Lunes 24 de marzo
Lección 13 LA LEY ES SANTA, JUSTA Y BUENA
El amor es el fundamento de la Ley de Dios. Cuando Dios defiende la Ley, defiende el amor. Esta es la razón por la que Jesús murió para salvar a los pecadores, para poder defender la Ley y al mismo tiempo concedernos la gracia. De este modo, podía ser a la vez justo y justificador de quienes creen (Rom. 3:25, 26). ¡Qué expresión de amor! En consecuencia, el proceso de redención no invalida la Ley, sino que la confirma.
Lee
Romanos 6:1 al 3
CB
y luego
Romanos 7:7 al 12, con especial atención al versículo 12. ¿Qué nos dicen estos textos acerca de la Ley, incluso después de la muerte de Cristo?
Aunque algunos creen que la gracia y la redención anulan la Ley, Pablo dice claramente que no debemos continuar en el pecado para que la gracia aumente. Por el contrario, quienes están en Cristo por la fe han sido "bautizados en su muerte" y, por lo tanto, deben considerarse muertos al pecado y vivos para Cristo.
La Ley de Dios no es pecado, pero, entre otras cosas, nos hace percibir el pecado y nuestra pecaminosidad. Por eso, "la ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Rom. 7:12). La Ley revela, como ninguna otra cosa, nuestra gran necesidad de salvación, de redención, lo cual solo es posible por medio de Cristo. En consecuencia, no "anulamos la ley por la fe", sino que "al contrario, confirmamos la ley" (Rom. 3:31).
Cristo no vino a anular la Ley, sino a cumplir todo lo prometido en la Ley y en los Profetas. Por eso insiste en que "mientras existan el cielo y la tierra", "ni una letra, ni un punto de la ley perecerá" (Mat. 5:18).
La Ley de Dios representa su santidad, su carácter perfecto de amor, justicia, bondad y verdad (Lev. 19:2; Sal. 19:7, 8; 119:142, 172). A este respecto, es significativo que, según Éxodo 31:18, Dios mismo escribiera los Diez Mandamientos en las tablas de piedra. Escritas en piedra, estas leyes son testimonio del carácter inmutable de Dios y de su gobierno moral, que se fundamenta en el amor, un tema central del Gran Conflicto.
■ ¿Cómo nos ayuda este vínculo entre la Ley y el amor a entender mejor las palabras de Jesús: "Si me aman, guardarán mis mandamientos" (Juan 14:15)?
En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando el juez se siente y se abren los libros. Élvino para cumplir toda justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especificación de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia proporcionada al instrumento humano, nadie debe perder el cielo...
Cuando el Espíritu de Dios le revela al hombre todo el significado de la ley, se efectúa un cambio en el corazón. La fiel descripción de su verdadero estado, hecha por el profeta Natán, movió a David a comprender sus pecados y lo ayudó a desprenderse de ellos. Aceptó mansamente el consejo y se humilló delante de Dios. "La ley de Jehová —dijo él— es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón" ( Salmo 19:7, 8 ) (Mensajes selectos, t. 1, pp. 248, 249).
El pecado no mató a la ley, sino que mató la mente carnal en Pablo. "¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? De ninguna manera; sino que el pecado para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso". Romanos 7:13 . "De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno". Romanos 7:1 ...
En la transgresión de la ley, no hay seguridad ni reposo ni
justificación. El hombre no puede esperar permanecer inocente delante de Dios
y en paz con él mediante los méritos de Cristo, mientras continúa en pecado. Debes
cesar de transgredir y llegar a ser leal y fiel. Cuando el pecador examina el
gran espejo moral, ve sus defectos de carácter. Se ve a sí mismo tal como es,
manchado, contaminado y condenado. Pero sabe que la ley no puede, en ninguna forma,
quitar la culpa ni perdonar al transgresor. Debe ir más allá. La ley no es sino el
ayo para llevar a Cristo. Debes contemplar a su Salvador que lleva los pecados.
Y cuando Cristo se le revela en la cruz del Calvario, muriendo bajo el peso de
los pecados de todo el mundo, el Espíritu Santo le muestra la actitud de Dios
hacia todos los que se arrepienten de sus transgresiones. "Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Juan 3:16 (Mensajes selectos, t. 1. págs. 250, 251).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios,
para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que
es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.