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  • Complementario - CAPÍTULO 4

    Parábolas

    Tú sabes cómo son estas cosas. Tienes prisa por llegar a algún sitio: una reunión importante, la tienda para comprar algo o, incluso, la iglesia. No se te ocurriría sobrepasar el límite de velocidad, pero desde luego quieres ir al límite de ella. Y, entonces, justo delante, te encuentras con otro vehículo que circula a quince kilómetros por hora por debajo del limite de velocidad. A veces me parece que soy un imán para ese tipo de conductores. Quizá tú también te sientas así.

    Del mismo modo, es fácil apresurar una interpretación de la Biblia. La gente quiere una respuesta rápida, una explicación breve o un punto clave que pueda llevarse consigo. Al fin y al cabo, la vida es ajetreada y el tiempo es oro. Pero una respuesta breve puede dejar grandes lagunas en la comprensión de la Palabra de Dios. Esto puede ser especialmente cierto en el estudio de las parábolas de Jesús.

    Muchas personas ven una parábola como una historia sencilla que ilustra una gran verdad. Creen que todo lo que necesitan para descubrir su significado de manera clara, sencilla y directa es establecer la conexión entre los personajes de la historia, las acciones de estos y las verdades que Jesús pretendía enseñar.

    Pero acercanos a las parábolas con un enfoque apresurado puede provocar que pasemos por alto detalles importantes, incluso dentro de la propia parábola.

    Detenerse a reconocer estos detalles añade profundidad a lo que Jesús quería decir y nos ayuda a entender mejor el significado y mensaje de cada parábola. Al fin y al cabo, a menudo contaba la parábola y ofrecía su interpretación. Esto es lo que vemos en la historia que domina Marcos 4: la parábola del sembrador.

    La parábola del sembrador y los diferentes suelos La palabra "parábola" procede del griego parabolē, cuyo dominio semántico o conjunto de significados es más amplio que el de nuestro término en español, ya que también puede significar "acertijo", "metáfora", "analogía" o "proverbio".25 En la parábola del sembrador, en realidad no se hace hincapié en el propio sembrador ni en la interpretación que hace Jesús (Mar. 4:3-9, 13-20). Lo que se destaca son los diferentes suelos en los que cae la semilla. Jesús describe cuatro tipos de terreno: el camino, la tierra rocosa, el suelo con malas hierbas y la buena tierra. A sus oyentes, este tipo de descripción podría recordarles cómo el Antiguo Testamento se refería comúnmente a las personas utilizando como metáforas los campos, las plantas o los árboles (Sal. 1:3; 44:2; 72:16; Isa. 5:1-7; Jer. 2:21; Eze. 19:10-14; Dan. 4).

    Jesús cuenta la historia de cuatro suelos, pero no describe el campo como un todo. Más bien, centra su atención en cada tipo de terreno y cuenta su historia de principio a fin. Luego pasa al siguiente tipo de suelo. Esta forma de narrar hace hincapié en los detalles particulares de cada tierra y en su resultado.

    Las tres primeras historias (camino, terreno pedregoso y terreno con malas hierbas) terminan de la misma manera: una cosecha fallida. Este tipo de patrón, conocido como singularidad múltiple en narrativa (la repetición de la misma acción una y otra vez), lleva a esperar que la historia final tenga el mismo patrón. Cuando no es así, la historia final se convierte en un remate o conclusión contrastante que recibe más énfasis por ser diferente. Es algo así como decir: Juan fue a la tienda el lunes, Juan fue a la tienda el martes, Juan fue a la tienda el miércoles, pero el jueves, Juan fue al partido de fútbol. En la parábola, el extraordinario rendimiento de la gran cosecha final de treinta, sesenta y cien veces aumenta el énfasis.

    El número de palabras dedicadas a la historia de cada suelo varía. El mayor número de palabras se dedica al suelo rocoso, seguido del suelo bueno. Este detalle podría deberse simplemente a la cantidad de palabras necesarias para explicar el resultado de ese suelo específico. Pero esto parece menos probable en Marcos 4, sobre todo en el caso de la tierra rocosa, ya que se produce una cierta repetición en la narración. Además, ya hemos señalado el énfasis en la buena tierra a partir de su rendimiento. Hay otra característica de la buena tierra que merece un comentario.

    Esta resulta exitosa exactamente donde las otras tierras fracasan. La semilla que cae en la buena tierra crece, mientras que la del camino desaparece y la de la tierra pedregosa se marchita. La semilla de la buena tierra da fruto, mientras que la semilla de la tierra infestada de malas hierbas no produce grano. Así, la buena tierra es la antítesis de las otras.

    En la interpretación que Jesús hace de esta parábola (vers. 13-20), explica el significado de cada uno de los terrenos o suelos y por qué no produjeron resultados o, en el caso de la tierra buena, por qué produjo resultados abundantes. En su exposición del significado de la parábola, Jesús dedica la mayor parte del tiempo a explicar lo concerniente al terreno pedregoso y al terreno con malas hierbas.

