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  • EL SABADO ENSENARE...

    RESENA

    Texto clave:

    Enfoque del estudio:

    Introducción: Nuestro amoroso Dios se regocija en tener una relación de amor con sus criaturas.

    Temática de la lección

    La lección de esta semana enfatiza tres puntos básicos:

    La complacencia de Dios con sus criaturas muestra cuán valiosos somos a sus ojos: Cada persona es preciosa y de un valor incalculable para él. Por ello, se deleita cuando sus hijos y sus hijas se arrepienten y lo buscan. Las parábolas de Lucas 15 destacan la alegría y la celebración de Dios por la salvación de una persona perdida. La alegría que le produce nuestra salvación demuestra cuán preciosos somos para él.

    Dios se complace en la alegría y la alabanza humanas: Dios quiere llenar nuestros corazones de alegría desbordante y se complace en el gozo y la alabanza humanos. Él invita a su pueblo a gozarse en él cuando lo alaban con alegría mediante sus oraciones y sus cánticos. Además, las alabanzas dirigidas a Dios nos ayudan a vislumbrar el gozo que experimentará junto a su pueblo en el futuro.

    Debido a nuestra indignidad, necesitamos a Cristo para agradar a Dios: Se nos invita a agradar a Dios ofreciéndole alabanzas, acción de gracias, practicando el bien y siendo dadivosos con los necesitados. Sin embargo, solo podemos hacer estas cosas en virtud de la mediación de Cristo. Nuestra fe solo es agradable a Dios por medio de la obra de Cristo en nuestro favor.

    Aplicación a la vida

    La complacencia de Dios con sus criaturas muestra cuán valiosos somos a sus ojos y cuánto aprecia su Creación. ¿Cómo podemos reconocer el valor de cada persona?

    COMENTARIO

    La complacencia de Dios con sus criaturas muestra cuán valiosos somos a sus ojos

    La parábola del hijo pródigo es una ilustración notable y hermosa de cuán valiosos somos los seres humanos a los ojos de Dios. De hecho, las tres parábolas de Lucas 15, dirigidas a los fariseos y los escribas quejumbrosos (Luc. 15:2), enfatizan cuán increíblemente valiosas son las personas perdidas debido al pecado, a la vista de Dios. Es importante mencionar que, al analizar las palabras de los fariseos y los escribas, se puede notar que ellos no veían ninguna valor en las personas pecadoras que sí eran recibidas amorosamente por Jesús (Luc. 15:2). Elena de White señala el contraste entre ambas actitudes con las siguientes palabras: "Los fariseos habían tenido solo desprecio y condenación para ellos; pero Cristo los saludaba como a hijos de Dios, indudablemente alejados de la casa del Padre, pero no olvidados por el corazón del Padre" (Palabras de vida del gran Maestro, p. 145).

    Al relatar las tres parábolas, Jesús condena la actitud despectiva que los fariseos manifestaban hacia los pecadores y, al mismo tiempo, destaca cómo Dios siente gozo en recuperar y acoger a las personas que se han perdido y están atrapadas en las garras del pecado. En otras palabras, la expresión de alegría y placer que siente al final del relato el personaje principal de cada parábola es una indicación de cuán valioso es quien se perdió. Por ejemplo, en la parábola de la oveja perdida, el pastor va tras ella "hasta hallarla" (Luc. 15:4). Luego vuelve con ella "sobre sus hombros gozoso" (Luc. 15:5). Al notar la alegría del pastor, nos damos cuenta de cuán valiosa es a sus ojos la oveja que se había perdido. De hecho, la alegría y el placer del pastor son desbordantes, pues invita a vecinos y amigos a alegrarse con él (Luc. 15:6). La lección de la parábola es que al redimir a un pecador perdido Dios siente una alegría comparable (de hecho, mayor) a la de un pastor que recuperó uno de sus corderos perdidos.

