PARA MEMORIZAR: "Y decían a la mujer: 'Ya no creemos solo por tu palabra, sino porque nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que en verdad este es el Salvador del mundo' " (Juan 4:42).
 
Lección 5: Para el 2 de noviembre de 2024
EL TESTIMONIO DE LOS SAMARITANOS



- Audio Lección -

Lección 5 | Jueves 31 de octubre

EL TESTIMONIO DE LOS SAMARITANOS

Lee Juan 4:2 al 29.    CB    ¿Qué medida sorprendente tomó la mujer?



La conversación de Jesús con la mujer se ve interrumpida por la llegada de los discípulos. Aunque les sorprende que hable con una mujer, no le preguntan la razón. Lo instan a comer.

La mujer, mientras tanto, dejó su cántaro de agua y corrió a la ciudad para compartir con otros lo que acababa de experimentar con Jesús.

Lee Juan 4:30 al 42.    CB    ¿Qué sucedió después de este encuentro y qué enseña acerca de cómo se puede difundir el evangelio?



Parece extraño que la narración de Jesús acerca de una cosecha interrumpa el relato de la conversión de muchos en la ciudad. Pero Juan quiere que veamos cómo entendió Jesús lo que estaba sucediendo. Compartir el Plan de Salvación con una mujer samaritana era mucho más importante para él que comer. Llevar a las almas a la salvación era su propósito, y aprovechó esta ocasión para enseñar a sus discípulos la urgencia de compartir el evangelio con todas las personas, incluso con las que no eran como ellos.

Hay muchos puntos culminantes en el Evangelio de Juan. Sin duda, Juan 4:39 al 42 está entre ellos. Muchos de los samaritanos creyeron debido al testimonio de la mujer, que afirmó: "Me dijo todo lo que hice" (Juan 4:39).

Los samaritanos pidieron a Jesús que se quedara con ellos. El resultado fue que muchos más creyeron gracias a la palabra de Jesús. "Y decían a la mujer: 'Ya no creemos solo por tu palabra, sino porque nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que en verdad este es el Salvador del mundo'" (Juan 4:42).

■ ¿Qué nos dice esta historia acerca de cuán poderoso puede ser el testimonio de una sola persona? ¿Cuán poderoso es tu testimonio acerca de lo que Jesús hizo en tu vida?



Reavivados por su Palabra: Hoy, Hechos 4.   


Comentarios Elena G.W

Los fariseos despreciaban la sencillez de Jesús. Desconocían sus milagros, y pedían una señal de que era el Hijo de Dios. Pero los samaritanos no pidieron señal, y Jesús no hizo milagros entre ellos, fuera del que consistió en revelar los secretos de su vida a la mujer que estaba al lado del pozo. Sin embargo, muchos le recibieron. En su nuevo gozo, decían a la mujer: “Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo”.

Los samaritanos creían que el Mesías había de venir como Redentor, no solo de los judíos, sino del mundo. El Espíritu Santo, por medio de Moisés, lo había anunciado como profeta enviado de Dios. Por medio de Jacob, se había declarado que todas las gentes se congregarían alrededor suyo; y por medio de Abraham, que todas las naciones de la tierra serían benditas en él. En estos pasajes basaba su fe en el Mesías la gente de Samaria. El hecho de que los judíos habían interpretado erróneamente a los profetas ulteriores, atribuyendo al primer advenimiento la gloria de la segunda venida de Cristo, había inducido a los samaritanos a descartar todos los escritos sagrados excepto aquellos que habían sido dados por medio de Moisés. Pero como el Salvador desechaba estas falsas interpretaciones, muchos aceptaron las profecías ulteriores y las palabras de Cristo mismo acerca del reino de Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 163, 164).

El Salvador continúa realizando hoy la misma obra que cuando ofreció el agua de vida a la mujer samaritana. Los que se llaman sus discípulos pueden despreciar y rehuir a los parias; pero el amor de él hacia los hombres no se deja desviar por ninguna circunstancia de nacimiento, nacionalidad, o condición de vida. A toda alma, por pecaminosa que sea, Jesús dice: Si me pidieras, yo te daría el agua de la vida.

No debemos estrechar la invitación del evangelio y presentarla solamente a unos pocos elegidos, que, suponemos nosotros, nos honrarán aceptándola. El mensaje ha de proclamarse a todos. Doquiera haya corazones abiertos para recibir la verdad, Cristo está listo para instruirlos. Él les revela al Padre y la adoración que es aceptable para Aquel que lee el corazón. Para los tales no usa parábolas. A ellos, como a la mujer samaritana al lado del pozo, dice: “Yo soy, que hablo contigo” (El Deseado de todas las gentes, p. 165).

