma nota de ambos casos. A una altura de sólo 12 codos sobreviene el hambre. Aun con 13 codos sobreviene el hambre. Aun con 13 codos prevalece el hambre; 14 codos producen regocijo general; 15, una seguridad perfecta y 16, todas las comodidades de la vida" (Historia Natural, t. 10).
Puesto que Egipto producía más cereales en los años normales de lo que se necesitaba para el consumo interno, y podía así exportar grandes cantidades, el almacenamiento del 20 por ciento de la cosecha en los años de abundancia no produciría ninguna privación y, al mismo tiempo, permitiría acumular una enorme cantidad de cereales. No habría sido prudente requerir una cantidad demasiado grande. Así no se perderían la buena voluntad y la cooperación de los agricultores y propietarios. 459 Con cosechas abundantes podrían pagar fácilmente este aumento de los impuestos y no sentir que era opresivo.
38.
Otro hombre ... en quien esté el espíritu de Dios.
El consejo de José fue tan bueno y agradable a Faraón y a sus consejeros, que el rey propuso su nombramiento como ministro de alimentación y le confió poderes de emergencia. Si este faraón fue un hicso semita, como probablemente lo fue, su evaluación de José como un "hombre en quien" estaba "el espíritu de Dios" ['Elohim] se puede entender fácilmente. Sin embargo, no es claro en qué sentido Faraón entendía la palabra 'Elohim, plural de 'Eloah. Es usada por los escritores bíblicos para designar tanto al verdadero Dios como a las deidades paganas. No es claro si el rey se refirió al 'Elohim de José (vers. 16, 25, 28, 32) como a un Dios, o a varias de sus propias deidades, aunque José había usado la forma singular del verbo para describir las actividades de Dios. Puesto que seguramente era idólatra y politeísta, quizá Faraón concibió que José estaba hablando de "dioses", y si es así, la declaración de Faraón debería traducirse: "Un hombre en quien está el espíritu de los dioses".
40.
Se gobernará.
La expresión hebrea así traducida desde hace mucho, recibió varias extrañas explicaciones de los comentadores hasta que se hizo la sugerencia de que una expresión egipcia podía formar la base del texto. Si es así, la declaración se leería literalmente: "De acuerdo con tu palabra [o boca] besará todo mi pueblo". Sin embargo, en el egipcio familiar la palabra "besar" también significa "comer". Los primeros lectores de Moisés, todos los cuales crecieron en Egipto, ciertamente habrán entendido lo que quería decir. Si éste fue el significado que le dio Moisés, ello constituiría una evidencia adicional de que Moisés, hombre educado en Egipto, escribió el libro del Génesis. Por otro lado, si la expresión es hebrea, la palabra traducida "se gobernará", de una raíz que significa "aferrarse a", "pender de", más bien debiera traducirse: "será obediente".
41.
Te he puesto.
Después de considerar por algún tiempo el nombramiento, el rey anunció su decisión de elevar a José al cargo más alto debajo de la corona y procedió a la ceremonia inaugural. En primer lugar, hubo una proclamación real que declaraba a José virrey sobre todo Egipto.
42.
Quitó su anillo.
Por numerosas reliquias de las tumbas de encumbrados funcionarios egipcios, los cuales describen su propia ceremonia inaugural en el cargo, tenemos cuadros que concuerdan muy bien con el corto informe de la ceremonia de José. Esos cuadros muestran al rey, generalmente detrás de la "ventana de la aparición" de su palacio, mostrando la insignia de su dignidad. El anillo de sellar que se le dio a José evidentemente llevaba una piedra en la forma de un escarabajo, con el nombre del rey grabado en ella, y se usaba para poner el sello real a los documentos.
Ropas de lino finísimo.
Fue provisto de un guardarropa de lino finísimo como el del rey y los sacerdotes. El relato egipcio de Sinuhe (ver com. del vers. 14) también menciona el "lino finísimo" con el que fue vestido el héroe de la narración cuando volvió a la corte egipcia.
Collar de oro.
Los cuadros que representan la ceremonia con la que se inauguraba en su cargo a los altos funcionarios, regularmente los presentan con un collar de oro colocado en torno del cuello. Se han preservado algunos de esos "collares" y se los encuentra en los museos. Son bellos especímenes de arte, hechos de oro y cuentas de piedras semipreciosas. Colgando del collar en la parte delantera hay una inscripción que da los nombres del rey y sus títulos.
43.
Su segundo carro.
Esta declaración es apropiada para el tiempo de los hicsos, que introdujeron los carros Y el caballo en Egipto (ver com. de cap. 39: 1).
¡Doblad la rodilla!
El pregón de los heraldos que precedían la carroza de José cuando iba por el país o en las procesiones oficiales. La palabra hebrea 'abrek, "doblad la rodilla", es la transliteración de una frase egipcia que ha sido interpretada en varias formas. La explicación más plausible que primero dio el egiptólogo Brugsch, ve en ella el verbo egipcio berek, "alabar" o "rendir homenaje". Por lo tanto, 'abrek, sería una traducción fiel del imperativo egipcio i'a berek: "¡Alabad!" o "¡Rendid homenaje!" El otro posible significado sugerido: "Tierno padre", evidentemente es incorrecto.
45.
Zafnat-panea.
El nombre dado a José por Faraón hace mucho fue reconocido como egipcio, pero su significado no era conocido. Sin embargo, el nombre fue descubierto en 460 una inscripción de la última parte del período bubastis (siglo IX AC), y fue escrito en egipcio: Dye-pa-netyer-iuj-ank. Su significado es: "El dios habla para que él viva". El nombre de José debe haberse referido a sucesos contemporáneos que significaban que Dios había hablado a través del sueño de Faraón y la interpretación y el consejo de José, para preservar la vida del rey, de José y también de todos los demás.
Asenat.
No sólo recibió José un nombre egipcio sino también una esposa egipcia, una mujer oriunda de una de las familias sacerdotales más eminentes. Indudablemente Faraón procuró aumentar la honra de José y su reputación mediante ese casamiento, ya que algunos de los reyes mismos tomaban sus esposas de las familias sacerdotales.
Asenat significa "perteneciente a [la diosa] Neit". El nombre del padre de ella es idéntico al del antiguo amo de José (ver com. de cap. 37: 36), aunque en la transliteración hebrea hay una leve diferencia en los nombres. Sin embargo, el hecho de que ambos nombres sean iguales no significa que las personas que los llevaban fueran también idénticas. El antiguo amo de José era comandante de la guardia personal del rey, al paso que su suegro era sumo sacerdote de On, la ciudad del gran templo del sol que estaba a pocos kilómetros de Menfis, en la orilla oriental del Nilo. Más tarde los griegos llamaron a esa ciudad Heliópolis. El templo del sol de On y su sacerdocio ejercieron una fuerte influencia sobre la vida religiosa egipcia durante muchos siglos, hasta que el culto de Amón y posteriormente de Amón-Ra, de Tebas, sobrepujaron al culto del sol de Heliópolis en el siglo XV y los siguientes. La posición social de José fue muy fortalecida por su casamiento con la hija de una de las primeras familias de Egipto.
El casamiento de José con una mujer egipcia no parece haber debilitado su lealtad al Dios de sus padres. Sus hijos, Efraín y Manasés, indudablemente fueron educados en la religión hebrea, puesto que fueron convertidos en cabeza de dos tribus de Israel y en ese respecto alcanzaron la igualdad con sus tíos, los hermanos de José. La gran lealtad de José a Dios puede aun haber sido el medio de convertir a su esposa egipcia. Además no debe olvidarse que la mano de Dios por la cual él había sido tan grandemente exaltado después de su profunda humillación, también lo preservó en su elevado puesto de honor para que no se hundiera en el paganismo de Egipto.
¡Qué cambio había efectuado Dios en la vida de José! Sus grillos se cambiaron en una cadena de oro, los harapos del preso en lino finísimo, su celda en una carroza, y su cárcel en un palacio. El esclavo de Potifar se había convertido en su señor, y el rechinar de las cadenas había dado lugar a la exclamación "¡Doblad la rodilla!" La humildad va antes de la honra; la servidumbre y el sufrimiento fueron los peldaños para la autoridad. ¡Cuán bien fue recompensado el fiel siervo de Dios por su lealtad y paciencia!
46.
De edad de treinta años.
Puesto que José tenía 17 años cuando fue llevado a Egipto (cap. 37: 2), y ahora 30, debe haber pasado 13 años en servidumbre.
47.
La tierra produjo.
La predicción de José se cumplió con toda exactitud. Los cereales crecieron "a montones", y José acopió el 20 por ciento en graneros por todo el país. Las cantidades de cereales que fluían a los almacenes reales fueron tan enormes que pronto excedieron todo lo dispuesto para registrar la cantidad. Otros escribas tienen que haber sido necesarios como recolectores adicionales del impuesto.