    La mujer que había perdido una dracma pasa por un proceso similar. Luego de perder la preciada moneda, ella "enciende la lámpara y barre la casa" (Luc. 15:8). Al notar la ausencia de la dracma, trabaja activamente para encontrarla: "la busca con diligencia hasta hallarla" (Luc. 15:8). Luego de encontrarla, busca a sus "amigas y vecinas" y las invita a compartir el gozo de encontrar su moneda perdida: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que había perdido" (Luc. 16:9). Al igual que en la parábola de la oveja perdida, Jesús enfatiza que el gozo de encontrar lo perdido ilustra el gozo celestial por la redención de un pecador arrepentido: "Hay [...] alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente" (Luc. 15:7); "hay alegría ante los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Luc. 15:10).

    La palabra griega traducida en Lucas 15:32 como "era necesario" es el verbo de!, que literalmente significa "es necesario, es algo que debe ser hecho", o enfatiza que algo "debe suceder porque es apropiado" (Frederick W. Danker, et al., A Creek-English lexicón ofthe New Testament and other Early Christian literature [University of Chicago Press, 2000], p. 214). Algunas versiones bíblicas traducen ese término como "había que celebrar" (DHH) o "teníamos que hacer fiesta" (NVI). Este lenguaje imperativo muestra cuán valioso era aquel que estaba perdido pero que ahora había sido encontrado. Alegrarse no era optativo, sino una respuesta necesaria y deseada a la salvación del perdido. Desde esta perspectiva, el padre enfatiza que "debemos" celebrarlo. No hay otra cosa que hacer a la luz del valor de quien ha sido encontrado. Al igual que en las dos parábolas anteriores, el padre no quiere celebrar solo, y extiende la invitación a sus siervos para que ellos compartan el gozo y la alegría. Los criados participan en la fiesta (Luc. 15:22-27), y el padre invita de manera enfática al hijo mayor para que también se una a la celebración. El hijo prodigo no es solo "tu hijo", como dice el hermano mayor (Luc. 15:30), sino también "tu hermano", como dice el padre (Luc. 15:32).

    Por lo tanto, las parábolas contadas por Jesús en Lucas 15 enseñan que el gozo de Dios por la salvación de sus hijos y sus hijas muestra cuán valiosos somos a sus ojos. Él quiere que no solo nos sintamos valorados en vista del amoroso gozo que

    Al relatar las tres parábolas, Jesús condena la actitud despectiva que los fariseos manifestaban hacia los pecadores y, al mismo tiempo, destaca cómo Dios siente gozo en recuperar y acoger a las personas que se han perdido y están atrapadas en las garras del pecado. En otras palabras, la expresión de alegría y placer que siente al final del relato el personaje principal de cada parábola es una indicación de cuán valioso es quien se perdió. Por ejemplo, en la parábola de la oveja perdida, el pastor va tras ella "hasta hallarla" (Luc. 15:4). Luego vuelve con ella "sobre sus hombros gozoso" (Luc. 15:5). Al notar la alegría del pastor, nos damos cuenta de cuán valiosa es a sus ojos la oveja que se había perdido. De hecho, la alegría y el placer del pastor son desbordantes, pues invita a vecinos y amigos a alegrarse con él (Luc. 15:6). La lección de la parábola es que al redimir a un pecador perdido Dios siente una alegría comparable (de hecho, mayor) a la de un pastor que recuperó uno de sus corderos perdidos.

    La mujer que había perdido una dracma pasa por un proceso similar. Luego de perder la preciada moneda, ella "enciende la lámpara y barre la casa" (Luc. 15:8). Al notar la ausencia de la dracma, trabaja activamente para encontrarla: "la busca con diligencia hasta hallarla" (Luc. 15:8). Luego de encontrarla, busca a sus "amigas y vecinas" y las invita a compartir el gozo de encontrar su moneda perdida: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que había perdido" (Luc. 16:9). Al igual que en la parábola de la oveja perdida, Jesús enfatiza que el gozo de encontrar lo perdido ilustra el gozo celestial por la redención de un pecador arrepentido: "Hay [...] alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente" (Luc. 15:7); "hay alegría ante los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Luc. 15:10).

