Lección 5: Para el 1° de febrero de 2025
LA IRA DEL AMOR DIVINO
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SÁBADO 25 DE ENERO
La ira del amor divino
Lee para el estudio de esta semana
.
Para memorizar «Pero él, misericordioso, perdonaba
la maldad y no los destruía; apartó muchas veces su ira y no despertó todo su
enojo» ( ).
La compasión de Dios es generalmente celebrada, pero a muchos les molesta la idea de su ira. Piensan que si Dios es amor nunca debería expresar ira. Sin embargo, esa idea es errónea, ya que su ira surge directamente de su amor.
Algunos afirman que el Dios del Antiguo Testamento es aireado y que el Nuevo Testamento es amoroso. Pero solo hay un Dios, y se revela como el mismo en ambos Testamentos. El Dios que es amor se enoja ante el mal precisamente porque él es amor. Jesús mismo expresó una profunda ira contra el mal, y el Nuevo Testamento registra numerosas veces la ira justa y apropiada de Dios.
La ira de Dios es siempre su respuesta justa y amorosa contra el mal y la injusticia. La ira divina es una justa indignación motivada por la bondad y el amor perfecto, y busca el bienestar de toda la Creación. La ira de Dios es simplemente la respuesta apropiada del amor al mal ya la injusticia. En consecuencia, el mal provoca la pasión de Dios a favor de las víctimas del mal y en contra de sus victimarios. La ira divina es, pues, otra expresión del amor divino.
La indignación de Cristo iba dirigida contra la hipocresía, los groseros pecados por los cuales
los hombres destruían su alma, engañaban a la gente y deshonraban a Dios. En el raciocinio especioso y seductor
de los sacerdotes y gobernantes, él discernió la obra de los agentes satánicos. Aguda y escudriñadora había sido
su denuncia del pecado; pero no habló palabras de represalias. Sentía una santa ira contra el príncipe de las
tinieblas; pero no manifestó irritación. Así también el cristiano que vive en armonía con Dios y posee los
suaves atributos del amor y la misericordia, sentirá una justa indignación contra el pecado; pero no le incitará
la pasióna vilipendiar a los que le vilipendien. Aun al hacer frente a aquellos que, movidos por un poder
infernal, sostienen la mentira, conservará en Cristo la serenidad y el dominio propio (Exaltad a Jesús, p.
331).
La tolerancia de Dios ha sido muy grande, tan grande que cuando consideramos el continuo
desprecio manifestado hacia sus santos mandamientos, nos asombramos. El Omnipotente ha ejercido un poder
restrictivo sobre sus propios atributos. Pero se levantará ciertamente para castigar a los impíos, que con tanta
audacia desafiaban las justas exigencias del Decálogo.
Dios conceda a los hombres un tiempo de gracia; pero existe un punto más allá del cual se agota
la paciencia divina y se han de manifestar con seguridad los juicios de Dios. El Señor soportó durante mucho
tiempo a los hombres y las ciudades, enviando misericordiosamente amonestaciones para salvarlos de la ira
divina; pero llegará el momento en que ya no se oirán las súplicas de misericordia, y el elemento rebelde que
continúe rechazando la luz de la verdad quedará raído, por efecto de la misericordia hacia él mismo y hacia
aquellos que podrían, si no fuese así, sentir la influencia de su ejemplo (Profetas y reyes, págs. 206,
207).
Estudiamos más diligentemente la Palabra de Dios. La Biblia es tan sencilla y clara, que todos
los que quieren, entenderán. Agradezcamos a Dios por su preciosa Palabra y por los mensajes de su Espíritu que
dan tanta luz. Se me ha informado que cuanto más estudiemos el Antiguo y el Nuevo Testamento, más se
impresionará en nuestra mente el hecho de que cada uno de ellos tiene una estrecha relación con el otro, y tanto
más evidencia tendremos de su divina inspiración. Veremos claramente que ambos tienen un solo Autor. El estudio
de estos preciosos volúmenes nos enseñará a formar caracteres que revelarán los atributos de Cristo (Mensajes
selectos, t. 3, p. 409).
El Antiguo Testamento... no se escribió únicamente para los antiguos, sino que era para todos los
siglos y para todas las gentes. Jesús quería que los maestros de su doctrina escudriñaran diligentemente el
Antiguo Testamento en busca de aquella luz que establece su identidad como el Mesías predicho en la profecía, y
revela la naturaleza de su misión para el mundo. El Antiguo y el Nuevo Testamento son inseparables pues ambos
son las enseñanzas de Cristo (Comentario de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día,
t. 5, p. 1069).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios,
para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que
es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.