50.
Dos hijos.
A los dos hijos que le nacieron a José les dio nombres que expresan la generosa providencia de Dios.
51.
Manasés.
Literalmente, "que hace olvidar". José dio este nombre a su primogénito por gratitud a Dios que le había hecho olvidar su antiguo estado de servidumbre y el intenso anhelo que había sentido por la casa de su padre. Estuvo agradecido porque Dios le había provisto un hogar, aun cuando fuera en la tierra de su exilio. Las desgracias anteriores no podían amargar su actual felicidad, pues la adversidad se había transformado en prosperidad.
Ha surgido la pregunta: ¿Por qué, al llegar a un puesto tan encumbrado, José no se comunicó inmediatamente con su padre? ¿Se había olvidado realmente del afecto paterno y no sentía ninguna obligación por hacer saber al anciano que todavía estaba vivo? Resulta claro que en realidad no había cesado de preocuparse, no sólo por la forma tierna con que recibió a sus hermanos y a su padre, la cual pronto será descrita, sino también por la 461 declaración que hizo al nacer Efraín, caracterizando a Egipto como la tierra de su aflicción. El que no declarara inmediatamente quién era su padre y enviara un mensaje a casa, a Canaán, podría atribuirse a una vacilación en revelarle a su padre la maldad de la cual habían sido culpables sus hermanos, o pudo deberse a un impulso divino que le advirtió que no había llegado todavía el tiempo de descubrir ese hecho. Como quiera que fuese, la conducta de José en ese asunto no revela nada que contradijera la piedad que tan manifiestamente saturaba su vida. Si Dios eligió colocarlo en Egipto, en Egipto permanecería.
52.
Efraín.
Esto es, "doble fertilidad". Este nombre era una expresión de la gratitud de José porque Dios le había dado a él, un esclavo condenado a servidumbre perpetua, una familia feliz y dos hijos. El nombre refleja un corazón lleno de gozo y gratitud.
54.
Hubo hambre en todos los países.
Como José lo había predicho, los siete años de abundancia fueron seguidos por siete años de hambre que afectaron no solamente a Egipto sino a los países circunvecinos también. Las condiciones del hambre en Egipto se producen cuando el Nilo no se desborda en sus orillas (ver com. del vers. 34), y esto a su vez se debe a una falta de lluvia en las altiplanicies de Abisinia.
56.
Abrió José todo granero.
Cuando los egipcios habían consumido sus propias reservas de alimento, se volvieron al rey, recordando sin duda el impuesto especial sobre los cereales que estuvo en vigencia durante siete años sucesivos. El los envió a José, el ministro de alimentación, quien abrió los graneros para los naturales de Egipto y para los extranjeros que venían al país en procura de alimento. Varios registros jeroglíficos encontrados en Egipto mencionan una situación de hambre. En esos registros, ciertos funcionarios encumbrados pretenden haber aliviado la miseria de los pobres y hambrientos durante períodos de necesidad. Esto es proclamado en sus tumbas por inscripciones como éstas: "Di pan al hambriento, agua al sediento, vestido al desnudo y un bote al que no lo tenía". Un funcionario de la duodécima dinastía (siglo XX AC) pretendía: "Cuando llegaron años de hambre, aré todos los campos del distrito de Orix ... preservando viva su gente y proporcionándole su alimento para que no hubiera allí hambrientos".
La sabiduría de José como administrador ahora se hizo evidente para todos. Si alguien había tenido duda en cuanto a su orden de almacenar enormes cantidades de cereales año tras año, nadie ponía en duda ahora la prudencia de esa medida. ¿Qué habría hecho Faraón, un gobernante extranjero, con una población famélica? ¿Cómo podría haber evitado el destronamiento de su propia dinastía, si no hubiera sido por la previsión de José? Este joven hebreo, un ex esclavo, se había convertido en el salvador del trono, de todo Egipto y también de las naciones circundantes.
Vendía.
El que José no distribuyera gratuitamente los cereales acumulados a la multitud que perecía, era algo que tenía su razón de ser. La gente seguramente había sido advertida de la calamidad que se acercaba, y, mediante el cuidado y la economía, podía haber ahorrado un poco ella misma para los días de necesidad. Puesto que la gente tuvo que pagar por los cereales, se vio instada a ser frugal y a evitar el derroche de la preciosa provisión de alimento que tenía que durar por siete largos años. Este plan también permitió que José ayudara a las poblaciones hambrientas de otros países. El hecho de que los cereales fueran vendidos a la gente, aclara que el acopio se hizo en forma de un impuesto y no como un servicio público brindado por el rey.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-57 PP 219-225
1, 9-13 PP 219
14 PP 220; 5T 321
15-25, 31, 33-36 PP 220
38-40 MeM 68
38-43 PP 222
39, 40 PP 222
39-44 PP 385
40 5T 321
489 54-56 PP 225 462
1 EL HAMBRE era grande en la tierra;
2 y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento.
3 Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros.
4 Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento.
5 Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros.
6 Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano?
7 Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano?
8 Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú y nuestros niños.
9 Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre;
10 pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces.
11 Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras.
12 Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación.
13 Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón.
14 Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo.
15 Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doble cantidad de dinero, y a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José.
16 Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía.
17 E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José.
18 Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos.
19 Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa.
20 Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos.
21 Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros.
22 Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; 467 nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales.
23 El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos.
24 Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.
25 Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan.
26 Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron ante él hasta la tierra.
27 Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía?
28 Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia.
29 Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.
30 Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y busca dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí.
31 Y lavó su rostro y salió, y se contuvo, y dijo: Poned pan.
32 Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.
33 Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro.
34 Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él.
2.
Volved.
Cuando se había consumido todo el trigo traído de Egipto, y la continua sequía no podía aliviar el hambre, Jacob pidió a sus hijos que volvieran a Egipto por "un poco de alimento". Los hijos mismos no tomaron la iniciativa, pues sabían la inutilidad de volver sin Benjamín y la indudable imposibilidad de hacerle cambiar de idea al padre. Judá, convirtiéndose en el portavoz de los otros, firmemente indicó que no irían a menos que Benjamín los acompañara puesto que el señor egipcio muy seriamente había declarado que no verían su rostro sin su hermano menor. Judá, el cuarto hijo de Jacob, fue el portavoz en esta ocasión porque Rubén, el mayor de los hijos de Jacob, ya había sido rechazado, Simeón estaba en una prisión egipcia, y posiblemente Leví había perdido la confianza de su padre como resultado de su traición contra los siquemitas (cap. 34).
6.
¿Por qué me hicisteis tanto mal?
Ante la pregunta llena de reproche del padre: por qué habían informado al virrey egipcio en cuanto a Benjamín, replicaron en defensa propia que no habían sido culpables de hablar sin pensar. ¿Cómo podrían haber sabido que una pregunta tal se convertiría en una fuente de dificultades posteriores? Aunque las preguntas de José acerca de su familia no aparecen en la narración precedente (cap. 42: 13, 22), es indudable que esa información había sido dada en respuesta a una pregunta directa. Más tarde, al interceder ante José en favor de Benjamín, Judá le recordó que él les había hecho esa pregunta a ellos (cap. 44: 19).
9.
Yo te respondo por él.
Judá repitió entonces la ineludible condición para volver a Egipto, aludiendo a la muerte por hambre como la única alternativa. Personalmente él aceptaría la responsabilidad por la seguridad del regreso de Benjamín. ¿Qué más podría hacer él o cualquiera de ellos? La nobleza de carácter tan resaltante en el lenguaje de Judá aparece más tarde en su patético ruego delante de José (cap. 44: 18-34). Un gran cambio debió haberse realizado en su carácter desde los incidentes registrados en los caps. 37 y 38.
11.
Pues que así es.
Después de la elocuente súplica de Judá, cuya lógica era irrefutable, Jacob se sometió a lo inevitable. Ahora que se había resignado a que fuera Benjamín, Jacob hizo todo lo que le era posible para contribuir al éxito del viaje. El regalo que sugirió habría de ser de productos escogidos del país, productos que fueran altamente apreciados en Egipto (ver com. de cap. 37: 25). 468
Un poco de miel.
Esta no era probablemente miel de abeja porque esa miel abundaba en Egipto. Una pequeña cantidad de miel de abeja de Palestina no habría sido considerada como un regalo respetable ni siquiera por el que lo hacía. Más probablemente era miel de uvas, preparada haciendo hervir el jugo de uva o mosto hasta que se redujera a la mitad o un tercio de su volumen original. Los griegos la llamaban Hépsema, "la sustancia hervida". Todavía es importada en Egipto de la región de Hebrón en Palestina.
Nueces.
