Lunes 9 de diciembre | Lección 11
Fuimos creados por Dios para tener una relación personal con él
Sin embargo, a causa del pecado, esa relación fue radicalmente interrumpida. Podemos ver el impacto inmediato de esta ruptura en la historia del Jardín del Edén.
¿Cómo revela esto la ruptura que causó el pecado? ¿Qué signiñca el hecho de que fue Dios quien los buscó, no a la inversa?
La intención de la Deidad era ofrecer sanación a toda la humanidad poniendo fin a la brecha causada por el pecado, aunque toda la humanidad no aceptara lo que él ofrecía.
Para restaurar esta relación, un miembro de la Deidad se hizo humano. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, manifestando la gloria de Dios
Como resultado, la humanidad ha recibido la plenitud y la gracia divinas. Esto es lo que Jesús vino a compartir. Vino a declarar la gloria de Dios para que la relación rota por el pecado pudiera ser restaurada, al menos para quienes estuvieran dispuestos a aceptar por fe lo que se les ha ofrecido en Cristo Jesús.
¿Qué maravillosa esperanza se vislumbra para nosotros en estos textos?
"En Cristo hay vida original, no prestada ni derivada de otra" (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 489). Sin embargo, como Hijo encarnado que "se despojó a sí mismo"
del ejercicio de sus prerrogativas, Cristo, hablando de su existencia en la Tierra como hombre entre los hombres, podía referirse a su posesión de la vida como un don de Dios. "La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna" (El Deseado de todas las gentes, p. 489).
Dios no fue reconocido por la humanidad
Por lo tanto, envió a su único Hijo
ara que el Padre pudiera ser conocido.
■ En el contexto del cosmos, un ateo escribió: "En nuestra oscuridad, en toda esta inmensidad, no hay ningún indicio de que venga ayuda de otra parte para salvarnos de nosotros mismos". ¿Qué enseñanza bíblica demuestra lo erróneo de esa aseveración?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Romanos 15. CB
Comentarios Elena G.W
La vida de Cristo se debe revelar en la humanidad. El ser humano constituyó la corona de la obra creadora de Dios, hecho a la misma imagen divina y diseñado para ser un complemento de Dios; pero Satanás se ha esforzado por borrar la imagen de Dios en el hombre y por imprimirle la suya propia. El ser humano es muy querido para Dios, porque fue formado a su propia imagen. Este hecho debería impresionar sobre nosotros la importancia de enseñar por precepto y ejemplo lo que significa el pecado de la degradación del cuerpo que fue formado para representar a Dios ante el mundo (Exaltad a Jesús, p. 42).[E]n vez de destruir al mundo, Dios envió a su Hijo para salvarlo. Aunque en todo rincón de la provincia enajenada se notaba corrupción y desafío, se proveyó un modo de rescatarla. En el mismo momento de la crisis, cuando Satanás parecía estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de la gracia divina. En toda época y en todo momento, el amor de Dios se había manifestado en favor de la especie caída. A pesar de la perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de misericordia. Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se glorificó derramando sobre el mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se interrumpiría hasta que se cumpliese el plan de salvación.
Satanás se estaba regocijando de que había logrado degradar la imagen de Dios en la humanidad. Entonces vino Jesús a restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el carácter que ha sido arruinado por el pecado. Él vino para expulsar a los demonios que habían dominado la voluntad. Vino para levantarnos del polvo, para rehacer según el modelo divino el carácter que había sido mancillado, para hermosearlo con su propia gloria (El Deseado de todas las gentes, p. 28).
El paralítico halló en Cristo curación, tanto para el alma como para el cuerpo. La curación espiritual fue seguida por la restauración física, Esta lección no debe ser pasada por alto. Hay hoy día miles que están sufriendo de enfermedad física y que, como el paralítico, están anhelando el mensaje: “Tus pecados te son perdonados”. La carga de pecado, con su intranquilidad y deseos no satisfechos es el fundamento de sus enfermedades. No pueden hallar alivio hasta que vengan al Médico del alma. La paz que él solo puede dar, impartiría vigor a la mente y salud al cuerpo.
Jesús vino para “deshacer las obras del diablo”. “En él estaba la vida”, y él dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Él es un “espíritu vivificante”. 1 Juan 3:8; Juan 1:4; 10:10; 1 Corintios 15:45. Y tiene todavía el mismo poder vivificante que, mientras estaba en la tierra, sanaba a los enfermos y perdonaba al pecador. Él “perdona todas tus iniquidades”, él “sana todas tus dolencias”. Salmo 103:3 (El Deseado de todas las gentes, p. 270).
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.