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  • Complementario - CAPÍTULO 10

    Los últimos días

    Después de sus discusiones con los líderes religiosos, registradas en Marcos 11 y 12, Jesús se sentó en la zona del tesoro del Templo y observó cómo la gente traía sus ofrendas (Mar. 12:41-44). El complejo del Templo tenía trece arcas con aberturas en forma de cuerno para depositar las diferentes ofrendas. No se sabe con exactitud dónde se encontraban estas arcas.1Tal vez, estaban situadas en diversos lugares. En cualquier caso, Marcos 12:41 indica que Jesús estaba sentado frente al tesoro, en el Patio de las Mujeres, cerca del edificio mismo del Templo.

    Mientras observaba a la gente dejar sus ofrendas, se dio cuenta de que algunos depositaban grandes sumas. Pronto se acercó una viuda y echó dos blancas, la moneda más pequeña usada en Palestina en tiempos de Jesús. Se necesitaban 128 38 blancas para equiparar en valor a un denario, la paga diaria de un jornalero como los que Jesús describió en la parábola de la viña (Mat. 20:1-16).

    Para calcular el valor actual de la ofrenda de la viuda basta con dividir el salario de un día por 128. No es mucho. Además, Jesús observó que esas dos leptas eran todo lo que la viuda tenía para subsistir.

    Es sorprendente el contraste entre los abundantes donativos de muchos y la pequeñísima suma ofrendada por la viuda. En el contexto actual, probablemente no notaríamos lo que la viuda ofreció, pero Jesús sí lo notó. Nosotros vemos lo que alguien deposita en el recipiente de las ofrendas, pero Dios ve lo que queda en poder de esa persona. En términos proporcionales, la viuda dio más que todos pues dio todo.

    De esta breve historia se desprenden grandes lecciones. En primer lugar, Jesús avaló el apoyo a la obra de Dios mediante nuestras ofrendas. Es verdad que los líderes del Templo eran corruptos, como hemos visto en la limpieza del Templo por parte de Jesús y en su disputa con los líderes religiosos. Pero esa corrupción no empañó la ofrenda de la viuda: Dios bendijo a esta mujer aunque los líderes religiosos no eran rectos.

    Algunas personas retienen sus diezmos y ofrendas cuando piensan que el dinero está siendo usado incorrectamente. Esto es un error. Quienes proceden así, se privan de ser bendecidos. Los líderes religiosos tienen la responsabilidad de usar las donaciones sabia y éticamente, pero incluso si no lo hacen, Dios bendice a quienes dan fielmente. De lo contrario, nuestros donativos estarían condicionados y no serían libres de nuestro control.

    En segundo lugar, todos tenemos un papel que desempeñar en el apoyo a la obra de Dios, ricos y pobres por igual. Algunas personas piensan que no hemos de animar a los pobres a dar ofrendas sino que ellos deben ser los destinatarios de los donativos. Aunque ayudar económicamente a los pobres es una práctica que cuenta con la bendición del cielo, ellos también tienen la responsabilidad de apoyar la obra de Dios. Lo contrario significaría una forma sutil de despreciarlos y sugerirles que no son lo suficientemente inteligentes o solventes como para apoyar la obra de Dios y que es mejor dejar esa responsabilidad en manos de sus hermanos más sabios y pudientes. Pero las Escrituras no apoyan tal idea. Dios espera los diezmos y las ofrendas de todos. Todos somos iguales ante Dios, y todos estamos llamados a apoyar su causa.

    En tercer lugar, ofrendar para la causa de Dios nos libera de la esclavitud de la 38 codicia. El dinero es seductor (recordemos al rico que no siguió a Jesús en Mar. 10:17 al 22) y puede aferrarse fácilmente al corazón, apagando nuestra sensibilidad a las necesidades de los demás. Dar con regularidad ayuda a desarraigar el egoísmo que empequeñece nuestras vidas. Devolver a Dios parte de los recursos que nos concede indica que las posesiones no nos gobiernan y que las dejamos ir para que él las reutilice. Este hábito de dar forja nuestro carácter y enriquece nuestra vida.

