Miércoles 1° de enero | Lección 1
MUCHOS SON LOS LLAMADOS, PERO POCOS LOS ELEGIDOS
Dios no solo ama a las personas por iniciativa propia, sino también las invita a amarlo en respuesta a su amor. El hecho de que Dios nos concede la capacidad de elegir libremente si aceptar o rechazar su amor resulta evidente, entre otros lugares de la Biblia, en la parábola de Cristo acerca del banquete de bodas.
¿Qué significa esta parábola?
En la parábola de Cristo acerca del banquete de bodas, un rey organiza la. boda de su hijo y envía a sus siervos a "llamar a los invitados a la boda", pero ellos "no quisieron venir" (Mat. 22:2,3). El rey envió a sus siervos para invitarlos nuevamente, pero ellos hicieron caso omiso de su invitación y, peor aún, echaron mano de sus siervos y los mataron (Mat. 22:4-6).
Más tarde, después de tratar con quienes habían asesinado a algunos de sus mensajeros, el rey dijo a sus siervos: "A la verdad el banquete está preparado, pero los convidados no eran dignos. Vayan, pues, a las salidas de los caminos y llamen al banquete a cuantos hallen" (Mat. 22:8,9). Después de otro episodio en el que un hombre sin traje de bodas es expulsado, lo que significa la necesidad de recibir un traje de bodas del rey para asistir al banquete nupcial, Jesús cierra la parábola con la enigmática pero muy significativa frase: "Muchos son los llamados, y pocos los elegidos" (Mat. 22:14).
¿Qué significa esto? Los "elegidos" son quienes aceptan la invitación del Señor a la boda. El término griego traducido como "llamar" e "invitar", a lo largo de la parábola, es kaleo, y lo que determina quién es finalmente "elegido" (eklektos, derivado de kaleo) es si ha aceptado la invitación.
De hecho, Dios llama (es decir, invita) a todos al banquete de bodas. Sin embargo, cualquiera de nosotros puede rechazar el amor de Dios. La libertad es esencial para el amor. Dios nunca impondrá su amor a nadie. Es triste decirlo, pero podemos rechazar tener una relación de amor con Dios.
Los "elegidos" son quienes aceptan la invitación. Para aquellos que aman a Dios, él ha preparado cosas inimaginablemente maravillosas. Una vez más, todo se reduce a la cuestión del amor y de la libertad inherente al amor.
■ ¿Qué hay en tu vida que revele que has aceptado la invitación a la boda y que estás apropiadamente vestido para participar de ella?
Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Corintios 6. CB
Comentarios Elena G.W
Cada hombre es libre de escoger qué poder tendrá para gobernarlo. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil, que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de la oración, sólo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la súplica silenciosa del corazón fue escuchada. Ningún clamor de un alma necesitada, aunque no pueda expresarse en palabras, será desatendido. Los que consientan en entrar en una relación de pacto con el Dios del cielo no quedan abandonados al poder de Satanás ni a la debilidad de su propia naturaleza. El Salvador los invita: “Que se aferre a mi fortaleza, para que haga paz conmigo; y hará paz conmigo”. Isaías 27:5. —El Deseado de todas las gentes, pág. 258. El Señor Dios ha provisto un banquete para toda la raza humana. Se lo representa en la parábola como una gran cena donde se provee una fiesta para cada alma. Todos los que están relacionados con esta cena pueden disfrutar del banquete celestial, que es el evangelio. Esta fiesta está abierta a todos los que la reciban. Todos están invitados e instados a venir. Todos los que son participantes de la fiesta de bodas, la fiesta del evangelio, por este acto dicen que han aceptado a Cristo como su Salvador personal. Llevan su vestidura distintiva. Han aceptado la verdad tal como es en Jesús, que es el manto de la justicia de Cristo. Solamente honran a Cristo aquellos que aceptan la invitación: “Venid, porque ya todo está preparado; venid a la cena de las bodas del Cordero”. Estos se visten de lino blanco, el carácter limpio y puro, mostrando que ya no viven su antigua vida de ciudadanos que vivían en su ignorancia. Su habla ha cambiado. Su conversación es de una línea completamente diferente.—The Upward Look, p. 304. Debemos considerar el gran sacrificio que se hizo en nuestro favor para comprar para nosotros el manto de justicia tejido en el telar del cielo. Él nos ha invitado a la fiesta de bodas, y ha provisto para cada uno de nosotros el vestido de bodas. El manto de justicia ha sido comprado a un costo infinito, y ¡cuán atrevido es el insulto al Cielo cuando uno se presenta como candidato para entrar en la fiesta de bodas vistiendo el vestido de su propio ciudadano de justicia propia! ¡Cuán grandemente deshonra a Dios, mostrando abiertamente desprecio por el sacrificio hecho en el Calvario! Nadie probará la cena de bodas del Cordero si no tiene puesto un vestido de bodas. Pero Juan escribe: “... El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Entonces, antes de que sea eternamente demasiado tarde, que cada uno vaya al mercader celestial para obtener la vestidura blanca, el colirio, el oro refinado en el fuego y el aceite de la gracia celestial.—A fin de conocerle, pág. 264.
Juan 8:54-58
1 Corintios 1:26-29
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.