Este fruto, la nuez oblonga de la Pistacia vera, se menciona en la Biblia únicamente esta vez. Tiene una pepita oleaginoso y está considerada como un manjar por los orientales.
Almendras.
El almendro es llamado shaqed, "el vigilante", del verbo shaqad, "estar insomne", "estar despierto", "velar". Es el primero de todos los árboles que florecen en la primavera. Aunque florecía en Siria y Palestina, este árbol no parece haber sido conocido en el antiguo Egipto.
12.
Doble cantidad de dinero.
Puesto que la cantidad pagada por el primer trigo había sido devuelta, Jacob aconsejó a sus hijos que llevaran una doble cantidad de dinero a Egipto, para pagar por el trigo conseguido previamente y por el alimento que iban a comprar en este viaje. Aunque Jacob había temido que la devolución del dinero pudiera ser interpretada falsamente por los egipcios (cap. 42: 35), expresó la esperanza de que pudiera haber sido hecha por error.
14.
Si he de ser privado.
Antes de su partida, el anciano patriarca bendijo a sus diez hijos y expresó la confianza de que Dios les daría misericordia delante del gobernador de Egipto. La palabra traducida "misericordia" significa, literalmente, "intestinos", y se refiere al abdomen, considerado antiguamente como la sede de los afectos y de las emociones. Aunque Jacob expresó fe en la protección de Dios, su declaración siguiente revela incertidumbre en cuanto a si Dios podía bendecir a sus malos hijos. Eran un grupo capaz de cualquier cosa y podía esperarse que entraran en dificultades de la manera más inesperada. Con espíritu de resignación se sometió a la voluntad divina, cualquiera que fuera.
16.
Vio José a Benjamín.
Puesto que José los había acusado de que eran espías, no había manera de eludirlo, ni de conseguir el cereal deseado de algún funcionario de menor importancia. Probablemente José había ordenado que fueran llevados delante de él personalmente tan pronto como volvieran a Egipto. Cualquiera que pudiera haber sido la conducta requerida de los extranjeros, especialmente de los hijos de Jacob, pronto los diez hermanos se encontraron una vez más en la presencia del temido amo del país. Viendo a los hombres, José dio órdenes para que fuesen llevados a su residencia privada y que se preparara una comida para ellos, algo que literalmente significaba "sacrificar una matanza". Algunos altorrelieves egipcios revelan que la carne vacuna y la de ganso constituían la vianda usual de los ricos en Egipto y que se servían considerables cantidades de carne en las comidas cuando se agasajaba a visitantes.
18.
Aquellos hombres tuvieron temor.
Los hermanos de José se alarmaron más profundamente que nunca al descubrir que iban a ser llevados a la casa de José. Quizá no entendieron la orden de José, que había sido dada en egipcio, y cuando llegaron a su residencia oficial y se les ordenó que entraran, temieron que serían esclavizados bajo la acusación de robo. En un esfuerzo por evitar lo que temían, se aproximaron al mayordomo en la puerta y le explicaron cómo habían encontrado el dinero en sus sacos y que estaban preparados para devolverlo. No hay necesidad de suponer ninguna discrepancia entre el registro de lo ocurrido tal como se da en el cap. 42: 27, 28 y como se repite aquí. Es posible que todos hubieran abierto sus sacos en el "mesón", pero que sólo uno hubiera descubierto su dinero en aquella oportunidad. Es inconcebible que el grupo entero hubiera llevado de vuelta solamente diez sacos de cereales para alimentar sus animales y a sus familias durante un período de varios meses.
23.
Yo recibí vuestro dinero.
El mayordomo, que indudablemente conocía los planes de José, los tranquilizó con la seguridad de que había recibido su dinero y que la reaparición de ese dinero debía explicarse como un acto de Dios. Como para desvanecer todos sus temores, les trajo a Simeón y con verdadera cortesía oriental los trató como a huéspedes, dándoles agua para lavarse los pies y alimentos para sus bestias de carga.
26.
Vino José a casa.
Puede que José hubiera estado ocupado en algún asunto importante cuando sus hermanos llegaron y, por lo 469 mismo, no hubiera podido atenderlos entonces. O es más posible que sus planes ya estuvieran bien trazados, y no quisiera verlos hasta el tiempo designado. Cuando regresó José, le entregaron sus regalos con el acatamiento más reverente, cumpliendo sin darse cuenta los sueños de José que habían incitado su intenso odio hacia él.
29.
Vio a Benjamín su hermano.
Cuando sus ojos cayeron sobre Benjamín, su hermano de parte de madre, José cumplió con la formalidad de preguntar en cuanto a su identidad. ¿Habrían cumplido esos hombres realmente con las condiciones requeridas?
30.
Se conmovieron sus entrañas.
Esta fue la segunda ocasión en la que José fue embargado por la emoción. La primera había sido cuando sus hermanos hablaron de su crueldad hacia él (cap. 42: 21). Ahora fue la presencia de su hermano, de parte de padre y madre, a quien no había visto por 22 largos años, lo que lo emocionó. La expresión "se conmovieron" significa, literalmente, "estaban poniéndose calientes", es decir, debido a la intensidad de su amor (ver com. del vers. 14). Puesto que deseaba probar la actitud de sus hermanos hacia Benjamín, todavía no estaba listo para darse a conocer a ellos, y se retiró rápidamente por temor a no ser capaz de llevar a cabo su plan hasta su conclusión lógica. Durante la comida, cuando podía esperarse que conversaran con libertad, él tendría una excelente oportunidad para discernir cómo pensaban ellos. Recuperando su compostura, se lavó la cara, volvió a unirse con sus hermanos y ordenó que sirvieran el almuerzo.
32.
Para él aparte.
Una mesa separada fue preparada para él, para sus hermanos, y para los egipcios que comieron con él. Comió separado ya fuera debido a su elevada posición o a que su séquito egipcio no comía con él, que era asiático, por la misma razón por la que no comían con los hermanos de José. Los antiguos egipcios siempre fueron exigentes al asociarse con extranjeros. Se consideraban a sí mismos como la clase más elevada de seres humanos. Se llamaban a sí mismos "pueblo" al paso que veían como bárbaros a todos los demás, como a criaturas colocadas entre ellos y el mundo animal. La aversión a los extranjeros se revelaba notablemente en ocasión de las comidas. Por ejemplo, los hebreos sacrificaban y comían animales considerados sagrados por los egipcios. Según Herodoto (ii. 41), ningún egipcio usaba el cuchillo, el tenedor o la cacerola de un griego, ni comía la carne de un animal limpio que hubiera sido cortada con un cuchillo griego.
33.
Estaban aquellos hombres atónitos.
Descubriendo que habían sido sentados a la mesa de acuerdo con su edad, los hombres se miraron con asombro, convencidos de que ese augusto dignatario había recibido una comunicación sobrenatural en cuanto a la edad de ellos.
34.
Cinco veces.
Para honrar a esos hombres, les llevaron viandas especiales de la mesa de José. Y para honrar especialmente a Benjamín, José le envió porciones escogidas, cinco veces mayores que las servidas a los otros. Benjamín fue el huésped de honor. La costumbre de honrar a los huéspedes distinguidos dándoles las porciones más grandes y mejores aparece en otros registros antiguos (1 Sam. 9: 23, 24; Homero, Ilíada vii. 321; viii. 162; Herodoto vi. 57). José procuró probar a sus hermanos que podía descubrir sus verdaderos sentimientos hacia Benjamín y, de ese modo, hacia él mismo. Deseaba ver si ellos envidiaban y aborrecían a su hermano menor porque tenía diferente madre, como lo habían hecho antes con él mismo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-34 PP 229-231 470
1 MANDO José al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de estos varones, cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.
2 Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José.
3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos.
4 Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate y sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien?
5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.
6 Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras.
7 Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos.
8 He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro?
9 Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor.
10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa.
11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribando cada uno su costal en tierra, abrió cada cual el costal suyo.
12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín.
13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.
14 Vino Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra.
15 Y les dijo José: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?
16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.
17 José respondió: Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.
18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay, señor mío, te ruego que permitas que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como Faraón.
19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano?
20 Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; y un hermano suyo murió, y él solo quedó de los hijos de su madre; y su padre lo ama.
21 Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.
22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si lo dejare, su padre morirá.
23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no veréis más mi rostro.
24 Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.
25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento.
26 Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano va con nosotros, iremos; porque no podremos ver el rostro del varón, si no está con nosotros nuestro hermano el menor.
27 Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer; 471
28 y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto.
29 Y si tomáis también a éste de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol.
30 Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él,
31 sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor al Seol.
32 Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: Si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre;
33 te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos.
34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven?. No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.
2.
Pondrás mi copa.
