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Lección 6: Para el 10 de mayo de 2025
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
PARA MEMORIZAR:"
Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: 'Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación'" Apoc. 5:9, CB RVR1960).
Cuando Jesús vino a él, Juan el Bautista declaró: "¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29). Esa era una referencia inequívoca a los sacrificios que simbolizaban la muerte sustitutoria de Cristo en favor de la humanidad.
El tema del sacrificio animal recorre toda la Biblia como un hilo escarlata y desempeña un papel central en la gran escena del trono de Dios de Apocalipsis 4 y 5. El hecho de que Jesús sea simbolizado como un cordero inmolado en esta escena crucial (Apoc. 5:6) es una clave importante para comprender todo el episodio profético.
Esta semana veremos algunos temas relacionados con el sacrificio y que forman parte de nuestra comprensión de Jesús, el Cordero inmolado, el protagonista destacado de la escena de la sala del Trono. Él es reconocido como el único digno, lo que destaca la obra del Señor, prefigurada por el sistema sacrificial del Santuario terrenal, como un Dios de amor infinito que estuvo dispuesto al sacrificio supremo, un acto del que nosotros y las demás inteligencias del universo nos maravillaremos por la eternidad.
El ceremonial de los sacrificios que había señalado a Cristo pasó: pero los ojos de los hombres fueron dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo. Cesó el sacerdocio terrestre, pero miramos a Jesús, mediador del nuevo pacto, y "a la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel". "Aun no estaba descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie... Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos... por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención". Hebreos 12:24; 9:8-12 .
"Por lo cual también puede salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos". Hebreos 7:25 . Aunque el ministerio había de ser trasladado del Templo terrestre al celestial, aunque el Santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fueron invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador. Mientras Jesús ministra en el Santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la tierra (El Deseado de todas las gentes, p. 138).
Al revelarle a Jesús su misión en el templo, rehuyó el contacto de la multitud. Deseaba volver tranquilamente de Jerusalén, con aquellos que conocían el secreto de su vida. Mediante el servicio pascual, Dios estaba tratando de apartar a sus hijos de sus congojas mundanales, y recordarles la obra admirable que él realizó al librarlos de Egipto. Él deseaba que visen en esta obra una promesa de la liberación del pecado. Así como la sangre del cordero inmolado protegió los hogares de Israel, la sangre de Cristo había de salvar sus almas; pero podían ser salvos por Cristo únicamente en la medida en que por la fe se apropiaban la vida de él. No había virtud en el servicio simbólico, sino en la medida en que se dirigía a los adoradores hacia Cristo como su Salvador personal. Dios deseaba que fuesen inducidos a estudiar y meditar con oración acerca de la misión de Cristo (El Deseado de todas las gentes, pp. 61, 62).
Con el fin de llegar a ser el sustituto y la garantía de la humanidad, Jesucristo depuso su manto real, su corona de Rey, y revistió su divinidad con la humanidad, para que al morir como hombre pudiera destruir con su muerte al que tenía el imperio de la muerte. Como Dios, no lo habría podido hacer; pero al venir como hombre, Cristo pudo morir. Con su muerte venció a la muerte. La muerte de Cristo hizo perecer al que tenía el poder de la muerte, y abrió las puertas de la tumba a todos los que lo reciben como su Salvador personal (Exaltad a Jesús, p. 339).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.