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Jueves 20 de marzo | Lección 12
En el relato de Lucas, justo después de que Jesús declaró cuáles son los dos mandamientos más importantes -el amor a Dios y el amor al prójimo-, un intérprete de la ley, "queriendo justificarse a sí mismo, preguntó: ¿Y quién es mi prójimo?" (Luc. 10:29). En respuesta a esto, Jesús contó la ya familiar, pero entonces impactante, parábola del buen samaritano.
Lee la parábola del buen samaritano en Lucas 10:25 al 37. CB ¿Qué dice este pasaje a la luz del clamor de los profetas en favor de la misericordia y la justicia, y de los tipos de injusticias que diferentes grupos de personas han infligido a su prójimo a lo largo de la historia?
Jesús no se limitó a hablar de justicia, sino que vino a traerla. Él fue y será el cumplimiento del llamado y el anhelo profético de justicia (ver Luc. 4:16-21 a la luz de Isa. 61:1, 2). Él es el Deseado de todas las naciones, especialmente de quienes reconocen su necesidad de liberación.
En contraste directo con el Enemigo, que se aferraba al poder y trataba de usurpar el Trono de Dios, Jesús se rebajó y se identificó con quienes estaban bajo el pecado (sin estar él infectado por el pecado), la injusticia y la opresión, y derrotó al Enemigo entregándose por amor para establecer la justicia como aquel que es justo y el que justifica a todos los que creen. ¿Cómo podemos afirmar que nos preocupa la Ley por la que Cristo murió si no nos preocupa lo que Cristo llama "lo más importante de la ley"?
Salmo 9:8 y 9 CB proclama: "Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud. El Señor será refugio del oprimido, refugio en el tiempo de angustia". Asimismo, Salmo 146:7 al 9 CB añade que Dios "hace justicia al agraviado, [...] da pan al hambriento, y libera a los presos! El Señor abre los ojos de los ciegos, levanta al caído, ama a los justos. El Señor guarda a los extranjeros, al huérfano y a la viuda sostiene, y trastorna el camino de los impíos".
¿Podría la Palabra de Dios ser aún más clara acerca de cómo debemos ayudar a los necesitados y sufrientes que nos rodean?
■ ¿Qué podemos aprender de la vida y el ministerio de Jesús acerca de cómo ayudar a los necesitados? Aunque no podamos hacer milagros como él, ¿cómo podríamos hacer que nuestra ayuda resultara suficientemente "milagrosa" para muchas personas heridas?
Los verdaderos adoradores de Dios obrarán las obras de Cristo. Serán liberales con los necesitados; no apartarán al pobre de su derecho, ni inventarán una excusa para evitar ayudar a los que necesitan ayuda; amarán a su prójimo como a sí mismos, no escondiéndose de su propio pariente, sino considerando la condición del pobre, del huérfano y de la viuda; no se apropiarán de ninguna porción de las justas ganancias de los que estén bajo su control. "No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su diario, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado". Deuteronomio 24:14, 15 ...
"Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano". Zacarías 7:810 (El Hogar Misionero, 1° de julio, 1891).
Leed las palabras de Cristo que se hallan en ( Mateo 23:23 ): "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello". Estas denuncias se dan como una amonestación a todos aquellos que "por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad". Ellos dicen: Estamos decididos a hacer todas estas cosas. Dicen también: "Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que —dijo Jesús—, dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas". ¡Qué lecciones encontramos aquí! ¡Cuán terribles y decisivas! Jesús dijo: "Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, ya otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad". Esta profecía fue literalmente cumplida por los judíos en la forma de tratar a Jesús ya los mensajeros que Dios les envió. ¿Seguirán los hombres en estos últimos días el ejemplo de aquellos a quienes Cristo condenó? (Testimonios para los ministros, p. 79).
Jesús no era comprendido por sus hermanos, porque no era como ellos. Sus normas no eran las de ellos. Al mirar a los hombres, se habían apartado de Dios, y no tenían su poder en su vida. Las formas religiosas que ellos observaban, no podían transformar el carácter. Pagaban el diezmo de "la menta y el eneldo y el comino", pero omitían "lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe". Mateo 23:23 . El ejemplo de Jesús era para ellos una continua irritación. Élno odiaba sino una cosa en el mundo, a saber, el pecado. No podía presenciar un acto malo sin sentir un dolor que le era imposible ocultar. Entre los formalistas, cuya apariencia santurrona ocultaba el amor al pecado, y un carácter en el cual el celo por la gloria de Dios ejercía la supremacía, el contraste era inequívoco. Por cuanto la vida de Jesús condenaba lo malo, se encontraba oposición tanto en su casa como fuera de ella. Su abnegación e integridad fueron comentadas con escarnio. Su tolerancia y bondad eran llamadas cobardía (El Deseado de todas las gentes, p. 67).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.