    El fin aún no ha llegado

    Tras observar cómo la gente depositaba sus ofrendas en el Templo, Jesús se marchó, probablemente a través de la Puerta Dorada, en el lado este del complejo del Templo, rumbo al Monte de los Olivos. Uno de sus discípulos señaló los grandes y asombrosos edificios del monte del Templo (Mar. 13:1). Jesús respondió: "¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada" (vers. 2).

    Sin duda, tal afirmación de Jesús escandalizó a los discípulos. El monte del Templo tenía estructuras y piedras que eran enormes, construidas a un elevado costo y con una esforzada labor. Habían sido necesarios casi cincuenta años para que el complejo del lugar sagrado alcanzara la belleza de la que gozaba en la tercera década del siglo I. Imaginar su destrucción sería como si alguien sugiriera la demolición de la estructura más grande de su país. Parecía increíble.

    Mientras Jesús estaba sentado frente al Templo, en el Monte de los Olivos (vers. 3, 4), Pedro, Santiago, Juan y Andrés le pidieron más detalles. Es importante recordar su pregunta: "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? Y, ¿qué señal habrá cuando todas estas cosas estén por cumplirse?" (vers. 4). Jesús respondió a sus preguntas en el resto de Marcos 13, que es el discurso más largo de Jesús en todo el libro y que puede dividirse en cuatro partes:

    1. Las señales del fin de los tiempos, en respuesta a las preguntas de los discípulos (vers. 1-13)

    2. La destrucción de Jerusalén y la tribulación (vers. 14-23)

    3.La venida del Hijo del hombre (vers. 24-27)

    4. Lecciones escatológicas (vers. 28-37)

    El espacio no nos permite ahondar en los detalles de este pasaje, pero trataremos temas clave del discurso de Jesús que nos ayudarán a entender su enseñanza. En la primera sección (vers. 1-13), la predicción clave de Jesús se encuentra en el versículo 2: "No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada". En el versículo

    4, los discípulos hacen una pregunta que tiene dos partes: un aspecto temporal relativo al momento cuando ocurrirían los acontecimientos; y un aspecto de acción relacionado con los acontecimientos específicos que presagiarían la destrucción del Templo. 38

    Lo que se destaca en esta primera sección es el gran énfasis que pone Jesús en la advertencia, incluso cuando formula sus predicciones. En el versículo 5 no comienza con el cuándo ni el qué (los acontecimientos en sí). En lugar de eso, se centra en lo que podría impedirles reconocer las señales de los tiempos. No deben permitir que nadie los extravíe (vers. 5), no deben alarmarse por noticias de guerras (vers. 7), deben estar en guardia porque serán perseguidos (vers. 9), y no deben preocuparse por ser llevados ante los líderes (vers. 11).

    Por supuesto, Jesús hace ciertas predicciones acerca de los acontecimientos que conducirán a la destrucción de Jerusalén. Entre ellos, falsos mesías (vers. 6), guerras y rumores de guerras (vers. 7), terremotos y hambrunas (vers. 8), persecución de los discípulos (vers. 9), la predicación del evangelio en todas partes (vers. 10), familiares que traicionan a los creyentes (vers. 12) y la salvación para los que resisten (vers. 13).

    En nuestros días, muchos interpretan las declaraciones de Jesús como una referencia al fin del mundo. Sin embargo, la atención se centra principalmente en los acontecimientos que conducen a la destrucción de Jerusalén, como se describe en los versículos 14-18. Dicho esto, también es posible ver las predicciones de Jesús aquí a la luz de la tipología o prefiguración histórica, donde un acontecimiento a nivel local tiene una aplicación más amplia y extensa en un entorno más universal. Así, la destrucción de Jerusalén presagia el fin del mundo.

    La abominación asoladora

    El punto de inflexión del capítulo se encuentra en Marcos 13:14: "Cuando vean que la abominación asoladora [mencionada por el profeta Daniel] está donde no debe —el que lee, entienda-, entonces los que estén en Judea huyan a los montes". ¿Qué es esta "abominación asoladora"?2 Se han propuesto numerosas explicaciones acerca de ella, pero es importante recordar que la fraseología procede de varias referencias del libro de Daniel (Dan. 8:13; 9:27; 11:31; 12:11).

