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Para Maestros de Escuela Sabática
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA
Texto clave: Marcos 1:1
Enfoque del estudio: Marcos 1.
Introducción:
En el primer versículo de su Evangelio, Marcos resume no solo el tema del
capítulo inicial, sino de todo su relato: “El evangelio de Jesucristo”. En un siglo en
que la gente solía dejarse seducir por el encanto de “un evangelio diferente del
que [había] recibido” (Gál. 1:9), Marcos inicia su narración con su trascendente
declaración inicial para destacar la esencia de la religión cristiana: la buena noticia
acerca de Jesucristo. Jesús reveló el evangelio no solo a quienes fueron restaurados
por su toque sanador, sino también a una comunidad de fe dispar que necesitaba
creerlo. Desde la perspectiva de Marcos, Jesús mismo es, en definitiva, el evangelio.
Temática de la lección:
El estudio de esta semana repasa dos componentes del primer versículo del
Evangelio de Marcos: la frase “el evangelio de Jesucristo” y, más específicamente,
el nombre mismo “Jesucristo”.
1. “El evangelio de Jesucristo”. Para Marcos, el evangelio (euangelion, en griego)
es la buena noticia de Dios, cimentada en las Sagradas Escrituras, proclamada por
Cristo en las sinagogas y manifestada en su ministerio terrenal. Como tal, la buena
nueva de Dios es también, en verdad, la buena noticia de Jesús.
2. “Jesucristo”. Marcos presenta a Jesús en las múltiples facetas de su ministerio.
Jesús es el Hijo de Dios y el Santo. También se refiere a él como un gran maestro,
predicador y sanador compasivo en la región de Galilea y más allá.
COMENTARIO
“El principio de…”
Los cuatro evangelios comienzan con referencias al “principio” de Jesucristo. El
Evangelio de Mateo se inicia con el origen humano ancestral de Jesús como “hijo
de David, hijo de Abraham” (Mat. 1:1). Lucas prologa el relato de su Evangelio con
“el principio” del ministerio público de Jesús, narrado por testigos presenciales
(Luc. 1:2). El “principio” del Evangelio de Juan es especial, porque se refiere a un
tiempo anterior a los albores de la historia humana; anterior incluso al “principio”
mencionado en Génesis. El “principio” que Juan menciona en su Evangelio se refiere
a la eternidad de Jesucristo: “En el principio existía el Verbo” (Juan 1:1). En cambio,
Marcos comienza su relato con las palabras “el principio del evangelio de Jesucristo”
(Mar. 1:1). Es decir, Marcos se propone narrar el evangelio de Jesucristo, ejemplificado
en su ministerio, desde el inicio.
Marcos introduce su Evangelio con una afirmación que resume el tema de su libro:
“El principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios” (Mar. 1:1). En esta frase, las dos
palabras principales que consideraremos detenidamente son “evangelio” y “Jesucristo”.
“El evangelio de Jesucristo”
Marcos es el único de los cuatro evangelistas que utiliza la expresión “el evangelio de Jesucristo” [euangeliou Iēsou Jristou] (Mar. 1:1), la cual nos dice que Jesús y
su evangelio son el centro y la esencia de la narración de Marcos.
Haríamos bien, pues, en comenzar nuestro estudio del Evangelio de Marcos
preguntándonos: ¿Qué es el evangelio? Según los lexicógrafos, la expresión griega
euangelion, comúnmente traducida como “evangelio”, tiene más de un significado:
“La buena noticia de Dios para los humanos”; “la buena noticia como proclamación”;
“un libro referido a la vida y las enseñanzas de Jesús, un relato evangélico”; “los
detalles acerca de la vida y el ministerio de Jesús”; “las buenas noticias comunicadas
por Jesús” (William Arndt, Felix W. Gingrich, Frederick W. Danker, eds., A Greek-English
lexicon of the New Testament and other early Christian literature [Chicago: University
of Chicago Press, 2000], p. 403). En vista de estas definiciones, podemos concluir
que Marcos utiliza la expresión “evangelio” para describir los actos misericordiosos
de Jesús durante su ministerio y para designar la idea misma del evangelio como
“buena noticia” de parte de Dios.
Los hechos de Jesús como evangelio
Marcos presenta “el evangelio de Jesucristo” en el contexto de la actividad de
Jesús en favor de la humanidad. Así, desde el principio de su Evangelio, retrata la
buena noticia tal como se aprecia en la enseñanza y la predicación de Jesús (Mar.
