PARA MEMORIZAR:
“Ustedes escudriñan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen la vida eterna. ¡Ellas testifican de mí!” (Juan 5:39).
 
Lección 13: Para el 28 de diciembre de 2024
EPÍLOGO: CONOCER A JESÚS Y SU PALABRA



- Audio Lección -

Sábado 21 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:

PARA MEMORIZAR:
"Ustedes escudriñan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen la vida eterna. ¡Ellas testifican de mí!"

El Evangelio de Juan, como el de Marcos, termina con un encuentro en Galilea. Esta última lección acerca del Evangelio de Juan se refiere a ese encuentro, pero lo integra con el tema de cómo conocemos a Jesús y la Palabra de Dios, un concepto que recorre el cuarto Evangelio.

Aunque llevaban más de tres años con Jesús y él les había anunciado una y otra vez lo que sucedería, los discípulos seguían sin estar preparados para la crucifixión y la resurrección. Por desgracia, no habían prestado atención a sus palabras.

Corremos hoy el mismo peligro: oír o leer la Palabra de Dios sin escucharla, sin prestarle atención, sin permanecer en ella, sin obedecerla. Es decir, no aceptarla como la luz que debe guiar nuestros pensamientos y acciones. Desgraciadamente, demasiados cristianos se encuentran en esta situación, tal vez sin darse cuenta.

En esta última semana de estudio del Evangelio de Juan, analizaremos algunos de los puntos clave de este documento que pueden ayudarnos a ir más allá del mero conocimiento intelectual acerca de Jesús para, en cambio, conocerlo mejor y permanecer más estrechamente unidos a él y a su Palabra.


Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Corintios 11.    CB   


Comentarios Elena G.W

      Jesús se encaró con los gobernantes… Los reprendió por la dureza de su corazón y su ignorancia de las Escrituras.
      Declaró que habían rechazado la palabra de Dios, puesto que habían rechazado a Aquel a quien Dios había enviado.
      “Escudriñáis las Escrituras, pues pensáis que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.
      Juan 5:39.
      
      En toda página, sea de historia, preceptos o profecía, las Escrituras del Antiguo Testamento irradian la gloria del Hijo
      de Dios. Por cuanto era de institución divina, todo el sistema del judaísmo era una profecía compacta del evangelio.
      Acerca de Cristo “dan testimonio todos los profetas”. Hechos 10:43. Desde la promesa hecha a Adán, por el linaje
      patriarcal y la economía legal, la gloriosa luz del cielo delineó claramente las pisadas del Redentor. Los videntes
      contemplaron la estrella de Belén, el Shiloh venidero, mientras las cosas futuras pasaban delante de ellos en misteriosa
      procesión. En todo sacrificio, se revelaba la muerte de Cristo. En toda nube de incienso, ascendía su justicia. Toda
      trompeta del jubileo hacía repercutir su nombre. En el pavoroso misterio del Lugar Santísimo, moraba su gloria.
      
      Los judíos poseían las Escrituras, y suponían que en el mero conocimiento externo de la palabra tenían vida eterna. Pero
      Jesús dijo: “No tenéis su palabra morando en vosotros”. Habiendo rechazado a Cristo en su palabra, le rechazaron en
      persona. “No queréis venir a mí —dijo—, para que tengáis vida” (El Deseado de todas las gentes, pp. 182, 183).
      
      “He venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a aquél recibiréis”. Jesús vino
      por autoridad de Dios, llevando su imagen, cumpliendo su palabra y buscando su gloria; sin embargo, no fue aceptado por
      los dirigentes de Israel; pero cuando vinieran otros, asumiendo el carácter de Cristo, pero impulsados por su propia
      voluntad y buscando su propia gloria, los recibirían. ¿Por qué? Porque el que busca su propia gloria apela al deseo de
      exaltación propia en los demás. Y a una incitación tal los judíos podían responder. Recibirían al falso maestro porque
      adularía su orgullo sancionando sus caras opiniones y tradiciones. Pero la enseñanza de Cristo no coincidía con sus
      ideas. Era espiritual, y exigía el sacrificio del yo; por lo tanto, no querían recibirla. No conocían a Dios, y para
      ellos su voz expresada por medio de Cristo era la voz de un extraño.
      
      ¿No se repite el caso hoy? ¿No hay muchos, aun entre los dirigentes religiosos, que están endureciendo su corazón contra
      el Espíritu Santo, incapacitándose así para reconocer la voz de Dios? ¿No están rechazando la palabra de Dios, a fin de
      conservar sus tradiciones? (El Deseado de todas las gentes, pp. 183, 184).
    

Juan 8:54-58   

1 Corintios 1:26-29   

26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.


Juan 21

  1 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 
  2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 
  3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
  4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 
  5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 
  6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
  7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. 
  8 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
  9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 
  10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.
  11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 
  12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.
  13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 
  14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
  15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
  16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
  17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. 
  18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 
  19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.
  20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
  21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? 
  22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. 
  23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
  24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. 
  25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. 
  

Juan 11:9

9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;

Juan 11:10

10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.

Juan 8:42-44

42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

Juan 4:46-54

46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. 54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.

2 Timoteo 3:16

16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarg:uir, para corregir, para instruir en justicia,

Juan 15:1-11

1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.

Juan 5:39    CB   

39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

Juan 7:30    CB   

30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.

Juan 8:20    CB   

20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

Juan 12:27    CB   

27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.

Juan 1:1-18    CB   

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. 6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Juan 6:35    CB   

35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Juan 6:41

41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.

Juan 6:48

48 Yo soy el pan de vida.

Juan 6:51

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.