COMPLEMENTARIO CAPITULO CAPÍTULO 6 -
E. Edward Zinke
Más allá de las señales de la divinidad de Cristo, Juan recoge otros temas que enriquecen el mensaje de su libro. En particular, presenta algunas señales que tienen un marcado carácter mesiánico. Estas apuntan ajesús como el Cristo, el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento sobre un Salvador venidero que traería la salvación a los que lo aceptaran.
Juan quiere que los lectores comprendan que Jesús es el Mesías. Él quiere que lo aceptemos como nuestro Salvador para que podamos obtener la salvación a través de él.
Las primeras señales de la divinidad de Cristo registradas por Juan en su Evangelio incluyen a Jesús convirtiendo el agua en vino, sanando al hijo del noble, sanando al hombrejunto al estanque de Betesda, alimentando a los cinco mil, sanando al ciego de nacimiento y resucitando a Lázaro. Aunque se mencionan otros milagros, hemos repasado estos porquejuan los califica expresamente como señales.
Además, hemos estudiado a aquellos que testificaron sobre Jesús en el Evangelio de Juan. Son un grupo diverso que incluye ajuan el Bautista, el Espíritu Santo, Andrés, Felipe, Nicodemo, la mujer del pozo, la gente de Samaría y el propio testimonio de Jesús sobre sí mismo.
En cada caso, hubo quienes se sometieron a la Palabra de Dios y, por consiguiente, aceptaron a Jesucristo como su Salvador. Otros se aferraron a su forma de ver el mundo como parámetro de valoración y, en consecuencia, rechazaron ajesús.
Al comienzo del ministerio de Cristo, hubo una aceptación general sobre lo que significaban las señales. Muchos afirmaban que él era el Mesías. Pero pronto comenzó una reacción, y con ella una divergencia de opiniones. La curación del hombre junto al estanque de Betesda hizo que muchos líderes rechazaran el mensaje de que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios Padre. Lo rechazaron como su Salvador porque no encajaba en su molde, en sus expectativas de lo que sería el Mesías. No era un héroe conquistador que resolvería sus problemas con Roma. Ni siquiera el testimonio de Moisés, que era su héroe, fue suficiente para convencer a la clase dominante de lo contrario.
Juan el Bautista testifica nuevamente
Aunquejesús fue en gran medida rechazado, Juan procura incluir los testimonios de muchos que creyeron en el Mesías. Además de Andrés, Felipe y la mujer del pozo, otros testigos declararon que Jesús era el Cristo. A Juan el Bautista, un testigo clave en el Evangelio de Juan, se le asignó el papel profético de allanar el camino para la aparición y la recepción del Mesías (Juan 1:6-8, 15, 19-36).
Juan rara vez saca a relucir a una persona más de una vez, pero hace una excepción con Juan el Bautista. Este aparece en los capítulos 1, 3 y 5 del Evangelio de Juan. Su testimonio es un testimonio muy sólido sobrejesús como el Mesías. De pie junto al río Jordán, Juan el Bautista ve venir ajesús hacia él y dice:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Él es de quien yo dije: 'Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo'. Yo no lo conocía; pero vine bautizando con agua para esto: para que él fuera manifestado a Israel". Juan también dio testimonio y dijo: "Vi al Espíritu descender del cielo como paloma, y permanecer sobre él. Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquél sobre quien veas que el Espíritu desciende, y que permanece sobre él, es el que bautiza con el Espíritu Santo'. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios (Juan 1:29-34, RVC).
En el capítulo 3 de este Evangellojuan el Bautista se encuentra bautizando cerca de donde también bautizaban los discípulos de Jesús. Surgió una disputa entre los dos bandos sobre quién bautizaba a más discípulos. Al parecer, los dirigentes judíos vieron en ello una oportunidad para fomentar la división entre los dos grupos. Esta tensión permitió a Juan el Bautista reducir las tensiones y explicar cuáles eran las diferencias entre Jesús y él. Su misión principal era preparar el camino para la llegada del Mesías, describiendo quién erajesús y exaltándolo.
