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Lección 13: Para el 28 de junio de 2025

Lección 13 | Domingo 22 de junio
Aunque breve, la historia de Jonás (ver Jon. 1-4) es considerablemente impactante. Muchos creyentes se han visto reflejados en este profeta renuente. Su historia también contiene notables alusiones a acontecimientos futuros.
Lee Mateo 12:38 al 42. CB ¿A qué partes de la historia de Jonás se refiere Jesús cuando se dirige a los escribas y los fariseos? ¿Qué lecciones acerca del Juicio hay en su declaración?
Jesús declaró que era mayor que Jonás. Sabía que el hecho de venir a este mundo significaría la Cruz, y aun así vino a "buscar y a salvar lo que se había perdido" (Luc. 19:10). Jonás pasó tres días en el gran pez a causa de sus propios pecados, pero Jesús pasó tres días en la tumba a causa de los nuestros. Eso era lo que hacía falta para salvar a los perdidos.
Jonás no quería ir a Nínive, lo cual es muy comprensible desde una perspectiva humana, ya que los asirios eran conocidos por su brutalidad. Los murales asirios están repletos de escenas de una crueldad inusitada. Los pueblos conquistados por ellos eran masacrados de maneras sádicas. ¿Quién querría ir a predicarles acerca del arrepentimiento?
Hay un momento importante en la historia de Jonás que puede señalar hacia el movimiento remanente de los últimos días. Cuando preguntan a Jonás quién es, él responde: "Soy hebreo, y venero al Señor, Dios de los cielos, que hizo la tierra y el mar", una declaración muy semejante al mensaje del primer ángel (Jon. 1:9; Apoc. 14:7). Su énfasis en el Señor como aquel "que hizo la tierra y el mar" señala a Dios como el Creador. Este hecho es el fundamento de nuestra adoración dirigida a él, y la adoración es fundamental en los eventos de los últimos días.
Al mismo tiempo, también se nos ha encomendado predicar un mensaje potencialmente impopular en la Babilonia espiritual. Decir "¡Salgan de ella, pueblo mío!" (Apoc. 18:4) equivale a llamar al mundo al arrepentimiento, algo que la mayoría no recibe con agrado, por muy amable que sea el mensajero. ¿Quién de nosotros no ha recibido respuestas negativas o incluso hostiles como resultado de su testificación? Ello es simplemente parte de la tarea.
■ ¿Cuánto hay de Jonás en ti? ¿Cómo puedes superar esa actitud equivocada?
Esto constituye una lección para los mensajeros que Dios envía hoy, cuando las ciudades de las naciones necesitan tan ciertamente conocer los atributos y propósitos del verdadero Dios, como los ninivitas de antaño. Los embajadores de Cristo han de señalar a los hombres el mundo más noble, que se ha perdido mayormente de vista. Según la enseñanza de las Sagradas Escrituras, la única ciudad que subsistirá es aquella cuyo artífice y constructor es Dios. Con el ojo de la fe, el hombre puede contemplar el umbral del cielo, inundado por la gloria del Dios viviente. Mediante sus siervos el Señor Jesús invita a los hombres a luchar con ambición santificada para obtener la herencia inmortal. Les insta a hacerse tesoros junto al trono de Dios (Profetas y reyes, pp. 204, 205).
Jonás reveló que valoraba menos las almas de aquella desdichada ciudad que su reputación. Temía que lo consideraran un falso profeta. Cuando presenció la compasión demostrada por Dios hacia el pueblo arrepentido, "Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó". "¿No es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? —reclamó al Señor—. Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal".
Cuando Jonás vio que el Señor ejercía sus atributos compasivos al perdonar a la ciudad que había corrompido sus caminos ante él, debería haber colaborado con Dios en su designio misericordioso. Pero perdió de vista los intereses del pueblo. Una vez más cedió a sus sentimientos y, como resultado, no se afligió al pensar que un número tan grande de personas debía perecer porque no se les había enseñado a hacer el bien. Se sintió como si prefiriera morir antes que vivir para ver la ciudad perdonada; y en su insatisfacción exclamó: "Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida" (The Review and Herald, 18 de octubre, 1906, "Nineveh, That Great City", párr. 8, 9).
El Señor le dijo [al profeta Jonás]: "Levántate, y ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de mí". Jonás 1:1, 2.
Mientras el profeta pensaba en las dificultades e imposibilidades aparentes de lo que se le había encargado, se sintió tentado a poner en duda la prudencia del llamamiento. Desde un punto de vista humano, parecía que nada pudiera ganarse proclamando un mensaje tal en aquella ciudad orgullosa. Se olvidó por el momento de que el Dios a quien servía era omnisciente y omnipotente. Mientras
vacilaba y seguía dudando, Satanás le abrumó de desaliento. El profeta fue dominado por un gran temor, y "se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis". Fue a Jope, encontró allí un barco a punto de zarpar y "pagando su pasaje entró en él, para irse con ellos". Vers. 3.
El encargo que había recibido imponía a Jonás una pesada responsabilidad; pero el que le había ordenado que fuese podía sostener a su siervo y concederle éxito. Si el profeta hubiese obedecido sin vacilación, se habría ahorrado muchas experiencias amargas, y habría recibido abundantes bendiciones. Sin embargo, el Señor no abandonó a Jonás en su hora de desesperación. Mediante una serie de pruebas y providencias extrañas, debía revivir la confianza del profeta en Dios (Profetas y reyes, pp. 198, 199).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.