Lección 2: Para el 11 de enero de 2025
AMOR PACTUAL
- Audio Lección -
Martes 7 de enero
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Lección 2 UNA RELACIÓN CONDICIONAL
Dios llama e invita a cada persona a una relación íntima de amor
con él (ver
Responder adecuadamente a esa invitación implica obedecer el mandato divino de amar a
Dios y a los demás (ver
Disfrutar de los beneficios de esta relación con Dios depende de si uno decide libremente
aceptar o rechazar su amor.
Lee
¿Qué enseñan estos textos acerca de si los beneficios del amor de Dios pueden ser rechazados o incluso perdidos?
En estos y otros textos, el hecho de disfrutar de los beneficios de
una relación de amor con Dios se describe repetidamente como condicionado a la respuest
humana a ese amor. Sin embargo, no debemos cometer el error de pensar que Dios deja de
amar a alguien. Como hemos visto, el amor de Dios es eterno. Y, aunque en
Oseas 9:15
Dios dice de su pueblo: "No los amaré más", es importante recordar que más
adelante, en el mismo libro, Dios declara acerca de su pueblo: "los amaré de pura
gracia" (Ose. 14:4)-
Oseas 9:15 no puede significar que Dios deja por completo de amar a su pueblo. Debe referirse, en cambio, a la condicionalidad de algún aspecto o beneficio particular de una relación de amor con Dios. Además, la forma en que respondemos a su amor es crucial para que esta relación continúe.
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me
ama. Y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré, y me manifestaré a él"
(Juan 14:21). Del mismo modo, Jesús proclama a sus discípulos: "El mismo Padre
los ama, ya que ustedes me han amado a mí y han creído que yo salí de Dios"
(Juan 16:27).
Estos y otros textos enseñan que el hecho de disfrutar de los
beneficios de una relación salvífica con Dios depende de que aceptemos su amor
(lo que implica también estar dispuestos a ser vehículos de ese amor). Una vez más,
esto no significa que el amor de Dios deje de existir. Pero, así como no podemos
impedir que el sol brille, pero podemos aislarnos de sus rayos, no podemos hacer
nada para detener el amor eterno de Dios, pero podemos rechazar finalmente una
relación con Dios y, por tanto, aislarnos de lo que nos ofrece; especialmente,
de la vida eterna.
■ ¿De qué maneras pueden las personas ver y experimentar la realidad del amor de Dios, independientemente de que correspondan a ese amor o no? Por ejemplo, ¿cómo revela su amor el mundo natural, incluso después del pecado?
El hecho de presentar a Cristo como nuestra única fuente de fortaleza, de presentar su amor incomparable al hacer que la
culpa de los pecados de los hombres sea imputada a su cuenta y su propia justicia sea imputada al hombre, en ningún caso
elimina la ley ni le quita dignidad. Más bien, la coloca donde la luz correcta brilla sobre ella y la glorifica. Esto se
hace únicamente mediante la luz reflejada desde la cruz del Calvario. La ley es completa y plena en el gran plan de
salvación, solamente cuando es presentada en la luz que brilla desde el Salvador crucificado y resucitado. Esto sólo
puede discernirse espiritualmente. Enciende en el corazón del que la contempla una fe ardiente, esperanza y gozo de que
Cristo es su justicia. Este gozo es solamente para aquellos que aman y guardan las palabras de Jesús, que son las
palabras de Dios.—Mensajes Selectos, tomo 3, pág. 176.
Será el mayor misterio para [el creyente] que Jesús haya hecho un sacrificio tan grande para redimirlo. Exclamará, con
semblante humilde y labios temblorosos: “Él me amó. Se entregó por mí. Se hizo pobre para que yo, a través de su
pobreza, pudiera ser enriquecido. El varón de dolores no me despreció, sino que derramó su amor inagotable y redentor
para que mi corazón pudiera ser purificado; y me ha devuelto a la lealtad y obediencia a todos sus mandamientos. Su
condescendencia, su humillación, su crucifixión, son los milagros que coronan la maravillosa exhibición del plan de
salvación. Que el justo muera por el injusto, el puro por el impuro, está más allá de todas las manifestaciones del amor
humano; y todo esto lo ha hecho para hacer posible impartirme su propia justicia, para que pueda guardar la ley que he
transgredido. Por esto lo adoro. Lo proclamaré a todos los pecadores. Clamaré: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo!”—“El conocimiento de Cristo y de uno mismo conduce a la humildad”, Advent Review and Sabbath
Herald, 16 de octubre de 1888, párrafo 11.
En el principio, Dios se reveló en todas las obras de la creación. Fue Cristo quien extendió los cielos y puso los
cimientos de la tierra. Fue su mano la que colgó los mundos en el espacio y modeló las flores del campo. “Su poder
afirma los montes”. “Suyo es el mar, y él lo hizo”. Salmo 65:6; 95:5 . Fue él quien llenó la tierra de belleza y el aire
de canciones. Y sobre todas las cosas de la tierra, el aire y el cielo escribió el mensaje del amor del Padre.
Ahora el pecado ha estropeado la obra perfecta de Dios, pero esa escritura permanece. Aun ahora todas las cosas creadas
declaran la gloria de su excelencia. No hay nada, salvo el corazón egoísta del hombre, que viva para sí mismo. . . . Las
flores exhalan fragancia y despliegan su belleza para bendecir al mundo. El sol derrama su luz para alegrar a mil
mundos.—El Deseado de todas las gentes, pág. 20.
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios,
para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que
es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.