Juan el Bautista abordó con humildad la disputa entre las dos partes, magnificando al mismo tiempo a Cristo. Dejó claro que él no era el Cristo. Más bien, era el precursor de Cristo. Como la relación entre un novio y su amigo, Juan el Bautista declaró: "Es necesario que él crezca, y que yo disminuya" (Juan 3:30).
En Juan 5 se menciona por tercera vez el testimonio de Juan el Bautista. Él era un testigo de la verdad. Como una lámpara encendida que resplandece, su testimonio fue escuchado durante un breve tiempo. Jesús les recordó cautelosamente a los líderes que su interés inicial en el mensaje de Juan había disminuido. Entonces les presentó a un testigo mayor que Juan el Bautista: su Padre.
Declaró que las obras que el Padre lo había enviado a realizar daban testimonio de que el mismo Padre lo había enviado. "Yo tengo un testimonio mayor que el de Juan: las obras que el Padre me dio para que cumpliera, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado" (Juan 5:36). Otra prueba era el testimonio del Padre mismo: "El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí [aunque] ustedes nunca han oído su voz, ni han visto su aspecto" (vers. 37, RVC).
Seguidamente, una importante reprimenda: los gobernantes han rechazado el testimonio de las Escrituras, el medio que Dios eligió para comunicarse con nosotros y acercarnos a él. Las Escrituras dan testimonio de jesús para que, si aceptamos su invitación, tengamos vida eterna. Si rechazamos la invitación de las Escrituras a establecer una relación de amor con Dios, ¿cómo podremos conocer al Dios que se nos ofrece a través de su Palabra?
El Evangelio deJuan continúa luego con el milagro de la alimentación de los cinco mil (Juan 6). Este milagro, o señal, se produjo mientras Jesús predicaba en el campo. No había acceso a alimentos, salvo cinco panes y dos peces que formaban parte del almuerzo de un muchacho. Jesús alimentó a cinco mil personas con estos escasos recursos.
Este milagro fue percibido como una señal de que Jesús estaba llamado a un ministerio profético. De hecho, se consideró que este milagro era el cumplimiento de la promesa de la venida del "Profeta" (Juan 1:21; 6:14). Seguramente se estaban cumpliendo las profecías de que vendría un Libertador que rescataría al pueblo del poder controlador de Roma. Por desgracia, esta actitud hacia la misión mesiánica tenía su origen en una interpretación mundana. Influyó en la opinión del pueblo sobre quién era el Redentor y lo que este haría.
El pueblo judío había supuesto que, si Moisés había repartido maná en el desierto, Jesús también podía proporcionar pan. La multitud, ansiosa por seguir adelante con esta idea, pidió una señal como la que Moisés había dado en el desierto. No perdieron tiempo en sondear ajesús para determinar si estaba a la altura de las circunstancias.
Las multitudes acudieron a ver ajesús al día siguiente. Pero recordemos quejesús sabe lo que hay en los corazones humanos. Así que, les dijo:
Les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre.
Dios el Padre ha puesto sobre él su sello de aprobación (Juan 6:26, 27, NVI).
Declaró ser el Pan de Vida, por medio del cual se obtiene la vida eterna. El maná del desierto solo sustentaba la vida temporal. Jesús dijo: "Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo -afirmó Jesús-. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre" (vers. 32, NVI). En otras palabras, él, Jesús, era el Pan del Cielo. Él era el milagro que buscaban, pero no lo reconocían.
Cristo continuó diciendo: "El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo" (vers. 33). La multitud respondió: "Danos siempre este pan" (vers. 34). Jesús dijo: "Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás" (vers. 35).
"Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: 'Yo soy el pan que descendió del cielo'" (vers. 41). Lo rechazaron cuando se dieron cuenta de que no se convertiría en su rey terrenal. No encajaba en el molde elaborado por su pensamiento terrenal. Rechazaron la conversión que transformaría su forma de pensar para que pudieran reconocer y aceptar a Jesús como el Mesías.
