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Para Maestros de Escuela Sabática
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA
Textos clave: Marcos 1:15; 4:11, 26, 30
Enfoque del estudio: Daniel 7:27; 9:25-27; Marcos 1:15; 4:11-32.
Introducción:
Al estudiar las parábolas de Jesús en Marcos 4, observamos un motivo teológico
importante: el Reino de Dios. Este tema se presenta por primera vez en Marcos
1:14 y 15: “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del Reino de Dios. Decía:
‘El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse, y crean al
evangelio!’ ” ¿Cuál es el significado del Reino de Dios, tal como lo presenta Marcos?
La búsqueda de la respuesta a esta pregunta será el principal tema analizado esta
semana. Comprender este motivo teológico y su significado nos ayudará a entender
mejor las parábolas de Jesús.
Temática de la lección:
El estudio de esta semana analizará los temas del cumplimiento del tiempo y el
Reino de Dios en secciones seleccionadas del Evangelio de Marcos. Nuestro estudio
incluye dos de ellas:
1. La alusión del Reino de Dios al libro de Daniel. En esta parte, estudiaremos
un posible contexto para la expresión de Marcos 1:15: “El tiempo se ha cumplido”.
2. El Reino de Dios en el Evangelio de Marcos. Esta sección incluye un análisis
contextual de la expresión “el Reino de Dios” tal como se encuentra en Marcos 1 y 4.
COMENTARIO
La idea del Reino de Dios se destaca desde el comienzo de Marcos. Marcos 1:15
afirma: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca”. Otras referencias relacionadas con el Reino de Dios incluyen Marcos 4:11, 26, 30; 9:1, 47; 10:14, 15, 23, 24, 25;
12:34; 14:25. El Reino de Dios es, pues, un tema recurrente en el Evangelio de Marcos.
La alusión del Reino de Dios al libro de Daniel
La visión de Daniel 7 presenta explícitamente el tema del Reino de Dios. El Hijo
de Hombre, según Daniel 7:13 y 14, recibe un reino y, a diferencia de los reinos
terrenales presentados al principio del capítulo, es uno que “nunca será destruido”
(vers. 14). Esta visión celestial se refiere tanto al Hijo de Hombre como al Reino.
Además, está conectada con la escena terrenal en la que el “cuerno pequeño” tiene
dominio sobre la Tierra, y particularmente sobre los santos del Señor, después de lo
cual el Hijo de Hombre viene al Anciano de días para el juicio. Daniel 7:26 afirma:
“Se sentará el tribunal en juicio, y le quitarán su dominio”. Así, el poder que persigue
a los santos perderá su dominio. Esta escena de Daniel es un punto de inflexión en
la historia del Plan de Salvación, pues representa la vindicación del pueblo de Dios
y el fin de la soberanía del cuerno pequeño. Entonces, “el Reino, el dominio y la
majestad de los Reinos debajo de todo el cielo serán dados al pueblo de los santos
del Altísimo, cuyo Reino es Reino eterno” (Dan. 7:27).
Consideremos las importantes implicaciones de estos acontecimientos futuros.
Primero, el cuerno pequeño perderá su autoridad sobre los santos. Segundo, el juicio
significa la vindicación del pueblo de Dios, de los santos. El Reino de Dios no es un
reino aislado, confinado únicamente al ámbito de lo celestial, sino que incluye a los
santos; en otras palabras, es el reino del pueblo de Dios.
La pregunta es: ¿Cómo se hace realidad el Reino de Dios para personas como
Daniel, Marcos y nosotros? Daniel nos ayuda a responder esta pregunta iluminando nuestra comprensión de un aspecto central del establecimiento definitivo del
Reino de Dios. Este aspecto central es la intervención del Mesías Príncipe (Dan.
9:25). Daniel dice que, al final de la profecía de las 70 semanas, “le quitarán la vida
al Mesías” (Dan. 9:26). “En otra semana confirmará el pacto a muchos; y a la mitad
de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda” (Dan. 9:27). Jesús puso fin a los
sacrificios levíticos porque él mismo se convirtió en el sacrificio. De esta manera,
el pueblo del Reino es comprado con la sangre del Mesías (1 Ped. 1:18, 19). Pedro
también agrega otro punto importante en la línea de tiempo divina, cuando dice
acerca de Jesús: “Él estaba destinado desde antes de la creación del mundo, pero
manifestado en este último tiempo por amor a ustedes” (1 Ped. 1:20). La expresión
“manifestado en este último tiempo” aporta un dato importante para entender
Marcos 1:15, al que nos referiremos en nuestra próxima sección.
