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Sábado 29 de marzo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Jeremías
PARA MEMORIZAR:
" 'Sino alábese en esto el que se haya de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Señor, que actúo con bondad, justicia y rectitud; porque eso me complace', dice el Señor" (Jer. 9:24). CB
Como acerca de casi todo en las Escrituras, los cristianos discrepan respecto de la interpretación de las profecías bíblicas, lo que inclina a muchos a pensar que no vale las pena intentar entenderlas. Después de todo, si los cristianos luchan entre sí acerca de cada jota y tilde de las profecías, ¿qué validez puede haber en ellas? Por desgracia, incluso muchos creyentes consideran que algunos libros de la Biblia, como el Apocalipsis, son incomprensibles y los evitan, pensando que estudiar la profecía provoca más problemas que los que resuelve.
No siempre fue así. Durante los primeros 18 siglos de la historia cristiana, la mayoría de los cristianos se sentían muy cómodos con la profecía bíblica y había un sorprendente nivel de acuerdo acerca de cuáles eran sus mensajes clave. Así es como Dios quería que fuera: "Les ruego hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que hablen todos una misma cosa y que no haya entre ustedes divisiones. Antes, estén perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer" (1 Cor. 1:10). Esta semana exploraremos algunos principios que permiten una comprensión coherente y fiable de la profecía.
Los que aceptaron la doctrina del advenimiento vieron la necesidad de arrepentirse y humillarse ante Dios. Muchos habían estado vacilando mucho tiempo entre Cristo y el mundo; entonces comprendió que era tiempo de decidirse... El Espíritu de Dios descansaba sobre ellos, y daba fuerza a los llamamientos ardientes que dirigieron tanto a sus hermanos como a los pecadores a fin de que se preparasen para el día de Dios.
¿Por qué existe, pues, esta ignorancia general acerca de tan importante porción de las Escrituras? ¿Por qué es tan universal la falta de voluntad para investigar sus enseñanzas? Es resultado de un esfuerzo del príncipe de las tinieblas para ocultar a los hombres lo que revela sus engaños. Por esto Cristo, el Revelador, previendo la guerra que se haría al estudio del Apocalipsis, pronunció una bendición sobre cuantos leyesen, oyesen y guardasen las palabras de la profecía (El conflicto de los siglos, pp. 339, 341).
En lo pasado algunos maestros declararon que Daniel y Apocalipsis son libros sellados, y el pueblo se ha apartado de ellos. La propia mano de Dios ha descorrido el velo de estas porciones de su Palabra, cuyo aparente misterio ha impedido que muchos lo levantaran. El mismo nombre Apocalipsis contradice la declaración de que es un libro sellado. "Revelación" significa que algo de importancia es revelado. Las verdades de este libro se dirigen a los que viven en estos últimos días. Nos encontramos en el Lugar Santo de las cosas sagradas, con el velo quitado. No hemos de estar afuera. Hemos de entrar, no en forma descuidada, con pensamientos irreverentes, no con pasos impetuosos, sino con reverencia y piadoso temor. Nos acercamos al tiempo en que las profecías del libro del Apocalipsis han de cumplirse (Testimonios para los ministros, p. 113).
Dios ha hablado, y su palabra es confiable, y debemos apoyar nuestra fe en un "Así dice el Señor". Dios quiere que estudiemos los acontecimientos que están ocurriendo a nuestro alrededor, y que los comparemos con las predicciones de su palabra, para que comprendamos que estamos viviendo en los últimos días. Queremos nuestras Biblias, y queremos saber lo que está escrito en ellas. El estudiante diligente de la profecía será recompensado con claras revelaciones de la verdad, porque Jesús dijo: "Tu palabra es verdad" (Signs of the Times, 1° de octubre, 1894, "¿Qué manera de personas deberías ser?" párr. 8).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.