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Lección 12: Para el 21 de junio de 2025

Lección 12 | Miércoles 18 de junio
LA PERSECUCIÓN A LA IGLESIA PRIMITIVA
Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento contienen ejemplos de precursores de los acontecimientos finales. La vida no fue fácil para los cristianos del primer siglo. Primero fueron odiados por muchos de sus propios correligionarios, quienes los consideraban una amenaza para la fe de Moisés. También se enfrentaron a la ira del pagano Imperio Romano. "Los poderes de la Tierra y del infierno se coligaron contra Cristo en la persona de sus seguidores. El paganismo previo que, de triunfar el evangelio, sus templos y sus altares serían derribados; por lo tanto, reunió sus fuerzas para destruir el cristianismo. Se encendieron los fuegos de la persecución" (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 43).
El libro de Hechos registra una historia que ilustra poderosamente lo que el pueblo de Dios puede esperar a medida que nos dirigimos hacia el escenario descrito en Apocalipsis 13.
Lee Hechos 12:1 al 19. CB ¿Qué elementos de esta historia podrían presagiar los acontecimientos de los últimos días?
Santiago había sido decapitado y Pedro habría de ser el siguiente, pues existía la pena de muerte contra los cristianos. Quizás uno de los aspectos más notables de esta historia sea el hecho de que Pedro dormía tan profundamente, durante la que debería haber sido para él la peor noche de su vida, que el ángel tuvo que golpearlo para que despertara.
Pedro fue milagrosamente puesto en libertad y se dirigió a una reunión de creyentes que, paradójicamente, dudaban de que hubiera sido liberado aunque estaban orando por ello. La Biblia dice que quedaron atónitos, lo que nos llama a reflexionar acerca de cuántas veces oramos sin confiar demasiado en que Dios nos responderá.
Algunos creyentes se salvaron durante aquella persecución, mientras que otros fueron asesinados. A medida que nos acercamos al final de los tiempos, sucederá lo mismo. Incluso Pedro, aunque fue librado en esa ocasión, murió finalmente por su fe. Jesús mismo le anunció cómo moriría: "Te aseguro: 'Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías. Pero cuando seas anciano, extenderás tus manos y otro te ceñirá, y te llevará a donde no quieras'. Dijo esto para dar a entender de qué muerte había de glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: 'Sigúeme'" (Juan 21:18,19).
■Tras anunciar a Pedro cómo moriría, Jesús le dijo: "Sigúeme"." ¿Qué debería decirnos esto acerca de por qué ni siquiera el riesgo de la muerte debería impedirnos seguir al Señor?
El día de la ejecución de Pedro había sido finalmente decidido; pero aun así, las oraciones de los creyentes ascendían a los cielos. Y mientras ellos ocupaban todas sus energías y sentimientos en fervientes apelaciones, los ángeles de Dios vigilaban al aprisionado apóstol... Pedro había sido colocado entre dos soldados, aprisionado con dos cadenas, cada una de las cuales estaba sujeta a la cintura de uno de sus guardias. Era imposible que se moviera sin que ellos se diesen cuenta. Las puertas de la prisión estaban firmemente aseguradas, y otros guardias las custodiaban. Humanamente hablando, las posibilidades de escape o rescate, eran nulas. Pero la situación extrema del hombre es la oportunidad de Dios.
El apóstol no estaba atemorizado por su situación. Desde su restablecimiento después de su negación de Cristo, había desafiado el peligro sin vacilar, y había manifestado una noble osadía al predicar a un Salvador crucificado, resucitado y ascendido a los cielos. Mientras yacía en el calabozo, recordaba lo que Cristo le dijo: "De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más mozo, te ceñías, e ibas donde querías; mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras". Juan 21:18. Pedro creía que había llegado el tiempo para que él entregara su vida por causa de Cristo.
Llegó la noche precedente a la propuesta ejecución. Pedro, atado con cadenas, dormía como de costumbre entre dos soldados. Recordando la última fuga de Pedro de la cárcel, Herodes tomó en esta ocasión el doble de precauciones. Con el fin de asegurar una vigilancia extra, los soldados de guardia eran responsables de la custodia de su preso. Pedro estaba encerrado en una celda cortada en la peña viva, cuyas puertas se hallaban atrancadas con fuertes cerrojos y barras. Pero los cerrojos y las barras y la guardia romana, que eliminaban eficazmente toda posibilidad de ayuda humana, estaban destinados a hacer más completo el triunfo de Dios en la liberación de Pedro. Herodes estaba alzando la mano contra el Omnipotente, y había de resultar totalmente humillado y derrotado en su atento contra la vida del siervo de Dios (The Review and Herald, 27 de abril, 1911, "The Deliverance of Peter", párr. 10-12).
La obra de los ángeles consiste en acercarse a los probados, dolientes o tentados. Trabajan incansablemente en favor de aquellos por quienes Cristo murió.
Cuando los pecadores son inducidos a entregarse al Salvador, los ángeles llevan las nuevas al cielo, y hay gran regocijo entre la hueste celestial. "Habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento". Lucas 15:7. De todo esfuerzo de nuestra parte por disipar las tinieblas y difundir el conocimiento de Cristo, se lleva un informe al cielo. Y al referirse la acción ante el Padre, el gozo conmueve todas las huestes celestiales (Los hechos de los apóstoles, p. 124).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.