    Colocando lado a lado los detalles de la historia y sus respectivas interpretaciones, podemos entender mejor lo que se interpone en el camino de una vida y testimonio

    Tipo de suelo

    Detalle de la parábola

    Significado

    Sendero o camino

    Los pájaros devoran la semilla

    Satanás arrebata la Palabra

    Rocoso

    Poca profundidad; los brotes se marchitan a causa del sol

    Algunos aceptan la Palabra con gozo, pero desisten ante la oposición

    Con malezas

    Las malezas ahogan la semilla; no da fruto

    Los afanes, las riquezas y los deseos del mundo ahogan la Palabra y no da fruto

    Bueno

    La semilla brota, crece y da fruto

    Otros escuchan la Palabra, la aceptan y llevan fruto

    Nota que la palabra usada aquí es "parábolas", no "parábola". No preguntan solo por la parábola del sembrador, sino por todas las parábolas. Algunos lectores tropiezan con esta referencia plural, ya que la parábola del sembrador es aparentemente la primera de Marcos, pero no lo es. El término parábola ("parábola, adivinanza, metáfora") es utilizado en Marcos 3:23, tras lo cual aparecen lo que algunos podrían llamar ilustraciones, aunque sería mejor denominarlas metáforas. Además, Marcos 4:2 dice que Jesús enseñó "muchas cosas por parábolas". Por lo tanto, no es desacertado que en Marcos 4:10 se utilice el término plural "parábolas". Esto indica que la aplicación de lo que Jesús dirá se extiende más allá de la parábola del sembrador. 27 Ver la explicación más completa de este versículo en la sección correspondiente al Evangelio de Marcos del Comentario bíblico internacional adventista del séptimo día (Nampa: Pacific Press, de próxima aparición). Comentario bíblico internacional adventista del séptimo día (Nampa: Pacific Press, de próxima aparición).

    Es interesante ver cómo los obstáculos para una vida cristiana exitosa a menudo contrastan entre sí. Por ejemplo, la semilla que cayo en el camino representa a los oyentes que son desatentos; no se preocupan por las cosas espirituales. Pero los oyentes de la tierra pedregosa son todo lo contrario. Aceptan la Palabra con alegría, a diferencia de los oyentes del camino. Sin embargo, ellos también fracasan en echar raíces porque cuando llega la persecución, su experiencia queda expuesta y se alejan. En contraste con los oyentes simbolizados por el suelo rocoso, los oyentes infestados de malas hierbas no fracasan debido a la presión de la persecución, sino por el atractivo de los asuntos mundanos. La atracción del mundo resulta más poderosa que el mensaje de la Palabra.

    Por último, hay una clara distinción entre los oyentes que fracasan y los representados por la buena tierra. Estos, al igual que todos los demás, oyen la Palabra (ver el uso de "oyen" en Mar. 4:15, 16, 18, 20), pero la aceptan y dan fruto. No son desatentos, superficiales o distraídos. Se centran en la Palabra, y esta produce fruto en sus vidas.

    El problemático Marcos 4:10-12

    Mientras Jesús relataba la parábola del sembrador y su explicación, sus discípulos y "los que estaban alrededor de él [...] le hicieron preguntas sobre las parábolas" (vers. 10; NVI).26 Jesús responde con una afirmación tajante: El misterio del Reino de Dios" ha sido revelado a los que ahora escuchan a Jesús (los discípulos y "los que estaban alrededor de él"), pero no a "los que están fuera" (vers. 11). Para estos últimos, todo son parábolas (que en este contexto podría traducirse mejor como "acertijos").

    Luego Jesús parafrasea Isaías 6:9 y 10, diciendo que esto es "para que al mirar, vean y no perciban: y al oír, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y sean perdonados" (Mar. 4:12).

    Para muchos lectores, esto suena como si Jesús contara parábolas para mantener a los de afuera en la oscuridad, ya que si realmente lo entendieran, se arrepentirían y serían perdonados. No es de extrañar que estas palabras resulten un obstáculo para algunas personas.

    Una explicación detallada de estos versículos excede los límites de espacio de este capítulo.27 Sin embargo, podemos resumir los detalles que ilustran que Jesús no intentaba mantener alejados a los que estaban fuera.

    Fueron las decisiones previas de ellos respecto de la misión de él las que los mantuvieron alejados.

    La primera pista a tener en cuenta para reconocer lo que Jesús está enseñando en estos versículos aparece en Marcos 4:10. Allí se dice que cuando Jesús "se quedó solo, los doce y los que estaban alrededor de él le hicieron preguntas sobre las parábolas' (NVI). ¿Quienes eran estas otras personas? ¿Por qué estaban con Jesús cuando estaba solo? No se nos revela la identidad de ellos, pero está claro que querían saber más acerca de la parábola que él había contado a la multitud antes de trasladarse a un lugar más privado.

