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  • COMPLEMENTARIO - 13

    EL DIOS QUE FORTALECE MEDIANTE SU PRESENCIA

    Texto bíblico para el estudio: Éxodo 35:1-40:38

    EL DIOS QUE HABITA CON LAS PERSONAS

    Antes de que los israelitas empezaran a construir el Tabernáculo, Moisés les comunicó enseñanzas y recordatorios específicos acerca de la observancia del sábado (Éxo. 35:1-3). Incluso mientras trabajaban en el Santuario, los constructores debían respetar y celebrar el "séptimo día [...] santo, sábado de completo reposo en honor del Señor" (vers. 2, traducción del autor).

    Dios había entregado a Moisés un modelo del Tabernáculo e instrucciones acerca de cómo construirlo (Éxo. 25-31). Ahora había llegado el momento de hacerlo. Primero se recogió todo el material necesario (Éxo. 35:4-29; 36:3-7) y Dios dotó a los artesanos (tanto hombres como mujeres; ver Éxo. 35:25, 26) de su Espíritu para que trabajaran en el Santuario con habilidad y destreza artesanal (Éxo. 35:30-36:4). Entonces comenzó la construcción (Éxo. 36:8) y preparación de diez elementos principales, incluyendo el trabajo diligente en la confección de varias vestiduras: El Tabernáculo (vers. 8-38), el arca (Éxo. 37:1-9), la mesa (vers. 10-16), el candelabro (vers. 17-24), el altar del incienso (vers. 25-28), el aceite de la unción y el incienso (vers. 29), el altar del holocausto (Éxo. 38:1-7), la fuente (vers. 8) y el atrio (vers. 9-20). En la siguiente sección del texto se enumeran los materiales utilizados (más de una tonelada de oro, unas 3,75 toneladas de plata y unas 2,5 toneladas de bronce [vers. 21-31]). Luego fueron confeccionados el efod, el pectoral y las demás vestiduras sacerdotales (Éxo. 39:1-31).

    Moisés inspeccionó todo el trabajo en el Tabernáculo y encontró que estaba hecho "tal como el Señor lo había mandado". Esta frase es repetida tres veces para destacar la precisión y la obediencia de los trabajadores a las indicaciones divinas (vers. 32,42,43). Moisés estaba muy complacido con la labor realizada y los bendijo (vers. 43).

    EMANUEL: DIOS CON NOSOTROS

    La presencia de Dios es todo para los creyentes. Su nombre "Yo soy el que soy" o "Yo seré el que seré" significa que es eterno y omnipresente, que interviene en la vida de las personas, pero que no puede ser manipulado. Cuando Dios mismo explicó el significado de su nombre, subrayó su presencia, puesta de manifiesto en el cumplimiento de sus promesas (Éxo. 3:13-15).

    El tema principal de esta sección de Éxodo relacionada con el Tabernáculo es la presencia de Dios. El Señor les pidió que lo construyeran porque quería estar tangiblemente presente con su pueblo; es decir, habitar en medio de ellos. Dios quería estar cerca de ellos para que pudieran ver su gloria o shekinah. Los israelitas eran guiados por la presencia divina manifestada de manera visible en la nube durante el día, que se convertía en una columna de fuego durante la noche. Cuando la nube aseen día sobre el Tabernáculo, ellos se ponían en movimiento (Éxo. 40:36-38). Si Dios hubiera abandonado a los israelitas, habí 1.1 n estado condenados al fracaso, la destrucción y la muerte.

    Dios ya había manifestado su presencia en Egipto (Éxo. X:.x > 23), cuando sacó a Israel de allí (Éxo. 12:51), y cuando los libio en el Mar Rojo (Éxo. 14:30, 31). El Señor proveyó el mana (i.xo. r6:r4,15) y les enseñó por medio del sábado que él era su CkmiIoi y que estaba a su lado. El sábado no es otra cosa que "Dios con nosotros" (Gén. 2:2, 3), y él prometió a su pueblo que estaría con ellos dondequiera que su nombre fuera recordado (Éxo. 20:24).

    La presencia salvadora de Dios fue una guía para su pueblo pues lo ayudó a crecer mediante la relación transformadora que mantuvo con ellos.