    La palabra griega traducida en Lucas 15:32 como "era necesario" es el verbo del, que literalmente significa "es necesario, es algo que debe ser hecho", o enfatiza que algo "debe suceder porque es apropiado" (Frederick W. Danker, et al., A Greek-English lexicón ofthe New Testament and other Early Christian literature [University of Chicago Press, 2000], p. 214). Algunas versiones bíblicas traducen ese término como "había que celebrar" (DHH) o "teníamos que hacer fiesta" (NVI). Este lenguaje imperativo muestra cuán valioso era aquel que estaba perdido pero que ahora había sido encontrado. Alegrarse no era optativo, sino una respuesta necesaria y deseada a la salvación del perdido. Desde esta perspectiva, el padre enfatiza que "debemos" celebrarlo. No hay otra cosa que hacer a la luz del valor de quien ha sido encontrado. Al igual que en las dos parábolas anteriores, el padre no quiere celebrar solo, y extiende la invitación a sus siervos para que ellos compartan el gozo y la alegría. Los criados participan en la fiesta (Luc. 15:22-27), y el padre invita de manera enfática al hijo mayor para que también se una a la celebración. El hijo prodigo no es solo "tu hijo", como dice el hermano mayor (Luc. 15:30), sino también "tu hermano", como dice el padre (Luc. 15:32).

    Por lo tanto, las parábolas contadas por Jesús en Lucas 15 enseñan que el gozo de Dios por la salvación de sus hijos y sus hijas muestra cuán valiosos somos a sus ojos. Él quiere que no solo nos sintamos valorados en vista del amoroso gozo que siente a causa de nosotros, sino también celebremos con él y que, por lo tanto, valoremos de todo corazón la salvación de nuestros hermanos y hermanas.

    Dios se complace en la alegría y la alabanza humanas

    Sofonías 3:17 y Salmo 149:4 son similares porque ambos textos enfatizan el contentamiento de Dios. El salmo 149 es una invitación a alabar a Dios con alegría: "¡Alégrese Israel en su Creador! Los hijos de Sion se gocen en su Rey" (Sal. 149:2). La razón de esta invitación se presenta en el versículo 4: "Porque el Señor se complace en su pueblo". Por lo tanto, el salmo afirma que el deleite que se describe en este pasaje surge naturalmente de una relación amorosa bidireccional. Dios se complace a causa del pueblo y, sobre esta base, invita a este a experimentar deleite en el Señor alabándolo con alegría.

    Del mismo modo, Sofonías 3:14 exhorta al pueblo de Dios a alabar al Señor con alegría. "¡Canta, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, Israel! ¡Gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!" En el versículo siguiente se enfatiza que el Dios poderoso y salvador está en medio de su pueblo y que "se gozará sobre ti con alegría, te pacificará con su amor, se regocijará sobre ti con cantar". Mientras que en el Salmo 149 el contentamiento de Dios es la razón de la alabanza y la alegría humanas, en Sofonías 3 se supone que las alabanzas dirigidas a él vislumbran el deleite y la alegría futuros que Dios experimentará en compañía de su pueblo.

    Debido a nuestra indignidad, necesitamos a Cristo para agradar a Dios

    En las Escrituras se describen varias maneras diferentes en que podemos agradar a Dios. Por ejemplo, teniendo fe en él (Heb. 11:5,6), manteniendo una vida recta (2 Cor. 5:9), aumentando nuestro conocimiento de la voluntad divina (Col. 1:10) e imitando las enseñanzas transmitidas en la Escritura (1 Tes. 4:1). Sin embargo, un texto que resume las instrucciones bíblicas acerca de cómo agradar a Dios es Hebreos 13:15. Allí se nos insta a ofrecer continuamente sacrificios espirituales a Dios. Esto incluye alabarlo con nuestros labios en acción de gracias, practicar el bien con los demás y compartir bendiciones con nuestros prójimos. El versículo siguiente concluye: "tales sacrificios agradan a Dios" (Heb. 13:16). Cabe destacar que las primeras palabras de Hebreos 13:15 indican que no debemos ofrecer estos sacrificios a Dios por nosotros mismos, sino "por medio de Jesús". En otras palabras, no podemos agradar a Dios con nuestras propias alabanzas y buenas obras. Solo por medio de Cristo nuestras alabanzas y nuestras obras pueden ser ofrecidas como sacrificios espirituales que agraden verdaderamente a Dios.

