PARA MEMORIZAR:
Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan. Las mismas obras que el Padre me encomendó realizar, esas mismas obras que hago testifican que el Padre me envió" Juan 5:36
 
Lección 8: Para el 23 de noviembre de 2024
EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO



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Lección 8: Para el 23 de noviembre de 2024

Sábado 16 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:

PARA MEMORIZAR:
Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan. Las mismas obras que el Padre me encomendó realizar, esas mismas obras que hago testifican que el Padre me envió"

En el Evangelio de Juan se aprecia todo lo que Jesús dijo e hizo como demostración de que era el Cristo, el Mesías prometido a Israel. Además, vino como un integrante del pueblo del Pacto, como un judío nacido en Belén, tal como lo habían predicho las Escrituras.

Sin embargo, como escribió Juan, "en el mundo estaba, y aunque el mundo fue hecho por él, el mundo no lo reconoció"

¿Estaba en el mundo que él mismo creó, pero el mundo no lo conoció? Es una afirmación asombrosa. Como podemos ver en los cuatro evangelios, muchos no lo reconocieron como quien realmente era aunque deberían haberlo hecho, especialmente en vista de todo lo que Jesús dijo e hizo, y más aún, porque las Escrituras del Antiguo Testamento lo señalaban claramente.

Esta semana veremos otras maneras por las que Juan reveló a Jesús como el Mesías, y también por qué algunos siguieron rechazándolo a pesar de las poderosas evidencias de que era el Cristo. ¿Qué podemos aprender de sus errores?


Reavivados por su Palabra: Hechos 20.    CB   


Comentarios Elena G.W

El Hijo de Dios vino al mundo como un restaurador. Él era el Camino, la Verdad, y la Vida. Cada palabra que pronunció era espíritu y vida. Hablaba con autoridad, consciente de su poder para bendecir a la humanidad y librar a los cautivos atados por Satanás; además, estaba consciente de que con su presencia podía traer al mundo una felicidad completa. Anhelaba ayudar a cada miembro de la familia humana que se encontrara oprimido y sufriente, y mostrarle que era su prerrogativa bendecir, no condenar (Exaltad a Jesús, p. 31).

Cristo reconoció abiertamente su derecho a la autoridad y a recibir lealtad. “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor —les dijo—; y decís bien, porque lo soy”. “Uno es vuestro Maestro, el Cristo”. Juan 13:13; Mateo 23:8. De ese modo mantuvo la dignidad que le correspondía a su nombre, y la autoridad y el poder que poseía en el cielo.

Hubo ocasiones cuando habló con la dignidad de su verdadera grandeza. Más de una vez declaró: “El que tiene oídos para oír, oiga”. Con estas palabras no hacía más que repetir la orden de Dios, cuando desde la excelencia de su gloria el Infinito había declarado: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”. Mateo 17:5. De pie ante los fariseos de ceño fruncido, que trataban de poner en alto su propia importancia, Cristo no vaciló en compararse con los representantes más distinguidos que habían caminado sobre la tierra y declarar su propia eminencia sobre todos ellos (Exaltad a Jesús, p. 31).

Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible. En su oración por sus discípulos, dice: “Yo les he manifestado tu nombre”: “misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad”, “para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”. Pero no solo para sus hijos nacidos en la tierra fue dada esta revelación. Nuestro pequeño mundo es un libro de texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propósito de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual “desean mirar los ángeles”, y será su estudio a través de los siglos sin fin. Tanto los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarán en la cruz de Cristo su ciencia y su canción. Se verá que la gloria que resplandece en el rostro de Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario, se verá que la ley del renunciamiento por amor es la ley de la vida para la tierra y el cielo; que el amor que “no busca lo suyo” tiene su fuente en el corazón de Dios; y que en el Manso y Humilde se manifiesta el carácter de Aquel que mora en la luz inaccesible al hombre (El Deseado de todas las gentes, p. 11).


Juan 8:54-58   

1 Corintios 1:26-29   

26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.


PARA MEMORIZAR:
Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. Juan 5:36

Juan 5:17

17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

Juan 5:20

20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.

Juan 5:36-40

36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. 37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, 38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. 39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

Juan 5:46-47

46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

Juan 13:18

18 No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.

Juan 17:12

12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

Jeremías 2:13

13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

Zacarías 9:9

9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.

Juan 8:12-30

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. 15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. 17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. 19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. 21 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. 22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? 23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. 25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. 27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. 29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. 30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él

Juan 1:10

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.