1:22, 39), en el dominio que ejerce sobre los demonios o espíritus impuros (Mar.
1:27), y en sus diversos actos de curación, que incluyen la sanación de la suegra
de Simón Pedro (Mar. 1:30, 31) y de muchos otros enfermos (Mar. 1:32, 34, 40-42).
Al estudiar los evangelios, observamos que Juan comienza el suyo con la preexistencia del Logos (palabra griega traducida como “Verbo” en Juan 1:1) y las credenciales de Jesús, presentadas por Juan el Bautista. Mateo y Lucas dedican una
amplia sección de sus evangelios al origen humano de Jesús y a sus primeros años
en esta Tierra. A diferencia de ellos, Marcos presenta desde el principio a Jesús
como el Hacedor. Los hechos de Jesús ocupan un lugar central en la narración de
Marcos, convirtiéndola en el evangelio en acción, en movimiento.
El evangelio como “buena noticia” que debe ser proclamada
El Evangelio de Marcos también tiene sus raíces en la Palabra de Dios; concretamente, en su revelación. Inmediatamente después de la declaración del versículo 1,
“el principio del evangelio de Jesucristo”, Marcos cita las Escrituras del Antiguo Testamento, incluidos algunos versículos del libro de Isaías (Mar. 1:2, 3), con una alusión
a las 70 semanas del libro de Daniel (Mar. 1:15; ver Dan. 9:24-27). Aquí podemos ver
claramente el evangelio como contenido, como “buena noticia”. Marcos define esta
noticia como “el evangelio del Reino de Dios” (Mar. 1:14). Por lo tanto, la buena nueva
es una proclamación divina dirigida a la humanidad.
En resumen, Marcos da a entender que el evangelio es tanto la palabra de Dios
como los actos de Jesús durante su ministerio terrenal.
“Jesucristo”
Otra palabra clave al comienzo del Evangelio de Marcos es “Jesucristo”. ¿Cómo
describe Marcos a Jesús? A lo largo de su relato, lo describe como “Hijo de Dios”
(Mar. 1:1), “Hijo del hombre” (Mar. 9:31) e “Hijo de David” (Mar. 10:47). Con estas
tres identificaciones, las credenciales divinas de Jesús son presentadas desde el
comienzo mismo del Evangelio de Marcos.
Jesús como Hijo de Dios e Hijo del Hombre
En la encarnación, Jesús, el Hijo eterno, asumió el papel redentor en sumisión
a la autoridad de Dios Padre (Mar. 1:11), colocándose voluntariamente bajo la guía
del Padre y bajo la dirección del Espíritu Santo (Mar. 1:10, 11). En la referencia de
Marcos a Jesús como Hijo del Hombre, vemos una alusión a Daniel 7. Al atribuir la
identidad y el título de Hijo del Hombre a Jesucristo, Marcos confirma que el Reino
de Dios (Dan. 7:14, 27) pertenece a Jesús, y que este Reino estaba cerca en la época de Marcos (Mar. 1:15), quien describe ampliamente los actos de Jesús como ser
humano, no sin antes presentarlo también como divino.
Jesús como santo
En consonancia con la identificación de Jesús como ser divino, Marcos también
presenta a Jesucristo como “el Santo de Dios” (Mar. 1:24). Esta descripción puede ser
una alusión a Isaías 6, donde se presenta al Señor como santo (Isa. 6:3). “Santo” es la
expresión preferida de los seres celestiales para referirse al Señor. En Marcos, incluso
los demonios reconocen a Jesús como el Santo [ho hagios, en griego] (Mar. 1:24); es
decir, reconocen a Jesús como puro (Danker y otros, A Greek-English lexicon of the New
Testament and other early Christian literature, p. 11). La pureza es la esencia del ser de
Dios. Por lo tanto, los demonios, o espíritus inmundos, impuros, no pueden permanecer ante él. Es más, reconocen que serán destruidos en su presencia (Mar. 1:24).
