Lección 13 | Martes 24 de diciembre
¿Qué gran contraste se presenta aquí y por qué es tan fundamental para comprender la verdad?
El mundo está en tinieblas; rehúye la luz y no puede, por sí solo, encontrar el camino hacia el Dios verdadero, el Dios personal de la Creación, la Revelación y la Redención.
"Nunca puede la humanidad, por sí misma, obtener un conocimiento de lo divino. 'Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?' Únicamente el espíritu de adopción puede revelarnos las cosas profundas de Dios, las que 'ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano. Pero a nosotros nos las ha revelado Dios por medio de su Espíritu'" (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 380).
Solo Jesucristo "dio a conocer" al Padre (Juan 1:18). El verbo griego así traducido es exégeomai, que significa "interpretar", "explicar", "exponer". Juan presenta a Jesús como el mensajero celestial, el que da a conocer a Dios. Solo a través de Jesús podemos conocer verdaderamente a Dios.
¿Cómo describe Jesús el falso fundamento sobre el que los líderes religiosos de Israel habían basado su fe?
Los que no están en la verdad hablan desde sus propios recursos. Ellos "ven" el significado de un texto solo desde una perspectiva humana. Por el contrario, debemos aceptar que Cristo es la luz del mundo y seguirlo en nuestra interpretación de su Palabra. Por el contrario, el diablo "habla de lo que él mismo es" (Juan 8:44). Si no tenemos cuidado y no nos rendimos en fe y obediencia a Dios, corremos el peligro de hacer lo mismo: leer el texto basándonos únicamente en nuestros propios deseos, anhelos y perspectivas, un error mucho más factible de lo que creemos.
■ ¿Cómo respondes a las verdades de la Palabra de Dios? ¿Las aceptas con la actitud correcta o con desagrado?
Los dirigentes judíos habían estudiado las enseñanzas de los profetas acerca del reino del Mesías; pero lo habían hecho, no con un sincero deseo de conocer la verdad, sino con el propósito de hallar evidencia con que sostener sus ambiciosas esperanzas. Cuando Cristo vino de una manera contraria a sus expectativas, no quisieron recibirle; y a fin de justificarse, trataron de probar que era un impostor. Una vez que hubieron asentado los pies en esta senda, fue fácil para Satanás fortalecer su oposición a Cristo. Interpretaron contra él las mismas palabras que deberían haber recibido como evidencia de su divinidad. Así trocaron la verdad de Dios en mentira, y cuanto más directamente les hablaba el Salvador en sus obras de misericordia, más resueltos estaban a resistir la luz (El Deseado de todas las gentes, p. 183). Considerar a Cristo como nuestra única fuente de fortaleza, presentar su amor incomparable para que la culpa de los pecados fuera cargada a su cuenta y su propia justicia fuera acreditada al hombre, de ninguna manera anula o descarta la ley o rebaja su dignidad; al contrario: la coloca en el lugar en que brilla sobre ella la verdadera luz y la glorifica. Esto se logra solo por la luz que refleja desde el Calvario. La ley es completa y plena en el gran plan de salvación, solamente al ser presentada en la luz que brilla desde el Salvador crucificado y resucitado. Esto se puede discernir solo espiritualmente. Enciende en el corazón del que contempla la fe ardiente, la esperanza y el gozo de que Cristo es su justicia. Este gozo es solo para los que aman y guardan las palabras de Jesús, que son las palabras de Dios (Mensajes selectos, t. 3, p. 200). Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe adónde va. Juan 12:35. Esta es la amonestación que daríamos a los que pretenden creer la verdad: “Aún un poco está la luz entre vosotros”. Os pediríamos que considerarais la brevedad de la vida humana, cuán prestamente pasa el tiempo. Dentro de nuestro alcance hay áureas oportunidades y privilegios. La copiosa y abundante misericordia de Dios espera que demandemos sus más ricos tesoros. El Salvador está dispuesto para prodigar gratuitamente sus bendiciones, y la única pregunta es: ¿Las aceptaréis? Se han hecho ricas provisiones y la luz brilla de una diversidad de formas; pero esa luz perderá su precioso carácter para los que no la aprecian, no la aceptan ni responden a ella, o, habiéndola recibido, no transmiten la luz a otros (A fin de conocerle, p. 87).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.