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LUNES 27 DE ENERO
Dios se enoja ante el mal porque él es amor. Es tan compasivo y lleno de gracia que un profeta bíblico incluso llegó a reprocharle por ser demasiado misericordioso.
Considera la historia de Jonás y reflexiona acerca de su reacción ante el perdón compasivo de Dios para con los ninivitas en ¿Qué nos dice esto acerca de Jonás? (Ver también Mat. 10: 8).
La reacción de Jonás ante la misericordia de Dios es reveladora en dos aspectos principales. En primer lugar, muestra la dureza de corazón de Jonás. Odiaba tanto a los asirios por lo que habían hecho a Israel que no quería que Dios les mostrara misericordia.
¡Qué lección para nosotros! Debemos guardarnos de esta misma actitud, por comprensible que sea. De todas las personas, las que han recibido el beneficio de la gracia de Dios deben reconocer cuán inmerecida es y, por lo tanto, estar dispuestas a mostrar misericordia a los demás.
En segundo lugar, la reacción de Jonás destaca cuán centrales son la compasión y la gracia de Dios en su carácter. Jonás estaba tan conocido con la misericordia de Dios que, precisamente porque es «clemente y piadoso, tardo en enojar[se] y de gran misericordia» ( Jon. 4: 2 ), sabía que el Señor suspendería su juicio contra Nínive. Dios trata con justicia y misericordia a todos los pueblos y las naciones.
La frase hebrea traducida como «tardo en enojarte», o «longánime», podría traducirse literalmente como «largo de nariz». En el idioma hebreo, la ira estaba asociada metafóricamente con la nariz, y la longitud de esta representaba metafóricamente el tiempo que tardaba uno en enojarse.
Por lo tanto, las referencias a Dios como «narigudo» pretenden transmitir la idea de que es paciente y lento en airarse. Mientras que los seres humanos no tardan en airarse, Dios es sumamente paciente y concede su gracia libre y abundantemente, pero sin justificar el pecado ni ser indiferente a la injusticia. Por el contrario, Dios mismo expía el pecado y el mal en la Cruz para ser justo y justificar a quienes creen en él ( ).
Reavivados por su Palabra: Hoy, Colosenses 3 CB¿Dejaste alguna vez de mostrar misericordia a alguien que te ofendió? ¿Cómo puedes recordar mejor lo que Dios ha hecho por ti para que así seas más misericordioso con los demás en respuesta a la abundante gracia que Dios te ha mostrado? Por otra parte, ¿cómo podemos hacer esto, mostrar misericordia y gracia, pero sin dar licencia al pecado o permitir el abuso o la opresión?
Comentarios de Elena GW
Cuando Jonás conoció el propósito que Dios tenía de perdonar a la ciudad, que, a pesar de su maldad había sido inducida a arrepentirse en saco y ceniza, debía haber sido el primero en regocijarse por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo permitió que su mente se espaciase en la posibilidad de que se le considere falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor infinitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad. Pero al notar la compasión manifestada por Dios hacia los arrepentidos ninivitas "Jonás se apesadumbró en extremo, y enojóse". Preguntó al Señor: "¿No es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me precaví huyendo a Tarsis: porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo a enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal". Jonás 4:1, 2 ...
Perdiendo de vista los intereses ajenos, y dominado por el sentimiento de que era preferible morir antes que ver sobrevivir la ciudad, exclamó, en su desconformidad: "Ahora pues, oh Jehová, ruégote que me compañeros; porque mejor me es la muerte que la vida" (Profetas y reyes, págs. 202, 203).
[La lección enseñada a Jonás es] para los mensajeros que Dios envía hoy, cuando las ciudades de las naciones necesitan tan ciertamente conocer los atributos y propósitos del verdadero Dios, como los ninivitas de antaño. Los embajadores de Cristo han de señalar a los hombres el mundo más noble, que se ha perdido mayormente de vista. Según la enseñanza de las Sagradas Escrituras, la única ciudad que subsistirá es aquella cuyo artífice y constructor es Dios. Con el ojo de la fe, el hombre puede contemplar el umbral del cielo, inundado por la gloria del Dios viviente. Mediante sus siervos el Señor Jesús invita a los hombres a luchar con ambición santificada para obtener la herencia inmortal. Les insta a hacerse tesoros junto al trono de Dios (Profetas y reyes, págs. 204,
El amor divino dirige sus más conmovedores llamamientos al corazón cuando nos pide que manifestemos la misma compasión que Cristo mostró. Solamente el hombre que tiene un amor desinteresado por su hermano, ama verdaderamente a Dios. El verdadero cristiano no permitirá voluntariamente que un alma en peligro y necesidad camine desprevenida y desamparada. No podrá mantenerse apartado del que yerra, dejando que se hunda en la tristeza y desánimo, o que caiga en el campo de batalla de Satanás.
Los que nunca experimentaron el tierno y persuasivo amor de Cristo,
no pueden guiar a otros a la fuente de la vida. Su amor en el corazón es un poder
compelente, que induce a los hombres a revelarlo en su conversación, por un espíritu
tierno y compasivo, y en la elevación de las vidas de aquellos con quienes se asocian.
Los
obreros cristianos que tienen éxito en sus esfuerzos deben conocer a Cristo, ya fin de
conocerle, deben conocer su amor. En el cielo se mide su idoneidad como obreros por su
capacidad de amar como Cristo amó y trabajar como él trabajó (Los hechos de los apóstoles,
pp. 439, 440).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios,
para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que
es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.