Esta fue la prueba final y decisiva de José antes de revelarse a sus hermanos. Su propósito era crear una situación por la cual legítimamente pudiera esgrimir el derecho de retener a Benjamín en Egipto, de modo que sus hermanos pudieran tener una excusa para volver a Canaán sin el favorito de su padre. Así podría saber más allá de toda duda qué clase de hombres eran ellos ahora. O aceptaban la decisión de José de retener a Benjamín en Egipto y volvían a su padre con el doloroso mensaje de que debía resignarse con la pérdida del hijo que le quedaba de su amada Raquel, o harían todo lo que estaba a su alcance para impedir una desgracia tal.
5.
Por la que suele adivinar.
La copa era un objeto valioso. No era una copa común usada para beber sino una que -así se suponía - era capaz de detectar cualquier sustancia venenosa colocada en ella. Tales copas también se usaban para la práctica de la magia. La palabra traducida "adivina" significa "cuchichear", "musitar", "profetizar". Los escritores clásicos hablan de la práctica oriental de echar agua dentro de una copa y mirar allí las representaciones de acontecimientos futuros (Jámblico De misteriis iii. 14). Otra costumbre descrita por los antiguos consistía en verter agua dentro de una copa y echar dentro de ella pedazos de oro y plata o piedras preciosas, y luego observar e interpretar lo que aparecía en el agua (Plinio Historia Natural xxxvii. 73; Estrabón Geografía xvi. 2. 39). El hecho de que el mayordomo recibiera la orden de mencionar la práctica de la magia a los hermanos no implica que José en realidad se había entregado a esa práctica supersticiosa. Como lo hizo previamente (cap. 43: 33), estaba dispuesto a que creyeran que él podía leer sus pensamientos. Esto tendería a desalentarlos e inducirles a abandonar todo fingimiento.
Debido a su gran sabiduría, posiblemente los egipcios atribuyeron a José la práctica de la magia. ¿Acaso no había predicho exactamente los años de abundancia y de hambre, y no había tomado las medidas para que Egipto estuviera preparado para la emergencia? Ciertamente sobrepujaba a los mejores "magos" egipcios (cap. 41: 8), y por lo tanto debía poseer una magia superior (Exo. 8: 19). Quizá su fama de sabio se había esparcido por doquiera, aun en los países extranjeros, de modo que podía preguntarse con toda propiedad a los supuestos ladrones de la copa si no tenían en cuenta ese hecho (Gén. 44: 15).
9.
Que muera.
Conscientes de su completa inocencia, los hermanos no vacilaron en pronunciar sobre si mismos la pena máxima si se les encontraba el objeto que faltaba. Sus apresuradas palabras parecen un poco temerarias, especialmente después de la experiencia de encontrar su dinero misteriosamente colocado en sus bolsas. Podrían haber esperado que se sospechara de ellos y, por lo tanto, deberían haber sido un poco más cuidadosos. Sin embargo, la amistad franca con que habían sido recibidos y hospedados durante su segunda visita a Egipto, tanto de parte del virrey mismo como de sus subordinados, había disipado toda duda acerca de la sinceridad de las intenciones de José.
10.
Sea conforme.
Profesando un exaltado sentido de equidad y justicia, el mayordomo no aceptó pensar en castigar al inocente por el culpable, ni aun al culpable tan rigurosamente como ellos proponían. Cuando otros hablan apresuradamente, no debemos aprovecharnos de su apresuramiento. Nosotros mismos a veces podemos cometer faltas no 472 deliberadas que podrían traernos daño, a no ser por la tenuidad de otros.
12.
Buscó.
La búsqueda sistemática del mayordomo debe haberles recordado su sorpresa del día anterior al encontrarse sentados de acuerdo con su edad. También debe haberlos mantenido tensos, pues el objeto perdido no fue encontrado hasta el último momento de la búsqueda. Uno tras otro los hombres fueron hallados inocentes. Mediante gestos y quizá aun con palabras, deben haber expresado triunfo ante la creciente evidencia de la inocencia que pretendían. Sin embargo, el objeto perdido fue encontrado en el saco de Benjamín. Con angustia y alarma ante esta nueva calamidad, rasgaron sus vestidos (ver com. de cap. 37: 34), volvieron a cargar sus asnos y regresaron a la ciudad.
13.
Volvieron a la ciudad.
Ahora podría saberse cuáles eran sus más íntimos sentimientos hacia el favorito de su padre, que había sido tan honrado por el gran hombre de Egipto. ¿Lo entregarían como lo habían hecho con José, y llevarían a la tumba con dolor a su anciano padre, o estarían dispuestos a entregar su propia libertad y vidas para que él pudiera volver con seguridad a su padre?
14.
Se postraron delante de él.
Precedidos por Judá, los hombres fueron a la casa de José, donde todos cayeron delante de él pidiendo misericordia. Se han preservado varios altorrelieves antiguos egipcios que describen situaciones similares. Uno muestra a algunos suplicantes cananeos delante del general Haremheb, del siglo XIV AC. Algunos de ellos están tirados sobre el terreno, con los brazos extendidos y la cabeza levantada suplicantes ante el alto dignatario. Otros arrodillados o inclinados delante de él, todos ellos con los brazos levantados para impresionar al general con la urgencia de su pedido. En el caso de aquellos que cayeron delante de Haremheb, el pedido era que se les permitiera radicarse en Egipto puesto que habían sido expulsados de su tierra natal.
15.
¿No sabéis?
José habló ásperamente, lo que debe haberles hecho recordar la recepción que les dispensó en su primera visita a Egipto. En lo que respecta al hecho de que José no practicaba magia, ver com. del vers. 5.
16.
Dijo Judá.
Judá, el caudillo de esta segunda misión a Egipto (cap. 43: 8), se adelantó como portavoz. No trató de justificarse ni de justificar a sus hermanos, o de librarse, y librarlos de sospechas, sino que reconoció plenamente su culpabilidad. Sin duda se refirió al crimen cometido contra su hermano José, crimen que había atormentado su conciencia desde que lo perpetraron (cap. 42: 21, 22). Para los egipcios presentes, especialmente para el mayordomo, las palabras de Judá significaban el reconocimiento de la culpa de ellos, y esto sin duda asombró a los egipcios puesto que sabían que esos hombres eran en realidad inocentes. José debe haber sentido la angustia de sus almas al comprender que creían que era merecido el castigo que pronto recibirían. En respuesta al ofrecimiento de Judá de que todos quedaran como esclavos en Egipto, a donde una vez vendieron a su hermano como esclavo, José declaró que su sentencia sería suave y justa. Sólo el culpable sería su esclavo; los otros podrían regresar a su padre sin daño y sin molestias.
18.
Judá se acercó.
Los 17 versículos restantes del capítulo repiten el discurso de Judá a favor de su hermano Benjamín. Con justicia este discurso ha sido llamado una de las obras maestras de la composición literaria hebrea, uno de los mejores ejemplos de elocuencia natural en todo el mundo.
Tú eres como Faraón.
El discurso de Judá comenzó con un pedido de que se lo escuchara con benevolencia. Estaba dirigiéndose a uno que era igual a Faraón, con autoridad para condenar o perdonar. Puesto que el monarca de Egipto era considerado como un dios, un dechado de perfección, el honor más excelso que podía conferirse a una persona era compararla con el monarca.
19.
Mi señor preguntó a sus siervos.
En primer lugar, Judá relató cómo Benjamín llegó a quedar envuelto en la dificultad. José les había preguntado por sus asuntos familiares, y ellos le habían informado verazmente en cuanto a su hermano menor, que todavía estaba en casa. José había insistido en que no se atrevieran a volver a Egipto sin su hermano, para probar la existencia de él y de ese modo la exactitud de sus afirmaciones. Aunque algunas fases de este informe son más amplias que la información más breve de la conversación registrada en el cap. 42, Judá debe haber expuesto con exactitud la conversación 473 original, a fin de evitar caer en declaraciones falsas o exageradas.
25.
Dijo nuestro padre.
Después de haberle hecho recordar a José, con términos corteses pero definidos, que sus demandas eran la causa de la presencia de Benjamín en Egipto, procedió a describir con palabras apasionadas e impresionantes el amor de su anciano padre por el hijo de su vejez, y su pesar cuando le informaron que no podrían volver a Egipto sin Benjamín. Relató la intensa ansiedad con la cual, después de una dura lucha, finalmente su padre le había permitido ir. Hizo resaltar el sombrío hecho de que harían descender con dolor las canas de su padre a la sepultura (cap. 37: 35), si no volvían con el joven.
27.
Mi mujer.
Esta observación, hecha aquí por primera vez, implica que Jacob consideraba a Raquel como a su verdadera esposa más que a Lea, Bilha o Zilpa (ver cap. 46: 19). Ella siempre fue su amada esposa.
28.
De cierto que fue despedazado.
Aquí quiso decir Jacob que José, si hubiera estado vivo, ciertamente habría podido regresar o enviar noticias. No habiéndole visto nunca desde el día fatídico de su partida de Hebrón, Jacob tan sólo podía llegar a la conclusión de que sus temores eran plenamente justificados.
33.
En lugar del joven.
El sacrificio desinteresado de Judá ciertamente es digno de alabanza. No se puede estimar demasiado la voluntaria sumisión a la esclavitud en lugar de un hermano que disfrutaba de un grado más elevado del afecto paternal, a fin de salvar a su anciano padre de un nuevo dolor y angustia. La magnanimidad desinteresada de Judá nunca ha sido sobrepujada y rara vez igualada. Judá emerge aquí como un hombre verdaderamente convertido, un digno antepasado de la simiente prometida y digno de dar su nombre al pueblo elegido de Dios.
José ya no pudo dudar más de que se había efectuado un cambio completo en sus hermanos, y particularmente en Judá, desde el día en que éste tan elocuentemente los instó a que vendieran a José como esclavo. Las tácticas de José habían resultado muy efectivas. Ahora estaba convencido en cuanto a la conducta de sus hermanos y satisfecho porque su conversión era genuina. No había necesidad de continuar sometiéndolos a prueba, y por lo tanto estaba listo para revelar su identidad.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-34 PP 231-233
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
No podía ya José contenerse.
La exhortación de Judá no pudo menos que impresionar a José. Su discurso había mostrado el más tierno afecto por su anciano padre y el más acendrado amor fraternal y fidelidad al único hijo que quedaba de Raquel, y había dado amplia evidencia del cambio de corazón que se había efectuado en todos ellos. Reconociendo esto, José no pudo refrenarse por más tiempo. Queriendo estar a solas con sus hermanos mientras les revelaba su identidad y sintiendo que no podía contener las lágrimas, ordenó a todos sus servidores que salieran de la habitación.
2.
Se dio a llorar a gritos.
Esto fue oído por el séquito de José e informado a Faraón. No es necesario suponer que la residencia de José estaba tan próxima al palacio como para que su voz fuera oída por la gente del palacio del rey.
3.
Yo soy José.
Es más fácil imaginar que describir el efecto que hizo este anuncio. Hasta ese momento José había sido conocido para sus hermanos como Zafnat-panea, un hombre que les hablaba mediante un intérprete (cap. 42: 23). Ahora este augusto señor de Egipto de pronto les habló en su propio idioma. La voz y el parecido de su hermano por largo tiempo perdido surgieron en la mente de ellos ante el sonido del nombre familiar y los llenaron de asombro y aprehensión.
¿Vive aún mi padre?
Quizá José se vio impelido a formular esta pregunta tan súbitamente al ver señales de alarma en sus rostros. Ya no se refirió a Jacob como "el anciano que dijisteis" (cap. 43: 27), sino como a su propio amado y reverenciado padre. No solamente había sido él informado previamente de que su padre todavía vivía (cap. 43: 27, 28) sino que se lo acababan de decir otra vez (cap. 44: 34). Su corazón anhelaba oír más de su padre.
Estaban turbados.
Este nuevo viraje de los acontecimientos fue abrumador; los hombres quedaron mudos. Estaban aterrorizados, no sólo por la grandeza de José sino por el recuerdo de su anterior crimen contra él. Hasta entonces sólo habían estado conscientes de la retribución divina por ese acto y no habían temido un castigo humano puesto que su crimen no era conocido por nadie fuera de su pequeño círculo. Pero ahora estaban en la presencia de aquel a quien habían perjudicado tanto. No es de asombrarse que temblaron de temor delante de él, pensando que ahora había llegado el momento de la venganza por los hechos de Dotán.
5.
No os entristezcáis.
Instintivamente rehuyeron la presencia de José ante la alarmante verdad de que el poderoso señor de Egipto era su hermano. El les aseguró con bondadosísimas palabras que no tenía la intención de vengarse de ellos. No pudo evitar la alusión de su crimen anterior, pero esto fue hecho con espíritu de caridad y perdón.
Me envió Dios.
Aquí claramente se refleja la excelsa forma de pensar de José. Para él era evidente la mano de Dios en la extraña experiencia que lo había hecho a él, un hijo favorito, primero un esclavo, luego un preso, y finalmente un gran gobernante de Egipto. Con toda justicia podría haber reprochado a sus hermanos, pero en vez de hacerlo manifestó simpatía y consideración hacia ellos.
6.
Ni habrá arada ni siega.
En otros países el fracaso en plantar y cosechar podría deberse a una falta de lluvia; en Egipto a una deficiencia notable en el desborde del Nilo (ver com. de cap. 41: 34). El hecho de que José hablara de que no habría ni siembra ni cosecha en un sentido general más bien que absoluto, es evidente por el cap. 47: 19 que declara que los egipcios vinieron a José para comprar semilla. Es probable que aun durante ese período de hambre sembraron algo en el terreno, particularmente cerca de las orillas del río donde podía cosecharse algo aun cuando fuera poco.
7.
Para preservaros.
José repitió su aserto anterior de que era Dios quien lo había enviado a Egipto con un propósito definido. Habló proféticamente aquí de que Dios lo había llevado a Egipto a fin de preservar mediante él a la familia designada a convertirse en el pueblo escogido de Dios, librándolos de morir de hambre.
8.
Por padre de Faraón.
José les habló acerca de su autoridad, dando a Dios la honra por su nombramiento para el elevado cargo que tenía. Usó tres expresiones para describir su puesto, de las cuales la primera fue "padre de Faraón". Algunos comentadores han visto en esto un título egipcio específico, claramente comprobado por su aplicación a elevados dignatarios de la decimoctava dinastía. Pero es cuestionable esta interpretación puesto que el título fue llevado por hombres que cumplían deberes sacerdotales y no hay la más leve evidencia de que José realizara tales deberes. Probablemente es mejor explicar la palabra como una expresión hebrea ya que José habló a sus hermanos de hebreo a hebreos, y no a egipcios. Podría haber querido decir que era un consejero del rey digno de confianza y un sostén de la dinastía (Isa. 22: 21; Job 29: 16).
Señor de toda su casa.
El segundo término ya había sido usado por el rey mismo, cuando José fue nombrado (Gén. 41: 40). Indica que José estaba a la cabeza de la casa real.
Gobernador en toda la tierra de Egipto.
La tercera designación, también conferida a José por Faraón, ciertamente no era nueva para los hermanos de José, que habían oído y experimentado su autoridad. Ya sabían que su poder no estaba limitado a la distribución de alimentos o al trato con los extranjeros, sino que era realmente el virrey de Egipto (cap. 42: 30).
10.
La tierra de Gosén.
Aunque el nombre Gosén no ha sido encontrado todavía fuera de la Biblia, generalmente se concuerda en que la zona a que se hace referencia aquí está alrededor del Wadi Tumilat, en la parte oriental del delta del Nilo. Es un valle de unos 65 km. de largo, cuyo río, generalmente seco con excepción de la estación de las lluvias, conecta el Nilo con el lago Timsa. Esta zona ha sido una de las secciones más ricas de Egipto tanto en los tiempos antiguos como en los modernos.
Cerca de mí.
Avaris, la capital de los hicsos, 476 sólo estaba a una distancia de 30 a 50 km. de esta zona, mucho más cerca que cualquier otra capital en toda la historia egipcia. Este es uno de los muchos argumentos en favor de la opinión de que José fue gobernante en Egipto en el tiempo de los hicsos.
12.
Vuestros ojos ven.
Aunque José ya había hablado durante varios minutos, sus hermanos estaban tan abrumados que, para convencerlos de la realidad de todo el asunto, José estuvo obligado a hacerles notar que ellos podían ver por sí mismos que lo que él decía era verdad, Tan sólo cuando José abrazó a sus hermanos y los besó desapareció su estupefacción. Entonces recuperaron el control sobre sus emociones y pudieron conversar con él. Cuando se les reveló como un hermano amante y no como un juez ofendido, y con besos y lágrimas les dio la seguridad de un perdón completo -una verdad que las palabras no podrían haber expresado tan bien -, sólo entonces se atrevieron a hablar.
16.
Agradó en los ojos de Faraón.
El informe de la llegada de los hermanos de José pronto llegó a los oídos del rey e hizo una impresión tan favorable sobre él y sobre los otros cortesanos, que el rey estuvo contento de confirmar la invitación de José a sus hermanos para que vinieran con su padre y sus familias a Egipto. Aunque José tenía la autoridad de invitar a su familia, indudablemente pensó que era correcto y adecuado buscar y recibir la aprobación personal de Faraón para que su conducta en el cargo no fuera objetable. Nadie podía decir que José en forma alguna había aprovechado personalmente del poder y de la autoridad que se le confiaron. Es evidente también que la habilidad administrativa de José, ya demostrada durante nueve años, había agradado tanto al rey y a los otros estadistas de Egipto, que estuvieron gozosos de que los familiares de José se establecieran en Egipto. Para Faraón fue una oportunidad de mostrar su gratitud.
19.
Tomaos ... carros.
Desde que los hicsos habían introducido los primeros caballos y los primeros carros en Egipto - ninguno de los cuales se había conocido antes en el valle del Nilo -, los egipcios habían usado unos vehículos livianos de dos ruedas, especialmente para la guerra, pero también para el transporte fuera de Egipto. En Egipto mismo todo el transporte de gente y mercancías se hacía mediante embarcaciones en el Nilo, y los carros eran poco usados.
20.
No os preocupéis por vuestros enseres.
José había pedido a sus hermanos que fueran a Egipto con todos sus bienes. Por el contrario, Faraón manifestó su buena voluntad invitándolos a dejar todos los muebles de su casa y a aceptar las riquezas de Egipto como prueba de su gratitud por lo que José - uno de ellos - había hecho por su país de adopción.
22.
Mudas de vestidos.
José no sólo envió carros, de acuerdo con las órdenes de Faraón, y alimento para el viaje, sino que también dio regalos a sus hermanos. Así, al llegar a Egipto, no llamarían indebidamente la atención. Puesto que Benjamín es mencionado específicamente como que hubiera recibido cinco de tales "mudas", es probable que los otros recibieran menos de cinco cada uno, aunque ciertamente más de una. Los 300 siclos de plata dados a Benjamín como hermano favorito de José, tendrían un valor monetario de unos 170 dólares (ver com. de cap. 20: 16).
24.
No riñáis.
Literalmente, "no os conmováis", o "no os disturbéis", es decir con emociones violentas, particularmente con ira. Esto se entiende generalmente como una admonición contra pelearse, especialmente por la responsabilidad de cada uno en el curso que habían tomado los acontecimientos. Este consejo muestra el profundo conocimiento de José de la naturaleza humana. Ya había oído cómo Rubén acusaba severamente a sus hermanos (cap. 42: 22). Bien podía suponer que Rubén y otros repetirían esas cosas aún más vehementemente cuando estuvieran solos. Rubén podría argüir cuán diferente habría sido el resultado si hubieran hecho caso de su consejo. Después de eso cada uno podría añadir su propio comentario, y el resultado podría ser una riña seria. La prosperidad inesperada en que se encontraban podría también servir para despertar viejos sentimientos de enemistad, particularmente respecto a Benjamín. Todo esto fue refrenado por el consejo sobrio y oportuno de José.
26.
No los creía.
Cuando llegaron a su hogar en Hebrón, trayendo la noticia de que José no solamente vivía sino que era el gobernante de todo Egipto, la impresión fue tan grande que el corazón de Jacob casi se detuvo. Cuando sus hijos vinieron a Hebrón con la noticia de la supuesta muerte de José, Jacob477 creyó fácilmente su mentira. Ahora que vinieron a decirle la verdad, Jacob no les creía en absoluto. Tan sólo los costosos regalos y los carros egipcios finalmente lo convencieron de la verdad de su relato.
28.
Dijo Israel.
El cambio de nombre acá es significativo. En espíritu, Jacob una vez más se levantó a la estatura de un "príncipe" de Dios. El darse cuenta de que su hijo por tanto tiempo perdido vivía todavía y la anticipación de la inminente reunión con él dieron vigor al anciano patriarca. Revivió su vitalidad como es indudable por la inmediata decisión de descender a Egipto. Ver a José sería una rica compensación por todos los largos años de pesar y angustia, y coronaría su vida con gozo.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-28 PP 233-235
5-8 SR 103
1 Y LLAMO Jacob a sus hijos, y dijo: juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros.
2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob, Y escuchad a vuestro padre Israel.
3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder.
4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.
5 Simeón y Leví son hermanos; Armas de iniquidad sus armas.
6 En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte en su compañía. Porque en su furor mataron hombres, Y en su temeridad desjarretaron toros.
7 Maldito su furor, que fue fiero; Y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel.
8 Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano en la cerviz de tus enemigos; Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.
9 Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león,
Así como león viejo: ¿quién lo despertará?
10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.
11 Atando a la vid su pollino, Y a la cepa hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto.
12 Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche.
13 Zabulón en puertos de mar habitará; Será para puerto de naves, Y su límite hasta Sidón.
14 Isacar, asno fuerte Que se recuesta entre los apriscos;
15 Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, Y sirvió en tributo.
16 Dan juzgará a su pueblo, Como una de las tribus de Israel.
17 Será Dan serpiente junto al camino, Víbora junto a la senda, Que muerde los talones del caballo, Y hace caer hacia atrás al jinete.
18 Tu salvación esperé, oh Jehová.
19 Gad, ejército lo acometerá; Mas él acometerá al fin.
20 El pan de Aser será substancioso, Y él dará deleites al rey.
21 Neftalí, cierva suelta, Que pronunciará dichos hermosos.
22 Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el muro.
23 Le causaron amargura, Le asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros;
24 Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron
Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), 491
25 Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo, Con bendiciones de los pechos y del vientre.
26 Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; Hasta el término de los collados eternos Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.
27 Benjamín es lobo arrebatador; A la mañana comerá la presa, Y a la tarde repartirá los despojos.
28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo.
29 Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo, Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo,
30 en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura.
31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea.
32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.
33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.
1.
Llamó Jacob a sus hijos.
Ahora Jacob reveló a sus 12 hijos su legado espiritual. Solemnemente los exhortó a escuchar las cosas que estaba por decir. Así como Isaac en su bendición (cap. 27), por obra de la predicción divina había proféticamente señalado a Jacob y a Esaú la historia futura de sus familias, así también, en un amplio bosquejo, Jacob describió el futuro de la nación entera representada por sus 12 hijos. Aunque los caracteres de éstos formaron el punto de partida de sus profecías concernientes a ellos, el Espíritu de Dios reveló al patriarca moribundo la historia futura de su simiente, de modo que discerniera en los caracteres de sus hijos la evolución futura de las tribus descendientes de ellos. Con visión profético inequívoca, a cada uno le asignó su puesto e importancia en la nación.
En los días venideros.
Literalmente, "al fin de los días". Esta no es una referencia al fin de la historia del mundo, como lo es en algunas otras declaraciones proféticas, ni se refiere meramente a la era mesiánica como la terminación de la historia judía. Aquí sólo significa "en el futuro".
3.
Rubén.
Jacob dirigió su primera profecía a su primogénito y la revistió -así como hizo con sus declaraciones siguientes- de un ropaje poético. La poesía hebrea consiste en una repetición rítmica de pensamientos más bien que de sonidos y sílabas. Arreglada en forma poética, la bendición sobre Rubén se leerla así, de acuerdo con la BJ, aquí preferida por su especial claridad:
Rubén, mi primogénito eres tú,
mi vigor y las primicias de mi virilidad, plétora de pasión y de ímpetu, espumas como el agua: ¡Cuidado, no te desbordes! porque subiste al lecho de tu padre; entonces violaste mi tálamo al subir.
4.
Impetuoso como las aguas.
Rubén es triplemente caracterizado por: (1) su puesto en la familia como primogénito de Jacob, (2) su relación con Jacob como su vigor y el principio de su fuerza, (3) la preeminencia natural que le pertenecía por ser el mayor. Sin embargo, las ventajas normalmente acordadas a Rubén como primogénito de Jacob habrían de serle quitadas debido a su debilidad de carácter. La palabra traducida "impetuoso", literalmente "un desbordante hervor" de agua, Figurativamente alude a una persona entregada a las emociones. Otra forma de la misma palabra que sirve de raíz, se usa en Juec. 9: 4 y Sof. 3: 4 para denotar frivolidad y orgullo. En esos términos describió Jacob la debilidad moral del carácter de Rubén, por la que éste perdió los privilegios de primogénito. Aunque específicamente su crimen consistió en cometer fornicación con Bilha, 492 concubina de su padre (Gén. 35: 22), su historia posterior pone de manifiesto además una inestabilidad fundamental de carácter. Esa debilidad básica lo descalificó para llegar a ser líder, pues el liderazgo con frecuencia demanda firmeza y determinación.
No serás el principal.
Al retirársela los derechos de la primogenitura, Rubén perdió el liderazgo de Israel. Su tribu nunca alcanzó una posición de influencia en la nación (Deut. 33: 6). Ni una sola personalidad prominente surgió de los descendientes de Rubén: ni Juez, ni rey, ni profeta. El liderazgo fue transferido a Judá, y la doble porción a José (1 Crón. 5: 1, 2).
5.
Simeón y Leví.
Eran hermanos, no sólo en la carne, sino también en sus pensamientos y acciones (cap. 34: 25).
Sus armas.
El significado de la palabra traducida "armas" es oscuro. Otras traducciones sugeridas de esta dudosa palabra hebrea son "maquinaciones", "unión", "ira", "espadas". Sin embargo, es claro que Jacob tuvo en cuenta su desenfreno en la traidora matanza de la población de Siquem (cap. 34: 25-29), crimen que Jacob nunca aprobó.
6.
Desjarretaron toros.
Literalmente, "desjarretaron un buey". El singular "buey" está en lugar del plural "bueyes", que prácticamente no se emplea. Esta forma plural se encuentra sólo una vez en la Biblia (Ose. 12: 11), y corresponde con "hombres" en la primera línea del paralelismo. Desjarretar un animal es dejarlo inválido cortándole los tendones (Jos. 11: 6, 9; 2 Sam. 8: 4). En Gén. 34: 28 meramente se dice que el ganado de los siquemitas fue llevado, no que fueron dejados inválidos. Sin embargo, puesto que los hijos de Jacob estaban más preocupados por vengarse que por llevarse un botín, probablemente también mutilaron algunos animales. Jacob sólo menciona esto último porque fue en eso en lo que resaltó más la brutalidad de ellos. Este rasgo de carácter los descalificó para el liderazgo.
7.
Yo los apartaré.
Puesto que los hermanos habían cometido juntos ese crimen, su posteridad había de estar dividida, o esparcida, en Canaán. No constituirían tribus independientes. Fue evidente el cumplimiento de esta predicción en el tiempo cuando Israel volvió a Canaán. Cuando Moisés realizó por segunda vez el censo de Israel, Simeón se había convertido en la más débil de todas las tribus (Núm. 26: 14), y en la bendición de Moisés, Simeón fue completamente pasado por alto. A esa tribu no se le asignó un territorio por separado como herencia sino una cantidad de ciudades dentro de los límites de Judá (Jos. 19: 1-9). Puesto que, por regla general, las familias de Simeón no aumentaron sino un poco (1 Crón. 4: 27), finalmente la mayoría de ellas fue absorbida por la tribu de Judá. Otras emigraron en dos corrientes hasta zonas más allá de los límites de la tierra prometida ( 1 Crón. 4: 38-43).
En vez de una herencia territorial, Leví recibió 48 ciudades, esparcidas entre todas las otras tribus (Jos. 21: 1-42). Sin embargo, el esparcimiento de Leví en Israel se convirtió en una bendición para todos debido a la elección de la tribu para el sacerdocio. Aunque Jacob retiró los derechos de la primogenitura de Rubén y pronunció una maldición por el crimen de Simeón y Leví, no desposeyó a ninguno de ellos. La historia posterior de Leví es una ilustración de cómo una maldición a la vez puede cumplirse y resultar en una bendición para todos los que la reciben. En el Sinaí, los descendientes de Leví fueron los únicos que quedaron de parte de lo correcto cuando cayeron todos los demás (Exo. 32: 26) y, por lo mismo, fueron nombrados, como tribu, para ser los dirigentes religiosos. Aunque no se cambió la maldición de Jacob de que no debían recibir herencia, su cumplimiento proporcionó una bendición para ellos y para sus hermanos (Núm. 18: 20).
8.
Judá.
El cuarto hijo de Jacob había de recibir una rica e incomparable bendición, bendición que le confirió supremacía y poder. Aunque no está dicho así expresamente por Jacob, Judá recibió el derecho del primogénito al liderazgo, perdido por Rubén debido a su inestabilidad emotiva, y por Simeón y Leví a causa de su crueldad.
Te alabarán tus hermanos.
De acuerdo con el pasaje del cap. 29: 35, el nombre Judá significa "el alabado". Mediante un juego de palabras, tan grato al corazón oriental, Jacob le aseguró a Judá la alabanza de sus hermanos. Judá había mostrado un carácter noble. Aun en la hora oscura cuando los hermanos de José tramaban matarlo, Judá había propuesto una solución que salvó la vida de José (cap. 37: 26, 27). Pero la excelencia de su carácter se manifestó aún más cuando ofreció su propia vida como garantía por la de 493 Benjamín, y en su súplica ante José a favor de Benjamín para salvarlo de la esclavitud (caps. 43: 9, 10; 44: 16-34). Esto había sido evidente ya antes, en su comportamiento con Tamar (cap. 38: 26), aunque al principio parece haber sido un individuo un tanto indómito y temerario (ver com. de cap. 38: 7-26). Su fuerza personal de carácter, adquirida tras duras luchas sobre las tendencias naturales, se reflejó en la virilidad de la tribu que llevó su nombre.
Los hijos de tu padre.
Habiendo profetizado que Judá pondría a sus enemigos en fuga y los sometería, Jacob aseguró una vez más que los hermanos de Judá también le rendirían homenaje. Es digno de notar que no sólo los hijos de su madre habrían de proceder así (Gén. 27: 29; Juec. 8: 19), es decir las tribus descendientes de Lea, sino también "los hijos de tu padre", o sea todas las tribus de Israel. Esto se realizó cuando David fue coronado como rey sobre todo Israel (2 Sam. 5: 1, 2).
9.
Cachorro de león, Judá.
Mediante una osada figura de lenguaje, Judá es comparado con un cachorro de león que crece hasta la plenitud de la ferocidad y de la fuerza de un viejo león (ver Apoc. 5: 5). Vagabundeando por los bosques en busca de una presa, volviendo a su cubil montañoso cuando su botín ha sido devorado, está allí intrépido, en serena majestad, y sosegadamente desafía a cualquier ser que ose molestarle. Muchos comentadores han entendido la palabra hebrea traducida "león viejo" como que significa "leona", y han visto en ella un significado más profundo. Sin embargo, la palabra labi' significa solamente león y es un sinónimo común de la palabra 'aryeh, "león", usada dos veces en el mismo versículo.
10.
El cetro.
El cetro es un símbolo de autoridad real. En su forma más primitiva era un largo cayado que llevaba el rey en la mano cuando hablaba en las asambleas públicas, pero que estaba entre sus rodillas cuando se sentaba en el trono. Tales cetros se representan en varios antiguos altorrelieves egipcios. Judá habría de continuar como caudillo entre las tribus hasta la venida del Mesías.
Hasta que venga Siloh.
No es convincente ni la explicación de Siloh como el nombre de un lugar ni como la interpretación de "descanso". Sin embargo, la mayoría de los comentadores han creído que Siloh es un nombre personal, y concuerdan en que la persona a la que se refiere es el Mesías. Es correcta esta opinión expresada hace mucho tiempo tanto por eruditos judíos como cristianos (ver DTG 36). Con todo, en cuanto al significado exacto de la palabra Siloh, de ninguna manera están de acuerdo los intérpretes. Se la ha explicado de diversas maneras, como que significa "progenie", "el enviado afuera", "aquel a quien pertenece [el cetro del reino]" y el "dador de descanso". La última interpretación de la palabra Siloh, como "dador de descanso", es respaldada por más comentadores que cualquiera de las otras y tiene el apoyo de Elena G. de White (DTG 36). Por lo tanto, Siloh es el Mesías, quien en la profecía de Jacob había de tomar las prerrogativas reales de Judá como jefe de Israel, y ante el cual se congregarían todas las naciones.
11.
Atando a la vid su pollino.
La referencia a que el Mesías montaría sobre un asno se cumplió en la entrada triunfal de Jesús (Mat. 21: 7). Lo designa como un precursor de paz y como a un noble, puesto que los asnos no eran usados para la guerra sino que servían como animales en que cabalgaban las personas de jerarquía superior (Juec. 1: 14; 10: 4; 12: 14). La vid de Judá sería tan fuerte como para que asnos fueran atados a ella, y tan fructífera como para que su jugo pudiera usarse para lavar los vestidos. El vino y la leche de Judá proporcionarían tanta alegría y tanto vigor como para impartir un brillo refulgente a los ojos y una encantadora blancura a los dientes. Por supuesto, éste es un cuadro de la prosperidad de Judá en alto lenguaje figurado.
13.
Zabulón.
El territorio asignado a la tribu de Zabulón en tiempo de Josué puede ser señalado por las fronteras y ciudades que se mencionan en Jos. 19: 10-16. En ese tiempo, ni llegaba al Mediterráneo ni tocaba directamente a Sidón. Estaba entre el mar de Galilea y el Mediterráneo, cerca de ambos, pero separado del primero por Neftalí y del segundo por Aser. Con todo, esta profecía puede haberse cumplido algún tiempo después. El notable cumplimiento de todas las expresiones proféticas de Jacob que se puede comprobar, excluye la posibilidad de que dicha profecía hubiera quedado sin cumplirse, aunque la Biblia calla en este punto.
14.
Isacar.
La comparación de Isacar con un asno huesudo y de complexión robusta, particularmente bien adaptado para llevar 494 cargas, hace resaltar que esta tribu se contentaría con bienes materiales, se dedicaría a la agricultura, y no lucharía por el poder político. Indicaba también que los descendientes de Isacar serían hombres fuertes y recibirían una herencia satisfactoria. Esto se cumplió al asignársela la baja Galilea, que incluía la atrayente y fructífera meseta de Jezreel. Aunque la tribu una vez adquirió renombre por su heroica bravura, junto con Zabulón, durante el tiempo de los jueces(Juec. 5: 14, 15, 18), generalmente estuvo contenta con su suerte, con despreocupación por lo que le sucediera a la nación. Rara vez se la encuentra yendo con valor al frente y luchando por sus libertades o derechos amenazados. Quizá sea ésta la razón por la cual se menciona a Isacar al último entre los hijos de Lea, aunque no fue el último hijo de lea.
16.
Dan.
Mediante un juego con su nombre, el primogénito de Bilha, la sierva de Raquel, es descrito como quien habría de ocupar un lugar notable y realizaría importantes deberes en el futuro Estado de Israel. Esto se cumplió parcialmente en la parte final del período de los jueces cuando Sansón, de la tribu de Dan, juzgó a Israel por 20 años (Juec. 13: 2).
17.
Serpiente junto al camino.
Esta declaración describe el carácter de la tribu. Este se manifestó en la expedición de algunos descendientes de Dan a Lais, en el norte de Canaán (Juec. 18), y fue evidente también en las aventuras de Sansón, quien con la astucia de una serpiente derribó a sus enemigos más fuertes. Puesto que la tribu de Dan parece haber sido la primera que introdujo el culto de los ídolos en Israel (Juec. 18) y puesto que su carácter le impediría a cualquiera la entrada en la Canaán celestial, sólo el nombre de Dan, entre las 12 tribus, está omitido en la enumeración de Apoc. 7.
18.
Esperé.
Esta oración no sólo fue pronunciada por Jacob en favor de él mismo, sino que expresaba confianza en que sus descendientes también recibirían la ayuda de Dios, como él la había recibido en su propia vida. Es interesante observar al patriarca moribundo en la última tensa hora de su vida. Aunque la mayoría de sus palabras parecen haber sido habladas por inspiración, esta oración evidentemente expresa sus propios sentimientos naturales. Un súbito alivio de una tensión o un accidente inesperado pueden revelar el nivel espiritual alcanzado por determinada persona. De los labios de un hombre surgirá una maldición, de otro una expresión vacía y sin significado, y de un tercero puede emanar una oración. Con frecuencia es injusto juzgar a un hombre por las palabras dichas cuando está desprevenido, pero Jacob soportó una prueba tal. Hacía mucho que habían pasado los años del engañador; ahora pertenecía a los escogidos de Dios.
19.
Gad.
Este pasaje poético, en el cual aparecen las palabras traducidas "ejército" y ,"acometerá", de la misma raíz, podría traducirse mejor: "Una fuerza atacante lo atacará, pero él atacará el talón". El lenguaje parece referirse a los ataques que la tribu de Gad tendría que soportar con paciencia pero que rechazaría con éxito. Aunque la historia conocida de las 12 tribus no proporciona un cumplimiento específico de esta profecía, el relato presentado en 1 Crón. 5: 18-22 muestra que la tribu de Gad desplegó, siempre que fue necesario, el valor que le fue prometido por su padre. Los de esta tribu que fueron a David son descritos como leones y su rapidez es comparada con la de las gacelas (1 Crón. 12: 8-15), comparaciones que prueban que era una tribu valiente.
20.
Aser.
Esto se refiere al terreno fructífero que habría de ser la región donde moraría Aser en el futuro. En cumplimiento de esta predicción Aser recibió como su herencia las tierras bajas del Carmelo sobre el Mediterráneo hasta el territorio de Tiro. Esta es una de las partes más fértiles de Canaán, abundante en trigo y aceite, con los que Salomón aprovisionaba a la casa del rey Hiram (1 Rey. 5: 11).
21.
Neftalí.
El significado y la alusión son oscuros y poco se sabe de la historia de la tribu de Neftalí. junto con Zabulón, en tiempo de Barac, obtuvo una gran victoria sobre el rey cananeo Jabín, que la profetisa Débora conmemoró en su célebre canto (Juec. 4, 5).
Pronunciará dichos hermosos.
Esta debe ser una alusión al don de la elocuencia y del canto manifestado en esa tribu del norte, aunque no han quedado registros históricos de tal actividad en la tribu de Neftalí.
22.
José.
Al paso que las bendiciones de Jacob acerca de los cuatro hijos de las concubinas fueron específicamente breves, y sus profecías en parte tan oscuras como la historia posterior de las tribus que descendieron 495 de esos cuatro hombres, se nota una gran diferencia en la bendición sobre el primogénito hijo de su amada Raquel. Ahora el corazón del patriarca rebosa de amor agradecido y con las palabras y figuras más expresivas imploró bendiciones ilimitadas para José.
23.
Los arqueros.
Del símil del árbol fructífero, Jacob pasó en seguida a uno de carácter guerrero que describe la victoria de la tribu de José sobre todos sus enemigos. Esta es una ilustración del presente profético, que habla de acontecimientos futuros como que ya estuvieran en proceso de cumplimiento. Las palabras no deben aplicarse a hechos bélicos de José en Egipto, sino que aluden probablemente a sus hermanos, en términos que no son directamente ofensivos pero que fueron entendidos por los mismos como referidos a la persecución que él había sufrido a manos de ellos, y también a sus años de esclavitud y prisión.
24.
Fuerte de Jacob.
Si la última cláusula está entre paréntesis, como en la VVR, podría significar que, desde el tiempo de la exaltación de José, él se convirtió en el pastor y la roca de Israel, o que de Dios -el Fuerte de Jacob- José recibió fortaleza para llegar a ser tal. En ese sentido sirvió entonces como un símbolo del buen Pastor, el cual es la Roca, y llegaría a ser el fundamento de su iglesia, Sin embargo, se aplica a Dios mismo si la cláusula el "pastor, la Roca de Israel" está coordinada con la frase precedente. En ese caso, se expresa el sentimiento de que las manos de José fueron fortalecidas por Aquel que es el Pastor y la Roca de Israel (Deut. 32: 4). El texto hebreo permite la segunda interpretación, que parece preferible a la primera.
26.
Las bendiciones de tu padre.
Las bendiciones que el patriarca imploraba para José habrían de sobrepujar a las bendiciones que sus padres le habían transmitido a él. A José se refiere, literalmente, como al "que fue separado", el nazir. José es designado así, tanto aquí como en Deut. 33: 16, por haber preservado su virtud y piedad en el Egipto pagano.
27.
Benjamín.
El carácter belicoso que el padre moribundo atribuyó aquí a su hijo menor, más tarde fue manifestado por sus descendientes. Se ve en la guerra que esta tribu riñó contra todas las tribus (guerra debida a su propia impiedad) en Gabaa (Juec. 20, 21), y también en otras ocasiones (Juec. 5: 14). Los benjaminitas fueron arqueros y honderos distinguidos (Juec. 20: 16; 1 Crón. 8: 40; 12: 2; 2 Crón. 14: 8; 17: 17). También de la tribu de Benjamín procedió el heroico juez Aod (Juec. 3: 15), y el rey Saúl y su valiente y caballeresco hijo Jonatán (1 Sam. 11, 13; 2 Sam. 1: 19-27).
28.
Las doce tribus.
Jacob bendijo a las futuras tribus en la persona de sus 12 hijos. Ninguno fue exceptuado, y aun Rubén, Simeón y Leví, aunque humillados a causa de sus graves faltas personales, cada uno recibió una participación en las bendiciones prometidas.
29.
Reunido con mi pueblo.
Ver com. de cap. 15: 15.
Sepultadme.
Bajo juramento, José ya había prometido a su padre cumplir ese deseo. Jacob lo menciona una vez más en la presencia de sus hijos como una invitación para que ellos participaran en el rito de su entierro.
33.
Encogió sus pies.
Jacob entonces se recostó, pues había estado sentado mientras bendecía a sus hijos, y murió en paz. Acerca del eufemismo poético para la muerte, ver com. de caps. 15: 15 y 25: 8. Tal como se indica en el cap. 47: 28, Jacob tenía 147 años de edad cuando murió.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-33 PP 238-242
1-4 PP 238
4 2T 127
5-7 PP 204, 239
6 MJ 388; TM 84
7 Ed 143; PP 239
8-10 PP 240; PR 504
10 DTG 25,
163, 175; HAp 181
22 PVGM 199
22-26 Ed 50; PP 240
25 PVGM 199
29-31 PP 241 496