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VIERNES 14 DE FEBRERO
Lee el capítulo titulado «El origen del mal» en las páginas 11 a 21 del libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White.
«Aun cuando Satanás fue arrojado del cielo, la Sabiduría infinita no lo aniquiló. Puesto que solo el servicio inspirado por el amor puede ser aceptable para Dios, la lealtad de sus criaturas debe basarse en la convicción de que es justo y misericordioso. Por no estar los habitantes del cielo y de los mundos preparados para entender la naturaleza o las consecuencias del pecado, no podrían haber discernido la justicia de Dios en la destrucción de Satanás. Si se le hubiera suprimido inmediatamente, algunos habrían servido a Dios por temor más bien que por amor. La influencia del engañador no habría sido anulada totalmente, ni se habría extirpado por completo el espíritu de rebelión. Para el bien del universo entero a través de los siglos sin fin, era necesario que Satanás desarrollara más ampliamente sus principios, para que todos los seres creados pudieran reconocer la naturaleza de sus acusaciones contra el gobierno divino y para que la justicia y la misericordia de Dios y la inmutabilidad de su ley quedansen establecidas para siempre.
»La rebelión de Satanás había de ser una lección para el universo a través de todos los siglos venideros; un testimonio perpetuo en cuanto a la naturaleza del pecado y sus terribles consecuencias. Los resultados del gobierno de Satanás y sus efectos sobre los ángeles y los hombres demostrarían el resultado inevitable que se obtiene al desechar la autoridad divina. Darían testimonio de que la existencia del gobierno de Dios entraña el bienestar de todos los seres que él creó. De esta manera la historia de este terrible experimento de la rebelión iba a ser una perpetua salvaguardia para todos los seres santos, para evitar que sean engañados acerca de la naturaleza de la transgresión, para salvarlos de cometer pecado y sufrir sus consecuencias» (Elena G. . de White, Patriarcas y profetas, págs. 20, 21).
Preguntas para dialogar :
«Teodicea» es un término teológico que se refiere a la vindicación de Dios respecto del mal, pero no a la justificación del mal. Imagina que alguien redimido dijera en el Cielo: «¡Ahora entiendo por qué mi familia fue torturada y asesinada ante mis ojos! Ahora sí todo tiene sentido. ¡Gracias, Jesús!». Eso es absurdo. ¿Cómo podemos llegar a entender que es Dios, no el mal, quien es finalmente vindicado en el contexto del Gran Conflicto? (Ver la lección 9). ¿Te has sentido alguna vez como Job? ¿Te has sentido tentado a pensar que no hay explicación para tu sufrimiento o el de tus seres queridos? ¿Cómo nos ayuda la confesión de Job, de que hablaba de lo que «no comprendía» (Job 42: 3), a reflexionar sobre nuestras propias dudas?
Juan 8:54-58 |
1 Corintios 1:26-2926 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. |