    Muchos eruditos opinan que esta fraseología de las profecías de Daniel está vinculada a la historia de Antíoco IV Epífanes, el gobernante seléucida que en el año 167 a.C. erigió un altar pagano en el Templo de Jerusalén y ofreció un cerdo en él. Estos eruditos adoptan un enfoque preterista (de "pretérito", pasado) de la profecía, según el cual esta se refiere a la época del autor (Daniel), quien habría escrito después de ocurridos los hechos pretendiendo ser un profeta de una época anterior.

    El problema con el punto de vista preterista de las profecías de Daniel, particularmente respecto de la abominación asoladora, es doble. Primero, ninguna de las cifras de tiempo mencionadas en el libro de Daniel armoniza con la historia de Antíoco (ni los 2.300 días, ni los 1.260 días, ni las 70 semanas ni otros períodos de tiempo). Si el libro de Daniel hubiera sido escrito por alguien que estuviera refiriéndose a la historia de Antíoco, se esperaría que hubiese usado las fechas correctas. El otro problema es que Jesús indica que la abominación asoladora era todavía futura en sus días. Además, en Marcos 13, él no hace ninguna nueva aplicación de la profecía.

    Entonces, ¿a qué se refiere la abominación asoladora? Probablemente a los estandartes o banderas que llevaban los soldados romanos cuando vinieron a sofocar la revuelta judía. Estos estandartes tenían símbolos paganos, y los soldados adoraban a su alrededor. Esta idolatría sería una abominación en Israel. Este punto de vista es corroborado por la descripción que aparece en Lucas 21:20: "Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos, sepan entonces que su destrucción ha llegado .

    Parecía demasiado tarde para escapar cuando la ciudad fue rodeada. Pero, sorprendentemente, cuando el general romano Cestio ataco la ciudad en el año 66, los judíos se unieron y lucharon contra los romanos, quienes se retiraron inexplicablemente, en vista de lo cual los judíos regresaron triunfantes a la ciudad.

    Es de suponer que cualquier cristiano que hubiera quedado en Jerusalén habría reconocido en ese momento la señal anunciada y salido de la ciudad.355

    En la tipología que hemos señalado anteriormente, un acontecimiento histórico encuentra un cumplimiento posterior en una aplicación más amplia o extensa. Cuando se trata de la abominación asoladora, el cumplimiento histórico posterior se refiere al ascenso del anticristo al poder según o predicho en Daniel 7 y 8, y Apocalipsis 13.

    La gran tribulación y las señales finales

    En Marcos 13:19, Jesús hace esta predicción: "Porque en esos días habrá tal tribulación como nunca hubo desde el principio del mundo que creó Dios hasta ese tiempo, ni la habrá". ¿A qué se refiere esta gran tribulación. Hay dos detalles en el versículo 19 que ayudan a interpretarlo. En su descripción de las señales del tiempo del fin, Jesús señala ahora hacia un momento futuro más distante que aquello de lo que ha estado hablando hasta aquí. Ademas, en contraste con el uso de pronombres como "este" y "estos , que predominan en los versículos 1 al 13 al describir acontecimientos más cercanos a su tiempo (vers. 2, 4, 8, 11, 13, 29, 30), el Señor usa pronombres como esa , "ese" y "esos" con más regularidad en la última mitad de la profecía (vers. 19, 24, 32), señalando acontecimientos más distantes respecto de su tiempo.

    Jesús dice que la tribulación será peor que cualquier otra en la historia previa Q Difícilmente puede referirse solo a la desastrosa caída de Jerusalén, ya que hubo desastres peores antes y después. Sugerimos, en cambio, que Jesús se está refiriendo al período más largo de la persecución por parte del poder del anticristo, que ocurrió durante la profecía de los 1.260 días de Daniel 7:23 al 27 (comparar Dan. 8:9-14; Apoc 12 13; 2 Tes. 2). Este período de persecución se extendió desde el año 538 d.C. hasta 1798, y fue acortado por la Reforma Protestante, tal como Jesús predijo en Marcos 13:20.