    APLICACIÓN A LA VIDA

    El ser humano está dotado de un valor extraordinario. Eres valioso porque has sido creado a imagen de Dios. Es asombroso pensar que Dios valora a los seres humanos más de lo que podríamos imaginar. Con esta perspectiva en mente, reflexiona acerca de las siguientes preguntas:

    1. ¿Cómo pueden nuestro respeto y nuestro amor por las personas con las que nos relacionamos cada día mostrarles cuán valiosas son a los ojos de Dios?

    2. ¿De qué manera las personas que profesan ser religiosas pueden, desgraciadamente, despreciar la dignidad y el valor de los demás?

    3. ¿Cómo podemos agradar a Dios? ¿Hasta qué punto se relaciona nuestra valoración de las personas con el deleite que Dios siente por la salvación de su pueblo?

    4. ¿Qué puedes hacer para valorar a cada persona hasta el punto de compartir con ellas la bondad y el amor inquebrantable de Dios y deleitarte en su salvación?

    5. Comparte un ejemplo práctico de cómo la mediación de Cristo nos permite agradar a Dios con nuestras acciones.

    Sofonías 3:17    CB   

    17 El Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se alegrará por ti con alegría, guardará silencio en su amor, se gozará por ti con gritos de alegría.

    Sofonías 3:17    CB   

    17 El Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se alegrará por ti con alegría, guardará silencio en su amor, se gozará por ti con gritos de alegría.

    Lucas 15:4-32    CB   

    4 ¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros lleno de alegría. 6 Y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido”. 7 Os digo que, así habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. 8 ¿O qué mujer, si tiene diez dracmas y pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: “Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”. 10 De la misma manera les digo que hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.» 11 Luego dijo: «Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde». Y él repartió sus bienes entre ellos. 13 No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, se fue lejos a un país lejano; y allí malgastó su patrimonio viviendo perdidamente. 14 Cuando todo lo había malgastado, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a empobrecerse. 15 Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual lo envió a su campo para apacentar cerdos. 16 Y él deseaba llenar su estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. 17 Pero cuando recobró el sentido, dijo: «¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; 19 ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros». 20 Entonces se levantó y fue a su padre. Pero cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se compadeció de él, y corrió, lo abrazó y lo besó. 21 Y el hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo». 22 Pero el padre dijo a sus siervos: «Saquen pronto el mejor vestido y vístanlo, y pongan un anillo en su mano y sandalias en sus pies; 2324 " Y traed el becerro cebado, matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a hacer fiesta. 25 "Su hijo mayor estaba en el campo, y cuando llegó y se acercó a la casa, oyó la música y las danzas. 26 Y llamó a uno de los criados y comenzó a preguntar qué era aquello. 27 Y éste le dijo : "Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha matado el becerro cebado, porque lo ha recuperado sano y salvo." 28 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto, y el becerro estaba muerto. 29 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 30 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 31 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 32 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 33 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 34 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 35 Entonces el becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 36 El becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 37 El becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 38 El becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 39 El becerro cebado fue llevado al campo, y el becerro estaba muerto. 28 Pero él se enojó y no quería entrar; por lo que su padre salió y comenzó a suplicarle. 29 Pero él respondió y dijo a su padre: "Mira, hace tantos años que te sirvo y nunca he desobedecido ninguna de tus órdenes; y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos; 30 pero cuando vino este hijo tuyo, que ha devorado tus bienes con prostitutas, has matado para él el becerro cebado". 31 Y él le respondió: "Hijo, tú siempre has estado conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y ha sido hallado".