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Lección 3: Para el 19 de abril de 2025
IMÁGENES TOMADAS DEL MATRIMONIO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
La Biblia contiene muchas historias de amor que revelan poderosamente diversos aspectos de la salvación y del amor de Dios hacia su pueblo. El matrimonio, la más íntima de las relaciones, es una escuela en la que, si participamos de ella de acuerdo con el modelo original de Dios, podemos descubrir profundas lecciones acerca de su amor por nosotros, de nuestra relación con él y de lo que ha hecho para redimirnos.PARA MEMORIZAR:
Y él me dijo: 'Escribe: "¡Bienaventurados los llamados a la cena de bodas del Cordero!" ' Además me dijo: 'Estas son palabras verdaderas de Dios'" (Apoc. 19:9). CB
Las ideas modernas acerca del amor y del matrimonio han distorsionado nuestra capacidad de apreciar lo que Dios intenta enseñarnos por medio de la unión matrimonial. Aunque la pecaminosidad humana ha pervertido enormemente el matrimonio, aún ser un poderoso vehículo para comunicar la verdad, incluso la verdad profética. Además de promover la dicha humana, el matrimonio debería ser una escuela en la que aprendamos profundas lecciones acerca de nosotros mismos y de nuestra relación con Dios.
Esta semana veremos lo que la Palabra de Dios dice acerca del matrimonio y analizaremos ejemplos de matrimonios bíblicos adecuados e inadecuados. Esto nos ayudarán a comprender cómo se relaciona Dios con su pueblo, incluso cuando este lo decepciona. Además, aprenderemos algunas lecciones acerca de su amor que nos servirán para entender mejor los eventos de los últimos días.
El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que muere de repente cuando es severamente probado. Mediante la fidelidad al deber en la casa paterna, los jóvenes deben prepararse para formar su propio hogar. Practiquen allí la abnegación propia, la amabilidad, la cortesía y la compasión del cristianismo. El amor se conservará vivo en el corazón, y los que salgan de tal hogar para ponerse al frente de su propia familia, sabrán aumentar la felicidad de la persona a quien hayan escogido por compañero o compañera de su vida. Entonces el matrimonio, en vez de ser el fin del amor, será su verdadero principio (Historia de los patriarcas y profetas, p. 174).
El amor es un precioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio. Los que son movidos por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos. Enseñados por el Espíritu Santo, aman supremamente a Dios y a su prójimo como a sí mismos.
Los que piensan en casarse deben pesar cada sentimiento y cada manifestación del carácter de la persona con quien se proponen unir su suerte. Cada paso dado hacia el matrimonio debe ser acompañado de modestia, sencillez y sinceridad, así como del serio propósito de agradar y honrar a Dios. El matrimonio afecta la vida ulterior en este mundo y en el venidero. El cristiano sincero no hará planes que Dios no pueda aprobar.
Si gozáis de la bendición de tener padres temerosos de Dios, consultadlos. Comunicadles vuestras esperanzas e intenciones, aprended las lecciones que la vida les enseñó y os ahorraréis no pocas penas. Sobre todo, haced de Cristo vuestro consejero. Estudiad su Palabra con oración (El ministerio de curación, pp. 276, 277).
Cristo vino a nuestro mundo para hacer brillar la luz del cielo en medio de las tinieblas morales. Vino a hacer comprender a hombres y mujeres que la institución del matrimonio es sagrada. Su presencia en Caná dio un alto respaldo a esta ordenanza. La mujer debe respetar a su marido. El esposo debe amar y cuidar a su esposa; y así como su voto matrimonial los une como uno solo, así su creencia en Cristo debe hacerlos uno en él. ¿Qué puede agradar más a Dios
que ver a los que entran en la relación matrimonial procurar aprender juntos de Jesús e imbuirse cada vez más de su Espíritu? (Manuscript Releases, t. 14, "The Marriage at Cana", párr. 6).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.