    LLENOS DEL ESPÍRITU DE DIOS

    Dios no solo proveyó el plano del Tabernáculo y pidió a los israelitas que lo construyeran, sino que también dotó a las personas de su Espíritu (Éxo. 31:3; 35:31), les permitió construirlo y les enseñó a realizar la obra de Dios (Éxo. 31:1-11; 35:30-36:1). ¿Qué significa que las personas estén "llenas" del Espíritu Santo, una frase bíblica utilizada por primera vez en este pasaje? El texto bíblico ofrece una respuesta clara: los hombres y las mujeres que participaron en la preparación del Santuario fueron llenos de sabiduría y conocimiento, y fueron dotados de habilidades, destrezas y capacidades artísticas para hacer todo tipo de artesanías y diseños con metales preciosos, piedra, madera y tela para construir el Santuario. Así pues, no ocurría nada mágico ni misterioso. No hubo espíritus o poderes que ingresaron en las personas o tomaron posesión de ellas, sino que el Espíritu Santo otorgó dones espirituales, habilidades y capacidades artísticas para el avance de su obra de proclamar su verdad y misión. En el tiempo de Moisés, esto sucedió a Bezaleel, Aholiab, y otros artesanos. Cuando el Espíritu del Señor llena a las personas, las capacita para hacer cosas nuevas en favor de su causa.

    Lo mismo ocurría cuando "el Espíritu del Señor venía sobre" una persona. Esa frase se menciona en la Biblia por primera vez en el caso de Balaam (Núm. 24:2), lo que significa que el Espíritu Santo le dio una revelación especial que le permitió profetizar. En el libro de los jueces, la frase "el Espíritu del Señor vino sobre" es utilizada siete veces en relación con diferentes jueces (Otoniel, Gedeón, Jefté y Sansón). El Espíritu de Yahveh les dio poder para proteger a los israelitas y realizar la obra de Dios (Jue.

    3:10; 6:34; 11:29; 13:25; 14:6,19; 15:14). Las expresiones usadas en el Nuevo Testamento para referirse al hecho de ser bautizados con el Espíritu Santo (Mat. 3:11; Mar. 1:8; Luc. 3:16) o recibirlo (Hech. 2:38) tienen un significado similar.

    EL SANTUARIO TERMINADO Y PROVISTO DE SU MOBILIARIO

    El Tabernáculo debía ser erigido el primer día del primer mes según las instrucciones de Dios (Éxo. 40:1), lo que significa que ello ocurrió casi un año después de que los israelitas salieron de Egipto (Éxo. 12:2, 6; 40:17). Cuando la gran tienda estuvo lista, ciertos elementos particulares fueron ensamblados y colocados en el Lugar Santísimo y en el patio o atrio. Cada espacio estaba delimitado por una cortina, pues se mencionan tres cortinas diferentes (ver Éxo. 40:3, 5, 8, 21, 28, 33).

    La afirmación "acabó Moisés la obra" (vers. 33) nos recuerda el relato de la Creación, cuando Dios concluyó su obra creadora: "Así quedaron acabados los cielos y la tierra, y su gran contenido" (Gén. 2:1). El mismo lenguaje se emplea también cuando Salomón terminó la obra del templo (1 Rey. 7:51). Dios creó a los seres humanos porque deseaba disfrutar de una relación especia 1 con ellos, y tuvo el mismo propósito al establecer el Santuario.

    La culminación de la construcción del Tabernáculo llego cuando "la gloria del Señor llenó el santuario", una expresión empleada dos veces como recurso enfático (Éxo. 40:34, 35). I,a gloria divina ocupó así el recinto mediante una nube como sena I visible de la presencia de Dios. El Tabernáculo lleno de la gloi i.i de Dios representa un climax y una conclusión muy apropiados para el libro de Éxodo (vers. 34, 35), pues las personas deben cultivar en su propia vida la presencia de Dios.

    EL COMPLEJO CUADRO DEL SANTUARIO

    El Santuario presentado en la Biblia es polifacético. El lnr,.n donde reside Dios recibe diversos nombres que aluden .1 1 ic.r, imágenes, porque la realidad del Santuario celestial snpn.i nuestra comprensión e imaginación. Es un lugar de culto para los representantes de todo el universo, el lugar donde encuentra su expresión final todo el plan de salvación y culmina el problema del pecado. La morada terrenal y/o celestial es descrita de diversas maneras:

    • El jardín de Dios, el Edén (Eze. 28:13; cf. Gén. 2:8-10; 3:8).