    3. El historiador eclesiástico Eusebio (siglo IV) indica que los cristianos de Jerusalén fueron advertidos por un oráculo divino para que huyeran a la ciudad de Pella y que lo hicieron antes de que comenzara la guerra. Ver Eusebio, Historia eclesiástica 3.5.3, Epifanio, Panarion 29.7.7; Epifanio, Sobre pesos y medidas 15.

    Después de estos acontecimientos, Jesús predice más falsos mesías, con una repetida advertencia acerca de la necesidad de estar en guardia (vers. 21-23). Luego, el Señor indica que aparecerán señales en los cielos después de la gran tribulación, presagiando su regreso: "El sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las

    55 El historiador eclesiástico Eusebio (siglo IV) indica que los cristianos de Jerusalén fueron advertidos por un oráculo divino para que huyeran a la ciudad de Pella y que lo hicieron antes de que comenzara la guerra. Ver Eusebio, Historia eclesiástica 3.5.3, Epifanio, Panarion 29.7.7; Epifanio, Sobre pesos y medidas 15.

    estrellas caerán del cielo y los poderes del cielo serán conmovidos" (vers. 24, 25). Los adventistas creen que estas señales se cumplieron en el Día Oscuro del 19 de mayo de 1780 y en la gran lluvia de meteoritos o Leónidas del 13 de noviembre de 1833. Aunque estos acontecimientos no fueron sobrenaturales, el Señor predijo que ocurrirían. Durante los siglos XVIII y XIX, se renovó el interés por la Segunda Venida y comenzó el movimiento adventista. El siguiente acontecimiento es el sacudimiento de las potencias de los cielos y el regreso de nuestro Señor y Salvador (vers. 25, 26).

    "Esta generación" y "aquel día"

    En Marcos 13:30, las palabras "no pasará esta generación sin que todo esto suceda" han preocupado a muchos. ¿Se equivocó Jesús? La respuesta es no. Su profecía se cumplió.

    Se puede encontrar la explicación de este enigma al comparar el versículo 30 con el 32. El versículo 30 utiliza la frase "esta generación", mientras que el versículo 32 se refiere a "ese día". Tal como señalamos anteriormente, pronombres como "estas" y "esto" predominan en los versículos 1 al 13, mientras que "esa", "ese" y "esos" son más frecuentes en los versículos posteriores del capítulo. Esto significa que la predicción de Jesús acerca de "esta generación" se refiere a las personas que vivieron durante el siglo I, hasta la caída de Jerusalén en el año 70, mientras que "ese día" en el versículo 32 se refiere a un acontecimiento más lejano: su segunda 1 venida.

    Una nota más: la profecía de Jesús en Marcos 13 comienza refiriéndose a sus propios días y se extiende a través de los siglos hasta su regreso en gloria. En otras palabras, la profecía va desde el tiempo del profeta (Jesús, en este caso) hasta el tiempo del fin (su regreso). Esta es claramente una interpretación historicista de la profecía en contraste con los otros enfoques interpretativos: la preterista sostiene que la profecía solo se refiere al tiempo del profeta; la futurista explica que la profecía tiene que ver con un momento cercano al fin; la idealista propone que la profecía no tiene que ver con momentos o eventos históricos específicos o determinados, sino con realidades que pueden presentarse una y otra vez a lo largo de la historia.


    1  Ver Vincent Taylor, The Gospel according to St. Mark, 2a ed. (Londres: Macmillan, 1966), p. 496; Adela Yarbro Collins, Mark, Hermeneia (Minneapolis: Fortress Press, 2007)', pp. 588, 589. Para la descripción de los cofres en la Mishná, ver el tratado Seqalim 6.5.

    2  Ver Tom Shepherd, "Abomination of desolation," en The New Interpreter's Dictionary of the Bible, ed. Katharine Doob Sakenfeld (Nashville: Abingdon, 2006), t. 1, pp. 16, 17. En Marcos 13:14 se observa el mismo desafío lingüístico que en Daniel, ya que "abominación" es un sustantivo neutro, mientras que la forma verbal (participio) referida a ella (la abominación) y traducida como "está" es masculina.