Jesús como maestro y predicador
Marcos también presenta a Jesús como maestro y predicador. Jesús mismo señala estas facetas de su ministerio como el propósito de su primera venida: “Para
que predique también allí; porque para esto he venido” (Mar. 1:38). Parece que el
ámbito preferido para enseñar o predicar en aquellos días era la sinagoga, mencionada cuatro veces en el primer capítulo del Evangelio de Marcos (Mar. 1:21, 23,
29, 39). La enseñanza y la predicación de Jesús tenían un sello divino, pues estaban
fundamentadas en la Revelación, que él trataba de hacer relevante y significativa
para su audiencia al decir: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca”
(Mar. 1:15). Después del incidente en la sinagoga, en el que Jesús expulsó a un espíritu impuro de un hombre, “todos se maravillaron, de tal manera que preguntaban
unos a otros: ‘¿Qué es esto? ¡Una nueva doctrina con autoridad! Y aun ordena a los
espíritus impuros y le obedecen’ ” (Mar. 1:27).
Aunque Marcos afirma que Jesús no enseñaba ni predicaba como los escribas (Mar.
1:22), su mensaje coincidía esencialmente con el que anunciaba Juan el Bautista: un
mensaje de arrepentimiento (Mar. 1:4). Jesús, en la misma línea, predicaba un mensaje de arrepentimiento
e instaba a su audiencia a creerlo y aceptarlo (Mar. 1:14, 15)
Aunque frecuentaba las sinagogas de las ciudades para predicar, Jesús no se
limitaba a ninguna ciudad, como Capernaum (Mar. 1:21), también llamada “su ciudad”
(Mat. 9:1). Era un predicador itinerante. Como tal, “predicaba en las sinagogas de
toda Galilea” (Mar. 1:39).
Jesús como sanador
Como acabamos de señalar, el ministerio de Jesús, tal como se describe en el
primer capítulo de Marcos, no está circunscripto a una ciudad en particular. Tampoco está vinculado a un lugar concreto, como la sinagoga. Marcos presenta a Jesús
“caminando junto al mar de Galilea” (Mar. 1:16), yendo a la casa de Simón y Andrés
(Mar. 1:29), y visitando un lugar apartado (Mar. 1:35). Su ministerio llega a todas las
regiones de Galilea y sus alrededores (Mar. 1:28), incluidas las zonas despobladas
(Mar. 1:45). Busca activamente llegar a la gente donde esta se encuentra.
Además de un intenso ministerio de enseñanza y predicación, Jesús fue muy
activo en llevar curación a quienes sufrían. Su misión implicaba la restauración integral del ser humano. Sanó a un hombre que padecía a causa de convulsiones (Mar.
1:23-26). Restableció a la suegra de Simón, que estaba postrada por la fiebre (Mar.
1:30, 31). Liberó y curó al endemoniado (Mar. 1:32-34, 39). No fue indiferente a la
lamentable situación de un leproso que acudió desesperado a él. Sin inmutarse por
el riesgo del contagio, Jesús puso su mano sobre él y lo curó (Mar. 1:40-42). Jesús es
la encarnación de la buena noticia, del evangelio, para mucha gente, tal como narra
Marcos. “Y toda la ciudad se juntó a la puerta” (Mar. 1:33). “Acudían a él de todas
partes” (Mar. 1:45). Su ministerio trajo restauración a todo el ser. La restauración es
la sustancia del evangelio de Jesucristo en sus términos más prácticos.
APLICACIÓN A LA VIDA
Pablo habla de la incidencia de “otros” evangelios en el siglo I, aparte del que él
enseñaba. Tristemente, muchos cristianos fueron engañados por “otro evangelio”
(Gál. 1:6) o por una distorsión del genuino. Invita a tus alumnos a considerar las
siguientes preguntas:
1. ¿Qué significa el evangelio para mí?
2. ¿Cuál es la esencia del evangelio en el que creo?
3. Actualmente, las redes sociales son la principal fuente de información en
muchos aspectos de nuestra vida: cómo nos comunicamos, cómo nos mantenemos
en contacto, cómo compartimos noticias e información, etc. ¿Cuál es la fuente del
evangelio en el que creo?
4. ¿Es la Palabra de Dios aún relevante como fuente de buenas noticias? Dialoguen al respecto.
5. Jesús dedicó gran parte de su ministerio a enseñar, además de predicar, sanar y orar. Comparte con tu clase el aspecto del ministerio de Jesús que más haya
impactado tu vida como maestro. Luego, pregunta a los miembros de tu clase qué
aspecto del ministerio de Jesús ha hecho el mayor impacto en ellos.
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