Cuando Jesús se sentó para descansar junto al pozo de Jacob, venía de Judea, donde su ministerio había producido poco fruto. Había sido rechazado por los sacerdotes y rabinos, y aun los que profesaban ser discípulos suyos no habían percibido su carácter divino. Se sentía débil y cansado, pero no descuidó la oportunidad de hablar a una mujer sola, aunque era una extraña, enemiga de Israel y vivía en pecado.

El Salvador no aguardaba a que se reuniesen congregaciones. Muchas veces, empezaba sus lecciones con unos pocos reunidos en derredor suyo. Pero uno a uno los transeúntes se detenían para escuchar, hasta que una multitud oía con asombro y reverencia las palabras de Dios pronunciadas por el Maestro enviado del cielo. El que trabaja para Cristo no debe pensar que no puede hablar con el mismo fervor a unos pocos oyentes que a una gran compañía. Tal vez haya uno solo para oír el mensaje; pero, ¿quién puede decir cuán abarcante será su influencia? Parecía asunto sin importancia, aun para los discípulos, que el Salvador dedicase su tiempo a una mujer de Samaria. Pero él razonó con ella con más fervor y elocuencia que con reyes, consejeros o pontífices. Las lecciones que le dio han sido repetidas hasta los confines más remotos de la tierra (El Deseado de todas las gentes, pp. 165, 166).


Juan 1:19-23   

19 Éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos le enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén para que le preguntasen: «¿Tú, quién eres?» 20 Y él confesó, y no negó, sino que confesó: «Yo no soy el Cristo». 21 Le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» Y él respondió: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?» Y él respondió: «No». 22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres tú, para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron? ¿Qué dices de ti mismo?» 23 Él respondió: «Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: "Enderezad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías».

Isaías 40:1-5   

1 Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. 2 Hablad al corazón de Jerusalén, decidle a voces que su tiempo ha terminado, que su iniquidad ha sido perdonada, que doble castigo ha recibido de la mano del Señor por todos sus pecados. 3 Voz que clama: Preparad camino al Señor en el desierto; allanad calzada en la soledad para nuestro Dios. 4 Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y colina; lo áspero conviértase en llanura, y lo escarpado en valle ancho. 5 Entonces se revelará la gloria del Señor, y toda carne a una la verá, porque la boca del Señor ha hablado.

Juan 1:29-37   

29 Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él y dijo: «¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un hombre superior a mí, porque existía antes que yo”. 31 Yo no lo reconocí, pero para que se manifestara a Israel, vine yo bautizando en agua.» 32 Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y ​​permaneció sobre él. 33 Yo no lo reconocí, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Yo mismo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.» 35 Al día siguiente estaba otra vez Juan con dos de sus discípulos, 36 y viendo a Jesús que pasaba, dijo: «¡He aquí el Cordero de Dios!» 37 Los dos discípulos le oyeron hablar y siguieron a Jesús.

Romanos 5:6   

6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Juan 1:35-39   

35 Al día siguiente Juan estaba allí otra vez con dos de sus discípulos, 36 y viendo a Jesús que pasaba, dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37 Los dos discípulos le oyeron hablar y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido significa Maestro), ¿dónde moras? 39 Él les dijo: Venid y lo veréis. Fueron, pues, y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. 43 Al día siguiente, Jesús se propuso ir a Galilea, y encontró a Felipe. Jesús le dijo: Sígueme. 44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le dijo: Ven y lo verás. 47 Jesús vio a Natanael que se acercaba y dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 48 Natanael le dijo: ¿De dónde me conoces? Jesús le respondió: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49 Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: Porque te dije que te vi debajo de la higuera, ¿crees? Cosas mayores que éstas verás. 51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.

Juan 3:1-21   

1 Había un hombre de los fariseos llamado Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si Dios no está con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le respondió: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Nicodemo le respondió: ¿Cómo puede ser esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo: lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado; 15 para que todo aquel que cree, tenga en él vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; 19 Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo , aborrece la luz y no viene a la luz por temor a que sus obras sean reprendidas. 21 Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.



1 Corintios 1:26-29   

26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.


Marcos 12:10    CB

"¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo;"

Jn 10:34-35    CB

"Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),"

Jn 13:18    CB

"No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar."