Si el amor es el cumplimiento de la Ley, entonces uno no puede cumplir la Ley de Dios en sentido pleno simplemente absteniéndose de hacer cosas malas. La propia ley del amor (expresada en la totalidad de las Escrituras) no solo nos ordena abstenernos de hacer el mal, sino también nos impulsa a realizar actos que revelen el amor de Dios en favor de los demás, y no solo a otros miembros de la iglesia, sino también al mundo en general, que tan desesperadamente necesita un verdadero testimonio cristiano.
Santiago denuncia enérgicamente la injusticia en la sociedad,
identificando específicamente la discriminación contra los pobres y la opresión por
parte de algunos ricos. Luego, llama la atención sobre la ley del amor al prójimo,
diciendo que quienes cumplen esta ley "bien hacen"
(Sant. 2:8).
CB
Como lo expresó Elena de White: "El amor hacia el hombre es la manifestación terrenal del amor hacia Dios. El Rey de gloria vino para ser uno con nosotros con el fin de implantar ese amor y hacernos hijos de una sola familia. Y, cuando se cumplan las palabras que pronunció al partir: 'Que se amen unos a otros como yo los he amado' (Juan 15:12), cuando amemos al mundo como él lo amó, entonces se habrá cumplido su misión para con nosotros. Estaremos listos para el Cielo, porque tendremos el Cielo en nuestro corazón" (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 596).
Cuando amamos al mundo como Cristo lo ama, entonces estamos preparados para el Cielo. ¡Qué poderosa expresión de lo que significa ser seguidor de Jesús!
Jesús ordena a sus seguidores "que se amen unos a otros [...]
como yo los he amado"
(Juan 13:34).
Jesús también proclama: "En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos,
si se aman unos a otros"
(Juan 13:35).
El amor ocupa un lugar tan central en la fe cristiana porque Dios es amor
(1 Juan 4:8, 16).
Por lo tanto, quienes afirman amar a Dios deben amarse unos a otros (compara con
1 Juan 3:11;
4:20, 21).
En consecuencia,
1 Pedro 4:8
CB exhorta a los cristianos: "Sobre todo, tengan entre ustedes ferviente amor, porque el amor cubre multitud de pecados" (ver también Heb. 10:24; 1 Tes. 3:12).
■ Detente a pensar en la idea de amar al mundo como Cristo lo amó y lo ama. ¿Cómo podría esto ayudarnos a comprender mejor el concepto de la perfección cristiana y de cómo somos hechos aptos para la vida eterna? Comparte tu respuesta con tu clase el sábado.
Nuestra misión es la misma que fue anunciada por Cristo al comienzo de su ministerio. "El Espíritu del Señor está sobre mí", dijo él, "por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor". Lucas 4:18, 19 .
Hemos de llevar a cabo la obra que el Maestro ha puesto en nuestras manos. Él dice: "...si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre. "Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra". "Así que, todas las cosas que queréis que los hombres hagan con vosotros, así también hicieron vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas". Isaías 58:10, 11; Deuteronomio 15:11 (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 146).
Debiéramos estudiar e imitar al Modelo, para que el Espíritu que mora en Cristo pueda morar en nosotros. El Salvador no fue encontrado entre los exaltados y los honorables del mundo. No pasó su tiempo entre aquellos que buscaban lo fácil y el placer. Anduvo haciendo bien. Su obra consistió en ayudar a aquellos que necesitaban ayuda, en salvar a los perdidos ya los que perecían, en elevar a los caídos, en romper el yugo de la opresión de aquellos que estaban en esclavitud, en sanar a los afligidos, en hablar palabras de simpatía y consuelo a los que sufrían y estaban angustiados. Se nos pide que copiemos este modelo. Levantémonos y pongámonos a trabajar, procurando bendecir al necesitado y confortar al angustiado. Cuanto más participamos del Espíritu de Cristo, tanto más veremos qué podemos hacer por nuestros semejantes. Estaremos llenos de amor por las almas que perecen, y encontraremos nuestra delicia en las pisadas de la Majestad del cielo (Nuestra elevada vocación, p. 182).
¿Se asemejan ustedes a Cristo, en sus palabras, en su espíritu, en sus
acciones? Si representan el carácter de Cristo en palabra y espíritu, entonces son
cristianos; porque ser cristiano significa ser semejante a Cristo. La lengua testificará
acerca de los principios que representan la vida; Esto constituye la prueba segura para
saber qué poder controlar el corazón. Nuestro espíritu y nuestros principios se pueden juzgar por las palabras que brotan de los labios. La lengua siempre debe estar bajo el control del Espíritu Santo...
¿Cree usted en el Hijo de Dios como su Salvador personal? Si lo hace de todo corazón, entonces Dios mora en el alma, y el alma en Dios. Usted representa a Jesús...
El agente humano simpatizará con Cristo en la misma proporción en que sea un participante de la naturaleza divina. Jesús dice: "Un mandamiento nuevo os doy —que os toleréis unos a otros?, no—: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos los que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". "Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado" (Exaltad a Jesús, p. 142).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios,
para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que
es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.