En el relato de Juan, suele aparecer una respuesta de fe y otra de duda. Independientemente de la respuesta, el deseo de Jesús es .el mismo para todos: "¿ta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final" (vers. 40).
Juan el Bautista declaró que Jesús era el Cordero de Dios. Esta afirmación constituía una clara referencia al sistema de sacrificios que ofrecía expiación por los pecados personales para reconciliarse con Dios.
Al decir que les daría a comer su carne, Jesús esperaba que entendieran su papel como Cordero de Dios. "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo" (Juan 6:51).
Pero ellos no entendieron la relación y refunfuñaron, diciendo: "¿Cómo puede este darnos a comer su carne?" (vers. 52).
La referencia a comer la carne de Jesús y beber su sangre debe haber escandalizado a los judíos. Sabían que no podía ser tomada literalmente [...]. Sin embargo, ese parece ser el sentido natural de sus palabras. El comer y beber del que se habla aquí debe entenderse como una metáfora chocante y gráfica para aludir a la necesidad que tienen los creyentes de depender completamente de Jesús por la fe. [...]. Estas palabras también contienen una alusión a la Cena del Señor. Cuando participamos de los emblemas de esa celebración, estamos alimentándonos simbólicamente de la carne y la sangre de Jesús, apropiándonos de los beneficios de su muerte en nuestro favor, con el fin de renovar nuestro pleno compromiso con él. Su muerte sacrificial continúa nutriendo nuestra vida espiritual.5
La multitud no entendió que Jesús era el verdadero Cordero de Dios y por eso lo rechazó. También fue rechazado por los que escuchaban sus enseñanzas en la sinagoga de Capernaum. Además, sabía que algunos de sus discípulos murmuraban y que uno de ellos lo traicionaría (Juan 6:60-66, 70, 71).
Jesús les preguntó entonces a sus discípulos inmediatos si querían dejarlo. Obtuvo una respuesta increíble de Pedro. La respuesta fue tan contundente que el apóstol Juan debió de haberse sentido encantado de registrarla en su Evangelio: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (vers. 68, 69).
s Ángel Manuel Rodríguez, ed., Comentario bíblico Andrews, Nuevo Testamento (Florida: ACES, 2024), t. 2, pp. 317, 318.
Juan quiere que sus lectores entiendan que Jesús es el Mesías. Quiere que lo aceptemos como nuestro Salvador personal para que podamos obtener la salvación a través de él. Su Evangelio describe la batalla entre el pensamiento bíblico y el pensamiento humanista. ¿EsJesús el Mesías prometido o es solo el personaje más destacado de la época? ¿Es arcilla en nuestras manos para ser moldeada por la cosmovisión de la sociedad contemporánea? ¿Se lo debe entender desde cualquier cosmovisión que se desee? ¿Es un ídolo del momento, un mero dios que se ajusta a las exigencias de la sociedad? ¿O es el Mesías cuya venida se profetizó en el Antiguo Testamento?
El Evangelio de Juan no considera a Jesús como un mesías, sino como el Mesías. A lo largo de la historia, ha existido la tentación de tratar de encajar a Dios en el pensamiento contemporáneo: el héroe, el salvador del momento. Perojuan deja bien claro que solo hay un Mesías, el Logos, el Hijo de Dios, Dios mismo de eternidad a eternidad y, por consiguiente, el Salvador del mundo. El Unigénito del Padre es Jesucristo. Él no está sujeto a ningún sistema de pensamiento. Él es el fundamento de todos los aspectos de la vida, incluido nuestro propio pensamiento limitado.
Al estudiar estos relajos, sintamos lo que siente Juan, su anhelo de llevarnos a su Mesías. Sintamos la lucha entre Cristo y Satanás, reconociendo la invitación de Jesús a abrirnos a su ministerio en nuestro favor. Seamos receptivos a aquel que desea darnos su victoria ahora mismo y su presencia por toda la eternidad.