El Reino de Dios en el Evangelio de Marcos
Marcos 1:14 y 15 afirma que “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del
Reino de Dios. Decía: ‘El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca’ ”. Estos
versículos aportan muchos elementos importantes para nuestra consideración.
En primer lugar, la esencia de la predicación de Jesús era el Reino de Dios. Este se
menciona explícitamente en Mateo 4:23: “Y Jesús recorría toda Galilea [...] predicando el evangelio del Reino”. En segundo lugar, el contenido de su proclamación
estaba orientado escatológicamente: “El tiempo se ha cumplido”. ¿A qué tiempo
se refiere Marcos aquí? Tiene que ser el tiempo de la última semana de la profecía
de las 70 semanas de Daniel 9.
En Marcos 1, el autor no define explícitamente qué es el Reino de Dios, sino
que nos ofrece, en Marcos 4 y en los capítulos siguientes, algunas valiosas ideas
acerca de la naturaleza de ese reino. Además, Marcos presenta el Reino de Dios
en un marco temporal profético. Quizá por eso, su evangelio ha sido identificado
como “el evangelio del tiempo cumplido”.
¿Cómo debemos entender la expresión “el Reino de Dios está cerca”? La lengua
griega utilizada por Marcos en su evangelio nos da algunas pistas. Marcos 1:15 dice:
“El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca”. He aquí el original en griego
de dicho pasaje: peplērōtai ho kairos kai ēngiken hē basileia tou theou. La conjunción
kai es utilizada generalmente como nexo o elemento conector entre dos palabras
o cláusulas. Cuando cumple tal función, se la traduce simplemente como “y”. Sin
embargo, kai puede funcionar como partícula explicativa, comúnmente llamada
kai epexegética. Esto significa que “una palabra o cláusula conectada por medio de
kai con otra palabra o cláusula anterior convierte a la segunda en una explicación
de la primera”. Por lo tanto, kai podría traducirse como “es decir” o “a saber”. (Ver
Danker y otros, A Greek-English lexicon of the New Testament and other early Christian
literature, p. 495.)
Por lo tanto, si kai tiene ese uso en Marcos 1:15, la frase podría leerse como “el
tiempo se ha cumplido; es decir, el Reino de Dios está cerca”.
En otras palabras, la llegada del Reino de Dios significa el cumplimiento del
tiempo del que habla Daniel. En este caso, Jesucristo personifica el Reino de Dios, y
tal interpretación concuerda con el punto de vista práctico de Marcos. En Marcos 1,
el Reino de Dios es el Reino de Jesucristo, que ha venido, de acuerdo con la agenda
profética divina, para proclamar la buena noticia acerca de ese reino. El Reino de
Dios implica, pues, la redención y la restauración de la humanidad. Los fariseos
preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios, y él respondió: “El reino de
Dios ya está entre ustedes” (Luc. 17:21). Pablo también parece hacerse eco de esta
perspectiva cuando escribe: “Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo
[...] para redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción
de hijos” (Gál. 4:4, 5). Jesús pide a sus discípulos que crean en el evangelio o buena
noticia acerca del Reino y que se arrepientan. El verbo griego metanoeō, además de
significar “arrepentirse”, también denota la idea de “convertirse”, como “un requisito
previo para experimentar el Reino de Dios” (Danker y otros, A Greek-English lexicon
of the New Testament and other early Christian literature, p. 640). Todo lo concerniente
a la proclamación de Jesús se centraba en este punto. Se invita a la gente a creer
y a aceptar el evangelio del Reino. Esta era una prioridad en la orientación de su
ministerio. Por ejemplo, Jesús instó a sus discípulos: “Vamos a los lugares vecinos,
para que predique también allí; porque para esto he venido” (Mar. 1:38).