    • El Santuario (Éxo. 15:17; 25:8)

    • El templo, la catedral de la belleza (2 Sam. 22:7; Hab. 2:20)

    • El palacio, la residencia divina donde se encuentra su trono (1 Sam. 3:3; 2 Sam. 22:7; Sal. 48:10; Jer. 17:12; la palabra hebrea heykal significa tanto "templo'.' como "palacio").

    • La casa de Yahveh (Sal. 27:4; 1 Rey. 7:51; Esd. 1:2), donde Dios habita.

    • El atrio (Dan. 7:9,10) donde Dios decide sus juicios.

    • La morada santa (Éxo. 15:13).

    • El monte de reunión donde Dios es adorado (Isa. 14:13; cf. Eze. 28:14).

    • La ciudad santa. La Nueva Jerusalén no tiene templo (Apoc. 21:2, 22), pues ella misma es el Lugar Santísimo donde Dios está presente.

    • El Tabernáculo o tienda (Éxo. 26:1; Apoc. 21:3).

    Este rico lenguaje relativo al Santuario de Dios lleva a la conclusión de que es necesario subrayar las funciones más que la arquitectura del templo. Esta diversidad de aspectos de la santa morada del Señor dice mucho acerca de ese lugar en el cielo, que no puede ni debe ser limitado por nuestra imperfecta e inadecuada comprensión de las realidades celestiales.

    Las imágenes son poderosas. El lugar donde Dios reside no puede ser encasillado dentro de las pequeñas y limitadas imágenes y escalas humanas. Es un lugar multidimensional de adoración, el centro de mando del Todopoderoso, un lugar de refugio y seguridad donde se toman todas las decisiones importantes y se lleva a cabo la redención y se resuelve el problema del mal.

    Lo más importante para nuestro Señor no son las cosas, el desempeño, los logros o las agendas, sino su relación con sus criaturas. Incluso cuando Israel perdió su santuario, Dios encontró una manera de mantenerse en relación con su pueblo: ¡Él se convirtió en el Santuario para ellos! Cuando el glorioso templo salomónico fue destruido por el poderoso rey babilonio Nabucodonosor y los israelitas fueron enviados al exilio debido a su infidelidad (Dan. 9: 4-20), Dios aseguró a su pueblo por medio del profeta Ezequiel que él sería "un santuario [...] en las tierras adonde lleguen" (Eze. 11:16). Dios ama a las personas y anhela estar en comunión con ellas. "El Señor esperará para tener piedad de ustedes y será exaltado para compadecerse de ustedes; porque el Señor es Dios de justicia. ¡Dichosos los que esperan en él!" (Isa. 30:18).

    No es de extrañar que, en relación con la encarnación de Cristo, la Biblia diga que él "habitó [literalmente "moró en una tienda de campaña"] entre nosotros" (Juan 1:14).

    LA REALIDAD DEL SANTUARIO TERRENAL Y EL CELESTIAL

    El Señor ordenó a Moisés que construyera un santuario "conforme al modelo" (en hebreo tabnit; Éxo. 25:9) que le mostró en el monte Sinaí. Este modelo era una representación fiel del Santuario celestial adaptada a nuestra situación y condición humanas (Heb. 8:1, 2).

    El Santuario terrenal no era un calco material y exacto del celestial. Es decir, no estaba construido en una escala de uno a uno respecto del celestial. Pablo destaca la gran diferencia entre el Santuario celestial y el terrenal. Sostiene que los sacerdotes "sirven en un santuario que es copia y sombra del que está en el cielo" (Heb. 8:5) y explica que el terrenal era solo una sombra de la realidad celestial. Esta ilustración que utiliza el apóstol es muy apropiada.

