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Lee Éxodo 33:7-11 . ¿Por qué pidió Dios a Moisés que hiciera la tienda de reunión?
No debemos confundir «la tienda de reunión» (ubicada fuera del campamento de Israel) con el Tabernáculo, que fue construido más tarde y colocado en el centro del campamento. No sabemos con qué frecuencia consultaba Moisés a Dios en la tienda de reunión. Sin embargo, sabemos con certeza que los encuentros de Moisés con Dios dieron lugar a una estrecha amistad entre ellos. «Y el Señor hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con su amigo» (Éxodo 33:11). Un amigo es una persona cuya opinión podemos solicitar y con la que podemos hablar abiertamente de casi todo y confiar en que nunca revelará el contenido de nuestro diálogo a otros. La amistad es una de las mayores bendiciones que podemos disfrutar de parte de alguien y brindar a otros. La historia de Moisés, registrada en Éxodo 19 a 34, resulta muy instructiva acerca de cómo transforma Dios nuestra vida. ¿Cómo construyó Dios una relación con Moisés, ese líder excepcional? Un estudio de la vida de este muestra cómo creció en su conocimiento del poder, el amor y el carácter de Dios. Este es un componente crucial de una relación con el Señor.
Moisés fue utilizado poderosamente por Dios aun antes de llegar al monte Sinaí, incluso mientras era preparado para su futuro papel especial de liderazgo. En la tierra de Madián, mientras cuidaba ovejas, Dios lo inspiró para escribir dos libros: Job y Génesis. Luego, en el dramático acontecimiento de la zarza ardiente, fue llamado por Dios para sacar a Israel de Egipto. Vio la derrota de los dioses egipcios y del poderoso ejército del faraón en el Mar Rojo. Observó durante muchas semanas cómo Dios conducía a Israel desde Egipto hasta el Sinaí. Después de la experiencia que resultó en el resplandor de su rostro, Moisés guio a Israel durante otros 39 años hasta los límites de la Tierra Prometida. La Biblia afirma que Moisés fue un siervo fiel de Dios (Deuteronomio 34:5; Josué 1:1), un faro inextinguible en la oscuridad, un profeta modelo a la luz del cual habrían de ser medidos los demás (Deuteronomio 18:15, 18). Fue un agente de cambio, aunque el pueblo no siempre siguiera sus indicaciones y sus palabras. Cuando lo hacían, prosperaban.
La excepcional historia de Moisés nos muestra lo que Dios puede hacer cuando le permitimos que nos transforme. ¿Cuáles fueron algunos momentos decisivos de tu experiencia con Dios en los que reconociste la forma en que él obró poderosamente en tu vida?
Dios honra a los que se humillan delante de él. Moisés, descorazonado por el descontento y la murmuración del pueblo, que guiaba hacia la tierra de la promesa, suplicó a Dios que le diera la seguridad de su presencia, diciendo: «Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso».
Fortalecido con la seguridad de la presencia de Dios, Moisés fue todavía más allá y se aventuró a solicitar aún más bendiciones. Dijo: «Te ruego que me muestres tu gloria». ¿Creéis que Dios reprobó la presunción de Moisés? ¡Claro que no! Moisés no hizo este pedido por vana curiosidad. Tenía un objetivo en vista. Comprendió que por su propia fuerza no podría realizar aceptablemente la obra de Dios. Sabía que si podía obtener una clara visión de la gloria de Dios, estaría capacitado para avanzar en su importante misión, no por su propia fuerza sino por la del Señor Dios Todopoderoso. Toda su alma se extendió hacia Dios. Anhelaba saber más de Dios, para poder sentir de cerca la divina presencia en cada emergencia o perplejidad. No fue egoísmo lo que impulsó a Moisés a pedir una visión de la gloria de Dios. Su único objetivo era el deseo de honrar mejor a su Hacedor.
Dios conoce los pensamientos y las intenciones del corazón y comprendió los motivos que impulsaban la solicitud de su fiel servidor. Contestó a Moisés: «Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. 21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado». «Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad».
Moisés tenía genuina humildad y el Señor lo honró mostrándole su gloria. De la misma manera honrará a todo el que lo sirva como Moisés, con un corazón perfecto … Imparte su sabiduría a los que tienen un espíritu humilde y contrito. La justicia de Cristo irá delante de ellos y la gloria del Señor será su retaguardia. Nada en este mundo puede hacer daño a aquellos que son así honrados por una estrecha conexión con Dios (The Review and Herald, 11 de mayo, 1897, párr 4-7; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 241).