Este es el contexto en el que debemos leer las parábolas de Marcos 4 y el resto
del libro. Es decir, debemos leerlas como una iluminación del “misterio del Reino de
Dios” (Mar. 4:11). El sustantivo griego mystērion implica “el contenido de lo que no se
ha conocido antes, pero que ha sido revelado a un grupo circunscripto o restringido”
(“secreto”, en Johannes P. Louw y Eugene Albert Nida eds., Greek-English lexicon of
the New Testament: Based on semantic domains [Nueva York: Sociedades Bíblicas
Unidas, 1989], p. 345). Los “misterios del Reino de los cielos” han sido revelados
en la primera venida de Jesús (Mat. 13:11). Jesús mismo aclara que no hay ningún
misterio en su mensaje: “Porque nada hay oculto que no se haya de manifestar, ni
secreto que no salga a luz” (Mar. 4:22).
Estos “misterios” del Reino (que ya no son misterios pues han sido revelados) no
serán entendidos por todas las personas. El evangelio, la semilla, se esparce sobre
diversos tipos o clases de suelos, pero, por desgracia, no todos los suelos producen
los mismos resultados (Mar. 4:3-20). El desarrollo espiritual en el Reino de Dios es
similar al proceso de crecimiento de una planta: “Porque la tierra da su fruto por
sí misma: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga” (Mar.
4:28). Este desarrollo también incluye la cosecha de los frutos: “Y cuando el fruto
está maduro, en seguida se pasa la hoz, por haber llegado la siega” (Mar. 4:29).
Esto lleva implícita la siguiente idea: antes de que Cristo reúna a la gente para su
Reino en la última cosecha al final de los tiempos, necesita esparcir la semilla del
evangelio en la Tierra (Mar. 4:26). El Reino de Dios parece pequeño al principio; su
semilla parece insignificante. “Pero después de sembrada, crece y se convierte en
la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves
del cielo pueden anidar bajo su sombra” (Mar. 4:32).
El cumplimiento del tiempo del que habla Marcos en su evangelio comenzó
cuando el Reino llegó en la persona de Jesucristo, en su primera venida. Cristo
encarnado es la esencia del evangelio, la buena noticia. Mediante su predicación
acerca del Reino, Jesús sembró la semilla en el corazón de cada persona que lo
escuchó. Aunque pequeño al principio, el Reino será grande al final.
Jesús anima a las personas a recibir el Reino sean cuales fueren sus circunstancias: “Les aseguro, el que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en
él” (Mar. 10:15). En otras palabras, el Salvador anima a la gente de su tiempo, y del
nuestro, a vivir en el Reino como una experiencia presente. Sin embargo, Jesucristo
plantea que el fin de los tiempos aún está por llegar: “Les aseguro, no beberé más
del fruto de la vid hasta ese día cuando he de beber con ustedes vino nuevo en el
Reino de Dios” (Mar. 14:25). La escatología de Marcos es consciente de que el “fin
del tiempo” es todavía futuro. Sin embargo, hace hincapié en el Reino y en su fase
inicial, en su experiencia actual, durante su propio tiempo.
APLICACIÓN A LA VIDA
Elena de White afirma: “Todos los que se hacían súbditos del Reino de Cristo,
decía él, debían dar evidencia de fe y arrepentimiento. En su vida, debía notarse la
bondad, la honradez y la fidelidad. Debían atender a los menesterosos, y presentar
sus ofrendas a Dios. Debían proteger a los indefensos y dar un ejemplo de virtud y
compasión. Así también, los seguidores de Cristo darán evidencia del poder transformador del Espíritu Santo. En su vida diaria, se notará la justicia, la misericordia
y el amor de Dios. De lo contrario, son como el tamo que se arroja al fuego” (El
Deseado de todas las gentes, p. 82).
Pide a los miembros de tu clase que respondan a las siguientes preguntas teniendo en mente la cita anterior:
¿Cómo estás experimentando el Reino de Dios ahora?
1. ¿Cuál fue la reacción de la gente ante la primera venida de Jesús?
2. ¿Cómo reacciona y responde la gente a la idea de la Segunda Venida?
3. A la luz de esta comparación, haz la siguiente pregunta a los miembros de
tu clase: ¿Qué importancia tiene el Reino de Dios para tu proclamación personal
del evangelio?
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