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Lee Deuteronomio 18:15-22 y Josué 1:1-9. ¿Por qué es significativo que el libro de Josué comience haciéndose eco de una promesa relacionada con lo que sucedería tras la muerte de Moisés?
Aunque Moisés había muerto y un nuevo líder, Josué, había sido nombrado por Dios, existen paralelismos entre ellos. Dios había dicho a ambos que conducirían a su pueblo a la tierra que fue prometida a sus padres. El Señor dijo a Josué: “Como prometí a Moisés, les he entregado a ustedes todo lugar que pise la planta de su pie” (Jos. 1:3). Josué terminaría la obra que había sido originalmente encomendada a Moisés. Era, en realidad, un nuevo Moisés.
Lee Éxodo 33:11; Números 14:6, 30, 38; 27:18; 32:12; Deuteronomio 1:38; 31:23; y 34:9. ¿Qué dicen estos textos acerca de Josué?
La promesa de que Dios “levantaría” un profeta semejante a Moisés (Deut. 18:15) no se había hecho aún realidad. Las palabras iniciales del libro de Josué recuerdan al lector esta promesa y, al mismo tiempo, crean la expectativa de verla cumplida.
Aunque muerto, Moisés sigue dominando el primer capítulo. Su nombre es mencionado allí diez veces, mientras que el de Josué solo cuatro. Moisés es llamado “siervo del Señor”, mientras que Josué es el “ayudante de Moisés” (Jos. 1:1). Josué necesitará toda una vida de servicio fiel y obediencia para recibir el título de “siervo del Señor” (Jos. 24:29).
Aunque el primer capítulo de Josué registra la transición entre dos grandes líderes de Israel, el personaje más importante es el propio Señor, cuyas palabras dan inicio al libro y cuya conducción es el tema dominante. No hay dudas acerca de quién era el verdadero líder de Israel.
A lo largo de los siglos, Dios ha llamado a hombres y mujeres para dirigir a su pueblo. ¿Por qué es crucial recordar quién es el verdadero Líder invisible de la iglesia?
Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Josué 1:8.
Si los hombres andan en la senda que Dios les ha marcado, tendrán un consejero cuya sabiduría está muy por encima de cualquier sabiduría humana. Josué fue un general sabio porque Dios fue su guía. La primera espada que Josué usó fue la espada del Espíritu, la Palabra de Dios. . . .
Fue porque las influencias más fuertes iban a ser ejercidas contra sus principios de justicia que el Señor en su misericordia le encargó que no se desviara ni a la derecha ni a la izquierda. Debía seguir un curso de la más estricta integridad. . . . Si no hubiera habido peligro delante de Josué, Dios no le habría encomendado una y otra vez que fuera valiente. Pero en medio de todas sus preocupaciones, Josué tenía a su Dios para guiarlo.
No hay mayor engaño que el que el hombre suponga que en cualquier dificultad puede encontrar un guía mejor que Dios, un consejero más sabio en cualquier emergencia, una defensa más fuerte bajo cualquier circunstancia...
El Señor tiene una gran obra que hacer en nuestro mundo. A cada hombre le ha dado Su obra para que la haga. Pero el hombre no debe hacer del hombre su guía, para que no se extravíe; esto siempre es peligroso. Si bien la religión bíblica encarna los principios de la actividad en el servicio, al mismo tiempo existe la necesidad de pedir sabiduría diariamente a la Fuente de toda sabiduría. ¿Cuál fue la victoria de Josué? Meditarás en la Palabra de Dios día y noche. La palabra del Señor vino a Josué justo antes de que cruzara el Jordán... Este fue el secreto de la victoria de Josué. Hizo de Dios su Guía.
Quienes ocupan puestos de consejeros deben ser hombres altruistas, hombres de fe, hombres de oración, hombres que no se atrevan a confiar en su propia sabiduría humana, sino que busquen con fervor luz e inteligencia para saber cuál es la mejor manera de dirigir sus asuntos. Josué, el comandante de Israel, escudriñó diligentemente los libros en los que Moisés había anotado fielmente las instrucciones dadas por Dios —sus requisitos, reprensiones y restricciones— para no actuar imprudentemente. — Conflict and Courage, 20 de abril, pág. 116.
Juan 8:54-58 |
1 Corintios 1:26-2926 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. |