Lección 8 | Lunes 18 de noviembre
LA AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS
Además de los milagros y los testimonios específicos que Juan utilizó para señalar a Jesús como el Mesías, el evangelista también apeló a la autoridad del Antiguo Testamento y a sus profecías que anunciaban la obra de Cristo. El Antiguo Testamento es fundamental no solo para el Evangelio de Juan, sino para todo el Nuevo Testamento. El fundamento presentado por Jesús en favor de quién era, de dónde vino, qué hizo y qué haría fueron las Escrituras, el Antiguo Testamento, en el caso del Evangelio de Juan.
Lee ¿Qué aprendemos aquí acerca de la actitud de Jesús hacia la autoridad de las Escrituras?
A lo largo de los evangelios, Jesús señala reiteradamente la autoridad de la Escritura como testigo clave en favor de él. Por ejemplo, utiliza a menudo acontecimientos del Antiguo Testamento para señalarse a sí mismo y lo que hace. Un ejemplo de ello es su alusión al evento registrado en "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado" Aquí, Jesús no solo se refiere alincidente histórico, sino además, al utilizarlo para señalarse a sí mismo, nos da la interpretación autorizada de lo que aquel evento histórico pretendía transmitir.
Jesús no es el único que usa el Antiguo Testamento para establecer este fundamento. Al comienzo del Evangelio de Juan, Felipe dice: "Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas; a Jesús, el hijo de José, de Nazaret"
Lee ¿Qué enseñan estos textos acerca de la autoridad de las Escrituras tal como la entendían Jesús y Juan? ¿Qué debería decirnos esto acerca del papel crucial que toda la Escritura debe tener también para nuestra fe?
■ ¿Cuáles son las fuerzas que, sutil o abiertamente, operan hoy tratando de socavar nuestra fe en la autoridad de la Biblia? Comparte tu respuesta con la clase el sábado.
Reavivados por su Palabra: Hoy, Hechos 22. CB
Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol Pedro, escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que “profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de ellas”. 1 Pedro 1:10, 11. Es la voz de Cristo la que nos habla por medio del Antiguo Testamento. “Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. Apocalipsis 19:10.En las enseñanzas que dio cuando estuvo personalmente aquí entre los hombres, Jesús dirigió los pensamientos del pueblo hacia el Antiguo Testamento. Dijo a los judíos: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Juan 5:39. En aquel entonces los libros del Antiguo Testamento eran la única parte de la Biblia que existía. Otra vez el Hijo de Dios declaró: “A Moisés y a los profetas tienen: óiganlos”. Y agregó: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos”. Lucas 16:29, 31 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 382, 383).
Jesús confió en la sabiduría y fuerza de su Padre celestial… Llamando la atención a su propio ejemplo, él nos dice: “¿Quién hay de entre vosotros que teme a Jehová… que anda en tinieblas y no tiene luz? ¡Confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios!” Isaías 50:7-10.
“Viene el príncipe de este mundo —dice Jesús—; mas no tiene nada en mí”. Juan 14:30 No había en él nada que respondiera a los sofismas de Satanás. Él no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad. Fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en él. Y él vino para hacernos participantes de la naturaleza divina. Mientras estemos unidos con él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros…
Y Cristo nos ha mostrado cómo puede lograrse esto. ¿Por medio de qué venció él en el conflicto con Satanás? Por la Palabra de Dios. Sólo por medio de la Palabra pudo resistir la tentación. “Escrito está”, dijo. Y a nosotros “nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia”. 2 Pedro 1:4. Toda promesa de la Palabra de Dios nos pertenece. Hemos de vivir de “toda palabra que sale de la boca de Dios”. Cuando nos veamos asaltados por las tentaciones, no miremos las circunstancias o nuestra debilidad, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es nuestra. “En mi corazón he guardado tus dichos —dice el salmista—, para no pecar contra ti”. “Por la palabra de tus labios yo me he guardado de las vías del destructor”. Salmo 119:11; 17:4 (El Deseado de todas las gentes, pp. 98, 99).
Juan 8:54-58