    Tanto yo como mi sombra somos reales. Sin embargo, mi sombra es un reflejo muy pobre de mi persona. Se puede sabei muy poco de mí en base a mi sombra. El aspecto de mi sombra depende de la posición del sol. En el mejor de los casos, se podría decidir en base a ella si soy un hombre o una mujer, si soy alto o bajo, obeso o delgado, y se podría especular acerca de otras características externas. Mi sombra no revelará al observador mi edad ni la expresión de mi rostro. No dirá nada sobre mi forma de pensar, mis emociones, mis objetivos, mis conocimientos, mi trabajo, mi posición social, mis sueños, mis decepciones o mis planes. Este ejemplo demuestra que no debemos pretender amoldar el Santuario celestial a nuestro pensamiento, conocimiento y experiencia limitados.

    El templo celestial es incomparable en medida, espacio y materiales, pues es el lugar donde Dios reside. Es el palacio donde está su trono (Jer. 17:12), un lugar de reunión y adoración para el universo (Isa. 14:13) y el centro de control celestial desde donde él emite sus juicios (Sal. 11:4, 5; 18:6; 57:3; 76:8; 102:19; 123:1). Así como Dios, los ángeles y el Cielo son reales, el Santuario celestial también lo es.

    Los rituales del Santuario terrenal presentaban un aspecto muy importante de la salvación al demostrar cómo Dios salva y trata con el pecado y los pecadores. El Santuario terrenal reflejaba las principales acciones relacionadas con el plan de salvación. Los servicios diarios proporcionaban al creyente individual el perdón y la seguridad de la salvación, pero luego los servicios anuales mostraban la solución final y objetiva al problema del pecado: el mal será erradicado. Como resultado, el carácter amoroso, veraz y justo de Dios será exaltado, reivindicado y afirmado por todo el universo porque él ha revelado y demostrado abiertamente su amor. Todas las criaturas reconocerán su gloria, soberanía y poder. Él es digno de la alabanza de todo ser por su bondad y justicia, y toda persona se inclinará ante él con total admiración (Fil. 2:9, ro; Apoc. 15:4). Todos, sin excepción, proclamarán que Dios es amor.

    Tenemos el extraordinario privilegio de comunicarnos y entablar una relación con el Rey de reyes y Señor de señores de todo el universo. "¡Alabado sea el Señor, nuestro Dios y Salvador! Cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación" (Sal. 68:19).

    Todos necesitamos cultivar un tiempo devocional significativo con el Señor para comprender, escuchar y seguir a nuestro Dios. Elena de White lo describe elocuentemente:

    Todos los que están en la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios. En ellos tiene que manifestarse una vida que en nada armonice con el mundo, sus costumbres o prácticas; necesitan tener una experiencia personal en la adquisición de un conocimiento de la voluntad de Dios. Cada uno de nosotros debe oír la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda otra voz calla, y tranquilos esperamos en su presencia, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. Él nos dice: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Sal. 46:1o).1

    CONCLUSION

    Hemos llegado al final de nuestro viaje a través del libro de Éxodo, aunque la historia del recorrido de Israel hacia la Tierra Prometida no termina allí, como es el caso de nuestro viaje a la Canaán celestial.

    Nuestro viaje fue un paseo emocionante que comenzó con el asentamiento de la familia de Jacob en Egipto, seguido de su historia de opresión, y avanzó luego rápidamente hasta el nacimiento de Moisés (Éxo. 2) y su llamado divino para que condujera a los israelitas fuera de Egipto (Éxo. 3 y 4).

    Moisés tenía ochenta años cuando recibió ese llamado, y los acontecimientos descritos en Éxodo 3-40 ocurrieron en menos de un año y medio. Los dramáticos encuentros de Moisés con el faraón y las diez plagas enviadas por el Señor contra los dioses egipcios y quienes se asociaban con ellos condujeron a la liberación del pueblo de Dios.

    El espectacular éxodo de Egipto constituye el núcleo de la narración, ya que Dios salvó así a su pueblo elegido. La triunfal derrota del poderoso ejército egipcio debido a las milagrosas intervenciones de Dios en el Mar Rojo fue ampliamente celebrada. De camino al monte Sinaí, Dios hizo maravillas y proveyó agua, codornices y maná a su pueblo.

    En el Sinaí, les dio las Diez Promesas o Mandamientos grabados en dos tablas de piedra, tras lo cual les explicó cómo ponerlos por obra en la vida cotidiana. Dios dio instrucciones detalladas para construir un Santuario porque deseaba habitar visiblemente con su pueblo. El libro culmina con la inauguración del Tabernáculo lleno de la gloria de Dios. De esa manera, la presencia de Dios era evidente entre los israelitas.

    Cerremos nuestras reflexiones acerca del mensaje del libro de Éxodo de forma similar a como comenzamos. Dios rescata a su pueblo. Él está comprometido en su misión salvífica. Quiere que todos lo conozcan, que sepan quién es y que reconozcan su amor, bondad y misericordia para con la humanidad, por lo cual se da a conocer como el Dios de amor, verdad, compasión y justicia que desea salvar a todos. El deseo supremo de Dios es acertadamente expresado en el libro de Isaías: "Mírenme a mí, y sean salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no existe ningún otro" (Isa. 45:22). El apóstol Pedro está de acuerdo con ello cuando dice: "El Señor no demora en cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que es paciente con nosotros, porque no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Ped. 3:9). El profeta Ezequiel afirma que el Señor no se complace en la muerte de los malvados, por lo que llama a las personas al arrepentimiento y a la vida (Eze. r8:23, 30-32).

    Él es el Salvador, y su plan de redención funciona. Su gracia es sumamente costosa pues murió por nuestros pecados para rescatarnos del dominio, la esclavitud y la opresión del pecado.

    Las misiones de rescate terrenales a veces tienen éxito, pero siempre son costosas, muy exigentes, arriesgadas y extremadamente peligrosas. Esto se hizo evidente en el caso de una misión de rescate que tuvo lugar en Tailandia hace varios años.

    EL RESCATE EN LA CUEVA DE THAM LUANG

    Wikipedia describe el dramático y conocido rescate que tuvo como escenario la cueva de Tham Luang.

    En junio y julio de 2018, un equipo juvenil de fútbol fue rescatado de Tham Luang Nang Non, un sistema de cuevas en la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia. Doce miembros del equipo, de entre rr y 16 años, y su entrenador, de 25 años, entraron en la cueva el 23 de junio. Poco después, comenzaron fuertes lluvias que inundaron

    parcialmente el sistema de cuevas, bloqueando la salida y dejándolos atrapados en su interior.

    Los esfuerzos por localizar al grupo se vieron dificultados por el ascenso del nivel del agua y las fuertes corrientes, y el equipo estuvo sin contacto con el exterior durante más de una semana. El rescate se convirtió en una operación de gran envergadura en la que participaron equipos internacionales. El 2 de julio, tras avanzar por pasadizos estrechos y aguas turbias, los buzos británicos John Volanthen y Rick Stanton encontraron al grupo con vida en una roca elevada a unos 4 kilómetros de la boca de la cueva.

    Los organizadores del rescate analizaron varias opciones para liberar al grupo; entre ellas: enseñarles técnicas básicas de buceo para poder sacarlos de allí cuanto antes, aguardar hasta que se encontrara o perforara una nueva entrada a la cueva o esperar a que el nivel del agua descendiera al final de la estación monzónica, varios meses después. Tras varios días de extracción de agua del sistema subterráneo de las cuevas mediante bombas y una pausa en las lluvias, los equipos de rescate trabajaron con rapidez para extraer al grupo antes de las próximas precipitaciones, que se esperaban para el n de julio. Entre el 8 y el io de julio, los 12 muchachos y su entrenador fueron rescatados de la cueva por un equipo internacional.

    En el rescate participaron unas io.ooo personas, entre ellas más de ioo buzos, decenas de socorristas, representantes de unos ioo organismos gubernamentales, 900 policías y 2.000 soldados. Se necesitaron diez helicópteros de la policía, siete ambulancias, más de 700 tubos de oxígeno para buceo y el bombeo de más de mil millones de litros de agua de las cuevas.

    Saman Kunan, un ex integrante de la Marina Real Tailandesa de 37 años, murió asfixiado durante un intento de rescate el 6 de julio cuando regresaba a una base de operaciones en la cueva tras entregar tubos de oxígeno al

    grupo atrapado. Al año siguiente, en diciembre de 2019, el buzo de rescate e integrante de la marina tailandesa Beirut Pakbara murió a causa de una infección sanguínea contraída durante la operación.1

    Una misión de rescate terrenal puede tener éxito y prolongar la vida de algunas personas durante varios años. Sin embargo, tanto los rescatados como sus rescatadores morirán algún día. Esa es la trágica realidad de nuestra existencia. El apóstol Pablo llama a la muerte nuestro enemigo (1 Cor. 15:26).

    Sin embargo, la misión de rescate de Cristo es permanente porque él tiene la solución al problema de la muerte (Apoc. 21:4). Él murió para que nosotros pudiéramos vivir, y resucitó para ser el vencedor de la muerte y la fuente de la vida eterna. Él es "la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Él tiene la llave del sepulcro y el poder de resucitar a las personas para que disfruten de una nueva vida: "Soy el que vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de siglos; y tengo las llaves de la muerte y del sepulcro" (Apoc. 1:18). Dios enseñó esta lección a los israelitas mediante la celebración de la Pascua, pues la sangre del cordero era una señal de vida que dirigía la atención hacia la muerte del Cordero de Dios, quien puede otorgarnos la vida eterna (Juan 1:29; 1 Cor. 5:7; 1 Ped. 1:19; Apoc. 7:14).

    Para concluir, recordemos los grandes temas del Evangelio según Éxodo:

    • El Dios del Éxodo valora y ama a cada persona y desea su bienestar.

    • El Dios del Éxodo cumple su palabra y sus promesas.

    • El Dios de Moisés es un Dios compasivo y bondadoso. Ve la opresión de su pueblo, escucha sus pedidos de auxilio y se conmueve hasta el punto de intervenir en su favor. Aunque no lo merecen, él les demuestra tangiblemente su gracia.

    • El Dios del Éxodo juzga. Quiere salvar al mayor número posible de personas, pero no tolera la violencia, la explotación

    ' "Tham Luang Cave Rescue", disponible en: en.wikipedia.org/wiki/Tham Luang_cave_rescue; consultado el 9 de diciembre de 2024.

    ni la opresión. En virtud de su justicia, él pondrá ñn a quienes destruyen la vida y violan sus principios.

    • El Dios del Éxodo libera y salva a los oprimidos, maltratados y marginados.

    • El Dios del Éxodo lucha por nosotros, por lo cual debemos confiar en él.

    • El Dios del Éxodo suple nuestras necesidades, así como lo hizo con las de los israelitas en el desierto.

    • El Dios del Éxodo da instrucciones, y su ley es su promesa de ayudar a quienes permanecen en una relación íntima con él-

    • El Dios de Moisés enseña la diferencia entre la adoración verdadera y la falsa.

    • El Dios de Moisés transforma a las personas que le permiten ser luz para este mundo.

    • El Dios de Moisés nos capacita para servir y nos concede los dones que necesitamos para participar en su misión salvadora y realizar la obra que nos encomienda.

    • El Dios del Éxodo quiere habitar con su pueblo, así como se complacía en mostrar su presencia visible y su gloria en el Santuario.

    • El amor de Dios abarca a todos. Él llega a todas las periferias de la vida, tocando a las personas despreciadas, condenadas al ostracismo, ignoradas y no respetadas. Dios quiere liberar a cada persona que clama por libertad y salvación.

    • La misión divina de rescate en favor de los israelitas tuvo éxito. Él cumplió sus objetivos. Por lo tanto, el éxito de su misión de liberación en favor de la humanidad está garantizado pues ya ha vencido y nos ha salvado por medio de la cruz. Ni Dios ni su causa están en duda o en peligro. Él venció y murió para que todos vivamos. Su muerte en la cruz fue victoriosa, y Satanás es ahora un enemigo derrotado (Heb. 2:14). Cuando Jesús dijo en la cruz: "Consumado es", no solo nuestra salvación estaba asegurada, sino que Satanás estaba definitivamente derrotado. Solo es cuestión de tiempo hasta que sea aniquilado. Todos los que creen en Cristo tienen vida eterna en él (Juan 5:24; 1 Juan 5:10-12). ¡Alabado sea el Señor por este precioso don de la comunión eterna con Cristo Jesús, por la cual viviremos para siempre con él, nuestro Creador y Salvador, con gozo y paz!


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