![]() |
---|
MARTES 11 DE FEBRERO
Dios proclama, en Isaías 55: 8 y 9 CB : «El Señor ha dicho: "Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes"» (RVC).
Los pensamientos de Dios son mucho más elevados que los nuestros. Ni siquiera podemos imaginar la complejidad del plan divino para la historia. En vista de ello, ¿por qué habríamos de pensar que podemos entender las razones de Dios para lo que decide hacer o no en diversas situaciones?
Una forma de enfocar el problema del mal basado en reconocer lo poco que sabemos se llama «teísmo escéptico». El teísta escéptico cree que Dios tiene buenas razones para actuar como lo hace, pero que nuestro limitado conocimiento nos impide conocer o comprender plenamente el accionar de Dios en relación con el mal en el mundo. Por ejemplo, el hecho de que no podamos ver gérmenes en el aire a nuestro alrededor no significa que no estén allí. De la misma manera, que no conozcamos las razones de Dios para actuar o no de determinada manera no significa que él no tenga buenas razones para ello.
Lee Salmo 73. CB ¿Cómo enfoca el salmista el mal y la injusticia que lo rodean? ¿Qué le hace ver las cosas desde otra perspectiva?
El salmista estaba profundamente preocupado por la maldad existente en el mundo. Miraba a su alrededor y veía prosperar a los malvados. Todo le parecía injusto. No tenía respuestas para ello. Se preguntaba si valía la pena creer y servir a Dios. Hasta que entró en el Santuario, que proporciona parte de la clave para el problema del mal, ya que allí hay un Juez justo que ejecutará juicio y hará justicia a su debido tiempo.
¿Cómo puede la comprensión adventista del Juicio y la doctrina del Santuario arrojar luz sobre el problema del mal? ¿Te ayuda saber que, aunque ahora tenemos muchas preguntas, los detalles de la historia y los justos juicios de Dios nos serán revelados finalmente?
Nosotros no comprendemos la grandeza y la majestad de Dios ni recordamos la inconmensurable distancia que existe entre el Creador y las criaturas que formó con su mano. Aquel que está entronizado en los cielos, blanqueando el cetro del universo en su mano, no juzga conforme a nuestra norma finita, ni calcula conforme a nuestros cómputos. Nos equivocamos si pensamos que lo que es grande para nosotros debe ser grande para Dios, y que lo que es pequeño para nosotros debe ser pequeño para él. No sería más exaltado que nosotros si solo poseemos las mismas facultades...
Dios habla por medio de su profeta: "Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá compasión de él, ya nuestro Dios, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son tus pensamientos, ni tus caminos mis caminos, dice Jehová. Porque así como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que tus caminos, y mis pensamientos más que tus pensamientos". Isaías 55:7-9 . Necesitamos claro discernimiento para que midamos el pecado conforme a las nomas de Dios y no las nuestras. Adoptemos como nuestra regla la Palabra divina, no nuestras opiniones humanas (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 316).
El ánimo del salmista David pasó por muchos cambios. A veces, cuando se percataba de la voluntad y de los caminos de Dios, sentía gran euforia; después, cuando captaba una imagen del reverso de la misericordia y del inmutable amor de Dios, todo le parecía que estaba envuelto en una nube de oscuridad. Pero cuando meditaba en las dificultades y en los peligros de la vida, le parecían tan difíciles de sobrellevar. , que se sentía abandonado de Dios debido a sus pecados. Veía su pecado de una manera tan clara, que exclamó: "¿Desechará el Señor para siempre, y no volverá más a sernos propicio?"
Pero mientras lloraba y oraba, obtuvo una visión más clara del carácter y de los atributos de Dios (Cristo triunfante, p. 155).
Cuando David demostró las señales y promesas divinas para [el pueblo de Israel] —sabiendo que eran para todos los que las necesitaban tanto como para Israel— las apropió para sí, diciendo: "Me acordaré de las obras de JAH; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos".
Su fe se aferró de Dios, y se animó y fortaleció. Aunque reconocía como misteriosos los caminos de Dios, sabía que eran misericordiosos y buenos, pues este fue el carácter divino tal como se reveló a Moisés.
Cuando David hizo suyas esas promesas y esos privilegios, decidió dejar de ser apresurado en sus juicios, y no desanimarse ni abatirse en inútil desesperación. Su alma se reanimó cuando contempla el carácter de Dios tal como se manifiesta en sus enseñanzas, su paciencia, excelsa grandeza y misericordia, y vio que a las obras y maravillas de Dios no se debe dar una aplicación restringida (Comentarios de Elena G. de White, en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t 3, p.
Juan 8:54-58 |
1 Corintios 1:26-2926 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. |