    Esto sugiere que la revelación del "misterio del Reino de Dios es un don cuya recepción depende de una decisión personal y de estar suficientemente interesado en ese reino como para buscarlo. Esto es similar a lo que Jesús dice en Juan 7:17: "El que quiera hacer la voluntad de Dios conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta .

    La segunda pista acerca del significado de Marcos 4:10 al 12 coincide perfectamente con los detalles de la parábola del sembrador y su interpretación. Los oyentes del camino no están interesados en la Palabra de Dios y simplemente dejan que Satanás se la arrebate. A los oyentes del terreno pedregoso les gusta lo que oyen pero no han calculado el costo del discipulado. Los oyentes representados por el terreno con malezas se distraen con el brillo y la atracción sensual del mundo, y la Palabra no da fruto en sus vidas. Por su parte, los oyentes simbolizados por la buena tierra son quienes persisten en buscar a Jesús y permiten que la Palabra transforme sus vidas y dé energía a su misión para así fructificar.

    Pero ¿qué acerca de esas palabras desafiantes de Marcos 4:12: quienes ven pero no perciben, y quienes oyen pero no entienden, para que no se conviertan y sean perdonados"? ¿No sugiere eso un Jesús duro al que no le interesa ayudar a los de fuera?

    En Marcos 4:12, Jesús está parafraseando Isaías 6:9 y 10. El contexto de Isaías 6 es el llamado de Dios a Isaías. Tiene una visión del Templo de Dios, quien está sentado en su Trono y vestido con ropas gloriosas. Los ángeles dan voces unos a otros: "Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso. Toda la tierra está llena de su gloria" (vers. 3). El profeta se sobrecoge y exclama: "¡Ay de mí, que soy muerto! Porque soy hombre de labios impuros, que vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso" (vers. 5). Pero entonces, un ángel toma un carbón del altar y toca los labios de Isaías, diciéndole que su culpa ha sido quitada.

    A este asombroso cuadro de la majestad y el poder de Dios le sigue su llamado al profeta: "¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?" (vers. 8). Isaías se ofrece como voluntario, y luego se le da el mensaje de reprensión en los versículos 9 y 10. Parece extraño que a un profeta se le encargue endurecer a la gente en la incredulidad. Sin embargo, aunque el resto de Isaías reprende la maldad (por ejemplo, Isa. 28-31), hay, en realidad, mucho consuelo para el pueblo de Dios (comparar con Isa. 40-66).

    Lo que probablemente ocurre en Isaías 6:9 y 10 es el uso de un recurso literario conocido como hipérbole o exageración. Dios se dirige así al pueblo porque este ya no está dispuesto a cambiar su manera de pensar. El pueblo ya ha demostrado su falta de interés por el cambio (comparar con Isa. 5:1-7), así que, Dios habla en un lenguaje hiperbólico y exagerado para sacudirlos de su estupor y volver sus corazones hacia él.

    El mismo tipo de rechazo caprichoso del mensaje de Dios aparece en el Evangelio de Marcos. En Marcos 3:22 al 30, los líderes religiosos afirman que Jesús está poseído por el Diablo. Difícilmente se puede concebir un rechazo más firme de su mensaje. Nadie en su sano juicio querría escuchar al Diablo. Este tipo de respuesta negativa a Jesús conduce al pecado imperdonable: el rechazo de las súplicas del Espíritu Santo. Si llamas demonio al Espíritu de Dios, te privas a ti mismo de escuchar su súplica. Pero la verdad es que Jesús no deseaba que los líderes religiosos se perdieran.

    Este hecho queda ilustrado por la tercera pista acerca de la enseñanza de Jesús en Marcos 4:10 al 12. Jesús está preocupado por el rechazo de su mensaje por parte de los líderes religiosos. En Marcos 3:1 al 6 (la disputa acerca de la curación en sábado), Jesús expresa su dolor por la dureza de corazón de los líderes (vers. 5). Esto no parece la reacción de alguien que no se preocupa por los de fuera. Además, en la parábola de la viña (Mar. 12:1-12), el versículo 12 indica específicamente que los líderes entendieron a quiénes se refería Jesús en ella. Él no contó la parábola para mantenerlos en la oscuridad, sino para advertirles hacia dónde los estaban conduciendo sus pasos.

    Así, al igual que en la visión de Isaías 6, Jesús utiliza la hipérbole o exageración en Marcos 4:10 al 12 para llamar la atención de los líderes acerca de su ataque contra él y el rechazo de su mensaje. A diferencia de ellos, quienes deseaban sinceramente conocer el evangelio recibieron el mensaje que Jesús trajo.

    Estos relatos siguen hablándonos hoy. Prometen una gran luz y esperanza a quienes aceptan el mensaje de Jesús, pero pronuncian una fuerte advertencia a quienes no le prestan atención o lo rechazan activamente.

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